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CAMINO DE INTEGRIDAD
La semana pasada estuvimos estudiando dentro de la serie Caminos de Vida
basados en el Salmo 119, la necesidad de transitar por el camino de la
perfección. La Palabra es clara al decirnos que debemos con la ayuda del Espíritu
Santo estar en un proceso de cambio para cumplir con la voluntad de Dios y
esperar su ayuda en los momentos difíciles; ser perfectos en el plan de Dios.
Ahora, siguiendo esta serie, no toca un tema demasiado práctico. La integridad es
parte de lo que decía Jesús de la entrada estrecha, es un camino difícil de seguir,
pero ese camino nos lleva a la vida. La palabra integridad viene de la misma raíz
latina que entero, y sugiere la totalidad de la persona. Así como hablaríamos de
un número entero, también podemos hablar de una persona entera, no dividida.
Una persona íntegra es una persona completa.
Una persona de integridad vive correctamente, no está dividida, ni es una persona
diferente en circunstancias diferentes. Una persona de integridad es la misma
persona en privado que lo que es en público. Una persona con integridad no
divide su lealtad (eso es duplicidad), ni finge ser de otra manera (eso es
hipocresía). La gente con integridad es gente completa; puede identificarse por
tener una sola manera de pensar. Las personas con integridad no tienen nada
que esconder ni nada que temer. La integridad no es tanto lo que hacemos sino lo
que somos, y lo que somos, a su vez, determina lo que hacemos.
Pregunta el autor del Salmo 119:9 ¿Cómo puede el joven llevar una vida
íntegra? Viviendo conforme a tu palabra? Tal parecería que se está dirigiendo
únicamente a los jóvenes, pero en realidad, nos dice que la integridad es un valor
tan supremo que acuña más cuando se practica desde la juventud. Si tú eres
joven, necesitas ser una sola pieza, es decir, íntegro, que vives en todo momento,
tanto en público como privado, la Palabra de Dios. Pero los mayores no está
excluidos. En el Sermón del Monte, Jesús habló de las personas con integridad,
los llamó en Mateo 5:8 "de limpio corazón", lo que sugiere una actitud clara de
seguimiento de los mandatos de Dios. La integridad, por lo tanto, no solo implica
una actitud clara, sino una pureza moral también, una vida santa.
La Biblia está llena de referencias a la integridad, el carácter y a la santidad.
Consideré solo unos pocos pasajes. En 1 Reyes 9:4, Dios instruye a Salomón que
ande "en integridad de corazón y en equidad", como hizo su padre. David dice,
en 1 Crónicas 29:17: "Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y
que la rectitud te agrada". Y en Salmos 78:70-72 leemos que David "los
apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia
de sus manos". Proverbios 10:9 dice que: "El que camina en integridad anda
confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado". Una persona
de integridad tendrá una buena reputación y no tendrá temor de ser expuesta o
descubierta. La integridad brinda un camino seguro a través de la vida. Proverbios
11:3 dice: "La integridad de los rectos los encaminará; pero destruirá a los
pecadores la perversidad de ellos". Proverbios es un libro de sabiduría. El
hombre o la mujer sabios vivirán una vida de integridad, que es parte de la
sabiduría (tema que abordaremos la próxima semana). Quienes siguen la
corrupción o la mentira serán destruidos por las decisiones y acciones de su vida.
Todos estos versículos sugieren un sentido de deber y un reconocimiento de que
debemos tener un nivel de discernimiento de la voluntad de Dios en nuestra vida.
Eso ciertamente requerirá que si quieres ser una persona íntegra te debes de
convertir en un o una estudiante de la Palabra, y que busques diligentemente
aplicar la Palabra de Dios a su vida. El libro de Santiago nos exhorta a ser
"hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándonos a
nosotros mismos" (Santiago 1:22). Eso significa integridad, ser uno, completo.
Si todo lo que nos dice la Biblia es integridad, qué será lo opuesto a ella, cuál es
lo contrario.
La integridad es lo opuesto a la corrupción.
Decimos ser una nación que exige integridad, pero ¿realmente lo hacemos?
