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Introducción: el concepto de
movimiento político y social: origen de
los movimientos políticos y sociales
contemporáneos.
Fuente.
VV.A.A Enciclopedia Internacional de
las ciencias sociales, Madrid, Aguilar,
1977
MOVIMIENTOS SOCIALES
I
TIPOS Y FUNCIONES DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
El término "movimiento social", o su equivalente en otras lenguas
occidentales, se suele aplicar a una amplia gama de intentos
colectivos de efectuar cambios en determinadas instituciones sociales
o crear un orden totalmente nuevo. En ocasiones, el término se
emplea para distinguir este tipo de movimientos de los religiosos o
políticos y de los creados por grupos específicos, como los grupos
feministas o juveniles. Dado que todos estos movimientos tienen
lugar en el seno de la sociedad y tienden a afectar, directa o
indirectamente, al orden social, se podría aplicar el término
movimiento social a todos ellos. Sin embargo, cuando empezó a
usarse, a principios del sigo XIX, tenía un sentido más específico: el
movimiento social era de la nueva clase obrera industrial, de
tendencias socialistas, comunistas y anarquistas, Lorenz Van Stein
fue uno de los primeros en reconocer que el verdadero significado
político del socialismo y el comunismo no estribaba en su valor como
formas del pensamiento social, sino en el hecho de que servían de
expresión y cauce a los esfuerzos del proletariado industrial para
implantar un nuevo orden social que aboliría la explotación
económica y daría a los trabajadores la oportunidad de conseguir un
desarrollo completo de su personalidad.
En el continente europeo, la identificación entre el movimiento social
y el movimiento obrero duró hasta el segundo decenio de este siglo.
En la actualidad esta restringida definición del concepto ya no es
válida, habida cuenta de los movimientos de campesinos y granjeros,
del fascismo y el nacionalsocialismo y de los movimientos de
independencia en las colonias, por nombrar solamente los más
importantes.
Es aconsejable, sin embargo, establecer Una distinción entre los
movimientos que, por lo limitado de sus objetivos nunca atraen sino
a pequeños grupos de personas, y los que, al pretender cambios más
amplios y fundamentales en el orden social, se convierten en
verdaderos movimientos de masas de significación histórica. Nos
referiremos a estos últimos como movi-mientos sociales en el sentido
estricto o "clásico". Los primeros son a veces denominados
movimientos de protesta, pero este término puede también
emplearse para designar movimientos de masas que tratan de
rectificar la injusta situación de ciertos grupos (p. Ej., el movimiento
negro), así como para otros movimien-tos que se oponen al cambio
social o político (p. ej., el Ku KluxKlan o los Consejos de Ciudadanos
Blancos en el sur de Estados Unidos).
Aunque en ocasiones resulta conveniente distinguir entre
movimientos sociales y movimientos políticos, hay que señalar que
todos los movimientos tienen im-plicaciones políticas aun cuando sus
miembros no lu-chen por el poder político.
Los molimientos sociales son un tipo específico de grupos de acción
concertada; tienen una duración mayor y están más integrados que
las turbas, las masas y las multitudes, pero menos organizados que
los club políticos y otras asociaciones. Un movimiento social puede no
obstante, estar compuesto por grupos organizados, sin tener una
organización formal que los en-globe (p. Ej.: el movimiento obrero,
que comprende los sindicatos, los partidos políticos, las cooperativas
de consumidores y muchas otras organizaciones). La conciencia de
grupo, es decir, el sentimiento de pertenecer a un grupo y de ser
solidario con sus otros miembros, es esencial para un movimiento
social, aunque en la práctica se de en grados diversos. Esta
conciencia es producida por la participación activa y puede presentar
características sociopsicológicas muy diversas. Según este criterio, los
movimientos sociales se distinguen de las tendencias sociales, a las
qué muchas veces se denomina movimientos y que son el resultado
de
acciones similares, aunque no coordinadas, de muchos individuos (p.
ej., el movimiento suburbano y la moda).
El concepto clásico de movimiento social implica la creación de un
orden socioeconómico y político totalmente nuevo, en especial por lo
que se refiere a las instituciones de la propiedad y a la distribución
del poder. Para justificar estos fines, los principales movi-mientos
elaboran una serie de ideas, más o menos com-plejas, más o menos
coherentes, que deben aceptar sus miembros de una forma más o
menos no crítica, del mismo modo que los miembros de grupo
religioso aceptarían un credo. De estas "ideologías" o ideas
fundamentales se deducen los "programas de acción", de naturaleza
más variable. Los movimientos sociales tien-den a sobrepasar las
fronteras de los estados o de las sociedades nacionales para
extenderse por toda una zona de civilización, o incluso aún más lejos,
hasta donde alcanza el orden social que es su objetivo.
Los movimientos de protesta. son por lo general, en la acepción que
aquí se les da, movimientos limitados en su difusión espacial, a
menudo de carácter local, regional o nacional (como, p. ej., muchos
de los movimientos .radicales. de campesinos y granjeros). Un
movimiento de protesta organizado formalmente representa una
especie de “grupo de presión”, Un movimiento de protesta puede
transformarse en un auténtico movimiento social; el primitivo
movimiento obrero presentaba muchos de los rasgos de un
movimiento de protesta, y a menudo los sindicatos actúan como
grupos de presión. Ni los grupos de presión ni los movimientos de
protesta desarrollan, por lo general, un programa de acción política
amplio o una ideología muy elaborada. Aunque más tarde
comentaremos las relaciones entre los movimientos sociales y los
partidos políticos, señalaremos ahora que los partidos políticos no se
diferencian necesariamente por sus ideologías.
A pesar de sus objetivos e ideologías diferentes y a menudo
antagónicos, ciertos movimientos sociales presentan estructuras
tácticas y otros aspectos formales semejantes, mientras que otros
movimientos,
aunque
similares
por
sus
ideologías,
son
considerablemente diferentes en otros aspectos. Mientras que los
primeros estudios sobre los movimientos sociales se centraron en las
ideas, las investigaciones sociológicas más recientes han prestado
igual atención a lo aspectos estructurales y psicológicos.
Ideas
Los movimientos que aspiran de forma consciente a un orden social
radicalmente distinto, a un .cambio de raíz., resultan posibles solo
cuando el orden social es considerado no como una creación divina,
sino como obra del hombre y sujeta a su voluntad. Los movimientos
de este tipo son concomitantes de la secularización del pensamiento.
Esta es la razón de que tales movimientos no se hayan. producido en
Occidente hasta el siglo XVIII y en Oriente hasta fecha muy reciente,
como consecuencia del contacto cultural con Occiden-te. Las primeras
revueltas r disturbios entre los estra-tosociales inferiores.
pretendían. siempre mejorar su posición social, sin. atacar los
cimientos del orden social. Los movimientos radicales de los primeros
tiem-pos tendían a presentar el carácter de sectas' milenaris-tas
religiosas o semirreligiosas. Aún se producen movimientos similares
en ciertas regiones' atrasadas en cuanto a la transición a la sociedad
moderna. Estos movimientos solían fracasar, a menos que adoptaran
la organización, la táctica y la ideología de los movimientos
modernos.
En su intento por justificar sus objetivos, los movimientos
sociales modernos recurren. a principios abs. . tractos acerca de la
naturaleza del hombre, de su destino y de sus derechos naturales,
todo. ello amalgamado con la critica de las instituciones económicas,
pollticas Y culturales existentes. Las ideas de libertad e igualdad son
comunes a los principales movimientos sociales, unidas a veces a la
idea de unidad e independencia nacional...
