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humana que, desde los fundamentales estudios de Bichat (1826), formó parte, primero, de la Anatomía
general, después, de la Anatomía microscópica y, por último, con la publicación de la célebre Patología
Celular de Virchow, de la Anatomía patológica.
Para el zoólogo, la H. a. es una rama de la Anatomía microscópica comparativa que se ocupa del
origen, diferenciación y destino de las células y tejidos en el animal embrionario y adulto. En este
sentido, los metazoos (v.) son, como animales pluricelulares, los que han alcanzado -en oposición a los
protozoos (v.) unicelulares- cierto grado de división fisiológica del trabajo y, por tanto, sólo en ellos cabe
hablar propiamente de células y tejidos diferenciados.
Los embriólogos del siglo pasado descubrieron que los metazoos procedían de la multiplicación de
una célula huevo, que formaba primero una masa de blastómeros o células embrionarias, poco o nada
diferenciadas al principio. Luego, esas células se organizaban en capas (teoría de los blastodermos) ;
los blastodermos son tres fundamentales, a saber, mesodermo (externo), mesodermo (intermedio) y
endodermo (interno). En este sentido, los tejidos animales podrían clasificarse, atendiendo a su origen,
en ectodérmicos, mesodérmicos (incluyendo, en parte, los ectomesodérmicos o mesenquimáticos) y
endodérmicos. Esta esquematización de los tres blastodermos procede de Remak (1851-54), el cual,
además, tuvo en cuenta la funcionalidad esencial de las tres capas: externa -sensorial-, intermedia motora- e interna -trófica-. Los autores anteriores así como K. F. Wolff (1759-64), Pander (1817) y,
sobre todo, K. E. von Baer (1828), habían descrito, en el embrión de pollo, cuatro capas: una externa
formadora del sistema nervioso cerebroespinal, otra origen de músculos y huesos, una tercera vascular,
y la cuarta formadora del tubo digestivo.
En la práctica, la clasificación de los tejidos basada en su origen embrionario es menos
utilizada que la que se basa en la disposición anatómica y aspecto estructural de las células
integrantes. Se suelen distinguir, además, atendiendo a su significado fisiológico, los tejidos y
órganos «vegetativos» (que cumplen misiones metabólicas, de sostén, unión y reproducción)
de los tejidos «animales» (que cumplen misiones de locomoción, recepción y transporte de
estímulos). Por otra parte, en la organización animal no suele haber tejidos simples formados
por una sola estirpe celular y sustancia intercelular (p. ej., epitelios o tejidos conectivos) sino
que, en general, los tejidos son compuestos y comprenden varios tipos de células.
2. Tipos de células y de tejidos en los metazoos. Lo esencial en la definición de tejido es el
conocimiento de los elementos celulares que lo forman, ya que, como indicó el zoólogo alemán
K. C. Schneider (1902) en su fundamental y clásico tratado de H. a. comparada «las células no
están asociadas en los metazoos formando tejidos, sino órganos; la reunión de células en
tejidos tiene sólo un valor conceptual; las unidades morfológicas y funcionales... son los
órganos». Según el mencionado autor, las células (sitos) podrían clasificarse en los siguientes
tipos: protectoras (tectocitos), nutricias (trofocitos), secretoras (adenocitos), sensoriales
(aestocitos), nerviosas (neurocitos), excretoras (nefrocitos), reproductoras (propagocitos),
musculares (miocitos) y de sostén (inocitos). Pero habría que considerar también algunos tipos
especiales, como los elementos celulares altamente diferenciados y exclusivos de
determinados grupos de animales; entre ellos podrían mencionarse, aparte de las células
gliales del sistema nervioso, los coanocitos y los lofocitos (en las esponjas), los cnidoblastos o
células urticantes (en los cnidarios) y los coloblastos (de los etenóforos; v.), así como las
variantes de tejido cordoide que, además del típico en la notocorda de los cordados (v.), puede
encontrarse en la estomocorda y pigocorda de los estomocordios o hemicordados, en las
variedades de células vesiculares cordoides de nemertinos y briozoos endoproctos, etc.
