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Año: 33, Enero 1991 No. 717 N. D. Dwight R. Lee es profesor de economía en la Universidad de Georgia. Richard B. Mckenzie es profesor de economía en la Universidad de Misisipi. Artículo adaptado de la revista The Freeman, editada por la Foundation for Economic Education, 30 South Broadway, Irvington, New York 10533 EE. UU. LA TECNOLOGIA: Nueva Esperanza para la Libertad Por Dwight R. Lee y Richard B. Mckenzie La lucha para proteger la libertad contra los abusos del Estado es antigua, y una en la cual nunca se puede declarar la victoria final . Sin embargo, en los últimos años parece haber habido un cambio de signo a favor de la libertad en la contienda entre la liberación del individuo y el dominio estatal. Se ha visto el caso más dramático de esto en Europa Oriental, donde se ha sacudido el yugo comunista y varios regímenes totalitarios han caído. Pero aún en los países fundados sobre el capitalismo democrático, donde el poder estatal ha permanecido limitado, al menos relativamente, los hechos justifican cierto optimismo de que la amenaza estatal haya llegado a su apogeo y que ya haya comenzado a replegarse. Se han disminuido las tasas de impuestos, se han realizado varias propuestas para privatizar las industrias y los servicios estatales, y cada vez los Estados tropiezan con mayores dificultades en imponer nuevos controles. Aunque la injerencia del Estado no ha desaparecido por completo, no cabe duda de que se ha vuelto un factor menos importante en la vida y en el ejercicio de las libertades del pueblo. ¿Por qué ha sucedido esto? ¿Podrá ser la disminución del Estado una aberración, una fluctuación temporal en la tendencia que históricamente ha concedido mayores poderes al Estado? o, ¿acaso habrán factores fundamentales que ahora quitan el poder del Estado y se lo dan al individuo? A nuestro parecer, el caso es éste y no aquél. Los cambios en la economía mundial, arraigados en el progreso tecnológico, van reduciendo la amenaza que representa el Estado contra la libertad y la prosperidad. Solíamos creer que los adelantos técnicos servirían para extender el poder del Estado; algunos esperaban el hecho con ilusión y otros con temor. Ya fueran temerosos del Hermano Mayor, como en la novela 1984 de George OrweIl, o que esperaran con ansia el momento en que el Estado pudiera reunir la información necesaria para establecer una producción racional bajo el socialismo, todos preveían que la tecnología iba a pasar el poder del individuo a las autoridades centrales. No era una perspectiva infundada. Los adelantos tecnológicos han aumentado la capacidad del Estado de vigilar las actividades particulares y de reunir datos económicos. La tecnología actual podría ser empleada para destruir toda libertad económica que no sea compatible con las directivas de los planificadores centrales. Ciertamente, los Estados han utilizado la tecnología para aumentar el control sobre el pueblo. En muchos casos tal control ha parecido casi total. Las experiencias del control estatal históricamente han semejado más al Hermano Mayor de Orwell que a la fantasía socialista del omnisciente calculador central de precios útiles. El logro mayor del Estado totalitario ha sido el de extinguir la libertad individual y el bienestar económico. No obstante, la tecnología sigue progresando, y según lo hace, más razón hay para esperar que se vaya convirtiendo menos en una fuerza para la opresión y más en una para la liberación. En un futuro, las atrocidades del poder estatal que hemos presenciado en nuestro siglo serán consideradas la oscuridad antes del alba. Los adelantos recientes han cambiado la producción en aspectos importantes, y así han podido reducir la capacidad del Estado de controlar y de explotar el proceso productivo. La fábrica más grande ya no es la más eficaz. Hay maquinarias pequeñas que pueden producir un sinnúmero de cosas con mayor eficiencia que la que poseían las grandes maquinarias de antaño. Es posible coordinar la producción por parte de mucha gente sin que tengan que estar físicamente cerca unas de las otras. Las corporaciones grandes van perdiendo terreno contra las pequeñas empresas, las cuales, armadas con la tecnología más avanzada, rebasan a los Goliats en la innovación y en el mercadeo. Ya que tienen menos burocracia, son más flexibles y pueden responder con mayor rapidez a los cambios en la tecnología y en las preferencias del consumidor. Cada vez más, la creatividad y los conocimientos del capital humano cobran mayor importancia, en comparación con el capital físico, en la producción de la riqueza. Como escribió el economista George Gilder en el libro La Revolución Cuántica en la Economía y la Tecnología, «el proceso de innovación tiende a desvalorizar los materiales del sistema establecido y a crear un medio de producción nuevo con un contenido mayor de ideas e inteligencia. El desplazamiento de la materia por las ideas es la esencia de todo verdadero progreso económico». En consecuencia, la unidad productiva es más pequeña que antes y más móvil. Ha disminuido la capacidad del Estado de imponer gravámenes sobre las unidades productivas, antes cautivas, a medida que éstas han mejorado su movilidad. Los estados empiezan a encontrarse en condiciones de competencia entre sí con respecto a los reglamentos, a los impuestos y a los servicios que ofrecen a cambio de ellos. Cualquier tentativa del Estado para limitar, controlar o dirigir la creatividad la destruye.Los estados que más éxito han tenido en controlar la fuga de capital humano y físico sólo han logrado destruir el proceso creador, sobre el cual al final depende la productividad. La misma tecnología que empuja el progreso en los países vinculados al mercadeo mundial, está dando conciencia de su lamentable situación a que los que viven bajo regímenes opresivos y estancados. Cuando se presentan la teoría y la experiencia del capitalismo democrático a aquellos que viven bajo el control pormenorizado de la dictadura, comienza ésta a perder el control. Los adelantos tecnológicos, al estimular el flujo de la información a través de las fronteras, acompañan una nueva época con mayores esperanzas de lograr la libertad individual y de acelerar el progreso económico. Hay motivo para el optimismo. Por mucho tiempo hemos temido que el Estado subvirtiera la libertad y la productividad del mercado. Esto todavía nos preocupa, pero creemos que las cosas han cambiado. En la lucha entre la libertad y el poder estatal, la tecnología parece haber entrado a favor de la libertad. Ahora parecen ser la libertad y la productividad del mercado mundial las que están subvirtiendo el poder de los estados del mundo. Jorge Bustamante, «La República Corporativa», 1988 ES ESTADO MELAGOMANO «El Estado, mientras se ocupa de devorar los centros de iniciativa que son exteriores a él, hace cada vez peor su verdadero trabajo, gobierna cada vez peor. Jean Francois Revel (1985). El Centro de Estudios Económico-Sociales, CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad privada, cultural y académica , cuyos fines son sin afan de lucro, apoliticos y no religiosos. Con sus publicaciones contribuye al estudio de los problemas económicosociales y de sus soluciones, y a difundir la filosofia de la libertad. PROGRESO Y DERECHO «Precisamente, la gran intervención del Estado en la economía, mediante resoluciones discrecionales y puntuales, reduce el ámbito del derecho sujeto a regulación privada (contractual) y amplia el ámbito de la incertidumbre. Ello ha permitido acuñar la frase menos Estado, más derecho». La historia del progreso no e identificable, como se ha enseñado durante mucho tiempo, con la historia del progreso científico, sino con la historia del derecho, concebido éste como una tecnología de la organización de las relaciones humanas, económicas y sociales El progreso científico no es más que una de sus manifestaciones, uno de los reflejos de esta evolución del sistema jurídico, en su aspecto material». Apto. Postal 652, Guatemala, Guatemala correo electrónico: [email protected] http://www.cees.org.gt Permitida su Reproducción educativos y citando la fuente. con fines
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