Las formas más típicas de la filosofía de un movimiento social son, o
bien un plan detallado y racional para una nueva sociedad, es decir,
una utopía, o bien, como es el caso del marxismo, una teoría de la
historia que predice el advenimiento inevitable de una nueva
sociedad, sin revelar con detalle cómo será, Característica de esos
sistemas de pensamiento es su coherencia lógica. su apoyo en
explicaciones monocausales de los principales problemas sociales y su
tendencia a creer que ciertos cambios en las instituciones sociales
aportarán soluciones definitivas, a todos los problemas humanos.
Los defensores del orden existente elaborarán argumentos contrarios
que se convertirán en ideas fundamentales (o ideología en su sentido
más estricto) de un contramovimiento. Estos contramovimientos
suelen incorporar algunas de las ideas de sus adversarios; pero, por
otra parte, utilizan cualquier argumento que pueda servir para
defender sus posiciones, sin preocuparse de las contradicciones
lógicas resultantes, Algunos han hecho un uso eficaz de los símbolos
(como el Tercer Reich) con objeto de conseguir una solidaridad entre
sus partidarios. Cualquier tipo de sistema de creencias o convicciones
puede ser considerado como la expresión de la voluntad colectiva de
los grupos sociales en los que se desarrolla y es aceptado.
Aunque los métodos de análisis de los sistemas de creencias de los
movimientos sociales han sido perfeccionados. gracias a la "sociología
del conocimiento", es importante reconocer el elemento volitivo en
las ideologías, toda vez que es lo que las hace socialmente efectivas
La creencia en un 'conjunto' de ideas fundamentales une entre si a los miembros de un movimiento y les da el
élan que necesitan para la persecución incesante de los objetivos de
aquel. En ciertos casos, esta creencia puede adquirir formas casi
religiosas. Si esto sucede, no solo las ideas de los antagonistas, sino
también cualquier desviación respecto de la ideología ortodoxa son
tildadas de heréticas. [Véase IDEOLOGIA.)
Características socio psicológicas
Las motivaciones de los individuos para incorporarse o un movimiento
social pueden variar, desde la creencia racional en los objetivos del
movimiento
(orientación
valorativo-racional)
hasta
el
puro
oportunismo. Muy
a menudo, la decisión de afiliarse es más
emocional que racional p. ej., cuando una persona “se convierte”
gracias a una experiencia que despierta su sentido de la justicia y, en
cierros tipos de movimientos, la masa de partidarios está mas atraída
por el encanto personal de un dirigente que orientada hacia un
sistema complejo de creencias o un programa de acción definido
(orientaci6n emotivo-afectiva). Cuando un movimiento tiene cierta
antigüedad, puede suceder que, en ciertas familias, grupos
ocupacionales o comunidades locales, se convierta en tradicional el
pertenecer a él, como es el caso de las tendencias socialistas de
muchas familias obreras en Europa. El ejemplo de los parientes,
vecinos o amigos puede suponer un incentivo para adherirse a un
movimiento. (Véase PERSONALIDAD POLITIA).
Se pueden distinguir los siguientes tipos sociopsicoógicos de
movimientos, según la motivación principal de sus miembros:
(1) La .comunidad espiritual. valorativo-racional o “hermandad de
creyentes en la verdad de las ideas fundamentales y en los objetivos
prácticos de un movimiento.
(2). El “seguimiento” emotivo-afectivo de un dirigente carismático.
.
(3) La asociación intencional-racional o utilitaria para la consecución
de intereses individuales.
Son frecuentes las combinaciones de estos tipos, y durante el ciclo
vital de un movimiento se pueden producir transiciones de un tipo a
otro. Lo que empezó como comunidad de creyentes en una “causa”
se puede convertir en movimiento triunfante que atrae a oportunistas
con ambiciones políticas o sociales, En ciertos movimientos
revolucionarios, la devoción a la causa se convierte en algo tan
preeminente que se desaprueban los lazos de amistad y amor entre
los miembros, así como las relaciones personales e intimas con los no
miembros, lo que resulta paradójico en movimientos que pretenden
establecer un orden social más humano y fraternal. Por supuesto, a
estas prácticas pueden contribuir razones de seguridad contra espías
y traidores, Por otra parte, existen casos en los que el parentesco y la
amistad personal contribuyen a reforzar la solidaridad de los
miembros de un movimiento revolucionario.
La naturaleza de un movimiento puede también cambiar cuando se
incorpora a él una nueva generación. Por generaci6n política
entendemos aquellas personas, aproximadamente de la misma edad,
que han vivido los mismos acontecimientos sociales y políticos
decisivos durante el periodo de formación de sus vidas, es decir,
aproximadamente entre los 17 y los 23 años, Tales experiencias
contribuyen, junto con Otros factores, a la formación de sus ideas
sociales y políticas (Weltanschaung). Aunque este concepto presente
serias dificultades para su definición operativa., resulta de mucha
utilidad para comprender el origen y el desarrollo, así como las
tensiones y los cambios internos de los movimientos sociales. (Véase
GENERACIONES)
Se han hecho muchos intentos de explicar el origen y el desarrollo de
los movimientos sociales basándose en factores exclusivamente
psíquicos, Estos intentos han llegado, en muchos casos, a conceder
un relieve excesivo a las motivaciones irracionales, e incluso a los
rasgos Patológicos de los fundadores y lideres, así como de los
seguidores, descuidando las condiciones situacionales en las que
surgen los movimientos. Aunque muchos de los primeros dirigentes
de los movimientos radicales fueron personalidades desequilibradas y
muchos de los atraídos por tales movimientos, individuos frustrados,
en general la adhesión masiva está motivad por una reacción racional
frente a unas condiciones económicas o sociales que se consideran
intolerables. Igualmente, el concepto popular de que los movimientos
son creados por agitadores extranjeros debe ser descartado; los
extranjeros aceleran ciertamente la difusión de un movimiento; pero
a menos que la población local esté “predispuesta” el agitador
predicará en el desierto o, incluso, se verá obligado a desistir.
Organización y estructura
Aunque los movimientos sociales no tienen por definición
carácter corporativo, como grupos de acción necesitan cierto tipo de
organización que permita a ciertas personas actuar como portavoces
y representantes autorizados, Esta organización puede tomar la
forma de comités, clubs, sindicatos o partidos políticos.
La relación con los partidos políticos reviste especial importancia, y
puede adoptar diversos modelos: (a) el partido puede servir como
avanzada del movimiento; (b) el movimiento puede estar
representado por varios partidos o ejercer su influencia a través de
ellos (c), un partido puede estar formado por varios movimientos, o
sectores de, estos; o (d) el movimiento puede rechazar todo vinculo
con los partidos políticos. Ejemplos, del primer caso son el partido
laborista británico en sus primeros tiempos y el partido
nacionalsocialista obrero alemán (NSDAP) en relación con el
movimiento nazi, mucho más amplio; del segundo caso, el
movimiento obrero de la Alemania occidental representado en el
partido socialdemócrata (SDP) y en la unión cristianodemócrata
(CDU); del tercero, los grandes partidos americanos; del cuarto, los
Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) en Estados Unidos y el
anarcosindicalismo en general.
Todo partido político presupone, por definición, la existencia de al
menos otro partido dentro del sistema político. Sin embargo, los
partido ideológicos que resultaron de los movimientos comunista y
fascista (así como de ciertos movimientos de independencia) pretenden el monopolio del poder y no reconocen a los demás partidos
como adversarios o competidores legítimos, Dado que son selectivos
en cuanto a sus miembros exigen absoluta obediencia por parte de
estos, resulta más apropiado denominados “órdenes políticas” que
partidos. Estos partidos totalitarios intentan controlar todos los
aspectos de la vida social a través de sus numerosas organizaciones
afiliadas [Véase PARTIDOS POLITICOS.]
