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UNIDAD 3
INTERPRETACIÓN DE LA EVOLUCIÓN
CULTURAL Y DE LA CIVILIZACIÓN
Propósito: Interpretará la evolución cultural y de la
civilización a partir de los procesos históricos y de los
fenómenos sociales, políticos y económicos de sus contextos
para comprender la realidad social.
3.1 Analiza procesos históricos acorde
con las diversas categorías
sociológicas.
 Actividad 1. Recordemos…
 • Realizar una lluvia de ideas dirigida, considerando los
aspectos siguientes:
o ¿Cómo surge la división social del trabajo?
o ¿Cuál fue la primera división del trabajo?
o Redactar un documento con las consideraciones personales.
Actividad 2. Lectura y análisis de documento.
• Realizar a partir de la lectura Burguesía y Proletariado un
documento de forma individual, considerando los aspectos
siguientes:
o ¿Cómo surge la lucha de clases?
o ¿Cuáles fueron los elementos que dieron pauta al desarrollo de la
burguesía?
Recuerda…
 El burgués, era el habitante de las ciudades, a las que
también se llamaba “burgos”. Como puede imaginarse, las
actividades desarrolladas en las ciudades eran variadas,
pero muy diferenciadas de las tareas rurales. El
establecimiento del comercio favoreció el crecimiento
burgués. El solo cobro de los impuestos implicaba ya la
necesidad de un aparato burocrático cada vez mayor, pero
también era necesario para ir imponiendo el gobierno real
en regiones distantes.
Vemos, pues, que la moderna burguesía es, como lo fueron
en su tiempo las otras clases, producto de un largo proceso
histórico, fruto de una serie de transformaciones radicales
operadas en el régimen de cambio y de producción.
A cada etapa de avance recorrida por la burguesía
corresponde una nueva etapa de progreso político. Clase
oprimida bajo el mando de los señores feudales, la
burguesía forma en la "comuna" una asociación autónoma y
armada para la defensa de sus intereses; en unos sitios, se
organiza en repúblicas municipales independientes; en
otros, forma el tercer estado tributario de las monarquías;
en la época de la manufactura es el contrapeso de la
nobleza dentro de la monarquía feudal o absoluta y el
fundamento de las grandes monarquías en general, hasta
que, por último, implantada la gran industria y abiertos los
cauces del mercado mundial, se conquista la hegemonía
política y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el
poder público viene a ser, pura y simplemente, el consejo
de administración que rige los intereses colectivos de la
clase burguesa.
La burguesía va aglutinando cada vez más los medios de producción, la
propiedad y los habitantes del país. Aglomera la población, centraliza los medios
de producción y concentra en manos de unos cuantos la propiedad. Este proceso
tenía que conducir, por fuerza lógica, a un régimen de centralización política.
Territorios antes independientes, apenas aliados, con intereses distintos,
distintas leyes, gobiernos autónomos y líneas aduaneras propias, se asocian y
refunden en una nación única, bajo un Gobierno, una ley, un interés nacional de
clase y una sola línea aduanera.
En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha
creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las
pasadas generaciones juntas. Basta pensar en el sojuzgamiento de las fuerzas
naturales por la mano del hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la
química a la industria y la agricultura, en la navegación de vapor, en los
ferrocarriles, en el telégrafo eléctrico, en la roturación de continentes enteros, en
los ríos abiertos a la navegación, en los nuevos pueblos que brotaron de la tierra
como por ensalmo. .. ¿Quién, en los pasados siglos, pudo sospechar siquiera que
en el regazo de la sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen
soterradas tantas y tales energías y elementos de producción?
Hemos visto que los medios de producción y de transporte sobre los cuales se
desarrolló la burguesía brotaron en el seno de la sociedad feudal. Cuando estos
medios de transporte y de producción alcanzaron una determinada fase en su
desarrollo, resultó que las condiciones en que la sociedad feudal producía y
comerciaba, la organización feudal de la agricultura y la manufactura, en una
palabra, el régimen feudal de la propiedad, no correspondían ya al estado
progresivo de las fuerzas productivas. Obstruían la producción en vez de
fomentarla. Se habían convertido en otras tantas trabas para su
desenvolvimiento.
Vino a ocupar su puesto la libre concurrencia, con la constitución política y social
a ella adecuada, en la que se revelaba ya la hegemonía económica y política de
la clase burguesa.
 Actividad 3. Lectura y análisis de documento.
 • Realizar una ficha de trabajo, de forma individual,
considerando los aspectos siguientes:
 o ¿Cómo surge el proletariado?
 o ¿Cuáles fueron son las características de la clase social
denominada proletariado?
Surgimiento del proletariado:
Pues bien: ante nuestros ojos se desarrolla hoy un espectáculo semejante.
Las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la
propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar corno por
encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo
impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias
décadas, la historia de la industria y del comer· cio no es más que la historia de las
modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de
producción, contra el régimen de la propiedad, don· de residen las condiciones de
vida y de predominio político de la burguesía. Basta mencionar las crisis comerciales,
cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la
sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de -destruir una gran parte
de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas
productivas existentes. En esas crisis, se desata una epidemia social que a cualquiera
de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la
superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de
barbarie momentánea; diríase que una plaga de hambre o una gran guerra
aniquiladora la han dejado esquilmada, sin recursos para subsistir; la industria, el
comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee
demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado
comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el
régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este
régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este
obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste
con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan
ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se
sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras. Destruyendo violentamente una
gran masa de fuerzas productivas, y conquistándose nuevos mercados, a la par que
procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que
remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los
medios de que dispone pata ·precaverlas.
