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LA CLONACIÓN HUMANA: ASPECTOS CIENTIFICOS Y MORALES
Fuente: Observatorio de bioética, Instituto de Ciencias de la vida
1. La clonación de cerdos. Un paso decisivo para obtener órganos animales para transplantes a
humanos.
2. ¿Puede tener alguna justificación clonar seres humanos?
3. Clonación. Conceptos generales.
4. Posición socialista ante el debate sobre las células madre embrionarias.
5. Clonación de embriones humanos.
6. Implicaciones médicas y éticas de la obtención de células madre embrionarias a partir de blastocistos
humanos
7. Clonación de embriones humanos: investigación y ética.
8. La ONU contra todo tipo de clonación humana.
9. La clonación humana conseguida por los investigadores coreanos.
1. La clonación de cerdos. Un paso decisivo para obtener órganos animales para transplantes a
humanos.
La clonación de mamíferos era, y es, un objetivo fundamental para resolver importantes problemas
médicos, entre ellos especialmente dos: uno, la obtención de proteínas para sustituir a otras, deficientes
o carentes en determinadas enfermedades, por ejemplo un factor de la coagulación (el factor VIII) que
falta en los hemofílicos, y otro, la obtención de tejidos y órganos para sustituir a otros humanos dañados;
es decir para poder ser utilizados para transplantes (xenotrasplantes). También puede tener otras
finalidades ganaderas, a las que aquí no vamos a referimos, como por ejemplo rentabilizar la obtención
de carne.
La clonación de mamíferos empezó con la aventura de la oveja Dolly (Nature 380; 64,1996), siguió por la
clonación de varias terneras por un equipo japonés, dos años después (Science 282,2095, 1998) y
también por cabras (Nature Biotechnol 17; 450,199). En estas tres experiencias se utilizaron como fuente
del material genético células somáticas (células de cualquier tejido totalmente desarrolladas) de un
individuo adulto, de las que se extrajo su núcleo, que fue transferido a un óvulo enucleado, que tras una
estimulación inició el proceso del desarrollo de un embrión. Precisamente, el utilizar material genético
procedente de células somáticas fue el gran avance de estas experiencias, pues hasta el momento se
habían realizado otras experiencias de clonación de mamíferos, pero utilizando como donante del
material genético células embrionarias, realizando después la transferencia de su material genético a un
ovocito al que se le habría quitado el núcleo.
La relación entre estas experiencias de clonación y los xenotransplantes, se centra en la posibilidad de
clonar cerdos, pues estos animales son los que ofrecen mayores similitudes biológicas con los humanos,
y por tanto los más adecuados para crear órganos para xenotransplantes.
En este sentido, recientemente dos equipos investigadores, uno japonés (Science 289,1188, 2000) y otro
norteamericano (Nature 406:505, 2000), han publicado, por separado, la obtención por vez primera, de
cerdos obtenidos por clonación: el equipo norteamericano, trabajando en una firma comercial (PPL
Therapeutics Incorporated), anunció la clonación de una camada de cinco cerdos clónicos. El otro grupo,
el japonés, tras transferir a una madre subrogada 110 embriones clonados en el estadio evolutivo de 2 a
8 células, consiguió una cerdita clonada llamada Xena. Esto ocurrió el 2 de julio de 2000.
Ambos equipos usaron para conseguirlo, técnicas diferentes. Plejaeva y colaboradores, del equipo
norteamericano, utilizaron el material genético obtenido de células granulosas adultas, que insertaron en
un ovocito enucleado; el equipo japonés, introdujo el material genético en el óvulo enucleado por
microinyección, utilizando una aguja muy especial, núcleos de fibroblastos de cerdo, obtenidos de fetos
de 24 días de vida, e introduciéndolos también en un óvulo maduro enucleado de una cerda donante.
En ambas técnicas, una vez realizada la transferencia del material genético al óvulo de la donante, hay
que activarlo para que se inicie el desarrollo embrionario. El equipo japonés consigue la activación con
un impulso eléctrico, como habitualmente se había hecho en todos las experiencias anteriores,
empezando por las de la oveja Dolly. El norteamericano, para iniciar la activación del óvulo fecundado
utiliza un método distinto y totalmente novedoso. Transcurridas 18 horas después de la transferencia del
material genético del donante al óvulo enucleado, este material genético, es decir, el núcleo del donante,
se separa del primer óvulo y se transfiere al citoplasma de otro óvulo fertilizado previamente, que es el
que se encarga de activarlo; así, no se requiere la estimulación eléctrica que se indicaba en el primer
caso. Con esta técnica los norteamericanos creen que se favorece el desarrollo a término del embrión
clonado, a la vez que en lugar de obtener un cerdo clonado a partir de 110 embriones implantados, como
obtuvieron los japoneses, obtienen 5 cerdos clonados de 74 implantados, aunque es también cierto que
estos cinco cerdos pesaron aproximadamente un 25% menos del peso normal que al nacer les
correspondía. Según Gerard Schetter, un prestigioso investigador que ha participado en otros
experimentos de clonación, como el desarrollo del mono Tetra el pasado año, los trabajos de los equipos
japonés y norteamericano anteriormente comentados, constituyen un hito en las experiencias biomédicas
sobre reproducción, desarrollo y biología molecular, aunque como también comenta Philip Damiani, otro
importante investigador en este campo, aún se requerirá bastante tiempo para que se puedan conseguir
cerdos clonados de forma sistemática. Sin embargo, el xenotransplante tiene que vencer aún objetivas
dificultades técnicas para poder ser aplicado de forma rutinaria en la clínica médica.
índice
2. ¿Puede tener alguna justificación clonar seres humanos?
Parece que se ha conseguido la clonación del primer ser humano. En muchas ocasiones me lo han
preguntado, ¿cree usted que se clonarán seres humanos?, y siempre, con un cierto pesimismo, no
exento de tristeza, he contestado afirmativamente. Creo que sí. Y añadía mi razón. Cuando se une la
soberbia de un investigador por ser el primero en algo, con la tentación económica que supone la
posibilidad de aprovechar ese algo para obtener ingentes cantidades de dinero, parece casi necesario
que ese algo llegue. Lo que ocurre es que aquí ese algo es alguien. Un ser humano, igual que usted o
que yo pero más, mucho más diminuto.
No cabe duda que producir tejidos u órganos, para pacientes que los necesitan es algo fantástico. Si
además esos tejidos creados son compatibles inmunológicamente con los del paciente, se podría evitar
el gran problema del rechazo, por lo que estas prácticas médicas podrían ser ¡serán!, una gran baza
terapéutica en los próximos años. La denominada medicina reparadora será una de las principales
opciones para curar en este siglo XXI en el que estamos. La gran dificultad ética es el medio utilizado
para ello. Esto se puede conseguir clonando un embrión a partir de células somáticas (células maduras
muy diferenciadas, como son las de cualquier tejido: hígado, piel, sangre, etc) de un adulto, que
indudablemente puede ser un paciente que requiere un trasplante. El procedimiento técnico es por todos
conocido. El núcleo de una célula adulta se somete a un proceso de desdiferenciación hasta convertirse
prácticamente en una célula similar a las embrionarias. El núcleo de esta célula se transfiere a un ovocito
humano, al que previamente se le ha desprovisto del núcleo, y después se estimula para que se inicie el
desarrollo de un embrión. Cuando éste se ha dividido en varias células, se puede tomar una de ellas,
que después, con adecuados medios de cultivo puede generar células de distintos tejidos: corazón,
hígado, piel, tejido nervioso etc, que una vez obtenidos se podrían utilizar para ser transplantados al
donante del núcleo utilizado para la clonación. El método es posible; las consecuencias médicas muy
positivas; las posibilidades económicas, en este momento impensables. Luego si todo es tan positivo y lo
podemos hacer hagámoslo. Indudablemente, la única dificultad para obtener tejidos a partir de él, es que
para conseguirlo hay que destruir al embrión donante de las células madre, algo absolutamente
reprobable desde un punto de vista ético. También hay otras dificultades médicas, como por ejemplo la
tendencia a desarrollar procesos cancerosos o alteraciones en la maduración y crecimiento de estos
embriones, pero en este aspecto no tenemos espacio ni siquiera para iniciar una reflexión científica
sobre estas anomalías.
Sin embargo, hay una gran ventana de esperanza de cara a la medicina reparadora, y es la que valora la
posibilidad de utilizar células madre de tejidos adultos, no de embriones. Recientemente se han descrito
diversas experiencias que demuestran la posibilidad de que a partir de células madre puedan obtenerse
otras de distintos tejidos. Esto también se ha conseguido a partir de células extraídas de cordón
umbilical. En diciembre pasado se publicaron en Science dos trabajos que demostraron que células
madre de médula ósea implantadas en animales de experimentación se podían transformar en células
nerviosas (Science 1775; 290,2000 y 1779; 290,2000). A partir de estas experiencias, otros trabajos han
venido a confirmar esta posibilidad. Por ello, muchos científicos se preguntan hasta que punto merece la
pena continuar con estas investigaciones utilizando células embrionarias, cuando para conseguir tejidos
y posiblemente órganos, se pueden utilizar células madre de tejidos adultos. En un reciente artículo de
Science (292; 438,2001), se presentan argumentos a favor y en contra de utilizar células madre de
tejidos adultos, y, aunque el debate desde un punto de vista biomédico permanece abierto, la llave de la
ética debería cerrarlo antes incluso de que se iniciara.
Como recientemente afirmaba el profesor Josef Seifert, rector de la Academia Internacional de Filosofía
de Liechtensten, "en una sociedad que defiende los animales y las plantas, es primero necesario abogar
por la dignidad de la persona humana, que se distingue de los demás seres por ser el único en poseer la
dignidad de suyo". Ya hace más de dos mil años, Aristóteles nos recordaba que un hombre dormido no
deja de ser un hombre, y ¿qué otra cosa son, según Seifert, sino hombres dormidos, los embriones
humanos? El respeto a esa humanidad naciente y por tanto a esos embriones, que nacidos de clonación,
quieren ser utilizados para la medicina reparadora, requiere que se termine con éstas experiencias. Es
éste sin duda uno de los mayores retos que a esta sociedad del siglo XXI se le puede plantear.