Las organizaciones afiliadas fueron, sin embargo, creadas en un
principio por los partidos socialdemócratas de la Europa continental y
más tarde, utilizadas por casi todos los demás partidos, El propósito
primario de crear organizaciones femeninas, infantiles y juveniles, así
como educativas, deportivas, etc., no era el de conseguir el control
total, como sucede, en los órdenes totalitarios, sino el de reclutar
nuevos miembros y ganar las elecciones. Ya antes de 1933, la vida
de un socialista alemán podía transcurrir “desde la cuna hasta la
tumba” dentro de organizaciones afiliadas al partido.
Esto indica que, para sus miembros, el partido era algo más que una
institución política; era parte de un movimiento más amplio en el
que las masas de obreros industriales habían encontrado un “hogar”,
una comunidad de pensamiento y de espíritu. La creación de fuerzas
paramilitares
por
parte
de
los
movimientos
fascista
y
nacionalsocialista indujo a sus contrarios a hacer lo mismo.
Las relaciones entre los diversos grupos organizados que
constituyen un movimiento no están siempre libres de tensiones. Así;
p. ej., en algunos países europeos la afiliación de un sindicato a un
partido político ha suscitado en ocasiones la oposición de aquellos
trabajadores que no compartían la orientación política (socialista) de
su sindicato.
El crecimiento de las organizaciones afiliadas, junto con el sufragio
universal, crearon problemas de administración que no podían
resolverse con la simple colaboración en horas libres de trabajadores
voluntarios Así, pues, tanto en los partidos como en los sindicatos y
en otras organizaciones dentro de los movimientos más importantes
se formaron grandes plantillas de trabajadores, remunerados por
jornada completa. Aunque aumentó la eficacia del funcionamiento
interno, una consecuencia no deseada de la profesionalización del
personal es, a menudo, la disminución del impulso militante, Las
personas responsables de una gran organización de la que depende
mucha gente, ante una situación critica, se mostrarán reacias a
arriesgar no solo las vidas de los miembros de la organización, sino
incluso la propia existencia de esta y, finalmente, Sus logros. (Esto
explica en parte por qué los dirigentes sindicales socialistas de
Alemania no ofrecieron resistencia a Hitler en la primavera de 1933.)
La estructura de poder de los movimientos sociales varia desde la
difusión del poder hasta la concentración de la autoridad en el nivel
superior. La autoridad suprema puede ser institucional, es decir,
inherente al cargo al que ha sido promovida una persona por procedimientos legales -o carismática, es decir, nacida de la creencia en
los poderes extraordinarios, .casi Sobrehumanos, de una determinada
persona que, a su vez, está movida por la creencia en sus dotes
singulares, en su predestinación al liderazgo y en su “misión política”.
Los fundadores y los primeros dirigentes de los movimientos sociales
se aproximan a menudo a este modelo. Sin embargo, no hay que
confundir el carisma auténtico con la popularidad de un líder.
En los movimientos fascista y nazi Se aceptó el liderazgo carismático
y se como un principio, y se desarrolló en todas sus características y
consecuencias. Por el contrario, el marxismo-leninismo rechaza e1
“culto a la personalidad”. Esta diferencia, oscurecida por el hecho de
que la calificación de dictatoriales Se aplica tanto a los regímenes
comunistas como a los fascistas, es importante para comprender
debidamente la estructura de ambos tipos de movimientos y de los
regímenes resultantes. En especial, el problema de la sucesión, que
es muy delicado en el caso de los líderes carismáticos, es mucho
menos grave en los partidos y regímenes comunistas. (Véase
CARISMA; LlDERAZGO; TOTALITARlSMO)
Estrategia y táctica
En política, la distinción entre estrategia y táctica no es tan clara
como en la teoría de la guerra, pero no deja de ser importante. En las
sociedades donde existe libertad de opinión, los movimientos sociales
entran en conflicto con el gobierno generalmente más por cuestiones
de táctica que de estrategia,. En especial si los miembros del
movimiento social practican la acción directa. (p. ej., el sabotaje, la
huelga genera, el boicot, las sentadas, el terror y la violencia) o
Preparan Un golpe de Estado. Las escisiones en los movimientos
sociales se producen más a menudo por cuestiones de táctica (p. ej.,
la cuestión de reforma o revolución) que de estrategia, aunque las
divisiones más profundas suelen ser las motivadas por cuestión de
estrategia a largó plazo (p. ej., la controversia entre estalinistas y
trotskistas), Para el que lo contempla desde el exterior,
resulta muchas veces difícil saber si un cambio en la política de un
movimiento se debe a un cambio en los objetivos finales o
simplemente a una maniobra táctica (este ha sido el principal
problema en relación con el comunismo).
Cuando falla la acción política legal, se recurre a menudo a la
acción directa, fundamentalmente antidemocrática, puesto que niega
al adversario la oportunidad de discutir el punto en cuestión. En
situaciones extremas, el movimiento puede culminar en una revolución violenta.
La táctica y la estrategia de un movimiento social son
interdependientes con su ideología y su forma de organización; p. ej.,
un movimiento que persigue la revolución necesita una organización
más autoritaria que otro que crea en la reforma gradual. La elección
de la táctica, así como la de las formas de organización, depende en
parte del sistema político dentro del que opera el movimiento y en
parte de las dimensiones del movimiento y de su influencia en el
sistema político. La táctica de un movimiento social puede, pues,
cambiar a medida que este crece, es decir, se puede hacer menos
revolucionaria según el movimiento adquiere influencia, o más
agresiva según aumentan las posibilidades de éxito.
La mayoría de los movimientos sociales actúan en público, porque la
publicidad da influencia y hace aumentar el número de partidarios.
Sin embargo, recurren a la clandestinidad en ciertas situaciones en
que se niega el derecho de asociación y de reunión y la libertad de
palabra, .o cuando los miembros de un determinado movimiento son
objeto de una legislación prohibitiva o de persecución. El movimiento
obrero se vio obligado, durante sus primeros tiempos, a permanecer
en gran medida en la clandestinidad. La consecuencia fue entonces,como lo ha sido después en casos similares-el fraccionamiento del
gran movimiento en muchos grupos parecidos a sectas y más o
menos conspiradores.
En la política, como en la acción militar y en el mundo de los
negocios, el éxito es del innovador. La subida al poder y los logros en
política exterior de los fascistas y nazis fueron debidos, en parte, al
hecho de que no respetaron las reglas del juego, contra lo que
esperaban sus enemigos de dentro y fuera del país. Lo mismo puede
decirse, con algunas modificaciones, de! movimiento comunista: los
frecuentes cambios de táctica tienden a confundir al adversario, Mao
Tse- Tung. triunfó porque se apartó de la estrategia y la táctica
ortodoxas del leninismo.
Los movimientos radicales revolucionarios y contrarrevolucionarios
son capaces de violar las reglas del juego porque sus miembros no
consideran a sus contrarios como parte de la comunidad política, sino
que ven la política como un enfrentamiento entre el bando amigo y el
enemigo, en el cual ningún medio queda prohibido. Esto explica el
uso de terror antes y, después de la toma del poder y la paradoja de
que hombres que intentan crear un mundo mejor para el hombre
sean capaces de sacrificar a millones de Seres humanos en el
proceso.
Movimientos de clase y movimientos étnicos
Dos tipos de movimientos sociales han alcanzado una importancia
histórica en los últimos tiempos: los movimientos de clase y los
movimientos de grupos étnicos.
Ejemplos de los primeros son los de la clase media frente a la
nobleza, los de campesinos frente a terratenientes, los de
trabajadores contra patronos, los de granjeros contra intermediarios,
los de la pequeña burguesía contra la gran industria y, hablando en
términos más amplios, los de los pobre contra los ricos. Las clases
que los forman suelen ser las que, aun habiendo adquirido
significación política y conseguido logros socioeconómicos generales,
se sienten económicamente explotadas y políticamente oprimidas.
