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INSTRUCCIÓN PARA LOS ESTUDIANTES – LECTURA SOBRE MEDIOEVO Y RENACIMIENTO
Este documento es una síntesis que resalta lo más importante de la filosofía en el medio evo y del inicio de la filosofía
moderna.
A. Deben hacer lectura de este texto y subrayar las palabras e ideas importantes para su comprensión y su resumen.
B. Componer un esquema (preferiblemente un mapa conceptual simple) con las palabras e ideas subrayadas.
1. LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
A diferencia de lo que había ocurrido con la filosofía griega, que había centrado su reflexión en torno a la
determinación del objeto, la filosofia medieval centrará su interés en Dios. La filosofía helenística había dado una
orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la felicidad del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureísmo,
que habían colocado a la ética en el vértice del saber. A lo largo de los primeros siglos de nuestra era, la progresiva
expansión del cristianismo y otras religiones mistéricas irá provocando la aparición de otros modelos de felicidad o
"salvación individual", que competirán con los modelos filosóficos. Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía
manifestada por algunos de los primeros padres apologistas cristianos, sus continuadores encontrarán en la filosofia,
especialmente a partir del desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un instrumento útil, no sólo para combatir otras
religiones o sistemas filosóficos, sino también para comprender, o intentar comprender, los misterios revelados.
Surge de ahí una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en general, entre filosofía y religión, que pondrá las
bases de la futura filosofía medieval, entre los cristianos, los musulmanes y los judíos. El tema fundamental de
reflexión pasará a ser la divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de
la sociedad, etc al conocimiento que se pueda obtener de lo divino. La fe, que suministra las creencias a las que no
se puede renunciar, tratará de entrar en diálogo con la razón. La inicial sumisión de la razón exigida por la fe, dejará
paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que conducirá, tras la crisis de la
Escolástica, a la reclamación de la independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna.
2. LOS DOS FILÒSOFOS QUE REPRESENTAN EL MEDIEVO: SAN AGUSTIN Y SANTO TOMAS
2.1. SAN AGUSTÍN DE HIPONA
Aurelio Agustín nació el año 354 d.c.en Tagaste, ciudad situada en la antigua provincia romana de Numidia (conocida
en la actualidad como Souk Ahras, en Argelia). Hijo de Patricio, un pequeño propietario rural, y de Mónica, nació en el
seno de la familia con una posición económica desahogada, aunque no exenta de esporádicas dificultades
económicas, lo que le permitió acceder a una buena educación. Sus primeros estudios los realizará en Tagaste,
continuándolos, el año 365, en la cercana ciudad de Madaura (aunque se verá obligado a interrumpirlos el año 369
por dificultades económicas); a partir del año 370 estudiará en Cartago, dedicándose principalmente a la retórica y a
la filosofía, destacando de una manera especial en retórica, y encontrando dificultades en el aprendizaje de la lengua
griega, que nunca llegó a dominar.
2.1.1. Cristianismo y platonismo en Agustín de Hipona. La obra de San Agustín de Hipona supone la primera gran
síntesis entre el cristianismo y la filosofía platónica. Aunque inspirado por la fe, que se confunde con la razón, el
pensamiento de San Agustín dominará el panorama filosófico cristiano hasta la aparición de la filosofía tomista,
ejerciendo un influjo considerable en la práctica totalidad de pensadores cristianos durante siglos.
2.1.2 La filosofía de Agustín: La razón y la fe. No hay una distinción clara entre razón y fe en la obra de San Agustín,
lo que marcará el discurrir de todo su pensamiento. Existe una sola verdad, la revelada por la religión, y la razón
puede contribuir a conocerla mejor. "Cree para comprender", nos dice, en una clara expresión de predominio de la fe;
sin la creencia en los dogmas de la fe no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios (la
sabiduría de los antiguos no sería para él más que ignorancia); "comprende para creer", en clara alusión al papel
subsidiario, pero necesario, de la razón como instrumento de aclaración de la fe: la fe puede y debe apoyarse en el
discurso racional ya que, correctamente utilizado, no puede estar en desacuerdo con la fe, afianzando el valor de
ésta. Esta vinculación profunda entre la razón y la fe será una característica de la filosofía cristiana posterior hasta la
nueva interpretación de la relación entre ambas aportada por santo Tomás de Aquino, y supone una clara
dependencia de la filosofía respecto a la teología.
2.1.3. Conocimiento Las ideas se encuentran en la mente de Dios. ¿Cómo se alcanza el conocimiento de las ideas?
Dado su alejamiento de lo sensible, realidad en la que se encuentra el hombre, las ideas sólo se pueden conocer
mediante una especial iluminación que Dios concede al alma, a la actividad superior de la razón. El verdadero
conocimiento depende, pues, de la iluminación divina. ¿Cómo interpretar esta iluminación? Según la llamada
interpretación ontologista la iluminación significaría que el alma contempla directamente las ideas o esencias en la
mente divina, lo que plantea problemas teológicos, dado que de alguna manera el alma contemplaría la esencia
divina.