Las armas con que la burguesía derribó al feudalismo se vuelven ahora
contra ella.
Y la burguesía no sólo forja las armas que han de darle la muerte, sino
que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos
hombres son los obreros, los proletarios.
En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el
capital, se desarrolla también el proletariado, esa clase obrera moderna
que sólo puede vivir encontrando trabajo, y que sólo encuentran trabajo en
la medida en que éste alimenta e incrementa el capital. El obrero, obligado
a venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta por
tanto a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las
fluctuaciones del mercado.
La extensión de la maquinaria y la división del trabajo quitan a éste, en el
régimen proletario actual, todo carácter autónomo, toda libre iniciativa y
todo encanto para el obrero. El trabajador se convierte en un simple
resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica,
monótona, de fácil aprendizaje. Por eso los gastos que supone un obrero
se reducen, sobre poco más o menos, al mínimo de lo que necesita para
vivir y para perpetuar su raza. Y ya se sabe que el precio de una
mercancía, y como una de tantas el trabajo, equivale a su costo de
producción. Cuanto más repelente es el trabajo, tanto más disminuye el
salario pagado al obrero. Más aún; cuanto más aumentan la maquinaria y
la división del trabajo, tanto más aumenta también éste, bien porque se
alargue la jornada, bien porque se intensifique el rendimiento exigido, se
acelere la marcha de las máquinas, etcétera.
La industria moderna ha convertido el pequeño taller del maestro patriarcal en la
gran fábrica del magnate capitalista. Las masas obreras concentradas en la fábrica
son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados
rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos,
oficiales y jefes No son sólo siervos de la burguesía y del Estado burgués, sino que
están todos los días y a todas horas bajo el yugo esclavizador de la máquina, del
contramaestre, y sobre todo del industrial burgués dueño de la fábrica. Y este
despotismo es tanto más mezquino, más execrable, más indignante, cuanta
mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.
Cuanto menores son la habilidad y la fuerza que reclama el trabajo manual, es
decir, cuanto mayor es el desarrollo adquirido por la moderna industria; mayor
también la proporción en que el trabajo de la mujer y el niño desplaza al del
hombre. Socialmente, ya no rigen para la clase obrera esas diferencias de edad y
de sexo. Son todos, hombres, mujeres y niños, meros instrumentos de trabajo,
entre los cuales no hay más diferencia que la del costo. Y cuando ya la explotación
del obrero por el fabricante ha dado su fruto y aquél recibe el salario, caen sobre
él los otros representantes de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista,
etcétera.
Toda una serie de elementos modestos que venían perteneciendo a la clase
media, pequeños industriales, comerciantes y rentistas, artesanos y labriegos, son
absorbidos por el proletariado; unos, porque su pequeño caudal no basta para
alimentar las exigencias de la gran industria y sucumben, arrollados por la
competencia de los capitalistas más fuertes, y otros porque sus aptitudes quedan
sepultadas bajo los nuevos progresos de la producción. Todas las clases sociales
contribuyen, pues, a nutrir las filas del proletariado.
El proletariado recorre diversas etapas antes de fortificarse y
consolidarse. Pero su lucha contra la burguesía data del instante mismo
de su existencia.
Al principio, son obreros aislados, luego los de una fábrica, luego los de
toda una rama de trabajo, los que se enfrentan, en una localidad, con el
burgués que personalmente los explota. Sus ataques no van sólo contra
el régimen burgués de producción, van también contra los propios
instrumentos de la producción; los obreros, sublevados, destruyen las
mercancías ajenas que les hacen la competencia, destrozan las
máquinas, pegan fuego a las fábricas, pugnan por volver a la situación
ya enterrada del obrero medieval.
En esta primera etapa, los obreros forman una masa diseminada por
todo el país y desunida por la concurrencia.
Las concentraciones de masas de obreros no son todavía fruto de su
propia unión, sino fruto de la unión de la burguesía, que para alcanzar
sus fines políticos propios tiene que poner en movimiento –cosa que
todavía logra- a todo el proletariado. En esta etapa, los proletarios no
combaten contra sus enemigos, sino contra los enemigos de sus
enemigos, contra los vestigios de la monarquía absoluta, los grandes
señores de la tierra, los burgueses no industriales, los pequeños
burgueses. La marcha de la historia está toda concentrada en manos de
la burguesía, y cada triunfo así alcanzado es un triunfo de la clase
burguesa.
Sin embargo, el desarrollo de la industria no sólo nutre las filas del
proletariado, sino que las aprieta y concentra; sus fuerzas crecen, y
crece también la conciencia de ellas. Y al paso que la maquinaria va
borrando las diferencias y categorías en el trabajo y reduciendo los
salarios casi en todas partes a un nivel bajísimo y uniforme, van
nivelándose también los intereses y las condiciones de vida dentro del
proletariado. La competencia cada vez más aguda desatada entre la
burguesía y las crisis comerciales que desencadena, hacen cada vez
más inseguro el salario del obrero; los progresos incesantes y cada
día más veloces del capitalismo, aumentan gradualmente la
inseguridad de su existencia; las colisiones entre obreros y burgueses
aislados van tomando el carácter, cada vez más señalado, de
colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a coaligarse contra
los burgueses, se hacían y unen para la defensa de sus salarios. Crean
organizaciones permanentes, para pertrecharse en previsión de
posibles batallas. De vez en cuando, estallan revueltas y
sublevaciones.
Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El
verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato,
sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los
medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria
y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y
localidades.
Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes
presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en
una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una acción política.
En las ciudades de la Edad Media, sus caminos vecinales, necesitaron siglos
enteros para unirse con las demás; el proletariado moderno, gracias a los
ferrocarriles, ha creado su unión en unos cuantos años.
Esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como
partido político, se ve minada a cada momento por la concurrencia desatada
entre los propios obreros. Pero avanza y triunfa siempre, a pesar de todo,
cada vez más fuerte, más firme, más pujante. Y, aprovechándose de las
discordias que surgen en el seno de la burguesía, impone la sanción legal de
sus intereses propios. Así nace en Inglaterra la ley de la jornada de diez
horas. Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad
imprimen nuevos impulsos al proletariado. La burguesía lucha
incesantemente: primero, contra la aristocracia, luego contra aquellos
sectores de la propia burguesía cuyos intereses chocan con los progresos de
la industria, y siempre contra la burguesía de los demás países. Para librar
estos combates, no tiene más remedio que apelar al proletariado, reclamar
su auxilio, arrastrándolo así al campo político. Y de este modo, le suministra
elementos de fuerza; es decir, armas contra sí misma.
Además, como hemos visto, los progresos de la industria traen a las filas
proletarias a toda una serie de elementos de la clase gobernante, o a lo menos, los
colocan en las mismas condiciones de vida. Y estos elementos suministran al
proletariado nuevas fuerzas.
Finalmente, en aquellos periodos en que la lucha de clases está a punto de
decidirse, es tan violento y tan claro el proceso de desintegración de la clase
gobernante latente en el seno de la sociedad antigua, que una pequeña parte de
esa clase se desprende de ella y abraza la causa revolucionaria, pasándose a la
clase que tiene en sus manos el porvenir.
Y así como antes una parte de la nobleza se pasaba a la burguesía, ahora una parte
de la burguesía se pasa al campo del proletariado; en este tránsito, rompen la
marcha los intelectuales burgueses que, analizando teóricamente el curso de la
historia, han logrado ver claro en sus derroteros.
De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, no hay más que una
verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las demás perecen y desaparecen
con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar.
Los elementos de las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante,
el artesano, el labriego, todos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su
existencia como tales clases. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores.
Más todavía, reaccionarios, pues pretenden volver atrás la rueda de la historia.
Todo lo que tienen de revolucionario es lo que mira a su tránsito inminente al
proletariado; con esa actitud, no defienden sus intereses actuales, sino los futuros;
se despojan de su posición propia, para abrazar la del proletariado.
El proletariado andrajoso, esa putrefacción pasiva de las capas más bajas de la
vieja sociedad, se verá arrastrado en parte al movimiento por una revolución
proletaria, si bien las condiciones todas de su vida lo hacen más propicio a dejarse
comprar como instrumento de manejos reaccionarios.
Las condiciones de vida de la vieja sociedad aparecen ya destruidas en las condiciones
de vida del proletariado. El proletario carece de bienes. Sus relaciones con la mujer y
con los hijos no tienen ya nada de común con las relaciones familiares burguesas; la
producción industrial moderna, el moderno yugo del capital, que es el mismo en
Inglaterra que en Francia, en Alemania que en Norteamérica, borra en él todo carácter
nacional. Las leyes, la moral, la religión, son para él otros tantos prejuicios burgueses
tras los que anidan otros tantos intereses de la burguesía. Todas las clases que le
precedieron y conquistaron el poder procuraron consolidar las posiciones adquiridas
sometiendo a la sociedad entera a su régimen de adquisición. Los proletarios sólo
pueden conquistar para sí las fuerzas sociales de la producción aboliendo el régimen
adquisitivo a que se hallan sujetos, y con él todo el régimen de apropiación de la
sociedad.
Los proletarios no tienen nada propio que asegurar, sino destruir todos los
aseguramientos y seguridades privadas de los demás.
Hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos desatados por
una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento
autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El
proletariado, la capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse,
incorporarse, hecho añicos desde los cimientos hasta el remate, todo ese edificio que
forma la sociedad oficial.
Por su forma, aunque no por su contenido, la campaña del proletariado contra la
burguesía empieza siendo nacional. Es lógico que el proletariado de cada país ajuste
ante todo las cuentas con su propia burguesía.
Al esbozar, en líneas muy generales, las diferentes fases de desarrollo del proletariado,
hemos seguido las incidencias de la guerra civil más o menos embozada que se plantea
en el seno de la sociedad vigente hasta el momento en que esta guerra civil
desencadena una revolución abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la
violencia a la burguesía, echa las bases de su poder.
Hasta hoy, toda sociedad descansó, como hemos visto, en el antagonismo entre las
clases oprimidas y las opresoras. Mas, para poder oprimir a una clase, es necesario
asegurarle, por lo menos, las condiciones indispensables de vida, pues de otro
modo se extinguiría, y con ella su esclavizamiento. El siervo de la gleba se vio
exaltado a miembro del municipio sin salir de la servidumbre, como el villano
convertido en burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. La situación del obrero
moderno es muy distinta, pues, lejos de mejorar conforme progresa la industria,
decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se debilita, y la
pobreza se desarrolla en proporciones mucho mayores que la población y la
riqueza. He ahí una prueba notoria de la incapacidad de la burguesía para seguir
gobernando la sociedad, e imponiendo a ésta por norma las condiciones de su vida
como clase.