Algunos movimientos, y en especial los contra movimientos y los
movimientos de protesta, surgen entre los miembros de una clase en
decadencia por lo que respecta a su significación socioeconómica. Así,
el movimiento obrero europeo se inició entre los artesanos
descontentos por la pérdida de su independencia económica y entre
los obreros industriales especializados que representaban la elite
económica e intelectual del proletariado.
Hay que señalar una distinción, entre movimientos campesinos y
movimientos granjeros, Los primeros se producen en las sociedades
donde la tierra es propiedad de las clases dirigentes, no
necesariamente dedicadas a la agricultura, pero que obtienen rentas
u otros ingresos, en metálico o en especie, o servicios de los
campesinos. El típico movimiento campesino lucha por la abolición
de estas obligaciones y por el retorno de la tierra a sus pretendidos o
reales propietarios originales. Si los campesinos y los propietarios de
la tierra pertenecen a grupos étnicos diferentes, como sucede, p, eje,
en algunos países iberoamericanos y en numerosas colonias, el
conflicto reviste caracteres especialmente graves.
Por el contrario, los movimientos granjeros modernos nacen entre
los agricultores que producen para el comercio, y en especial en
zonas de monocultivo, donde existe un alto grado de inseguridad
económica. A menos que haya una clase amplia de arrendatarios, la
cuestión de la tierra no se plantea; los puntos de fricción son sobre
todo los precios, los tipos de interés y los impuestos; y los principales
“objetivos”', los comerciantes, los acreedores, y el gobierno.
Por lo general, los movimientos de granjeros no presentan una
ideología elaborada, sino que se basan en demandas concretas; en
este aspecto se asemejan a los simples movimientos de protesta. Sin
embargo, si sus reivindicaciones no son atendidas, incluso los
granjero modernos se vuelven simpatizantes de movimientos
ideológicos radicales (p. ej., los granjeros alemanes durante la subida
del nazismo; los franceses). Es probable que los movimientos
campesinos recurran a la violencia, Su ideología, cuando la tienen,
puede ser al mismo tiempo tradicional y restauradora, Sin embargo,
es precisamente en las zonas tradicionales de inquietud campesina
donde el comunismo contemporáneo ha conseguido un apoyo amplio,
en especial en Europa meridional e Ibero América.
El hecho de que un movimiento sea apoyado por una clase
determinada no significa que todos los miembros del movimiento
pertenezcan a ella o, que todos lo, miembros de esa clase
pertenezcan al movimiento. Las correlaciones nunca son perfectas.
Ciertos movimientos nutren sus filas principalmente de los miembros
desarraigados o marginados de ciertas clases (p.j., la mayoría de los
primeros nazi,. Incluido Hitler, eran de clases, procedentes de la clase
media inferior). Los fundadores, dirigentes; creadores del sistema de
creencias de un movimiento de clase son a menudo miembros
alienados de otra clase.
A este respecto, reviste especial importancia el
papel de la
intelligentsia como suministradora de líderes de los movimientos
revolucionarios. Estos hombres y mujeres, carentes de firmes raíces
en su sociedad, Son sensibles a las ideologías que les prometen una
sociedad en la que su grupo social encontrará al fin un estatus
satisfactorio,
El término de “movimientos de grupos étnicos” se emplea para
designar fenómenos muy diversos. Los mas importantes son: (1) los
movimientos en favor de la independencia política de las minorías
nacionales en el seno de los antiguos imperios europeos; (2) los
movimientos de independencia de los nativos' de colonias en Asia u
África; (3) los movimientos en pro de la unidad nacional, como p. ej.,
en Alemania e Italia en el siglo xrx y el movimiento panarábigo en el
siglo xx; (4) los movimientos en favor de la igualdad cívica y cultural
dentro de estados étnicamente heterogéneos (los flamencos en
Bélgica) O en favor de la superioridad (los fineses en Finlandia),
Por lo general, estos movimientos están dirigidos y apoyados, sobre
todo, por elites culturales, económicas y, en ciertos casos, militares
que tienen intereses vitales en la consecución de los objetivos.
Los líderes de los actuales movimientos de independencia en la,
colonias son, con escasas excepciones, intelectuales y miembros de
profesiones liberales, hombres marginales que han recibido la cultura
y la educación europeas. Sus seguidores no proceden solamente, y ni
siquiera en su mayoría, de los estratos sociales más bajos, sino que
suelen ser miembros de las c1ases recientemente creadas de
empleados, funcionarios y militares, así como de la pequeña y media
industria, que se consideran perjudicados por el gobierno colonial y
el dominio económico occidental. En muchos países apoyan también a
estos movimientos los mineros, campesinos, plantadores y otras
categorías de trabajadores que han estado en contacto con sistemas
económicos y políticos europeos y que han sido arrancados de la
comunidad de su aldea o tribu. Aun entre los primitivos isleños del
sur del Pacifico han surgido movimientos tendentes en parte a la
liberación, del dominio blanco y en parte nutridos por la esperanza
mesiánica de enriquecerse gracias a la civilización; tales son, p, ej.,
los cultos del cargamento. [Véase NATIVISMO Y REVIVALISMO]
El movimiento negro en Estados Unidos no encaja dentro del patrón
típico de los movimientos de grupos étnicos, ya que la mayoría de los
negros no aspiran a la independencia política ó a la autonomía
cultural, sino a la integración en la sociedad y en la cultura estadounidense, Dado que no son sino una minoría nacional ni una clase
social, su movimiento no pretende cambios fundamentales en el
orden social, sino lograr que sus miembros gocen de los derechos
constitucionales. Si embargo, la consecución de los objetivos negros
cambiaría no solo las costumbres locales y regionales, sino también
ciertos aspectos del orden legal existente. El movimiento es, pues,
considerado por amigos y enemigos como una “revolución”, Por sus
objetivos y tácticas, el movimiento negro se asemeja al movimiento
femenino de las sufragistas, Al igual que el movimiento obrero de los
primeros tiempos, ha recibido importante ayuda y directrices de
extraños a él.
En muchos casos, se puede observar que ciertas zonas o regiones
de un país son el semillero y la fortaleza de una diversidad de
movimientos sucesivos de carácter más o menos radical. Se da
especialmente en zonas rurales donde el monocultivo y otros factores
(tales como las lluvias irregulares) producen un alto grado de
inseguridad económica entre
los granjeros o donde existe una
elevada proporción de desempleo entre los obreros agrícolas, El
agotamiento de los bosques y de otras fuentes secundarias de
ingresos para los granjeros, o su apropiación por extraños al lugar
tiende también a crear Zonas de inquietud social (p, ej. el norte de
Suecia y zonas desmontadas en los estados de los Grandes Lagos y
en el sur de Estados Unidos), En algunas de estas zonas, los
movimientos sociales tienden a encontrar apoyo en todos los estratos
sociales, ya que todos están afectados; en otros casos, los
propietarios se integrarán en un movimiento y los no propietarios en
otro opuesto, También se producen focos persistentes de inquietud y
rebeldía en ciertos sectores de las ciudades metropolitanas. El estudio
de estos fenómenos contribuye la “ecología” de los movimientos
sociales.
Funciones de los movimientos sociales
Los grandes cambios que se han producido en e1 orden social del
mundo durante los dos últimos siglos son en gran medida la
consecuencia directa o indirecta de los movimientos sociales, puesto
que aún cuando cada movimiento no consiguiese todos sus objetivos,
parte de su programa fue aceptado e incorporado al orden social en
continuo cambio, Esta ha sido la función principal o "manifiesta:" de
estos movimientos.
