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CAPÍTULO 7
REFLEXIONES ACTUALES EN CIENCIA Y
TECNOLOGÍA1
7.1 INTRODUCCIÓN AL CAMPO CIENCIA, TÉCNICA Y SOCIEDAD COMO CAMPO
DISCIPLINAR.
A finales del siglo pasado y principios del presente existía entre los líderes de opinión
un consenso claro sobre el carácter positivo de todo avance científico e innovación
tecnológica. Las exposiciones universales son un ejemplo de esta actitud. En ellas las
novedades tecnológicas eran presentadas como avances de la humanidad en una línea que
inequívocamente significaba progreso (Bury. 1920). Los ideales políticos de las revoluciones
amencana y francesa —se concebía— podrían realizarse en una sociedad utópica que
acaecería con el desarrollo de la Revolución Industrial, una revolución que tenía como motor
la ciencia aplicada.
El conocido como proyecto Manhattan y su aplicación en Hiroshima, así como otros
casos de desarrollos tecnológicos vinculados con la guera y los presupuestos militares,
representaron el primer punto de inflexión de la concepción optimista del carácter benefactor
de la ciencia-tecnología, junto con la preocupación por los problemas ambientales. La
publicación del libro de Rachel Carson, Silent Spring (1962), en donde se planteaban los
riesgos asociados a insecticidas como el DDT, tuvo un papel similar al que desempeñó el
libro de Thomas Kuhn en el contexto de la reacción académica. Se empezó entonces a hablar
de posibles usos negativos de las tecnologías, así como a poner en cuestión su neutralidad
política, social y económica. Hasta este momento las tecnologías eran intrínsecamente
beneficiosas (no hablemos ya de la ciencia), mientras que ahora su carácter positivo o
negativo dependerá de su uso. Hay átomos para la guerra y átomos para la paz; es, por tanto,
una decisión humana qué hacer con la tecnología nuclear. En los años sesenta afloran una
serie de movimientos sociales de carácter crítico que, de un modo u otro, vinculan su protesta
con la tecnología. En concreto, en el caso norteamericano (el caso pionero y prototípico por
excelencia) podemos hablar de una doble crisis social producida por la preocupación por la
contaminación ambiental y por la guerra del Vietnam. En este contexto de fuerte movilización
social, diversos colectivos sitúan la ciencia y tecnología en su punto de mira. Veamos algunos
ejemplos.
Extraído de “Ciencia, Tecnología y Sociedad”. Marta I González García, José A. López Cerezo y José Luján
López. Editorial Tecnos.
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1
7.1.1 LA REACCIÓN SOCIAL EN EL MUNDO ACADÉMICO
Una parte importante de esta reacción social frente a la ideología cientifísta y
tecnocrática fue protagonizada por diversos grupos de científicos de izquierda organizados a
patir de finales de los años sesenta en Estados Unidos y Reino Unido. El grupo Science for
the People (Ciencia para el Pueblo), en Estados Unidos, y la British Society for the Social
Responsibility in Science (Sociedad Británica para la Responsabilidad en Ciencia) —que,
curiosamente, publicaba una revista titulada Science for People, señalando la tradición
marxista en la que se encuadran ambas asociaciones— son dos de los principales
representantes de este movimiento, que ha sido denominado «ciencia radical» (véanse las
compilaciones de Rose y Rose, 1976; y Nowotny y Rose, 1979; así como Webster, 1991).
Estas asociaciones de científicos, que comenzaron protestando por los abusos de la ciencia y
la tecnología (fundamentalmente cuestiones relacionadas con la industria militar, la
contaminación, etc.), acabaron realizando una crítica más profunda, centrándose en la
ideología y el elitismo promovidos por la investigación científica. Todo tipo de determinismo
y discriminación supuestamente fundamentado en «hechos científicos» (como las diferencias
biológicas entre sexos o razas, los test de Cl, las pruebas de detección del segundo
cromosoma Y, etc.), y las tecnologías de control social promovidas por ese tipo de
investigaciones, son algunos de los objetivos de la crítica de estos científicos (véase
Lewontin, Rose y Kamin, 1984). Una de las más famosas campañas del grupo Science for the
People fue la lucha, liderada por científicos de la talla de R. C. Lewontin, S. L. Gould o R
Levins, contra la sociobiologla y sus tesis sobre la determinación de la conducta humana.