Decimos que queremos que los políticos sean honestos y las instituciones
públicas también, pero en realidad no esperamos que lo sean, tal vez porque a
menudo no somos nosotros tan honestos como deberíamos serlo. Decimos que
somos una nación de leyes, pero a menudo quebrantamos esas mismas leyes como el límite de velocidad o cruzando la calle imprudentemente- y tratamos de
justificar nuestras acciones.
Podemos encontrar una ilustración poderosa en el libro El día que Estados Unidos
dijo la verdad, usando una técnica de encuesta que garantizaba la privacidad y el
anonimato de los encuestados, pudieron documentar lo que los estadounidenses
realmente creen y hacen. Los resultados fueron asombrosos.

"Los estadounidenses están haciendo sus propios códigos morales. Solo el
13 % creen en la totalidad de los Diez Mandamientos. 40% creen en cinco
de los Diez Mandamientos.

"La mentira ha llegado a ser una parte integral de la cultura
estadounidense. Mienten sin ningún motivo". El 91% mienten regularmente.

"Si bien seguimos casándonos, hemos perdido confianza en la institución
del matrimonio. Una tercera parte de los hombres y mujeres casados
confesaron que han tenido al menos una aventura. El 30% ni siquiera están
seguros de que aún aman a su cónyuge".

"La ética protestante ha desaparecido hace mucho tiempo del lugar de
trabajo del estadounidense de hoy. Los trabajadores admiten francamente
que pasan más del 20% (7 horas a la semana) de su tiempo en el trabajo
holgazaneando completamente. Eso representa 1 semana de cuatro días".
Tal vez digas: qué bueno que no nací en EE. UU., pero la verdad es que no sólo
pasa en ese País, pasa casi igual en el nuestro. Todos desean la integridad, pero
aparentemente la mayoría de nosotros carece de ella en nuestra propia vida
personal.
Ahora quisiera que nos centremos en tres rasgos clave que se encuentran en una
persona de integridad. Uno de esos rasgos es:
1. La honestidad.
La gente piensa que podemos ser solo un poco deshonestos. Decimos que
queremos que la gente sea honesta, pero después hacemos trampa con nuestros
impuestos. Decimos que queremos que la gente obedezca las leyes, pero luego
salimos en los videos de exceso de velocidad. Queremos ser lo suficientemente
honestos como para calmar nuestra conciencia.
Queremos ser honestos, pero a veces nos resulta más fácil ser deshonestos. Así
que intentamos buscar una forma de transigir en nuestros valores para que un
poco de mentira no perturbe nuestra conciencia. Dice el Salmo 119:11 He
guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti.
Un hombre fue a comprar un pollo para él y la mujer que lo acompañaba a una
tienda de KFC. Ella esperó en el coche mientras él fue a recoger el pollo. Sin
darse cuenta, el gerente de la tienda entregó al hombre la caja en la que había
puesto las ganancias del día, en vez de la caja con el pollo. Es que iba a hacer un
depósito y lo había camuflado poniendo el dinero en una caja de pollo frito.
El hombre tomó su caja, volvió al coche, y los dos se fueron. Cuando llegaron al
parque y abrieron la caja, encontraron que tenían una caja llena de dinero. Ahora
bien, este era un momento muy vulnerable para una persona común. Sin
embargo, al darse cuenta del error, volvió al coche y se dirigió al lugar y devolvió
el dinero al gerente. Bueno, ¡el gerente estaba emocionado! Estaba tan
complacido que dijo al joven: "Quédate por aquí. Quiero llamar al periódico para
que te saquen la foto. Eres el tipo más honesto del pueblo".
"Oh no, ¡no haga eso!", dijo el sujeto.
"¿Por qué no?, preguntó el gerente.
"Bueno", dijo, "sabe, estoy casado, y la mujer con la que estoy no es mi esposa".
Aparentemente, no había considerado las consecuencias de sus acciones. Aun
cuando estaba haciendo algo correcto, resultó que también estaba haciendo algo
incorrecto, deshonesto. Una persona de integridad es honesta y auténtica, que
atesora la Palabra de Dios en su corazón. No hay ninguna duplicidad de actitudes
y acciones.
