Download ¿Qué ocurre en la oración? La oración depende de la necesidad

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La oración depende de la necesidad; sin ésta, ella casi no tendría razón de ser. En
ocasiones es posible que no detectemos nuestras necesidades, que estemos
desapercibidos, que anhelemos poco por nuestra distracción o por nuestra
comodidad conformista al haber hallado alguna satisfacción; en tales casos, la
oración suele languidecer, y es posible que Dios se valga de algo para avivarla. ÉL
lo va a hacer, porque si no oramos no vivimos.
11.. En la oración se activa una fe sustentadora.
No es sólo que la fe nos hace
orar,
sino que la necesidad de orar aviva el fuego de una fe poderosa.
David, un hombre conforme al corazón de Dios, en el Salmo 27: 13-14, luego
de haber expresado su total confianza en el Señor, cuando vivía la persecución
de parte de sus enemigos y donde la presencia de Dios era su refugio, declara:
“Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la
tierra de los vivientes”.
David hace ver con sus palabras – “Hubiera yo desmayado” – que el revés era
intenso, que el cuadro no era nada fácil, que era como para tirar la toalla; pero
hubo un poder que lo sostuvo, y fue su FE. Desmayar es ser derrotado, y los
guerreros detestan las derrotas; es volver a mirar al suelo, y los escaladores de
las alturas miran al cielo; es entregar las armas, y los de corazón bravío las
empuñan con firmeza como Caleb. Desmayar es perder, y la gente de fe se
sabe ganadora. Usurpando las palabras del lírico, diríamos aquí: “¿Perder?
¡No, jamás! ¡Que en la pelea nos impulse, y anime y redarguya el poder del
Espíritu que hará que el adversario huya!”
Por eso David dice: “si no creyese”; PERO SÍ CREE, expresando así la certeza
de que vería la bondad de Dios aquí en la tierra; vería lo del cielo, aquí abajo.
¿Puede entenderlo? Para la gente de fe, lo del cielo es para la tierra. ¡La
oración tiene sentido!
22.. En la oración se afina la esperanza. No olvide el gran concepto de fe: “Certeza
de
lo que se espera, convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1); y no deje de
lado que “la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve,
¿a qué aguardarlo?” (Romanos 8:24). La fe va en pos de lo que no se ve, pero
que ahí está. David continuó diciendo:
“Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”.
Note las palabras exhortadoras, alentadoras: “Aguarda” “esfuérzate” “aliéntese”
“espera”. David sabe lo que esto significa. Esperar no es un “a ver si algo pasa”,
es “voy a ver lo que de seguro Dios va a hacer”. El empeño de la fe es
indispensable, porque hay ocasiones en que lo que captan nuestros sentidos
posee un mensaje opuesto a la esperanza. En esos momentos proceden el
“esfuérzate” y el “aliéntese tu corazón”. Es aquí donde la esperanza es afinada,
es perfeccionada. Usted no espera lo que ve, sino lo que no ve, pero que de
seguro va a venir, lo va a ver.
33.. La oración de fe trae lo del cielo a la tierra. Usted también podría decir que la fe
de su oración trae lo del cielo a la tierra. Muchas cosas buenas que anhelamos
que sucedan en la tierra deberán ser resueltas primeramente en el cielo.
En el Salmo 127:1 leemos: “Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los
que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”.
Nótelo bien: “Si Jehová no…, en vano”. Primero el Señor lo hace en los cielos, y
entonces se establece en la tierra. La Palabra nos dice en Efesios 1:3 “Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. ÉL ya nos bendijo;
ahora, por nuestra oración de fe, nosotros hacemos nuestras esas bendiciones
y establecemos aquí en la tierra lo que ha ya ha sido hecho por Dios en los
cielos.
Las declaraciones tienen su lugar (¡Hoy, hasta se decreta!), pero ellas no deben
sustituir la oración. Dios nos llama y nos invita a orar y a pedir. Cuando Pedro
estuvo preso y su vida pendía de un hilo, la Iglesia hacía oración sin cesar por
él, ¡y Dios lo libró de manera maravillosa! ¡De Dios es la respuesta! La oración
trae lo del cielo a la tierra.