Otro colectivo a tener en cuenta es el de los defensores de la tecnología alternativa. Lo
más característico de este movimiento han sido sus propuestas de introducir tecnologías
«blandas» no agresivas con el ambiente o las estructuras sociales básicas. Se trata de críticas a
la civilización industrial desarrollada tras la Segunda Guerra Mundial sobre la base del
impacto negativo para el ambiente, la alienación de la producción en serie y el consumo como
recompensa al trabajo. Por ello, los defensores de la tecnología alternativa forman parte del
movimiento contracultural. Un texto clásico de la tecnología alternativa es Dickson (1973). El
movimiento pro tecnología alternativa ha estado relacionado con otros movimientos como los
pacifismos, las defensas de «modelos alternativos de desarrollo para el Tercer Mundo» o las
criticas a las burocracias y la deshumanización de los sistemas de salud y educativo, etc., E. F.
Schumacher, I. Illich y J. Galtung, son los principales inspiradores intelectuales de este
conjunto de movimientos. En el ámbito europeo, destacan los trabajos de autores como
Rudulf Bahro y André Gorz que, procedentes de la izquierda marxista, han pasado a defender
un ecologismo radical. Bahro y Gorz son dos teóricos del «postindustrialismo», un estadio de
la sociedad occidental en el que las transformaciones económicas y la desaparición de la
industria tradicional conduciría a la desaparición de la «clase obrera» y su protagonismo
político.
Curiosamente, algunas de las ideas del movimiento pro tecnología alternativa y del
movimiento a favor de la tecnocracia han sido combinadas por ciertos activistas políticos. Son
los conocidos como «demócratas del microordenador» (Frankel, 1987). Critican muchos de
los aspectos tradicionales del gigantismo tecnológico y de la sociedad capitalista, y piensan
que todos estos problemas pueden solucionarse por medio de las nuevas tecnologías. Son la
«vanguardia democrática» de la «nueva sociedad de la información». Sus ideas coinciden en
parte con la creencia tradicional de que si la tecnología y sus aplicaciones económicas causan
algún tipo de problema (ambiental o social) la solución debería llegar, vía investigación
básica, con la consecución de «mejores» tecnologías. Por el contrario, y al igual que los
2
científicos radicales, los defensores de la tecnología alternativa creen que es necesario
redirigir todo el sistema científico-tecnológico-industrial. En resumen, la solución no consiste
en «más ciencia y tecnología», sino en un tipo diferente de ciencia y tecnología.
Un modo de caracterizar el movimiento de defensa de la tecnologia alternativa es a
partir de las tesis defendidas respecto a la relación tecnología-sociedad y las características
exigidas a una tecnología para que sea considerada alternativa. Respecto al primer tema, las
afirmaciones básicas son las siguientes (Ullrich, 1979):
1)
Hay una divergencia entre la potencia productiva propiciada por la tecnología y la
capacidad de asumir control y responsabilidad.
2)
Progresivamente la ciencia se ha ido centrando en áreas cada vez más alejadas de
la vida de los ciudadanos.
3)
La ciencia y la tecnología han servido para mantener las relaciones de poder
existentes.
4)
Los costes sociales, psicológicos y físicos de la «cientifización y teenologización»
del mundo son cada vez más altos.
5)
Cuando las organizaciones de producción o los proyectos tecnológicos exceden de
cierto tamaño se hacen disfuncionales para las personas implicadas.
6)
Cualquier proceso de centralización es sospechoso de posibilitar el dominio de
unos pocos y hacer aumentar la dependencia de la mayoría.
7)
El aumento en la producción de los paises desarrollados conducirá a mantener
trabajos monótonos y sin sentido, así como a dañar irreversiblemente la economía.
Frente a esta situación, los tecnólogos alternativos han propuesto tradicionalmente la
adopción de tecnologías que conduzcan a una sociedad más justa, más democrática y más
respetuosa con el ambiente. Las características de las tecnologías alternativas podrían ser las
siguientes (Dregson, 1986):
1)
estar controladas localmente;
2)
implicar la participación en su desarrollo de los potenciales usuarios;
3)
ser de escala humana, esto es, utilizar recursos naturales y habilidades locales;
4)
ser ecológicamente sólidas, de bajo coste y sostenibles.
