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Modelo centro – periferia. Una cosmovisión del mundo Con la caída del modelo bipolar y el proceso de globalización mundial, viejas teorías se renuevan para comprender la dinámica de los países. Al viejo enfrentamiento este – oeste, de base ideológica, ahora se construye una antinomia norte – sur, basada en fuertes diferencias socioeconómicas y de concentración de poder. Los países centrales, promueven un capitalismo acelerado generando profundas desigualdades con las naciones “periféricas” empobrecidas y con dificultades para saltar hacia adelante, en pos del progreso que propugnan las naciones más desarrolladas del mundo. Las relaciones son intensas –porque es un mundo mucho más global que antes- pero son desiguales e injustas. Sólo la toma de conciencia del escenario tercermundista le permitirá salir de este “atolladero” denominado subdesarrollo, y que, intencionalmente, frena el avance de estas “segundas” naciones. Centro-periferia es un modelo(cosmovisión) de la organización territorial de ciertos sistemas económicos y políticos que ocupa un lugar central en la escuela económica desarrollista o estructuralista, que modelizar la teoría de la dependencia, creada poco después de la Segunda Revolución Industrial. Según el constructivismo, la dualidad centro-periferia está directamente relacionada con la dualidad industria-agricultura y su distribución mundial de acuerdo a determinados sistemas de división internacional del trabajo. El término centro-periferia ha sido particularmente exitoso para referirse a las desigualdades sociales y económicas y su desigual distribución espacial, especialmente en el ámbito mundial, hablándose en este sentido de países centrales y países periféricos, con significado similar a otras dualidades de uso habitual, como Norte-Sur, mundo desarrollado-subdesarrollado y primer mundo-tercer mundo. Fueron los economistas latinoamericanos de la CEPAL (Santiago de Chile), entre los que se destacaron el argentino Raúl Prebisch y el brasileño Celso Furtado los que, luego de la Segunda Guerra Mundial, desarrollaron sistemáticamente la noción de una dualidad centro-periferia, para describir un orden económico mundial integrado por un centro industrial y hegemónico que establece transacciones económicas desiguales con una periferia agrícola y subordinada al estilo de un modelo urbano. La relación desigual centro-periferia es el obstáculo principal para el desarrollo. El fruto de la humanidad de las economías ubicadas en la periferia y la industrialización de las mismas es el único modo de convertirse en sociedades desarrolladas. la semiperiferia se refiere a la interaccion de los limites de una poblacion, con el inicio de otra es decir pequeñas poblaciones que con el paso del tiempo se convierten en una nueva ciudad. Los primeros antecedentes de utilización de la dualidad de un centro-periferia en los procesos económicos pueden encontrarse en los trabajos del rumano Mihail Manoilescu, el chileno-alemán Ernest Wagemann y el ingeniero en economía Viggo Axel Poulsen. También fue independientemente establecido y desarrollado este concepto en gran detalle a escala planetaria en el modelo del llamado sistema-mundo de Immanuel Wallerstein y utilizado en la teoría crítica de los ciclos económicos de Giovanni Arrighi. El pensamiento económico latinoamericano fue el que propuso con más fuerza la tesis de una relación centro-periferia dentro de la economía mundial como explicación a la desigualdad económica entre los países industriales y los países agroexportadores. El economista argentino Raúl Prebisch fue principal proponente de la visión que planteaba que la economía mundial se articulaba en una relación entre un centro desarrollado y una periferia subdesarrollada. El centro desarrollado (industrializado) lograba aumentar sus tasas de productividad a un nivel mayor y más rápido que la periferia subdesarrollada (agropecuaria y minera), llevando ello a un deterioro de los términos de intercambio o a un sistema comercial en el cual los precios reales de los productos primarios de los países de la periferia se deterioraban frente a los de los productos de los países del centro. Este deterioro secular de los términos de intercambio se le atribuía al incremento rápido de la productividad en los países desarrollados mediante la innovación tecnológica que caracterizaba al sector industrial y a la disponibilidad de productos sustitutos naturales o artificiales para los productos primarios de la periferia (Rodríguez, 1980; Love, 1980). El modelo centro-periferia Las desigualdades económicas y sociales que existen entre los países y sus relaciones permiten diferenciar tres grandes dominios en el mundo: Centro. Países que exportan productos industriales y tecnología de alto valor, realizan inversiones más allá de sus fronteras mediante la instalación de filiales de sus