Es incapaz de gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la
existencia ni aun dentro de su esclavitud, porque se ve forzada a dejarlos llegar
hasta una situación de desamparo en que no tiene más remedio que mantenerles,
cuando son ellos quienes debieran mantenerla a ella. La sociedad no puede seguir
viviendo bajo el imperio de esa clase; la vida de la burguesía se ha hecho
incompatible con la sociedad.
La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la
concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formación e
incrementación constante del capital; y éste, a su vez, no puede existir sin el
trabajo asalariado. El trabajo asalariado presupone, inevitablemente, la
concurrencia de los obreros entre sí. Los progresos de la industria, que tienen por
cauce automático y espontáneo a la burguesía, imponen, en vez del aislamiento de
los obreros por la concurrencia, su unión revolucionaria por la organización. Y así,
al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las
bases sobre que produce y se apropia lo producido. Y a la par que avanza, se cava
su fosa y cría a sus propios enterradores. Su muerte y el triunfo del proletariado
son igualmente inevitables.
Actividad 4. Cuadro comparativo.
 Realizar un cuadro comparativo en donde se
especifiquen las condiciones sociales políticas y
económicas que dan origen a la lucha de clases. Según
la lectura de Carlos Marx Y Federico Engels La lucha de
clases.
Actividad 5. Sopa de letras.
Realizar de forma individual la resolución de la sopa de letras con la
información proporcionada.
. Desde tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida
. Surgieron nuevas clases sociales.
. La sociedad se separa en dos clases
. La relación entre ellas es antagónica.
. La burguesía aglutina los medios de producción y
. Conduce un régimen de centralización
. En la misma proporción que se desarrolla la burguesía también el
proletariado.
. El proletariado carece de
. Las relaciones sociales entre la burguesía y el proletariado son totalmente
Y describe cada concepto o idea que localices.
SOPA DE LETRAS
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3.2 Identifica los fenómenos sociales,
políticos y económicos contemporáneos de
la sociedad, a través de las características
del contexto y su influencia entre si mismos.
Actividad 6. Análisis de texto escrito.
Instrucciones: Realizar la lectura: Interpretación del nuevo
orden mundial y hegemonía estadounidense. Identificar las
ideas principales (INITE, 2009).
Interpretación del nuevo orden
mundial y hegemonía
estadounidense
Estados Unidos se convirtió en la única potencia mundial después de la
desaparición del mundo bipolar. El fin de ese mundo estuvo marcado por el
cese del conflicto político-ideológico Este-Oeste entre la Unión Soviética y
Estados Unidos, después de la desaparición de la URSS, y por el colapso del
socialismo real, que tuvo como inicio significativo la caída del Muro de Berlín,
que dividía Alemania en dos. Esta nueva hegemonía no significó el fin de los
conflictos bélicos que habían caracterizado la época anterior. Por el contrario,
se produjeron constantes enfrentamientos que permitieron asentar la
supremacía política y comercial de Estados Unidos. Sin embargo, análisis
recientes de la situación mundial han señalado la crisis cada vez más fuerte
de Estados Unidos, que está dando paso a una hegemonía multilateral, con
nuevos países emergentes.
La caída del estatismo soviético y consolidación del capitalismo
A su caída, la URSS era una potencia militar y la tercera economía del
mundo; sin embargo, su desarrollo se había estancado desde inicios de los
años ochenta, entre otras cosas, por la incapacidad estatal de promover la
transición del país a la era de la información. La Unión Soviética perdió la
posibilidad de incorporarse a las revoluciones tecnológicas de la información
a mediados de los setenta, mientras que las economías de los países
occidentales centraron su desarrollo en ellas. Se creó así una brecha
tecnológica entre el bloque socialista y las economías occidentales.
La supremacía del imperio estadounidense
La caída de la Unión Soviética dejó a Estados Unidos sin un contrapeso en el
escenario mundial, lo que le permitió consolidarse como la primera potencia militar
con intereses financieros, industriales y comerciales en diversas partes del mundo.
Desde esta posición el gobierno estadounidense ha buscado ejercer protectorados
militares en regiones estratégicas para la economía capitalista. Las políticas
estadounidenses deciden, de manera unilateral, cuándo y cómo intervenir en
cualquier nación, ante trastornos políticos, religiosos o sociales, con el objetivo de
asegurar el comercio y los intereses financieros de las empresas que ese país
representa.
En este programa de supremacía global, el presupuesto militar continúa siendo
fundamental, a tal grado que no ha sufrido grandes cambios, no obstante el fin de
la Guerra Fría.
La idea de la supremacía norteamericana fue expresada por Les Aspin, secretario
de Estado en la administración de Bill Clinton, quien declaró que Estados Unidos
debe ser la única nación del mundo que mantiene.
Durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, la política
internacional de Estados Unidos ha debilitado la influencia de los organismos e
instituciones internacionales, que habían sido fuentes de derecho para las
relaciones entre Estados. La ONU, por ejemplo, ha sido incapaz de contener las
acciones intervencionistas de Estados Unidos en distintas partes del mundo.
En el caso de los derechos humanos, el gobierno estadounidense se ha negado a
reconocer las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos sobre la situación de los presos que Estados Unidos tiene en
Guantánamo, con el argumento de que son “enemigos de la democracia y de la
libertad”. El gobierno estadounidense tampoco ha reconocido el estatus de la Corte
Internacional de la Haya para juzgar a criminales de guerra.