A medida que crece un movimiento, se pueden observar en él
ciertas funciones secundarias o “latentes”:
(1) el movimiento contribuye a la formación de la opinión pública al
favorecer la discusión de los problemas sociales y políticos y al
incorporar algunas de sus ideas a la opinión pública dominante. (2)
facilita el adiestramiento de líderes que se convierten en parte integrante de la elite política y pueden, finalmente, acceder a los, puestos
más elevados del gobierno. Los movimientos obreros socialistas y los
de independencia nacional han formado a muchos de los actuales
jefes de gobierno en todo el mundo, Los dirigentes obreros y de otros
movimientos, aun cuando no ocupen cargos públicos, pertenecen
también a la elite política en muchos países, hecho que en algunos
casos es reconocido por los jefes de gobierno, que pueden dispensar
los honores correspondientes a tales lideres o consultarles sobre
cuestiones políticas.
Cuando estas dos funciones alcanzan el punto en que el
movimiento, tras haber cambiado o modificado el orden social, se
convierte en parte integrante de él, el ciclo vital del movimiento llega
a su fin: se ha convertido en una Institución. Esto sucede en primer
lugar cuando un movimiento revolucionario resulta victorioso, como
en la URSS y en la China continental, donde el comunismo no puede
seguir llamándose movimiento, sino que se ha convertido en un
régimen.
También ha sucedido en el caso de los movimientos
obreros socialistas y de ciertos movimientos granjeros en los países
desarrollados económicamente del norte y el oeste de Europa y en
Estados Unidos y los dominios británicos, mientras que los países
donde se han retrasado o impedido reformas sociales y económicas
urgentes son hoy semilleros de movimientos revolucionarios
socialistas y comunistas. [F, R, B.]
RUDOLF HEBERLE
II
ESTUDIO DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
El análisis de los movimientos sociales ha constituido hasta ahora un
campo amorfo y vago de investigación y teoría sociológicas, unas
veces concebido como parte del campo general del comportamiento
colectivo y otras como parte del estudio de las asociaciones
voluntarias. En este articulo, sin embargo, los movimientos sociales
se definen como exigencias socialmente compartidas de cambio en
algún aspecto del orden social. Esta definición pone de relieve el
papel que desempeñan los movimientos sociales en el desarrollo del
cambio social, aspecto que ningún estudioso del tema puede ignorar.
En diversos momentos y circunstancias, la legitimidad de las
instituciones o valores consuetudinarios de una sociedad puede ser
objeto de ataque por parte de los diferentes sectores de esta, Se
propugna una reorganización; pero la demanda de cambio tropieza
con resistencias y se mantienen las antiguas costumbres y
organizaciones, El resultado es que los grupos se enfrentan entre si
en algún tipo de cont1icto.
Un movimiento social no es, pues, la suma inadvertida de muchos
cambios, sino una acusación explicita y consistente contra toda o
parte del orden social, y una petición consciente de cambio. Tiene
también un componente ideológico, es decir, un conjunto de ideas
que especifican el descontento, prescriben soluciones y justifican el
cambio.
Movimientos dirigidos y movimientos espontáneos
En el concepto de movimiento se mezclan las nociones de
asociación formal y comportamiento informal y difuso. Se puede
establecer una distinción significativa entre los movimientos o
sectores de un movimiento “dirigidos” y los “espontáneos”. Esta
distinción es similar a la que hizo Herberc Blumer (1946) entre
movimientos “generales” y “específicos”. El sector dirigido de un movimiento se caracteriza por la presencia de grupos organizados y
estructurados, con programas específicos, una estructura de
liderazgo formal, una ideología definida y unos objetivos fijados de
antemano, sus seguidores son miembros de una organización, al
tiempo que partidarios de una doctrina. La fase espontánea o no
dirigida de un movimiento se caracteriza por la modificación de
perspectivas; normas y valores que se produce en la interacción de
las personas fuera de un contexto asociacional específico, Los
seguidores son partidarios pero no necesariamente miembros de ninguna asociación que propugne el cambio estudiado.
Por ejemplo, el sector dirigido del movimiento feminista estaba
formado por varias asociaciones que trataban de conseguir el objetivo
de igualdad de derechos para las mujeres en diversos aspectos de la
vida americana; en su fase espontánea, el movimiento consistió en
una sutil y poco divulgada redefinición de los derechos de la mujer
(en la que intervinieron hombres y mujeres), En la obra de Ibsen
Casa de muñecas, la protagonista, Nora, es partidaria activa de este
movimiento, sin estar afiliada a ninguna organización feminista,
Estos dos aspectos del fenómeno de los movimientos sociales llevan
a menudo a diferencias de perspectiva en los estudios sociológicos,
Los que se centran en la acción difusa y no dirigida suelen destacar
características de los movimientos análogas a las de otros fenómenos
de comportamiento colectivo, y que constituyen a menudo un rasgo
notorio de la etapa de formación de los movimientos y asociaciones,
La acción de las turbas y de las multitudes, la inquietud general y lo
estructura de la vinculación personal ocupan un lugar importante en
muchos estudios sobre la génesis de los movimientos sociales (p. ej.,
véase Cantril 1941), Este tipo de estudio intenta analizar cómo se
concreta el descontento en nuevas definiciones de los derechos y
privilegios, en acusaciones contra el orden existente y, finalmente en
programas par nuevas estructuras institucionales. Así, p, ej., George
Rudé (1959), en su análisis sobre la opinión publica entre la clase
obrera parisiense en vísperas do: La Revolución Francesa, hacia
remontar su descontento a la cólera provocada por la subida del
precio del pan; solo a través de una serie de motines, de
declaraciones y de contraataques se convirtieron las protestas de los
trabajadores en una ideología revolucionaria.
La mayoría de los estudios sobre los movimientos sociales han
consistido en investigaciones sobre el desarrollo de una asociación,
desde la etapa de excitación colectiva hasta las actividades de los
grupos organizados formalmente. En estos estudios se identifica el
movimiento con los objetivos y acciones de las organizaciones
(véase, p, ej., Holtzman 1964; Lipser 1950; Webb y Webb 1894),
Política pública y persuasión privada
Los sectores dirigido y espontáneo de los movimientos sociales se
influyen recíprocamente. A medida que los movimientos surgen,
crecen y obtienen reconocimiento, tienden a provocar controversias
públicas, Ciertos sectores no comprometidos de la sociedad pueden
ser polarizados hacia el apoyo partidario o hacia la oposición y
resistencia. El movimiento en favor de los derechos civiles de los
negros en Estados Unidos, durante los años sesenta, dividió a la
población blanca, relativamente indiferente, en oponentes y
partidarios, Aun cuando no se incorpore a una organización, la gente
toma postura y amolda su comportamiento en respuesta a nuevas
expectativas, Surgen puntos de fricción donde antes había consenso
(Hyman y SheatSley 1964).
Los' movimientos sociales pueden distinguirse según traten de
alcanzar sus objetivos mediante la política pública o la persuasión
privada, Un movimiento puede luchar por un cambio efectivo en la
forma de gobierno u otras instituciones. Así, p, ej" el movimiento
Town send trataba de que se aprobara una legislación que favoreciera
a las personas de edad (Holtzman 1964) Y las primitivas sectas
metodista esperaban reformar la iglesia anglicana (Niebuhr 1919).
Otros movimientos se han dedicado exclusivamente a persuadir a los
individuos para que emprendieran tal o cual tipo de. Acción,
ignorando la utilización de las instituciones públicas como agentes de
control. Los movimientos religiosos son más dados a buscar
prosélitos que a elaborar una nueva legislación, incluso en e1
movimiento estadounidense en favor de la templanza, las primeras
etapas se distinguieron por los esfuerzos dedicados a la persuasión
individual (Gusfield 1963, Cáp. 2),
Creencia y politización. Aunque los movimientos pueden utilizar a
la vez, como hacen a menudo, la política pública y la persuasión
personal, es importarte tener en cuenta que pueden pasar de una
forma de acción a la otra. Uno de los problemas, más importantes en
este campo es, pues, la manera en que los movimientos se politizan.
