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PROYECTO MEXICO Pág. 1 Expone viernes 2 de octubre 2009 I. EL NEOLIBERASMO Y LA GLOBALIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA ECONÓMICA A finales de los años sesenta, uno de los padres fundadores del primer programa de economía de México público un delegado volumen titulado A un joven economista mexicano. El mensaje de Jesús Silva Herzong estaba dirigido en particular al creciente número de economistas mexicanos que se graduaban en universidades extranjeras. Como ex funcionario del gobierno, economista autodidacta y “socialista” como se describía a sí mismo, Silva Herzog advertía contra la fácil aplicación de teorías ajenas a las complejas realidades locales. “No se debe aplicar servilmente la teoría elaborada en los grandes centros del capitalismo (a países menos desarrollados)”, escribió. “Toda adaptación teórica debe hacerse después de un cuidadoso trabajo analítico, con los pies bien hundidos en la propia tierra y con clara visión de las necesidades primarias y las legitimas aspiraciones del pueblo”. Varias décadas después, los jóvenes economistas a quienes Silva Herzog dirigió su advertencia, se había convertido en una tecnocracia extraordinariamente poderosa. Dominados por economistas formados en la Universidad de Harvard, Universidad de Yale, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Chicago, tres periodos presidenciales consecutivos transformaron neoliberales. Estas reformas incluyeron una extensa privatización de industrias estatales, la revisión de esta Constitución mexicana para ayudar a asegurar los derechos de propiedad de los inversionistas extranjeros y el levantamiento de las barreras proteccionistas al comercio de acuerdo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). 1 Estas políticas recibieron una amplia aprobación por parte de la comunidad internacional, incluidos inversionistas extranjeros, instituciones multilaterales tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y muchos prestigiados economistas extranjeros. En una entrevista en 1992 con la revista Forbes titulada “No gravamos las ganancias del capital”, el Secretario de Hacienda de México, Pedro Aspe, doctorado en el MIT, explicaba el papel del déficit en la cuenta corriente de los países en vías de desarrollo y a continuación se disculpaba con su entrevistador por sonar “como profesor”. Impresionado por la experiencia del doctor Aspe, el entrevistador de Forbes respondió: “No se disculpe. Es un placer conocer a alguien que maneja una economía y entiende de economía”. Este libro examina la historia de la economía mexicana como profesión y explora la interacción entre las ideas económicas y las condiciones materiales. Hace sesenta años, el primer programa de economía de México en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) era conocido por sus tendencias nacionalistas, populistas e incluso socialistas, y educa a sus entidades para hacer carrera en una floreciente burocracia gubernamental. Sin embargo, desde 1980 las reformas neoliberales han sido examinadas por una gran cohorte de economistas formados en los Estados Unidos, y un grupo elitista de programas de licenciatura en economía internacionalmente reconocidos han estado preparando a sus estudiantes en la economía neoclásica al estilo estadounidense. La historia del paso de la ciencia económica mexicana del nacionalismo al neoliberalismo proporciona ideas claves de cómo ocurrieron los cambios del paradigma de políticas (Hall, 1993) en los países en vías de desarrollo, y los papeles relativos que desempeñaron los factores nacionales e internacionales en la construcción de la experiencia económica. LA CONTRUCCIÓN SOCIAL DEL CONOCIMIENTO ECONÓMICO Este libro se basa en valiosas aportaciones académicas que demuestran cómo los sistemas de conocimiento científico social se construyen social e históricamente 2 (Rueschemeyer y Skocpol, eds., 1996; Wittrock y Wagner, 1996; Fourcade-Gourinchas, 2000; Rueschemeyer y Van Roseem; 1996; Schweber, 1996; Kuhn, 1996; Weir, 1989; Weir y Skocpol, 1985; Furner y Suple, 1990). El conocimiento científico social en diferentes contextos nacionales esta determinado por “configuraciones institucionales que cambian históricamente y varían entre naciones: interrelaciones entre estados y estructuras sociales”. Distintos contextos institucionales, cultura y económicos nacionales generan diferentes “ideologías organizacionales” dentro del sector privado (Guillén, 1994) distintos enfoques respecto a la intervención del gobierno en la economía y en la política social (Dobbin, 1994, Campbell y Lindberg, 1990; Weir y Skocpol, 1985). Las profesiones de economía de naciones diferentes reflejan estos conjuntos particulares de condiciones. Dada esta diversidad de contextos nacionales, llama la atención reciente hacia la convergencia neoliberal. Después de todo, han ocurrido transiciones neoliberales casi en todas partes, independientemente del nivel de desarrollo (Francia vs. México), del tipo de régimen (Inglaterra bajo Thatcher vs. Chile bajo Pinochet), o del contexto cultural (India vs. Argentina). Una explicación posible para tal convergencia es que los responsables de las políticas en diversos contextos nacionales han llegado a soluciones técnicas comunes, basadas en un conjunto común de problemas: el neoliberalismo “funciona”. De acuerdo con esta idea, Hall (1993) afirma que en el cambio del “paradigma de políticas” británico bajo Margaret Thatcher ocurrió a través de un proceso de “aprendizaje social” un proceso de desaprobación empírica más o menos parecido al de las observaciones de Kuhn (1962) acerca de los paradigmas científicos. La desaprobación de “paradigma de políticas” es, por supuesto, más compleja, involucra múltiples actores sociales, partidos políticos y grupos de expertos económicos, todos trabajando en y alrededor del Estado para “decidir” de manera colectiva cuales políticas funcionan mejor. Además, los paradigmas de políticas invalidados a través de procesos políticos explícitos: 3 El movimiento de un paradigma a otro involucra probablemente la acumulación de anomalías, experimentación con nuevas formas de políticas y sus fallas, que precipitan un cambio en la posición de la autoridad sobre las políticas e inicia una competencia más amplia entre paradigmas rivales. Esta competencia bien puede rebasar los límites del propio Estado e insertarse en un área política más amplia (Hall, 1993). La analogía que hace Hall de los paradigmas científicos de Kunh ha sido ampliamente citada porque capta de manera provechosa la enormidad y la profundidad de los cambios involucrados. También proporcionan un medio para complementar las naciones marxistas ideas económicas como superestructura ideológica de las clases dominantes con un enfoque más cognitivo. No obstante, deja sin respuesta una pregunta importante, a saber: si el neoliberalismo “funciona” tan bien ¿Por qué no se puso en práctica cuarenta años antes? Una respuesta obligada a esta pregunta es que el mundo en el que se deciden hoy día las políticas económicas es notoriamente diferente del de la postguerra. Los cambios sobresalientes que ocurrieron después de 1950 incluyen el desarrollo de un régimen de libre comercio el surgimiento de sistemas “posfordistas” de producción flexible y el desarrollo de un sistema sumamente integrado de mercados financieros globales (Mckeown, 1999; Piore y Sabel, 1984; Helleiner, 1994). Estos desarrollos revelan una diferencia importante entre los paradigmas estudiados por Kuhn (I.e., en física) y aquellos que determinan las políticas económicas nacionales. Las economías son construcciones por complementos humanas, estructuras sociales que evolucionan y cambian con el tiempo y, por eso, requieren nuevos conjuntos de herramientas analíticas e ideológicas que les den sentido. Mientras que los físicos de Kuhn acumulaban conocimientos acerca de un mundo externo inalterable hasta que era inevitable una transformación externo inalterable hasta que era inevitable una trasformación paradigmático, los paradigmas de políticas económicas a veces reflejan cambios en el ambiente externo (Babb y Fourcade-Gourinchas; 2000). Durante el periodo de la postguerra, las carreras de economía en diversos contextos nacionales se conformaron según el paradigma keynesiano, que suponía un 4 papel activo del Gobierno en la creación de niveles deseables de crecimiento y empleo mediante el control de la demanda agregada (Hall, ed., 1986). Pese al termino “keynesianismo”, por la época en que los escritos de Keynes se hicieron famosos, los responsables de las políticas de todo el mundo ya habían experimentado con políticas contracíclica como una manera de mejorar los efectos de la Gran Depresión (Weir y Skocpol, 1985). El keynesianismo fue un amplio conjunto de prescripciones de políticas que se adaptan a las circunstancias de las economías nacionales durante las décadas que siguieron al colapso de los mercados internacionales de capital en los años treinta. El sistema Bretton Woods se estableció en 1945 con el propósito de mantener la estabilidad monetaria internacional, que Keynes consideraba un prerrequisito fundamental para la conducción de políticas macroeconómicas nacionales efectivas (Simmons, 1999). Bajo Bretton Woods, se instituyó y se mantuvo un sistema estricto de controles de capital, se fijaron los tipos de cambio y se mantuvo el equilibrio monetario internacional mediante juiciosas inyecciones de efectivo por parte del FMI. Puesta estas restricciones, fue posible que los gobiernos desarrollaran políticas económicas nacionales relativamente independientes, diseñadas para maximizar el empleo sin que se dispararan niveles inaceptables de inflación. Una de las características del contexto económico de la postguerra parece haber sido su habilidad para fomentar una diversidad relativa de modelos de políticas económicas y sociales. En otras palabras, el keynesianismo fue una especie de paradigma de sombrilla que podía incorporar una gran variedad de naciones. Así, mientras que algunos países de bloque capitalista promovían una fuerte intervención del gobierno en la economía, otras mantenían acuerdos “liberales” más clásicos. Los Estados de Bienestar también variaban mucho en términos tanto de cobertura como de estructura internacional. Esta proliferación ecuménica de modelos de políticas también se reflejaba en el nivel de las profesiones de economía de las naciones: durante el periodo de la posguerra varias regiones diferentes se especializaron en distintas “escuelas” de pensamiento económico, tales como la Escuela de Estocolmo en 5 Suecia, la escuela regulacionista francesa y la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL). Con el tiempo, sin embargo, el paradigma keynesiano sufrió una presión creciente debido a una serie de cambios en la economía mundial. Un cambio de vital importancia es lo que Helleiner (1994) bautizo como “el resurgimiento de las finanzas globales”, llamado así porque refleja una época histórica anterior de globalización de los mercados financieros que acabo definitivamente por el colapso de estos a principios de los años treinta. Al comienzo de los años sesenta, el crecimiento de mercados de capital en el exterior, capaces de evadir las regulaciones nacionales, hizo cada vez más difícil aislar a las monedas nacionales de la especulación y la devaluación. Estas fueron las circunstancias que llevaron al colapso del sistema Bretton Woods en 1971 y el abandono de los tipos de cambio fijos. Estos desarrollos junto con otras transformaciones dentro de la economía global, tales como el desarrollo de un régimen de comercio liberal colocaron a los formuladores de políticas económicas de todo el mundo dentro de un nuevo conjunto de restricciones y oportunidades. Las políticas económicas nacionales independientes se hicieron más difíciles de mantener, ya que los intentos para inducir la expansión económica podían provocar fugas de capital, devaluación e inflación. Con el antiguo orden económico, las políticas nacionales habían sido determinadas por la interacción de partidos políticos internos, grupos de intereses locales e instituciones nacionales, lo que dio origen a una gran variedad de contratos sociales dentro de los diferentes contextos nacionales. Sin embargo, con el sistema globalizado que estaba surgiendo, los gobiernos necesitaban recurrir más a clientelas tanto internacionales como nacionales. Mientras que durante el periodo de la postguerra los formuladores de políticas necesitaban atender en primer lugar a los intereses de las clientelas internas tales como las clases empresarial, obrera y media, hoy deben atender a los intereses de los inversionistas extranjeros y de las instituciones financieras internacionales. Aun cuando las reglas de las políticas económicas habían cambiado, la comprensión del funcionamiento de las nuevas reglas ocurrió a través de 6 prolongados procesos nacionales de aprendizaje social, involucran a partidos políticos, think tanks, estructuras estatales y a la economía como profesión a nivel nacional. A menudo, los gobiernos nacionales, en particular los de izquierda, intentaron seguir aplicando las “viejas reglas” como los intentos de Miterrand para estimular la economía francesa a principios de los ochenta y fracasaron miserablemente, como indican las subsecuentes devaluaciones y episodios inflacionarios de Francia. En el largo plazo, el resultado fue un extendido alejamiento de las políticas intervencionistas y una convergencia hacia otras más liberales, que incluían bancos centrales independientes, unión monetaria en Europa y privatización. Significativamente, estas políticas ya no figuraron entre las prioridades de intereses particulares y de partido políticos; más bien, el modelo neoliberal se convirtió en una especie de “sentido común”, una sabiduría convencional respaldada por partidos de izquierda y de derecha por igual. Paralelamente a estos cambios en los modelos de políticas ha habido transformaciones en los sistemas nacionales de la práctica económica. Desde por lo menos la década de los años sesenta, las carreras de la economía alrededor del mundo se han americanizado de manera notable. En palabras de un observador, “el uso de la lengua inglesa y de las ideas, técnicas y estilos de investigación estadounidenses en libros de textos, revistas económicas y disertaciones académicas se han vuelto casi abrumador”. Los programas del postgrado estadounidenses exportan economistas a diversas partes del mundo, y los economistas estadounidenses son citados con frecuencia desproporcionados. Este cambio es importante, puesto que la economía en los Estados Unidos ha sido históricamente reconocida como menos estatista, más matemática y más propensa a valorar generalizaciones abstractas por encima del conocimiento local que en Europa occidental. Así, la americanización de la economía en todo el mundo puede verse como un aspecto del cambio del paradigma de políticas; una pieza del gran rompecabezas de la convergencia neoliberal. De esta muy breve revisión histórica, surge una visión general. El colapso de los mercados financieros internacionales a principios de los años treinta creó las 7 condiciones para una diversidad de experimentos con intervención estatal de las políticas económicas sociales, el desarrollo del keynesianismo y un florecimiento general de varias escuelas nacionales de pensamiento económico. Desde los años sesenta, la nueva globalización de las finanzas y las transformaciones relacionadas con ella en el mundo de la economía han tenido los efectos contrarios siguientes: una convergencia a nivel práctico hacia políticas que pretenden minimizar la inflación y satisfacer a los inversionistas y, a nivel ideológicos, la americanización de las profesiones nacionales de economía. Mientras que durante el periodo anterior predomino la influencia de estructuras institucionales nacionales y de grupos sociales, durante el periodo posterior los paradigmas de políticas y la experiencia económica reflejan de manera creciente la influencia de las clientelas internacionales. La siguiente sección analiza algunas particularidades de cómo terminó este proceso histórico global en América Latina. EL CAMBIO DE LOS PARADIGMAS DE POLÍTICAS EN AMÉRICA LATINA En general, las transformaciones históricas en el paradigma de políticas de los países desarrollados en el trascurso del siglo XX son similares a las tendencias globales antes mencionadas. Sin embargo, también ha habido algunas diferencias notables. Primero, los problemas particulares de los países desarrollados estimularon formas ligeramente distintas de intervención gubernamental de las que prevalecieron en el mundo industrializado. Las naciones desarrolladas han adoptado un diversidad de modelos de políticas intervencionistas que van desde el socialismo estatal (China) hasta una variedad de promociones estatales de desarrollo capitalista (ge., México, Corea del Sur). Puesto que un recuento satisfactorio de todos estos modelos requeriría de varios volúmenes, las siguientes secciones se centran en la experiencia latinoamericana. Segundo, las presiones internacionales han desempeñado un papel 8 obvio y más sobresaliente en las políticas económicas de los países pobres que en las políticas de los países ricos, en particular desde principios de los años ochenta. Del laissez-faire al desarrollismo. Durante las primeras décadas del siglo XX, las políticas económicas de las naciones latinoamericanas de habían conducido por lo general de acuerdo con los dictados del liberalismo económico, la versión del siglo XlX del “neoliberalismo” actual. Según esta teoría económica clásica, era mejor que las naciones económicamente atrasadas se especializaran en producir los bienes en los que tenia una “ventaja comparativa” y comerciaran libremente con otras naciones por bienes industriales. Hacia principios del siglo XX, los países latinoamericanos estaban abiertos al comercio internacional, solían especializarse en la exportación de minerales y mercancías agrícolas y recibían enormes cantidades de inversión extranjera (Díaz Alejandro, 1984). Durante este periodo, Money doctors –“expertos” extranjeros en reforma financiera como Edwin W. Kemmerer de la Universidad de Princeton –ayudaban a los gobiernos financieramente necesitados a ganar, o recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros. De acuerdo con la sabiduría convencional de su época, los Money doctors aconsejaban a sus clientes establecer bancos centrales independientes, practicar la rectitud fiscal y monetaria y adherirse al patrón oro. (Drake, ed., 1994). Sin embargo, después de 1929 todo cambio. La crisis económica mundial provoco que los precios de las exportaciones de América Latina se desplomaran y que muchos gobiernos dejaran de pagar sus deudas externas. La depresión también hizo que el flujo de inversión extranjera llegara a cuentagotas y esto puso fin a la era de los Money doctors. El laissez-faire, el modelo orientado a la explotación del siglo XlX, fue abandonado en toda América Latina, porque el “sabio consejo extranjero” ya no era recompensado con grandes flujos de inversión extranjera. El resultado fue un cierre generalizado al comercio y a las finanzas internacionales y un involucramiento 9 creciente del Estado en la promoción del desarrollo económico (Díaz Alejandro, 1984, pp. 17-22). Por consiguiente, cuando se organizo en 1948 la CEPAL con sede en Santiago de Chile, su función era proporcionar una razón teórica para políticas aplicadas como respuesta pragmática a un conjunto común de circunstancias. La estrategia de política elaborada por los teóricos de la CEPAL –sobre todo Raúl Prebish postilaba diferencias básicas entre los países desarrollados del “centro” y los países en vías de desarrollo de la “periferia”. La CEPAL desafió las premisas centrales de la teoría económica clásica que afirmaban que, mediante una “ventaja comparativa”, los países pobres y ricos por igual podían especializarse en diferentes tipos de exportaciones y beneficiarse con el comercio internacional. Más que seguir dependiendo de las exportaciones de materias primas y productos alimenticios, la CEPAL alegaba que los países de la periferia necesitaban a toda costa industrializarse mediante políticas gubernamentales activas dirigidas a proteger las “industrias infantes” de la competencia extranjera y a proteger los salarios para mantener la demanda de los productos industriales elaborados internamente (Villarreal, 1984, p. 165). El desarrollismo latinoamericano no era idéntico al paradigma keynesiano de los países industrializados, ya que estos últimos se concentraban en asegurar el “volumen agregado de producción que correspondía al pleno empleo” más que a la promoción de la actividad dentro de sectores económicos particularmente. (Skidelsky, 1997, p. 34). Sin embargo, el desarrollismo se parecía y se complementaba con el keynesianismo de varias maneras importantes. Primero, los dos compartían un rechazo común al papel minimalista del gobierno aceptado a finales del siglo anterior: tanto el keynesianismo como el desarrollismo abogaban porque el gobierno asumiera un papel más importante en la economía. Segundo, el keynesianismo proporcionaba una nueva justificación teórica para que los países en vías de desarrollo siguieran políticas que fueran fundamentalmente distintas de las del mundo industrializado. Como observó 10 Hirshman (1981), el keynesianismo rompió el “hielo” de la “monoeconomía” neoclásica, la idea de que hay un solo conjunto de leyes económicas aplicables en todos los tiempos y en todos los lugares. El pensamiento keynesiano establecía que había –por lo menos- dos tipos diferentes de economía: la ortodoxa o clásica, que seguía siendo válida para economías con pleno empleo, y otra, para economías donde los recursos humanos y materiales no estaban empleados totalmente (Hirschman, 1981, pp. 3-6). Esto dio legitimidad al reclamo de la CEPAL de que América Latina necesitaba poner en práctica políticas que difirieran sustancialmente de las que prevalecían en el mundo industrializado – donde, por ejemplo, las barreras comerciales se habían levantado bajo los auspicios del Acuerdo general sobre Aranceles y Comercio (GATT)-. Si bien los economistas neoclásicos de los Estados Unidos y de otras partes no estaban de acuerdo con las prescripciones de la CEPAL, había también varios economistas del centro que coincidían con el modelo económico de la posguerra de América Latina. En 1961, Hirschman afirmo, basado en una experiencia de primera mano, que “un grupo numeroso y quizá dominante de economistas occidentales compartían algunos de los puntos de vista mas característicos de la CEPAL” (Hirschman, 1961, p. 37). Entre los economistas más prominentes de esta escuela del “desarrollo” de la posguerra estaban Arthur Lewis, Gunnar Myrdal y Ragnar Nurkse. Los economistas del desarrollo creían “que el análisis económico tradicional, que se había concentrado en los países industrializados, debe (...) Rehacerse en aspectos importantes cuando trata con países en vías de desarrollo” (Hirschman, 1981, p. 3). El “colapso” del desarrollismo y el ascenso del neoliberalismo Por los años setenta, las políticas desarrollistas de América Latina empezaron a sufrir criticas importantes tanto de a corriente radical como de la conservadora (Cf. Hirschmann, 1981, pp. 14-19). Dos factores parecen ser responsables del abandono del paradigma desarrollista. Uno fue la impresión general de que la “fase fácil” del modelo de sustitución de importaciones habían terminado. El 11 proteccionismo había creado exitosamente industrias internas que producían mercancías sencillas, pero al parecer era menos exitoso para promover la producción interna de bienes intermedios y de capital; mientras tanto, había creado una clase permanente de industrias ineficientes con ganancias garantizadas por la protección del gobierno. Entre los síntomas del “agotamiento” de la sustitución de importaciones estaban el desempleo crónico en muchos países, así como la inflación crónica, sobrevaluación de la moneda y problemas en la balanza de pagos. Además, el desarrollismo no habían resultado los viejos problemas de desigualdad social en América latina (Solís, 1973, p. 8; Love, 1990, 1996; Franko, 1999, pp. 65-67). Una nueva escuela de pensamiento conocida como “teoría de la dependencia”, que combinaba algunas teorías con la de la CEPAL y con el marxismo, surgió como una nueva alternativa al desarrollismo de América Latina (Love, 1990). El segundo factor fue un cambio en la economía global que empezó creando un nuevo conjunto de incentivos para los gobiernos latinoamericanos. Durante el periodo de la postguerra, un nuevo conjunto de instituciones multilaterales incluidos el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo daban préstamos, pero solo para propósitos específicos y circunscritos. Afines de los años sesenta, sin embargo, el “renacimiento de las finazas globales” hizo posible que los gobiernos latinoamericanos recibieran préstamos de fuentes extranjeras privadas a tasas de interés variables. En suma, el otorgamiento internacional de prestamos parecía ofrecer una solución potencial al “agotamiento” del modelo desarrollista, proporcionando recursos dirigidos a los problemas sociales y económicos de muchos años. Impulsadas por las políticas monetarias antiinflacionaria de los Estados Unidos, las tasas de interés globales empezaron a aumentar después de 1979, y los gobiernos muy endeudados súbitamente se dieron cuenta de que era difícil o imposible cumplir con los pagos del servicio de su deuda En 1982, México tuvo el honor de inaugurar las crisis de las deudas del tercer mundo, cuando el Secretario de Hacienda mexicano declaró, que México seria incapaz de seguir pagando el servicio de su deuda externa. 12 Los tremendos niveles de los prestamos externos que llevaron a la crisis de la deuda se han achacado a menudo a la irresponsabilidad de políticos corruptos, o que por lo menos solo beneficiaban a si mismos. Aunque puede haber algo de cierto en esta interpretación, también debe admitirse que el desastroso resultado del auge de prestamos de los años setenta no se previo lo suficiente y, al parecer, menos que nadie lo previeron los prestamistas, que llevaban la de perder en caso de falta de pago. Lo que en efecto ocurrió es un proceso extraordinariamente severo de aprendizaje social. El nuevo mundo de las finanzas globales ofrecía a la política latinoamericana un nuevo sistema de oportunidades y restricciones. Las oportunidades parecían al principio ser ilimitadas: fondos extranjeros que ayudaban a satisfacer a las clientelas políticas sin aumentar los costos políticos asociados con políticas redistributivas. Pero cuando aumentaron las tasas de interés globales, rápidamente se puso de manifiesto el alto costo de las decisiones pasadas: enormes problemas macroeconómicos, acompañados por una pérdida significativa de autonomía política nacional. El aprendizaje social en un contexto nuevo y todavía incomprendido lleva tiempo. Así como hubo gobiernos europeos que intentaron en vano continuar las políticas expansionistas de Keynes en el contexto de una recesión mundial y rápida movilidad de capital, algunos gobiernos latinoamericanos promovieron una serie de políticas “heterodoxas” (Kahler, 1990). Sin embargo, en un contexto de deudas externas que se expanden e ingresos por importación que disminuyen, estas políticas contribuyeron a la hiperinflación y a la derrota electoral de los partidos que las apoyaban (Edwards, 1995, pp. 17-40). Además de la “disciplina de mercado” de la fuga de capital, los gobiernos latinoamericanos también enfrentaban presiones políticas mas abiertas. El principio de la crisis de la deuda coincidió con el primer año del gobierno de Reagan y el inicio de una nueva era de “prestamos basados en políticas”. Dicho simplemente, las agencias multilaterales y las del gobierno de los Estados Unidos, como el Banco Mundial, el FMI y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, tenían el compromiso de utilizar 13 el alivio de la deuda para obtener de los gobiernos de los países en vías de desarrollo reformas políticas orientadas al mercado ( Kahler, 1990; Stallings, 1992; George y Sabelli, 1994).Si los gobiernos de los países en vías de desarrollo querían prestamos para seguir pagando el servicio de sus deudas, tendrían que reducir los déficit presupuestales, recortar el gasto del gobierno y abrir sus economías a la competencia extranjera. Esta nueva agenda política estaba claramente vinculada a un cambio ideológico dentro del gobierno estadounidense. Aunque en casa el gobierno de Reagan practicaba el “Keynesianismo militar”, su agenda externa era mucho más doctrinaria. Desafortunadamente, los orígenes y la naturaleza de la revolución neoliberal en los Estados Unidos no habían sido sometidos a un estudio académico serio. En general, el nuevo paradigma orientado al mercado no fue “ni elegante ni coherentemente enfocado como el Keynesianismo” (Biersteker, 1992, p. 107). Aunque era evidente que estaba relacionado con tendencias dentro de la economía estadounidense, no puede atribuirse a ninguna escuela particular de pensamiento: no era ni precisamente “monetaria” ni exactamente “Escuela de Chicago”, sino más vagamente “pro mercado”. Pese a sus orígenes ambiguos, esta agenda política fue respaldada no solo por los formuladores de políticas estadounidenses y los funcionarios de las organizaciones multilaterales, sino también por muchos economistas, tanto de los Estados Unidos como de otras partes. Fundado en 1981 para el estudio de la política economista internacional, el Institute Fond Internacional Economics (Instituto de Economía Internacional) se convirtió en un foro para que economistas de las mismas ideas vinieran de todas partes del mundo a reunirse con los formuladores de políticas estadounidenses a fin de acordar un nuevo conjunto de pautas planeación de políticas en los países en vías de desarrollo. Estas pautas fueron conocidas como “el Consenso de Washington” (Williamson, ed, 1990, pp. XIII) El Consenso de Washington era esencialmente un nuevo conjunto de supuestos, dados por hecho, que constituían “el centro común de sabiduría adoptado por todos los economistas serios y 14 cuya practica proporciona las condiciones mínimas que darán a los países en vías de desarrollo la oportunidad de iniciar el camino a la prosperidad de la que disfrutan los países industrializados” (Williamson, 1994, p. 18, las cursivas son mías). Entre estos puntos de consenso estaban la liberalización del comercio, el fomento a la inversión extranjera directa, la privatización de las empresas estatales y la adaptación de los derechos de propiedad privada. Una de las características que definían este nuevo consenso era que los países desarrollados y los que estaban en vías de desarrollo compartían un conjunto común de leyes económicas universales. Como dice una de las publicaciones recientes del instituto: En la actualidad, es bastante evidente que la estabilidad macroeconómica, una economía de mercado y la orientación hacia el exterior son benéficas para el crecimiento económico y para una distribución relativamente equitativa con ligeras reservas del ingreso. Lo que es nuevo es la convicción de que no hay políticas que son buenas para el “Primer Mundo”, sino que también son necesarias para hacer la transición del “Segundo Mundo” y son igualmente deseables para el “tercer Mundo”. Al menos en términos intelectuales, hoy vivimos en un solo mundo y no en tres (Williamson y Haggard, 1994, p. 530). La importancia de este punto de vista no puede exagerarse. En contraste directo con le punto de vista que prevalecía en la CEAL y entre los economistas del desarrollo durante el período de la postguerra, el nuevo punto de vista prescribe la misma medicina económica para todos los países, independientemente le nivel de desarrollo. Esta idea un artículo de fe entre reformadores neoliberales y sus partidarios alrededor del mundo llevo a su fin a los múltiples modelos de la era keynesiana y a su regreso a la “monoeconomia”. En el contexto de la crisis de la deuda, este cambio de paradigma tuvo enormes consecuencias para las políticas económicas de los países en vías de 15 desarrollo. Durante los años ochenta y noventa hubo varios cambios fundamentales mutuamente relacionados en la manera de hacer políticas económicas en América Latina, incluido un conjunto impresionante de reformas neoliberales, la “tecnocratizacion” de los formuladores de políticas y la americanización de las economías nacionales (Markoff y Montecinos, 1993; Domínguez, ed., 1997: Williamson, ed., 1994). En 1992, la revista Business Week hizo notar que las reformas para el libre mercado en América Latina habían sido realizadas por “(…) una nueva generación de dirigentes, muchos de ellos formados en los Estados Unidos. Una red continental de graduados de Harvard, Chicago y Stanford están de vuelta en casa, en la cumbre de los negocios y de los ministerios de gobierno, difundiendo un conjunto de opiniones sobre un nuevo mercado” (Baker y Weiner, 1992, p. 51). Como señalaron Markoff y Montecinos (1993), había un “brote ubicuo de economistas” en las mas altas posiciones de la planeación de políticas. Estos economistas remplazaron el modelo desarrollista latinoamericano de la posguerra con una nueva variedad más “favorable al mercado”, que era en esencia el modelo apoyado por el Consenso de Washington. Al mismo tiempo, hubo una notoria americanización de las carreras de economía en América Latina. En consecuencia, los jóvenes aspirantes a economistas de Brasil, Argentina, México, Chile y de otras partes fueron atraídos por los prestigiados programas de licenciatura especializados en la ciencia económica al estilo estadounidense que les proporcionaron una plataforma de lanzamiento ideal para el posterior curso de posgrado en los Estados Unidos (cf. Loureiro, 1996; Silvia, 1991; Babb, 1998). Así, el cambio del paradigma de políticas de América Latina ocurrió no solo en el nivel de la práctica, sino también en el de las ideas. Si solo habían cambiado las políticas, sino también lo habían hecho los medios institucionalizados de pensamiento acerca de esas políticas. Pag 16 Expone lunes 5 de octubre 2009 LA CIENCIA ECONÓMICA MEXICANA EN LA PRESPECTIVA SOCIOLOGICA 16 Este libro examina la manera como los contextos nacional e internacional moldearon la practica económica mexicana a través del tiempo. Desde la fundación en 1929 del primer programa de economía en México y a lo largo del periodo de posguerra, la profesión económica en México estuvo profundamente influida pos las organizaciones, instituciones y clientelas internas. Estas incluían: un Estado que construyó inicialmente una base corporativista estable entre campesinos y trabajadores y que después desempeño un papel en la promoción de desarrollo económico; un sector privado inicialmente en contra del populismo fomentado desde el gobierno y después contentado por las políticas pro empresariales del Estado; y un cuadro creciente de burócratas estatales orientados a lo internacional en particular dentro del banco central ansiosos de importar modelos de practicas extranjeras Durante este primer periodo, la ciencia económica mexicana abarco un amplio espectro de tendencias, de marxistas a populistas a desarrollistas, pero siempre y en todas partes fue una disciplina fundamentalmente nacionalista y estatista. En contraste, cuando México se vio cada vez mas inmerso en los mercados financieros globales, la profesión económica mexicana se transformo es una disciplina sumamente internacionalizada, dominada y definida por una clase emergente de “expertos globales”. Estos profesionales son hoy los receptores de la educación sumamente internacionalizada –por lo general estadounidense- que afirman poseer una amplia gama de experiencia de aplicación universal. Más importante aún, han promovido activamente la inserción de México en la economía global mediante la liberalización del sistema de gobierno económico. Estos expertos globales posiblemente desempeñen un papel progresivo en la definición de las políticas económicas de México, sin importar las transformaciones electorales que ocurran en el futuro. Es probable que el caso mexicano sea de mayor interés por dos razones. Primero, México tiene una historia económica e institucional similar a la de muchos países en vías de desarrollo, en particular los de América Latina. Un relativo atraso, la sustitución de importaciones en el periodo de la postguerra, el populismo para 17 financiar el crédito en los años setenta y la crisis de la deuda en los años ochenta, todos son factores que México comparte en común con otras naciones latinoamericanas. Segundo, constituye un ejemplo bastante extremo de fenómenos que hoy pueden presenciarse en todos los países en vías de desarrollo: el papel protagónico de la tecnocracia educada en los Estados Unidos en el manejo de las políticas económicas y la americanización de la profesión nacional de la economía. Como prototipo (I.e. un ejemplo típico) o como tipo ideal (I.e. un ejemplo extremo o “puro”), el caso mexicano tiene importantes implicaciones para otras naciones. Datos y métodos Al igual que los economistas del desarrollo de la era de la postguerra, me interesaba fundamentalmente el cambio institucional a lo largo del tiempo. Para los economistas, este tipo de análisis diacrónico se facilita por la existencia de datos económicos nacionales –relativamente confiables para periodos extensos de tiempo. Sin embargo, no solo me interesaba la economía de México, sino sobre todo la ciencia económica mexicana, una cuestión sobre cuán poco sistemáticamente se habían recopilado los datos. Afortunadamente para mi proyecto de investigación, la devaluación del peso de 1994 – 1995 me permitió permanecer en México más tiempo – estirando los dólares que recibía de mi beca-, por lo que me fue posible reunir un conjunto más grande y eléctrico de información de varias fuentes. Estas incluyen –pero no se limitan a- documentos de archivo, artículos de periódico, publicaciones mexicanas de economía, fuentes secundarias –como los trabajos de académicos mexicanos y especialistas en México-, una base de datos de información bibliográfica de la Sociedad de Ex Alumnos del ITAM y numerosas entrevistas con economistas mexicanos y funcionarios del gobierno. Mi fuente de información más sólida finalmente fue una selección de más de 250 tesis de licenciatura de los dos programas mexicanos de economía históricamente más importantes: el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una 18 universidad pública, y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), una universidad privada. Pocos economistas mexicanos de cualquier tipo refutarían la importancia histórica de estos dos programas. La UNAM fue la cuna del primer programa de economía de México, establecido en 1929, dentro de la Facultad de Leyes que, en 1935, dio origen a la Escuela de Economía. Fundado por grupos empresariales privados en 1946 como un desafío deliberado a este monopolio de la UNAM, el ITM –que se conoció como ITAM después de convertirse oficialmente en autónomo en 1962- fue una “escuela nocturna”, apenas mencionada, de importancia marginal hasta que se americanizo de mediados de los años sesenta a principios de los años setenta. Hoy en día el ITAM es ampliamente reconocido como bastión de las ideas neoliberales y como una de las fuentes más importantes de tecnócratas del gobierno. Mi decisión de examinar las tesis de licenciatura estuvo motivada originalmente por la escasez de registros de archivo de los programas mexicanos de economía. Al principio esperaba basar mi investigación en los programas de estudio de diferentes años para determinar los títulos específicos que debían leer los estudiantes en los distintos programas y en diferentes épocas. Por desgracia me fue imposible encontrar tales colecciones de programas de estudio. En contraste, la tesis de licenciatura de los programas mexicanos de economía está a la libre disposición del público en las bibliotecas universitarias. Aunque en las tesis la reflexión con respecto al contenido de los cursos tomados por los estudiantes de economía es sin duda menos valida –esta discrepancia es particularmente notoria en las tesis de la UNAM de los años setenta-, las tesis tienen la ventaja de reflejar aunque de manera imperfecta, lo que los estudiantes “obtienen” de su educación en economía. Para el análisis de estas tesis, mi método consistió en leer concienzudamente la introducción y la conclusión, donde se exponían los principales puntos teóricos y citas, y revisar el cuerpo del texto en busca de los enfoques metodológicos. Codifiqué cada tesis por citas teóricas, metodología, aplicación –al sector privado o al públicoy diversas características retóricas, siendo la más importante la posición respecto a la 19 intervención del gobierno en la economía. Un recuento más detallado de cómo analicé y codifiqué las tesis puede leerse en el Apéndice A. Como este libro adopta la forma de una “narración”, está organizado cronológicamente. Los capítulos II y III analizan las décadas previas al desarrollismo de los años veinte y treinta, años cruciales durante los cuales el Estado mexicano estableció su base de apoyo político y las bases institucionales para la intervención del gobierno en la economía; esos fueron también los años en que se fundó la carrera de economía en la UNAM y cuando se concibió la idea de una alternativa privada a esa casa de estudios. El capítulo IV expone el desarrollismo mexicano y las declaraciones de esta ideología en tesis de licenciatura de la UNAM y del ITAM. El capitulo V utiliza de manera similar declaraciones de estas tesis de licenciatura para documentar el fracaso del desarrollismo mexicano y la escisión de la ciencia económica mexicana en dos sub-profesiones radicalmente distintas. Los capítulos VI y VII analizan el ascenso del neoliberalismo en México, junto con el papel desempeñado en la realización de las políticas de libre mercado por los economistas mexicanos formados en universidades privadas y capacitados en el extranjero. Por último, el capítulo VIII considera el asunto de la globalización de la experiencia económica y lo que distingue a los procesos de “aprendizaje social” en los países en vías de desarrollo. Perspectivas sociológicas Hay varias cuestiones de sociología que se abordan en el transcurso de este libro. Estas cuestiones caen ampliamente en tres categorías de “literaturas” sociológicas o subcampos: la literatura sobre profesiones, la referida a organizaciones e instituciones y la que estudia el “capitalismo múltiple” y la lógica de las institucionales locales. Las profesiones y sus clientes 20 Aun cuando este libro está en deuda con la sociología del conocimiento, en espíritu –y, hasta cierto punto, en método- , opté por formular mi estudio dentro de la literatura de la sociología de las profesiones.3 Mientras que los sociólogos del conocimiento tienden a estudiar las batallas que ocurren dentro de ciertos campos del conocimiento (Cf. Latour, 1987; Yonay, 1998), la sociología de las profesiones analiza cómo se construye el conocimiento experto y como se aplica dentro de un amplio marco social de instituciones y clientes. Mi investigación en México me dio una prueba de lo mucho que la profesión de la economía puede variar de país en país, de cómo las profesiones de ciencias sociales reflejan los sistemas nacionales de instituciones y relaciones entre el Estado y la sociedad (Rueschemeyer y Skocpol, Edsel., 1996). Esta experiencia también me dejo con la pregunta teóricamente los sociólogos esta de cómo deben explicar aparente relación entre experiencia científica social, por un lado, y contexto institucional nacional, por el otro. La sociología de las profesiones, que trata explícitamente la relación entre grupos de expertos y las sociedades que en ellos se insertan parece ser la más adecuada para esta labor teórica. 