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PROYECTO MEXICO
Pág. 1
Expone viernes 2 de octubre 2009
I. EL NEOLIBERASMO Y LA GLOBALIZACIÓN DE LA
EXPERIENCIA ECONÓMICA
A finales de los años sesenta, uno de los padres fundadores del primer
programa de economía de México público un delegado volumen titulado A un joven
economista mexicano. El mensaje de Jesús Silva Herzong estaba dirigido en particular
al creciente número de economistas mexicanos que se graduaban en universidades
extranjeras. Como ex funcionario del gobierno, economista autodidacta y “socialista”
como se describía a sí mismo, Silva Herzog advertía contra la fácil aplicación de teorías
ajenas a las complejas realidades locales. “No se debe aplicar servilmente la teoría
elaborada en los grandes centros del capitalismo (a países menos desarrollados)”,
escribió. “Toda adaptación teórica debe hacerse después de un cuidadoso trabajo
analítico, con los pies bien hundidos en la propia tierra y con clara visión de las
necesidades primarias y las legitimas aspiraciones del pueblo”.
Varias décadas después, los jóvenes economistas a quienes Silva Herzog
dirigió su advertencia, se había convertido en una tecnocracia extraordinariamente
poderosa. Dominados por economistas formados en la Universidad de Harvard,
Universidad de Yale, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la
Universidad de Chicago, tres periodos presidenciales consecutivos transformaron
neoliberales. Estas reformas incluyeron una extensa privatización de industrias
estatales, la revisión de esta Constitución mexicana para ayudar a asegurar los derechos
de propiedad de los inversionistas extranjeros y el levantamiento de las barreras
proteccionistas al comercio de acuerdo con el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN).
1
Estas políticas recibieron una amplia aprobación por parte de la comunidad
internacional, incluidos inversionistas extranjeros, instituciones multilaterales tales
como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y muchos prestigiados economistas
extranjeros. En una entrevista en 1992 con la revista Forbes titulada “No gravamos las
ganancias del capital”, el Secretario de Hacienda de México, Pedro Aspe, doctorado en
el MIT, explicaba el papel del déficit en la cuenta corriente de los países en vías de
desarrollo y a continuación se disculpaba con su entrevistador por sonar “como
profesor”. Impresionado por la experiencia del doctor Aspe, el entrevistador de Forbes
respondió: “No se disculpe. Es un placer conocer a alguien que maneja una economía y
entiende de economía”.
Este libro examina la historia de la economía mexicana como profesión y
explora la interacción entre las ideas económicas y las condiciones materiales. Hace
sesenta años, el primer programa de economía de México en la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) era conocido por sus tendencias nacionalistas,
populistas e incluso socialistas, y educa a sus entidades para hacer carrera en una
floreciente burocracia gubernamental. Sin embargo, desde 1980 las reformas
neoliberales han sido examinadas por una gran cohorte de economistas formados en
los Estados Unidos, y un grupo elitista de programas de licenciatura en economía
internacionalmente reconocidos han estado preparando a sus estudiantes en la economía
neoclásica al estilo estadounidense. La historia del paso de la ciencia económica
mexicana del nacionalismo al neoliberalismo proporciona ideas claves de cómo
ocurrieron los cambios del paradigma de políticas (Hall, 1993) en los países en vías de
desarrollo, y los papeles relativos que desempeñaron los factores nacionales e
internacionales en la construcción de la experiencia económica.
LA CONTRUCCIÓN SOCIAL DEL CONOCIMIENTO ECONÓMICO
Este libro se basa en valiosas aportaciones académicas que demuestran cómo
los sistemas de conocimiento científico social se construyen social e históricamente
2
(Rueschemeyer y Skocpol, eds., 1996; Wittrock y Wagner, 1996; Fourcade-Gourinchas,
2000; Rueschemeyer y Van Roseem; 1996; Schweber, 1996; Kuhn, 1996; Weir, 1989;
Weir y Skocpol, 1985; Furner y Suple, 1990). El conocimiento científico social en
diferentes contextos nacionales esta determinado por “configuraciones institucionales
que cambian históricamente y varían entre naciones: interrelaciones entre estados y
estructuras sociales”. Distintos contextos institucionales, cultura y económicos
nacionales generan diferentes “ideologías organizacionales” dentro del sector privado
(Guillén, 1994) distintos enfoques respecto a la intervención del gobierno en la
economía y en la política social (Dobbin, 1994, Campbell y Lindberg, 1990; Weir y
Skocpol, 1985). Las profesiones de economía de naciones diferentes reflejan estos
conjuntos particulares de condiciones.
Dada esta diversidad de contextos nacionales, llama la atención reciente
hacia la convergencia neoliberal. Después de todo, han ocurrido transiciones
neoliberales casi en todas partes, independientemente del nivel de desarrollo (Francia
vs. México), del tipo de régimen (Inglaterra bajo Thatcher vs. Chile bajo Pinochet), o
del contexto cultural (India vs. Argentina). Una explicación posible para tal
convergencia es que los responsables de las políticas en diversos contextos nacionales
han llegado a soluciones técnicas comunes, basadas en un conjunto común de
problemas: el neoliberalismo “funciona”.
De acuerdo con esta idea, Hall (1993) afirma que en el cambio del
“paradigma de políticas” británico bajo Margaret Thatcher ocurrió a través de un
proceso de “aprendizaje social” un proceso de desaprobación empírica más o menos
parecido al de las observaciones de Kuhn (1962) acerca de los paradigmas científicos.
La desaprobación de “paradigma de políticas” es, por supuesto, más compleja,
involucra múltiples actores sociales, partidos políticos y grupos de expertos
económicos, todos trabajando en y alrededor del Estado para “decidir” de manera
colectiva cuales políticas funcionan mejor. Además, los paradigmas de políticas
invalidados a través de procesos políticos explícitos:
3
El movimiento de un paradigma a otro involucra probablemente la acumulación de
anomalías, experimentación con nuevas formas de políticas y sus fallas, que precipitan
un cambio en la posición de la autoridad sobre las políticas e inicia una competencia
más amplia entre paradigmas rivales. Esta competencia bien puede rebasar los límites
del propio Estado e insertarse en un área política más amplia (Hall, 1993).
La analogía que hace Hall de los paradigmas científicos de Kunh ha sido
ampliamente citada porque capta de manera provechosa la enormidad y la profundidad
de los cambios involucrados. También proporcionan un medio para complementar las
naciones marxistas ideas económicas como superestructura ideológica de las clases
dominantes con un enfoque más cognitivo. No obstante, deja sin respuesta una
pregunta importante, a saber: si el neoliberalismo “funciona” tan bien ¿Por qué no se
puso en práctica cuarenta años antes?
Una respuesta obligada a esta pregunta es que el mundo en el que se deciden
hoy día las políticas económicas es notoriamente diferente del de la postguerra. Los
cambios sobresalientes que ocurrieron después de 1950 incluyen el desarrollo de un
régimen de libre comercio el surgimiento de sistemas “posfordistas” de producción
flexible y el desarrollo de un sistema sumamente integrado de mercados
financieros globales (Mckeown, 1999; Piore y Sabel, 1984; Helleiner, 1994). Estos
desarrollos revelan una diferencia importante entre los paradigmas estudiados por Kuhn
(I.e., en física) y aquellos que determinan las políticas económicas nacionales. Las
economías son construcciones por complementos humanas, estructuras sociales
que evolucionan y cambian con el tiempo y, por eso, requieren nuevos conjuntos de
herramientas analíticas e ideológicas que les den sentido. Mientras que los físicos de
Kuhn acumulaban conocimientos acerca de un mundo externo inalterable hasta que era
inevitable una transformación externo inalterable hasta que era inevitable una
trasformación paradigmático, los paradigmas de políticas económicas a veces reflejan
cambios en el ambiente externo (Babb y Fourcade-Gourinchas; 2000).
Durante el periodo de la postguerra, las carreras de economía en diversos
contextos nacionales se conformaron según el paradigma keynesiano, que suponía un
4
papel activo del Gobierno en la creación de niveles deseables de crecimiento y empleo
mediante el control de la demanda agregada (Hall, ed., 1986). Pese al termino
“keynesianismo”, por la época en que los escritos de Keynes se hicieron famosos, los
responsables de las políticas de todo el mundo ya habían experimentado con políticas
contracíclica como una manera de mejorar los efectos de la Gran Depresión (Weir y
Skocpol, 1985). El keynesianismo fue un amplio conjunto de prescripciones de
políticas que se adaptan a las circunstancias de las economías nacionales durante las
décadas que siguieron al colapso de los mercados internacionales de capital en los
años treinta. El sistema Bretton Woods se estableció en 1945 con el propósito de
mantener la estabilidad monetaria internacional, que Keynes consideraba un
prerrequisito fundamental para la conducción de políticas macroeconómicas
nacionales efectivas (Simmons, 1999). Bajo Bretton Woods, se instituyó y se mantuvo
un sistema estricto de controles de capital, se fijaron los tipos de cambio y se mantuvo
el equilibrio monetario internacional mediante juiciosas inyecciones de efectivo por
parte del FMI. Puesta estas restricciones, fue posible que los gobiernos desarrollaran
políticas económicas nacionales relativamente independientes, diseñadas para
maximizar el empleo sin que se dispararan niveles inaceptables de inflación.
Una de las características del contexto económico de la postguerra parece
haber sido su habilidad para fomentar una diversidad relativa de modelos de políticas
económicas y sociales. En otras palabras, el keynesianismo fue una especie de
paradigma de sombrilla que podía incorporar una gran variedad de naciones. Así,
mientras que algunos países de bloque capitalista promovían una fuerte intervención
del gobierno en la economía, otras mantenían acuerdos “liberales” más clásicos. Los
Estados de Bienestar también variaban mucho en términos tanto de cobertura como de
estructura internacional. Esta proliferación ecuménica de modelos de políticas
también se reflejaba en el nivel de las profesiones de economía de las naciones: durante
el periodo de la posguerra varias regiones diferentes se especializaron en distintas
“escuelas” de pensamiento económico, tales como la Escuela de Estocolmo en
5
Suecia, la escuela regulacionista francesa y la Comisión Económica para América
Latina de las Naciones Unidas (CEPAL).
Con el tiempo, sin embargo, el paradigma keynesiano sufrió una presión
creciente debido a una serie de cambios en la economía mundial. Un cambio de vital
importancia es lo que Helleiner (1994) bautizo como “el resurgimiento de las finanzas
globales”, llamado así porque refleja una época histórica anterior de globalización de
los mercados financieros que acabo definitivamente por el colapso de estos a principios
de los años treinta. Al comienzo de los años sesenta, el crecimiento de mercados de
capital en el exterior, capaces de evadir las regulaciones nacionales, hizo cada vez más
difícil aislar a las monedas nacionales de la especulación y la devaluación. Estas
fueron las circunstancias que llevaron al colapso del sistema Bretton Woods en 1971
y el abandono de los tipos de cambio fijos.
Estos desarrollos junto con otras transformaciones dentro de la economía
global, tales como el desarrollo de un régimen de comercio liberal colocaron a los
formuladores de políticas económicas de todo el mundo dentro de un nuevo conjunto de
restricciones y oportunidades. Las políticas económicas nacionales independientes se
hicieron más difíciles de mantener, ya que los intentos para inducir la expansión
económica podían provocar fugas de capital, devaluación e inflación. Con el
antiguo orden económico, las políticas nacionales habían sido determinadas por la
interacción de partidos políticos internos, grupos de intereses locales e instituciones
nacionales, lo que dio origen a una gran variedad de contratos sociales dentro de los
diferentes contextos nacionales. Sin embargo, con el sistema globalizado que estaba
surgiendo, los gobiernos necesitaban recurrir más a clientelas tanto internacionales
como nacionales. Mientras que durante el periodo de la postguerra los formuladores de
políticas necesitaban atender en primer lugar a los intereses de las clientelas internas
tales como las clases empresarial, obrera y media, hoy deben atender a los intereses de
los inversionistas extranjeros y de las instituciones financieras internacionales.
Aun cuando las reglas de las políticas económicas habían cambiado, la
comprensión del funcionamiento de las nuevas reglas ocurrió a través de
6
prolongados procesos nacionales de aprendizaje social, involucran a partidos políticos,
think tanks, estructuras estatales y a la economía como profesión a nivel nacional. A
menudo, los gobiernos nacionales, en particular los de izquierda, intentaron seguir
aplicando las “viejas reglas” como los intentos de Miterrand para estimular la
economía francesa a principios de los ochenta y fracasaron miserablemente, como
indican las subsecuentes devaluaciones y episodios inflacionarios de Francia. En el
largo plazo, el resultado fue un extendido alejamiento de las políticas intervencionistas
y una convergencia hacia otras más liberales, que incluían bancos centrales
independientes, unión monetaria en Europa y privatización. Significativamente, estas
políticas ya no figuraron entre las prioridades de intereses particulares y de partido
políticos; más bien, el modelo neoliberal se convirtió en una especie de “sentido
común”, una sabiduría convencional respaldada por partidos de izquierda y de derecha
por igual.
Paralelamente a estos cambios en los modelos de políticas ha habido
transformaciones en los sistemas nacionales de la práctica económica. Desde por lo
menos la década de los años sesenta, las carreras de la economía alrededor del mundo
se han americanizado de manera notable. En palabras de un observador, “el uso de la
lengua inglesa y de las ideas, técnicas y estilos de investigación estadounidenses en
libros de textos, revistas económicas y disertaciones académicas se han vuelto casi
abrumador”. Los programas del postgrado estadounidenses exportan economistas a
diversas partes del mundo, y los economistas estadounidenses son citados con
frecuencia desproporcionados. Este cambio es importante, puesto que la economía en
los Estados Unidos ha sido históricamente reconocida como menos estatista, más
matemática y más propensa a valorar generalizaciones abstractas por encima del
conocimiento local que en Europa occidental. Así, la americanización de la economía
en todo el mundo puede verse como un aspecto del cambio del paradigma de políticas;
una pieza del gran rompecabezas de la convergencia neoliberal.
De esta muy breve revisión histórica, surge una visión general. El colapso
de los mercados financieros internacionales a principios de los años treinta creó las
7
condiciones para una diversidad de experimentos con intervención estatal de las
políticas económicas sociales, el desarrollo del keynesianismo y un florecimiento
general de varias escuelas nacionales de pensamiento económico. Desde los años
sesenta, la nueva globalización de las finanzas y las transformaciones relacionadas
con ella en el mundo de la economía han tenido los efectos contrarios siguientes: una
convergencia a nivel práctico hacia políticas que pretenden minimizar la inflación y
satisfacer a los inversionistas y, a nivel ideológicos, la americanización de las
profesiones nacionales de economía. Mientras que durante el periodo anterior
predomino la influencia de estructuras institucionales nacionales y de grupos
sociales, durante el periodo posterior los paradigmas de políticas y la experiencia
económica reflejan de manera creciente la influencia de las clientelas
internacionales. La siguiente sección analiza algunas particularidades de cómo terminó
este proceso histórico global en América Latina.
EL CAMBIO DE LOS PARADIGMAS DE POLÍTICAS EN AMÉRICA
LATINA
En general, las transformaciones históricas en el paradigma de políticas de
los países desarrollados en el trascurso del siglo XX son similares a las tendencias
globales antes mencionadas. Sin embargo, también ha habido algunas diferencias
notables. Primero, los problemas particulares de los países desarrollados estimularon
formas ligeramente distintas de intervención gubernamental de las que
prevalecieron en el mundo industrializado. Las naciones desarrolladas han adoptado un
diversidad de modelos de políticas intervencionistas que van desde el socialismo estatal
(China) hasta una variedad de promociones estatales de desarrollo capitalista (ge.,
México, Corea del Sur). Puesto que un recuento satisfactorio de todos estos modelos
requeriría de varios volúmenes, las siguientes secciones se centran en la experiencia
latinoamericana. Segundo, las presiones internacionales han desempeñado un papel
8
obvio y más sobresaliente en las políticas económicas de los países pobres que en las
políticas de los países ricos, en particular desde principios de los años ochenta.
Del laissez-faire al desarrollismo.
Durante las primeras décadas del siglo XX, las políticas económicas de las
naciones latinoamericanas de habían conducido por lo general de acuerdo con los
dictados del liberalismo económico, la versión del siglo XlX del “neoliberalismo”
actual. Según esta teoría económica clásica, era mejor que las naciones
económicamente atrasadas se especializaran en producir los bienes en los que tenia una
“ventaja comparativa” y comerciaran libremente con otras naciones por bienes
industriales. Hacia principios del siglo XX, los países latinoamericanos estaban
abiertos al comercio internacional, solían especializarse en la exportación de
minerales y mercancías agrícolas y recibían enormes cantidades de inversión
extranjera (Díaz Alejandro, 1984). Durante este periodo, Money doctors –“expertos”
extranjeros en reforma financiera como Edwin W. Kemmerer de la Universidad de
Princeton –ayudaban a los gobiernos financieramente necesitados a ganar, o recuperar
la confianza de los inversionistas extranjeros. De acuerdo con la sabiduría convencional
de su época, los Money doctors aconsejaban a sus clientes establecer bancos
centrales independientes, practicar la rectitud fiscal y monetaria y adherirse al
patrón oro. (Drake, ed., 1994).
Sin embargo, después de 1929 todo cambio. La crisis económica mundial
provoco que los precios de las exportaciones de América Latina se desplomaran y
que muchos gobiernos dejaran de pagar sus deudas externas. La depresión también
hizo que el flujo de inversión extranjera llegara a cuentagotas y esto puso fin a la era de
los Money doctors. El laissez-faire, el modelo orientado a la explotación del siglo XlX,
fue abandonado en toda América Latina, porque el “sabio consejo extranjero” ya no
era recompensado con grandes flujos de inversión extranjera. El resultado fue un
cierre generalizado al comercio y a las finanzas internacionales y un involucramiento
9
creciente del Estado en la promoción del desarrollo económico (Díaz Alejandro,
1984, pp. 17-22).
Por consiguiente, cuando se organizo en 1948 la CEPAL con sede en
Santiago de Chile, su función era proporcionar una razón teórica para políticas
aplicadas como respuesta pragmática a un conjunto común de circunstancias. La
estrategia de política elaborada por los teóricos de la CEPAL –sobre todo Raúl Prebish
postilaba diferencias básicas entre los países desarrollados del “centro” y los países en
vías de desarrollo de la “periferia”. La CEPAL desafió las premisas centrales de la
teoría económica clásica que afirmaban que, mediante una “ventaja comparativa”, los
países pobres y ricos por igual podían especializarse en diferentes tipos de
exportaciones y beneficiarse con el comercio internacional. Más que seguir
dependiendo de las exportaciones de materias primas y productos alimenticios, la
CEPAL alegaba que los países de la periferia necesitaban a toda costa industrializarse
mediante políticas gubernamentales activas dirigidas a proteger las “industrias
infantes” de la competencia extranjera y a proteger los salarios para mantener la
demanda de los productos industriales elaborados internamente (Villarreal, 1984,
p. 165).
El desarrollismo latinoamericano no era idéntico al paradigma
keynesiano de los países industrializados, ya que estos últimos se concentraban en
asegurar el “volumen agregado de producción que correspondía al pleno empleo” más
que a la promoción de la
actividad dentro de sectores económicos
particularmente. (Skidelsky, 1997, p. 34). Sin embargo, el desarrollismo se parecía y
se complementaba con el keynesianismo de varias maneras importantes. Primero, los
dos compartían un rechazo común al papel minimalista del gobierno aceptado a
finales del siglo anterior: tanto el keynesianismo como el desarrollismo abogaban
porque el gobierno asumiera un papel más importante en la economía.
Segundo, el keynesianismo proporcionaba una nueva justificación teórica
para que los países en vías de desarrollo siguieran políticas que fueran
fundamentalmente distintas de las del mundo industrializado. Como observó
10
Hirshman (1981), el keynesianismo rompió el “hielo” de la “monoeconomía”
neoclásica, la idea de que hay un solo conjunto de leyes económicas aplicables en
todos los tiempos y en todos los lugares. El pensamiento keynesiano establecía que
había –por lo menos- dos tipos diferentes de economía: la ortodoxa o clásica, que
seguía siendo válida para economías con pleno empleo, y otra, para economías donde
los recursos humanos y materiales no estaban empleados totalmente (Hirschman,
1981, pp. 3-6). Esto dio legitimidad al reclamo de la CEPAL de que América Latina
necesitaba poner en práctica políticas que difirieran sustancialmente de las que
prevalecían en el mundo industrializado – donde, por ejemplo, las barreras comerciales
se habían levantado bajo los auspicios del Acuerdo general sobre Aranceles y
Comercio (GATT)-. Si bien los economistas neoclásicos de los Estados Unidos y de
otras partes no estaban de acuerdo con las prescripciones de la CEPAL, había también
varios economistas del centro que coincidían con el modelo económico de la posguerra
de América Latina. En 1961, Hirschman afirmo, basado en una experiencia de primera
mano, que “un grupo numeroso y quizá dominante de economistas occidentales
compartían algunos de los puntos de vista mas característicos de la CEPAL”
(Hirschman, 1961, p. 37). Entre los economistas más prominentes de esta escuela del
“desarrollo” de la posguerra estaban Arthur Lewis, Gunnar Myrdal y Ragnar Nurkse.
Los economistas del desarrollo creían “que el análisis económico tradicional, que se
había concentrado en los países industrializados, debe (...) Rehacerse en aspectos
importantes cuando trata con países en vías de desarrollo” (Hirschman, 1981, p. 3).
El “colapso” del desarrollismo y el ascenso del neoliberalismo
Por los años setenta, las políticas desarrollistas de América Latina
empezaron a sufrir criticas importantes tanto de a corriente radical como de la
conservadora (Cf. Hirschmann, 1981, pp. 14-19). Dos factores parecen ser responsables
del abandono del paradigma desarrollista. Uno fue la impresión general de que la
“fase fácil” del modelo de sustitución de importaciones habían terminado. El
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proteccionismo había creado exitosamente industrias internas que producían mercancías
sencillas, pero al parecer era menos exitoso para promover la producción interna de
bienes intermedios y de capital; mientras tanto, había creado una clase permanente de
industrias ineficientes con ganancias garantizadas por la protección del gobierno.
Entre los síntomas del “agotamiento” de la sustitución de importaciones estaban el
desempleo crónico en muchos países, así como la inflación crónica, sobrevaluación de
la moneda y problemas en la balanza de pagos. Además, el desarrollismo no habían
resultado los viejos problemas de desigualdad social en América latina (Solís, 1973, p.
8; Love, 1990, 1996; Franko, 1999, pp. 65-67). Una nueva escuela de pensamiento
conocida como “teoría de la dependencia”, que combinaba algunas teorías con la de la
CEPAL y con el marxismo, surgió como una nueva alternativa al desarrollismo de
América Latina (Love, 1990).
El segundo factor fue un cambio en la economía global que empezó
creando un nuevo conjunto de incentivos para los gobiernos latinoamericanos.
Durante el periodo de la postguerra, un nuevo conjunto de instituciones multilaterales
incluidos el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Interamericano de Desarrollo daban préstamos, pero solo para propósitos específicos
y circunscritos. Afines de los años sesenta, sin embargo, el “renacimiento de las
finazas globales” hizo posible que los gobiernos latinoamericanos recibieran préstamos
de fuentes extranjeras privadas a tasas de interés variables. En suma, el otorgamiento
internacional de prestamos parecía ofrecer una solución potencial al “agotamiento”
del modelo desarrollista, proporcionando recursos dirigidos a los problemas sociales
y económicos de muchos años. Impulsadas por las políticas monetarias
antiinflacionaria de los Estados Unidos, las tasas de interés globales empezaron a
aumentar después de 1979, y los gobiernos muy endeudados súbitamente se dieron
cuenta de que era difícil o imposible cumplir con los pagos del servicio de su deuda
En 1982, México tuvo el honor de inaugurar las crisis de las deudas del tercer
mundo, cuando el Secretario de Hacienda mexicano declaró, que México seria
incapaz de seguir pagando el servicio de su deuda externa.
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Los tremendos niveles de los prestamos externos que llevaron a la crisis
de la deuda se han achacado a menudo a la irresponsabilidad de políticos corruptos,
o que por lo menos solo beneficiaban a si mismos. Aunque puede haber algo de cierto
en esta interpretación, también debe admitirse que el desastroso resultado del auge
de prestamos de los años setenta no se previo lo suficiente y, al parecer, menos que
nadie lo previeron los prestamistas, que llevaban la de perder en caso de falta de
pago. Lo que en efecto ocurrió es un proceso extraordinariamente severo de
aprendizaje social. El nuevo mundo de las finanzas globales ofrecía a la política
latinoamericana un nuevo sistema de oportunidades y restricciones. Las
oportunidades parecían al principio ser ilimitadas: fondos extranjeros que ayudaban
a satisfacer a las clientelas políticas sin aumentar los costos políticos asociados con
políticas redistributivas. Pero cuando aumentaron las tasas de interés globales,
rápidamente se puso de manifiesto el alto costo de las decisiones pasadas: enormes
problemas macroeconómicos, acompañados por una pérdida significativa de
autonomía política nacional.
El aprendizaje social en un contexto nuevo y todavía incomprendido lleva
tiempo. Así como hubo gobiernos europeos que intentaron en vano continuar las
políticas expansionistas de Keynes en el contexto de una recesión mundial y rápida
movilidad de capital, algunos gobiernos latinoamericanos promovieron una serie de
políticas “heterodoxas” (Kahler, 1990). Sin embargo, en un contexto de deudas
externas que se expanden e ingresos por importación que disminuyen, estas
políticas contribuyeron a la hiperinflación y a la derrota electoral de los partidos que
las apoyaban (Edwards, 1995, pp. 17-40).
Además de la “disciplina de mercado” de la fuga de capital, los gobiernos
latinoamericanos también enfrentaban presiones políticas mas abiertas. El principio de
la crisis de la deuda coincidió con el primer año del gobierno de Reagan y el inicio de
una nueva era de “prestamos basados en políticas”. Dicho simplemente, las agencias
multilaterales y las del gobierno de los Estados Unidos, como el Banco Mundial, el FMI
y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, tenían el compromiso de utilizar
13
el alivio de la deuda para obtener de los gobiernos de los países en vías de
desarrollo reformas políticas orientadas al mercado ( Kahler, 1990; Stallings, 1992;
George y Sabelli, 1994).Si los gobiernos de los países en vías de desarrollo querían
prestamos para seguir pagando el servicio de sus deudas, tendrían que reducir los
déficit presupuestales, recortar el gasto del gobierno y abrir sus economías a la
competencia extranjera.
Esta nueva agenda política estaba claramente vinculada a un cambio
ideológico dentro del gobierno estadounidense. Aunque en casa el gobierno de
Reagan practicaba el “Keynesianismo militar”, su agenda externa era mucho más
doctrinaria. Desafortunadamente, los orígenes y la naturaleza de la revolución
neoliberal en los Estados Unidos no habían sido sometidos a un estudio académico
serio. En general, el nuevo paradigma orientado al mercado no fue “ni elegante ni
coherentemente enfocado como el Keynesianismo” (Biersteker, 1992, p. 107). Aunque
era evidente que estaba relacionado con tendencias dentro de la economía
estadounidense, no puede atribuirse a ninguna escuela particular de pensamiento: no era
ni precisamente “monetaria” ni exactamente “Escuela de Chicago”, sino más
vagamente “pro mercado”.
Pese a sus orígenes ambiguos, esta agenda política fue respaldada no solo por los
formuladores de políticas estadounidenses y los funcionarios de las organizaciones
multilaterales, sino también por muchos economistas, tanto de los Estados Unidos como
de otras partes. Fundado en 1981 para el estudio de la política economista
internacional, el Institute Fond Internacional Economics (Instituto de Economía
Internacional) se convirtió en un foro para que economistas de las mismas ideas
vinieran de todas partes del mundo a reunirse con los formuladores de políticas
estadounidenses a fin de acordar un nuevo conjunto de pautas planeación de
políticas en los países en vías de desarrollo. Estas pautas fueron conocidas como “el
Consenso de Washington” (Williamson, ed, 1990, pp. XIII) El Consenso de
Washington era esencialmente un nuevo conjunto de supuestos, dados por hecho, que
constituían “el centro común de sabiduría adoptado por todos los economistas serios y
14
cuya practica proporciona las condiciones mínimas que darán a los países en vías de
desarrollo la oportunidad de iniciar el camino a la prosperidad de la que disfrutan los
países industrializados” (Williamson, 1994, p. 18, las cursivas son mías). Entre estos
puntos de consenso estaban la liberalización del comercio, el fomento a la inversión
extranjera directa, la privatización de las empresas estatales y la adaptación de los
derechos de propiedad privada.
Una de las características que definían este nuevo consenso era que los
países desarrollados y los que estaban en vías de desarrollo compartían un conjunto
común de leyes económicas universales. Como dice una de las publicaciones recientes
del instituto:
En la actualidad, es bastante evidente que la estabilidad macroeconómica,
una economía de mercado y la orientación hacia el exterior son benéficas para el
crecimiento económico y para una distribución relativamente equitativa con ligeras
reservas del ingreso. Lo que es nuevo es la convicción de que no hay políticas que son
buenas para el “Primer Mundo”, sino que también son necesarias para hacer la
transición del “Segundo Mundo” y son igualmente deseables para el “tercer Mundo”.
Al menos en términos intelectuales, hoy vivimos en un solo mundo y no en tres
(Williamson y Haggard, 1994, p. 530).
La importancia de este punto de vista no puede exagerarse. En contraste
directo con le punto de vista que prevalecía en la CEAL y entre los economistas del
desarrollo durante el período de la postguerra, el nuevo punto de vista prescribe la
misma medicina económica para todos los países, independientemente le nivel de
desarrollo. Esta idea un artículo de fe entre reformadores neoliberales y sus partidarios
alrededor del mundo llevo a su fin a los múltiples modelos de la era keynesiana y a su
regreso a la “monoeconomia”.
En el contexto de la crisis de la deuda, este cambio de paradigma tuvo
enormes consecuencias para las políticas económicas de los países en vías de
15
desarrollo. Durante los años ochenta y noventa hubo varios cambios fundamentales
mutuamente relacionados en la manera de hacer políticas económicas en América
Latina, incluido un conjunto impresionante de reformas neoliberales, la
“tecnocratizacion” de los formuladores de políticas y la americanización de las
economías nacionales (Markoff y Montecinos, 1993; Domínguez, ed., 1997:
Williamson, ed., 1994). En 1992, la revista Business Week hizo notar que las reformas
para el libre mercado en América Latina habían sido realizadas por “(…) una
nueva generación de dirigentes, muchos de ellos formados en los Estados Unidos. Una
red continental de graduados de Harvard, Chicago y Stanford están de vuelta en casa,
en la cumbre de los negocios y de los ministerios de gobierno, difundiendo un conjunto
de opiniones sobre un nuevo mercado” (Baker y Weiner, 1992, p. 51). Como señalaron
Markoff y Montecinos (1993), había un “brote ubicuo de economistas” en las mas altas
posiciones de la planeación de políticas. Estos economistas remplazaron el modelo
desarrollista latinoamericano de la posguerra con una nueva variedad más “favorable al
mercado”, que era en esencia el modelo apoyado por el Consenso de Washington.
Al mismo tiempo, hubo una notoria americanización de las carreras de economía en
América Latina. En consecuencia, los jóvenes aspirantes a economistas de Brasil,
Argentina, México, Chile y de otras partes fueron atraídos por los prestigiados
programas de licenciatura especializados en la ciencia económica al estilo
estadounidense que les proporcionaron una plataforma de lanzamiento ideal para el
posterior curso de posgrado en los Estados Unidos (cf. Loureiro, 1996; Silvia, 1991;
Babb, 1998). Así, el cambio del paradigma de políticas de América Latina ocurrió
no solo en el nivel de la práctica, sino también en el de las ideas. Si solo habían
cambiado las políticas, sino también lo habían hecho los medios institucionalizados
de pensamiento acerca de esas políticas.
Pag 16
Expone lunes 5 de octubre 2009
LA CIENCIA ECONÓMICA MEXICANA EN LA PRESPECTIVA
SOCIOLOGICA
16
Este libro examina la manera como los contextos nacional e internacional
moldearon la practica económica mexicana a través del tiempo. Desde la fundación
en 1929 del primer programa de economía en México y a lo largo del periodo de
posguerra, la profesión económica en México estuvo profundamente influida pos las
organizaciones, instituciones y clientelas internas. Estas incluían: un Estado que
construyó inicialmente una base corporativista estable entre campesinos y
trabajadores y que después desempeño un papel en la promoción de desarrollo
económico; un sector privado inicialmente en contra del populismo fomentado
desde el gobierno y después contentado por las políticas pro empresariales del
Estado; y un cuadro creciente de burócratas estatales orientados a lo internacional
en particular dentro del banco central ansiosos de importar modelos de practicas
extranjeras Durante este primer periodo, la ciencia económica mexicana abarco un
amplio espectro de tendencias, de marxistas a populistas a desarrollistas, pero
siempre y en todas partes fue una disciplina fundamentalmente nacionalista y estatista.
En contraste, cuando México se vio cada vez mas inmerso en los mercados
financieros globales, la profesión económica mexicana se transformo es una disciplina
sumamente internacionalizada, dominada y definida por una clase emergente de
“expertos globales”. Estos profesionales son hoy los receptores de la educación
sumamente internacionalizada –por lo general estadounidense- que afirman poseer una
amplia gama de experiencia de aplicación universal. Más importante aún, han
promovido activamente la inserción de México en la economía global mediante la
liberalización del sistema de gobierno económico. Estos expertos globales posiblemente
desempeñen un papel progresivo en la definición de las políticas económicas de
México, sin importar las transformaciones electorales que ocurran en el futuro.
Es probable que el caso mexicano sea de mayor interés por dos razones.
Primero, México tiene una historia económica e institucional similar a la de muchos
países en vías de desarrollo, en particular los de América Latina. Un relativo atraso, la
sustitución de importaciones en el periodo de la postguerra, el populismo para
17
financiar el crédito en los años setenta y la crisis de la deuda en los años ochenta,
todos son factores que México comparte en común con otras naciones latinoamericanas.
Segundo, constituye un ejemplo bastante extremo de fenómenos que hoy pueden
presenciarse en todos los países en vías de desarrollo: el papel protagónico de la
tecnocracia educada en los Estados Unidos en el manejo de las políticas
económicas y la americanización de la profesión nacional de la economía. Como
prototipo (I.e. un ejemplo típico) o como tipo ideal (I.e. un ejemplo extremo o “puro”),
el caso mexicano tiene importantes implicaciones para otras naciones.
Datos y métodos
Al igual que los economistas del desarrollo de la era de la postguerra, me
interesaba fundamentalmente el cambio institucional a lo largo del tiempo. Para los
economistas, este tipo de análisis diacrónico se facilita por la existencia de datos
económicos nacionales –relativamente confiables para periodos extensos de tiempo.
Sin embargo, no solo me interesaba la economía de México, sino sobre todo la ciencia
económica mexicana, una cuestión sobre cuán poco sistemáticamente se habían
recopilado los datos. Afortunadamente para mi proyecto de investigación, la
devaluación del peso de 1994 – 1995 me permitió permanecer en México más tiempo –
estirando los dólares que recibía de mi beca-, por lo que me fue posible reunir un
conjunto más grande y eléctrico de información de varias fuentes. Estas incluyen –pero
no se limitan a- documentos de archivo, artículos de periódico, publicaciones
mexicanas de economía, fuentes secundarias –como los trabajos de académicos
mexicanos y especialistas en México-, una base de datos de información bibliográfica
de la Sociedad de Ex Alumnos del ITAM y numerosas entrevistas con economistas
mexicanos y funcionarios del gobierno.
Mi fuente de información más sólida finalmente fue una selección de más de
250 tesis de licenciatura de los dos programas mexicanos de economía históricamente
más importantes: el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una
18
universidad pública, y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), una
universidad privada. Pocos economistas mexicanos de cualquier tipo refutarían la
importancia histórica de estos dos programas. La UNAM fue la cuna del primer
programa de economía de México, establecido en 1929, dentro de la Facultad de
Leyes que, en 1935, dio origen a la Escuela de Economía. Fundado por grupos
empresariales privados en 1946 como un desafío deliberado a este monopolio de la
UNAM, el ITM –que se conoció como ITAM después de convertirse oficialmente en
autónomo en 1962- fue una “escuela nocturna”, apenas mencionada, de importancia
marginal hasta que se americanizo de mediados de los años sesenta a principios de
los años setenta. Hoy en día el ITAM es ampliamente reconocido como bastión de las
ideas neoliberales y como una de las fuentes más importantes de tecnócratas del
gobierno.
Mi decisión de examinar las tesis de licenciatura estuvo motivada
originalmente por la escasez de registros de archivo de los programas mexicanos de
economía. Al principio esperaba basar mi investigación en los programas de estudio de
diferentes años para determinar los títulos específicos que debían leer los estudiantes
en los distintos programas y en diferentes épocas. Por desgracia me fue imposible
encontrar tales colecciones de programas de estudio. En contraste, la tesis de
licenciatura de los programas mexicanos de economía está a la libre disposición del
público en las bibliotecas universitarias. Aunque en las tesis la reflexión con respecto al
contenido de los cursos tomados por los estudiantes de economía es sin duda menos
valida –esta discrepancia es particularmente notoria en las tesis de la UNAM de los
años setenta-, las tesis tienen la ventaja de reflejar aunque de manera imperfecta, lo que
los estudiantes “obtienen” de su educación en economía.
Para el análisis de estas tesis, mi método consistió en leer concienzudamente
la introducción y la conclusión, donde se exponían los principales puntos teóricos y
citas, y revisar el cuerpo del texto en busca de los enfoques metodológicos. Codifiqué
cada tesis por citas teóricas, metodología, aplicación –al sector privado o al públicoy diversas características retóricas, siendo la más importante la posición respecto a la
19
intervención del gobierno en la economía. Un recuento más detallado de cómo analicé y
codifiqué las tesis puede leerse en el Apéndice A.
Como este libro adopta la forma de una “narración”, está organizado
cronológicamente. Los capítulos II y III analizan las décadas previas al desarrollismo
de los años veinte y treinta, años cruciales durante los cuales el Estado mexicano
estableció su base de apoyo político y las bases institucionales para la intervención del
gobierno en la economía; esos fueron también los años en que se fundó la carrera de
economía en la UNAM y cuando se concibió la idea de una alternativa privada a esa
casa de estudios. El capítulo IV expone el desarrollismo mexicano y las declaraciones
de esta ideología en tesis de licenciatura de la UNAM y del ITAM. El capitulo V utiliza
de manera similar declaraciones de estas tesis de licenciatura para documentar el
fracaso del desarrollismo mexicano y la escisión de la ciencia económica mexicana
en dos sub-profesiones radicalmente distintas. Los capítulos VI y VII analizan el
ascenso del neoliberalismo en México, junto con el papel desempeñado en la
realización de las políticas de libre mercado por los economistas mexicanos formados
en universidades privadas y capacitados en el extranjero. Por último, el capítulo
VIII considera el asunto de la globalización de la experiencia económica y lo que
distingue a los procesos de “aprendizaje social” en los países en vías de desarrollo.
Perspectivas sociológicas
Hay varias cuestiones de sociología que se abordan en el transcurso de este
libro. Estas cuestiones caen ampliamente en tres categorías de “literaturas”
sociológicas o subcampos: la literatura sobre profesiones, la referida a organizaciones e
instituciones y la que estudia el “capitalismo múltiple” y la lógica de las institucionales
locales.
Las profesiones y sus clientes
20
Aun cuando este libro está en deuda con la sociología del conocimiento, en
espíritu –y, hasta cierto punto, en método- , opté por formular mi estudio dentro de la
literatura de la sociología de las profesiones.3 Mientras que los sociólogos del
conocimiento tienden a estudiar las batallas que ocurren dentro de ciertos campos del
conocimiento (Cf. Latour, 1987; Yonay, 1998), la sociología de las profesiones analiza
cómo se construye el conocimiento experto y como se aplica dentro de un amplio marco
social de instituciones y clientes. Mi investigación en México me dio una prueba de lo
mucho que la profesión de la economía puede variar de país en país, de cómo las
profesiones de ciencias sociales reflejan los sistemas nacionales de instituciones y
relaciones entre el Estado y la sociedad (Rueschemeyer y Skocpol, Edsel., 1996).
Esta experiencia también me dejo con la pregunta
teóricamente los sociólogos esta
de
cómo
deben
explicar
aparente relación entre experiencia científica
social, por un lado, y contexto institucional nacional, por el otro. La sociología de
las profesiones, que trata explícitamente la relación entre grupos de expertos y las
sociedades que en ellos se insertan parece ser la más adecuada para esta labor teórica.
3
Algunos lectores estadounidenses podrían sentirse desconcertados por la
noción de economía como “profesión”, ya que en los Estados Unidos ésta podría
considerarse un subconjunto de una profesión más extensa de “académicos”. Al
respecto podría decir que incluso en los Estados Unidos el hecho de que los
economistas tengan su propia asociación profesional, así como revistas inaccesibles a
los académicos que no son economistas, sugiere que la economía es una profesión
independiente por derecho propio. Además, como muestra el capítulo II, en muchas
otras naciones –incluido México- la economía ha sido históricamente una profesión de
Estado más que académica; en tales casos, el economista prototipo es más un
funcionario del gobierno que un académico de tiempo completo.
Las profesiones son “grupos ocupacionales que controlan la adquisición y
la aplicación de diversos tipos de conocimiento” (Abbot, 1988, p. 1). Los primeros
21
estudios de profesionales se centraron en el aspecto de cuales características distinguen
a una “profesión” de otras ocupaciones (Cf. Caplow, 1954; Wilensky, 1964). Una
tradición posterior se enfoco en los “poderes” profesionales y la manera como las
profesiones utilizan al Estado para asegurar monopolios sobre ciertos tipos de
trabajo y otros privilegios (Cf. Freidson, 1970; Larson, 1977). Este libro sigue una
tendencia relativamente reciente en la sociología de las profesiones, que analiza como
varían estas en diferentes contextos nacionales (cf. Abbot, 1988, Krause, 1996).
En cualquier sociedad coexisten muchas ideas y estas compiten entre sí.
Lo que hace especial a las profesiones es que existen reglas acerca de cuáles ideas
deben considerarse conocimiento y quienes están autorizados a autonombrarse
expertos. El poder de las profesiones se deriva de su legitimidad, “fundada en la
consecución de experiencia socialmente reconocida” (Larson, 1977, pp. XVII). En los
Estados Unidos los médicos fueron vistos alguna vez como el ejemplo prototípico de
una profesión, ya que ellos eran –hasta hace poco- extremadamente exitosos en
mantener un monopolio sobre la consulta médica legitima (Cf. Larson, 1977, p. 37).
En parte, este monopolio reflejaba el éxito de la profesión médica para conseguir la
protección del Estado: todo aquel que ejerciera la medicina sin título estaba expuesto
a la persecución de la ley. En un nivel más importante, sin embargo, el éxito de la
medicina puede remitirse a su legitimidad; la mayoría de los estadounidenses creían
en el conocimiento experto de los médicos y se mostraban renuentes a cuestionar sus
diagnósticos y prescripciones, a menos que obtuvieran una segunda opinión de otro
médico.
La legitimidad, apoyada por la confianza en la experiencia profesional,
aparta los diagnósticos y las prescripciones profesionales de las recusaciones externas.
Pero ¿precisamente ante quien deben legitimar los profesionales sus demandas? De
acuerdo con el trabajo de Abbot (1988) y otros más recientes que documentan los
modelos de profesiones entre los países, sostengo que las profesiones requieren
fundamentalmente la legitimación de las organizaciones o los actores con recursos,
a quienes llamo clientelas profesionales. Esto se debe a que los profesionales son, por
22
definición, expertos que reciben un pago por ejercer su experiencia. Las diferencias
características entre profesiones de distintos países pueden remitirse a diferentes
clientelas nacionales. Mientras que en los Estados Unidos los profesionales han
tenido históricamente a recibir un pago de individuos y organizaciones privadas,
en la Europa continental, por lo general, los Estados adoptan un papel más directo en
la profesionalización, a través de programas profesionales y la contratación de
graduados para trabajar como servidores públicos (Burrage y Torstendahl, 1990;
Abbot, 1988; Cocks y Jarausch, eds., 1990; Heidenheimer, 1989; Torstendhal y
Burrage, 1990).
Los capítulos II y III muestran que desde la revolución mexicana de 19101917, las profesiones en México tienden a parecerse a las centradas en el Estado, o
sea al modelo continental. El primer programa de economía de México se estableció en
1929 en la Universidad Nacional Autónoma de México por funcionarios del gobierno
con el propósito de capacitar a burócratas del Estado. Sin embargo, el capítulo III
también muestra que la ciencia económica mexicana tuvo más de una clientela
potencial. En 1946, grupos empresariales descontentos con las políticas del
gobierno, establecieron un programa de economía alternativo al del la UNAM de
tendencia izquierdista y centrada en el Estado: el ITM (más tarde llamado ITAM).
Los capítulos III a IV resumen las trayectorias históricas de los programas de economía
de la UNAM y del ITM/ITAM hasta el presente y analizan el desempeño en la práctica
de los graduados de ambas instituciones en el mercado laboral. Mientras que la
influencia izquierdista radical dentro del programa de la UNAM finalmente
provocó que esta se separara de su clientela más importante –el Estado mexicano-, el
programa del ITAM norteamericanizó cada vez mas y a principios de los años setenta
fue adquiriendo una importancia creciente dentro del gobierno mexicano. La suerte
del ITAM, junto con varios programas mexicanos de economía que vinieron a emularlo,
muestra como la globalización económica disminuyó la importancia de las clientelas
nacionales y aumentó la importancia de las clientelas internacionales para la profesión
23
económica en México, Este proceso de norte americanización e internacionalización se
resume en los capítulos V a VII.
Instituciones cambiantes
Las instituciones gobiernan la conducta social, desde las costumbres y
otras normas culturales informales hasta las leyes y otras formas legales formales
de regulación social (North, 1990). Los efectos de diferentes ordenes institucionales
en las sociedades y la manera como se construyen las instituciones han sido
estudiados desde diversas perspectivas disciplinarias, incluida la economía (por
ejemplo, Coase, 1983; North, 1990), la Ciencia Política (por ejemplo, March y Olsen,
1984; Hall, ed., 1986) y la sociología (para una excelente revisión de esta literatura,
véase Scott, 1995).
Este libro examina en detalle como cambiaron varias instituciones a
través del tiempo y la manera como interactuaron incluyendo los sistemas de
gobierno económico y los sistemas de enseñanza profesional. Por consiguiente, cae
por
lo
general
dentro
de
una
tradición
interdisciplinaria
conocida
como
“institucionalismo histórico” (véase Steinmo, Thelen y Longstreth, 1992). El
surgimiento del neoliberalismo puede verse como una transformación institucional
es una escala global, que incluye la aprobación de leyes que otorgan autonomía a
los bancos centrales y derechos de propiedad a los inversionistas extranjeros, y la
eliminación de aranceles en importaciones del extranjero. El resultado ha sido lo
que los sociólogos neo-institucionales llaman “isomorfismo institucional”: una
convergencia de modelos institucionales (i.e. políticas nacionales), de tal manera que
diversas organizaciones –es decir, gobiernos nacionales- llegan a verse más parecidos.
(Cf. DiMaggio y Powell, 1983; Scott y Meyer, eds., 1994; Boli y Thomas, 1997; Boli y
Thomas, eds. 1999).
Desde un punto de vista neo-institucionalista, ¿Qué fuerzas podrían ser
responsables de esta convergencia global? Una respuesta posible es que los Estados
24
imitan a otros que consideran más exitosos; lo que hace diferente a los Estados parce
mas semejante con el tiempo. Esta noción es compatible con una escuela neoinstitucionalista de pensamiento a la que me referiré como teoría de lo “cultural
universal”. La premisa central de esta teoría es que los Estados-nación
contemporáneos comparten una cultura común de racionalidad: una “cultura
universal racionalizada”. Esta cultura común conlleva a valores compartidos que
forman la base de un proceso progresivo de imitación y de difusión internacional de
modelos organizacionales e institucionales (Scott y Meyer, Edsel., 1994; Boli y
Thomas, 1997; Boli y Thomas, eds., 1999).
Una explicación cultural universal para la adopción del paradigma
neoliberal en todo el mundo empezaría con la observación de que los Estadosnación siempre imitan a otros como parte de su búsqueda de soluciones a
problemas comunes. Por ejemplo, durante el siglo XIX el gobierno japonés
sistemáticamente se propuso imitar el modelo británico de organización –como el
servicio postal- con la esperanza de adquirir la rapidez en el crecimiento económico y la
experiencia militar de los británicos (Westney, 1987). Por tanto, el isomorfismo
institucional entre los Estados-nación precede a la convergencia neoliberal por una
cuestión de siglos.
Mucho en este estudio confirma las propuestas teóricas de la teoría cultural
universal. El capítulo II muestra que después de la Revolución de 1910-1917, los
constructores del Estado mexicano revisaron explícitamente diversos modelos
extranjeros para la construcción de un banco central, una banca de desarrollo, la
Secretaria de Hacienda y un sinnúmero de instituciones de desarrollo. En la
realidad, la fundación del primer programa de economía de México en 1929 fue
concebida como un proyecto para capacitar a estudiantes en los conocimientos y las
técnicas más recientes de la ciencia económica en el extranjero, a fin de crear un
cuerpo de administradores competentes que trabajaran dentro de la burocracia
gubernamental. Además, los capítulos IV y V demuestran claramente que los actores
provenientes del banco central han desempeñado hasta la fecha un papel progresivo y
25
crítico en la dotación de normas internacionales, tanto para el gobierno mexicano como
para la profesión mexicana de la economía.
Sin embargo, para entender el desarrollo más reciente de las reformas
neoliberales, creo que es útil recurrir a lo que describen diferentes
neo-
institucionalistas, a saber: la discusión de DiMaggio y Powell (1991) del isomorfismo
institucional dentro de campos organizacionales. Para explicar por qué ocurre esto,
DiMaggio y Powell (1983) identifican tres tipos de isomorfismo institucional:
mimético, coercitivo
y normativo.
El
isomorfismo mimético
corresponde
esencialmente a los procesos identificados por los teóricos de lo cultural universal:
organizaciones en la misma “línea de negocios” (I.e. Estados-nación) comparten
valores comunes y estructuras organizacionales y, por consiguiente, a menudo se
imitan unos a otros como una manera de minimizar la incertidumbre.
A diferencia de los isomorfismos culturales universales, que se funda en la
legitimación y en los valores compartidos, los isomorfismos coercitivo y normativo
tratan fundamentalmente del poder: el poder de organizaciones externas con
recursos, en el primero, y el poder de expertos certificados, en el segundo. El
isomorfismo coercitivo (4) ocurre cuando las organizaciones acatan las normas de
actores externos poderosos bajo las presiones de la dependencia de recursos. Así,
las universidades que participan ostensiblemente en el negocio de la educación superior,
apoyarán programas atléticos caros porque los ex alumnos que ofrecen donaciones están
interesados en ganar juegos de futbol. El isomorfismo relativo ocurre entre
organizaciones –como las universidades-- cuyo personal son profesionales, como los
administradores de universidades. A menudo esas organizaciones convergerán debido a
las presiones provenientes de las profesiones a las que pertenece su personal. Un
ejemplo es la basta tendencia en los Estados Unidos de crear sociedades entre las
universidades y el mundo de los negocios, dirigidas por administradores
académicos con posgrado en administración. A lo largo de este libro decidí referirme
al isomorfismo normativo como “isomorfismo experto”, porque creo qué este último
término es más reconocible en cuanto a su relación con el poder de los profesionales.
26
(4) El término coercitivo es a veces inapropiado porque confunde procesos que son
coercitivos en sentido estricto –como cuando un ejército de ocupación impone una
aparato administrativo—con procesos que voluntariamente aceptan restricciones
determinadas externamente, por ejemplo, el caso de los países en vías de desarrollo
que hacen independientes a sus bancos centrales a fin de fomentar la confianza de los
inversionistas. Esto es más o menos análogo a la diferencia entre un recluta del
ejército que tiene que vestir un uniforme o ser enviado a la cárcel, por un lado, y un
aspirante a un puesto de trabajo que debe vestirse conservadoramente para una
entrevista de trabajo, por el otro.
Para el propósito de examinar las reformas liberalizadoras de México y
de otros países en vías de desarrollo, estas dos últimas categorías tienen una gran
utilidad. A diferencia del isomorfismo mimético, las categorías del isomorfismo
coercitivo y normativo/experto tienen el potencial de incorporar desigualdades de
poder y recursos entre el centro y la periferia. Esas desigualdades han sido
particularmente importantes desde el inicio de la crisis de la deuda en 1982. Durante los
años ochenta y noventa los “préstamos basados en políticas” del gobierno
estadounidense, el FMI y otras organizaciones multilaterales, junto con la necesidad
creciente de fomentar la confianza de los inversionistas, han tenido un tremendo
efecto en las políticas nacionales de los países en vías de desarrollo (Cf. Stallings, 1992;
Kahler, 1990 y 1992; Williamson y Haggard, 1994). Como Williamson y Haggard
(1994) cándidamente observaron, “la confianza en los beneficios de la reforma
económica está mucho menos extendida entre los políticos que entre los economistas y
aún menos entre el público en general, para ya no hablar de aquellos cuyos intereses
resultan afectados” (p.531). Así, incluso entre los que apoya las reformas neoliberales,
se reconoce que la crisis de la deuda produjo un ímpetu crítico para el cambio frente
a los intereses creados que pudieron haberla prevenido.
Por consiguiente, el “isomorfismo coercitivo” en el sentido de DiMaggio y
Powell ha desempeñado evidentemente un papel importante en el cambio reciente del
27
paradigma de México y el resto del mundo en vías de desarrollo. Desde 1982, los
gobiernos del Tercer Mundo adoptaron reformas de liberación para ganar en parte
acceso a los recursos de poderosos actores externos; los más importantes son las
constituciones multilaterales e inversionistas extranjeros.
Sin embargo, el
isomorfismo coercitivo es quizá la observación teórica menos interesante que se puede
hacer sobre la transformación neoliberal de México. Lo más sorprendente es la
medida en que el cambio del paradigma neoliberal ha sido provocado por el
isomorfismo experto o normativo: presiones ejercidas sobre el estado no por actores
externos –es decir, inversionistas extranjeros o el FMI--, sino por un grupo de
profesionales dentro del Estado.
La presencia de economistas formados en los Estados Unidos en los
gobiernos de los países en vías de desarrollo es hoy asombrosamente poderosa. Estos
tecnócratas formados en el extranjero suelen compartir un marco cognitivo común y
un conjunto de sus posiciones y directrices –en suma, una ideología común—con los
formuladores extranjeros de políticas y con los financieros internacionales.
También tienen vínculos sociales con los formuladores Estadounidenses de políticas
y los funcionarios de organizaciones multilaterales no solo desde sus días en la
Escuela de posgrado, sino también desde sus puestos anteriores dentro de
organizaciones internacionales, con frecuencia el FMI. Un conjunto creciente de
información sugiere que estos tecnócratas han sido el medio para impulsar las
reformas de liberación en varios gobiernos del Tercer Mundo. En un estudio entre
naciones Williamson y Haggard (1994) encontraron que los Economistas formados en
Universidades de los Estados Unidos desempeñaron un papel importante en la
promoción de reformas en ocho de los quince países estudiados, Chile, Colombia,
Indonesia, Corea, México, Turquía, Brasil y Perú. Casos más recientes de
Tecnócratas formados en Estados Unidos, que promovieron reformas neoliberales,
incluyen a Costa Rica (Núñez 1998), Vietnam (Kolko 1997), Pakistán (Holloway et
al.,1996), y filipinas. Además, incluso después de haberse puesto en práctica las
reformas neoliberales, los economistas formados en los Estados Unidos han
28
desempeñado un papel importante en el manejo actual de economías orientadas al
mercado (Silva, 1991; Puryear, 1994).
México constituye un ejemplo típico e ideal de esta tendencia. Desde
mediados de los años 80, el cambio de México hacia mercados más libres ha estado
acompañado por el “ascenso dentro de la burocracia mexicana de las políticas
económicas de un grupo de jóvenes economistas profesionales formados en el
extranjero que trabajaban en colaboración y utilizaban sus experiencias técnicas así
como sus puestos de responsabilidad para conducir a México en una nueva dirección”
(Golob, 1997, P.98). En los años 80 y 90 los economistas formados en los Estados
Unidos adquirieron importancia en cada una de las ramas de la elaboración de
políticas económicas mexicanas, en algunas de ellas ostensiblemente no económicas –
como la educación—y, más recientemente, en la propia presidencia.
El papel de los tecnócratas formados en los Estados Unidos en la
promoción de reformas de liberación en México constituye un claro ejemplo de
isomorfismo experto, convergencia basada en el poder de profesionales para
remodelar las organizaciones e instituciones dentro de las cuales están inmersos.
Pero, ¿cuál es la fuente de estos poderes profesionales? Yo sostengo que el éxito de
una profesión se basa fundamentalmente en el apoyo de una clientela; en otras palabras,
un grupo con los recursos para apoyar la práctica del conocimiento experto. Las
profesiones no necesitan generar una amplia confianza en su experiencia, basta
encontrar un grupo que quiera pagar por ella.
Esta perspectiva ayuda a explicar la extraordinaria proliferación de
oportunidades para los economistas formados en los Estados Unidos en los
Ministerios de Finanzas, Bancos Centrales e incluso en Presidencias de los Países
en Vías de Desarrollo. Después de todo, esta tendencia a ocurrido en sociedades en
donde una proporción importante de la población es analfabeta, 13% en México. Si se
quisiera llevar a cabo un estudio de la profesión de la Economía en México, es poco
probable que una mayoría de mexicanos tuviera mucha noción de lo que hacen los
economistas, y muy pocos serian capaces de evaluar las políticas económicas de los
29
tecnócratas, aunque muchos podrían ser críticos del gobierno. El poder de la
tecnocracia mexicana seguramente no proviene de la confianza popular en la
experiencia de los economistas entrenados en el extranjero.
En cambio, el éxito de los economistas en el gobierno mexicano debe
remitirse fundamentalmente en su legitimación por parte de clientelas que
proporcionan recursos. Los capítulos VI y VII muestran que desde 1970, pero sobre
todo desde el inicio de la crisis de la deuda de 1982, el ascenso de los tecnócratas
neoliberales en México ha sido fomentado por la legitimación de clientelas
internacionales y extranjeras más que nacionales e internas. Los inversionistas
extranjeros, las instituciones multilaterales y los funcionarios del Gobierno
Estadounidense son los cancerberos que controlan el acceso de los recursos vitales sin
los cuales el gobierno mexicano enfrentaría graves dificultades macroeconómicas.
Para negociar con estos poderosos actores y organizaciones externas, el gobierno
mexicano ha impulsado hasta la cima de la jerarquía de los hacedores de políticas a un
grupo de individuos que inspiran fe y confianza internacional, ambas gracias a sus
credenciales formales y gracias a sus vínculos sociales internacionales (para un
argumento más general, véase Marcoff y Montesinos, 1993.).
Esto significa que aunque el isomorfismo experto – es decir los
economistas en el gobierno que impulsan reformas neoliberales—ha sido un factor
clave en la transición neoliberal de México, el isomorfismo coercitivo ha estado
atrás de ese isomorfismo experto. En otras palabras, el surgimiento de tecnócratas
formados en los Estados Unidos es un fenómeno que puede atribuirse en gran
medida a la dependencia de recursos. El papel penetrante y multifacético de las
presiones externas en la transición neoliberal de México se puede generalizar casi
seguramente en otros países en vías de desarrollo, pero no a los desarrollados. En el
capítulo VIII se analizan las implicaciones de este papel para los procesos de
“aprendizaje social” en el mundo en vías de desarrollo.
La lógica institucional local
30
Para muchos inversionistas extranjeros el gobierno del presidente Carlos
Salinas de Gortari (1988-1994) parecía un sueño hecho realidad: era favorable al
capital internacional, aparentemente “democratizante” – aunque al mismo tiempo
mantenía el orden—y estaba rodeado por un equipos de tecnócratas que hablaban
inglés y con quienes los inversionistas extranjeros podían relacionarse. Al mismo
tiempo, los economistas internacionalmente renombrados que visitaban a México
se impresionaban no solo con los tecnócratas del gobierno sino también con los
economistas Mexicanos, con tantos Doctores que hablaban fluidamente el inglés y que
eran egresados de Universidades Estadounidenses.
Este libro muestra que los gemelos de la internacionalización de la ciencia
económica Mexicana y la internacionalización de la tecnocracia mexicana están
directamente relacionados. Por tales razones durante los años 80 y 90 hubo una gran
proliferación de oportunidades para que los economistas formados en el
extranjero trabajaran dentro del gobierno mexicano, ya que los tecnócratas de alto
nivel preferían trabajar con subordinados iguales a ellos, a menudo ex alumnos
suyos. Esta tendencia de alto perfil aumentó la matricula de los programas de
economía internacionalizados, como el del ITAM y el del Colegio de México; el
éxito de estos programas, a su vez, provocó que otras escuelas los emularan. Al mismo
tiempo, el gobierno tecnócrata de México estaba ansioso de proporcionar amplio
soporte financiero a lo más importante de la élite, el sector americanizado de la
ciencia económica mexicana.
Como resultado de las tendencias antes mencionadas, los economistas
mexicanos con grados académicos de Harvard, el MIT o la Universidad de
Chicago tuvieron más oportunidad de encontrar trabajo como economistas
académicos. Esto significo que un sector selecto de la profesión económica en México
llegara a parecerse mucho a su contraparte de los Estados Unidos. No solo estos
economistas tenían grados académicos en universidades estadounidenses, sino que
también trabajaban en instituciones académicas, en contraste con las generaciones
31
anteriores de economistas mexicanos que tenían que trabajar como funcionarios
públicos de tiempo completo.
Una de las lecciones fundamentales de este libro, sin embargo, es que las
apariencias pueden ser engañosas. La literatura reciente sugiere que debemos ser
escépticos ante la idea de que la convergencia neoliberal creará un todo
homogéneo, “un solo mundo” basado en un solo conjunto de modelos
institucionales. Aun cuando los mercados y el capitalismo están en el orden del día,
siguen existiendo varios “capitalismos” basados en ordenes institucionales muy
diferentes (CF. Evans, 1995; Hollingsworth t Boyer, eds., 1997; Hamilton y Biggart
,1998; Soskice, 1999; Hollingsworth, Schmitter y Streeck, eds., 1994). De manera
similar aunque los sistemas nacionales de experiencia económica han llegado a
parecerse unos a otros en muchos aspectos, debemos esperar que subsistan importantes
variaciones nacionales.
Por consiguiente, aunque los visitantes estadounidenses puedan estar aun
impresionados por la aparente familiaridad de los departamentos más elitistas de
economía de México, la “lógica institucional” (Cf. Biggart y Guillen, 1999) que
apuntala la economía mexicana sigue siendo radicalmente distinta de su contraparte
disciplinaria de los Estados Unidos. Más importante aun, la ciencia económica
mexicana todavía está guiada fundamentalmente por la lógica y los recursos del
estado mexicano, una base muy diferente de la ciencia económica estadounidense
que es, fundamentalmente, una profesión académica.
CONCLUSIONES
Los sistemas nacionales de experiencia científica social reflejan condiciones
materiales e institucionales locales. Y como las economías nacionales se han vuelto
más globales, ha habido una globalización correspondiente de la experiencia
económica, junto con la adopción transnacional del paradigma neoliberal. No
obstante, el contexto nacional sigue contando. El siguiente capítulo muestra como el
32
contexto latinoamericano y el mexicano en particular, moldearon la profesión
económica mexicana durante las primeras décadas del siglo XX.
Pág. 31
Equipo # 3
Expone el viernes 9 de octubre 2009
Pág. 32
II. Los orígenes de la economía mexicana
En 1929 dio inicio el primer programa de economía en México, en la
UNAM. Desde el principio este guardaba poco parecido con los departamentos de
economía en Estados Unidos. Sus fundadores eran en su mayoría funcionarios
públicos y no académicos, y sus credenciales académicas en el campo de la ciencia
económica eran en su mayoría escasas o inexistentes. Sus salarios era prohibitivamente
bajos y la enseñanza de la ciencia económica estaba en manos de burócratas del
gobierno de tiempo completo, que impartían sus clases en las mañanas o en las noches.
Los estudiantes no esperaban hacer carrera en los negocios, ni ingresar en programas de
postgrado en economía que no existían en México, sino incorporarse de manera
abrumadora a puestos en el gobierno.
Este capitulo examina los orígenes de la ciencia económica mexicana en
una perspectiva comparada entre naciones. A diferencia de la practicada en los Estados
Unidos, que evoluciono en el contexto de un Estado descentralizado y una red de
universidades privadas, la mexicana estuvo indeleblemente marcada por el activismo y
poder del Estado postrevolucionario. Como resultado, la ciencia económica mexicana
guardaba poca semejanza con la profesión privada y esencialmente universitaria de
los Estados unidos. Más bien, se trataba de una profesión estatista dentro del molde
continental, aunque con un estilo particularmente mexicano.
33
Las perspectivas compradas del conocimiento experto
Durante la gran depresión, un economista británico llamado W.H. Hutt
publico un libro en el que se lamentaba de la falta de prestigio público de los
economistas. Escribió:
A menudo se ha señalado que, en la universidad, el economista esta en una
posición distinta de la que ocupan la mayoría de sus colegas científicos de otras
ramas de estudio. Por lo general se cree que estos últimos son expertos en sus temas. El
hombre de la calle por lo general no querrá cuestionar la enseñanza del matemático, el
químico o el biólogo. Donde el lego no comprende algo, por lo general acepta lo que le
dice el científico como verdad indiscutible. Pero mientras que hay unas cuantas
personas inteligentes entre el publico que se atreverían a discutir como un profesor de
matemáticas sobre su especialidad, hay apenas unos cuantos que no estarían
dispuestos a cuestionar la validez de las enseñanzas de un economista (Hutt, 1936,
p.36).
Al igual que los integrantes de todas las profesiones, los economistas han
tenido que resolver sus propios dilemas de legitimación profesional delimitando lo
que Abbot (1988) llama su jurisdicción profesional. Los economistas de todas las
naciones han tenido que enfrentar el problema recurrente del escepticismo del público
con respecto a su experiencia frente a las crisis y bajas económicas.
Sin embargo, la legitimación no la hace principalmente en la terminología
de Hutt “el hombre de la calle”. Aun cuando los profesionales desearían un mayor
reconocimiento y aprobación del público, su estatus como profesionales no depende
necesariamente de manera directa de tal reconocimiento. Mas bien, como persona
que invierte años de su vida en una educación costosa al menos en términos de costo
de oportunidad y que, en consecuencia, recibe un pago por practicar esa experiencia,
el principal dilema de cualquier profesión es encontrar un grupo o entidad con recursos
que la sostenga. La distinción utilizada en lenguaje ordinario entre “aficionado “y
34
“profesional “capta esta noción extremadamente bien: mientras que un profesional se
gana la vida ofreciendo sus servicios, un simple aficionado no lo puede hacer.
El hecho aparentemente obvio de que los profesionales necesitan encontrar a
alguien que les pague ha sido en general pasado por alto en la literatura de las
profesiones, que por tradición se ha centrado en la distinción entre “ profesional “ y “
trabajador” en lugar de entre “profesional” y aficionado” (cf.Caplow.1954
Wilensky,1964). La pregunta que se plantea al subrayar la distinción profesional/
trabajador es ¿como un grupo de experiencia que se ha autonombrado así, se puede
lograr el tipo de autonomía y prestigio que se otorga a, digamos, los médicos, pero
no a los mecánicos de automóviles? En contraste, la dicotomía profesional /
aficionado plantea los médicos pagar su educación médica y mantenerse a si mismo y a
sus familias, sin tener que aceptar segundos empleos como mecánicos de automóviles,
por ejemplo: Mientras que la primera parte de la pregunta tiene que ver con el estatus, la
segunda tiene que ver con la subsistencia.
Una vez que empezamos a estudiar las profesiones en los países en vías de
desarrollo, resulta evidente que la pregunta acerca de la subsistencia es anterior a la
pregunta del estatus en las profesiones. En países donde los recursos son escasos, la
autonomía más inmediata de ganarse del desempleo y el subempleo entre los médicos,
que a menudo deben buscar un segundo empleo para poder vivir de sus ingresos. Este
dilema no refleja la falta de fe de los mexicanos en la experiencia de los médicos. Mas
bien, es un reflejo de que la mayoría de los mexicanos no pueden pagar por un seguro
medico privado que les de acceso a médicos mejor pagados y consultas privadas.
La noción de que las profesiones necesitan recursos da una nueva
perspectiva a las observaciones de Abbot (1988), Larsson (1977) y otros, que han
utilizado el concepto weberiano de legitimación para ilustrar el proceso mediante el
cual algunas profesiones tienen éxito y otras fracasan en ciertos momentos y lugares.
Utilizado por lo general dentro del contexto de la política mas que en el de las
ocupaciones, la” legitimidad” implica “justificaciones” internas “o confianza de parte
de una masa critica de individuos la legitimidad política se funda en una confianza
35
general en la rectitud del orden político, parece natural suponer que la legitimidad
profesional debería basarse en una confianza general de la experiencia.
Sin embargo este concepto de la legitimidad requiere una reformulación
importante en el contexto de las profesiones. Es cierto que la confianza general en la
experiencia puede, en muchas circunstancias, ayudar a que las profesiones florezcan en
particular en sociedades con grandes clases medias capaces de pagar servicios
profesionales. Pero la creencia general en la experiencia no es ni necesaria, ni suficiente
para el éxito de una profesión exitosa en México, la mayoría de los mexicanos no
necesita confiar en la experiencia de los economistas o saber incluso que son los
economistas más bien, basta con que algunas organizaciones de México quieran
pagarles por sus servicios. A la inversa, a veces las profesiones pueden estar apoyadas
materialmente por actores u organizaciones que no confían en su experiencia. Por
ejemplo Halliday y Carruthers (1996) analizan como la aprobación de la legislación de
un nuevo tipo de abogado facultando para examinar determinados procedimientos y
aunque las corporaciones inglesas no hayan querido contratar a estos abogados, el
gobierno no las obligó a ello.
Esto sugiere que en el contexto de las profesiones el contenido cognitivo de
la noción de legitimidad debe acotarse. Resulta mejor pensar la legitimación
profesional en términos de la transferencia de recursos. Es decir, que un individuo o
grupo legitime una profesión ayudando a mantenerla materialmente. Aquí el termino
“clientela” se usa tomándolo prestado de la literatura de movilización de recursos como
referencia a un grupo que proporciona recursos materiales que ayudan a sostener
una profesión (McCarthy y Zald, 1977, p.1221). Las clientelas profesionales
proporcionan recursos, ya sea financiando la capacitación profesional, cuando grupos
estatales o privados
fundan universidades o pagando servicios profesionales.
Ejemplos del cliente son las instituciones (como las corporaciones), organizaciones
privadas no lucrativas (como las universidades) o personas físicas.
La identificación de las clientelas profesionales es especialmente útil para
explicar patrones de profesionalización entre naciones, por que proporcionan un
36
puente causal entre el conocimiento experto y la estructura social. Tipos diferentes de
sociedades proporcionan contextos económicos, políticos y culturales distintos,
dando origen a clientelas profesionales también distintas. Estas clientelas, a su vez,
ayudan a crear patrones de profesionalización entre naciones, identificando
sistemas profesionales centrados en el Estado o en lo privado. Mientras que las
profesiones angloamericanas han tenido a desarrollarse independientemente del
Estado lo que utilizan para asegurarse monopolios legales sobre tipos especiales de
trabajo, los Estados de la Europa continental han adoptado por lo general el papel mas
directo en la profesionalización de programas, y desplegando un papel destacado
en la contratación de sus graduados ( Burreg y Torstendahl, 1990; Abbott, 1988;
Cocks y Jaraush, 1996;Heidenheimer, 1989; Torstendahl y Burrage, 1990; Krause,
1996. desde la Revolución Mexicana, en México las profesiones han tendido a
parecerse mas al modelo europeo continental que la angloamericano.
