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¿PARÁ QUE SIRVEN LOS CENTROS DE
REHABILITACIÓNPSICOSOCIAL?
En los últimos 10 años, el Plan de Atención Social a Enfermos
mentales graves y Crónicos, perteneciente a la Consejería de Familia y
Asuntos Sociales, de la Comunidad de Madrid, ha creado una cantidad
importante de centros diseñados para la rehabilitación psicosocial. Sin
embargo todavía hay muchas personas, familias, y profesionales que
desconocen que se hace realmente en este tipo de centros.
En este artículo nos centraremos en el funcionamiento de dos tipos dispositivos
de rehabilitación, las miniresidencias (MR) y los centros de rehabilitación psicosocial
(CRPS). La realidad actual nos sitúa en que a pesar del incremento de centros en los
últimos 10 años, existe una falta de recursos asistenciales y rehabilitadores para poder
atender a toda la población enferma mental de Madrid.
Un problema importante es el del conocimiento de como funcionan estos
centros. Cuando los profesionales el ámbito de la rehabilitación psicosocial decimos
donde trabajamos, la mayoría de la gente suele poner una cara un tanto extraña, cuando
no confunden las MR con residencias de ancianos o realizan afirmaciones del tipo “que
hacéis con tanto loco”
La población general desconoce gran parte de los recursos sociales existentes,
desde las ayudas económicas a la posibilidad de apoyo más especializado a través de
alguno de los centros antes mencionados. Es cierto que la filosofía de la rehabilitación
psicosocial es relativamente joven en España, pero también es verdad que es importante
derrumbar muchos de los mitos o estigmas que van indisolublemente unidos al enfermo
mental.
La labor desarrollada por estos centros es una respuesta a las demandas
generadas por un problema de salud que conlleva unas consecuencias sociales muy
graves. La pérdida de la autonomía personal, la baja autoestima y la frustración que esto
supone para estas personas y sus familias genera una serie de limitaciones importantes
La medicación es parte imprescindible del tratamiento de estos trastornos pero no
podemos olvidar el deterioro personal y social de estas personas, que no puede ser
recuperado por la medicación, y que hasta no hace mucho, era considerado como un
esfuerzo inútil por intentar ayudar a enfermos, que no tenían remedio. El tiempo ha
dado la razón a aquellos que apostaron por la posibilidad de conseguir el mayor grado
de autonomía posible en estas personas con enfermedad mental grave, consiguiendo que
hoy por hoy, muchas de ellas logren mantener cierta dignidad personal, viviendo en
pisos tutelados, MR o en su casa con el apoyo de un CRPS, o centros de día. La dura
alternativa hace unos años era el ingreso en un psiquiátrico, la vida en la calle, o el
sufrimiento familiar.
Las primeras sorpresas nos las llevamos entre algunos de los profesionales de la
salud mental que desconocen los objetivos y funcionamiento de estos centros. Es fácil
oír explicaciones donde se considera que lo único que se hacen son talleres para tener
entretenidos a los enfermos. También nos podemos encontrar un escepticismo, a veces
cruel, sobre la posible mejoría. En la mayoría de los casos esto logra confirmar su rol
de enfermo y la inutilidad de esforzarse por alcanzar la mayor autonomía personal
posible. Esta independencia, es sin duda, una de las metas hacia las que se dirige
cualquiera de las líneas de intervención de los centros de rehabilitación.
En las familias esta idea de la “inutilidad total” que tienen de los enfermos
mentales, les puede llevar a una sobreprotección que impida que se desarrolle el
aprendizaje de ciertas capacidades a pesar de sus limitaciones, llegando a darse la
profecía autocumplida, “no saben hacer nada, luego no les dejo hacer nada, luego son
incapaces de aprender nada” Es difícil, que un niño que se caiga y tenga una lesión en
un pie, aprenda a andar si le llevamos todo el día en brazos para que no se vuelva a caer.
Por otro lado, es frecuente encontrar como la familia se encuentra desbordada
después de años de lucha con el miembro enfermo, y su único objetivo es conseguir un
poco de paz y descanso. Esto les lleva a “aparcar “al problema en cualquier centro
olvidándose de la importancia de su implicación en el tratamiento rehabilitador,
aprendiendo a abordarlo de una forma menos angustiante para ellos.
Pero no debemos olvidar esas familias, que a pesar de todas las dificultades,
consiguen sacar fuerzas de de donde no las hay, para intentar ayudar a la persona con
trastorno mental a mejorar sus capacidades, potenciar el aprendizaje de nuevas
habilidades y tratar de manejar y soportar los momentos de crisis o sintomatología más
activa.
Afrontar las dificultades de convivir con una persona con trastorno mental grave
y crónico es sin duda uno de los retos más duros que nos puede presentar la vida, y cada
persona trata de sobrellevarlo de la mejor manera posible. La diferencia puede estribar
en recibir una información adecuada, obtener los recursos suficientes, así como la ayuda
profesional necesaria, para solventar las dificultades que se van presentando. Nadie
pude decir que sea fácil, pero tampoco podemos pensar que es imposible.
Las MR y CRPS forman parte de un conjunto de recursos que tratan de aportar
su granito de arena a esta problemática. Sus objetivos generales podrían ser: el
aprendizaje de habilidades de autocuidado, la mejoría de las capacidades personales, la
integración social y laboral y el intento de que la persona enferma deje de verse como
alguien “inútil e inservible”. Los psicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores
sociales, y educadores sociales ponen todos sus conocimientos al servicio de un diseño
de intervención que permite a través de un plan individualizado, valorar y trabajar en
cada uno de los aspectos antes señalados. Las características de cada recurso, permiten a
su vez, la aplicación de diferentes intervenciones individuales y grupales que de forma
directa o transversal tratan de alcanzar los objetivos planteados y consensuados con el
usuario.
Los profesionales de estos recursos dedican una parte importante de su tiempo al
conocimiento de la situación psicopatológica, personal y familiar del usuario. Para
conseguir esto, el factor motivacional y de enganche es fundamental, puesto que es muy
difícil poder ayudar a alguien sino conseguimos que se sienta confiado y participe de su
proceso rehabilitador. Todo esto facilita que los usuarios puedan beneficiarse de una
intervención multidisciplinar, que lejos de ser un lugar donde simplemente pasan el
tiempo de forma supervisada, supone el complemento social que puede hacer que el
usuario con enfermedad mental consiga su autonomía personal y con ello la posibilidad
de integración social y laboral
Un ponente inglés, de cuyo nombre no quiero acordarme, trataba de expresar en
un congreso sobre la materia, un concepto fundamental para cualquier persona que
trabaje o que conviva con la enfermedad mental, “cuidatate” traducido de forma
correcta venía a decirnos, cuidémonos los cuidadores.
Alejandro Arribas Sánchez. Psicólogo