índice
3. Clonación. Conceptos generales.
Al iniciar una reflexión ética sobre la clonación terapéutica, creo que la primera puntualización que habría
que hacer es que, como muy bien indica en una reciente publicación suya, el profesor de Biología
Molecular de la Universidad de Murcia, LM Pastor, no se debería hablar de clonación terapéutica,
atribuyéndole una valoración ética aceptable, oponiéndola a clonación reproductiva que sería
rechazable. No existe, como algunos autores han subrayado, una clonación éticamente lícita y otra
éticamente ilícita. Poner determinados adjetivos a la clonación para tratar de oscurecer su significado,
puede que semánticamente responda al objetivo de contraponer el beneficio que los pacientes pueden
obtener de ese hecho, en este caso la clonación, frente a una actitud obstaculizadora de la ciencia; pero
considerando el hecho científico en si mismo, se aprecia claramente que clonar es siempre una acción
reproductiva, independiente del fín que se le de al producto de tal reproducción, sea destruirlo al poco
tiempo, como ocurre en la clonación terapéutica, o dejarlo crecer y nacer como sucede en el caso de la
clonación reproductora. Es decir, parece que no se deberían marcar diferencias entre ambos tipos de
clonaciones, y que lo que hay que hacer es valorar éticamente la clonación como tal, por lo que es muy
importante seguir reflexionando sobre la realidad del sujeto clon.
Lo que si parece razonable admitir, es que, además de las incertidumbres de orden filosófico,
antropológico y social, relacionadas con la clonación, existen otras de cáracter biológico, que oscuren, si
cabe más, el juicio ético sobre la misma. Las recientes noticias sobre el prematuro envejecimiento de la
oveja Dolly, manifestado especialmente por una artrosis en una de sus patas, han cubierto a la clonación
de una nube de dudas que ha hecho que gran parte de los hombres de ciencia hayan expresado su
reticencia sobre la misma. Es indudable, que el desconocimiento de los procesos de reprogramación
epigenética, y del papel que estos puedan jugar en la coordinación genética del desarrollo morfológico
del nuevo ser, no permite, por el momento, controlar los resortes biológicos necesarios para corregir las
dificultades e incertidumbres que sobre la clonación, existen.
La reprogramación epigenética, en la clonación, se realiza en un breve plazo de tiempo, demasiado corto
para que los genes contenidos en la célula donante del material genético puedan expresarse
adecuadamente. En este sentido, Ian Wilmut, señala que, por el momento, no existe ningún dato
científico la sobre la desrregulación de los genes en la clonación humana que nos pueda dar luz sobre
cómo estos procesos pueden influir en el desarrollo morfogenético del animal clonado. Por otro lado, las
anomalías que se pueden producir en los animales clonados por esta causa, no pueden observarse en el
núcleo de la célula donante, ya que no existen, ni parece que vayan a existir en un futuro inmediato,
métodos que permitan examinar el estado epigenético completo del genoma. Es decir, se desconoce
como puede influir la reprogramación epigenética en el producto de la clonación y también como se
pueden detectar estas anomalías en caso de que existan. Muchas dudas, para poder aplicar con
seguridad estos procesos al hombre.
Además de ello, según el profesor Peter Millard, del St George`s Hospital Medical School de Londres
(BMJ 323, 805, 2001), la idea de que las células madre obtenidas por clonación serán genéticamente
similares a las del adulto que ha proporcionado el material genético debe de ser revisada pues, como
bien se sabe, los animales nacidos por clonación realizada por trasplante nuclear de material genético,
no son exactamente idénticos a los animales de los cuales se ha obtenido el núcleo transplantado. Ellos
heredan el DNA mitocondrial del ovocito enucleado, y la implicación que ésto pueda tener en el
desarrollo de los embriones creados por este procedimiento no es bien conocida, especialmente si se
tiene en cuenta que dentro de esta misma área, tampoco se conoce como pueden influir en el DNA
mitocondrial los procedimientos técnicos utilizados en la clonación y, por tanto, no se puede saber en
qué medida estos embriones podrán sufrir en su evolución biológica las alteraciones mitocondriales
anteriormente comentadas. Es posible que una carga genética mitocondrial alterada pueda estar
relacionada con los importantes problemas bioquímicos y morfológicos que se están detectando en los
animales obtenidos por clonación (New Scientist 2001 May 19: 14-5), ya que las alteraciones de las
mitocondrias podrían explicar algunos de ellos, pues no cabe olvidar que cuatro procesos bioquímicos
esenciales para el organismo (el ciclo del ácido nítrico, la cadena respiratoria, la fosforilación oxidativa y
la oxidación de los ácidos grasos) tienen lugar en las mitocondrias. Una alteración en cualquiera de estos
sistemas podría producir serios problemas bioquímicos en los animales clonados, como pueden ser
ceguera, defectos musculares, diabetes y sordera. También los componentes mitocondriales pueden
mediar la apoptosis, lo que podría repercutir en procesos neurodegenerativos e incluso en desarrollos
tumorales. Por otro lado, como la expresión fenotípica de estas alteraciones puede estar condicionada
por factores ambientales, las enfermedades mitocondriales pueden permanecer ocultas en el recién
nacido y no manifestarse hasta la edad adulta.
Por otro lado, tampoco el procedimiento técnico de la clonación, cuando se ha aplicado a humanos, no
parece estar bien dominado, pues no hay que olvidar que para obtener los tres embriones que se
consiguieron, en las experiencias, se utilizaron 71 óvulos, donado por 7 mujeres. Para el material
genético se utilizaron fibroblastos dérmicos. La transferencia nuclear se aplicó a 19 óvulos, de los que se
lograron más de 10 embriones, de los que tres se desarrollaron hasta un estadio de 6 células, muriendo,
por tanto, los tres embriones antes de que se pudieran desarrollar en los mismas células madre útiles
para la regeneración de tejidos.
Todo lo anterior apunta a la falta de rigurosidad científica del trabajo en el que se comunicó, la clonación
de los tres embriones humanos ya citados, lo que ha propiciado que John Gearhart y Marc Peschansky,
miembros del Consejo Científico del Journal of Regenerative Medicine, revista que publicó esta clonación
de humanos, hayan dimitido del Consejo Editor, al estar en completo desacuerdo con la publicación de
esas experiencias en una revista científica que se tilda de seria. En este sentido, John Gearhart, en una
entrevista realizada estos días en la BBC, afirmaba que el trabajo habia fallado y que por tanto las
experiencias no se debían haber publicado. Esta visión científica es también compartida por el editor de
Science y antiguo presidente de la Universidad Stanford, Donald Kenedy, quien en una entrevista en
Newsday (5 XII-2001), afirmaba, que de la lectura de ese artículo había aprendido que sus resultados no
constituyen ningún avance que pueda interesarnos. Igualmente Harold Varmus, anterior director de los
Institutos Nacionales de la Salud de EEUU, escribió en esas mismas fechas, en el New York Times; que
el estudio había supuesto un escaso progreso experimental y no aportaba ninguna idea nueva. Más aún,
una investigadora de la propia firma farmacéutica (ACT) en donde se clonaron los tres embriones
humanos, Tanja Diminko, en una entrevista realizada en Washington, con motivo de un Congreso sobre
Medicina Regenerativa (Reuters, 3-XII-2001), afirmaba que sus colegas no habian tenido éxito en el
intento de clonar un embrión humano. Se podría pensar, dice Diminko, que con el sistema experimental
utilizado se podrían fabricar seres humanos, pero esta metodología solo parece servir para primates.
Además añadía, "que los experimentos de clonación de embriones de primates comenzaron bien pero al
final también fueron un desastre".
Todo parece movido más por intereses comerciales que científicos. En este sentido, Robert Goldsten,
responsable científico de la Diabetes Research Foundation, concreta en una entrevista en el Boston
Global (5-XII-2001) "si yo fuera responsable de una compañía farmaceútica, normalmente haría aquello
que pudiera producirme beneficios. Y ésto es lo que, al parecer, se propusieron los responsables de la
ACT al publicar la noticia.
Extrapolando estos razonamientos, es decir las incertidumbres biológicas que existen en relación al
desarrollo de animales o humanos clonados, a los tejidos obtenidos a partir de células madre
embrionarias, nos podemos preguntar ¿quién nos puede asegurar que no existirán las mismas
incertidumbres cuando lo que se quiere obtener sean tejidos procedentes de células madre
embrionarias? Como indica Masdeu, antes de poder utilizar células madre embrionarias para intentar
tratar enfermedades humanas deberíamos conocer los factores que regulan su reproducción, causan su
diferenciación hacia el tipo de células deseadas y les permiten establecer conexiones fisiológicas con
otras células, de modo que su crecimiento y actividad puedan ser regulados convenientemente. Sin tener
este conocimiento la utilización de células madre de embriones humanos para tratar enfermedades es
incierto. Por ello, estimo que no hay que olvidar que aunque estudios recientes han mostrado el potencial
de diferenciación de las células madre embrionarias, las señales intracelulares que controlan la
proliferación, diferenciación y supervivencia de las células madre no han sido todavía bien identificadas.
Los mecanismos intracelulares que regulan el destino de las células madre están también emergiendo;
muchos de ellos incluyen segundos mensajeros, factores de transcripción nuevos y nuevas funciones de
las telomerasas. La posibilidad de que una alteración en el número o plasticidad de las células madre
pueda contribuir al envejecimiento y/o al desarrollo de enfermedades relacionadas con el envejecimiento,
sugerido por los recientes hallazgos en Dolly y otros animales, está por determinar, todo lo cual hace que
se deba ser muy prudente con el manejo de células madre embrionarias como fuente de tejidos u
órganos, con vista a la medicina reparadora.
Pero a nuestro juicio, cuando específicamente nos referimos a la clonación terapéutica, la intención de
crear embriones humanos para después destruirlos agrava, si cabe aún más, la valoración ética negativa
que merece la clonación sin ningún adjetivo, al convertirla en un medio por el que unos seres humanos
son creados exclusivamente para provecho de otros. Un abuso de los más fuertes sobre los más débiles,
una disposición de unos por otros, contraria a la igualdad ontológica y de derechos de todos los seres
humanos. Así pues, destruir a unos seres humanos para salvar a otros parece algo contradictorio y
opuesto a la pretendida finalidad humanitaria con que se quiere justificar la clonación terapéutica.