7.1.2 LA RESPUESTA ADMINISTRATIVA A LA REACCIÓN SOCIAL
Pero en el período en el que estamos hablando, finales de los sesenta y principios de los
setenta, la preocupación en torno a la tecnología no es exclusiva de los grupos
contraculturales o antisistema. Tambien desde la administración y desde los colectivos
cercanos a ella se proponen medidas para acometer los problemas ambientales y abrir el
proceso de toma de decisiones en materia tecnológica a la sociedad. Se intenta compensar de
algún modo la creciente percepción publica negativa del desarrollo tecnológico. En Estados
Unidos se crean agencias administrativas para hacer frente a esta nueva situación. La
3
Environinental Protection Agency (EPA, Agencia de Protección Ambiental), por ejemplo, se
crea en 1969 con la misión de realizar evaluaciones de impacto ambiental de los proyectos
tecnológicos en los que estuviese comprometido el gobierno federal. La Ocupational Safety
and Health Administration (OSHA, Agencia de Salud y Seguridad Laboral), fundada en 1970,
tenía el cometido de analizar y evaluar los diferentes tipos de impactos de las tecnologías en
los lugares de trabajo. Pero no sólo el poder ejecutivo se preocupó por estos temas, sino que
con la creación de la Office of Technology Assessment (OTA, Oficina de Evaluación de
Tecnologías) en 1972, el Congreso norteamericano pretendía disponer de información fiable
sobre los impactos sociales de las nuevas tecnologías. La creación en 1975 de la Nuclear
Regulatory Commision (NRC, Comisión de Regulación Nuclear) como una agencia
independiente de la Atomic Energy Commision (AEC, Comisión de Energía Atómica) fue un
modo de separar las funciones de regulación de la energía nuclear de las de su promoción.
En Europa occidental terminó sucediendo algo parecido a lo ocurrido en Estados
Unidos. Hacia finales de los años sesenta, la ciencia y, sobre todo, la tecnología se convierten
en objeto de análisis político y social en los países europeos más industrializados. En la mayor
parte de estos países, las instituciones de educación superior y los organismos de
investigación reaccionaron ante esta situación creando programas para el análisis social,
político y económico de la ciencia y la tecnología. Son los conocidos como programas STS en
su doble versión: Science, Technology and Sociely y Science and Technology Studies (CTS
en castellano, por «Ciencia, Tecnología y Sociedad»). En Europa estos programas tendrán una
base disciplinar más marcada, mientras que en Estados Unidos se impondrá un carácter más
pragmático y activista. Estas diferencias dependen, por lo menos en parte, de las diferencias
en la cultura política y académica que se dan a ambos lados del Atlántico.
7.1.3 ACTIVISMO
SOCIAL
Y
CONSOLIDACIÓN
INSTITUCIONAL
DEL
MOVIMIENTO CTS: 1945-1995
Las consideraciones anteriores pueden ilustrarse en el siguiente resumen cronológico de
la historia social del movimiento CTS durante el último medio siglo. (En esta cronología
hemos seguido las contribuciones de D. Edge, E. E Keller, A. Elzinga y A. Jamison a Jasanoff
et al., 1995; así como Sánchez Ron, 1995. La base de la misma y los datos fundamentales
proceden de Mitcham, 1994.)
Identificaremos tres períodos en la historia social del movimiento CTS en los países
occidentales y especialmente Estados Unidos:
1. Optimismo. En el primero, desde las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial
hasta 1955 (con el manifiesto de Russell y Einstein sobre la responsabilidad social de
la ciencia), discurre una década optimista de demostración del poder de la ciencia y
la tecnología, de firme convicción en el modelo unidireccional de progreso y de
apoyo público incondicional a la ciencia-tecnología.
2. Alerta. En el segundo período, desde mediados de los cincuenta hasta 1968 (i.e.
desde el lanzamiento del Sputnik y el primer accidente nuclear grave hasta el cenit
del movimiento contracultural y de revueltas contra la guerra de Vietnam),
comienzan a salir a la luz pública los primeros grandes desastres producidos por una
tecnología fuera de control. Los movimientos sociales y políticos de lucha contra el
sistema hacen de la tecnología moderna y del estado tecnocrático el blanco de su
lucha.
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3. Reacción. El tercer periodo, desde 1969 hasta el presente, describe la consolidación
educativa y administrativa del movimiento CTS como respuesta académica,
educativa y política a la sensibilización social sobre los problemas relacionados con
la tecnología y el ambiente. Es el momento de la revisión y corrección del modelo
unidireccional de progreso como base para el diseño de la política
científico-tecnológica.