La expresión religiosa de descontento puede sustituir a una expresión
política (Lipset 1960, Pág. 97-100). La tendencia contraria se da también a veces; p. ej., los estudios de movimientos milenaristas en
Melanesia dem0uestran que los movimientos religiosos pueden
transformarse en rebeliones políticas nacionalistas (Worsley 1957).
El concepto de movimiento social implica, pues, un grupo de
personas que, por una parte, están en camino de rechazar los valores
y las disposiciones sociales existentes, mientras que, por otra, se
esfuerzan por conseguir prosélitos para su causa y se enfrentan con
la resistencia que suscitan inevitablemente sus actividades. Pero, aun
cuando el movimiento se desarrolle a menudo mediante
organizaciones, no es del todo un fenómeno asociacional. Es en el
sistema de creencias generalizadas y en la entrega de los partidarios
a estas creencias o doctrinas donde se encuentran los rasgos
característicos de un movimiento social. La unidad y coherencia de un
movimiento, en sus diversas etapas y formas, depende de la similitud
de las convicciones de sus partidarios sobre la legitimidad de un
nuevo tipo de conducta, de su rechazo de la existente y de su
exigencia de que se adopte la nueva. Es esto lo que distingue a un
movimiento social de otros tipos de asociaciones basadas en
especiales intereses, así como de los estallidos, de hostilidad y de las
protestas que no se plasman en reivindicaciones explícitas de cambio
social.
Cambio social y base social
Una hipótesis importante en este campo es la de que los
movimientos sociales son producto del cambio social En un momento
dado, se producen unas circunstancias en las cuales ya no son
adecuadas las relaciones establecidas; el resultado de esta tensión
entre lo antiguo y lo nuevo es el descontento: Una de las tareas del
sociólogo al analizar un movimiento es la de identificar los cambios
sociales que han provocado el descontento y especificar su relación
con el movimiento. Por ejemplo se ha comprobado que el movimiento
que pretendía imponer la lengua de las zonas rurales noruegas como
idioma oficial en Noruega nació de chauvinismo cultural con que los
campesinos respondían al influjo de las instituciones y los personajes
urbanos en las provincias. (Munch 1954).
Base social de los movimientos. De la misma forma que un
cambio rara vez se produce uniformemente en toda la sociedad, así
también un movimiento social atrae a ciertos sectores
de una
sociedad y no a toda ella. En otras palabras, está localizado dentro de
la estructura social. Por ejemplo, el movimiento de independencia de
la India ejerció una atracción especial
sobre los miembros de
profesiones liberales que, como clase, veían cerradas muchas puertas
para sus carreras aunque hubieran recibido una educación británica
(Misra 1961); el movimiento poujadista en Francia atrajo a pequeños
industriales y granjeros (Lipset 1960 Pág 154-165); el metodismo en
sus primeras etapas ejerció un singular influjo sobre la clase
trabajadora inglesa (Niebuhr 1929 Cáp.2).
Un movimiento específico puede, por supuesto, atraer a más de un
sector social o cultural. Los análisis de los movimientos llevan a
menudo consigo el estudio de los problemas que plantean los
esfuerzos por unir diversos grupos sociales en una asociación. Así, se
ha puesto de manifiesto que el movimiento socialista estadounidense
estuvo constantemente dificultado por los conflictos resultantes de las
diferencias entre el radicalismo de los estadounidenses nativos de
vida rural y el radicalismo de los obreros urbanos, a menudo inmigrantes. El primero era a la vez populista y antiindustrial, mientras
que el segundo trataba de extender la industrialización con tal que
estuviera regulada (Bell 1952).
Privación relativa y cambio social. No existe una relación lineal y
sencilla entre las penalidades sufridas por un grupo y el desarrollo de
movimientos en favor del cambio. El principio de la privación relativa
explica, sin embargo, en cierto modo la relación entre la pérdida
experimentada (o la amenaza de pérdida) y la expresión y
organización del descontento. La investigación ha demostrado que la
situación absoluta de un grupo no es tan decisiva en cuanto a crear y
dirigir el descontento como lo es la percepción de lo que es justo,
posible y de esperar. Las revoluciones pueden producirse, y a
menudo se producen, después de que los sectores revolucionarios de
la población hayan mejorado su posición económica. Dadas las
expectativas Crecientes del grupo, la nueva situación puede parecer
aun más angustiosa que la anterior. En ciertos casos, el miedo a
perder lo recientemente conseguido puede sembrar y aumentar la
inquietud. Por otra parte, la pérdida del estatus anterior puede influir
en la creación de movimientos que traten de restaurar la situación
precedente. Este fue uno de los factores del desarrollo del
sindicalismo inglés: la industrialización amenazaba con borrar las
fronteras entre el trabajo artesanal y el trabajo no especializado,
perjudicando así al obrero especializado (Webb y Webb 1894, Cáp.
1).
Aspectos estructurales. Los partidarios potenciales de los
movimientos sociales deben también ser juzgados desde el punto de
vista de sus habilidades y oportunidades para desarrollar una acción
colectiva. El cambio social puede crear movimientos mediante cambios estructurales tales como un incremento de la capacidad de los
grupos para las tareas de comunicación, dirección y organización. Por
ejemplo, la educación colonial sirve de campo de entrenamiento al
tiempo que, de semillero del descontento para los movimientos
nacionalistas y anticolonialistas (McCully 1940).
Contenido ideológico. Las doctrinas o creencias de cualquier
movimiento social reflejan la situación única de los sectores sociales
que forman su base. Tomadas en su conjunto, estas convicciones
significan un paradigma de experiencia por el cual la ideología y el
programa del
movimiento pueden parecer razonables, justos y
adecuados solo a un sector determinado de la sociedad, ya que este
es el único que ha sufrido las experiencias que hacen que la ideología
parezca a la vez relevante y válida. Esto sucede aun cuando la
ideología se plantee en términos muy generales. Así, el movimiento
en favor de una enmienda a la constitución de Estados Unidos que
prohíba la discriminación por razón del sexo ha sido planteado en la
retórica de la igualdad de derechos para todas las mujeres. Sin
embargo, esta enmienda ha sido patrocinada por mujeres
pertenecientes a la clase superior que se beneficiarían de la igualdad
con sus maridos en los derechos de propiedad, y combatida por las
mujeres de la clase obrera que consiguen protección y beneficios
especiales la ley que limitan sus horas de trabajo (Green y Melnick
1950). En este caso, la retórica de la “igualdad de derechos” tiene
distinto significado para las mujeres obreras que para las de la clase
superior.
Desarrollo de los movimientos sociales
Al analizar la relación entre los movimientos sociales y los cambios
sociales, el sociólogo, como vimos antes, intenta siempre descubrir
los sectores mantenedores y “abiertos” al movimiento, los cambios
sociales que producen tanto el descontento de estos sectores como
los medios para expresarlo, y la relación entre el contenido ideológico
del movimiento y las situaciones sociales específicas de los afiliados y
simpatizantes.
Comportamiento colectivo y acción colectiva.
No obstante, el descontento por si solo dista mucho de ser causa
suficiente para una actividad de protesta o para exigencias más
explícitas de cambio. “Un movimiento tiene que construirse y abrirse
camino en un mundo prácticamente siempre opuesto, resistente o al
menos indiferente”. (Blumer 1957, pág. 147), La inquietud general
debe centrarse en un aspecto específico del orden social. Hay que
adoptar nuevas convicciones y hacer nuevos prosélitos. Hay que
animar a la gente a defender una causa movilizando sus energías de
forma concertada. Cuando esto sucede, el movimiento suele adoptar
nuevas características. .
