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LECTURA ORANTE DE LA PALABRA
Mateo 22, 15-21
Domingo 16 de Octubre de 2011
Preparación para el encuentro con el Señor.
Tomamos conciencia de la Presencia amorosa del Señor: “En el Nombre del Padre …”.
En un momento de silencio nos preguntamos: ¿Cómo estoy? ¿qué habita mi corazón, qué
me inquieta? ¿qué ruidos internos y externos me distraen en este momento?... En un acto de
entrega confiada al Señor, ponemos en Sus manos todo lo que nos ocupa o preocupa.
Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe y acompañe, como Maestro interior.
Oración:
¡Espíritu de Dios, Tú eres Sabiduría, Amor y Luz que ilumina el corazón!
Tú eres el fuego de Amor que siempre arde, sin término, sin fin.
Tú eres el que consumes, con Tu calor, los amores egoístas de mi alma.
Tú eres fuego que disipa toda frialdad, eres Luz que ilumina mi entendimiento.
En el reflejo de Tu Luz, me harás conocer Tu verdad. (S. Catalina de Siena)
Canto:
¡Ven, Espíritu de santidad, ven, Espíritu de Luz!
¡Ven, Espíritu de fuego, ven, abrásanos!
I. LECTURA.
¿Qué dice el texto?
Jesús, mientras estuvo en Galilea, vivió más o menos tranquilo. En Jerusalén, donde se dan
cita los poderes políticos y religiosos, las tensiones son más fuertes.
Leo el texto lentamente, en voz alta: Mt 22,15-21.
15Entonces
(Biblia de Jerusalén)
los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en
alguna palabra. 16Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle:
“Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza
y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas.
17Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?”
18Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo:
“Hipócritas, ¿por qué me tentáis? 19Mostradme la moneda del tributo”.
Ellos le presentaron un denario.
20Y les dice: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?”.
21Dícenle: “Del César”.
Entonces les dice: “Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios”.
Vuelvo a leer el texto en silencio:
* Pongo signo de interrogación junto a palabras o frases que requieran explicación.
* Subrayo las palabras o frases que encierran las ideas centrales.
Preguntas:
1)
2)
3)
4)
5)
6)
7)
8)
¿Con qué intención se reunieron en consejo los fariseos? (v.15)
¿Qué dicen de Jesús los enviados? ¿Es correcto? (v. 16)
¿En qué palabras se revela la actitud maliciosa de fariseos y herodianos? (v. 16)
Fariseos y herodianos son todos judíos, pero enemigos políticos. Los fariseos rechazan la
dominación romana, mientras que los herodianos la aceptan. ¿Qué incidencia tiene esto
en el pago de tributo al César? (v. 17)
¿Cómo reprocha Jesús su actitud tramposa? (v. 18)
¿Qué pide que le muestren? (v. 19)
¿A qué le presta atención Jesús en la moneda que le presentan? (v. 20)
¿Cuál es el argumento de su sabia respuesta? (v. 21)
II. MEDITACIÓN.
¿Qué me dice el Señor en este texto?
Leo una vez más el texto bíblico. Entro en la escena como un participante más… Dejo que
la Palabra de Jesús llegue a mi corazón, lo ilumine y revele lo que hay en mi interior…
Preguntas:
(Elijo las preguntas que más toquen mi corazón)
1) ¿Qué emociones y sentimientos provoca en mí esta lectura? ¿Sorpresa, alegría, temor…?
2) ¿En qué momentos he tenido actitudes como las de los fariseos y herodianos?
3) ¿En qué ocasiones he usado palabras engañosas con alguien?, ¿para adular y sacar
provecho?, ¿para sorprender en falta?, ¿para hacer ver mi superioridad y aplastar?
4) ¿Qué preguntas difíciles le hago a Jesús? ¿Estoy dispuesto(a) a escuchar de corazón sus
respuestas?
5) ¿Qué me dice la frase “Lo del César, devolvédselo al César”?
6) ¿Qué me dice la frase “Lo de Dios, a Dios”?
7) Con mi testimonio de vida, ¿de quién soy más imagen, de Dios o del mundo?
8) La entrega a Dios, ¿me exime de mis responsabilidades en el mundo civil?
9) ¿Qué parte de mi vida le doy responsablemente al mundo? ¿Qué parte le doy a Dios?
10) ¿Qué hago cuando la Palabra del Señor es diferente u opuesta a mis ideas, conductas y
criterios?
III. ORACIÓN.
Este texto, ¿qué me hace decirle al Señor?
Jesús nos invita a reconocernos como imagen de Dios, hijos Suyos, que de Él venimos y a Él
pertenecemos. Por eso, en nosotros no caben malas intenciones ni palabras engañosas…
¿Qué siento al comprender el mensaje de Jesús para mí? ¿Qué quiero decirle hoy?
Dejo aflorar mis sentimientos de gratitud y esperanza… Pido perdón por las veces que no
he querido escucharlo ni actuar según su enseñanza. Pido al Espíritu Santo por nuestra
Iglesia y comunidad, para que seamos verdadera imagen de un Dios que es Amor. Ofrezco
al Señor los mismos dones que Él me da: tiempo, vida, disponibilidad, amor, paciencia,...
Puedo escribir mi oración, para compartirla después con el grupo.
IV. CONTEMPLACIÓN.
Permanezco bajo la mirada amorosa de Dios.
En silencio, permanezco en la Presencia de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo... Al iluminar
mi vida con esta Palabra de Dios, ¿qué bondades de Su Corazón me ha mostrado Jesús?
¿Con qué aspectos de Su Persona, de Su Cruz y Resurrección me he encontrado hoy?
Contemplo las bondades del Señor, me refugio en Su Misericordia… Coloco mi vida, mis
anhelos y dolores, y los de mi comunidad, dentro de Su Corazón lleno de Amor.
ACCIÓN.
“A Dios, lo que es de Dios”: me quedo con esta frase del texto para animar mi vida diaria.
¿Qué haré para darle a Dios lo que es Suyo, todo lo que tengo y lo que soy?
¿A qué me comprometo concretamente, para vivir Su Palabra esta semana?
Canto:
¡Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta!
¡Nada te turbe, nada te espante, sólo Dios basta!
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