Las raíces revolucionarias de la economía mexicana
En 1910, al inicio de la Revolución Mexicana, las profesiones en el país
estaban tan desarrolladas como su economía. Bajo la dictadura del Porfirio Díaz (18761910) México era una sociedad sumamente estratificada, gobernada por una elite y
poblada sobre todo por una clase campesina empobrecida, atada a veces por un
contrato. De las tres profesiones, sin contar la militar, que sobrevivieron a la época
colonial, el clero, los abogados y los médicos probablemente solo el clero tuvo una
proporción significativa de clientes no elitistas (Cleaves, 1987, p.7). La mayoría de los
mexicanos carecía de los recursos para utilizar servicios de profesionales, y por
mucho que necesitaran médicos, agrónomos e ingenieros, no había una clientela real
para estos profesionales. La Revolución Mexicana -- y el poderoso y centralizado
Estado que creó--- hizo posible que las antiguas profesiones se expandieran y que se
establecieran otras. Cleaves (1987) observa que en México, como en Europa
Continental, la demora del desarrollo capitalista significo que los profesionales
37
fueran menos poderosos en relación con el Estado y por lo general más
dependientes de éste en cuanto a empleo (pp.23). La consolidación del Estado
posrevolucionario mexicano, después de 1917, fue un estimulo importante tanto para
la institucionalización de las profesiones como para la formación de la clase media.
De la dictadura del Porfirio Díaz a la dinastía sonorense
Durante la dictadura de Díaz lo más parecido a un grupo de economistas
profesionales fue una famosa camarilla de ricos funcionarios gubernamentales conocida
como los “científicos”, cuyo integrante más prominente fue José I. Limantour,
Secretario de Hacienda desde 1893 hasta 1911. Los científicos fueron devotos de los
filósofos Coite y Spencer y partidarios que formaron en 1892 adopto el lema positivista
“orden” y progreso “.Los científicos no fueron verdaderos economistas, sino
abogados acompañados de uno que otro ingeniero, que habían aprendido la ciencia
económica a través de las lecturas y de la experiencia practica (Nieto, 1986, pp.3940; Camp, 1991). Al igual que los tecnócratas neoliberales que llegaron al poder casi
un siglo después, los científicos eran partidarios del libre comercio y la apertura a
la inversión extranjera.
Bajo la asesora de los científicos, la dictadura de Porfirio Díaz promociono
una forma de progresos que Knight (1986), compara con la “modernización
conservadora” observada por Barrington Moore, con la que impulso un rápido
desarrollo económico y la centralización política sin reforma social. Se expandió la
agricultura comercial y miles de campesinos perdieron sus tierras en beneficio de
las grandes haciendas (Haber, 1989). El gobierno mantuvo jerarquías sociales y las
compañías extranjeras. El resultado económico fue una estructura productiva
dependiente de la exportación de materias primas agricultura, minerales y mas
tarde petróleo con industrias monopólicas y oligopólicas ineficientes y una economía
que era extremadamente vulnerable a las fluctuaciones de los mercados
internacionales. La economía porfirista fue dependiente en particular de los Estados
38
Unidos, con quien realizaba 74% de sus exportaciones y 58% de sus importaciones
(Ayala Espino, pp.68-71).
La consecuencia histórica más importante del programa de modernización
porfirista fue sin duda la Revolución Mexicana (1910-1917). Que llevo al poder a un
régimen con una nueva agenda social, política y económica. La inversión industrial
privada durante el régimen de Díaz se había realizado principalmente en ferrocarriles y
en industrias extractivas sobre todo de compañías extranjeras que hacia 1910
constituían entre 67 y 73% del capital total registrado (Haber, 1989). La clase
empresarial porfirista interna era débil, poco capitalizada, protegida de la
competencia exterior y por completo dependiente de un mercado interno
sumamente limitado, por que la clase “”dependía casi totalmente cuyo ingresos no le
permitían consumir mas que mercancía baratas de bajo costo”. (Haber, 1989, p. 29)
Los revolucionarios mexicanos enfrentaron una economía que no podía
bastarse a si misma ni crecer o prosperar por si sola. En 1917 llego al poder un grupo de
generales revolucionarios conocidos popularmente como la “dinastía sonorense” los
sonorenses reconocieron que no se podía confiar en las fuerzas del mercado para
garantizar una economía funcional, mas de lo que se podía confiar en las
libertades políticas para el orden. A fin de sobrevivir el Estado mexicano tenia que
asumir un papel activo tanto en la promoción del desarrollo económico como en el
fomento de la estabilidad política ya fuera a través de la captación o la represión.
Como resultado, los sonorenses promovieron una forma peculiar de capitalismo con
tintes populistas y nacionalistas e implicaciones intervencionistas. La Constitución
de 1917 prometía un papel mas activo del Estado en la economía que el que había
imaginado Francisco I Madero. El articulo 27 le otorgaba al Gobierno la propiedad
fundamental de la tierra y de los derechos minerales y junto el articulo 73”
expresaron claramente la posibilidad de la intervención del Estado en casi cualquier
área de la economía “( Ayala espino 1988) el Articulo 123 una arrolladora muestra de
la legislación laboral que cubría asuntos como el día laboral de 8 horas y la
39
legislación del trabajo infantil le otorgaba al Gobierno el poder de regular las
relaciones entre el capital y la fuerza laboral.
En palabras de Knight (1986) “el genio del liderazgo revolucionario fue su
capacidad para aprovechar la energía y las quejas del movimiento popular para fines
anticlericales, la construcción del estado mexicano y el desarrollo capitalista”, (p.527)
Gradualmente el Estado mexicano que estaba surgiendo creo las bases institucionales
para la intervención estatal en la economía. En 1917 se estableció la Secretaria de
Industria, Comercio y Trabajo. De 1924 a 1927 se incrementaron el poder y alcance
de la política fiscal con el establecimiento de un impuesto al ingreso, la ampliación
de la base impositiva y la creación de la Secretaria de la Hacienda, con jurisdicción
sobre las decisiones presupuestarias. En 1925 se estableció un banco central (Banco
de México) junto con el Banco de Crédito Agrícola; en el mismo año se formo la
Comisión Nacional de Carreteras y pronto comenzó la construcción de muchas de
estas. Además como en otros países, la depresión de 1929, tuvo en México el efecto de
estimular la participación creciente del Estado en la promoción del crecimiento y
la estabilidad económicos.
La fundación de la economía mexicana
De todas las profesiones mexicanas, la economía es la que mas le debe a la
Revolución. A diferencia de derecho, medicina, ingeniería, arquitectura y agronomía
que habían sido establecidas como programas universitarios antes de 1917, la ciencia
económica mexicana fue “inventada” esencialmente por un grupo de fundadores del
Estado posrevolucionario. Desde el principio la economía mexicana fue una profesión
estatista de modelo europeo continental, capaz de crecer y prosperar a causa de la
participación creciente del Estado en la economía.
El primer programa de estudios se formó dentro de la Escuela de Derecho de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1929, que más tarde se
desarrollo para crear la Escuela de Economía en 1935. Los orígenes del programa se
40
remontan a una reunión de intelectuales y fundadores e instituciones de Estado a
principios de 1929. Estos individuos pertenecían a una nueva generación que
alcanzo la madurez política durante el maximato, que se desilusionaron por las
políticas de Plutarco Elías Calles y creían en una intervención más vigorosa del
Estado de la que Calles había querido emprender (Knight, 1991, p.248). Demasiado
jóvenes, para haber luchado en la Revolución, muchos de estos individuos la apoyaron
como estudiantes y se convirtieron en cardenistas, marxistas o simpatizantes del
marxismo. Aunque ideológicamente heterogéneos, la característica más importante que
compartían los fundadores del programa de economía de la UNAM era el compromiso
para crear instituciones estatales y nacionales al servicio del desarrollo económico.
La fundación de un programa de economía concibió como parte de este proyecto.
Los fundadores de la carrera de economía en la UNAM compartían el
proyecto común de crear un cuadro de burócratas estatales que pudieran
encargarse de la creación de políticas económicas. Desde el gobierno de Porfirio
Díaz y sus científicos, la política económica mexicana había sido confiada a abogados.
En México, la abogacía no era la profesión especializada que es hoy en día en Estados
Unidos, si no una educación humanística que incluía el estudio de la Historia, la
Filosofía y otras disciplinas. Al igual que la educación en artes liberales en Estados
Unidos, una educación en Derecho en México, suponía trabajar en diversas áreas, y la
elaboración políticas económicas era una de ellas. En palabras de Antonio Castro
Leal, rector de la UNAM en 1992, los abogados han
estado haciendo políticas
económicas “como diletantes” (Pallares Ramírez, 1952 p. 50).
Una de las razones de que la necesidad de economistas pareciera tan
apremiante fue, sin duda, que las normas internacionales para hacer políticas
económicas habían aumentado de calidad desde los años del porfiriato. Durante las
primeras décadas del siglo XX la elaboración de políticas económicas en naciones
capitalistas se había vuelto más homogénea, con convenciones internacionales acerca
de un conjunto de normas y métodos. Por ejemplo, en 1920, la Liga de las Naciones
patrocino una Conferencia Internacional de Finanzas en Bruselas, en la que se
41
reunieron directores de bancos centrales y ministros de finanzas de todo el mundo
para exponer lo que ellos consideraban las verdades universales de las políticas
gubernamentales
monetarias,
financieras,
comerciales
y
fiscales;
y
sus
recomendaciones fueron aprobadas unánimemente por los asistentes (Liga de Naciones,
1930, p.7). Las normas reconocidas internacionalmente de las técnicas para la
elaboración de políticas económicas –tales como el cálculo de balanzas de pagos y
cuentas nacionales--
proporcionaron pauta de lo que
cualquier economista del
gobierno deberían saber, independientemente de su origen nacional.
La idea original para crear un programa de economía se le atribuye por
lo general a Narciso Bassols, que fue director de la Escuela de Derecho de la
UNAM en 1928 a 1929. Bassols
mexicanos contemporáneos
fue parte de una generación de intelectuales
que asistió a la escuela de derecho y participo en el
movimiento Pro revolucionario organizado por estudiantes en mitad de la adolescencia;
fue descrito por uno de su contemporáneos como “un como un revolucionario en
desacuerdo con la organización social de sus tiempos, con inclinaciones socialistas
claramente definidas” (Mabry, 1982, p. 43; Silva Herzog, 1970, p. 149). Partidario de
la ( educación socialista” y ferviente cardenista, Bassols
sirvió primero como
Secretario del Interior y después como Secretario de Hacienda en el gobierno de Lázaro
Cárdenas.
Sin embargo, la paternidad de Bassols como fundador original de economía
en la UNAM ha sido refutada por Daniel Cosió Villegas quien afirma en su
autobiografía que Bassols estaba más interesado en renovar la enseñanza del Derecho
que en iniciar un nuevo programa de estudios. De acuerdo con esta versión, Cosío
Villegas tuvo la idea original y más tarde consiguió vencer la renuencia de Bassols para
poner en marcha el proyecto (Cosío Villegas 1977, p. 140). Cosío Villegas fue el más
académico que los padres fundadores de la economía mexicana y quizás el más
influido por ideas extranjeras. Había estudiado economía en Estados unidos – en
Harvard, Cornell y la Universidad de Wisconsin--, en la London Scholl Of.
economics y en la Ecole libre de Sciences Politiques en Francia con fondos de la
42
Rockefeller Fundation, complementados con el ingreso de lo que escribía como
corresponsal extranjero lo inspiro para crear un programa de economía en México
(Krauze, 1980 p. 54). Compañero de clases y posteriormente camarada pro
revolucionario de Bassols, probablemente Cosío Villegas puede describirse mejor como
un intelectual revolucionario que no apoyaba ningún dogma en particular y que creía
según su biógrafo que “el Estado tenía la gran oportunidad de funcionar como
catalizador, como fuelle, como promotor real, pero no como medio y fin” (Krauze
1980, p. 64). Cosío Villegas apoyo las políticas de reforma de la tierra de Cárdenas y
fue amigo de muchos intelectuales de izquierda, pero el mismo no fue precisamente
izquierdista (Krauze, 1980, p. 88). Cosío Villegas fue el primer director del programa
de economía de la UNAM dentro de la Escuela de Derecho y más tarde desempeñaría
un papel importante en la conformación del Departamento de Investigación Económica
en el banco central.
Otros dos fundadores, que habían sido influenciados por los programas de
economía del extranjero, fueron Antonio Espinosa de los Monteros y Eduardo
Villaseñor. Espinosa habían obtenido el grado de bachiller en ciencias en Estados
Unidos y más tarde tomaría cursos de postgrado junto con Cosío Villegas en Harvard. A
diferencia de Cosío Villegas, obtuvo un grado de maestría y más tarde se convirtió
en director de Nacional Financiera durante el gobierno de Cárdenas. Villaseñor, por
su parte, nunca había obtenido un titulo formal de licenciatura, pero mientras trabajaba
como agregado comercial de México en Londres a fines de los años veinte, tomo clases
en la escuela nocturna de la London School of Economics, donde quedo
particularmente impresionado por las nuevas teorías monetarias de John Maynard
Keynes (Villaseñor, 1974, p. 58). Villaseñor fue director del Banco de Crédito
Agrícola, se convirtió en Subsecretario de Hacienda en el gobierno de Cárdenas y en
director del banco central de 1940 a 1946. De manera nada ortodoxa, Villaseñor
dirigió el Banco de México como institución importante para promover el desarrollo
económico. Bajo su administración, el banco central fundo un Departamento de
Estudios Industriales para la promoción del desarrollo económico a través de
43
estudios de diferentes industrias, y creo becas para que los mexicanos hicieran estudios
técnicos en el extranjero. En 1945, Villaseñor también fue responsable de un importante
proyecto en el que el banco contrato a la Aemour Research Fundation de Chicago para
realizar una extensa serie de estudios sobre el potencial de México para el desarrollo
industrial (Problemas agrícolas…, p. 5).
Enrique González Aparicio fue responsable principalmente en la
transformación, en 1935, del programa de economía de la UNAM en una Escuela
hecha y derecha de economía y se convirtió en el primer director de la escuela.
González Aparicio era un abogado que, en 1934 también estudio un año en la London
School of Economics y posteriormente viajo ala Unión Soviética a hacer
“observaciones educativas” (Silva Herzog, 1970, p. 263; Pallares Ramírez, 1952, p.
96). Intelectual con inclinaciones marxistas (entrevista con Sánchez Navarro, 29 de
septiembre de 1995), fue un entusiasta partidario de la expropiación de la industria
realizada por Cárdenas (Sousa y González Aparicio, 1938, p. 49). Su historia laboral
incluye varios puestos en la elaboración de políticas económicas, incluidas la
Secretaria de Finanzas, la Secretaria de Agricultura, el Banco de Crédito Ejidal,
así como el director del Banco Obrero (Pallares Ramírez, 1952, p. 96).
Entre los más conservadores de los fundadores de la carrera de Economía en la UNAM
estaba Manuel Gómez Morín, integrante de los siete sabios. Abogado de profesión,
Gómez Morín también había estudiado ciencia económica en la Universidad de
Columbia mientras pasaba dos años en nueva York (1921-1922, resolviendo disputas
entre México, bancos extranjeros y compañías petroleras (Maxfield, 1940, p. 40). Fue
respetado como experto en política económica a muy temprana edad y fue autor de la
legislación original para la formación del banco central en 1925 y del Banco de
Crédito Agrícola en 1926. Aunque estaba en contra de la imposición del marxismo
en la universidad y se oponía a las reformas cardenistas, fue un devoto partidario de
la Revolución Mexicana desde sus días de estudiante de leyes. Su desilusión con el
cardenismo lo llevo más tarde a fundar el derechista Partido Acción Nacional (PAN)
en 1939. Ideológicamente, Gómez Morín fue en perspectiva bastante similar a Miguel
44
Palacios Macedo, otro abogado que participo en la fundación de los primeros profesores
de la carrera (Cosío Villegas, 1977, p. 40). El más importante de los fundadores de la
carrera de Economía en la UNAM fue Jesús Silva Herzog no solo dio forma al
programa inicial, sino también guío su trayectoria durante sus primeros veinte años
de existencia. Había sido un periodista pro revolucionario en su juventud y era un
marxista a su propio estilo, pero se desilusionó de la Unión Soviética cuando estuvo allá
como embajador mexicano a finales de los años veinte (Silva Herzog, 1970, p. 128).
Insaciable creador de instituciones, Silva Herzog fue puesto a cargo de organizar la
Biblioteca de Economía de México. Más tarde fundo el Departamento de Estudios
Económicos en Ferrocarriles Nacionales de México en 1931, y el Instituto
Mexicano de Estudios Económicos en el mismo año – que solo duro quince meses—y
fue Subsecretario de Hacienda de 1942 a 1945. Aunque Silva Herzog no tenía un grado
de universitario formal, fungió como director de la Escuela Nacional de Economía de
la UNAM de 1942 y fue posteriormente llamado tres veces para que fuera director
interino. Silva Herzog
era un orador carismático y sumamente popular entre sus
estudiantes; era conocido sobre todo por sus clases de Historia del Pensamiento
Económico.
La visión centrada en el Gobierno de los fundadores de la Escuela
Nacional de Economía resulta evidente en su propaganda sin ambigüedades como un
plan para capacitar a funcionarios del sector público. El anuncio del nuevo programa
aparecido en una revista financiera dice “[Los] licenciados en economía pueden asumir
cargos administrativos de mucha importancia en el gobierno federal y en los gobiernos
locales, porque sus conocimientos los califican sobre todo para ese fin” ( la carrera de
economista”, 1929, p. 6). La idea de que los economistas también podían desempeñar
un papel útil en el sector privado se mencionaba pero quitándole importancia. Un
profesor de Economía bien conocido de la UNAM en esos primeros años subrayo
después que “es obvio que en los primeros tramos del progreso de un país, son estado y
las empresas descentralizadas quienes hacer una mayor demanda de servicios
profesionales de economistas. Es en los tramos posteriores, después de algún progreso
45
económico nacional importante, cuando crece mucho la demanda de servicios
profesionales hechos por empresas privadas” (Loyo [Gilberto], 1949, p. 399). Puesto
que el sector privado era débil y subdesarrollado y el Estado era responsable de
impulsar el desarrollo económico, es lógico que los economistas trabajaran en el
gobierno y no en el sector privado.
Para ayudar a los graduados en Economía a encontrar trabajo y a fin de hacer
más atractivo el programa a los estudiantes preocupados por las posibilidades futuras de
hacer carrera, Cosío Villegas y Espinosa de los Monteros, se acercaron al presidente
Emilio Portes Gil (1928- 1930) con la idea de establecer un monopolio legal para los
economistas en ciertas áreas de la administración pública. Como resultado, el
artículo 63 de la Ley Orgánica del Departamento de Presupuesto de la Federación
reservaba puestos administrativos de mediano nivel --- tales como subdirector de
Aduanas y Director de la Oficina de Patentes--- para Licenciados en Economía. Puesto
que en esa época solo había un puñado de individuos con ese grado --- necesariamente
adquirido en el extranjero---, la ley establecía que si no se podía encontrar
economistas que ocuparan esos puestos, deberían ocuparlos “ aquellas personas a
quienes el Ejecutivo considere suficientemente capaces” (Pallares Ramírez, 1952, pp.
46-47).
La lucha por una jurisdicción profesional
Según las observaciones de Abbot respecto a las luchas territoriales dentro
de los “sistemas” profesionales, la aparición de una nueva profesión provoco
preocupación entre los miembros de otras profesiones con posiciones establecidas
en la burocracia gubernamental mexicana. La oposición a la nueva profesión se
expreso en 1931, cuando abogados y contadores objetaron que contenía demasiados
cursos de Derecho y de Contabilidad; el profesor José León de la Escuela de
Contabilidad exigía que se redujera el número de clases de esta disciplina (Pallares
Ramírez, 1952, p. 74; Consejo Universitario, 1931ª). También se objetaba que el de
46
Economía era un programa inútil que preparaba estudiantes para “una carrera
burocrática empírica cuyas funciones eran fáciles de realizar” y que no era necesaria
“la dedicación al estudio de cinco o seis años para obtener un título y con esa garantía
ejecutar trabajos de tan fácil naturaleza” (Pallares Ramírez, 1952, p.74). Un
argumento un poco contradictorio era que los economistas no estaban preparados para
hacer nada útil y que los graduados del programa serian incapaces de encontrar
empleo; por ello sugirió que el Programa de Economía se fusionara con los de otra
“profesión
más
lucrativa”,
como
Administración
de
Empresas
(Consejo
Universitario, 1931b). A fin de calmar esos miedos a la competencia, un grupo de
estudiantes se reunió con el profesor José León para explicar las diferencias entre las
funciones del economista y la de los contadores: se suponía que el economista crea l
la riqueza nacional, mientras que el contador “arregla, clasifica y expone los resultados
de elementos existentes” (Pallares Ramírez, 1952, p 75). La elocuente defensa de la
carrera del profesor Silva Herzog en el Consejo Universitario da testimonio de los
orígenes del Sector Público y de los objetivos de la profesión:
Desde hace algunos años he tenido a mi cargo oficinas destinadas a llevar a
cabo estudios de carácter económico. Primero participe en la organización de los
Bancos Agrícolas Ejidales y muy a menudo tropezábamos con la dificultad de no
encontrar personas preparadas en economía que fueran a ayudarnos al desempeño
de las labores que teníamos encomendadas. Más tarde estuve encargado de la Dirección
de Estadística Económica. Mis dificultades fueron grandes porque no encontraba
quien pudiese colaborar conmigo eficazmente; los empleados eran burócratas
rutinarios y de preparación deficiente; necesitaba no abogados, ni contadores sino
economistas capaces de interpretar los fenómenos sociales sintetizados en los cuadros
estadísticos. Un año después se me encomendó la organización de la Biblioteca y
Archivos Económicos de la Secretaria de Hacienda y Crédito Publico; idéntico
problema…. El problema subsiste, necesito economistas y no los encuentro (citado en
Pallares Ramírez, 1952, p. 77).
47
A pesar de las objeciones de abogados y contadores, el programa de
economía dio origen ala Escuela de Economía, con pleno derecho en 1935, y se sello
el destino de los economistas del Sector Público mexicano.
Los profesores taxi y los estudiantes de tiempo parcial
Como han observado muchos mexicanistas, la movilidad social en el
México postrevolucionario solía pasar a través de canales políticos en vez
económicos. En palabras de Silva Herzog, la “política es la profesión mas sencilla y
más provechosa en México” (citado en Hansen, 1971, p. 125). El reclutamiento de
nuevas elites políticas a través de la Universidad fue de gran importancia para
satisfacer las aspiraciones individuales de mejoramiento social. Durante las décadas
que siguieron a la Revolución Mexicana, la Universidad Nacional, publica y libre,
ofrecía grandes oportunidades para la movilidad social, ya que una nueva
generación de mexicanos establecía vínculos sociales que le conducirían al éxito
político en el futuro. Camp (1980) hace notar que la Universidad Nacional funciono
históricamente como un espacio para crear vínculos sociales entre estudiantes que
más tarde formaría camarillas --- redes de amistades políticas--- y como punto de
contacto entre los viejos grupos de servidores públicos y la nueva generación de
estudiantes que aspiraban a trabajar en el gobierno. Por ejemplo, el “profesor taxi”
que trabaja tiempo completo en el Sector Público y da una clase en la mañana o
noche--- identifica a estudiantes prometedores, se hace amigo de ellos y les consigue
trabajos en la administración pública. La demanda contenida de economistas, citada
por Silva Herzog, fue en apariencia tan grande que muchos estudiantes de economía
fueron contratados mientras todavía seguían estudiando. Como un complemento
más formal a los canales personales, mas tarde, en 1951, se fundó el Colegio Nacional
de Economistas, la asociación profesional oficial de economistas (Cleaves, 1987, p.
181). La recién fundada Escuela Nacional de Economía prosperaba bajo el sistema del
profesor taxi, que rápidamente canalizaba a los estudiantes de economía hacia
48
puestos de Gobierno. Con excepción de unos cuantos individuos que habían recibido
educación en economía como resultado de circunstancias extraordinarias. -como Víctor
Urquidi y Josué Sáenz-, la mayoría de los primeros profesores de la Escuela de
Economía eran o abogados o ingenieros de profesión y empleados de tiempo completo
del Sector Público. Los salarios eran demasiados bajos en la UNAM para vivir de ellos
y no existían Profesores de Tiempo Completo en Economía. Muchos de los primeros
estudiantes también eran empleados del gobierno con títulos en derecho y contabilidad
(Camp, 1975, p. 139). La escuela estaba convenientemente localizada en la Calle Cuba
92, en un hermoso edificio de la época porfirista a sólo unas cuantas cuadras del
Palacio Nacional y a unos pasos de la mayoría de las secretarías de gobierno:
indudablemente algunos de los llamados profesores “peatones”. A principios de los
años cuarenta, no había instructores de Tiempo Completo; hasta 1960, sólo hubo
dos profesores de tiempo completo para un total de 1 686 estudiantes inscritos
(entrevista con Urquidi, 19 de septiembre de 1995; UNAM, 1981).
El fenómeno del profesor taxi fue provechoso para la consolidación de la
profesión mexicana de economía dentro del Sector Público, y muestra cómo los
profesores con títulos en Derecho o Ingeniería jalaban a los economistas jóvenes a sus
respectivas Secretarías de Gobierno. Una vez que los economistas entraban a una
secretaría dada, los que conseguían ascender en la escala administrativa, podían
utilizar su posición para atraer, a su vez, a más estudiantes de la carrera. No
obstante, el fenómeno de profesores y estudiantes trabajando como burócratas
provocaba cierta inquietud acerca de la calidad del programa. En 1954, Silva
Herzog expresó su preocupación respecto a los salarios sumamente bajos de los
profesores, lo que significaba que sólo los servidores públicos de tiempo completo
podían dar clases: “y como para ganarse la vida ocupan su tiempo en otra actividad,
no siempre pueden preparar sus cursos eficientemente, ni estar al día en la materia que
imparten.” En cuanto a los estudiantes, Silva Herzog subrayaba que “las clases en la
Escuela de Economía se dan de ocho a nueve de la mañana y de cinco y media de la
tarde en adelante. La mayor parte de los jóvenes inscritos trabaja de seis a siete horas
49
diarias y, lógica e inevitablemente, no disponen del tiempo de que han menester para
dedicarse de lleno a sus estudios” (Silva Herzog, 1954, pp. 22-23).
A pesar de esta preocupación, el propio Silva Herzog fue un primer ejemplo
de profesor taxi que les encontró trabajo en la administración pública a estudiantes
prometedores. En realidad, fue probablemente el profesor taxi más importante de las
primeras tres décadas de economía de la UNAM (Camp, 1975, p. 139; entrevista con
Alanís Patiño, 21 de agosto de 1995, y con Urquidi, 19 de septiembre de 1995).
En parte con el propósito de preparar a los estudiantes de Economía
para que fueran funcionarios de gobierno eficaces, en 1940, Jesús Silva Herzog
fundó el Instituto de Investigación Económica (IIE) dentro de la UNAM. En el
Departamento de Investigación Económica del Instituto, los estudiantes de
Economía de tercero y cuarto años recibían capacitación para la investigación en equipo
y la edición de memoranda, entre otras habilidades. En el Departamento de
Laboratorio, los estudiantes de segundo y tercero aprendían a utilizar máquinas
calculadoras, cómo tener acceso a información sobre las economías nacional e
internacional (Pallares Ramírez, 1952, p. 103).
El éxito aparente de los economistas mexicanos para asegurarse empleo
sugiere la pregunta: ¿remplazaron los primeros economistas formados en la UNAM
a finales de los años treinta y principios de los cuarenta a abogados y contadores,
tal como éstos temían? La ausencia de datos del conflicto progresivo entre los
economistas y otros grupos de profesionales refleja probablemente una
abundancia de oportunidades basada en una expansión general de la burocracia
estatal mexicana. Las instituciones gubernamentales y las herramientas de la política
construidas para hacer que funcionara el capitalismo en México proporcionaron un
terreno fértil en el cual la semilla de la profesión económica pudo prosperar sin causar
mayor perjuicio a otras profesiones.
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Equipo # 4
Expone lunes 12 de Octubre 2009
LA EXPANSIÓN DEL ESTADO Y EL EMPLEO DE ECONOMISTAS
Se sabe que durante el periodo que se inició a principios de los treinta y
continuó hasta los años cincuenta, en México, el crecimiento económico, la
industrialización y la expansión de la elaboración de políticas del Estado fueron
considerables. Durante los años treinta, la economía mexicana adquirió algunas de las
características básicas que conservaría durante el periodo de la posguerra:
industrialización orientada hacia un mercado interno, la importancia decreciente de
bienes terminados importados –muchos de los cuales se manufacturaban ahora en
México-, y la importancia creciente de materias primas importadas (Cárdenas,
1994,p.61). La manufactura aumentó de 11.3% del PIB en 1932 a 18% en 1958 (Ayala
Espino, 1988, pp. 130, 132). Esta cifra aparentemente nada espectacular resulta más
interesante si consideramos que durante este periodo hubo un considerable
crecimiento económico en todos los sectores –con un promedio real de crecimiento3
del PIB de 4.8% de 1930 a 1958-; refleja, por tanto, un crecimiento real impresionante
en el sector manufacturero.
3
La fuente original para todos los índices de inflación mexicanos -y por tanto de crecimiento real- son
los informes anuales del banco central de México (Banco de México). Un debate reciente importante
entre los economistas ha consignado problemas con medidas de inflación convencionales (cf.
Moulton, 1996). Sin embargo, hasta donde sé no existe literatura que consigne problemas potenciales
con índices de precios utilizados históricamente en México, lo que me obliga a tomar los datos del
Banco de México a valor nominal. Los científicos sociales del otro lado del espectro político citan
estos datos históricos, que son presentados en forma sumaria por organizaciones que van desde el
FMI hasta la CEPAL.
51
Aun cuando las políticas de este periodo estuvieron llenas de
contradicciones y discontinuidades –especialmente en el área de políticas
redistributivas- hubo importantes tendencias de continuidad y modelos evolutivos de
largo plazo en el área de política económica. Las instituciones y las herramientas de
política desarrolladas en los años veinte y treinta se convirtieron en la base de un
compromiso creciente del gobierno para la promoción del desarrollo económico.
Cárdenas, aunque más interesado en la política que en la economía durante la mayor
parte de su gobierno, estimuló la industria y la agricultura mediante el desarrollo de
la infraestructura y puso las bases de la promoción industrial mediante una exención
selectiva de impuestos (González, 1981, pp. 266-267). Aunque no tan amables como
Cárdenas para organizar a los trabajadores y campesinos –y más amables con los
inversionistas extranjeros-, los gobiernos de Manuel Ávila Camacho (1940-1946),
Miguel Alemán (1946-1952) y Adolfo Ruiz Cortínes (1952-1958) estuvieron
comprometidos con el crecimiento económico y la industrialización, utilizando
para este fin la intervención estatal. Como lo dijo el Secretario de Hacienda de Ávila
Camacho, “el gobierno se propone trabajar activamente para la industrialización de la
República Mexicana hasta que ésta se alcance. El estado no quiere tomar el papel de
{empresario}, sino más bien ayudar a las empresas privadas a hacerse cargo de la
transformación del país” (citado en Mosk, 1954, p. 61). La intervención del Estado
para la promoción del desarrollo económico tuvo los efectos simultáneos de estimular
el crecimiento del PIB y de la industrialización, por un lado, y de crear una
burocracia real para la elaboración de políticas económicas, por otro.
El banco de México
Algunos de los avances más importantes en la creación de políticas
económicas ocurrieron dentro del banco central mexicano (Banco de México).
Fundado en 1925, al principio no pudo influir mucho, ni en la inflación, ni en el
52
crecimiento por diversas razones. Primero, operaba en un sistema de reservas
metálicas y sus billetes eran cuestionados por un público que había sufrido mucho por
la inflación revolucionaria. Esto limitaba el poder del banco para influir en la
política monetaria expansiva a través de moneda impresa. Segundo, inicialmente no
era necesario que todos los bancos mexicanos se afiliaran al Banco de México, lo
que significaba que éste no podía influir en la economía a través de aumentar o
disminuir los requerimientos de reserva. Y tercero, tenía el compromiso de defender
el valor del peso en relación con otras monedas, ya que la sabiduría económica
convencional de la época dictaba que había que adherirse a los patrones metálicos y
mantener el tipo de cambio.
Alberto Pani asumió el cargo de Secretario de Hacienda en 1932 y se hizo
famoso por desafiar la sabiduría económica ortodoxa que se seguía en México 4 tanto en
política monetaria como fiscal. El banco central mexicano, como otros alrededor del
mundo en los años treinta, pasó de ser un mero guardián contra la inflación a ser un
agente activo en la estimulación del crecimiento económico. A diferencia de su
predecesor, Pani permitió que el peso se devaluara, lo que provocó algo de inflación
pero también llevó al crecimiento económico, ya que la demanda de productos
producidos en México, ahora más baratos que los producidos en el extranjero, creció
tanto dentro como fuera del país (Cárdenas, 1994, p. 46). La tarea de Pani se facilitó
por el hecho de que en 1932 los mexicanos estaban más dispuestos a aceptar las notas
del Banco de México; para entonces, no sólo había confianza en la estabilidad del
gobierno y en la bondad de su moneda, sino que la deflación resultó un problema tal
que la gente estaba desesperada por aceptar cualquier tipo de moneda.
4
En esta época el secretario de Hacienda podía manejar a discreción tanto la política
monetaria como la fiscal. Esta discrecionalidad de jure –si no de facto- se terminó en 1993, cuando el
Banco de México se volvió oficialmente autónomo.
53
Mientras que el secretario de Hacienda anterior había mantenido un
superávit presupuestal durante los primeros años de la Depresión, Pani incurrió en
un pequeño déficit fiscal respaldado con fondos del banco central (Cárdenas, 1994, p.
36). La oferta de dinero se amplió a través de la acuñación de plata y del uso de los
billetes del Banco de México para pagarles a los empleados públicos, lo cual tuvo
un efecto de bola de nieve cuando estas personas presionaron a otras para que
aceptaran sus billetes como dinero (Cárdenas, 1994, p.49). En 1935, la plata se
desmonetizó y los billetes se convirtieron en la única moneda legal en circulación.
(Cárdenas, 1994, p. 68). Los incrementos en el circulante ocasionados por las
políticas de Pani causaron algo de inflación pero también tuvieron efectos positivos
en el crecimiento económico. En 1936, todos los bancos fueron obligados a afiliarse
al Banco de México dotando a éste con la importante herramienta política de los
requerimientos de reserva (Cárdenas, 1994, p. 67). Y ese mismo año, la Secretaría de
Hacienda fue habilitada para emitir billetes de la tesorería como un medio para
adquirir recursos del banco central. En 1930 el Banco de México empezó a asumir
las características de un banco central moderno con el resultado de hacer posible la
política monetaria y volver más flexible la política fiscal, ya que por primera vez
desde la Revolución la Secretaría de Hacienda era capaz de hacer uso de fondos que no
tenían directamente.
Otras instituciones en el desarrollo
La Secretaría de Hacienda evolucionó desde los años veinte hasta
convertirse en una institución moderna y poderosa, cuando la deuda contraída como
consecuencia de la Revolución hizo necesaria la adhesión a las normas de los
acreedores y funcionarios públicos extranjeros. Como resultado de estas presiones la
Secretaría mejoró sus procedimientos contables y presupuestales de acuerdo con
las normas internacionales; durante este periodo la Secretaría de Hacienda “aún no
54
tenía información confiable sobre los salarios y el número de empleados de cada
oficina gubernamental” (Zebadúa, 1994, p. 283). En 1926 algunos funcionarios se
pusieron en contacto con agencias como el U.S.Institute for Government Research
(Instituto Estadounidense para la Investigación Gubernamental), la Rockefeller
foundation (Fundación Rockefeller) y la General Accounting Office (Contaduría
General) del gobierno de Estados Unidos, para pedir sugerencias sobre cómo volverse
modernos y eficientes (Zebadúa, 1994, pp. 283-284).
Asimismo, durante mediados de los años veinte se otorgó mayor poder a la
Secretaría sobre la renta. Aunque este impuesto tendría poca cobertura hasta los años
treinta constituyó un hito en la política fiscal mexicana, pues redundaría en una
fuente más estable de ingresos para el gobierno –que anteriormente había dependido
de los impuestos de importación y exportación, que son sumamente vulnerables a
las fluctuaciones internacionales- (Cárdenas. 1994, p. 80). Las exenciones de éstos y
otros impuestos y tarifas se utilizarían como una manera de promover las industrias
que el gobierno consideraba importantes para el desarrollo económico nacional.
Según King (1970), las exenciones de impuestos para patrocinar industrias existían a
principios de 1962 y fueron operadas conjuntamente por la Secretaría de Hacienda y la
Secretaría de Comercio e Industria, llamada entonces de Industria y Comercio.5 En 1939
y 1941 la legislación extendió estas exenciones . La ley de la Industria Manufacturera
de 1941 otorgó exenciones de impuestos de cinco años a las industrias que fueran
consideradas nuevas o “necesarias”.
5
Esta Secretaría se conoció realmente como la “Secretaría de Economía” durante los
años treinta y sufrió varios cambios de nombre antes de llegar a su nombre actual: Secretaría de
Comercio y Fomento Industrial. Por simplificación, me referiré a ella como la Secretaría de
Comercio a lo largo de este libro.
Otro fundamento importante para el intervencionismo del Estado
mexicano fue el crecimiento de la intermediación financiera a través de instituciones
diseñadas para satisfacer la necesidad de crédito. Fundadas en su mayoría en los
55
años treinta, estas instituciones le permitieron al Gobierno mexicano poner a trabajar
el capital privado al asumir riesgos en el otorgamiento de créditos a este sector,
que, por consiguiente, se beneficiaron con tasa de interés más bajas que las que habrían
podido obtener en el mercado; estas instituciones también le prestaron dinero al
gobierno para sus proyectos. Entre éstas se contaban el Banco de Crédito Agrícola
(1926), el Banco Hipotecario Nacional Urbano y de Obras Públicas. (1933), el banco
de desarrollo industrial o Nacional Financiera (1934), el Banco de Crédito Ejidal
(1935) y el Banco de Comercio Exterior (1937). Nacional Financiera fue relativamente
insignificante hasta que se revisaron sus estatutos en 1940, pero posteriormente alcanzó
un récord impresionante de ganancias para sí misma e hizo una importante contribución
al desarrollo industrial (King, 1970, pp. 74,71). Nacional Financiera y sus
instituciones hermanas también se convirtieron en una fuente importante de
acumulación de capital para el financiamiento de proyectos públicos. De 1939 a
1945 hubo 140.1% de crecimiento real en la inversión pública, la mayoría en carreteras,
puertos, ferrocarriles, irrigación, extracción petrolera y electricidad (Cárdenas, 1944,
pp. 109-110). Mientras tanto, las expropiaciones del gobierno de Cárdenas habían
creado el sector paraestatal, otra fuente de ingresos y un medio para fomentar el
desarrollo económico.
El eje final para fijar el curso institucional del intervencionismo
mexicano de los años treinta en adelante fue la protección de las industrias
nacionales, que evolucionó posteriormente a otras herramientas políticas. Las tarifas
se incrementaron tanto en términos de cantidades como en número de productos
protegidos en 1930, pero está fue una medida práctica diseñada más bien para
aumentar el ingreso del gobierno que como parte de una política proteccionista
general (Cárdenas 1994, p. 51). En los años treinta la industria mexicana se vio
estimulada con la devaluación y, a principios de los cuarenta, por la demanda de
tiempos de guerra; en ningún caso se considero la protección como el factor principal
para generar la expansión de la Industria Nacional. En 1947 se agregó un
componente ad valorem a las tarifas. En la práctica, éste se manejaba de manera que las
56
tarifas se cargaran según el precio real o el precio “oficial” del producto, que fuera
más alto (King, 1970, p.75). Puesto que el precio “oficial” se decidía en la Secretaría
de Hacienda, este sistema probablemente le permitía a la Secretaría tener una
considerable discreción para desalentarla algunos tipos de importaciones y
fomentar otros. También se aplicó en 1947 un nuevo sistema de licencias de
importación, operado por la Secretaría de Comercio (King, 1970, p.76; Izquierdo, 1964,
p.252).
EL EMPLEO DEL ECONOMISTA EN EL SECTOR PÚBLICO, 19351958
La Economía se beneficio más que otras profesiones con estos desarrollos,
ya que esta disciplina se había creado con el verdadero propósito de conseguir personal
para la burocracia gubernamental. Durante sus primeros años, a finales de los veinte y
principios de los treinta, el programa de economía de la UNAM corrió varias veces el
riesgo de que lo cerraran “por la falta del número necesario de profesores y en
ocasiones aun de alumnos, como en el año de 1930en que sólo hubo un estudiante
registrado” (Silva Herzog, 1954, p. 18). Pero para1939, el número total de estudiantes
inscritos dentro del programa –para todos los años- había aumentado a 271, lo que
reflejaba tanto un crecimiento general del sistema universitario como un incremento
en el interés por estudiar la carrera(UNAM, 1981, p. 255).
Parte del aumento de la popularidad de la Escuela de Economía tuvo que
ver, sin duda, con la percepción de que los graduados tenían sólidas perspectivas de
empleo dentro del gobierno. Los primeros graduados en economía de la UNAM se
enfrentaron con una especie de territorio virgen dentro de una burocracia gubernamental
creciente tan desesperada por la experiencia en la materia que sus funcionarios
deseaban contratar estudiantes aun antes de terminar su carrera. Cosió Villegas
observaba en sus memorias que la legislación que reservaba puestos del gobierno a los
economistas rápidamente se volvió redundante: “el apetito del país por economistas
57
llevaría poco después a instituciones como el Banco de México a establecer una escala
ascendente de salarios para estudiantes de economía, que empezaban con los de primer
año” (Cosió Villegas, 1977, pp. 141-142). La ciencia económica mexicana floreció no a
causa de un monopolio extenso y rigurosamente legal, sino porque los funcionarios de
los ministerios públicos sentían que los graduados podrían ser asistentes útiles en las
funciones del gobierno, que rápidamente se habían multiplicado, para la
conducción de la economía mexicana.
La historia de los primero éxitos de los egresados de economía de la UNAM
sirve para ilustrar cómo difiere la personalización mexicana del modelo angloamericano, mediante el otorgamiento a las profesiones, por parte del gobierno, de
monopolios legales sobre ciertas formas de trabajo pagado por clientes privados. Como
ilustra el libro Cleaves (1987) para varias profesiones mexicanas –incluido Derecho,
Medicina, Economía Ingeniería y Agronomía-, la profesionalización mexicana se
parece mucho más al proceso de Europa continental, donde el Estado desempeño
un papel directo en la educación y el empleo de profesionales. Por ejemplo, en
México los médicos estudian en la UNAM, universidad pública, y muchos van a ocupar
puestos en el sistema de hospitales de fondo estatales que se desarrollo después de los
años cuarenta; muchos ingenieros, también formados en la UNAM, encuentran empleo
en la industria petrolera –nacionalizada durante el gobierno de Cárdenas-, propiedad del
estado mexicano.
Debido a la juventud de la profesión y de los individuos que practicaban, los
economistas mexicanos no participaron en esa época en la formulación real de las
políticas económicas, con dos notables excepciones: Antonio Espinosa de los Monteros,
que había obtenido una maestría en Economía en Harvard y que fue director de
Nacional Financiera de 1936 a 1945, y Ramón Beteta, que interrumpió sus estudios
de Derecho en la UNAM para estudiar economía en la Universidad de Texas, y que fue
Secretario de Hacienda de 1946 a 1952. Los tres formuladores de políticas
económicas más conocidos del periodo de la postguerra, los Secretarios de Hacienda
58
Eduardo Suárez y Antonio Ortiz Mena estudiaron derecho, y el director del banco
central Rodrigo Gómez, contabilidad.
Durante ese periodo, mientras las políticas eran diseñadas por abogados y
otros profesionales, los economistas que trabajaban a las órdenes de éstos administraban
y dirigían estudios. Un economista contratado por el Departamento de Estudios
Económicos del Banco de México en 1946 recuerda que casi todos sus compañeros de
trabajo eran estudiantes de economía de la UNAM, pero que ninguno de los jefes de
oficina, excepto uno, era economista; y agrega que su trabajo era “producir metros y
metros de cinta de sumadora” (entrevista con Calderón, 23 de agosto de 1995). La
división del trabajo entre abogados y economistas en la época –donde los primeros
estaban a cargo del trabajo intelectual de formular políticas y los segundos se
dedicaban a las tareas técnicas- parece haber sido el origen de un cierto nivel de
frustración entre los economistas, que sentían que era su responsabilidad “recoger los
pedazos” que quedaban de las políticas hechas por abogados incompetentes.
Los dos lugares más deseables para trabajar como economista durante este
periodo eran, y probablemente todavía lo sean, la Secretaría de Hacienda y el Banco
de México; la primera por su enorme poder y discrecionalidad en la formulación de
políticas económicas y su imposición a otras secretarias, y el segundo por su
posición más o menos autónoma vis-a-vis la Secretaría de Hacienda, y por su amplia
perspectiva macroeconomía, su estabilidad organizacional y su impresionante
paquete de beneficios. Muchos autores han identificado a la Secretaría de Hacienda
como el corazón y el cerebro de la burocracia mexicana para la formulación de
políticas económicas (Shelton, 1964, p. 114; 1964, p. 198; King, 1970, p. 99). El
secretario de Hacienda no sólo tenía voz en las políticas del Banco de México y de
Nacional Financiera, también intervenía en políticas que técnicamente caían en la esfera
de la Secretaría de Industria y Comercio, como la Ley de Industrias Nuevas y
Necesarias.
Una lista de agencias gubernamentales que empleaban economistas y los
tipos de tareas que éstos realizaban, elaborada por un egresado de economía de la
59
UNAM (Pallares Ramírez, 1952), proporcionaba una perspectiva más amplia de donde
trabajaban los economistas dentro del sector público, así como una idea general de las
tareas que realizaban. Entre las áreas donde podían trabajar los egresados de la UNAM
dentro de la Secretaría de Hacienda, se incluyen el Buró de Crédito, dentro del cual
se crearon los primeros puestos de economistas en 1934, y la Oficina de Ingresos
Comerciales, donde trabajan los economistas a principios de 1938. En el primero los
economistas participaron en la formulación de decretos monetarios, la modificación de
leyes de crédito y estudios de inversión y banca; en la segunda, se formulaban estudios
y decretos respecto a impuestos comerciales. Un área notable que empleaba
economistas fue la oficina a cargo de la Administración del Impuesto sobre la
Renta, donde los economistas auditaban los costos y beneficios de empresas y
calculaban coeficientes para gravar diferentes tipos de negocios. En el área de las
políticas de industrias y comercios, los economistas podían trabajar en la Comisión
Nacional de Aranceles –una oficina de la Secretaría de Hacienda que se encargaba de
la modificación de aranceles existentes y la creación de otros nuevos- o en la Oficina
de Estudios Financieros, que llevaba a cabo investigaciones sobre política comercial,
políticas fiscales, etc., e identificaba industrias “nuevas” o “necesarias” para
exentarlas de impuestos (Pallares Ramírez, 1952, pp. 331-335).
Aunque no tan influyente como la Secretaría de Hacienda, el Banco de
México atraía a los mejores estudiantes de Economía de la UNAM por varias
razones. Primero, a diferencia de otras secretarías que tenían una remoción casi total
de los mandos medios y superiores cada seis años, pues el secretario de Hacienda era
miembro del gabinete presidencial, el Banco de México era considerado tanto
relativamente meritocrático como aislado de la movilidad política. El banco fue una de
las primeras organizaciones para la elaboración de políticas que aplicaba pruebas
psicológicas y de aptitud como prerrequisitos para el ingreso (entrevista con
Ghigliazza, 19 de julio de 1994). Aunque era más difícil entrar en el Banco, él o ella
podían contar con un trabajo de por vida, con una cómoda pensión y todo tipo de
beneficios complementarios –tales como prestamos de bajo interés y una ración
60
alimenticia (entrevista con Sáenz 6 de octubre de 1995)-. Por último, el Banco tenía la
ventaja singular de tratar asuntos macroeconómicos de gran escala, lo que
significaba que una persona prometedora podría ser reclutada en algún momento para
un puesto interesante en lugar de pasar el resto de su carrera supervisando la
implementación de una política particular dentro de un área limitada.
Más que otras secretarías, el Banco de México se localizaba dentro de un
poderoso “como organizacional” internacional de bancos centrales que, como grupo,
se había convertido en una institución importante desde que la experiencia de los años
treinta había echado por primera vez los mitos de la ortodoxia económica y exigido
un papel más atractivo de los bancos centrales. Hamilton (1982) hace notar que
desde su función en los años veinte, el Banco de México se beneficio con varias visitas
de la Reserva Federal de los Estados Unidos, con quienes trabajó estrechamente (p.
83). En 1937 el Departamento de Estudios Económicos del Banco se beneficio con la
visita de un experto de la Reserva Federal de Nueva York, quien explicó cómo se
llevaba a cabo los estudios económicos en los Estados Unidos (Pallares Ramírez, 1952,
p. 342). En 1946 una reunión internacional de bancos centrales en la ciudad de México
dedicó una sección completa de la importancia de la cooperación entre los
departamentos de estudios económicos (Banco de México, 1946, p. 311). En la reunión,
el doctor Woodlief Thomas del Board of Governors (Consejo de Gobernadores) de
la Reserva Federal de Dallas explicó que: […] los bancos centrales necesitan
información abundante relativa al funcionamiento del sistema bancario y
los
progresos en el comercio, la industria, la agricultura y la economía monetaria, a fin de
administrar con mayor eficacia los asuntos del sistema bancario central (Banco de
México, 1946, p. 327).
Un vocero del Banco de México señaló que: […] en algunos países, los trastornos
causados por la depresión de 1930-1933 y los provocados por el periodo de guerra de
1939-1945 habían obligado a los bancos centrales a tomar una serie de medidas
relacionadas con el control de los tipos de cambios, la asignación de importancia, la
61
absorción de fondos de mercado, etc., las cuales habían requerido información
estadística y contacto con la vida económica cotidiana que solo se puede obtener a
través de grupos especiales de investigadores (Banco de México 1946, p. 315).
Ahora que se suponía que los bancos centrales se ocupaban de algo más que
solo la inflación, se requería más información; y era tarea del Departamento de
Estudios Económicos de Banco proporcionar información; Daniel Cosió Villegas
estuvo al frente de Estudios Económicos de 1941 a 1944, desempeñó un importante
papel tanto en la modernización y expansión del departamento como en el
reclutamiento de estudiantes de economía de la UNAM para dotarlo de personal; con
la colaboración Jesús Silva Herzog, Cosió Villegas también ayudó a establecer un
nuevo programa de becas para enviar a empleados prometedores a estudiar
disciplina en el extranjero (Krauze, 1980, pp. 101,109; entrevista con Urquidi,1o de
septiembre de 1995). El Departamento de Estudios Económicos experimentó una
impresionante expansión de 1932, cuando tenía sólo cinco empleados, a 1952, cuando
llegó a tener 57. Esta expansión fue el resultado lógico de que el Banco de México
adquiriera el estatus de verdadero banco central y herramientas efectivas para el
desarrollo de políticas públicas.
Las cuatro diferentes ramas del Departamento de Estudios Económicos
del Banco fueron: 1) Bancos, dineros y créditos; 2) Balanza de pagos; 3) Ingreso
nacional, y 4) Estudios especiales. Bancos, dinero y crédito se encargaba de recopilar
y analizar estadísticas de los balances de las instituciones de crédito mexicanas, así
como determinar la cantidad y composición del dinero en circulación, la cantidad
de dinero fuera del banco; también se suponía que dirigiera estudios que podrían
ayudar a establecer requerimientos de reserva. Balanza de pagos se suponía que
debía determinar la balanza de pagos de México mediante la medición de las diferentes
maneras como fluía el dinero dentro y fuera del país; las tecnologías para medir
estos datos con eficiencia se incorporaron durante los años cuarenta, con la ayuda de
funcionarios de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Pallares Ramírez, 1952,
62
pp. 344-345; entrevista con Urquidi, 1o de septiembre de 1995). Ingreso nacional se
dedicaba a calcular el ingreso nacional mexicano, y Estudios Especiales dirigía
investigaciones para poder hacer sugerencias de política económica a la Secretaría
de Hacienda (Pallares Ramírez, 1952, pp. 346-347). En su totalidad, el Departamento
de Estudios Económicos era responsable de generar información sobre los aspectos
más importantes de la macroeconomía mexicana.
Otra área del Banco de México en la que trabajan economistas, aunque en
menor número, era el Departamento de Estudios Industriales. Este departamento
ejemplificaba la visión no ortodoxa de la tarea propia de los banqueros centrales que
prevaleció en las décadas que siguieron a la Gran Depresión. Su tarea era ayudar a
promover el desarrollo industrial a través del otorgamiento de becas para que
algunos mexicanos aprendieran habilidades técnicas –tales como ingeniería o
química industrial- en el extranjero y a través de la realización y la publicación de
estudios sobre industrias particulares y recursos naturales (Pallares Ramírez, 1952, pp.
350-359). Su personal consistía en su mayoría en ingenieros, y un pequeño número
de economistas.
Nacional Financiera –el banco de desarrollo del gobierno- también
contrataba economistas, en particular para trabajar en su Departamento de Estudios
Financieros. Al igual que el banco central, pero en un grado algo menor, Nacional
Financiera pertenecía a un campo organizacional internacional de bancos de
desarrollo, tales como el Banco Mundial y el Eximbank, Nacional Financiera
aumentó su competencia macroeconómica y confió en la experiencia de sus
economistas (Nacional Financiera, 1994).
La Secretaría de Industria y Comercio era técnicamente la encargada de
las políticas para fomentar la industria nacional, pero en realidad iba a la zaga de las
demandas de la Secretaría de Hacienda: las áreas listadas como empleadoras de
economistas fueron descritas para realizar estudios y emitir opiniones, más no
para formular realmente políticas. En el Departamento de Estudios Económicos de
la Secretaría de Industria los economistas “omitían opiniones” sobre que industrias o
63
qué áreas de política, tales como la agricultura o la minería, necesitaban protección y
exención de impuestos. La Oficina de Precios, que también empleaba economistas,
parece haber sido dotada de mayor responsabilidad y discrecionalidad, ya que los
funcionarios no sólo realizaban estudios, sino que realmente tomaban decisiones
sobre la fijación de precios y la distribución de productos poco comunes. Otras
áreas que empleaban economistas en la Secretaría de Industria y Comercio eran la
Oficina de Estadísticas, donde los funcionarios juntaban los estudios de industrias,
índices y tendencias, y la Oficina de Comercio, que llevaba a cabo estudios sobre
importaciones y exportaciones (Pallares Ramírez, 1952, pp. 335-337).
En los años cuarenta y cincuenta, tanto egresados como todavía estudiantes
de la Escuela de Economía de la UNAM tenían ante sí una amplia variedad de
posibilidades de empleo, pero casi todos en el sector público. Además de las áreas
mencionadas, los economistas encontraban empleo en la burocracia de
intermediación financiera pública –v.gr. en el Banco Nacional Hipotecario Urbano
y de Obras Pública, en la banca de desarrollo industrial, el Banco de Crédito
Agrícola, etc.-, en la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas y en varias
otras ramas del gobierno.6 el informe de primera mano de Pallares Ramírez (1952) de
las dos primeras décadas de la Escuela de Economía de la UNAM sólo enlista una
empresa del sector privado – el Banco Nacional de México- como empleadora de
economistas (pp.361-363). Y el profesor Moisés de la Peña escribió en 1932 que “hay
algunos [egresados de economía] en el servicio de dos secretarías, uno solo en los
estados, una media docena en los bancos y ninguno en empresas privadas” (De la
Peña, 1942, p. 33).
CONCLUSIONES
Durante sus primeras décadas de existencia la ciencia económica
mexicana fuer probablemente la profesión más centrada en el Estado dentro de un
sistema de profesiones promovidas por éste. Los fundadores del primer Programa de
Economía de México fueron en su mayoría funcionarios de gobierno y todos eran
64
participantes activos en el proyecto de construcción estatal de instituciones en el
periodo postrevolucionario. En una época en que la ciencia económica en los Estados
Unidos estaba dominada por practicantes académicos (cf. Yonay, 1994 y 1998), la
figura del economista académico de tiempo completo no existía en México. La
razón era simple: los recursos para apoyar a tales académicos no existían. Los
economistas mexicanos estudiaban en la UNAM, una universidad pública, por una
colegiatura tan baja que en esencia resultaba gratuita. Los profesores autodidactas
que los instruían recibían sólo un pago nominal y utilizaban las clases de la mañana
o de la noche para reclutar economistas jóvenes prometedores para las secretarías
del gobierno. La ciencia económica mexicana se parecía más al modelo europeo
continental que al angloamericano.
6
Es interesante que Pallares no mencione el trabajo de los economistas en el sector
paraestatal, por ejemplo en Pemex, compañía de petróleo nacionalizada. Esto se debe
quizás a que el sector paraestatal había sido delimitado como la “pista” de los
ingenieros, más que de los economistas.
Pág. 63
Faltan paginas – 64-65-66
Pág. 67
III. MARXISMO, POPULISMO Y LA REACCION DEL SECTOR PRIVADO:
LA ESCISION DE LA ECONOMIA MEXICANA
65
El atraso económico, observa Gerschenkron, resulta conveniente para las
ideologías poderosas:
Para conseguir romper los diques del estancamiento en un país atrasado e
inflamar la imaginación de los hombres, haciendo que estos pongan sus energías al
servicio del desarrollo económico, se necesita algo mas fuerte que la promesa de una
mejor distribución de los recursos o, incluso, que una disminución del precio del
plan… Lo que se necesita para mover las montañas de la rutina y el prejuicio es fe; fe,
en palabras de Saint-Simon, en que los años dorados de la humanidad no han pasado
aún, sino que, por el contrario, están a la espera del género humano (1962; p. 24).
Así, muchas de las personas que alcanzaron posiciones de influencia durante
el reinado de Napoleón III en Francia no eran bonapartistas, sino socialistas al estilo de
Saint-Simon. Saint-Simon, como Gerschenkron se apresura a señalar, no era un radical,
pero defendía los principios del socialismo como la abolición de la sucesión y el
establecimiento de una economía planificada.
Por tanto, vale la pena hacer notar que esta ideología coexistía con la industrializada
francesa del siglo XIX y no las enseñanzas de Smith y Ricardo. A finales del siglo XIX
en Rusia, el marxismo desempeño un papel similar de alineación de la fe de una
sociedad que estaba inmersa en un proceso traumático de desarrollo (Geschenkron,
1962, pp. 25-26).
Las complejidades de la ideología de la Revolución mexicana desde sus
inicios en 1910, pasando por la reactivación revolucionaria de Lázaro Cárdenas han
sido tema de muchos estudios académicos que no se pueden discutir aquí en su
totalidad. Para los propósitos de este análisis es importante señalar que la institución
fundada en 1929 para darle a México una burocracia en expansión para la elaboración
de políticas, La escuela de Economía de la UNAM, no fue ni clásicamente liberal ni
pragmáticamente desarrollista. Más bien, desde el principio conformo una masa crítica
sus fundadores y profesores eran personas que simpatizaban con el máximo y con otras
66
ideas socialistas. Estas tendencias ideológicas tenían sentido en virtud de los nexos de la
escuela con el Estado, así como la base corporativista y los compromisos desarrollistas
de este.
Sin embargo, el marxismo de la Escuela Nacional de Economía no fue un
“socialismo revolucionario” en el sentido marxista del termino, sino “el socialismo de la
Revolución mexicana”. La economía que surgió después de la Revolución mexicana fue
mixta: capitalista en esencia, pero con un papel importante del gobierno en la economía
y en la sociedad. Figuras importantes en la fundación de la ciencia económica de la
UNAM, como el Narciso Bassols y Jesús Silva Herzog, aparentemente veían poca
contradicción entre sus posiciones como funcionarios gubernamentales de alto nivel en
este gobierno, por un lado, y su retórica marxista, por el otro. La profesión económica
de los años treinta y cuarenta encontró su única clientela en el Estado, y este era el más
interesado tanto en su legitimidad, fundada en gran medida a través de la incorporación
de grupos de campesinos y obreros, como en la tarea de sacar a México del atraso. Si
bien la ideología marxista no podía adaptarse exactamente para satisfacer las
necesidades de un país como este, si proporcionaba un conjunto poderoso de ideas para
inspirar a las personas inmiscuidas en este proyecto en las palabras de Gerschemkron,
era una fuente de fe.
Mientras tanto, este marco ideológico que resultaba tan atractivo para los
constructores del Estado mexicano, era visto con recelo por actores del sector privado,
la otra clientela potencial de la ciencia económica mexicana. Los capitalistas
consideraban poco útil y muy criticable el tipo de ciencia económica adoptado en la
Esuela Nacional de Economía de la UNAM. Como resultado, la primera escisión dentro
de la profesión económica mexicana ocurrió en los años cuarenta, con la fundación del
Instituto Tecnológico de México (ITM), que más tarde se convertiría en el autónomo
ITAM, famoso bastión de la ideología “neoliberal” en los años ochenta y noventa. Este
capitulo analiza las ideas disponibles en la Escuela de Economía de la UNAM, las
maneras como se utilizaban esas ideas y los orígenes de la fundación ITM.
67
LAS PERSPECTIVAS COMPARADAS EN CIENCIAS SOCIALES
Al igual que otras profesiones, las ciencias sociales son estructuradas por los
contextos institucionales nacionales y las bases de apoyo profesional a que dan origen.
En general, la literatura existente sugiere que las ciencias sociales patrocinadas por
Estados fuertes y centralizados resultan ser muy distintas a las del sistema
estadounidense más descentralizado. Por ejemplo, Alemania el Estado adopto un papel
directo en la promoción del desarrollo económico y en la reproducción de la experiencia
profesional.
Las universidades alemanas produjeron ciencias sociales y otras profesiones
para dotar el personal a las burocracias gubernamentales, y estaban sujetas a la
autoridad reguladora del Kurator un empleado directo del Estado (Witt rock y Wagner,
1996, pp. 105-106; Shils, 1982, p. 439). Como resultado de Estado intervención directa
del Estado el profesorado alemán se convirtió en un “socio importante de la estructura
del poder nacional” y a la academia alemana favoreció los puntos de vista teóricos
intervencionistas e incluso socialistas compatibles con las prioridades del Estado, como
la asociación para la política social ( Rueschmeyer y Van Roseem, 1996, p. 137
Mas aun, los hechos surgieron que en países con tradiciones mas estatistas, a
menudo los científicos sociales tuvieron mas libertad para apoyar no solo “desde… el
punto de vista del Estado” (en palabras de Weir y Skocpol, 1985), si no también el
nombre de grupos sociales particulares que apoyaban a gobierno en el poder, como
obreros y campesinos. Por ejemplo, en Suecia y Noruega, durante los años treinta los
economistas de las escuelas de Estocolmo y Oslo defendieron las políticas
intervencionistas y redistributivas dentro de los partidos democráticos sociales (Berg,
1981; Weir y Skcopol, 1985).
En los Estados Unidos, por otra parte, un papel diferente del gobierno en la
economía y en la sociedad genero un tipo de científico social menos activista. Mientras
que en los siglos XIX y XX los estados Frances y alemán tendieron a intervenir
directamente en la economía a través de medios como la propiedad gubernamental de la
68
industria, en los Estados Unidos el Estado ejerció su influencia sobre el desarrollo
económico a través de medios institucionales como la promoción y aplicación de
sistemas de derechos de propiedad (Campbell y Lindberg, 1990). Este papel distintivo
del Estado en la economía estadounidense tuvo consecuencias directas con Alemania,
no podía beneficiarse de posibilidades de empleo proporcionadas por un servicio social
grande y centralizado. Mas bien, las ciencias sociales estadounidense se convirtieron en
profesiones con una relación distante del gobierno federal (Schweber, 1996, p. 149).
Las universidades que proporcionaron un hogar institucional a las ciencias
sociales exhibieron históricamente diferencias importantes de sus contrapartes
continentales. Por razones que afín de cuentas pueden haber sido políticas, económicas
o incluso culturales, la tradición continental de la “universidad nacional” nunca se
afianzo en Estados Unidos. Los colegios y universidades estadounidenses fueron
corporaciones autónomas sujetas al permiso legal del gobierno (Shils, 1982, p. 446).
Por tanto el papel del gobierno estadounidense con respectos a las universidades era
análogo a su papel en las profesiones: en la certificación legal más de intervención
directa. Las universidades privadas financiadas por colegiaturas, cuotas y donaciones
privadas dominaron tradicionalmente elite de la educación superior en Estados Unidos,
aunque en las universidades estatales tenían ahora una proporción mayor de graduados.
Incluso en las universidades estatales que proliferaron después de la guerra civil
siempre tuvieron un fuerte componente de fondos privados, en particular a través de
pagos de colegiaturas. Además, están regidas por consejos de administración
independientes, supervisores o regentes y rara vez están sujetas a un control directo por
parte de los gobiernos estatales. A diferencia de los profesores alemanes, los de las
universidades estatales estadounidenses no son servidores civiles ya que por lo general
se rigen por políticas universitarias internas mas que por a autoridad del Estado (Shils,
1982, pp. 447-452).
La separación institucional entre el Estado y las ciencias sociales en estados
Unidos tuvo un efecto profundo y progresivo sobre el papel de los científicos sociales
en las políticas económicas y sociales. Por una parte, el “núcleo de la profesión en
69
Estados Unidos atendido a estar compuesto mas por académicos que por servidores
públicos. En su estudio de una muestra de artículos estadounidenses de ciencia
económica entre 1920 y 1960, Backhouse (1998, p. 95) encuentra que la gran mayoría
de los autores estaban afiliados a instituciones académicas, excepto durante la segunda
guerra mundial cuando fueron reclutados prestigiosos economistas académicos para que
trabajaran para el gobierno estadounidense, un estudio sobre los estadounidenses
doctorados en economía y en econometria entre 1960 y 1974 muestra que mas de 68%
intentaron trabajar en la academia en contraste con el 5.6 y 7.5% que lo intentaron en
los gobiernos federales y estatales, respectivamente ( Coats, ed; 1992). La ciencia
económica en Estados Unidos ha sido una ciencia social notoriamente satisfactoria en
las décadas recientes, no por su papel en la capacitación de servidores públicos, si no
por su papel empresarial, lo cual ha hecho de la economía una ciencia social importante
y extraordinariamente popular (Klamer y Colander, 1990, p. 197).
Por otra parte, hay indicios que sugieren que la lógica institucional de las
ciencias sociales estadounidenses ha tendido a producir más disciplinas apolíticas y
conservadoras que las que se han desarrollado en otras partes. El trabajo de la
historiadora Mary Furner (1975) muestra que la separación institucional entre las
ciencias sociales estadounidenses y el Estado llevo al surgimiento de una profesión
económica nacional que era extraordinariamente dependiente de la promoción de una
apariencia de objetividad y neutralidad. Aparentando ser neutral, la disciplina
“científica” ayudo a evitar que los economistas amenazaran los intereses de la elite de
administradores de las universidades privadas en las que trabajaban. Después de una
serie de casos de libertad académica sumamente publicitados a finales del siglo XIX –
cuyo resultado fue que varios prominentes economistas fueran despedidos--, la ciencia
económica estadounidense se convirtió en una disciplina notablemente tranquila y
erudita. Estuvo dirigida por economistas que, “ya sea porque el partidismo violentaba
sus principios o porque no era compatible con el reclutamiento y el avance en la
profesión… evitaban que se los identificara como demasiado cercanos a cualquier
programa controversial” (Furner, 1975, p.159). De manera similar, Harry Johnson
70
(1977) observa que el macartismo de los años cincuenta ayudo a hacer de la ciencia
económica estadounidense una disciplina extraordinariamente matemática y científica.
Los economistas, preocupados por conservar sus empleos, aprendían “hábitos de
autocensura que orientaban a los economistas hacia la investigación y la teorización de
cómo funcionaba el sistema económico estadounidense y como podía funcionar mejor y
lejos de ideas peligrosas acerca de la justicia del sistema y de la posibilidad de
revolucionarlo” (p.98)
La tendencia de los economistas estadounidenses a ser apolíticos o
conservadores ha sido observada por varios autores y en diferentes periodos históricos.
Según Barber (1981), durante los años treinta a la mayoría de los economistas
académicos de los Estados Unidos les eran tan indiferentes las políticas
intervencionistas que no participaron en la élite política del primer gobierno del New
Deal de Roosevelt, aunque unos cuantos economistas jóvenes rebeldes participaron en
el segundo. Stryker (1990) muestra como fueron eliminados sistemáticamente de las
burocracias del New Deal los científicos sociales más progresistas e intervencionistas y
concluye que “el Estado de bienestar estadounidense elimina a los expertos científicos
que tienden a socavar los mercados, la ideología de mercado y el capitalismo
estadounidense (p.704). Stryker sostiene que la debilidad política de la mano de obra
estadounidense hace difícil que los científicos sociales progresistas encuentren un hogar
institucional permanente en las burocracias gubernamentales.
En resumen, diferentes clientelas profesionales a nivel nacional tendieron
históricamente a producir disciplinas con bases institucionales divergentes –e incluso
ideologías divergentes—en diferentes contextos nacionales. Con estas conexiones entre
profesionalización y estructura social en mente, es fácil ver por qué la ciencia
económica profesional en México y en otros países en vías de desarrollo tendió a
parecerse más a las disciplinas de estilos europeos continental que a las de estilo
estadounidense. Durante el siglo XX, en muchas naciones latinoamericanas el Estado
asumió un papel directivo tanto en el desarrollo económico como en el financiamiento
de la educación superior a través de universidades nacionales. La ciencia económica
71
mexicana evoluciono dentro de tal sistema estatista y, por consiguiente, estuvo más
politizada –y simpatizaba más con la ideología izquierdista—que la de Estados Unidos.
EL LEGADO DE LA REVOLUCION MEXICANA EN LOS AÑOS
TREINTA
El programa de economía de la UNAM se fundó y consolido durante una
época políticamente agitada, cuando se formaba el Estado mexicano con las múltiples
fuerzas que habían contendido por el poder durante la Revolución. Mientras las fuerzas
reaccionarias luchaban por restablecer el antiguo régimen, los militares revolucionarios
y los líderes políticos siguieron peleando entre si hasta 1935 para ver quien controlaría
el país. En lugar de pasar por alto las demandas de los campesinos y los obreros, como
había hecho Porfirio Díaz, el nuevo gobierno se sirvió de ellos para la formación del
Estado. Los gobernantes utilizaron una retórica populista e incluso con matices
socialistas en sus discursos. Diego Rivera y otros artistas de la escuela muralista
mexicana fueron contratados por el gobierno para que pintaran en edificios públicos
imágenes de campesinos y obreros revolucionarios. Se creó la Confederación Regional
Obrera Mexicana (CROM) y la mano de obra organizada fue cooptada mediante el
apoyo gubernamental a las huelgas; al mismo tiempo, el gobierno estableció
organizaciones centralizadas de campesinos y llevo a cabo reformas agrarias limitadas
(Hamilton, 1982, p.73). En 1929, se estableció el Partido Nacional Revolucionario
(PNR) para incorporar distintos intereses regionales y partidistas bajo el amparo del
régimen sonorense.
Sin embargo, alrededor de la época en que se estableció la Escuela de
Economía de la UNAM, parecía que la Revolución Mexicana estaba en un periodo de
estancamiento y decadencia conocido como el maximato, periodo entre 1925 y 1934
cuando el poderos general revolucionario Plutarco Elías Calles ocupo la presidencia y
después controlo sucesivamente tras bastidores tres periodos presidenciales
consecutivos. En 1930 Calles declaro que la reforma agraria revolucionaria –en
72
particular los ejidos, de propiedad comunal—era un fracaso y se intento terminar con
dicha reforma así como con los levantamientos obreros (Knight, 1991, p.247).