Cuando el apóstol Pablo hace una lista de los requisitos para un anciano de una
iglesia, dice que "Es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera,
para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo" (1 Timoteo 3:7). Esto no
es solo una cualidad deseable para los ancianos de la iglesia, sino una cualidad a
la que todos debemos aspirar. Los cristianos deben ser irreprochables, honesto
en su testimonio público ante el mundo que los observa.
2. Confiabilidad.
Otra característica de una persona de integridad es la confiabilidad. Una persona
de integridad es irreprochable. Permanece fiel a los principios, sin importar las
consecuencias. Si eres una persona íntegra te darás cuenta de que hay absolutos
éticos aun en un mundo de valores relativos. Dicen: No hay valores
absolutamente correctos o incorrectos. Todo es relativo.
Una persona de integridad sabe fijar sus ojos en lo correcto para ser confiable,
Salmo 119:15 Es tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas. Hay
principios a los que vale la pena mantenerse fiel y poner tus ojos fijamente. Hay
valores que deben regir tu vida, y éstos están en la Palabra de Dios. Tenemos
una responsabilidad de seguir la ley de Dios antes que a la multitud. Cuando el
libro de Proverbios habla de la "integridad de los rectos", sugiere que tenemos
que acatar la voluntad de Dios y las leyes de Dios. Tenemos el deber de obedecer
los mandamientos absolutos de Dios en nuestra vida y convertirnos en hombres y
mujeres de integridad.
Esto nos lleva al tercer rasgo de la integridad…
3. Testimonio público.
Se ha dicho que nosotros tal vez seamos la única Biblia que la gente lea alguna
vez. En otras palabras, la gente que nos rodea a menudo juzga la confiabilidad
del cristianismo por su efecto en nuestra vida. Si nos ven como hipócritas, tal vez
no quieran saber nada del evangelio.
Cada día nos codeamos con personas que nos observan, como diría Hebreos,
una nube de testigos. Tu vida les demostrará si el cristianismo es verdadero o
falso. Ellas hacen juicios de valor sobre ti a través de tus actitudes y acciones.
Dice el Salmo 119:13 Con mis labios he proclamado todos los juicios que has
emitido. ¿Hemos predicado correctamente con nuestro testimonio?
Un pastor de una iglesia se subió a un microbús el lunes a la mañana para volver
a su oficina. Pagó su pasaje y el conductor le dio de más cambio. El pastor se
sentó y lo contó ocho, diez veces. Y entonces pensó: "Es maravilloso cómo Dios
provee". Luchó consigo mismo durante todo el largo recorrido de ese micrbús
hasta llegar a su oficina. Finalmente llegó a la parada, se paró, ya que no podía
soportarse. Caminó hacia el conductor y le dijo: "Mire, me dio demasiado cambio.
Se equivocó". El chofer le dijo: "No, no fue ningún error. Lo que pasa es que
estuve en su iglesia ayer en el culto, cuando habló de la honestidad, y pensé que
lo pondría a prueba".
Afortunadamente, el pastor pasó la prueba. ¿Pasas la prueba cuando los no
creyentes te miran o miran tu vida y se preguntan si el evangelio es verdadero?
Cuando vivimos vidas de integridad, surgen oportunidades para la evangelización
y el ministerio. Cuando no lo hacemos, esas oportunidades se secan y tu
testimonio de fe está entredicho.
La integridad no se mide por grados, o la tienes, o no la tienes, el camino de la
integridad te pide que seas completo. Asegúrate que la palabra integridad esté
esculpida en la piedra angular de tu vida. Cuando tengo integridad, mis palabras y
mis obras coinciden. Soy quien soy no importa donde estoy o con quien estoy.
Jesús dijo claramente que la integridad involucra la totalidad de la persona
interior: el corazón, la mente y la voluntad. La persona con integridad tiene un solo
corazón. La persona con integridad tiene también una sola mente, una sola
perspectiva que mantiene a su vida yendo en la dirección correcta. Entonces que
nos distingamos por ser íntegros en todo, así agradamos a Dios y podemos ser
ejemplo a los demás.