Además, incrementaría el grado de desprotección en que poco a poco se ve envuelto el embrión
humano, por lo que éste adquiriría un grado más de cosificación. Simplemente se le consideraría como
un material biológico sujeto a las leyes del mercado o a intereses sanitarios personales o sociales. Como
recientemente afirmaba, el profesor Herranz, director del Departamento de Bioética de la Universidad de
Navarra y catedrático de Anatomía Patológica de ese centro educativo, ningún científico se atreve a
negar hoy día que el zigoto humano sea un ser humano. El problema no está en el dato científico. Está
en el rango ético que uno le asigne al embrión humano, en la política moral que se le aplique. Según la
política de respeto, todo ser humano ha de ser reconocido y tratado como tal, por su dignidad humana
intrínseca, que lo hace intangible, aunque sea diminuto y débil. Según una política de poder y utilidad, el
ser humano tiene la dignidad que otros le conceden y nada más; son los parlamentos, los padres, los
médicos, los investigadores, los filósofos, la sociedad en general, quienes le conceden o no dignidad y
derechos humanos, quienes determinan desde cuando y hasta cuando es sujeto de esa dignidad. En
este contexto de dignidad concedida por otros se negocia la dignidad del embrión humano, y se le
desprové de ella cuando objetivos científicos, comerciales, o incluso de un pretendido humanitarismo, lo
aconsejan. Como afirmaba Kant, el hombre es un fin absoluto, que nunca puede utilizarse como medio,
por muy excelentes que parezcan los fines. Principio que mutatis mutandi puede ser aplicado al embrión
humano.
Pero, ¿se podría decir que esta consideración ética negativa para utilizar células embrionarias humanas
para el tratamiento de diversos e importantes enfermedades degenerativas y metabólicas, dentro del
contexto de la medicina reparadora, supone frenar la investigación médica en este terreno? ¿Se podría
decir que los que se oponen a la clonación terapéutica, entre los que me encuentro, están frenando el
desarrollo científico, cómo frecuentemente suele manifestarse en algunos medios de comunicación
social? De ninguna manera. Cuando se planteó hace unos años la conveniencia, de construir la autovía
de Valencia a Madrid, no se puso por nadie en duda su necesidad para el desarrollo de esta Comunidad,
lo único que a algunos les parecía conveniente era que su trazado tratara de preservar la Hoces del
Cabriel, que respetara la naturaleza; de ninguna manera nadie se opuso a su construcción, sabiendo el
impacto que ello podía tener en el desarrollo económico-social de esta parte del país. No se trataba de
no construir la autovía, sino de encontrar un trazado alternativo adecuado. Pues, con la utilización de
células madre ocurre otro tanto. No se busca en ningún caso frenar el desarrollo de la medicina
reparadora, no se trata de privar a los pacientes del indudable bien que supone el poder encontrar un
remedio eficaz para sus dolencias, lo que se quiere encontrar es una alternativa a la utilización de
células madre embrionarias, y ésto es lo que brevemente vamos a repasar ahora.
índice
4. Posición socialista ante el debate sobre las células madre embrionarias.
No cabe duda que es grande el interés que suscita la posible utilización, con fines de investigación y
clínica, de células madre embrionarias. En este sentido, tras la publicación del informe de la Comisión de
Ética en la Investigación Científica y Tecnológica, sobre la utilización de células madre, han sido cuatro
las "Tribunas" que Diario Médico ha dedicado a este tema, suscritos por Mónica López de Barahona,
miembro de la citada Comisión, Luis Miguel Pastor y por mí mismo, además de un cuarto por Matilde
Valentín, portavoz de Sanidad del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados. Y, a
este último quiero referirme. En oposición a los tres primeros autores, Matilde Valentín se muestra
partidaria de la utilización de células madre embrionarias. En primer lugar quiero comentar algún error
biológico, que su artículo contiene, como es afirmar como aspecto negativo de las células de tejidos
adultos, "su rechazo inmunológico", cuando es sabido que precisamente la ausencia del mismo, es una
de las características de este tipo de células, que avalan la conveniencia de utilizarlas. Por otro lago,
defienden la utilización de células madre embrionarias afirmando que: "en teoría (son) las que tienen
mayores posibilidades, las que tienen mejor perfil, las que tienen mayor índice terapéutico". No voy aquí
a entrar en polémica con la Portavoz de Sanidad del Grupo Socialista, sobre las ventajas que tienen las
células madre embrionarias con respecto a las células madre adultas de cara a la medicina regenerativa
y reparadora, solamente voy a transcribir algunos comentarios sobre este tema aparecidos en el último
número de Circulation, que, como seguramente conoce Matilde Valentín, es la revista de Cardiología con
mayor factor de impacto. Dice Circulation (107; 935, 2003) "aunque las células troncales embrionarias
han mostrado tener mayor potencia para proliferar y diferenciarse que las células troncales adultas, su
escasa disponibilidad y problemas éticos dificulta su aplicación clínica". En otro artículo (Circulatión 107;
939, 2003) se afirma: "aunque las células madre embrionarias tienen una excepcional capacidad de
proliferar y diferenciarse, su potencial inmunológico, arritmogénico y especialmente las dificultades
éticas, limitan su utilización actual". Finalmente, en otro artículo (Circulatión 107; 929, 2003)) se comenta:
"aunque recientemente se ha mostrado que las células troncales embrionarias humanas pueden
diferenciarse a cardiomiocitos, a causa de su inmunogenicidad y posibilidad de ser rechazadas, así como
también por consideraciones éticas, estas células deben ser restringidas para estudios experimentales in
vitro y su potencial aplicación terapéutica debe ser aún determinada" y continúa: "por el contrario, las
células troncales adultas (hematopoyéticas, mesenchimales), que se encuentran en los tejidos maduros,
por ejemplo, la médula ósea, por su plasticidad pueden probablemente generar líneas celulares
diferentes a su órgano de origen. Así pues, estas células pueden ser utilizadas para la regeneración de
órganos y para la reparación celular en varias especies, así como en humanos. No existen problemas
éticos para la utilización de células madre adultas autólogas, y, aunque debe ser todavía hecho mucho
trabajo experimental, su relevancia clínica y beneficio terapéutico en la enfermedad cardíaca ha sido
mostrado recientemente por primera vez". En el mismo artículo los autores incluyen un cuadro sobre las
ventajas y desventajas de utilizar células madre embrionarias o adultas, que por su extensión no voy a
transcribir, aunque no me resisto a referirme a las desventajas que apuntan con respecto a las células
madre embrionarias: "Objeciones éticas; dificultad para aislarlas; riesgos de rechazo; necesidad de
utilizar terapia inmunosupresora; potencial peligro de desencadenar arritmias; alto riesgo de
teratocarcinomas; aplicación clínica no previsible antes de 10 a 20 años; carencia de marcadores
específicos que los identifiquen". Creo señora Valentín que son suficientes argumentos como para que
usted y su partido reflexionen sobre la campaña mediática que están promoviendo para que sea
legalizada en nuestro país la utilización clínica y experimental de células madre embrionarias.
índice
5. Clonación de embriones humanos.
El pasado jueves día 12 se conoció que un equipo de investigadores surcoreanos habían clonado los
primeros embriones humanos. Sin duda, es éste un hecho científico importante, que suscita de inmediato
la necesidad de una profunda reflexión. Dos son los principales aspectos sobre los que hay que incidir.
Sus connotaciones éticas y los problemas científicos inherentes a ese evento experimental. De entrada
hay que dejar bien establecido que para poder utilizar las células madre de los embriones clonados hay
que destruirlos. Esta es una circunstancia que no se puede eludir al realizar un juicio sobre el
descubrimiento que se comenta. Cualquier investigación que se pudiera iniciar con el material biológico
obtenido de esos embriones, ineludiblemente requeriría la destrucción de una vida humana. Por lo que al
realizar una valoración global sobre la creación de los primeros embriones humanos para ser utilizados
con fines de investigación, no se puede obviar esta realidad.
Otro aspecto del problema que hay que tener en cuenta, y que rara vez se comenta, es la inadecuación
de denominar terapéutica a este tipo de clonación. Con las células madre que hipotéticamente se
pudieran obtener de esos embriones clonados no se va a iniciar ningún procedimiento terapéutico. Con
ellos se van a realizar investigaciones biomédicas, posiblemente importantes, pero no orientadas a curar
directamente enfermos. Pero ello, para acercarnos al hecho biomédico que se comenta, habría que
denominarlo clonación investigadora o experimental, pero nunca terapéutica, término que sin duda se ha
acuñado y se mantiene, para tratar de avalar por su fin, la posible curación de pacientes, lo inadecuado
del medio utilizado, la clonación de embriones humanos que tienen que ser destruidos.
En el campo de lo estrictamente científico hay que señalar que ya en noviembre de 2001 se público un
trabajo en el que un grupo de investigadores de la firma Advanced Cell Technology, afirmaba haber
clonado un embrión humano, aunque según ellos, detuvieron su desarrollo en el estadio de seis células.
Sin embargo, la experiencia de los investigadores norteamericanos suscito importantes reservas en la
comunidad científica, por lo que en realidad no ha llegado a computarse como verdadera clonación de un
embrión humano. Ahora parece ser que el equipo surcoreano si que lo ha conseguido.
Sin embargo, creo que, además de las enormes dificultades éticas inherentes a la clonación terapéutica,
también existen grandes incertidumbres biológicas sobre la posible utilización de células madre
obtenidas de esos embriones clonados para fines médicos. No es posible aquí realizar una valoración
técnica exhaustiva, pero si esbozar algunas de estas dificultades.
En primer lugar se conoce bien, que al diferenciarse las células madre embrionarias a células de otros
tejidos, un porcentaje importante de ellas derivan hacía células tumorales. Este porcentaje se cree que
no es inferior al 30 % de las células generadas. Por ello, no se podría excluir que un porcentaje elevado
de las células implantadas a un hipotético paciente (en este caso solo serviría para la mujer que ha
donado la célula somática a partir de la cual se han obtenido el embrión clonado) se convirtieran en
células tumorales. Algo que parece absolutamente inadmisible desde un punto de vista médico.
La segunda consideración es que, como muy bien se sabe, gran parte de los animales hasta ahora
clonados, han padecido importantes problemas médicos. No hay que olvidar que la oveja Dolly sufrió un
envejecimiento prematuro. Pero, además, otros animales han presentado otro tipo de enfermedades o
malformaciones. Esto hace que difícilmente se puedan utilizar para costosas investigaciones biomédicas
unas células que no se conoce a ciencia cierta, y nunca mejor aplicado el termino, en que condiciones se
encuentran, pues los resultados que se obtuvieran a partir de ellas siempre podrían estar influidos por la
no idoniedad de los células utilizadas para llevarlos a cabo.
Así mismo, es conocido que la información necesaria para el adecuado desarrollo del embrión, no
solamente esta localizada en el genoma del óvulo y del espermatozoide, sino también en las membranas
embrionarias de ambas células y que, por tanto, el embrión clonado carecería de esta necesaria
información, lo que podría alterar gravemente su desarrollo.