2.1.4. Antropología y psicología El ser humano es un compuesto de cuerpo (materia) y alma (forma). Por supuesto
que la realidad más importante es el alma, dentro de la más estricta tradición platónica, concibiendo el cuerpo como
un mero instrumento del alma.
2.1.5. Dios El tema que más ocupa a San Agustín es el tema de Dios. Su filosofía es predominantemente una
teología, siendo Dios no sólo la verdad a la que aspira el conocimiento sino el fin al que tiende la vida del hombre,
que encuentra su razón de ser en la beatitud, en la visión beatífica de Dios que alcanzarán los bienaventurados en la
otra vida, para cuya obtención será necesario el concurso de la gracia divina.
2.1.6. Ètica y polìtica En cuanto a la sociedad y la política, San Agustín expone sus reflexiones en La ciudad de Dios.
En esta obra San Agustín ensaya una explicación histórica para los hechos que dieron lugar a la caìda de Roma
partiendo de la concepción de la historia como el resultado de la lucha de dos ciudades, la del Bien y la del Mal, la de
Dios y la terrenal, de la luz y de las tinieblas.
La ciudad de Dios la componen cuantos siguen su palabra, los creyentes; la terrenal, los que no creen. Esa lucha
continuará hasta el final de los tiempos, en que la ciudad de Dios triunfará sobre la terrenal, apoyándose San Agustín
en los textos sagrados del Apocalipsis para defender su postura. De hecho, la oposición señalada será utilizada
posteriormente para defender la prioridad de la Iglesia sobre los poderes políticos, exigiendo su sumisión, lo que
ocurrirá en la alta edad media. Asegurada esa dependencia, San Agustín aceptará que la sociedad es necesaria al
individuo, aunque no sea un bien perfecto; sus instituciones, como la familia, se derivan de la naturaleza humana,
siguiendo la teoría de la sociabilidad natural de Aristóteles, y el poder de los gobernantes procede directamente de
Dios.
2.2. TOMÀS DE AQUINO
Santo Tomás de Aquino nació en el castillo de Roccasecca, cerca de Aquino, en el año 1225, en el seno de una
numerosa y noble familia italiana. Su padre, Landolfo, descendiente a su vez de los condes de Aquino, estaba
emparentado con el emperador Federico II. Su madre, Teodora, era hija de los condes de Taete y Chieti. Recibió
Tomás su primera educación, a partir de los cinco años, en la abadía de Montecasino, de la que era abad su tío,
permaneciendo en el monasterio hasta 1239, cuando el emperador Federico II decretó la expulsión de los monjes.
Allí realizó los estudios ordinarios de gramática, latín, música, moral y religión.
Luego de una polémica actividad regresa a Nápoles el año 1272, con el encargo de establecer una casa de estudios
(studium generale), donde abandona totalmente su actividad docente y de autor, encontrándose frecuentemente
arrebatado por experiencias místicas que le absorben por completo. Permanecerá allí hasta 1274, muriendo en el
transcurso del viaje iniciado ese año para dirigirse de Nápoles a Lyon, donde iba a celebrarse un concilio convocado
por el papa Gregorio X.
2.2.1. Cristianismo y aristotelismo en Tomás de Aquino La obra de Sto. Tomás de Aquino es el resultado de la
síntesis de la filosofía aristotélica con la tradición filosófica y teológica del cristianismo y, en cuanto tal, representa el
momento cumbre de la Escolástica cristiana. Surgida en un entorno polémico, suscitado por el desarrollo del
averroismo latino, se irá, no obstante, imponiendo paulatinamente, hasta ser aceptada por las altas jerarquías de la
Iglesia.
2.2.2. La relación entre la razón y la fe Santo Tomás de Aquino, replantea la relación entre la fe y la razón, dotando
a ésta de una mayor autonomía.
Acepta el predominio de lo teológico sobre cualquier otra cuestión filosófica, así como los elementos de la fe que
deben ser considerados como imprescindibles en la reflexión filosófica cristiana: el creacionismo, la inmortalidad del
alma, las verdades reveladas de la Biblia y los evangelios. Santo Tomás insiste en la existencia de una única verdad,
que puede ser conocida desde la razón y desde la fe.
Sin embargo, reconoce la independencia de esos dos campos, por lo que cada una de ellas tendrá su objeto y
método propio de conocimiento. La filosofía se ocupará del conocimiento de las verdades naturales, que pueden ser
alcanzadas por la luz natural de la razón; y la teología se ocupará del conocimiento de las verdades reveladas, de las
verdades que sólo puede ser conocidas mediante la luz de la revelación divina.