Según las células integrantes y su función se podrían distinguir, entonces, los siguientes tipos de
tejidos animales: A) tejidos protectores y de revestimiento (epiteliales), que según su origen
embrionario podrían ser ectodérmicos (tejidos tegumentarios), mesodérmicos (mesotelios, como
los epitelios celomáticos) y endodérmicos (que revisten el mesénteron o parte media del tubo
digestivo); estos últimos, con capacidad absorbente, derivan del arquénteron o tubo digestivo
primitivo y son los típicos nutrocitos de Schneider. B) Tejidos nerviosos, cuyas células integrantes
son las neuronas (neurocitos de Schneider) con capacidad para la recepción y trasmisión de la
corriente nerviosa o, en su caso, de la elaboración de estímulos propios (interneuronas, neuronas
de actividad autógena o marcapasos -pacemakers-). Aparte elementos sensoriales y nerviosos
muy simples de esponjas y actinias (Parker, 1919), con neuronas en plexo o red difusa, que se
admite pueden conducir corrientes tanto en sentido centrífugo como centrípeto, las neuronas están
siempre polarizadas. Según esto conducen el estímulo desde un polo receptor (dendritas) hasta el
cuerpo celular en sentido centrípeto y desde el cuerpo celular hacia un polo efector (neurita o
cilindroeje) en sentido centrífugo. Los elementos del sistema nervioso, y también las células
sensoriales, son células derivadas del ectodermo. C) También son derivados epiteliales los
distintos tipos de células glandulares, con su función característica, la secreción (v.). D) Las células
reproductoras constituyen una estirpe celular de diferenciación muy precoz en la mayoría de los
metazoos (células de la estirpe germinal); dichas células aparecen como gruesos elementos
celulares en las larvas plánulas de muchas esponjas (arqueocitos), de muchos cnidarios y de otros
muchos grupos animales. En los quetognatos (v. GUSANOS) se diferencian precozmente en el
estado mórula (blastómeros con cuerpo X), en el estado gástrula aparecen como protogonias en el
fondo del arquénteron. En los nematodos (v. GUSANOS) se separan las células de la estirpe
germinal como «células T» (célulastronco), de las «células S» (células somáticas), ya a partir de la
quinta división de segmentación del huevo. En los crustáceos y en todos los vertebrados, la línea
germinal es también de diferenciación precoz; concretamente, en los vertebrados se diferencia
como un conjunto de elementos emigrantes que, desde el endodermo, van a localizarse como un
ribete celular germinativo en las paredes del mesotelio celomático, de donde se diferenciará la
Las más polimorfas, tanto desde el punto de vista estructural
como desde el punto de vista de su origen, son las células de los
tejidos conjuntivos o conectivos. En unos casos proceden del
ectomesodermo y constituirán los mesénquimas embrionarios o
adultos: amebocitos y sus derivados en las mesogleas de
esponjas, cnidarios y ctenóforos; tejidos parenquimatosos o de
relleno en platelmintos y briozoos endoproctos; tejido botrioidal en
los hirudíneos; células de Leydig del conjuntivo de relleno en los
moluscos, etc. En otros casos su origen es mesodérmico:
derivados conectivos del mesepitelio. Muchos tejidos conectivos
forman los esqueletos internos: espículas de la mesoglea en
esponjas y octocoralios; espículas del esqueleto larvario y adulto
en equinodermos; tejidos esqueletizados, como el cartílago y
hueso de los vertebrados; el cartílago radular de muchos
moluscos o el típico tejido cartilaginoso de los cefalópodos. En
otros casos, las formaciones esqueléticas son derivados
ectodérmicos, que constituyen exoesqueletos más o menos
diferenciados: tunicina en tunicados (v. PROCORDADOS);
caparazones, envueltas quitinosas y apodemas de artrópodos;
conchas de moluscos, etc.
Por último, el tejido muscular es típicamente un derivado de las hojas mesoteliales o
pleurales del celoma, con una diferenciación de fibrillas contráctiles.
Filogenéticamente puede considerarse originado en el tipo primitivo de elementos
mioepiteliales (epiteliomusculares) propio de pólipos y medusas (cnidarios). Este
aspecto primitivo de célula vesiculosa, con una expansión plasmática contráctil, es el
que adopta el músculo en los platelmintos, en los nematodos y en los acantocéfalos.
En el tejido muscular de células con protoplasma diferenciado en fibras
contráctiles, se descubrió hace tiempo una ordenación fibrilar con bandas isótropas y
anisótropas. El microscopio electrónico ha revelado que las fibrillas comprenden
filamentos finos de actina y filamentos gruesos de miosina, que pueden estar
ordenados en lo que el histólogo alemán M. Heidenhain, en sus clásicos estudios de
principios de siglo (1911) describió con el nombre de secuencia histomérica. Cuando
hay ordenación, se tiene la llamada fibra estriada; si falta la ordenación serial se
habla de fibra lisa. Los estudios histofisiológicos modernos permiten llegar a la
conclusión de que, en todo caso, las propiedades contráctiles del músculo son
siempre el resultado de la interacción -de ambas proteínas (activa-miosina) y un
transporte de energía fosfato-ligada (fosfágenos musculares), que no falta en ningún
tipo animal. La musculatura estriada es propia de artrópodos y vertebrados, pero
cierto número de anélidos, rotíferos, braquiópodos y otros invertebrados no
artrópodos tienen algunos músculos formados por fibras estriadas. Las fibras lisas
existen en todos los animales pluricelulares -salvo quizá en esponjas-, tanto
vertebrados como invertebrados; en algunos de estos últimos es la única clase de
tejido muscular conocida. También se han descubierto músculos con «estriación
oblicua» (v. más abajo).
La clasificación estructural se basa tanto en la disposición de sus capas como en la
forma de sus células. Así, se habla de epitelios planos (o «escamosos»), cúbicos y
cilíndricos. Los primeros son los típicos en los vasos sanguíneos y linfáticos,
cavidades celomáticas y alvéolos pulmonares. En los quetognatos, hay un epitelio
de células aplanadas, unidas por prolongaciones plasmáticas (plasmodermos). En
las esponjas, las células planas de revestimiento (pinacocitos) tienen prolongaciones
filamentosas, que permiten su contracción; en las esponjas dulceacuícolas los
pinacocitos presentan vacuolas contráctiles, peculiaridad extraordinaria que sólo se
da en células de protozoos. En los cnidarios, las células de revestimiento, tanto
externas (ectodermis) como internas (gastrodermis) son de tipo mioepitelial (células
epiteliomusculares), cuyo polo basal es el contráctil, entre ellas se entremezclan los
cnidoblastos, aislados o en cnidóforos. También es un epitelio plano o plano-cúbico
el de los ctenóforos, en el cual aparecen, además, los coloblastos y las bandas de
células ciliadas aplastadas que forman las costillas o paletas natatorias. Las células
epiteliales cúbicas forman, entre otros, el tegumento del anfioxo (Branchiostoma) y
tapizan el ovario en los mamíferos. Los epitelios cilíndricos o prismáticos son típicos
del tubo digestivo, con un estrato «en chapa» (borde o ribete «en cepillo») que el
microscopio electrónico ha revelado en su verdadera estructura de
microvellosidades (microvilli). También hay epitelios cilíndricos en el tegumento de
muchos invertebrados (p. ej., moluscos). Cuando esos epitelios están provistos de
cilios forman los típicos epitelios vibrátiles