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Carta al Pueblo de Dios
El Miércoles de Ceniza
es la puerta, por la cual entramos
al “Camino del Desierto Cuaresmal”,
y preparamos la Pascua.
La limosna
“Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el Cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen
los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les
aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano
izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”
La oración
“Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya
tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre
que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.
El ayuno
“Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que
desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han
recibido su recompensa. Tú en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu
rostro. Para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está
en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.
Mateo 6, 1-6. 16-18
Queridos hermanos:
El Miércoles de Ceniza es la puerta, por la cual ingresamos al Camino del Desierto
Cuaresmal, rumbo a la Pascua anual.
Como Jesús, también nosotros somos invitados por el Espíritu Santo para templar
nuestro corazón que, a diferencia del de Nuestro Señor, está herido por el pecado
original y nuestros pecados personales, ya que nos cuesta mucho mantener el corazón
ordenado, según la Voluntad de Dios.
El año pasado el Padre Florián Rodero escribía:
“El hombre actual, vive, a veces contra su mismo querer, fuera de sí y dentro de
una cultura del ruido exterior, hecho del fragor de las guerras, del zumbido de los
motores, del jaleo (agitación) de los celulares, del clamor doloroso de las tragedias, de
la bulla continua de los escándalos, del vocerío insano de los anuncios publicitarios, del
alboroto del trabajo; y del ruido interior, de las disipaciones ociosas, de las
inquietudes mortificantes, de las algarabías de las pasiones, de los afanes agobiantes
de la vida, o de los sufrimientos inevitables y perturbadores; en definitiva, del tumulto
de una agitada vida moderna”.
La Cuaresma tiene como objetivo tratar de conseguir lo que planteaba San
Agustín “entra dentro de ti mismo”, para encontrarse con uno mismo y con Dios, ideal
que proponía también San Benito, y de esa manera descubrir el deseo de Dios que
tiene el corazón del hombre.
Sólo saliendo de la disipación, del fuera de sí y entrando en la intimidad, el
hombre puede encontrar el clima propicio para vivir la Cuaresma, de acuerdo a los
distintos ejercicios que nos propone Cristo: oración, limosna y ayuno.
La insistencia de Jesús frente a estas tres acciones es siempre la intimidad, la
discreción, el secreto de comunión entre Dios y el hombre, el recogimiento, el silencio
interior, para que el corazón pueda ser iluminado por la Palabra y los Misterios que
Dios le anuncia.
El resultado de aprender a orar, a vivir la caridad (a hacer limosna) y a ayunar es:
“…y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará”.
Por lo tanto, queridos hermanos, Jesús a través de la Iglesia nos invita no sólo a
orar, a hacer limosna y ayunar, sino que nos enseña cómo debemos hacerlo.
Hay una forma de realizar estos ejercicios, para que le hagan bien al corazón del
hombre; esta forma la plantea Dios.
Hay otras “formas deformadas” planteadas por el mundo y la carne, que pasan
por la ostentación para recibir los halagos y aplausos de los hombres, por eso nos dice
Jesús: “…Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa”.
Quien con humildad y docilidad de corazón, sigue los consejos de Jesús en el
Evangelio, con la oración se une a Dios en el corazón, e ilumina su mente con la luz
divina; con la limosna, se abre a las necesidades del hermano y tiene una mirada
serena y realista del mundo que le rodea; finalmente con el ayuno fortalece la
voluntad, para ser señor y no esclavo de la creación, porque Dios mismo vive en el
corazón del que hace penitencia, como Él manda.
Todos estos ejercicios tienen como finalidad: unirnos a Cristo, morir con Él,
resucitar con Él y como consecuencia, alcanzar la maduración y el crecimiento de la
persona que lo asume.
La mayoría de nuestros problemas sociales, familiares y personales tienen que
ver con actitudes infantiles; ya no somos niños, ni adolescentes, pero nos
comportamos como tales, al no crecer en las virtudes y el ejercicio de los valores.
Dios nos ama y por eso nos ofrece este Camino Cuaresmal, para que crezcamos
según la medida que se nos ofrece: Cristo, el Señor.
P. Omar
Miércoles de Cenizas
(Miércoles 21 de febrero)
Horarios de Misas
Basílica Natividad de la Ssma. Virgen: 20:00 hs
Capilla San José Obrero a las 18:00 hs
De la Liturgia del Miércoles de cenizas
Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados,
escucha benignamente nuestras súplicas
y derrama la gracia de tu bendición
sobre estos siervos tuyos
que van a recibir la ceniza,
para que fieles a las prácticas cuaresmales,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del misterio pascual de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén
Año Eucarístico Parroquial