El hecho de que un descontento inicial se organice o no en un
movimiento es en si mismo problemático. Hobsbawm (1959) ha
estudiado una serie de lo que él llama movimientos “arcaicos” en los
cuales la protesta difusa no se plasmó en demandas de cambio
organizadas. Así, p.ej; el bandolerismo social siciliano de los siglos
XIX Y XX se expresaba y se alimentaba de la protesta difusa del
campesinado siciliano contra los ricos y los “extraño”. Sin embargo,
esta protesta nunca creó un contenido ideológico o una organización
mediante los cuales se llegara a un programa de reivindicaciones, una
táctica y una estrategia.
La aparición de la agitación en medio de la inquietud favorece la
creación de nuevas perspectivas de cambio social y da significado a
los cambios sociales que producen descontento. El desarrollo del
liderazgo, de las acciones organizadas y de la ideología canaliza el
descontento hacia un movimiento organizado y con frecuencia da
lugar a nuevas características debidas a una explosión inicial de
energía. Los estallidos iniciales de violencia pueden fácilmente ir más
allá del ataque a un aspecto específico y definido del statu quo. En la
revuelta húngara de 1956, los motines callejeros no fueron
revolucionarios en un principio, pero más tarde adquirieron este
carácter cuando el movimiento a favor de un nuevo régimen adoptó
una estructura más organizada y estable (Gross 1958, págs. 319321), Sin la aparición de una estructura más estable, tales estallidos
no habrían sido seguramente sino sucesos aislados, como sucedió con
las revueltas de Harlem en 1943.
Contingencias, A menudo, acontecimientos imprevistos y que
escapan al control o la influencia del movimiento cambian la
distribución de las fuerzas de oposición y de apoyo, afectando así a
su desarrollo. Por ejemplo, la inflación de finales de los años veinte Y
principios de los treinta contribuyó poderosamente al desarrollo del
partido nazi al aumentar el descontento económico de las clases
medio y bajo, cuyos lazos emocionales con el nacionalismo las
convertían ya en afiliados potenciales al nacionalsocialismo (Fromm
1941; Lipset 1960 Págs. 138.152).
Contribución estructural. La estructura de una sociedad afecta al
origen y a la forma de los movimientos de muy diversas maneras.
Este fenómeno ha sido designado por Smelser (1962) como
“conductividad estructural” El disentimiento puede estar permitido en
una sociedad, pero prohibido en otra, de modo que en esta última el
movimiento debe adoptar la forma de sociedad secreta. Así, p. ej., de
acuerdo con la teoría de Selig Perlman (1928), los rasgos singulares
del movimiento obrero estadounidense eran el
resultado de la
estructura de clases abiertas en Estados Unidos. En Europa, afirmaba
Petlman, los obreros no podían encontrar solución a su descontento
económico ascendiendo d. clase, mientras que, por el contrario, en
Estados Unidos las perspectiva de movilidad social de los
trabajadores eran bastante grandes. De esto deducía que los obreros
estadounidenses
tenían menos conciencia de clase
y que sus
reivindicaciones eran menos políticas que las de los obreros europeos
y más orientadas hacia cuestiones inmediatas de salarios y condiciones de trabajo.
El estudio de los movimientos sociales
La literatura sociológica está repleta de tipologías de movimientos, a
menudo elaboradas en función del interés por el desarrollo de una
teoría de los movimientos. Sin embargo, pocas investigaciones sobre
movimientos sociales específicos se han ocupado del desarrollo de un
marco teórico; la mayoría se deben al interés del investigador por
cuestiones y filosofías sociales determinadas. El campo de los
movimientos sociales puede ser provechosamente descrito en función
de los aspectos históricos, político, e ideológico, que han venido
constituyendo el foco de las investigaciones realizadas desde
mediados del decenio iniciado en 1920.
El problema de la vinculación. La aparición de partidos
comunistas en la mayoría de los países occidentales y el desarrollo
del fascismo alemán han afectado vivamente a los estudiosos de los
movimientos políticos y sociales. Incluso el estudio de los
movimientos religiosos medievales y de otros movimientos
milenaristas han sido estimulados, en los últimos años, por un
interés paralelo por los movimientos políticos de masas del siglo xx.
[Véase MILENARISMO; véase también Cohn 1957]
Los estudios sociológicos y psicológico sociales de los movimientos
extremistas han tratado de identificar las fuentes de la lealtad
organizacional e ideológica de afiliados y simpatizantes, “EI
fanatismo, el entusiasmo, la ardiente
esperanza, el odio y la
intolerancia” son a menudo las características del defensor del cambio
revolucionario (Hoffer 1951, pág. XI). La vehemencia con que los
comunistas, fascistas y otros “extremistas de izquierda o derecha se
aferran a sus posiciones de poder se contrasta con las condiciones de
la política democrática Rudolf Heberle (1951, Cáp. 15) ha establecido
incluso una analogía entre los partidos totalitarios y las disciplinas
religiosas, denominando a los primeros “órdenes políticas”.
Relaciones Interpersonales. Una hipótesis importante en el
estudio del proceso de vinculación es la de que la lealtad a un
movimiento se fomenta a través de la red de relaciones
interpersonales construida durante el proceso de participación. Una
persona que se incorpora a un movimiento establece una serie de
lazos personales que apoyan y refuerzan su identificación doctrinal.
Las personas socialmente alienadas encuentran en el movimiento la
solución a sus problemas de “pertenencia”. Los estudios sobre las
defecciones entre comunistas
ingleses, franceses y americanos
revelan que su comportamiento estaba influido por lealtades
interpersonales duales y conflictivas como, p. ej., la de la familia o el
grupo de trabajo por una parte y el partido por otra (Almond 1954;
Crossman 1949). En ciertos movimientos, se fomenta la entrega
completa con el control de toda la vida del individuo mediante
actividades organizacionales, con objeto de impedir las relaciones
interpersonales fuera del movimiento, cuando esto sucede, la
defección equivale a la completa reorientación de la propia vida. En
otros movimientos más pluralistas, la adhesión al movimiento no
impide al miembro desempeñar otros papeles contrarios e incluso
conflictivos.
Estudios psicológicos. El problema de los orígenes de la afiliación
“extremista” al comunismo y al fascismo se ha enfocado también
desde el punto de vista de la psicología. Las investigaciones de T. W.
Adorno y sus colaboradores (1950) sobre la “personalidad autoritaria”
han llegado a la conclusión, muy compartida, de que la conjunción de
rasgos masoquistas y sádicos en la personalidad de algunas
personas las predispone hacia posturas y movimientos políticos
antidemocráticos, intolerantes y autoritarios. En su crítica a esta
tesis, Edward Shils (1954) ha señalado que las organizaciones
derechistas xenófobas y nativistas de Estados Unidos dan prueba de
una gran incapacidad para subordinarse a un mando único y que en
la misma estructura organizacional se requieren diversos tipos de
personalidad para que el movimiento sea efectivo. También Milton
Rokeach (1960) ha examinado síndromes psicológicos similares de
intolerancia hacia la ambigüedad entre los partidarios de
organizaciones de extrema derecha y extrema izquierda en Inglaterra
y Estados Unidos. Toch (1965) ha establecido un marco muy útil para
analizar las motivaciones y las consecuencias psicológicas implícitas
en la vinculación de los miembros de un gran número de
movimientos.
Burocratización y movimientos sociales
La creación de una estructura organizacional al menos
semipermanente es a menudo esencial para la realización de los
objetivos de un movimiento. Sin embargo, esta organización suele
poner en acción influencias que frustran los ideales que le dieron
origen. Esta es la paradoja: que el medio necesario para un fin es a
menudo el medio que frustra la consecución del fin.