multinacionales, generan o adoptan las innovaciones y se imponen mediante el control de precios de sus productos. Estados Unidos, Europa occidental y Japón son sus mejores representantes. Semiperiferia. En estos países coexisten rasgos de atraso y otros de modernidad, lo que genera fuertes desequilibrios internos. Entre ellos están los nuevos países industriales asiáticos, los del Cono Sur de Iberoamérica, los de Europa del este, la región costera de China, ciertas regiones de India y parte de las antiguas repúblicas soviéticas. Periferia. Se identifica con aquellos países especializados en la producción y exportación de materias primas o productos industriales de escaso valor. Son países que se basan fundamentalmente en la explotación de una mano de obra barata, pero que necesitan importar capital y tecnología, lo que suele provocar un elevado endeudamiento y un escaso control sobre sus propios recursos. Los países menos desarrollados y los más pobres en desarrollo padecen todavía esta dependencia. La metáfora geométrica del centro y la periferia se usa frecuentemente para describir la oposición entre los dos tipos fundamentales de lugares en un sistema: el que lo domina y saca provecho de esto, el centro, y los que lo sufren, en posición periférica. Esta pareja conceptual se remonta por lo menos a Werner Sombart (Der moderne Kapitalismus, 1902), si no es a Marx (las relaciones ciudad/campo) y fue utilizada por los teóricos del imperialismo (Rosa Luxemburg, Boukharine), pero los economistas de las desigualdades de desarrollo son los que le dieron su forma contemporánea (Samir Amin, Le développement inégal, 1973). Alain Reynaud desarrolló la noción en geografía (Société, espace et justice, 1981). Luego, se es riguroso al no utilizar este vocabulario en el sentido corriente, el cual se emplea particularmente en la vida urbana cotidiana para distinguir lo que está en el medio de lo que está en el exterior. En particular hay que desconfiar de las representaciones en aureolas encajadas que pueden designar tanto simples discretizaciones (aureolas de densidades crecientes o decrecientes), etapas sucesivas (anillos de crecimiento urbano, por ejemplo), reparticiones de fenómenos de naturalezas diferentes según un parámetro de distancia (anillos de Thünen), como una oposición entre lugares dominantes y dominados. El concepto puede ser empleado en todos los niveles de la escala geográfica (centro y periferia dentro de los límites de un pueblo, de una ciudad, de una región, etc.). Pero ha tenido éxito particularmente a nivel mundial, como equivalente de las parejas mundo desarrollado/mundo subdesarrollado, o Norte/Sur. Hablar de centro/Periferia permite una descripción de la oposición de los lugares, pero sobre todo posibilita proponer un modelo explicativo de esta diferenciación: la periferia está subordinada porque el centro es dominante -y recíprocamente-. Este concepto ha sido utilizado en consecuencia sobre todo en las reflexiones tercermundistas, más o menos como instrumento de mala conciencia para los habitantes de los países occidentales. Pensar en términos de centro(s) y de periferia(s) permite una reflexión sobre la interacción espacial entre los lugares del mundo: los lazos de dependencia recíproca donde las desigualdades son la regla, pero que no funcionan en un sentido único. Para que la pareja tenga sentido, es necesario que existan relaciones entre los dos tipos de lugares, es decir flujos (de personas, de mercaderías, de capitales, de informaciones, de decisión,...), y que estas relaciones sean disimétricas (saldo desequilibrado de flujos, jerarquía de las relaciones de poder...). El centro es central justamente porque saca provecho de esta desigualdad y, recíprocamente, la o las periferia(s) se caracteriza(n) por un déficit que mantiene su posición de dominada(s). El sistema descrito de este modo es autorregulado: el centro reproduce las condiciones de su centralidad y recíprocamente para la periferia. Hablar de periferia dominada es, pues, un pleonasmo. Sin embargo, justamente porque está fundado sobre una lógica de intercambio (desigual), el sistema es dinámico. Si ciertas periferias pueden volverse ángulos muertos (éstas son denominadas por ello abandonadas), otras pueden beneficiarse con su situación (ventaja a término en el tamaño más grande, en la posición de contacto con el exterior del sistema espacial...); esto puede implicar inversiones de polaridad en una lógica que permanece globalmente idéntica, o bien cambios de sistemas. El modelo centro/periferia tiene en consecuencia una robusta capacidad heurística, con la condición de no trivializarlo excesivamente. Conviene reservar su uso para la formalización de todo sistema fundado sobre las relaciones de desigualdad y no utilizarlo como simple descripción de gradiente o diferenciación espaciales. Fuentes: Chirstian Guatalup. Hipergeo. Paris Kalipedia.com Wikipedia. com