3 Algunos lectores estadounidenses podrían sentirse desconcertados por la noción de economía como “profesión”, ya que en los Estados Unidos ésta podría considerarse un subconjunto de una profesión más extensa de “académicos”. Al respecto podría decir que incluso en los Estados Unidos el hecho de que los economistas tengan su propia asociación profesional, así como revistas inaccesibles a los académicos que no son economistas, sugiere que la economía es una profesión independiente por derecho propio. Además, como muestra el capítulo II, en muchas otras naciones –incluido México- la economía ha sido históricamente una profesión de Estado más que académica; en tales casos, el economista prototipo es más un funcionario del gobierno que un académico de tiempo completo. Las profesiones son “grupos ocupacionales que controlan la adquisición y la aplicación de diversos tipos de conocimiento” (Abbot, 1988, p. 1). Los primeros 21 estudios de profesionales se centraron en el aspecto de cuales características distinguen a una “profesión” de otras ocupaciones (Cf. Caplow, 1954; Wilensky, 1964). Una tradición posterior se enfoco en los “poderes” profesionales y la manera como las profesiones utilizan al Estado para asegurar monopolios sobre ciertos tipos de trabajo y otros privilegios (Cf. Freidson, 1970; Larson, 1977). Este libro sigue una tendencia relativamente reciente en la sociología de las profesiones, que analiza como varían estas en diferentes contextos nacionales (cf. Abbot, 1988, Krause, 1996). En cualquier sociedad coexisten muchas ideas y estas compiten entre sí. Lo que hace especial a las profesiones es que existen reglas acerca de cuáles ideas deben considerarse conocimiento y quienes están autorizados a autonombrarse expertos. El poder de las profesiones se deriva de su legitimidad, “fundada en la consecución de experiencia socialmente reconocida” (Larson, 1977, pp. XVII). En los Estados Unidos los médicos fueron vistos alguna vez como el ejemplo prototípico de una profesión, ya que ellos eran –hasta hace poco- extremadamente exitosos en mantener un monopolio sobre la consulta médica legitima (Cf. Larson, 1977, p. 37). En parte, este monopolio reflejaba el éxito de la profesión médica para conseguir la protección del Estado: todo aquel que ejerciera la medicina sin título estaba expuesto a la persecución de la ley. En un nivel más importante, sin embargo, el éxito de la medicina puede remitirse a su legitimidad; la mayoría de los estadounidenses creían en el conocimiento experto de los médicos y se mostraban renuentes a cuestionar sus diagnósticos y prescripciones, a menos que obtuvieran una segunda opinión de otro médico. La legitimidad, apoyada por la confianza en la experiencia profesional, aparta los diagnósticos y las prescripciones profesionales de las recusaciones externas. Pero ¿precisamente ante quien deben legitimar los profesionales sus demandas? De acuerdo con el trabajo de Abbot (1988) y otros más recientes que documentan los modelos de profesiones entre los países, sostengo que las profesiones requieren fundamentalmente la legitimación de las organizaciones o los actores con recursos, a quienes llamo clientelas profesionales. Esto se debe a que los profesionales son, por 22 definición, expertos que reciben un pago por ejercer su experiencia. Las diferencias características entre profesiones de distintos países pueden remitirse a diferentes clientelas nacionales. Mientras que en los Estados Unidos los profesionales han tenido históricamente a recibir un pago de individuos y organizaciones privadas, en la Europa continental, por lo general, los Estados adoptan un papel más directo en la profesionalización, a través de programas profesionales y la contratación de graduados para trabajar como servidores públicos (Burrage y Torstendahl, 1990; Abbot, 1988; Cocks y Jarausch, eds., 1990; Heidenheimer, 1989; Torstendhal y Burrage, 1990). Los capítulos II y III muestran que desde la revolución mexicana de 19101917, las profesiones en México tienden a parecerse a las centradas en el Estado, o sea al modelo continental. El primer programa de economía de México se estableció en 1929 en la Universidad Nacional Autónoma de México por funcionarios del gobierno con el propósito de capacitar a burócratas del Estado. Sin embargo, el capítulo III también muestra que la ciencia económica mexicana tuvo más de una clientela potencial. En 1946, grupos empresariales descontentos con las políticas del gobierno, establecieron un programa de economía alternativo al del la UNAM de tendencia izquierdista y centrada en el Estado: el ITM (más tarde llamado ITAM). Los capítulos III a IV resumen las trayectorias históricas de los programas de economía de la UNAM y del ITM/ITAM hasta el presente y analizan el desempeño en la práctica de los graduados de ambas instituciones en el mercado laboral. Mientras que la influencia izquierdista radical dentro del programa de la UNAM finalmente provocó que esta se separara de su clientela más importante –el Estado mexicano-, el programa del ITAM norteamericanizó cada vez mas y a principios de los años setenta fue adquiriendo una importancia creciente dentro del gobierno mexicano. La suerte del ITAM, junto con varios programas mexicanos de economía que vinieron a emularlo, muestra como la globalización económica disminuyó la importancia de las clientelas nacionales y aumentó la importancia de las clientelas internacionales para la profesión 23 económica en México, Este proceso de norte americanización e internacionalización se resume en los capítulos V a VII. Instituciones cambiantes Las instituciones gobiernan la conducta social, desde las costumbres y otras normas culturales informales hasta las leyes y otras formas legales formales de regulación social (North, 1990). Los efectos de diferentes ordenes institucionales en las sociedades y la manera como se construyen las instituciones han sido estudiados desde diversas perspectivas disciplinarias, incluida la economía (por ejemplo, Coase, 1983; North, 1990), la Ciencia Política (por ejemplo, March y Olsen, 1984; Hall, ed., 1986) y la sociología (para una excelente revisión de esta literatura, véase Scott, 1995). Este libro examina en detalle como cambiaron varias instituciones a través del tiempo y la manera como interactuaron incluyendo los sistemas de gobierno económico y los sistemas de enseñanza profesional. Por consiguiente, cae por lo general dentro de una tradición interdisciplinaria conocida como “institucionalismo histórico” (véase Steinmo, Thelen y Longstreth, 1992). El surgimiento del neoliberalismo puede verse como una transformación institucional es una escala global, que incluye la aprobación de leyes que otorgan autonomía a los bancos centrales y derechos de propiedad a los inversionistas extranjeros, y la eliminación de aranceles en importaciones del extranjero. El resultado ha sido lo que los sociólogos neo-institucionales llaman “isomorfismo institucional”: una convergencia de modelos institucionales (i.e. políticas nacionales), de tal manera que diversas organizaciones –es decir, gobiernos nacionales- llegan a verse más parecidos. (Cf. DiMaggio y Powell, 1983; Scott y Meyer, eds., 1994; Boli y Thomas, 1997; Boli y Thomas, eds. 1999). Desde un punto de vista neo-institucionalista, ¿Qué fuerzas podrían ser responsables de esta convergencia global? Una respuesta posible es que los Estados 24 imitan a otros que consideran más exitosos; lo que hace diferente a los Estados parce mas semejante con el tiempo. Esta noción es compatible con una escuela neoinstitucionalista de pensamiento a la que me referiré como teoría de lo “cultural universal”. La premisa central de esta teoría es que los Estados-nación contemporáneos comparten una cultura común de racionalidad: una “cultura universal racionalizada”. Esta cultura común conlleva a valores compartidos que forman la base de un proceso progresivo de imitación y de difusión internacional de modelos organizacionales e institucionales (Scott y Meyer, Edsel., 1994; Boli y Thomas, 1997; Boli y Thomas, eds., 1999). Una explicación cultural universal para la adopción del paradigma neoliberal en todo el mundo empezaría con la observación de que los Estadosnación siempre imitan a otros como parte de su búsqueda de soluciones a problemas comunes. Por ejemplo, durante el siglo XIX el gobierno japonés sistemáticamente se propuso imitar el modelo británico de organización –como el servicio postal- con la esperanza de adquirir la rapidez en el crecimiento económico y la experiencia militar de los británicos (Westney, 1987). Por tanto, el isomorfismo institucional entre los Estados-nación precede a la convergencia neoliberal por una cuestión de siglos. Mucho en este estudio confirma las propuestas teóricas de la teoría cultural universal. El capítulo II muestra que después de la Revolución de 1910-1917, los constructores del Estado mexicano revisaron explícitamente diversos modelos extranjeros para la construcción de un banco central, una banca de desarrollo, la Secretaria de Hacienda y un sinnúmero de instituciones de desarrollo. En la realidad, la fundación del primer programa de economía de México en 1929 fue concebida como un proyecto para capacitar a estudiantes en los conocimientos y las técnicas más recientes de la ciencia económica en el extranjero, a fin de crear un cuerpo de administradores competentes que trabajaran dentro de la burocracia gubernamental. Además, los capítulos IV y V demuestran claramente que los actores provenientes del banco central han desempeñado hasta la fecha un papel progresivo y 25 crítico en la dotación de normas internacionales, tanto para el gobierno mexicano como para la profesión mexicana de la economía. Sin embargo, para entender el desarrollo más reciente de las reformas neoliberales, creo que es útil recurrir a lo que describen diferentes neo- institucionalistas, a saber: la discusión de DiMaggio y Powell (1991) del isomorfismo institucional dentro de campos organizacionales. Para explicar por qué ocurre esto, DiMaggio y Powell (1983) identifican tres tipos de isomorfismo institucional: mimético, coercitivo y normativo. El isomorfismo mimético corresponde esencialmente a los procesos identificados por los teóricos de lo cultural universal: organizaciones en la misma “línea de negocios” (I.e. Estados-nación) comparten valores comunes y estructuras organizacionales y, por consiguiente, a menudo se imitan unos a otros como una manera de minimizar la incertidumbre. A diferencia de los isomorfismos culturales universales, que se funda en la legitimación y en los valores compartidos, los isomorfismos coercitivo y normativo tratan fundamentalmente del poder: el poder de organizaciones externas con recursos, en el primero, y el poder de expertos certificados, en el segundo. El isomorfismo coercitivo (4) ocurre cuando las organizaciones acatan las normas de actores externos poderosos bajo las presiones de la dependencia de recursos. Así, las universidades que participan ostensiblemente en el negocio de la educación superior, apoyarán programas atléticos caros porque los ex alumnos que ofrecen donaciones están interesados en ganar juegos de futbol. El isomorfismo relativo ocurre entre organizaciones –como las universidades-- cuyo personal son profesionales, como los administradores de universidades. A menudo esas organizaciones convergerán debido a las presiones provenientes de las profesiones a las que pertenece su personal. Un ejemplo es la basta tendencia en los Estados Unidos de crear sociedades entre las universidades y el mundo de los negocios, dirigidas por administradores académicos con posgrado en administración. A lo largo de este libro decidí referirme al isomorfismo normativo como “isomorfismo experto”, porque creo qué este último término es más reconocible en cuanto a su relación con el poder de los profesionales. 26 (4) El término coercitivo es a veces inapropiado porque confunde procesos que son coercitivos en sentido estricto –como cuando un ejército de ocupación impone una aparato administrativo—con procesos que voluntariamente aceptan restricciones determinadas externamente, por ejemplo, el caso de los países en vías de desarrollo que hacen independientes a sus bancos centrales a fin de fomentar la confianza de los inversionistas. Esto es más o menos análogo a la diferencia entre un recluta del ejército que tiene que vestir un uniforme o ser enviado a la cárcel, por un lado, y un aspirante a un puesto de trabajo que debe vestirse conservadoramente para una entrevista de trabajo, por el otro. Para el propósito de examinar las reformas liberalizadoras de México y de otros países en vías de desarrollo, estas dos últimas categorías tienen una gran utilidad. A diferencia del isomorfismo mimético, las categorías del isomorfismo coercitivo y normativo/experto tienen el potencial de incorporar desigualdades de poder y recursos entre el centro y la periferia. Esas desigualdades han sido particularmente importantes desde el inicio de la crisis de la deuda en 1982. Durante los años ochenta y noventa los “préstamos basados en políticas” del gobierno estadounidense, el FMI y otras organizaciones multilaterales, junto con la necesidad creciente de fomentar la confianza de los inversionistas, han tenido un tremendo efecto en las políticas nacionales de los países en vías de desarrollo (Cf. Stallings, 1992; Kahler, 1990 y 1992; Williamson y Haggard, 1994). Como Williamson y Haggard (1994) cándidamente observaron, “la confianza en los beneficios de la reforma económica está mucho menos extendida entre los políticos que entre los economistas y aún menos entre el público en general, para ya no hablar de aquellos cuyos intereses resultan afectados” (p.531). Así, incluso entre los que apoya las reformas neoliberales, se reconoce que la crisis de la deuda produjo un ímpetu crítico para el cambio frente a los intereses creados que pudieron haberla prevenido. Por consiguiente, el “isomorfismo coercitivo” en el sentido de DiMaggio y Powell ha desempeñado evidentemente un papel importante en el cambio reciente del 27 paradigma de México y el resto del mundo en vías de desarrollo. Desde 1982, los gobiernos del Tercer Mundo adoptaron reformas de liberación para ganar en parte acceso a los recursos de poderosos actores externos; los más importantes son las constituciones multilaterales e inversionistas extranjeros. Sin embargo, el isomorfismo coercitivo es quizá la observación teórica menos interesante que se puede hacer sobre la transformación neoliberal de México. Lo más sorprendente es la medida en que el cambio del paradigma neoliberal ha sido provocado por el isomorfismo experto o normativo: presiones ejercidas sobre el estado no por actores externos –es decir, inversionistas extranjeros o el FMI--, sino por un grupo de profesionales dentro del Estado. La presencia de economistas formados en los Estados Unidos en los gobiernos de los países en vías de desarrollo es hoy asombrosamente poderosa. Estos tecnócratas formados en el extranjero suelen compartir un marco cognitivo común y un conjunto de sus posiciones y directrices –en suma, una ideología común—con los formuladores extranjeros de políticas y con los financieros internacionales. También tienen vínculos sociales con los formuladores Estadounidenses de políticas y los funcionarios de organizaciones multilaterales no solo desde sus días en la Escuela de posgrado, sino también desde sus puestos anteriores dentro de organizaciones internacionales, con frecuencia el FMI. Un conjunto creciente de información sugiere que estos tecnócratas han sido el medio para impulsar las reformas de liberación en varios gobiernos del Tercer Mundo. En un estudio entre naciones Williamson y Haggard (1994) encontraron que los Economistas formados en Universidades de los Estados Unidos desempeñaron un papel importante en la promoción de reformas en ocho de los quince países estudiados, Chile, Colombia, Indonesia, Corea, México, Turquía, Brasil y Perú. Casos más recientes de Tecnócratas formados en Estados Unidos, que promovieron reformas neoliberales, incluyen a Costa Rica (Núñez 1998), Vietnam (Kolko 1997), Pakistán (Holloway et al.,1996), y filipinas. Además, incluso después de haberse puesto en práctica las reformas neoliberales, los economistas formados en los Estados Unidos han 28 desempeñado un papel importante en el manejo actual de economías orientadas al mercado (Silva, 1991; Puryear, 1994). México constituye un ejemplo típico e ideal de esta tendencia. Desde mediados de los años 80, el cambio de México hacia mercados más libres ha estado acompañado por el “ascenso dentro de la burocracia mexicana de las políticas económicas de un grupo de jóvenes economistas profesionales formados en el extranjero que trabajaban en colaboración y utilizaban sus experiencias técnicas así como sus puestos de responsabilidad para conducir a México en una nueva dirección” (Golob, 1997, P.98). En los años 80 y 90 los economistas formados en los Estados Unidos adquirieron importancia en cada una de las ramas de la elaboración de políticas económicas mexicanas, en algunas de ellas ostensiblemente no económicas – como la educación—y, más recientemente, en la propia presidencia. El papel de los tecnócratas formados en los Estados Unidos en la promoción de reformas de liberación en México constituye un claro ejemplo de isomorfismo experto, convergencia basada en el poder de profesionales para remodelar las organizaciones e instituciones dentro de las cuales están inmersos. Pero, ¿cuál es la fuente de estos poderes profesionales? Yo sostengo que el éxito de una profesión se basa fundamentalmente en el apoyo de una clientela; en otras palabras, un grupo con los recursos para apoyar la práctica del conocimiento experto. Las profesiones no necesitan generar una amplia confianza en su experiencia, basta encontrar un grupo que quiera pagar por ella. Esta perspectiva ayuda a explicar la extraordinaria proliferación de oportunidades para los economistas formados en los Estados Unidos en los Ministerios de Finanzas, Bancos Centrales e incluso en Presidencias de los Países en Vías de Desarrollo. Después de todo, esta tendencia a ocurrido en sociedades en donde una proporción importante de la población es analfabeta, 13% en México. Si se quisiera llevar a cabo un estudio de la profesión de la Economía en México, es poco probable que una mayoría de mexicanos tuviera mucha noción de lo que hacen los economistas, y muy pocos serian capaces de evaluar las políticas económicas de los 29 tecnócratas, aunque muchos podrían ser críticos del gobierno. El poder de la tecnocracia mexicana seguramente no proviene de la confianza popular en la experiencia de los economistas entrenados en el extranjero. En cambio, el éxito de los economistas en el gobierno mexicano debe remitirse fundamentalmente en su legitimación por parte de clientelas que proporcionan recursos. Los capítulos VI y VII muestran que desde 1970, pero sobre todo desde el inicio de la crisis de la deuda de 1982, el ascenso de los tecnócratas neoliberales en México ha sido fomentado por la legitimación de clientelas internacionales y extranjeras más que nacionales e internas. Los inversionistas extranjeros, las instituciones multilaterales y los funcionarios del Gobierno Estadounidense son los cancerberos que controlan el acceso de los recursos vitales sin los cuales el gobierno mexicano enfrentaría graves dificultades macroeconómicas. Para negociar con estos poderosos actores y organizaciones externas, el gobierno mexicano ha impulsado hasta la cima de la jerarquía de los hacedores de políticas a un grupo de individuos que inspiran fe y confianza internacional, ambas gracias a sus credenciales formales y gracias a sus vínculos sociales internacionales (para un argumento más general, véase Marcoff y Montesinos, 1993.). Esto significa que aunque el isomorfismo experto – es decir los economistas en el gobierno que impulsan reformas neoliberales—ha sido un factor clave en la transición neoliberal de México, el isomorfismo coercitivo ha estado atrás de ese isomorfismo experto. En otras palabras, el surgimiento de tecnócratas formados en los Estados Unidos es un fenómeno que puede atribuirse en gran medida a la dependencia de recursos. El papel penetrante y multifacético de las presiones externas en la transición neoliberal de México se puede generalizar casi seguramente en otros países en vías de desarrollo, pero no a los desarrollados. En el capítulo VIII se analizan las implicaciones de este papel para los procesos de “aprendizaje social” en el mundo en vías de desarrollo. La lógica institucional local 30 Para muchos inversionistas extranjeros el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) parecía un sueño hecho realidad: era favorable al capital internacional, aparentemente “democratizante” – aunque al mismo tiempo mantenía el orden—y estaba rodeado por un equipos de tecnócratas que hablaban inglés y con quienes los inversionistas extranjeros podían relacionarse. Al mismo tiempo, los economistas internacionalmente renombrados que visitaban a México se impresionaban no solo con los tecnócratas del gobierno sino también con los economistas Mexicanos, con tantos Doctores que hablaban fluidamente el inglés y que eran egresados de Universidades Estadounidenses. Este libro muestra que los gemelos de la internacionalización de la ciencia económica Mexicana y la internacionalización de la tecnocracia mexicana están directamente relacionados. Por tales razones durante los años 80 y 90 hubo una gran proliferación de oportunidades para que los economistas formados en el extranjero trabajaran dentro del gobierno mexicano, ya que los tecnócratas de alto nivel preferían trabajar con subordinados iguales a ellos, a menudo ex alumnos suyos. Esta tendencia de alto perfil aumentó la matricula de los programas de economía internacionalizados, como el del ITAM y el del Colegio de México; el éxito de estos programas, a su vez, provocó que otras escuelas los emularan. Al mismo tiempo, el gobierno tecnócrata de México estaba ansioso de proporcionar amplio soporte financiero a lo más importante de la élite, el sector americanizado de la ciencia económica mexicana. Como resultado de las tendencias antes mencionadas, los economistas mexicanos con grados académicos de Harvard, el MIT o la Universidad de Chicago tuvieron más oportunidad de encontrar trabajo como economistas académicos. Esto significo que un sector selecto de la profesión económica en México llegara a parecerse mucho a su contraparte de los Estados Unidos. No solo estos economistas tenían grados académicos en universidades estadounidenses, sino que también trabajaban en instituciones académicas, en contraste con las generaciones 31 anteriores de economistas mexicanos que tenían que trabajar como funcionarios públicos de tiempo completo. Una de las lecciones fundamentales de este libro, sin embargo, es que las apariencias pueden ser engañosas. La literatura reciente sugiere que debemos ser escépticos ante la idea de que la convergencia neoliberal creará un todo homogéneo, “un solo mundo” basado en un solo conjunto de modelos institucionales. Aun cuando los mercados y el capitalismo están en el orden del día, siguen existiendo varios “capitalismos” basados en ordenes institucionales muy diferentes (CF. Evans, 1995; Hollingsworth t Boyer, eds., 1997; Hamilton y Biggart ,1998; Soskice, 1999; Hollingsworth, Schmitter y Streeck, eds., 1994). De manera similar aunque los sistemas nacionales de experiencia económica han llegado a parecerse unos a otros en muchos aspectos, debemos esperar que subsistan importantes variaciones nacionales. Por consiguiente, aunque los visitantes estadounidenses puedan estar aun impresionados por la aparente familiaridad de los departamentos más elitistas de economía de México, la “lógica institucional” (Cf. Biggart y Guillen, 1999) que apuntala la economía mexicana sigue siendo radicalmente distinta de su contraparte disciplinaria de los Estados Unidos. Más importante aun, la ciencia económica mexicana todavía está guiada fundamentalmente por la lógica y los recursos del estado mexicano, una base muy diferente de la ciencia económica estadounidense que es, fundamentalmente, una profesión académica. CONCLUSIONES Los sistemas nacionales de experiencia científica social reflejan condiciones materiales e institucionales locales. Y como las economías nacionales se han vuelto más globales, ha habido una globalización correspondiente de la experiencia económica, junto con la adopción transnacional del paradigma neoliberal. No obstante, el contexto nacional sigue contando. El siguiente capítulo muestra como el 32 contexto latinoamericano y el mexicano en particular, moldearon la profesión económica mexicana durante las primeras décadas del siglo XX. Pág. 31 Equipo # 3 Expone el viernes 9 de octubre 2009 Pág. 32 II. Los orígenes de la economía mexicana En 1929 dio inicio el primer programa de economía en México, en la UNAM. Desde el principio este guardaba poco parecido con los departamentos de economía en Estados Unidos. Sus fundadores eran en su mayoría funcionarios públicos y no académicos, y sus credenciales académicas en el campo de la ciencia económica eran en su mayoría escasas o inexistentes. Sus salarios era prohibitivamente bajos y la enseñanza de la ciencia económica estaba en manos de burócratas del gobierno de tiempo completo, que impartían sus clases en las mañanas o en las noches. Los estudiantes no esperaban hacer carrera en los negocios, ni ingresar en programas de postgrado en economía que no existían en México, sino incorporarse de manera abrumadora a puestos en el gobierno. Este capitulo examina los orígenes de la ciencia económica mexicana en una perspectiva comparada entre naciones. A diferencia de la practicada en los Estados Unidos, que evoluciono en el contexto de un Estado descentralizado y una red de universidades privadas, la mexicana estuvo indeleblemente marcada por el activismo y poder del Estado postrevolucionario. Como resultado, la ciencia económica mexicana guardaba poca semejanza con la profesión privada y esencialmente universitaria de los Estados unidos. Más bien, se trataba de una profesión estatista dentro del molde continental, aunque con un estilo particularmente mexicano. 33 Las perspectivas compradas del conocimiento experto Durante la gran depresión, un economista británico llamado W.H. Hutt publico un libro en el que se lamentaba de la falta de prestigio público de los economistas. Escribió: A menudo se ha señalado que, en la universidad, el economista esta en una posición distinta de la que ocupan la mayoría de sus colegas científicos de otras ramas de estudio. Por lo general se cree que estos últimos son expertos en sus temas. El hombre de la calle por lo general no querrá cuestionar la enseñanza del matemático, el químico o el biólogo. Donde el lego no comprende algo, por lo general acepta lo que le dice el científico como verdad indiscutible. Pero mientras que hay unas cuantas personas inteligentes entre el publico que se atreverían a discutir como un profesor de matemáticas sobre su especialidad, hay apenas unos cuantos que no estarían dispuestos a cuestionar la validez de las enseñanzas de un economista (Hutt, 1936, p.36). Al igual que los integrantes de todas las profesiones, los economistas han tenido que resolver sus propios dilemas de legitimación profesional delimitando lo que Abbot (1988) llama su jurisdicción profesional. Los economistas de todas las naciones han tenido que enfrentar el problema recurrente del escepticismo del público con respecto a su experiencia frente a las crisis y bajas económicas. Sin embargo, la legitimación no la hace principalmente en la terminología de Hutt “el hombre de la calle”. Aun cuando los profesionales desearían un mayor reconocimiento y aprobación del público, su estatus como profesionales no depende necesariamente de manera directa de tal reconocimiento. Mas bien, como persona que invierte años de su vida en una educación costosa al menos en términos de costo de oportunidad y que, en consecuencia, recibe un pago por practicar esa experiencia, el principal dilema de cualquier profesión es encontrar un grupo o entidad con recursos que la sostenga. La distinción utilizada en lenguaje ordinario entre “aficionado “y 34 “profesional “capta esta noción extremadamente bien: mientras que un profesional se gana la vida ofreciendo sus servicios, un simple aficionado no lo puede hacer. El hecho aparentemente obvio de que los profesionales necesitan encontrar a alguien que les pague ha sido en general pasado por alto en la literatura de las profesiones, que por tradición se ha centrado en la distinción entre “ profesional “ y “ trabajador” en lugar de entre “profesional” y aficionado” (cf.Caplow.1954 Wilensky,1964). La pregunta que se plantea al subrayar la distinción profesional/ trabajador es ¿como un grupo de experiencia que se ha autonombrado así, se puede lograr el tipo de autonomía y prestigio que se otorga a, digamos, los médicos, pero no a los mecánicos de automóviles? En contraste, la dicotomía profesional / aficionado plantea los médicos pagar su educación médica y mantenerse a si mismo y a sus familias, sin tener que aceptar segundos empleos como mecánicos de automóviles, por ejemplo: Mientras que la primera parte de la pregunta tiene que ver con el estatus, la segunda tiene que ver con la subsistencia. Una vez que empezamos a estudiar las profesiones en los países en vías de desarrollo, resulta evidente que la pregunta acerca de la subsistencia es anterior a la pregunta del estatus en las profesiones. En países donde los recursos son escasos, la autonomía más inmediata de ganarse del desempleo y el subempleo entre los médicos, que a menudo deben buscar un segundo empleo para poder vivir de sus ingresos. Este dilema no refleja la falta de fe de los mexicanos en la experiencia de los médicos. Mas bien, es un reflejo de que la mayoría de los mexicanos no pueden pagar por un seguro medico privado que les de acceso a médicos mejor pagados y consultas privadas. La noción de que las profesiones necesitan recursos da una nueva perspectiva a las observaciones de Abbot (1988), Larsson (1977) y otros, que han utilizado el concepto weberiano de legitimación para ilustrar el proceso mediante el cual algunas profesiones tienen éxito y otras fracasan en ciertos momentos y lugares. Utilizado por lo general dentro del contexto de la política mas que en el de las ocupaciones, la” legitimidad” implica “justificaciones” internas “o confianza de parte de una masa critica de individuos la legitimidad política se funda en una confianza 35 general en la rectitud del orden político, parece natural suponer que la legitimidad profesional debería basarse en una confianza general de la experiencia. Sin embargo este concepto de la legitimidad requiere una reformulación importante en el contexto de las profesiones. Es cierto que la confianza general en la experiencia puede, en muchas circunstancias, ayudar a que las profesiones florezcan en particular en sociedades con grandes clases medias capaces de pagar servicios profesionales. Pero la creencia general en la experiencia no es ni necesaria, ni suficiente para el éxito de una profesión exitosa en México, la mayoría de los mexicanos no necesita confiar en la experiencia de los economistas o saber incluso que son los economistas más bien, basta con que algunas organizaciones de México quieran pagarles por sus servicios. A la inversa, a veces las profesiones pueden estar apoyadas materialmente por actores u organizaciones que no confían en su experiencia. Por ejemplo Halliday y Carruthers (1996) analizan como la aprobación de la legislación de un nuevo tipo de abogado facultando para examinar determinados procedimientos y aunque las corporaciones inglesas no hayan querido contratar a estos abogados, el gobierno no las obligó a ello. Esto sugiere que en el contexto de las profesiones el contenido cognitivo de la noción de legitimidad debe acotarse. Resulta mejor pensar la legitimación profesional en términos de la transferencia de recursos. Es decir, que un individuo o grupo legitime una profesión ayudando a mantenerla materialmente. Aquí el termino “clientela” se usa tomándolo prestado de la literatura de movilización de recursos como referencia a un grupo que proporciona recursos materiales que ayudan a sostener una profesión (McCarthy y Zald, 1977, p.1221). Las clientelas profesionales proporcionan recursos, ya sea financiando la capacitación profesional, cuando grupos estatales o privados fundan universidades o pagando servicios profesionales. Ejemplos del cliente son las instituciones (como las corporaciones), organizaciones privadas no lucrativas (como las universidades) o personas físicas. La identificación de las clientelas profesionales es especialmente útil para explicar patrones de profesionalización entre naciones, por que proporcionan un 36 puente causal entre el