La política estadounidense posterior a la desintegración del
socialismo real, fue iniciada bajo el régimen del presidente
George Bush, padre. En enero de 1991, este personaje
declaró, mientras sus aviones bombardeaban Bagdad y Basora,
que Estados Unidos lideraría “un nuevo orden mundial en el
que diversas naciones se unirían en una causa común para
lograr las aspiraciones universales de la humanidad: paz y
seguridad, libertad y el imperio de la ley”.
Estados Unidos logró, por un tiempo, ejercer la supremacía en
la economía mundial, convirtiéndose en el capital dominante en
las finanzas, en la farmacéutica y en la biotecnología, así como
en las tecnologías de la información y en el comercio; es decir,
en los sectores más importantes de la “nueva economía”.
Conflictos bélicos después de la desintegración del socialismo
La desaparición de la Unión Soviética y, con ella, la reestructuración de un
mundo bajo la hegemonía de Estados Unidos no significó el fin de los conflictos
bélicos. Por el contrario, muchas de las tensiones manifiestas durante la Guerra
Fría han cobrado nueva fuerza y provocado fuertes conflagraciones.
La guerra del golfo Pérsico
La existencia de reservas de petróleo y gas en Medio Oriente han convertido esta
región en estratégica para Estados Unidos, sobre todo desde los años setenta,
cuando la economía estadounidense empezó a depender en mayor medida de la
producción petrolera generada en esta zona.
En el caso del conflicto bélico entre Irán e Irak (1981- 1988), Estados Unidos
apoyó al gobierno de Sadam Hussein para frenar la expansión del
fundamentalismo islámico iraní, que ponía en peligro la estabilidad política de la
zona y, por consiguiente, su acceso a la producción petrolera de Arabia Saudita.
En 1989, la administración de George H.W. Bush otorgó créditos al régimen
iraquí por mil millones de dólares. La justificación fue que Irak era muy
importante para los intereses de estadounidenses en el Medio Oriente, pues
podía influir en el proceso de paz con la Organización para la Liberación de
Palestina (OLP); además, Irak ofrecía grandes oportunidades de negocios a las
compañías estadounidenses.
El conflicto de los Balcanes
La desintegración de Yugoslavia se inició con la independencia de naciones como
Croacia y Eslovenia, en 1991. Estos movimientos fueron apoyados por los países
católicos europeos y por el Vaticano. Una vez independizada, Croacia comenzó a
desarrollar su fuerza militar, logrando igualar en poco tiempo al ejército yugoslavo,
dominado por los serbios.
Enfrentados en una guerra abierta, Serbia y Croacia recrudecieron los odios étnicoreligiosos y fomentaron expresiones de violencia desbordada: violaciones a los derechos
humanos, tortura, masacre de civiles, limpieza étnica, bombardeos indiscriminados,
campos de concentración. La prensa occidental atribuyó a los serbios mayor brutalidad,
aunque los excesos fueron ejecutados por ambos bandos
El nuevo enemigo del imperio estadounidense
El poder hegemónico de Estados Unidos fue incuestionable durante la última década del
siglo xx. Su posición estuvo favorecida por el boom especulativo de su economía, entre
1995 y 1999; sin embargo, inició el siglo XXI con un periodo de recesión, y las
compañías norteamericanas empezaron a ser desplazadas por sus contrapartes
europeas. Durante los primeros años del siglo XXI, la presencia militar de Estados
Unidos en el Medio Oriente no se había traducido en un control absoluto de la
producción petrolera; en Latinoamérica, varios países cuestionaban el predominio de los
intereses norteamericanos sobre la región y sus intentos por crear un mercado
continental o Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El nuevo enemigo del imperio estadounidense, el terrorismo islamista, tenía en AlQaeda su máximo exponente. La organización, además, estaba perfectamente adaptada
a la era de la globalización; tenía ramificaciones multinacionales, tanto en naciones
árabes, como en países occidentales; contaba con redes financieras y recursos
económicos para su funcionamiento; tenía conexiones mediáticas para difundir sus
comunicados, centros de enseñanza y de formación, órganos de propaganda y
manejaba intensivamente la red informática. Paradójicamente, Osama Bin Laden, líder
de Al-Qaeda, había sido entrenado y financiado por Estados Unidos durante los años
setenta, para conformar brigadas islamistas que combatieran al ejército soviético en
Afganistán; estas mismas brigadas fueron la base de la nueva organización
antiestadounidense.
La invasión a Irak y los intereses petroleros
La ofensiva contra el terrorismo no terminó con la
ocupación de Afganistán, que sólo representaba un paso en
la estrategia imperialista de Estados Unidos. Después, se
enfocó en los países petroleros de la región, que desde
tiempo atrás significaban un problema para los intereses
estadounidenses: Irán e Irak. Asimismo, se incluyó a Corea
del Norte. Estados Unidos los acusaba de ser gobiernos que
protegían y financiaban terroristas y que poseían armas de
destrucción masiva, lo que ponía en peligro la paz mundial
Actividad 7. Surgimiento del nuevo orden mundial.
Instrucciones: Elabora por escrito
comentarios
generales acerca de cada uno de los fenómenos
sociales, políticos y económicos que se te presentan a
continuación. Si lo consideras necesario puedes
consultar otras fuentes de información (libros,
periódicos, revistas e Internet).
Fenómenos sociales, políticos y
económicos contemporáneos de la sociedad
Reflexiones criticas
La desarticulación de la Unión Soviética
La supremacía del imperio estadounidense
La caída del muro de Berlín significó el fin del
orden mundial bipolar
Conflictos bélicos después de la desintegración
del socialismo
Actividad 8. Realizar la lectura e identificar
las ideas principales: La globalización en el
mundo actual (INITE, 2009).