Santo Tomás acepta la existencia de un terreno "común" a la filosofía y a la teología, que vendría representado por
los llamados "preámbulos" de la fe (la existencia y unidad de Dios, por ejemplo). En ese terreno, la filosofía seguiría
siendo un auxiliar útil a la teología y, en ese sentido, Sto. Tomás se refiere a ella todavía como la "criada" de la
teología.
2.2.3. La existencia de Dios Sto Tomás afirma taxativamente que no es una verdad evidente para la naturaleza
humana, (para la razón,) por lo que, quienes la afirmen, deberán probarla. Con ello pretende recalcar tanto la
importancia del tema como la legitimidad de solicitar una garantía de la razón, independientemente de lo que afirme
la fe. Si la existencia de Dios no es una verdad evidente para nosotros es necesario, pues, que sea demostrada de
un modo evidente para la razón, de un modo racional, en el que no intervengan elementos de la Revelación o de la
fe.
2.2.4. La demostración de la existencia de Dios En la "Suma Teológica", primera parte, capítulos 2 y 3, encontramos
formuladas las cinco pruebas tomistas de la demostración de la existencia de Dios, (conocidas como las "cinco vías"),
que se exponen a continuación:
2.2.4.1. Primera vía - Movimiento: nos consta por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero
todo lo que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible hemos de admitir la
existencia de un primer motor no movido por otro, inmóvil. Y ese primer motor inmóvil es Dios.
2.2.4.2. Segunda vía - Eficiencia: nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí
mismas, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Además, tampoco
podemos admitir una serie infinita de causas eficiente, por lo que tiene que existir una primera causa eficiente
incausada. Y esa causa incausada es Dios.
2.2.4.3. Tercera vía - Contingencia: hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son
necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo que deben tener su
causa, pues, en un primer ser necesario , ya que una serie causal infinita de seres contingentes es imposible. Y este
ser necesario es Dios.
2.2.4.4. Cuarta vía - -Grados de perfección: observamos distintos grados de perfección en los seres de este mundo
(bondad, belleza,...) Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la comparación, un
ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y ese ser supremo es Dios.
2.2.4.5. Quinta vía - -Finalidad: observamos que seres inorgánicos actúan con un fin; pero al carecer de conocimiento
e inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser inteligente. Luego debe haber un ser sumamente
inteligente que ordena todas las cosas naturales dirigiéndolas a su fin . Y ese ser inteligente es Dios.
2.2.5. El ser humano
El alma se sigue concibiendo, pues, como principio vital y como principio de conocimiento, pero se rechaza la
interpretación platónica de la relación entre el alma y el cuerpo, en el sentido de que Platón había atribuido al alma, y
no al ser humano, esas funciones vitales y cognoscitivas, mientras que la interpretación de santo Tomás le llevará a
atribuir esas funciones al "hombre": es el ser humano, el individuo, el que vive y conoce, el que razona y entiende, el
que imagina y siente. Todo ello es imposible sin tener un cuerpo, por lo que éste ha de pertenecer al "hombre" con el
mismo derecho que le pertenece el alma.
3. EL FINAL DEL MEDIOEVO Y EL INICIO DE LA FILOSOFÍA MODERNA
Si la filosofía antigua había tomado la realidad objetiva como punto de partida de su reflexión filosófica, y la medieval
había tomado a Dios como referencia, la filosofía moderna se asentará en el terreno de la subjetividad. Las dudas
planteadas sobre la posibilidad de un conocimiento objetivo de la realidad, material o divina, harán del problema del
conocimiento el punto de partida de la reflexión filosófica. Son muchos los acontecimientos que tienen lugar al final de
la Edad Media, tanto de tipo social y político, como culturales y filosóficos, que abrirán las puertas a la modernidad, y
que han sido profusamente estudiados. En lo filosófico, el desarrollo del humanismo y de la filosofia renacentista,
junto con la revolución copernicana, asociada al desarrollo de la Nueva Ciencia, provocarán el derrumbe de una
Escolástica ya en crisis e impondrán nuevos esquemas conceptuales, alejados de las viejas e infructuosas disputas
terminológicas que solían dirimirse a la luz de algún argumento de autoridad, fuera platónica o aristotélica. De las
abadías y monasterios la filosofía volverá a la ciudad; de la glosa y el comentario, a la investigación; de la tutela de la
fe, a la independencia de la razón.
3.1. El humanismo: El Renacimiento y la Edad Media
La primera dificultad que se plantea al hablar del Renacimiento es la de señalar con precisión sus límites con
respecto a la Edad Media. Al igual que ocurre con otras clasificaciones históricas resulta difícil deslindar el final de
una época y el comienzo de otra, de tal modo que, dependiendo de los historiadores y de los lugares y factores que
toman en consideración, podemos considerar que el Renacimiento se desarrolla en los siglos XV y XVI, haciendo
avanzar a retroceder sus orígenes a lo largo del siglo XV en función de las consideraciones que hayamos tomado en
cuenta, y alargando su final hasta bien entrado el siglo XVII, lo que supone un margen de imprecisión importante.