En 1934 la presidencia de Lázaro Cárdenas llego a darle nueva vida a la
Revolución al adoptar la antigua estrategia sonorense de movilización de masas.
Cárdenas realizo una extensa campaña presidencial sin precedentes en la que viajo por
todo el país, incluso a las zonas más remotas, escuchando las quejas de la gente común
y corriente. Como presidente, se puso del lado de los obreros en contra de los patrones
en las huelgas, que aumentaron en número: mientras que en 1933 hubo solo 13 huelgas
registradas, en 1935 este número aumento a 642 (Knight, 1991, p.251). Mientras tanto,
renovó la promesa revolucionaria de la reforma agraria: durante todos los gobiernos
anteriores combinados, y se distribuyo más del doble de tierra. Además, a diferencia de
sus predecesores, las reformas por él impulsadas afectaron la tenencia de la tierra de
grandes propietarios comerciales y apoyaron la propiedad comunal de los ejidos más
que la tenencia de la pequeña propiedad (Hamilton, 1982, p.177).
La presidencia de Cárdenas fue más conocida por su política que por sus
logros económicos, y la elaboración de políticas económicas no fue el centro de su
agenda presidencial. Los peores efectos de la Depresión ya se habían mitigado con
políticas monetarias expansivas durante el gobierno anterior. Su presidencia –como
muchos gobiernos en todo el mundo en los años treinta—reconocía la necesidad de que
el gobierno interviniera en la economía y en la inversión en infraestructura (Cárdenas,
1994, p.74), pero se preocupaba mas por los problemas de distribución que por el apoyo
político obtenido. Como dice Knight (1991), el régimen “estimaba que los salarios
crecientes intensificarían los mercados internos para ventaja de algunos sectores de la
industria. No obstante, este enfoque keynesiano no puede considerarse como la
Harrison d’etre de la política laboral cardenista” (p.273).
Quizá la contribución más importante de Cárdenas al desarrollo económico
mexicano fue su reforzamiento de la estabilidad y el corporativismo políticos
establecidos bajo Calles, lo cual sentaría las bases para treinta años de expansión
económica espectacular. Estos años fueron testigos de la transición del gobierno
73
personalista de un hombre poderoso al mandato institucional. A diferencia de Calles,
Cárdenas no intento gobernar al país tras bastidores al termino de su periodo
presidencial en 1940; después de ese momento la maquinaria predecible de la política
de partido único llevo a cabo de manera relativamente pacifica la transición de un
gobierno a otro cada seis años. El partido oficial establecido por Calles (el PNR)
cambio su nombre por el de Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938 y, por
primera vez, incorporo oficialmente a los sectores obreros, campesinos y “populares”.
A partir de 1940, la maquinaria burocrática del gobierno administraría y canalizaría las
demandas obreras, proporcionándoles así a los futuros gobiernos una herramienta
importante para la expansión capitalista a través del control de la mano de obra.
A pesar de las prioridades políticas, el régimen cardenista dejo algunos
legados importantes para la intervención del Estado en la economía mexicana. La
nacionalización de las industrias ferrocarrilera (1937) y petrolera (1938), que
constituyeron el objetivo de corto plazo de movilizar a la mano de obra y el apoyo
nacionalista, establecieron formas importantes de intervención directa del Estado en la
económica, como fue la creación de la Comisión Nacional de Electricidad en 1938. Al
igual que Roosevelt en Estados Unidos, Cárdenas emprendió un ambicioso programa de
obras públicas para la producción de infraestructura, que tuvo los efectos simultáneos
de crear empleos y estimular la industria; estos proyectos se financiaron con déficit en
el gasto apoyado por el banco central (<biblio>). Durante los últimos años de su
presidencia, se establecieron los cimientos de las políticas de desarrollo industrial a
través de exenciones de impuestos y aranceles (González, 1981, pp. 266-267), y
continuo la tradición de crear instituciones de su predecesor sonorense. En 1935 se
establecieron el Banco Nacional Agrícola y el Banco Nacional Ejidal para financiar a
los pequeños propietarios y a los agricultores ejidales, respectivamente. Ese mismo año,
se consolido el banco central que se convirtió en el único emisor de papel moneda con
control sobre los bancos privados (Ayala Espino, 1988, p.197). En 1937, se estableció
el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) para ayudar a financiar la
74
producción de bienes de exportación y se creó el Banco Obrero para financiar las
cooperativas y las pequeñas empresas artesanales.
Sin embargo, estas contribuciones indudablemente importantes para la
expansión económica mexicana no se percibieron como tales durante el periodo de
Cárdenas, y no fueron apreciadas por las élites económicas que esperaban beneficiarse
del crecimiento. La retórica populista de los sonorenses había puesto nerviosos a los
grupos empresariales, pero el lenguaje más fuerte de Cárdenas y su decisión de apoyar a
los obreros en contra de los patrones los enfureció.
La oposición que genero el cardenismo entre los capitalistas se reflejo entre
ciertos grupos de estudiantes universitarios. La universidad Nacional –que se convirtió
en autónoma, UNAM, en 1929—era, como la mayoría de las universidades públicas
latinoamericanas de la época, un lugar de educación de élites. Había sido inaugurada,
por primera vez, en los días finales del antiguo régimen, en 1910, cuando muchos
estudiantes eran partidarios de Porfirio Díaz (Mabry, 1982, p.7). Más de veinte años
después, los grupos de estudiantes conservadores eran una fuerza poderosa dentro de la
UNAM. Cuando el dirigente obrero y funcionario de Educación Publica, Vicente
Lombardo pidió que el marxismo fuera la “única base ideológica para la enseñanza
universitaria” en 1933, la respuesta fue una huelga promovida por los estudiantes
conservadores de derecho (Mabry, 1982, pp. 111-120). Los años 1934 a 1940 fueron
testigos de numerosas disputas entre las facciones estudiantiles izquierdista y
derechista.
¿Dónde cayo, dentro de este debate, el recién establecido programa de
economía de la UNAM? No existen datos históricos de fácil acceso que documenten la
participación de los estudiantes de economía en el movimiento contra la educación
socialista; esto se puede deber al hecho de que el programa era tan pequeño que la
participación de los estudiantes de economía provocaba poco revuelo Sin embargo,
existen, por el contrario, indicios de que estos estaban a favor de la enseñanza de las
ideas socialistas. Durante el gobierno conservador de Ortiz Rubio (1930-1932), se
enviaron espías del gobierno a las clases del profesor Federico Bach, un conocido
75
marxista que, como consecuencia, fue expulsado del país por ser un “agitador
comunista”. Este suceso creó un “clima violento y rebelde” entre los estudiantes –
aparentemente entre estudiantes marxistas, que culpaban a los estudiantes y profesores
no marxistas de la expulsión del profesor Bach--, y una delegación de universitarios
convenció posteriormente a l presidente Ortiz Rubio para que dejara regresar a Bach de
su exilio en Cuba (Pallares Ramírez, 1952, p.82).
Aunque el programa de economía de la UNAM fue un mero apéndice de la
Escuela de Derecho hasta la fundación oficial de la Escuela de Economía en 1935, a
aparentemente hubo diferencias ideológicas importantes entre los estudiantes de
economía, por una parte, y los que solo estudiaban leyes, por la otra. En particular,
parece que mientras que los estudiantes de derecho de la UNAM eran famosos por sus
protestas derechistas contra el gobierno, al menos algunos estudiantes de economía eran
defensores de izquierda. Esta diferencia política es lógica dados los orígenes
sustancialmente distintos de las dos escuelas: en contraste con la Escuela de Derecho,
que había existido desde antes de la Revolución mexicana, la Escuela de Economía fue
creación de individuos comprometidos con los ideales revolucionarios y con su propio
futuro dentro de una burocracia creciente para la elaboración de políticas económicas.
En otras palabras, la carrera de economía fue creada por y para el Estado
revolucionario.
LA IDEOLOGIA POLITICA MEXICANA EN LOS AÑOS TREINTA
El clima ideológico populista que prevaleció en México durante los años
treinta fue parcialmente posible gracias a la desglobalizacion económica que acompaño
a la Gran Depresión y a la segunda Guerra Mundial. Solo una o dos décadas antes, los
gobiernos latinoamericanos habían recibido cuantiosos préstamos de los mercados
financieros internacionales. Cuando era necesario refinanciar las deudas, muchos de
estos países invitaban a expertos internacionalmente reconocidos, como el economista
de Princeton Edwin Kemmerer, para que los ayudara a diagnosticar sus males
76
económicos y les recomendara reformas políticas de acuerdo con el conocimiento
neoclásico del momento, tales como la reducción de impuestos y de los gastos del
gobierno, el regreso al patrón oro y el establecimiento de bancos centrales
independientes. La posibilidad de prestamos externos progresivos hizo que la
adherencia a la ortodoxia neoclásica fuera un precio relativamente aceptable de pagar,
ya que podía obtenerse mayor acceso a los préstamos externos mediante la decisión de
los gobiernos de tomar la ríspida medicina recetada por los “doctores de dinero”
(Eichengreen, 1994).
Sin embargo, después de la crisis económica mundial de finales de los años
veinte, los países en vías de desarrollo no pudieron continuar financiando su deuda ni
esperar volver a tener acceso a los recursos financieros internacionales. Los mercados
internacionales para los productos del Tercer Mundo se agotaron, y las devaluaciones
de las monedas nacionales y la crisis económicas hicieron que las importaciones
extranjeras fueran prohibitivamente caras. El aislamiento económico significaba que ya
no había ningún beneficio que ganar con la aplicación de las prescripciones neoclásicas:
los gobiernos ya no podían esperar verse recompensados por las políticas ortodoxas con
el acceso a préstamos externos: El resultado fue la libertad para experimentar con
ideologías y políticas que hubieran sido inimaginables apenas unas décadas antes, un
ejemplo extremo de esto fue la nacionalización de Cárdenas de los campos petroleros
ingleses. La carrera de economía en México se institucionalizo durante este periodo, y
ostento la marca de una coyuntura histórica particular durante la cual la dependencia de
los recursos internacionales de México y de otros países en vías de desarrollo era
extraordinariamente baja.
Diversos factores contribuyeron a la atracción de la retórica y las ideas
marxistas en los años treinta. A pesar de la coincidencia temporal de las revoluciones
mexicana y rusa, en México hubo poca discusión pública de las ideas marxistas antes de
1910 y, aunque las ideas socialistas se pusieron de moda entre los intelectuales durante
la revolución, estas ideas “conciliaban lo que eran posiciones esencialmente populistas
y estatistas. El uso del término [socialismo] reflejaba la opinión cada vez más fuerte de
77
que el fin supremo del Estado revolucionario era el establecimiento de la paz social y el
bienestar colectivo mediante el reforzamiento del equilibrio de clases” (Carr, 1992,
p.15).
En realidad, gran parte de la retórica socialista utilizada en México durante y
después de la revolución, se empleo al servicio de un Estado corporativista e
intervencionista a fin de estimular el apoyo entre los obreros y campesinos. El uso que
de ese lenguaje hicieron los dirigentes políticos mexicanos fue una tradición
posrevolucionaria que alcanzo su máximo nivel durante la presidencia de Cárdenas. La
campaña en pro de la “educación socialista”, originalmente apoyada por el presidente
Calles como un medio de quebrantar el poder de la Iglesia en la educación primaria y
secundaria, continuo con mayor vigor bajo el régimen de Cárdenas, cuyo Plan sexenal
incluía un compromiso con la educación basada en “la doctrina socialista sustentada por
la Revolución mexicana” (Knight, 1991, p.265). Durante el gobierno de Cárdenas el
realismo socialista se puso culturalmente de moda en México, y se levantaron los
controles sobre las publicaciones izquierdistas, lo que provoco un gran auge de la
literatura marxista (Knight, 1991, p.265; Loyo [Engracia], 1991, p.170).
La retórica y las ideas socialistas en México se pusieron aun más de moda
por el clima intelectual internacional de esos años. El colapso económico de principio
de los treinta, por una parte, y el aumento del fascismo, por la otra, parecían indicar una
de dos opciones – en palabras de Strachey en su libro sobre las crisis económicas- o
comunismo o barbarismo. Como dijo un historiador económico mexicano de la época:
¨la profecía de moda entre numerosos grupos de intelectuales y políticos del mundo
occidental fue entonces la de la inminente caída del capitalismo, el fatal cumplimiento
de la predicción de Marx¨ (Krauze, 1985, p.312). La ortodoxia económica parecía haber
quedado totalmente refutada y la democracia capitalista parecía una contradicción de
términos. Este punto de vista tuvo repercusión entre los constructores del estado
mexicano , cuyo artículo de fe era que la intervención del estado era necesaria para
promover la prosperidad económica y la paz social :mucho del atractivo del marxismo
en México en los años treinta representaba una confusión entre el socialismo y la
78
estatización de la economía que solo resultaría
evidente mucho después
¨(Villegas,1993,p.110).Así , el marxismo de la ciencia económica mexicana en los años
treinta represente no un llamado a la revolución , sino un reconocimiento de los
defectos de capitalismo y la necesidades que los países pobres como México adoptaran
una postura mas activa para resolver los problemas sociales y económicos que la
prescrita por la economía del laissez-faire o bien, como recuerda uno de los primeros
profesores de la escuela de economía, el marxismo prevaleció porque México era un
país muy pobre y nosotros creíamos que el marxismo seria la salvación de la nación
Aunque tal vez no fuera la ideología mas adecuad apara capacitar economistas que
se convertirían en burócratas dentro de un estado desarrollista, el marxismo fue la única
teoría económica no ortodoxa ampliamente accesible en México en los años treinta, .las
teorías intervencionistas de Milder , al igual que el keynesianismo, no eran muy
conocidas o comprendidas : apenas en 1942 se publico una traducción mexicana de la
teoría general de Keynes. La comisión económica para América latina de naciones
unidas (CEPAL) con sus prescripciones para el desarrollo orientado hacia el interior a
través de la intervención del estado y la sustitución de importaciones, no se fundaría si
no hasta 1947.El marxismo, además de su virtud de estar de moda internacionalmente,
componía un potente marco teórico para criticar los defectos del capitalismo del libre
mercado
EL FONDO DE CULTURA ECONOMICA
Uno de los problemas que enfrentabas los primeros estudiantes de economía
de la UNAM era la falta de materiales de lectura especializados, lo cual reflejaba una
escasez mas general a finales de los años veinte y principios de los treinta. Los
estudiante de economía necesariamente tenían que leer autores extranjeros, pero la
mayor parte de la literatura estaba en ingles y la mayoría de los estudiantes no podían
leerla (Cossio Villegas, 1977, p.143).En los años veinte casi todos los libros que se
leían en México se publicaban en el extranjero, pues como los demás países
latinoamericanos, México no había desarrollado una verdadera industria editorial. Había
79
además una baja densidad de población y una de la población mayor de diez años en
1930(Loyo1988, p259; INEGI, 1994, p.117.además de esta dificultad por el lado de la
demanda, estaba el alto costo del papel por el lado de la oferta, un subproducto con alto
nivel de protección (Loyom1988, p.151), como el resultado de estos factores, los libros
de interés para un economista eran escasos y, a la vez, prohibitivamente caros.
A principios de los años treinta el radicalismo creciente en México estaba
teniendo un efecto favorable en la disponibilidad de literatura izquierdista, y la
Universidad Obrera publico una traducción de el capital y de otras obras de Marx, así
como de autores marxistas (Loyo, 1988, p.271).Pero solo con el establecimiento de l
fondo de cultura económica, en 1934, empezaron realmente a desaparecer en México
las barreras para el estudio de la economía y de otras ciencias sociales. El fondo se
estableció específicamente
para ayudar a remediar la deficiencia de materiales
publicados en economía; no es de sorprender entonces, que sus miembros fundadores
fueran en su mayoría personas involucradas en la fundación del programa de economía
en la UNAM, entre ellos Jesús Silva Herzog, Eduardo Villaseñor y Daniel Cossío
Villegas. tampoco sorprende saber que diferentes ramas d ela burocracia gubernamental
para la elaboración de políticas económicas proporcionaron el financiamiento inicial
para el fondo: el banco de mexico dono diez mil pesos, la secretaria de de hacienda
cinco mil, y el banco nacional hipotecario y de obras publicas, cuatro mil
(Chumacero,1980,p.10).El fondo también se beneficio con la creación ,durante el
régimen de Cárdenas, de la compañía productora e importadora de papel, que recibió en
subsidio
de
gobierno
y
exenciones
de
impuestos
y
aranceles(loyo
[Engracia],1988,p.273).
La misión más importante del fondo no era publicar obras originales aunque empezó a hacerlo cada vez mas -, sino publicar traducciones muy necesarias de
obras escritas en otras lenguas. Y llevo a cabo esta tarea tanto en la publicación de
libros como en la creación de EL Trimestre Económico, la primera revista de economía
en America Latina. Las primeras dos ediciones de el Trimestre den 1934 contenían
80
traducciones de artículos recientes de Irving Fisher y Keynes, lista de libros recientes de
ciencia económica para ser publicados internacionalmente y reseñas de varias obras.
Los dos primeros directores de El Trimestre fueron Daniel Cossio Villegas y Eduardo
Villaseñor. Tanto Cossio como Villaseñor, debe recordarse, habían recibido cierta
información en economía en el extranjero y ambos habían sido instrumentos tanto en la
fundación de la Escuela Nacional de Economía cono en la modernización del Banco de
México. Originalmente sin consejo editorial oficial, la primera edición de El Trimestre
tenía en su membrete una lista de 58 ¨colaboradores¨. Estos incluían figuras asociados
con la fundación y los primeros años de la Escuela Nacional de Economía -entre ellos
figuras conservadoras como Miguel Palacios Macedo y Manuel Gómez Morin-, el
dirigente obrero populista Vicente Lombardo y el erudito estadounidense Frank
Tannenbaum.
Las primeras dos traducciones de libros publicados por el Fondo en 1935
fueron Silver Dollars (el dólar plata) de William P. Sheah y el tomo de Harold J. Laski
sobre la vida y las ideas de Marx. Ambos dan buena idea -tanto en forma como en
contenido- del todo de lectura de probablemente requerían los primeros estudiantes de
la Escuela nacional de Economía .Ambos eran sumamente breves, aproximadamente
cien paginas, y resumían una gran cantidad de información en un corto espacio. Las
primeras generaciones de estudiantes de economía, como vimos en el capitulo anterior,
solían tener empleo de tiempo completo en el gobierno- según Camp [1975], la mayoría
de ellos tenían empleo de este tipo y no contaban con mucho tiempo para leer
extensamente ;esos resúmenes se adaptaban a las necesidades de los estudiantes taxi. De
hecho, en una entrevista, una ex estudiante de la Escuela Nacional de Economía de
principios de los años cuarenta recordaba que los estudiantes no leían obras originales,
sino que dependían de resúmenes presentados en lecturas (entrevista con Meyer L
Èpee,15 de julio de 1996).
Tanto Sheah como Laski fueron también representativo del tipo de
perspectiva teórica aceptada en la Escuela Nacional de Economía durante estos años. La
81
obra de Sheah, además de resumir información útil acerca de la historia de la política
monetaria
y del sistema bancario , es un obra cuyo fin es criticar la ortodoxia
económica del patrón oro , una causa popular en México a mediados de los años treinta
se habían beneficiado mucho con las políticas monetarias expansionistas de Pani. La
ideología de la obra de Laski sobre Marx es obvia y no requiere mayor explicación
.Juntas las dos obras ejemplifican la naturaleza intervencionista y de tinte Marxista de la
ciencia económica que se enseñaba en México a principios de los años treinta .Entre
otras de las primeras traducciones importantes del fondo estaba Economic History of
Europe (historia económica de Europa 1760-1933) de Birnie (1938), Nature of
Capitalist Crises (naturaleza de las crisis ) de Strachey (1939)y también una obra
marxista, The Approach to Enonomics (curso elemental de economía)de Scott(1941).
Pág. 83
--------------------------------------------------------------------------------------------------------Pág. 84
ESCUELA NACIONAL DE ECONOMIA DE LOS AÑOS TREINTA Y
CUARENTA
Una de las características que definen la Escuela Nacional de Economía
durante este periodo era su enseñanza de la economía ¨social¨. Como dice uno de los
primeros profesores de la escuela:
Esta nueva profesión de economía tiene... elevada y noble significación social...
porque por la naturaleza de los hechos el economista necesariamente tiene que pensar
no en un plano de problemas e intereses individuales, sino en u plano de intereses y
problemas sociales, procurando siempre encontrar soluciones científicas y medios para
alcanza a esas soluciones en el ámbito de la sociedad (Loyo [Gilberto],1949,p.394).
La noción de que el economista necesitaba pensar en términos de resolver
82
problemas sociales mas grandes era similar a las ideas promovidas por la escuela
institucionalcita en Estados Unidos en la época, aunque contrastaba con los puntos de
vista de como reformador social fue particularmente característica del pensamiento de
Jesús Silva Herzog. el fundador mas influyente de la carrera de la UNAM, quien
escribió que ¨el economista sin preocupaciones sociales ... es un mutilado que se mueve
en un ámbito estrecho , sin alas en el pensamiento y sin capacidad constructivas y
creadora ¨(Silva Herzog,1967,p.35).Además ,la economía social suponía que un
economista cabal debería tener algunos conocimientos de historia ,filosofía y ciencias
sociales, mas que auto restringirse a mediciones y formulas
matemáticas: como
señalaba Silva Herzog ¨La economía política no es una ciencia matemática , sino una
ciencia social con relaciones estrechas con la sociología y la ciencia política (Silva
Herzog,1967,pp.24-25).Esta filosofía seguiría caracterizando ala escuela por mas de
medio siglo.
Las ideas socialistas e intervencionistas estatales en boga entre los
intelectuales mexicanos de la época eran compatibles con esta filosofía social de la
Escuela Nacional de Economía: Entre los cursos mencionados en el plan de estudios de
1936 de la Escuela Nacional de Economía estaban teoría económica y social del
marxismo, la historia de las doctrinas socialistas , el problema agrario mexicano, y un
curso llamado ¨ el estado de la vida económica; los cursos optativos incluían la historia
de los movimientos y problemas sociales de la economía planificada (Pallares Ramírez
,1952,pp.105-106). Estos cursos eran adecuados para el ambiente político y Cultural de
régimen de Cárdenas (1940-1946)y de Miguel Alemán (1946-1950),ambos con una
actitud mas favorable hacia los intereses empresariales y menos partidarios de reformas
sociales. Es probable que el conocimiento de este cambio en el clima político haya
llevado a Jesús Silva Herzog, como director de la escuela en 1940, a reformar el plan de
estudios para hacerlo mas técnico y menos políticamente contencioso. Aunque Silva
Herzog siempre fue reconocido por su retórica revolucionaria - que dicen, hacia sus
clases muy populares -, siempre fue también un pragmático que entendía que el nicho
83
que la ciencia económica mexicana estaba destinada a llenar era el papel practico de
promover de personal ala burocracia gubernamental.
A pesar de este cambio de tono, la tendencia izquierdista de la Escuela
Nacional de Economía continuaría a los largo de las décadas siguientes. Muchos de
estos profesores mas prestigiados ,aunque leales al gobierno y dependientes de este en
cuanto a empleo leales de gobierno y dependientes de este cuanto a empleo ,estaban
convencidos de la eficacia del marxismo como marco teórico de la intervención del
estado como una necesidad
practica, y siguieron enseñando de acuerdo con sus
creencias .En un estudio de 1975 de los egresados de la Escuela Nacional de Economía
durante 1951,Camp encontró que de los quince profesores mas notables seleccionados
por entrevistas y materiales publicados, once eran izquierdistas de algún tipo; y nueve
de estos once alcanzaron puestos gubernamentales de nivel medio y alto durante sus
carreras (Camp,1975pp.140-141).Durante la primera década de la carrera de economía
de la UNAM , los estudiantes con punto de vista mas conservadores no tenían mas
opción que aprender gran cantidad de material izquierdista o estudiar alguna otra
disciplina, ya que no existía otra escuela de economía en México .Un ex estudiante que
ingreso en 1746 a la UNAM, recordaba:
Por supuesto que nos enseñaban marxismo, pero no todos nosotros éramos
marxistas .Recuerdo que en un examen respondí todas las preguntas ¨Marx dice esto y
¨Marx dice aquello. El profesor finalmente se enojo y me preguntó Bien ¿que dices tu?
yo le dije que no estaba siendo evaluado sobre lo que yo pensaba, sino sobre lo que
pensaba Marx, y me puso 10 (entrevista con Calderón, 23 de agosto de 1995)
Mi revisión de 75 tesis de economía de la UNAM de los años 1934 a 1945-véanse
los resultados completos en el Apéndice A - muestra que la ideología izquierdista
adoptaba dentro del grama era esencialmente pragmática y estatista mas que
revolucionaria .O mas bien, si era revolucionaria lo que se exaltaba era la Revolución
mexicana y no el socialismo revolucionario. Las tesis proporcionan un indicio de la
perspectivas de capacitación y empleo de los economistas de la UNAM, ya que
84
representaban un ejercicio de reconocimiento y técnica aplicados .Evidentemente, una
del as habilidades adquiridas en la Escuela Nacional de Economía era la recopilación y
utilización de estadísticas descriptivas: 84% de las tesis utilizaron tales estadísticas y,
con frecuencia, los cuadros ocupaban docenas de paginas que completaban el texto. Las
estadísticas descriptivas podían utilizarse en diferentes agencias gubernamentales como
base para sustentar la toma de decisiones políticas o la política monetaria ,por ejemplo,
apoyando estimaciones de inflación elaboradas a partir de índices de precios los
métodos econométricos aparentemente no se conocían en la Escuela de Economía
durante este periodo, ya que ninguna de las tesis los utilizo. Los modelos matemáticos
como una manera de expresar las teorías económicas están presentes solo en siete de las
75 tesis.
La típica tesis del periodo de 1934 a 1945 era teórica - solo 44% de las tesis
tenían citas teóricas -y orientada hacia u problema practico muy especifico ; la mayoría
no hacia referencia explicita a aspectos normativos, tales como la eficiencia de la
intervención del Estado en la economía .Para tomar un ejemplo representativo , una
tesis analizaba la explotación del guayule , una planta productora de caucho nativa de
México. El humilde propósito del autor era contribuir con mi pequeño esfuerzo al
conocimiento de esos aspectos de la economía nacional que podrían ser una fuente de
riqueza para mi país ¨ (Vázquez, 1936, p.1) Después de describir la historia y biografía
de este producto y de presentar muchas paginas de cuadros relativos a su producción y
otras estadísticas relacionadas, el autor concluía con recomendaciones para fomentar la
producción de guayule mediante incentivos sindicales selectivos. Uno puede imaginarse
a este individuo trabajando posteriormente en un puesto administrativo en el Banco de
Crédito Agrícola.
Las tesis escritas antes del final de la presidencia de Cárdenas (1936-1940)
era más probable que analizaran temas agrícolas, mientras que las tesis escritas durante
el siguiente periodo presidencial de Ávila Camacho estaban orientadas a temas
industriales. Varias tesis de los años treinta hacían referencia a cooperativas agrícolas,
85
un tema relevante durante la redistribución de la tierra en ejidos. Un tema que apareció
en los años cuarenta fue la necesidad de que México se industrializara para liberarse de
la dependencia de las importaciones extranjeras y convertirse en un país desarrollado: ¨
es el motor de la economía contemporánea, un país sin industria esta condenado a la
implacable explotación capitalista (Saavedra, 1941, p.10). Independientemente del
contenido. lo que tenían en común la mayoría de las tesis era el mismo formato general:
una introducción seguida de cuadros estadísticos descriptivos, y un conjunto de
recomendaciones de políticas. El hecho de que las recomendaciones desempeñaran un
papel importante en las tesis da fe de la importancia que s ele daba al gobierno en la
resolución de problemas económicos de todo tipo, desde la producción de trementina de
los pinos en el estado norteño de Durango hasta la industria fílmica en la ciudad de
México. A través de estas recomendaciones es posible estimar las posturas de las tesis
teóricas sobre la intervención estatal de la economía, ya que algunas tesis piden
medidas menos activas – incentivos fiscales- y algunas pedían medidas mas activas – la
nacionalización de todas las industrias privadas, por tomar un ejemplo extremo. Las
tesis con orientaciones teóricas a menudo daban justificaciones explicitas para la
intervención del gobierno en la economía:
El programa de fomento industrial supone… una necesaria intervención del
Estado, pues si se abandona a la actividad privada únicamente el atenderlo, los
resultados serán pocos satisfactorios (Díaz Martínez, 1943, p. 52).
La vida contemporánea plantea como un imperativo categórico la intervención del
Estado en la mayor parte de las actividades económicas, políticas y sociales de los
pueblos (Andrade Muñoz, 1945, p. 123)
Si combinamos las posturas teóricas y no teóricas sobre el intervencionismo
del Estado (cuadro 3.1), encontramos que el 40% de la tesis son moderadamente
intervencionistas (véase el apéndice A para definiciones de categorías), y ninguna tesis
pide ni implícita ni explícitamente menos intervención del Estado.
86
Se pide la intervención con tanta frecuencia, porque la experiencia de la
depresión de los años treinta había hecho que las prescripciones del laissez-faire fueran
insostenibles:
Cuadro III.1
UNAM 1934-1945
N
(%)
Aboga por menos intervención
0
(0)
Apoya las intervenciones existentes
30
(40)
Aboga por mas intervención
21
(28)
Sin posición respecto a la intervención
24
(32)
Total
75
(100)
Postura respecto a la inversión del Estado, UNAM, 1934-1945
Ante este cuadro de la realidad contemporánea, ¿Cómo podría la economía
ortodoxa seguir sosteniendo sus principios de estabilidad, equilibrio aprovechamiento
óptimo de los recursos, armonía de intereses, auto-regulación, auto-ajuste, etc.? Si lo
intentaba… (Botas Santos, 1944, p. 95).
Un tema notable era que el capitalismo estaba lleno de contradicciones internas y
defectos que requerían la intervención estatal para se corregidos, un elemento retórico
que se presenta en 17% de la tesis:
En nuestra opinión, la libre competencia no pudo funcionar con atingencia en el
ayer inmediato y menos podrá funcionar mañana, debido, fundamentalmente, a la
complejidad de las cosas económicas, ala falta de elasticidad del sistema, a la
inestabilidad del ritmo económico, debido a causas múltiples que caen fuera de este
estudio (Salinas Lozano, 1944, p. 11).
87
Como veremos en el siguiente capitulo, este tipo de retórica se volvería aun
mas pronunciada durante los años cincuenta, cuando las ideas keynesianas y
desarrollistas tuvieron una presencia mas establecida en la escuela de economía de la
UNAM.
De acuerdo con el espíritu de la época, los escritos de Marx –citados ya sea
directamente o a través de obras secundarias- tenían una fuerte presencia en las tesis de
1934 a 1945 y estuvo presente en 13% de todas las tesis, o en 30% de aquellas con citas
teóricas. Sin embargo, solo cuatro (5%) mencionaban apropiadamente al socialismo y
dos, aproximadamente 3%, con desaprobación. En otras palabras, el marxismo se
utilizaba como una herramienta analítica, pero el socialismo revolucionario era mucho
mas una excepción que la regla en la escuela nacional de Economía. En contraste, se
hacia referencia a los fines de la Revolución mexicana en 12% de la tesis.
12 Raúl Salinas Lozano siguió mas tarde estudios de postgrado en estados Unidos
y fue el economista más importante de su generación que alcanzo un puesto publico de
alto nivel, secretario de comercio. Es padre de Carlos Salinas de Gortari, presidente de
México de 1988 a 1994.
Cuadro III.2
Autores más citados, UNAM 1934-1945
(Total N=75, tesis con citas teóricas= 44%)
N
%
Kart Marx
10
13.3
Adam Smith
8
10.6
Gustavo Cassel
4
5.3
David Ricardo
4
5.3
John Strachey
4
5.3
88
Ernest Wagemann
4
5.3
F. Antezana Paz
3
4.0
Fritz Bach
3
4.0
C.T Eheberg
3
4.0
Gottfried Haberler
3
4.0
J. M. Keynes
3
4.0
R. Jacques Turgot
3
4.0
Alfredo Weber
3
4.0
Una de las razones por las que Marx era tan frecuentemente citado esa casi
seguramente la falta de otras teorías disponibles para explicar los problemas de los
países en vías de desarrollo y prescribir la intervención activa del Estado para remediar
los defectos del capitalismo. Adam Smith fue el segundo autor mas citado, y lo fue en
aproximadamente 11% de la tesis. La explicación para la coexistencia de dos autores
aparentemente tan disímiles – Marx y Smith – en el tope de la lista es que ambos eran
autores clásicos y, por consiguiente, disponibles para un estudiante de economía en
México en los años treinta y principios de los cuarenta. Keynes fue citado solo tres
veces entre 1939 y 1945 – la primera traducción mexicana de Keynes, como ya
mencione antes, se publico apenas en 1942 -. Otro autor citado con relativa frecuencia
fue Ernst Wagemann, un economista continental heterodoxo que creía en un papel mas
vigoroso del estado en la economía.
La cita relativamente frecuente de Marx, por tanto, debe verse en un
contexto histórico y no tomarse como una indicación de convicciones socialistas. Una
prueba que apoya esta interpretación fue la combinación de la retórica extravagante
marxista con prescripciones más bien pedestres para los gobiernos de los países en vías
de desarrollo. Una tesis que abogaba por el control del estado en la industria eléctrica
con lenguaje dramático aseguraba que ese era “el antecedente indispensable para llevar
a la humanidad al estado final del comunismo que será necesariamente la solución a los
89
problemas que periódicamente aparecen en la estructura burguesa y arrastran a la
cultura occidental a una desastrosa caída” (Ortega Mata, 1939, p. 4.). la inmediatez de
la gran depresión, por una parte, y el fascismo en Europa, por la otra, contribuyeron
obviamente al atractivo de las ideas marxistas. La traducción que hizo el fondo de
cultura económica de la obra marxista Naturaleza de la crisis de Strachey fue citada
cuatro veces. Strachey interpretaba los sucesos de los años treinta como una indicación
de que las naciones del mundo enfrentaban opciones:
La importancia fundamental de los descubrimientos económicos de Marx radica
en que solo ellos nos permiten percibir las alternativas que enfrentamos. Y estas
alternativas son, como dice el propio Marx, el barbarismo o el comunismo (Stranchey,
1939, p. 29).
Aunque este diagnostico extremo de las contradicciones inherentes del
capitalismo era evidentemente aceptado por muchos autores, la cura prescrita- el
comunismo al estilo soviético- evidentemente no lo era. En realidad, la primera tesis
que defendió en la Escuela Nacional de Economía en 1934 analizaba y comparaba las
filosofías fascista y marxista del bienestar humano y llegaba a la conclusión de que
ninguna era aplicable a las condiciones de México (horneado, 1934).
Los estudiantes que escribieron tesis durante los primeros diecisiete años del
programa de economía en la UNAM mostraron una tendencia hacia enfoques
pragmáticos y teóricos sobre problemas específicos. Los autores con tendencias mas
teóricas utilizaban las ideas disponibles- en particular la de marx – para explicar los
problemas que enfrentaba México y prescribir soluciones; la recomendación usual,
tanto para la tesis teóricas como para las ateoricas, era pedir mas intervención del
Estado en la economía. El marxismo, aunque no se ajustaba a las necesidades
inmediatas de México posrevolucionario, era una teoría disponible que tenia en cuenta
las fallas económicas y sociales del capitalismo. Pero muy pocos autores querían seguir
los razonamientos de Marx y Strachey hasta su conclusión lógica, es decir, la
revolución socialista.
90
Debe hacerse énfasis en que la ideología que predomino en la escuela
nacional de economía durante las primeras décadas de su existencia no fue
representativa de la de los funcionarios gubernamentales mexicanos como un todo ni
fue impuesta tampoco en la universidad como la ”línea” del partido oficial – como
había sucedido en la Unión Soviética -. La universidad Nacional de México se convirtió
en la autónoma (UNAM) en 1929, con lo que oficialmente el gobierno de la universidad
se separo del estado. Los estudios sobre la historia de la educación superior en México
sugieren que, posteriormente, la influencia del gobierno en la UNAM ha sido mas
indirecta que directa (Mabry, 1982; Levy, 1980). Más bien, la escuela parece haber sido
una especie de enclave institucional para muchos de los intelectuales gubernamentales
más izquierdistas y socialmente motivados. Los funcionarios del gobierno más
conservadores aparentemente se desilusionaron por el enfoque de la escuela y la
abandonaron pronto. Por ejemplo, la salida del profesor conservador Miguel Palacios
Macedo a principios de los años treinta supuestamente se debió a una disputa ideológica
con Jesús Silva Herzog (entrevista con Sánchez Navarro, 19 de septiembre de 1995).
Manuel Gómez Morin, un abogado definitivamente no izquierdista que escribió el acta
constitutiva original del Banco de México, parece haber tenido una pequeña parte de las
actividades de la escuela después de su fundación inicial. Aunque Silva Herzog y otros
como el aparentemente pertenecían a la corriente principal del partido gobernante
durante los años de Cárdenas, las presidencias mas conservadoras mostraron que los
economistas sociales no representaban mas que una tendencia dentro del partido oficial
de la Revolución mexicana y no al partido como aun todo.
13
En 1944 – 1945 se estableció un sistema de gobierno mas complicado que le
resto poder a los profesores y estudiantes del gobierno mas complicado que le resto
poder a los profesores y estudiantes para elegir rectores y directores de departamento,
los cuales serian elegidos ahora por un consejo del gobierno que se renovaría
internamente (mabry, 1982, pp. 189-190). Desde entonces, el vinculo mas importante
entre el gobierno y la universidad ha sido el control ultimo del presidente sobre el
91
presupuesto universitario; con la consecuencia de que los rectores por lo general, están
en buenos términos con el presidente (Levy, 1980, p. 77) no obstante, en su obra sobre
las universidades publicas de México, Levy (1980 p.p. 97, 115 – 117) observa un alto
grado de autonomía con respecto al gobierno.
Por consiguiente, La escuela Nacional de Economía no fue ni el portavoz del
gobierno mexicano ni tampoco totalmente representativo de la ideología del gobierno
mexicano. No obstante, la clientela gubernamental de la ciencia económica mexicana
resulta un factor clave para explicar el tono izquierdista del programa de economía de la
UNAM. No fue solo porque había izquierdistas con vínculos con el gobierno
implicados en la fundación del programa, sino, si no mas importante aun, porque el
estado posrevolucionario mexicano era un cliente profesional relativamente tolerante de
las ideologías izquierdistas. Al igual que la economía en lagunas naciones europeas
continentales, la ciencia económica mexicana argumentaba “desde el punto de vista del
estado” y abogaba en representación de los grupos que estaban empezando a formar la
base corporativa de este. Como resultado el énfasis en la objetividad y la neutralidad,
común en la ciencia económica estadounidense, fue remplazado en México por un
compromiso deliberado y explicito con la justicia social.
La estructura e ideología del primer programa de economía de México
reflejaba la clientela implícita para la ciencia económica mexicana: un gobierno
desarrollista que dependía de una base corporativa para su consolidación y
supervivencia. El estado mexicano proporciono los recursos que apoyaron la naciente
profesión a través de dos canales. Primero proporciono la universidad, dentro de la cual
podría tener lugar la enseñanza de la economía, y los profesores para que enseñaran ahí.
La universidad Nacional Autónoma de México ha estado ligada constitucionalmente
con el estado de una manera que resulta por completo desconocida para los
observadores estadounidenses contemporáneos. En estados unidos los estudiantes pagan
altas colegiaturas que son subsidiadas por préstamos del gobierno, porque,
esencialmente, son pagadas por el ingreso privado futuro de los estudiantes. Incluso las
92
universidades que se dicen publicas o estatales tienen colegiaturas importantes y están
sustancialmente patrocinadas por recursos privados y tienen consejos de administración
en los que los intereses del sector privado están fuertemente representados. En cambio,
la colegiatura en la UNAM ha sido tan baja que, en esencia, se puede considerar como
gratuita. El costo directo de la educación en economía en México no era pagado por los
estudiantes si no por el estado, que proporcionaba la infraestructura de la universidad y
los salarios que ahí se pagaban, así como los profesoras taxi que daban clases en las
mañanas o noches casi sin paga.
Una segunda manera en que el Estado mexicano funcionaba como clientela
para la ciencia económica era a través de la contratación y promoción de los estudiantes
que se graduaban como economistas. Si el gobierno mexicano no les hubiera ofrecido
empleo a los graduados – y estudiantes – de economía, estos jóvenes aspirantes a
profesionales hubieran estudiado derecho, ingeniería u otra carrera sin duda. Asi pues,
el incentivo para estudiar economía era evidente: una plaza en la burocracia,
gubernamental. En pocas palabras: como profesión, la economía mexicana debe su
existencia al gobierno mexicano.
El sector privado mexicano, por otra parte, casi no tuvo ingerencia en el
financiamiento de la ciencia económica mexicana durante sus primeras dos décadas.
Como explico un dirigente empresarial que asistía a la escuela de Derecho en la UNAM
a principios de los años treinta: “nosotros, en el sector privado, en primer lugar no
queríamos elementos marxistas en nuestra administración. Y segundo, no veíamos
como un economista podría ayudarnos en el desarrollo de nuestra empresa. Sentíamos
que era natural que los economistas fueran burócratas, empleados del gobierno
(entrevista con Sánchez Navarro, 29 de septiembre de 1995). Después de los años
cuarenta era más probable que los empresarios mexicanos tuvieran licenciaturas en
derecho o ingeniería que en economía (Camp, 1989, p. 67).
LA FUNDACION DEL ITM
93
Un tema recurrente en las tesis de las primeras décadas de la economía de la
UNAM fue la condena de esta como una herramienta para incrementar las ganancias
privadas. Un estudiante aseguraba que “los conocimientos del estudiante que sale de las
aulas de nuestra escuela para obtener el titulo de licenciado en economía, deben
forzosamente estar encaminados a los fines de interés general antes que afines
individuales, como suele ocurrir en las de más profesiones” (Saavedra, 1941, p. 11).
Otro sugería que”el economista debe ocuparse exclusivamente del análisis de lo que es
y no de lo que debe ser. Su campo se reduce a la argumentación teórica y no debe
inmiscuirse en el mundo de los negocios” (Botas Santos, 1944, p. 98). En un sentido,
estas posturas hacen de la necesidad una virtud, ya que los graduados no eran
entrenados para dar servicio como empleados del sector privado.
Sin embargo, otro estudiante sentía que era importante que los economistas
traspasaran las fronteras del sector publico:
El economista, por su sentido de responsabilidad y para hacer honor a la ética
profesional, debe esforzarse para que sea ampliamente conocida su función, haciendo
que sus actividades se encaminen a la resolución de los problemas económicos, tanto
individuales como colectivos, por medio de la aplicación mas técnica de sus
conocimientos (Gutiérrez, 1944, p. 79).
A diferencia de los autores que glorificaban la dedicación del economista al
bien común en el gobierno, este escritor criticaba duramente la ausencia de economistas
en las empresas:
Las empresas particulares no saben en que y para que pueden aprovechar los
conocimientos de los economistas – cosa que no es de extraña, ya que ellos mismos no
saben a ciencia cierta para que sirven -; sin embargo, es la economía privada donde
puede hacer una labor mas efectiva para el progreso del país y para la elevación
cultural y social del pueblo mexicano, ya que en la vida publica no pueden ser
94
escuchados debidamente por los intereses bastardos de los políticos (Gutiérrez, 1944 p.
9).
En un país atrasado como México, señalaba otro autor, un sector privado
subdesarrollado y nada refinado no necesita hacer uso de las herramientas de las que
dispone un economista:
En nuestro medio comercial, bancario e industrial, se estima aun que la carrera de
Licenciado en economía no tiene aplicación práctica. En el diario batallar de los
negocios… La causa de esto… puede encontrarse en las condiciones económicas del
país (Márquez Gómez, 1944, p.5).
Ya fuera exaltadaza, lamentada o simplemente observada, la falta de
prospectos para los economistas fueron el sector publico era un hecho que percibían
claramente los estudiantes de la Escuela Nacional de
Economía. Cuando se
mencionaba es sector privado en las tesis de la UNAM, solía ser en el contexto de
subrayar las deficiencias de los mercados que se habían dejado. A menudo, la impresión
dada por las tesis era la de de un México con poca o ninguna, industria un vasto
parámetro subdesarrollado, listo para la intervención del Estado.
México es un país con una estructura económica semicolonia, preponderante agrícola,
con variados recursos naturales, pero carente de capital para explotarlos (Mekler,
1942, p 129).
La visión de México en los años treintas y principios de los cuarentas era
sesgada y no del todo cierta. El historiador económico Steven Haber, por ejemplo,
analiza el vigoroso crecimiento de la industria mexicana después de que se supero la
crisis en 1933, y señala que fue realmente durante los años treintas cuando la industria
se convirtió en el contribuyente mas importante del PIB mexicano: durante estos años,
95
México no era simplemente un país “subdesarrollado”, si no “en vías de desarrollo” en
el sitio mas completo del termino (Haber, 1989, p.171).
¿Quiénes eran los actores del sector privado en esa época y que relaciones
tenían con el gobierno? Por desgracia, el trabajo académico sobre el México del siglo
XX ha tendido a centrarse casi exclusivamente en el Estado en lugar de en el sector
privado, con el resultado de que no se dispone de una historia completa de esta sector.
Sin embargo, pueden encontrarse algunos relatos principales. Haber (1989) tranza la
evolución de un grupo de industrias de origen porfiriano que pudieron prosperar
después de la revolución. Entre estas industrias de origen porfiriano que pudieron
prosperar después de la revolución. Entre estas industrias estaban las del acero y la del
vidrio, ambas centradas en la norteña ciudad industrial de Monterrey; la del papel,
localizada cerca de la ciudad de México; la del jabón, en Durango; la de textiles de
algodón, en su mayoría en Veracruz; la de la cerveza, localizada en los alrededores de
la ciudad de México, Veracruz y Monterrey; la de cigarrillos: y la del cemento. Haber,
hace notar que estas industrias se caracterizaban por su gran tamaño y su alto grado de
concentración de mercado (Haber, 1989, pp. 45-54). Otra característica de estas
industrias fue el predominio de conglomerados financiero-industriales, una respuesta,
según Haber, al riesgo percibido por los inversionistas (Haber, 1989, p. 67). Ese
fenómeno en México, observado por muchos autores, entre ellos Maxfield (1990, p.48),
hace analíticamente difícil separar los intereses de estos viejos industriales de los de los
blancos, ya que los blancos y las industrias suelen reunirse en compañías individuales.
En los años siguientes, los capitalistas porfirianos se juntaron con los nuevos: entre
estos había funcionarios revolucionarios que prosperaron en los negocios por
conexiones políticas (Haber, 1989, pp. 185-189).
¿Cuáles eran las posturas de los capitalistas mexicanos con respecto al
Estado y sus programas económicos? Las discusiones de las posturas políticas de los
grupos empresariales mexicanos por lo general se organizan de acuerdo con las
“cámaras” oficiales en las que, a partir de 1936, el gobierno obligo a reunirse a todas las
empresas con capitalización superior a quinientos pesos (Shafer, 1973, p. 44). Sin
96
embargo aquí, con el propósito de simplificar – y para evitar que el lector se confunda
con una selva de acrónimos--, se destacan dos grupos principales para periódico
analizado en este capitulo: los viejos industriales, banqueros y comerciales porfirianos
que solían adoptar una actitud mas conservadora y antigubernamental, y el “nuevo
grupo” de manufactureros mas pequeños que se formo en los años treintas y cuarentas y
que mas tarde habrían enojar a los viejos industriales con su postura constante a favor
del gobierno (Shafer, 1973, p.59; Mosk, 1954, pp. 21-52).
El nuevo grupo – que representaba una fuerza pequeña pero importante en
la comunidad
empresarial mexicana en los años cuarentas -- tenía mucho para
beneficiarse a través de la extensa protección del gobierno y los controles de crédito y,
por siguiente, se conformaban más con la línea del gobierno como una manera de
obtener apoyo (Vernon, 1963, pp. 167-168). En consecuencia, mientras que el nuevo
grupo apoyaba al gobierno en una amplia gama de asuntos, incluidas la reforma agraria
y la legislación laboral, los industriales mas antiguos y de mayor envergadura se
mostraban constantemente recelos ante la extensa intervención del gobierno en la
economía, las políticas redistributivas y los sindicatos obreros (mosk, 1954, pp. 24-27).
Los industriales de la cerveza, por su parte, estaban satisfechos con los acuerdos
existentes y veían poco que ganar con la ampliación de la protección – ya que ellos
dependían con frecuencia de insumos externos y se orientaban mas hacia la exportación
que hacia el mercado interno—o con los controles de crédito – ya que regularmente
tenían juntas directivas vinculadas con los principales bancos--, y si tenían mucho que
perder con el apoyo del gobierno a la movilización laboral (Vernon, 1963, p. 167;
Mosk, 1954, pp.25,27).
La presidencia de Cárdenas represento un momento decisivo en las
relaciones entre los industriales más antiguos, los bancos y el gobierno. Cárdenas
represento en un momento decisivo en las relaciones entre los industriales mas antiguos,
los bancos y el gobierno. Cárdenas se enemisto con los empresarios conservadores no
solo por sus palabras, si no también por sus actos: su fiera retórica de la “educación
socialista” se equiparaba con las redistribuciones de la tierra, el apoyo a las huelgas y
97
las expropiaciones de propiedad extranjera. En 1936, la política de apoyar a los obreros
en contra de los patrones en la huelgas llevo al gobierno a un conflicto con la familia
industrial mas prominente de Monterrey, los Garza Seda; durante dicho conflicto, el
presidente anuncio en un discurso incendiario que si los patrones estaban “cansados de
la lucha social” podían “ceder sus industrias a los obreros o al gobierno” (LaBotz, 1988,
p. 61). Mientras tanto, en intento fallido de incrementar la inversión privada a través de
la legislaron provoco que el gobierno hiciera acusaciones de especulación, y los
banqueros expresaron su disgusto hacia la presidencia con una fuga de capitales de gran
escala (Maxfield, 1990, p.62).
Posteriormente, tanto los industriales más antiguos como los banqueros
participaron en la fundación de instituciones de educación superior para proporcionar
una alternativa a lo que ellos percibían como la ideología de izquierda en las
universidades reguladas por el estado. El Instituto Tecnológico y Estudios Superiores de
Monterrey (ITESM), fundado por industriales locales en 1943, hacia hincapié
principalmente en los campos técnicos, como ingeniería y administración de empresas.
Inspirado en los institutos tecnológicos de Massachussets y de California, el “el TEC de
Monterrey” no contaría con un departamento de de economía hasta 1954 (Levy, 1986,
p. 121). Otra universidad privada, la Iberoamericana, también se fundo en los años
cuarentas con una orientación católica conservadora, pero la Ibero no tendría un
departamento de economía hasta los años setenta.
Más importante para el desarrollo de la ciencia económica en México fue la
fundación de la Asociación Cultural Mexicana en 1946 y, posteriormente, la creación
del Instituto Tecnológico de México (ITM), cuyo programa central era la economía. La
asociación fue idea de un grupo de empresarios que estaban interesados explícitamente
en proporcionar una alternativa a lo que ellos percibían como inclinación izquierda de la
UNAM. Las instituciones mencionadas como socios fundadores de la Asociación
Cultural Mexicana incluían a siete de los principales bancos de mexicanos, el banco
central y varias empresas de Monterrey, incluida la compañía de cerveza Moctezuma y
la Compañía fundadora de Hierro y Acero de Monterrey. El primer concejo directivo de
98
la asociación incluyo a empresarios, banqueros e individuos con carreras tanto en las
finanzas privadas como el en las publicas.14
El presidente de la asociación, desde su fundación hasta su muerte en 1967,
fue Raul Bailleres, un banquero que fundo el Crédito Minero –mas tarde Banca Cremi-, el primer banco mexicanos especializado en el financiamiento de la operaciones
mineras. Empresario autodidacta sin una educación académica formal, Bailleres
también presidio un grupo financiero con intereses de control en la compañía cervecera
Moctezuma con base con base en Monterrey y la cadena de tiendas departamentales El
Palacio de Hierro (“Raul Bailleres”, 1988, p. 6). Otro importante director de la
Asociación fue Aníbal de Iturbide, que se convirtió en director del Banco Nacional de
México en 1945 y en director de Banco Comercial Mexicano en 1955 (“Aníbal de
Iturbide”, 1988, p.8). Aarón Sáenz, otro socio fundador, fue un magnate del azúcar, con
la que izo su fortuna a través de conexiones políticas adquiridas durante la revolución y
que ocupó varios puestos importantes durante el maximato, entre ellos el de secretario
de Educación (1930) y el de secretario de Industria, Comercio y Trabajo (1930-1931).
Sáenz fue conocidos por sus estrechos vínculos con los grupos empresariales
conservadores me Monterrey y también fue presidente del Banco Azuquero, un banco
especializado en la inversión en la industria azucarera, que mas tarde se convertiría en
el Banco de Industria y Comercio (Hamilton, 1982, pp. 87,89).
Luis Montes de Oca y Carlos Navoa fueron socios del primer consejo
directivo de la Asociación, con carreras tanto en finanzas privadas como en públicas.
Montes de Oca fue un contador que había sido secretario de Hacienda de 1927 hasta
1932, y que era bien conocido por su papel en las negociaciones de la deuda externa en
1930. Más tarde fue directo del Banco de México, desde 1935 hasta 1940, y
posteriormente se retiro de la vida pública para hacer banquero privado. Montes de Oca
fue el socio fundador que tenía los vínculos más importantes con el mundo intelectual
mexicano y, a través de él, el ITM pudo reclutar a Miguel Palacios Macedo – que
supuestamente había dejado la escuela Nacional de Economía a causa de la inclinación
izquierdista de ésta—para que enseñara en el ITM (Negrete, 1988, p.10). La carrera de
99
Nova fue, en este sentido, inversa a la de Montes de Oca: de banquero privado se
convirtió en presidente de la Asociación de Banqueros de México (ABM) en 1936 y fue
el director del banco central (Banco de México) de 1946 a 1952.
Una entrevista en 1988 con Aníbal de Iturbide aclaro los propósitos de la
Asociación Cultural Mexicana y de la escuela que ella creó:
[En 1946] la ideología cardenista, equivocada en nuestra opinión, todavía estaba
muy vigente. Las ideas del gobierno del general Cárdenas todavía tenia una influencia
importante en el desarrollo ideológico de la vida y la política mexicanas, lo que a
nosotros nos parecía de los mas infortunado para la búsqueda de un desarrollo
equilibrado del país… pensábamos que si había que alternar el desarrollo industrial de
México teníamos que cambiar la mentalidad de la gente por que con una mentalidad
predominantemente de tipo socialista, izquierdista, que era lo que predominaba en el
medio político… Ésa fue esencialmente la razón que nos impulso a crear el Instituto
Tecnológico de México, teniendo como meta la creación de una escuela de economía
de donde egresaban los futuros hombres que manejarían la economía tanto privada
como publica de México…
La idea empezó a tomar forma durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas,
cuando vimos que su política no coincidía con lo que nosotros pensábamos.
Creíamos que con la ideología cardenista en pleno vigor no existía
suficiente
aliciente para la inversión del capital que iniciaría el proceso de transformación de un
país agrícola y minero a uno industrial… La escuela de Ingeniería descartada por que
llamamos a la conclusión de que no podíamos ser eficientes si tratábamos de incluir
tantas ramas. Nos decidimos por tres o cuatro escuelas, dándole siempre a la Escuela
de Economía, por que en nuestra opinión, era la base que cambiara el futuro de México
(Negrete, 1988, pp.9-10).
La ideología intervencionista del estado “cardenista”, criticada por Iturbide y
sus socios de la Asociación, estaba relacionada con la Escuela de Economía en la
100
UNAM. Un articulo de la revista Tiempo del 15 de marzo de 1946 citaba a uno de los
fundadores del ITM –cuya identidad no se especificaba--, que decía: “Necesitamos
economistas liberales, no contaminados con el intervencionismo del Estado y que
defiendan nuestros intereses”, y criticaban a la Escuela de Nacional de Economía: “La
Universidad Nacional y su Escuela de Economía están sumidas en un permanente
desorden y… poseídas de una orientación estatista, no pueden garantizar la formación
de técnicos bien capacitados los que puedan confiar los bancos y los negocios privados”
(“Economistas”, 1988, pp.13-14).
Estos planes para crear una escuela de economía rival alarmaron a los
administradores de la UNAM y llevaron al rector de esta casa de estudios, Gilberto
Loyo, a escribir una carta al cofundador de la Asociación Carlos Novoa para interpretar
disuadirlos del proyecto:
Nuestra Escuela… no forma… individuos fantásticos de extrema izquierda,
sino economistas que conocen su ciencia… y aun cuando entre nuestros alumnos,
graduados y profesores, como es obvio, existen algunas personas de la extrema
izquierda, este corto número de personas no da ala institución entono sectario, y jamás
han utilizado sus cátedras para hacer propaganda (Loyo [Gilberto], 1946a).
El 3 de Julio, Loyo hablo en una reunión del Club de Banqueros Mexicanos
acerca de por que seria poco aconsejable iniciar una nueva escuela de economía (Loyo
[Gilberto], 1946b). A pesar de estos esfuerzos, el ITM inicio clases ese mismo año, con
veintidós alumnos inscritos.15 Aunque este numero de estudiantes parecía ser mas bien
pequeño para construir una amenaza a la escuela Nacional de Economía, debe
considerarse que esta ultima tenia un total de solo 381 alumnos, 122 de los cuales
estaban en primer año en 1946 (UNAM, 1981, p.257). La influencia progresiva de la
Asociación Cultural Mexicana en la trayectoria del ITM, mas tarde el autónomo ITAM,
se haría sentir a través de su poder para designar al rector de la escuela por un termino
indefinido (Levy, 1986, p.133).
101
CONCLUSIONES
La recién acuñada profesión de economistas en México estuvo fuertemente
determinada por el contexto histórico global de la Gran Depresión, durante la cual el
Estado mexicano volvió su atención a la satisfacción de los acreedores internacionales –
un asunto de gran importancia en los años veinte—y hacia la movilización de apoyo
interno. En particularmente durante la presidencia de Cárdenas, el Estado que surgió
toleraba e incluso apoyaba la ideología izquierdista. Esta tendencia se reflejo tanto en la
primeras publicaciones del Fondo de la Cultura Económica como el las primeras tesis
de economía de la UNAM. Sin embargo, hemos visto que la Escuela Nacional de
Economía “socialista” en el sentido estricto de la palabra. Lo que los empresarios
conservadores encontraban objetable el programa de economía de la UNAM no era un
programa explicito para la revolución socialista, si no una retórica que sonaba
amenazante y les recordaba que, en el orden posrevolucionario existente, podía haber
dirigentes políticos para quienes los valores de la propiedad no fuera sacrosantos.
Es importante hacer notar que el primer programa privado de economía en
México fue fundado por razones específicamente ideológicamente más que por razones
practicas. Los sectores privados necesitaban alcanzar un nivel crítico de complejidad
organizacional para demandar los servicios de expertos profesionales. La ciencia
económica parecía requerir un nivel relativamente alto de complejidad; por ejemplo,
mientras que los contadores eran contratados en grandes cantidades por las empresas
españolas durante el siglo XIX, los economistas no trabajaron en el sector privado hasta
los años cincuentas (Guillén, 1989, p.69, 132).
15
Por desgracia, no pude material sobre los cursos que se impartían en el ITAM
durante sus primeros años.
102
El sector privado mexicano de los años treinta, aunque no tan incipiente y
subdesarrollado como implicaban las primeras tesis de economía de la UNAM, no era
lo suficientemente refinado para considerar la imperativa contratación de profesionales
–más que a sus familiares, por ejemplo--. Por consiguiente, es dudoso que la Asociación
Cultural Mexicana hubiera fundado su programa alternativo 1940 sin el estimulo de un
programa ideológicamente hostil contra el cual reaccionar.
Al crear en ITM, los dirigentes empresariales mexicanos esperaban crear un
contra peso político a la ideológico de la Escuela de Economía de la UNAM. La ciencia
económica no fue la única profesión que sufrió este tipo de “escisión” profesiones entre
versiones del sector público y privado. A finales del siglo XIX, por ejemplo, algunos
empresarios alemanes encontraban el discurso de los economistas alemanes
incómodamente cercano al socialismo y, en consecuencias, fundaron sus propios
programas de economía más conservadores y mas orientados al comercio (Lindenfeld,
1990, pp. 215-216). Un ejemplo mas reciente de un programa mas reciente de economía
privado, surgido políticamente del conflicto gobierno-empresa, puede encontrarse en
Argentina. En 1977, en la provincia de Córdoba se fundo un programa de investigación
en economía, basado en la opinión a la política del gobierno de un grupo empresarial
local. Los dirigentes empresariales locales sintieron que la dictadura militar, aunque
fingía estar de acuerdo con la ideología del laisses-faire, en realidad practicaba una
especie de capitalismo intervencionista y un amiguismo que favorecía a las empresas
en y alrededor de Buenos Aires, a expensas del sector privado de provincia. Una figura
clave de este instituto de investigación fue Domingo Cavallo, un doctor en economía
formado en Harvard que mas tarde acabo con la inflación, equilibro el presupuesto y
privatizo empresas de propiedad estatal durante el gobierno de Menem (N’haux, 1993,
pp. 30-90).por tanto, aun dentro de una sola nación, las ciencias sociales pueden tener
mas de una clientela potencial.
¿Tendría éxito el ITM en forjar un tipo ideológicamente distinto de
economía, diferenciándose así del de la UNAM? En el siguiente capitulo veremos que
hubo varios factores que impidieron que el ITM formulara un tipo radicalmente distinto
103
de programa de economía. Uno fue la relativa paz que por lo general caracterizo las
relaciones entre el gobierno y el sector privado durante los años que transcurrieron
desde el final de la presidencia de Cárdenas hasta 1970. Otro fue el paradigma
dominante para la economía en el periodo de la posguerra un papel fuerte del Estado en
el fomento del crecimiento y la estabilidad económicos. El resultado fue un grado
sorprendente de convergencia entre ambos programas.
Pág. 104
---------------------------------------------------------------------------------------------------------Pág. 105
IV. EL MILAGRO MEXICANO
Y SU PARADIGMA DE POLITICAS, 1940-1970
A DIFERENCIA DE LAS DECADAS TURBULENTAS después de la
Revolución, el periodo de la posguerra en México de caracterizo por una relativa paz
social, así como por el impresionante crecimiento económico popularmente conocido
como el “milagro mexicano”. La intervención del Estado en la economía, junto con el
refinamiento económico reciente, creó una demanda de economistas tanto en el sector
privado como en el publico, aunque en este ultimo todavía fue donde
predominantemente encontraba empleo la mayoría de los economistas mexicanos. Los
programas de economía en escuelas privadas
sobre todo el del ITM, que se convertiría
en el autónomo ITAM en 1962, y el del Tecnológico de Monterrey
florecieron
conforme los empresarios adquirieron mayor cultura con respecto al papel y a las
funciones de los economistas en la empresa privada.
De mayor interés teórico durante este periodo, sin embargo, fue la evolución
del economista en el sector público, y la correspondiente evolución del centro más
importante para la capacitación de economistas destinados a aquel: la Escuela Nacional
de Economía de la UNAM. Después de las grandes agitaciones sociales de la
presidencia de Cárdenas, el foco de la política del gobierno mexicano paso de los
104
asuntos sociales y las políticas redistribuidas a la tarea de promover el desarrollo
económico. La creciente necesidad de economistas como técnicos dentro de una
burocracia desarrollista se reflejo en la creciente tecnificación del programa de
economía de la UNAM. Al mismo tiempo, el consenso entre el gobierno y el sector
privado se reflejo en el programa de economía del ITM patrocinado por el sector
privado. Por consiguiente, la ciencia económica mexicana evoluciono junto con los
cambios en su clientela del sector público y se volvió más unitaria cuanto más
convergían los intereses de sus clientelas públicas y privada.
EL DESARROLLISMO EN MEXICO Y EN AMERICA LATINA
El modelo teórico mas importante para el desarrollo económico durante la
posguerra en América latina fue el de la comisión económica para América Latina
(CEPAL.) de Naciones Unidad, que fue organizada en 1948 con sede en Santiago de
Chile. El marco teórico de la CEPAL constituyo el ejemplo fundamental del tipo de
escuela regionalmente específico de pensamiento económico que prolifero durante el
régimen keynesiano de la posguerra. Según el modelo de CEPAL, los países en vías de
desarrollo se comportaban de acurdo con un conjunto de reglas muy diferentes a las
esbozadas por los teóricos económicos clásicos y neoclásicos. La teoría económica
clásica aseguraba que un régimen de libre comercio internacional permitía que los
países ricos y pobres por igual se beneficiaran de la capitalización de sus “ventajas
comparativas”. En cambio, la CEPAÑ alegaba que en un régimen de libre comercio
internacional, los países del centro ganaban más que los periféricos, a causa del
“deterioro en términos de comercio” ; es decir, que en un país periférico tendría que
vender continuamente mas de sus productos primarios en el mercado mundial para
comprar el mismo valor de bienes terminados. Estas desigualdades inevitablemente
provocaron problemas en la balanza de pagos para los países periféricos, ya que el
ingreso real que recibían de sus exportaciones fluctuaban y tendía a disminuir, mientras
que la cantidad pagada por las importaciones permanecía constante o aumentaba. Los
105
países periféricos que exportaban
materias primas también sufrían un desempleo
estructural que inhibía el crecimiento de los salarios reales y el desarrollo de mercados
internos (Hirschman, 1961, pp. 12-13: Villareal, 1984, pp. 163-164; Zapata, 1990. pp.
149-154).
La CEPAL argumentaba que los países periféricos podrían avanzar solo si
dejaban de depender de la exportación de materias primas y de la importación de
productos industriales acabados. Por tanto, la industrialización de estos países no podía
dejarse a los caprichos de los mercados libres, sino que necesitaba ser promovida a
través de activas políticas gubernamentales dirigidas a proteger a las “industrias
infantes” de la competencia externa, junto con la protección de los salarios, a fin de
mantener la demanda interna (Villareal, 1984, p. 165). Aunque las teorías de la CEPAL
no se ajustaban a la tradición neoclásica dominante de la ciencia económica
internacional de la posguerra, tenían importantes vínculos con una rama
de esta
tradición, a saber, la escuela de los economistas del “desarrollo” como Lewis, Rostow y
Nukse (cf. Martinussen, 1997).
Las prescripciones de política de la CEPAL y sus teóricos eran conocidas
por los economistas y formuladores de políticas mexicanos del periodo de la posguerra.
En 1944, Raúl Prebisch dio una importante serie de pláticas en el banco de México y
una conferencia en El Colegio de México (Solís, 1988, p. 225). Prebisch utilizo por
primera vez los famosos términos “centro” y “periferia” en una reunión de banqueros
centrales latinoamericanos organizada por el banco de México en la ciudad de México
en 1946 (Love, 1996, p. 225). Juan Loyola, un prominente profesor de la Escuela de
economía de la UNAM fue líder teórico de la CEPAL.
Sin embargo, quizá la mejor medida de la influencia intelectual de la
CEPAL en México fue EL Trimestre Económico, que durante los años cincuenta dio un
notable giro cepalino. Durante la primera mitad de esa década, por ejemplo, Víctor
Urquidi
que fungió como director del capitulo México de la CEPAL de 1951 a
1958 fue director de El Trimestre. Además de varios economistas gubernamentales
importantes formados en el extranjero
entre ellos Edmundo Flores Y Raúl Salinas
106
Lozano
ta durante los años cincuenta incluyo a
Raúl Prebisch, el líder intelectual de la CEPAL. Prbisch permaneció en el consejo
editorial de El Trimestre hasta 1973.
Las políticas económicas de la posguerra en México
en particular su
compromiso con la industrialización a través de la sustitución de importaciones
básicamente acordes con la prescripciones de la CEPAL sin embargo, esta institución
nunca fue tan importante para determina las políticas del gobierno en México como en
otros países latinoamericanos. Según algunos, esto se debió a que el gobierno mexicano
era celoso de su autonomía respecto a influencias externas, sobre todo aquellas que, a
diferencia del banco mundial o del FMI, no podían proporcionar recursos como
complemento de su consejo (entrevista con Urquidi, 26 de septiembre de 1995). Este
parentesco entre las políticas desarrollistas del México de la posguerra y las
prescripciones de CEPAL era el resultado de antecedentes históricos comunes más que
de una influencia directa. El modelo del laissez- faire, orientado a la exportación, de
finales del siglo XIX y principios del XX había sido prácticamente abandonado como
respuesta a la crisis económica global de principios de los años treinta. Posteriormente
hubo una ola de políticas intervencionistas en toda América Latina, incluida la
sustitución de importaciones (Díaz Alejandro, 1984, p. 17). Por tanto, cuando se
organizo la CEPAL en 1948 con sede en Santiago de Chile, su papel era dar un
fundamento teórico a las políticas que ya se habían puesto en marcha.
Además del énfasis común sobre la industrialización basada en la sustitución
de importaciones y otras formas de intervención gubernamental en el desarrollo
económico, los modelos de México y de la CEPAL se parecían en que ambos dependían
a menudo conscientemente del manejo eficaz de las demandas políticas. En muchos
países latinoamericanos, contribuyeron al desarrollo económico en la posguerra los
niveles relativamente bajos de conflicto social, que podrían atribuirse tanto a los
beneficios compartidos del crecimiento económico como al establecimiento de marcos
institucionales, como la legislación laboral, que permitían que diferentes clases se
aliaran alrededor del proyecto nacionalista común de industrialización (Zapata, 1990, p.
107
154). De manera similar, el desarrollo económico de la posguerra en México fue posible
gracias al manejo de las demandas desde abajo y al consenso entre el gobierno y el
sector privado.
EL MILAGRO MEXICANO
El fin de la presidencia de Lázaro Cárdenas en 1940 marco la incorporación
definitiva delos diferentes sectores sociales en el partido gobernante, que allano el
camino para que la política estatal cambiara el rumbo de cuestiones relacionadas con la
distribución de bienes, al fomento al desarrollo económico. Bajo la presidencia de
Manuel Ávila Camacho (1940-1946), el gobierno limito la reforma agraria, moderó su
controversial retórica sobre aspectos como la educación socialista y se concentro en
mejorar las relaciones con los Estados Unidos y el sector privado. El presidente Miguel
Alemán (1946-1952), en esta misma línea, siguió promoviendo políticas opuestas a los
sindicatos, así como la legislación para proteger a los propietarios privados de tierras
contra la expropiación; al mismo tiempo fomento la empresa privada a través del
desarrollo de infraestructura y la apertura a la inversión extranjera(Maddison et al.,
1989 pp. 123-126). Ambas presidencias aumentaron extraordinariamente los niveles de
protección industrial, lo que demostró el compromiso del gobierno mexicano para
promover el desarrollo económico (Hansen, 1971, p. 48).
Las tres presidencias que siguieron al gobierno de Cárdenas estuvieron todas
caracterizadas por un crecimiento económico importante a costa de la inflación,
resultado de políticas basadas en el financiamiento inflacionario de los gastos del
gobierno sin aumento de impuestos. Entre 1940 y 1954, el PIB creció en México en
promedio mas de 5% anual (Ayala Espino, 1988, p. 288). Al mismo tiempo, los datos
estadísticos señalan que estas políticas disminuyeron los salarios reales tanto en el
sector agrícola como en el no agrícola, mientras que aumentaron los ingresos reales de
los empresarios y formuladores conservadores de políticas deben haber aprobado el
control firme que se ejerció sobre la demanda salarial de los trabajadores durante esos
108
años (cf. Labotz, 1988), muchos no aprobaban el financiamiento inflacionario del
crecimiento. Un oponente conspicuo de la política monetaria relajada fue el fundador
del ITM y del banco de México, Miguel Palacios Macedo (Cárdenas, 1944, p. 103).