Igualmente se sabe que los denominados mecanismos epigenéticos (aquellos que no están regulados
por el genoma en sentido estricto) que regulan la desdiferenciación de las células somáticas (proceso
importante en la clonación terapéutica) y la ulterior diferenciación de las células embrionarias a células
de los diversos tejidos, son procesos biológicos complejos cuyo fundamento está muy lejos de ser
conocido, lo que añade una dificultad más para el responsable uso terapéutico de las células madre
obtenidas de esos embriones.
Adicionalmente varios mecanismos más influyen en el desarrollo del embrión, entre ellos el punto por
donde penetra el espermatozoide, el denominado "homing", o lugar en donde se van colocando las
células que después tienen que diferenciarse a células de los diferentes tejidos, las informaciones
intercelulares que se establecen entre las distintas células, o el papel que juega el denominado ADN
chatarra (que constituye 90 % del ADN humano), hasta ahora prácticamente desconocido.
Es decir existen tantas incertidumbres biológicas alrededor del desarrollo de esos embriones clonados y
de sus células, que pensar en una utilización inmediata de las mismas con fines terapéuticos es algo
utópico en el momento actual. La única vía real para poder avanzar por la senda de la medicina
regenerativa y reparadora, es la utilización de células madre adultas, y para ello no existe ninguna traba
ética (Las Provincias, 17-II-2004).
índice
6. Como recientemente afirmaba Cesar Nombela, Presidente del Comité Asesor de Ética del
Gobierno(1), “desde la clonación de Dolly, es difícil encontrar otra publicación con mayor impacto
mediático por si sola, aunque otras muchas lo merecerían”. Naturalmente se estaba refiriendo al articulo
publicado el día 12 de febrero, en la edición electrónica de Science(2), en el que un equipo surcoreano,
dirigido por Woo Suk Hwang, comunicaba la obtención de células madre embrionarias a partir de
blastocistos humanos (embriones de unos cinco o seis días y de 60 a 100 células) obtenidos por
transferencia nuclear somática (clonación). El impacto científico, social y mediático de esta publicación
se constata por el elevado número de referencias, más de 9000, que aparecen en internet cuando se
realiza una búsqueda al introducir el término Woo Suk Hwang. Y ésto, apenas una semana después de
la publicación del artículo de Science. Por este motivo, parece de interés realizar un breve resumen del
hecho científico en sí mismo, a la vez que comentar sus posibles implicaciones médicas y éticas.
En primer lugar, nos vamos a referir sucintamente al hecho experimental. Como ampliamente se ha
difundido en los medios de comunicación, se trata de una transferencia nuclear somática, similar a la que
se llevó a cabo para producir la oveja Dolly. En esencia, este proceso consiste en tomar el núcleo de una
célula adulta y transferirlo a un óvulo, al que previamente se le ha extraído su propio núcleo. Después
este óvulo, dotado de 46 cromosomas, se activa, generalmente con un estímulo eléctrico, poniendo en
marcha así su desarrollo, que podría dar lugar a un embrión, si el proceso biológico no se detiene. Un
aspecto importante a tener en cuenta de este proceso, es que el genoma de la célula adulta, donadora
del núcleo que se inserta en el óvulo, tiene que ser reprogramado para llegar a un estado de
indiferenciación parecido al que tiene el genoma de las células de un embrión de pocos días. Es decir
hay que convertir una célula genéticamente diferenciada en una indiferenciada. En efecto, como bien se
sabe, cada célula del organismo contiene el genoma completo, con toda la información genética para
poder dar lugar en determinadas condiciones a una persona adulta. El que el genoma de una célula
adulta de un tejido determinado solo pueda producir células de ese tejido, es por que su ADN está como
plegado, no funcionante, para generar células de cualquier otro tejido que no sea el suyo propio, y
menos aún un ser vivo completo. Pero todo el ADN integrante del genoma está ahí. Es decir su
capacidad potencial para generar cualquiera de los 200 tipos de células de un organismo humano está
contenida en el genoma de cada célula adulta. En el proceso de desdiferenciación que la célula adulta
debe sufrir antes de ser transferida al óvulo enucleado, su ADN tiene que desplegarse, adquiriendo
progresivamente unas capacidades funcionales que le vayan permitiendo producir más de un tipo de
células, hasta que se despliega (se activa) completamente, llegando a la situación de ADN pluripotencial,
que es capaz de generar cualquiera de las células del organismo. Este núcleo activado, reprogramado,
con 46 cromosomas, es el que se transfiere al óvulo al que previamente se le ha extraído su núcleo, para
iniciar el proceso de clonación. Así, esta nueva célula, a la que se le han dado diversos nombres, cigoto,
nuclóvulo, clonote, contiene todo el material genético procedente de la célula adulta donadora del núcleo,
y por tanto, el animal o humano que se forme a partir de ella será clónico del que proporciona la célula
adulta donante del núcleo. A la vez, las células madre obtenidas de ese cigoto, podrían ser utilizadas
hipotéticamente para tratar tejidos dañados del dador de la célula adulta, sin que hubiera peligro de
rechazo inmunológico, pués las células de donante y receptor son genéticamente idénticas. Sin duda, en
las experiencias llevadas a cabo por el equipo escocés del Instituto Rosling, que es en donde se creó la
oveja Dolly, y por tanto los primeros que consiguieron una reprogramación eficaz del núcleo de una
célula adulta de un mamífero, el hecho experimental más destacado fue precisamente encontrar el
medio adecuado para que el genoma de la célula adulta donadora del núcleo (en este caso una célula de
la ubre de otra oveja) se reprogramara para desdiferenciarse hasta llegar a la situación en que su ADN
se encontraría en una célula de un embrión de oveja.
Siguiendo con el proceso de clonación, una vez constituido el cigoto, embrión de una sola célula, éste
empieza a dividirse, perdiendo sus células poco a poco su condición de indiferenciadas, para ir
adquiriendo paulatinamente el estado diferenciado de las células de un tejido adulto determinado.
Volviendo a las experiencias del equipo surcoreano, el núcleo de la célula adulta donante del genoma del
nuevo embrión, se obtuvo de una célula del cumulus oophorus (células somáticas (adultas) que están
alrededor de un óvulo en el folículo preovárico y que favorecen su proceso de maduración) de la misma
mujer que donó el óvulo. Por tanto, en esta experiencia concreta lo que se realizó fué un proceso de
autotransferencia nuclear somática, ya que tanto la donante de la célula adulta suministradora del
material genético, como del óvulo, fué la misma mujer. La línea celular obtenida a partir del embrión
generado, denominada SCNT-hES-1, estaba formada por células pluripotentes, que seguían
reproduciéndose en cultivo indefinidamente. Es decir, tenía las características fundamentales de las
células madre embrionarias humanas.
Conviene llamar la atención sobre la escasa eficiencia de la técnica de clonación seguida por el equipo
surcoreano, pues para producir una sola línea de células madre, los investigadores surcoreanos tuvieron
que utilizar 242 óvulos, obtenidos de 16 mujeres. De ellos, obtuvieron 30 blastocistos (30 embriones
humanos), de los que extrajeron 20 masas celulares internas (la masa celular interna es la parte del
blastocisto de donde se obtienen las células madre) de las que obtuvieron las células madre, que
adecuadamente cultivadas, dieron lugar a una única línea celular, con células en teoría capaces de
convertirse en cualquiera de los distintos tipos de células del cuerpo humano. Esto último lo
comprobaron transplantado las células madre obtenidas a ratones, y verificando su conversión a células
de distintos tejidos. Conviene resaltar aquí la escasa eficacia de la técnica de clonación (29 %), por otro
lado similar a la obtenida previamente en experimentación animal, 20 % en cerdos y 25 % en vacuno(3).
Como anteriormente se ha comentado, ya que las células generadas son portadoras del materia
genético del donante, podrían ser trasplantadas a éste, sin que sufrieran ningún tipo de rechazo
inmunológico. Esta es la gran ventaja que muestran las células obtenidas de un blastocisto producido por
transferencia nuclear somática, el que pueden ser transferidas al paciente que ha donado el núcleo de la
célula adulta, para regenerar algún tejido orgánico de éste paciente que esté lesionado.
Como ya se sabe, hasta ahora, solo se han clonado siete especies de mamíferos, pero los intentos de
clonación de primates, no menos de 70, han fallado reiteradamente, por lo que los autores coreanos
atribuyen el éxito de su experiencia a una mejora metodológica, fundamentalmente basada en el uso de
óvulos frescos, en la utilización de numerosos y estrictos protocolos experimentales, pero sobre todo al
uso de un método propio para extraer los núcleos, tanto de la célula adulta donante del material genético
como del óvulo al que se trasplanta dicho material, lo que posiblemente preserva al núcleo extraído de la
célula adulta de hipotéticas alteraciones que posteriormente pudieran influir en el desarrollo de los
embriones obtenidos. A pesar de todas estas precauciones técnicas, los autores no descartan que entre
los embriones generados pudieran desarrollarse anomalías cromosómicas, que teóricamente pudieran
ocasionar alteraciones importantes en los embriones generados. Hasta aquí la experiencia técnica.
Pero ¿cuáles han sido los juicios que este experimento científico ha suscitado?
Creo que éstos podrían resumirse en tres: 1) incertidumbres biológicas sobre la naturaleza de la célula
obtenida, 2) posibilidad de aplicación clínica de las células madre generadas y 3) valoración ética que
estas experiencias merecen.
1. Incertidumbres biológicas.
Dos son las principales incertidumbres biológicas suscitadas por el trabajo experimental de Woo Suk
Hwang y colaboradores: a) que la célula resultante del experimento no se hubiera obtenido por una
verdadera clonación, sino por partenogénesis y b) que ese ente biológico unicelular producido no fuera
un cigoto humano, un ser humano de una sola célula, si no un aglomerado celular, un cuerpo embrioide,
ente biológico parecido en su estructura a un embrión, pero que no se desarrollaría como éste si se le
cultivara adecuadamente.
Con relación al primer punto, en el propio artículo de Science, los autores indican que no se puede
descartar con absoluta seguridad que el embrión conseguido no se haya generado por partenogénesis,
entendiendo por tal la producción de un blastocisto o estructura biológica similar, por división de un óvulo
sin fecundar por un espermatozoide, aunque ciertamente gran parte del trabajo de los investigadores
coreanos se ha dedicado a demostrar que ésto no había ocurrido, por lo que, en su opinión, es muy
improbable que el cigoto se hubiera obtenido por este mecanismo. Si así fuera, a éste ente biológico
unicelular sería más adecuado llamarle clonote.