conocimiento experto y la estructura social. Tipos diferentes de sociedades proporcionan contextos económicos, políticos y culturales distintos, dando origen a clientelas profesionales también distintas. Estas clientelas, a su vez, ayudan a crear patrones de profesionalización entre naciones, identificando sistemas profesionales centrados en el Estado o en lo privado. Mientras que las profesiones angloamericanas han tenido a desarrollarse independientemente del Estado lo que utilizan para asegurarse monopolios legales sobre tipos especiales de trabajo, los Estados de la Europa continental han adoptado por lo general el papel mas directo en la profesionalización de programas, y desplegando un papel destacado en la contratación de sus graduados ( Burreg y Torstendahl, 1990; Abbott, 1988; Cocks y Jaraush, 1996;Heidenheimer, 1989; Torstendahl y Burrage, 1990; Krause, 1996. desde la Revolución Mexicana, en México las profesiones han tendido a parecerse mas al modelo europeo continental que la angloamericano. Las raíces revolucionarias de la economía mexicana En 1910, al inicio de la Revolución Mexicana, las profesiones en el país estaban tan desarrolladas como su economía. Bajo la dictadura del Porfirio Díaz (18761910) México era una sociedad sumamente estratificada, gobernada por una elite y poblada sobre todo por una clase campesina empobrecida, atada a veces por un contrato. De las tres profesiones, sin contar la militar, que sobrevivieron a la época colonial, el clero, los abogados y los médicos probablemente solo el clero tuvo una proporción significativa de clientes no elitistas (Cleaves, 1987, p.7). La mayoría de los mexicanos carecía de los recursos para utilizar servicios de profesionales, y por mucho que necesitaran médicos, agrónomos e ingenieros, no había una clientela real para estos profesionales. La Revolución Mexicana -- y el poderoso y centralizado Estado que creó--- hizo posible que las antiguas profesiones se expandieran y que se establecieran otras. Cleaves (1987) observa que en México, como en Europa Continental, la demora del desarrollo capitalista significo que los profesionales 37 fueran menos poderosos en relación con el Estado y por lo general más dependientes de éste en cuanto a empleo (pp.23). La consolidación del Estado posrevolucionario mexicano, después de 1917, fue un estimulo importante tanto para la institucionalización de las profesiones como para la formación de la clase media. De la dictadura del Porfirio Díaz a la dinastía sonorense Durante la dictadura de Díaz lo más parecido a un grupo de economistas profesionales fue una famosa camarilla de ricos funcionarios gubernamentales conocida como los “científicos”, cuyo integrante más prominente fue José I. Limantour, Secretario de Hacienda desde 1893 hasta 1911. Los científicos fueron devotos de los filósofos Coite y Spencer y partidarios que formaron en 1892 adopto el lema positivista “orden” y progreso “.Los científicos no fueron verdaderos economistas, sino abogados acompañados de uno que otro ingeniero, que habían aprendido la ciencia económica a través de las lecturas y de la experiencia practica (Nieto, 1986, pp.3940; Camp, 1991). Al igual que los tecnócratas neoliberales que llegaron al poder casi un siglo después, los científicos eran partidarios del libre comercio y la apertura a la inversión extranjera. Bajo la asesora de los científicos, la dictadura de Porfirio Díaz promociono una forma de progresos que Knight (1986), compara con la “modernización conservadora” observada por Barrington Moore, con la que impulso un rápido desarrollo económico y la centralización política sin reforma social. Se expandió la agricultura comercial y miles de campesinos perdieron sus tierras en beneficio de las grandes haciendas (Haber, 1989). El gobierno mantuvo jerarquías sociales y las compañías extranjeras. El resultado económico fue una estructura productiva dependiente de la exportación de materias primas agricultura, minerales y mas tarde petróleo con industrias monopólicas y oligopólicas ineficientes y una economía que era extremadamente vulnerable a las fluctuaciones de los mercados internacionales. La economía porfirista fue dependiente en particular de los Estados 38 Unidos, con quien realizaba 74% de sus exportaciones y 58% de sus importaciones (Ayala Espino, pp.68-71). La consecuencia histórica más importante del programa de modernización porfirista fue sin duda la Revolución Mexicana (1910-1917). Que llevo al poder a un régimen con una nueva agenda social, política y económica. La inversión industrial privada durante el régimen de Díaz se había realizado principalmente en ferrocarriles y en industrias extractivas sobre todo de compañías extranjeras que hacia 1910 constituían entre 67 y 73% del capital total registrado (Haber, 1989). La clase empresarial porfirista interna era débil, poco capitalizada, protegida de la competencia exterior y por completo dependiente de un mercado interno sumamente limitado, por que la clase “”dependía casi totalmente cuyo ingresos no le permitían consumir mas que mercancía baratas de bajo costo”. (Haber, 1989, p. 29) Los revolucionarios mexicanos enfrentaron una economía que no podía bastarse a si misma ni crecer o prosperar por si sola. En 1917 llego al poder un grupo de generales revolucionarios conocidos popularmente como la “dinastía sonorense” los sonorenses reconocieron que no se podía confiar en las fuerzas del mercado para garantizar una economía funcional, mas de lo que se podía confiar en las libertades políticas para el orden. A fin de sobrevivir el Estado mexicano tenia que asumir un papel activo tanto en la promoción del desarrollo económico como en el fomento de la estabilidad política ya fuera a través de la captación o la represión. Como resultado, los sonorenses promovieron una forma peculiar de capitalismo con tintes populistas y nacionalistas e implicaciones intervencionistas. La Constitución de 1917 prometía un papel mas activo del Estado en la economía que el que había imaginado Francisco I Madero. El articulo 27 le otorgaba al Gobierno la propiedad fundamental de la tierra y de los derechos minerales y junto el articulo 73” expresaron claramente la posibilidad de la intervención del Estado en casi cualquier área de la economía “( Ayala espino 1988) el Articulo 123 una arrolladora muestra de la legislación laboral que cubría asuntos como el día laboral de 8 horas y la 39 legislación del trabajo infantil le otorgaba al Gobierno el poder de regular las relaciones entre el capital y la fuerza laboral. En palabras de Knight (1986) “el genio del liderazgo revolucionario fue su capacidad para aprovechar la energía y las quejas del movimiento popular para fines anticlericales, la construcción del estado mexicano y el desarrollo capitalista”, (p.527) Gradualmente el Estado mexicano que estaba surgiendo creo las bases institucionales para la intervención estatal en la economía. En 1917 se estableció la Secretaria de Industria, Comercio y Trabajo. De 1924 a 1927 se incrementaron el poder y alcance de la política fiscal con el establecimiento de un impuesto al ingreso, la ampliación de la base impositiva y la creación de la Secretaria de la Hacienda, con jurisdicción sobre las decisiones presupuestarias. En 1925 se estableció un banco central (Banco de México) junto con el Banco de Crédito Agrícola; en el mismo año se formo la Comisión Nacional de Carreteras y pronto comenzó la construcción de muchas de estas. Además como en otros países, la depresión de 1929, tuvo en México el efecto de estimular la participación creciente del Estado en la promoción del crecimiento y la estabilidad económicos. La fundación de la economía mexicana De todas las profesiones mexicanas, la economía es la que mas le debe a la Revolución. A diferencia de derecho, medicina, ingeniería, arquitectura y agronomía que habían sido establecidas como programas universitarios antes de 1917, la ciencia económica mexicana fue “inventada” esencialmente por un grupo de fundadores del Estado posrevolucionario. Desde el principio la economía mexicana fue una profesión estatista de modelo europeo continental, capaz de crecer y prosperar a causa de la participación creciente del Estado en la economía. El primer programa de estudios se formó dentro de la Escuela de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1929, que más tarde se desarrollo para crear la Escuela de Economía en 1935. Los orígenes del programa se 40 remontan a una reunión de intelectuales y fundadores e instituciones de Estado a principios de 1929. Estos individuos pertenecían a una nueva generación que alcanzo la madurez política durante el maximato, que se desilusionaron por las políticas de Plutarco Elías Calles y creían en una intervención más vigorosa del Estado de la que Calles había querido emprender (Knight, 1991, p.248). Demasiado jóvenes, para haber luchado en la Revolución, muchos de estos individuos la apoyaron como estudiantes y se convirtieron en cardenistas, marxistas o simpatizantes del marxismo. Aunque ideológicamente heterogéneos, la característica más importante que compartían los fundadores del programa de economía de la UNAM era el compromiso para crear instituciones estatales y nacionales al servicio del desarrollo económico. La fundación de un programa de economía concibió como parte de este proyecto. Los fundadores de la carrera de economía en la UNAM compartían el proyecto común de crear un cuadro de burócratas estatales que pudieran encargarse de la creación de políticas económicas. Desde el gobierno de Porfirio Díaz y sus científicos, la política económica mexicana había sido confiada a abogados. En México, la abogacía no era la profesión especializada que es hoy en día en Estados Unidos, si no una educación humanística que incluía el estudio de la Historia, la Filosofía y otras disciplinas. Al igual que la educación en artes liberales en Estados Unidos, una educación en Derecho en México, suponía trabajar en diversas áreas, y la elaboración políticas económicas era una de ellas. En palabras de Antonio Castro Leal, rector de la UNAM en 1992, los abogados han estado haciendo políticas económicas “como diletantes” (Pallares Ramírez, 1952 p. 50). Una de las razones de que la necesidad de economistas pareciera tan apremiante fue, sin duda, que las normas internacionales para hacer políticas económicas habían aumentado de calidad desde los años del porfiriato. Durante las primeras décadas del siglo XX la elaboración de políticas económicas en naciones capitalistas se había vuelto más homogénea, con convenciones internacionales acerca de un conjunto de normas y métodos. Por ejemplo, en 1920, la Liga de las Naciones patrocino una Conferencia Internacional de Finanzas en Bruselas, en la que se 41 reunieron directores de bancos centrales y ministros de finanzas de todo el mundo para exponer lo que ellos consideraban las verdades universales de las políticas gubernamentales monetarias, financieras, comerciales y fiscales; y sus recomendaciones fueron aprobadas unánimemente por los asistentes (Liga de Naciones, 1930, p.7). Las normas reconocidas internacionalmente de las técnicas para la elaboración de políticas económicas –tales como el cálculo de balanzas de pagos y cuentas nacionales-- proporcionaron pauta de lo que cualquier economista del gobierno deberían saber, independientemente de su origen nacional. La idea original para crear un programa de economía se le atribuye por lo general a Narciso Bassols, que fue director de la Escuela de Derecho de la UNAM en 1928 a 1929. Bassols mexicanos contemporáneos fue parte de una generación de intelectuales que asistió a la escuela de derecho y participo en el movimiento Pro revolucionario organizado por estudiantes en mitad de la adolescencia; fue descrito por uno de su contemporáneos como “un como un revolucionario en desacuerdo con la organización social de sus tiempos, con inclinaciones socialistas claramente definidas” (Mabry, 1982, p. 43; Silva Herzog, 1970, p. 149). Partidario de la ( educación socialista” y ferviente cardenista, Bassols sirvió primero como Secretario del Interior y después como Secretario de Hacienda en el gobierno de Lázaro Cárdenas. Sin embargo, la paternidad de Bassols como fundador original de economía en la UNAM ha sido refutada por Daniel Cosió Villegas quien afirma en su autobiografía que Bassols estaba más interesado en renovar la enseñanza del Derecho que en iniciar un nuevo programa de estudios. De acuerdo con esta versión, Cosío Villegas tuvo la idea original y más tarde consiguió vencer la renuencia de Bassols para poner en marcha el proyecto (Cosío Villegas 1977, p. 140). Cosío Villegas fue el más académico que los padres fundadores de la economía mexicana y quizás el más influido por ideas extranjeras. Había estudiado economía en Estados unidos – en Harvard, Cornell y la Universidad de Wisconsin--, en la London Scholl Of. economics y en la Ecole libre de Sciences Politiques en Francia con fondos de la 42 Rockefeller Fundation, complementados con el ingreso de lo que escribía como corresponsal extranjero lo inspiro para crear un programa de economía en México (Krauze, 1980 p. 54). Compañero de clases y posteriormente camarada pro revolucionario de Bassols, probablemente Cosío Villegas puede describirse mejor como un intelectual revolucionario que no apoyaba ningún dogma en particular y que creía según su biógrafo que “el Estado tenía la gran oportunidad de funcionar como catalizador, como fuelle, como promotor real, pero no como medio y fin” (Krauze 1980, p. 64). Cosío Villegas apoyo las políticas de reforma de la tierra de Cárdenas y fue amigo de muchos intelectuales de izquierda, pero el mismo no fue precisamente izquierdista (Krauze, 1980, p. 88). Cosío Villegas fue el primer director del programa de economía de la UNAM dentro de la Escuela de Derecho y más tarde desempeñaría un papel importante en la conformación del Departamento de Investigación Económica en el banco central. Otros dos fundadores, que habían sido influenciados por los programas de economía del extranjero, fueron Antonio Espinosa de los Monteros y Eduardo Villaseñor. Espinosa habían obtenido el grado de bachiller en ciencias en Estados Unidos y más tarde tomaría cursos de postgrado junto con Cosío Villegas en Harvard. A diferencia de Cosío Villegas, obtuvo un grado de maestría y más tarde se convirtió en director de Nacional Financiera durante el gobierno de Cárdenas. Villaseñor, por su parte, nunca había obtenido un titulo formal de licenciatura, pero mientras trabajaba como agregado comercial de México en Londres a fines de los años veinte, tomo clases en la escuela nocturna de la London School of Economics, donde quedo particularmente impresionado por las nuevas teorías monetarias de John Maynard Keynes (Villaseñor, 1974, p. 58). Villaseñor fue director del Banco de Crédito Agrícola, se convirtió en Subsecretario de Hacienda en el gobierno de Cárdenas y en director del banco central de 1940 a 1946. De manera nada ortodoxa, Villaseñor dirigió el Banco de México como institución importante para promover el desarrollo económico. Bajo su administración, el banco central fundo un Departamento de Estudios Industriales para la promoción del desarrollo económico a través de 43 estudios de diferentes industrias, y creo becas para que los mexicanos hicieran estudios técnicos en el extranjero. En 1945, Villaseñor también fue responsable de un importante proyecto en el que el banco contrato a la Aemour Research Fundation de Chicago para realizar una extensa serie de estudios sobre el potencial de México para el desarrollo industrial (Problemas agrícolas…, p. 5). Enrique González Aparicio fue responsable principalmente en la transformación, en 1935, del programa de economía de la UNAM en una Escuela hecha y derecha de economía y se convirtió en el primer director de la escuela. González Aparicio era un abogado que, en 1934 también estudio un año en la London School of Economics y posteriormente viajo ala Unión Soviética a hacer “observaciones educativas” (Silva Herzog, 1970, p. 263; Pallares Ramírez, 1952, p. 96). Intelectual con inclinaciones marxistas (entrevista con Sánchez Navarro, 29 de septiembre de 1995), fue un entusiasta partidario de la expropiación de la industria realizada por Cárdenas (Sousa y González Aparicio, 1938, p. 49). Su historia laboral incluye varios puestos en la elaboración de políticas económicas, incluidas la Secretaria de Finanzas, la Secretaria de Agricultura, el Banco de Crédito Ejidal, así como el director del Banco Obrero (Pallares Ramírez, 1952, p. 96). Entre los más conservadores de los fundadores de la carrera de Economía en la UNAM estaba Manuel Gómez Morín, integrante de los siete sabios. Abogado de profesión, Gómez Morín también había estudiado ciencia económica en la Universidad de Columbia mientras pasaba dos años en nueva York (1921-1922, resolviendo disputas entre México, bancos extranjeros y compañías petroleras (Maxfield, 1940, p. 40). Fue respetado como experto en política económica a muy temprana edad y fue autor de la legislación original para la formación del banco central en 1925 y del Banco de Crédito Agrícola en 1926. Aunque estaba en contra de la imposición del marxismo en la universidad y se oponía a las reformas cardenistas, fue un devoto partidario de la Revolución Mexicana desde sus días de estudiante de leyes. Su desilusión con el cardenismo lo llevo más tarde a fundar el derechista Partido Acción Nacional (PAN) en 1939. Ideológicamente, Gómez Morín fue en perspectiva bastante similar a Miguel 44 Palacios Macedo, otro abogado que participo en la fundación de los primeros profesores de la carrera (Cosío Villegas, 1977, p. 40). El más importante de los fundadores de la carrera de Economía en la UNAM fue Jesús Silva Herzog no solo dio forma al programa inicial, sino también guío su trayectoria durante sus primeros veinte años de existencia. Había sido un periodista pro revolucionario en su juventud y era un marxista a su propio estilo, pero se desilusionó de la Unión Soviética cuando estuvo allá como embajador mexicano a finales de los años veinte (Silva Herzog, 1970, p. 128). Insaciable creador de instituciones, Silva Herzog fue puesto a cargo de organizar la Biblioteca de Economía de México. Más tarde fundo el Departamento de Estudios Económicos en Ferrocarriles Nacionales de México en 1931, y el Instituto Mexicano de Estudios Económicos en el mismo año – que solo duro quince meses—y fue Subsecretario de Hacienda de 1942 a 1945. Aunque Silva Herzog no tenía un grado de universitario formal, fungió como director de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM de 1942 y fue posteriormente llamado tres veces para que fuera director interino. Silva Herzog era un orador carismático y sumamente popular entre sus estudiantes; era conocido sobre todo por sus clases de Historia del Pensamiento Económico. La visión centrada en el Gobierno de los fundadores de la Escuela Nacional de Economía resulta evidente en su propaganda sin ambigüedades como un plan para capacitar a funcionarios del sector público. El anuncio del nuevo programa aparecido en una revista financiera dice “[Los] licenciados en economía pueden asumir cargos administrativos de mucha importancia en el gobierno federal y en los gobiernos locales, porque sus conocimientos los califican sobre todo para ese fin” ( la carrera de economista”, 1929, p. 6). La idea de que los economistas también podían desempeñar un papel útil en el sector privado se mencionaba pero quitándole importancia. Un profesor de Economía bien conocido de la UNAM en esos primeros años subrayo después que “es obvio que en los primeros tramos del progreso de un país, son estado y las empresas descentralizadas quienes hacer una mayor demanda de servicios profesionales de economistas. Es en los tramos posteriores, después de algún progreso 45 económico nacional importante, cuando crece mucho la demanda de servicios profesionales hechos por empresas privadas” (Loyo [Gilberto], 1949, p. 399). Puesto que el sector privado era débil y subdesarrollado y el Estado era responsable de impulsar el desarrollo económico, es lógico que los economistas trabajaran en el gobierno y no en el sector privado. Para ayudar a los graduados en Economía a encontrar trabajo y a fin de hacer más atractivo el programa a los estudiantes preocupados por las posibilidades futuras de hacer carrera, Cosío Villegas y Espinosa de los Monteros, se acercaron al presidente Emilio Portes Gil (1928- 1930) con la idea de establecer un monopolio legal para los economistas en ciertas áreas de la administración pública. Como resultado, el artículo 63 de la Ley Orgánica del Departamento de Presupuesto de la Federación reservaba puestos administrativos de mediano nivel --- tales como subdirector de Aduanas y Director de la Oficina de Patentes--- para Licenciados en Economía. Puesto que en esa época solo había un puñado de individuos con ese grado --- necesariamente adquirido en el extranjero---, la ley establecía que si no se podía encontrar economistas que ocuparan esos puestos, deberían ocuparlos “ aquellas personas a quienes el Ejecutivo considere suficientemente capaces” (Pallares Ramírez, 1952, pp. 46-47). La lucha por una jurisdicción profesional Según las observaciones de Abbot respecto a las luchas territoriales dentro de los “sistemas” profesionales, la aparición de una nueva profesión provoco preocupación entre los miembros de otras profesiones con posiciones establecidas en la burocracia gubernamental mexicana. La oposición a la nueva profesión se expreso en 1931, cuando abogados y contadores objetaron que contenía demasiados cursos de Derecho y de Contabilidad; el profesor José León de la Escuela de Contabilidad exigía que se redujera el número de clases de esta disciplina (Pallares Ramírez, 1952, p. 74; Consejo Universitario, 1931ª). También se objetaba que el de 46 Economía era un programa inútil que preparaba estudiantes para “una carrera burocrática empírica cuyas funciones eran fáciles de realizar” y que no era necesaria “la dedicación al estudio de cinco o seis años para obtener un título y con esa garantía ejecutar trabajos de tan fácil naturaleza” (Pallares Ramírez, 1952, p.74). Un argumento un poco contradictorio era que los economistas no estaban preparados para hacer nada útil y que los graduados del programa serian incapaces de encontrar empleo; por ello sugirió que el Programa de Economía se fusionara con los de otra “profesión más lucrativa”, como Administración de Empresas (Consejo Universitario, 1931b). A fin de calmar esos miedos a la competencia, un grupo de estudiantes se reunió con el profesor José León para explicar las diferencias entre las funciones del economista y la de los contadores: se suponía que el economista crea l la riqueza nacional, mientras que el contador “arregla, clasifica y expone los resultados de elementos existentes” (Pallares Ramírez, 1952, p 75). La elocuente defensa de la carrera del profesor Silva Herzog en el Consejo Universitario da testimonio de los orígenes del Sector Público y de los objetivos de la profesión: Desde hace algunos años he tenido a mi cargo oficinas destinadas a llevar a cabo estudios de carácter económico. Primero participe en la organización de los Bancos Agrícolas Ejidales y muy a menudo tropezábamos con la dificultad de no encontrar personas preparadas en economía que fueran a ayudarnos al desempeño de las labores que teníamos encomendadas. Más tarde estuve encargado de la Dirección de Estadística Económica. Mis dificultades fueron grandes porque no encontraba quien pudiese colaborar conmigo eficazmente; los empleados eran burócratas rutinarios y de preparación deficiente; necesitaba no abogados, ni contadores sino economistas capaces de interpretar los fenómenos sociales sintetizados en los cuadros estadísticos. Un año después se me encomendó la organización de la Biblioteca y Archivos Económicos de la Secretaria de Hacienda y Crédito Publico; idéntico problema…. El problema subsiste, necesito economistas y no los encuentro (citado en Pallares Ramírez, 1952, p. 77). 47 A pesar de las objeciones de abogados y contadores, el programa de economía dio origen ala Escuela de Economía, con pleno derecho en 1935, y se sello el destino de los economistas del Sector Público mexicano. Los profesores taxi y los estudiantes de tiempo parcial Como han observado muchos mexicanistas, la movilidad social en el México postrevolucionario solía pasar a través de canales políticos en vez económicos. En palabras de Silva Herzog, la “política es la profesión mas sencilla y más provechosa en México” (citado en Hansen, 1971, p. 125). El reclutamiento de nuevas elites políticas a través de la Universidad fue de gran importancia para satisfacer las aspiraciones individuales de mejoramiento social. Durante las décadas que siguieron a la Revolución Mexicana, la Universidad Nacional, publica y libre, ofrecía grandes oportunidades para la movilidad social, ya que una nueva generación de mexicanos establecía vínculos sociales que le conducirían al éxito político en el futuro. Camp (1980) hace notar que la Universidad Nacional funciono históricamente como un espacio para crear vínculos sociales entre estudiantes que más tarde formaría camarillas --- redes de amistades políticas--- y como punto de contacto entre los viejos grupos de servidores públicos y la nueva generación de estudiantes que aspiraban a trabajar en el gobierno. Por ejemplo, el “profesor taxi” que trabaja tiempo completo en el Sector Público y da una clase en la mañana o noche--- identifica a estudiantes prometedores, se hace amigo de ellos y les consigue trabajos en la administración pública. La demanda contenida de economistas, citada por Silva Herzog, fue en apariencia tan grande que muchos estudiantes de economía fueron contratados mientras todavía seguían estudiando. Como un complemento más formal a los canales personales, mas tarde, en 1951, se fundó el Colegio Nacional de Economistas, la asociación profesional oficial de economistas (Cleaves, 1987, p. 181). La recién fundada Escuela Nacional de Economía prosperaba bajo el sistema del profesor taxi, que rápidamente canalizaba a los estudiantes de economía hacia 48 puestos de Gobierno. Con excepción de unos cuantos individuos que habían recibido educación en economía como resultado de circunstancias extraordinarias. -como Víctor Urquidi y Josué Sáenz-, la mayoría de los primeros profesores de la Escuela de Economía eran o abogados o ingenieros de profesión y empleados de tiempo completo del Sector Público. Los salarios eran demasiados bajos en la UNAM para vivir de ellos y no existían Profesores de Tiempo Completo en Economía. Muchos de los primeros estudiantes también eran empleados del gobierno con títulos en derecho y contabilidad (Camp, 1975, p. 139). La escuela estaba convenientemente localizada en la Calle Cuba 92, en un hermoso edificio de la época porfirista a sólo unas cuantas cuadras del Palacio Nacional y a unos pasos de la mayoría de las secretarías de gobierno: indudablemente algunos de los llamados profesores “peatones”. A principios de los años cuarenta, no había instructores de Tiempo Completo; hasta 1960, sólo hubo dos profesores de tiempo completo para un total de 1 686 estudiantes inscritos (entrevista con Urquidi, 19 de septiembre de 1995; UNAM, 1981). El fenómeno del profesor taxi fue provechoso para la consolidación de la profesión mexicana de economía dentro del Sector Público, y muestra cómo los profesores con títulos en Derecho o Ingeniería jalaban a los economistas jóvenes a sus respectivas Secretarías de Gobierno. Una vez que los economistas entraban a una secretaría dada, los que conseguían ascender en la escala administrativa, podían utilizar su posición para atraer, a su vez, a más estudiantes de la carrera. No obstante, el fenómeno de profesores y estudiantes trabajando como burócratas provocaba cierta inquietud acerca de la calidad del programa. En 1954, Silva Herzog expresó su preocupación respecto a los salarios sumamente bajos de los profesores, lo que significaba que sólo los servidores públicos de tiempo completo podían dar clases: “y como para ganarse la vida ocupan su tiempo en otra actividad, no siempre pueden preparar sus cursos eficientemente, ni estar al día en la materia que imparten.” En cuanto a los estudiantes, Silva Herzog subrayaba que “las clases en la Escuela de Economía se dan de ocho a nueve de la mañana y de cinco y media de la tarde en adelante. La mayor parte de los jóvenes inscritos trabaja de seis a siete horas 49 diarias y, lógica e inevitablemente, no disponen del tiempo de que han menester para dedicarse de lleno a sus estudios” (Silva Herzog, 1954, pp. 22-23). A pesar de esta preocupación, el propio Silva Herzog fue un primer ejemplo de profesor taxi que les encontró trabajo en la administración pública a estudiantes prometedores. En realidad, fue probablemente el profesor taxi más importante de las primeras tres décadas de economía de la UNAM (Camp, 1975, p. 139; entrevista con Alanís Patiño, 21 de agosto de 1995, y con Urquidi, 19 de septiembre de 1995). En parte con el propósito de preparar a los estudiantes de Economía para que fueran funcionarios de gobierno eficaces, en 1940, Jesús Silva Herzog fundó el Instituto de Investigación Económica (IIE) dentro de la UNAM. En el Departamento de Investigación Económica del Instituto, los estudiantes de Economía de tercero y cuarto años recibían capacitación para la investigación en equipo y la edición de memoranda, entre otras habilidades. En el Departamento de Laboratorio, los estudiantes de segundo y tercero aprendían a utilizar máquinas calculadoras, cómo tener acceso a información sobre las economías nacional e internacional (Pallares Ramírez, 1952, p. 103). El éxito aparente de los economistas mexicanos para asegurarse empleo sugiere la pregunta: ¿remplazaron los primeros economistas formados en la UNAM a finales de los años treinta y principios de los cuarenta a abogados y contadores, tal como éstos temían? La ausencia de datos del conflicto progresivo entre los economistas y otros grupos de profesionales refleja probablemente una abundancia de oportunidades basada en una expansión general de la burocracia estatal mexicana. Las instituciones gubernamentales y las herramientas de la política construidas para hacer que funcionara el capitalismo en México proporcionaron un terreno fértil en el cual la semilla de la profesión económica pudo prosperar sin causar mayor perjuicio a otras profesiones. Pág. 49 50 Pág. 50 Equipo # 4 Expone lunes 12 de Octubre 2009 LA EXPANSIÓN DEL ESTADO Y EL EMPLEO DE ECONOMISTAS Se sabe que durante el periodo que se inició a principios de los treinta y continuó hasta los años cincuenta, en México, el crecimiento económico, la industrialización y la expansión de la elaboración de políticas del Estado fueron considerables. Durante los años treinta, la economía mexicana adquirió algunas de las características básicas que conservaría durante el periodo de la posguerra: industrialización orientada hacia un mercado interno, la importancia decreciente de bienes terminados importados –muchos de los cuales se manufacturaban ahora en México-, y la importancia creciente de materias primas importadas (Cárdenas, 1994,p.61). La manufactura aumentó de 11.3% del PIB en 1932 a 18% en 1958 (Ayala Espino, 1988, pp. 130, 132). Esta cifra aparentemente nada espectacular resulta más interesante si consideramos que durante este periodo hubo un considerable crecimiento económico en todos los sectores –con un promedio real de crecimiento3 del PIB de 4.8% de 1930 a 1958-; refleja, por tanto, un crecimiento real impresionante en el sector manufacturero. 3 La fuente original para todos los índices de inflación mexicanos -y por tanto de crecimiento real- son los informes anuales del banco central de México (Banco de México). Un debate reciente importante entre los economistas ha consignado problemas con medidas de inflación convencionales (cf. Moulton, 1996). Sin embargo, hasta donde sé no existe literatura que consigne problemas potenciales con índices de precios utilizados históricamente en México, lo que me obliga a tomar los datos del Banco de México a valor nominal. Los científicos sociales del otro lado del espectro político citan estos datos históricos, que son presentados en forma sumaria por organizaciones que van desde el FMI hasta la CEPAL. 51 Aun cuando las políticas de este periodo estuvieron llenas de contradicciones y discontinuidades –especialmente en el área de políticas redistributivas- hubo importantes tendencias de continuidad y modelos evolutivos de largo plazo en el área de política económica. Las instituciones y las herramientas de política desarrolladas en los años veinte y treinta se convirtieron en la base de un compromiso creciente del gobierno para la promoción del desarrollo económico. Cárdenas, aunque más interesado en la política que en la economía durante la mayor parte de su gobierno, estimuló la industria y la agricultura mediante el desarrollo de la infraestructura y puso las bases de la promoción industrial mediante una exención selectiva de impuestos (González, 1981, pp. 266-267). Aunque no tan amables como Cárdenas para organizar a los trabajadores y campesinos –y más amables con los inversionistas extranjeros-, los gobiernos de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), Miguel Alemán (1946-1952) y Adolfo Ruiz Cortínes (1952-1958) estuvieron comprometidos con el crecimiento económico y la industrialización, utilizando para este fin la intervención estatal. Como lo dijo el Secretario de Hacienda de Ávila Camacho, “el gobierno se propone trabajar activamente para la industrialización de la República Mexicana hasta que ésta se alcance. El estado no quiere tomar el papel de {empresario}, sino más bien ayudar a las empresas privadas a hacerse cargo de la transformación del país” (citado en Mosk, 1954, p. 61). La intervención del Estado para la promoción del desarrollo económico tuvo los efectos simultáneos de estimular el crecimiento del PIB y de la industrialización, por un lado, y de crear una burocracia real para la elaboración de políticas económicas, por otro. El banco de México Algunos de los avances más importantes en la creación de políticas económicas ocurrieron dentro del banco central mexicano (Banco de México). Fundado en 1925, al principio no pudo influir mucho, ni en la inflación, ni en el 52 crecimiento por diversas razones. Primero, operaba en un sistema de reservas metálicas y sus billetes eran cuestionados por un público que había sufrido mucho por la inflación revolucionaria. Esto limitaba el poder del banco para influir en la política monetaria expansiva a través de moneda impresa. Segundo, inicialmente no era necesario que todos los bancos mexicanos se afiliaran al Banco de México, lo que significaba que éste no podía influir en la economía a través de aumentar o disminuir los requerimientos de reserva. Y tercero, tenía el compromiso de defender el valor del peso en relación con otras monedas, ya que la sabiduría económica convencional de la época dictaba que había que adherirse a los patrones metálicos y mantener el tipo de cambio. Alberto Pani asumió el cargo de Secretario de Hacienda en 1932 y se hizo famoso por desafiar la sabiduría económica ortodoxa que se seguía en México 4 tanto en política monetaria como fiscal. El banco central mexicano, como otros alrededor del mundo en los años treinta, pasó de ser un mero guardián contra la inflación a ser un agente activo en la estimulación del crecimiento económico. A diferencia de su predecesor, Pani permitió que el peso se devaluara, lo que provocó algo de inflación pero también llevó al crecimiento económico, ya que la demanda de productos producidos en México, ahora más baratos que los producidos en el extranjero, creció tanto dentro como fuera del país (Cárdenas, 1994, p. 46). La tarea de Pani se facilitó por el hecho de que en 1932 los mexicanos estaban más dispuestos a aceptar las notas del Banco de México; para entonces, no sólo había confianza en la estabilidad del gobierno y en la bondad de su moneda, sino que la deflación resultó un problema tal que la gente estaba desesperada por aceptar cualquier tipo de moneda. 4 En esta época el secretario de Hacienda podía manejar a discreción tanto la política monetaria como la fiscal. Esta discrecionalidad de jure –si no de facto- se terminó en 1993, cuando el Banco de México se volvió oficialmente autónomo. 53 Mientras que el secretario de Hacienda anterior había mantenido un superávit presupuestal durante los primeros años de la Depresión, Pani incurrió en un pequeño déficit fiscal respaldado con fondos del banco central (Cárdenas, 1994, p. 36). La oferta de dinero se amplió a través de la acuñación de plata y del uso de los billetes del Banco de México para pagarles a los empleados públicos, lo cual tuvo un efecto de bola de nieve cuando estas personas presionaron a otras para que aceptaran sus billetes como dinero (Cárdenas, 1994, p.49). En 1935, la plata se desmonetizó y los billetes se convirtieron en la única moneda legal en circulación. (Cárdenas, 1994, p. 68). Los incrementos en el circulante ocasionados por las políticas de Pani causaron algo de inflación pero también tuvieron efectos positivos en el crecimiento económico. En 1936, todos los bancos fueron obligados a afiliarse al Banco de México dotando a éste con la importante herramienta política de los requerimientos de reserva (Cárdenas, 1994, p. 67). Y ese mismo año, la Secretaría de Hacienda fue habilitada para emitir billetes de la tesorería como un medio para adquirir recursos del banco central. En 1930 el Banco de México empezó a asumir las características de un banco central moderno con el resultado de hacer posible la política monetaria y volver más flexible la política fiscal, ya que por primera vez desde la Revolución la Secretaría de Hacienda era capaz de hacer uso de fondos que no tenían directamente. Otras instituciones en el desarrollo La Secretaría de Hacienda evolucionó desde los años veinte hasta convertirse en una institución moderna y poderosa, cuando la deuda contraída como consecuencia de la Revolución hizo necesaria la adhesión a las normas de los acreedores y funcionarios públicos extranjeros. Como resultado de estas presiones la Secretaría mejoró sus procedimientos contables y presupuestales de acuerdo con las normas internacionales; durante este periodo la Secretaría de Hacienda “aún no 54 tenía información confiable sobre los salarios y el número de empleados de cada oficina gubernamental” (Zebadúa, 1994, p. 283). En 1926 algunos funcionarios se pusieron en contacto con agencias como el U.S.Institute for Government Research (Instituto Estadounidense para la Investigación Gubernamental), la Rockefeller foundation (Fundación Rockefeller) y la General Accounting Office (Contaduría General) del gobierno de Estados Unidos, para pedir sugerencias sobre cómo volverse modernos y eficientes (Zebadúa, 1994, pp. 283-284). Asimismo, durante mediados de los años veinte se otorgó mayor poder a la Secretaría sobre la renta. Aunque este impuesto tendría poca cobertura hasta los años treinta constituyó un hito en la política fiscal mexicana, pues redundaría en una fuente más estable de ingresos para el gobierno –que anteriormente había dependido de los impuestos de importación y exportación, que son sumamente vulnerables a las fluctuaciones internacionales- (Cárdenas. 