En el contexto de un tipo de cambio fijo, la inflación de la posguerra tuvo
efecto de provocar déficit en la balanza de pagos, lo que llevo a un ajuste de la moneda
en 1948 con apoyo del FMI y prestamos posteriores del Banco Mundial y del Eximbank
estadounidense. En 1954 hubo una devaluación del peso de $8.65 a $12.50 pesos por
dólar, la cual estuvo acompañada de préstamos del Banco Mundial y asistencia para la
balanza de pagos del FMI (Madison et al., 1989, p. 125; Cárdenas 1994, p. 149).
En contraste con el crecimiento inflacionario que caracterizo los dieciocho
años posteriores a la presidencia de Cárdenas, desde 1955 hasta 1970 tres periodos
presidenciales sucesivos emprendieron la tarea de mantener altos niveles de crecimiento
económico mientras evitaban el ciclo de inflación-devaluación-déficit que había
caracterizado a las tres presidencias anteriores. Las políticas del “desarrollo
estabilizador” se llevaron a cabo durante la gestión de Antonio Ortiz Mena como
secretario de Hacienda, durante los periodos presidenciales sucesivos, y de Rodrigo
Gómez como director del banco central. Como resultado, el gobierno mexicano
abandono el financiamiento del gasto público a través de créditos directos del banco
central y lo hizo depender, en cambio de la venta de bonos gubernamentales a través del
sistema bancario comercial, requerimientos de reserva y deuda externa (Ayala Espino,
1988, p. 343). Al mismo tiempo, el gobierno no se comprometió a la libre
convertibilidad del peso y una tasa de cambio fija, y restringió los precios de bienes de
consumo como la gasolina, la electricidad, el azúcar y otros bienes y servicios a través
de un amplio sistema de subsidios públicos (Izquierdo, 1995, pp. 18-28).
En conjunto, el periodo de 1940 a 1970 fue de un mejoramiento económico
importante, con tasas de crecimiento reales anuales del PIB de más de 6 % en promedio.
Durante esos años, México transformo una parte de su atraso, de una economía
predominante agrícola a una economía industrial dinámica y se hizo productos
alimenticios, acero y bienes de consumo y productos básicos de petróleo (Hansen, 1971,
109
p. 48). El sistema de políticas responsable de este éxito se caracterizo en general por un
compromiso con la protección industrial, un alto nivel de intervención directa del estado
en muchas aéreas de la economía sobre todo en la industria petrolera en la energía
eléctrica, la promoción de la industria a través de la intermediación financiera de
Nacional Financiera, el banco de desarrollo industrial estatal, y niveles sumamente
bajos de impuestos. Estas políticas fueron elaboradas y manejadas por una creciente
burocracia desarrollista en la que los servicios de los economistas fueron cada vez más
importantes. Durante el ultimo periodo del “desarrollo estabilizador” (1955-1970) las
actividades del gobierno fueron financiadas de manera creciente con prestamos en los
mercados internacionales fue el banco de desarrollo estatal, que financio proyectos de
desarrollo privado extraordinariamente provechosos (Thompson, 1979, p. 114, Blair,
1964).
La viabilidad política progresiva del desarrollismo mexicano fue fomentada,
en parte, por los resultados positivos: un crecimiento económico espectacular durante el
periodo de la posguerra creo beneficios que, a la larga, terminaran por alcanzar a
muchos, si no es que a todos, los grupos sociales. Pero el manejo político de las
demandas de diferentes grupos sociales también factor un factor crucial en el
crecimiento económico mexicano durante la posguerra. Considerando en retrospectiva
este periodo, el economista mexicano Leopoldo Solís (1973) comentaba que “el sistema
político mexicano ha sabido armonizar las diferentes presiones y demandas resultantes
de los efectos que tienen un rápido crecimiento económico, especialmente sobre la
distribución de la riqueza, gracias a lo cual el país ha disfrutado de una larga etapa de
estabilidad política, la mas prolongada que México haya conocido desde la
independencia” (p. 7).
La paz social y política fue el fundamento sobre el cual se construyo el
Milagro Mexicano. Esta paz, y la manera como se logro, tuvo importantes
implicaciones para la economía profesional en México: Después de 1940, las relaciones
entre el gobierno y el sector privado mejoraron constantemente y es fácil entender
porqué: la política del gobierno mantuvo bajos los impuestos y los salarios, amplio la
110
infraestructura y protegió a las industrias internas de la competencia extranjera.
Mientras que el consenso entre el gobierno y las empresas es fácil de explicar, la paz
relativa con los grupos sociales más bajos es más complicada. Este es el enigma central
que Hansen (1971) plantea en su libro sobre los fundamentos políticos del desarrollo
mexicano. Hansen observó: que el éxito económicos mexicano podrían explicarse, en
parte, como resultado de su capacidad de evitar los gastos sociales costosos que
provocan altos niveles de inversión productiva. Comparando con otros países
latinoamericanos, México gasto relativamente menos en programas sociales, como el de
seguridad social, y relativamente mas en infraestructura .además, en 1971, México
tenia la carga fiscal mas baja de America latina, con excepción Guatemala, Paraguay, y
Colombia: la distribución del ingreso en México era sumamente desigual, y esa
desigualdad no se redujo mediante políticas gubernamentales de impuestos y gastos,
como en otras partes desde America latina, en realidad, la desigualdad de ingreso
aumento de maneta constante en México desde 1950 hasta 1968 (Hansen, 1971, pp. 7185; Félix, 1982).3
Aunque cuando el resultado predecidle en un escenario como este seria de
inconformidad social a gran escala e inestabilidad, en el periodo de la posguerra
México fue en realidad el mas estable y menos propenso a conflictos sociales que otros
países latinoamericanos. ¿Como se logro esto? La respuesta de esta importante pregunta
esta en el sistema político mexicano. La
rápida circulación de la elites políticas
mexicanas ofrecía muchas oportunidades para la movilidad social y el desarrollo
económico, y la expansión de l gobierno mexicano agrando de manera importante la
clase media mexicana; por consiguiente, aunque los que se encontraban en el nivel
social mas bajo ciertamente no mejoraron, el descontento se calmaba por la
posibilidades de ascenso (Hansen 1971, pp. 180-181). Al mismo tiempo, el sistema
político proporcionaba pocas oportunidades para cuestionar y cambiar el orden
existente; las demandas políticas eran limitadas. El pluralismo político formal era una
mascara para un sistema real de partido único me imposibilitaba que las políticas
gubernamentales fueran socavadas electoralmente.
111
Mientas tanto, el corporativismo mexicano manejaba con cuidado las
amenazas no electorales al sistema, como huelgas y movimientos sociales, la estructura
del parido revolucionario institucional (PRI) incorporo a los sectores agrícolas y obrero
oficiales---- junto con la amorfa clase media o sector “popular”----, pero estos sectores
oficiales también fueron armas efectivas para el control de las demandas sociales. El
gobierno controlaba la mano de obra a través de una estrategia conjunta de cooptación y
represión: los dirigentes de las cooperativas eran recompensados con la permanencia de
puesto e incluso con curules legislativas; los dirigentes disidentes eran apresados y, en
su lugar, eran impuestos los dirigentes sindicales aprobados por el gobierno, conocidos
como charros (middlebrouok, 1995). Además, si el sector obrero no podía considerarse
como independiente, el sector agrario oficial lo era aun menos, sus dirigentes eran
constantes mente puestos desde arriba y los legítimos portavoces de los campesinos
eran derrotados en elecciones fraudulentas, apresados o incluso asesinados (Hansen,
1971, pp. 113-114)
LA BUROCRACIA DEL DESARROLLO
Durante los años del milagro mexicano los extensos poderes del presidente
mexicano con respecto ala política económica eran refrendados en algunos aspectos por
el secretario de hacienda, que controlaba tanto el proceso tributario como presupuestal.
En los años cincuenta y principios de los sesenta el ejecutivo hizo algunos esfuerzos
para limitar el poder del secretario de hacienda. Esto causo la creación de la secretaria
de recursos naturales con discrecionalidad sobre la industria petrolera y paraestatal y
otra áreas; mientras tanto, la recién creada secretaria de la presidencia se suponía que
coordinara diferente programas económicos y llevara acabo la planificación económica
Ayala, espino, 1988, p. 348; centeno, 1994, pp. 77-80; izquierdo, 1995, p. 49). La
secretaria de economía se transformo en el la secretaria de industria y comercio, una
acción de inquietaba quitarle poder ala secretaria de hacienda en el área de política
comercial; simbólicamente esto significaba que la política fiscal era considerada como
112
parte des esfuerzo deliberado de la protección industrial y no como un simple
mecanismo para captar recursos fiscales (izquierdo, 1995, p. 44). Es probable que un
efecto de estas medidas haya sido de difundir la demanda de economistas profesionales
a todas las demás ramas del gobierno.
Mientas tanto la “planificación económica” se convirtió en la frase de modo
en los discursos de los administradores públicos, y un creciente consenso dentro del
gobierno respeto ala necesidad de que se consideran y que se coordinaran con mayor
cuidado la política de desarrollo hizo que apreciaran indispensables los servicios
económicos. En 1960, en un discurso en la entrega del premio de la economía, el
secretario de hacienda, Antonia Ortiz mena (un abogado con experiencia practica en el
sector de las finanzas publica), dijo: “debemos planear nuestra industria y
recursos….cada ves necesitamos mas en México el trabajo de los economistas; cada ves
es mas necesario que pensemos en la planeación de nuestra industria y en la planeación
del desarrollo de nuestros recursos económicos” (Barrosco castro, 1961, p. 19).
La planificación económica centralizada a ahora una posibilidad real en
México, a causa de las técnicas administrativas que habían mejorado considerablemente
desde que se fundaron las instituciones para la elaboración de políticas económicas en
los años veinte y treinta. Por ejemplo, hacia 1950, los analista estadísticos de las
finanzas gubernamentales estaba los suficientemente desarrollados para integrarse en la
cuentas nacionales y. Hacia finales de los cincuenta, los datos de las cuentas nacionales
completamente desarrollados estaban disponibles en el banco central (Maddison et al.,
1989, p. 127). A principios de los años cincuenta se desarrollo en la secretaria de
hacienda un sistema de clasificación para el gasto publico, de modo que la secretaria
pudiera vigilar con mayor exactitud el gato del gobierno (entrevista con Urquidi, 19 de
septiembre de 1995). Y durante los años sesenta se mejoraron los procesos
administrativos se la secretaría de hacienda, de manera de contar con información clara
y exacta el control de las mercancías importadas (Solís, 1981, p. 17).
Este énfasis en la planeación de México fue parte de una tendencia mas
amplia en America latina, y en general en los países en vía de desarrollo, que fue
113
resultado de las nuevas técnicas en la elaboración de políticas económicas y al mismo
tiempo le sirvió de estimulo. Con base en observaciones de primera mano del papel de
los economistas de la planificación de Colombia durante los años cincuenta, hirschman
(1971) objetaba que la planificación económica en America latina a Menudo presupone
una noción excesivamente optimista de la media en que los economistas equipados con
nuevas técnicas podrían servir como micro gerentes eficaces (pp. 41-62).4
Ya sea que están intervenciones fueran o no eficaces como creían quienes las
propusieron, uno de sus efectos fue colocar a los economistas en puestos cada ves mas
importantes dentro de las burocracias gubernamentales latinoamericanas durante los
años cincuenta y sesenta. Los avances internacionales en las técnicas estadísticas de que
supusieron los gobiernos nacionales después de los años treinta y cuarenta hicieron
posible la elaboración de los planes económicos detallados. Uno de los más importantes
fue la contabilidad nacional, que do origen a las cuentas de ingresos nacionales durante
los años treinta y, después de la segunda guerra mundial, a cálculos mas detallados de
los flujos de dinero entre diferentes sectores. En 1953 las naciones unidas publicaron un
sistema de contabilidad nacional que se convirtió en
norma internacional; según
Urquidi (1995), antes de esa época el departamento de los estados unidos había sido una
especie de meca de la contabilidad nacional entre los funcionarios mexicanos. En esos
años, los funcionarios mexicanos interesados en aprender las técnicas mas recientes
para el cálculo de las balanzas de pagos organizaban visitas a la reserva federal de los
estados unidos (Mcneely, 1995, pp. 76-77; entrevista con Urquidi, 26 de septiembre de
1995.)
En contraste con los graduados de economía la UNAM de los años treinta y
cuarenta, los economistas de México en los cincuenta y sesenta podían aspirar a ser mas
que burócratas o supervisores de políticas e instrumentos previamente formulados, y
participar relámete en el diseño de la política. De particular importancia en México
durante este periodo fue una nueva generación de economistas formados en el
extranjero con niveles más altos de competencia técnica que los graduados en la
UNAM. Estos economistas---conocidos como “técnicos” según Raymundo Vernon, que
114
los observo directamente en los años sesenta ---- se hicieron indispensables para el
gobierno debido a que las técnicas para manejar una moderna economía capitalista
simplemente se había vuelto muy complicada para dejárselas a aficionados:
Por acuerdo general, asuntos tales como las políticas de tipo de cambio
fiscal y monetario. De inversión y ahorro, y materias esotéricas similares ya no puedes
dejarse por completo a los oficios rudos y expedidos de los políticos… Las técnicas
económicas se han hecho tan complejas que están fuera de las comprensiones fácil de
aficionados8 Vernon, 1963 p. 136).
Relativamente pocos mexicanos habían estudiado economía en el extranjero
durante ese periodo, por que no existía un programa extenso de becas que financiara sus
estudios excepto el programa de capacitación para el personal del banco de México, el
cual analizaremos en la siguiente sección. Como resultado, los economistas formados
en el extranjero constituían recurso escaso y valioso, y rápidamente vinieron a ocupar
puestos importantes. Dos de los primeros ejemplos de este tipo de economistas fueron
víctor Urquidi y Josue Sáenz , que recibieron su licenciatura de economía en los años
treinta de la Landon Scholl Of. economics y del swarthmore collage, respectivamente.
Sáenz se convierto en director del departamento de crédito de la secretaria de hacienda
en 1964 y Urquidi ocupo posterior mente puestos importantes en el banco de México y
en la secretaria de hacienda. Otro prominente técnico, Edmundo Fores, recibió una beca
de la universidad de Wisconsin para hacer su doctorado en economía agrícola a finales
de los cincuenta y después de convirtió en un importante funcionario de la secretaria de
agricultura y en director del consejo nacional de ciencias y tecnologías. Raúl Ortiz
mena5 , un graduado de la escuela nacional de economía, tomo clases de economía en
Harvard y en la universidad de Chicago en los años cuarenta con una beca del banco de
México y llego a ocupar importantes puestos en la banca de desarrollo industrial; la
secretaria de hacienda y la secretaria de presidencia. Rafael izquierdo termino sus
estudios de licenciatura en la McGill University a finales de los años cuarenta y se
115
convirtió en la cabeza de un importante grupo de la secretaria de hacienda y el banco de
México en los años sesenta. Leopoldo Solís, un graduado de la UNAM que recibió su
doctorado de economía en Yale en 1959 con la ayuda de una beca del banco de México,
posteriormente encabezo el prestigioso departamento de estudios económicos del banco
central. Raúl salinas lozano---cuyo hijo fuera presidente de México en 1988---- fue un
graduado en economía de la UNAM que posteriormente estudio en Harvard con una
beca de una secretaria de gobierno (pallares Ramírez, 1952, p. 14). Salinas fue el primer
economista formado en el extranjero --- y el primer graduado en economía de la UNAM
--- en ocupar un puesto de primer nivel de la creación de políticas--- secretario de
comercio--, el cual asumió en 1958.
La demanda de los servicio de estos economistas entrenados en el extranjero
fue resultado no solo de las técnicas estadísticas y administrativas cada ves mas
refinadas, si no también de un nuevo orden económico internacional de la posguerra de
que México dependía cada ves mas de recursos externos. Al igual que otros países en
vías de desarrollo, México dejo de pagar su gran deuda gubernamental por la época de
gran depresión.
Como resultado, el acceso mexicano a los recursos inversionistas de la
cartera extranjera era prácticamente inexistente en los años cuarenta; hasta mediados de
los cincuenta más o menos, el desarrollo económico mexicano se financio con recursos
internos. Sin embrago varios sucesos históricos conspiraron para alterar esta
extraordinaria situación de independencia. Primero motivo por la consideración política
de mantener a México como aliado durante la segunda guerra mundial, estados unidos
facilito en 1942 un acuerdo respecto a la deuda sin pagar de México, que fue
sumamente favorable (Bazant, 1968, p. 214-221).Segundo, el fin de la guerra presencio
la creación de varias instituciones de créditos bilaterales y multilaterales que le
permitieron a México volver a tener acceso al financiamiento internacional, así, empezó
a recibir prestamos del banco mundial en 1948; en 1954, lidio con la devaluación y la
fuga de capital con ayuda de un préstamo de reserva del FMI (Thompson, 1979, pp.
114-122).
116
En el año 1954 represento un momento crucial para la elaboración de
políticas economistas de México en diversos aspectos. En contrastaste con las políticas
inflacionarias de la década y media anterior, los formuladores de políticas economistas
mexicanos se comprometieron con el objetivo de estabilizar los precios. O que
produciría una baja notoria en las tasas de inflación acompañada por los altos niveles
progresivos de crecimiento económico. Sin el impuesto de inflación, los recursos del
gobierno utilizados para financiar el desarrollo económico podían prevenir ya sea de
ingresos fiscales o de mercados financieros nacionales e internacionales. Y debido al
fracaso de la reforma fiscal durante este periodo fueron los recursos provenientes de los
mercados financieros los que utilizaron para financiar el desarrollo mexicano,.
Además del FMI y el banco mundial empezaron a llegar recursos
provenientes de Eximbank, del banco internacional de desarrollo (fundada en 1959) y
de la agencia de los estados unidos para el desarrollo internacional (USAID). Lo mas
importante fue que México adquirió una fama de estabilidad política y monetaria que le
gano buena reputación en el exterior, lo que le permitió tener recursos de acreedores
privados décadas antes de que estuvieran disponibles para otros países en vías de
desarrollo.
Hacia 1965, México tenía la mayor Derrama de crédito de todos los países
en vías de desarrollo y podía emitir bonos a una tasa de interés apenas 1.5 puntos
porcentuales arriba de la tasa prima de los estados unidos (Thompson. 199, pp. 177185).
Además de su estabilidad política y monetaria, un factor poco reconocido sin
duda importante que ayudo a México a asegurar su acceso a recursos extranjeros fue la
importancia creciente de economistas formados en el extranjero en los ministros
gubernamentales. Como observa Vernon,
El flujo creciente de comunicaciones entre naciones y con agencias internacionales
sobre temas [económicos] ha exigido que todos los países creen una clase d
funcionarios responsables que sean capaces de mantener su fin en el intercambio. En
117
México, los técnicos económicos se han convertido en un elemento integral en el
proceso de roma de decisiones sobre asuntos que afectan el desarrollo de México
(1963, p. 136).
En 1951, por ejemplo el banco de mundial--- entonces conocido como
IBRD--- y el banco de desarrollo mexicano, nacional financiera, crearon un “equipo de
trabajo combinado”, cuyo puposito era “evaluar las tendencia de largo plazo en la
economía mexicana con referencia particular a la capacidad de México de absorber
inversiones extranjeras adicionales” (equipo de trabajo mexicano combinado, 1953, p.
ix.). El grupo consistía en dos economistas del banco mundial y dos economistas del
gobierno mexicano: Raúl Ortiz Mena y víctor Urquidi, los cuales habían estudiado
economía en el extranjero y ambos hablaban en ingles con fluidez.
Así, en el periodo de la posguerra, el acceso a los recursos extranjeros pudo
facilitarse mediante la presencia de técnicos del gobierno que “hablaban el mismo
idioma” – tanto len sentido litera como figurado--- que los funcionarios de las
organizaciones internacionales. Además de que la mayoría hablaban ingles fluidamente
y el lenguaje de la economía muchos de los nuevos técnicos trabajaban en esas
organizaciones internacionales y, por tanto, tenia la ventaja de mantener vínculos
personales con funcionarios extranjeros e información interna. Por ejemplo, al principio
de su carreras, Edmundo flores trabajo en la Food and agriculture organization (FAO) e
tacones unidas y víctor Urquidi en el banco mundial; así mismo, tanto Urquidi como
Rafael izquierdo obtuvieron experiencia relacionada con las políticas de la CEPAL
durante los años cincuenta.
Un efecto importante de esta tendencia fue el de promover la influencia de
un grupo de economistas dentro de la burocracia gubernamental mexicana que tenían
mas en común, en muchos aspectos, con economistas de otros países que con otros
funcionarios mexicanos. La presencia de estos individuos, aunque útil para la aplicación
de nuevas técnicas del aseguramiento de los recursos de organizaciones internacionales,
también constituyo ciertos conflictos dentro de la burocracia encargada de elaborar las
118
políticas económicas. Pese a su papel como asesores y asistentes importantes en la
preparación de políticas económicas, durante este periodo, por lo general, los
economistas no hicieron ellos mismos las políticas económicas; los abogados y otros
políticos seguían teniendo la ultima palabra.6 según Vernon (1963) los técnicos de este
periodo fueron nacionalistas que favorecían la protección industrial y la intervención
del estado, así como la planificación centralizada y la redistribución del ingreso
(pp.138-149). Más que ponerse en contra de las ideas económicas internacionales
dominantes, esta ideología intervencionista era prueba de que los puntos de vista de los
técnicos eran compatibles con el consenso mundial keynesiano que prevalecía en la
época. Sin embargo, las ideas de los técnicos a veces entraban en conflicto con las de
los políticos-abogados tradicionales, a los que Vernon llama “políticos”. Las decisiones
de política económica, en opinión de los técnicos tenían que hacerse sobre la base de
normas aceptadas internacionalmente y por expertos. En contraste, los políticos creían
en elaborar las políticas públicas de acuerdo con criterios más políticos, en particular, el
efecto de las políticas en los grupos de interés más poderosos de México.
Un ejemplo revelador del conflicto entre técnicos y políticos fue la disputa
en torno a la reforma fiscal en los años sesenta. La Alianza para el progreso, financiada
por Estados Unidos, prometía financiamiento externo a cambio de reformas
estructurales y sociales en los gobiernos de los países latinoamericanos, y dio origen a
la formulación de planes económicos en toda América Latina (izquierdo, 1995, p.48).
Una de las recomendaciones de la Alianza fue la reforma fiscal y, en 1960, Nicolás
Kaldor, un economista de fama mundial, fue invitado a hacer un informe para la
Secretaria de Hacienda sobre la reforma fiscal en México. Kaldor fue un keynesiano en
la London School of economics y, más tarde, en Cambridge que había trabajado con el
CEPAL en los años cincuenta (Urquidi, 1987, pp. 919-922). Kaldor concluyo que el
sistema de tributación mexicano captaba muy pocos recursos fiscales de una manera
regresiva y otorgaba privilegios no garantizados a una porción importante del ingreso
nacional. Como solución, recomendaba reformas radicalmente redistributivas que
119
tendrían el deseable efecto agregado de ampliar la base de demanda interna (izquierdo,
1995, pp. 69-70).
En 1961, un grupo de economistas mexicanos, todos ellos formados en el
extranjero, presento en la Secretaria de Hacienda un informe basado en las
recomendaciones de Kaldor. Sin embargo, estas reformas fueron desechadas a favor de
un paquete de reformas más acotadas propuesto por un grupo de abogados de la
Secretaria de hacienda. La razón para desechar la propuesta de los economistas fue
aparentemente de la oposición a las reformas por parte del sector privado, cuyos
abogados temían que se provocara una fuga de capital (Izquierdo, 1995, p.68; Madison
et al., 1989, p. 129). Esta imposibilidad de incrementar reformas tributarias importantes
en México tendría consecuencias de largo alcance, ya que los esfuerzos posteriores para
aumentar el gasto social y en infraestructura del gobierno tendrían que ser financiados a
través de deuda externa, lo cual contribuiría a la crisis de la deuda de los años ochenta.
7 Estos economistas fueron Rafael Urrutia Millán, Agustín López Murguía, Ernesto
Fernández Hurtado, Ifigenia Martínez y Víctor Urquidi (Urquidi,1987, p.923).
Este conflicto entre economistas y abogados –0 entre “técnicos” y
“políticos” --- dentro de la Secretaria de Hacienda ilustra algunas de las contradicciones
existentes entre profesionales y políticos en la toma de decisiones. Se supone que los
políticos poderan las políticas basándose en sus efectos sobre diferentes grupos de
interés de partidarios o detractores potenciales ---aunque también son bien conocidos
por su retórica acerca del bien común---. En cambio, la legitimidad profesional depende
de la apariencia de objetividad imparcial y de la adhesión a las normas de una
comunidad de expertos. Centeno (1993) observa que “la legitimidad tecnócrata se basa
en el atractivo del conocimiento científico….Mientras que el estado del político es un
“recipiente vacio” en el que sus electores depositan sus necesidades y aspiraciones, el
tecnócrata ve al Estado como una unidad que es mayor que la simple suma de sus
120
partes”. (p.313). Porter (1995) señala de manera similar que los profesionales del
gobierno ---tales como los economistas o los ingenieros civiles--- suelen presentar sus
prescripciones como de utilidad para el “bien común”, a fin de protegerse a si mismos
de la objeción de que sus políticas sirven a intereses particulares.
8 otro ejemplo del mismo fenómeno es el conflicto que surguio dentro del gobierno de
Reagan cuando la posición de Surgeon general Koop en su calidad de doctor sobre el
consumo de cigarrillos creó problemas para un partido que recibía un fuerte apoyo del
cabildeo tabacalero.
Como resultado, lo que prescriben los profesionales al formular una política
puede estar en conflicto con lo que recomiendan los políticos.8 Edelman et al. (1991)
analizan de manera parecida los conflictos experimentados por profesionales cuyo papel
dentro de una organización es legitimarla a través de su experiencia, pero cuyas
prescripciones profesionales pueden dañar los intereses de la organización. Sin
embargo, en contraste con el ejemplo de Edelman, este conflicto entre políticos y
técnicos sugiere que el cambio organizacional a través de la profesionalización puede
estar limitado por el grado de control que tienen los profesionales dentro de sus
respectivas organizaciones. Los economistas mexicanos formados en el extranjero
pueden haber deseado moldear la política fiscal mexicana según las normas keynesianas
internacionales, pero no pudieron imponer estos cambios porque las riendas de la
elaboración de políticas todavía estaban en manos de abogados ---en vez de las de
economistas profesionales. No sería sino hasta 1980 cuando los argumentos de los
economistas tendrían un efecto determinante en la política económica de México.
El BANCO DE MEXICO Y EL PERIODO DE LA POSGUERRA
Las restricciones institucionales que el sistema político mexicano planteaba
al desarrollo de la economía profesional también ilustra la lógica contradictoria de la
política y las profesiones. La demanda de los profesionales por estatus y salarios
121
privilegiados se funda en la legitimidad de la profesión, la cual, a su vez, se basa en la
demanda de experiencia y competencia certificada en un campo dado. En contraste, los
políticos demandan posiciones privilegiadas a partir de varios criterios distintos,
inclusive el apoyo de los electores y las conexiones personales. Estas diferentes formas
de legitimación significan que las profesiones en el gobierno suelen prosperar en
ambientes que están relativamente aislados de la influencia de la política.9 Las
burocracias con servicio civil de carrera son un terreno apropiado para profesionales,
porque su
9 Por supuesto esto se aplica solo a profesionales del gobierno que se comportan como
profesionales, no a todos los empleados del gobierno con títulos profesionales. Por
ejemplo, aun cuando la ley ha sido desde hace mucho la norma profesional para
capacitar a funcionarios electos en muchos países, se supone, por lo general, que los
abogados en un cargo público se comportan como políticos más como profesionales
que sirven a un cliente colectivo. Reclutamiento y sus procedimientos de ascenso se
basan en el merito y no en criterios políticos
En el México de las posguerra, esas burocracias eran la excepción y no la
regla. El famoso sistema de rotación presidencial cada seis años de México ocasiona
una renovación completa del personal de nivel superior dentro de los ministerios del
gobierno, porque las posiciones deseables dentro de los ministerios donde se formulan
las políticas económicas son otorgadas sobre la base de la lealtad política hacia el
presidente entrante y los ministros, a su vez eligen a los administradores de nivel
superior de entre sus camaradas políticos. Así, un economista en un puesto de
responsabilidad dentro de la Secretaria de Hacienda no tiene garantía de ascender o
siquiera de continuar en su actual empleo durante la siguiente administración; de
manera que en lugar de esforzarse por lograr la excelencia profesional, sus energías se
dirigen a cultivar las conexiones necesarias para asegurar su próximo empleo.
122
Los economistas en México sin duda podrían ---y efectivamente lo hicieron---elegir
“jugar el juego” de la política, pero este juego no era apropiado para procurar la
legitimidad de los economistas mexicanos como profesionales; mejor dicho, la
reputación de expertos de los economistas dependía de la confianza en sus posiciones y
privilegios se debieron a sus aptitudes y no a sus conexiones políticas. Por consiguiente,
la economía profesional de México necesitaba un terreno institucional más estable que
el que los ministerios gubernamentales sumamente politizados le podían ofrecer. No es
de sorprender, entonces, que las áreas dentro de la administración pública que estaban
más aisladas del ciclo presidencial mexicano adquirieran la reputación de ser centros
importantes de experiencia económica. Estas áreas ---el banco central (Banco de
México), el banco de desarrollo industrial (Nacional Financiera)y el Banco Nacional de
Comercio Exterior (Bancomex)---pertenecían todas ellas al sector financiero público.
*el 3 de abril del 2003 el senado de la República aprobó. La ley del Servicio
Profesional de Carrera en la Administración Publica Federal. (N. del E.)
De estas tres organizaciones, el Banco de México tenía el mayor grado de
autonomía organizacional y se convirtió en el lugar más importante para los
economistas de la administración pública mexicana de la posguerra. Legalmente el
banco central mexicano no era totalmente independiente del gobierno y, en última
instancia, estaba sujeto a la discrecionalidad del presidente y de la Secretaría de
Hacienda. Sin embargo, en la práctica, después de la devaluación de 1954, el gobierno
mexicano le otorgo al banco un alto grado de autonomía como parte de una política
consciente para tratar de controlar la inflación. Prueba de la independencia de facto del
banco central mexicano fue la permanencia extraordinariamente larga de Rodrigo
Gómez como director del banco, desde 1952 hasta 1970 ---la naturaleza y limitaciones
de la autonomía del Banco de México se analizaran con mayor extensión en el capitulo
V---. Durante el periodo del famoso “desarrollo estabilizador” mexicano (1955-1970),
la inflación fue, en promedio, de apenas 4.71% anual, comparada con más de 10% en el
periodo 1940-1954 (Ayala Espino, 1988, pp.315, 386).
123
A diferencia de los ministerios gubernamentales que ofrecían puestos de
nivel superior a quienes tenían contactos públicos, el Banco de México garantizaba
empleo de por vida y se caracterizaba por su reclutamiento interno y un procedimiento
de ascensos meritoraticos. Sus exámenes de ingreso incluían pruebas psicológicas y de
aptitudes y el renovado Departamento de Estudios Económicos del Banco tenía sus
propias pruebas para reclutar economistas a principios de los años sesenta (entrevista
con Solís, 6 de agosto del 1996). A diferencia de los funcionarios de otras burocracias
públicas, los empleados capaces del Banco de México podían empezar en puestos de
bajo nivel y hacer carrera hasta llegar a los más altos. Un producto sobresaliente de este
sistema fue Rodrigo Gómez, que asumió el puesto de director del banco tras una serie
de ascensos de puesto durante dieciocho años. Otra característica del banco central que
lo hacía particularmente atractivo era su impresionante paquete de beneficios
adicionales, que incluían prestamos con bajo interés, seguro medico y planes de pensión
de alta calidad, un paquete garantizado de alimentos básicos y un programa de becas
para estudiar en el extranjero. La combinación de la reputación respecto a la estabilidad
en el empleo, el ascenso meritocratico y los beneficios adicionales, sirvió de imán para
los economistas jóvenes más talentosos de México.
Un factor igualmente importante para hacer del Banco de México el “centro
de talento” más importante dentro de la burocracia gubernamental mexicana fue interés
inherente
como lugar de trabajo, como la fuente de información básica sobre la
economía. A diferencia de las secretarias donde los economistas se ocupaban de tareas
mundanas como el procesamiento de las aplicaciones de exención de impuestos a las
industrias, los economistas del banco central realizaban estudios sobre amplios temas
macroeconómicos como la tasa de inflación, la tasa de crecimiento de la economía y el
déficit comercial de México. Además, más que las otras áreas aisladas de la burocracia
financiera ---el Banco de Desarrollo Industrial y El Banco de Comercio Exterior---, el
Banco de México tenía cierta discrecionalidad en las decisiones sobre política
monetaria, aunque finalmente tuviera que diferir las decisiones al secretario de
Hacienda. Como resultado, los economistas del banco central no solo podían encontrar
124
una carrera estable con perspectivas de ascenso, sino que también participaban en
importantes decisiones de políticas públicas.
El Banco de México adquirió una gran influencia dentro de la burocracia en
la creación de políticas económicas a través de su programa de “prestamos de
personal”, que permitía que los empleados trabajaran en diferentes puestos dentro de
otras ramas de la burocracia del sector publico ---tales como las secretarias de la
presidencia, Hacienda y Comercio---, mientras conservaban sus puestos en el Banco y
los beneficios adicionales. Los economistas del Banco de México prestados a otras
burocracias publicas generaban una reputación de excelencia profesional, tanto por la
reputación meritocratica de este ---que otorgaba legitimidad a los funcionarios del
banco como profesionales---como porque estos economistas no dependían de sus
superiores dentro de otras burocracias para mantener sus puestos; en otras palabras,
podían confiar en presentar análisis objetivos sin preocuparse por consideraciones
políticas internas (camp, 1997, p. 16). Camp (1997) observa que, como resultado de
este programa de préstamos,, los empleados del Banco de México desempeñaban un
papel análogo al del U.S Council of Economic
Advisors (Consejo de Asesores
Económicos de Estados Unidos) en el proceso ejecutivo de la toma de decisiones. Un
ejemplo de la participación clave del banco central en otros ministerios son Octaviano
Campos Salas y Placido García Reynoso, quienes contribuyeron desde la secretaria de
comercio a proporcionar la asesoría que llevo a la aprobación del Acuerdo de Libre
Comercio de América Latina (ALCAL) en los años sesenta (pp.16-17). Por tanto, el
Banco de México ofrecía importantes precondiciones organizacionales e institucionales
para la legitimidad de la profesión económica dentro del gobierno mexicano: no solo
ofrecía un marco para reclutar y certificar expertos, sino que también proporcionaba un
canal mediante el cual su asesoría podía extenderse a toda la administración pública
mexicana.
El papel del Banco de México como hogar organizacional clave para los
economistas lo volvió influyente para moldear la profesión mexicana de la economía: el
banco social fue una sub-clientela fundamental dentro del sector público que legítimo la
125
ciencia económica mexicana. Una característica importante de esta organización que
tanto influyo en la ciencia económica mexicana fue su insólito grado de isomorfismo
institucional internacional. Como muchas otras burocracias económicas, el banco
central estaba llamado a servir como intermediario entre el gobierno mexicano y las
organizaciones económicas internacionales: mientras que Nacional Financiera era el
vínculo del gobierno con el Banco Mundial, el Banco de México estaba a cargo de
tratar con el FMI y con el Banco Interamericano de Desarrollo. Sin embargo, en mayor
medida que otras organizaciones gubernamentales, el banco también estaba inmerso en
un campo organizacional internacional de bancos centrales, lo que con frecuencia lo
introducía en foros n como la reunión de 1946 en la ciudad de México sobre problemas
de los bancos centrales del continente Americano (Banco de México, 1946).
“En el Departamento de Estudios Industriales del Banco de México se llevaba a cabo
simultáneamente
un programa de becas separado para capacitar a personas no
empleadas en el banco en especialidades relacionadas con el desarrollo económico,
sobre todo ingeniería y medicina.
Este contacto frecuente con sus contrapartes organizacionales en otros países
significo que el Banco de México estuviera muy a tono con las normas técnicas y
profesionales de los bancos centrales de todo el mundo. Y como parte de su
compromiso con estas normas, el Banco de México tenía un programa de becas a gran
escala del gobierno mexicano para financiar la educación en economía en el extranjero:
entre 1941 y 1970, 36 empleados del Banco de México recibieron esta formación.11
Como parte del mismo programa de becas, gran parte del profesional fue enviado a
estudiar técnicas de banca central en las sucursales de Washington y Nueva York de la
Reserva Federal de los Estados Unidos, en el Departamento de Comercio ---donde
aprendieron técnicas para calcular balanza de pagos y cuentas de ingresos nacional---, y
al Centro para Capacitación Estadística en Chile ---un programa patrocinado por la
organización de Estados Americanos (OEA) para la formación de técnicas estadísticas-- (entrevistas con Urquidi, 26 de septiembre de 1995; y con Durandeau,8 de noviembre
de 1995).
126
Así, el Banco de México fue la organización de mayor responsabilidad para la
internacionalización de la profesión económica mexicana en el periodo de la posguerra.
Sin embargo, el isomorfismo facilitado por el Banco de México no fue generado por
dependencia de recursos, sino que corresponde, más bien, a lo que DiMaggio y Powell
(1983) refieren como isomorfismo “mimético”, generado por incertidumbre y la
seguridad que conlleva la emulación del éxito aparente de otras organizaciones dentro
de un campo organizacional. La adhesión del banco a las normas mundiales estuvo
acompañada, por supuesto, por una proclividad hacia las teorías económicas más de
moda internacionalmente en la época. Como resultado, la ideología predominante en el
Banco de México durante el periodo de la posguerra fue un hibrido de conservadurismo
de los banqueros privados mexicanos y el keynesianismo de los banqueros centrales de
la posguerra. Los directores del Banco de México de 1946 a 1952 y de 1952 a 1970
habían sido banqueros del sector privado antes de ingresar en el banco central; las
extensas redes entre los financieros públicos y privados de México significaron que los
banqueros centrales mexicanos favorecían menos la política monetaria inflacionaria al
servicio del crecimiento que otros economistas del sector público. 12 No obstante, el
banco central mexicano también estaba claramente comprometido con la intervención
del estado al servicio del desarrollo industrial. El departamento de investigaciones del
banco financio muchos estudios de viabilidad en diferentes áreas de la economía
mexicana y otorgo becas, a fin de que México adquiriera “recursos humanos para una
tarea especifica de importancia nacional” (bravo Jiménez, 1982, p. 252). El banco de
México de posguerra también apoyo políticas electivas de crédito para financiar
proyecto en agricultura, turismo y desarrollos habitacionales (entrevista con peralta
Gómez, 5 de septiembre de 1995). La ideología prevaleciendo dentro del banco de
México de la posguerra puede, por tanto describirse mejor como “desarrollista
conservadora”, y aunque el banco puede haber estado a la derecha del espectro de la
posguerra del pensamiento keynesiano y desarrollista, todavía estaba dentro de ese
espectro.
127
11 Los datos sobre las becas del Banco de México para economía fueron tomados de
una base de datos que yo construí, a partir de la información de los siguientes
documentos: Banco de México, Departamento de Investigaciones Industriales, 1961;
Banco de México, Departamento de Capacitación de Personal, 1987.
12 Un funcionario del Banco que trabajaba con Gómez lo describe como “…un
monetarista pragmático más que uno automático en el sentido regido de Milton
Friedman…” (Pérez López, 1991, p. 163).
Es probable que no hubiera diferencia ideológica sustánciales entre los funcionarios de
México y los economistas del sector publico, pero es evidente que los funcionarios del
banco de posguerra percibieron un desajuste entre la ideología de la escuela de
economía de la UNAM y las necesidades organizacionales del banco. Incluso a esta
altura de tecnicismo durante los años cincuenta y setenta, la escuela nacional de
economía seguía teniendo fuertes tendencias marxistas, así como problema con su
sistema de selección y certificación de estudiantes—lo cuales se analizaran en la
siguiente sección---. En su estudio de lo graduados ene economía de la UNAM de 1929
a 1952, camp (1975) observa que los dos destinos mas profesionales mas importantes
para los economistas egresado de esta universidad eran las secretarias de comercio y de
hacienda---es decir, no en el banco de México (p. 147).
Como resultado de este desajuste, los funcionarios del banco mexicano
hicieron diversos esfuerzos para crear alternativas y complementar la información de
economistas en la UNAM. En 1958, Rodrigo Gómez envío a la funcionaria del banco
central consuelo Meyer a reorganizar el programa de la universidad de nuevo león en
monterrey; el banco también otorgo al nuevo programa algunos recursos financieros e
infraestructurales (Alanìs Gómez, 1969, pp. 30-31; entrevista con bolaños lozano, 8 de
noviembre de 1995). El programa reorganizado en nuevo león desarrollo posteriormente
la reputación de ser uno de los programas más rigurosos de Eunomia en México y se
128
convirtió en una fuente importante de funcionario del banco central en los años sesenta
y setenta.
La idea original de crear el primer programa de posgrado en economía en El
Colegio de México, en 1964, fue concebida entre un grupo de funcionario y ex
funcionarios del banco de México que incluía a Ernesto hurtado, Daniel cosió Villegas,
víctor Urquidi y Rodrigo Gómez. El
programa intentaba responder al fracaso de
muchos becarios del banco de México para terminar sus estudios en extranjero debido a
deficiencias en ingles, matemáticas y economía neoclásica; se creía costosa que el
programa colmes seria una alternativa menos costosa que estudiar en el extranjero y que
compensaría las deficiencias en la educación recibida por los graduados de la UNAM
(entrevista con Urquidi, 19 de septiembre de 1995). El programa de posgrado fue
parcialmente diseñado de acuerdo con las recomendaciones de un informe cuyo autor
fue el director del
departamento de Estudios Económicos del Banco de México,
Leopoldo Solís (entrevista con Solís, 6 de agosto de 1996). En el siguiente capitulo
veremos como el banco de México también desempeño un papel fundamental en la
americanización del programa de economía del ITAM.
Pág. 129
--------------------------------------------------------------------------------------------------------Pág. 129
LA ECONOMIA EN LA UNAM DURANTE EL MILAGRO
MEXICANO.
A pesar de la precaria de la relación entre El Banco de México y la Escuela
Nacional de Economía, los datos señalan que la economía en la UNAM se adapto
razonablemente bien a las necesidades cambiantes del gobierno después de 1940,
cuando el énfasis del gobierno cambio de obtener el apoyo de las mesas a través de
medidas populistas a la promoción de desarrollo. De acuerdo con este espíritu de la
129
época, en 1941el director de la Escuela Nacional de Economía, Jesús Silva Herzog,
reviso el programa de la carrera para que fuera más técnico y menos contenciosamente
izquierdista. Las revisiones de Silva Hezorg intentaban “suprimir todos aquellos aspecto
de radicalismo exagerado que contenía y procurar lograr una enseñanza mas técnica y
completa de la economía” (palabras del rector de la UNAM Mario de la Cueva citadas
en Pallares Ramírez, 1952, p. 103). Se mantuvo la clase de teoría marxista, pero muchos
otros recursos, como el de los movimientos sociales, fueron cancelados. Mientras tanto,
se introdujeron cursos mas técnicos como ley industrial y seguridad social, contabilidad
de costos y técnicas de seguros (Pallares Ramírez, 1952, pp. 105-106). El apogeo de la
“economía social” quedaba detrás y había empezado la época de la economía como
técnica al servicio de la política.
Después de esta primera revisión del programa de la UNAM, hubo otras tres
revisiones importantes, 1946, 1951 y 1963. Todos los cambios realizados entre 1942 y
1963, aunque no del todo unidireccionales, tendían hacia una tecnificación creciente.
Así, con respecto a los planes de los años treinta, 1963 incluyo un curso más de moneda
y banca, uno más de teoría económica, uno más en finanzas publicas, un nuevo curso en
comercio internacional y una nueva clase de estadística. Al mismo tiempo, el plan de
1963 tenía tres clases menos de historia del pensamiento económico e historia
económica, y había eliminado el antiguo curso de sociología. Al parecer el cambio del
programa de 1963 ---bajo la dirección de Emilio Mujica Montoya--- se hizo con la
intención de volver a la Escuela Nacional de Economía más rigurosa técnica y
académicamente (Petricioli y Reynolds, 1967, p. 31); en palabras del área de
organización académica de la escuela en 1967, las revisiones tenían el propósito de
“mantenerse al día… [En] los avances en teoría y política económicas y elevar… el
nivel académico de la facultad” (Anaya Días, 1978, p. 6).
Las revisiones de 1963 también respondieron al nuevo énfasis en la
planificación económica del gobierno, al agregar un nuevo curso de tres horas sobre
“teoría y técnicas de la planificación economía” (Fernández Lozano, 1978, pp. 21-26;
Mancilla López, 1980, p. 59). Como parte del nuevo énfasis de la Escuela Nacional de
130
Economía en los economistas como Tecnos altamente capacitados del sector publico en
1965 el director Horacio Flores de la Peña desarrollo un programa de becas para enviar
a estudiantes prometedores a estudiar en el extranjero con el compromiso de regresar
como profesores a la UNAM(Torres Gaytàn y Mora Ortiz, 1978, p.103).
Muestras de la tecnificación de la posguerra en la economía de la UNAM
abundan en las dieses tesis terminada en 1958 (véanse los cuadro del Apéndice A), que
diferencia en muchos aspectos de las primeras tesis analizadas en l capitulo III. Esta
tesis de los primero años fueron escritas durante el grandes disturbios políticos y
sociales de los años treinta y, por supuesto, trataban grandes temas como la viabilidad
del comunismo o el fascismo en México (Hornedo, 1934) y el asunto de la reforma
agraria (Mora, 1935; De la Peña, 1936; Vázquez, 1936; Guerra Cepeda, 1939). Otras de
estas primeras tesis presentaban casos de estudio sumamente detallados de productos
particulares con mucha información estadística pero relativamente poca teoría o análisis
económicos.
En contraste, las tesis de 1958 se entraban menos en asuntos sociales y más
en problemas practico que enfrentaba la burocracia mexicana para la elaboración de
políticas económicas. Con respecto al primer grupo de tesis, las escritas en 1958
despliegan una comprensión mucho mas refinada como las instituciones de una
economía capitalista moderna y tratan temas como el papel de los bancos centrales en el
fomento del desarrollo económico (Aguilera Schaufenberger, 1958), el mercado de
capital en México (Bravo Aguilera, 1958), política fiscal (Cervantes Delgado, 1958) y
los problemas de la balanza de pagos de los países subdesarrollados (Kahan Pintel,
1958). Por consiguiente, aunque los estudiantes de este periodo no fueron metodología
o matemáticamente, mas refinados ---las tesis de 1958 utilizan pocos modelos
matemáticos y ninguna estadística analítica---, sus tesis son prueba de un nivel más alto
de refinación conceptual.
A diferencia de la ideología izquierdista de lo primeros años, los temas
retóricos sobresalientes de las tesis de 1958 reflejan el consenso keynesiano y
desarrollista de la posguerra: se había decidido que México tendría un sistema de
131
producción capitalista, pero en sistema capitalista guiado y moderado por la
intervención
gubernamental
para
promover
el
desarrollo
y
compensar
las
imperfecciones del mercado. En palabra de uno de los autores de las tesis, “El Papel
abstencionista que tradicionalmente se exigía el Estado deja de tener validez. Las
supervivencia del sistema capitalista depende en gran medida de la intervención estatal
en la vida económica, ya que la acción gubernamental tiende a cubrir deficiencias que
presenta el sistema para mantener la economía en niveles adecuados” (Cervantes
Delgado, 1958, p.102). Como resultado de este nuevo enfoque del papel de gobierno en
la economía --- y a diferencia de las tesis de 1934 a 1945--- no hubo tesis en 1958 que
dejara de mencionar la intervención del estado, ya sea en la teoría o en la práctica
(véase el cuadro 4.1). Al mismo tiempo, la tesis de 1958 desplegaron un mayor grado
de apoyo a la intervención del estado mas de 62% cayo en la categoría “fuertemente
intervencionista” en oposición a solo 28% de las tesis de 1934-1945. Y la idea de que el
capitalismo tiene defectos graves que el estado debe compensar apareció en 31% de las
tesis. De 1958, en oposición a solo 17% de las primeras tesis.
CUADRO IV.1
Posturas respecto a la intervención estatal. UNAM 1934-1945 y UNAM 1958
UNAM 1934-1945
N
UNAM 1958
(%)
N
(%)
Aboga por menor intervención
0
(0)
0
(0)
Apoya las intervenciones existentes
30
(40)
6
(37.5)
Aboga por más intervención
21
(28)
10
(62.5)
Sin oposición respecto a la intervención
24
(32)
0
(0)
Total
75
(100)
16
(100)
132
El contraste más notable entre las primeras tesis y las de la posguerra fue la
impresionante aparición en 1958 del pensamiento desarrollista. Omo afirmo un autor,
“La estructura económica de [los países en proceso de desarrollo] es bien distinta a la de
los desarrollados, si se considera que se caracterizan por una economía basada
fundamentalmente en las actividades primarias con un incipiente grado de
industrialización…” (Hernández de la Mora, 1958, p. 12). Esta idea de que había
diferencias fundamentales entre los países en vías de desarrollo y desarrollados aparece
en un impresionante 50% de las tesis de 1958, en comparación con solo 3% de las de
1034-1945. Como resultado de estas diferencias fundamentales, los países en vías de
desarrollo necesitaban modificar las prescripciones internacionales para la intervención
estatal a fin de dirigirse a las necesidades y deficiencias particulares de las economías
subdesarrolladas: “A diferencia de lo que sucede en las economías altamente
industrializadas, en los países subdesarrollados su política económica debe tender
fundamentalmente había la superación constante de sus reducidos niveles de producción
e ingreso, que son consecuencia de su estructural social economía, y particularmente de
su baja productividad” (Cervantes Delgado, 1958, p. 102). Muestras de la influencia de
la CEPAL utiliza explícitamente la teoría de la CEPAL del deterioro en términos de
comercio (Herrera Domínguez; 1958, p. 85).
Una importante demostración final del nuevo enfoque técnico de la Escuela
Nacional de Economía fue que los autores más citados en 1958 (cuadro 4.2) fueron
John Maynard Keynes y Ragnar Nurkse, en comparación con las primeras tesis, en las
que Marx era el más citado. Mientra que 4% de las tesis de 1934-1945 expresaban
aprobación al socialismo y cerca de 3%, desaprobación; en 1958 ninguna de las tesis
expresaba ni aprobación ni desaprobación, el debate sobre si México debía o no
volverse un país socialista aparentemente ya no era un tema candente. Más bien, el tema
del día era como modificar el capitalismo mexicano mediante la acción del gobierno
para promover el crecimiento y el desarrollo.
133
CUADRO IV. 2
Autores más citados, UNAM 1958
(Total N= 16, tesis con citas teóricas = 87.5%)
N
J. M Keynes
%
4
25.0
Ragnar Nurkse
4
25.0
J. Alienes Urosa
3
18.8
Horario Flores de la Peña
3
18.8
Karl Marx
3
18.8
Juan F. Noyola
3
18.8
David Ricardo
3
18.8
Evidentemente, la técnica se había orientado mas había la capacitación de
técnicos para que trabajaran dentro de una burocracia desarrollista y menos hacia la
formación de pensadores políticos y sociales. Sin embargo, el grado en el que la
Escuela Nacional de Economía cumplía con su nuevo papel como base de capacitación
para técnicos no debe exagerarse. La insatisfacción de lo funcionarios del Banco de
México con la clase de economistas que producía la UNAM --- que se manifestó en su
apoyo al desarrollo de otros programas --- era señal de varios problemas que tenia la
escuela como fuente de profesionales del sector publico. Primero, la sostenida tradición
izquierdista de la escuela creaba una contradicción potencial entre la información de los
estudiantes en las teorías políticas y sociales criticas, por un lado, y su papel como
burócratas dentro de un gobierno no democrático y una economía capitalista, por el
otro. Segundo, los problemas de crear procesos de selección meritocratica dentro de las
134
universidades públicas mexicanas, combinados con inscripciones masivas, crearon
problemas para reclutar graduados en economía de la UNAM para puestos en el sector
público.
A lo largo de su evolución hacia una tecnificación cada vez mayor, la visión
de la” economía social” perduro en la Escuela Nacional de Economía; la preocupación
por temas que iban más allá de las teorías abstractas y las aplicaciones técnicas que se
necesitaban para el trabajo burocrático fue una tradición consagrada, defendida por
estudiantes y profesores por igual. En un discurso durante la reubicaron de la escuela en
la nueva ciudad universitaria en 1955, su director Ricardo Torres Gaytan declaro que
“[el]1 economista es un profesional que no debe ser ajeno, ni permanecer indiferente, a
los intereses sociales… el economista necesita estudiar, principalmente, la separación
entre la producción social y la justicia social, ya que hasta hoy día, esta… ha
denominado la vida humana” (Escuela Nacional de Economía, 1959, p. 48). A su vez
profesores
fundadores como Jesús Silva Herzog, que había contribuido al tinte
populista original de la escuela, siguieron expresando sus puntos de vista en el aula.
Mientras tanto, un grupo más reciente de izquierda encontró un refugio institucional
adecuado en el Instituto de Investigaciones Económicas de la universidad. El
compromiso social de la ciencia económica tal como se enseñaba en la UNAM fue
también periódicamente revivido por nuevas generaciones de jóvenes estudiantes
idealista, se aliaban con profesores favorablemente dispuestos para mantener vivo el
espíritu populista de la economía.
La tendencia se hizo marcada en los años sesenta, cuando los estudiantes
universitarios de todo México se realizaron. Por ejemplo, en la Conferencia de
Estudiantes de Economía en 1962 realizada en la Escuela Nacional de Economía, los
delegados estudiantiles adoptaron la postura de que los economistas necesesitaban ser
más que técnicos, que debían mantenerse la solidaridad obrera y campesina y que
deberían nacionalizarse todas las industrias básicas y de servicio publico; según una
fuente, las recomendaciones de los estudiantes aparentemente tuvieron algún efecto en
la revisión del programa en 1963 (Mancilla López, 1980, p.56).
135
Esta ideología de responsabilidad y crítica sociales tuvo diversos efectos.
Primero, creo cierto rechazo a la contratación de graduados de la UNAM en las ramas
conservadoras de la administración publica--- sobre todo, el Banco de México--- donde
la ideología izquierdista interno para los estudiantes idealistas que reconocían que sus
empleos dependían--- literalmente--- de trabajar dentro del sistema. Como subrayo un
entrevistado que asistía a la escuela e principios de los años setenta.
La escuela nos enseñaba acerca de la realidad: que en México había una
gran miseria. La explicación de esta miseria era el sistema, y la alternativa propuesta
era el sistema socialista. Así que estudiábamos el sistema socialista. El problema era
que los jóvenes teníamos que salir al mundo a trabajar en un sistema capitalista. Así,
por un lado, la Escuela Nacional de Economía nos enseñaba estas ideas, pero también
nos enseñaba los instrumentos técnicos de un economista.
Por tanto, había una
separación básica entre lo que nos enseñaban a creer y las tareas que teníamos que
realizar dentro del gobierno. Horacio Flores de la Peña acostumbraba decir, “yo
vendo mi trabajo, no mi conciencia” (Entrevista confidencial, 15 de octubre de 1966).
Como veremos en el capitulo siguiente, estas contradicciones entre la
ideología izquierdista de la escuela y la función técnica se harían mas evidentes a
finales de los años sesenta y principios de los setenta, como resultado del movimiento
estudiantil.
Otro problema que encontró la Escuela Nacional de Economía para cumplir
con su papel como base de capacitación para técnicos del gobierno fue la dificultad de
poner en marcha y mantener estándares de selección y certificación dentro del sistema
universitario publico mexicano. En México como en otras partes de América Latina la
universidad publica era originalmente una institución que reproducía elites
proporcionándoles credenciales para obtener estatus social y recompensas económicas.
Sin embargo, a principios de los años setenta los gobiernos de toda América Latina
expandieron ampliamente las inscripciones de las universidades publicas como una
136
manera de desactivar en el corto plazo el descontento social, alimentado las esperanzas
de movilidad (Levy, 1986, pp. 38, 46).18 Aunque esa masificación les proporciono
mas oportunidades a muchos, también hizo que fuera difícil reforzar las normas
formales de ingreso y certificación y, en general, bajo la calidad de la educación en las
universidades publicas, ya que la inscripción masiva rara vez va acompañada de un
aumento correspondiente en el presupuesto. Otro efecto de la masificación fue un
fenómeno al que Collns (1979) llama “inflación de credenciales” (p.191): el simple
hecho de ampliar la disponibilidad abarata el valor de los títulos otorgados por las
universidades publicas y alimenta los esfuerzos de las elites para encontrar nuevas
credenciales mas exclusivas.
Levy (1986) observa que en muchos países latino
americanos, la masificación provoco un éxito de las clases superiores de las
universidades publicas y aumento las inscripciones en las privadas. Por consiguiente,
las escuelas como el ITAM, a fin de cuentas, salieron beneficiadas por la mayor
apertura de las universidades públicas.
En México, la ausencia relativa de normas formales de selección y
matriculación precedió a la explosión de la matricula: desde sus primeras décadas, las
universidades publicas mexicanas estuvieron sumamente politizadas y fueron el foco
del descontento estudiantil, sobre todo en lo que respecta a la aplicación de normas
meritocráticas. En su historia de los movimientos estudiantiles en México, Mabry
(1982) termina por observar que – con muy pocas excepciones notables, como la del
movimiento estudiantil de 1968 – los estudiantes de las universidades públicas
mexicanas
rara
vez
se
involucraron
en
movimientos
revolucionarios
o
antigubernamentales. En cambio, “(E)ra mas común que se revelaran contra el aumento
de colegiaturas, requisitos para asistir a clases, normas mas severas de admisión o de
graduación y sistemas mas rigurosos de exanimación” (p. 28).
Mientras que los estudiantes universitarios de todos los países solían
quejarse de estas formas mundanas de opresión, era inusitadamente probable que los
estudiantes universitarios mexicanos concertaran movimientos de protesta eficaces
basados en estos temas mediante los cuales ganaban concesiones que permitían que
137
entraran y se graduaran más estudiantes, y obstaculizaba la realización de normas
académicas mas rigurosas. Por ejemplo, una importante huelga de los estudiantes de
leyes en 1929 fue consecuencia de una iniciativa de las autoridades de la Universidad
Nacional para aplicar exámenes más frecuentes y más difíciles (Mabry, 1982, p 59). En
los años setenta otra iniciativa similar para elevar las normas académicas y controlar el
crecimiento de la universidad provoco la dimisión del rector que promovía los cambios
y la designación de un nuevo rector que calmo a los estudiantes con las inscripciones
abiertas (Mabry, 1982, pp. 221-223).
Vale la pena hacer notar que, en ambos casos, los funcionarios de las
universidades promovieron los cambios y a los que se opusieron los estudiantes eran
conocidos como izquierdistas: el director de la Escuela de Derecho, Narciso Bassols, y
el rector Ignacio Chávez.
Por consiguiente, es difícil simplificar estas luchas
considerándolas como si hubiera sido entre administradores “reaccionarios” y
estudiantes “democráticos” – en particular en el caso del primer ejemplo, ya que los
estudiantes de leyes de 1929 eran famosos por sus orígenes socioeconómicos elitistas y
sus posturas de derecha--. Resulta mas provechoso señalar que las luchas sostenidas de
los estudiantes para mantener abiertas las universidades publicas tienen sentido en un
sistema donde la estratificación social y la movilidad están ligadas a un sistema político
poderoso que suele distribuir recompensas basándose en la lealtad y en las conexiones,
y no necesariamente en la capacidad. Puesto que la universidad pública era a la vez
campo de reclutamiento para las elites políticas y el lugar clave para la creación de
vínculos políticos tanto horizontales como verticales, resulta lógico que los estudiantes
lucharan contra las iniciativas para limitar las admisiones y la certificación, ya que así
podían tener acceso a la posibilidad de crear estos vínculos.
Como resultado de la dificultad política de imponer sistemas formales de
control al acceso y certificación de la universidad publica, Levy (1980) observa que, en
general las universidades publicas mexicanas habían tenido requisitos de ingreso laxos e
incluso menos control sobre la matriculación a las carreras (p. 67). 19 Había poco
control sobre la admisión en la Escuela Nacional de Economía y las calificaciones le
138
daban al probable empleador apenas una idea aproximada de cuan bueno era un
estudiante, ya que la dificultad relativa de profesores diferentes variaba mucho
(entrevista con Ibarra, 5 de noviembre de 1995). Sin embargo, esta falta de sistemas
formales de selección en la Escuela Nacional de Economía aparentemente se
compensaba con un sistema informal relativamente eficiente. En el ambiente intimo de
las primeras décadas de la escuela – todavía en 1948, la población estudiantil de la
Escuela de Economía era solo de 286 alumnos--, los profesores taxi, que enseñaban en
clases reducidas, podían distinguir con exactitud a los buenos estudiantes de los malos y
recomendar a los primeros para puestos en la administración publica (UNAM, 1981, p.
257). Así, las deficiencias de un sistema formal de credenciales se compensaban a
través de redes personales.
Sin embargo, la rápida expansión del cuerpo estudiantil redujo la eficiencia
de estos mecanismos de selección informales, lo que hizo mas problemático el
reclutamiento de economistas de la UNAM para el sector publico. En comparación con
la UNAM como un todo, que sufrió una expansión mas rápida en los años sesenta y
setenta, la Escuela de Economía experimento su mayor expansión de 1951 a 1962,
cuando el numero de estudiantes del programa se quintuplico (UNAM, 1981, p 257).
Puesto que durante el mismo periodo el número de profesores aumento solo 163%, 20
es evidente que el tamaño de la clase tuvo que crecer sustancialmente durante este
periodo (UNAM, 1981, p. 267). Por consiguiente, la expansión de admisiones en la
Escuela Nacional de Economía hizo más difícil que los profesores taxis adquirieran el
conocimiento íntimo de sus estudiantes que anteriormente les permitía recomendarlos
para puestos en el sector público (entrevista confidencial, 5 de noviembre de 1996).
Además, la consiguiente “inflación de credenciales” que resulto de esa
expansión redujo el valor de un titulo de economía de la UNAM. En ausencia de un
incremento cinco veces mayor en las oportunidades de empleo para economistas que
correspondiera al incremento de estudiantes, la masificación de la Escuela Nacional de
Economía podía tener dos efectos posibles: o bien se hacían mas rigurosas las medidas
de selección, formales o informales, para seleccionar una proporción menor del cuerpo
139
de estudiantes para los puestos disponibles, o bien la inflación de credenciales
provocaría la devaluación de los títulos de todos los estudiantes.
Puesto que la
selección no estuvo acompañada de mecanismos formales de selección más rigurosa –
y, en realidad, disminuyo la eficacia de los informales—era lógico que el resultado
fuera la inflación de credenciales y que los estudiantes de las elites buscaran alternativas
de titulación en otras universidades.
En resumen, parece que hacia los años sesenta las tendencias dentro de las
universidades públicas mexicanas estaban dañando la capacidad de la Escuela Nacional
de Economía para certificar estudiantes competentes que fueran empleados
posteriormente en la burocracia gubernamental. Estas dificultades tenían sus raíces en
la importancia de esas universidades como recurso publico para lograr la movilidad
social: las universidades públicas eran un territorio abiertamente disputado, obligando a
responder a las presiones políticas por mayores oportunidades. Como veremos en el
siguiente capitulo, las universidades públicas también se volverían centros cada vez mas
importantes de critica política y social a finales de los años sesenta y principios de los
setenta, lo que mas adelante obstruiría la capacidad de la Escuela Nacional de
Economía para capacitar y certificar administradores públicos.
Las universidades
privadas, que no eran objeto de tales presiones, se irían convirtiendo gradualmente en
una fuente importante de economistas para el sector público durante los años setenta y
ochenta.
LA ECONOMÍA DEL SECTOR PRIVADO Y EL ITAM
La profesión económica mexicana había sido creada originalmente por
funcionarios del gobierno con el propósito de proveer de personal a las burocracias
gubernamentales, y era en el gobierno donde esperaban trabajar los graduados durante
las primeras décadas de la profesión.
Sin embargo, hacia los años sesenta, las
oportunidades de empleo para los economistas mexicanos en el sector privado se fueron
haciendo mas importantes. Una tesis de economía de la UNAM de 1961 hacia notar
140
que la utilización de los servicios profesionales del economista en las empresas era un
fenómeno relativamente reciente que se había visto obstaculizado anteriormente por el
bajo nivel de desarrollo económico de México. Antes, “el empresario proyectaba su
propia planta, instalaba la maquinaria, adquiría las materias a transformar y efectuaba la
compra de los materiales y partes necesarias y una vez que el articulo era producido, èl
hacia las veces de vendedor directo” (Barrosco Castro, 1961, p. 43).
La estructura simple y no diferenciada de estas primeras empresas hacía que
pudiera prescindirse de los economistas. Pero con el tiempo, las compañías mexicanas
llegaron a adquirir algunas de las características organizacionales asociadas a las
corporaciones modernas de los Estados Unidos (cf. Chandler, 1977), lo que llevó a una
dependencia cada vez mayor de una administración profesional. Esta profesionalización
se reflejo en el crecimiento de los programas de universidades privadas en contabilidad,
economía y administración de empresas, quizás el mejor ejemplo sea el éxito del
Tecnológico de Monterrey, una universidad que siempre ha atendido prioritariamente
los gustos de las empresas manufactureras que dan fama a la ciudad de Monterrey.
Dos estudios realizados en Monterrey proporcionan descripciones útiles de
las perspectivas y problemas que enfrentaban los economistas del sector privado a
finales de los años sesenta. Alanís Gómez (1969) observó que mientras que en el ámbito
nacional las mejores oportunidades para los economistas estaban en el gobierno, en
Monterrey sus mejores perspectivas estaban en el sector privado. En la encuesta que
realizó en 1968 a los graduados de los programas de economía del Tecnológico de
Monterrey y de la Universidad de Nuevo León, el autor encontró que más de la mitad
de los graduados encuestados trabajaban para el sector privado, de los cuales 23%
trabajaba en finanzas, 20% en manufacturas y 8% en comercio. La encuesta entre
administradores de alto nivel de compañías de Monterrey mostró que la razón mas
citada por las empresas para la contratación de economistas fue la realización de
estudios de planificación económica (Alanís Gómez, 1969, pp.70-263). Por tanto,
resulta que el campo de experiencia de los economistas del sector privado fue el de
141
calcular perspectivas de largo plazo, un área para la cual los profesionales rivales -en
particular contadores y administradores- tenían una mínima demanda.
No obstante, el autor concluyó que las oportunidades para los economistas
en el sector privado en Monterrey estaban todavía su explotadas. Mientras que el 86%
de los gerentes de empresas encuestadas pensaban que un economista “podía ser útil”,
solo 36% empelaban realmente a economistas. El problema más urgente al que se
enfrentaban los economistas en esta área era la ignorancia de los funcionarios del sector
privado respecto a lo que era un economista y que servicios podía proporcionar.
Cuando les preguntaban si entendían lo que era un economista, solo 36% de los
funcionarios encuestados respondieron que lo entendían perfectamente o bien, mientras
que 43% contestaron que lo entendían “algo”, 18% contestaron que tenían “nociones” y
3% que no tenían ni idea de lo que era (Alanis Gómez, 1969, p. 261).
Esta
incomprensión de la función de los economistas entre los empresarios también fue
notada por Rico Samaniego (1971). En su estudio entre funcionarios del sector
financiero de Monterrey (p. 105). Según las observaciones de Abbot (1988) respecto a
los sistemas profesionales, un segundo obstáculo para el empleo de economistas en el
sector privado era la competencia con otras profesiones. De los funcionarios del sector
financiero entrevistados por Rico Samaniego (1971), 48% creía que los servicios de los
economistas eran fácilmente reemplazables.
Las profesiones mas citadas para
reemplazar los servicios de los economistas eran contadores y administradores de
empresas; también citaron a ingenieros con “especializaciones” en economía –
economía como “asignatura secundaria” en la terminología estadounidense.
Estos factores que limitaban el empleo de economistas en el sector privado
fueron observados en un lugar donde la necesidad empresarial de expertos era la más
altamente desarrollada (Monterrey) y entre graduados de los dos programas con
reputación de producir técnicos apolíticos, el tecnológico de Monterrey y la
Universidad de Nuevo León. Es razonable pensar que estas limitaciones fueran aun más
restrictivas en la ciudad de México y para los graduados de programas con una
reputación más izquierdista. En particular, parece que era relativamente poco probable
142
que los graduados en economía de la UNAM buscaran o encontraran empleo en
empresas privadas, tanto por la fuerte “atracción” de empleos de gobierno para quienes
estudiaban en la ciudad de México como porque las empresas se mostraban reacias a
contratar graduados de un programa conocido por cultivar los puntos de vista marxistas.
Esto llevo aparentemente a una percepción generalizada pero inexacta entre los
estudiantes de economía de la UNAM de que las únicas oportunidades para los
economistas estaban en el gobierno. En palabras de uno de esos estudiantes en 1961,
“Debido a la función eminentemente social que por tradición lleva el licenciado en
economía, el campo de esta profesión en México parece encontrase limitada a la
burocracia (gubernamental)” (Barrosco Castro, 1961, p. 34).
A pesar de esta percepción, las pruebas señalan que en la ciudad de México
si existían algunas oportunidades para los economistas en el sector privado.
Los
graduados del Departamento de Economía del ITAM, tenían por supuesto mas éxito en
obtener empleo en el sector privado que los graduados en la Escuela Nacional de
Economía. Según un estudio de la base de datos de la Sociedad de Ex Alumnos del
ITAM, 45% de los graduados registrados antes de 1971, cuyos datos estaban
disponibles, estaban trabajando para el sector privado en 1996, y 19% trabajaban en el
sector publico. Un importante factor que ayudo a los graduados del ITAM a asegurarse
un empleo en el sector privado fue que muchos de ellos eran hijos e hijas de líderes
empresariales y, por tanto, sencillamente trabajaban en la empresa familiar.
Al igual que la Escuela de Economía de la UNAM durante estos años, las
clases de ciencia económica en el ITAM eran impartidas principalmente por profesores
con otros empleos de tiempo completo y asistían a ellas muchos estudiantes que
también trabajaban durante el día; como resultado las clases se impartían temprano en
las mañanas y en las noches (entrevista con Bassols Zaleta, 20 de marzo de 1996). En lo
que se refiere al empleo en el sector público, un empleador particularmente importante
de graduados de economía del ITAM parece haber sido el Banco de México: entre los
empleados en el gobierno de la base de datos de graduados antes de 1971; el banco
central era el empleador más importante. Era lógico que el banco central empleara a los
143
primeros graduados en economía del ITAM. Dada su mutua falta de afinidad con la
ideología izquierdista, así como el papel del banco en la función de la escuela. Los
graduados de este periodo –son de hacer notar Gustavo Petricioli, Miguel Mancera y
Francisco Gil Díaz-,
ascendieron a altas posiciones dentro del banco central y
posteriormente impartieron clases, lo que dio a más graduados la posibilidad de
emplearse en el banco central. Aún más importante –como veremos en el siguiente
capítulo-, estos desempeñaron un papel crucial en la remodelación del programa de
economía en su alma mater, mediante la creación de una escuela de economía
concebida bajo las normas internacionales.