En este sentido, Rudolf Jaenisch, del Instituto Tecnológico de Massachusett, prestigioso investigador en
el campo de la clonación, comenta4 que, como tanto el óvulo como la célula adulta donante del núcleo
transferido, provienen de la misma mujer, los investigadores surcoreanos no pueden descartar con
absoluta certeza que el embrión clonado se haya obtenido por partenogénesis, y no por trasferencia
nuclear somática. De forma parecida se pronuncia Natalia López Moratalla(4), catedrática de Bioquímica
de la Universidad de Navarra, quien tampoco descarta la posibilidad de que el embrión generado por los
investigadores surcoreanos lo haya sido por partenogénesis y no por clonación. Sin embargo, esta
posibilidad, aunque no descartable del todo, parece muy improbable.
La segunda incertidumbre biológica planteada es que como consecuencia del proceso de transferencia
nuclear somática no se hubiera producido un verdadero embrión, si no un aglomerado celular, un cuerpo
embrioide. También en relación con ello, Jaenisch(3) y López Moratalla(5, 6 ,7), se han mostrado muy
críticos con los resultados de las experiencias de los investigadores surcoreanos, llegando a manifestar
que el ente biológico conseguido podría no tratarse de un blastocisto o un embrión humano en su fase
más temprana, sino de un cuerpo embrioide. En este sentido, la profesora López Moratalla manifiesta(6)
que en el experimento surcoreano se habrían obtenido células parecidas a la de la masa celular interna
de un embrión de 5 días, pero que ésto no significa en absoluto que sea un embrión, un todo orgánico,
un individuo. A su juicio, lo que se ha conseguido es un conjunto celular clónico que simplemente se
parece a un blastocisto, aduciendo diversas razones teóricas en defensa de su tesis(7). Según López
Moratalla la clonación de un primate hoy por hoy sigue siendo ciencia ficción(6,7).
Sin embargo, el catedrático de genética de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Ramón
Lacadena(8), no comparte la opinión de Jaenisch y López Moratalla, sobre la naturaleza del producto
biológico obtenido en las experiencias de Woo Suk Hwang, en el sentido de que no fuera un verdadero
embrión humano.
Ciertamente, aunque la interpretación de la doctora López Moratalla es muy digna de tener en
consideración, no es fácil admitir que, sin experiencias adicionales a las realizadas por el equipo
surcoreano, se pueda afirmar, desde un punto de vista teórico, que la línea celular creada por Woo Suk
Hwang y sus colaboradores no se haya conseguido a partir de un verdadero blastocisto humano, cuando
en el artículo de Science así se califica al ente biológico conseguido y de células embrionarias humanas
a las de él derivadas y así es admitido en la gran mayoría de las revistas científicas que comentan el
artículo de los autores surcoreanos(3,9,10,11), incluso en el último artículo, publicado en The Lancet(11),
se afirma “un blastocisto creado artificialmente, si se implantara en una mujer, podría quizás seguir
desarrollándose, pudiendo eventualmente dar una nueva persona, esto sería clonación reproductiva".
Grave error sería el cometido por Science, una de las revistas de mayor prestigio en el área de la
investigación básica, si hubiera aceptado para ser publicado un artículo con tan grave inexactitud,
avalando que lo que los autores definen como blastocisto humano sea simple conglomerado celular con
aspecto de blastocisto. Si ésto fuera así la noticia que ha convulsionado al mundo científico y también al
mediático no tendría prácticamente la menor importancia.
De todas formas, habrá que esperar a que nuevas valoraciones sean realizadas para definir con total
seguridad la naturaleza del ser biológico obtenido en las experiencias surcoreanas, pues su condición de
blastocisto humano o de conglomerado celular con aspecto de blastocisto, es decisorio para establecer
el juicio ético que la utilización de las células madre de él obtenidas merece.
2. Posibilidad de aplicación clínica.
La pregunta que de inmediato se suscita ante la clonación de un embrión humano es la posibilidad de
aplicación clínica de las células madre que de él se pudieran obtener. En relación con ello, rápidamente
se han levantado voces, generalmente en medios de comunicación no especializados, augurando que el
trabajo de los investigadores surcoreanos podría abrir nuevas e inmediatas expectativas de curación
para graves enfermedades, como pueden ser el Parkinson, diabetes, Alzehimer u otras enfermedades
degenerativas o traumáticas. Sin embargo, sobre ésto si que parece existir una opinión unánime entre
los científicos, en el sentido de que la aplicación clínica de los resultados obtenidos en las experiencias
de Woo Suk Hwang y su equipo, está aún muy distante de poder ser una realidad útil para la curación de
aquellas graves enfermedades. En relación con ello, el propio investigador surcoreano, en unas
declaraciones al periódico La Nación, de Santiago de Chile(12), al día siguiente de publicarse en la
edición electrónica de Science el artículo que comentamos, manifestaba que sus experiencias tardarán
“al menos diez años en ser aplicadas clínicamente”, ya que “falta mucha experimentación antes de que
ésto pueda ser aplicado en humanos”. Sobre la posibilidad de que con las células obtenidas a partir de
los embriones por ellos creados se pudieran obtener tejidos humanos afirma, que “generar tejidos es
algo muy complicado y probablemente tardaremos mucho en conseguirlo”.
En este mismo sentido, Donald Kennedy, editor de Science, la revista en que se publicó el trabajo de los
investigadores surcoreanos, manifiesta que “el potencial de las células madre embrionarias es enorme,
pero los investigaciones deben aún superar numerosos obstáculos. Los resultados del trabajo coreano
parecen prometedores, pero es importante recordar que el trasplante de tejidos y células y la terapia
génica, son tecnologías emergentes y seguramente habrá que esperar años antes de que las células
madre embrionarias puedan emplearse en la medicina trasplantadora”(13). Entre nosotros, César
Nombela, afirma que “nada apunta a que estemos cerca de poder realizar tratamientos con células
troncales (células madre) embrionarias en clínica humana. Son muchos los problemas de seguridad para
el empleo de terapias celulares de este tipo, ya que podrían resultar sobre todo tumorogénicas. No se
deben despertar falsas expectativas en los enfermos. También José Cibelli, profesor de biotecnología
animal de la Universidad de Michigan y coautor norteamericano del trabajo de Science, manifiesta(3) que
“probablemente se necesitarán años para que estas prometedoras investigaciones puedan producir
resultados clínicos”.
Otras muchas declaraciones se han producido, la gran mayoría, por no decir todas ellas, poniendo de
manifiesto que no se pueden esperar resultados clínicos a corto o medio plazo para curar determinadas
e importantes enfermedades de las investigaciones realizadas por el equipo surcoreano.
3. Valoración ética.
Dos aspectos fundamentales hay que considerar al realizar una valoración ética del trabajo de Science.
En primer lugar, la posible repercusión que éstas experiencias pudieran tener para conseguir una
clonación reproductiva. No vamos a insistir en que la clonación con finalidad reproductiva es valorada
éticamente de forma muy negativa desde cualquier punto de vista que se considere, juicio
unánimemente manifestado por todas las instancias científicas, políticas y sociales, por lo que sobre ello
no merece la pena insistir. Sin embargo, hay que recordar, que difícilmente se pueda asegurar que todos
los avances que hipotéticamente se puedan dar con estas investigaciones no puedan ser, en algún
momento, utilizados para clonar seres humanos. Por ello, cualquier paso adelante que se dé en la
manipulación de embriones humanos es una puerta que se entreabre para crear individuos humanos
clónicos, y por tanto es posible que sea más conveniente dejarla cerrada, al menos desde un punto de
vista legal, estableciendo los cauces necesarios para impedir que cualquier investigador desaprensivo
pueda llegar al mal puerto de crear clones humanos.
En este sentido, Leon R Kass(14), presidente del Consejo de Bioética de la Administración
estadounidense, manifiesta, al comentar la noticia en un periódico neoyorkino, que “la edad de la
clonación humana ha llegado aparentemente. Hoy se clonan blastocistos para la investigación, mañana
se clonarán blastocistos para engendrar niños”, añadiendo que la única forma de prevenirlo es prohibir la
clonación humana.
En segundo lugar, y sin duda, el aspecto más importante de forma inmediata, es valorar éticamente la
posible utilización del embrión creado por el equipo surcoreano, o de cualquier otro que se pudiera crear,
para la obtención de células madre que pudieran ser utilizadas en la medicina regenerativa y reparadora.
Con respecto a ello, es fundamental determinar, con la mayor seguridad posible, el carácter de embrión
humano del blastocisto creado por los investigadores surcoreanos, pues no cabe duda que la valoración
ética de su destrucción, paso ineludible para obtener células madre, depende de que a éste ente
biológico se le atribuya o no el carácter de ser humano vivo. Si así se considera, no parece que exista
ninguna duda de que la obtención de esas células madre, debería éticamente ser valorada muy
negativamente, pero si no se trata de un embrión humano, no habría ninguna dificultad para utilizar ese
material en cualquier experimentación biomédica que se desee.
En relación con ello, la doctora López Moratalla(5, 6, 7) opina, como antes se ha comentado, que el
producto de las investigaciones de los científicos surcoreanos podría no ser un auténtico embrión, si no
“un conjunto celular clónico que simplemente se parece a un blastocisto”, es decir, “se habrían obtenidos
células parecidas a las de la masa interna de un embrión de 5 días”. Si ésto fuera así, no existiría
ninguna dificultad ética para utilizar estos seudoembriones. Sin embargo, esto no parece ser tan
evidente. Unos días después, el profesor de Histología de la Facultad de Medicina de la Universidad
Autónoma de Madrid, Luis Santamaría, mostraba sus discrepancias(15) con la tesis de la profesora
López Moratalla. Opina Santamaría, que no solamente el blastocisto tiene categoría de embrión, si no
que también lo tiene el embrión en cualquier fase evolutiva anterior, por lo que su manipulación debe
merecer el juicio ético que manipular un embrión humano requiere. “primero, afirma, que la introducción
de un núcleo diploide (con 46 cromosomas) en un ovocito enucleado es una maniobra equivalente y
sustitutiva de la fecundación; de hecho, conduce al mismo resultado, la formación de una célula
totipotente. Otra cosa es que las posibilidades de desarrollo embrionario normal a partir de ese cigoto
sean muy bajas, por las razones que indica la profesora López Moratalla, pero de hecho no son nulas
(ahí está estuvo- Dolly)”. Continúa el doctor Santamaría, “me parece que el valor de la persona humana
es tan grande (un fin en si mismo) que no se puede correr ni el más ligero riesgo de que en un
experimento de este tipo se pueda generar un embrión humano viable”, y sigue, “como consecuencia de
estas experimentaciones se genera un embrión humano (por lo tanto, ya un individuo humano) que se
sabe que no va a progresar en su desarrollo”.