La globalización en el mundo actual
Aunque el proceso de globalización no es reciente, pues surgió con el
capitalismo hace ya cerca de 500 años, el tipo de globalización que hoy
vivimos tiene características particulares. Actualmente está asociada a
las medidas instrumentadas por empresas y gobiernos, desde mediados
de la década de los setenta, para reestructurar el sistema capitalista
que había entrado en crisis.
Tales medidas se sistematizaron en el Consenso de Washington. En un
principio se trató de un listado de políticas económicas consideradas
por los organismos financieros internacionales para los países
latinoamericanos, con el objetivo de impulsar su crecimiento, tras la
crisis del modelo de desarrollo de sustitución de importaciones.
Posteriormente se convirtió en un programa de aplicación mundial que
implicó la instrumentación de medidas como las siguientes: disciplina
fiscal, reordenamiento de las prioridades del gasto público, reforma
impositiva, liberalización de las tasas de interés, una tasa de cambio
competitiva, liberalización del comercio internacional y entrada de
inversiones extranjeras directas, privatización, desregulación laboral y
derechos de propiedad.
Estas acciones tuvieron como objetivo incrementar la
acumulación del capital y la productividad de las empresas
por medio de tres estrategias:
a) Disminuir el costo del trabajo: salarios bajos,
desregulación de las relaciones laborales, debilitamiento del
sindicalismo, entre otras medidas.
b) Debilitar el papel del Estado como redistribuidor de la
riqueza: privatización de sectores económicos y servicios
públicos; programas de ajuste estructural y de austeridad
impuestas por organismos internacionales como el Fondo
Monetario Internacional (FMI); reducir el pago tributario de
las empresas.
c) Fomentar el libre cambio: eliminar obstáculos al flujo de
mercancías y capitales en el mundo.
Los agentes de la globalización
Los organismos internacionales que promueven y regulan la dinámica de la globalización, “el
consejo de vigilancia planetaria”, son la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Banco Mundial
(BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se oponen a las barreras arancelarias y a todo tipo
de reglamentación que obstaculice la libre circulación de capitales y mercancías. Por ejemplo, la
OMC, que sustituyó al GATT, en 1995, se abroga el poder sobre los países miembros de calificar si
las legislaciones nacionales en materia de trabajo, ambiente o salud pública son “contrarias a la
libertad de comercio” o no, y exigir su derogación, por encima de la soberanía de esas naciones.
La globalización de los mercados, intercambio internacional de bienes y servicios, se vio favorecida
con el desarrollo de la revolución informática. Tal incremento se debió, sobre todo, al uso de las
computadoras personales a inicios de los ochenta. Se ha creado así, una economía capitalista
interconectada que abarca todo el planeta, a través de la cual se realizan la mayoría de las
transacciones financieras. Las tecnologías electrónicas y los sistemas modernos de transporte y
comunicaciones permiten que esta red financiera y de negocios funcione de manera eficiente.
Podemos decir que, por primera vez en la historia, todo el planeta está organizado en torno a un
conjunto de reglas económicas comunes. Esta revolución de las tecnologías de la información ha
acelerado la concentración de capital y de poder en las empresas transnacionales.
Los defensores de la globalización argumentan que no es posible ni deseable imponer algún tipo de
regulación social o política a la economía mundializada, por ser una vía para el crecimiento y la
prosperidad económica de todos los países del orbe; sin embargo, para todos es evidente que el
libre flujo de mercancías y capitales ha beneficiado a los grandes consorcios transnacionales, en
perjuicio de las economías de países en vías de desarrollo, como México, que han visto crecer el
abismo que los separa de las potencias más ricas del planeta, el llamado grupo de los siete (G7):
Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, Japón y Canadá. Los globalizadores son este
selecto club de países, los globalizados son los países emergentes que han padecido los estragos de
las crisis financieras globalizadas.
Varias de las crisis económicas por las que han atravesado los países emergentes han sido
generadas por el capital financiero. La salida masiva de capitales de un país determinado lo obliga a
rematar sus fuentes estratégicas de riqueza como los hidrocarburos y las telecomunicaciones, a
favor de las empresas transnacionales. Así, las economías nacionales están controladas por los
mercados financieros y por las transnacionales. (INITE, 2009).
Actividad 8. Problematización
Instrucciones: Elaborar un análisis crítico-reflexivo de cada uno
de los agentes de la globalización, a partir de la lectura
realizada de uno de los fenómenos sociales, políticos y
económicos que han repercutido en el mundo actual. Si se
considera necesario, pueden consultar otras fuentes de
información (libros, periódicos, revistas e Internet).
Actividad 9. Realizar la lectura: Capitalismo
y desarrollo sustentable (INITE, 2009).
Capitalismo y desarrollo sustentable
¿Se ha sacrificado a la Tierra en aras de las ganancias materiales? Todo parece
indicar que así está sucediendo, si no frenamos la voracidad del sistema
económico capitalista que ha convertido en mercancía prácticamente todo lo
existente y lo creado. Nosotros tenemos capacidad de acción como consumidores.
Debemos entender que varios de los productos que usamos en nuestra vida diaria,
tanto en su producción como en su utilización y desecho, representan una
afectación para nuestro entorno natural, un costo que tendremos que pagar si no
encontramos soluciones a nuestros problemas.