El ITM
(ITAM) es fundó para cumplir el objetivo ideológico de
proporcionar formación en economía con un enfoque conservador, distinto al de la
escuela nacional de economía. En este sentido, difirió de otros programas de economía
del sector privado fundados antes de 1970, como el de Tecnológico de
Monterrey,”Tec”, -que se fundó en 1954 en el estado industrial norteño de Nuevo León. A diferencia de la época de la depresión, cunado de estableció el programa de la
economía en la UNAM, el periodo de medidos de los años cincuenta era una época en
la que la industria mexicana se había vuelto lo suficiente grande, próspera y
organizacionalmente compleja para empezar a utilizar profesionales económicos. Por
tanto, el programa de economía del “Tec” se estableció para satisfacer un propósito
técnico más que político y exigió a sus estudiantes cursos más orientados hacia la
técnica. El programa original del Tec exigía más del 15% del total de las horas de clases
en contabilidad, más de 21% en leyes y más de 16% en administración; además de sus
habilidades especiales como economista. Se suponía que los graduados del Tec servían
como versátiles”personas de mucha aptitudes” dentro del sector privado (ITESM, 1968,
P.63).
En cambio, el programa economía del ITM era menos programático y más
académico que su contraparte de Monterrey. Esto se debió a la enorme participación de
Miguel Palacios Macedo, un abogado e intelectual conservador que también había
ayudado a la formación del plan original de la economía en la UNAM. El programa de
144
1951 del ITM23 incluía dos años completos de clases de sociología; los estudiantes
también tenían que tomar dos años y medio de leyes y dos de contabilidad, pero sólo un
año de administración de empresas. Como resultado de esta orientación académica, los
estudiantes todavía tenían que tomar de todo un año titulado “La teoría económica y
social del máximo”. Significativamente –y a diferencia de su contra parte en la UNAMel programa de 1951 del ITM también incluía dos años completos de inglés (ITM, 1951,
pp. 27-28).
Mientras que el ITM y el Tec diferían en grado la politización, los
programas de economía del ITM y de la UNAM se habían fundado como un programa
estatista, incluso a veces marxista, el del ITM se había establecido como un bastión de
un punto de vista económico más conservador. Dieciséis tesis escritas por estudiantes
de economía del ITM de 1956 a 1960 muestran contrastes y similitudes reveladores
cuando se comparan con las tesis de la UNAM de 1958. La diferencia más sobresaliente
entre los dos grupos es completa ausencia de marxismo en las primeras: no sólo no
había ninguna tesis marxista ni ninguna que apoyara el socialismo entre las tesis del
ITM, sino que Marx no era citado ni siquiera una sola vez. Las ideas desarrollistas
también eran relativamente débiles en el ITM comparando con la UNAM durante el
mismo periodo: sólo el 12.5% de la tesis del ITM mencionan la diferencias
fundamentales entre los países en vías del desarrollo y los desarrollados.
Sin embargo las similitudes entre las tesis del ITM y las de la UNAM en los años
cincuentas pasan más que la diferencias. Primero, ambos grupos despliegan un uso
comparable de modelos y métodos matemáticos. Esto sugiere que la aparente falta de
matemáticas en el programa de la UNAM en los años cincuentas no se debían –como
podría suponer un lector contemporáneo- al enfocarse izquierdista de la UNAM, sino
que reflejaba el hecho de que la economía en los años cincuentas era menos
matematizada de los que hoy día. Segundo las tesis de ITM se parecen a sus
contrapartes de la UNAM en que el autor retórico más citado de 1956 a 1960 era
Keynes, y el segundo Ragnar Nurkse, un economista desarrollista sueco cuyos análisis
145
sean compatibles con los de los desarrollistas de la CEPAL (Martinussen, 1997 pp.5758).
Falta la pagina 145 y 147
tractas, se suponía que los gobiernos podían mejorar el bimestre social general sin hacer
costosas concesiones sociales. Teóricamente se suponía que el desarrollismo ofrecía
ventajas similares: políticas como la sustitución de importaciones podría ofrecer
beneficios para el protegido sector privado, el gobierno y sus electores populares.
Sin embargo, el paradigma de política de la postguerra en México pudo generar
consenso sólo mientras pareció que funcionaba. El siguiente capítulo describe la ruptura
de consenso desarrollista-keynesiano en México en los años setenta y la consiguen
escisión se la economía mexicana.
Pag 148
---------------------------------------------------------------------------------------------------------Pag 149
V. EL COLAPSO DEL DESARROLLISMO Y LA POLARIZACIÓN
DE LA ECONOMÍA MEXICANA.
Los AÑOS FINALES DE LA DÉCADA de los setenta representaron un
momento crucial para el modelo desarrollista mexicano. Como en muchas partes del
mundo, en México esos años fueron un periodo de agitación social y protestas contra la
injusticia de los órdenes políticos y económicos existentes; además, a principios de esa
década, signos de un declive económico contribuyeron a la impresión general de que los
años relativamente pacíficos y prósperos del periodo de la posguerra había llegado a su
fin y que algo había tener que cambiar. En realidad, cambio era exactamente lo que
muchos jóvenes activistas políticos mexicanos esperaban; para algunos, una segunda
Revolución mexicana parecía estar a la vuelta de la esquina.
Por supuesto, con retrospectiva histórica sabemos que el final cambio que
finalmente ocurrió en México guardaría poco parecido con lo que estos jóvenes
146
radicales esperaban. Aun cunado el movimiento estudiantil contribuyó indirectamente a
las políticas “populistas” de los años setenta, la crisis de la deuda que provocaron estas
políticas proporcionaría a fin de cuentas las
condiciones para la autoridad y el
neoliberalismo. Las reformas orientadas del mercado de los años ochenta y noventa
serían realizadas por una nueva generación de economistas mexicanos cuya formación
al estilo estadounidense los predispuestos a considerar el intervensionismo estatal de los
años anteriores con recelo y apoyar la apertura del mercado como la solución para los
problemas de México. Este capítulo analizo cómo llegó esa nueva perspectiva teórica a
predominar en la ITM (el nuevo nombre del ITM después de que este se volvió oficial
mente autónomo en 1962), así como las condiciones que llevaron a la adopción de una
prospectiva teórica muy distinta a la escuela nacional de Economía.
LA CRISIS DEL DESARROLLISMO MEXICANO
En 1973, el economista mexicano Leopoldo Solís observaba en la
introducción de su muy leído libro que no todo estaba bien en la economía mexicana:
De manera gradual, se han acumulado en el horizonte nubarrones que han
ensombrecido el optimismo acerca de la evolución que, frente la progreso de algunos
sectores minoritarios, persisten tenazmente la pobreza de muchos; que es la
distribución del ingreso no sólo se resiste a ser menos ingreso desigual, sino que en
determinados lapsos ha empeorado notablemente. La incapacidad del sistema para
empleo a su creciente fuerza de trabajo –frente a un crecimiento demográfico
acelerado-, su falta de competitividad internacional, expresado como carencia de vigor
exportador y como un
creciente endeudamiento extremo, obligaron a muchos
economistas mexicanos y extranjeros a revalorizar y representar características y
méritos del modelo mexicano del desarrollo mexicano del desarrollo económico (Solís,
1973, pp.7-8).
147
En general se aceptaba que los problemas de la economía mexicana se
debían a fallas fundamentales en la elaboración de políticas económicas; las
impresionantes tasas de crecimientos de los años cincuenta y sesenta no habían sido
gratuitas. La política de sustitución de impresionantes de México, diseñado
originalmente para apoyar “industrias infantes”, se había institucionalizado como un
subsidio de largo plazo o los capitalistas mexicanos: aunque esta política había a las
altas tasas de crecimiento económico, también incrementado el costo de los
instrumentos industriales, elevado los precios internos y desanimado las exportaciones
(Solís, 1973, p. 8). La consiguiente falta de competitividad de las exportaciones
mexicanas y la dependencia de insumos importados contribuyeron a déficits
comerciales crónicos y crecientes y a problemas en la balanza de pagos. En estas
circunstancias, el tipo de cambio de frijol del peso –que había mantenido bajo el
desarrollo estabilizado para ayudar e enfrentar la infiltración y para alentar el ahorro
interno –tuvo como resultado un solo peso sobrevaluado que fue necesario mantener
con el crecimiento de deuda pública. Así, el tipo de cambio frijol contribuyó a un
subsidio público el consumo y la producción privados a través de importantes baratas;
el peso de sobrevaluado también desalentaba las exportaciones
que podrían haber
aminorado los déficits resultantes de las balanzas de pagos (Reynolds, 1977d, pp.9991001).
El notorio fracaso de México para aplicar un sistema fiscal progresivo y
totalmente desarrollado también tuvo consecuencias negativas a lo largo del plazo. El
gobierno mexicano obtenía la mayoría de sus recursos del ingreso de los trabajadores,
de los impuestos indirectos externos. La restricción fiscal resultantes pues un freno
permanente al gasto del gobierno en área como en bienes sociales (Reynolds, 1977, pp.
1005-1006). Hansen (1977) observó que en el 1967 sólo 601% del total de la población
mexicana, o 18.9% de la fuerza laboral, estaba cubierta por los beneficios de la
seguridad social, lo que ponía a México muy por detrás de todos los países importantes
de América Latina (p. 86). Mientras tanto –y pase a veinticinco años de crecimiento
148
espectacular-, el desempleo estructural d muchos años continuaba presente en la
economía mexicana (Solía, 1973, p. 8; Reynolds, 1977, p. 1005).
El panorama económico y social resulte tenía algunas características
desalentadoras. Aunque la distribución del ingreso no empeoró entre 1958 y 1970,
tampoco mostró mejoría: y la distribución del ingreso personal después de impuestos se
había hecho peor, en causa de la falta de una reforma fiscal significativa (Izquierdo,
1995,pp. 139, 143). Aunque el periodo entre 1940 y 1970 fue testigo de un crecimiento
sustancial de la clase media mexicana, en 1969, 30% de las familias mexicanas más
pobres tenían un ingreso equivalente a un tercio o menos del ingreso promedio de la
familia mexicana (Hansen, 1971, p. 180; izquierdo, 1995 p. 138). El efecto combinado
de una política agrícola post-cardenista que había favorecido por largo tiempo a los
pequeños propietarios de tierra, por un lado, y el desempleo crónico, por el otro, crearon
una gran demanda por una gran reforma que no estaba próxima. En los años sesenta los
reformadores sociales mexicanos empezaron a hablar cada vez más de la
“marginalización” de una población rural a la que habría dejado estancarse en la
pobreza y el atraso, mientras que le México urbano se movía en la era moderna
(González Casanova, 1965, o. 62). Las deficiencias sociales del milagro
mexicano”tarde o temprano tenia que resultar incompatibles con la imagen popular del
gobierno” (Tello, 1979, p.34).
Después de 1940, la política agrícola mexicana se concentraron en crear una agricultura
comercial viable a base de grandes fincas en vez de pequeñas, y el gobierno distribuyó tierra recién
irrigada en muchas unidades mayores que las de antes y propietarios privados en vez de ejidatarios
(Reynold, 1977 a, pp. 142-143).
Aunque los efectos negativos del Milagro a ganado mexicano provocaron
que muchas se cuestionaran la conveniencia de los modelos políticos y económicos que
este había posibles, los sucesos históricos de América Latina causaron una crisis general
del desarrollismo. El golpe militar de 1964 en Brasil hizo que muchos duran de que el
desarrollo capitalista pudiera ocurrir dentro de un contexto pacífico y democrático,
149
como había supuesto los expertos de la CEPAL: se consideraba que el modelo
desarrollista contenía “contradicción” inherentes que inevitablemente llevaba el
autoritarismo –una crítica que fue”confirmada” en los años setenta con la propagación
de las dictaduras militares en todo América Latina. Al mismo tiempo, los temprano
logros de la Revolución cubana brindaba un modelo alternativo –algunos decían que el
único modelo alternativo de un desarrollo económico compatible con la igualdad
conocido como “teoría de la dependencia” desafío al desarrollismo en general y al
modelo de la CEPAL en particular; muchas de sus adeptos proponían el cambio
revolucionario como la única vía para evitar el autoritarismo y los problemas
económicos crónicos.
En México, por supuesto, estas tendencias históricas de largo plazo se
comportaron de una manera muy distinta. Como vimos en el Capítulo anterior, el
desarrollismo mexicano nunca fue teorizado formal mente de acuerdo con el modelo de
la CEPAL. Además, en México la contabilidad de la proporción gubernamental del
desarrollo capitalista con la reglas democráticas parecía se una ser una ilusión van desde
el mismo principio. El sistema político unipartidista mexicano, aunque ciertamente no
tan brutal como las dictaduras sudamericanas de los años sesenta, nunca había seguido
las normas de las democracias industriales occidentales. El impresionante crecimiento
del milagro mexicano estaba salpicado de intentos por parte de los trabajadores para
liberarse de la estructura sindical controlada oficialmente y obtener un porción mayor
del pastel económico del crecimiento, sólo para ver sus sindicatos destrozados y sus
líderes en la cárcel (LaBotz, 1988, p. 89). Hacia 1970, el gobierno mexicano enfrentaba
una opción importante y difundía entre un grupo que, la superficie, tenía relativamente
poco de qué quejarse: los estudiantes universitarios. El movimiento estudiantil
mexicano que creció y evolucionó a lo largo de los años setenta, aunque compuestos de
jóvenes de calase media, representó un desafío tanto a la desigualdad que acompañaron
al crecimiento económico de la posguerra como el sistema político represivo que había
mantenido esa desigualdad.
150
De acuerdo con las observación de los teóricos de la movilización de
recursos (Tilly, 1978), la fuerza relativa del movimiento estudiantil con respecto a otros
movimientos sociales mexicanos como la fuerza laboral organizada, no provenía de
motores agresivos a los estudiantes. Por el contrario, como señales Villegas (1993), los
estudiantes eran un grupo relativamente “mimado” en el promedio de la posguerra:
mientras que los movimientos obreros independientes habían sido reprimidos por el
gobierno, sucesivos gobiernos presidenciales contribuyeron una espléndida “Ciudad
Universal” nueva en las afueras del sur de la capital mexicana y la amueblaron y
equiparon. Una educación universitaria pública en México no sólo era prácticamente
gratuita, si no que también era la puerta de entrada de los jóvenes de la clase media a
una carrera política (Villegas, 1993, p.208). Además la UNAM y otras universidades
públicas autónomas constituían un espacio único para la libertad de expresión: mientras
que los dirigentes obreros izquierdistas independientes eran enviados a la cárcel, los
profesores y estudiantes marxistas podían, en general, expresar sus puntos de vista con
relativa impunidad. Por tanto, la universidad se convirtió en el punto focal mas
importante de protesta contra los modelos políticos y económicos de la posguerra, por
que era un ambiente que proporcionaba los recursos para tal protesta: estudiantes y
profesores poseían medios de organización independientes que los obreros no tenían.
En 1963 se fundó una organización estudiantil nacional en Morelia, Michoacán, en gran
medida como resultados de los esfuerzos organizativos del partido Comunista Mexicano (PCM).
Concebido como un amplio frente estudiantil, la retórica de este grupo fue esencialmente por
democrática; de manera significativa, su segundo congreso esencial se llevó a cabo en la Escuela de
Economía de la UNAM en 1964. Este grupo fue núcleo importante para el famoso movimiento de
1968, aunque hacia ese año, el sectarismo político había causado su declive (Guevara Niebla, 1978,
p. 12)
La interpretación científico social del movimiento estudiantil mexicano, sin
embargo, no es lo suficientemente abundante para proporcionar una respuesta definitiva
a la pregunta de sus causas fundamentales. Zermeño (1978) Loaeza (1989) aseguran
151
que el movimiento representaba esencialmente una demanda de los jóvenes de clase
media para participar en política. En opinión de Zermeño, el sistema político mexicano
de la posguerra atendió los intereses de los capitalistas y controlo las demandas de
campesinos y trabajadores, pero no logro incorporar efectivamente a la clase media
(1978, p. 91). Por consiguiente, el movimiento de 1968 represento una afirmación de
los valores “burgueses” de democracia y el rechazo al corporativismo autorizado.
Zermeño asegura con firmeza que los estudiantes radicalizados de 1968 no estaban
motivados principalmente por una frustración proveniente de “sus expectativas de
empleo profesional”; todavía había buenos empleos esperando a que se graduaran
(Zermeño, 197, pp.37-51).
No obstante, desde un punto de vista de opción racional, por lo menos, esta
interpretación del
movimiento estudiantil no parece nada satisfactoria. Es
incuestionable que había mucho malestar en el panorama político y social mexicano a
finales de los años sesenta; los estudiantes tenían razón de protestar. Además, es
probable que el movimiento ofreciera gran satisfacción personal y otros incentivos
selectivos a los participantes. La pregunta no es por que los estudiantes sentían que
tenían motivos de queja ni por que resultaba atractiva la participación en el movimiento,
si no más bien por que los estudiantes optaron por incurrir en un riesgo personal para
expresar sus quejas si los beneficios de jugar según las reglas eran considerables. La
pregunta parece especialmente importante para el movimiento estudiantil, cuyo
prometido beneficio colectivo- i.e. la democracia- debe. Haber parecido mas bien
abstracto en comparación con los beneficios individuales de la placida búsqueda de un
titulo universitario, una carrera política y una vida cómoda.
La respuesta más obvia a esta pregunta es que jugar según las reglas ya no
era suficiente: un titulo universitario ya no garantizaba un empleo seguro de clase
media. Según el razonamiento lógico de Collins (1979), en un sistema donde el número
de individuos con credenciales aumenta a una tasa mas rápida que el numero de
empleos atractivos, la consecuencia inevitable es que la posesión de tales credenciales
ya no lleva invariablemente a la seguridad de empleos atractivos. Es fácil imaginar que
152
la “crisis del credencialismo” resultante pudiera bajar los costos relativos asociadlos a la
participación en movimientos sociales. En realidad, las estadísticas sugieren que el
numero de “huecos” atractivos en la sociedad mexicana no aumento a una tasa
proporcional al incremento en los grados universitarios y que debe haberse provocado
una inflación de credenciales. Mabry (1982) calcula que la población estudiantil de la
UNAM aumento en 300% entre 1944 y 1966 (p. 215). En cambio, según Hansen
(1971), entre 1940 y 1963, el porcentaje de las clases media y superior respecto al total
a mas de 30%(p.215). Basado en un análisis de datos históricos de profesionales, Lorey
(1994) también concluye que “la economía mexicana había sido incapaz de
proporcionar suficientes empleos de nivel profesional a los graduados universitarios
desde por lo menos finales de los años cincuenta” (p.28). Por consiguiente, aunque
pudiera haber buenos empleos para los graduados universitarios mexicanos, un titulo
universitario ya no garantizaba tal empleo. 3
Desde el principio, la demanda del movimiento estudiantil de pluralismo
político coexistía con una agenda mas radical: el movimiento estudiantil mexicano
estaba motivado por la represión del movimiento obrero de finales de los años sesenta y
se inspiraba en la revolución cubana (Guevara Niebla, 1978 p.12). Como resultado, su
retórica era a veces una combinación incongruente de lenguaje marxista y pro cubano y
demandas mas moderadas de democracia. Esta diversidad retórica era resultado, en
parte, de diversos puntos de vista de lo que representaba el movimiento: mientras que
algunos estudiantes estaban por la inmediata y revolucionara “supresión de la
denominación burguesa”, otros esperaban cambios futuros a trabes de batallas
electorales. En el apogeo del movimiento estudiantil de 1968, sus temas dominantes
eran pro democrático más que revolucionario: mientras que unos cuantos volantes del
movimiento de 1968 pedían la revolución socialista, muchos se limitaban a demandas
democráticas (Marby, 1982, pp. 255-256).
3 sin embargo, no debe inferirse de esto que todos los que participaron en el
movimiento estaban desempleados. De hecho, un entrevistado recordaba que muchos
153
participantes tenían empleos de tiempo completo en el gobierno y después, por la tarde,
llegaban vestidos de traje a las protestas universitarias (entrevista, Ramírez, 15 de
octubre de 1996)
Las olimpiadas de 1968 que iban a llevarse acabo en la ciudad de México
simbolizaban el mito del milagro mexicano que el movimiento estudiantil quería
desenmascarar. Como primer país en vías de desarrollo que era anfitrión de las
olimpiadas, se suponía que México era un modelo de progreso económico y libertades
políticas. Mientras que el movimiento estaba decidido a utilizar las olimpiadas para
atraer la atención del mundo hacia el autoritarismo y la injusticia social en México, el
gobierno estaba decidido a impedir que el desorden social creara una mala impresión en
la comunidad internacional. Durante todo el verano anterior a las olimpiadas, el
movimiento estudiantil afirmo su poder y alcance a través de huelgas y manifestaciones
de masas, y el ejercito mexicano fue desplegado para ocupar la UNAM el 18 de
septiembre (Marby, 196, p.261). El 2 de octubre de 1968 -diez días antes del inicio
programado de los juegos- un mitin político del movimiento fue atacado por el ejercito
en la Plaza de Tlatelolco, en una masacre que causo la muerte de unas 350 personas
(LaBotz, 1988, p.121). La tolerancia del gobierno para el disentimiento- inclusive el de
la elite de estudiantes universitarios- se había agotado y la masacre de Tlatelolco se
convirtió en un símbolo nacional de la falta de legitimidad del gobierno.
LA RESPUESTA POPULISTA: 1970-1982
Hacia 1970, la atmósfera en México era sumamente pesada e inestable. El
movimiento estudiantil y la brutal respuesta del inestable. El movimiento estudiantil y
la brutal respuesta del gobierno, junto con los movimientos guerrilleros crecientes en el
campo, provocaron un temor generalizado de un conflicto social cada vez mayor e
incluso de una guerra civil. La presidencia de Luís Echeverría (1970-1976) logro
suavizar la turbulencia social mediante el aumento en el gasto social y una política de
reconciliación con la universidad. Echeverría critico la posición privilegiada que las
políticas del desarrollo estabilizador le dieron al capital y exigió la renuncia de Antonio
154
Ortiz Mena - el secretario de Hacienda responsable del desarrollo estabilizador - varios
meses antes de que terminara el periodo presidencial anterior. Para sustituir el
conservadurismo fiscal y monetario de sus dos antecesores, Echeverría propuso una
nueva política de “desarrollo compartido”, según la cual, el crecimiento económico per
se ya no seria el objetivo principal del desarrollo económico y el papel del sector
publico aumentaría (Luna Ledesma, 1992, p.35). Se haría énfasis en aspectos de
distribución mas que de crecimiento y los emprendería un gobierno mas grande. Al
mismo tiempo, el gobierno de Echeverría promovió una apertura democrática para
abordar la crisis de legitimidad del gobierno. Se llevaron a cabo reformas electorales, se
modificaron las políticas internas del partido gobernante, los presos políticos del
movimiento estudiantil fueron liberados y se fomento la formación de nuevos partidos
políticos (Latapi, 1980, p 57).
Durante
el
gobierno
de
Echeverría,
el
gasto
publico
aumento
considerablemente y se incremento el presupuesto en áreas como salud, vivienda y
educación. La política mexicana de muchos años de sustitución de importaciones se
mejoro a trabes de controles de importación mas estrictos. Se aumento la intervención
directa del gobierno en la economía a una escala sin precedentes: tan solo entre 1971 y
1976, se crearon 108 grandes empresas publicas, en comparación con solo 83 entre
1952 y 1970 (Bazdresh y Levy, 1991, pp. 241-242). Para financiar las intervenciones
nuevas y aumentadas del gobierno, la administración intento realizar una reforma fiscal,
pero la oposición a gran escala del sector privado y la amenaza de fuga de capital hizo
que se abandonara esta iniciativa. El impuesto de 1% a las ventas, que se aplico
exitosamente, fue insuficiente para cubrir el costo del gasto publico incrementado y el
gobierno tuvo que depender aun mas de prestamos externos (Bazdresch y Levy, 1991,
p.239; Maddison et al., p. 26).
La deuda externa de México también se incremento con la adhesión de
Echeverría a la política de tipo de cambio fijo de sus predecesores, lo que significo que
los recursos del gobierno se dedicaran a apuntalar el peso. El aumento en el gasto
público en el crédito interno contribuyo a altos niveles de inflación que promediaron
155
más de 17% entre 1973 y 1976. Esta inflación, a su vez, acrecentó las diferencias entre
el valor real y el oficial del peso, una diferencia que tenia que ser financiada por el
gobierno. Hacia 1976, los temores de una inminente devaluación incentivaron la fuga
de capitales, lo que acelero la devaluación que temían los inversionistas. Al final de la
presidencia de Echeverría, el gobierno tenia una deuda de 29500 millones de dólares y
fue necesario firmar un acuerdo de reserva con el FMI ( Bazdresh y Levy, 1991, pp.
232-233, 224).
Mientras que el gobierno de Echeverría amenazaba a los inversionistas con su
retórica izquierdista y hablaba de solidaridad con el Tercer Mundo, el de López Portillo
(1976-1982) fue considerado como relativamente favorable para las empresas. La
respuesta de López Portillo al desarrollo compartido fue la Alianza para producción, un
“nuevo acuerdo bajo el cual todos los grupos sociales participarían en el proceso de
recuperación económica y cura política”. lo que López Portillo tenia en común con su
antecesor era que dependía de la deuda para financiar el gasto del gobierno como una
manera de obtener apoyo político. López Portillo aumento ampliamente la inversión
pública en la industria petrolera y también fue conocido por sus inversiones en otras
áreas como infraestructura, salud, nutrición. El aumento de los precios del petróleo en
1970, combinado con los nuevos y vastos descubrimientos de petróleo en México,
restituyo el crecimiento económico, pero su auge temporal llego a su fin con la caída de
los precios del petróleo en 1981. Al mismo tiempo, altas tasas de inflación a principios
de los años ochentas tuvieron consecuencias similares a las que provoco la inflación
durante los años de Echeverría: un peso sobre valuado y fuga de capital. La respuesta de
López Portillo a la fuga de capital fue nacionalizar la banca privada. Al igual que la
presidencia de su antecesor, el gobierno de López Portillo termino con una devaluación
y la firma de un programa de estabilización con el FMI; la deuda externa de México
ascendía a 92400 millones de dólares (Bazdresch y Levy, 1991, pp.246-249).
Como críticos de los gobiernos de Echeverría y de López Portillo, Bazdresch
y Levy (1991) calificaron a ambos presidentes “ populistas económicos” que
dependieron de niveles imprudentes de gasto gubernamental como una manera de
156
resolver la crisis económica, política y social simultaneas de México.4 El populismo de
los años setenta tubo un alto precio, a saber, la crisis de la deuda de los años ochenta.
Por otra parte, las políticas de estas dos presidencias también ayudaron a restaurar el
crecimiento económico por un tiempo, el cual fue, en promedio, de mas de 7% anual
por los años 1971- 1982. ( Bazdresch y Levy, p.243). Hayan sido o no las políticas de
los gobiernos de Echeverría y López Portillo la solución correcta a los múltiples
problemas de México, si tuvieron implicaciones extraordinariamente importantes para
la ciencia económica mexicana que analizaremos en las siguientes secciones.
El auge de los años setenta y la ciencia económica mexicana
A diferencia de los Estados Unidos, donde los años setenta fueron conocidos
como la década del estancamiento económico y la alta inflación combinados, en México
esa década se caracterizo en general por la abundancia y el crecimiento, a pesar del
aumento acelerado de los precios. Los dos factores responsables del florecimiento
económico de México fueron una oleada de préstamos externos y el aumento en los
precios del petróleo- derivados del descubrimiento de nuevas reservas petroleras
combinando con altos precios de este (debido a la acción del cartel de la organización
de países exportadores de petróleo, OPEP).
Para la ciencia económica mexicana, la abundancia de recursos durante los
años setenta tuvo varias consecuencias sobresalientes. Primero, la expansión del sector
público origino el aumento de oportunidades para economistas de todo tipo en todos los
niveles del gobierno; desde “estructuralistas” hasta “monetaristas” y desde el modesto
burócrata hasta el poderoso tecnócrata, los años setenta fueron una buena década para
ser economista en México. Segundo, el hecho de que los recursos disponibles fueran
acompañados de un bajo nivel de condicionamiento hizo posible que un nuevo grupo de
economistas formados en el extranjero - los de extrema izquierda del consenso
desarrollista mexicano- ocuparan algunas posiciones importantes en la elaboración de
políticas. Por ultimo, la abundancia de los años setenta significo que habían mas
157
recursos del gobierno para la educación superior. Esto incluía tanto becas para estudios
de posgrados en el extranjero como mas fondos para los programas públicos de
economía, incluso aquellos que, como la UNAM, eran cada vez menos útiles para el
sector publico.
4 Bazdresch y Levy distinguen entre el populismo “económico” de los años setenta y
populismo “político” de políticos anteriores, como Lázaro Cárdenas, que dependían
del apoyo de obreros y campesinos, pero no del gasto despilfarrador e inflacionario.
Como vimos en el capitulo anterior, durante el periodo de la posguerra, el
acceso a recursos externos - a trabes del banco Mundial, el FMI, la alianza para el
progreso y otros- había dado un gran ímpetu a la internaciolización de la ciencia
económica mexicana. Los economistas del gobierno formados en el extranjero habían
sido los embajadores en un nuevo orden mundial que ofrecía a los gobiernos de los
países en vías de desarrollo recursos críticos condicionados a ciertas políticas y normas
profesionales/administrativas.
Los años setenta también fueron una época de una increíble abundancia de
financiamiento externo, pero con una diferencia: en los años setenta los prestamos de
organizaciones bilaterales
y
multilaterales
fueron
perdiendo
progresivamente
importancia al aumentar drásticamente los créditos de los mercados financieros. México
tuvo un éxito inaudito entre los países de América latina para recuperar el acceso a los
mercados financieros internacionales después de la devaluación del peso de 1954. No
obstante, la deuda externa privada de México se mantuvo relativamente moderada hasta
los gobiernos de Echeverría y López Portillo. La grafica 5.1 ilustra el incremento en la
deuda externa de México en los años setenta y principios de los ochenta y su
comparación con la deuda prudente del periodo del desarrollo estabilizador: mientras
que la deuda externa publica de México era equivalente a solo 12.7% del producto
interno bruto en 1970, para 1982 era equivalente al 35.5%.
158
GRAFICA V.1
La deuda publica externa mexicana/Proporción del PIB, 1955-1982
159
---------------- Desarrollo estabilizador, 1955- 1970 ________populismo 1971- 1982
Fuente: Gil Díaz (1984)
México no era un caso aislado: en general, los años setenta fueron una década
de prestamos inmoderados de los bancos internacionales y los inversionistas
extranjeros, de deudas externas inmoderadas en América latina y en otras partes del
tercer mundo. Como muestra Frieden (1991), aunque el destino de los préstamos
externos estuvo determinado por la política interna, como un fenómeno más general, el
grave endeudamiento externo en América latina estuvo determinado por factores
internacionales. Estos factores incluyeron la reglobalización de los mercados
financieros a trabes de un crecimiento del sector bancario en el exterior- que eludía así
160
las regulaciones bancarias nacionales- y el exceso de “petrodólares” de las naciones
exportadoras de petróleo que dio a los bancos un superávit de fondos de inversión.
Dirigidos por el presidente de Citibank, Walter Wriston, los bancos empezaron a reunir
a los países en vías de desarrollo para invertir en proyectos tanto del sector privado
como del público.
En México, predomino el endeudamiento
del sector público, y dos
gobiernos presidenciales sucesivos utilizaron préstamos externos para tratar de
enderezar los problemas económicos, políticos y sociales de México. Aunque el gasto
público de Echeverría estuvo encaminando hacia una diversidad de proyectos, durante
el gobierno de López Portillo el único gran destino de los recursos adquiridos a través
de financiamiento externo fue la industria pública petrolera, a través de la compañía de
propiedad pública conocida como Pemex. López Portillo vio en la industria petrolera la
oportunidad para reiniciar el crecimiento económico y el desarrollo rápido de México.
Hacia 1981, Pemex se había convertido en la fuente más importante de recursos
gubernamentales de todas las fuentes internas y contribuía con 24.9% de los impuestos
federales recibidos (véase en el cuadro 5.1). Gracias a las ganancias de la rápida
expansión de la industria petrolera, México fue capaz de abandonar el acuerdo de 1976
que tenía con el FMI simplemente saldando su deuda (Teichman 1988, pp.65-66).
El periodo 1976-1982 en México resulta un interesante caso de estudio de
cómo la fluctuación de la dependencia e independencia de recursos afecta las posiciones
relativas de distintas profesiones dentro de los gobiernos de los países en vías de
desarrollo. Con el FMI fuera de los asuntos internos de México y con los inversionistas
extranjeros amontonándose uno tras otro para invertir en la industria petrolera
mexicana, sumamente lucrativa, la necesidad de adaptarse a las normas de actores
externos poderosos había disminuido muchísimo. Como resultado, se redujo la
recompensa que se otorgaba entre los funcionarios mexicanos a la fluidez para hablar
inglés y la experiencia económica, mientras que los ingresos crecientes del petróleo
hicieron más importantes y poderosos a los ingenieros asociados con la burocracia de
PEMEX. Por consiguiente, durante un breve periodo hubo dos tipos distintos de
161
tecnócratas compitiendo por el control sobre la elaboración de políticas económicas en
México: los economistas y los ingenieros. El dirigente de los ingenieros tecnócratas fue
Jorge Díaz Serrano, un amigo cercano de López Portillo que fue director de Pemex de
1976 a 1981, y que más tarde, en 1983, fue apresado por fraude. Según Teichman
(1988), durante este periodo los ingenieros de PEMEX con frecuencia entraban en
conflicto con los economistas tecnócratas de otras ramas de la administración pública
mexicana. Mientras que la agenda política de los ingenieros era la rápida expansión de
la producción petrolera a cualquier costo, los economistas tendieron más a ocuparse de
asuntos más amplios del desarrollo económico y la estabilidad de precios.
Sin embargo, tales conflictos terminaron rápidamente con la caída en los
precios del petróleo en la primavera de 1981 y una crisis de la deuda en aumento que
hizo ascender una vez más a la experiencia económica, y a la capacidad de tratar con
funcionarios extranjeros e internacionales; los economistas habían ganado. A partir de
1982, la competencia entre ingenieros y economistas, sino entre economistas de
diferentes convicciones ideológicas. La naturaleza y el resultado de estas dispuestas se
analizan en el capitulo. VII.
La dramática expansión del sector público durante la presidencia de
Echeverría llevó a una bonanza de posibilidades de empleo para los economistas
gubernamentales; después de una breve contracción en las finanzas públicas a
principios del gobierno de López Portillo, las oportunidades para los economistas del
sector público aumentaron otra vez como resultado del auge petrolero (Lozano
Hernández, 1988, pp. 25-26). Varias áreas de la administración pública mexicana se
destacaron como instituciones que ofrecían oportunidades a economistas jóvenes
durante los años setenta. Durante el ejercicio del egresado de Stanford David Ibarra
como secretario de Haciendo desde 1977 hasta 1982, la secretaría de Hacienda empleó
a un equipo cada vez mayor de jóvenes tecnócratas, entre los cuales se encontraba
Pedro Aspe, un graduado del ITAM que apenas había obtenido su doctorado en el MIT
en 1978. Al mismo tiempo, la Secretaria de Programación y Presupuesto (SSP), creada
en 1976, fue dotada de autoridad tanto respecto a la elaboración de políticas como a la
162
asignación de recursos y, posteriormente, se convirtió en refugio organizacional clave
para jóvenes mexicanos que habían adquirido credenciales de posgrado en el extranjero,
tanto en economía como en otros campos, como administración pública (Centeno,
1944, p.135). Mientras tanto, el banco de México en particular su departamento de
estudios económicos, continúo siendo
una base organizacional importante para
economistas con formación en el extranjero.
Al mismo tiempo, los economistas vinieron a ocupar posiciones más altas,
como nunca antes, en la burocracia encargada de la elaboración de políticas. Esto
reflejaba, en parte, la agenda de las presidencias populistas. Si la ‘’planificación
económica’’ había sido un lema importante en los años cincuenta y sesenta, durante la
siguiente década se convirtió en mantra, al multiplicarse los objetivos del sector publico
en la economía. Centeno (1994) ha señalado que, cuando la inversión directa del
gobierno en la economía se hizo más común en los años setenta, ‘’el éxito y la
legitimidad percibidos de una administración se basaban cada vez más su capacidad de
fomentar directamente el crecimiento económico en lugar de meramente proporcionar
la estabilidad política que se requería para animar y proteger lo proporcionado por el
sector privado… Esta redefinición del papel del Estado obviamente apoyaba el aumento
de importancia e influencia del personal con experiencia económica’’ (p.182).
Además, la necesidad de creciente de administrar la deuda externa premio en particular
el conocimiento de las finanzas internacionales (p.93). Hacia 1980, a la cabeza de la
Secretaria de Hacienda, la Secretaria de patrimonio Nacional, el banco de desarrollo y
el banco central estaban solo economistas formados en el extranjero.
No obstante, es bien sabido entre los científicos y políticos mexicanos que
los economistas capacitados en el extranjero que llegaron a controlar la formulación de
políticas económicas mexicanas después de 1970 no compartían la misma perspectiva
teórica. Una interpretación común es que la tecnocracia mexicana de este periodo se
dividió en ‘’estructuralista’’ y ‘’monetaristas’’, una distinción que considero inexacta y
errónea de muchas maneras, ya que ambas exageran algunas distinciones en ideología
política y pasan por alto otras. Creo que un marco analítico más útil para entender las
163
diferencias teóricas entre quienes definieron las políticas económicas es el que utiliza
Heredia (1996), que toma las ideologías políticas del periodo del desarrollo
estabilizador (1955-1970) como referencia para entender las tendencias subsecuentes en
la elaboración mexicana de políticas económicas.
En opinión de Heredia (1996), el periodo del desarrollo estabilizador fue una
época de consenso amplio entre los formuladores mexicanos de políticas económicas,
todos los cuales compartían una perspectiva más o menos desarrollista: el Estado
necesitaba desempeñar un papel importante en el desarrollo económico a través de
medios tales como para proteger a la industria interna de la competencia extranjera. La
profundidad y amplitud de este consenso fue aparente en muchas de mis conversaciones
con la generación más antigua de economistas mexicanos. Por ejemplo, en una
entrevista con, Rafael Izquierdo – un economista que había estado en el extremo más
conservador del espectro desarrollista- recordó una discusión que había tenido
recientemente con Ifigenia Martínez- una economista que había sido una desarrollista
más izquierdista y que después resulto electa como representante del Partido de la
Revolución Democrática (PRD).
Dentro de este espectro desarrollista, por supuesto había algunos
desacuerdos. Hacia la derecha del espectro estaban economistas y otros formuladores de
políticas del Banco de México y de otras secretarias financieras que solían preocuparse
más por la inflación. Sin embargo, para los estándares de hoy, incluso los puntos de
vista adoptados por este grupo más ”conservador” de los años sesenta parecen bastante
estatistas y keynesianos, ya que no dudaban de la importancia del liderazgo estatal en el
desarrollo económico ni cuestionaba la necesidad de alguna forma de protección
industrial, aunque algunos pensaban que esta debía ser más selectiva.
Durante los años setenta, cuando los recursos externos eran relativamente
abundantes y libres de condiciones para el gobierno mexicano y los ingresos del
petróleo eran todo el tiempo altos, los economistas educados en el extranjero de la
extrema izquierda del consenso desarrollista- los “estructuralistas” mencionados por los
científicos políticos (cf. Basáñez, 1991; Villareal, 1984)- llegaron a ocupar puestos muy
164
importantes en la elaboración de políticas (Heredia, 1996, p.104). Mientras que los
desarrollistas más que conservadores mantuvieron el control de la Secretaria de
Hacienda y del Banco de México, el grupo más radical creo nichos institucionales
dentro de algunos sectores de la Secretaria del Patrimonio Nacional – que estaba a
cargo de las cada vez más numerosas industrias paraestatales- y de las Secretaria de la
Presidencia. Entre estos economistas estaban José Andrés de Oteyza y Carlos Tello,
quienes habían seguido estudios de posgrado en la Universidad de Cambridge, un
conocido centro de pensamiento keynesiano. En general, estos funcionarios creían en la
“profundización” del proceso de sustitución de importaciones de México y la
aceleración del crecimiento económico mexicano aun a costa de la inflación. Teichman
(1988) se refiere a ellos como la “tendencia cuasi populista” dentro de la administración
pública mexicana. El conflicto entre estas dos tendencias diferentes se hizo más intenso
durante el gobierno de López Portillo, cuando los desarrollistas más radicales
bloquearon efectivamente el esfuerzo de los tecnócratas más conservadores para
moverse hacia una liberalización comercial (Heredia, 1996).
Los tecnócratas de inclinación izquierdista de los años setenta no estaban
afiliados ni a la UNAM ni el ITAM, sino al Centro de Investigación y Docencia
Económicas (CIDE), creado en los años setenta con financiamiento público para el
propósito explicito de formar economistas gubernamentales. De acuerdo con esta
función, los economistas del CIDE salían con una Maestría en “Económica del Sector
Publico”; no se ofrecían cursos de licenciatura. El CIDE se convirtió en bastión del
pensamiento desarrollista de izquierda y keynesiano de México y mantuvo una
importantes vínculos y keynesiano de México y mantuvo importantes vínculos con el
Departamento de economía en la Universidad de Cambridge, donde habían estudiado
varios de los profesores más famosos del departamento (entrevista con Alejo, el 13 de
febrero de 1997; Heredia, 1996). En este y en los siguientes capítulos, veremos que el
establecimiento del CIDE como fuente de economistas desarrollistas de izquierda apara
el gobierno tuvo sentido dada la radicalización de la UNAM durante los años sesenta y
165
setenta, una evolución que alejó cada vez más a la economía de la UNAM del sector
público.
Estas tendencias sumamente visibles en el perfil de los formuladores de
políticas del gobierno estuvieron acompañadas de una tendencia menos visible que
tendría gran importancia en el largo plazo, a saber, el incremento muy notorio en el
número de becas en el gobierno para estudiar en el extranjero. Un aspecto de la política
expansiva de la educación superior promovida por Echeverría fue la fundación del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en 1970, con el propósito de
financiar la capacitación y la investigación en general para beneficio de la causa del
desarrollo económico mexicano. El consejo podía financiar estudios de posgrado en
economía en el extranjero a una escala que empequeñeció a los programas anteriores.
Por ejemplo, entre 1941 y 1970, el banco de México había otorgado becas a 36 de sus
empleados para que estudiaran economía en el extranjero; en cambio, solo en 1973,
había 48 mexicanos estudiando economía en el extranjero con becas del conacyt (Banco
de México, 1961-1987; Conacyt, 1973, p.86).
El programa de becas de Conacyt constituye lo que quizá sea la prueba más
importante de la legitimidad de las normas extranjeras de experiencia dentro del
gobierno mexicano. Irónicamente, el presidente nacionalista y populista Echeverría fue
finalmente el responsable de que se fuera al extranjero a formar en economía más
mexicanos que en ningún otro programa de becas, ya fuera nacional o extranjero. La
consiguiente proliferación de economistas con títulos extranjeros en la administración
pública mexicana adquiriría importancia extrema como fuente de capacitación de los
formuladores de políticas orientadas al libre mercado de los años ochenta y noventa.
Un resultado inmediato de la proliferación de títulos extranjeros fue la
inflación del mercado de titulados: hacia finales de los sesenta, se había vuelto
necesario en México tener un titulo de posgrado para ser considerado ‘’economista’’.
Los aspirantes a funcionario con simples títulos de licenciatura tenían que competir de
manera creciente con individuos con credenciales más impresionantes, un hecho
efectivamente impedía a los que tenían títulos de licenciatura alcanzar los niveles
166
superiores de los ministerios económicos. Esta inflación de títulos puso en desventaja a
los graduados de economía de la UNAM, porque a lo largo de los años sesenta y setenta
esta carrera se había radicalizado cada vez más y alejado del sector público. Por otra
parte, los beneficiarios directos de la inflación de credenciales en la ciencia económica
mexicana fueron egresados del ITAM, cuyo programa de economía se había convertido
en los años sesenta y setenta, en el más internacionalizado de México. Las siguientes
secciones examinan las circunstancias que rodearon a estas evoluciones simultáneas y
completamente opuestas.
Pag 169
Pag 169
El movimiento estudiantil y la radicalización de la carrera de
economía de la UNAM
El programa original de economía en la UNAM estuvo fuertemente influido
por el cardenismo y los ideales de la Revolución mexicana. Sin embargo, después del
periodo de Cárdenas en 1944, y que el objetivo más importante del gobierno pasara a
ser el crecimiento económico y no la justicia social, la carrera de economía de la
UNAM se volvió más técnica y menos política, lo cual se analizo en el capítulo IV. En
cambio, el movimiento estudiantil de los años sesenta y setenta puso fin a este proceso
de tecnificación y reincorporo algo del radicalismo que había caracterizado a la
economía en la UNAM en los años treinta era una crítica a la pretensión de neutralidad
de la ciencia económica, lo que constituía un reto para la legitimidad de la enseñanza de
la profesión de economía en la UNAM. Un informe del nuevo programa criticaba la
tendencia de los economistas:
167
La tasa de crecimiento más alta de la población estudiantil en la Escuela de
Economía de la UNAM ocurrió a finales de los años cincuenta y principios de los
sesenta a diferencia del resto de la UNAM, que creció más rápidamente en los años
setenta. Más probablemente como una consecuencia parcial de esa masificación, el
radicalismo entre los estudiantes de economía creció constantemente a lo largo de los
años sesenta y los estudiantes empezaron a pedir cada vez más participación en la forma
y contenido de los programas. Bajo la dirección de Ifigenia Martínez (1966-1970) y con
la participación intensiva de estudiantes organizados en un ‘’cogobierno’’ de
estudiantes y profesores, se aprobó un nuevo programa de estudios en 1967 y se aplico
en 1968 (‘’La Reforma’’, 1969, p.660).
“… a divorciar la realidad
económica de la social y de los procesos históricos,
apartándola de los grandes problemas de nuestros tiempos, quitándole su carácter científico y
remitiéndola a una supuesta técnica neutral”. Con esta, perspectiva al eliminar de este programa de
estudios el contendido evidentemente político y social, la tecnificación de la ciencia económica en la
UNAM consiguió lo opuesto ala neutralidad ala que aspiraba. En el programa de estudios de 1968,
la ciencia económica se concebía “como una economía política y no apolítica” (l A REFORMA”,
1969 P. 660).
El nuevo programa de estudios de 1968, era significativamente más
izquierdista que el inmediato anterior, tenia un semestre adicional de teoría marxista e
incluía cursos nuevos como “economía socialista” y “contabilidad social” (Mancilla
López, 1980, pp. . 141-144), A l mismo tiempo, se redujeron los cursos prácticos para
formar funcionarios públicos : los estudiantes solo tenían que tomar un año de finanzas
públicas a diferencia de los dos años del programa anterior y ya no tenían que llevar
cursos de contabilidad de costos y de análisis financieros ( Mancilla López , 1980, p.66;
“La Reforma” , 1969, p. 661). De acuerdo con la declaración de su objetivo, el
programa de 1968 se creo para:
168
“verdaderos economistas y no simples técnicos; esto es , profesionales con
una rigurosa formación teórica que conocieran a fondo la realidad nacional , que
tuvieran conciencia del marco actual en que se desenvuelve el proceso económico y que
contribuyeran a un desarrollo independiente de la nación y a elevar el nivel de vida del
pueblo” ( Mancilla López , 1980, p. 64). Entre otras reformas del programa de 1968
estaba la reducción del numero de clases requeridas, un aumento en el numero de
clases y seminarios operativos y la institución de clases en el recién fundado centro de
economía aplicada, que se suponía serviría como laboratorio para capacitar a los
estudiantes de técnicas económicas, incluidos métodos matemáticos y estudios de
campo (facultad, 1986 p. 7 mancilla López, 1980, p. 63)
No fue coincidencia que esta primera ronda de reformas radicalizantes en la
Escuela nacional de economía fuera llevada a cabo durante el año cumbre del
movimiento estudiantil: los dos sucesos compartieron no solo causas comunes, sino
también a los mismos participantes. Como parte de la política del presidente Echeverría
(1970-1976) de apertura política y pacificación del movimiento estudiantil, el gobierno
adopto una nueva actitud de tolerancia y generosidad hacia las universidades publicas.
Con la notable excepciones de un incidente en 1971 en el que fueron atacados
estudiantes izquierdistas por una banda pro gubernamental en la ciudad de México, le
gobierno de Echeverría fue conocido en general por su tolerancia hacia al disentimiento
intelectual y por sus declaraciones de respeto a la autonomía universitaria (Latapi, 1980,
p. 89). La educación fue un elemento clave en la filosofía política de Echeverría y fue
considerada una media para la distribución de la riqueza y la reacción de igualdad de
oportunidades, así como una manera de promover el desarrollo económico. El hecho de
que el sector relativamente acomodado de la educación superior resultara favorecido en
los presupuesto federales de Echeverría por arriba de otras áreas de la educación pública
señala firmemente que el financiamiento creciente de la ecuación superior se utilizo
deliberadamente como un arma política para apaciguar el descontento estudiantil (
Latapi , 1980p.108).
169
Los años sesenta habían sido años de suma escasez para la UNAM y otras
universidades públicas, que sufrieron un rápido crecimiento de población estudiantil y
presupuestos congelados (Mancilla López, 1980 p.60). En cambio entré 1970 y 1975 el
subsidio a las universidades publicas tuvo un incremento de aproximadamente siete
veces, mientras que la matricula aumento solo 122%. Según el estudio de Latapi (1980)
sobre la política educativa de Echeverría, no se negaron fondos para “castigar” a
escuelas que eran centros de descontento social. Por el contrario, señala que se
otorgaron mayores subsidios a las escuelas disidentes: el financiamiento se utilizo mas
como carnada que como garrote (latapi 1980, pp. 183-185).
Como la joya de la corona del sistema universitario publico mexicano, y uno de los
centros mas importantes del radicalismo estudiantil en México, la UNAM un
beneficiario evidente de la política educativa de Echeverría. De 1971 a 1976, el numero
de estudiantes inscritos en ella aumento solo 57%, mientras que el financiamiento en
pesos reales casi se cuadruplico (Papua, 1988, p. 202; Noriega, 1985, p. 75). La escuela
l nacional de economía, un semillero de radicalismo estudiantil en los años setenta, vio
aumentar su presupuesto de once millones de pesos en 1972 a ochenta millones de
pesos en 1977, un incremento real de las del 168% (torres gaytan mora Ortiz, 1978,
p.111; Gil Díaz, 1948, pp. 369_370). La creciente influencia del movimiento estudiantil
dentro de la Escuela nacional de economía fue en parte resultado del crecimiento de la
escuela y de la consiguiente contratación de profesores, algunos de los de tempo
completo, muchos de los cuales habían participado como estudiantes en el movimiento
estudiantil de 1968 y algunos de estos utilizaron los salones de clase como foros
políticos (entrevista con Aguirre 2 de abril 1966).
Una diferencia importante entre el movimiento estudiantil de la UNAM de
finales de lo años sustenta y el de los setenta fue el enfoque interno de este ultimo: mas
que pedir directamente cambios en el sistema político mexicano, el movimiento se
centro en cambios dentro de la universidad como la clave de un cambio social mas
170
amplio. Otra diferencia aparente fue que el movimiento de los años setenta fue
abiertamente más radical y sustituyo su retórica pro democrática por una ideología más
revolucionaria. Estos cambios fueron producto de las circunstancias: mientras que la
represión brutal de 1968 había radicalizado el movimiento – auque al mismo tiempo
parecía imprudente protestar abiertamente por reformas sociales y políticas mas
amplias--, la postura relativamente indulgente de Echeverría hacia la disensión dentro
de las universidades hizo de las universidades publicas el ambiente mas propicio de
México para los agitadores políticos fuera
intencionalmente o no, la política del
gobierno mexicano contribuyo ala concertación de mexicanos radicales dentro de las
universidades publicas y ala transformación había la izquierda de muchos programas
académicos distintos, incluido el de la escuela nacional de economía. A principios de
los años setenta, los estudiantes que habían vivido su “iniciación” política en 1968
luchaban por otra reforma de la manera de gobernar
Del programa de estudios en la escuela nacional de economía y de otras
áreas de la UNAM, sobre todo en ciencias políticas, filosofía y humanidades (Guevara
niebla, 1978, p.- 13) las tendencias ideológicas de estos estudiantes eran diversas e
incluían comunismo pro soviético, maoísmo, foquismo, trotskismo y democracia social.
Las dos tendencias principales que se desarrollan en economía fueron aparentemente
de los comunistas pro soviético del partido comunista mexicano (PCM) y de los
demócratas sociales cardenistas del movimiento de acción popular (MAP) (entrevista
con Cabral Bowling, 3 de octubre de 1996).
En 1971, la toma de la escuela durante meses y medio por los estudiantes –
apoyados por los trabajadores y la mayoría de los profesores – obligo ala renuncia del
director, Ernesto Lobato López, criticado por sus
fuertes vínculos con el partido
gobernante y por otorgar puestos universitarios como favores políticos (brigada “José
Carlos Mariategui”, 1971, pp. 1-2, camisón organizada de alumnos, 1971). Poco
después, se formo un segundo “cogobierno” de profesores y alumnos y se llevo a cabo
171
un boicot académico hasta que el nuevo director reconoció la legitimidad del
cogobierno (arroyo, 1975, p. 409). Bajo la comprensiva dirección de José Luis Ceceña
(1972-1977), se concedió a estudiantes y profesores radicalizados la autoridad para
llevar a cabo cambios radicales en la manera de gobernar la escuela y el programa de
estudios. Durante el ejercicio de Ceceña, los estudiantes ganaron una represtación
paritaria permanente junto con los profesores en el cuerpo de gobierno de la escuela,
conocido como el consejo técnico, y se organizo un debate que duro 9 días sobre la
dirección de la reforma académica. De acuerdo con las reformas propuestas por el foros
a finales de 1974, el enfoque central de enseñanza en la escuela nacional de economía
debía ser marxista (“foro de transformación”, 1975).
Bajo el escritunio del movimiento estudiantil, la historia de la escuela
nacional de economía adquirió una nueva interpretación revisionista. En el capitulo IV
vimos que junto con el interés del nuevo gobierno en temas de crecimiento mas que de
distribución, la escuela se volvió mas técnica y menos radical durante los años cuarenta,
cincuenta y sesenta, todo esto mientras mantenía bastante de su tradición radical
original, y cierta distancia del sector privado y de las partes más conservadoras de la
administración publica, en particular, el banco central.
En contraste, la historia del movimiento estudiantil cuenta que la ciencia
económica mexicana vendió su alma a cambio de comodidad material. Una articulo de
la población de la escuela, investigación económica, lamentaba la divergencia de la
ciencia económica contemporánea de la UNAM de la tradición izquierdista
revolucionaria original de la escuela: cuando los economistas se incorporaron ala
burocracia gubernamental en los años cincuenta y sesenta, “el economista se hizo
conformista, preocupado únicamente por las consecuencias de su trabajo cotidiano”
(Corona Renteria, 1977, pp. 11-12). Otro articulo encabezaba una evolución similar: al
principio, la escuela nacional de economía había sido “concebida … como un centro
producto de cuadros técnico-ideológicos para la revolución que en ese entonces vivía su
apogeo .” Mas tarde, es escuela había traicionado sus orígenes revolucionarios al
172
convertirse en mas técnica: “Las ultimas administraciones han promovido programas...
De ‘tecnificación y,’puesta al día’ de la carrera, introduciendo o tratando de introducir
nuevas materias y proyectos tendientes a estrechar los vínculos de la escuela con el
gobierno y la empresa privada” (Arroyo, 1975, p.412).
Los folletos políticos de la Escuela Nacional de Economía a principios de los
años setenta cuestionaban la noción de la ciencia económica como especialización
neutral , en general , y la formación de economistas como burócatras gubernamentales ,
en particular. El énfasis creciente en la ciencia económica como técnica puso a los
economistas al servicio de un sistema autoritario injusto, en el mejor de los casos, estos
tecnócratas eran hipócritas:
El economista representa la variedad mas endeble del burócrata... y
denuncia en estudios muy profundos fenómenos tales como la penetración imperialista
o la criminal distribución de los ingresos, ninguno de los cuales...Le estorba para
recibir un salario fabuloso, a cambio de trabajar sin descanso para un régimen que es
el origen de tal estado de cosas (Rico galán, 1972 p.69).
En el peor de los casos, la ciencia económica como se enseñaba en la
Escuela Nacional de Economía era una “apología del capitalismos… al servicio de la
clase dominante” (Martínez; ortega y Molina, 1972). En este sentido, la tecnificación de
la ciencia económica en la UNAM creo una mascara de neutralidad que disimulaba una
función profundamente ideológica: la defensa del statu quo. La tecnocracia mexicana se
presentaba a si mismo como neutral, pero en realidad era la “expresión ideológica del
autoritarismo” (comisión coordinadora del foro, 1974).
Por consiguiente, el movimiento criticaba el papel de la escuela en la propagación de la
tecnocracia al servicio de un estado injusto y autoritario. En cambio el movimiento
proponía una ciencia económica explícitamente política que abandonara la pretensión
de neutralidad no partidista.
173
La enseñanza de la ciencia económica en la UNAM debe orientarse hacia la
crítica del sistema y de la situación actual del país. No puede haber una postura neutral
al respecto. O bien tenemos planes y programas que contengan enseñanza apologética
que justifique el orden social existente o bien decimos orientarla hacia la comprensión
científica de los fenómenos socioeconómicos de nuestro país (grupo síntesis 1973, p.7).
El movimiento abogaba por “… programas de estudios que pongan a los
profesionales al servicio de las masas… esto representa no solo la conquista de la
reivindicación estudiantil, sino también la de los trabajadores y campesinos” (Rico
Galán, 1972, p.12). El objetivo del nuevo programa de estudios era capacitar “mujeres y
hombres capaces de enfrentar, con actitud critica, una sociedad nacional e internacional
cuyo desarrollo se sustenta en la explotación” (Arroyo, 1075, p,.413). El movimiento
también defendía la participación de los estudiantes en las luchas populares, la
“democratización de la enseñanza” y la vinculación de disciplinas aparentemente
“neutrales” como las matemáticas y la estadística con cursos mas políticos (grupo
síntesis 1973, pp. 1,6 brigada “miguel eneriquez2, 1974 p.1).
Paradójicamente, fue precisamente a través de la defensa de la causa de las
masas como los economistas pudieron volverse “científicos” y objetivos: el marco
teórico marxista del movimiento tuvo la virtud de liberar a sus partidarios de la
apariencia de subjetividad al afirmar que era la expresión teórica de inexorables
procesos históricos. Como explicaba un folleto, la transformación de la economía en la
UNAM tenía el propósito de producir economistas “entrenados en el estudio científico
como base de transformación social y en la práctica revolucionaria como el único medio
de alcanzarla” (Martínez, Ortega y Molina, 1972). Otro volante publicado durante los
debates sobre cambios en el programa de economía defendía de manera similar la
enseñanza de la ciencia económica orientada “hacia la comprensión científica de los
fenómenos socioeconómicos de nuestro país (Grupo Síntesis, 1973, p.7).
En 1976 se inicio un nuevo programa de estudios basado en estas propuestas, ese
mismo año la Escuela Nacional de Economía tenían que llevar siete semestres de
174
“economía política”, cursos esencialmente marxistas que incluían el estudio de temas
como valor y plusvalía, las relaciones sociales de producción, imperialismo y economía
socialista. La serie de economía política contenía una gran cantidad de material que
fácilmente podía haberte enseñado en un curso de sociología o ciencia política; en
realidad, el nuevo programa por lo general tomó mucho prestado de otras disciplinas de
ciencias sociales, un resultado deliberado de la defensa del movimiento
de una
enseñanza de la ciencia económica que fuera “integrada con la de las ciencias sociales
en general” (facultad, 1986, p.11).
Al igual que los cursos de economía política, los cursos requeridos de
historia e historia económica tenían un fuerte contenido marxista e incluían temas como
materialismo histórico, revoluciones democrático-burguesas y revoluciones socialistas
del siglo XX. Otros cursos requeridos con importante contenido marxista incluyan
introducción a la economía en el primer semestre y dos cursos de sociología y política
en el segundo y tercer semestres (Facultad, 1986, pp. 12-32). Con este nuevo programa,
se suponía que os alumnos vincularan el aprendizaje en el aula con contextos reales y
luchas populares y que llevaran a cabo investigaciones de campo en fábricas y en el
medio rural (entrevista con Moguer Viveros, 18 de septiembre de 1996).
Las empresas, el bando de México Y la americanización del ITAM
Las políticas de Echeverría y en menos grado los de López Portillo fueron
diseñadas para resolver una crisis de legitimidad ocasionada por la izquierda. Mientras
se mejoraban satisfactoriamente estos problemas de
legitimidad, dichas políticas
contribuyeron al mismo tiempo a una ruptura de la legitimidad de la derecha, tanto con
respecto al sector privado como con respecto a facciones más conservadoras dentro del
gobierno mexicano. El desacuerdo creciente respecto a las políticas sociales y
económicas estableció condiciones sumamente favorables para que el ITAM regresara a
sus raíces del laissez-faire y se convirtiera en un bastión del apresamiento económico
neoclásico al estilo estadounidense. El ímpetu principal de esa reforma al programa de
175
economía del ITAM no provino, sin embargo, de empresarios descontentos, sino del
banco central.
El populismo de Echeverría, como el de Cárdenas antes de el amenazaba al
sector privado con su exagerada retórica izquierdista y antiimperialista y el énfasis en la
“repartición” de los beneficios del desarrollo. La reforma fiscal obstaculizada de los
años setenta significo que dicha repartición fuera en realidad bastante limitada; las polit
Echeverría fueron financiadas más por prestamos externos que por impuestos sobre la
riqueza y las ganancias. A pesar de sus efectos redistributivos acotados, los gestos y
políticas populistas alejaron al sector privado y rompieron el consenso de la posguerra
entre las empresas y el gobierno. El intento de reforma fiscal no solo amenazaba con
dañar intereses privados, sino que también se llevaba a cabo sin la tradicional
“consulta” con los dirigentes del sector privado (Luna Ledesma, 1992, p. 42). Al igual
que Cárdenas, Echeverría alentó la apropiación de tierras y apoyo a los trabajadores en
contra de los patrones de las huelgas (LaBotz, 1995, p.59). En 1975, cuando fue
confrontado con las pruebas de que había “perdido la confianza” de la comunidad
empresarial, Echeverría replico belicosamente: “Prefiero estar con las grandes masas
de trabajadores y campesinos de México que con mis propios cautelosos colaboradores
y con los empresarios”(Luna Ledesma, 1992, p.45) . En respuesta a esas palabras y
hechos amenazantes, y bajo el liderazgo del grupo empresarial reunido en la
Confederación Patronal de la Republica
Mexicana(Coparmex) y las empresas de
Monterrey que lo apoyaban, las grandes empresas mexicanas se aliaron para formar el
Consejo Coordinador Empresarial (CCE); este poderoso grupo se convertiría mas tarde
en un importante defensor de la reducción de la injerencia estatal en la economía
(LaBotz, 1995, p.59, Luna Ledesma, 1992, p.45)
Sin embargo, la ruptura entre las empresas y el gobierno no fue la mas
importante que genero el populismo mexicano en los años setenta. De igual importancia
fueron los conflictos generados dentro del propio gobierno mexicano. La poderosa
Secretaria de Hacienda, siempre hacia la derecha del espectro político dentro de la
administración publica mexicana, no estaba de acuerdo con muchas de las políticas de
176
Echeverría que a menudo desafiaban la autonomía y autoridad de la Secretaria;
Echeverría se hizo famoso por declarar que la política económica se “ hacia en Los
Pinos”(la residencia presidencial). En 1973, el secretario de Hacienda Hugo B. Margain
renuncio y fue remplazado por José López Portillo, habría seis distintos secretarios de
Hacienda – en comparación con un solo secretario de Hacienda para los dos periodos
presidenciales anteriores--, un claro signo de la mala voluntad del ejecutivo para delegar
la autoridad de la elaboración de políticas económicas.
Estos conflictos entre presidentes populistas y la secretaria de hacienda
palidecen en comparación con los del banco central (Banco de México). A diferencia de
la Secretaria de Hacienda y de otras secretarias que solían estar sumamente politizadas
y sujetas a la rotación del personal de los niveles medio y superior, el Banco de México
tenía mucha mas estabilidad organizacional y autonomía institucional en términos de su
personal, por otra parte, antes de que fuera legalmente autónomo en 1993, el Banco de
México tenia la ultima palabra en materia de política monetaria, la cual tenia que ser
aprobada por la Secretaria de Hacienda. En un estudio internacional comparativo de
independencia de los bancos centrales, el banco central mexicano de los años ochenta
obtuvo una calificación de 0.36 en una escala de independencia legal del banco central
que iba de 0, el menos independiente, a 1, el mas independiente, lo que ponía a México
casi a la par con países como Malasia, Nigeria e India (Cukierman, 1992, p.381).
No obstante, la extensa literatura académica sobre la independencia de los
bancos centrales reconoce que la autonomía legal es solo un componente de la
independencia del banco central; otro factor importante es la autonomía de facto del
banco central para elegir a su propio personal libre de interferencia política, lo cual se
mide por la duración del ejercicio de los directores del banco central (cf. Cukierman,
1992; Eijffinger y De Haan ,1996). Así, aunque el Banco de México puede no haber
adquirido una independencia legal formal hasta 1993, durante los años del desarrollo
estabilizador (1995 a 1970) tenia garantizado extraoficialmente un importante grado de
autonomía, lo cual se reflejo en el ejercicio extraordinariamente largo de Rodrigo
177
Gómez como director del banco central desde 1952 hasta 1970 (Maxfield, 1997, pp.
94-98)
¿Por qué el gobierno mexicano le cedió voluntariamente autoridad al banco
central de esta manera, privándose a si mismo de la valiosa oportunidad de
autofinanciarse mediante el impuesto a la inflación? La respuesta de Maxfield(1990) es
que,
históricamente,
la
elaboración
de
políticas
mexicanas
estaba
desproporcionadamente influida por una coalición de banqueros privados y
formuladotes de políticas financieras. Otra respuesta, quizás mas obvia, es que como un
país en vías de desarrollo que comparte una frontera de 3200 kilómetros con Estados
Unidos, México estaba mas sujeto que otros países al riesgo de devaluación y fuga de
capital, ya que los controles del tipo de cambio eran mas o menos inútiles, una lección
que aprendieron bien los formulándoles de políticas con la devaluación y posterior
acuerdo de reserva con el FMI en 1954. En lugar de ser capaz de aplicar controles de
tipo de cambio, lo que la frontera con Estados Unidos hacia imposible, para el gobierno
mexicano tenia sentido hacer lo que fuera necesario para impedir la ilación y la
devaluación, inclusive garantizarle autonomía política al banco central.
Cuales quiera que fueran las razones ultimas para la autonomía de facto, no
de jure, del banco central, durante el Banco de México tuvo garantizada una buena
dosis de discrecionalidad para determinar la política monetaria, y la inflación era
correspondientemente baja. Sin embargo, con los gobiernos populistas de los años
setenta, el Banco vio pisoteado su estatus semi independiente por una presidencia
centralizada cada vez mas poderosa. Ambos presidentes, Echeverria y Lopez Portillo
estaban dispuestos a sacrificar la integridad del peso—cuya defensa era precisamente el
objetivo del banco—a favor de aumentar el gasto del gobierno y de las políticas
monetarias no ortodoxas. El director del banco, Gustavo Romero Kolbeck, duro solo
unos cuantos meses en el puesto antes de que fuera remplazado por el izquierdista no
ortodoxo Carlos Tello, que inmediatamente llevo a cabo la controversial
nacionalización de la banca de López Portillo – a la que se opusieron vehementemente
los banqueros centrales conservadores--. Como Mancera relataría mas tarde a la prensa
178
empresarial, “ renuncie por mi libre voluntad, pero al mismo tiempo fue
despedido”(Fuentes-Berain, 1993 p.15) La grafica 5.2 documenta la perdida de
autoridad del banco central en los años setenta y principios de los ochenta, la cual se
refleja en el drástico incremento en la tasa de inflación.
¿Cómo percibieron los banqueros centrales mexicanos esta intrusión del
gobierno en su autonomía y la manera en que se minaba la estabilidad monetaria?
Puesto que la discreción es la regla entre los administradores públicos mexicanos, un
investigador extranjero que puntea esta pregunta a un banquero central, o ex banquero
central, inevitablemente recibe respuestas cuidadosamente expresadas tales como
”Hubo problemas… con López Portillo, que designo como director a alguien que no era
un verdadero banquero central formal” (entrevista con Ghigliazza, 19 de julio de 1994).
Dejando de lado estos eufemismos, parece razonable suponer que los
conflictos entre la presidencia y el banco central durante los años setenta y principios de
los ochenta deben haber provocado que el personal del banco se alejara del gobierno al
mismo tiempo que estrechaba sus lazos con los banqueros centrales y los economistas
del extranjero. Durante los años setenta, los banqueros centrales mexicanos
descubrieron que tenían mas en común con los banqueros centrales y economistas de
otros países que con el gobierno mexicano, que promovía políticas antitéticas para la
estabilidad de precios.
El ITAM siempre había tenido una relación institucional especial con el
Banco de México por varias razones discutidas en capítulos anteriores, incluida la
ideología relativamente conservadora del banco y sus vínculos con los banqueros del
sector privado. Esta relación naturalmente se extendió y se hizo más sólida con el
tiempo: los graduados del ITAM fueron reclutados como funcionarios y enviados a
estudiar al extranjero; los funcionarios del banco se convirtieron en profesores y
administradores eminentes dentro del Departamento de Economía del ITAM. Por su
parte, el Banco de México estaba en gran armonía con las normas profesionales
internacionales y en los años setenta se sentía crecientemente amenazado por un
gobierno ideológicamente hostil que reducía su autonomía. Cuando el paradigma
179
económico internacional paso de keynesiano a neoclásico en los años sesenta y setenta,
los funcionarios del banco fueron los agentes primarios para transmitir estas nuevas
ideas económicas al programa de economía del ITAM. Fundado Y financiado por
grupos del sector privado que cada vez dudaban mas de la intervención del Estado, el
ITAM fue el terreno mas fértil de México donde estas ideas extranjeras pudieron echar
raíces y florecer.
El alejamiento del Banco de México del gobierno mexicano había estado
precedido por la separación del ancho de la cada vez mas radicalizada Escuela de
Economía de la UNAM, que a lo largo de los años sesenta se había convertido en un
ambiente aun mas hostil para los banqueros centrales. Fundado originalmente con
apoyo del banco central, muchos de los cuales usaron becas del banco para estudiar en
el extranjero. Una figura central de la dependencia creciente en relación con el ITAM
fue Leopoldo Solís, un graduado de la UNAM que estudio economía en la universidad
de Dale con una beca del banco y que posteriormente se convertiría en director del
Departamento de Estudios Económicos del Banco de México en 1964. Como profesor
taxi, Solís pudo reclutar a jóvenes estudiantes prometedores de economía para el banco
y mas tarde los envió al extranjero a estudiar con becas. Sin embargo, como banquero
central formado en Estados Unidos durante una era de crecimiento del radicalismo
estudiantil, Solís decidió enseñar en el ITAM y en El Colegio de México en lugar de en
la UNAM. Muchos de los protegidos de Solís serian mas tarde prominentes figuras
publicas, entre ellos Francisco Gil Díaz (graduado del ITAM), Miguel Mancera
(también graduado del ITAM) y el ex presidente Ernesto Zedillo (graduado del Instituto
Politécnico Nacional, IPN).
Otro prominente alumno del programa de becas del banco fue Gustavo
Preticioli, quien tenia allí un empleo mientras asistía al ITAM durante su primera
década de existencia. Al igual que Solís, Petricioli estudio economía en la Universidad
de Yale; también como Solís, regreso a dar clases a su alma mater mientras trabajaba de
tiempo completo como funcionario del banco central. Durante los primeros años de la
década de los sesenta, la progresiva improductividad del ITAM causaba preocupación
180
entre los que financiaban y dirigían la escuela; una propuesta para incrementar los
ingresos era convertirlo en una universidad católica en los términos de la mas rentable
Universidad Iberoamericana.
