Download Diapositiva 1 - Siervas de San José

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Hay hombres
que en vez de vivir,
¡arden!
Hombres que en vez de vivir,
se desviven por los demás.
Hombres que cuando son seducidos por
Jesús, no saben de cálculos ni medidas, se
entregan totalmente a él y a su causa.
Uno de estos
hombres
es
Francisco
Butiñá.
Un hombre perdidamente enamorado de Jesús.
Sí, “perdidamente”, porque por él está
dispuesto a perderlo todo, a gastar su tiempo,
sus fuerzas, cuanto es y tiene.
Jesús es para Francisco:
el agua para su sed,
la luz en sus opciones de vida,
el fuego de su dinamismo apostólico.
Nada
de lo
humano
le es
ajeno.
Mira la realidad que le rodea y siente
compasión
por la situación de los
hombres y mujeres del mundo del trabajo.
Situación de injusticia
a causa de un trabajo
donde se da la masificación,
la explotación,
la falta de libertad
y de respeto a su dignidad
y a sus derechos…
¿Qué
hacer?
No se protege para no
implicarse y dejar que sean otros
los que resuelvan la situación.
Sin cobijarse en
justificaciones
ni quedar atado
por el temor
a lo desconocido,
se fía de Dios
y está dispuesto
a dar una
respuesta a la
realidad que ha
descubierto.
Busca el querer de Dios:
¿Qué quieres, Señor, de mí
para que más te ame y te siga?
Nazaret lo llena de luz y de esperanza.
Descubre que Dios está en el corazón mismo de la vida,
en el trabajo y en cualquier actividad que realizamos,
no al margen de ella.
Contempla
a Jesús
en Nazaret,
que pasa la
mayor parte
de su vida
trabajando
junto a José
y a María,
y lo anuncia
como luz
y camino
para el mundo
del trabajo.
Funda las Siervas
e Hijas de San José
para hacer presente
este carisma
en la Iglesia.
Desde la luz
recibida,
Butiñá deja
que Nazaret
cambie su
vida.
Es profesor en el Seminario
de Salamanca,
un hombre polifacético
que domina
diferentes campos del saber,
investigador y escritor…
pero cuando Dios
le toca el corazón,
hace una opción
por el mundo trabajador pobre.
Les ofrece
acogida,
dedicación,
cariño,
el servicio
de su
palabra
y sus
escritos.
Es incansable en su tarea de evangelización.
Visita a los enfermos y presos.
Está cercano a las obreras de las fábricas.
Peregrina misionando por pueblos de Cataluña
con frecuentes predicaciones y largas horas de
confesionario, lo que le supone viajes incómodos,
fríos y calores, que lo dejan exhausto de sueño y
cansancio.
También participa del
espíritu de humildad y
abajamiento de
Jesús en Nazaret.
Desde que fundó
las Siervas de San José,
comenzó a experimentar,
la incomprensión y hasta el
escándalo.
El interrogante escéptico
“¿De Nazaret
puede salir algo bueno?"
se lo hicieron también a Butiñá
sus contemporáneos
respecto a la fundación novedosa
de las Siervas de San José,
que les parecía "cosa de locos".
Pasará por la cruz de la incomprensión y la
separación de su obra, las Josefinas.
En medio de su soledad y sufrimiento, descubre en
la obediencia una mediación del querer de Dios
para él, que vive en el silencio del amor.
Sus últimos
años son de
silencio
fecundo como
el grano de
trigo que
muere para
dar fruto.
Realización: Rosario Hernández, ssj