La explotación irracional de los recursos naturales, la contaminación del aire, la
tierra y el agua, la afectación a la biodiversidad, han alterado el ritmo de la
naturaleza, a tal grado que hoy el término “calentamiento global” forma parte de
nuestro lenguaje cotidiano. No se trata del fin del mundo, pero tenemos que
cambiar el rumbo. Nosotros y, sobre todo, los países desarrollados, que generan
anualmente dos mil millones de toneladas de residuos industriales sólidos y cerca
de 350 millones de toneladas de detritos peligrosos.
Los estragos generados en el ambiente por la producción, uso y desecho
indiscriminado de todo tipo de objetos de la vida moderna, comenzaron a estar
presentes en la conciencia mundial desde los años ochenta, dando lugar al
surgimiento de un proyecto que pretendía conciliar el crecimiento económico con
la protección del entorno natural, al que se llamó “desarrollo sustentable”. En la
actualidad, muchos países han adoptado medidas para ajustarse a un desarrollo
sustentable; otros, no; el caso de China, es el más sintomático, ya que debido a
su gran actividad industrial de los últimos años, se ha convertido en el primer
emisor de gas de efecto invernadero del planeta.
Los acuerdos internacionales para tratar de contrarrestar el calentamiento global y la
destrucción de la capa de ozono han tenido la oposición decidida del gobierno
estadounidense, que se ha negado a firmar el Protocolo de Kioto para reducir la emisión
de gas con efecto invernadero. Los intereses de las empresas transnacionales afectan
negativamente el desarrollo sustentable, en la medida en que los flujos de inversiones
que generan contaminantes buscan asentarse en países con una regulación ambiental
baja para evadir restricciones, pero que de cualquier manera contaminan a todo el
planeta. Por ello, en la Cumbre celebrada por la ONU en Johannesburgo en 2002, se
calificó a la globalización como “el enemigo público número uno” del desarrollo
sustentable.
En este mundo de flujo continuo de capitales, mercancías e información, se han
desarrollado también poderosas organizaciones criminales interconectadas en actividades
conjuntas por todo el planeta. Este fenómeno afecta profundamente a la economía, la
política y la seguridad nacionales e internacionales, así como a la sociedad en general.
Estados Unidos se ha visto desplazado de su posición de potencia económica por sus
competidores de la Unión Europea y del noreste asiático, en especial por el “circuito
étnico chino” (China, Hong Kong, Taiwán y Singapur). Por si fuera poco, en el Foro
Económico Mundial de Davos, en 2007, se hizo evidente el potencial de fuerzas
económicas emergentes (Brasil, Rusia, India y China), bautizado como el bric, cuyas
economías representan 40 por ciento del crecimiento mundial. Se considera que estos
países pronto desplazarán a la dupla anglosajona de los primeros lugares, dando lugar a
un nuevo orden económico mundial.
El avance de las empresas petroleras estatales es indicador significativo del declive del
poderío estadounidense. Éstas comienzan a desplazar a las empresas transnacionales
privadas anglosajonas (Exxon-Mobil, Royal-Dutch, British Petroleum y Chevron-Texaco).
Las petroleras estatales: ARAMCO (Arabia Saudita), Gazprom (Rusia); Petrobras (Brasil),
CNPC (China); NIOC (Irán); PDVSA (Venezuela); y Petronas (Malasia), controlan la
tercera parte de la producción de petróleo y gas, y más de una tercera parte de las
reservas de ambas; en tanto que las petroleras anglosajonas sólo producen 10 por ciento
del petróleo y gas, y poseen apenas 3 por ciento de las reservas. Éste es un signo
inocultable de la desglobalización, que reposiciona a los Estados-nación por encima de las
transnacionales.
“Otro mundo es posible”, fue la frase emblemática de los opositores a la
globalización, organizados en el Foro Social Mundial, realizado por
primera vez en Porto Alegre, Brasil, en 2001. Desde entonces, se ha
reunido cada año, en distintas sedes. Los altermundistas, como se ha
llamado a los participantes en el Foro, se definen como un movimiento de
solidaridad global, unidos para “luchar contra la concentración de la
riqueza, la proliferación de la pobreza y la desigualdad, y la destrucción
de nuestro planeta”. Este espacio es una estructura flexible en el que
coinciden individuos, organizaciones y movimientos, tanto de las naciones
desarrolladas, como de los países emergentes, que buscan impulsar
acciones militantes para contrarrestar los males sociales provocados por
el neoliberalismo y su principal apoyo, Estados Unidos.
Se trata de construir una “civilización mundial de la solidaridad y de la
diversidad”, un mundo alternativo, una sociedad nueva sustentada en una
estructura política y económica radicalmente diferentes a las sostenidas
por el capitalismo global, que propicie una vida digna para todos y ponga
en el centro al individuo social y no al mercado, y que se oponga al
racismo, al machismo y a cualquier forma de discriminación.
Lo que se busca es mundializar la justicia social, por lo que señalan que
su objetivo es “crear un mundo sin pobreza y sin desempleo, sin
discriminación y sin injusticia, sin ninguna forma de terrorismo y sin la
amenaza de guerra y opresión; un mundo basado en la plena democracia
y en el respeto de los derechos humanos”.
México en tiempos de
globalización y neoliberalismo
A mediados de 1980 se inició en nuestro país el proceso de liberalización,
apertura e integración comercial. Para el gobierno priista, este modelo
garantizaba la generación de un aparato productivo eficaz y la inserción del país
en el nuevo contexto de la globalización. Con ese objetivo, México se integró al
Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio, en 1985 (GATT, hoy OMC), y firmó
con Estados Unidos y Canadá el Tratado de Libre Comercio para América del
Norte (TLC o TLCAN), mismo que entró en vigor en enero de 1994.