Un aspecto importante de esta discusión para realizar cualquier valoración ética, es considerar si la
dignidad del ser biológico producido por la transferencia nuclear somática se deriva de la técnica
utilizada para producirlo o de que, si se le deja evolucionar, pueda dar lugar a un embrión humano y
después a un individuo humano adulto. Ciertamente, desde un punto de vista ético, estimo que el medio
utilizado para producir ese ser biológico primigenio unicelular es irrelevante para el juicio ético que pueda
merecer su destrucción. Este juicio creo que depende únicamente de que ese ente biológico pueda con
posterioridad generar un embrión humano y después un individuo humano adulto vivo. Si se quiere
denominar cigoto únicamente al ente biológico conseguido por la fecundación de un óvulo por un
espermatozoide y nuclóvulo al conseguido por transferencia nuclear somática, es ésta una distinción
semántica, que puede tener carácter esclarecedor para definir el mecanismo que ha producido ese ser
unicelular, pero que no aporta ningún dato relevante para enjuiciar el carácter ético de su destrucción,
este juicio ético, como repetidamente se ha indicado, solo depende de que ese ser unicelular sea la
primera etapa de un individuo humano, que ha de ser destruido para obtener las células madre que
posteriormente se podrían aplicar en la medicina regenerativa o reparadora.
BIBLIOGRAFIA
1. Nombela, César. Medicina regenerativa: Clonación e impacto mediático. Diario Médico, 17 de febrero,
2004.
2. Woo Suk Hwang, Young June Ryu, Jong Hyuk Park, Eul Soon Park, Eu Gene Lee, Ja Min Koo, Hyun
Yong Chun, Byeong Chun Lee, Sung Keun Kang, Sun Jong Kim, Curie Ahn, Jung Hye Hwang, Ky Young
Park, Jose B Cibelli and Shin Yong Moon. Evidence of pluripotent human embryonic stem cell line
derived from a cloned blastocyst. Science (Doi: 10-1126/science 1094515) 12 febrero, 2004.
3. Tamkins, Theresa. South Koreans create human stem cell line using nuclear transfer. Lancet 2004;
363: 623.
4. Jaenisch, Rudolf. Declaraciones publicadas en: Diario Medico, 13 de febrero, 2004.
5. López Moratalla, Natalia. No se ha obtenido un clon humano, ni siquiera un embrión humano. La Voz
de Galicia, 14 de febrero, 2004.
6. López Moratalla, Natalia. Entrevista realizada por Antonio Orozco-Delclós. Arvo Net, 18 de febrero,
2004.
7. López Moratalla, Natalia. Declaraciones publicadas en: Diario Médico, 19 de febrero, 2004.
8. Lacadena, Juan Ramón. Declaraciones publicadas en: Dirario Médico, 19 de febrero, 2004.
9. Wilmut, Ian. Human cells from cloned embryos in research and therapy. BMJ 2004; 328: 415-6.
10. Radford, Tim. Korean scientists clone 30 human embryos. BMJ 2004; 328: 421.
11. Editorial. Facts versus ideology in the cloning debate. Lancet 2004; 581: 2004.
12. Hwang, Woo Suk. Entrevista realizada por Valentina Rodríguez. La Nación (Santiago de Chile), 15 de
febrero, 2004.
13. Kennedy, Donald. Declaraciones publicadas en: Diario Médico, 13 de febrero, 2004.
14. Kass, Leon. Declaraciones publicadas en: Diario Médico, 13 de febrero, 2004.
15. Santamaría Solís, Luis. Discutida interpretación de la clonación coreana. Diario Médico.
índice
7. Clonación de embriones humanos: investigación y ética.
A las tres semanas de que se anunciara la clonación del primer embrión humano por un equipo de la
Universidad Nacional de Corea del Sur, el editor de «Science», la prestigiosa revista en la que se dieron
a conocer estas experiencias, publicaba un Editorial (12, marzo, 2004), en el que según él «éste es un
momento oportuno para una revisión: pues el intervalo de tres semanas ha sido un buen tiempo de
gestación para las reacciones». Indudablemente hay que agradecer su oportuna reflexión, y sobre ella
quiero añadir la mía.
El primer aspecto que, a mi juicio, merece ser destacado de la reflexión de Donald Kennedy, el editor de
«Science», es que se reafirma en que el producto obtenido, tras inyectar a un óvulo enucleado células
somáticas de la mujer donante del óvulo, era un blastocisto, es decir un embrión humano de entre 60 a
100 células, aspecto este decisivo para evaluar éticamente el uso de las células madre obtenidas a partir
de él. Ciertamente, en el momento de la publicación del artículo de «Science» se puso en duda por
algunos investigadores, tanto nacionales como extranjeros, que el producto de la clonación conseguida
fuera un verdadero blastocisto humano, por lo que consecuentemente, si no lo era, sus células podrían
utilizarse para investigaciones biomédicas sin limitación ética alguna. Parece que Donald Kennedy se
reafirma en que en la clonación del equipo coreano se obtuvo un verdadero blastocisto humano, por lo
que su destrucción para obtener las células madre merece la calificación ética atribuible a cualquier
acción que termine con una vida humana, aunque sea de pocos días. Es verdad que en el referido
editorial se comenta que no se puede descartar totalmente que el blastocisto fuera obtenido por
partenogénesis, división asexuada del óvulo femenino, pero ésto, aunque muy improbable, no cambiaría
la valoración ética de su destrucción, sea cual fuera el método utilizado para generarlo, si dicho
blastocisto fuera viable.
Otro aspecto fundamental a considerar tras la publicación del artículo de «Science», es la falsa
esperanza transmitida a diversos colectivos de enfermos sobre la posible aplicación inmediata de estas
experiencias para curar, sus dolencias. En relación con ello, en el mismo editorial, se recogen unas
palabras de Rudolf Jaenisch, del Instituto Tecnológico de Massachussets, destacado investigador en el
área de las células madre, afirmando que la aplicación del trabajo del equipo coreano para ser utilizado
en técnicas de trasplante es todavía muy lejana. Es decir, coloca las cosas en su punto, al dejar bien
sentado, en contra de lo que se ha escrito y escuchado en nuestro país, y también en otros, que no se
puede esperar una inmediata aplicación clínica de estas experiencias, por lo que, a nuestro juicio,
manipular los legítimos deseos de curación de estos pacientes para apoyar unas investigaciones, que
por el momento solamente pueden tener aplicación en la investigación científica básica, es una
gravísima manipulación del dolor de unos enfermos, al margen de su propio bien. Algo éticamente
reprobable.
Además, como también se destaca en el editorial de «Science», estas experiencias se han logrado
utilizando óvulos y células somáticas, donantes del material genético, de la misma mujer, por lo que no
se sabe si la clonación podría lograrse si se utilizaran células donantes de un sujeto distinto al que
proporciona el óvulo. Por ello, hasta el momento, y utilizando el método experimental del equipo coreano,
el embrión clonado solo podría ser hipotéticamente utilizado para curar a las mujeres, algo
verdaderamente limitante; pero además la necesidad de obtener óvulos de la paciente que requiere el
trasplante, dificulta, aún más si cabe, su posible aplicación en el ámbito de la medicina regenerativa y
reparadora.
Otro aspecto que merece una especial consideración ética es la propuesta realizada en el mismo
editorial, por otro destacado investigador, Irving Weissman, de la Universidad de Standfor. Weissman
propone que con esta técnica, si se utilizaran células somáticas portadoras de un defecto genético, es
decir de un paciente con una enfermedad hereditaria, trasfiriéndolas a un ovocito enucleado, se podrían
generar embriones enfermos de los cuáles se podrían obtener células madre, útiles para investigar sobre
la enfermedad del paciente donador de las células somáticas. Es decir, defiende la creación de
embriones humanos enfermos para ser utilizados como material biológico de investigación. Insistiendo
en ello, Weissman apostilla que por esta razón la publicación de las experiencias del equipo coreano es
una buena noticia, la mala noticia es que no se pueden llevar a cabo ahora en nuestro país. Es decir, la
mala noticia es que la administración norteamericana prohíbe crear embriones enfermos para ser
utilizados como cobayas en aras de unas hipotéticas experiencias científicas. Difícilmente puede un
científico llegar a más locura ética y una revista, que al parecer apoya la propuesta de Weissman, a
mayores desatinos. Todo al servicio de la ciencia elevada al grado de categoría moral máxima. Por ello,
otro destacado investigador de la Universidad de Harward, Douglas Melton, el que ha dirigido el equipo
que con fondos privados acaba de obtener 17 líneas celulares de embriones humanos disponibles para
investigaciones biomédicas, apoyando a Weissman, afirma, también en el mismo Editorial, que «la vida
es corta, y yo no quiero desperdiciar el resto de la mía leyendo sobre excitantes avances en mi campo
científico, que únicamente pueden llevarse a cabo en otro país».
Creo que cualquier comentario sobre el juicio ético que estas palabras merecen es innecesario.
Ciertamente no es fácil comprender a esta progresía científica, nacional y foránea, que en aras a poder
realizar sus propias investigaciones (hay que recordar como Melton se refiere en sus afirmaciones a
«sus» investigaciones), no tiene inconveniente alguno en destruir un embrión humano o, incluso algo
más grave aún, crear un embrión enfermo para utilizarlo como material biológico, lo que, a mi juicio,
como investigador, no tiene la más mínima justificación ética (La Razón, 20-V-2004).
índice
8. La ONU contra todo tipo de clonación humana.
La posibilidad de que se puedan obtener por técnicas de clonación seres humanos tiene amplia
repercusión biomédica ética, social, y por supuesto mediática. Prueba de ello, es que el tema ha llegado
a las Naciones Unidas, en donde se ha producido un apasionado debate que, al parecer, ha finalizado el
pasado día 8 de marzo.
Antes de entrar específicamente en la resolución de la ONU, conviene hacer una aclaración previa. El
documento de las Naciones Unidas se refiere, tanto a la clonación en general, como a la clonación
reproductiva y terapéutica. Con respecto a la última, la más polémica, como su propio nombre indica
parece que debería tener como fin su aplicación directa a la curación de pacientes. Esto introduce en el
debate un componente humano y social que indudablemente favorece el realizar una valoración positiva
de la misma. Sin embargo, hay que dejar bien sentado que, hasta el momento, con la clonación de
embriones humanos no se ha tratado, ni curado directamente a ningún paciente. Ello, por varias razones,
la primera porque hasta la fecha solamente se ha conseguido con cierta garantía científica la clonación
de embriones humanos en una sola ocasión, lo realizada por un equipo de Corea del Sur, y en segundo,
porque entre otros problemas, la transferencia a animales de células obtenidas a partir de células madre
embrionarias, produce, en un 30 % aproximadamente de los casos, tumores, lo que excluye
absolutamente su aplicación clínica, al menos hasta que esto se solucione.