1994, p. 80). Las exenciones de éstos y otros impuestos y tarifas se utilizarían como una manera de promover las industrias que el gobierno consideraba importantes para el desarrollo económico nacional. Según King (1970), las exenciones de impuestos para patrocinar industrias existían a principios de 1962 y fueron operadas conjuntamente por la Secretaría de Hacienda y la Secretaría de Comercio e Industria, llamada entonces de Industria y Comercio.5 En 1939 y 1941 la legislación extendió estas exenciones . La ley de la Industria Manufacturera de 1941 otorgó exenciones de impuestos de cinco años a las industrias que fueran consideradas nuevas o “necesarias”. 5 Esta Secretaría se conoció realmente como la “Secretaría de Economía” durante los años treinta y sufrió varios cambios de nombre antes de llegar a su nombre actual: Secretaría de Comercio y Fomento Industrial. Por simplificación, me referiré a ella como la Secretaría de Comercio a lo largo de este libro. Otro fundamento importante para el intervencionismo del Estado mexicano fue el crecimiento de la intermediación financiera a través de instituciones diseñadas para satisfacer la necesidad de crédito. Fundadas en su mayoría en los 55 años treinta, estas instituciones le permitieron al Gobierno mexicano poner a trabajar el capital privado al asumir riesgos en el otorgamiento de créditos a este sector, que, por consiguiente, se beneficiaron con tasa de interés más bajas que las que habrían podido obtener en el mercado; estas instituciones también le prestaron dinero al gobierno para sus proyectos. Entre éstas se contaban el Banco de Crédito Agrícola (1926), el Banco Hipotecario Nacional Urbano y de Obras Públicas. (1933), el banco de desarrollo industrial o Nacional Financiera (1934), el Banco de Crédito Ejidal (1935) y el Banco de Comercio Exterior (1937). Nacional Financiera fue relativamente insignificante hasta que se revisaron sus estatutos en 1940, pero posteriormente alcanzó un récord impresionante de ganancias para sí misma e hizo una importante contribución al desarrollo industrial (King, 1970, pp. 74,71). Nacional Financiera y sus instituciones hermanas también se convirtieron en una fuente importante de acumulación de capital para el financiamiento de proyectos públicos. De 1939 a 1945 hubo 140.1% de crecimiento real en la inversión pública, la mayoría en carreteras, puertos, ferrocarriles, irrigación, extracción petrolera y electricidad (Cárdenas, 1944, pp. 109-110). Mientras tanto, las expropiaciones del gobierno de Cárdenas habían creado el sector paraestatal, otra fuente de ingresos y un medio para fomentar el desarrollo económico. El eje final para fijar el curso institucional del intervencionismo mexicano de los años treinta en adelante fue la protección de las industrias nacionales, que evolucionó posteriormente a otras herramientas políticas. Las tarifas se incrementaron tanto en términos de cantidades como en número de productos protegidos en 1930, pero está fue una medida práctica diseñada más bien para aumentar el ingreso del gobierno que como parte de una política proteccionista general (Cárdenas 1994, p. 51). En los años treinta la industria mexicana se vio estimulada con la devaluación y, a principios de los cuarenta, por la demanda de tiempos de guerra; en ningún caso se considero la protección como el factor principal para generar la expansión de la Industria Nacional. En 1947 se agregó un componente ad valorem a las tarifas. En la práctica, éste se manejaba de manera que las 56 tarifas se cargaran según el precio real o el precio “oficial” del producto, que fuera más alto (King, 1970, p.75). Puesto que el precio “oficial” se decidía en la Secretaría de Hacienda, este sistema probablemente le permitía a la Secretaría tener una considerable discreción para desalentarla algunos tipos de importaciones y fomentar otros. También se aplicó en 1947 un nuevo sistema de licencias de importación, operado por la Secretaría de Comercio (King, 1970, p.76; Izquierdo, 1964, p.252). EL EMPLEO DEL ECONOMISTA EN EL SECTOR PÚBLICO, 19351958 La Economía se beneficio más que otras profesiones con estos desarrollos, ya que esta disciplina se había creado con el verdadero propósito de conseguir personal para la burocracia gubernamental. Durante sus primeros años, a finales de los veinte y principios de los treinta, el programa de economía de la UNAM corrió varias veces el riesgo de que lo cerraran “por la falta del número necesario de profesores y en ocasiones aun de alumnos, como en el año de 1930en que sólo hubo un estudiante registrado” (Silva Herzog, 1954, p. 18). Pero para1939, el número total de estudiantes inscritos dentro del programa –para todos los años- había aumentado a 271, lo que reflejaba tanto un crecimiento general del sistema universitario como un incremento en el interés por estudiar la carrera(UNAM, 1981, p. 255). Parte del aumento de la popularidad de la Escuela de Economía tuvo que ver, sin duda, con la percepción de que los graduados tenían sólidas perspectivas de empleo dentro del gobierno. Los primeros graduados en economía de la UNAM se enfrentaron con una especie de territorio virgen dentro de una burocracia gubernamental creciente tan desesperada por la experiencia en la materia que sus funcionarios deseaban contratar estudiantes aun antes de terminar su carrera. Cosió Villegas observaba en sus memorias que la legislación que reservaba puestos del gobierno a los economistas rápidamente se volvió redundante: “el apetito del país por economistas 57 llevaría poco después a instituciones como el Banco de México a establecer una escala ascendente de salarios para estudiantes de economía, que empezaban con los de primer año” (Cosió Villegas, 1977, pp. 141-142). La ciencia económica mexicana floreció no a causa de un monopolio extenso y rigurosamente legal, sino porque los funcionarios de los ministerios públicos sentían que los graduados podrían ser asistentes útiles en las funciones del gobierno, que rápidamente se habían multiplicado, para la conducción de la economía mexicana. La historia de los primero éxitos de los egresados de economía de la UNAM sirve para ilustrar cómo difiere la personalización mexicana del modelo angloamericano, mediante el otorgamiento a las profesiones, por parte del gobierno, de monopolios legales sobre ciertas formas de trabajo pagado por clientes privados. Como ilustra el libro Cleaves (1987) para varias profesiones mexicanas –incluido Derecho, Medicina, Economía Ingeniería y Agronomía-, la profesionalización mexicana se parece mucho más al proceso de Europa continental, donde el Estado desempeño un papel directo en la educación y el empleo de profesionales. Por ejemplo, en México los médicos estudian en la UNAM, universidad pública, y muchos van a ocupar puestos en el sistema de hospitales de fondo estatales que se desarrollo después de los años cuarenta; muchos ingenieros, también formados en la UNAM, encuentran empleo en la industria petrolera –nacionalizada durante el gobierno de Cárdenas-, propiedad del estado mexicano. Debido a la juventud de la profesión y de los individuos que practicaban, los economistas mexicanos no participaron en esa época en la formulación real de las políticas económicas, con dos notables excepciones: Antonio Espinosa de los Monteros, que había obtenido una maestría en Economía en Harvard y que fue director de Nacional Financiera de 1936 a 1945, y Ramón Beteta, que interrumpió sus estudios de Derecho en la UNAM para estudiar economía en la Universidad de Texas, y que fue Secretario de Hacienda de 1946 a 1952. Los tres formuladores de políticas económicas más conocidos del periodo de la postguerra, los Secretarios de Hacienda 58 Eduardo Suárez y Antonio Ortiz Mena estudiaron derecho, y el director del banco central Rodrigo Gómez, contabilidad. Durante ese periodo, mientras las políticas eran diseñadas por abogados y otros profesionales, los economistas que trabajaban a las órdenes de éstos administraban y dirigían estudios. Un economista contratado por el Departamento de Estudios Económicos del Banco de México en 1946 recuerda que casi todos sus compañeros de trabajo eran estudiantes de economía de la UNAM, pero que ninguno de los jefes de oficina, excepto uno, era economista; y agrega que su trabajo era “producir metros y metros de cinta de sumadora” (entrevista con Calderón, 23 de agosto de 1995). La división del trabajo entre abogados y economistas en la época –donde los primeros estaban a cargo del trabajo intelectual de formular políticas y los segundos se dedicaban a las tareas técnicas- parece haber sido el origen de un cierto nivel de frustración entre los economistas, que sentían que era su responsabilidad “recoger los pedazos” que quedaban de las políticas hechas por abogados incompetentes. Los dos lugares más deseables para trabajar como economista durante este periodo eran, y probablemente todavía lo sean, la Secretaría de Hacienda y el Banco de México; la primera por su enorme poder y discrecionalidad en la formulación de políticas económicas y su imposición a otras secretarias, y el segundo por su posición más o menos autónoma vis-a-vis la Secretaría de Hacienda, y por su amplia perspectiva macroeconomía, su estabilidad organizacional y su impresionante paquete de beneficios. Muchos autores han identificado a la Secretaría de Hacienda como el corazón y el cerebro de la burocracia mexicana para la formulación de políticas económicas (Shelton, 1964, p. 114; 1964, p. 198; King, 1970, p. 99). El secretario de Hacienda no sólo tenía voz en las políticas del Banco de México y de Nacional Financiera, también intervenía en políticas que técnicamente caían en la esfera de la Secretaría de Industria y Comercio, como la Ley de Industrias Nuevas y Necesarias. Una lista de agencias gubernamentales que empleaban economistas y los tipos de tareas que éstos realizaban, elaborada por un egresado de economía de la 59 UNAM (Pallares Ramírez, 1952), proporcionaba una perspectiva más amplia de donde trabajaban los economistas dentro del sector público, así como una idea general de las tareas que realizaban. Entre las áreas donde podían trabajar los egresados de la UNAM dentro de la Secretaría de Hacienda, se incluyen el Buró de Crédito, dentro del cual se crearon los primeros puestos de economistas en 1934, y la Oficina de Ingresos Comerciales, donde trabajan los economistas a principios de 1938. En el primero los economistas participaron en la formulación de decretos monetarios, la modificación de leyes de crédito y estudios de inversión y banca; en la segunda, se formulaban estudios y decretos respecto a impuestos comerciales. Un área notable que empleaba economistas fue la oficina a cargo de la Administración del Impuesto sobre la Renta, donde los economistas auditaban los costos y beneficios de empresas y calculaban coeficientes para gravar diferentes tipos de negocios. En el área de las políticas de industrias y comercios, los economistas podían trabajar en la Comisión Nacional de Aranceles –una oficina de la Secretaría de Hacienda que se encargaba de la modificación de aranceles existentes y la creación de otros nuevos- o en la Oficina de Estudios Financieros, que llevaba a cabo investigaciones sobre política comercial, políticas fiscales, etc., e identificaba industrias “nuevas” o “necesarias” para exentarlas de impuestos (Pallares Ramírez, 1952, pp. 331-335). Aunque no tan influyente como la Secretaría de Hacienda, el Banco de México atraía a los mejores estudiantes de Economía de la UNAM por varias razones. Primero, a diferencia de otras secretarías que tenían una remoción casi total de los mandos medios y superiores cada seis años, pues el secretario de Hacienda era miembro del gabinete presidencial, el Banco de México era considerado tanto relativamente meritocrático como aislado de la movilidad política. El banco fue una de las primeras organizaciones para la elaboración de políticas que aplicaba pruebas psicológicas y de aptitud como prerrequisitos para el ingreso (entrevista con Ghigliazza, 19 de julio de 1994). Aunque era más difícil entrar en el Banco, él o ella podían contar con un trabajo de por vida, con una cómoda pensión y todo tipo de beneficios complementarios –tales como prestamos de bajo interés y una ración 60 alimenticia (entrevista con Sáenz 6 de octubre de 1995)-. Por último, el Banco tenía la ventaja singular de tratar asuntos macroeconómicos de gran escala, lo que significaba que una persona prometedora podría ser reclutada en algún momento para un puesto interesante en lugar de pasar el resto de su carrera supervisando la implementación de una política particular dentro de un área limitada. Más que otras secretarías, el Banco de México se localizaba dentro de un poderoso “como organizacional” internacional de bancos centrales que, como grupo, se había convertido en una institución importante desde que la experiencia de los años treinta había echado por primera vez los mitos de la ortodoxia económica y exigido un papel más atractivo de los bancos centrales. Hamilton (1982) hace notar que desde su función en los años veinte, el Banco de México se beneficio con varias visitas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, con quienes trabajó estrechamente (p. 83). En 1937 el Departamento de Estudios Económicos del Banco se beneficio con la visita de un experto de la Reserva Federal de Nueva York, quien explicó cómo se llevaba a cabo los estudios económicos en los Estados Unidos (Pallares Ramírez, 1952, p. 342). En 1946 una reunión internacional de bancos centrales en la ciudad de México dedicó una sección completa de la importancia de la cooperación entre los departamentos de estudios económicos (Banco de México, 1946, p. 311). En la reunión, el doctor Woodlief Thomas del Board of Governors (Consejo de Gobernadores) de la Reserva Federal de Dallas explicó que: […] los bancos centrales necesitan información abundante relativa al funcionamiento del sistema bancario y los progresos en el comercio, la industria, la agricultura y la economía monetaria, a fin de administrar con mayor eficacia los asuntos del sistema bancario central (Banco de México, 1946, p. 327). Un vocero del Banco de México señaló que: […] en algunos países, los trastornos causados por la depresión de 1930-1933 y los provocados por el periodo de guerra de 1939-1945 habían obligado a los bancos centrales a tomar una serie de medidas relacionadas con el control de los tipos de cambios, la asignación de importancia, la 61 absorción de fondos de mercado, etc., las cuales habían requerido información estadística y contacto con la vida económica cotidiana que solo se puede obtener a través de grupos especiales de investigadores (Banco de México 1946, p. 315). Ahora que se suponía que los bancos centrales se ocupaban de algo más que solo la inflación, se requería más información; y era tarea del Departamento de Estudios Económicos de Banco proporcionar información; Daniel Cosió Villegas estuvo al frente de Estudios Económicos de 1941 a 1944, desempeñó un importante papel tanto en la modernización y expansión del departamento como en el reclutamiento de estudiantes de economía de la UNAM para dotarlo de personal; con la colaboración Jesús Silva Herzog, Cosió Villegas también ayudó a establecer un nuevo programa de becas para enviar a empleados prometedores a estudiar disciplina en el extranjero (Krauze, 1980, pp. 101,109; entrevista con Urquidi,1o de septiembre de 1995). El Departamento de Estudios Económicos experimentó una impresionante expansión de 1932, cuando tenía sólo cinco empleados, a 1952, cuando llegó a tener 57. Esta expansión fue el resultado lógico de que el Banco de México adquiriera el estatus de verdadero banco central y herramientas efectivas para el desarrollo de políticas públicas. Las cuatro diferentes ramas del Departamento de Estudios Económicos del Banco fueron: 1) Bancos, dineros y créditos; 2) Balanza de pagos; 3) Ingreso nacional, y 4) Estudios especiales. Bancos, dinero y crédito se encargaba de recopilar y analizar estadísticas de los balances de las instituciones de crédito mexicanas, así como determinar la cantidad y composición del dinero en circulación, la cantidad de dinero fuera del banco; también se suponía que dirigiera estudios que podrían ayudar a establecer requerimientos de reserva. Balanza de pagos se suponía que debía determinar la balanza de pagos de México mediante la medición de las diferentes maneras como fluía el dinero dentro y fuera del país; las tecnologías para medir estos datos con eficiencia se incorporaron durante los años cuarenta, con la ayuda de funcionarios de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Pallares Ramírez, 1952, 62 pp. 344-345; entrevista con Urquidi, 1o de septiembre de 1995). Ingreso nacional se dedicaba a calcular el ingreso nacional mexicano, y Estudios Especiales dirigía investigaciones para poder hacer sugerencias de política económica a la Secretaría de Hacienda (Pallares Ramírez, 1952, pp. 346-347). En su totalidad, el Departamento de Estudios Económicos era responsable de generar información sobre los aspectos más importantes de la macroeconomía mexicana. Otra área del Banco de México en la que trabajan economistas, aunque en menor número, era el Departamento de Estudios Industriales. Este departamento ejemplificaba la visión no ortodoxa de la tarea propia de los banqueros centrales que prevaleció en las décadas que siguieron a la Gran Depresión. Su tarea era ayudar a promover el desarrollo industrial a través del otorgamiento de becas para que algunos mexicanos aprendieran habilidades técnicas –tales como ingeniería o química industrial- en el extranjero y a través de la realización y la publicación de estudios sobre industrias particulares y recursos naturales (Pallares Ramírez, 1952, pp. 350-359). Su personal consistía en su mayoría en ingenieros, y un pequeño número de economistas. Nacional Financiera –el banco de desarrollo del gobierno- también contrataba economistas, en particular para trabajar en su Departamento de Estudios Financieros. Al igual que el banco central, pero en un grado algo menor, Nacional Financiera pertenecía a un campo organizacional internacional de bancos de desarrollo, tales como el Banco Mundial y el Eximbank, Nacional Financiera aumentó su competencia macroeconómica y confió en la experiencia de sus economistas (Nacional Financiera, 1994). La Secretaría de Industria y Comercio era técnicamente la encargada de las políticas para fomentar la industria nacional, pero en realidad iba a la zaga de las demandas de la Secretaría de Hacienda: las áreas listadas como empleadoras de economistas fueron descritas para realizar estudios y emitir opiniones, más no para formular realmente políticas. En el Departamento de Estudios Económicos de la Secretaría de Industria los economistas “omitían opiniones” sobre que industrias o 63 qué áreas de política, tales como la agricultura o la minería, necesitaban protección y exención de impuestos. La Oficina de Precios, que también empleaba economistas, parece haber sido dotada de mayor responsabilidad y discrecionalidad, ya que los funcionarios no sólo realizaban estudios, sino que realmente tomaban decisiones sobre la fijación de precios y la distribución de productos poco comunes. Otras áreas que empleaban economistas en la Secretaría de Industria y Comercio eran la Oficina de Estadísticas, donde los funcionarios juntaban los estudios de industrias, índices y tendencias, y la Oficina de Comercio, que llevaba a cabo estudios sobre importaciones y exportaciones (Pallares Ramírez, 1952, pp. 335-337). En los años cuarenta y cincuenta, tanto egresados como todavía estudiantes de la Escuela de Economía de la UNAM tenían ante sí una amplia variedad de posibilidades de empleo, pero casi todos en el sector público. Además de las áreas mencionadas, los economistas encontraban empleo en la burocracia de intermediación financiera pública –v.gr. en el Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Pública, en la banca de desarrollo industrial, el Banco de Crédito Agrícola, etc.-, en la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas y en varias otras ramas del gobierno.6 el informe de primera mano de Pallares Ramírez (1952) de las dos primeras décadas de la Escuela de Economía de la UNAM sólo enlista una empresa del sector privado – el Banco Nacional de México- como empleadora de economistas (pp.361-363). Y el profesor Moisés de la Peña escribió en 1932 que “hay algunos [egresados de economía] en el servicio de dos secretarías, uno solo en los estados, una media docena en los bancos y ninguno en empresas privadas” (De la Peña, 1942, p. 33). CONCLUSIONES Durante sus primeras décadas de existencia la ciencia económica mexicana fuer probablemente la profesión más centrada en el Estado dentro de un sistema de profesiones promovidas por éste. Los fundadores del primer Programa de Economía de México fueron en su mayoría funcionarios de gobierno y todos eran 64 participantes activos en el proyecto de construcción estatal de instituciones en el periodo postrevolucionario. En una época en que la ciencia económica en los Estados Unidos estaba dominada por practicantes académicos (cf. Yonay, 1994 y 1998), la figura del economista académico de tiempo completo no existía en México. La razón era simple: los recursos para apoyar a tales académicos no existían. Los economistas mexicanos estudiaban en la UNAM, una universidad pública, por una colegiatura tan baja que en esencia resultaba gratuita. Los profesores autodidactas que los instruían recibían sólo un pago nominal y utilizaban las clases de la mañana o de la noche para reclutar economistas jóvenes prometedores para las secretarías del gobierno. La ciencia económica mexicana se parecía más al modelo europeo continental que al angloamericano. 6 Es interesante que Pallares no mencione el trabajo de los economistas en el sector paraestatal, por ejemplo en Pemex, compañía de petróleo nacionalizada. Esto se debe quizás a que el sector paraestatal había sido delimitado como la “pista” de los ingenieros, más que de los economistas. Pág. 63 Faltan paginas – 64-65-66 Pág. 67 III. MARXISMO, POPULISMO Y LA REACCION DEL SECTOR PRIVADO: LA ESCISION DE LA ECONOMIA MEXICANA 65 El atraso económico, observa Gerschenkron, resulta conveniente para las ideologías poderosas: Para conseguir romper los diques del estancamiento en un país atrasado e inflamar la imaginación de los hombres, haciendo que estos pongan sus energías al servicio del desarrollo económico, se necesita algo mas fuerte que la promesa de una mejor distribución de los recursos o, incluso, que una disminución del precio del plan… Lo que se necesita para mover las montañas de la rutina y el prejuicio es fe; fe, en palabras de Saint-Simon, en que los años dorados de la humanidad no han pasado aún, sino que, por el contrario, están a la espera del género humano (1962; p. 24). Así, muchas de las personas que alcanzaron posiciones de influencia durante el reinado de Napoleón III en Francia no eran bonapartistas, sino socialistas al estilo de Saint-Simon. Saint-Simon, como Gerschenkron se apresura a señalar, no era un radical, pero defendía los principios del socialismo como la abolición de la sucesión y el establecimiento de una economía planificada. Por tanto, vale la pena hacer notar que esta ideología coexistía con la industrializada francesa del siglo XIX y no las enseñanzas de Smith y Ricardo. A finales del siglo XIX en Rusia, el marxismo desempeño un papel similar de alineación de la fe de una sociedad que estaba inmersa en un proceso traumático de desarrollo (Geschenkron, 1962, pp. 25-26). Las complejidades de la ideología de la Revolución mexicana desde sus inicios en 1910, pasando por la reactivación revolucionaria de Lázaro Cárdenas han sido tema de muchos estudios académicos que no se pueden discutir aquí en su totalidad. Para los propósitos de este análisis es importante señalar que la institución fundada en 1929 para darle a México una burocracia en expansión para la elaboración de políticas, La escuela de Economía de la UNAM, no fue ni clásicamente liberal ni pragmáticamente desarrollista. Más bien, desde el principio conformo una masa crítica sus fundadores y profesores eran personas que simpatizaban con el máximo y con otras 66 ideas socialistas. Estas tendencias ideológicas tenían sentido en virtud de los nexos de la escuela con el Estado, así como la base corporativista y los compromisos desarrollistas de este. Sin embargo, el marxismo de la Escuela Nacional de Economía no fue un “socialismo revolucionario” en el sentido marxista del termino, sino “el socialismo de la Revolución mexicana”. La economía que surgió después de la Revolución mexicana fue mixta: capitalista en esencia, pero con un papel importante del gobierno en la economía y en la sociedad. Figuras importantes en la fundación de la ciencia económica de la UNAM, como el Narciso Bassols y Jesús Silva Herzog, aparentemente veían poca contradicción entre sus posiciones como funcionarios gubernamentales de alto nivel en este gobierno, por un lado, y su retórica marxista, por el otro. La profesión económica de los años treinta y cuarenta encontró su única clientela en el Estado, y este era el más interesado tanto en su legitimidad, fundada en gran medida a través de la incorporación de grupos de campesinos y obreros, como en la tarea de sacar a México del atraso. Si bien la ideología marxista no podía adaptarse exactamente para satisfacer las necesidades de un país como este, si proporcionaba un conjunto poderoso de ideas para inspirar a las personas inmiscuidas en este proyecto en las palabras de Gerschemkron, era una fuente de fe. Mientras tanto, este marco ideológico que resultaba tan atractivo para los constructores del Estado mexicano, era visto con recelo por actores del sector privado, la otra clientela potencial de la ciencia económica mexicana. Los capitalistas consideraban poco útil y muy criticable el tipo de ciencia económica adoptado en la Esuela Nacional de Economía de la UNAM. Como resultado, la primera escisión dentro de la profesión económica mexicana ocurrió en los años cuarenta, con la fundación del Instituto Tecnológico de México (ITM), que más tarde se convertiría en el autónomo ITAM, famoso bastión de la ideología “neoliberal” en los años ochenta y noventa. Este capitulo analiza las ideas disponibles en la Escuela de Economía de la UNAM, las maneras como se utilizaban esas ideas y los orígenes de la fundación ITM. 67 LAS PERSPECTIVAS COMPARADAS EN CIENCIAS SOCIALES Al igual que otras profesiones, las ciencias sociales son estructuradas por los contextos institucionales nacionales y las bases de apoyo profesional a que dan origen. En general, la literatura existente sugiere que las ciencias sociales patrocinadas por Estados fuertes y centralizados resultan ser muy distintas a las del sistema estadounidense más descentralizado. Por ejemplo, Alemania el Estado adopto un papel directo en la promoción del desarrollo económico y en la reproducción de la experiencia profesional. Las universidades alemanas produjeron ciencias sociales y otras profesiones para dotar el personal a las burocracias gubernamentales, y estaban sujetas a la autoridad reguladora del Kurator un empleado directo del Estado (Witt rock y Wagner, 1996, pp. 105-106; Shils, 1982, p. 439). Como resultado de Estado intervención directa del Estado el profesorado alemán se convirtió en un “socio importante de la estructura del poder nacional” y a la academia alemana favoreció los puntos de vista teóricos intervencionistas e incluso socialistas compatibles con las prioridades del Estado, como la asociación para la política social ( Rueschmeyer y Van Roseem, 1996, p. 137 Mas aun, los hechos surgieron que en países con tradiciones mas estatistas, a menudo los científicos sociales tuvieron mas libertad para apoyar no solo “desde… el punto de vista del Estado” (en palabras de Weir y Skocpol, 1985), si no también el nombre de grupos sociales particulares que apoyaban a gobierno en el poder, como obreros y campesinos. Por ejemplo, en Suecia y Noruega, durante los años treinta los economistas de las escuelas de Estocolmo y Oslo defendieron las políticas intervencionistas y redistributivas dentro de los partidos democráticos sociales (Berg, 1981; Weir y Skcopol, 1985). En los Estados Unidos, por otra parte, un papel diferente del gobierno en la economía y en la sociedad genero un tipo de científico social menos activista. Mientras que en los siglos XIX y XX los estados Frances y alemán tendieron a intervenir directamente en la economía a través de medios como la propiedad gubernamental de la 68 industria, en los Estados Unidos el Estado ejerció su influencia sobre el desarrollo económico a través de medios institucionales como la promoción y aplicación de sistemas de derechos de propiedad (Campbell y Lindberg, 1990). Este papel distintivo del Estado en la economía estadounidense tuvo consecuencias directas con Alemania, no podía beneficiarse de posibilidades de empleo proporcionadas por un servicio social grande y centralizado. Mas bien, las ciencias sociales estadounidense se convirtieron en profesiones con una relación distante del gobierno federal (Schweber, 1996, p. 149). Las universidades que proporcionaron un hogar institucional a las ciencias sociales exhibieron históricamente diferencias importantes de sus contrapartes continentales. Por razones que afín de cuentas pueden haber sido políticas, económicas o incluso culturales, la tradición continental de la “universidad nacional” nunca se afianzo en Estados Unidos. Los colegios y universidades estadounidenses fueron corporaciones autónomas sujetas al permiso legal del gobierno (Shils, 1982, p. 446). Por tanto el papel del gobierno estadounidense con respectos a las universidades era análogo a su papel en las profesiones: en la certificación legal más de intervención directa. Las universidades privadas financiadas por colegiaturas, cuotas y donaciones privadas dominaron tradicionalmente elite de la educación superior en Estados Unidos, aunque en las universidades estatales tenían ahora una proporción mayor de graduados. Incluso en las universidades estatales que proliferaron después de la guerra civil siempre tuvieron un fuerte componente de fondos privados, en particular a través de pagos de colegiaturas. Además, están regidas por consejos de administración independientes, supervisores o regentes y rara vez están sujetas a un control directo por parte de los gobiernos estatales. A diferencia de los profesores alemanes, los de las universidades estatales estadounidenses no son servidores civiles ya que por lo general se rigen por políticas universitarias internas mas que por a autoridad del Estado (Shils, 1982, pp. 447-452). La separación institucional entre el Estado y las ciencias sociales en estados Unidos tuvo un efecto profundo y progresivo sobre el papel de los científicos sociales en las políticas económicas y sociales. Por una parte, el “núcleo de la profesión en 69 Estados Unidos atendido a estar compuesto mas por académicos que por servidores públicos. En su estudio de una muestra de artículos estadounidenses de ciencia económica entre 1920 y 1960, Backhouse (1998, p. 95) encuentra que la gran mayoría de los autores estaban afiliados a instituciones académicas, excepto durante la segunda guerra mundial cuando fueron reclutados prestigiosos economistas académicos para que trabajaran para el gobierno estadounidense, un estudio sobre los estadounidenses doctorados en economía y en econometria entre 1960 y 1974 muestra que mas de 68% intentaron trabajar en la academia en contraste con el 5.6 y 7.5% que lo intentaron en los gobiernos federales y estatales, respectivamente ( Coats, ed; 1992). La ciencia económica en Estados Unidos ha sido una ciencia social notoriamente satisfactoria en las décadas recientes, no por su papel en la capacitación de servidores públicos, si no por su papel empresarial, lo cual ha hecho de la economía una ciencia social importante y extraordinariamente popular (Klamer y Colander, 1990, p. 197). Por otra parte, hay indicios que sugieren que la lógica institucional de las ciencias sociales estadounidenses ha tendido a producir más disciplinas apolíticas y conservadoras que las que se han desarrollado en otras partes. El trabajo de la historiadora Mary Furner (1975) muestra que la separación institucional entre las ciencias sociales estadounidenses y el Estado llevo al surgimiento de una profesión económica nacional que era extraordinariamente dependiente de la promoción de una apariencia de objetividad y neutralidad. Aparentando ser neutral, la disciplina “científica” ayudo a evitar que los economistas amenazaran los intereses de la elite de administradores de las universidades privadas en las que trabajaban. Después de una serie de casos de libertad académica sumamente publicitados a finales del siglo XIX – cuyo resultado fue que varios prominentes economistas fueran despedidos--, la ciencia económica estadounidense se convirtió en una disciplina notablemente tranquila y erudita. Estuvo dirigida por economistas que, “ya sea porque el partidismo violentaba sus principios o porque no era compatible con el reclutamiento y el avance en la profesión… evitaban que se los identificara como demasiado cercanos a cualquier programa controversial” (Furner, 1975, p.159). De manera similar, Harry Johnson 70 (1977) observa que el macartismo de los años cincuenta ayudo a hacer de la ciencia económica estadounidense una disciplina extraordinariamente matemática y científica. Los economistas, preocupados por conservar sus empleos, aprendían “hábitos de autocensura que orientaban a los economistas hacia la investigación y la teorización de cómo funcionaba el sistema económico estadounidense y como podía funcionar mejor y lejos de ideas peligrosas acerca de la justicia del sistema y de la posibilidad de revolucionarlo” (p.98) La tendencia de los economistas estadounidenses a ser apolíticos o conservadores ha sido observada por varios autores y en diferentes periodos históricos. Según Barber (1981), durante los años treinta a la mayoría de los economistas académicos de los Estados Unidos les eran tan indiferentes las políticas intervencionistas que no participaron en la élite política del primer gobierno del New Deal de Roosevelt, aunque unos cuantos economistas jóvenes rebeldes participaron en el segundo. Stryker (1990) muestra como fueron eliminados sistemáticamente de las burocracias del New Deal los científicos sociales más progresistas e intervencionistas y concluye que “el Estado de bienestar estadounidense elimina a los expertos científicos que tienden a socavar los mercados, la ideología de mercado y el capitalismo estadounidense (p.704). Stryker sostiene que la debilidad política de la mano de obra estadounidense hace difícil que los científicos sociales progresistas encuentren un hogar institucional permanente en las burocracias gubernamentales. En resumen, diferentes clientelas profesionales a nivel nacional tendieron históricamente a producir disciplinas con bases institucionales divergentes –e incluso ideologías divergentes—en diferentes contextos nacionales. Con estas conexiones entre profesionalización y estructura social en mente, es fácil ver por qué la ciencia económica profesional en México y en otros países en vías de desarrollo tendió a parecerse más a las disciplinas de estilos europeos continental que a las de estilo estadounidense. Durante el siglo XX, en muchas naciones latinoamericanas el Estado asumió un papel directivo tanto en el desarrollo económico como en el financiamiento de la educación superior a través de universidades nacionales. La ciencia económica 71 mexicana evoluciono dentro de tal sistema estatista y, por consiguiente, estuvo más politizada –y simpatizaba más con la ideología izquierdista—que la de Estados Unidos. EL LEGADO DE LA REVOLUCION MEXICANA EN LOS AÑOS TREINTA El programa de economía de la UNAM se fundó y consolido durante una época políticamente agitada, cuando se formaba el Estado mexicano con las múltiples fuerzas que habían contendido por el poder durante la Revolución. Mientras las fuerzas reaccionarias luchaban por restablecer el antiguo régimen, los militares revolucionarios y los líderes políticos siguieron peleando entre si hasta 1935 para ver quien controlaría el país. En lugar de pasar por alto las demandas de los campesinos y los obreros, como había hecho Porfirio Díaz, el nuevo gobierno se sirvió de ellos para la formación del Estado. Los gobernantes utilizaron una retórica populista e incluso con matices socialistas en sus discursos. Diego Rivera y otros artistas de la escuela muralista mexicana fueron contratados por el gobierno para que pintaran en edificios públicos imágenes de campesinos y obreros revolucionarios. Se creó la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y la mano de obra organizada fue cooptada mediante el apoyo gubernamental a las huelgas; al mismo tiempo, el gobierno estableció organizaciones centralizadas de campesinos y llevo a cabo reformas agrarias limitadas (Hamilton, 1982, p.73). En 1929, se estableció el Partido Nacional Revolucionario (PNR) para incorporar distintos intereses regionales y partidistas bajo el amparo del régimen sonorense. Sin embargo, alrededor de la época en que se estableció la Escuela de Economía de la UNAM, parecía que la Revolución Mexicana estaba en un periodo de estancamiento y decadencia conocido como el maximato, periodo entre 1925 y 1934 cuando el poderos