Con el TLC, México obtuvo algunas ventajas en términos de intercambio
comercial y de crecimiento económico —el comercio entre nuestro país y
Estados Unidos se ha incrementado cinco veces entre 1994 y 2002, con una
balanza comercial sistemáticamente favorable—; sin embargo, poco avanzó en
la disminución de las desigualdades sociales y territoriales. De hecho, con la
liberalización comercial aumentaron los niveles de desempleo y se deterioraron
los salarios y las condiciones de trabajo. En el plano territorial se incrementaron
las disparidades regionales, dándose una mayor inversión de capital y de flujos
comerciales en los grandes centros urbanos y en la zona fronteriza norte;
mientras que los estados del centro y sur del país, predominantemente agrícolas
y con mano de obra barata pero poco calificada, quedaron fuera de los flujos de
desarrollo.
La promoción del libre comercio en México se acompañó con políticas como:
privatización del aparato productivo estatal, adecuación de la legislación laboral
para beneficio de los inversionistas, abandono de la inversión en los servicios
públicos de educación y salud, que se tradujo en una caída de su calidad y
cobertura.
La privatización de empresas estatales significó su apertura al capital extranjero y
de la reducción de aranceles. Se remataron empresas de sectores clave de la
economía nacional como las telecomunicaciones (Telmex), la siderurgia (SICARTSA
y AHM), la minería (Cananea), y la banca (Banamex, Bancomer). En la mayoría de
los casos estas empresas fueron saneadas con recursos públicos antes de ser
vendidas.
En la sociedad mexicana se incrementaron drásticamente los niveles de pobreza;
en dos décadas, de 1980 a 1997, el índice de pobreza urbana aumentó en 25 por
ciento, en tanto que en el campo se mantuvo en 54 por ciento. Buena parte del
incremento de la pobreza en los centros urbanos obedeció al fenómeno migratorio
del campo a la ciudad; es decir, la población que migró lo hizo con su pobreza y en
la ciudad sólo la recreó en otro tipo de condiciones y actividades. La polarización
social es tal que, mientras 20 por ciento de la población más pobre del país tiene
3.4 por ciento de los ingresos, 20 por ciento más pudiente se apropia de 57.6 por
ciento.
Los sectores más afectados por la liberalización comercial fueron el agrícola y las
comunidades rurales, en especial de la región centro y sur del país, por su bajo
nivel educativo, su precaria infraestructura y escasa aglomeración de actividades
económicas. A esto se sumaron las restricciones presupuestales y el abandono del
aparato estatal, traducido en una asistencia técnica limitada y en la reducción de
los créditos. Finalmente, el incremento del costo de los insumos para la agricultura
y los bajos precios de los productos agrícolas han llevado al campo mexicano a una
grave crisis. Los productores agrícolas mexicanos no pueden competir con Estados
Unidos y Canadá debido a los fuertes subsidios que éstos reciben de sus gobiernos
y por la diferencia abismal en maquinaria, métodos de cultivo, irrigación, insumos
de mejor calidad, acceso a los mercados, etcétera.
La situación del campo mexicano se agravará aún más a partir de 2008, con la
entrada en vigor de la liberalización comercial del maíz, fríjol, azúcar y leche.
Millones de mexicanos han emigrado a Estados Unidos en los
últimos catorce años y se ha extendido el fenómeno migratorio
a regiones y grupos sociales que no eran expulsores
tradicionales de fuerza de trabajo, como es el caso de los
migrantes urbanos. Se calcula que el promedio anual de
migrantes a partir de la segunda mitad de los años noventa ha
sido de 350 mil, como resultado del estancamiento económico
de nuestro país y el crecimiento de la economía de Estados
Unidos, que generó una mayor demanda de fuerza de trabajo;
y aunque las condiciones en que laboran nuestros compatriotas
son difíciles, para muchos es la única opción que les queda
para mejorar su nivel de vida. La cantidad de emigrantes es
tal, que las remesas que envían son la segunda fuente de
ingresos de la economía nacional, sólo por debajo del petróleo.
Actividad 9. Realizar la lectura: Capitalismo y
desarrollo sustentable (INITE, 2009).
Instrucciones: A partir de la lectura realizada
elaborar un comentario de cada uno de los
fenómenos sociales, políticos y económicos que se
te presentan a continuación. Si lo consideras
necesario puedes consultar otras fuentes de
información (periódicos, revistas e Internet).
Guarda tu ejercicio, se retomará después.
Fenómenos sociales, políticos y económicos
contemporáneos de la sociedad
Reflexiones criticas
Uno de los resultados negativos de la
industrialización acelerada de la economía
mundial es el impacto sobre el medio ambiente
planetario, que provoca cambios nocivos del
clima.
Brasil, junto con Rusia, China e India, generan
el 40 por ciento del crecimiento económico
mundial.
En 1992, los gobiernos de México, Estados
Unidos y Canadá, firmaron el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, que entró en
vigor el 1 de enero de 1994.
Ante la crisis del campo, hombres y mujeres
buscan suerte como trabajadores
indocumentados en distintas ciudades de
Estados Unidos. Se calcula que en la
actualidad hay 20 millones de migrantes
mexicanos y sus remesas constituyen la
segunda fuente de los ingresos nacionales
En México existen 40 millones de mexicanos
que viven en condiciones de pobreza extrema,
mientras dos de cada diez millonarios disfrutan
del 60 por ciento de la riqueza nacional