En el momento actual, en la Comunidad Europea solamente hay autorizados dos protocolos para clonar
embriones humanos en el Reino Unido. Uno en la Universidad de Newcastle y otro para ser desarrollado
por el equipo que dirige lan Wilmut, el padre de la oveja Dolly. Ambos con fines de investigación. En el
resto del mundo solamente Corea y China permiten estas prácticas.
Sentado esto, volvamos a la ONU. Desde el año 2001, se debate en este organismo internacional la
aprobación o no de la clonación denominada terapéutica, pues la clonación reproductiva es rechazada
unánimemente en todas las instancias. En relación con ello, desde el inicio de los debates se crearon
dos grandes bloques, uno impulsado por Costa Rica, al que también se adhirió Estados Unidos y todos
los países islámicos, y que, en principio, incluía igualmente a España, y otro, capitaneado por Bélgica, al
que se adhirieron, entre otros países, Gran Bretaña, Francia y China. Al grupo de Costa Rica pertenecen
aproximadamente 2/3 de los países de la ONU y 1/3 al de Bélgica.
Hasta ahora se han producido varios debates y sus correspondientes votaciones. En todos ha triunfado
por amplia mayoría la tesis propuesta por el grupo costarricense, sin embargo el grupo belga ha ido
consiguiendo demora tras demora para impedir que se tomara una resolución definitiva. Ya a fines de
octubre de 2004, en la VI Asamblea de la ONU, se debatió otra vez el asunto, siendo de nuevo aprobada
la propuesta de Costa Rica, que promovía la prohibición de todo tipo de clonación, por 62 votos contra
22, que consiguió Bélgica y su grupo. Sin embargo, no se tomó ninguna decisión al respecto. Para
solventar esta discrepancia, que parecía llevar el tema a una vía muerta, Italia introdujo un nuevo texto
que venía a sustituir a los dos anteriores y que proponía "que la Asamblea llamaba solamente a que
cada país implantase sus legislaciones nacionales, prohibiendo cualquier intento de crear vidas por
medio de la clonación y a promover el respeto a la vida humana en su aplicación para fines científicos".
El 14 de enero de 2005 se volvió a reunir en Nueva York un Grupo de Trabajo propuesto por la
Asamblea para debatir la propuesta italiana, pero al no llegar a ningún acuerdo se decidió posponer
cualquier decisión hasta la próxima reunión que tendría lugar en el mes febrero. En esa ocasión se votó
un nuevo proyecto de declaración que prohibía "toda forma de clonación humana, por cuanto es
incompatible con la dignidad y la protección de la vida". Este texto fue apoyado por 71 votos nacionales
contra 35 que lo rechazaban y 43 abstenciones, entre ellas la de España; pero finalmente dada la
elevada abstención, no se llegó a ningún acuerdo para que la resolución pudiera ser aplicada.
Costa Rica defendió este texto por "reconocer los aspectos éticos y prácticos de la clonación humana y
realzar la vida humana, cuya dignidad debe prevalecer siempre sobre los intereses de la ciencia".
Nigeria también lo apoyó, al entender que "cualquier forma de clonación -terapéutica o reproductivaconstituye una violación injustificada de la santidad de la vida y la dignidad humana, y que expone a las
mujeres -especialmente a las de los países en desarrollo- al riesgo de degradación y explotación".
Brasil votó en contra, porque "aún falta información científica y debate suficientes para tomar una
decisión sobre la clonación terapéutica". Rusia, en cambio, votó a favor al "considerar que el texto no
excluye la investigación".
Noruega y Canadá también se mostraron en contra de ambos tipos de clonación, pero aun así votaron
en contra de la proposición. La primera, como censura al hecho de que el texto no sea vinculante, y la
segunda, descontenta porque se haya ampliado el mandato inicial de la ONU, que consistía en analizar
si debía prohibirse o no, exclusivamente, la clonación reproductiva.
Alemania, que votó a favor, subrayó que no era un día para alegrarse, pues el parco respaldo obtenido,
menos del 50 por ciento de los miembros, revelaba la profunda división que aún persiste y el pobre futuro
del texto en la Asamblea General.
A pesar de ello, el pasado 8 de marzo, la Asamblea General de la ONU aprobó la "Declaración de las
Naciones Unidas sobre Clonación Humana", propuesta por los Estados Miembros, dirigida a "prohibir
todas las formas de clonación humana, ya que ellas son incompatibles con la dignidad de la vida humana
y con su protección". La Asamblea adoptó el texto propuesto por 84 votos a favor, 34 en contra y 37
abstenciones. La declaración propuesta por la Asamblea el 8 de marzo, es el producto de los estudios
del Grupo de Trabajo, promovido por la Asamblea, y que trabajó sobre el borrador propuesto por dicho
Grupo, el pasado mes de febrero en Nueva York.
Entre los países más destacados que votaron a favor de esta propuesta se encuentran: Costa Rica,
principal promotor de la propuesta, Australia, Austria, Bolivia, Chile, Croacia, Ecuador, El Salvador,
Etiopía, Alemania, Guatemala, Honduras, Hungría, Irlanda, Italia, Kenia, Méjico, Marruecos, Nicaragua,
Panamá, Paraguay, Filipinas, Polonia, Portugal, Arabia Saudí, Eslovaquia, Eslovenia, Suiza y Estados
Unidos.
Entre los que votaron en contra; Bélgica, que capitaneo el grupo, Brasil, Bulgaria, Canadá, China, Cuba,
República Checa, Corea, Dinamarca, Finlandia, Francia, India, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega,
Suiza, Reino Unido y España.
Entre las abstenciones: Argentina, Colombia, Egipto, Israel, Rumania, Sudáfrica, Turquía, Ucrania y
Uruguay.
En esta declaración, además de prohibirse la clonación humana, también se invita a los países firmantes
a que protejan la vida humana en cualquier forma de uso en experiencias biomédicas; a que se prohíban
las técnicas de ingeniería genética, que pudieran ser contrarias a la dignidad de la vida humana; a
prevenir la explotación de la mujer en las aplicaciones de las ciencias de la vida y a promover
legislaciones nacionales en relación con estos temas.
Con independencia de la votación de la Asamblea, algunos países (Méjico, China, India, Bélgica, Reino
Unido, Hungría, Corea, Japón, Tailandia, Brasil, Singapur, Polonia, Estados Unidos, Sudáfrica, Canadá.
Costa Rica, Francia, Nigeria, Malí, Rusia, Uganda, Holanda, Etiopía, Barbados, Kirgistan, Libia y
España) hicieron costar por escrito su explicación de voto, para apoyar los razonamientos de su
decisión. Algunos de los textos más significativos fueron, los de Bélgica, que lamentó que no fuera
posible llegar a un acuerdo, lo que refleja las amplias divergencias existentes en la Comunidad
Internacional sobre este tema. En su opinión esta Declaración, más que acercar las posturas de los
distintos Estados, ha servido para separarlas más. En su opinión, es esencial que se prohíba la donación
reproductiva, pero se debería permitir la terapéutica.
El Reino Unido votó en contra porque la referencia a la "vida humana" en el texto se podría interpretar
como una llamada a la prohibición total de todas las formas de clonación humana. A la vez mostró su
total apoyo a la investigación con células madre embrionarias.
Francia lamentó el fallo para conseguir un consenso, y no se mostró partidaria de prohibir todo tipo de
clonación.
Para Costa Rica, promotora de esta iniciativa en contra de la clonación humana, manifestó que, la
adopción de esta Declaración constituye un momento histórico para promover y garantizar la dignidad
humana en cualquier circunstancia, ya que el texto urge a la comunidad científica a que se tenga en
cuenta la dignidad y el valor de la vida humana.
El representante de Estados Unidos se felicitó por la adopción de esta Declaración.
Finalmente España, como se sabe en un principio fue favorable a la aprobación de un texto que
prohibiera cualquier forma de clonación humana. En la votaciones relacionadas con de la Declaración de
la VI Asamblea se abstuvo y ahora se muestra contraria a prohibir la clonación terapéutica. En su
explicación de voto, nuestro representante, manifestó que "el termino «vida humana» contenido en el
texto es confuso y debería ser reemplazado por el término «ser humano», como se suele utilizar en los
textos científicos. Además manifestó que la Declaración no manifiesta las bien conocidas diferencias
entre los dos tipos de clonación". En esencia, indicó que "España se opone a la clonación reproductiva,
pero es favorable a la clonación terapéutica. Esta propuesta favorable será ahora enviada para su
estudio a nuestro Parlamento Nacional", en donde no me cabe duda que será aprobada.
Esta declaración de la ONU, como ya se ha comentado, no es vinculante para los distintos países, pero
si tiene una gran peso moral, como corresponde a cualquier declaración de las Naciones Unidas, lo que
es muy importante para la defensa de la vida, dado que en esta propuesta se prohíben "todas las formas
de clonación de seres humanos, en la medida en que son incompatibles con la dignidad y protección de
la vida humana". Creo que este 8 de marzo es una importante fecha paro todos los que defendemos la
vida humana, especialmente la vida de los embriones, sin duda los más débiles entre los débiles.
índice
9. La clonación humana conseguida por los investigadores coreanos.
Con la perspectiva que dan los casi cuatro meses transcurridos desde que un equipo dirigido por Woo
Suk Hwang, en el que intervinieron investigadores de las universidades de Seúl (Corea) y Pittsburg
(EEUU), publicó en la edición electrónica de la prestigiosa revista Science (Science 2005; DOI:
10.1126/science 1112286) el 19 de mayo de 2005, sus experiencias sobre la clonación de un embrión
humano obtenido por transferencia nuclear somática (clonación terapéutica), a partir de material genético
extraído de células de tejidos adultos de varios pacientes, merece la pena realizar una sosegada
reflexión sobre lo que, a nuestro juicio, representan para el concierto científico internacional tales
experiencias.
En primer lugar creo de justicia resaltar el respeto científico que el equipo dirigido por el doctor Hwang
merece. No es inhabitual que a la vista de experiencias tan llamativas y con tan amplia repercusión
mediática, la tendencia natural tienda a valorar con excesivas cautelas tales investigaciones, poniendo
en tela de juicio la seriedad científica de las mismas, especialmente cuando estas proceden de un país
asiático. Pues bien, creo que este temor hay que descartarlo, y que las experiencias coreanas y
norteamericanas merecen pleno respeto científico.