general revolucionario Plutarco Elías Calles ocupo la presidencia y después controlo sucesivamente tras bastidores tres periodos presidenciales consecutivos. En 1930 Calles declaro que la reforma agraria revolucionaria –en 72 particular los ejidos, de propiedad comunal—era un fracaso y se intento terminar con dicha reforma así como con los levantamientos obreros (Knight, 1991, p.247). En 1934 la presidencia de Lázaro Cárdenas llego a darle nueva vida a la Revolución al adoptar la antigua estrategia sonorense de movilización de masas. Cárdenas realizo una extensa campaña presidencial sin precedentes en la que viajo por todo el país, incluso a las zonas más remotas, escuchando las quejas de la gente común y corriente. Como presidente, se puso del lado de los obreros en contra de los patrones en las huelgas, que aumentaron en número: mientras que en 1933 hubo solo 13 huelgas registradas, en 1935 este número aumento a 642 (Knight, 1991, p.251). Mientras tanto, renovó la promesa revolucionaria de la reforma agraria: durante todos los gobiernos anteriores combinados, y se distribuyo más del doble de tierra. Además, a diferencia de sus predecesores, las reformas por él impulsadas afectaron la tenencia de la tierra de grandes propietarios comerciales y apoyaron la propiedad comunal de los ejidos más que la tenencia de la pequeña propiedad (Hamilton, 1982, p.177). La presidencia de Cárdenas fue más conocida por su política que por sus logros económicos, y la elaboración de políticas económicas no fue el centro de su agenda presidencial. Los peores efectos de la Depresión ya se habían mitigado con políticas monetarias expansivas durante el gobierno anterior. Su presidencia –como muchos gobiernos en todo el mundo en los años treinta—reconocía la necesidad de que el gobierno interviniera en la economía y en la inversión en infraestructura (Cárdenas, 1994, p.74), pero se preocupaba mas por los problemas de distribución que por el apoyo político obtenido. Como dice Knight (1991), el régimen “estimaba que los salarios crecientes intensificarían los mercados internos para ventaja de algunos sectores de la industria. No obstante, este enfoque keynesiano no puede considerarse como la Harrison d’etre de la política laboral cardenista” (p.273). Quizá la contribución más importante de Cárdenas al desarrollo económico mexicano fue su reforzamiento de la estabilidad y el corporativismo políticos establecidos bajo Calles, lo cual sentaría las bases para treinta años de expansión económica espectacular. Estos años fueron testigos de la transición del gobierno 73 personalista de un hombre poderoso al mandato institucional. A diferencia de Calles, Cárdenas no intento gobernar al país tras bastidores al termino de su periodo presidencial en 1940; después de ese momento la maquinaria predecible de la política de partido único llevo a cabo de manera relativamente pacifica la transición de un gobierno a otro cada seis años. El partido oficial establecido por Calles (el PNR) cambio su nombre por el de Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938 y, por primera vez, incorporo oficialmente a los sectores obreros, campesinos y “populares”. A partir de 1940, la maquinaria burocrática del gobierno administraría y canalizaría las demandas obreras, proporcionándoles así a los futuros gobiernos una herramienta importante para la expansión capitalista a través del control de la mano de obra. A pesar de las prioridades políticas, el régimen cardenista dejo algunos legados importantes para la intervención del Estado en la economía mexicana. La nacionalización de las industrias ferrocarrilera (1937) y petrolera (1938), que constituyeron el objetivo de corto plazo de movilizar a la mano de obra y el apoyo nacionalista, establecieron formas importantes de intervención directa del Estado en la económica, como fue la creación de la Comisión Nacional de Electricidad en 1938. Al igual que Roosevelt en Estados Unidos, Cárdenas emprendió un ambicioso programa de obras públicas para la producción de infraestructura, que tuvo los efectos simultáneos de crear empleos y estimular la industria; estos proyectos se financiaron con déficit en el gasto apoyado por el banco central (<biblio>). Durante los últimos años de su presidencia, se establecieron los cimientos de las políticas de desarrollo industrial a través de exenciones de impuestos y aranceles (González, 1981, pp. 266-267), y continuo la tradición de crear instituciones de su predecesor sonorense. En 1935 se establecieron el Banco Nacional Agrícola y el Banco Nacional Ejidal para financiar a los pequeños propietarios y a los agricultores ejidales, respectivamente. Ese mismo año, se consolido el banco central que se convirtió en el único emisor de papel moneda con control sobre los bancos privados (Ayala Espino, 1988, p.197). En 1937, se estableció el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) para ayudar a financiar la 74 producción de bienes de exportación y se creó el Banco Obrero para financiar las cooperativas y las pequeñas empresas artesanales. Sin embargo, estas contribuciones indudablemente importantes para la expansión económica mexicana no se percibieron como tales durante el periodo de Cárdenas, y no fueron apreciadas por las élites económicas que esperaban beneficiarse del crecimiento. La retórica populista de los sonorenses había puesto nerviosos a los grupos empresariales, pero el lenguaje más fuerte de Cárdenas y su decisión de apoyar a los obreros en contra de los patrones los enfureció. La oposición que genero el cardenismo entre los capitalistas se reflejo entre ciertos grupos de estudiantes universitarios. La universidad Nacional –que se convirtió en autónoma, UNAM, en 1929—era, como la mayoría de las universidades públicas latinoamericanas de la época, un lugar de educación de élites. Había sido inaugurada, por primera vez, en los días finales del antiguo régimen, en 1910, cuando muchos estudiantes eran partidarios de Porfirio Díaz (Mabry, 1982, p.7). Más de veinte años después, los grupos de estudiantes conservadores eran una fuerza poderosa dentro de la UNAM. Cuando el dirigente obrero y funcionario de Educación Publica, Vicente Lombardo pidió que el marxismo fuera la “única base ideológica para la enseñanza universitaria” en 1933, la respuesta fue una huelga promovida por los estudiantes conservadores de derecho (Mabry, 1982, pp. 111-120). Los años 1934 a 1940 fueron testigos de numerosas disputas entre las facciones estudiantiles izquierdista y derechista. ¿Dónde cayo, dentro de este debate, el recién establecido programa de economía de la UNAM? No existen datos históricos de fácil acceso que documenten la participación de los estudiantes de economía en el movimiento contra la educación socialista; esto se puede deber al hecho de que el programa era tan pequeño que la participación de los estudiantes de economía provocaba poco revuelo Sin embargo, existen, por el contrario, indicios de que estos estaban a favor de la enseñanza de las ideas socialistas. Durante el gobierno conservador de Ortiz Rubio (1930-1932), se enviaron espías del gobierno a las clases del profesor Federico Bach, un conocido 75 marxista que, como consecuencia, fue expulsado del país por ser un “agitador comunista”. Este suceso creó un “clima violento y rebelde” entre los estudiantes – aparentemente entre estudiantes marxistas, que culpaban a los estudiantes y profesores no marxistas de la expulsión del profesor Bach--, y una delegación de universitarios convenció posteriormente a l presidente Ortiz Rubio para que dejara regresar a Bach de su exilio en Cuba (Pallares Ramírez, 1952, p.82). Aunque el programa de economía de la UNAM fue un mero apéndice de la Escuela de Derecho hasta la fundación oficial de la Escuela de Economía en 1935, a aparentemente hubo diferencias ideológicas importantes entre los estudiantes de economía, por una parte, y los que solo estudiaban leyes, por la otra. En particular, parece que mientras que los estudiantes de derecho de la UNAM eran famosos por sus protestas derechistas contra el gobierno, al menos algunos estudiantes de economía eran defensores de izquierda. Esta diferencia política es lógica dados los orígenes sustancialmente distintos de las dos escuelas: en contraste con la Escuela de Derecho, que había existido desde antes de la Revolución mexicana, la Escuela de Economía fue creación de individuos comprometidos con los ideales revolucionarios y con su propio futuro dentro de una burocracia creciente para la elaboración de políticas económicas. En otras palabras, la carrera de economía fue creada por y para el Estado revolucionario. LA IDEOLOGIA POLITICA MEXICANA EN LOS AÑOS TREINTA El clima ideológico populista que prevaleció en México durante los años treinta fue parcialmente posible gracias a la desglobalizacion económica que acompaño a la Gran Depresión y a la segunda Guerra Mundial. Solo una o dos décadas antes, los gobiernos latinoamericanos habían recibido cuantiosos préstamos de los mercados financieros internacionales. Cuando era necesario refinanciar las deudas, muchos de estos países invitaban a expertos internacionalmente reconocidos, como el economista de Princeton Edwin Kemmerer, para que los ayudara a diagnosticar sus males 76 económicos y les recomendara reformas políticas de acuerdo con el conocimiento neoclásico del momento, tales como la reducción de impuestos y de los gastos del gobierno, el regreso al patrón oro y el establecimiento de bancos centrales independientes. La posibilidad de prestamos externos progresivos hizo que la adherencia a la ortodoxia neoclásica fuera un precio relativamente aceptable de pagar, ya que podía obtenerse mayor acceso a los préstamos externos mediante la decisión de los gobiernos de tomar la ríspida medicina recetada por los “doctores de dinero” (Eichengreen, 1994). Sin embargo, después de la crisis económica mundial de finales de los años veinte, los países en vías de desarrollo no pudieron continuar financiando su deuda ni esperar volver a tener acceso a los recursos financieros internacionales. Los mercados internacionales para los productos del Tercer Mundo se agotaron, y las devaluaciones de las monedas nacionales y la crisis económicas hicieron que las importaciones extranjeras fueran prohibitivamente caras. El aislamiento económico significaba que ya no había ningún beneficio que ganar con la aplicación de las prescripciones neoclásicas: los gobiernos ya no podían esperar verse recompensados por las políticas ortodoxas con el acceso a préstamos externos: El resultado fue la libertad para experimentar con ideologías y políticas que hubieran sido inimaginables apenas unas décadas antes, un ejemplo extremo de esto fue la nacionalización de Cárdenas de los campos petroleros ingleses. La carrera de economía en México se institucionalizo durante este periodo, y ostento la marca de una coyuntura histórica particular durante la cual la dependencia de los recursos internacionales de México y de otros países en vías de desarrollo era extraordinariamente baja. Diversos factores contribuyeron a la atracción de la retórica y las ideas marxistas en los años treinta. A pesar de la coincidencia temporal de las revoluciones mexicana y rusa, en México hubo poca discusión pública de las ideas marxistas antes de 1910 y, aunque las ideas socialistas se pusieron de moda entre los intelectuales durante la revolución, estas ideas “conciliaban lo que eran posiciones esencialmente populistas y estatistas. El uso del término [socialismo] reflejaba la opinión cada vez más fuerte de 77 que el fin supremo del Estado revolucionario era el establecimiento de la paz social y el bienestar colectivo mediante el reforzamiento del equilibrio de clases” (Carr, 1992, p.15). En realidad, gran parte de la retórica socialista utilizada en México durante y después de la revolución, se empleo al servicio de un Estado corporativista e intervencionista a fin de estimular el apoyo entre los obreros y campesinos. El uso que de ese lenguaje hicieron los dirigentes políticos mexicanos fue una tradición posrevolucionaria que alcanzo su máximo nivel durante la presidencia de Cárdenas. La campaña en pro de la “educación socialista”, originalmente apoyada por el presidente Calles como un medio de quebrantar el poder de la Iglesia en la educación primaria y secundaria, continuo con mayor vigor bajo el régimen de Cárdenas, cuyo Plan sexenal incluía un compromiso con la educación basada en “la doctrina socialista sustentada por la Revolución mexicana” (Knight, 1991, p.265). Durante el gobierno de Cárdenas el realismo socialista se puso culturalmente de moda en México, y se levantaron los controles sobre las publicaciones izquierdistas, lo que provoco un gran auge de la literatura marxista (Knight, 1991, p.265; Loyo [Engracia], 1991, p.170). La retórica y las ideas socialistas en México se pusieron aun más de moda por el clima intelectual internacional de esos años. El colapso económico de principio de los treinta, por una parte, y el aumento del fascismo, por la otra, parecían indicar una de dos opciones – en palabras de Strachey en su libro sobre las crisis económicas- o comunismo o barbarismo. Como dijo un historiador económico mexicano de la época: ¨la profecía de moda entre numerosos grupos de intelectuales y políticos del mundo occidental fue entonces la de la inminente caída del capitalismo, el fatal cumplimiento de la predicción de Marx¨ (Krauze, 1985, p.312). La ortodoxia económica parecía haber quedado totalmente refutada y la democracia capitalista parecía una contradicción de términos. Este punto de vista tuvo repercusión entre los constructores del estado mexicano , cuyo artículo de fe era que la intervención del estado era necesaria para promover la prosperidad económica y la paz social :mucho del atractivo del marxismo en México en los años treinta representaba una confusión entre el socialismo y la 78 estatización de la economía que solo resultaría evidente mucho después ¨(Villegas,1993,p.110).Así , el marxismo de la ciencia económica mexicana en los años treinta represente no un llamado a la revolución , sino un reconocimiento de los defectos de capitalismo y la necesidades que los países pobres como México adoptaran una postura mas activa para resolver los problemas sociales y económicos que la prescrita por la economía del laissez-faire o bien, como recuerda uno de los primeros profesores de la escuela de economía, el marxismo prevaleció porque México era un país muy pobre y nosotros creíamos que el marxismo seria la salvación de la nación Aunque tal vez no fuera la ideología mas adecuad apara capacitar economistas que se convertirían en burócratas dentro de un estado desarrollista, el marxismo fue la única teoría económica no ortodoxa ampliamente accesible en México en los años treinta, .las teorías intervencionistas de Milder , al igual que el keynesianismo, no eran muy conocidas o comprendidas : apenas en 1942 se publico una traducción mexicana de la teoría general de Keynes. La comisión económica para América latina de naciones unidas (CEPAL) con sus prescripciones para el desarrollo orientado hacia el interior a través de la intervención del estado y la sustitución de importaciones, no se fundaría si no hasta 1947.El marxismo, además de su virtud de estar de moda internacionalmente, componía un potente marco teórico para criticar los defectos del capitalismo del libre mercado EL FONDO DE CULTURA ECONOMICA Uno de los problemas que enfrentabas los primeros estudiantes de economía de la UNAM era la falta de materiales de lectura especializados, lo cual reflejaba una escasez mas general a finales de los años veinte y principios de los treinta. Los estudiante de economía necesariamente tenían que leer autores extranjeros, pero la mayor parte de la literatura estaba en ingles y la mayoría de los estudiantes no podían leerla (Cossio Villegas, 1977, p.143).En los años veinte casi todos los libros que se leían en México se publicaban en el extranjero, pues como los demás países latinoamericanos, México no había desarrollado una verdadera industria editorial. Había 79 además una baja densidad de población y una de la población mayor de diez años en 1930(Loyo1988, p259; INEGI, 1994, p.117.además de esta dificultad por el lado de la demanda, estaba el alto costo del papel por el lado de la oferta, un subproducto con alto nivel de protección (Loyom1988, p.151), como el resultado de estos factores, los libros de interés para un economista eran escasos y, a la vez, prohibitivamente caros. A principios de los años treinta el radicalismo creciente en México estaba teniendo un efecto favorable en la disponibilidad de literatura izquierdista, y la Universidad Obrera publico una traducción de el capital y de otras obras de Marx, así como de autores marxistas (Loyo, 1988, p.271).Pero solo con el establecimiento de l fondo de cultura económica, en 1934, empezaron realmente a desaparecer en México las barreras para el estudio de la economía y de otras ciencias sociales. El fondo se estableció específicamente para ayudar a remediar la deficiencia de materiales publicados en economía; no es de sorprender entonces, que sus miembros fundadores fueran en su mayoría personas involucradas en la fundación del programa de economía en la UNAM, entre ellos Jesús Silva Herzog, Eduardo Villaseñor y Daniel Cossío Villegas. tampoco sorprende saber que diferentes ramas d ela burocracia gubernamental para la elaboración de políticas económicas proporcionaron el financiamiento inicial para el fondo: el banco de mexico dono diez mil pesos, la secretaria de de hacienda cinco mil, y el banco nacional hipotecario y de obras publicas, cuatro mil (Chumacero,1980,p.10).El fondo también se beneficio con la creación ,durante el régimen de Cárdenas, de la compañía productora e importadora de papel, que recibió en subsidio de gobierno y exenciones de impuestos y aranceles(loyo [Engracia],1988,p.273). La misión más importante del fondo no era publicar obras originales aunque empezó a hacerlo cada vez mas -, sino publicar traducciones muy necesarias de obras escritas en otras lenguas. Y llevo a cabo esta tarea tanto en la publicación de libros como en la creación de EL Trimestre Económico, la primera revista de economía en America Latina. Las primeras dos ediciones de el Trimestre den 1934 contenían 80 traducciones de artículos recientes de Irving Fisher y Keynes, lista de libros recientes de ciencia económica para ser publicados internacionalmente y reseñas de varias obras. Los dos primeros directores de El Trimestre fueron Daniel Cossio Villegas y Eduardo Villaseñor. Tanto Cossio como Villaseñor, debe recordarse, habían recibido cierta información en economía en el extranjero y ambos habían sido instrumentos tanto en la fundación de la Escuela Nacional de Economía cono en la modernización del Banco de México. Originalmente sin consejo editorial oficial, la primera edición de El Trimestre tenía en su membrete una lista de 58 ¨colaboradores¨. Estos incluían figuras asociados con la fundación y los primeros años de la Escuela Nacional de Economía -entre ellos figuras conservadoras como Miguel Palacios Macedo y Manuel Gómez Morin-, el dirigente obrero populista Vicente Lombardo y el erudito estadounidense Frank Tannenbaum. Las primeras dos traducciones de libros publicados por el Fondo en 1935 fueron Silver Dollars (el dólar plata) de William P. Sheah y el tomo de Harold J. Laski sobre la vida y las ideas de Marx. Ambos dan buena idea -tanto en forma como en contenido- del todo de lectura de probablemente requerían los primeros estudiantes de la Escuela nacional de Economía .Ambos eran sumamente breves, aproximadamente cien paginas, y resumían una gran cantidad de información en un corto espacio. Las primeras generaciones de estudiantes de economía, como vimos en el capitulo anterior, solían tener empleo de tiempo completo en el gobierno- según Camp [1975], la mayoría de ellos tenían empleo de este tipo y no contaban con mucho tiempo para leer extensamente ;esos resúmenes se adaptaban a las necesidades de los estudiantes taxi. De hecho, en una entrevista, una ex estudiante de la Escuela Nacional de Economía de principios de los años cuarenta recordaba que los estudiantes no leían obras originales, sino que dependían de resúmenes presentados en lecturas (entrevista con Meyer L Èpee,15 de julio de 1996). Tanto Sheah como Laski fueron también representativo del tipo de perspectiva teórica aceptada en la Escuela Nacional de Economía durante estos años. La 81 obra de Sheah, además de resumir información útil acerca de la historia de la política monetaria y del sistema bancario , es un obra cuyo fin es criticar la ortodoxia económica del patrón oro , una causa popular en México a mediados de los años treinta se habían beneficiado mucho con las políticas monetarias expansionistas de Pani. La ideología de la obra de Laski sobre Marx es obvia y no requiere mayor explicación .Juntas las dos obras ejemplifican la naturaleza intervencionista y de tinte Marxista de la ciencia económica que se enseñaba en México a principios de los años treinta .Entre otras de las primeras traducciones importantes del fondo estaba Economic History of Europe (historia económica de Europa 1760-1933) de Birnie (1938), Nature of Capitalist Crises (naturaleza de las crisis ) de Strachey (1939)y también una obra marxista, The Approach to Enonomics (curso elemental de economía)de Scott(1941). Pág. 83 --------------------------------------------------------------------------------------------------------Pág. 84 ESCUELA NACIONAL DE ECONOMIA DE LOS AÑOS TREINTA Y CUARENTA Una de las características que definen la Escuela Nacional de Economía durante este periodo era su enseñanza de la economía ¨social¨. Como dice uno de los primeros profesores de la escuela: Esta nueva profesión de economía tiene... elevada y noble significación social... porque por la naturaleza de los hechos el economista necesariamente tiene que pensar no en un plano de problemas e intereses individuales, sino en u plano de intereses y problemas sociales, procurando siempre encontrar soluciones científicas y medios para alcanza a esas soluciones en el ámbito de la sociedad (Loyo [Gilberto],1949,p.394). La noción de que el economista necesitaba pensar en términos de resolver 82 problemas sociales mas grandes era similar a las ideas promovidas por la escuela institucionalcita en Estados Unidos en la época, aunque contrastaba con los puntos de vista de como reformador social fue particularmente característica del pensamiento de Jesús Silva Herzog. el fundador mas influyente de la carrera de la UNAM, quien escribió que ¨el economista sin preocupaciones sociales ... es un mutilado que se mueve en un ámbito estrecho , sin alas en el pensamiento y sin capacidad constructivas y creadora ¨(Silva Herzog,1967,p.35).Además ,la economía social suponía que un economista cabal debería tener algunos conocimientos de historia ,filosofía y ciencias sociales, mas que auto restringirse a mediciones y formulas matemáticas: como señalaba Silva Herzog ¨La economía política no es una ciencia matemática , sino una ciencia social con relaciones estrechas con la sociología y la ciencia política (Silva Herzog,1967,pp.24-25).Esta filosofía seguiría caracterizando ala escuela por mas de medio siglo. Las ideas socialistas e intervencionistas estatales en boga entre los intelectuales mexicanos de la época eran compatibles con esta filosofía social de la Escuela Nacional de Economía: Entre los cursos mencionados en el plan de estudios de 1936 de la Escuela Nacional de Economía estaban teoría económica y social del marxismo, la historia de las doctrinas socialistas , el problema agrario mexicano, y un curso llamado ¨ el estado de la vida económica; los cursos optativos incluían la historia de los movimientos y problemas sociales de la economía planificada (Pallares Ramírez ,1952,pp.105-106). Estos cursos eran adecuados para el ambiente político y Cultural de régimen de Cárdenas (1940-1946)y de Miguel Alemán (1946-1950),ambos con una actitud mas favorable hacia los intereses empresariales y menos partidarios de reformas sociales. Es probable que el conocimiento de este cambio en el clima político haya llevado a Jesús Silva Herzog, como director de la escuela en 1940, a reformar el plan de estudios para hacerlo mas técnico y menos políticamente contencioso. Aunque Silva Herzog siempre fue reconocido por su retórica revolucionaria - que dicen, hacia sus clases muy populares -, siempre fue también un pragmático que entendía que el nicho 83 que la ciencia económica mexicana estaba destinada a llenar era el papel practico de promover de personal ala burocracia gubernamental. A pesar de este cambio de tono, la tendencia izquierdista de la Escuela Nacional de Economía continuaría a los largo de las décadas siguientes. Muchos de estos profesores mas prestigiados ,aunque leales al gobierno y dependientes de este en cuanto a empleo leales de gobierno y dependientes de este cuanto a empleo ,estaban convencidos de la eficacia del marxismo como marco teórico de la intervención del estado como una necesidad practica, y siguieron enseñando de acuerdo con sus creencias .En un estudio de 1975 de los egresados de la Escuela Nacional de Economía durante 1951,Camp encontró que de los quince profesores mas notables seleccionados por entrevistas y materiales publicados, once eran izquierdistas de algún tipo; y nueve de estos once alcanzaron puestos gubernamentales de nivel medio y alto durante sus carreras (Camp,1975pp.140-141).Durante la primera década de la carrera de economía de la UNAM , los estudiantes con punto de vista mas conservadores no tenían mas opción que aprender gran cantidad de material izquierdista o estudiar alguna otra disciplina, ya que no existía otra escuela de economía en México .Un ex estudiante que ingreso en 1746 a la UNAM, recordaba: Por supuesto que nos enseñaban marxismo, pero no todos nosotros éramos marxistas .Recuerdo que en un examen respondí todas las preguntas ¨Marx dice esto y ¨Marx dice aquello. El profesor finalmente se enojo y me preguntó Bien ¿que dices tu? yo le dije que no estaba siendo evaluado sobre lo que yo pensaba, sino sobre lo que pensaba Marx, y me puso 10 (entrevista con Calderón, 23 de agosto de 1995) Mi revisión de 75 tesis de economía de la UNAM de los años 1934 a 1945-véanse los resultados completos en el Apéndice A - muestra que la ideología izquierdista adoptaba dentro del grama era esencialmente pragmática y estatista mas que revolucionaria .O mas bien, si era revolucionaria lo que se exaltaba era la Revolución mexicana y no el socialismo revolucionario. Las tesis proporcionan un indicio de la perspectivas de capacitación y empleo de los economistas de la UNAM, ya que 84 representaban un ejercicio de reconocimiento y técnica aplicados .Evidentemente, una del as habilidades adquiridas en la Escuela Nacional de Economía era la recopilación y utilización de estadísticas descriptivas: 84% de las tesis utilizaron tales estadísticas y, con frecuencia, los cuadros ocupaban docenas de paginas que completaban el texto. Las estadísticas descriptivas podían utilizarse en diferentes agencias gubernamentales como base para sustentar la toma de decisiones políticas o la política monetaria ,por ejemplo, apoyando estimaciones de inflación elaboradas a partir de índices de precios los métodos econométricos aparentemente no se conocían en la Escuela de Economía durante este periodo, ya que ninguna de las tesis los utilizo. Los modelos matemáticos como una manera de expresar las teorías económicas están presentes solo en siete de las 75 tesis. La típica tesis del periodo de 1934 a 1945 era teórica - solo 44% de las tesis tenían citas teóricas -y orientada hacia u problema practico muy especifico ; la mayoría no hacia referencia explicita a aspectos normativos, tales como la eficiencia de la intervención del Estado en la economía .Para tomar un ejemplo representativo , una tesis analizaba la explotación del guayule , una planta productora de caucho nativa de México. El humilde propósito del autor era contribuir con mi pequeño esfuerzo al conocimiento de esos aspectos de la economía nacional que podrían ser una fuente de riqueza para mi país ¨ (Vázquez, 1936, p.1) Después de describir la historia y biografía de este producto y de presentar muchas paginas de cuadros relativos a su producción y otras estadísticas relacionadas, el autor concluía con recomendaciones para fomentar la producción de guayule mediante incentivos sindicales selectivos. Uno puede imaginarse a este individuo trabajando posteriormente en un puesto administrativo en el Banco de Crédito Agrícola. Las tesis escritas antes del final de la presidencia de Cárdenas (1936-1940) era más probable que analizaran temas agrícolas, mientras que las tesis escritas durante el siguiente periodo presidencial de Ávila Camacho estaban orientadas a temas industriales. Varias tesis de los años treinta hacían referencia a cooperativas agrícolas, 85 un tema relevante durante la redistribución de la tierra en ejidos. Un tema que apareció en los años cuarenta fue la necesidad de que México se industrializara para liberarse de la dependencia de las importaciones extranjeras y convertirse en un país desarrollado: ¨ es el motor de la economía contemporánea, un país sin industria esta condenado a la implacable explotación capitalista (Saavedra, 1941, p.10). Independientemente del contenido. lo que tenían en común la mayoría de las tesis era el mismo formato general: una introducción seguida de cuadros estadísticos descriptivos, y un conjunto de recomendaciones de políticas. El hecho de que las recomendaciones desempeñaran un papel importante en las tesis da fe de la importancia que s ele daba al gobierno en la resolución de problemas económicos de todo tipo, desde la producción de trementina de los pinos en el estado norteño de Durango hasta la industria fílmica en la ciudad de México. A través de estas recomendaciones es posible estimar las posturas de las tesis teóricas sobre la intervención estatal de la economía, ya que algunas tesis piden medidas menos activas – incentivos fiscales- y algunas pedían medidas mas activas – la nacionalización de todas las industrias privadas, por tomar un ejemplo extremo. Las tesis con orientaciones teóricas a menudo daban justificaciones explicitas para la intervención del gobierno en la economía: El programa de fomento industrial supone… una necesaria intervención del Estado, pues si se abandona a la actividad privada únicamente el atenderlo, los resultados serán pocos satisfactorios (Díaz Martínez, 1943, p. 52). La vida contemporánea plantea como un imperativo categórico la intervención del Estado en la mayor parte de las actividades económicas, políticas y sociales de los pueblos (Andrade Muñoz, 1945, p. 123) Si combinamos las posturas teóricas y no teóricas sobre el intervencionismo del Estado (cuadro 3.1), encontramos que el 40% de la tesis son moderadamente intervencionistas (véase el apéndice A para definiciones de categorías), y ninguna tesis pide ni implícita ni explícitamente menos intervención del Estado. 86 Se pide la intervención con tanta frecuencia, porque la experiencia de la depresión de los años treinta había hecho que las prescripciones del laissez-faire fueran insostenibles: Cuadro III.1 UNAM 1934-1945 N (%) Aboga por menos intervención 0 (0) Apoya las intervenciones existentes 30 (40) Aboga por mas intervención 21 (28) Sin posición respecto a la intervención 24 (32) Total 75 (100) Postura respecto a la inversión del Estado, UNAM, 1934-1945 Ante este cuadro de la realidad contemporánea, ¿Cómo podría la economía ortodoxa seguir sosteniendo sus principios de estabilidad, equilibrio aprovechamiento óptimo de los recursos, armonía de intereses, auto-regulación, auto-ajuste, etc.? Si lo intentaba… (Botas Santos, 1944, p. 95). Un tema notable era que el capitalismo estaba lleno de contradicciones internas y defectos que requerían la intervención estatal para se corregidos, un elemento retórico que se presenta en 17% de la tesis: En nuestra opinión, la libre competencia no pudo funcionar con atingencia en el ayer inmediato y menos podrá funcionar mañana, debido, fundamentalmente, a la complejidad de las cosas económicas, ala falta de elasticidad del sistema, a la inestabilidad del ritmo económico, debido a causas múltiples que caen fuera de este estudio (Salinas Lozano, 1944, p. 11). 87 Como veremos en el siguiente capitulo, este tipo de retórica se volvería aun mas pronunciada durante los años cincuenta, cuando las ideas keynesianas y desarrollistas tuvieron una presencia mas establecida en la escuela de economía de la UNAM. De acuerdo con el espíritu de la época, los escritos de Marx –citados ya sea directamente o a través de obras secundarias- tenían una fuerte presencia en las tesis de 1934 a 1945 y estuvo presente en 13% de todas las tesis, o en 30% de aquellas con citas teóricas. Sin embargo, solo cuatro (5%) mencionaban apropiadamente al socialismo y dos, aproximadamente 3%, con desaprobación. En otras palabras, el marxismo se utilizaba como una herramienta analítica, pero el socialismo revolucionario era mucho mas una excepción que la regla en la escuela nacional de Economía. En contraste, se hacia referencia a los fines de la Revolución mexicana en 12% de la tesis. 12 Raúl Salinas Lozano siguió mas tarde estudios de postgrado en estados Unidos y fue el economista más importante de su generación que alcanzo un puesto publico de alto nivel, secretario de comercio. Es padre de Carlos Salinas de Gortari, presidente de México de 1988 a 1994. Cuadro III.2 Autores más citados, UNAM 1934-1945 (Total N=75, tesis con citas teóricas= 44%) N % Kart Marx 10 13.3 Adam Smith 8 10.6 Gustavo Cassel 4 5.3 David Ricardo 4 5.3 John Strachey 4 5.3 88 Ernest Wagemann 4 5.3 F. Antezana Paz 3 4.0 Fritz Bach 3 4.0 C.T Eheberg 3 4.0 Gottfried Haberler 3 4.0 J. M. Keynes 3 4.0 R. Jacques Turgot 3 4.0 Alfredo Weber 3 4.0 Una de las razones por las que Marx era tan frecuentemente citado esa casi seguramente la falta de otras teorías disponibles para explicar los problemas de los países en vías de desarrollo y prescribir la intervención activa del Estado para remediar los defectos del capitalismo. Adam Smith fue el segundo autor mas citado, y lo fue en aproximadamente 11% de la tesis. La explicación para la coexistencia de dos autores aparentemente tan disímiles – Marx y Smith – en el tope de la lista es que ambos eran autores clásicos y, por consiguiente, disponibles para un estudiante de economía en México en los años treinta y principios de los cuarenta. Keynes fue citado solo tres veces entre 1939 y 1945 – la primera traducción mexicana de Keynes, como ya mencione antes, se publico apenas en 1942 -. Otro autor citado con relativa frecuencia fue Ernst Wagemann, un economista continental heterodoxo que creía en un papel mas vigoroso del estado en la economía. La cita relativamente frecuente de Marx, por tanto, debe verse en un contexto histórico y no tomarse como una indicación de convicciones socialistas. Una prueba que apoya esta interpretación fue la combinación de la retórica extravagante marxista con prescripciones más bien pedestres para los gobiernos de los países en vías de desarrollo. Una tesis que abogaba por el control del estado en la industria eléctrica con lenguaje dramático aseguraba que ese era “el antecedente indispensable para llevar a la humanidad al estado final del comunismo que será necesariamente la solución a los 89 problemas que periódicamente aparecen en la estructura burguesa y arrastran a la cultura occidental a una desastrosa caída” (Ortega Mata, 1939, p. 4.). la inmediatez de la gran depresión, por una parte, y el fascismo en Europa, por la otra, contribuyeron obviamente al atractivo de las ideas marxistas. La traducción que hizo el fondo de cultura económica de la obra marxista Naturaleza de la crisis de Strachey fue citada cuatro veces. Strachey interpretaba los sucesos de los años treinta como una indicación de que las naciones del mundo enfrentaban opciones: La importancia fundamental de los descubrimientos económicos de Marx radica en que solo ellos nos permiten percibir las alternativas que enfrentamos. Y estas alternativas son, como dice el propio Marx, el barbarismo o el comunismo (Stranchey, 1939, p. 29). Aunque este diagnostico extremo de las contradicciones inherentes del capitalismo era evidentemente aceptado por muchos autores, la cura prescrita- el comunismo al estilo soviético- evidentemente no lo era. En realidad, la primera tesis que defendió en la Escuela Nacional de Economía en 1934 analizaba y comparaba las filosofías fascista y marxista del bienestar humano y llegaba a la conclusión de que ninguna era aplicable a las condiciones de México (horneado, 1934). Los estudiantes que escribieron tesis durante los primeros diecisiete años del programa de economía en la UNAM mostraron una tendencia hacia enfoques pragmáticos y teóricos sobre problemas específicos. Los autores con tendencias mas teóricas utilizaban las ideas disponibles- en particular la de marx – para explicar los problemas que enfrentaba México y prescribir soluciones; la recomendación usual, tanto para la tesis teóricas como para las ateoricas, era pedir mas intervención del Estado en la economía. El marxismo, aunque no se ajustaba a las necesidades inmediatas de México posrevolucionario, era una teoría disponible que tenia en cuenta las fallas económicas y sociales del capitalismo. Pero muy pocos autores querían seguir los razonamientos de Marx y Strachey hasta su conclusión lógica, es decir, la revolución socialista. 