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Mujer musulmana, un desafío
Cada vez que se abre el debate sobre el mundo musulmán, inevitablemente
sale a relucir la situación de la mujer en este mundo que, sin embargo, no es
esencialmente muy diferente a lo que ocurre en otras culturas. Piénsese en las
culturas y sociedades orientales de la China, el Japón o la India, con millones de
seres humanos en su seno; o en las milenarias culturas originarias de
Latinoamérica que hoy sobreviven; o en el mundo animista africano; y, como no,
en la llamada civilización occidental, que pese a su hegemonía actual, a la
separación entre lo religioso y lo político y los enormes pasos dados en la liberación
de la mujer, todavía se produce de manera clara una subordinación en la práctica
de la mujer al hombre en, prácticamente todos los ámbitos de la vida social,
económica, cultural y política. La mujer en el mundo de hoy tiene un techo que le
impide seguir su natural camino hacia arriba. En unos lugares el techo es más de
hierro que de cristal y en otros al revés, pero hay techo, por mucho que uno sea
más visible que el otro.
No se libra, pues, la mujer del mundo musulmán de la opresión y la
subordinación y nadie puede negar la discriminación que padece la mujer en este
mundo. Discriminaciones contrarias a los derechos humanos y a las libertades de
las personas que muchos Estados han pretendido garantizar a sus ciudadanas y
ciudadanos.
El acceso de la mujer a la instrucción (paso que, por ejemplo, incentivó en
Maruecos el mismo Mohamed V tras la independencia) y al mercado laboral han
creado una auténtica revolución cultural y social, que comenzó en el siglo XIX y
llega hasta hoy. Tal cosa está sucediendo en el mundo musulmán aunque de forma
distinta y al ritmo que le marcan sus tradiciones, su historia y su realidad cultural,
social y política.
Pero lo cierto es que musulmanas son y quieren ser protagonistas de su
lucha. De ahí las acciones constantes de los movimientos feministas ante la opinión
pública sobre la importancia de la igualdad de derechos y el progreso social, una
lucha que debe ser sustentada y apoyada por leyes y códigos de familia de los que
todavía carecen muchos países musulmanes, por falta de interés en la equiparación
de los derechos entre hombres y mujeres.
En Marruecos, por ejemplo las mujeres llevan casi más de cincuenta años
(primer movimiento de mujeres marroquíes: Akhawat Assafaa en 1947) trabajando
por lograr lo que desde hace tres (2003) podemos celebrar: el código de familia
que equipara los derechos de las mujeres a los hombres en el seno de la familia, un
código consagrado por las instituciones democráticas del país, convirtiéndolo así en
una ley como cualquier otra adaptable a los tiempos y a las necesidades de la
sociedad, dejando atrás aquella otra Mudawwana1 santificada e intocable por
mucho tiempo.
Este código salió desafiando a los integristas, quienes consideran la igualdad
de la mujer como una trasgresión a la religión, y quienes intentaron mediante la
presión social impedirlo con sus apariciones espectaculares (manifestación de
Casablanca año 2000). Efectivamente, la interpretación de los textos coránicos –de
forma interesada- son hoy en día uno de los obstáculos que frenan el cambio en la
situación de la mujer, conllevando también a una mayor confusión sobre la realidad
de la mujer en esta religión. Pera esta animadversión a la mujer no es privativa del
Islam. Las tres grandes religiones monoteístas permiten y han permitido
interpretaciones lesivas y negativas para la mujer, que se han plasmado en su vida
y que han contribuido a su subordinación.
1
Código de familia
1
El nuevo código marroquí tiene aportes interesantes como la creación por
primera vez de juzgados de familia y la instrucción de los jueces sobre los derechos
de la mujer y la infancia, leyes severas contra la violencia de género.... aunque
todavía queda mucho camino por recorrer y derechos por reivindicar.
Mi insistencia en la aprobación de leyes que respalden los derechos de las
mujeres en el mundo musulmán y la instrucción a quienes las aplican, creo que
responde a una necesidad objetiva, dada la lamentable situación que todavía siguen
padeciendo muchas mujeres en países musulmanes, (por ejemplo: en Arabia Saudí
las mujeres ni siquiera pueden votar, en Kuwait lo harán por primera vez en el
2007....)
A pesar de todo, no nos sorprende y no es motivo de debate que muchos de
estos países que discriminan la mujer son fieles aliados de los países occidentales,
que cuando les conviene pasan por encima de los derechos humanos que dicen
defender y por eso en los acuerdos establecidos se echa en falta algún compromiso
en esta materia.
Mucha confusión rodea el mundo musulmán y su verdadera situación, aunque nos
sorprende, a quienes vivimos el Islam de cerca, la imagen que se nos quiere
transmitir, como si de una amnesia colectiva padeciéramos en lo referente a la
mujer a lo largo de la historia del Islam.
¿Es intencionado el olvido de la mujer musulmana y su implicación en todos
los aspectos de la vida incluidos los políticos? Todos aquellos que se han acercado a
este mundo conocerán los relatos de Aicha como consejera de su esposo el profeta
Muhammad, de Khadija, de Fátima...
El gran desafío para la mujer en el mundo de hoy, y para la mujer
musulmana también, está en conquistar su propia libertad y su emancipación del
injusto e irracional poder absoluto del hombre sobre ella. Y cinco, creo yo, son los
caminos principales para lograr esta emancipación: el acceso de la mujer a la
instrucción en todos sus niveles; la inserción de la mujer en el mercado de trabajo
en condiciones de igualdad; la participación creciente de la mujer en puestos de
decisión en todos los ámbitos de la vida social, cultural y política; la promulgación
de leyes y normas que garanticen y salvaguarden los derechos de las mujeres en la
familia y en la sociedad; y asegurar que estas leyes se cumplan y se hagan cumplir.
Pero toda esta tarea y esta lucha ha de tener una condición esencial: que ha de
estar liderada y dirigida por las propias mujeres en todas los países y culturas, al
ritmo que en cada lugar se requiera y contando con la solidaridad y e apoyo
internacional de todas las mujeres del mundo.
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