Petrricioli unió fuerzas con Miguel Mancera, otro funcionario del banco,
alumno y profesor del ITAM, y con Alberto Bailleres, hijo de uno de los fundadores del
Instituto, Raul bailleres, para convencer al Consejo Directivo de que el futuro de la
escuela estaba en volverse mas moderna e internacional y no en imitar el modelo
religioso privado; estos tres reformadores habían realizado estudios de postrado en
economía en el extranjero. Los cambios supervisados posteriormente por Petricioli
como director de la Escuela de Economía en 1965 fueron facilitados por la autonomía
recientemente otorgada al ITAM, que lo libero de la necesidad de obtener la aprobación
del gobierno para sus programas de estudios (entrevista con Petricioli, 3 de febrero de
1997).
El nuevo programa de economía establecido en 1965 que fue ligeramente
modificado después bajo el “plan integrado” de 1971, se diseño para parecerse a los
programas de economía internacionalmente prestigiosos, en particular los de Estados
Unidos. En contraste con el antiguo programa—con la tendencia opuesta de la
UNAM—la economía del ITAM no era tratada como una ciencia unida a otra
disciplinas; mas que una extensa adulación en historia económica, pensamiento
económico y otros campos diversos, los estudiantes del ITAM tendrían ahora una
enseñanza mas estricta y profunda en teoría económica. La expresión de las ideas
económicas a través de las matemáticas era una parte importante de esta nueva
economía mas económica: los estudiantes debían dominar “los elementos del análisis
económico, utilizando donde fuera posible el lenguaje matemático tanto en el nivel
macroeconómico como en el macroeconómico” (Boletín, 1970, p1).
Un cambio importante de gran alcance introducido con estas reformas
académicas fue el requisito de estudios de tiempo completo: de ahí en adelante el
programa solo aceptaría estudiantes que pudieran asistir a clases durante el día
(entrevista con Bassols Zaleta, 20 de marzo de 1996). Con el nuevo programa de
181
“tiempo completo” , los estudiantes tenían horas requeridas semanalmente de asistencia
a la biblioteca y los estudiantes de nivel superior eran reclutados como “tutores” que
imbatían seminarios y supervisaban laboratorios y horas de estudio, una innovación
copiada del sistema de la Universidad de Oxford(Sección, 1967, p.6). A diferencia del
programa de estudios anterior, que consistía en una mezcla de diferentes clases
semestrales, el programa de tiempo completo incluía cinco clases anuales mas
intensivas, de cinco horas por semana, a diferencia de las clases anteriores de dos o tres
horas semanales. Los estudiantes de economía también tenían que tomar dos años
completos de ingles y matemáticas, en contraste con el programa anterior. Y mientras
que el antiguo programa había requerido solo dos años de teoría económica, el nuevo
exigía tres. Entre las clases que se eliminaron para hacerle espacio a los nuevos cursos
obligatorios estaban geografía, económica, políticas demográficas, sociología y la teoría
económica y social del marxismo( ITM, 1951, pp 26-28; Escuela de Economía, 1965,
pp . 4-5).
El nuevo programa de economía del ITAM era sumamente riguroso: según
un graduado de la primera generación de estudiantes formados en el plan de tiempo
completo, de los 43 que ingresaron en 1965, solo doce se graduaron en 1969 (entrevista
con Bassols Zaleta, 20 de marzo de 1996). Para reducir las tasas de deserción, varios
años después de la introducción del plan de tiempo completo, el programa restringió su
admisión anual a 35 estudiantes, remplazando asi la selectividad a través del desgaste
con selectividad a través de los procedimientos de admisión ( Petricioli y Reynolds,
1967, p.37).
El requisito de estudiar tiempo completo también hizo que el programa ya
elitista de economía del ITAM fuera socialmente mas selectivo, ya que los estudiantes
sin acceso a recursos familiares sustanciales ya no podían trabajar tiempo completo para
financiar su educación : un estudio sobre la carrera de economía del ITAM en 1967
observo que debido a la colegiatura anual de 2 800 pesos y al requisito de estudiar
tiempo completo, la mayoría de los estudiantes provenían de familias de ingresos
medios o superiores” (Petricioli y Reynolds, 1967, p.37).
182
Por consiguiente, mientras que a principios de los años sesenta, la población
estudiantil de economía en la UNAM creció rápidamente, el ITAM experimento el
proceso opuesto: por ejemplo, mientras que había 152 estudiantes de economía en 1965,
en 1969 había solo 110 (Petricioli y Reynolds, 1967, p.28, ANUALES,1969). Un efecto
concomitante y seguramente deliberado de este proceso de “minificacion” –opuesto a la
“masificacion” de la Universidad Nacional –fue el incremento del valor de mercado de
un titulo de economía del ITAM: en el lenguaje de Collins (1979), mientras que las
credenciales de economía de la UNAM experimentaron “inflación” y, por consiguiente,
se hicieron mas valiosas en el mercado laboral. Sin embargo, durante los años setenta,
el programa de economía del ITAM empezó a expandirse rápidamente, llegando a
duplicar su población estudiantil en apenas unos cuantos años (ANUIES, 1977-1980).A
diferencia de la masificación de la UNAM, que fue motivada por consideraciones
políticas , la expansión de la economía del ITAM fue claramente motivada por la
expansión de las oportunidades de trabajo para su graduados ;estas oportunidades se
analizaran extensamente en el siguiente capitulo.
Después del plan de tiempos completo en 1965, la carrera de economía del
ITAM experimento una evolución teórica posterior importante. A finales de los años
sesenta existía una batalla ideológica entre “algunos profesores de la izquierda” y
“…otros que querían que la escuela fuera mas técnica”;mientras que el primer grupo
incluía profesores de diversas disciplinas, los economistas del ITAM estaban entre los
segundos. El grupo mas conservador gano aparentemente este debate, que llevo ala
renuncia del C.P Gomes Morfin como rector de la escuela en 1971; su rectoría fue
brevemente seguida por la de Antonio carrillo flores (1971-1972) y por la de Javier
Beristian (1972-1991) (“un Chicago boy…”, 1978, p.2). A principios del ejercicio de
Baristain (1973), un joven funcionario del banco de México llamado francisco Gil Díaz
se convirtió en director de economía del ITAM.
El profesor Gil Díaz se había graduado en el ITAM en 1966 y posterior
mente trabajado en el departamento de estudio económicos del banco de México con
ayuda de Leopoldo Solís , que había sido profesor de Gil Díaz de la ITAM a principios
183
de los años sesenta (entrevista con Solís, 6 de agosto de 1996 ). Financiada por una beca
del banco de México, Gil Díaz obtuvo un doctorado en economía en la universidad de
Chicago en 1970.
Su perspectiva de la escuela de Chicago vino a pernear al programa de
economía del ITEM
a través del reclutamiento de un número considerable de
graduados de Chicago ---en particular los que había trabajando en el banco de México y
la secretaria de hacienda ---para que dieran clases en el ITAM. La teoría monetaria
enseñada desde una perspectiva monetarista se convirtió en una de las áreas mas
fuertes de la carrera (entrevista con Espíndola, 15 de septiembre de 1996 y con Katz, 27
de marzo 1996). Gil Díaz también selecciono alumnos prometedores para
recomendarlos para estudios de posgrado en la universidad de Chicago y utilizo las
redes personales que había construido ahí para facilitar su admisión. Como señalo un
profesor del ITAM:
El ingreso de un graduado del ITEM en un programa de posgrado particular
puede tener un efecto de bola de nieve a través de relaciones tanto directas como
indirectas. Cartas de recomendación de un graduado de una escuela particular podrían
ser importante, pero especialmente debido a las relaciones personales desarrolladas
entre individuos. Así, por ejemplo, para un aspirante a la universidad de Chicago, una
carta de aceptación al programa (entrevista confidencial, 15 de septiembre de 1996).
Así, tal como el sistema de “profesores taxi” de la UNAM daba acceso a los
alumnos de economía alas redes personales necesarias para tener el empleo en el sector
publico, las relaciones estudiante-profesor en el ITAM daban a sus alumnos una ventaja
especial para obtener la admisión a posgrado de economía en el extranjero. El
financiamiento de una educación de posgrado en el extranjero era menos problemática
en los años setenta, de abundancia y libre gasto que en las décadas anteriores; en lugar
de tener que esperar a entrenar en el banco central con la esperanza de recibir una beca,
los estudiantes del ITEM podrían ahora ir directamente a una escuela de posgrado
financiados por becas de CONACYT. Mientras que los becarios de otras universidades
184
seleccionaban diversas opciones para su estudios de posgrado en el extranjero , los
estudiantes del ITAM en los añas setenta mostraban una marcada preferencia por la
economía del escuela de Chicago. El cuadro 5.2 muestra que, después de 1971, Chicago
era el destino más importante de los graduados del ITAM que estudiaban economía en
el extranjero, lo que representaba el 20% de los que elegían esa formación. Este sesgo
hacia Chicago fue mucho mas pronunciado a finales de los años setenta, cuando Gil
Díaz fue director del programa de economía del ITAM; en 1978, un profesor de
economía del ITAM observo que había siete u ocho graduados estudiando en la
universidad de Chicago, y los graduados del ITAM constituían casi la totalidad de los
mexicanos que estudiaban ahí (“un Chicago boy “,1978,p.2).El segundo grupo mas
grande de este periodo estudiaba en el MIT, aparentemente como resultado del ejercicio
de pedro aspe ,un graduado del MIT, como director del departamento de economía de
1978ª 1982.
En resumen, durante los años sesenta y setenta, el programa de economía
del ITAM se americanizo por completo. Los datos surgieron abrumadoramente que la
fuente de esta americanización no fueron los empresarios que financiaron la institución
y se sentaron en su consejo directivo sino los mexicanos del banco central. El banco de
México constituyo una “subclientela” profesional dentro del estado de México que
proporciono recursos al ITAM suministrándole profesores y contratando a sus
graduados.
Cuadre v.2
Graduados de economía del ITAM, universidades de prestigio
A las que asistían a hacer estudios de posgrados en economía
En el extranjero, fecha de graduación 1971-1996
________________________________________________________
Universidad
numero de estudiantes
185
________________________________________________________
Universidad de Chicago
20
MIT
7
London school of economics
5
Yale
5
Harvaed
Cambridge
Columbia
University of London
4
3
3
15 La escasez relativa de financiamiento en los años ochenta y noventa
,según uno de los profesores del ITAM entrevistados ,había llevado recientemente a
patrones mas diversos de estudio de postgrado en economía , cuando los estudiantes se
vieron a asistir a programas sobre la base de la disponibilidad de becas en el lugar de
solo la admisión :con resultado ,ha habido un aumento reciente en la proporción de
economistas mexicanos que eligen estudiar en Inglaterra , con un programa de becas
que se ofrece a través del consulado británico (entrevista con espinoso,15 de
septiembre de1996).
Los nuevos modelos extranjeros se transmitieron al ITAM en los años
sesenta y sesenta principalmente a través del banco. Y mientras que este proporcionaba
el punto de organizacional que trabajo las nuevas tendencias teóricas internacionales en
la ciencia economía, mexicana, ITAM ofreció un terreno institucional fértil en el que
estas teorías pudieron prosperar y difundirse.
El patrocinio del banco a la ciencia económica americanizada tuvo sentido en el
contexto del divorcio fina entre el banco y el programa de economía, siempre con cierta
tendencia izquierdista, de la UNAM, el cual hizo aun mas radical en los añas sesenta y
setenta. También tuvo sentido para el banco patrocinar la americanización de un
186
programa de economía mexicano en una época en la que había un creciente alejamiento
entre el banco central y el estado mexicano, y en la que la ciencia económica
estadounidense se hizo menos estadista. Irónicamente, la declaración de nixon ----“ahora todos somos keynesianos”----se dio precisamente en una época en la que el
péndulo de la ciencia económica estadounidense se estaba motivando en dirección
opuesta (Krugman, 1994, p.15). La teoría de las expectativas racionas y el
monetarismo---los dos veían con horror la ingerencia del gobierno central de la política
monetaria ----estaba en pleno apogeo y la universidad de Chicago se estaba
convirtiendo en la fuente mas protegidas de ganadores de premias novel. Si la ortodoxia
económica dominante en las principales universidades estado anídense se hubiera
páreselo a la de Cambridge, el alma mater de los desarrollistas de izquierda del libre
gasto de México durante los años setenta , es poco probable que la americanización de
la economía del ITAM les hubiera parecido un proyecto tan atractivo a los funcionarios
del banco central. Sin embargo tal, como estaban las cosas , el proyecto de los
banqueros centrales para aumentar la calidad de los graduados en economía en México
coincidió muy bien con el surgimiento de una doctrina particularmente a fin de los
estados unidos..
Si los empresarios que financiaron al ITAM no hubieran sido responsables de que
la escuela se hubiera centrado en la de Chicago en los años setenta , y sin duda se
hubieran opuesto a ella, sobre todo en un momento en la que la intervención del
gobierno empezaba a parecer una amenaza en el lugar de una bendición para los
intereses empresariales. El papel del ITAM como receptáculo afín----mas que un
promotor activo ---de las ideas económicas neoclásicas reflejaba un proceso
notoriamente similar al que ocurrió en la universidad católica de chile en los años
cincuenta y sesenta , la cual “presentaba una vacante en el campo (de la ciencia
económica)…”según Valdez (1995),los funcionarios de la universidad católica había
estado “muy interesados en establecer un departamento de estudios económico que
pudieran ser competitivos y capaz de servir ala clase empresarial. Sin embargo , la
187
capacidad de la universidad para resistir o seleccionar los contenidos del mensaje
transferido ,virtualmente ,no existió(pp.49-50).
El hecho aparentemente insignificante de que la ciencia económica
neoclásica en México echara raíces en una universidad privada se hace mas
significativo si consideramos la oposición
hipotética que cualquier esfuerzo para
realizar u programa como se había encontrado en la UNAM: la fuerza de la tradición
revolucionaria , la influenza del profesorado izquierdista el poder del movimiento
estudiantil por no decir oposición de los bancarios intervencionistas del gobierno ,todo
esto hubiera cortado de raíz cualquier esfuerzo de este tipo. Por supuesto para convertir
en centro de ideas económicas extranjeras, no vas que una universidad sea privada: la
falta de resistencia debe combinarse con medio de transmisión. En caso especialmente
revelador al respecto es departamento de economía del instituto tecnológico de
Monterrey, que careció de las relaciones internacionales ITAM con el banco de México.
Incluso hoy en día, el programa de economía del tecnológico de monterrey esta mucho
menos orientado hacia la teoría neoclásica abstracta y mucho menos a las habilidades
empresariales practicas ;los cursos obligatorios en 1996 incluían varios de contabilidad
e incluso uno de ”liderazgo”. A pesar de esta diferencias se puede afirmar que los
programas privados de economía en México han tenido históricamente a ser mas
internacionalizados y menos izquierdista que los programas de economía de las
universidades publicas, una tendencia que continua hasta el presente.
Conclusión
Aunque la ruptura mas profunda con los recuerdos políticos, sociales y
económicos anteriores no ocurría hasta por lo menos una década después, durante los
años setenta, el milagro mexicano empezó a decaer. Mientras que estudiantes radicales
cuestionaban la justicia de un sistema que promovía el crecimiento económico a costo
de desigualdad, marginación y exclusión política crecientes, dos presidentes sucesivos
188
buscaron resolver los problemas de la disminución de la legitimidad y una economía
laxa a trabes de deudas para financiar el gasto y otra medida populistas. Aunque la
crisis de la legitimidad de la izquierda mejoro algo, este nuevo intervencionismo trabajo
conflictos con la empresa y entre distintas ramas del gobierno mexicano.
La crisis económica, política y social provoco cambio en las instituciones
educativas responsables de capacitar a los economistas del sector público. Mientas que
el consejo keynesiano de los años cincuenta género programas de economía
intervencionistas extraordinariamente similares al de la UNAM, financiada por el
estado, y el privado ITAM los años setenta fueron testigos de una divergencia radical.
Sin embardo, los sucesos reales que causaron esta divergencia desafían las
explicaciones faciales basadas en los grupos de interés. La UNAM no se radicalizo
debido a las masas que había sufrido durante mucho tiempo ni debido al estado
populista, sino mas bien a causa
de un movimiento de estudiantes relativamente
previligiados; el ITAM no se “neoliberalizo” debido a que grupos molestos del sector
privado, sino a causa de banqueros centrales formados en el extranjero que internaban
recrear su Visio internacional de un programa de calidad en economía durante una
época de graves amenazas a la autonomía del banco central. Por consiguiente , y a
diferencia de la primera escisión de la ciencia económica mexicana en los años cuarenta
, la divergencia de los años setenta no fueron reflejos directos de los desacuerdos entre
el estado y el sector privado , sino el resultado de un conjunto de factores institucionales
o estructurales mas diversos y complejos.
Aunque la transformación respectiva de los programas de economía de la
UNAM y del ITAM en los años sesenta y setenta
completamente
los lanzaron en direcciones
opuestas , su evoluciones respectivas fueron
, en ambos casos ,
provocado por conflictos sociales, conflictos que, a finales de cuenta, se arraigaron en
los desacuerdos sobre como tratar el colapso del desarrollismo mexicano. Esto cambio
tuvieron consecuencia directas y divergentes para los futuros profesionales de ambos
programas. En la siguiente capitulo se explorara la naturaleza de estas consecuencias.
189
Pag 192
----------------------------------------------------------------------------------------------------Pag 193
VI. LA UNAM Y EL ITAM DESPUES DE 1970
DURANTE LOS AÑOS SETENTA un vociferante movimiento estudiantil
defendía la adopción del socialismo para resolver las contradicciones del proceso
sumamente desigual del desarrollo económico de México. Mientras que el programa de
economía de la UNAM se fue radicalizado a causa del movimiento y sus partidarios, se
presto muy poca atención al ITAM, una escuela nocturna relativamente oscura de
economía que calladamente se ababa reconstruyendo como bastión del pensamiento
estadounidense y de la escuela de Chicago. Finalmente, el ITAM represento el futuro de
la ciencia económica mexicana.
A diferencia del consenso paradigmático del periodo de la posguerra,
después de los 1970 hubo una marcada divergencia entre los programas de economía de
la UNAM y del ITAM, en términos de teoría, método y posibilidades de empleo. Dos
factores históricos de destacan como la causa de esta divergencia, uno interno y otro,
internacional. El primero fue el “fracaso” del desarrollismo mexicano analizado en el
capitulo anterior, que termino con el consejo político que previamente había facilitado
la convergencia de los dos programas. El segundo fue más incremental y difícil de
medir, pero igualmente importante para el destino de los dos programas de economía: a
saber, los cambios de la posguerra en los estándares económicos que dieron origen a
una disciplina más cuantitativa, teórica y neoclásica.
Cuando los estándares internacionales cambiaron, el ITAM cambio con ello. Mientras
tanto, el movimiento estudiantil impulsaba el programa de la UNAM en una trayectoria
completamente opuesta. Así , mientras que el ITAM evolucionaba para convertirse en
190
uno de los dos programas de economía mas americanizado fuera de los estados unidos ,
la UNAM se divorciaba cada vez mas de la normas internacionales.
LOS CAMBIOS DE LA POSGUERRA EN LA PROFESIÓN
ECONÓMICA
A lo largo de su historia, la ciencia económica mexica estuvo muy influida
por los modelos internacionales de experiencia económica. La misma idea de la
fundación de un programa de economía en la UNAM en 1929 estuvo inspirada por los
viajes al extranjero y las lecturas de los funcionarios mexicanos que trabajaban en los
ministerios gubernamentales, organizaciones como la Secretaria de Hacienda y el banco
centran que habían sido moldeada a imagen de sus contrapartes extranjeras prexistentes.
Los graduados en economía de la UNAM rara vez citaban teorías nativas en sus tesis,
sino que extraían mas bien sus ideas de Marx, Keynes, Smith y de muchos otros autores
extranjeros. En pocas palabras, en el nivel más general, la economía mexicana ilustra la
teoría cultural universal, que postila que los Estados-nación constituyen un campo
organizacional que comparte una cultura común, lo que los lleva a imitarse unos a otros
y volverse mas parecidos con el tiempo.
Por otra parte, la historia de la ciencia económica mexicana también muestra
que no existía un modelo de ciencia monolítica y totalmente determinante hacia el cual
pudiera convergir la profesión. En cambio, existía una variedad de interpretaciones
posibles de modelos internacionales de experiencia económica, y las diferentes
clientelas mexicanas estaban propensas a apoyar diferentes modelos de profesiones. En
los años treinta, el Estado mexicano estaba dispuesto a fomentar una profesión con
matices populistas e incluso socialistas; el sector privado mexicano enfáticamente no
estaba dispuesto a apoyar una profesión así, y participo en la fundación del programa de
economía del ITAM para que compitiera con el de la UNAM.
La diversidad de “interpretaciones” de la ciencia económica en México
durante estas primeras décadas se facilito sin duda por el nivel heterogéneo de la
191
profesión en esa época: durante las primeras décadas del programa de la UNAM, la
ciencia económica era una disciplina más plural de lo que es hoy, sin una ortodoxia
única claramente definida. Tampoco la ciencia económica estaba dominada por las
ideas que emanaban de una sola nación:
Varias escuelas de pensamiento florecieron en distintas naciones, tales como
la escuela de Estocolmo, en Suecia, y la escuela de Oslo, en Noruega (Sandelin y
veiderpass, 1996). Los economistas mexicanos y los funcionarios públicos fueron
consientes de que la ciencia económica de la UNAM era muy distinta en los años treinta
a la disciplina que se enseñaba en la universidades prestigiosas de Inglaterra o Estados
Unidos. Sin embargo, aun en Estados Unidos, la ciencia económica en los años treinta
era una disciplina relativamente ecuménica en la que coexistían varios métodos y
modelos (Yonay, 1998; Blackhouse, 1998). En Estados Unidos, la escuela
institucionalista fue la rival más visible de la ciencia económica neoclásica. Los
institucionalistas destacaban la investigación empírica aplicada y la naturaleza variable
de las instituciones económicas (Yonay, 1998, p.52).
En resumen, durante los años treinta, las normas internacionales en las que
se inspiraba la UNAM constituían un paquete mixto. Sin embargo en transcurso de los
años de la posguerra, este panorama plural empezó a cambiar y la disciplina económica
convergió hacia un modelo mas uniforme en por los menos dos aspectos. El primero fue
el surgimiento de un solo país-Estados Unidos-como líder mundial en el campo de la
economía (Coats, ed. ,1996). Aunque no se habían borrado por completo las diferencias
nacionales, la ciencia económica como se enseñaba en Estados Unidos vino a
“constituir la norma” para la disciplina en muchos países. Esta americanización de la
ciencias económica en posguerra se analizara extensamente en el capitulo Vlll.
La segunda manera en que los modelos internacionales de experiencia
económica se volvieron más uniformes fue que al interior de la disciplina-localizado
cada vez mas en las universidades de elite de los Estados Unidos- existía una
convergencia hacia un conjunto de tópicos y técnicas. Varios estudios recientes
proporcionan pruebas convincentes de que la gran transición en
192
En realidad, dos economistas formados en el extranjero que estudiaron en la
Swarthmore y en la London School of economics recuerdan la Escuela de economía de
la UNAM como un lugar algo desagradable para dar clases (entrevistas con Sáenz, 6 de
octubre de 1995; con Urquidi, 19 de septiembre de 1995).
La ciencia económica estadounidense alrededor de mediados del siglo XX
no fue—como comúnmente se cree—la aparición del keynesianismo. Más importante,
en cambio fue el paso de una disciplina plural, en la que se consideraba
intelectualmente valido que existieran varias escuelas y métodos rivales, a una
ortodoxia mas uniforme de teoría y método (Yonay, 1998; Morgan y Rutherford, eds.,
1998; Backhouse, 1998, Goodwin, 1998).Basada en los modelos formalizados de
análisis marginales y en las suposiciones de maximización de la utilidad racional, la
versión de ciencia económica, a la que llama “economía matemática” , que era mucho
mas técnica y cuantificada que la “anticuada economía neoclásica” (pp.184-185).
Durante el periodo de la posguerra, la ciencia económica estadounidense se
volvió mas matemática tanto en términos de modelos teóricos formales como en la
aplicación empírica practica. En el nivel teórico formales que hoy se ha convertido en
norma en las clases introductorias de microeconomía. En el nivel empírico había un
incremento en el uso de la econometría o análisis estadístico de datos económicos, que
hacia uso de medidas sumarias relativamente sofisticadas, tales como desviaciones
estándar y coeficientes de regresión. Estas medidas no eran nuevas en si, pero las
fuentes siempre crecientes de datos, así como los medios computacionales que hacían
mucho más conveniente el análisis de este tipo de datos, fueron ampliando su
aplicación.
Backhouse (1998), que estudio una muestra de artículos publicados en
American Economics Review, Journal of Political Economy y Quarterly Journal of
Economics desde 1920 hasta 1960, identifica y mide las características definitorias de la
transformación de la ciencia económica estadounidense en la posguerra. Primero, estos
datos documentan la disminución progresiva en el porcentaje de artículos empíricos no
teóricos, de mas de 50% a menos de 30% Al mismo tiempo, había un incremento en la
193
cantidad de artículos que eran teóricos, o bien empleaban teoría económica formal, de
aproximadamente de 15 a alrededor de 45%. Los artículos que utilizaban algún tipo de
matemáticas, excluyendo técnicas estadísticas, aumentó de 0% en 1920 a 40% en 1960.
Además del uso de modelos matemáticos formales, el análisis econométrico de los
datos se convirtió en una característica común de los artículos de la ciencia económica
estadounidense; asimismo, gradualmente sustituyeron los cuadros de datos descriptivos
que habían prevalecido en el periodo anterior. El análisis de regresión empezó a
utilizarse extensamente como una herramienta para la investigación empírica en los
años cincuenta (Backhouse, 1998, p. 105).
¿Porque los departamentos de economía estadounidenses de la posguerra
resultaron un terreno fértil para el surgimiento de la economía cuantitativa neoclásica?
Goowin (1998) señala que las universidades, el gobierno y el sector privado
desempeñaron un papel en el fomento de una nueva economía neoclásica matemática en
los Estados Unidos. Uno de los efectos del macartismo en las universidades, el gobierno
y el sector privado desempeñaron un papel en el fomento de una nueva economía
neoclásica matemática en los Estados Unidos. Uno de los efectos del macartismo en las
universidades estadounidenses fue que los economistas buscaron refugio en una ciencia
económica sumamente cuantificada en una época en que incluso los keynesianos eran
considerados sospechosos por la clase gobernante derechista estadounidense. El
gobierno también desempeño un papel progresivo en la tecnificación de la ciencia
económica estadounidense, no solo a través del empleo bien conocido de economistas
para trabajar bajo gobiernos keyenesianos, sino también a través de su política de
contratar economistas académicos durante la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, el
sector privado, junto con las organizaciones que lo apoyaban—como la Ford
Foundation y la Cowles Commission--, ayudo a promover una disciplina más técnica,
que seria mayor utilidad para las empresas que las variantes anteriores. Las empresas
estadounidenses también apoyaron a economistas cuyas ideas eran afines a las del
sistema de libre empresa, como el núcleo del grupo que se convertiría en la Escuela de
Chicago (Goodwin, 1998, p.70).
194
Otro factor importante en la cuantificación de la ciencia económica
estadounidense en la posguerra fue indudablemente la creciente disponibilidad de
computadoras como herramientas para el análisis econométrico. Las computadoras
permitieron a los usuarios realizar cálculos más complejos con conjuntos más grandes
de datos, sin tener que pasar horas prohibitivamente largas haciendo cálculos con papel
y lápiz. Los economistas que trabajaban en las universidades estadounidenses tenían
más posibilidades de tener acceso a estas computadoras—grandes, lentas y
extremadamente caras—que los economistas que trabajan en universidades europeas,
por que hacia finales de los años cincuenta Estados Unidos se había convertido en el
líder mundial en tecnología de computo(Ceruzzi, 1998, p. 11).Esta supremacía
estadounidense en computación estaba fuertemente relacionada con el gasto militar de
la Guerra Fría, que proporciono los recursos para la extensa investigación inicial que
seria usada mas tarde para aplicaciones no militares. Por consiguiente, como resultado
indirecto de la Guerra Fría, los economistas estadounidenses tenían una “ventaja
comparativa” tecnológica en la investigación econométrica.
En resumen, durante el periodo de la posguerra, la ciencia económica
estadounidense se volvió más matemática, más teórica y más neoclásica. Al mismo
tiempo. La practica estadounidense, “estableció la norma” para la ciencia económica en
otros países. Para algunos programas mexicanos de economía fue más fácil adecuarse a
estas nuevas normas internacionales, y emular programas que requerían pesadas dosis
de capacitación matemática y cuerpos estudiantiles relativamente apolíticos. Las
siguientes secciones muestran como les fue a la UNAM y al ITAM en este nuevo
ambiente.
PROGRAMAS DE ESTUDOS DIVERGENTES EN LA UNAM Y EN EL ITAM
En el capitulo V vimos como se rompió en los años sesenta el relativo consenso
social y político del periodo de la posguerra, creando un ambiente que propicio nuevas
tendencias en la UNAM y en el ITAM. Mientras que la carrera de economía de la
195
UNAM fue tomada y transformada por el movimiento estudiantil cada vez mas radical,
el programa del ITAM fue revivido y reformulado por varios a banqueros centrales
clave. Así, el “colapso” del desarrollismo a finales de los años sesenta y setenta revivió
la escisión histórica entre los programas de economía de la UNAM y del ITAM,
creando dos practicas disciplinarias separadas que hablaban diferentes lenguajes.
LA UNAM
Como parte del programa de pacificación política de Echeverría, se amplio
el financiamiento a las universidades publicas y las demandas de cambios curriculares
hechas por el movimiento estudiantil fueron aceptadas en muchos departamentos de las
universidades publicas, incluida la Escuela de Economía de la UNAM, que se convirtió
en Facultad de Economía con la adición de un programa de posgrado en 1976.La
radicalización de la ciencia económica de la UNAM en los años setenta fue
simplemente el ejemplo mejor conocido de procesos similares que ocurrieron en los
programas de economía de otras universidades publicas, señaladamente el instituto
Politécnico Nacional en la ciudad de México y algunas universidades publicas de
provincia.
Como resultado de historias similares de radicalización y reforma, el
profesorado y los estudiantes de los programas de estas universidades publicas
mantuvieron puntos de vista congruentes en una variedad de asuntos. Participantes de
diversos programas públicos asistían a reuniones periódicas en las que se afirmaba la
similitud fundamental de sus puntos de vista. Por ejemplo, en el Encuentro Nacional de
Escuelas de Economía y Centros de Investigación de 1976, los participantes acordaron
que el centro de la enseñanza en ciencia económica debe “en general estar determinado
por la estructura lógica de la teoría expresada en El capital de Carlos Marx”; en la
reunión participaron representantes de trece universidades distintas, entre ellas la
UNAM, el instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma de Sinaloa, la
Universidad
Autónoma
de
Zacatecas
y
la
Universidad
Autónoma
196
de
Puebla(“Encuentro…”, 1976pp. 1-2). Notoria fue la ausencia en este encuentro de los
representantes no solo del ITAM, sino también de otras importantes escuelas de
economía privadas, como la del Tecnológico de Monterrey, la Universidad
Iberoamericana y la Universidad Anáhuac; también estuvieron ausentes los
representantes de la Universidad Autónoma De Nuevo León, analizada en el capitulo lv.
La radicalización de la ciencia económica de la UNAM fue una tendencia que no se
revertirá hasta 1993, cuando se realizo un nuevo intento de hacer el programa más
práctico y técnico. Cual fue el resultado ultimo de la radicalización de la carrera de la
UNAM para los estudiantes y graduados? Llevo un curriculum saturado de marxismo y
teoría de la dependencia a la creación de una generación de economistas
revolucionarios?
Con base en la muestra de cincuenta tesis de licenciatura en economía de la
UNAM de 1976 y otras cincuenta tesis de 1994—véase cuadrado 6.1, así como los
cuadros completos de resultado en el Apéndice A--, parece que la radicalización tuvo
un efecto relativamente débil. Aun cuando un grupo nuclear de estudiantes adopto ideas
radicales en sus tesis, la mayoría se adhirió a la tradición seguida a lo largo de los años
de seleccionar un aspecto o problema concreto de la ciencia económica mexicana y
compilar copiosas estadísticas sobre este. Sin embargo, las tesis de la UNAM de 1976
difieren en por lo menos un aspecto importante de las sus contrapartes de los años
cincuenta, a saber era menos probable que contuvieran diagnósticos desarrollistas de
problemas económicos implícitos, como los defectos inherentes del capitalismo, y
también era menos probable que prescribieran la intervención del gobierno como
solución para estos problemas.
En otras palabras, el efecto mas visible de los cambios dentro del programa
de economía de la UNAM después de 1968—al menos en las tesis de licenciatura—fue
la disminución del desarrollismo y no el aumento del radicalismo per se. En 1958, los
ideales revolucionarios de la UNAM y las tendencias marxistas habían sido
perceptibles, pero el enfoque de las tesis había sido estatista y keynesiano, mas que
revolucionario y marxista: 1958, solo 6.25% de las tesis utilizaban el marxismo como
197
marco teórico central. En cambio, en las tesis de 1976, 4% expresaba aprobación por el
socialismo y el 2% desaprobación. En 1958, el socialismo ni siquiera se había
mencionado como alternativa posible. Otra muestra del aumento del radicalismo en las
tesis de la UNAM de 1976 es que incluyen una retórica antiimperialista, lo que ocurrió
en 12% de la tesis de 1976, en comparación con 6.25% de las tesis de los años
cincuenta.
Este número relativamente pequeño muestra, sin embargo, que los
agitadores revolucionarios eran minoría. Esto tiene sentido si suponemos que los
radicales era sobrepasados por mucho en numero por los estudiantes que se interesaban
mas en la movilidad social que en el cambio socialista. La enorme, expansión de la
UNAM en los años sesenta setenta puede haber ayudado a alimentar el movimiento
estudiantil véase en el capitulo V --, pero también trajo cohortes de estudiantes
que
eran los primeros en su familia en recibir una educación universitaria y para quienes
estudiar en la universidad era las siguientes secciones, al mismo tiempo que se expandía
el programa de economía de la UNAM, su eficacia como mía hacia un trabajo en el
gobierno y a la movilidad social había disminuido.
Karl Marx
Paul Baran
Raymond Barre
Friedrich Engels
Oswaldo Sunkel
Karl Marx
J.M. Keynes
Adam Smith
Rene Villarreal
F. Fajnzlyber
Milton Friedman
Autores más citados, UNAM 1976 y 1994
UNAM 1976, n= 50
(Tesis con citas teóricas=76%)
N
5
4
4
3
3
UNAM 1994, n = 50
(Tesis con citas teóricas= 58%)
9
5
4
4
3
3
%
10.0
8.0
8.0
6.0
6.0
18.0
10.0
8.0
8.0
6.0
6.0
198
A.Guillen Romo
David Ricardo
M.A. Rivera Ríos
3
3
3
6.0
6.0
6.0
Pág. 201
Faltan las paginas 202 a 209
Pág. 210
La nueva ciencia económica matemática: UNAM VS. ITAM
Si miramos retrospectivamente la historia del programa de economía del
ITAM, el cambio más sorprendente en el tiempo fue el impresionante incremento en el
nivel de complejidad metodológica entre finales de los años cincuenta y 1994. los
cuadros 6.6 y 6.7 muestran que, mientras que en 1956-1960 no hubo ninguna tesis de
economía del ITAM que utilizara métodos econométricos –en oposición al simple uso
de la estadística descriptiva,3 y solamente una tesis utilizaban métodos estadísticos
analíticos y casi tres cuartas partes modelos matemáticos; en 1995, estos números
habían aumentado todavía más. Por
consiguiente, el programa de economía
representaba finalmente los cambios en las normas profesionales internacionales hacia
un enfoque más cuantitativo y teórico; el ITAM se mantuvo en el “filo” de la ciencia
económica tal como se estaba practicando en Estados Unidos.
199
Cuadro V1.6
Tesis del ITAM que utilizan estadísticas, 1956-1960, 1974-1978 y 1994
1956-1960
1974-1978
N
(%)
N
(%)
N
(%)
13
(81.2)
18
(49.9)
13
(35.1)
econometría
0
(0)
23
(53.5)
22
(59.5)
Sin estadística
3
(18.8)
2
(4.6)
2
(5.4)
Total
16
(100)
43
(100)
37
(100)
Solo estadística descriptiva
1994
Descriptiva y econometría o solo
X2 = 18.1, <0.005.
3
La distribución entre estadística descriptiva y métodos econométricos puede resultar
ambigua; por ejemplo, el cálculo de una medida es directo y no requiere ningún análisis estadístico
mas allá de sumar una columna de cifras y dividirla entre “N”. Para evitar incluir esos cálculos
como “métodos econométricos”, considero que una tesis contiene métodos econométricos si utiliza
medidas sumarias de dispersión, bivariables se consideran “econométricas”, pero las medianas, no.
Cuadro V1.7
Tesis del ITAM que utilizan modelos matemáticos formales,
1956-1960, 1974-1978 y 1994
Usa modelos matemáticos formales
1956-1960
1974-1978
1994
N
(%)
N
(%)
N
(%)
1
(6.2)
32
(74.4)
35
(94.6)
15
(93.8)
11
(25.6)
2
(5.4)
16
(100)
43
(100)
37
(100)
No usa modelos matemáticos formales
Total
X2 = 42.7, <0.005.
200
El aumento en la complejidad matemática del programa impartido en el
ITAM a lo largo del tiempo, borró cualquier semejanza que hubiera tenido alguna vez
con el de la UNAM. La ciencia económica en la universidad se había iniciado como una
profesión al servicio de un Estado-nación, una de cuyas principales tareas había sido la
de empezar a recopilar datos cuantitativos para que se utilizaran en la aplicación de
nuevas técnicas, tales como el cálculo del ingreso nacional. La compilación y
presentación de estadísticas descriptivas había sido siempre una parte central del ritual
de escribir una tesis de economía en la UNAM. En los años treinta, esta práctica estuvo
de acuerdo con la corriente principal de la ciencia económica en los Estados Unidos.
Backhouse (1998) encontró que el formato típico de una revista estadounidense de
economía en los años veinte y treinta era la cobertura de un tema aplicado, como la
aplicación de las tarifas de ferrocarril durante cierto periodo, y la presentación de
copiosas estadísticas descriptivas sobre ese tema.
Esta presentación relativamente teórica de estadísticas descriptivas era una
de las pocas características de las tesis de a UNAM que permaneció constante en el
tiempo. El cuado 6.8 muestra que durante el cardenismo populista de los años treinta, el
tranquilo keynesianismo de los años cincuenta, o el radicalismo estudiantil de los años
setenta, las estadísticas descriptivas siguieron siendo una característica repetitiva de las
tesis de economía de la UNAM.
Con el tiempo, la presentación de esas estadísticas podía encontrarse con
seguridad en aproximadamente 85% de las tesis. La econometría, por el contrario,
estuvo notablemente ausente a lo largo de la historia de la UNAM: incluso a finales de
1994, solo 8% de las tesis utilizaron métodos econométricos. Por consiguiente, el
programa de economía de la UNAM se mantuvo inmóvil cuando las normas
internacionales se movieron en una nueva dirección. Como vimos al principio de este
capítulo, la ciencia económica estadounidense experimentó una revolución teórica y
metodológica durante el periodo de la posguerra, lo que cambiaría el rostro de la
201
disciplina. A mediados de los años setenta, el ITAM se había colocado en el filo de
estas tendencias; la UNAM, por el contrario, se fue rezagando cada vez más. La falta
de cambio en los métodos utilizados en la UNAM a lo largo del tiempo se ejemplifica
en los resultados insignificantes de los cuadros 6.8 y 6.9.
Cuadro V1.8
Tesis de la UNAM que utilizan estadísticas, 1934-1945, 1958,1976, 1994
1934-1945
Solo estadística descriptiva
Descriptiva y econometría o solo
econometría
Sin estadística
Total
X2 = 9.2, <0.05
1958
1976
1994
N
(%)
N
(%)
N
(%)
N
(%)
63
(84)
14
(87.5)
42
(84)
43
(86)
0
12
75
(0)
(16)
(100)
0
2
16
(0)
(12.5)
(100)
2
6
50
(4)
(12)
(100)
(4)
3
50
(8)
(6)
(100)
La creciente disparidad entre el programa de economía de la UNAM y las
tendencias y técnicas internacionales fue observada antes por varios economistas
mexicanos, en particular por quienes tenían fuertes lazos con el sector público. En 1968,
hubo una propuesta, apoyada por el economista formado en Stanford, David Ibarra –un
tecnócrata que más tarde se convertiría en ministro de Hacienda--, para inaugurar en la
UNAM un programa de economía más actualizado técnica y teocráticamente. Sin
embargo, la propuesta sugirió precisamente en el momento en que el movimiento
estudiantil empezaba a expresar sus críticas a los órdenes político, económico y social
de México, y se inclinaba, cada vez más, por el análisis marxista.
Cuadro V1.9
Tesis de la UNAM que utilizan modelos matemáticos formales,
1934-1945, 1958,1976, 1994
1934-1945
1958
1976
1994
202
N
(%)
N
(%)
N
(%)
N
(%)
7
No usa modelos matemáticos formales
68
Total
75
2
X = 5.8, <0.1
(9.3)
2
(12.5)
5
(10)
10
(20)
(90.7)
(100)
14
16
(87.5)
(100)
45
50
(90)
(100)
40
50
(80)
(100)
Usa modelos matemáticos formales
El movimiento estudiantil y sus partidarios dentro de la Escuela de
Economía criticaron la propuesta de Ibarra como reaccionaria (entrevistas con Ramírez,
15 de octubre de 1996 y con Ibarra, 5 de noviembre de 1995). La propuesta de Ibarra
fue derrotada y,
en su lugar, se puso en marcha la primera ronda de reformas
radicalizantes del programa de estudios de economía.
En realidad, las ideas de que la ciencia económica de la UNAM podía haber
sido reformada de acuerdo con las tendencias internacionales parecen inconcebibles.
Como vimos en el capitulo V, el movimiento estudiantil se oponía explícitamente a la
economía como una disciplina técnica orientada hacia la capacitación de funcionarios
de gobierno; después de todo, el gobierno era responsable de la masacre de Tlatelolco,
la represión del movimiento obrero e innumerables otras instancias de injusticia social y
política.4
Aún más importante, el movimiento tenía una fuerte inclinación
antiimperialista y habría estado totalmente en contra de adoptar una agenda teórica de
los Estados Unidos.
4
Además, como ha observado Mabry (1982), organizaciones estudiantiles poderosas
habían bloqueado los intentos para elevar las normas académicas dentro de la UNAM en varios
momentos de la historia mexicana e independientemente de las predilecciones políticas.
El cuerpo estudiantil altamente politizado y socialmente consiente que se
oponía a la tecnificación del programa de economía en la UNAM no tenia contraparte
en el ITAM. Esta
última era una escuela privada cara a la que asistían
desproporcionadamente estudiantes de grupos de más altos ingresos de México; la
conciencia de clase de los estudiantes del ITAM no
los predisponía hacia ideas
radicales. Si hubo algún estudiante que se opusiera al creciente rigor matemático del
203
programa en los años sesenta y setenta, no encontré registro de ello. Y aún más
imperante fue que el ITAM no compartía con la UNAM la responsabilidad de ser la
Universidad Nacional de México –una institución de educación superior así era,
inevitablemente, el foco de luchas políticas sobre el destino de la nación. Los datos
señalan que el gobierno de Echeverría pudo incluso haber utilizado deliberadamente a
la UNAM como válvula de escape para el descontento político; permitir que los
estudiantes se hicieran cargo de programas como el de la Escuela de Economía era una
alternativa menos costosa que tenerlos en las calles u organizando movimientos
guerrilleros en el campo. En cambio, los estudiantes políticamente molestos del ITAM
tranquilamente podían ser expulsados.
El clima político de la UNAM era la razón más importante de su fracaso
para ponerse en línea con las tendencias metodológicas internacionales. No obstante,
otro factor probable fue la falta de recursos. La buena capacitación estadística se
obtiene a un precio relativamente alto, por que los profesores potenciales con
competencia estadística suelen tener otras posibilidades de empleo. Como escuela
financiada por costosas colegiaturas privadas, el ITAM podía permitirse pagar los
salarios necesarios para atraer profesores competentes de metodología cuantitativa. En
la UNAM, las colegiaturas eran tan reducidas que su valor era meramente simbólico.
La universidad dependía por completo del financiamiento del gobierno federal,
financiamiento sujeto a los caprichos de la política y de la situación financiera del
gobierno. Incluso en las mejores épocas, los salarios de los profesores de tiempo
completo de economía apenas alcanzaban para mantener a una familia de clase media.
Durante las peores épocas, eran una miseria, y las peores épocas se volvieron más o
menos el estado de cosas permanentemente a partir de las crisis de la deuda de los años
ochenta, cuando la inflación devaluó los salarios de los profesores a una fracción
mínima con respecto a s valor anterior. Además, como uno de los programas más
radicalizaos del campus, la Facultad de Economía 5 no fue favorecida por los gobiernos
presidenciales neoliberales que supervisaron el presupuesto de la UNAM de 1982 en
204
adelante, a pesar de que el Presidente Salinas era un graduado de economía de la
UNAM.
En resumen, el declive del desarrollismo mexicano ocurrió no solo en el
nivel abstracto de las ideas, sino también en el nivel tangible de la transformación
institucional, tanto en la pública UNAM como en el privado ITAM. Hacia finales de los
años setenta parecía que el desarrollismo estaba siendo remplazado por los dos
extremos ideológicamente polarizados: el marxismo de la UNAM y la escuela
monetarista de Chicago en el ITAM. Sin embargo, un examen más minucioso de las
tesis de licenciatura de ambos programas a finales de los años setenta y mediados de los
noventa, revela que sus respectivas transformaciones institucionales fueron mucho más
sutiles. El marxismo y la teoría de la dependencia nunca desempeñaron el mismo papel
definitorio en la formación del pensamiento de los estudiantes de la UNAM como lo
hizo el desarrollismo con las generaciones anteriores. Al mismo tiempo, el enfoque de
la escuela de Chicago del ITAM fue finalmente diluido por otras perspectivas
estadounidenses. No obstante, estas evoluciones institucionales tendrían
grandes
repercusiones en las perspectivas profesionales de los graduados de economía tanto de
la UNAM como del ITAM.
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OPORTUNIDADES PROFESIONALES
PARA LOS ECONOMISTAS DE LA UNAM Y DEL ITAM
En los años cincuenta el ITAM era una escuela nocturna de la que
difícilmente alguien había escuchado hablar; los jóvenes mexicanos interesaros en
estudiar economía acudían por lo general a la UNAM. Sin embargo, en los años
setenta, las respectivas posiciones de ambas instituciones dentro de la profesión
empezaron a revertirse. El primero empezó a tener un éxito notorio, no sólo en el sector
205
privado, si no también dentro del gobierno mexicano. Por el contrario, el programa de la
universidad sufría un proceso progresivo de desprofesionalización, entendido no en el
sentido normativo que utilizamos en el lenguaje cotidiano –“su comportamiento ese día
fue poco profesional” –, sino como descripción de un hecho: los graduados de la
universidad ya no podían encontrar trabajo.
5
Con la incorporación de un programa de posgrado en 1976, la Escuela de Economía de
la UNAM se convirtió oficialmente en la Facultad de Economía.
El movimiento estudiantil de los años sesenta y setenta generó una red o
campo de departamentos de economía en las universidades públicas con perspectivas
similares sobre los temas y métodos adecuados de la investigación económica. Los
mejores graduados de las instituciones más prestigiosas, en particular los de la UNAM,
podían utilizar su capacitación para convertirse en profesores de carrera –una categoría
relativamente nueva en México, porque habían aumentado los recursos estatales para
las universidades públicas. Durante el periodo presidencial de Echeverría, los salarios
de los profesores de las universidades públicas se incrementaron entre 35% y 58%
6
y
hubo un crecimiento considerable de puestos académicos, en particular en ciencias
sociales (Zermeño, 1978, p.66; Lapi, 1980, p.141). Por primera vez en la historia de la
educación superior pública mexicana, hubo cantidades significativas de profesores de
tiempo completo en ciencias sociales y, entre ellos, estaban algunos de los dirigentes del
movimiento del 1968, a los que se les había otorgado amnistía durante los años sesenta
(Ayala, Blanco y Paz, 1978, p.33). Al mismo tiempo, se fundaron nuevas instituciones
de educación superior para aliviar la carga estudiantil excesiva de la UNAM. La
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)7 fue fundada en 1973 y, en 1974, se
fundo el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) con estudios de
posgrado para capacitar personal para la burocracia gubernamental en expansión.
Por desgracia, esas oportunidades para ser académicos de tiempo completo
en los departamentos de economía de las universidades públicas eran limitadas. La
206
mayoría de los graduados dependía de encontrar empleo en el sector público, donde las
oportunidades para ellos eran decrecientes. Tres factores contribuyeron al declive de la
ciencia económica de la UNAM –y de las de otras universidades públicas—en el
gobierno mexicano. Primero, la manifestación de los años sesenta disminuyó la eficacia
de los mecanismos de selección informales para reclutar estudiantes para puestos en el
sector público y devaluó las credenciales en el mercado laboral. Segundo, la
radicalización de los años setenta hizo que el empleo en el gobierno dejara de ser el
principal objetivo de los economistas universitarios y contribuyó a la desbandada de
“profesores taxi” capaces de encontrar puestos en el sector público para sus alumnos.
Tercero, y último, la necesidad creciente de la capacitación en el extranjero puso en
desventaja a los estudiantes de la universidad, porque eran menos capaces que sus
contrapartes del ITAM para conseguir su admisión en programas de economía en el
extranjero o para financiarlos.
La masificación de la carrera de economía en la UNAM ocurrió
principalmente entre 1951 y 1962 y entre 1970 y 1979, y no estuvo acompañada por un
incremento comparable en el número de profesores. Para 1978, había casi cinco mil
estudiantes inscritos en el programa de la universidad (ANUIES, 1979). Aunque
muchos observadores mexicanos sostienen que la expansión de las inscripciones
provocó un descenso en la calidad académica de las universidades públicas, no hay
estándares para medir ese descenso en la calidad a lo largo del tiempo. Más que evaluar
la calidad desprograma, quiero puntualizar que la producción de más graduados en un
sistema educativo –independientemente de cuán alta sea su calidad, también ocasiona
inevitablemente un fenómeno al que Collins (1979) llama “inflación de credenciales”.
Levy (1986) hace notar que esa manifestación en la educación latinoamericana en los
años sesenta y setenta causó una “crisis de credencialismo” en las universidades
publicas de América Latina, no sólo por el mero incremento en el número de títulos,
suficiente en sí mismo para cuasar la devaluación de las credenciales, sino también
porque una educación en una universidad publica ya no certificaba un estatus de elite
socioeconómica, ya que la masificación había abierto la educación superior a las clases
207
media y baja. El resultado fue un extenso éxodo clasista a las universidades privadas
(Levy, 1986, pp.46-47). En el área económica
en México, esta tendencia fue
exacerbada, sin duda, por la reputación de radicales de los programas públicos.
Además, la masificación también hizo mas difícil reclutar estudiantes para el
gobierno a través del sistema de “profesores taxi”, expuesto también en el capitulo IV.
Este sistema había funcionado particularmente bien en la Escuela Nacional de
Economía debido al tamaño de la matricula, que hacía relativamente fácil identificar los
estudiantes prometedores. Sin embargo, cuando la Escuela de Economía creció, los
reclutamientos informales resultaron más difíciles en un sistema donde los mecanismos
formales, como exámenes y requisitos de ingresos rigurosos, escaseaban.
Durante los años treinta y cuarenta, había sido relativamente probable que el
puñado de estudiantes que se graduaban como economistas de la UNAM obtuviera
prominentes posiciones en el sector público (Camp, 1980, p. 159). Para los años setenta,
sin embargo, no sólo fue estadísticamente menos probable que un graduado de ciencia
económica de la universidad obtuviera un trabajo en el gobierno, ya que la Escuela de
Economía creció más rápido que el sector público, lo que significó que hubiera menos
trabajos disponibles por graduado, sino que también se habían debilitado
sustancialmente los medios para seleccionar a los mejor calificados. Mientras que la
masificación disminuyó la eficacia del proceso de la selección en la UNAM y el valor
de sus credenciales, la radicalización disminuyó la utilidad del contenido del programa
para empleos en el sector publico. Durante las primeras décadas de la carrera de
economía, los estudiantes habían contemplado la perspectiva de empleo en el gobierno
con un cierto grado de idealismo revolucionario mexicano; una graduada de economía
de la UNAM de los años treinta, por ejemplo, recordaba que ella había estudiado para
ser una economista “al servicio de (su) país” (entrevista con Meyer L’Epèe, 15 julio de
1996). En cambio, durante los años setenta, la idea de que ser un economista
gubernamental era servir al pueblo mexicano casi había desaparecido. En palabras de un
graduado de los años setenta:
208
Cuando estaba estudiando, la gente que se iba a trabajar en el gobierno
travista muy negativamente. Nadie pensaba en esos términos, nadie pensaba acerca de
lo que iba a ser después de graduarse. Trabajar en el sector publico era considerada la
peor de todas las opciones (entrevista con Aguirre, 2 de abril de 1996.)
De acuerdo con este rechazo al objetivo de una carrera gubernamental, las
concesiones ganadas por el movimiento estudiantil en el programa de economía, desde
finales de los años setenta hasta mediados de los setenta, llevaron a la disminución
constante de su utilidad para el empleo en el sector público. Esto era lo opuesto a lo que
había ocurrido desde 1940 hasta 1968, cuando el programa de la universidad se hizo
cada vez más técnico. El fracaso para identificar problemas que la intervención
gubernamental podía resolver, así como la tendencia a abstenerse de prescribir la
solución, constituyen las pruebas de que, ya en 1976, la presión ejercida por el
movimiento estudiantil estaba teniendo el efecto buscado: el enfoque del programa ya
no era capacitar a funcionarios del gobierno y el vínculo entre la UNAM y la
tecnocracia económica mexicana se hizo mas tenue.
La desvinculación de los programas de estudios de las universidades
públicas con respecto al empleo en el gobierno fue notado con preocupación por los
miembros del Colegio Nacional de Economistas, la organización profesional oficial y
puente formal entre profesión y el gobierno mexicano. En 1078 en una asamblea del
Colegio Nacional de Economistas se discutieron las fallas de los programas de estudios
de la UNAM y los de otras instituciones públicas. Algunos participantes se quejaron del
dogmatismo de los programas que excluían las tendencias teóricas principales e incluso
a los autores marxista modernos (Ramírez Hernández, 1978, p. 12). Otros se quejaban
de que los graduados de la UNAM tenían una preparación deficiente en teoría
económica, matemáticas y técnicas de investigación y que carecían del dominio de una
lengua extranjera, “un instrumento indispensable para el estudio de los trabajos
actuales, y de gran utilidad en la vida profesional” (Fernández Lozano, 1978, pp. 2425).
209
Dos años después, una tesis de licenciatura en economía de la UNAM
documentaba y lamentaba de manera similar la irrelevancia del currículum para el
sector público (Mancilla López, 1980). Profundamente consciente de la buena fortuna
de las instituciones rivales, el autor comparó una lista de cursos obligatorios en la
universidad con los de los programas privados del ITAM, el tecnológico de Monterrey
y la Universidad Anahuac de la ciudad de México, y encontró graves carencias. Para
1976, los estudiantes de economía marxista, pero había sólo dos cursos obligatorios
dirigidos directamente a temas del sector público, finanzas públicas, teoría y política
monetarias, una “situación (que) coloca a la facultad de Economía en una notoria
desventaja respeto a las otras instituciones en que se cursa la licenciatura… “así como
respecto a programas anteriores de la propia universidad” (Mancilla López, 1980, p.
86).
“La radicalización no sólo afecto el contenido del material utilizado en las aulas, sino
que también saturó la atmósfera de la propia Facultad de Economía. Las paredes
estaban cubiertas con carteles revolucionarios y las huelgas y manifestaciones de los
estudiantes a menudo impedían las actividades normales. Profesores con puestos de
alto nivel en el gobierno eran desafiados abiertamente en clases por estudiantes que
los acusaban de ser agentes en el Estado autoritario. Estos profesores a los que, como
señaló una entrevistada, no les pagaban particularmente bien su tiempo, sino que más
bien enseñaban por su sentido de lealtad hacia su alma Mater, empezaron a abandonar
sus puestos docentes finales de los años sesenta y principios de los setenta, un éxodo
que, según algunos, se aceleró durante la presidencia de Echeverría, cuando muchos
graduados de tendencia izquierdista fueron colocados en puestos gubernamentales de
alto nivel” (entrevista con Cabral Bowling, 3 de octubre de 1996.)
El resultado fue una mayor debilidad del sistema de reclutamiento de los
profesores, taxi, ya disminuido por los efectos de masificación. Los funcionarios de
política económica que querían dar clases se dirigían cada vez más al ITAM y al
Colegio de México, si eran conservadoras, o al Centro de Investigación y Docencia
Económicas (CIDE), si eran más de izquierda. El CIDE se volvió importante en los
210
años setenta, porque era considerada una institución con ideología afín a los gobiernos
populistas de Echeverría y López Portillo; este centro se fundó durante el gobierno de
Echeverría con el propósito explicito de capacitar funcionarios para el sector público.
Entre los funcionarios que enseñaban en él estaban algunos de los tecnócratas
desarrollistas de izquierda que trabajaban en las administraciones presidenciales
populistas de los años setenta, como Javier Alejo y José de Otezya, y siguieron
posteriormente estudios de posgrado en economía en la Universidad de Cambridge,
Inglaterra. Tanto Alejo como de Oteyza eran graduados de la UNAM que, sin embargo,
eligió el CIDE más que la universidad como el lugar para reclutar aspirantes
funcionarios.
A diferencia del ITAM, la universidad no tiene una base de datos de las
trayectorias de sus graduados, que sería una tarea formidable, dada la gran cantidad de
graduados desde mediados de los años setenta. Sin embargo, todas las pruebas
disponibles sugieren firmemente que, a principios de esa década, la mayoría de los
graduados universitarios comunes y corrientes enfrentaban o bien el desempleo o
trabajos como burócratas gubernamentales de muy bajo nivel. Ya en 1973, una
publicación de economía de la universidad observaba “un abatimiento en el nivel de
sueldos” del graduado típico de la carrera, “que en muchas ocasiones de inicia como
auxiliar en la recopilación de estadísticas, permaneciendo en trabajos rutinarios de esta
índole debido en parte a su falta de preparación en áreas como la monetaria, la fiscal y
la estadística” (Yarza, 1973, p. 183). Varios años después un observador estadounidense
de la ciencia económica mexicana observaba los graduados de economía de las
universidades públicas se “encontraban con mayor frecuencia en los niveles salariales
más bajos y en los puestos técnicos de estos cuerpos públicos, en vez de entre los
formuladores de políticas”, a diferencia de los graduados del ITAM
y de otras
universidades privadas que se encontraban colocados en los rangos superiores de los
ministerios involucrados en la toma de decisiones (Labarge y Osborn, 1077, p.24).
Cuando el auge petrolero de los años setenta dio a paso la austeridad de los años
ochenta, el panorama laboral para los graduados en economía de las universidades
211
públicas se volvió aún más desolador. Durante los años setenta, el sector público se
había expandido, en parte, para proporcionar empleos a los graduados del sistema cada
vez mas masificado de las universidades públicas (Loret, 1994, p. 14). Pero en la
reducción del tamaño del gobierno en los años ochenta, estos graduados se encontraron
en aprietos cada vez más graves. Un economista mexicano lamentaba “la crisis” de la
ciencia económica universitaria:
Hoy (a principios de los años noventa), los graduados de la Facultad de
Economía de la UNAM no pueden encontrar trabajo. Nadie los quiere ni contratan
porque por desgracia no han sido entrenados para resolver problemas concretos, sino
más bien para predicar slogans izquierdistas populares. Por el contrario los graduados
de la ITAM tienen demanda en el mercado laboral especializado y obtienen, con
relativa facilidad, becas para sus estudios de posgrado en el MIT, la universidad de
Chicago y otras prestigiosas universidades de los Estados Unidos y Gran Bretaña
(Flores, s.f.).
Había, por supuesto importantes excepciones, las que hay en un programa
dedicado a producir cientos de graduados al año. Algunos estudiantes sobresalientes
obtenían empleo como académicos en las universidades públicas, otros cuantos se las
arreglaban para obtener becas para estudiar en el extranjero y después hacían carreras
exitosas en el gobierno: el ex presidente Carlos Salinas, graduado de economía de la
UNAM en 1971, y el actual director del banco central Guillermo Ortiz, graduado
también en economía en la UNAM en 1972, son los ejemplos más conocidos. Sin
embargo, es importante hacer notar que tanto salinas como Ortiz empezaron a estudiar
en la Universidad antes de la primera ronda de reformas radicalizantes de 1968 y, por
consiguiente, pudieron beneficiarse de la tutoría de funcionarios gubernamentales que
posteriormente dejaron de dar clases allí. Por ejemplo, el comité de tesis de Salinas en
la UNAM incluía a Jesús Silva Herzog Flores, que dejó de dar clases en la UNAM en
1969 y a David Ibarra, que dejó de dar clases en la universidad en 1970 (Camp. 1994).
Un estudio encargado por el Departamento de Economía de la UNAM en
1993 confirmó empíricamente lo que ya era el conocimiento común: los empleadores
212
potenciales no estaban interesados en contratar graduados de la universidad. Los 57
peladores encuestados, 88% del sector público y todos de la ciudad de México,
consideraban que la UNAM era demasiado marxista en su orientación técnica, pero l
oque más los preocupaba era el bajo nivel de conocimientos prácticos de sus graduados
(Consultores, 1993, p. 22). Por el contrario, la percepción de los empleadores era que
los mejores economistas provenían del ITAM, seguidos por los de la Universidad
Iberoamericana y los de la Universidad Anahuac, ambas con programas privados en la
ciudad de México (Consultores, 19993, p. 25)- Con el liderazgo del nuevo director, la
Facultad de Economía de la UNAM puso en marcha un cambio importante en su
programa en 1993, entre cuyos propósitos explícitos estaba el de incrementar la
capacidad de empleo de los graduados. Al término de este libro, todavía no estaba claro
si esos cambios habían incrementado la capacidad de mercado de un título de economía
de la Universidad.
EL ITAM
Mientras que el programa de economía de la UNAM estaba perdiendo
terreno profesionalmente, los graduados del ITAM teñían cada vez más éxito, tanto en
lo que respecta a su admisión en programas de posgrado en el extranjero como en el
mercado laboral. La mayoría de los graduados del instituto no seguían estudios de
posgrado y buscaban hacer carrera en el sector privado. Pero los que obtenían
posgrados en economía en el extranjero solían hacer carrera en la academia o en el
gobierno, donde se hicieron visibles y poderosos durante los años ochenta y noventa.
El Departamento de Economía del ITAM tenía “un currículum diseñado para
ser como un college estadounidense” (Labarge y Osborn, 1977). No es de sorprender,
por tanto, que los estudiantes del instituto tuvieran un éxito inaudito para ser admitidos
en programas de posgrados en el extranjero, en particular en economía, y especialmente
en Estados Unidos, Un estudio sobre graduados en economía registrados en la Sociedad
de Ex Alumnos del ITAM muestra que, después de 1971, una proporción importante de
213
los registrados en la sociedad, 18044% , terminaron estudios de posgrado den Estados
Unidos u otros países extranjeros; y poco menos de la mitad de los que estudiaron en el
extranjero, aproximadamente 10% del total de graduados estudiaron economía.
El éxito de los estudiantes del ITAM para lograr su admisión en programas
de economía en el extranjero daba fe de la creciente y formidable reputación del
programa en el extranjero y ayudó a mantenerla. Conforme generaciones consecutivas
de graduados sobresalían dentro de los programas de posgrado estadounidense,
proliferaron las redes sociales que vinculaban al instituto con esas universidades: los
primeros graduados del ITAM que lograron su admisión en programas de posgrado en
economía en el extranjero fueron pioneros que pudieron facilitar el paso de las
siguientes generaciones al convertirse en profesores y recomendar a sus propios
alumnos para programas particulares. Entre las ventajas más importantes del ITAM
estuvieron las estrechas relaciones personales entre prominentes graduados, como Pedro
Aspe, y famosos profesores de ciencia económica en Estados Unidos, como Jagdish
Bhagwtii y Rudiger Dornbusch.
Además de su notable capacidad para garantizar su admisión en programas
de economía en el extranjero, los graduados en economía del ITAM también fueron
abrumadoramente exitosos para conseguir becas para financiar sus estudios
internacionales, en particular becas Fullbright. De un total de 96 mexicanos que
terminaron estudios de posgrado en economía con financiamiento de Fullbright de 1970
a 1995, sesenta fueron graduados de universidades privadas, una cifra extraordinaria
cuando se considera que, todavía hasta 1994, se graduaron cuatro veces más estudiantes
en economía de las universidades públicas que de las privadas Fullbright-García
Robles, 1996; ANUIES, 1994). Todavía mas impresionante es que mas de 40% del total
de los 96 becarios Fullbright en economía fueron graduados del ITAM. En cambio,
menos del 10% eran graduados de la UNAM (Fullbright, 1996).
La explicación lógica para la extraordinaria tasa de éxito del ITAM en la
adquisición de becas Fullbright es que sus graduados poseían el tipo de habilidades
académicas formales que eran recompensadas por este programa y por las universidades
214
estadounidenses; por ejemplo, estudiantes versados con métodos matemáticos y con una
sólida preparación en teoría económica neoclásica. Sin embargo, como se vio después,
estos atributos académicos formales no fueron el factor decisivo para su extraordinario
éxito con este programa. Para obtener una beca Fullbright, a los aspirantes no se les
exige presentar ni exámenes de campo ni GRE (Graduate Record Examinations); más
bien, su aceptación se basa únicamente en calificaciones, cartas de recomendación, un
informe biográfico, una puntuación minima en el TOEFL; un examen de inglés como
lengua extranjera, y una entrevista personal general en ingles en la que se hace hincapié
en factores tales como “madurez” y “capacidad de liderazgo”.
De acuerdo con un administrador de Fullbright que vigilaba este proceso de
solicitud a finales de los años setenta, los graduados del ITAM solían ser mas diestros
en ingles que sus contrapartes de las universidades publicas, tanto por el énfasis del
instituto en el manejo del idioma como también por que los antecedentes
socioeconómicos de los graduados favorecían los viajes internacionales y el estudio del
ingles a una edad temprana (entrevista con Partearroyo, 23 de abril de 1996). No todas
las oportunidades de beca para que los mexicanos estudiaran economía en el extranjero
tenían requisitos de lenta tan rigurosos; por ejemplo, los becarios del Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología (CONACYT), institución del gobierno, a menudo asistían a un
famoso programa de ingles en Boulder, Colorado, como preparación para cursar
programas de estudios superiores en Estados Unidos. Sin embargo, en general, la
posesión de habilidades de lenguaje daba a los graduados del ITAM una ventaja en el
mercado de becas con financiamiento externo, tales como Fullbright y el programa del
Consulado Británico (entrevista con Espíndola, 15 de septiembre de 1996). Además, es
cierto que los antecedentes de clase de los estudiantes del ITAM les proporcionaban un
nivel de confianza y de competencia cara a cara con los entrevistadores que, por lo
general les daba una gran ventaja frente a sus contrapartes formados en escuelas
públicas. Además de dominar el ingles, ser seguros de si mismos y hablar bien, los
graduados en economía del ITAM se beneficiaban de su pertenencia a una comunidad
que compartía y entendía los criterios de los programas extranjeros, ya que una gran
215
proporción de sus profesores habían estudiados ellos mismos en el extranjero. Un ex
administrador de Fullbright recordaba:
Las habilidades en lengua extranjera también son vitales para los aspirantes
a becas de la Ford Foundation, ya que Ford exige la aceptación previa en un programa
en el extranjero para ser elegible para una beca (entrevista con Schreiver, 18 de junio
de 1996).
Los aspirantes del ITAM… salían tan bien en las solicitudes escritas, era
casi como si hubieran tomado un curso en solicitudes escritas. Las cartas de
recomendación mostraban una gran diferencia. La mayoría de las universidades
públicas mexicanas de la época… no generaban el tipo de cartas que buscábamos.
Buscábamos cartas que mostraran un conocimiento del candidato y de sus fortalezas y
debilidades específicas… El ITAM… era muy bueno escribiendo cartas, aunque al
principio había muy pocas que fueran buenas… Y por supuesto, con el tiempo, muchos
de los profesores eran personas que habían pasado ellos mismos el proceso de solicitud
(Entrevista con Partearroyo, 23 de abril de 1996).
Entender como escribir solicitudes y cartas de recomendación era una forma
de capital cultural internacional que, además de ayudar a los graduados del ITAM a
conseguir el acceso financiamiento, sin duda también contribuyo a su éxito para ser
admitidos en otros programas en el extranjero.
Así mientras que el programa de economía de la UNAM se volvía parte de
un campo organizacional de departamentos de economía en las universidades publicas
mexicanas influidas por las ideologías radicalizantes de los años sesenta y setenta, el
departamento de economía del ITAM se integro mas o menos por completo a la
corriente principal de la profesión. Sus estudiantes participaban en reuniones de la
Asociación Internacional de Estudiantes de Economía y Ciencias Comerciales
(AIESEC), y el Departamento de Economía organizaba reuniones alas que asistían
economistas estadounidenses de renombre internacional.
216
Por ejemplo, en marzo de 1981, el instituto patrocino una conferencia junto
con el U.S. National Bureau of Economic Research sobre política financiera y mercados
de capital en America Latina; entre los participantes notables estuvieron los profesores
Rudiger Dornbusch del MIT y Thomas Sargeant de la Universidad de Minnesota.
“De esta manera, las redes sociales establecidas entre los graduados del
ITAM y sus mentores en prestigiados programas de estudios superiores de Estados
Unidos culminaron en un suceso académico internacional importante; los profesores
consideraron orgullosamente la reunión como un “un reconocimiento internacional de
la calidad académica” del ITAM (Boletín, 1970, p.1; “Entrevista…”, 1981, PP.6-7).
A diferencia de la UNAM, que siempre había estado orientada hacia la
capacitación d4e economistas para trabajar en el gobierno, el enfoque del ITAM fue
más bien ecléctico. Los resultados de mi estudio de los exalumnos del ITAM (véase el
Apéndice B) muestran que los individuos registrados en la base de datos de los que se
graduaron entre 1971 y 1995, el grupo mas grande de graduados (44%) estaba
trabajando en el sector privado en 1996, una proporción importante (25.5%) trabajaba
en el sector publico y una pequeña minoría (4%) trabajaba en la academia (véase la
grafica 6.1).
Grafica VI.1
Lugar de empleo de los graduados en economía del ITAM en 1996,
fecha de graduación 1971-1995.
217
Los datos sobre los graduados en economía del ITAM antes de 1971
muestran un patrón similar: más de la mitad, cuyos datos estaban disponibles trabajaban
en el sector privado. Muchos de los estudiantes de economía de las primeras
generaciones fueron hijos privilegiados que simplemente planeaban pasarse la vida
trabajando para la compañía de la familia. Sin embargo, dada la
Enorme expansión de los programas de economía en las siguientes décadas con el
tiempo, esos estudiantes de la clase “dominante” debieron constituir un porcentaje
menor del numero total de graduados de los programas privados. Esto implica que había
más empleos en el sector privado para “profesionales” de economía, en el sentido
moderno de la palabra, contratados por su experiencia y no por sus conexiones
familiares.
Dentro del sector manufacturero, los graduados de programas privados de
economía se beneficiaron de una serie de cambios históricos tanto en las políticas del
gobierno como en la ciencia económica mexicana. Se desarrollo una tendencia hacia
empresas de mayor tamaño y complejidad y, como resultado, aumento la dependencia
de servicios profesionales. Las empresas dirigidas y controladas por familiares se
hicieron más abiertas a la propiedad pública y a la administración profesional (Camp,
1989, pp. 206-207). De acuerdo con un estudio realizado durante finales de los años
setenta, los economistas de la ciudad industrial en Monterrey tenían tres veces mas
218
probabilidad de trabajar en empresas grandes –supuestamente profesionalizadas- que de
trabajar en empresas pequeñas o medianas (Universidad de Nuevo León, julio de 1978).