90 Debe hacerse énfasis en que la ideología que predomino en la escuela nacional de economía durante las primeras décadas de su existencia no fue representativa de la de los funcionarios gubernamentales mexicanos como un todo ni fue impuesta tampoco en la universidad como la ”línea” del partido oficial – como había sucedido en la Unión Soviética -. La universidad Nacional de México se convirtió en la autónoma (UNAM) en 1929, con lo que oficialmente el gobierno de la universidad se separo del estado. Los estudios sobre la historia de la educación superior en México sugieren que, posteriormente, la influencia del gobierno en la UNAM ha sido mas indirecta que directa (Mabry, 1982; Levy, 1980). Más bien, la escuela parece haber sido una especie de enclave institucional para muchos de los intelectuales gubernamentales más izquierdistas y socialmente motivados. Los funcionarios del gobierno más conservadores aparentemente se desilusionaron por el enfoque de la escuela y la abandonaron pronto. Por ejemplo, la salida del profesor conservador Miguel Palacios Macedo a principios de los años treinta supuestamente se debió a una disputa ideológica con Jesús Silva Herzog (entrevista con Sánchez Navarro, 19 de septiembre de 1995). Manuel Gómez Morin, un abogado definitivamente no izquierdista que escribió el acta constitutiva original del Banco de México, parece haber tenido una pequeña parte de las actividades de la escuela después de su fundación inicial. Aunque Silva Herzog y otros como el aparentemente pertenecían a la corriente principal del partido gobernante durante los años de Cárdenas, las presidencias mas conservadoras mostraron que los economistas sociales no representaban mas que una tendencia dentro del partido oficial de la Revolución mexicana y no al partido como aun todo. 13 En 1944 – 1945 se estableció un sistema de gobierno mas complicado que le resto poder a los profesores y estudiantes del gobierno mas complicado que le resto poder a los profesores y estudiantes para elegir rectores y directores de departamento, los cuales serian elegidos ahora por un consejo del gobierno que se renovaría internamente (mabry, 1982, pp. 189-190). Desde entonces, el vinculo mas importante entre el gobierno y la universidad ha sido el control ultimo del presidente sobre el 91 presupuesto universitario; con la consecuencia de que los rectores por lo general, están en buenos términos con el presidente (Levy, 1980, p. 77) no obstante, en su obra sobre las universidades publicas de México, Levy (1980 p.p. 97, 115 – 117) observa un alto grado de autonomía con respecto al gobierno. Por consiguiente, La escuela Nacional de Economía no fue ni el portavoz del gobierno mexicano ni tampoco totalmente representativo de la ideología del gobierno mexicano. No obstante, la clientela gubernamental de la ciencia económica mexicana resulta un factor clave para explicar el tono izquierdista del programa de economía de la UNAM. No fue solo porque había izquierdistas con vínculos con el gobierno implicados en la fundación del programa, sino, si no mas importante aun, porque el estado posrevolucionario mexicano era un cliente profesional relativamente tolerante de las ideologías izquierdistas. Al igual que la economía en lagunas naciones europeas continentales, la ciencia económica mexicana argumentaba “desde el punto de vista del estado” y abogaba en representación de los grupos que estaban empezando a formar la base corporativa de este. Como resultado el énfasis en la objetividad y la neutralidad, común en la ciencia económica estadounidense, fue remplazado en México por un compromiso deliberado y explicito con la justicia social. La estructura e ideología del primer programa de economía de México reflejaba la clientela implícita para la ciencia económica mexicana: un gobierno desarrollista que dependía de una base corporativa para su consolidación y supervivencia. El estado mexicano proporciono los recursos que apoyaron la naciente profesión a través de dos canales. Primero proporciono la universidad, dentro de la cual podría tener lugar la enseñanza de la economía, y los profesores para que enseñaran ahí. La universidad Nacional Autónoma de México ha estado ligada constitucionalmente con el estado de una manera que resulta por completo desconocida para los observadores estadounidenses contemporáneos. En estados unidos los estudiantes pagan altas colegiaturas que son subsidiadas por préstamos del gobierno, porque, esencialmente, son pagadas por el ingreso privado futuro de los estudiantes. Incluso las 92 universidades que se dicen publicas o estatales tienen colegiaturas importantes y están sustancialmente patrocinadas por recursos privados y tienen consejos de administración en los que los intereses del sector privado están fuertemente representados. En cambio, la colegiatura en la UNAM ha sido tan baja que, en esencia, se puede considerar como gratuita. El costo directo de la educación en economía en México no era pagado por los estudiantes si no por el estado, que proporcionaba la infraestructura de la universidad y los salarios que ahí se pagaban, así como los profesoras taxi que daban clases en las mañanas o noches casi sin paga. Una segunda manera en que el Estado mexicano funcionaba como clientela para la ciencia económica era a través de la contratación y promoción de los estudiantes que se graduaban como economistas. Si el gobierno mexicano no les hubiera ofrecido empleo a los graduados – y estudiantes – de economía, estos jóvenes aspirantes a profesionales hubieran estudiado derecho, ingeniería u otra carrera sin duda. Asi pues, el incentivo para estudiar economía era evidente: una plaza en la burocracia, gubernamental. En pocas palabras: como profesión, la economía mexicana debe su existencia al gobierno mexicano. El sector privado mexicano, por otra parte, casi no tuvo ingerencia en el financiamiento de la ciencia económica mexicana durante sus primeras dos décadas. Como explico un dirigente empresarial que asistía a la escuela de Derecho en la UNAM a principios de los años treinta: “nosotros, en el sector privado, en primer lugar no queríamos elementos marxistas en nuestra administración. Y segundo, no veíamos como un economista podría ayudarnos en el desarrollo de nuestra empresa. Sentíamos que era natural que los economistas fueran burócratas, empleados del gobierno (entrevista con Sánchez Navarro, 29 de septiembre de 1995). Después de los años cuarenta era más probable que los empresarios mexicanos tuvieran licenciaturas en derecho o ingeniería que en economía (Camp, 1989, p. 67). LA FUNDACION DEL ITM 93 Un tema recurrente en las tesis de las primeras décadas de la economía de la UNAM fue la condena de esta como una herramienta para incrementar las ganancias privadas. Un estudiante aseguraba que “los conocimientos del estudiante que sale de las aulas de nuestra escuela para obtener el titulo de licenciado en economía, deben forzosamente estar encaminados a los fines de interés general antes que afines individuales, como suele ocurrir en las de más profesiones” (Saavedra, 1941, p. 11). Otro sugería que”el economista debe ocuparse exclusivamente del análisis de lo que es y no de lo que debe ser. Su campo se reduce a la argumentación teórica y no debe inmiscuirse en el mundo de los negocios” (Botas Santos, 1944, p. 98). En un sentido, estas posturas hacen de la necesidad una virtud, ya que los graduados no eran entrenados para dar servicio como empleados del sector privado. Sin embargo, otro estudiante sentía que era importante que los economistas traspasaran las fronteras del sector publico: El economista, por su sentido de responsabilidad y para hacer honor a la ética profesional, debe esforzarse para que sea ampliamente conocida su función, haciendo que sus actividades se encaminen a la resolución de los problemas económicos, tanto individuales como colectivos, por medio de la aplicación mas técnica de sus conocimientos (Gutiérrez, 1944, p. 79). A diferencia de los autores que glorificaban la dedicación del economista al bien común en el gobierno, este escritor criticaba duramente la ausencia de economistas en las empresas: Las empresas particulares no saben en que y para que pueden aprovechar los conocimientos de los economistas – cosa que no es de extraña, ya que ellos mismos no saben a ciencia cierta para que sirven -; sin embargo, es la economía privada donde puede hacer una labor mas efectiva para el progreso del país y para la elevación cultural y social del pueblo mexicano, ya que en la vida publica no pueden ser 94 escuchados debidamente por los intereses bastardos de los políticos (Gutiérrez, 1944 p. 9). En un país atrasado como México, señalaba otro autor, un sector privado subdesarrollado y nada refinado no necesita hacer uso de las herramientas de las que dispone un economista: En nuestro medio comercial, bancario e industrial, se estima aun que la carrera de Licenciado en economía no tiene aplicación práctica. En el diario batallar de los negocios… La causa de esto… puede encontrarse en las condiciones económicas del país (Márquez Gómez, 1944, p.5). Ya fuera exaltadaza, lamentada o simplemente observada, la falta de prospectos para los economistas fueron el sector publico era un hecho que percibían claramente los estudiantes de la Escuela Nacional de Economía. Cuando se mencionaba es sector privado en las tesis de la UNAM, solía ser en el contexto de subrayar las deficiencias de los mercados que se habían dejado. A menudo, la impresión dada por las tesis era la de de un México con poca o ninguna, industria un vasto parámetro subdesarrollado, listo para la intervención del Estado. México es un país con una estructura económica semicolonia, preponderante agrícola, con variados recursos naturales, pero carente de capital para explotarlos (Mekler, 1942, p 129). La visión de México en los años treintas y principios de los cuarentas era sesgada y no del todo cierta. El historiador económico Steven Haber, por ejemplo, analiza el vigoroso crecimiento de la industria mexicana después de que se supero la crisis en 1933, y señala que fue realmente durante los años treintas cuando la industria se convirtió en el contribuyente mas importante del PIB mexicano: durante estos años, 95 México no era simplemente un país “subdesarrollado”, si no “en vías de desarrollo” en el sitio mas completo del termino (Haber, 1989, p.171). ¿Quiénes eran los actores del sector privado en esa época y que relaciones tenían con el gobierno? Por desgracia, el trabajo académico sobre el México del siglo XX ha tendido a centrarse casi exclusivamente en el Estado en lugar de en el sector privado, con el resultado de que no se dispone de una historia completa de esta sector. Sin embargo, pueden encontrarse algunos relatos principales. Haber (1989) tranza la evolución de un grupo de industrias de origen porfiriano que pudieron prosperar después de la revolución. Entre estas industrias de origen porfiriano que pudieron prosperar después de la revolución. Entre estas industrias estaban las del acero y la del vidrio, ambas centradas en la norteña ciudad industrial de Monterrey; la del papel, localizada cerca de la ciudad de México; la del jabón, en Durango; la de textiles de algodón, en su mayoría en Veracruz; la de la cerveza, localizada en los alrededores de la ciudad de México, Veracruz y Monterrey; la de cigarrillos: y la del cemento. Haber, hace notar que estas industrias se caracterizaban por su gran tamaño y su alto grado de concentración de mercado (Haber, 1989, pp. 45-54). Otra característica de estas industrias fue el predominio de conglomerados financiero-industriales, una respuesta, según Haber, al riesgo percibido por los inversionistas (Haber, 1989, p. 67). Ese fenómeno en México, observado por muchos autores, entre ellos Maxfield (1990, p.48), hace analíticamente difícil separar los intereses de estos viejos industriales de los de los blancos, ya que los blancos y las industrias suelen reunirse en compañías individuales. En los años siguientes, los capitalistas porfirianos se juntaron con los nuevos: entre estos había funcionarios revolucionarios que prosperaron en los negocios por conexiones políticas (Haber, 1989, pp. 185-189). ¿Cuáles eran las posturas de los capitalistas mexicanos con respecto al Estado y sus programas económicos? Las discusiones de las posturas políticas de los grupos empresariales mexicanos por lo general se organizan de acuerdo con las “cámaras” oficiales en las que, a partir de 1936, el gobierno obligo a reunirse a todas las empresas con capitalización superior a quinientos pesos (Shafer, 1973, p. 44). Sin 96 embargo aquí, con el propósito de simplificar – y para evitar que el lector se confunda con una selva de acrónimos--, se destacan dos grupos principales para periódico analizado en este capitulo: los viejos industriales, banqueros y comerciales porfirianos que solían adoptar una actitud mas conservadora y antigubernamental, y el “nuevo grupo” de manufactureros mas pequeños que se formo en los años treintas y cuarentas y que mas tarde habrían enojar a los viejos industriales con su postura constante a favor del gobierno (Shafer, 1973, p.59; Mosk, 1954, pp. 21-52). El nuevo grupo – que representaba una fuerza pequeña pero importante en la comunidad empresarial mexicana en los años cuarentas -- tenía mucho para beneficiarse a través de la extensa protección del gobierno y los controles de crédito y, por siguiente, se conformaban más con la línea del gobierno como una manera de obtener apoyo (Vernon, 1963, pp. 167-168). En consecuencia, mientras que el nuevo grupo apoyaba al gobierno en una amplia gama de asuntos, incluidas la reforma agraria y la legislación laboral, los industriales mas antiguos y de mayor envergadura se mostraban constantemente recelos ante la extensa intervención del gobierno en la economía, las políticas redistributivas y los sindicatos obreros (mosk, 1954, pp. 24-27). Los industriales de la cerveza, por su parte, estaban satisfechos con los acuerdos existentes y veían poco que ganar con la ampliación de la protección – ya que ellos dependían con frecuencia de insumos externos y se orientaban mas hacia la exportación que hacia el mercado interno—o con los controles de crédito – ya que regularmente tenían juntas directivas vinculadas con los principales bancos--, y si tenían mucho que perder con el apoyo del gobierno a la movilización laboral (Vernon, 1963, p. 167; Mosk, 1954, pp.25,27). La presidencia de Cárdenas represento un momento decisivo en las relaciones entre los industriales más antiguos, los bancos y el gobierno. Cárdenas represento en un momento decisivo en las relaciones entre los industriales mas antiguos, los bancos y el gobierno. Cárdenas se enemisto con los empresarios conservadores no solo por sus palabras, si no también por sus actos: su fiera retórica de la “educación socialista” se equiparaba con las redistribuciones de la tierra, el apoyo a las huelgas y 97 las expropiaciones de propiedad extranjera. En 1936, la política de apoyar a los obreros en contra de los patrones en la huelgas llevo al gobierno a un conflicto con la familia industrial mas prominente de Monterrey, los Garza Seda; durante dicho conflicto, el presidente anuncio en un discurso incendiario que si los patrones estaban “cansados de la lucha social” podían “ceder sus industrias a los obreros o al gobierno” (LaBotz, 1988, p. 61). Mientras tanto, en intento fallido de incrementar la inversión privada a través de la legislaron provoco que el gobierno hiciera acusaciones de especulación, y los banqueros expresaron su disgusto hacia la presidencia con una fuga de capitales de gran escala (Maxfield, 1990, p.62). Posteriormente, tanto los industriales más antiguos como los banqueros participaron en la fundación de instituciones de educación superior para proporcionar una alternativa a lo que ellos percibían como la ideología de izquierda en las universidades reguladas por el estado. El Instituto Tecnológico y Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), fundado por industriales locales en 1943, hacia hincapié principalmente en los campos técnicos, como ingeniería y administración de empresas. Inspirado en los institutos tecnológicos de Massachussets y de California, el “el TEC de Monterrey” no contaría con un departamento de de economía hasta 1954 (Levy, 1986, p. 121). Otra universidad privada, la Iberoamericana, también se fundo en los años cuarentas con una orientación católica conservadora, pero la Ibero no tendría un departamento de economía hasta los años setenta. Más importante para el desarrollo de la ciencia económica en México fue la fundación de la Asociación Cultural Mexicana en 1946 y, posteriormente, la creación del Instituto Tecnológico de México (ITM), cuyo programa central era la economía. La asociación fue idea de un grupo de empresarios que estaban interesados explícitamente en proporcionar una alternativa a lo que ellos percibían como inclinación izquierda de la UNAM. Las instituciones mencionadas como socios fundadores de la Asociación Cultural Mexicana incluían a siete de los principales bancos de mexicanos, el banco central y varias empresas de Monterrey, incluida la compañía de cerveza Moctezuma y la Compañía fundadora de Hierro y Acero de Monterrey. El primer concejo directivo de 98 la asociación incluyo a empresarios, banqueros e individuos con carreras tanto en las finanzas privadas como el en las publicas.14 El presidente de la asociación, desde su fundación hasta su muerte en 1967, fue Raul Bailleres, un banquero que fundo el Crédito Minero –mas tarde Banca Cremi-, el primer banco mexicanos especializado en el financiamiento de la operaciones mineras. Empresario autodidacta sin una educación académica formal, Bailleres también presidio un grupo financiero con intereses de control en la compañía cervecera Moctezuma con base con base en Monterrey y la cadena de tiendas departamentales El Palacio de Hierro (“Raul Bailleres”, 1988, p. 6). Otro importante director de la Asociación fue Aníbal de Iturbide, que se convirtió en director del Banco Nacional de México en 1945 y en director de Banco Comercial Mexicano en 1955 (“Aníbal de Iturbide”, 1988, p.8). Aarón Sáenz, otro socio fundador, fue un magnate del azúcar, con la que izo su fortuna a través de conexiones políticas adquiridas durante la revolución y que ocupó varios puestos importantes durante el maximato, entre ellos el de secretario de Educación (1930) y el de secretario de Industria, Comercio y Trabajo (1930-1931). Sáenz fue conocidos por sus estrechos vínculos con los grupos empresariales conservadores me Monterrey y también fue presidente del Banco Azuquero, un banco especializado en la inversión en la industria azucarera, que mas tarde se convertiría en el Banco de Industria y Comercio (Hamilton, 1982, pp. 87,89). Luis Montes de Oca y Carlos Navoa fueron socios del primer consejo directivo de la Asociación, con carreras tanto en finanzas privadas como en públicas. Montes de Oca fue un contador que había sido secretario de Hacienda de 1927 hasta 1932, y que era bien conocido por su papel en las negociaciones de la deuda externa en 1930. Más tarde fue directo del Banco de México, desde 1935 hasta 1940, y posteriormente se retiro de la vida pública para hacer banquero privado. Montes de Oca fue el socio fundador que tenía los vínculos más importantes con el mundo intelectual mexicano y, a través de él, el ITM pudo reclutar a Miguel Palacios Macedo – que supuestamente había dejado la escuela Nacional de Economía a causa de la inclinación izquierdista de ésta—para que enseñara en el ITM (Negrete, 1988, p.10). La carrera de 99 Nova fue, en este sentido, inversa a la de Montes de Oca: de banquero privado se convirtió en presidente de la Asociación de Banqueros de México (ABM) en 1936 y fue el director del banco central (Banco de México) de 1946 a 1952. Una entrevista en 1988 con Aníbal de Iturbide aclaro los propósitos de la Asociación Cultural Mexicana y de la escuela que ella creó: [En 1946] la ideología cardenista, equivocada en nuestra opinión, todavía estaba muy vigente. Las ideas del gobierno del general Cárdenas todavía tenia una influencia importante en el desarrollo ideológico de la vida y la política mexicanas, lo que a nosotros nos parecía de los mas infortunado para la búsqueda de un desarrollo equilibrado del país… pensábamos que si había que alternar el desarrollo industrial de México teníamos que cambiar la mentalidad de la gente por que con una mentalidad predominantemente de tipo socialista, izquierdista, que era lo que predominaba en el medio político… Ésa fue esencialmente la razón que nos impulso a crear el Instituto Tecnológico de México, teniendo como meta la creación de una escuela de economía de donde egresaban los futuros hombres que manejarían la economía tanto privada como publica de México… La idea empezó a tomar forma durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas, cuando vimos que su política no coincidía con lo que nosotros pensábamos. Creíamos que con la ideología cardenista en pleno vigor no existía suficiente aliciente para la inversión del capital que iniciaría el proceso de transformación de un país agrícola y minero a uno industrial… La escuela de Ingeniería descartada por que llamamos a la conclusión de que no podíamos ser eficientes si tratábamos de incluir tantas ramas. Nos decidimos por tres o cuatro escuelas, dándole siempre a la Escuela de Economía, por que en nuestra opinión, era la base que cambiara el futuro de México (Negrete, 1988, pp.9-10). La ideología intervencionista del estado “cardenista”, criticada por Iturbide y sus socios de la Asociación, estaba relacionada con la Escuela de Economía en la 100 UNAM. Un articulo de la revista Tiempo del 15 de marzo de 1946 citaba a uno de los fundadores del ITM –cuya identidad no se especificaba--, que decía: “Necesitamos economistas liberales, no contaminados con el intervencionismo del Estado y que defiendan nuestros intereses”, y criticaban a la Escuela de Nacional de Economía: “La Universidad Nacional y su Escuela de Economía están sumidas en un permanente desorden y… poseídas de una orientación estatista, no pueden garantizar la formación de técnicos bien capacitados los que puedan confiar los bancos y los negocios privados” (“Economistas”, 1988, pp.13-14). Estos planes para crear una escuela de economía rival alarmaron a los administradores de la UNAM y llevaron al rector de esta casa de estudios, Gilberto Loyo, a escribir una carta al cofundador de la Asociación Carlos Novoa para interpretar disuadirlos del proyecto: Nuestra Escuela… no forma… individuos fantásticos de extrema izquierda, sino economistas que conocen su ciencia… y aun cuando entre nuestros alumnos, graduados y profesores, como es obvio, existen algunas personas de la extrema izquierda, este corto número de personas no da ala institución entono sectario, y jamás han utilizado sus cátedras para hacer propaganda (Loyo [Gilberto], 1946a). El 3 de Julio, Loyo hablo en una reunión del Club de Banqueros Mexicanos acerca de por que seria poco aconsejable iniciar una nueva escuela de economía (Loyo [Gilberto], 1946b). A pesar de estos esfuerzos, el ITM inicio clases ese mismo año, con veintidós alumnos inscritos.15 Aunque este numero de estudiantes parecía ser mas bien pequeño para construir una amenaza a la escuela Nacional de Economía, debe considerarse que esta ultima tenia un total de solo 381 alumnos, 122 de los cuales estaban en primer año en 1946 (UNAM, 1981, p.257). La influencia progresiva de la Asociación Cultural Mexicana en la trayectoria del ITM, mas tarde el autónomo ITAM, se haría sentir a través de su poder para designar al rector de la escuela por un termino indefinido (Levy, 1986, p.133). 101 CONCLUSIONES La recién acuñada profesión de economistas en México estuvo fuertemente determinada por el contexto histórico global de la Gran Depresión, durante la cual el Estado mexicano volvió su atención a la satisfacción de los acreedores internacionales – un asunto de gran importancia en los años veinte—y hacia la movilización de apoyo interno. En particularmente durante la presidencia de Cárdenas, el Estado que surgió toleraba e incluso apoyaba la ideología izquierdista. Esta tendencia se reflejo tanto en la primeras publicaciones del Fondo de la Cultura Económica como el las primeras tesis de economía de la UNAM. Sin embargo, hemos visto que la Escuela Nacional de Economía “socialista” en el sentido estricto de la palabra. Lo que los empresarios conservadores encontraban objetable el programa de economía de la UNAM no era un programa explicito para la revolución socialista, si no una retórica que sonaba amenazante y les recordaba que, en el orden posrevolucionario existente, podía haber dirigentes políticos para quienes los valores de la propiedad no fuera sacrosantos. Es importante hacer notar que el primer programa privado de economía en México fue fundado por razones específicamente ideológicamente más que por razones practicas. Los sectores privados necesitaban alcanzar un nivel crítico de complejidad organizacional para demandar los servicios de expertos profesionales. La ciencia económica parecía requerir un nivel relativamente alto de complejidad; por ejemplo, mientras que los contadores eran contratados en grandes cantidades por las empresas españolas durante el siglo XIX, los economistas no trabajaron en el sector privado hasta los años cincuentas (Guillén, 1989, p.69, 132). 15 Por desgracia, no pude material sobre los cursos que se impartían en el ITAM durante sus primeros años. 102 El sector privado mexicano de los años treinta, aunque no tan incipiente y subdesarrollado como implicaban las primeras tesis de economía de la UNAM, no era lo suficientemente refinado para considerar la imperativa contratación de profesionales –más que a sus familiares, por ejemplo--. Por consiguiente, es dudoso que la Asociación Cultural Mexicana hubiera fundado su programa alternativo 1940 sin el estimulo de un programa ideológicamente hostil contra el cual reaccionar. Al crear en ITM, los dirigentes empresariales mexicanos esperaban crear un contra peso político a la ideológico de la Escuela de Economía de la UNAM. La ciencia económica no fue la única profesión que sufrió este tipo de “escisión” profesiones entre versiones del sector público y privado. A finales del siglo XIX, por ejemplo, algunos empresarios alemanes encontraban el discurso de los economistas alemanes incómodamente cercano al socialismo y, en consecuencias, fundaron sus propios programas de economía más conservadores y mas orientados al comercio (Lindenfeld, 1990, pp. 215-216). Un ejemplo mas reciente de un programa mas reciente de economía privado, surgido políticamente del conflicto gobierno-empresa, puede encontrarse en Argentina. En 1977, en la provincia de Córdoba se fundo un programa de investigación en economía, basado en la opinión a la política del gobierno de un grupo empresarial local. Los dirigentes empresariales locales sintieron que la dictadura militar, aunque fingía estar de acuerdo con la ideología del laisses-faire, en realidad practicaba una especie de capitalismo intervencionista y un amiguismo que favorecía a las empresas en y alrededor de Buenos Aires, a expensas del sector privado de provincia. Una figura clave de este instituto de investigación fue Domingo Cavallo, un doctor en economía formado en Harvard que mas tarde acabo con la inflación, equilibro el presupuesto y privatizo empresas de propiedad estatal durante el gobierno de Menem (N’haux, 1993, pp. 30-90).por tanto, aun dentro de una sola nación, las ciencias sociales pueden tener mas de una clientela potencial. ¿Tendría éxito el ITM en forjar un tipo ideológicamente distinto de economía, diferenciándose así del de la UNAM? En el siguiente capitulo veremos que hubo varios factores que impidieron que el ITM formulara un tipo radicalmente distinto 103 de programa de economía. Uno fue la relativa paz que por lo general caracterizo las relaciones entre el gobierno y el sector privado durante los años que transcurrieron desde el final de la presidencia de Cárdenas hasta 1970. Otro fue el paradigma dominante para la economía en el periodo de la posguerra un papel fuerte del Estado en el fomento del crecimiento y la estabilidad económicos. El resultado fue un grado sorprendente de convergencia entre ambos programas. Pág. 104 ---------------------------------------------------------------------------------------------------------Pág. 105 IV. EL MILAGRO MEXICANO Y SU PARADIGMA DE POLITICAS, 1940-1970 A DIFERENCIA DE LAS DECADAS TURBULENTAS después de la Revolución, el periodo de la posguerra en México de caracterizo por una relativa paz social, así como por el impresionante crecimiento económico popularmente conocido como el “milagro mexicano”. La intervención del Estado en la economía, junto con el refinamiento económico reciente, creó una demanda de economistas tanto en el sector privado como en el publico, aunque en este ultimo todavía fue donde predominantemente encontraba empleo la mayoría de los economistas mexicanos. Los programas de economía en escuelas privadas sobre todo el del ITM, que se convertiría en el autónomo ITAM en 1962, y el del Tecnológico de Monterrey florecieron conforme los empresarios adquirieron mayor cultura con respecto al papel y a las funciones de los economistas en la empresa privada. De mayor interés teórico durante este periodo, sin embargo, fue la evolución del economista en el sector público, y la correspondiente evolución del centro más importante para la capacitación de economistas destinados a aquel: la Escuela Nacional de Economía de la UNAM. Después de las grandes agitaciones sociales de la presidencia de Cárdenas, el foco de la política del gobierno mexicano paso de los 104 asuntos sociales y las políticas redistribuidas a la tarea de promover el desarrollo económico. La creciente necesidad de economistas como técnicos dentro de una burocracia desarrollista se reflejo en la creciente tecnificación del programa de economía de la UNAM. Al mismo tiempo, el consenso entre el gobierno y el sector privado se reflejo en el programa de economía del ITM patrocinado por el sector privado. Por consiguiente, la ciencia económica mexicana evoluciono junto con los cambios en su clientela del sector público y se volvió más unitaria cuanto más convergían los intereses de sus clientelas públicas y privada. EL DESARROLLISMO EN MEXICO Y EN AMERICA LATINA El modelo teórico mas importante para el desarrollo económico durante la posguerra en América latina fue el de la comisión económica para América Latina (CEPAL.) de Naciones Unidad, que fue organizada en 1948 con sede en Santiago de Chile. El marco teórico de la CEPAL constituyo el ejemplo fundamental del tipo de escuela regionalmente específico de pensamiento económico que prolifero durante el régimen keynesiano de la posguerra. Según el modelo de CEPAL, los países en vías de desarrollo se comportaban de acurdo con un conjunto de reglas muy diferentes a las esbozadas por los teóricos económicos clásicos y neoclásicos. La teoría económica clásica aseguraba que un régimen de libre comercio internacional permitía que los países ricos y pobres por igual se beneficiaran de la capitalización de sus “ventajas comparativas”. En cambio, la CEPAÑ alegaba que en un régimen de libre comercio internacional, los países del centro ganaban más que los periféricos, a causa del “deterioro en términos de comercio” ; es decir, que en un país periférico tendría que vender continuamente mas de sus productos primarios en el mercado mundial para comprar el mismo valor de bienes terminados. Estas desigualdades inevitablemente provocaron problemas en la balanza de pagos para los países periféricos, ya que el ingreso real que recibían de sus exportaciones fluctuaban y tendía a disminuir, mientras que la cantidad pagada por las importaciones permanecía constante o aumentaba. Los 105 países periféricos que exportaban materias primas también sufrían un desempleo estructural que inhibía el crecimiento de los salarios reales y el desarrollo de mercados internos (Hirschman, 1961, pp. 12-13: Villareal, 1984, pp. 163-164; Zapata, 1990. pp. 149-154). La CEPAL argumentaba que los países periféricos podrían avanzar solo si dejaban de depender de la exportación de materias primas y de la importación de productos industriales acabados. Por tanto, la industrialización de estos países no podía dejarse a los caprichos de los mercados libres, sino que necesitaba ser promovida a través de activas políticas gubernamentales dirigidas a proteger a las “industrias infantes” de la competencia externa, junto con la protección de los salarios, a fin de mantener la demanda interna (Villareal, 1984, p. 165). Aunque las teorías de la CEPAL no se ajustaban a la tradición neoclásica dominante de la ciencia económica internacional de la posguerra, tenían importantes vínculos con una rama de esta tradición, a saber, la escuela de los economistas del “desarrollo” como Lewis, Rostow y Nukse (cf. Martinussen, 1997). Las prescripciones de política de la CEPAL y sus teóricos eran conocidas por los economistas y formuladores de políticas mexicanos del periodo de la posguerra. En 1944, Raúl Prebisch dio una importante serie de pláticas en el banco de México y una conferencia en El Colegio de México (Solís, 1988, p. 225). Prebisch utilizo por primera vez los famosos términos “centro” y “periferia” en una reunión de banqueros centrales latinoamericanos organizada por el banco de México en la ciudad de México en 1946 (Love, 1996, p. 225). Juan Loyola, un prominente profesor de la Escuela de economía de la UNAM fue líder teórico de la CEPAL. Sin embargo, quizá la mejor medida de la influencia intelectual de la CEPAL en México fue EL Trimestre Económico, que durante los años cincuenta dio un notable giro cepalino. Durante la primera mitad de esa década, por ejemplo, Víctor Urquidi que fungió como director del capitulo México de la CEPAL de 1951 a 1958 fue director de El Trimestre. Además de varios economistas gubernamentales importantes formados en el extranjero entre ellos Edmundo Flores Y Raúl Salinas 106 Lozano ta durante los años cincuenta incluyo a Raúl Prebisch, el líder intelectual de la CEPAL. Prbisch permaneció en el consejo editorial de El Trimestre hasta 1973. Las políticas económicas de la posguerra en México en particular su compromiso con la industrialización a través de la sustitución de importaciones básicamente acordes con la prescripciones de la CEPAL sin embargo, esta institución nunca fue tan importante para determina las políticas del gobierno en México como en otros países latinoamericanos. Según algunos, esto se debió a que el gobierno mexicano era celoso de su autonomía respecto a influencias externas, sobre todo aquellas que, a diferencia del banco mundial o del FMI, no podían proporcionar recursos como complemento de su consejo (entrevista con Urquidi, 26 de septiembre de 1995). Este parentesco entre las políticas desarrollistas del México de la posguerra y las prescripciones de CEPAL era el resultado de antecedentes históricos comunes más que de una influencia directa. El modelo del laissez- faire, orientado a la exportación, de finales del siglo XIX y principios del XX había sido prácticamente abandonado como respuesta a la crisis económica global de principios de los años treinta. Posteriormente hubo una ola de políticas intervencionistas en toda América Latina, incluida la sustitución de importaciones (Díaz Alejandro, 1984, p. 17). Por tanto, cuando se organizo la CEPAL en 1948 con sede en Santiago de Chile, su papel era dar un fundamento teórico a las políticas que ya se habían puesto en marcha. Además del énfasis común sobre la industrialización basada en la sustitución de importaciones y otras formas de intervención gubernamental en el desarrollo económico, los modelos de México y de la CEPAL se parecían en que ambos dependían a menudo conscientemente del manejo eficaz de las demandas políticas. En muchos países latinoamericanos, contribuyeron al desarrollo económico en la posguerra los niveles relativamente bajos de conflicto social, que podrían atribuirse tanto a los beneficios compartidos del crecimiento económico como al establecimiento de marcos institucionales, como la legislación laboral, que permitían que diferentes clases se aliaran alrededor del proyecto nacionalista común de industrialización (Zapata, 1990, p. 107 154). De manera similar, el desarrollo económico de la posguerra en México fue posible gracias al manejo de las demandas desde abajo y al consenso entre el gobierno y el sector privado. EL MILAGRO MEXICANO El fin de la presidencia de Lázaro Cárdenas en 1940 marco la incorporación definitiva delos diferentes sectores sociales en el partido gobernante, que allano el camino para que la política estatal cambiara el rumbo de cuestiones relacionadas con la distribución de bienes, al fomento al desarrollo económico. Bajo la presidencia de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), el gobierno limito la reforma agraria, moderó su controversial retórica sobre aspectos como la educación socialista y se concentro en mejorar las relaciones con los Estados Unidos y el sector privado. El presidente Miguel Alemán (1946-1952), en esta misma línea, siguió promoviendo políticas opuestas a los sindicatos, así como la legislación para proteger a los propietarios privados de tierras contra la expropiación; al mismo tiempo fomento la empresa privada a través del desarrollo de infraestructura y la apertura a la inversión extranjera(Maddison et al., 1989 pp. 123-126). Ambas presidencias aumentaron extraordinariamente los niveles de protección industrial, lo que demostró el compromiso del gobierno mexicano para promover el desarrollo económico (Hansen, 1971, p. 48). Las tres presidencias que siguieron al gobierno de Cárdenas estuvieron todas caracterizadas por un crecimiento económico importante a costa de la inflación, resultado de políticas basadas en el financiamiento inflacionario de los gastos del gobierno sin aumento de impuestos. Entre 1940 y 1954, el PIB creció en México en promedio mas de 5% anual (Ayala Espino, 1988, p. 288). Al mismo tiempo, los datos estadísticos señalan que estas políticas disminuyeron los salarios reales tanto en el sector agrícola como en el no agrícola, mientras que aumentaron los ingresos reales de los empresarios y formuladores conservadores de políticas deben haber aprobado el control firme que se ejerció sobre la demanda salarial de los trabajadores durante esos 108 años (cf. Labotz, 1988), muchos no aprobaban el financiamiento inflacionario del crecimiento. Un oponente conspicuo de la política monetaria relajada fue el fundador del ITM y del banco de México, Miguel Palacios Macedo (Cárdenas, 1944, p. 103). En el contexto de un tipo de cambio fijo, la inflación de la posguerra tuvo efecto de provocar déficit en la balanza de pagos, lo que llevo a un ajuste de la moneda en 1948 con apoyo del FMI y prestamos posteriores del Banco Mundial y del Eximbank estadounidense. En 1954 hubo una devaluación del peso de $8.65 a $12.50 pesos por dólar, la cual estuvo acompañada de préstamos del Banco Mundial y asistencia para la balanza de pagos del FMI (Madison et al., 1989, p. 125; Cárdenas 1994, p. 149). En contraste con el crecimiento inflacionario que caracterizo los dieciocho años