No menor dificultad representa la cuestión de determinar si el Renacimiento supone una radical ruptura o una
continuidad con respecto a la edad media. El desarrollo de la burguesía, clase social impulsora de los ideales
renacentistas, comienza en la edad media, y va asociada al desarrollo del individualismo; la penetración de la filosofía
griega en occidente se había realizado ya a través de las escuelas de traductores (Toledo, Vich, Nápoles, Palermo...)
a lo largo de la edad media, especialmente durante el siglo XIII, lo que supone un despertar "medieval" del retorno a
los clásicos, que será otra de las características clave del Renacimiento. Lo mismo ocurre con el desarrollo de la
ciencia, mediante la actividad de los medievales Ockham, Oresme y Buridano, a lo que podemos añadir otros
acontecimientos importantes que dejarán sentir su influencia con posterioridad, como el descubrimiento de América o
de la imprenta.
3.2. Caracteres generales del Humanismo y del Renacimiento
Las relaciones entre humanismo y Renacimiento se presentan bajo el aspecto de una polémica: mientras que el
humanismo se caracterizará por el retorno a la sabiduría clásica, en el marco de una preocupación
fundamentalmente de signo filológico y teológico, el Renacimiento lo hará como impulsor del desarrollo de la ciencia.
Así, el Renacimiento, sin renunciar a los temas básicos del humanismo, le superará, al desligar tales temas de la
perspectiva teológica y enlazarlos con el pensamiento científico
3.2.1. Caracteres del humanismo
Uno de los rasgos distintivos más conocidos y destacados del humanismo es su interés por lo "antiguo", por lo
clásico, interés en el que predomina el punto de vista de la investigación filológica. Este interés provoca el desarrollo
de la perspectiva histórica en el acercamiento a otra cultura, por que se puede afirmar que con el humanismo se
consolida la historicidad como clave del pensamiento europeo.
A diferencia de lo que ocurría en la edad media, donde el hombre era considerado fundamentalmente desde una
perspectiva teológica, los humanistas valorarán el hombre desde una perspectiva mundana, no-divina, es decir, el
hombre será visto como un ser natural e histórico. La religión, aparte de su función redentora, es considerada ante
todo en su función civil. Así, tanto la religión como la tolerancia religiosa son instrumentos válidos para asegurar el
ideal de la paz civil. La creencia en la unidad última de todas las religiones es afirmada, consecuentemente, desde
esta caracterización.
3.2.2. Caracteres del Renacimiento
El ideal común de este período viene definido por la esperanza de un renacer del ser humano a una vida
verdaderamente "humana", mediante el recurso a las artes, las ciencias, la investigación... poniendo de manifiesto la
consideración del ser humano como ser natural, en oposición a la consideración medieval del ser humano como serpara-Dios.
El retorno a los antiguos significa no sólo la recuperación de su obra, sino fundamentalmente el retorno al principio, a
los orígenes de la vida humana, cultural, del ser humano. Volver al principio no significa volver a Dios, sino
precisamente al terreno del hombre y del mundo humano. De ahí la valoración del pensamiento filosófico precristiano. El retorno significa, además, una conquista. La vuelta a los orígenes, al principio, conlleva la conquista de la
personalidad humana. El que este retorno se efectúa mediante las artes y las ciencias, y no mediante experiencias
místicas interiores, por ejemplo, significa una búsqueda de la objetividad. En efecto, sólo la objetividad puede poner
en evidencia el status original del hombre frente a la naturaleza, es decir, manifestar su origen y su condición
humana.
Por lo mismo, el hombre es libre de decidir su conducta, de elegir su destino, lo que supone una exaltación de la
libertad individual tanto en el orden teológico como el orden cultural y social.
3.2.2.1. Características filosóficas
Una de las características más notables del Renacimiento es el antropocentrismo, lo que supone una valoración no
sólo de la personalidad del ser humano, sino también de su individualidad.
También el naturalismo irá asociado al desarrollo del Renacimiento. Se destacan los aspectos naturales del hombre
versus los aspectos sobrenaturales. Es algo de lo que encuentran los renacentistas que "vuelven" a Aristóteles: la
separación del universo y de Dios y la exaltación de la naturaleza; al igual que los que se "vuelven" hacia Platón,
buscando una religiosidad natural y la exaltación del hombre y de su libertad (el hombre no es malo, es ignorante, no
necesita, pues, la gracia divina para su redención).
El Renacimiento supone pues el renacer del espíritu de libertad de un ser humano que se quiere inserto en la
naturaleza y en la historia.