Otro factor importante fue la inseguridad macroeconómica creciente en México después
de 1970. A diferencia de los años del desarrollo estabilizador, los años setenta y ochenta
se caracterizaron por inflación, devaluación súbita y cambios drásticos en los precios
relativos de bienes nacionales e importados. Como consecuencia, las empresas
manufactureras buscaron cada vez más los servicios de economistas para que las
ayudaran a predecir desarrollos futuros y sus efectos en la rentabilidad, irónicamente, en
una época en la que los economistas eran menos capaces que nunca de predecir
desarrollos futuros. Un economista que trabajaba para la compañía de vidrio de
Monterrey, Vitro, en los años setenta recordaba:
“Fui la primera persona en el grupo vidriero a quien se le ocurrió estudiar
que pasaría si la moneda se devaluara. ¿Por qué? Por que era el año 1973 y la moneda
no se había devaluado en México desde 1954… La gente pensaba en esa época que si
había una devaluación, los precios se ajustarían por si mismos… Lo que no veían Es
que el efecto de la devaluación podría transmitirse a los precios y ahí es donde podría
hacer un problema de daño económico para la corporación” (Entrevista con Sada
González, 10 de noviembre de 1995).
Otro recordaba que “tuvimos tiempos muy difíciles cuando la devaluación de
1976 de Echeverría y todo eso; fue un infierno tratar de ponerles precio a nuestras
maquinas, establecer donde estábamos… Así que trabaje con economistas… e hicimos
nuestras proyecciones a cinco años, nuestras proyecciones a tres años basadas en
nuestra perspectiva económica” (entrevista con Garza, 9 de noviembre de 1995).
Así, para finales de los años setenta, los economistas tenían una presencia
palpable en el sector manufacturero mexicano. Sin embargo, parece que su presencia no
fue extensa: de 1125 empresas encuestadas en Monterrey en 1977, solo 81 (7%) tenía
economistas trabajando para ellas (Universidad de Nuevo León, 1978).
219
Aunque la liberalización de la ciencia económica mexicana en los años
ochenta y noventa provoco cambios en las oportunidades para los economistas en el
sector manufacturero, no es claro si, en balance, el efecto ha sido positivo o negativo.
Como un economista empresarial recordaba de manera más bien divertida, mientras la
sustitución de importaciones estuvo en pleno efecto durante los años setenta, la
necesidad de economistas estaba limitada en todas partes por el hecho de que las
empresas mexicanas estaban sujetas a muy poca presión competitiva:
La importancia del economista era muy pequeña; lo que es mas, en el
mercado vidriero, se le daba muy poca importancia al mercado. ¡Todo se vendía!
Además, cualquier cosa que el manufacturero quería vender era comprada. Nunca le
preguntaban al cliente que era lo que quería: ¿quiere un vidrio como este [redondo] o lo
quiere cuadrado? No, los vidrios eran redondos por que era más fácil de hacerlos de esa
manera, así que vamos hacer vidrios redondos. No necesitaban a la ciencia económica,
no tenían ninguna necesidad de hacer mercadotecnia. La causa era la protección que
teníamos entonces en México, lo que significaba que no teníamos competencia
(Entrevista con Sada González, 10 de noviembre de 1995).
La competencia mas dura a la que se enfrentaron las empresas mexicanas en
la era neoliberal puede haber tenido efectos contradictorios en la ciencia económica
empresarial mexicana. Por una parte, la necesidad de buena información de largo plazo
respecto a la rentabilidad futura era mayor que nunca. Por otra parte, el margen holgado
de beneficio que anteriormente financiaba los departamentos de estudios económicos de
las empresas –que varios entrevistadores parecían considerar como una especia de
capricho- ha desaparecido. En consecuencia, es probable que muchas empresas de
consultaría –un desarrollo relativamente nuevo en México- que tener en su propio
personal interno de expertos económicos (entrevista con Garza Valle, 22 de mayo de
1996).
Sin embargo, parece que el incremento mas significativo en la demanda de
economistas por parte del sector privado no ocurrió en el sector manufacturero, si no en
el financiero. Los banqueros fueron factores claves en la fundación del ITAM y desde el
220
principio los bancos mexicanos contrataron a graduados del instituto para que trabajaran
en sus departamentos de estudios económicos (entrevista con Maldonado 8 de
noviembre de 1995).
“Cuando el sector financiero empezó a hacerse más grande y mas
complicado, abundaron las oportunidades para los economistas del ITAM. En
respuesta tanto la inestabilidad financiera como al aumento de oportunidades, los años
setenta fueron testigos de numerosas reformas legislativas que intentaban hacer más
flexible el sistema financiero mexicano, lo que provoco la formación de numerosas
cosas de bolsa” (Jhonson [Hazel], 1995, pp. 107-139).
Así entre los economistas graduados del ITAM registrados en la base de datos de la
sociedad de exalumnos, existe una marcada diferencia entre el primer grupo –que se
graduó entre 1951 y 1970- y el segundo- graduado entre 1971 y 1995-. De los que
trabajaban en el sector privado, solo el 25% de los primeros graduados estaban
trabajando en finanzas, a diferencia de casi la mitad de los graduados del segundo
grupo.
-15 Dezalay y Garth (1998) observan que en los Estados Unidos ocurrió un proceso paralelo de
aumento de la complejidad en los mercados financieros durante los años setenta, lo que causo que el
sector privado aumentara contratación de doctores en economía de las universidades de elite (pp.89).
Parte del éxito de esta cohorte más reciente en el mundo de las finanzas tiene
que ver, sin duda, con el contenido técnico de su formación. Los estudiantes del ITAM
no solo están totalmente capacitados para el manejo de las finanzas públicas y privadas,
si no que también tiene una buena formación en matemáticas y estadística. Asimismo,
existen razones para creer que el contenido cultural del programa del instituto ah
contribuido al éxito de sus graduados en sus finanzas y banca. La liberalización del
sector financiero ah significado que más empresas mexicanas hayan llegado a depender
más de inversiones en portafolios extranjeros. Esto significa que los bancos y casas de
221
bolsas mexicanas utilicen a más economistas que hablen bien ingles y se hayan formado
en Estados Unidos. Recientemente, un grupo de economistas del ITAM fundo una casa
de bolsa específicamente dedicada a poner en contacto a empresas mexicanas con
inversionistas extranjeros (entrevista con Sales, 2 de Agosto de 1999).
Aunque la mayoría de los graduados estaban destinados a carreras en el
sector privado, la fama y el prestigio resientes del programa a reflejado al alto perfil de
los graduados que ingresan en el sector publico. Durante el gobierno de Salinas (19881994), el vertiginoso ascenso del ITAM dentro del gobierno empezó a atraer la atención
publica, inclusive en los Estados Unidos, el cuadro 6.10 muestra que el éxito de los
graduados en el gobierno no ocurrió solo en los niveles mas altos de los ministerios
encargados de las políticas económicas, sino también en los mas bajos. El éxito era
extraordinario, considerando el tamaño comparativamente pequeño del programa de
economía del ITAM, que en 1980 sumaba solo 2.7% de los graduados en ciencia
económica de México (ANUIES, 1981). Aunque durante la presidencia de Ernesto
Zedillo los graduados del ITAM perdieron terreno en la sima de la burocracia, bajo el
gobierno de Vicente Fox, un graduado del ITAM –Francisco Gil Díaz- esta vez ala
cabeza de la secretaria de hacienda.
La proliferación de graduados del ITAM en el gobierno parece sorprendente
a la luz famosa de la tendencia de la política mexicana de trabajar en camarillas, o redes
políticas. Durante los años setenta, se observo que los vínculos que mantenían juntas a
estas redes se formaban principalmente en la UNAM, donde los estudiantes de derecho
formaban amistades de larga duración con sus compañeros encontraban mentores
políticos entre los profesores taxi que les daban clase (cf. Camp, 1980; Smith [Peter],
1979). Como graduado de la Escuela Nacional de Economía, se hubiera esperado que
Salinas reclutara su gabinete económico de entre sus camaradas universitarios. En
cambio, su gabinete económico estaba repleto de graduados del ITAM y de otras
escuelas privadas, como la Anahuac y la Universidad de las Américas.
¿Cómo “se colocaron” estos individuos egresados de la educación privada en el sector
publico? Una lista de los socios políticos mas importantes de Salinas, así como la
222
manera en que estos individuos entraron en contacto con el, nos ayuda a aclarar este
enigma.
El cuadro 6.11 expone varias características interesantes de la red política de
Salinas por un lado, la UNAM no parece haber sido un lugar particularmente
importante para el reclutamiento de la red de Salinas. Por el otro, dos secretarios de
gobierno parecen haber sido tremendamente importantes, a saber, el secretario de
Hacienda y el de Programación y Presupuesto. De hecho, estas tendencias han sido
observadas por varios expertos como características importantes de los gobiernos
presidenciales de los años ochenta y noventa (Hernández Rodríguez, 1987; Camp,
1995; Centeno y Maxfield, 1992; Centeno, 1994).
A la luz de estas tendencias en el reclutamiento político mexicano, la
colonización de los ministerios de políticas económicas por el ITAM y otras escuelas
privadas resulta menos sorprendente. Durante las primeras décadas, cuando las redes
políticas se formaban principalmente en la UNAM, y básicamente a través de los
canales políticos de la burocracia estatal, los graduados del ITAM estuvieron excluidos
de los niveles más altos del poder. Pero en el sistema que estaba surgiendo, en el que el
lugar más importante para formar redes políticas era, cada vez mas, la burocracia de
planificación y de la banca, los graduados del ITAM pudieron tener mayor influencia.
Pág. 233
A lo largo de la historia del ITAM los graduados que hicieron carrera en el
sector público se orientaron abrumadoramente hacia la burocracia financiera. El “punto
de entrada” inicial al sector público fue el Banco de México, una institución con
importantes lazos históricos con el ITAM y con un pronunciado desincentivo ideológico
para contratar graduados de economía de la UNAM. El Banco de México estaba
relativamente aislado, aunque no del todo, del ciclo sexenal de designaciones y cambios
presidenciales: los funcionarios del banco central podían ser contratados con criterios
más técnicos en mente. Además, provenir de un medio económico privilegiado, un
inconveniente en otros sectores del gobierno mexicano, podía ser una ventaja en el
223
banco central, donde había una larga tradición de redes entre financieros de los sectores
públicos y privado (Maxfield, 1990).
Por consiguiente, tres graduados del ITAM que pudieron ingresar antes en el
Banco de México fueron Gustavo Petricioli, Miguel Mancera y Francisco Gil Díaz.
Como docentes de tiempo parcial en su alma Mater, estos graduados también pudieron
ayudar a las nuevas generaciones a hacer carrera en el sector público. Los graduados del
ITAM también fueron apoyados dentro de la burocracia financiera por funcionarios del
gobierno que se habían
graduado en la UNAM, pero cuyo disgusto por la
radicalización de su escuela los llevó a convertirse en docentes de tiempo parcial en
instituciones más afines. Un reclutador particularmente importante fue Leopoldo Solís,
un graduado de la UNAM que después estudió economía en Yale y se convirtió en
director del departamento de estudios económicos del banco de México. Entre los
estudiantes del ITAM cuyo mentor fue Solís estaban Pedro Aspe y Francisco Gil Díaz.
Como resultado, durante los años setenta, los graduados del ITAM pudieron adquirir
una sólida posición en el gobierno mexicano. En el banco de México, muchos
funcionarios de nivel superior, responsables de la elaboración de políticas, eran
graduados del instituto. En la secretaría de Hacienda, David Ibarra trabajaba con un
equipo de jóvenes economistas que incluía al graduado del ITAM Pero Aspe.
Bajo la presidencia de Miguel de la Madrid, Aspe pasó a la Secretaría de
Programación y Presupuesto, donde trabajó con un graduado de la UNAM a quien
había conocido inicialmente cuando ambos seguían estudios de posgrado en Cambridge,
Massachussets: Carlos Salinas de Gortari. Cuando Salinas llegó al poder siete años
después, designó a Pedro Aspe como secretario de Hacienda, dándole así a los
graduados del ITAM un punto de entrada a todas las ramas de la Secretaría.16 Éste fue
un momento histórico, ya que como señalan Centeno y Maxfield (1992), los
funcionarios del gobierno mexicano prefieren designar subordinados que compartan sus
mismas características.
CONCLUSIONES
224
La ruptura del consenso desarrollista mexicano tuvo enormes implicaciones
para la profesión económica en México. Bajo la influencia del movimiento estudiantil,
el programa de economía de la UNAM, deliberada y sistemáticamente, se
desprofesionalizò y desvinculó de la fuente más importante de empleo para sus
graduados, es decir, el gobierno mexicano. Cambios en el contenido ideal de una
formación en economía de la UNAM tuvieron implicaciones reales para el panorama
profesional de los estudiantes, el cual después de los años setenta se volvió más
desolador. Mientras tanto, los graduados del programa recientemente americanizado del
ITAM se volvieron bastante exitosos, no sólo dentro del sector privado – adonde
estaban destinados a trabajar la mayoría de los graduados -, sino también dentro del
gobierno. La razón fue un sistema de incentivos que recompensaba cada vez más la
experiencia técnica y la capacidad de tratar con el mundo de las finanzas
internacionales. El siguiente capítulo examina cómo el surgimiento de la crisis de la
deuda en 1982 facilitó el ascenso de los economistas formados en Estados Unidos – que
incluían a muchos del ITAM – dentro del gobierno mexicano.
14
Es posible que algunos lectores observadores recuerden que otro graduado del ITAM,
Gustavo Petricioli, fue secretario de Hacienda durante los últimos años del gobierno de
De la Madrid. Sin embargo, Petricioli no fue conocido por mantener esos fuertes lazos
con la vieja escuela y, por consiguiente, no dio tantas oportunidades a los graduados del
ITAM como hizo Aspe.
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225
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VII. EL NEOLIBERALISMO Y EL ASCENSO DE LOS NUEVOS
TECNÒCRATAS
CUANDO MIGUEL DE LA MADRID fue seleccionado por el partido
gobernante como candidato oficial a la presidencia en 1981, la prensa internacional lo
consideró inicialmente con cierto pesimismo. “Los que pronostican un gobierno
conservador entre 1982 y 1988 olvidan que el señor De la Madrid heredará una
poderosa tradición nacionalista y populista. Es probable que conserve la nueva moda de
planificación económica”, predecía la revista The Economist (“The New Hero”, 1981,
p. 68). Un artículo del Business Week pronosticaba de manera similar que la referencia
críptica de De la Madrid a “un cambio de rumbo” en la política económica mexicana
era una referencia velada a una “mayor intervención gubernamental” (“México: An
Economic) Tornado”, 1982, p. 41).
A pesar de estas lúgubres expectativas, De la Madrid no seguiría las huellas
de sus predecesores populistas. Las presidencias de Miguel de la Madrid (1982-1988),
Carlos Salinas (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000) serían famosas por la
promoción de las reformas de libre mercado realizadas por un nuevo tipo de tecnócratas
económicos en lugar de las generaciones anteriores de formuladores de políticas
económicas autodidactas con licenciaturas en derecho. Bajo la guía de economistas
formados en el extranjero en altos puestos políticos, México experimentó una
revolución de libre mercado que transformó por completo las políticas desarrollistas de
los años anteriores. Así, la sucesión presidencial de 1982 resultó ser un parte aguas en la
elaboración de políticas económicas en México y marcó, simultáneamente, el ascenso
de la tecnocracia, el florecimiento de la crisis de la deuda y el nacimiento del
neoliberalismo.
Este capítulo se centra en la relación entre tres procesos históricos en
México: las presiones financieras internacionales, el ascenso de tecnócratas formados
226
en el extranjero dentro del gobierno y la realización de reformas neoliberales. El
recuento histórico del proceso de las reformas de liberalización en México señala que
las reformas al mercado mexicano no fueron exactamente imposición de financieros
internacionales – isomorfismo coercitivo-. Más bien, un factor clave fue un grupo de
tecnócratas cuya capacitación en la corriente principal de la economía neoclásica los
predispuso a ver favorablemente el desmantelamiento del Estado desarrollista. Así, la
transición neoliberal de México ilustra el poder de los profesionales para transformar
las organizaciones en las que están insertos, a través de un proceso de isomorfismo
“experto” o “normativo”. Sin embargo, el ascenso de los expertos económicos dentro
del gobierno es en sí mismo un fenómeno que requiere mayor explicación. Este capítulo
revisa indicios que sugieren que presiones tanto miméticas como coercitivas
contribuyeron a la proliferación de tecnócratas formados en Estados Unidos en el nivel
más alto de la burocracia encargada de la elaboración de políticas de México.
EL CAMBIO DE PARADIGMAS DE POLÌTICAS DE MÈXICO
Las reformas neoliberales en México procedieron en dos etapas. La primera
fue de “ajuste estructural”, una reducción generalizada del gobierno y una aplicación de
austeridad fiscal y monetaria llevada a cabo bajo la mirada vigilante del FMI desde
1982 hasta mediados de los ochenta. Durante esta etapa, las políticas de México fueron
tan firmemente respetuosas de los acreedores y tan de acuerdo con las normas exactas
del FMI que incluso los observadores empresariales internacionales estaban
impresionados con la severidad de las medidas que los nuevos tecnócratas querían
imponer. “apretándole el cinturón a prácticamente todos, el presidente Miguel de la
Madrid ha frenado la inflación, recortado las importaciones y el gasto público, y
promovido las exportaciones. Bajo un estricto programa de austeridad los salarios reales
han caído 30% en dos años”, informaba un artículo del Business Week y continuaba
con una cita del jefe de un grupo de predicciones económicas de la ciudad de México:
“México no ha tenido suerte de encontrar a los bancos. Los bancos han tenido suerte de
227
encontrar a México” (“Will Mexico Make it?”, 1984, p. 74). Durante la presidencia de
De la Madrid, el crecimiento real del PIB fue negativo, mientras que la inflación
promedió más de 80% (Maddison et al., 1989, p. 159).
La segunda etapa fue una serie de reformas institucionales que
desmantelaron el marco de políticas desarrollistas de las décadas anteriores, las cuales
se iniciaron durante los años finales del gobierno de De la Madrid y se realizaron por
completo durante el gobierno de Carlos Salinas (1988-1994). Mientras que las
privatizaciones de De la Madrid habían sido relativamente modestas y parecían más un
asuntote conveniencia fiscal que de compromiso ideológico, Carlos Salinas hizo una
virtud de la privatización de algunas de las industrias paraestatales grandes e
importantes del gobierno, entre ellas el monopolio telefónico, la estación de televisión y
la aerolínea estatales. El sistema bancario, que había sido nacionalizado en 1982, fue
reprivatizado y se liberalizó el sistema financiero; las tasas de interés y los depósitos ya
no fueron regulados por el gobierno y se eliminaron los requisitos de reserva (Córdoba,
1984, p. 252). Las políticas hacia los inversionistas extranjeros se liberalizaron de tal
modo que las empresas extranjeras podían adquirir hasta el 100% de la prioridad de las
empresas mexicanas públicamente en venta (Moffet, 1989, p. A11). En 1993, se le
otorgó al banco central independencia formal del gobierno.
Otro cambio político de proporciones históricas fue la revisión del artículo
27 de la constitución Mexicana. Las enmiendas de 1992 al artículo 27 terminaron
efectivamente con la larga historia posrevolucionaria de la reforma agraria de México y
permitieron que los ejidos fueran comprados por inversionistas privados, tanto
nacionales como extranjeros (Córdoba, 1994, pp. 256-257). La joya de la corona de la
liberalización bajo el régimen de Salinas fue el tratado de libre comercio de América
del norte (TLCAN), que entró en vigor en 1994.
¿Por qué se embarcó el gobierno mexicano en este impresionante programa de reformas
políticas después de 1982? Para algunos observadores –en particular los asociados con
la prensa empresarial internacional-, la respuesta era sencillamente lógica: las reformas
neoliberales ocurrieron, porque eran la política más eficiente disponible. Sin embargo, si
228
se examina más detenidamente, esta explicación parece por completo inadecuada. Por
una parte, los sociólogos han mostrado que hay múltiples…Consideraciones distintas de
la eficiencia que determinan el comportamiento de las organizaciones, e inclusive el
comportamiento de gobiernos nacionales (cf. DiMaggio y Powell, 1083; Meyer et al .,
1997). Por otra parte, incluso los partidarios entusiastas de las reformas de
liberalización reconocen que los gobiernos siguen a menudo políticas que no son ni
buenas ni eficientes, pero que sirven a los intereses egoístas de algunos políticos y de
sus colaboradores del sector privado en busca de rendimientos (Krueger, 1974:
Buchanan et al., 1980). Dadas estas consideraciones, resultan útiles plantear la pregunta
en términos históricos, es decir, ¿Por qué llevo a cabo reformas liberalizadoras el
gobierno mexicano después de 1982 y no antes? La siguiente sección examina algunas
respuestas probables.
La reforma de las políticas:
¿Imposición externa o complicidad interna?
Es imposible entender las reformas neoliberales de México y de otros países
en vías de desarrollo sin tener en cuenta el contexto internacional. El comienzo de la
década de los años ochenta represento el principio de un cambio político internacional
que tuvo un efecto crítico en las opciones de política económica de México y de otros
países en vías de desarrollo. Desde el inicio, la crisis de la deuda fue reconocida por el
régimen de Reagan como una oportunidad para forzar reformas políticas. Desde el
inicio la crisis de la deuda fue reconocida por el régimen de Reagan como una
oportunidad para forzar reformas políticas. Un plan de rescate inicial coordinado por el
secretario del Tesoro estadounidense, James A. Baker III, ofrecía refinanciar la deuda a
cambio de la adopción de políticas o orientadas al mercado y más favorables para los
inversionistas por parte de los países en vías de desarrollo (Millar, 1985, p, 16). El
director del banco mundial, Tom Causen, designo a Ane Krueger, de la universidad de
Minnesota, como la economista en jefe del Banco Mundial.
229
Krueger era una famosa teórica de los efectos dañinos de la “búsqueda de
rendimientos” del proteccionismo en el tercer mundo y defensora feroz del libre
comercio. Bajo Clausen, los “prestamos de ajuste estructural”
–prestamos
condicionados a la implementación de reformas políticas—se convirtieron en una arma
utilizada una y otra vez para promover políticas favorables al mercado en los países en
vías de desarrollo (George y Sabelli, 1994, p. 58). Mientras tanto, el siempre
conservador Fondo Monetario Internacional también vio la crisis de la deuda como una
oportunidad y empezó una nueva época de “prestamos basados en políticas”, en los que
se ofrecía apoyo financiero a cambio del compromiso de reducir el tamaño del gobierno
y de políticas monetarias conservadoras.
En México, y en todo el mundo en vías de desarrollo, ha habilitado infinidad
de ejemplos de tales préstamos basados en políticas desde 1982: intervenciones
deliberadas del gobierno estadounidense y de instituciones financieras internacionales
en nombre de la reforma política orientada al mercado. Para un observador causal, por
tanto, parecería que el cambio radical del paradigma en los países en vías de desarrollo
durante los años ochenta i no venta fue sencillamente el resultado de la coerción de
poderosos agentes externos, y para nada la consecuencia de un proceso de “aprendizaje
social”.
Sin embargo, en un examen más minucioso, este panorama se vuelve
sustancialmente mas complicado. Por un lado, hay muchos ejemplos de reformas
liberalizadoras que no tienen conexión aparte con presiones provenientes de una sola
organización. Un ejemplo sobresaliente es la independencia del banco central,
recientemente adoptada por naciones en vías de desarrollo de todo el mundo, pero con
poca conexión con presiones directas ejercidas por instituciones financieras
internacionales. Más bien, la razón para la adopción extendida de bancos centrales
independientes parece ser la abrumadora necesidad de promover la confianza de los
inversionistas en una era de rápida movilidad del capital internacional (Max field,
1977).
230
Un más interesante resulta que, en muchas naciones en vías de desarrollo, las
reformas neoliberales hayan sido adoptadas casi con alegría por un nuevo grupo de
formuladores de políticas con credenciales internacionales: tecnócratas con doctorados
de universidades extranjeras, por lo general universidades estadounidense y casi
siempre en economía. En otras palabras, en muchos aspectos, el neoliberalismo parece
mucho más una complicidad interna que una imposición externa puesto que las
reformas políticas neoliberales en cualquier país en vías de desarrollo son
necesariamente un fenómeno complejo, los investigadores serios que escriben sobre la
transición neoliberal de México han tenido a concentrarse en factores ya sea internos o
internacionales en sus informes. Un tipo de informes subraya las presiones
internacionales, incluida la influencia ejercida por inversionistas extranjeros, gobiernos
extranjeros o instituciones financieras internacionales (cf. Stallings, 1992, Maxfield,
1997). Otro grupo se enfoca en los factores internos, como la influencia de grupos de
interés nacionales o desarrollos dentro del estado mexicano (cf. Centeno, 1994;
Heredia, 1996: Thacker, 1999). Mientras que el primer argumento se refiere a reformas
políticas impuestas por el exterior, el segundo trata de la “revolución [neoliberal] desde
adentro”.
Sin embargo, no hay una razón inherente para que estas dos explicaciones
sean excluyentes. De hecho, los datos sugieren que hubo factores tanto internos como
internacionales que desempeñaron un papel importante en la implementación de
reformas liberalizadoras en México. Parase que en el nivel interno el ímpetu crítico por
el neoliberalismo mexicano provino del estado más que del grupo de nivel interno
organizado. El sistema corporativista de un solo partido fue siempre inusitadamente
bueno para manejar y reprimir las demandas populares 8cf. Middlebrook, 1995).
Sin embargo, durante el periodo de las reformas neoliberales, este sistema de
control se vio agravado por la centralización extrema del poder dentro de la presidencia
y la culminación de un proceso histórico en el que los funcionarios electos perdían
terreno sistemáticamente a favor de otros grupos dentro del partido gobernante. Como
resultado, “mientras que la unión partido-gobierno permanecía fuerte, el papel del
231
primero como conducto de protesta desde abajo y de comunicación desde arriba [había]
sido virtualmente abandonado y reemplazado por un mayor énfasis en la manipulación
de símbolos revolucionarios y en el control de la oposición” (centeno y Mats Field,
1992, p.71).
En suma, en el sexenio de Salinas los intereses populares organizados no
desempeñaron un papel importante en la negociación y formulación de las políticas
gubernamentales. De manera similar, se impidió eficazmente que las demandas de las
empresas mexicanas de tamaño pequeño y mediano interfirieran en las negociaciones
que combinaron en el tratado de libre comercio de America del norte, un acuerdo que
iba directamente en contra de los intereses de muchas de esas empresas (Shadlen,
1999).
Por el contrario el poderoso sector más elitista de empresas mexicanas
desempeño una parte importante en la negociación de los términos de las reformas
liberalizadoras de México, en particular –aunque no exclusivamente-, respecto a los
términos del tratado de libre comercio de América del norte (TLCAN). Sin embargo, el
ímpetu TLCAN y otras reformas liberalizadoras no se origino a partir de las grandes
empresas nacionales. Más bien, hubo actores dentro del estado mexicano que optaron
primero por aplicar reformas liberalizadoras y después movilizaron exitosamente a
grandes empresas como sus aliados para seguir una trayectoria de reformas de libre
mercado (Thacker 1999). Las reformas liberalizadoras dentro del gobierno no fueron
títeres de la burguesía mexicana, sino que siempre estuvieron a la vanguardia de la
revolución neoliberal de México.
En resumen, en las reformas liberalizadoras de México pueden estar
implicados factores tanto nacionales como internacionales. En el nivel nacional, los
agentes más importantes de esa transformación fueron funcionarios gubernamentales,
más que grupos de interés organizados. En el nivel internacional, entre los factores
importantes hubo instituciones multilaterales –el FMI, el banco mundial-, funcionarios
del gobierno de estados unidos e inversionistas extranjeros. Un análisis de los sucesos
que llevaron a las reformas neoliberales mexicanas revela como interactuaron presiones
232
externas y políticas internas para producir resultados neoliberales en los países en vías
de desarrollo.
Del populismo al ajuste estructural:
En mil novecientos ochenta y uno las crecientes tasa de interés
internacionales y la caída de los precios del petróleo provocaron especulaciones acerca
de la inminente devaluación del peso y de una extensa fuga de capitales. Diferentes
fracciones de economistas formados en el extranjero dentro de la burocracia política
mexicana favorecían distintos enfoques de la crisis de la deuda: por un lado, existía un
grupo de “desarrollistas radicales” asociados al gobierno de López Portillo y, por otro
un grupo opuesto de conservadores fiscales y monetaristas. El segundo estaba
compuesto casi en su totalidad por individuos que habían tenido carreras largas dentro
de la burocracia del sector financiero –en particular del banco central- y que había
seguido estudios superiores de economía en estados unidos. En cambio; los radicales
habían trabajado en la secretaria del patrimonio nacional –que estaba a cargo de las
industrias paraestatales de rápida expansión- y otras áreas del gobierno mexicano y que
–con frecuencia, habían estudiado economía en la universidad de Cambridge, un
semillero de ideas keynesianas y “post keynesianas” .
Un hecho crucial en la determinación de cuál de los grupos tecnócratas
prevalecieron fue la elección hecha por el presidente López portillo de miguel de la
Madrid como candidato oficial del partido gobernante a la presidencia, que en esencia
lo ungía como futuro presidente de México. De la Madrid –al igual que salinas y
Zedillo después de él- nunca había desempeñado un puesto público, pero tenía
impecables credenciales técnicas: un grado de maestría en administración pública por la
universidad de harbar. Fue descrito inicialmente en la prensa empresarial extranjera
como “un tecnócrata adepto a la economía moderna, pero que no está al corriente de las
tradiciones revolucionarias de México”, “amigo de banqueros y empresarios” y “un
capitalista liberal, no un agitador revolucionario” (“The New Hero”, 1981, p. 68;
“México´s New man”, 1982, p. 14)
233
¿Por qué selecciono López Portillo a de la Madrid y no a otro candidato con
más experiencia política? Hasta hace muy poco, el candidato del PRI era seleccionado
por el presidente en turno a través de un proceso envuelto en el misterio conocido como
el destape. Por tanto, es imposible conocer a ciencia cierta por que fue seleccionado De
la Madrid. Sin embargo, dada la situación urgente de las finanzas mexicanas a finales
de 1981, parece razonable suponer que la selección de López portillo se baso en su
percepción de que los problemas más urgentes de México en esa época eran financieros
más que políticos (centeno, 1994, pp. 158-159). Ya no había campesinos. Obreros ni
estudiantes radicalizados a los que el partido tuviera que impresionar, sino agencias
multilaterales, prestamistas extranjeros y funcionarios gubernamentales, a todos los
cuales había que movilizar para que ayudaran a México a salir del apuro.
Como diferencia al presidente entrante, dos formuladores de políticas
económicas de alto nivel fueron designados incluso antes de la ascensión de De la
Madrid a la presidencia. Uno fue el secretario de hacienda, Jesús Silva Herzog Flores,
hijo del famoso cofundador de la escuela de economía de la UNAM que tenia un grado
de maestría en economía de la universidad de Yale. En termino ideológicos, Jesús
Silaba Herzog Flores difería sustancialmente de su padre y tenia una reputación de
prudencia y conservadurismo que lo que lo hacía
favorito entre los banqueros
internacionales, que se decía que sonreían”…más popular con los banqueros
neoyorquinos que con algunos de sus compatriotas” (“Mexico´s Happy Creditors” ,
1984 P. 60). Otro de los designados presidenciales de la De La Madrid fue el director
del banco central, Miguel Mancera, un graduado del ITAM también con maestría en
economía de Yale, y un banquero central conservador hasta la medula.
Los meses que pasaron de entre la selección de De la Madrid como
candidato en septiembre de 1981 y su toma de posesión como presidente en diciembre
de 1982 estuvieron marcadas por el hecho de que la deuda mexicana se convirtieron en
una verdadera crisis de deuda y en una extraordinaria y fascinante lucha entre distintos
campos de economistas del gobierno con credenciales extranjeras similares, pero con
ideologías muy distintas. Por una partes estaban los economistas “radicales”, inspirados
234
por el desarrollismo y su pariente más radical, la teoría de la dependencia; los más
importantes entre ellos fueron Carlos Tello, anteriormente secretario de la secretaría de
programación y presupuesto –y por poco tiempo cabeza del banco central- y José
Andrés de Oteyza, secretario del patrimonio nacional. Estos economistas habían
alcanzado la cima de sus carreras durante las presidencias populistas de Echeverría y
López Portillo, los dos habían sido estudiantes de economía de la UNAM y ambos
habían estudiado en la universidad de Cambridge, famosa por sus tendencias
keynesianas. Por otra parte, estaban los economistas más ortodoxos formados en Yale,
Jesús Silva Herzog flores y miguel mancera, junto con sus numerosos aliados dentro de
la administración pública mexicana.
El punto decisivo de la batalla entre los economistas de Yale y los de
Cambridge fue como tratar la crisis de la deuda externa de México. El 18 de agosto de
1982, el secretario de hacienda, Jesús silva Herzog Flores, informo al gobierno de
estados unidos, al FMI y el gobierno de estados unidos, México se esmero: un equipo
de tecnócratas formados en el extranjero que hablaban bien ingles y cuyas estrechas
relaciones personales dentro de los círculos financieros internacionales era una ventaja
importante. Entre estos tecnócratas estaban Silva Herzog y Mancera, asi como también
José Ángel Gurria Y Alfredo Phillips Olmedo (Kraft, 1984, P, 5).
Después de declarar su incapacidad para pagar, México enfrento la decisión
crítica de si intentaba cumplir obligaciones con sus acreedores o si faltaba a sus
compromisos. Para Jesús Silva Herzog Flores, un maestro en economía de Yale que
había pasado sus años de formación profesional en el banco central mexicano, esto
último no era una opción: México debería comportarse como un deudor responsable.
Sabiendo bien que dejar de pagar era una posibilidad muy real, los empresarios y
financieros internacionales dieron un suspiro colectivo de alivio. En palabras de un
artículo de la revista The Economist, “México; un país que siempre se preocupa por lo
interno, podría haber dejado de pagar, desairar a los banqueros, darle la espalda a
estados unidos y utilizar su riqueza petrolera –al estilo Kaddafil—para atizar los fuegos
revolucionarios de Centroamérica”(Mexico under the IMF , 1983, p. 19).
235
Por ejemplo, uno de los ex profesores de mancera y de Silva Herzog en Yale
era director del consejo directivo de la reserva federal. Paul Volcker, el presidente de la
reserva federal, También era conocido de Silva Herzog y de Mancera desde anteriores
negociaciones de la deuda mexicana; mas tarde Volcker se convertiría en mediador
entre México por una parte, el Tesoro se convertiría en mediador entre México, por una
parte, y el FMI el tesoro estadounidense y bancos privados, por la otra (Kraft, 1984, p.
8).
En cambio, Silva Herzog empezó inmediatamente a encaminar a México
hacia un acuerdo negociado con los bancos, para lo cual tendría que conseguir el apoyo
del tesoro estadounidense de Paul Volcker de la reserva federal, del banco de las
reglamentaciones internacionales (BRI) y el Fondo Monetario Internacional. Para
cumplir con sus obligaciones, México necesitaba urgentemente Fondos del
departamento del tesoro estadounidense y del FMI, y ambos exigían molestas
concesiones a cambio de su apoyo: el primero quería comprar petróleo mexicano con un
considerable descuento –equivalente a un préstamo de mas de 30%--; el FMI, por su
parte quería que México se comprometiera al paquete usual de medidas de austeridad
para el ajuste estructural. El acuerdo del petróleo se aprobó pese a las objeciones de
Oteyza y con amargas críticas de la prensa de opciones izquierdistas mexicana. (Kraft,
1984, pp. 15-16)
Pero el acuerdo con el FMI fue el mas difícil de soportar para los
economistas de izquierda. La extensa fuga de capitales que precedió a la crisis de la
deuda fue diagnosticada por estos economistas como un efecto de la exagerada facilidad
con la que los ricos podían sacar su capital de México. Como remedio, Oteyza y otros
economistas mexicanos que pensaban como el aconsejaron la imposición de controles
de capital. A estos controles se opusieron por completo no solo el FMI, sino también
economistas ortodoxos del gobierno mexicano como Silva Herzog y Mancera; Como
muestra de un desacuerdo abierto, Mancera publico en 1982 un folleto titulado “Las
desventajas de los controles de capital”. Los economistas izquierdistas también
aconsejaron la nacionalización del sistema bancario mexicano, una idea que debe haber
236
consternado a mancera como banquero central tradicional. El 31 de agosto de 1982,
López Portillo acepto el consejo y convirtió en ley los controles de capital y la
nacionalización de los bancos mexicanos; al mismo tiempo, mancera fue destituido
como director del banco central y Carlos Tello tomo su lugar (Kraft, 1984, p. 38).
Hayan sido o no estas medidas heterodoxas las solución correcta para los
problemas de México, estaban directamente en contradicción con la estrategia de Silva
Herzog de comprometerse al pago de la deuda y al cumplimiento de los requisitos de
los gobiernos extranjeros y de las instituciones financieras internacionales. El decreto
de López portillo represento un severo revés para las negociaciones de Silva Herzog
con el FMI; las cosas se pusieron peores aun por el echo de que Tello había remplazado
a mancera en el equipo de negociación de México pero Tello estaba aislado, y las
políticas que el favorecía no solo tenían la oposición de Silva Herzog, del FMI y de
negociadores extranjeros como Paúl Volcker de la reserva federal, si no que también
estaban imposibilitado por el grave echo de que los fondos de México se estaban
agotando. Amenos que México estuviera dispuesto a dejar de pagar su deuda, tendría
que aceptar los términos del FMI, lo que Volcker también exigía como condición previa
para interceder en su nombre en los bancos privados. Tello intento mantener su terreno
en las negociaciones con el FMI, insistiendo en los controles cambiarios, una política
asalariada, generosa y un gasto gubernamental elevado; abundan los rumores de que
estaban intentando fortalecer su oposición para integrar un cartel de deudores con
argentina y Brasil (Kraft, 1984, pp.44-45).
Sin embargo, los negociadores del FMI sabían que Teller estaba además en
el equipo negociador y que el asenso de DE LA MADRID a la presidencia fortalecería
ala posición de ellos. El 10 de noviembre de 1982, Silva Herzog anuncio los términos
del acuerdo con el FMI; México se comprometía a reportar el déficit presupuestal de
16.5% del PIB en 1981 a 8.5% en 1983, a reducir drásticamente la deuda externa y
disminuir de manera imperiosa los subsidios gubernamentales (Kraft, 1984, p.46). El
FMI y los conservadores fiscales y monetarios dentro del gobierno mexicano habían
ganado.
237
…y del ajuste estructural a las reformas institucionales.
El 1 de Diciembre de 1982, Miguel de la Madrid asumió la presidencia de
México; Oteyza fue a remplazado por un nuevo secretario del patrimonio nacional,
mancera fue reinstalado como director del banco central y Silva Herzog se mantuvo
cosecretario de hacienda. El gabinete de de la Madrid estaba lleno de maestros y
doctores formados en estados unidos en una cantidad nunca antes vista en el gobierno
mexicano, y casi uno de cada 4 funcionarios gubernamentales había estudiado en
estados unidos( Centeno, 1994, p.117). de echo, los funcionarios de gabinete de de la
Madrid tenían mas probabilidad de tener estudios superiores que los funcionarios del
gobierno concurrente de rehagan (camp, 1994.p. 103).
Desde el principio, este gobierno se comprometió a cumplir al pie de la letra
las medidas de ajuste estructural del FMI. Con el programa inmediato del
reordenamiento económico (PIRE) de 1983, que fue negociado con el FMI se redujeron
los presupuestos del gobierno, se devaluó el peso radicalmente, se eliminaron o se
redujeron los subsidios, bajaron los salarios reales de los trabajadores del gobierno y se
vendieron las empresas del gobierno que eran mas pequeñas o no rentables a
inversionistas privados (Heredia, 1996, p. p.154-160).
Se instalo el escenario para la siguiente fase de la política mexicana posterior
ala crisis de la deuda: depuse del ajuste estructural, tenían que seguir ahora las reformas
liberalizadoras de más largo plazo. Los funcionarios del gobierno de de la Madrid
compartían una posición conservadora similar con respecto a las políticas hacia los
acreedores de México y el FMI. Sin embargo, los economistas y otros funcionarios del
gabinete de de la Madrid no estaban de ningún modo convencidos unánimemente de la
conveniencia de un programa de liberalización mas amplia. El propio de la Madrid es
descrito por Heredia (1996) como un “desarrollista liberal” del tipo que abundaba en
México sobre todos en el banco central durante los años 50. Aunque fiscal y
monetariamente conservadores, estos individuos también creían firmemente en la
238
necesidad de la intervención estatal para promover el desarrollo, incluidas medidas
como la sustitución de importaciones para proteger la industria nacional (p.159).
Hasta mediados de los años 80, de la Madrid impulso una política moderada
de apertura gradual y selectiva al libre comercio. Pero después, tuvo desacuerdo ala
velocidad y ala profundidad de la apertura comercial: por un lado, estaban los
“desarrollistas liberales” dentro de la secretaria de comercio y, por el otro lado los
“defensores del libre comercio “en el banco central mexicano el secretario de
comercio, Héctor Hernández Cervantes, era un graduado el programa de economía de la
UNAM que había echo los estudios superiores en la universidad de Melbourne en
Australia en lugar de estados unidos. Hernández solo defendía la apertura selectiva y
gradual al libre comercio internacional y, en general; estaba a favor de un estado activo
de una economía mixta Activo dentro de una economía mixta. Al mismo tiempo, exista
dentro de la secretaria un pequeño grupo de proteccionistas en busca de rendimientos,
cuya posición minaba la credibilidad de Hernández y de su equipo (Heredia, 1996, pp.
170-172).
En el extremo opuesto del debate, en el banco de México había una
generación mas joven de funcionarios formados en el extranjero que creían mucho mas
fervientemente en las fuerzas del mercado que los conservadores fiscales y los
desarrollistas liberales al antiguo estilo. El mas importante de ellos era un joven
posgraduado de la Universidad de Chicago llamado Francisco Gil Díaz, el mismo que
había ayudado de convertir al ITAM en un centro de economía neoclásico al estilo
estadounidense en los años setenta. Gil Díaz tenía numerosos aliados formados en los
estados unidos fuera del banco de México, entre ellos, pedro aspe un graduado del
ITAM que trabajaba en la secretaria de programación y presupuesto y Jaime Serra
Puche del colegio de México. Durante ese periodo, una serie de seminarios conjuntos
que hay del colegio de México. Durante este periodo, una serie de seminarios conjuntos
que había reunido a economistas formados en Estados Unidos del ITAM y del Colegio
de México desde 1977 fue una fuente de influencia de las ideas de Libre Comercio en el
Gobierno Mexicano. Al mismo tiempo, la Oficina de Asesores Económicos del
239
Presidente reunió otro equipo mas de economistas formados en estados unidos para
apoyar las ideas del libre comercio, el cual incluía a Herminio blanco, formando en
Chicago, la posición de estos economistas se veía fortalecida por el deterioro progresivo
de las finanzas mexicanas, acelerado por el terremoto de 1985 y la caída de los precios
del petróleo 1986 (Heredia, 1996, pp.173-180).
La Secretaria de Hacienda ocupaba una oposición intermedia entre el banco
de México y la secretaria de comercio, ya que estaba dividida entre funcionarios que
apoyaban el libre comercio y los que oponían a el. Pero en 1985, una reforma
administrativa elimino 2 sub. Secretarias y creo una nueva encabezada por pedro aspe.
Mas tarde, en 1986; Silvia Herzog renuncio como secretaria de hacienda- por razones
políticas internas-. Según Heredia, estos acontecimientos introdujeron ala secretaria de
hacienda en el campo del libre comercio: el sucesor de Silvia Herzog como ministro de
hacienda fue Gustavo Petricioli, el responsable de la renovación y americanización de la
economía en el ITAM mediados de los años 60, que introdujo a otro de los defensores
del libre comercio, Jaime Serra Puche, formado en Yale (Heredia, 1996, pp. 168- 169,
238- 239).
Ayudaba por su alianza con el banco mundial y con los funcionarios del FMI
que adoptaron políticas similares- y con la oposición de los funcionarios de la secretaria
de comercio y de los intereses del sector privado- la coalición de libre comercio dentro
de la administración pública mexicana prevaleció. En 1984, el Banco de México
empezó a diseminar propuestas de políticas a favor de una apertura comercial acelerada.
El Banco Mundial envió a México una misión de política comercial- en Noviembre de
1984- que negocio y colaboro estrechamente con funcionarios del banco central y de la
Secretaria de Hacienda; mas tarde, en ese año, el Banco Mundial otorgo a México el
primer “préstamo de política comercial “en la historia del banco que beneficio a
México con una serie de prestamos a cambio de una amplia liberalización, comercial.
En mazo de 1985, una carta de Silvia Herzog y Mancera dirigida al FMI acordó “una
completa revisión de las políticas comerciales”, empezando por el reemplazo de los
controles cuantitativos alas importaciones por tarifas, (Buchanan y Rhein, 1985, p. 61).
240
En 1986, el gobierno de Ronald Reagan endureció a un mas la mano de las instituciones
financieras internacionales- también de los defensores de Libre Comercio dentro del
Gobierno Mexicano- al anunciar que no intercediera por México con los bancos
internacionales a menos que este “llevara acabo reformas estructurales sustantivas” y
llegara a un nuevo acuerdo con el FMI (“Silvia Lining”, 1986, p.81).
Pero México necesitaba muy poco impulso; desde el principio, los
funcionarios mexicanos y los del banco mundial estuvieron de acuerdo con la política
comercial. Un artículo del Financial Times, escrito en 1982, describía a México como
“el mimado” de los economistas del Banco Mundial” y afirmaba que había podido
asegurar mas prestamos contra la pobreza que ningún otro país. La razón de ese trato
preferencial3 fue una colaboración que se inicio A mediados de los años 80, cuando
funcionarios del banco mundial descubrieron en los funcionarios mexicanos ideas tan a
fines ala suyas que “México había reducido sus barreras comerciales mucho mas de lo
que el banco le había exigido… los economistas del Banco Mundial y los funcionarios
mexicanos a menudo pasaban juntos los fines de semana en reuniones creativas sobre
asuntos de política. Muchos tienen postgrados de las mismas universidades de los
Estados Unidos y los mismos amigos” (Fraser, 1992, p.7). De manera similar Heredia
afirma que la victoria de libre comercio en México no se logro por presiones externas,
sino quien era reflejo de los imperturbables puntos de vista del libre mercado de los
funcionarios que habían tomado el control de la toma de decisiones en política
económica (Heredia, 1996, pp.224-257).
La colaboración entre México y el Banco Mundial llevo al país a adherirse al
Acuerdo General sobre Tarifas y Aranceles (GATT, por sus siglas en ingles) en 1986, lo
causo la eliminación de muchos requisitos de licencias de controles cuantitativos. En
1987, el gobierno mexicano implanto un programa de liberación comercial que iba mas
haya de los requisitos del GATT. Estas colaboraciones culminaron el Tratado del Libre
Comercio de America del Norte (TLCAN), llevado a cabo durante el régimen de salinas
(1988-1994). El TLCAN comprometido a México a bajar las tarifas y eliminar barreras
no arancelarias sobre bienes importados de Estados Unidos y Canadá. En algunos
241
aspectos, el tratado es mucho más un documento doctrinario de libre comercio del
GATT: mientras que el GATT reconoce el derecho de los gobiernos a restringir
temporalmente las importaciones en casos de crisis de la balanza de pagos, el TLCAN
niega efectivamente el acceso a tales restricciones (Nadal Egea, 1996, p. 14). 4
Cuando Carlos Salinas de Gortari, asumió la presidencia en 1988, otorgó
posiciones a los mismos economistas formados en Estados Unidos que habían
impulsado la liberación comercial bajo la presidencia de Miguel de la Madrid. Pedro
Aspe (MIT), egresado del ITAM, fue designado como nuevo Secretario de Hacienda de
México, Jaime Serra Puche (YALE) del colegio de México se convirtió en secretario de
comercio. Miguel mancera (Yale), otro egresado del ITAM, siguió al frente del banco
central. Partidarios del liberalismo comercial ocuparon puestos también en el nivel
próximo al mas alto de la inauguración de las políticas económicas: Francisco Gil Díaz
(Universidad de Chicago) como Subsecretario de Ingresos de la Secretaria de
Hacienda; Herminio Blanco ( Universidad de Chicago) como Subsecretario de
Comercio Exterior en la Secretaria de Comercio. Bajo el régimen de Salinas de Gortari,
todos los estratos superiores
y medio de todos los ministerios encargados de la
elaboración de políticas económicas estuvieron bajo el dominio de los economistas
formados en Estados Unidos.
A lo largo de todo el régimen de Salinas de Gortari, las políticas
liberalizadoras de México fueron recompensadas con préstamos generosos de las
instituciones financieras internacionales. Al mismo tiempo, las negociaciones Brady de
1989 llevaron a una reducción efectiva de la deuda externa publica que México tenia
con los bancos comerciales de 5,260 millones de dólares a aproximadamente 4800
(Gurría y Fado, 1995, p.134).no es de sorprender que las políticas de Salinas en pro de
las empresas restauraran la confianza de los inversionistas: entre 1987 y 1994, la
Inversión Externa en México alcanzó un total mayor a 10 mil millones de dólares
(Santiso, 1999, p.52).
Por supuesto hubo acontecimientos posteriores que empañaron la dorada
reputación de salinas. La crisis del peso de 1994 -1995 mostró que las políticas de
242
salinas sellaron por consideraciones tanto políticas como técnicas; en 1999, su hermano
Raúl fue condenado a cadena perpetua por su implicación en un asesinato
político.*como resultado, Carlos salinas tuvo que retirarse a un exilio en Irlanda y sus
ambiciones de ser director de la organización mundial de comercio se vinieron abajo.
No obstante las políticas asociadas con el salinismo sobrevivieron a Salinas
de Gortari. Bajo la presidencia del economista formado en Yale, Ernesto Zedillo (19942000), México mantuvo su com-
Pag 255
Falta un parrafo
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
Que sentido tuvo el paso de México a los mercados libres
Falta la pagina 256 y 257 completa
Pag 258
el FMI y los inversionistas extranjeros nerviosos- tenían el control del acceso a esos
recursos, el gobierno mexicano se vio muy presionado para cumplir con las preferencias
sustantivas de esas organizaciones y actores- por ejemplo, al aceptar el paquete inicial
de ajuste estructural del FMI-.Sin embargo, también había una tendencia simultanea
hacia la “conformidad ceremonial” con respecto a las normas de los actores externos
poderosos, lograda al adoptar su lenguaje, rituales y normas (Markoff y
Montecinos,1993; Schneider, 1998). Para negociar con el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos y con el FMI, e inspirar confianza a los inversionistas extranjeros, tenía
mucho sentido poner en los niveles más altos del gobierno a economistas que hablaban
bien ingles y se habían formado en universidades estadounidenses: La aprobación de los
acreedores externos apoyó a “esos candidatos internos que no solo compartían las
mismas perspectivas económicas, sino que, quizá mas importante, también hablaban la
misma lengua, tanto literal como metafóricamente”(Centeno,1993,p.325). En un sentido
243
estos economistas se convirtieron en los diplomáticos del gobierno mexicano para la
comunidad financiera internacional.
Por supuesto, los economistas formados en Cambridge supuestamente también
hablaban bien ingles y estaban familiarizados con los modelos macroeconómicos. Sin
embargo, a diferencia de sus colegas formados en Estados Unidos, los economistas de
la escuela de Cambridge desaparecieron de la elaboración de políticas económicas
mexicanas después de 1962. Hubo algunas razones lógicas apremiantes de porque los
economistas formados en Estados Unidos prevalecieron sobre los economistas
formados en Cambridge durante los primeros años de la crisis de la deuda. Por un lado,
a principio de los años ochenta, la economía estadounidense era indiscutiblemente líder
en este campo (Cotas, ed., 1996). Más importante, los tecnócratas mexicanos formados
en Estados Unidos compartían un macro ideológico común con los actores
internacionales poderosos con los que tenían que tratar. A diferencia del paradigma
keynesiano que prevaleció en Cambridge,.en los años setenta la corriente principal de la
economía estadounidense complementó, mas que contradijo, las prescripciones
ortodoxas que emanaron de las instituciones multilaterales que siguieron al estallido de
la crisis de la deuda.
Por estas razones, los tecnócratas formados en Estados Unidos eran, sin duda,
los intermediarios preferidos por los representantes de la comunidad financiera
internacional. Puesto que el Banco Mundial, el FMI et al tenían la tajada mas grande del
poder en esta situación de negociación bilateral, es fácil ver por que les dieron a los
intermediarios su preferencia. Después de todo, si el gobierno mexicano hubiera
seguido confiando en los economistas de Cambridge, el resultado hubiera sido o el
estancamiento o la falta de pago, y ambos escenarios eran sumamente riesgosos. Una
vez que los tecnócratas formados en Estados Unidos consiguieron el timón de la
elaboración de políticas, pudieron reorganizar el régimen del gobierno mexicano desde
adentro. Así, el forzamiento y los mercados promovieron reformas neo-libelares no solo
de manera directa –por ejemplo:, la imposición de medidas de ajuste estructural por
parte del FMI-, sino también de manera indirecta, al promover a expertos con
244
conexiones internacionales que favorecían el neoliberalismo en la cima de la jerarquía
política, desde donde podían privatizar, desregular y liberalizar a sus anchas.
En resumen, parece que en el paso de México a los mercados libres estuvieron
implicados tanto el isomorfismo coercitivo como el experto. La reforma neoliberal en
México no solo fue impuesta por disciplina de los mercados internacionales y los
requisitos de organizaciones externas poderosas, sino que también fue promovida por
un grupo de expertos económicos dentro del gobierno mexicano, que creían que las
reformas del mercado eran la política correcta a seguir. Por otra parte, la habilitación de
estos funcionarios gubernamentales, en particular, fue en gran medida provocada por
presiones externas. La relación entre estas variables se muestra en la grafica 7.1.
Sin embargo, el ascenso de economistas formados en Estados Unidos dentro del
gobierno mexicano no puede atribuirse únicamente al isomorfismo coercitivo y alas
presiones internacionales. De acuerdo con la teoría cultural universal (cf.Scott y Meyer,
eds., 1994; Boli y Thomas, 1997), también hubo una adopción voluntaria de las normas
extranjeras en la experiencia económica, basada en normas transnacionales de
legitimación, La siguiente sección examina como los procesos tanto voluntarios como
coercitivos dieron forma ala profesión económica en México después de 1929.
Gráfica VII.1
El papel de las presiones externas en las reformas neoliberales mexicanas.
Presiones
externas
Presiones
externas
*Mercados internacionales
*Mercados
internacionales
(amenaza de fuga de capital,
necesidad de promover la
confianza de los inversionistas).
*Forzamiento (prestamos de
organizaciones externas como el
FMI, el Banco Mundial y el
gobierno de los Estados Unidos
basados en políticas).
Isomorfismo coercitivo
(Obediencia obligada de
las
demandas y normas de
organizaciones y actores
externos).
245
Reformas neoliberales.
LA ECONOMIA MEXICANA EN PERSPECTIVA HISTORICA
La profesión económica en México no se invento “de la anda”, sino que,
desde un principio, se moldeó tímidamente a imagen de las normas internacionales de
experiencia económica. Sin embargo, tanto la naturaleza de estas como el papel de los
economistas en México eran muy diferentes hace medio siglo de lo que son hoy en día.
Durante los años treinta, la economía era una disciplina heterogénea tanto nacional
246
como internacionalmente, y una disciplina que se forzaba por darle sentido ala crisis
económica global. Las normas en las que se inspiro el programa inicial de economía de
la UNAM, aunque internacionales en su origen, tenían poco o nada en común con la
economía neoclásica que se enseñaba en la mayoría de las universidades de Estados
Unidos en esa época.
Auxiliares por sus “profesiones taxi” en las secretarias de gobierno, las
primeras generaciones de economistas que se graduaron en los años treinta no tuvieron
problemas para encontrar trabajo. Sin embargo, inicialmente, las posiciones que
ocuparon fueron de un nivel bastante bajo-recordemos al graduado de la UNAM que
describió su primer trabajo como la producción de “metros y metros de cintas
sumadora”-. La economía en México fue una profesión que tuvo éxito inmediatamente,
en el sentido de que los economistas tenían amplias oportunidades de empleo. Sin
embargo, no tenían influencia en el campo de las políticas económicas, una
“jurisdicción” profesional que los economistas pudieron conquistar décadas mas tarde y
mucho mas gradualmente (véase el cuadro 7.1).
En los años cuarenta, la elaboración de políticas económicas mexicanas
estaba indiscutiblemente en manos de aficionados. En su mayoría, aunque no de manera
exclusiva, abogados; como lo fueron las elites políticas mexicanas en general hasta los
años ochenta (Camp, 1980). El cuadro 7.1 muestra que, con el tiempo, los economistas
empezaron a ascender a los niveles superiores de las secretarias encargadas de las
políticas económicas. A diferencia de la proliferación anterior de abogados, al parecer
el florecimiento de los economistas en la cima de la elaboración de políticas
económicas dependió mayormente del grado de capacitación alcanzado. Aunque
muchos abogados con tan solo títulos de licenciatura ocuparon puestos políticos de muy
alto nivel entre 1940 y 2000, solo dos economistas con únicamente licenciatura llegaron
a ocupar tales puestos La mayoría de los economistas que llegaron al poder tenían
estudios superiores de posgrado, necesariamente del extranjero –el primer programa de
posgrado en economía de México no se fundo sino hasta 1960- y, en mayor medida de
Estados Unidos. Los expertos formados en el extranjero.
247
Cuadro VII.1
Características de los huecos en la cima de la elaboración de políticas económicas por
régimen presidencial.
Presidencia(periodo)
Num,de aberturas
Lic. en
Lic.en ecuelas
Est. Sup. en
Est.sup.de Eco.
en la cima de las
pol.econ.
economía
N(%)
Ávila Camacho (1940-1946)
mexicanas
privadas
el extranjero
en el extranjero
N(%)
N(%)
5
0
1(20)
0
5
0
0
0
4
1(25 )
0
0
5
1(20 )
1(20)
1( 20)
5
1(20 )
0
1( 20)
9
2(22 )
0
4( 44)
0
Alemán (1946-1952)
0
Ruiz Cortines (1952-1958)
0
López Mateos (1958-1964)
1(20 )
Díaz Ordaz (1964-1970)
1(20 )
Echeverría (1970-1976)
2(22 )
López Portillo (1976-1982)
12
4(33 )
0
7( 58)
7
6(86 )
2(29)
7(100)
2(40)
5(100)
4(33 )
De la Madrid (1982-1988)
5(71 )
Salinas (1988-1994)
5
4(80 )
4(80 )
248
Zedillo (19994-2000)
8(100)
8
7(87.5)
2(25)
7(87.5)
FUENTE: Camp (1994) y diferentes medios de noticias para la información
mas reciente.
NOTA: El número total de huecos para cada periodo presidencial es igual al número de
puestos políticos del máximo nivel multiplicados por el número de personas que ocupan esos cargos
durante una presidencia dada. Por tanto, los datos para una persona que ocupa dos cargos en
diferentes momentos durante el mismo periodo presidencial se cuentan dos veces. Los puestos
políticos de nivel máximo son: presidente de la Republica, Secretario de Hacienda, secretario de
Comercio y directos del banco central (durante todo el periodo), secretario de la Presidencia (de
1958 a 1975) y secretario de Programación y Presupuesto (de 1976 a 1992).
Por consiguiente, cuando se analizan las tendencias en el gobierno
mexicano, es imposible separar analíticamente los asuntos de la legimitimaciòn de la
experiencia económica, por una parte, y la legimitimaciòn de las normas extranjeras de
experiencia económica, por otra. Pero, ¿a quien legitimaban precisamente estas
credenciales extranjeras? Dos procesos paralelos contribuyeron al asenso de los
economistas formados en el extranjero dentro del gobierno mexicano: la legitimación de
la experiencia económica por parte de actores internos dentro del Estado mexicanoisomorfismo mimético o cultural universal- y su legimitimaciòn por parte del poderoso
externos que generaban recursos, isomorfismo coercitivo.
Isomorfismo mimético y legitimación interna
La aceptación de las prescripciones profesionales de los economistas-funcionarios del
gobierno mexicano aparentemente no fue universal dentro de la administración pública
mexicana. Por el contrario, el conflicto que identifica Vernon (1963) entre los
“políticos” y los “técnicos” se baso en disputas muy reales dentro del gobierno
mexicano sobre las prescripciones de los economistas, que en ocasiones fueron
249
cuestionadas por los abogados que trabajaban como sus superiores. Hasta mediados de
los años setenta mas o menos, los políticos –los abogados- fueron los que tuvieron la
última palabra en la elaboración de políticas y la sugerencia de los técnicos –los
economistas- podían ser ignoradas; el esfuerzo para la reforma fiscal a principios de los
años sesenta represento una prueba importante de la autoridad profesional de los
economistas en el gobierno, una prueba en la que finalmente fracasaron los
economistas. La primera es que, desde mediados de los años treinta hasta principios de
los ochenta, el estado mexicano estuvo en constante compasión y, por consiguiente,
pudo proporcionar amplias oportunidades de empleo a todos los competidores
profesionales. La segunda razón es que la rápida rotación de personal dentro del sector
publico mexicano proporcionaba los medios a través de los cuales los economistas –en
particular los que tenían estudios superiores en el extranjero- podían llegar a ocupar
puestos mas importantes a través de la movilidad y no a través de pugnas.
Como resultado, los economistas mexicanos no tuvieron que quitarles por asalto el
castillo de la elaboración de políticas económicas a los aficionados que anteriormente lo
habían ocupado. Por el contrario, la economía mexicana fue promovida activamente por
la generación mas vieja de formuladotes aficionados de políticas económicas, como
Jesús Silva Herzog, Rodrigo Gòmez y Antonio Ortiz Mena, porque estaba legitimada
entre estos formuladotes de políticas: ellos creían que los asistentes capacitados
específicamente para tratar con asuntos económicos podrían aumentar la eficiencia y el
prestigio de las secretarias encargadas de las políticas económicas que tenían a su cargo.
Cuando los economistas ascendieron en la jerarquía por haber impresionado a sus
superiores, adquirieron poder en la toma de decisiones por encima de estratos sucesivos
de funcionarios de la jerarquía burocrática.
EL funcionario mas dedicado a la promoción de la economía mexicana y al avance de
los economistas mexicanos probablemente fue el directos del Banco de México y
contados Rodrigo Gómez, quien apoyo el desarrollo e internacionalización de la
economía mexicana, de múltiples maneras, a través de becas del banco, participando en
la renovación del programa de economía de la Universidad Autónoma de nuevo Leon o
250
apoyando la fundación de un programa en El Colegio de México (véase en el capítulo
IV). Formuladotes aficionados de políticas económicas, como Gómez, no solo toleraron
la experiencia económica en sus secretarias, sino que sistemáticamente la crearon y la
nutrieron. Una gran cantidad de datos examinados en este libro sugieren que el Banco
de México fue el ramo de las administración pública donde quienes tenían credenciales
extranjeras de economía gozaban de mas peso y legitimidad. Esto fue, sin duda, gracias
a la ubicación del Banco dentro del campo de organización internacional de bancos
centrales, que daba a los banqueros de todo el mundo normas comunes para la
elaboración de políticas económicas.
Desde una perspectiva histórica, el Banco de México fue la organización
gubernamental que tuvo mayor responsabilidad en la americanización de la economía
mexicana. El banco fue responsable del primer programa de becas para que los
economistas estudiaran en el extranjero y desempeño un papel clave en la fundación de
la carrera en el ITAM, en El Colegio de México y en la renovación del programa de
estudios de la Universidad de Nuevo Leon. Además, sus funcionarios fueron los
instrumentos para reformular la disciplina en el ITAM y lograr un programa
americanizado y arientado a promover estudiantes para seguir estudios de postrados en
universidades estadounidenses. Hay pruebas de que los bancos centrales de otros países
han asumido papeles similares en la internacionalización de las profesiones de
economía locales (véase Dagnino Pastores, 1989,en Italia [pp.196-199]; y Urrutia,
1994, en Colombia [p.304].
Por consiguiente, el reconocimiento del valor de las credenciales internacionales entre
los actores internos fue un factor critico que contribuyo tanto ala internacionalización
de la ciencia económica mexicana como al ascenso de los economistas formados en el
extranjero dentro del gobierno. Quizá no exista mejor prueba de esto que el
financiamiento gubernamental a gran escala que hizo posible estudiar economía con
becas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en los años setenta.
Fundado en 1970, el Conacyt tenía el propósito de promover la educación superior y la
251
investigación en las ciencias naturales y sociales. El rápido aumento al financiamiento
del Consejo hizo posible que hubiera becas disponibles en gran escala para estudiar
economía en el extranjero. Los graduados de este programa de becas se destacaron de
manera tan manifiesta entre los reformadores de los años ochenta y noventa que el ex
profesor de Chicago Arold Harberger llamo al Conacyt “un arma secreta sin la cual la
transformación económica de México nunca se hubiera llevado a cabo” (Harberger,
1996, p.311).
Isomorfismo coercitivo y legitimación externa
Al mismo tiempo, el apoyo del gobierno a la ciencia económica
internacionalizada reflejó también la sujeción histórica fluctuante de México a las
presiones externas. Una manera aproximada de medir estas presiones incorpora tanto el
flujo de los recursos internacionales al gobierno como la condicionalidad vinculada a
ellos. Kahler (1992) define la condicionalidad como “las condiciones concertadas
entre… agencias externas… y gobiernos nacionales” (p.89). la condicionalidad abarca
factores tales como tasas de interés y las políticas que exigen instituciones como el FMI
a cambio de préstamos. Durante distintos periodos históricos, el gobierno mexicano ha
sufrido niveles variables de presiones internacionales.
El colapso de los mercados internacionales de capital
En México, como en muchos otros países latinoamericanos, el
endeudamiento externo del gobierno fue alto durante las primeras décadas del siglo XX,
una época en que los mercados financieros estaban sumamente internacionalizados y el
gobierno mexicano tenía fuertes deudas con acreedores extranjeros. La condicionalidad
de estos recursos, aunque no oficialmente impuestos por instituciones multilaterales
como el FMI—que todavía no existía --, ya era relativamente alta, pues muchos países
incurrieron en problemas con el refinanciamiento de sus préstamos. Ésta fue la época
252
durante la cual los “doctores de dinero”—economistas ortodoxos extranjeros como
Edwin Kemmerer de la universidad de Princeton—fueron invitados a dar asesoría a los
gobiernos latinoamericanos y a certificar la solidez de sus políticas, todo con el interés
de inspirar confianza en el inversionista extranjero. Al igual que otros economistas de la
corriente principal en esa época, Kemmerer “buscaba principalmente promover la
convertibilidad de las monedas respecto del oro como base para un autoajuste y una
autorregulación del orden económico internacional del comercio y la inversión”
(Rosenberg y Rosenberg, 1994, p.67).
Con el colapso de los mercados financieros a principio de los años treinta,
México fue uno de los primeros países latinoamericanos en retirarse del mundo de las
finanzas globales. El conflicto social aunado a las disposiciones inquietantemente
populistas de la recién redactada Constitución mexicana, hizo que los inversionistas
internacionales tuvieran cuidado después de la revolución. A lo largo de los años veinte
México pagó y dejó de pagar su deuda y, de 1932 a 1942, dejó de pagarla cuando entró
en negociaciones con sus acreedores bajo los auspicios de una iniciativa dirigida por
estados unidos (Eichengreen, 1994, pp.122-123). En parte por la preocupación que tenia
Estados Unidos de mantener a México como aliado durante la segunda Guerra Mundial,
el resultado fue una impresionante reducción de la deuda garantizada mexicana—la
deuda para la cual se emitieron títulos gubernamentales—a menos de 10% de su monto
original (Bazant5, 1986, pp. 214-221).
El orden internacional de la posguerra
Este periodo de relativa autonomía de los mercados financieros globales
terminó gradualmente con la construcción de un
nuevo orden financiero en la
posguerra, con los Estados Unidos como capitán y las nuevas instituciones financieras
globales, en particular el banco Mundial y el FMI, como lugartenientes. Una gran
cantidad de nuevas organizaciones, como el Banco mundial, el FMI y el BID, y
programas nacionales, como la Alianza para el Progreso, empezaron a recompensar a
253
los gobiernos del Tercer Mundo que se ajustaban a las normas de experiencia
establecidas por los países desarrollados.
Después de la reanudación de los préstamos externos que siguió a la
devaluación del peso en 1954, las credenciales de los economistas formados en el
extranjero se convirtieron en activos más atractivos para los ministerios mexicanos
encargados de elaborar las políticas económicas. El primer encargado de diseñar
políticas económicas de alto nivel con título extranjero de posgrado en economía-Raúl
Salinas Lozano- se convirtió en secretario de Comercio en 1958, sólo cuatro años
después de la devaluación de la moneda mexicana y el consiguiente acuerdo de reserva
del FMI. De 1954 a 1958, Salinas Lozano había sido 6lirector de la Comisión Nacional
de Inversiones que se creó bajo la recomendación conjunta del gobierno mexicano y del
Banco Mundial, y que le proporcionó a Salinas Lozano la familiaridad necesaria para
trabajar con el personal de las agencias internacionales de desarrollo. Aún más
significativo, de 1956 a 1958, Salinas Lozano había fungido como gobernador alterno
del FMI (Camp, 1994).
Sin embargo, en retrospectiva, el nivel de endeudamiento externo durante el
periodo de la posguerra fue bastante bajo (Gil Díaz, 1984). Esto se debió, en parte, a
que la inversión mexicana se financió cada vez más con el crecimiento del ahorro
interno, alentado por la ocurrencia simultánea del crecimiento económico y la
estabilidad monetaria (Thompson, 1979, p. 148). Además, los préstamos provenientes
de instituciones multilaterales estuvieron acompañados de niveles relativamente bajos
de condicionalidad. El préstamo de reserva que otorgó el FMI en 1954 iba acompañado
de medidas de ajuste estructural pero fue liquidado en uno cuantos años. El Banco
Mundial -el mayor acreedor de México en" 1965- no empezaría su era de préstamos
condicionados a políticas hasta los años setenta.9 Más importante, el grueso de la deuda
externa mexicana durante el desarrollo estabilizador era a fuentes privadas, más de
70.9% de toda la deuda dé 1965 (Thompson, 1979, p. 175). Lejos de intentar imponer
sus preferencias de políticas sobre el gobierno mexicano, a finales de los años sesenta
254
los prestamistas privados competían por el privilegio de tener a México como acreedor
debido a su estabilidad política y monetaria (Thompson, 1979, pp. 174-185).
Aun cuando las presiones externas durante el periodo populista (1970-1982) también
tuvieron un nivel moderado, fueron de un tipo cualitativamente distinto. En estos años,
el flujo de recursos externos fue tremendo, pero la condicionalidad, extremadamente
baja. La reglobalización de los mercados financieros, combinada con las tasas de interés
internacionales bajas y un superávit de "petrodólares" susceptible de invertirse, hizo
posible que los gobiernos del Tercer Mundo tuvieran acceso a préstamos de .acreedores
extranjeros privados a tasas de interés variables. Aunque una devaluación y un préstamo
de reserva del FMI en 1976 obligó al gobierno mexicano a aplicar medidas de ajuste
estructural los intentos del FMI para aumentar la condicionalidad del préstamo fueron
socavados por la libre disponibilidad de recursos financieros externos, así como por los
enormes ingresos que estaba recibiendo el gobierno mexicano a través de las ventas de
petróleo. Como consecuencia del auge petrolero, México pudo liquidar por adelantado
su préstamo de 1976 al FMI (Teichman, 1988, p. 65).