posteriores a la presidencia de Cárdenas, desde 1955 hasta 1970 tres periodos presidenciales sucesivos emprendieron la tarea de mantener altos niveles de crecimiento económico mientras evitaban el ciclo de inflación-devaluación-déficit que había caracterizado a las tres presidencias anteriores. Las políticas del “desarrollo estabilizador” se llevaron a cabo durante la gestión de Antonio Ortiz Mena como secretario de Hacienda, durante los periodos presidenciales sucesivos, y de Rodrigo Gómez como director del banco central. Como resultado, el gobierno mexicano abandono el financiamiento del gasto público a través de créditos directos del banco central y lo hizo depender, en cambio de la venta de bonos gubernamentales a través del sistema bancario comercial, requerimientos de reserva y deuda externa (Ayala Espino, 1988, p. 343). Al mismo tiempo, el gobierno no se comprometió a la libre convertibilidad del peso y una tasa de cambio fija, y restringió los precios de bienes de consumo como la gasolina, la electricidad, el azúcar y otros bienes y servicios a través de un amplio sistema de subsidios públicos (Izquierdo, 1995, pp. 18-28). En conjunto, el periodo de 1940 a 1970 fue de un mejoramiento económico importante, con tasas de crecimiento reales anuales del PIB de más de 6 % en promedio. Durante esos años, México transformo una parte de su atraso, de una economía predominante agrícola a una economía industrial dinámica y se hizo productos alimenticios, acero y bienes de consumo y productos básicos de petróleo (Hansen, 1971, 109 p. 48). El sistema de políticas responsable de este éxito se caracterizo en general por un compromiso con la protección industrial, un alto nivel de intervención directa del estado en muchas aéreas de la economía sobre todo en la industria petrolera en la energía eléctrica, la promoción de la industria a través de la intermediación financiera de Nacional Financiera, el banco de desarrollo industrial estatal, y niveles sumamente bajos de impuestos. Estas políticas fueron elaboradas y manejadas por una creciente burocracia desarrollista en la que los servicios de los economistas fueron cada vez más importantes. Durante el ultimo periodo del “desarrollo estabilizador” (1955-1970) las actividades del gobierno fueron financiadas de manera creciente con prestamos en los mercados internacionales fue el banco de desarrollo estatal, que financio proyectos de desarrollo privado extraordinariamente provechosos (Thompson, 1979, p. 114, Blair, 1964). La viabilidad política progresiva del desarrollismo mexicano fue fomentada, en parte, por los resultados positivos: un crecimiento económico espectacular durante el periodo de la posguerra creo beneficios que, a la larga, terminaran por alcanzar a muchos, si no es que a todos, los grupos sociales. Pero el manejo político de las demandas de diferentes grupos sociales también factor un factor crucial en el crecimiento económico mexicano durante la posguerra. Considerando en retrospectiva este periodo, el economista mexicano Leopoldo Solís (1973) comentaba que “el sistema político mexicano ha sabido armonizar las diferentes presiones y demandas resultantes de los efectos que tienen un rápido crecimiento económico, especialmente sobre la distribución de la riqueza, gracias a lo cual el país ha disfrutado de una larga etapa de estabilidad política, la mas prolongada que México haya conocido desde la independencia” (p. 7). La paz social y política fue el fundamento sobre el cual se construyo el Milagro Mexicano. Esta paz, y la manera como se logro, tuvo importantes implicaciones para la economía profesional en México: Después de 1940, las relaciones entre el gobierno y el sector privado mejoraron constantemente y es fácil entender porqué: la política del gobierno mantuvo bajos los impuestos y los salarios, amplio la 110 infraestructura y protegió a las industrias internas de la competencia extranjera. Mientras que el consenso entre el gobierno y las empresas es fácil de explicar, la paz relativa con los grupos sociales más bajos es más complicada. Este es el enigma central que Hansen (1971) plantea en su libro sobre los fundamentos políticos del desarrollo mexicano. Hansen observó: que el éxito económicos mexicano podrían explicarse, en parte, como resultado de su capacidad de evitar los gastos sociales costosos que provocan altos niveles de inversión productiva. Comparando con otros países latinoamericanos, México gasto relativamente menos en programas sociales, como el de seguridad social, y relativamente mas en infraestructura .además, en 1971, México tenia la carga fiscal mas baja de America latina, con excepción Guatemala, Paraguay, y Colombia: la distribución del ingreso en México era sumamente desigual, y esa desigualdad no se redujo mediante políticas gubernamentales de impuestos y gastos, como en otras partes desde America latina, en realidad, la desigualdad de ingreso aumento de maneta constante en México desde 1950 hasta 1968 (Hansen, 1971, pp. 7185; Félix, 1982).3 Aunque cuando el resultado predecidle en un escenario como este seria de inconformidad social a gran escala e inestabilidad, en el periodo de la posguerra México fue en realidad el mas estable y menos propenso a conflictos sociales que otros países latinoamericanos. ¿Como se logro esto? La respuesta de esta importante pregunta esta en el sistema político mexicano. La rápida circulación de la elites políticas mexicanas ofrecía muchas oportunidades para la movilidad social y el desarrollo económico, y la expansión de l gobierno mexicano agrando de manera importante la clase media mexicana; por consiguiente, aunque los que se encontraban en el nivel social mas bajo ciertamente no mejoraron, el descontento se calmaba por la posibilidades de ascenso (Hansen 1971, pp. 180-181). Al mismo tiempo, el sistema político proporcionaba pocas oportunidades para cuestionar y cambiar el orden existente; las demandas políticas eran limitadas. El pluralismo político formal era una mascara para un sistema real de partido único me imposibilitaba que las políticas gubernamentales fueran socavadas electoralmente. 111 Mientas tanto, el corporativismo mexicano manejaba con cuidado las amenazas no electorales al sistema, como huelgas y movimientos sociales, la estructura del parido revolucionario institucional (PRI) incorporo a los sectores agrícolas y obrero oficiales---- junto con la amorfa clase media o sector “popular”----, pero estos sectores oficiales también fueron armas efectivas para el control de las demandas sociales. El gobierno controlaba la mano de obra a través de una estrategia conjunta de cooptación y represión: los dirigentes de las cooperativas eran recompensados con la permanencia de puesto e incluso con curules legislativas; los dirigentes disidentes eran apresados y, en su lugar, eran impuestos los dirigentes sindicales aprobados por el gobierno, conocidos como charros (middlebrouok, 1995). Además, si el sector obrero no podía considerarse como independiente, el sector agrario oficial lo era aun menos, sus dirigentes eran constantes mente puestos desde arriba y los legítimos portavoces de los campesinos eran derrotados en elecciones fraudulentas, apresados o incluso asesinados (Hansen, 1971, pp. 113-114) LA BUROCRACIA DEL DESARROLLO Durante los años del milagro mexicano los extensos poderes del presidente mexicano con respecto ala política económica eran refrendados en algunos aspectos por el secretario de hacienda, que controlaba tanto el proceso tributario como presupuestal. En los años cincuenta y principios de los sesenta el ejecutivo hizo algunos esfuerzos para limitar el poder del secretario de hacienda. Esto causo la creación de la secretaria de recursos naturales con discrecionalidad sobre la industria petrolera y paraestatal y otra áreas; mientras tanto, la recién creada secretaria de la presidencia se suponía que coordinara diferente programas económicos y llevara acabo la planificación económica Ayala, espino, 1988, p. 348; centeno, 1994, pp. 77-80; izquierdo, 1995, p. 49). La secretaria de economía se transformo en el la secretaria de industria y comercio, una acción de inquietaba quitarle poder ala secretaria de hacienda en el área de política comercial; simbólicamente esto significaba que la política fiscal era considerada como 112 parte des esfuerzo deliberado de la protección industrial y no como un simple mecanismo para captar recursos fiscales (izquierdo, 1995, p. 44). Es probable que un efecto de estas medidas haya sido de difundir la demanda de economistas profesionales a todas las demás ramas del gobierno. Mientas tanto la “planificación económica” se convirtió en la frase de modo en los discursos de los administradores públicos, y un creciente consenso dentro del gobierno respeto ala necesidad de que se consideran y que se coordinaran con mayor cuidado la política de desarrollo hizo que apreciaran indispensables los servicios económicos. En 1960, en un discurso en la entrega del premio de la economía, el secretario de hacienda, Antonia Ortiz mena (un abogado con experiencia practica en el sector de las finanzas publica), dijo: “debemos planear nuestra industria y recursos….cada ves necesitamos mas en México el trabajo de los economistas; cada ves es mas necesario que pensemos en la planeación de nuestra industria y en la planeación del desarrollo de nuestros recursos económicos” (Barrosco castro, 1961, p. 19). La planificación económica centralizada a ahora una posibilidad real en México, a causa de las técnicas administrativas que habían mejorado considerablemente desde que se fundaron las instituciones para la elaboración de políticas económicas en los años veinte y treinta. Por ejemplo, hacia 1950, los analista estadísticos de las finanzas gubernamentales estaba los suficientemente desarrollados para integrarse en la cuentas nacionales y. Hacia finales de los cincuenta, los datos de las cuentas nacionales completamente desarrollados estaban disponibles en el banco central (Maddison et al., 1989, p. 127). A principios de los años cincuenta se desarrollo en la secretaria de hacienda un sistema de clasificación para el gasto publico, de modo que la secretaria pudiera vigilar con mayor exactitud el gato del gobierno (entrevista con Urquidi, 19 de septiembre de 1995). Y durante los años sesenta se mejoraron los procesos administrativos se la secretaría de hacienda, de manera de contar con información clara y exacta el control de las mercancías importadas (Solís, 1981, p. 17). Este énfasis en la planeación de México fue parte de una tendencia mas amplia en America latina, y en general en los países en vía de desarrollo, que fue 113 resultado de las nuevas técnicas en la elaboración de políticas económicas y al mismo tiempo le sirvió de estimulo. Con base en observaciones de primera mano del papel de los economistas de la planificación de Colombia durante los años cincuenta, hirschman (1971) objetaba que la planificación económica en America latina a Menudo presupone una noción excesivamente optimista de la media en que los economistas equipados con nuevas técnicas podrían servir como micro gerentes eficaces (pp. 41-62).4 Ya sea que están intervenciones fueran o no eficaces como creían quienes las propusieron, uno de sus efectos fue colocar a los economistas en puestos cada ves mas importantes dentro de las burocracias gubernamentales latinoamericanas durante los años cincuenta y sesenta. Los avances internacionales en las técnicas estadísticas de que supusieron los gobiernos nacionales después de los años treinta y cuarenta hicieron posible la elaboración de los planes económicos detallados. Uno de los más importantes fue la contabilidad nacional, que do origen a las cuentas de ingresos nacionales durante los años treinta y, después de la segunda guerra mundial, a cálculos mas detallados de los flujos de dinero entre diferentes sectores. En 1953 las naciones unidas publicaron un sistema de contabilidad nacional que se convirtió en norma internacional; según Urquidi (1995), antes de esa época el departamento de los estados unidos había sido una especie de meca de la contabilidad nacional entre los funcionarios mexicanos. En esos años, los funcionarios mexicanos interesados en aprender las técnicas mas recientes para el cálculo de las balanzas de pagos organizaban visitas a la reserva federal de los estados unidos (Mcneely, 1995, pp. 76-77; entrevista con Urquidi, 26 de septiembre de 1995.) En contraste con los graduados de economía la UNAM de los años treinta y cuarenta, los economistas de México en los cincuenta y sesenta podían aspirar a ser mas que burócratas o supervisores de políticas e instrumentos previamente formulados, y participar relámete en el diseño de la política. De particular importancia en México durante este periodo fue una nueva generación de economistas formados en el extranjero con niveles más altos de competencia técnica que los graduados en la UNAM. Estos economistas---conocidos como “técnicos” según Raymundo Vernon, que 114 los observo directamente en los años sesenta ---- se hicieron indispensables para el gobierno debido a que las técnicas para manejar una moderna economía capitalista simplemente se había vuelto muy complicada para dejárselas a aficionados: Por acuerdo general, asuntos tales como las políticas de tipo de cambio fiscal y monetario. De inversión y ahorro, y materias esotéricas similares ya no puedes dejarse por completo a los oficios rudos y expedidos de los políticos… Las técnicas económicas se han hecho tan complejas que están fuera de las comprensiones fácil de aficionados8 Vernon, 1963 p. 136). Relativamente pocos mexicanos habían estudiado economía en el extranjero durante ese periodo, por que no existía un programa extenso de becas que financiara sus estudios excepto el programa de capacitación para el personal del banco de México, el cual analizaremos en la siguiente sección. Como resultado, los economistas formados en el extranjero constituían recurso escaso y valioso, y rápidamente vinieron a ocupar puestos importantes. Dos de los primeros ejemplos de este tipo de economistas fueron víctor Urquidi y Josue Sáenz , que recibieron su licenciatura de economía en los años treinta de la Landon Scholl Of. economics y del swarthmore collage, respectivamente. Sáenz se convierto en director del departamento de crédito de la secretaria de hacienda en 1964 y Urquidi ocupo posterior mente puestos importantes en el banco de México y en la secretaria de hacienda. Otro prominente técnico, Edmundo Fores, recibió una beca de la universidad de Wisconsin para hacer su doctorado en economía agrícola a finales de los cincuenta y después de convirtió en un importante funcionario de la secretaria de agricultura y en director del consejo nacional de ciencias y tecnologías. Raúl Ortiz mena5 , un graduado de la escuela nacional de economía, tomo clases de economía en Harvard y en la universidad de Chicago en los años cuarenta con una beca del banco de México y llego a ocupar importantes puestos en la banca de desarrollo industrial; la secretaria de hacienda y la secretaria de presidencia. Rafael izquierdo termino sus estudios de licenciatura en la McGill University a finales de los años cuarenta y se 115 convirtió en la cabeza de un importante grupo de la secretaria de hacienda y el banco de México en los años sesenta. Leopoldo Solís, un graduado de la UNAM que recibió su doctorado de economía en Yale en 1959 con la ayuda de una beca del banco de México, posteriormente encabezo el prestigioso departamento de estudios económicos del banco central. Raúl salinas lozano---cuyo hijo fuera presidente de México en 1988---- fue un graduado en economía de la UNAM que posteriormente estudio en Harvard con una beca de una secretaria de gobierno (pallares Ramírez, 1952, p. 14). Salinas fue el primer economista formado en el extranjero --- y el primer graduado en economía de la UNAM --- en ocupar un puesto de primer nivel de la creación de políticas--- secretario de comercio--, el cual asumió en 1958. La demanda de los servicio de estos economistas entrenados en el extranjero fue resultado no solo de las técnicas estadísticas y administrativas cada ves mas refinadas, si no también de un nuevo orden económico internacional de la posguerra de que México dependía cada ves mas de recursos externos. Al igual que otros países en vías de desarrollo, México dejo de pagar su gran deuda gubernamental por la época de gran depresión. Como resultado, el acceso mexicano a los recursos inversionistas de la cartera extranjera era prácticamente inexistente en los años cuarenta; hasta mediados de los cincuenta más o menos, el desarrollo económico mexicano se financio con recursos internos. Sin embrago varios sucesos históricos conspiraron para alterar esta extraordinaria situación de independencia. Primero motivo por la consideración política de mantener a México como aliado durante la segunda guerra mundial, estados unidos facilito en 1942 un acuerdo respecto a la deuda sin pagar de México, que fue sumamente favorable (Bazant, 1968, p. 214-221).Segundo, el fin de la guerra presencio la creación de varias instituciones de créditos bilaterales y multilaterales que le permitieron a México volver a tener acceso al financiamiento internacional, así, empezó a recibir prestamos del banco mundial en 1948; en 1954, lidio con la devaluación y la fuga de capital con ayuda de un préstamo de reserva del FMI (Thompson, 1979, pp. 114-122). 116 En el año 1954 represento un momento crucial para la elaboración de políticas economistas de México en diversos aspectos. En contrastaste con las políticas inflacionarias de la década y media anterior, los formuladores de políticas economistas mexicanos se comprometieron con el objetivo de estabilizar los precios. O que produciría una baja notoria en las tasas de inflación acompañada por los altos niveles progresivos de crecimiento económico. Sin el impuesto de inflación, los recursos del gobierno utilizados para financiar el desarrollo económico podían prevenir ya sea de ingresos fiscales o de mercados financieros nacionales e internacionales. Y debido al fracaso de la reforma fiscal durante este periodo fueron los recursos provenientes de los mercados financieros los que utilizaron para financiar el desarrollo mexicano,. Además del FMI y el banco mundial empezaron a llegar recursos provenientes de Eximbank, del banco internacional de desarrollo (fundada en 1959) y de la agencia de los estados unidos para el desarrollo internacional (USAID). Lo mas importante fue que México adquirió una fama de estabilidad política y monetaria que le gano buena reputación en el exterior, lo que le permitió tener recursos de acreedores privados décadas antes de que estuvieran disponibles para otros países en vías de desarrollo. Hacia 1965, México tenía la mayor Derrama de crédito de todos los países en vías de desarrollo y podía emitir bonos a una tasa de interés apenas 1.5 puntos porcentuales arriba de la tasa prima de los estados unidos (Thompson. 199, pp. 177185). Además de su estabilidad política y monetaria, un factor poco reconocido sin duda importante que ayudo a México a asegurar su acceso a recursos extranjeros fue la importancia creciente de economistas formados en el extranjero en los ministros gubernamentales. Como observa Vernon, El flujo creciente de comunicaciones entre naciones y con agencias internacionales sobre temas [económicos] ha exigido que todos los países creen una clase d funcionarios responsables que sean capaces de mantener su fin en el intercambio. En 117 México, los técnicos económicos se han convertido en un elemento integral en el proceso de roma de decisiones sobre asuntos que afectan el desarrollo de México (1963, p. 136). En 1951, por ejemplo el banco de mundial--- entonces conocido como IBRD--- y el banco de desarrollo mexicano, nacional financiera, crearon un “equipo de trabajo combinado”, cuyo puposito era “evaluar las tendencia de largo plazo en la economía mexicana con referencia particular a la capacidad de México de absorber inversiones extranjeras adicionales” (equipo de trabajo mexicano combinado, 1953, p. ix.). El grupo consistía en dos economistas del banco mundial y dos economistas del gobierno mexicano: Raúl Ortiz Mena y víctor Urquidi, los cuales habían estudiado economía en el extranjero y ambos hablaban en ingles con fluidez. Así, en el periodo de la posguerra, el acceso a los recursos extranjeros pudo facilitarse mediante la presencia de técnicos del gobierno que “hablaban el mismo idioma” – tanto len sentido litera como figurado--- que los funcionarios de las organizaciones internacionales. Además de que la mayoría hablaban ingles fluidamente y el lenguaje de la economía muchos de los nuevos técnicos trabajaban en esas organizaciones internacionales y, por tanto, tenia la ventaja de mantener vínculos personales con funcionarios extranjeros e información interna. Por ejemplo, al principio de su carreras, Edmundo flores trabajo en la Food and agriculture organization (FAO) e tacones unidas y víctor Urquidi en el banco mundial; así mismo, tanto Urquidi como Rafael izquierdo obtuvieron experiencia relacionada con las políticas de la CEPAL durante los años cincuenta. Un efecto importante de esta tendencia fue el de promover la influencia de un grupo de economistas dentro de la burocracia gubernamental mexicana que tenían mas en común, en muchos aspectos, con economistas de otros países que con otros funcionarios mexicanos. La presencia de estos individuos, aunque útil para la aplicación de nuevas técnicas del aseguramiento de los recursos de organizaciones internacionales, también constituyo ciertos conflictos dentro de la burocracia encargada de elaborar las 118 políticas económicas. Pese a su papel como asesores y asistentes importantes en la preparación de políticas económicas, durante este periodo, por lo general, los economistas no hicieron ellos mismos las políticas económicas; los abogados y otros políticos seguían teniendo la ultima palabra.6 según Vernon (1963) los técnicos de este periodo fueron nacionalistas que favorecían la protección industrial y la intervención del estado, así como la planificación centralizada y la redistribución del ingreso (pp.138-149). Más que ponerse en contra de las ideas económicas internacionales dominantes, esta ideología intervencionista era prueba de que los puntos de vista de los técnicos eran compatibles con el consenso mundial keynesiano que prevalecía en la época. Sin embargo, las ideas de los técnicos a veces entraban en conflicto con las de los políticos-abogados tradicionales, a los que Vernon llama “políticos”. Las decisiones de política económica, en opinión de los técnicos tenían que hacerse sobre la base de normas aceptadas internacionalmente y por expertos. En contraste, los políticos creían en elaborar las políticas públicas de acuerdo con criterios más políticos, en particular, el efecto de las políticas en los grupos de interés más poderosos de México. Un ejemplo revelador del conflicto entre técnicos y políticos fue la disputa en torno a la reforma fiscal en los años sesenta. La Alianza para el progreso, financiada por Estados Unidos, prometía financiamiento externo a cambio de reformas estructurales y sociales en los gobiernos de los países latinoamericanos, y dio origen a la formulación de planes económicos en toda América Latina (izquierdo, 1995, p.48). Una de las recomendaciones de la Alianza fue la reforma fiscal y, en 1960, Nicolás Kaldor, un economista de fama mundial, fue invitado a hacer un informe para la Secretaria de Hacienda sobre la reforma fiscal en México. Kaldor fue un keynesiano en la London School of economics y, más tarde, en Cambridge que había trabajado con el CEPAL en los años cincuenta (Urquidi, 1987, pp. 919-922). Kaldor concluyo que el sistema de tributación mexicano captaba muy pocos recursos fiscales de una manera regresiva y otorgaba privilegios no garantizados a una porción importante del ingreso nacional. Como solución, recomendaba reformas radicalmente redistributivas que 119 tendrían el deseable efecto agregado de ampliar la base de demanda interna (izquierdo, 1995, pp. 69-70). En 1961, un grupo de economistas mexicanos, todos ellos formados en el extranjero, presento en la Secretaria de Hacienda un informe basado en las recomendaciones de Kaldor. Sin embargo, estas reformas fueron desechadas a favor de un paquete de reformas más acotadas propuesto por un grupo de abogados de la Secretaria de hacienda. La razón para desechar la propuesta de los economistas fue aparentemente de la oposición a las reformas por parte del sector privado, cuyos abogados temían que se provocara una fuga de capital (Izquierdo, 1995, p.68; Madison et al., 1989, p. 129). Esta imposibilidad de incrementar reformas tributarias importantes en México tendría consecuencias de largo alcance, ya que los esfuerzos posteriores para aumentar el gasto social y en infraestructura del gobierno tendrían que ser financiados a través de deuda externa, lo cual contribuiría a la crisis de la deuda de los años ochenta. 7 Estos economistas fueron Rafael Urrutia Millán, Agustín López Murguía, Ernesto Fernández Hurtado, Ifigenia Martínez y Víctor Urquidi (Urquidi,1987, p.923). Este conflicto entre economistas y abogados –0 entre “técnicos” y “políticos” --- dentro de la Secretaria de Hacienda ilustra algunas de las contradicciones existentes entre profesionales y políticos en la toma de decisiones. Se supone que los políticos poderan las políticas basándose en sus efectos sobre diferentes grupos de interés de partidarios o detractores potenciales ---aunque también son bien conocidos por su retórica acerca del bien común---. En cambio, la legitimidad profesional depende de la apariencia de objetividad imparcial y de la adhesión a las normas de una comunidad de expertos. Centeno (1993) observa que “la legitimidad tecnócrata se basa en el atractivo del conocimiento científico….Mientras que el estado del político es un “recipiente vacio” en el que sus electores depositan sus necesidades y aspiraciones, el tecnócrata ve al Estado como una unidad que es mayor que la simple suma de sus 120 partes”. (p.313). Porter (1995) señala de manera similar que los profesionales del gobierno ---tales como los economistas o los ingenieros civiles--- suelen presentar sus prescripciones como de utilidad para el “bien común”, a fin de protegerse a si mismos de la objeción de que sus políticas sirven a intereses particulares. 8 otro ejemplo del mismo fenómeno es el conflicto que surguio dentro del gobierno de Reagan cuando la posición de Surgeon general Koop en su calidad de doctor sobre el consumo de cigarrillos creó problemas para un partido que recibía un fuerte apoyo del cabildeo tabacalero. Como resultado, lo que prescriben los profesionales al formular una política puede estar en conflicto con lo que recomiendan los políticos.8 Edelman et al. (1991) analizan de manera parecida los conflictos experimentados por profesionales cuyo papel dentro de una organización es legitimarla a través de su experiencia, pero cuyas prescripciones profesionales pueden dañar los intereses de la organización. Sin embargo, en contraste con el ejemplo de Edelman, este conflicto entre políticos y técnicos sugiere que el cambio organizacional a través de la profesionalización puede estar limitado por el grado de control que tienen los profesionales dentro de sus respectivas organizaciones. Los economistas mexicanos formados en el extranjero pueden haber deseado moldear la política fiscal mexicana según las normas keynesianas internacionales, pero no pudieron imponer estos cambios porque las riendas de la elaboración de políticas todavía estaban en manos de abogados ---en vez de las de economistas profesionales. No sería sino hasta 1980 cuando los argumentos de los economistas tendrían un efecto determinante en la política económica de México. El BANCO DE MEXICO Y EL PERIODO DE LA POSGUERRA Las restricciones institucionales que el sistema político mexicano planteaba al desarrollo de la economía profesional también ilustra la lógica contradictoria de la política y las profesiones. La demanda de los profesionales por estatus y salarios 121 privilegiados se funda en la legitimidad de la profesión, la cual, a su vez, se basa en la demanda de experiencia y competencia certificada en un campo dado. En contraste, los políticos demandan posiciones privilegiadas a partir de varios criterios distintos, inclusive el apoyo de los electores y las conexiones personales. Estas diferentes formas de legitimación significan que las profesiones en el gobierno suelen prosperar en ambientes que están relativamente aislados de la influencia de la política.9 Las burocracias con servicio civil de carrera son un terreno apropiado para profesionales, porque su 9 Por supuesto esto se aplica solo a profesionales del gobierno que se comportan como profesionales, no a todos los empleados del gobierno con títulos profesionales. Por ejemplo, aun cuando la ley ha sido desde hace mucho la norma profesional para capacitar a funcionarios electos en muchos países, se supone, por lo general, que los abogados en un cargo público se comportan como políticos más como profesionales que sirven a un cliente colectivo. Reclutamiento y sus procedimientos de ascenso se basan en el merito y no en criterios políticos En el México de las posguerra, esas burocracias eran la excepción y no la regla. El famoso sistema de rotación presidencial cada seis años de México ocasiona una renovación completa del personal de nivel superior dentro de los ministerios del gobierno, porque las posiciones deseables dentro de los ministerios donde se formulan las políticas económicas son otorgadas sobre la base de la lealtad política hacia el presidente entrante y los ministros, a su vez eligen a los administradores de nivel superior de entre sus camaradas políticos. Así, un economista en un puesto de responsabilidad dentro de la Secretaria de Hacienda no tiene garantía de ascender o siquiera de continuar en su actual empleo durante la siguiente administración; de manera que en lugar de esforzarse por lograr la excelencia profesional, sus energías se dirigen a cultivar las conexiones necesarias para asegurar su próximo empleo. 122 Los economistas en México sin duda podrían ---y efectivamente lo hicieron---elegir “jugar el juego” de la política, pero este juego no era apropiado para procurar la legitimidad de los economistas mexicanos como profesionales; mejor dicho, la reputación de expertos de los economistas dependía de la confianza en sus posiciones y privilegios se debieron a sus aptitudes y no a sus conexiones políticas. Por consiguiente, la economía profesional de México necesitaba un terreno institucional más estable que el que los ministerios gubernamentales sumamente politizados le podían ofrecer. No es de sorprender, entonces, que las áreas dentro de la administración pública que estaban más aisladas del ciclo presidencial mexicano adquirieran la reputación de ser centros importantes de experiencia económica. Estas áreas ---el banco central (Banco de México), el banco de desarrollo industrial (Nacional Financiera)y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomex)---pertenecían todas ellas al sector financiero público. *el 3 de abril del 2003 el senado de la República aprobó. La ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Publica Federal. (N. del E.) De estas tres organizaciones, el Banco de México tenía el mayor grado de autonomía organizacional y se convirtió en el lugar más importante para los economistas de la administración pública mexicana de la posguerra. Legalmente el banco central mexicano no era totalmente independiente del gobierno y, en última instancia, estaba sujeto a la discrecionalidad del presidente y de la Secretaría de Hacienda. Sin embargo, en la práctica, después de la devaluación de 1954, el gobierno mexicano le otorgo al banco un alto grado de autonomía como parte de una política consciente para tratar de controlar la inflación. Prueba de la independencia de facto del banco central mexicano fue la permanencia extraordinariamente larga de Rodrigo Gómez como director del banco, desde 1952 hasta 1970 ---la naturaleza y limitaciones de la autonomía del Banco de México se analizaran con mayor extensión en el capitulo V---. Durante el periodo del famoso “desarrollo estabilizador” mexicano (1955-1970), la inflación fue, en promedio, de apenas 4.71% anual, comparada con más de 10% en el periodo 1940-1954 (Ayala Espino, 1988, pp.315, 386). 123 A diferencia de los ministerios gubernamentales que ofrecían puestos de nivel superior a quienes tenían contactos públicos, el Banco de México garantizaba empleo de por vida y se caracterizaba por su reclutamiento interno y un procedimiento de ascensos meritoraticos. Sus exámenes de ingreso incluían pruebas psicológicas y de aptitudes y el renovado Departamento de Estudios Económicos del Banco tenía sus propias pruebas para reclutar economistas a principios de los años sesenta (entrevista con Solís, 6 de agosto del 1996). A diferencia de los funcionarios de otras burocracias públicas, los empleados capaces del Banco de México podían empezar en puestos de bajo nivel y hacer carrera hasta llegar a los más altos. Un producto sobresaliente de este sistema fue Rodrigo Gómez, que asumió el puesto de director del banco tras una serie de ascensos de puesto durante dieciocho años. Otra característica del banco central que lo hacía particularmente atractivo era su impresionante paquete de beneficios adicionales, que incluían prestamos con bajo interés, seguro medico y planes de pensión de alta calidad, un paquete garantizado de alimentos básicos y un programa de becas para estudiar en el extranjero. La combinación de la reputación respecto a la estabilidad en el empleo, el ascenso meritocratico y los beneficios adicionales, sirvió de imán para los economistas jóvenes más talentosos de México. Un factor igualmente importante para hacer del Banco de México el “centro de talento” más importante dentro de la burocracia gubernamental mexicana fue interés inherente como lugar de trabajo, como la fuente de información básica sobre la economía. A diferencia de las secretarias donde los economistas se ocupaban de tareas mundanas como el procesamiento de las aplicaciones de exención de impuestos a las industrias, los economistas del banco central realizaban estudios sobre amplios temas macroeconómicos como la tasa de inflación, la tasa de crecimiento de la economía y el déficit comercial de México. Además, más que las otras áreas aisladas de la burocracia financiera ---el Banco de Desarrollo Industrial y El Banco de Comercio Exterior---, el Banco de México tenía cierta discrecionalidad en las decisiones sobre política monetaria, aunque finalmente tuviera que diferir las decisiones al secretario de Hacienda. Como resultado, los economistas del banco central no solo podían encontrar 124 una carrera estable con perspectivas de ascenso, sino que también participaban en importantes decisiones de políticas públicas. El Banco de México adquirió una gran influencia dentro de la burocracia en la creación de políticas económicas a través de su programa de “prestamos de personal”, que permitía que los empleados trabajaran en diferentes puestos dentro de otras ramas de la burocracia del sector publico ---tales como las secretarias de la presidencia, Hacienda y Comercio---, mientras conservaban sus puestos en el Banco y los beneficios adicionales. Los economistas del Banco de México prestados a otras burocracias publicas generaban una reputación de excelencia profesional, tanto por la reputación meritocratica de este ---que otorgaba legitimidad a los funcionarios del banco como profesionales---como porque estos economistas no dependían de sus superiores dentro de otras burocracias para mantener sus puestos; en otras palabras, podían confiar en presentar análisis objetivos sin preocuparse por consideraciones políticas internas (camp, 1997, p. 16). Camp (1997) observa que, como resultado de este programa de préstamos,, los empleados del Banco de México desempeñaban un papel análogo al del U.S Council of Economic Advisors (Consejo de Asesores Económicos de Estados Unidos) en el proceso ejecutivo de la toma de decisiones. Un ejemplo de la participación clave del banco central en otros ministerios son Octaviano Campos Salas y Placido García Reynoso, quienes contribuyeron desde la secretaria de comercio a proporcionar la asesoría que llevo a la aprobación del Acuerdo de Libre Comercio de América Latina (ALCAL) en los años sesenta (pp.16-17). Por tanto, el Banco de México ofrecía importantes precondiciones organizacionales e institucionales para la legitimidad de la profesión económica dentro del gobierno mexicano: no solo ofrecía un marco para reclutar y certificar expertos, sino que también proporcionaba un canal mediante el cual su asesoría podía extenderse a toda la administración pública mexicana. El papel del Banco de México como hogar organizacional clave para los economistas lo volvió influyente para moldear la profesión mexicana de la economía: el banco social fue una sub-clientela fundamental dentro del sector público que legítimo la 125 ciencia económica mexicana. Una característica importante de esta organización que tanto influyo en la ciencia económica mexicana fue su insólito grado de isomorfismo institucional internacional. Como muchas otras burocracias económicas, el banco central estaba llamado a servir como intermediario entre el gobierno mexicano y las organizaciones económicas internacionales: mientras que Nacional Financiera era el vínculo del gobierno con el Banco Mundial, el Banco de México estaba a cargo de tratar con el FMI y con el Banco Interamericano de Desarrollo. Sin embargo, en mayor medida que otras organizaciones gubernamentales, el banco también estaba inmerso en un campo organizacional internacional de bancos centrales, lo que con frecuencia lo introducía en foros n como la reunión de 1946 en la ciudad de México sobre problemas de los bancos centrales del continente Americano (Banco de México, 1946). “En el Departamento de Estudios Industriales del Banco de México se llevaba a cabo simultáneamente un programa de becas separado para capacitar a personas no empleadas en el banco en especialidades relacionadas con el desarrollo económico, sobre todo ingeniería y medicina. Este contacto frecuente con sus contrapartes organizacionales en otros países significo que el Banco de México estuviera muy a tono con las normas técnicas y profesionales de los bancos centrales de todo el mundo. Y como parte de su compromiso con estas normas, el Banco de México tenía un programa de becas a gran escala del gobierno mexicano para financiar la educación en economía en el extranjero: entre 1941 y 1970, 36 empleados del Banco de México recibieron esta formación.11 Como parte del mismo programa de becas, gran parte del profesional fue enviado a estudiar técnicas de banca central en las sucursales de Washington y Nueva York de la Reserva Federal de los Estados Unidos, en el Departamento de Comercio ---donde aprendieron técnicas para calcular balanza de pagos y cuentas de ingresos nacional---, y al Centro para Capacitación Estadística en Chile ---un programa patrocinado por la organización de Estados Americanos (OEA) para la formación de técnicas estadísticas-- (entrevistas con Urquidi, 26 de septiembre de 1995; y con Durandeau,8 de noviembre de 1995). 