En efecto, no fueron estas experiencias la sinfonía casual de una súbita, y probablemente, irrepetible
genialidad científica, ya que, el equipo coreano ya consiguió en febrero de 2004 (ver Provida Press nº
155; www.provida.es/valencia) la clonación del primer embrión humano (antes se habían publicado un
par de experiencias previas, pero carentes de las cautelas científicas que cualquier investigación seria
requiere) obtenido por transferencia nuclear somática. Ya aquel avance experimental despertó un interés
inusitado, con amplia repercusión en los medios de comunicación, tanto científicos como de carácter
general. En esa ocasión el doctor Hwang y sus colegas consiguieron generar un embrión humano, al que
se le permitió desarrollarse hasta la fase de blastocisto (embrión de 64 a 200 células), obteniéndolo tras
introducir el núcleo de unas células obtenidas del ovario de una mujer, células de carácter bastante
similar al embrionario (el corpus ooforus), en un ovocito de esa misma mujer, al que previamente se le
había extraído el núcleo. Posteriormente este ovocito, con el nuevo núcleo injertado, fue activado y se
consiguió iniciar el desarrollo de un embrión, al que como se ha comentado, se le permitió desarrollarse
hasta blastocisto. De él, de su capa granula interna, se obtuvieron las células madre a partir de las
cuales se consiguieron cultivar diversas líneas celulares de las que teóricamente se podían derivar
células de varios tejidos que, posteriormente, podrían ser transplantados a la propia mujer.
Pero, a pesar de su interés, estas primeras experiencias, tenían aún grandes limitaciones: a) la primera,
su escasa eficiencia, pues para conseguir generar el primer embrión se requirió utilizar 242 óvulos. Esto
presuponía la no posibilidad de poder aplicar la técnica en la clínica humana, pues no es factible
conseguir 242 óvulos, por el elevado número de mujeres que para ello se requieren, para conseguir un
solo embrión del cual se pudieran extraer las células madre, de las que podrían derivarse las células de
los distintos tejidos que podrían ser hipotéticamente trasplantados a la mujer que había donado el núcleo
necesario para generar el embrión clonado; b) la segunda y más importante dificultad era la naturaleza
de las células que donaron el material genético, ya que estas eran células de por sí muy indiferenciadas,
es decir, células en las que su genoma se encuentra en un estado de indiferenciación muy parecido al de
las células embrionarias, pués fueron obtenidas del corpus ooforus de la propia paciente. El utilizar
material genético de células muy indiferenciales se hizo porque para que el embrión pueda desarrollarse
se requiere que el núcleo de la célula que proporciona el material genético esté en un estado evolutivo
similar al embrionario; c) la tercera dificultad era en esta primera experiencia óvulos y material genético
transplantados procedían de la misma persona. Una mujer sana, por lo que ella no requería directamente
que se le realizara ningún transplante celular. Por tanto, en este caso, las células conseguidas no se
podrían trasplantar a ningún otro enfermo distinto de la mujer que donó el material genético. Es decir,
ésta fue una experiencia realizada únicamente para demostrar la posibilidad de generar embriones
humanos por transferencia nuclear somática, pero no orientada a producir células útiles para trasplantes
celulares a pacientes con algún tipo de enfermedad degenerativa o traumática; d) la cuarta limitación era
que las células obtenidas con este método, solo podrían ser utilizadas por mujeres, por lo que en caso
de querer aplicarlas clínicamente no servirían para varones.
Por tanto, en ese momento no se podía aún realizar la clonación de un embrión humano utilizando el
genoma de células de tejidos adultos, pues estas están muy diferenciadas, es decir prácticamente sólo
tienen capacidad de generar células de su propio tejido. Por ello, los autores coreanos debían intentar
reproducir sus experiencias, pero utilizando material genómico extraído de células adultas, ya que éste
es el único camino para que la técnica pudiera tener aplicación clínica.
Esto ya se había conseguido anteriormente en mamíferos, distintos de los primates, pues como bien se
sabe, el gran avance del equipo de Ian Wilmut, el que consiguió generar la oveja Dolly, fue precisamente
que consiguieron desdiferenciar el núcleo de células de la ubre de la oveja, es decir células adultas,
hasta un estadio de indeferenciación similar al de las células embrionarias y entonces fue cuando se hizo
posible activar el genoma trasplantado y que se iniciara el desarrollo de la oveja Dolly. Esto, que, como
se ha referido, se había conseguido en mamíferos, como la oveja Dolly y posteriormente en otros, no se
había conseguido en el hombre, y tampoco fueron capaces de conseguirlo Kwang y sus colaboradores
en sus experiencias de febrero de 2004. Por eso, en esa fecha, se veía muy lejana, incluso por los
propios coreanos, la posibilidad de poder utilizar células somáticas adultas como donantes del material
genético a transferir al óvulo enucleado, para generar el embrión clónico, y esto, es lo que en un año
escaso ha logrado el mismo equipo coreano, al conseguir desdiferenciar células de tejidos adultos de
donantes de ambos sexos, para poder transferir su material nuclear a ovocitos obtenidos de mujeres
sanas, lo que ha permitido dar un paso de gigante de cara a la posible aplicación de estas técnicas al
campo de la medicina regenerativa y reparadora.
En efecto, este espectacular adelanto es lo que ha permitido al grupo del doctor Hwang, que el material
genético necesario para producir los nuevos embriones fuera obtenido de células adultas de 11
pacientes con distintos tipos de enfermedades metabólicas o degenerativas. Un avance científico de
gran importancia.
Así pues pasemos a comentar lo que a nuestro juicio han significado estas últimas experiencias.
Un primer aspecto es la gran mejora en la eficacia de la técnica. En efecto, en este trabajo se utilizaron
185 ovocitos procedentes de 18 mujeres distintas y para donar el material genético se utilizaron células
de la piel de 11 pacientes (mujeres y hombres, que tenían entre 2 y 56 años). Entre estos 11 pacientes
había 9 con trastornos traumáticos de la médula espinal, 1 con diabetes juvenil y otro con una grave
enfermedad inmunológica, una hipogamaglobulinemia. A partir de los 185 ovocitos se generaron 31
blastocistos de los que se consiguieron derivar 11 líneas de células madre embrionarias. Es decir, que se
requirieron 17 óvulos para cada línea celular conseguida, cuando en las experiencias del año anterior,
como ya se ha comentado, fueron necesarios 242 óvulos. Además los autores también pudieron
comprobar que cuando los ovocitos procedían de mujeres más jóvenes se conseguía una mayor tasa de
éxitos. Así, con mujeres de menos de 30 años se precisó una media de 14 ovocitos para conseguir una
línea celular. Esto hace que la posibilidad de su aplicación clínica sea más factible, aunque todavía habrá
que mejorar los rendimientos técnicos, para que su uso en el campo de la terapia celular pueda ser
factible, aunque como más adelante se comentará siempre existirán para su aplicabilidad clínica las
dificultades éticas que estas técnicas conllevan. En efecto, el equipo ha empezado a probar estas líneas
celulares en modelos animales con traumas en su médula espinal, pero advierten que harán falta años
para que estas experiencias puedan ser aplicables en seres humanos.
Pero el avance fundamental conseguido por el grupo del Dr. Hwang ha sido poder utilizar para la
transferencia nuclear material genético de células de tejidos adultos, y en este caso concreto, de 11
pacientes que sufrían distintas enfermedades. Ello les permitió crear 11 embriones clónicos de los 11
pacientes en cuestión, lo que significa que a partir de estos embriones se pueden obtener líneas
celulares de los tejidos que estos 11 pacientes tienen lesionados. Esto, desde un punto de vista
científico, permitiría empezar a poder pensar en la aplicabilidad de una terapia celular con evidentes
objetivos clínicos.
Pero además de la experiencia coreana, también en Europa y en las mismas fechas se ha conseguido la
clonación de otro embrión humano (Reproductive Medicine Online, RB 2005/1872, may 05, sent for
refereeing 18 may 05, on web 19 may 05) por un equipo de la universidad de Newcastle, dirigido por
Mjodrag Stojkovic, a partir de 36 ovocitos donados por 11 mujeres. Tras su enucleación los ovocitos se
fusionaron con células madre embrionarias, comprobándose su división y desarrollo hasta la fase de
blastocisto. Sin embargo, en estas experiencias, a diferencia de las del equipo coreano, las células
donantes del material genético eran embrionarias, es decir, parecidas a las que el propio equipo de
Corea del Sur utilizó en sus experiencias de febrero de 2004. En este trabajo, los investigadores ingleses
demuestran que el tiempo transcurrido desde la obtención de los ovocitos hasta su enucleación parece
ser importante para el éxito de la experiencia, ya que solo consiguieron realizar sus experiencias cuando
los ovocitos fueron enucleados 1 hora después de su obtención.
Sin embargo, a pesar de estos avances, la aplicabilidad clínica de estas experiencias parece aún lejana.
En este sentido, Peter Braude, Stephen L Minger y Rut Warwick, comentaban en la prestigiosa revista
British Medical Journal (21 de mayo de 2005), que las células madre embrionarias obtenidas no tienen
las condiciones de seguridad necesarias para poder ser utilizadas en la clínica humana sin el riesgo de
trasmitir algunas enfermedades, especialmente priónicas (causa de la enfermedad de las vacas locas).
Además de esto, la gran indeferenciación de estas células hace que el riesgo de generar tumores en los
pacientes transplantados sea de un 30% aproximadamente, un riesgo que excluye su posible uso clínico.
Esto ha hecho que, en recientes declaraciones, el prestigioso científico español Cesar Nombela, haya
manifestando que, a su juicio, no se ha conseguido una clonación que permita terapia celular alguna,
sino que simplemente se han clonado embriones para investigar (DM, 24-V-2005).
Pero con independencia de los avances científicos conseguidos, la valoración ética de estas
experiencias sigue teniendo grandes dificultades morales, pues no hay que olvidar que en cada ocasión
se crea un embrión humano que hay que destruir para obtener las correspondientes células madre a
partir de su masa granulosa interna. Todo ello significa que por el momento el único camino éticamente
aceptable para conseguir células que puedan ser usadas en la terapéutica regenerativa o reparadora es
el que pasa por el uso de células madre de tejidos adultos. Esto hace que en el momento actual este tipo
de experiencias, las que requieren células madre embrionarias, sólo estén legalmente autorizadas en 5
países asiáticos (Corea, India, China, Japón y Singapur), 3 europeos (Reino Unido, Suecia y Bélgica), y
en Israel. En nuestro país se piensa que estas prácticas puedan legalizarse a finales de este año 2005 o
principios de 2006, ya que para los actuales legisladores, el camino de su legalización no parece que
deba pasar por los senderos que las más elementales normas morales exigen