El auge de préstamos al Tercer Mundo de los años setenta parece haber
tenido varia consecuencias para. el papel de los economistas en el gobierno mexicano.
Por una parte, el dinero fácil hizo posible que el gobierno siguiera políticas populistas y,
por consiguiente, que ayudara al ascenso de los economistas de la izquierda del
consenso desarrollista dentro del gobierno mexicano. Estos economistas estudiaron su
licenciatura 'en la UNAM, pero posteriormente asistieron a la Universidad de
Cambridge. La institución académica con la que estaban asociados no era la UNAM,
sino el CIDE, que se convirtió en el nuevo bastión del pensamiento desarrollista
después de que la universidad se radicalizó.
Sin embargo, la influencia de los economistas de Cambridge fue limitada. La
Secretaría de Hacienda y el banco central fueron siempre bastiones del
conservadurismo; la Secretaría de Programación y Presupuesto, aunque brevemente
bajo la dirección de Carlos Tello, estuvo cada vez más dominada por tecnócratas
formados en Estados Unidos -entre los cuales estaban Miguel de la Madrid y Carlos
255
Salinas- Mientras tanto, los tecnócratas formados en Estados Unidos, que provenían
cada vez más de escuelas privadas como el ITAM, estaban asumiendo gran cantidad de
puestos del gobierno.
Aunque la deuda de México y el nivel de endeudamiento fueron altos
durante los años setenta, su necesidad de ajustarse a las demandas de organizaciones
externas fue baja hasta 1982; cuando México firmó otro acuerdo de reserva con el FMI
en un contexto de disminución de los precios internacionales del petróleo y de altas
tasas de interés internacionales. Después de 1982, las presiones externas sobre el
gobierno mexicano fueron extraordinariamente elevadas, cuando México luchaba por
financiar su gran deuda externa. La gráfica 7.2 muestra cómo evolucionó en el tiempo
la proporción de la deuda mexicana con respecto al PIB.
Con la crisis de la deuda en plena actividad, la dependencia mexicana de
recursos externos fue más alta que en ningún otro momento desde la Revolución
mexicana e intensa la necesidad de atender las normas profesionales y las preferencias
políticas de los actores externos. Por consiguiente, no sorprende que 1982 marcara el
ascenso definitivo de los economistas al pináculo de la elaboración de políticas, de
economistas que, además, eran muy distintos a aquéllos del desarrollismo radical que
habían ganado cierta influencia durante los años setenta. Durante los primeros cuarenta
y tantos años de la ciencia económica mexicana, la dependencia de recursos fue un
factor que contribuyó al ascenso de los economistas formados en el extranjero dentro
del gobierno. Después de 1982, sin embargo la extrema dependencia de los-
256
60
50
40
30
20
Porcentaje
10
0
1980
1990
1995
1998
Año
Gráfica VIl.2
Total de la deuda externa mexicana como porcentaje del PIB
-Recursos causados por la crisis de la deuda provocó una selección entre los
economistas formados en el extranjero dentro del gobierno: primero, de los tecnócratas
más conservadores, fiscal y monetariamente hablando, y después, de los que tenían más
probabilidades de estar a favor de los mercados libres y del libre comercio.
En la actualidad, ya no se considera oficialmente que la deuda externa de México tenga
proporciones de "crisis". Sin embargo, como muestra la gráfica 7.2, los altos niveles' de
deuda externa se han convertido en un contexto institucionalizado de la elaboración de
políticas económicas mexicanas. En estas circunstancias, no es de sorprender que una
tecnocracia educada en Estados Unidos también se haya institucionalizado, ya que la
"sumisión ceremonial" a los deseos de los inversionista s internacionales es una
condición absolutamente necesaria, si no suficiente, para el éxito de las políticas
macroeconómicas.
En efecto, es importante hacer notar que, promoviendo las reformas
liberalizadoras, los tecnócratas formados en universidades estadounidenses han
257
perpetuado y fortalecido las condiciones que hacen tan necesaria su presencia. Gracias a
las reformas neoliberales, la economía actual de México es mucho más abierta al libre
mercado y a la inversión extranjera de lo que era hace veinte años. Los desequilibrios
comerciales que resultan de la eliminación de las barreras proteccionistas causan
desequilibrios en la cuenta corriente, los cuales, a su vez, se financian con inversión
indirecta externa sumamente volátil. La confianza del inversionista internacional se ha
convertido en el sine qua non del éxito de las políticas macroeconómicas mexicanas.
Por consiguiente, aunque desde 1982 el gobierno mexicano ha seguido las
prescripciones de las instituciones financieras internacionales al pie de la letra, la fuga
de capitales sigue siendo una preocupación siempre presente, a la que todo elaborador
de políticas -sin importar cuán escrupulosamente neoliberal se debe atender. Un
recordatorio notable de este estado de cosas ocurrió con la crisis del peso de 1994-1995.
El nerviosismo de los inversionistas, que temían una devaluación inminente, provocó
fugas de capital una drástica reducción en el valor del peso y otro plan de rescate
conjunto del Tesoro estadounidense y el FMI. El hombre más difamado -quizás
incorrectamente- por este desastre fue el secretario de Hacienda formado en Yale, Jaime
Serra Puche. Sin embargo, la renuncia de Serra Puche no trajo como consecuencia ni la
revaluación del modelo económico neoliberal ni la designación de otra clase de
funcionario. Por el contrario, el tecnócrata caído en desgracia fue remplazado por
Guillermo Ortiz Martínez, un economista formado en Stanford con el mismo
compromiso con las reformas neoliberales. En realidad, en un momento en que el futuro
de México dependía de la buena voluntad combinada del FMI, del Tesoro
estadunidense y de inversionistas extranjeros nerviosos, es difícil imaginar cómo podría
haber actuado el gobierno mexicano de manera distinta.
Aún más importante, la reciente transición de México a una democracia multipartidista
ha causado poco cambio en el terreno de las políticas económicas. El presidente Vicente
Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), es un empresario más, que “tecnopolítico” del
tipo de los que ascendieron al poder en los años ochenta. En general su gabinete parece
258
menos tecnócrata que los de las tres presidencias anteriores, con menos posgraduados
en el extranjero per cápita. Sin embargo, los formuladores de políticas económicas del
gobierno se ven muy similares a sus predecesores. Entre ellos se incluyen: Luis Ernesto
Derbez, a la cabeza de la Secretaría de Economía, a la que se le acaba de cambiar el
nombre -antes era Secretaría de Comercio, quien tiene un posgrado en economía de la
Universidad de Iowa, y el Coordinador Económico Eduardo Sojo, cuyo doctorado en
economía es de la Universidad de Pensilvania.
Para los propósitos de este libro, el más notable de los designados por Fox es Francisco
Gil Día, a la cabeza de la Secretaría de Hacienda, el mismo Chicago boy que contribuyó
a la revisión del programa del ITAM en los años setenta y a la promoción de las
reformas liberalizadoras en los años ochenta. Ex alumno de Milton Friedman, Gil Díaz
rápidamente adquirió la reputación de “terrorista fiscal”, dentro del gobierno de Fox,
comprometido tanto a racionalizar la estructura tributaria de México como a reducir el
presupuesto gubernamental. También es conocido por ser extremadamente devoto de su
alma mater; durante el sexenio de Fox, es probable que el ITAM mantenga su posición
privilegiada dentro de la profesión económica en México.
Así, aunque el gobierno foxista representa una ruptura histórica con el pasado en
muchos aspectos, vuelve a imponer también algunos temas importantes. El
neoliberalismo y el ascenso de los nuevos economistas representan, amplias tendencias
internacionales que trascienden las peculiaridades nacionales. Aunque el sistema
político mexicano de partido único ha cambiado irreversiblemente, los perfiles de los
formuladores de políticas económicas y las políticas que ellos apoyan permanecen
esencialmente iguales.
¿Un nuevo Milagro Mexicano?
El propósito de este libro ha sido describir, no evaluar, los cambios en las ideas y
políticas económicas, así como a quienes elaboraron las políticas de México en el curso
del tiempo. Sin embargo, dada la difusión de las fanfarrias que acompañan a las
reformas neoliberales en todo el mundo, parece apropiado mencionar.
259
Algunos de los hechos relacionados con los resultados del neoliberalismo. ¿Haa
‘’funcionado’’ el neoliberalismo mexicano para ofrecerle crecimiento y prosperidad ala
población mexicana?
El hecho es que después de dieciocho años de ajuste estructural, liberalización,
privatización y desregulación, las pruebas que sugieren
Que el neoliberalismo mexicano ha triunfado son asombrosamente débiles. En términos
de desempeño macroeconómico
Es decir, en los términos en los que los propios tecnócratas neoliberales miden el éxito
y el fracaso el resultado del neoliberalismo mexicano es mixto y ciertamente no
excepcional. La gráfica 7.3muestra que, bajo los regímenes desarrollistas incluidos
tanto el desarrollismo ‘’conservador’’ de los años cincuenta como el desarrollismo
‘’populista’’ de los años setenta, la economía mexicana creció sustancialmente. Incluso
durante el periodo más conservador y menos inflacionario (1995-19970) el crecimiento
económico real promedió 6.5%. En cambio, de 1983 a 1999 el crecimiento ha
promediado un decepcionante 2%.. Por supuesto, los defensores del nuevo modelo
económico pueden objetar, con razón, que las presidencias populistas de los años
setenta Dejaron tras de sí un tremendo desorden para que los siguiente gobiernos lo
arreglaran. El estancamiento, o incluso crecimiento negativo, de la ‘’década perdida’’,
los años ochenta, se produjo en el contexto de una enorme externa, heredada en gran
parte por los desequilibrios macroeconómicos y las medidas draconianas de
estabilización del FMI. Sin embargo, cuando México se aproxima al vigésimo
aniversario del estallido de la crisis de la deuda, esta defensa empieza a debilitarse.
¿Cuántas décadas más deben pasar antes de que los beneficios del nuevo modelo
queden claramente establecidos? Durante los años noventa, hubo un breve periodo en el
que se esperaba que la economía mexicana volviera a encontrar el rumbo. Estas
esperanzas se perdieron con la crisis del peso de 1995 y el consiguiente paquete de
medidas de austeridad que sumieron a la economía en una profunda recesión. Unos
260
cuantos años después, debido a la desregulación del sector financiero y a los
inadecuados dispositivos de seguridad institucionales, el gobierno tuvo que rescatar el
sistema bancario mexicano, aun costo estimado de casi cien mil millones de dólares.
Así, después de estar sujeto repetidamente a recortes presupuestales y medidas de
austeridad, el público mexicano fue obligado a presenciar el espectáculo de una
intervención masiva de gobierno en nombre de los bancos.
Varios de los años que acaban de pasar fueron testigos de la reanudación de cierto
crecimiento económico, después de la desastrosa contracción de 6% de la economía en
1996 sin embargo, siguen quedando preguntas serias acerca de si el modelo neoliberal
esta mejorando los estándares de vida de los mexicanos. De acuerdo con un calculo, en
1996 los salarios reales en el sector manufacturero alcanzaron solo 64% del nivel que
tenían en 1980, y los salarios reales entre los obreros de la producción de maquina
llegaron a 54% de su nivel de 1980 (Larudee, 1999, pp.278281). este pobre rendimiento
en términos de salarios puede atribuirse, en parte, a dos desastrosas devaluaciones del
peso, a principios de los años ochenta y en 1995, y a los consiguientes paquetes de
medidas de seguridad. Sin embargo, también existen razones teóricas sólidas para creer
que algunos de los principios fundamentales de este nuevo modelo libre comercio y
privatización, han contribuido a disminuir los salarios reales. Cuando se privatizaron
algunas especies algunas empresas mexicanas o fueron sacadas de negocio por la
competencia extranjera, también hubo una correspondiente debilidad de los sindicatos y
el poder de los contratos colectivos. Al mismo tiempo, el efecto combinado de libre
comercio y la reducción de los subsidios del gobierno ha enviado a miles de ex
agricultores del mercado laboral, lo que ha contribuido a que las presiones sobre los
salarios estén ala baja (Larudee, 1999).
En términos de bienestar social, estudios recientes señalan aunque quizá no tan
impresionantemente pobre como podían haber esperado algunos de sus mas severos
críticos. En 1992, 36% de las familias mexicanas estaban viviendo por debajo de la
línea de la pobreza, en comparación con 34% en 1984, que podemos suponer que es
mas alto que la taza de pobreza para los años anteriores al estallido de la crisis de la
261
deuda en 1982, durante el mismo periodo, la parte del ingreso monetario del 40% de los
mexicanos. De menor ingreso bajo de 12.7% (Shehan, 1997, p. 24). La distribución del
ingreso por familia también se deterioro entre 1984 y 1992, aunque hubo cierta
recuperación entre 1994 y 1996 (Cortes, 2000, p. 82). En resumen hasta aquí, los
resultados del neoliberalismo en México no han sido sobresalientes. Los economistas
que apoyan el modelo económico mexicano probablemente señalaran varias
circunstancias que han impedido el éxito del modelo. Quizá los años por venir traerán
un desempeño económico que justifique empíricamente la fe en el paradigma actual. En
el ínterin, parece que el mejor argumento para el modelo neoliberal no es que funciona,
sino que no hay otra opción.
CONCLUSIONES
Este capitulo ha examinado hecho que siguieren que el papel de los economistas
formados en e extranjero dentro del gobierno mexicano ha estado determinado por
factores tanto internos como internacionales. Sin embargo, durante las dos décadas
pasadas, las presiones internacionales han sido mucho más importantes y han
contribuido al ascenso de un nuevo tipo de ‘’experto global’’ en el gobierno mexicano
que sirve como intermediario entre el gobierno, por un lado, y la comunidad financiera
internacional, por otro.
Esta evolución dentro del estado ha provocado transformaciones mas
externas en la profesión económica en México. A su vez, la demanda actual de
tecnócratas formados en el extranjero para trabajar en los niveles mas altos de las
secretarias de gobierno no ha modificado la profesión económica hasta dejarla
irreconocible. El siguiente capitulo examina algunas de las implicaciones mas amplias
de la transformación de la ciencia económica mexicana para otras naciones en vías de
desarrollo.
Pag 277
Expone el lunes 23 de Noviembre 2009
262
Pág. 278
VIII. LA GLOBALIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA ECONÓMICA
Han brotado mercados por todas partes. Desde las uniones de la ex unión
soviética hasta Sudamérica, los gobiernos han privatizado industrias estatales,
eliminado regulaciones gubernamentales y liberalizadas el comercio exterior. En el
mundo las vías de desarrollo, estas políticas han sido realizadas por tecnócratas
formados en estados unidos, el país al que se identifica ampliamente como la fuente del
modelo de mercado que se esta adoptando en todo el mundo. Mientras tanto, las
profesiones las profesiones de economía en los países desarrollados y en los que están
en vías de desarrollo han convergido por igual hacia las normas estadounidenses de
experiencia, y las escuelas regionales o nacionales de pensamiento han sido eclipsadas.
Como un caso típico ideal de elaboración tecnocrática de políticas, reformas
neoliberales y ciencia económica americanizada, México ofrece discernimientos
teóricos en muchos frentes. Primero el caso mexicano muestra como el cambio de
factores histórico-materiales puede reflejarse en los sistemas nacionales de experiencia
económica. Segundo, destaca como puede haber diferentes procesos detrás de las
reformas políticas neoliberales en los países desarrollados versus los países en vías de
desarrollo. Y tercero, ejemplifica como el tipo de convergencia institucional que
asociamos con el neoliberalismo y la globalización puede disfrazar realmente distintos
apuntalamientos institucionales a través de escenarios nacionales, así como diferentes
tipos de ‘’aprendizaje social’’. Este capitulo leva la historia de la ciencia económica
mexicana a su conclusión y sugiere algunos aspectos que puedes generalizarse a otros
países latinoamericanos.
LA AMERICANIZACION DE LA CIENCIA ECONOMICA MEXICANA
Durante sus primeras décadas, la profesión económica en México se
caracterizo por el uso selectivo de normas internacionales de experiencia, una especie
263
de adaptación nacionalista de la técnica extranjera. Los estudiantes de economía de la
UNAM de los años cincuenta y sesenta pueden haber leído a Keynes, Smith y Marx;
pueden incluso haber sido enviados a estudiar economía en Estados Unidos con becas
de la universidad. Sin embargo, los principios fundamentales de la corriente neoclásica
que estaba surgiendo en Estados Unidos durante esos años, nunca penetraron los muros
de la UNAM, inclusive cuando el programa de estudios se volvió más técnicos en los
años cincuenta y principios de los sesenta.
Una mezcla de admiración y precaución hacia las ideas económicas
extranjeras fue un tema recurrente entre la primera generación de egresados. Como
señalo una economista mexicana de edad avanzada hace varios años: ‘’ [E]s fácil enviar
gente a estudiar a estados unidos; el problema es que regresan pensando que México
es estados unidos. Yo estudie para ser una economista al servicio de mi país’’
(entrevista con Meyer L´Epée, 15 de julio de 1996). En su libro de consejos para ‘’un
joven economista mexicano’’, Jesús Silva Herzog escribió en términos aun mas fuertes
que ‘’el economista nativo de una país de la periferia… se asemeja al lacayo que
gozoso y grotesco imita los finos modales de un señor’’ (Silva Herzog, 1967, p. 36).
Hoy día, por el contrario, la ciencia económica mexicana se ha
convertido en una profesión dominada por las normas de experiencia fijadas por los
estados unidos. Las que, además son menos relativas en lo que eran en los días del
keynesianismo, cuando el ‘’hielo’’ de la economía neoclásica se había roto y
proliferaban las prescripciones heterodoxas de las economías en vías de desarrollo. La
corriente neoclásica principal se construye en la actualidad sobre un centro de
suposiciones universalistas; como me señalo un economista del ITAM ¨ una curva de
demanda es la misma aquí, en China, en Estados Unidos, en Rusia y en donde sea. Y
cuando los precios están más altos, los productores se producen una cantidad mayor,
independientemente de donde sea ¨ (entrevista confidencial, 27 de marzo de 1996).
Una manera de medir la americanización de la profesión económica en el
tiempo es trazar la trayectoria histórica de El trimestre económico, y más importante la
264
primera y más importante revista de economía en México. El trimestre depende
institucionalmente de fondo de cultura económica, una organización apoyada por el
gobierno pero nominalmente autónoma. Durante los años cincuenta y sesenta, el
trimestre fue un bastión del tipo de ciencia económica para America latina de naciones
unidas (CEPAL), con Raúl Prebisch y otros famosos desarrollistas en su consejo
editorial, junto con algunos importantes funcionarios de gobierno. Y reflejaba una
profesión desarrollista en su ideología y burocrática por vocación.
Sin embargo, en 1987, hubo cambios significativos en el trimestre. Su
dirección fue asumida por Carlos Bazdresch, un graduado del tecnológico de monterrey
que había seguido estudios superiores en Harvard y tenia vínculos con el gobierno de
Carlos salinas y con el banco de México. Junto con el cambio en la dirección, hubo una
revisión total del consejo editorial, que desde entonces ha estado dominado por
economistas formados en estados unidos y, en una extraordinaria medida, por
economistas asociados al ITAM. Desde 1987 hasta 1999, once diferentes economistas
que se habían graduado o enseñaban en el ITAM pertenecieron al consejo editorial de
El trimestre, en contraste con dos graduados de La UNAM, ‘los cuales habían estudiado
en el extranjero’ y un puñado de gente de otras instituciones, ‘entre ellas, el colegio de
México y el CIDE’. Además, con el tiempo el consejo editorial incluyo una proporción
creciente de economistas académicos de tiempo completo en lugar de los funcionarios
públicos de la primera fase de la ciencia económica mexicana.
Por supuesto, pueden objetarse que El Trimestre Económico no refleja el estado
de la profesión económica en México, sino más bien el estado del gobierno mexicano,
que promueve y apoya una versión particular de ciencia económica. Sin embargo, el
punto es precisamente que la ciencia económica y el gobierno mexicano están
inextricablemente entrelazados. El perfil cambiante de El Trimestre refleja que el hecho
de los recursos del gobierno ha sido canalizado hacia la perpetración y el fomento de
una disciplina neoclásica al estilo estadounidense, manteniendo así a la profesión
mexicana en su forma americanizada actual. Aunque el contenido teórico de la ciencia
económica mexicana puede haber cambiado de manera impresionante con el tiempo. La
265
clientela más activa e importante de la profesión sigue siendo la misma: el estado
mexicano. Lejos de reducir la tendencia hacia la americanización, el gobierno ha sido su
más entusiasta defensor. A lo largo de la historia los funcionarios del gobierno
contribuyeron a la americanización y remodelación de los programas de estudios y
promover el financiamiento de becas para el extranjero.
Quizás el ejemplo más dramático de ese patronazgo del gobierno y la ciencia
económica ocurrió cuando un pequeño grupo de banqueros centrales reconstruyo una
escuela nocturna
de segunda categoría en el mundialmente famoso bastión de la
economía neoclásica conocido el ITAM. Este inusual proyecto ‘para la época’ se
transformo en una historia de éxito profesional sumamente visible. Durante los años
ochenta una negociación satisfactoria con los mercados financieros internacionales se
convirtió en una precondición necesaria, si no es que suficiente, para una política
satisfactoria; el contar con economistas formados en estados unidos a la cabeza de las
secretarias de estado encargadas de las políticas fue importante para tan negociación.
Como la escuela ideal de México para seguir estudios superiores en estados unidos, el
ITAM estaba bien posicionado para beneficiarse de esta tendencia.
Aunque la mayoría de los graduados en economía del instituto hicieron carrera
en el sector privado, los que siguieron estudios de posgrado en el extranjero tuvieron
mucho mas probabilidades de trabajar en el gobierno que en empresas (véase la grafica
8.1). La promesa de empleos en el gobierno para economías formados en el extranjero
creo, a su vez, demanda para que trabajaran como académicos en universidades
privadas. Los economistas académicos forman el grupo más pequeño de los graduados
en economía del ITAM, pero cuentan, en general, con una formación de posgrado de
economía en el extranjero. Bajo el gobierno de Vicente fox, los graduados del ITAM
continuaran, sin duda, proliferando en los puestos de gobierno, y que el secretario de
hacienda, francisco Gil Díaz, es un graduado del instituto.
La lección que había que aprender sobre el éxito del ITAM no se perdió en
otros programas privados de economía, que se pusieron a imitar el formato, e incluso a
contratar profesores del ITAM. Hoy día los economistas formados en Estados Unidos
266
dominan los cuerpos docentes de varios programas privados de economía, entre ellos, el
Tecnológico de Monterrey, la Universidad Anahuac, la Universidad Iberoamericana y
la Universidad de las Américas. Los graduados de estos programas privados están
disfrutando de cierto éxito dentro de la tecnocracia gubernamental mexicana, aunque el
ITAM sigue siendo la institución líder. Los datos del gobierno mexicano muestran que
el número de estudiantes de estudiantes de economía de la universidades privadas
creció a mas del doble entre 1965 y 1077; en 1994, su numero volvió a aumentar otra
vez aproximadamente el doble. En cambio, el numero de estudiantes de las
universidades publicas disminuyo cerca de un tercio de 1988 a 1994; como reflejo
supuestamente de las percepciones que los probables estudiantes tienen de sus
posibilidades de empelo (ANUIES, 1984 – 1995).
El Estado mexicano también contribuyo al dominio progresivo de la ciencia
económica americanizada cuando los tecnócratas formados en Estados Unidos
asumieron el timón del Estado después de 1982 y adquirieron el poder político para
perpetuar y nutrir su propia experiencia. Un ejemplo de cómo se ejerció este poder
puede encontrarse en la historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas
(CIDE). Bastión alguna vez del pensamiento desarrollista de izquierda asociado con la
Universidad de Cambridge, el CIDE, una institución de financiamiento público, tuvo, a
principios de los años noventa, un director vinculado con el gobierno de Salinas –la
misma persona que reformo El Trimestre Económico en los años ochenta-. Su programa
económico fue posteriormente americanizado en su totalidad y, hoy, la reputación de
los graduados en economía del CIDE rivaliza con la que tienen los del ITAM.
Aun mas importante, el gobierno mexicano ha asegurado la disponibilidad
actual de financiamiento para la ciencia económica académica a través del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Aun cuando el consejo fue establecido
durante el auge del gasto populista de los años detenta, su gran florecimiento ocurrió
durante los años ochenta y noventa. Los tecnócratas neoliberales fueron generosos en su
apoyo a la educación superior, pero el énfasis del apoyo empezó a cambiar
significativamente. Las medidas de ajuste estructural y la devaluación radical del peso a
267
mediados de los años ochenta causo una disminución de 60% en los salarios de los
profesores. Mientras tanto, las universidades públicas estuvieron sujetas a duras críticas
públicas de funcionarios del gobierno que cuestionaban su importancia y vialidad
(Lorely, 1994, p.17). En lugar de incrementar ampliamente al financiamiento de las
universidades publicas –como lo hicieron los gobiernos de los años setenta – De la
Madrid, Madrid, Salinas y Zedillo crearon varias formas de apoyo puntales para la
educación superior –muchos de los cuales eran administrados a través a CONACYT –lo
que les daba a los funcionarios del gobierno mas control sobre cuales tipos de
disciplinas iban a apoyar.
Legalmente dependiente de la Secretaria de Educación Publica, pero de
hecho un bastión independiente de tecnócratas formados en el extranjero mucho más
modernos, el CONACYT canaliza recursos hacia el sector mas americanizado de la
ciencia económica mexicana a través de varios programas, el más conocido es el de
becas. Tan solo en 1995 había doscientos mexicanos estudiando economía en el
extranjero con financiamiento de este (CONACYT, 1995). Sin embargo, es importante
hacer notar que el programa de becas de CONACYT no esta predispuesto ni hacia el
estudio de la economía ni hacia los estudios en el extranjero, sino que otorga
financiamiento para estudiar en universidades tanto mexicanas como extranjeras y
dentro de varias disciplinas, entre las que se incluyen medicina, ingeniería, ciencias
puras y otras de ciencias sociales.
Además de financiar becas para estudiar en el extranjero, el CONACYT también
da financiamientos al Colegio de México y al CIDE –entre otras prestigiosas
instituciones publicas relativamente pequeñas-, apoyando por este medio a los
profesores de tiempo completo de estas instituciones. Otra fuente importante de
financiamiento es un programa de CONACYT conocido como el Sistema Nacional de
investigaciones y publicaciones de los investigadores (Lorey, 1994, p.18). En un país
donde la mayoría de las universidades pagan salarios tan bajos que obligan a los
académicos a buscar empleo secundarios, el SIN crea un espacio y un incentivo para la
investigación académica. En 1997, mas de seis mil académicos estaban registrados en el
268
SIN (CONACYT, 1997, p.41). A su vez, los programas mexicanos de posgrado que
están listados en el “Padrón de posgrados de excelencia” del CONACYT son elegibles
para becas de “repatriación” para traer de regreso a México a mexicanos con estudios
de posgrado en el extranjero.
El CONACYT es la piedra angular de un edificio de apoyo patrocinado por
el gobierno a la educación superior que ha permitido que las ciencias sociales ofrezcan
en México quizás que en ningún otro país latinoamericano. Su financiamiento se
incremento a lo largo de los años noventa, con excepción de una baja en 1995-1996,
causada por la devaluación del peso. En 1998 administraba un presupuesto de cerca de
260 millones de dólares al tipo de cambio actual (CONACYT, 1998). La generosidad
del Consejo ha tenido como consecuencia que, en general, México no haya sufrido
“fuga de cerebros” en el mismo grado que otros países latinoamericanos; de hecho, han
llegado académicos de todo el mundo – inclusive de Estas Unidos y Europa-a vivir a
trabajar en México, gracias a las agradables condiciones laborales.
Ese generoso financiamiento de CONACYT esta relacionado, sin duda, con
los perfiles educativos de los formuladores de políticas que están al mando del
gobierno: los tecnócratas formados en el extranjero, naturalmente, están a favor de
proyectos gubernamentales para fomentar la educación superior. Vale la pena subrayar
que la naturaleza puntual de la ayuda del Consejo hace posible que el gobierno apoye y
aliente de manera selectiva a los académicos que mas se adaptan a las principales
normas internacionales. Así, como por ejemplo sus becas para estudiar en el extranjero
no se ofrecen para asistir a cualquier institución, sino que se limitan a las que están
incluidas en su “Padrón de excelencia”, que tiene “predilección” por los estudios en el
extranjero. En 1994, por ejemplo, de 39 instituciones pertenecientes al padrón de
excelencia en economía, 21 estaban en Estados Unidos. Y entre las instituciones
estadounidenses listadas se incluyen las de la Liga Ivy, universidades como la de
Rochester o la Northwestern, pero no se incluyen la New School for Social Researsh –
Nueva Escuela de Investigación Social- o la Universidad de Massachusstes en Amherstambas bastiones de la ciencia económica de izquierda-. De manera similar, el SIN
269
proporciona subsidios salariales a los académicos, basándose en registros de
publicaciones, donde se da mas peso a las publicaciones en las principales revistas
internacionalmente prestigiosas. Así, aunque los economistas académicos de cualquier
índole resultaron perjudicados por las devaluaciones y la inflación de los años ochenta,
desde 1984 el gobierno intervino para apoyar selectivamente la producción académica
de algunos de estos economistas de orientación neoclásica vinculados a una comunidad
internacional de académicos con la misma manera de pensar; entre los perdedores,
había economistas de izquierda de instituciones como la UNAM.
Así en varios niveles distintos, el gobierno mexicano ha demostrado ser un
cliente muy generoso de la ciencia económica el estilo estadounidense. En gran medida
como resultado de este patrocinio, ha surgido un sector elite dentro de la profesión
económica que se parece mucho a su contraparte en los Estados Unidos, es decir,
profesionalmente académicos que enseñan cursos universitarios a estudiantes de
licenciatura y realizan investigaciones para publicarlas en revistas académicas, con
frecuencia también estadounidenses. Hace cuarenta años, en México no existía nada
parecido a un economista académico, porque los recursos eran demasiados escasos para
apoyar una profesión de este tipo. Sin embargo, hoy en día la mayoría de las clases de
economía en El Colegio de México y en el CIDE son impartidas por académicos de
tiempo completo, la mayoría de los cuales hicieron estudios de posgrado en Estados
Unidos. Y aunque la figura del “profesor taxi” continua desempeñando un papel
importante en el ITAM- sigue siendo un elemento indispensable en el reclutamiento
político-, en la actualidad este tiene un núcleo de once profesores de tiempo completo
en su Departamento de Economía y a catorce economistas en su Centro de
Investigaciones Económica, casi todo ellos con doctorados en universidades
estadounidenses. Estos profesores publican normalmente en prestigiosas revistas
internacionales, tales como el Journal of Economic Theory, The International Economic
Review y Econometrica.
Cuando este libro se encontraba en proceso, aun no estaba del todo claro como
afectaría ala ciencia económica mexicana el fin del dominio del PRI. Por una parte, el
270
hecho que los economistas formados en Estados Unidos dominen todavía el gabinete
económico es un buen augurio para la principal corriente americanizada de la profesión;
ya que los empleos del gobierno seguirán abundando para los que tengan este tipo de
antecedentes. En particular, la designación de Francisco Gil Díaz a la cabeza de la
Secretaria de Hacienda dará un enorme impulso al ITAM, tanto para constituir un canal
directo que proporcione empleos a sus graduados como para aumentar su visibilidad y
reputación.
Por otra parte, existen razones para creer que podrían ser menos abundantes
los subsidios directos del gobierno a la profesión de lo que fueron durante los gobiernos
híper tecnocráticos del PRI en los años ochenta y noventa. El gobierno de Vicente Fox
es notoriamente menos homogéneo que el de sus predecesores y claramente refleja un
conjunto de diferentes de redes sociales y políticas: su gabinete tiene menos posgrados
extranjeros elegantes y más conexiones empresariales. Es probable que un gobierno así
tenga conjunto más pragmático de prioridades y que considere menos favorables el
financiamiento a la investigación económica académica pura y los estudios en el
extranjero.
De acuerdo con esta tendencia hacia el pragmatismo, el nuevo director de
CONACYT es Jaime Parada Ávila, un ingeniero de la UNAM con una larga carrera en
el sector privado. En una entrevista para el diario Reforma, Parada expreso varias veces
la necesidad de forjar alianzas entre la educación patrocinada por el gobierno y las
necesidades de las empresas. También expreso que el CONACYT seguirá apoyando
fuertemente su programa de becas para el extranjero. Así, aunque en el largo plazo la
transición democrática de México pueda acabar con el apoyo gubernamental para la
ciencia económica al estilo estadounidense, en el corto plazo parece poco probable que
haya cambios importantes: el Estado seguirá siendo su cliente más importante.
La importancia del Estado como el principal cliente de apoyo de la ciencia
económica mexicana es mas claro en una perspectiva comparada. En México, un sólido
sistema de instituciones financiadas por el Estado –desde el Fondo de Cultura
Económica, pasando por el Banco de México, hasta el Consejo Nacional de Ciencia y
271
Tecnología –ha permitido que la profesión de economía se desarrolle. En cambio, en
Perú-una nación con una capacidad estatal significativamente menor e instituciones
estatales mas débiles-, la profesión económica esta en una situación mas precaria.
Conaghan (1998) describe a los economistas peruanos, expertos flotantes, que se ganan
la vida a duras penas, con múltiples empleos, en ocasiones se superponen, en el
gobierno y en el sector privado y, por lo general, sin poder vivir de impartir clases en la
universidad. Asombrosamente, esto también es cierto para economistas peruanos con
prestigiosas credenciales extranjeras. En Perú, los economistas, al igual que otros
grupos profesionales, luchan para vivir y muchos profesionales talentosos se ven
tentados a buscar ocupaciones fuera de la disciplina (Conaghan, 1998, p.150).
En cambio, los economistas mexicanos viven holgadamente y tiene una
influencia política importante. Su impresionante éxito profesional, aunque ayudado por
un cierto nivel de demanda del sector privado se debe fundamentalmente al estado. Hay
una estupenda ironía en esta situación, en Estados Unidos la clientela determinante de la
ciencia económica es una red descentralizada de universidades privadas y estatales,
sujetas a un control comparativamente pequeño del gobierno federal como observan
Klamer y Colander (1990), en Estados Unidos, la ciencia económica es una
especialidad popular, porque muchos estudiantes están interesados en estudiar
comercio, pero comercio no se considera una especialidad presentable para una
licenciatura en artes liberales. La demanda de economistas académicos, por tanto,
depende del mercado, y se sustenta en el estatus de la ciencia económica como
especialidad sustituta para estudiantes vinculados al comercio (p.197).
En México, por el contario, la ciencia económica es apoyada por estado en
todos los niveles, desde el financiamiento de becas para el extranjero hasta su
contratación en el gobierno y el subsidio de los salarios académicos. En el nivel más
superficial, la profesión económica mexicana se parece a su contraparte de Estados
Unidos; sin embargo, sus amarras institucionales son muy distintas y, de hecho, hace
pensar más en el modelo europeo continental. La ciencia económica detrás del
272
desmantelamiento de la intervención del gobierno mexicano en la economía es por
mucho una creación del propio estado.
El aprendizaje social en México
La globalización no solo ha cambiado en las políticas económicas
mexicanas, sino también la manera en que los mexicanos piensan colectivamente acerca
de las políticas económicas. Una manifestación de este cambio ideal puede observarse
dentro de la profesión económica mexicana, que ha evolucionado desde el nacionalismo
hasta el neoliberalismo. Pero también es posible ver cambios más amplios en el
discurso político sobre cuestiones económicas, las cuales son sintomáticas de una nueva
manera de pensar en México. Las universidades públicas que siguieron la trayectoria
radicalizadora de la UNAM en los años 70 o están en un proceso de reforma o están
languideciendo en una relativa obscuridad. Todavía hay varios profesores de la
universidad que siguen siendo importantes figuras públicas en debates sobre políticas
económicas, así como grandes especialistas en sub-campos económicos particulares. No
obstante, existe una impresión muy difundida- aunque algo inexacta- entre el publico
mexicano educado de que instituciones muy americanizadas como el ITAM concentran
a la mayoría de los expertos económicos serios de México, mientras que las
instituciones publicas como la UNAM son el centro de un tipo de economistas menos
“objetivo” y mas politizado.
Hoy en día, México parece ser un país que esta saturado de expertos
económicos formados en el extranjero, algunos de los cuales están interesados en llevar
sus puntos de vista de los salones universitarios a foros más públicos. El discurso
elitista tiene una larga tradición de “intelectuales públicos” cuya fama literaria y
compromisos políticos los califican para hablar con autoridad de una variedad de temas,
desde democracia hasta la evolución de asuntos culturales. Sin embargo, mas
recientemente, un nuevo tipo de experto ha aparecido en las paginas editoriales de los
periódicos mexicanos, a saber, la persona con un profundo conocimiento de un tema
273
circunscrito- como política monetaria- , a menudo con un posgrado de una prestigiosa
universidad estadounidense. La creciente visibilidad de estos expertos ha sido
promovida por el aumento en el número de publicaciones orientadas al comercio, como
El Economista, El Financiero y Reforma.
EL CONOCIMIENTO SOCIAL Y EL APRENDIZAJE SOCIAL EN LOS PAISES
EN DESARROLLO
También hubo indicios evidentes de los cambios de discurso público en
torno a aspectos económicos durante la carrera presidencial del 2000, que llevo a la
elección del derechista Vicente Fox del PAN, el primer candidato de oposición ganador
de una elección presidencial en más setenta años. Durante sus campañas, los tres
candidatos principales a la presidencia utilizaron al ITAM como foro público para
exponer sus puntos de vista sobre políticas económicas. En un comentario editorial sobre
este fenómeno un prominente analista político mexicano opinaba que el instituto se había
convertido en un foro cívico para la discusión de sus asuntos económicos por que la
UNAM --- inmersa en ese momento en una huelga estudiantil de diez meses --- se había
politizado demasiado. Además cada vez se acepta con mayor frecuencia que el nivel
académico del ITAM, al menos en el campo de la economía ,dejo atrás a la UNAM desde
hace mucho tiempo (Sarmiento,2000).
Otro factor importante de esta contienda electoral fue que las cuestiones de política
de esta contienda electoral fue que las cuestiones de política económica desempeñaron un
papel relativamente menor. Las encuestas de salida sugerían que el voto a favor de FOX,
se basaba en gran medida en cuestiones políticas, en particular, un deseo de terminar con
la corrupción institucional de décadas de dominio del PRI (Vicente FOX,2000). Los
meses que llevaron a la elección se caracterizaron principalmente por la retórica sobre el
“cambio” y las acusaciones de juego sucio. Con excepción de espinoso asunto de la
privatización de la industria petrolera, todavía pública, de México, hubo poca discusión
274
sobre el futuro de la economía mexicana. De hecho, como señalo una publicación
empresarial:
Los tres principales candidatos presidenciales están de acuerdo en la gran
necesidad de inversión extranjera, recuperación del crédito y disciplina fiscal. Resulta
difícil encontrar diferencias en sus políticas económicas, ya que hay poco margen para
hacer cambios drásticos cuando la nación está en el proceso de consolidar las políticas
establecidas en las décadas pasadas por ex presidente Carlos Salinas y su sucesor, Ernesto
Zedillo (Fernández 2000).
Mientras que las propuestas de políticas económicas del candidato del PRI
francisco Labastida y del candidato derechista el PAN Vicente Fox eran casi idénticas, la
plataforma económica del candidato izquierdista PRD Cuauhtémoc Cárdenas tenía
algunas características distintivas que incluían la renegociación de algunas previsiones
del TLCAN y un énfasis en una reforma fiscal progresiva .No obstante estas
características distintivas que incluían la renegociación de algunas previsiones del
TLCAN y un énfasis en una reforma fiscal progresiva. No obstante, estas características
distintivas no llegaron a ser diferencias paradigmáticas. Cárdenas no pedía regresar al
populismo de los años setenta ni al desarrollismo más conservador del periodo de la
posguerra. No hubo ninguna propuesta para que el banco central fuera políticamente
responsable ni ninguna insinuación de volver aponer en práctica la sustitución de
importaciones. La plataforma del PRD pedía la reforma del modelo neoliberal, no su
transformación revolucionaria.
Resulta interesante que haya sido en el epicentro ideológico de neoliberalismo
mexicano donde Cárdenas hiciera más aparente la continuidad esencial de sus propuestas
políticas. Con el auditoria del ITAM lleno, recalco que el cambio estructural debería
concebirse basado en la apertura de la economía y la operación global de mercados y
flujos de capital. Nadie con los pies en la tierra (esto es un sanso juicio) propondría
políticas aislacionistas o ultra proteccionistas,(Cárdenas citado en Zúñiga 2000). Cuando
inicialmente cárdenas compitió para la presidencia en 1988, el instituto era considerado
“Terreno enemigo”, la fuente de los tecnócratas contra los que cárdenas y sus aliados
275
estaban librando una lucha popular, en la actualidad por el contrario, los economistas
formados en estados unidos en universidades como el ITAM, están siendo reconocido-aunque regaña dientes—como expertos y no como meros portavoces ideológicos de
intereses personales.
Al mismo tiempo, el discurso de cárdenas en el ITAM reflejo las condiciones
de ser un político social demócrata en una economía nacional globalizada (CFE.
Kithschelt, 1999) en México, como en otras naciones en vías de desarrollo la
globalización económica apuesto de manifiesto un hecho que obscurece a todos los
demás, a saber, que el éxito política depende fundamentalmente de la estabilidad
macroeconómica, y que esta a su vez, depende de mantener la confianza de la comunidad
financiera internacional. Cual quiera sacudida importante de esta confianza puede
provocar fugas de capital, devaluación de la moneda, el agradamiento de la deuda
denominada en dólares y la imposición de paquetes de ajuste estructural multilateral.
Como resulto, incluso los socialdemócratas deben parecer buenos neoliberales. Un
resultado fundamental de proceso colectivo de “aprendizaje social” de México, por
consiguiente parece se la despolitización de la política económica. La economía ya no se
formula como una arena para pugna social y política, sino como un asunto de expertos.
Como veremos en la siguiente sección, esa despolitización es una de las muchas
características que México tiene en común otros países latinoamericanos.
Pag 292
Expone el viernes 27 de Noviembre 2009
Gerardo Leal Elizondo
Pag 292.
276
El CONOCIMIENTO SOCIAL Y EL APRENDIZAJE SOCIAL EN LOS
PAISES EN VIAS DE DESARROLLO
La premisa teórica de este libro ha sido que los sistemas nacionales de conocimiento
experto están determinados por sus clientas: las organizaciones y grupos sociales que
proporcionan recursos a los profesionales. Para florecer, las profesiones no necesitan
una mayoría de ciudadanos que crean. Más bien, requieren una fuente de pago para sus
servicios o apoyo para capacitación profesional. La naturaleza de las clientas de las
profesiones en diversos contextos nacionales puede tener importantes consecuencias
para la ideología y la práctica profesionales. Una diferencia fundamental entre
naciones en que la intervienen las clientelas profesionales es si la fuente más
importante de financiamiento es el Estado o personas y organizaciones privadas.
Las clientelas profesionales son particularmente importantes para determinados
profesionales de las ciencias sociales, ya que estás suelen abordar los asuntos normativos
de cómo deben intervenir los estados en la economía, política y la sociedad en general.
Mientras que en muchas naciones europeas las ciencias sociales históricamente han
razonado “desde el punto de vista del estado” (Weir y Skocpol, 1985, p. 143) en otras
-
- sobre todo en Estados Unidos --, Las ciencias sociales han desarrollado un punto de
vista automático. Para la diferencia entre profesiones centradas en el estado versus las
estadounidenses, este libro ha erigido otra base de contraste, a saber, la diferencia entre
profesiones de ciencias sociales en los países desarrollados versus las de los países en
vías de desarrollo.
Examinar las profesiones de ciencias sociales en estos, destaca la importancia de
los recursos para el éxito profesional. En los países en vías de desarrollo mas pobres, las
profesiones de ciencias sociales suelen ser débiles (cf. Conaghan, 1998, para Perú) o
existentes. Mientras que en el ingreso medio, las ciencias sociales suelen depender mucho
de los recursos del Estado, ya que es la única clientela que pude y esta dispuesta a
financiar la experiencia científico social. Sin embargo, una característica critica de las
ciencias sociales en los países en vías de desarrollo es también la importancia de
277
clientelas externas o internacionales, que prevean recursos ya sea directa o indirectamente
atreves del estado. Cuando los gobiernos de los países en vías de desarrollo se vuelve mas
dependientes de los recursos externos, las clientelas externas se vuelven mas importantes
para determina cuales profesiones subsisten y se desarrollan entre ellos.
El isomorfismo internacional y la ciencia económica de tercer mundo.
En Estados Unidos, las profesiones han estado determinadas por la existencia de una gran
clase media –con recursos para pagar los servicios profesionales—y un “régimen de
gobierno” liberal, en el que la intervención estatal en la economía suele ser indirecta en
lugar de directa (Campbell y Lindberg, 1990). Como consecuencia, los profesionales
estadounidenses suelen recibir pagos de personas y organizaciones privadas, y su
capacitación, ocurre en el marco de un sistema universitario que consiste en
instituciones que son parcial o totalmente financiadas por recursos privados en forma
de donativos y matriculas.
Pero las condiciones que determinan las profesiones en América Latina y otras
regiones en vías de desarrollo ha sido en el siglo XX, los Estados adoptaron regímenes
de gobierno claramente no liberales, con la esperanza de compensar el relativo atraso
económico. El fomento de sistemas de conocimiento experto constituyó industrias
propiedad de Estados y la protección de empresas nacionales de la competencia
extranjera. Además patrocinaron programas para la capacitación de profesionales en
las universidades “nacionales” financiadas por el gobierno, según la tradición europea
continental. Los estados desempeñados, a su vez, un papel de primera importancia en la
contratación de profesionales.
Asimismo, hay varias razones por las que las profesiones en los países en vías de
desarrollo gravitan hacia normas de experiencia establecidas en el mundo desarrollado.
Por un lado, las profesiones en vías de desarrollo tardío no son libres de inventar sea a si
mismas “de la nada”; no mas de lo que las economías en vías de desarrollo tardío son
libres de reinventar la máquina de vapor, la combustión interna y el microchip. Más
278
bien, los que llegan tarde están obligados a girar en torno a normas y tecnologías ya
existentes en otros países y establecidas en otros momentos. De la ingeniería a la
medicina a y a la ciencia económica, las profesiones en los países en vías de desarrollo
están obligadas a moderase a si mismas a imagen y semejanza de las normas y
experiencias existentes en los países desarrollados, mas avanzados tecnológicamente.
En el nivel mas amplio del análisis teorice, podemos decir que esa imitación ocurre
porque existe una cultura universal transnacional (Scott y Meyer, eds., 1994; Boli y
Thomas, 1997: Boli y Thomas, eds, 1999).
Sin embargo, mientras que algunas formas de experiencia importada son
compatibles como una amplia variedad de ideologías políticas –prueba de ello es la
adopción que hizo la unión soviética de técnicas occidentales de ingeniería industrial en
los años veinte y treinta--, otras, probablemente, son mas controversiales. Por tratarse
de la ciencia llamada a entender la mejor manera de emplear y distribuir los
recursos de la sociedad, la economía es, en el sentido, quizá la forma mas
impugnada de conocimiento profesional. Como consecuencia, pueden aparecer
diferentes “versiones”. De ciencia económica, basada en los puntos de vista
contrastes –o incluso opuestos—de diferentes clientelas profesionales. Escisiones
históricas como las que ejemplifican los programas de economía de la UNAM y del
ITAM se han observado también en otras naciones latinoamericanas (cf. Valdés, 1995,
sobre Chile; Loureio {1996, en Brasil).
Además, estas implicaciones inherentemente políticas significan que los
economistas en los países en vías de desarrollo tardío probablemente no tengan una
relación complicada con normas internacionales de experiencia económica. Por otro
lado, dichas normas son objeto e admiración por parte de las elites educadas de los países
en vías de desarrollo y se considera que vale la pena emularlas. Pero los intelectuales
afiliados a los Estados desarrollistas en países periféricos –sea de tipo económico o
cultural—como una razón para tomar con cierto escepticismo esas prescripciones.
Este fue, sin duda, el caso de las primeras generaciones de economistas mexicanos.
279
Interpretaciones selectivas de la economía occidental predominaron también en el
pensamiento japonés de la posguerra, inspirado en las ideas de Marx, Ricardo
Schumpeter y Keynes, pero también representaron “una tradición de pensamiento
económico diferente” de las que predominan en Occidente. Los economistas y
formuladores de políticas japonesas modificaron la noción ricardiana de “ventaja
comparativa” para que significara algo que significara algo que podría construirse
sistemáticamente en lugar de basarse simplemente en donaciones naturales (Gao, 1997,
pp.65, p. 210). En contraste, en Taiwán, la ciencia económica academia estaba
americanizada, pero los economistas formados en Estados Unidos fueron excluidos de las
posiciones de elaboración de políticas económicas que estaban monopolizadas por
ingenieros con ideologías y practicas mas intervencionistas (Wade 1990, pp.217227).
No obstante estas relaciones ambivalentes hoy en día de las profesiones de
economía de América Latina han alcanzado un sorprendente grado de convergencia
con la principal corriente de economía neoclásica, tal como se enseña en los Estados
Unidos. La siguiente sección escribe como la dependencia de los recursos ayudo
favorecer esta convergencia hace que su pensamiento parezca tan técnico que esta
más allá de la comprensión de aficionados y del público lego. Esa abstracción puede
verse como una herramienta invaluable que las profesiones utilizan para convencer a
sus clientas de que vale la pena pagar por sus servicios, Si la ciencia económica fuera a
contratar economistas?
Si por
otra parte, estos pueden manipular fórmulas
económicas y modelos matemáticos que son indescifrables para el publico lego,
resulta más fácil convencer a las clientelas de que tiene un monopolio sobre un
cuerpo de conocimiento científico que vale la pena recompensar y apoyar
financieramente.
Durante el periodo de la postguerra la ciencia económica estadounidense se
convirtió en una disciplina particularmente abstracta, basada en modelos
matemáticos que se hacían cada vez más inescrutables para los de afuera (Johnson
(Harry) 1977). Durante el mismo periodo, las profesiones económicas de todo el
mundo convergieron hacia las normas estadounidenses (Coats,ed.,1996). Una razón
280
para la adopción de la disciplina al estilo estadounidense en diversos contextos nacionales
puede haber sido que ésta, era la mejor dotada de características abstractas y que
permitía a los economistas tener éxito. Por ejemplo: un artículo reciente de la
trayectoria en la postguerra de la ciencia económica a finales de los años setenta
(Backhouse 1996). En términos neo- institucionalistas, el éxito profesional de la ciencia
económica estadounidense y genero un proceso internacional de isomorfismo
mimético.
Este libro ha sugerido que las profesiones de economía en os países en vías de
desarrollo están determinadas por una constelación de fuerzas algo distinta. El
isomorfismo mimético ha desempeñado sin duda su parte en la americanización de las
profesiones de economía. A su vez los bancos centrales como miembros de un “campo
organizacional” transnacional de instituciones similares en constante comunicación,
parecen haber sido particularmente importantes en este aspecto. Sin embargo la
dependencia de recursos que caracteriza a los países en vías de desarrollo también ha
sido factor crítico. Una variedad que fácilmente se pasa por alto de ese isomorfismo.
”Coercitivo” es el efecto de las becas que ofrecen organizaciones de naciones ricas a
los ciudadanos de países pobres. Y aunque podría objetarse que un regalo difícilmente
puede caracterizarse como “coercitivo” habría que recordar que los neo-institucionalistas
utilizan este termino de la manera mas laxa posible. Los jóvenes economistas aspirantes
de Chile y Corea del Sur no asistirían a programas de economía en Harvard la
Universidad Chicago por que estuvieran amenazadas con la cárcel si no lo hacían. Mas
bien se sentían atraídos por el prestigio y los recursos de los programas líderes del
país más rico del mundo. Si las universidades de sus propios países tuvieran las extensas
bibliotecas, las generosas becas y los altos salarios para el profesorado que prevalecen en
los Estados Unidos, el interés de estudiar en el extranjero sería sin duda mucho
menor.
Durante el periodo de la postguerra los economistas formados en las universidades
estadounidenses se esparcieron en los países en vías de desarrollo; en parte, por la
disponibilidad de becas para seguir estudios de posgrados en los Estados Unidos. Estas
281
becas tuvieron su máximo efecto en las profesiones de economía donde la escasez de
recursos significaba que los programas de posgrados locales eran inexistentes o
probablemente de menor calidad que los programas de los países industrializados.
Muchas becas fueron otorgadas por los propios departamentos de economía
estadounidenses, de licenciatura significaba mas matriculas y por consiguiente mas
financiamiento para Estados superiores. Como resultado, muchos estudiantes extranjeros
de postgrado podían estudiar economía en los Estados Unidos con financiamiento de
los propios departamentos estadounidenses (Johnson )Harry)1973,p66y1997, pp 102103) Al mismo tiempo el gobierno de los Estados Unidos proporcionaba
financiamientos a través de Fullbright y USAID y fundaciones privadas en
particular: Ford, Rockefeller, ofrecían financiamiento y becas para universidades
afines del tercer mundo para que nativos de esos países estudiaran e los estados unidos.
Los incentivos para que los becarios del tercer mundo estudiaran economía en los
Estados Unidos eran magnificados por el surgimiento de nuevas oportunidades de
carrera en el contexto del orden internacional de la postguerra. Los economistas
formados en el extranjero, en los gobiernos de los países en vías de desarrollo, se
convirtieron en embajadores para un conjunto nuevo de instituciones
multilaterales, negociando con sus contrapartes en el FMI, USAID y el Banco
Interamericano de Desarrollo, y reuniendo la información que requerían estas
organizaciones. En America latina, por ejemplo, la alianza para el progreso ofrecía
financiamiento externo a los gobiernos que proponían”planes” de desarrollo, cuya
evolución era facilitada por los servicios de economistas profesionales (Izquierdo, 1995,
p.48). Los economistas del tercer mundo con credenciales extranjeras del prestigio con
frecuencia trabajaban por un tiempo en el Banco Mundial o en el Fondo Monetario
Internacional y, de regreso a sus países de origen, eran considerados como activos
valiosos en las negociaciones con estas organizaciones.
Sin embargo, el acontecimiento más importante para la americanización de la
ciencia económica a nivel global fue el estallido de la crisis de la deuda del tercer
mundo en 1982. En las naciones en vías de desarrollo más pobres como Haití y varios
282
países africanos al sur de Sahara la consecuencia de esta crisis fue el “forzamiento”:
sencillamente, las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial
y el FMI impusieron reformas neoliberales. Lo mismo ocurrió en un importe grupo
de naciones, la crisis de la deuda tuvo un efecto importante y transformador en las
disciplinas locales de Economía, ya que incremento dramáticamente la recompensa
que los gobiernos del
tercer mundo vinculaban a las credencias extranjeras
de
economía, en general, y a las credenciales estadounidenses, en partículas. Como se hizo
notar en el capitulo V, los economistas formados en Estados Unidos no solo
compartían un lenguaje común con la comunidad financiera internacional, sino
también en un conjunto común de supuestos teóricos, el resultado ha sido
“surgimiento ubicuo de economistas” en las mas altas posiciones de la política. Esto ha
tenido consecuencias para las políticas económicas de los países en vías de desarrollo
de ingresos medios, las cuales se han ido elaborando gradualmente de acuerdo con el
“centro común del saber adoptado por todos los economistas serios”. Al mismo
tiempo, ha contribuido a la americanización de las profesiones de economía
locales, cuando ministros de finanzas con doctorados de universidades extranjeras
de prestigio contratan subordinados con preparación similar y estos contratan a
otros similares, y así en línea descendente y cuando los programas internacionalizados
de licenciatura en Economía adquieren prestigio por las carreras sumamente visitables
de sus ex alumnos. También parece probable que le apoyo del gobierno mexicano ala
ciencia económica académica y a los estudios en el extranjero pueda imitarse en algunas
naciones más ricas de America Latina, como Chile, Argentina y Brasil.
Para bien o para mal, hoy día los gobiernos de los países en vías de
desarrollo están inextricablemente insertos en mercados financieros globales.
Grandes deudas externas, al parecer se han convertido en un hecho
institucionalizado de la vida de los gobiernos latinoamericanos. Se requiere la
confianza de mas inversionistas extranjeros para seguir pagando estas deudas, pero
también para ayudar a estimular el crecimiento y mantener el equilibrio
macroeconómico. Con las barreras comerciales y controles de capital reducidos o
283
eliminados, los “mercados emergentes” gravemente endeudados están continuamente
expuestos a crisis de la balanza de pagos, así como a crisis de confianza y fugas de
capital. Por lo consiguiente, al promover
tecnócratas han perpetuado
reformas de libre mercado, las
las condiciones que hacen indispensables su
presencia. En una era en la que siempre hay otra crisis de confianza de los
inversionistas y negociaciones con el FMI a la vuelta de la esquina, los servicios de
estos tecnócratas serán siempre necesarios. En consecuencia, mientras que los
tecnócratas individuales pueden repelarse, el perfil tecnocrático general y el modelo
económico que este presenta sigue siendo el mismo.
Las reformas orientadas en el mercado se han vuelto tan ubicuas en resto
el mundo que es fácil olvidar que tanto los procesos mediante se han realizado, como
los resultados de estos han diferido significativamente a diferentes lugares. Cuando
este libro se acerca a su término, la literatura que compara transiciones neoliberales
en diversos contextos nacionales todavía
es escasa para poder sacar muchas
conclusiones definitivas. Sin embargo una diferencia notable es que mientras los
economistas formados en Estados Unidos han estado al mando de los gobiernos
del tercer mundo llevando a cabo reformas neoliberales, en las naciones más ricas
de la OCDE los tecnócratas formados en el extranjero han estado notablemente
ausentes. Una encuesta de 1993 realizada por la revista “The Economist” en varios
países encontró que casi todos los directores de bancos centrales y ministros de
finanzas en países grandes en vías de desarrollo tenían postgrados en Economía, en
cambio en el mundo desarrollado todavía prevalecían los abogados como los máximos
formuladores de políticas. Los economistas que logran alcanzar los niveles más altos
de poder en Europa, por ejemplo, se han capacitado internamente y no en Estados
Unidos.
Por consiguiente, mientras que los tecnócratas formados en el extranjero
dominan los cargos más altos de la política publica en America latina, los gobiernos
nacionales europeos todavía suelen ser gobernados por políticos ayudados por
equipos de expertos formados nacionalmente. Este hecho es particularmente
284
impactante si se considera que las profesiones de Economía en Europa no han estado
exentas de la tendencia mundial hacia la americanización.
Hoy día, los economistas formados en los Estados Unidos, abundan en los
departamentos académicos de toda Europa y muchos programas locales han sido
remodelados a imagen de los departamentos de economía estadounidenses. Sin
embargo, a diferencia de sus colegas de America latina, en Europa los economistas
formados en universidades estadounidenses no han penetrado los niveles
superiores de los gobiernos ni han conquistado los niveles de elaboración de
políticas económicas. Mientras que el isomorfismo normativo o “experto” puede haber
sido un factor importante para impulsar reformas neoliberales en México y otros piases
en vías de desarrollo, ese isoformismo no parece haber desempeñado el mismo papel en
Europa.
¿Cómo podemos dar cuenta de esta sorprendente diferencia entre la elaboración
de políticas latinoamericanas y europeas? Un funcionalista podría sugerir que los
países en vías de desarrollo tienen una necesidad objetivamente mayor que experiencia
extranjera. En países en que las universidades han sido históricamente deficientes para
producir el tipo de expertos que se necesita para dotar de personal a los ministerios
gubernamentales, la UNAM en los setenta, por ejemplo, los gobiernos deben
considerar a economistas formados en el extranjero para ocupar los puestos de
mas alto nivel y para ayudar a resolver los grandes problemas económicos en
curso. Sin embargo, en muchos sentidos esta explicación se queda corta. Primero,
porque hay varias instituciones nacionales de elite en America latina que producen
economistas
sumamente
competentes
con
estudios
superiores
altamente
internacionalizados.
¿Porque los altos ministerios de gobierno, no están encabezados por
economistas con grado de maestría del Colegio de México o del CIDE, en México o
de la fundación de Julio Vargas, en Brasil? Además en muchos países latinoamericanos,
en el nivel de licenciatura se hace el estudio riguroso de un campo especializado.
Individuos con grado de licenciatura en economía de programas como el del ITAM ya
285
tienen una educación altamente especializada en ciencia económica. ¿Porque necesitan
los funcionarios gubernamentales de alto nivel tener estudios superiores? Segundo,
el planteamiento de que un economista académico esta naturalmente mejor preparado
para manejar políticas económicas que digamos una abogado con 20 años de
experiencia en banca o funcionario publico con antecedentes en comercio es
indefendible.
La educación superior que lleva a un doctorado es tan esotérica en la ciencia
económica como en cualquier otra disciplina académica; y diferencia de programas
como Derecho, Ingeniería o Comercio, los programas de postgrado en Economía
tienden hacia lo teórico
más que a lo aplicable en la práctica. Esto es
particularmente cierto en los programas estadounidenses, en los que le empleo
académico es lo implícito y el objetivo mas altamente valorado de la educación superior
en la mayoría de ciencias sociales. Esto no quiere decir que los doctores en Economía
no pueden desempeñar un papel útil en la elaboración de políticas económicas, si no
simplemente que no hay una razón particular para que sean ministros de finanzas
o directores de bancos centrales en lugar de asistentes de estos funcionarios de alto
nivel de las políticas publicas.
Puesto que la necesidad funcional proporciona esta explicación nada
satisfactoria para el ascenso de los economistas en los gobiernos de America latina y de
otras partes del tercer mundo, un número creciente de autores han recurrido a
argumentos más sociológicos. Como Markoff y Montecinos, dicen”en cierta medida, la
infusión de experiencia económica en posiciones de autoridad publica ha sido en
realidad una respuesta a asuntos de manejo efectivo de problemas complejos… pero el
acceso a los niveles mas altos del gobierno… no puede explicarse sin considerar los
significados ceremoniales de la experiencia “. De acuerdo con las observaciones de los
sociólogos neo-institucionalistas, los perfiles de los nuevos tecnócratas del tercer
mundo parecen tener una importancia que es más simbólica que funcional. Los
doctores de Harvard y del MIT pueden proporcionar la solución más eficiente a los
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problemas de política, pero ejercen una función simbólica indispensable con
respecto a la comunidad financiera internacional.
Sin embargo esto lleva simplemente a un replanteamiento de la pregunta
original: si los tecnócratas formados en el extranjero tienen una función simbólica
importante, entonces, ¿Por qué no son explotados por su valor simbólico en los
gobiernos europeos? Creo que la respuesta puede tener que ver con los intercambios
simbólicos relativos entre las clientelas políticas nacional e internacional. Para
decirlo de una manera mas sencilla: en relación con los gobiernos europeos, los
gobiernos latinoamericanos tienen mas razón de inquietarse por los significados que
proyectan para la comunidad financiera internacional y menos razón para
preocuparse de las declaraciones simbólicas que hacen para sus partidarios
políticos internos.
Los doctores de dinero tienen valor simbólico tanto positivo como
negativo. Su valor positivo como diplomático para la comunidad financiera
internacional ha sido ampliamente analizada en este capitulo y en otros anteriores. Sin
embargo, su valor simbólico negativo también es un factor importante que hay que
considerar. En México, los riesgos simbólicos de depender tanto de la tecnocracia
educada en Estados Unidos se hicieron particularmente visible después de la crisis
del peso de 1994-1995: una falla tecnócrata masiva, seguida por la implementación
de medidas de ajuste estructural del FMI y una grave recensión. La retórica anti
tecnocrática se convirtió posteriormente en un elemento básico del discurso político
mexicano. Una caricatura política de 1995 que se publico en le periodo izquierdista La
Jornada representaba una escena de devastación urbana con una pordiosera y su hijo en
primer plano y detrás un par de tecnócratas, vestidos con trajes elegantes y botones con
el logotipo del PRI señalando la escena alrededor de ellos, uno de los tecnócratas dice,
“me llevo años de estudios en Harvard y en Yale entender que todo esto significa que;
nos esta yendo bien”. Al reconocer el problema político que representaron los
tecnócratas para el partido gobernante, el comité nacional del PRI aprobó en 1996 una
legislación anti-tecnocrática que prohibía la nominación de candidatos para
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presidente o gobernador que nunca hubieran sido funcionarios de elección
popular.
Los tecnócratas formados en el extranjero son vulnerables a los bombardeos
de todo tipo de la artillería política pesada. En el mejor de los casos, puedes darle una
paliza por haber perdido el contacto con la realidad nacional. En el peor, son
blancos fáciles de acusaciones de traición a los intereses nacionales a favor del
imperialismo estadounidense. Por consiguiente, una razón por la que los economistas
formados en Estados Unidos pueden no figurar en puestos altos del gobierno en Francia
y Alemania, es que su presencia podría socavar potencialmente el apoyo electoral. Por
otra parte, estos tecnócratas pueden prosperar en los gobiernos latinoamericanos,
pese a los ataques políticos, a causa de la influencia más poderosa de las finanzas
internacionales en la política interna y a la influencia mas débil de las clientelas
políticas internas, en otras palabras, debido a que su valor simbólico positivo supera
su valor simbólico negativo. Hay algunas razones muy sencillas y lógicas de porque la
necesidad de los gobiernos de los países en vías de desarrollo de preocuparse por
complacer a los financieros internacionales es mayor que la de sus contrapartes
europeas. Por un lado, el gran endeudamiento de los gobiernos del Tercer Mundo corre
el riesgo de que sus políticas tengan que ser determinadas directamente por
agencias multilaterales, algo que rara vez ocurre en el mundo desarrollado, la
experiencia de Gran Bretaña en 1976 fue una de las raras excepciones.
Por otro lado, los mercados en vías de desarrollo representan una zona de
incertidumbre para los inversionistas extranjeros. Por ejemplo, cuando se estaba
terminado este libro, los títulos gubernamentales estaban considerados por Moody’s y
Standard and Poor’s por debajo del grado de inversión; todos los países de Europa
Occidental están considerados en le grado de inversión y mas de la mitad están en la
clasificación mas alta de AAA (Moody’s). Como resultado de esas expectativas, los
deudores del tercer mundo deben pagar un precio mayor por la inversión y sufrir
desproporcionadamente las consecuencias del nerviosismo de los inversionistas y
de las fugas de capital. A veces, los mercados financieros pueden castigar a los países
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en vías
de desarrollo simplemente por pertenecer a una región particular del
mundo, desembocando en los llamados efectos samba o tequila.
Los países en vías de desarrollo dependen del capital simbólico de los
Money Doctors formados en estados unidos por una razón muy sencilla porque
necesitan desesperadamente cualquier ventaja que puedan obtener. Mientras casi
no se cuestiona le hecho de que los países de American Latina están mas sujetos a este
tipo de presiones financieras que los europeos; la idea de que los gobiernos
latinoamericanos están menos sujetos a las presiones de sus electorados nacionales es
mas controversial, y ciertamente va en contra de la sabiduría convencional actual.
Durante los últimos 10 años, America Latina ha presenciado
simultáneamente tendencias hacia la liberación económica, la apertura de los
sistemas políticos a la participación electoral y el ascenso de los tecnócratas
formados en el extranjero dentro del gobierno. Por consiguiente, resulta fácil llegar
ala conclusión prima fase de que estos fenómenos están relacionados y son mutuamente
complementarios, es decir, que mercados, democracia y tecnocracia son parte de un
solo paquete. La idea de que las tecnocracias latinoamericanas son compatibles con la
participación democrática se basa en investigaciones resientes sobre Chile, donde la
“tecnocratización” de los debates políticos contribuyo a suavizar la transición
democrática chilena en 1989.
Sin embargo, también hay algunos signos menos optimistas sobre la
compatibilidad de los mercados y la democracia en America Latina. Por una parte, la
democracia parece permitir poca variación en lo que se refiere a política económica.
Como hemos visto en México, la transición democrática no promete transformar ni
las políticas neoliberales, ni el perfil tecnocrático de quienes elaboran las políticas
económicas. De manera similar en 1999 en Argentina,
el gobierno notoriamente
tecnocrático de Carlos Menenn fue remplazado por el gobierno de oposición de
Fernando de la Rua, que designo a José Luis Machina, un economista formado en
Minnesota y ex presidente del banco central, como ministro de economía. El año
siguiente las medidas de ajuste estructural del gobierno inspirado en el FMI causaron
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grandes protestas en Buenos Aires. En Chile, el socialista Ricardo Lagos asumió la
presidencia en el año 2000 y de inmediato se comprometió a mantener las reformas
del mercado. También designo como ministro de finanzas al ex director del FMI y
graduado en Harvard Nicolás Eyzaguirre y a José de Gregorio, un economista formado
en el MIT, como ministro de economía. El propio presidente Lagos es un economista
con un postgrado de la Universidad de Duke.
Una interpretación de estas continuidades en las políticas
es que el
electorado ha apoyado en general, la presencia continua de tecnócratas formadas
en el extranjero y las políticas que estos prefieren, el aprendizaje social ha
convertido a los latinoamericanos de todo el espectro de clases, en neoliberales. Sin
embargo, en vista de los terribles problemas de desigualdad he injusticia social que
siguen plagando el continente, todo parece indicar que las políticas económicas se
sitúan mas allá del alcance de las instituciones democráticas, que las decisiones de
política económica se alejan cada ves mas de las casillas electorales y se concentran
en manos de los expertos. Algunos estudiosos han expresado recientemente su
preocupación de que en la “nueva” política democrática latinoamericana, las
elecciones se han vuelto sospechosamente despolitizadas. Existe un riesgo colateral de
que los ciudadanos se vuelven gradualmente más apáticos y desilusionados de los
partidos políticos”.
Así, aun cundo la brutalidad de las dictaduras militares se esta
desvaneciendo en la memoria colectiva, la democracia latinoamericana puede
estarse debilitando por una serie de”seguimiento” o “gradación” de la política.
Algunos problemas políticos como corrupción, drogas y el enjuiciamiento de los
abusos de los derechos humanos, están sujetos a la discusión popular y ala contienda
electoral sin embargo, el centro de los problemas que pertenecen a la política
económica puede aislarse progresivamente de la discusión popular y discutirse
solamente entre los formuladores de políticas formados en el extranjero, las elites
económicas y la comunidad financiera internacional. Mientras que, en las naciones
mas ricas las reformas neoliberales pueden medirse a través de mecanismos
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democráticos y los electorados nacionales, en America Latina están mucho mas
propensos a la mediación por mecanismos tecnocráticos y clientela internacionales.
Esto sugiere que le aprendizaje social en America latina puede estar basado en un
consenso que excluye a una porción significativa de la población, situación que no
augura nada bueno para el futuro político de la región.
CONCLUSIONES
La globalización de la experiencia económica no es un fenómeno nuevo.
Las naciones económicamente atrasada siempre han tomado ideas prestadas de
las mas desarrolladas, ya sea por una genuina admiración por esas ideas o porque
al aceptar el consejo extranjero habrían el acceso a los recursos externos. Lo que
es nuevo es la medida en que las ideas extranjeras se reproducen internamente y
afectan los niveles más altos del poder político. En varios países en vía de desarrollo
ya no es necesario invitar a los Money doctores extranjeros a supervisar las reformas
políticas; los expertos globales se producen internamente y están a cargo de las
políticas económicas.
¿Han llegado las políticas económicas del mundo en vías de desarrollo al
fin de su historia, para no desviarse nunca más de su forma tecnocrática y de su
contenido liberal? Si el pasado sirve de guía, tendría que haber un desastre
económico de la magnitud de la gran depresión para que sobreviniera un cambio
importante, aunque algunos observadores esperan que un movimiento social
global produzca un resultado similar con costos menos drásticos. De cualquier
manera seria necesaria una fuerza poderosa para desafiar realmente la autoridad
de los expertos que presiden la nueva economía global.
Pág. 307
FIN
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