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Infalibilidad Papal. La infalibilidad del Papa es explicada por la Iglesia Católica como efecto de una especialísima asistencia que Dios hace al Romano Pontífice cuando éste se propone, por un acto definitivo y solemne, definir y enseñar como cierta y divinamente revelada una determinada doctrina sobre la Fe o la Moral. La enseñanza de la infalibilidad pontificia no sostiene la inerrabilidad del Papa, esto es, la imposibilidad de que el Papa se equivoque en cualquier materia; tampoco sostiene que el Papa sea infalible cuando da su opinión particular sobre un asunto referido a la Fe o a la Moral; por último, tampoco sostiene que el Papa esté libre de tentación ni de pecado. La Doctrina Católica sostiene que Jesús estableció Su Iglesia fundamentándola en la persona de Pedro y de sus sucesores, a quienes encargo la misión de "apacentar a sus ovejas" y "confirmar a sus hermanos" en la Fe; además prometió que enviaría el Espíritu Santo para que gobernase la Iglesia y la iluminara con la Verdad, y que Él mismo permanecería con Ella hasta el fin de los tiempos. La conjunción de estas promesas son tomadas por la Iglesia Católica como fundamento de la doctrina de la infalibilidad, al entender que Jesús prometió una asistencia real y permanente a la Iglesia, por Sí y a por el Espíritu Santo, y especialmente a la persona a la que encargó confirmar en la Fe al resto de los Cristianos. De este modo la Iglesia entiende que es preciso que Dios preserve a la Iglesia, y al Papa que es su Cabeza Suprema, de cometer error en materia de Fe o de Moral, a fin de que pueda guiar correctamente a los pastores y los fieles y de que todos tengan seguridad de que la doctrina enseñada por Ella es cierta. En el siglo XV ocurre el cisma del Protestantismo y se cuestiona la autoridad Papal, no so lo en lo temporal sino también en lo doctrinal. Existía la necesidad política de garantizar al papado una supremacía espiritual total en el momento en que estaba a punto de perder el poco poder terrenal que le quedaba (había perdido los Estados Pontificios en 1860 y perdió Roma, el último baluarte ,en 1870). En 1870 el Concilio Vaticano I convocado por el Papa Pio, IX define dogmáticamente la infalibilidad Papal en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Pastor Aeternus. Varios grupos minoritarios de Católicos alzaron su voz con vehemencia tanto dentro como fuera del Concilio para oponerse a la declaración del dogma de la infalibilidad pontificia. Durante los días en que se debatió la infalibilidad circularon una lluvia de folletos y un sinnúmero de artículos en los diarios y periódicos atacando lo que denunciaban como un intento de Pio IX de declararse infalible. Ignaz von Döllinger, fue uno de los más conocidos opositores a la infalibilidad Papal, y por no aceptarla fue excomulgado el 17 de abril de 1871. Los ánimos se caldearon a tal grado que 14 de los 22 Obispos Alemanes que se reunieron en Fulda a principios de septiembre de 1869, se sintieron obligados a llamar la atención del Santo Padre por medio de un documento especial en donde decían que debido a la controversia reinante, no consideraban que era conveniente definir la infalibilidad Papal. El lunes 18 de julio de 1870, dos meses antes de perder los últimos vestigios de poder temporal con la entrada de las tropas italianas en Roma, se reunieron en San Pedro 435 Obispos del concilio bajo la presidencia del Papa Pío IX (que obviamente estaba a favor de declarar suinfalibilidad). Se hizo la última votación sobre la infalibilidad Papal, en la que 433 Obispo votaron placet y sólo dos, el Obispo Aloisio Riccio de Cajazzo, Italia y el Obispo Edward Fitzgerald de Little Rock, Arkansas, votaron non placet. Döllinger no dio ningún paso por reintegrarse a la Iglesia Católica; en torno suyo se reunió un grupo de fieles y sacerdotes que con el tiempo darían origen a la Iglesia de los Vetero - Católicos. Circuló también en la época un famoso discurso atribuido falsamente al Obispo Josip Strossmayer. Más allá de quien haya sido su autor el discurso es un documento histórico que brinda una idea de los argumentos contra el dogma de la infalibilidad Papal de la época. La creencia en la infalibilidad pontificia está estrechamente vinculada a lo largo de la historia con la de la supremacía del Papa, es decir, con la creencia de que el Papa es Cabeza Suprema de la Iglesia y tiene por tanto poderes absolutos en todas las materias y sobre todas las personas. El Concilio Ecuménico de Florencia definió como Verdad de la Fe Católica, que debe ser creída por todos los fieles de Cristo, que "la Santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice tienen el Primado sobre todo el orbe de la Tierra y que el mismo Romano Pontífice es sucesor del bienaventurado Pedro, Príncipe de los Apóstoles, y que es verdadero vicario de Cristo, cabeza de toda la Iglesia, y padre y maestro de todos los cristianos; y que a él, en el bienaventurado Pedro, le ha sido dada, por nuestro Señor Jesucristo, plena potestad para apacentar, regir y gobernar la Iglesia Universal...". La fe en la sucesión apostólica y en el ministerio del Papa es tomada por la Iglesia como fundamento de la infalibilidad de que se supone que Cristo revistió a Pedro, a fin de que pueda confirmar a sus hermanos en la Fe. Los Concilios de Constantinopla IV, de Lyon II y el mencionado de Florencia enseñaron y sostuvieron la doctrina de la primacía del Papa como sucesor de Pedro, también en su función de mostrar la Verdad Cristiana, y confesaron por tanto su creencia en la infalibilidad del Romano Pontífice. La infalibilidad del Papa al definir solemnemente cuestiones de fe y de moral ha sido implícitamente sostenida por los fieles Católicos desde el inicio del Catolicismo. No obstante, y aunque definiciones definitivas sobre las más variadas cuestiones fueron llevadas a cabo en los siglos precedentes, lo que supone el reconocimiento implícito de la irreformabilidad de las mismas y, por tanto, de la imposibilidad de que el Papa se hubiera equivocado en ellas, el dogma no fue solemnemente proclamado hasta 1870. La Constitución Dogmática Pastor Aeternus, promulgada por el Papa Pío IX 18 de julio de 1870 tras haber sido elaborada y aprobada por el Concilio Ecuménico Vaticano I, contiene la definición solemne del Dogma de la Infalibilidad Pontificia, que es del tenor literal siguiente: "...con la aprobación del Sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en ejerciendo su cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos, en virtud de su Suprema Autoridad Apostólica, define una doctrina de Fe o Costumbres y enseña que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por lo mismo, las definiciones del Obispo de Roma son irreformables por sí mismas y no por razón del consentimiento de la Iglesia. De esta manera, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de contradecir ésta, nuestra definición, sea anatema