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IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL
CENTRO. REG. CULTO Nº 672. RODRIGUEZ
542. ROSARIO
Lección Nº:32 “LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO” Libro de HECHOS.
“EL DON NO SE PUEDE COMPRAR”
Cita Bíblica: Hechos 8:18-24
En el estudio anterior vimos como Pablo y Juan viajaron a Samaria para poder dar fe del
avivamiento en esta ciudad particular que agolpaba a judíos mestizos. Samaria está conmovida por
el Espíritu Santo y el operador de las tinieblas queda descubierto. Simón pensó que sería fácil
convencer a un siervo de Dios con la entrega de dinero, pero la instigación satánica no le dio
resultado. La envidia y el celo son estratagemas terrenales que aún en el presente marcan a los
“seguidores de Simón”. Analizaremos en este estudio la reacción de Simón que quiso pagar para
obtener el poder del Espíritu Santo. Simón el mago, quería pagar por el don. ¿Por qué? Porque este
hombre era un estafador religioso. Quería emplearlo para ganancia propia. ¡Cuántas alegaciones
similares han sido hechas desde entonces!
Vs. 18 “Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el
Espíritu Santo, les ofreció dinero”
Simón notó que cuando Pedro y Juan impusieron las manos en los samaritanos y oraron por ellos,
algo sucedió. Él fue impresionado por lo que aquel día sucedió. Simón pensaba que el Espíritu Santo
era meramente un poder que podía ser comprado o vendido. Él quería controlar la función del
Espíritu, y veía al Espíritu Santo como un poder que él podía usar como él quisiera, en vez de pensar
que verdaderamente el Espíritu Santo, es una persona que debe gobernar la vida de un cristiano.
Simonía es la palabra para el pecado de comprar o vender oficios o privilegios de la iglesia,
porque se hace en el mismo espíritu que este Simón. Este pecado es practicado hoy en día; pero
con más frecuencia.
Vs. 19 “diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo
impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.”
Para darnos cuenta de la infame propuesta de Simón, nos es preciso recordar su modo de vida
anterior, y considerar los hábitos mentales que lo originó. Como hechicero, había sido su negocio el
aumentar su capital comprando a otros hechiceros secretos de trucos que él mismo no sabía
ejecutar y andar a la caza de oportunidades para tales adquisiciones. Al ver a los apóstoles hacer
partícipes a otros del poder de obrar milagros reales, inmediatamente comprendió que había aquí
lugar para hacer una ganancia muy superior a todo lo que ya había dejado. Su avaricia dominante
mezclada con la pasión del aplauso popular, cultivada también por sus antiguos hábitos, lo
impulsó a hacer esta demanda, y el efecto deslumbrador de estas pasiones le impidió ver cuánta
vileza había en ofrecer dinero por tal virtud, y la de tratar de venderla a otros.
Debemos tener cuidado de buscar los aplausos y la aprobación de las personas, estamos
acostumbrados que cuando hacemos algún tipo de servicio, tenemos que ser reconocidos, como si
fuese algo que merecemos. El único que debe ser glorificado, reconocido y exaltado es Dios
mismo, nunca es bueno reconocer la “trayectoria” de algún pastor o evangelista, ya que corremos
el riesgo de levantar y reconocer que el avance del evangelio depende de alguna persona. Todos los
personajes que estaban centrados reconocieron que debían menguar para dejar crecer al Soberano.
Evidentemente Simón estaba más interesado en el poder, que en conocer al Señor que da el
verdadero Poder. Por eso, Pedro lo confrontó.
Vs. 20 “Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don
de Dios se obtiene con dinero.”
Es por este motivo que pensamos que este hombre probablemente no se había convertido. Simón
Pedro declaró que su corazón no era recto delante de Dios. Parecía no ser un verdadero creyente.
Su gran interés estaba en el dinero. Eso era lo que realmente le importaba a este hombre.
1 Timoteo 6:10-11 “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 11 Mas tú, oh
hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia, la mansedumbre”
El problema nunca es el dinero, sino EL AMOR AL DINERO Y LA CODICIA.
Vs. 21 No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante
de Dios.
El primer término "parte" (es decir en el original, “MERIS”) se refiere a que no puedes participar, no
podemos compartir el mismo pensamiento. Aquí tiene claramente, una connotación negativa. El
segundo vocablo "suerte" (es decir, klēros) proviene del Antiguo Testamento en su acepción de
"suerte", con relación a la forma para determinar la voluntad de Dios. Estaban acostumbrados
a repartir la Tierra Prometida entre las tribus por medio de la suerte que es manejada por Dios.
Proverbios 16:33 “La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella.”
Por lo tanto, se usa en el sentido de herencia. Es como si Pedro le estuviera diciendo: “No tienes
herencia entre nosotros por eso no tienes parte ni participas de la suerte”.
Pedro también le dijo a Simón que su corazón no era recto.
El corazón es la fuente de toda maldad (Mateo 12:34; 15:19; Proverbios 4:23; Santiago 1:14). Esto
quiere decir que el problema de Simón no era simplemente una deficiencia de entendimiento, sino
que todavía quería satisfacer los deseos carnales (Gálatas 5:16,24), y que no los había crucificado.
El bautismo mismo no es algo mágico que quite tales deseos. La verdadera conversión
requiere que se deje el amor al pecado, que haya cambio de corazón, y que se resuelva de todo
corazón a crucificar los deseos carnales.
Efesios 4:22, "Despojaos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos
engañosos"
Colosenses 3:5 "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros"
Salmo 78:37 “Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto.”
Vs. 22 “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado
el pensamiento de tu corazón;”
“Arrepiéntete” es un verbo en modo IMPERATIVO, es decir, es una orden que expresa
urgencia. Pedro no estaba “condenando” a Simón, sino le estaba dando la oportunidad de que se
arrepintiera genuinamente.
Sin lugar a dudas, si se arrepintió, fue perdonado. La duda era si verdaderamente estaba
arrepentido.
Vs. 23 “porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.”
“Hiel de amargura”. En el más alto grado de malicia, que es la amargura, es decir, la miseria del
alma; y en prisión de maldad demuestran el grado en que se encontraba Simón para hacer
semejante pedido.
Vs. 24 “Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que
nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.”
Ahora en esta situación, Simón no pide ser salvado, ni que oren para que él reciba la salvación o el
Espíritu de Dios. Simplemente pide que ninguna de estas cosas le suceda. Esto es desesperación,
cuando estamos lejos de Dios, este es nuestro sentimiento.
¿Por qué cuenta Lucas (inspirado por Dios) esta singular historia? Ciertamente no carece de
motivo para contarla. Esta historia contribuye a formar la imagen de la Iglesia. Es un
testimonio de su inviolabilidad. Es un ejemplo de cómo la Iglesia en los apóstoles, incluso ante la
poderosa magia de la antigüedad, recorre victoriosa su camino y muestra su superioridad. Pero
detrás de la persona del mago está el pueblo de Samaría (dispuesto para la fe y contento de haberla
recibido). La Iglesia crece y se propaga, incluso en la persecución, más aun, precisamente en la
persecución.