Esta historia social es también el resumen de tres períodos en la negociación de las
relaciones entre poder y sociedad o, mejor, de la relaciones entre
ciencia-tecnología-naturaleza-sociedad. El hecho de que los datos que anteceden provengan
fundamentalmente de Estados Unidos tiene una justificación: desde ese país se difunde no
sólo la mayor parte de ciencia y tecnglogia que recibimos en otros lugares, sino también los
problemas sociales y culturales relacionados de un modo u otro con la innovación
científico-tecnológica.
Aunque los puntos de división de estos períodos son claramente convencionales, no por
ello son arbitrarios. Es, por ejemplo, convencional identificar 1957 (con el lanzamiento del
Sputnik y el primer accidente nuclear grave) como punto de inflexión en la imagen pública de
la ciencia-tecnología; podríamos haberlo determinado en 1955 (con el manifiesto de Russell y
Einstein) o en algún otro momento cercano, pero no en cualquier momento. La segunda mitad
de los años cincuenta contempla un cambio sustancial en el modo en que muchos especialistas
y el público en general percibe la relación tecnología-sociedad. Por supuesto, también hay
excepciones en cada uno de los períodos (como la publicación del Bulletin of Atomic
Scientists tras Hiroshima), o incluso sonoros antecedentes no recogidos en la cronología
(como el hundimiento del Titanic), pero éstos, en tanto que hechos aislados, no hacen más que
subrayar una tendencia general.
7.1.4 LAS DOS PRINCIPALES TRADICIONES CTS
Los estudios CTS constituyen la respuesta por parte de la comunidad académica a la
creciente insatisfaci6n con la concepción tradicional de la ciencia y la tecnología, a los
problemas políticos y económicos relacionados con el desarrollo científico-tecnológico, y a
los movimientos sociales de protesta que surgieron en los años sesenta y setenta. La reacción
académica que terminó con el reinado del empirismo lógico en filosofía de la ciencia
converge en los estudios CTS con la reacción social de crítica al cientifismo y la tecnocracia.
La heterogeneidad del campo CTS, en el que podemos encontrar tanto filósofos como
sociólogos, historiadores, antropólogos, pedagogos, polítólogos o economistas, no se debe
únicamente a la diversidad de disciplinas de las que provienen autores. Dentro de este campo
de estudios es posible distinguir, con más o menos claridad, dos tradiciones con distintos
intereses y puntos de partida. Lo que se entienda por el acrónimo inglés «STS» señala
precisamente las diferencias entre estas dos grandes tradiciones en la nueva visión de la
ciencia-tecnología. La tradición europea de Science and Technology Studies (estudios sobre
ciencia y tecnología) y la tradición americana de Science, Technology and Socíety (ciencia,
tecnología y sociedad). Aunque en España suele utílizarse esta última expresión (con el
correspondiente acrónimo castellano «CTS»), el uso de la misma en nuestra lengua no se
restringe a los contenidos de la tradición americana, sino que tiene un alcance más general
que comprende las dos tradiciones.
Ambas tradiciones coinciden en resaltar la dimensión social (y práctica) de la ciencia y
la tecnología, oponiéndose a la visión anacrónica sobre la naturaleza especial de la ciencia en
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tanto que forma autónoma de conocimiento y la tecnología como ciencia aplicada;
contribuyen de este modo a la desmitificación de la imagen tradicional de la
ciencia-tecnología. Se dan, sin embargo, importantes diferencias en enfoque y objetivos entre
ambas tradiciones, que se pueden caracterizar por referencia a las dos posibles vertientes de la
«dimensión social» de la ciencia-tecnología:
1) La «dimensión social» entendida como los condicionantes sociales, o la forma en que
factores sociales contribuyen a la génesis y consolidación de complejos
científico-tecnológicos; y
2) La «dimensión social» entendida como las consecuencias sociales, o la forma en que
los productos de la ciencia-tecnología inciden sobre nuestras formas de vida y
organización social.
Cada una de las tradiciones presta especial atención a una de esas dos perspectivas bajo
las que cabe «socializar» la ciencia y la tecnología.