El desengaño acerca de las posibilidades de conseguir un ideal
mediante movimientos organizados ha motivado numerosos estudios
sobre movimientos sociales en el siglo xx. Una fuente importante de
interés por esta pérdida de claridad en la misión procede de la
ideología religiosa: ¿Cómo pueden los ideales enunciados en el
pensamiento religioso en la crítica profética convertirse en
estructuras institucionales eficaces? Ernst Troeltsch (1912) fue el
primero en plantear este problema con cierta precisión teórica, al
establecer la distinción entre secta e iglesia. Según él, a medida que
una secta se convierte en una iglesia más regular y coordinada (con
una feligresía definitiva, un clero instruido y un dogma y un ritual
específicos), la misión inicial y el impulso emocional del sectarismo se
difunden en la perspectiva acomodaticia y en el carácter racional de
la iglesia. Esta hipótesis está parcialmente confirmada en diversos
estudios sobre los movimientos religiosos americanos e ingleses;
entre los “desheredados” que piensan que las iglesias establecidas no
satisfacen ya sus necesidades, surgen nuevas sectas. Estas “iglesias
de los desheredados” muestran a su vez una tendencia a volverse
más conservadoras o “eclesiásticas”. (Niebuhr 1929 ; pope1942;
Harrison 1959).
Rutina e Identificación. Los sociólogos contemporáneos han
señalado que el idealismo y el celo misionero de la identificación
emocional espontánea con una causa suelen “adulterarse” por la
tendencia de todas las organizaciones a convertirse en “fines en si
mismas”. La doctrina de Max Weber (1922) sobre la rutinizacion del
carisma es la exposición teórica más importante de este punto de
vista.
En cuestiones similares se basan también una serie de estudios
sobre movimientos políticos o de otros tipos. El trabajo de Rober
Michels (1911) sobre el partido socialdemócrata alemán a comienzos
del siglo xx ha sido el más influyente a este respecto; su doctrina de
la ley de hierro de la oligarquía hacia hincapié en la inevitabilidad de
que los movimientos organizados tengan un liderazgo conservador.
Varios estudios recientes han mostrado también la tendencia de los
movimientos a seguir existiendo después de logrados sus objetivos
iniciales (Messinger 1955; Sills 1957). En este tipo de estudios está
implícita una teoría de “historia natural” de las organizaciones:
envejecen como cualquier otro organismo natural. Pero las
investigaciones más recientes parecen sugerir que el problema de la
institucionalización es mucho más complejo. No hay al parecer
ninguna tendencia inherente ni a las organizaciones ni a las fuentes
de la vinculación con la organización, que las haga evolucionar hacia
el conformismo y el compromiso, apagando así el ardor de sus
miembros y diluyendo la claridad del programa. No todas las
asociaciones pierden sus características faccionarias (Lipset et al
1951); no todas las sectas se convierten en iglesias a medida que se
hacen regulares y estables (Wilson 1961); no todos los movimientos
organizados se vuelven acomodaticios (Gusfield 1955). El destino de
un movimiento depende de muchos factores, entre los que se
encuentran las contingencias que afectarán a la resistencia, así como
las que cambiarán el carácter de los afiliados iniciales.
Movimientos de masas y sociedad de masas
El hecho de que en las sociedades más industrializadas sea
especialmente probable que se produzcan movimientos de masas de
diversos tipos ha llevado a los estudiosos a investigar si existe algo
en la naturaleza misma de la sociedad de masas que fomente esta
tendencia. En realidad, la concepción de la sociedad moderna como
una “sociedad de masas” ha constituido uno de los principales temas
en el estudio de los movimientos sociales contemporáneos. Los
exponentes de este punto de vista mantienen que, en la sociedad industrial contemporánea, los grupos e instituciones tradicionales han
perdido su control sobre la lealtad y el comportamiento de los
individuos. El debilitamiento de los vínculos primarios de grupo y el
carácter impersonal de la organización a gran escala alienan al hombre de las fuentes que sirven de intermediario entre el proceso
político democrático y los ciudadanos y que otorgan a aquel su
legitimidad. Los individuos así alienados son fáciles de movilizar en
torno a unos líderes carismáticos y a unos objetivos simbólicos. El
estudio de Hannah Arendt (1951) sobre los movimientos totalitarios
europeos atribuye su desarrollo a la destrucción de una estructura de
clases en la que la pertenencia a un grupo había regido el
comportamiento y las actitudes.
Desde el punto de vista de este tipo de teoría cabía esperar que los
lideres y los partidarios de los movimientos antidemocráticos
contemporáneos procedieran de los sectores de la población menos
integrados en unidades sociales. William Kornhauser (1959, Caps, 912) ha demostrado que este es el caso de un gran número de
movimientos totalitarios europeos y americanos: los miembros
marginales de la sociedad no sólo están menos “abiertos” al control
por parte de las elites, las organizaciones y los grupos primarios, sino
que además son mas susceptibles de ser atraídos por la camaradería
de una asociación o por la ideología contraria al sistema establecido,
que tan a menudo se encuentran en los movimientos radicales de
derecha o de izquierda.
Otros autores han presentado puntos de vista descubrimientos que
representan una crítica de la teoría de la sociedad de masas;
mantienen que grupos organizados e integrados son esenciales para
que un movimiento sea eficaz y que es en el contexto de los grupos
primarios y secundarios donde surgen nuevas perspectivas acerca del
orden social. De acuerdo con esta tesis, ni la sociedad
contemporánea tiene una estructura de grupos fragmentada ni las
condiciones de la sociedad industrial moderna son tan “alienantes”
como afirman los teóricos de la sociedad de masas, Las personas
socialmente alienadas carecen de la organización social esencial en la
cual pueden surgir en primer lugar significados compartidos; los
movimientos sociales contemporáneos pueden proceder, como otros
movimientos, de bases sociales concretas. Por ejemplo, S. M. Lipset
ha demostrado que la mayor parte de los partidarios del fascismo
alemán, el poujadismo francés y el mccarthysmo estadounidense
procedían de las clases medias bajas como reacción a la amenaza del
desarrollo industrial; de la misma forma, la mayoría de los partidarios
del comunismo en Europa procedían de las clases trabajadoras y no
de personas marginales, socialmente alienadas (Lipset 1960, Cáp.,
5).
Tras el colonialismo
Desde la aparición de varias nuevas naciones en zonas que eran
antes colonias europeas, los sociólogos han sentido la necesidad de
estudiar el nacionalismo anticolonial y el impacto del cambio social en
los movimientos políticos y sociales en las sociedades no
industrializadas El estudio del nativismo y del revívalismo bajo el
dominio colonial ha mostrado que estos movimientos tienden a ser
precursores de movimientos de independencia nacional. En general,
el análisis de los movimientos nacionalistas ha puesto de manifiesto
su relación con los cambios en la sociedad tradicional provocados por
la política colonial (Van der Kroef 1955).
La revuelta de los negros contra la dominación blanca constituye un
capítulo especial en la historia de los movimientos sociales desde la
segunda guerra mundial.
Aunque en muchos países africanos y asiáticos las tensiones raciales
han constituido un factor de los movimientos nacionalistas, en
Sudáfrica y en Estados Unidos, donde el objetivo no era tanto la
separación nacional como una mayor igualdad, tales movimientos
han sido más llamativos, Sin embargo, el movimiento general de las
naciones en proceso de desarrollo a favor de la independencia se ha
reflejado incluso en Estados Unidos, como lo indica la aparición de un
movimiento nacionalista negro (Essien udom 1962).(F. R.B)
JOSEPH R. GUSFIELD