Ciencia
Tecnología
Factores sociales
antecedentes
Trad. europea
Consecuencias
sociales
Trad. americana
La tradición europea, que denominamos así por haberse originado su
institucionalización académica en universidades europeas, coloca el énfasis en la dimensión
social antecedente de los desarrollos científico-tecnológicos. Su interés se centra, por tanto, en
describir cómo participan en la génesis y aceptación de las teorías científicas una diversidad
de factores económicos, políticos, culturales, etc. La tradición europea se centró en un
principio en la explicación-del origen de las teorías científicas y, por tanto, de la ciencia como
proceso. Sólo posteriormente se intentaron aplicar los esquemas explicativos del origen de la
ciencia al caso de la tecnología (Pinch y Bijker, 1984). El carácter teórico y descriptivo de
esta tradición se asienta sobre una fundamentación conceptual (ligada en ciertos planteamientos a la «nueva» filosofía de la ciencia que pretende superar, i.e., la reacción
académica antipositivista) donde se toman como tesis centrales una familia de argumentos
relativistas entre los que destacan el de la carga teórica de la observación (presunto «suelo
firme» de la actividad científica) y la infradeterminacíón de las generalizaciones en ciencia
(meta de la teorización científica) desde la evidencia observacional. Pese a la importancia de
los argumentos filosóficos legitimadores de este tipo de enfoque, las disciplinas que
constituyen el marco explicativo básico de la tradición europea son las ciencias sociales,
especialmente la sociología, y otras como la antropología y la psicología.
La tradición americana, cuya institucionalización administrativa y académica ha tenido
lugar en Estados Unidos, enfatiza las consecuencias sociales de las innovaciones tecnológicas,
su influencia sobre nuestras formas de vida y nuestras instituciones, La tecnología es
entendida como producto (sin atender a su proceso de creación) con capacidad para influir
sobre las estructuras y dinámicas sociales. La ciencia sólo ha sido objeto de una reflexión post
hoc, como un elemento subordinado al estudio del desarrollo tecnológico. Al contrario que la
tradición europea, fuertemente anclada en el marco académico, la tradición americana, incluso
la desarrollada en las universidades, tiene un carácter más bien práctico y un importante
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alcance valorativo, lo que implica la presencia de una reflexión educativa y ética, así como un
especial interés en la democratización de los procesos de torna de decisiones en políticas
tecnológicas y ambientales. En este sentido descaca el activismo que ha animado, en los
ámbitos político y educativo, a numerosos autores de esta tradición. Debido a su crucial
orientación valorativa (y, en cierto modo, paradójicamente), la reflexión teórica de la tradición
americana remite a menudo, no a la filosofía anglosajona (si exceptuamos la tradición
pragmatista), sino al pensamiento europeo continental de autores como Ortega, Heidegger,
Ellul, Habermas, etc. La ética, la historia de la tecnología, la teoría de la educación, las
ciencias políticas y la filosofía social son las disciplinas que componen básicamente su marco
comprensivo.
7.1.4.1 DIFERENCIAS ENTRE LAS DOS TRADICIONES
TRADICIÓN EUROPEA
TRADICIÓN AMERICANA
Institucionalización académica en Europa (en
sus orígenes)
Institucionalización administrativa y
académica en Estados Unidos (en sus
orígenes)
Énfasis en los factores sociales antecedentes
Énfasis en las consecuencias sociales
Atención a la ciencia y, secundariamente, a la Atención a la tecnología y secundariamente, a
tecnología.
la ciencia
Carácter teórico y descriptivo.
Carácter práctico y valorativo
Marco explicativo: ciencias sociales
(sociología, psicología, antropología, etc.)
Marco evaluativo: ¿ética, teoría de la
educación, etc.
Con todo, esta clasificación geográfica de las tradiciones en CTS hace uso de un criterio
externo cuyo fin es meramente expositivo. No existen rasgos intrínsecos que hagan necesaria
esta clasificación por continentes, como muestra la existencia de abundantes excepciones, así
como la convergencia que está teniendo lugar recientemente entre ambas tradiciones, o la
posibilidad de realizar otras clasificaciones geográficas (como la de pensamiento
angloamericano frente al pensamiento europeo continental). Por otra parte, esta distinción
entre las dos tradiciones sólo es realmente el caso durante la primera década de estudios CTS.
Como veremos más adelante, con el tiempo los límites se han ido difuminando, aunque no
completamente; por ello hubiera sido quizá más apropiado hablar de «tradición de origen
europeo» y «tradición de origen americano», una distinción más precisa, aunque quizá
demasiado engorrosa para los fines meramente expositivos que aquí se pretenden. De
cualquier modo, queremos dejar claro que, si bien consideramos esta distinción de cierta
utilidad analítica y heurística, somos conscientes de que no ofrece una imagen totalmente
fidedigna de la multiplicidad del campo CTS, que además se encuentra en constante
evolución y transformación (cf. Bijker, 1993b: 114). (Nuestra distinción parece no obstante
tener algún antecedente reciente, como señala Fuller, l993a.)
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