126 Así, el Banco de México fue la organización de mayor responsabilidad para la internacionalización de la profesión económica mexicana en el periodo de la posguerra. Sin embargo, el isomorfismo facilitado por el Banco de México no fue generado por dependencia de recursos, sino que corresponde, más bien, a lo que DiMaggio y Powell (1983) refieren como isomorfismo “mimético”, generado por incertidumbre y la seguridad que conlleva la emulación del éxito aparente de otras organizaciones dentro de un campo organizacional. La adhesión del banco a las normas mundiales estuvo acompañada, por supuesto, por una proclividad hacia las teorías económicas más de moda internacionalmente en la época. Como resultado, la ideología predominante en el Banco de México durante el periodo de la posguerra fue un hibrido de conservadurismo de los banqueros privados mexicanos y el keynesianismo de los banqueros centrales de la posguerra. Los directores del Banco de México de 1946 a 1952 y de 1952 a 1970 habían sido banqueros del sector privado antes de ingresar en el banco central; las extensas redes entre los financieros públicos y privados de México significaron que los banqueros centrales mexicanos favorecían menos la política monetaria inflacionaria al servicio del crecimiento que otros economistas del sector público. 12 No obstante, el banco central mexicano también estaba claramente comprometido con la intervención del estado al servicio del desarrollo industrial. El departamento de investigaciones del banco financio muchos estudios de viabilidad en diferentes áreas de la economía mexicana y otorgo becas, a fin de que México adquiriera “recursos humanos para una tarea especifica de importancia nacional” (bravo Jiménez, 1982, p. 252). El banco de México de posguerra también apoyo políticas electivas de crédito para financiar proyecto en agricultura, turismo y desarrollos habitacionales (entrevista con peralta Gómez, 5 de septiembre de 1995). La ideología prevaleciendo dentro del banco de México de la posguerra puede, por tanto describirse mejor como “desarrollista conservadora”, y aunque el banco puede haber estado a la derecha del espectro de la posguerra del pensamiento keynesiano y desarrollista, todavía estaba dentro de ese espectro. 127 11 Los datos sobre las becas del Banco de México para economía fueron tomados de una base de datos que yo construí, a partir de la información de los siguientes documentos: Banco de México, Departamento de Investigaciones Industriales, 1961; Banco de México, Departamento de Capacitación de Personal, 1987. 12 Un funcionario del Banco que trabajaba con Gómez lo describe como “…un monetarista pragmático más que uno automático en el sentido regido de Milton Friedman…” (Pérez López, 1991, p. 163). Es probable que no hubiera diferencia ideológica sustánciales entre los funcionarios de México y los economistas del sector publico, pero es evidente que los funcionarios del banco de posguerra percibieron un desajuste entre la ideología de la escuela de economía de la UNAM y las necesidades organizacionales del banco. Incluso a esta altura de tecnicismo durante los años cincuenta y setenta, la escuela nacional de economía seguía teniendo fuertes tendencias marxistas, así como problema con su sistema de selección y certificación de estudiantes—lo cuales se analizaran en la siguiente sección---. En su estudio de lo graduados ene economía de la UNAM de 1929 a 1952, camp (1975) observa que los dos destinos mas profesionales mas importantes para los economistas egresado de esta universidad eran las secretarias de comercio y de hacienda---es decir, no en el banco de México (p. 147). Como resultado de este desajuste, los funcionarios del banco mexicano hicieron diversos esfuerzos para crear alternativas y complementar la información de economistas en la UNAM. En 1958, Rodrigo Gómez envío a la funcionaria del banco central consuelo Meyer a reorganizar el programa de la universidad de nuevo león en monterrey; el banco también otorgo al nuevo programa algunos recursos financieros e infraestructurales (Alanìs Gómez, 1969, pp. 30-31; entrevista con bolaños lozano, 8 de noviembre de 1995). El programa reorganizado en nuevo león desarrollo posteriormente la reputación de ser uno de los programas más rigurosos de Eunomia en México y se 128 convirtió en una fuente importante de funcionario del banco central en los años sesenta y setenta. La idea original de crear el primer programa de posgrado en economía en El Colegio de México, en 1964, fue concebida entre un grupo de funcionario y ex funcionarios del banco de México que incluía a Ernesto hurtado, Daniel cosió Villegas, víctor Urquidi y Rodrigo Gómez. El programa intentaba responder al fracaso de muchos becarios del banco de México para terminar sus estudios en extranjero debido a deficiencias en ingles, matemáticas y economía neoclásica; se creía costosa que el programa colmes seria una alternativa menos costosa que estudiar en el extranjero y que compensaría las deficiencias en la educación recibida por los graduados de la UNAM (entrevista con Urquidi, 19 de septiembre de 1995). El programa de posgrado fue parcialmente diseñado de acuerdo con las recomendaciones de un informe cuyo autor fue el director del departamento de Estudios Económicos del Banco de México, Leopoldo Solís (entrevista con Solís, 6 de agosto de 1996). En el siguiente capitulo veremos como el banco de México también desempeño un papel fundamental en la americanización del programa de economía del ITAM. Pág. 129 --------------------------------------------------------------------------------------------------------Pág. 129 LA ECONOMIA EN LA UNAM DURANTE EL MILAGRO MEXICANO. A pesar de la precaria de la relación entre El Banco de México y la Escuela Nacional de Economía, los datos señalan que la economía en la UNAM se adapto razonablemente bien a las necesidades cambiantes del gobierno después de 1940, cuando el énfasis del gobierno cambio de obtener el apoyo de las mesas a través de medidas populistas a la promoción de desarrollo. De acuerdo con este espíritu de la 129 época, en 1941el director de la Escuela Nacional de Economía, Jesús Silva Herzog, reviso el programa de la carrera para que fuera más técnico y menos contenciosamente izquierdista. Las revisiones de Silva Hezorg intentaban “suprimir todos aquellos aspecto de radicalismo exagerado que contenía y procurar lograr una enseñanza mas técnica y completa de la economía” (palabras del rector de la UNAM Mario de la Cueva citadas en Pallares Ramírez, 1952, p. 103). Se mantuvo la clase de teoría marxista, pero muchos otros recursos, como el de los movimientos sociales, fueron cancelados. Mientras tanto, se introdujeron cursos mas técnicos como ley industrial y seguridad social, contabilidad de costos y técnicas de seguros (Pallares Ramírez, 1952, pp. 105-106). El apogeo de la “economía social” quedaba detrás y había empezado la época de la economía como técnica al servicio de la política. Después de esta primera revisión del programa de la UNAM, hubo otras tres revisiones importantes, 1946, 1951 y 1963. Todos los cambios realizados entre 1942 y 1963, aunque no del todo unidireccionales, tendían hacia una tecnificación creciente. Así, con respecto a los planes de los años treinta, 1963 incluyo un curso más de moneda y banca, uno más de teoría económica, uno más en finanzas publicas, un nuevo curso en comercio internacional y una nueva clase de estadística. Al mismo tiempo, el plan de 1963 tenía tres clases menos de historia del pensamiento económico e historia económica, y había eliminado el antiguo curso de sociología. Al parecer el cambio del programa de 1963 ---bajo la dirección de Emilio Mujica Montoya--- se hizo con la intención de volver a la Escuela Nacional de Economía más rigurosa técnica y académicamente (Petricioli y Reynolds, 1967, p. 31); en palabras del área de organización académica de la escuela en 1967, las revisiones tenían el propósito de “mantenerse al día… [En] los avances en teoría y política económicas y elevar… el nivel académico de la facultad” (Anaya Días, 1978, p. 6). Las revisiones de 1963 también respondieron al nuevo énfasis en la planificación económica del gobierno, al agregar un nuevo curso de tres horas sobre “teoría y técnicas de la planificación economía” (Fernández Lozano, 1978, pp. 21-26; Mancilla López, 1980, p. 59). Como parte del nuevo énfasis de la Escuela Nacional de 130 Economía en los economistas como Tecnos altamente capacitados del sector publico en 1965 el director Horacio Flores de la Peña desarrollo un programa de becas para enviar a estudiantes prometedores a estudiar en el extranjero con el compromiso de regresar como profesores a la UNAM(Torres Gaytàn y Mora Ortiz, 1978, p.103). Muestras de la tecnificación de la posguerra en la economía de la UNAM abundan en las dieses tesis terminada en 1958 (véanse los cuadro del Apéndice A), que diferencia en muchos aspectos de las primeras tesis analizadas en l capitulo III. Esta tesis de los primero años fueron escritas durante el grandes disturbios políticos y sociales de los años treinta y, por supuesto, trataban grandes temas como la viabilidad del comunismo o el fascismo en México (Hornedo, 1934) y el asunto de la reforma agraria (Mora, 1935; De la Peña, 1936; Vázquez, 1936; Guerra Cepeda, 1939). Otras de estas primeras tesis presentaban casos de estudio sumamente detallados de productos particulares con mucha información estadística pero relativamente poca teoría o análisis económicos. En contraste, las tesis de 1958 se entraban menos en asuntos sociales y más en problemas practico que enfrentaba la burocracia mexicana para la elaboración de políticas económicas. Con respecto al primer grupo de tesis, las escritas en 1958 despliegan una comprensión mucho mas refinada como las instituciones de una economía capitalista moderna y tratan temas como el papel de los bancos centrales en el fomento del desarrollo económico (Aguilera Schaufenberger, 1958), el mercado de capital en México (Bravo Aguilera, 1958), política fiscal (Cervantes Delgado, 1958) y los problemas de la balanza de pagos de los países subdesarrollados (Kahan Pintel, 1958). Por consiguiente, aunque los estudiantes de este periodo no fueron metodología o matemáticamente, mas refinados ---las tesis de 1958 utilizan pocos modelos matemáticos y ninguna estadística analítica---, sus tesis son prueba de un nivel más alto de refinación conceptual. A diferencia de la ideología izquierdista de lo primeros años, los temas retóricos sobresalientes de las tesis de 1958 reflejan el consenso keynesiano y desarrollista de la posguerra: se había decidido que México tendría un sistema de 131 producción capitalista, pero en sistema capitalista guiado y moderado por la intervención gubernamental para promover el desarrollo y compensar las imperfecciones del mercado. En palabra de uno de los autores de las tesis, “El Papel abstencionista que tradicionalmente se exigía el Estado deja de tener validez. Las supervivencia del sistema capitalista depende en gran medida de la intervención estatal en la vida económica, ya que la acción gubernamental tiende a cubrir deficiencias que presenta el sistema para mantener la economía en niveles adecuados” (Cervantes Delgado, 1958, p.102). Como resultado de este nuevo enfoque del papel de gobierno en la economía --- y a diferencia de las tesis de 1934 a 1945--- no hubo tesis en 1958 que dejara de mencionar la intervención del estado, ya sea en la teoría o en la práctica (véase el cuadro 4.1). Al mismo tiempo, la tesis de 1958 desplegaron un mayor grado de apoyo a la intervención del estado mas de 62% cayo en la categoría “fuertemente intervencionista” en oposición a solo 28% de las tesis de 1934-1945. Y la idea de que el capitalismo tiene defectos graves que el estado debe compensar apareció en 31% de las tesis. De 1958, en oposición a solo 17% de las primeras tesis. CUADRO IV.1 Posturas respecto a la intervención estatal. UNAM 1934-1945 y UNAM 1958 UNAM 1934-1945 N UNAM 1958 (%) N (%) Aboga por menor intervención 0 (0) 0 (0) Apoya las intervenciones existentes 30 (40) 6 (37.5) Aboga por más intervención 21 (28) 10 (62.5) Sin oposición respecto a la intervención 24 (32) 0 (0) Total 75 (100) 16 (100) 132 El contraste más notable entre las primeras tesis y las de la posguerra fue la impresionante aparición en 1958 del pensamiento desarrollista. Omo afirmo un autor, “La estructura económica de [los países en proceso de desarrollo] es bien distinta a la de los desarrollados, si se considera que se caracterizan por una economía basada fundamentalmente en las actividades primarias con un incipiente grado de industrialización…” (Hernández de la Mora, 1958, p. 12). Esta idea de que había diferencias fundamentales entre los países en vías de desarrollo y desarrollados aparece en un impresionante 50% de las tesis de 1958, en comparación con solo 3% de las de 1034-1945. Como resultado de estas diferencias fundamentales, los países en vías de desarrollo necesitaban modificar las prescripciones internacionales para la intervención estatal a fin de dirigirse a las necesidades y deficiencias particulares de las economías subdesarrolladas: “A diferencia de lo que sucede en las economías altamente industrializadas, en los países subdesarrollados su política económica debe tender fundamentalmente había la superación constante de sus reducidos niveles de producción e ingreso, que son consecuencia de su estructural social economía, y particularmente de su baja productividad” (Cervantes Delgado, 1958, p. 102). Muestras de la influencia de la CEPAL utiliza explícitamente la teoría de la CEPAL del deterioro en términos de comercio (Herrera Domínguez; 1958, p. 85). Una importante demostración final del nuevo enfoque técnico de la Escuela Nacional de Economía fue que los autores más citados en 1958 (cuadro 4.2) fueron John Maynard Keynes y Ragnar Nurkse, en comparación con las primeras tesis, en las que Marx era el más citado. Mientra que 4% de las tesis de 1934-1945 expresaban aprobación al socialismo y cerca de 3%, desaprobación; en 1958 ninguna de las tesis expresaba ni aprobación ni desaprobación, el debate sobre si México debía o no volverse un país socialista aparentemente ya no era un tema candente. Más bien, el tema del día era como modificar el capitalismo mexicano mediante la acción del gobierno para promover el crecimiento y el desarrollo. 133 CUADRO IV. 2 Autores más citados, UNAM 1958 (Total N= 16, tesis con citas teóricas = 87.5%) N J. M Keynes % 4 25.0 Ragnar Nurkse 4 25.0 J. Alienes Urosa 3 18.8 Horario Flores de la Peña 3 18.8 Karl Marx 3 18.8 Juan F. Noyola 3 18.8 David Ricardo 3 18.8 Evidentemente, la técnica se había orientado mas había la capacitación de técnicos para que trabajaran dentro de una burocracia desarrollista y menos hacia la formación de pensadores políticos y sociales. Sin embargo, el grado en el que la Escuela Nacional de Economía cumplía con su nuevo papel como base de capacitación para técnicos no debe exagerarse. La insatisfacción de lo funcionarios del Banco de México con la clase de economistas que producía la UNAM --- que se manifestó en su apoyo al desarrollo de otros programas --- era señal de varios problemas que tenia la escuela como fuente de profesionales del sector publico. Primero, la sostenida tradición izquierdista de la escuela creaba una contradicción potencial entre la información de los estudiantes en las teorías políticas y sociales criticas, por un lado, y su papel como burócratas dentro de un gobierno no democrático y una economía capitalista, por el otro. Segundo, los problemas de crear procesos de selección meritocratica dentro de las 134 universidades públicas mexicanas, combinados con inscripciones masivas, crearon problemas para reclutar graduados en economía de la UNAM para puestos en el sector público. A lo largo de su evolución hacia una tecnificación cada vez mayor, la visión de la” economía social” perduro en la Escuela Nacional de Economía; la preocupación por temas que iban más allá de las teorías abstractas y las aplicaciones técnicas que se necesitaban para el trabajo burocrático fue una tradición consagrada, defendida por estudiantes y profesores por igual. En un discurso durante la reubicaron de la escuela en la nueva ciudad universitaria en 1955, su director Ricardo Torres Gaytan declaro que “[el]1 economista es un profesional que no debe ser ajeno, ni permanecer indiferente, a los intereses sociales… el economista necesita estudiar, principalmente, la separación entre la producción social y la justicia social, ya que hasta hoy día, esta… ha denominado la vida humana” (Escuela Nacional de Economía, 1959, p. 48). A su vez profesores fundadores como Jesús Silva Herzog, que había contribuido al tinte populista original de la escuela, siguieron expresando sus puntos de vista en el aula. Mientras tanto, un grupo más reciente de izquierda encontró un refugio institucional adecuado en el Instituto de Investigaciones Económicas de la universidad. El compromiso social de la ciencia económica tal como se enseñaba en la UNAM fue también periódicamente revivido por nuevas generaciones de jóvenes estudiantes idealista, se aliaban con profesores favorablemente dispuestos para mantener vivo el espíritu populista de la economía. La tendencia se hizo marcada en los años sesenta, cuando los estudiantes universitarios de todo México se realizaron. Por ejemplo, en la Conferencia de Estudiantes de Economía en 1962 realizada en la Escuela Nacional de Economía, los delegados estudiantiles adoptaron la postura de que los economistas necesesitaban ser más que técnicos, que debían mantenerse la solidaridad obrera y campesina y que deberían nacionalizarse todas las industrias básicas y de servicio publico; según una fuente, las recomendaciones de los estudiantes aparentemente tuvieron algún efecto en la revisión del programa en 1963 (Mancilla López, 1980, p.56). 135 Esta ideología de responsabilidad y crítica sociales tuvo diversos efectos. Primero, creo cierto rechazo a la contratación de graduados de la UNAM en las ramas conservadoras de la administración publica--- sobre todo, el Banco de México--- donde la ideología izquierdista interno para los estudiantes idealistas que reconocían que sus empleos dependían--- literalmente--- de trabajar dentro del sistema. Como subrayo un entrevistado que asistía a la escuela e principios de los años setenta. La escuela nos enseñaba acerca de la realidad: que en México había una gran miseria. La explicación de esta miseria era el sistema, y la alternativa propuesta era el sistema socialista. Así que estudiábamos el sistema socialista. El problema era que los jóvenes teníamos que salir al mundo a trabajar en un sistema capitalista. Así, por un lado, la Escuela Nacional de Economía nos enseñaba estas ideas, pero también nos enseñaba los instrumentos técnicos de un economista. Por tanto, había una separación básica entre lo que nos enseñaban a creer y las tareas que teníamos que realizar dentro del gobierno. Horacio Flores de la Peña acostumbraba decir, “yo vendo mi trabajo, no mi conciencia” (Entrevista confidencial, 15 de octubre de 1966). Como veremos en el capitulo siguiente, estas contradicciones entre la ideología izquierdista de la escuela y la función técnica se harían mas evidentes a finales de los años sesenta y principios de los setenta, como resultado del movimiento estudiantil. Otro problema que encontró la Escuela Nacional de Economía para cumplir con su papel como base de capacitación para técnicos del gobierno fue la dificultad de poner en marcha y mantener estándares de selección y certificación dentro del sistema universitario publico mexicano. En México como en otras partes de América Latina la universidad publica era originalmente una institución que reproducía elites proporcionándoles credenciales para obtener estatus social y recompensas económicas. Sin embargo, a principios de los años setenta los gobiernos de toda América Latina expandieron ampliamente las inscripciones de las universidades publicas como una 136 manera de desactivar en el corto plazo el descontento social, alimentado las esperanzas de movilidad (Levy, 1986, pp. 38, 46).18 Aunque esa masificación les proporciono mas oportunidades a muchos, también hizo que fuera difícil reforzar las normas formales de ingreso y certificación y, en general, bajo la calidad de la educación en las universidades publicas, ya que la inscripción masiva rara vez va acompañada de un aumento correspondiente en el presupuesto. Otro efecto de la masificación fue un fenómeno al que Collns (1979) llama “inflación de credenciales” (p.191): el simple hecho de ampliar la disponibilidad abarata el valor de los títulos otorgados por las universidades publicas y alimenta los esfuerzos de las elites para encontrar nuevas credenciales mas exclusivas. Levy (1986) observa que en muchos países latino americanos, la masificación provoco un éxito de las clases superiores de las universidades publicas y aumento las inscripciones en las privadas. Por consiguiente, las escuelas como el ITAM, a fin de cuentas, salieron beneficiadas por la mayor apertura de las universidades públicas. En México, la ausencia relativa de normas formales de selección y matriculación precedió a la explosión de la matricula: desde sus primeras décadas, las universidades publicas mexicanas estuvieron sumamente politizadas y fueron el foco del descontento estudiantil, sobre todo en lo que respecta a la aplicación de normas meritocráticas. En su historia de los movimientos estudiantiles en México, Mabry (1982) termina por observar que – con muy pocas excepciones notables, como la del movimiento estudiantil de 1968 – los estudiantes de las universidades públicas mexicanas rara vez se involucraron en movimientos revolucionarios o antigubernamentales. En cambio, “(E)ra mas común que se revelaran contra el aumento de colegiaturas, requisitos para asistir a clases, normas mas severas de admisión o de graduación y sistemas mas rigurosos de exanimación” (p. 28). Mientras que los estudiantes universitarios de todos los países solían quejarse de estas formas mundanas de opresión, era inusitadamente probable que los estudiantes universitarios mexicanos concertaran movimientos de protesta eficaces basados en estos temas mediante los cuales ganaban concesiones que permitían que 137 entraran y se graduaran más estudiantes, y obstaculizaba la realización de normas académicas mas rigurosas. Por ejemplo, una importante huelga de los estudiantes de leyes en 1929 fue consecuencia de una iniciativa de las autoridades de la Universidad Nacional para aplicar exámenes más frecuentes y más difíciles (Mabry, 1982, p 59). En los años setenta otra iniciativa similar para elevar las normas académicas y controlar el crecimiento de la universidad provoco la dimisión del rector que promovía los cambios y la designación de un nuevo rector que calmo a los estudiantes con las inscripciones abiertas (Mabry, 1982, pp. 221-223). Vale la pena hacer notar que, en ambos casos, los funcionarios de las universidades promovieron los cambios y a los que se opusieron los estudiantes eran conocidos como izquierdistas: el director de la Escuela de Derecho, Narciso Bassols, y el rector Ignacio Chávez. Por consiguiente, es difícil simplificar estas luchas considerándolas como si hubiera sido entre administradores “reaccionarios” y estudiantes “democráticos” – en particular en el caso del primer ejemplo, ya que los estudiantes de leyes de 1929 eran famosos por sus orígenes socioeconómicos elitistas y sus posturas de derecha--. Resulta mas provechoso señalar que las luchas sostenidas de los estudiantes para mantener abiertas las universidades publicas tienen sentido en un sistema donde la estratificación social y la movilidad están ligadas a un sistema político poderoso que suele distribuir recompensas basándose en la lealtad y en las conexiones, y no necesariamente en la capacidad. Puesto que la universidad pública era a la vez campo de reclutamiento para las elites políticas y el lugar clave para la creación de vínculos políticos tanto horizontales como verticales, resulta lógico que los estudiantes lucharan contra las iniciativas para limitar las admisiones y la certificación, ya que así podían tener acceso a la posibilidad de crear estos vínculos. Como resultado de la dificultad política de imponer sistemas formales de control al acceso y certificación de la universidad publica, Levy (1980) observa que, en general las universidades publicas mexicanas habían tenido requisitos de ingreso laxos e incluso menos control sobre la matriculación a las carreras (p. 67). 19 Había poco control sobre la admisión en la Escuela Nacional de Economía y las calificaciones le 138 daban al probable empleador apenas una idea aproximada de cuan bueno era un estudiante, ya que la dificultad relativa de profesores diferentes variaba mucho (entrevista con Ibarra, 5 de noviembre de 1995). Sin embargo, esta falta de sistemas formales de selección en la Escuela Nacional de Economía aparentemente se compensaba con un sistema informal relativamente eficiente. En el ambiente intimo de las primeras décadas de la escuela – todavía en 1948, la población estudiantil de la Escuela de Economía era solo de 286 alumnos--, los profesores taxi, que enseñaban en clases reducidas, podían distinguir con exactitud a los buenos estudiantes de los malos y recomendar a los primeros para puestos en la administración publica (UNAM, 1981, p. 257). Así, las deficiencias de un sistema formal de credenciales se compensaban a través de redes personales. Sin embargo, la rápida expansión del cuerpo estudiantil redujo la eficiencia de estos mecanismos de selección informales, lo que hizo mas problemático el reclutamiento de economistas de la UNAM para el sector publico. En comparación con la UNAM como un todo, que sufrió una expansión mas rápida en los años sesenta y setenta, la Escuela de Economía experimento su mayor expansión de 1951 a 1962, cuando el numero de estudiantes del programa se quintuplico (UNAM, 1981, p 257). Puesto que durante el mismo periodo el número de profesores aumento solo 163%, 20 es evidente que el tamaño de la clase tuvo que crecer sustancialmente durante este periodo (UNAM, 1981, p. 267). Por consiguiente, la expansión de admisiones en la Escuela Nacional de Economía hizo más difícil que los profesores taxis adquirieran el conocimiento íntimo de sus estudiantes que anteriormente les permitía recomendarlos para puestos en el sector público (entrevista confidencial, 5 de noviembre de 1996). Además, la consiguiente “inflación de credenciales” que resulto de esa expansión redujo el valor de un titulo de economía de la UNAM. En ausencia de un incremento cinco veces mayor en las oportunidades de empleo para economistas que correspondiera al incremento de estudiantes, la masificación de la Escuela Nacional de Economía podía tener dos efectos posibles: o bien se hacían mas rigurosas las medidas de selección, formales o informales, para seleccionar una proporción menor del cuerpo 139 de estudiantes para los puestos disponibles, o bien la inflación de credenciales provocaría la devaluación de los títulos de todos los estudiantes. Puesto que la selección no estuvo acompañada de mecanismos formales de selección más rigurosa – y, en realidad, disminuyo la eficacia de los informales—era lógico que el resultado fuera la inflación de credenciales y que los estudiantes de las elites buscaran alternativas de titulación en otras universidades. En resumen, parece que hacia los años sesenta las tendencias dentro de las universidades públicas mexicanas estaban dañando la capacidad de la Escuela Nacional de Economía para certificar estudiantes competentes que fueran empleados posteriormente en la burocracia gubernamental. Estas dificultades tenían sus raíces en la importancia de esas universidades como recurso publico para lograr la movilidad social: las universidades públicas eran un territorio abiertamente disputado, obligando a responder a las presiones políticas por mayores oportunidades. Como veremos en el siguiente capitulo, las universidades públicas también se volverían centros cada vez mas importantes de critica política y social a finales de los años sesenta y principios de los setenta, lo que mas adelante obstruiría la capacidad de la Escuela Nacional de Economía para capacitar y certificar administradores públicos. Las universidades privadas, que no eran objeto de tales presiones, se irían convirtiendo gradualmente en una fuente importante de economistas para el sector público durante los años setenta y ochenta. LA ECONOMÍA DEL SECTOR PRIVADO Y EL ITAM La profesión económica mexicana había sido creada originalmente por funcionarios del gobierno con el propósito de proveer de personal a las burocracias gubernamentales, y era en el gobierno donde esperaban trabajar los graduados durante las primeras décadas de la profesión. Sin embargo, hacia los años sesenta, las oportunidades de empleo para los economistas mexicanos en el sector privado se fueron haciendo mas importantes. Una tesis de economía de la UNAM de 1961 hacia notar 140 que la utilización de los servicios profesionales del economista en las empresas era un fenómeno relativamente reciente que se había visto obstaculizado anteriormente por el bajo nivel de desarrollo económico de México. Antes, “el empresario proyectaba su propia planta, instalaba la maquinaria, adquiría las materias a transformar y efectuaba la compra de los materiales y partes necesarias y una vez que el articulo era producido, èl hacia las veces de vendedor directo” (Barrosco Castro, 1961, p. 43). La estructura simple y no diferenciada de estas primeras empresas hacía que pudiera prescindirse de los economistas. Pero con el tiempo, las compañías mexicanas llegaron a adquirir algunas de las características organizacionales asociadas a las corporaciones modernas de los Estados Unidos (cf. Chandler, 1977), lo que llevó a una dependencia cada vez mayor de una administración profesional. Esta profesionalización se reflejo en el crecimiento de los programas de universidades privadas en contabilidad, economía y administración de empresas, quizás el mejor ejemplo sea el éxito del Tecnológico de Monterrey, una universidad que siempre ha atendido prioritariamente los gustos de las empresas manufactureras que dan fama a la ciudad de Monterrey. Dos estudios realizados en Monterrey proporcionan descripciones útiles de las perspectivas y problemas que enfrentaban los economistas del sector privado a finales de los años sesenta. Alanís Gómez (1969) observó que mientras que en el ámbito nacional las mejores oportunidades para los economistas estaban en el gobierno, en Monterrey sus mejores perspectivas estaban en el sector privado. En la encuesta que realizó en 1968 a los graduados de los programas de economía del Tecnológico de Monterrey y de la Universidad de Nuevo León, el autor encontró que más de la mitad de los graduados encuestados trabajaban para el sector privado, de los cuales 23% trabajaba en finanzas, 20% en manufacturas y 8% en comercio. La encuesta entre administradores de alto nivel de compañías de Monterrey mostró que la razón mas citada por las empresas para la contratación de economistas fue la realización de estudios de planificación económica (Alanís Gómez, 1969, pp.70-263). Por tanto, resulta que el campo de experiencia de los economistas del sector privado fue el de 141 calcular perspectivas de largo plazo, un área para la cual los profesionales rivales -en particular contadores y administradores- tenían una mínima demanda. No obstante, el autor concluyó que las oportunidades para los economistas en el sector privado en Monterrey estaban todavía su explotadas. Mientras que el 86% de los gerentes de empresas encuestadas pensaban que un economista “podía ser útil”, solo 36% empelaban realmente a economistas. El problema más urgente al que se enfrentaban los economistas en esta área era la ignorancia de los funcionarios del sector privado respecto a lo que era un economista y que servicios podía proporcionar. Cuando les preguntaban si entendían lo que era un economista, solo 36% de los funcionarios encuestados respondieron que lo entendían perfectamente o bien, mientras que 43% contestaron que lo entendían “algo”, 18% contestaron que tenían “nociones” y 3% que no tenían ni idea de lo que era (Alanis Gómez, 1969, p. 261). Esta incomprensión de la función de los economistas entre los empresarios también fue notada por Rico Samaniego (1971). En su estudio entre funcionarios del sector financiero de Monterrey (p. 105). Según las observaciones de Abbot (1988) respecto a los sistemas profesionales, un segundo obstáculo para el empleo de economistas en el sector privado era la competencia con otras profesiones. De los funcionarios del sector financiero entrevistados por Rico Samaniego (1971), 48% creía que los servicios de los economistas eran fácilmente reemplazables. Las profesiones mas citadas para reemplazar los servicios de los economistas eran contadores y administradores de empresas; también citaron a ingenieros con “especializaciones” en economía – economía como “asignatura secundaria” en la terminología estadounidense. Estos factores que limitaban el empleo de economistas en el sector privado fueron observados en un lugar donde la necesidad empresarial de expertos era la más altamente desarrollada (Monterrey) y entre graduados de los dos programas con reputación de producir técnicos apolíticos, el tecnológico de Monterrey y la Universidad de Nuevo León. Es razonable pensar que estas limitaciones fueran aun más restrictivas en la ciudad de México y para los graduados de programas con una reputación más izquierdista. En particular, parece que era relativamente poco probable 142 que los graduados en economía de la UNAM buscaran o encontraran empleo en empresas privadas, tanto por la fuerte “atracción” de empleos de gobierno para quienes estudiaban en la ciudad de México como porque las empresas se mostraban reacias a contratar graduados de un programa conocido por cultivar los puntos de vista marxistas. Esto llevo aparentemente a una percepción generalizada pero inexacta entre los estudiantes de economía de la UNAM de que las únicas oportunidades para los economistas estaban en el gobierno. En palabras de uno de esos estudiantes en 1961, “Debido a la función eminentemente social que por tradición lleva el licenciado en economía, el campo de esta profesión en México parece encontrase limitada a la burocracia (gubernamental)” (Barrosco Castro, 1961, p. 34). A pesar de esta percepción, las pruebas señalan que en la ciudad de México si existían algunas oportunidades para los economistas en el sector privado. Los graduados del Departamento de Economía del ITAM, tenían por supuesto mas éxito en obtener empleo en el sector privado que los graduados en la Escuela Nacional de Economía. Según un estudio de la base de datos de la Sociedad de Ex Alumnos del ITAM, 45% de los graduados registrados antes de 1971, cuyos datos estaban disponibles, estaban trabajando para el sector privado en 1996, y 19% trabajaban en el sector publico. Un importante factor que ayudo a los graduados del ITAM a asegurarse un empleo en el sector privado fue que muchos de ellos eran hijos e hijas de líderes empresariales y, por tanto, sencillamente trabajaban en la empresa familiar. Al igual que la Escuela de Economía de la UNAM durante estos años, las clases de ciencia económica en el ITAM eran impartidas principalmente por profesores con otros empleos de tiempo completo y asistían a ellas muchos estudiantes que también trabajaban durante el día; como resultado las clases se impartían temprano en las mañanas y en las noches (entrevista con Bassols Zaleta, 20 de marzo de 1996). En lo que se refiere al empleo en el sector público, un empleador particularmente importante de graduados de economía del ITAM parece haber sido el Banco de México: entre los empleados en el gobierno de la base de datos de graduados antes de 1971; el banco central era el empleador más importante. Era lógico que el banco central empleara a los 143 primeros graduados en economía del ITAM. Dada su mutua falta de afinidad con la ideología izquierdista, así como el papel del banco en la función de la escuela. Los graduados de este periodo –son de hacer notar Gustavo Petricioli, Miguel Mancera y Francisco Gil Díaz-, ascendieron a altas posiciones dentro del banco central y posteriormente impartieron clases, lo que dio a más graduados la posibilidad de emplearse en el banco central. Aún más importante –como veremos en el siguiente capítulo-, estos desempeñaron un papel crucial en la remodelación del programa de economía en su alma mater, mediante la creación de una escuela de economía concebida bajo las normas internacionales. El ITM (ITAM) es fundó para cumplir el objetivo ideológico de proporcionar formación en economía con un enfoque conservador, distinto al de la escuela nacional de economía. En este sentido, difirió de otros programas de economía del sector privado fundados antes de 1970, como el de Tecnológico de Monterrey,”Tec”, -que se fundó en 1954 en el estado industrial norteño de Nuevo León. A diferencia de la época de la depresión, cunado de estableció el programa de la economía en la UNAM, el periodo de medidos de los años cincuenta era una época en la que la industria mexicana se había vuelto lo suficiente grande, próspera y organizacionalmente compleja para empezar a utilizar profesionales económicos. Por tanto, el programa de economía del “Tec” se estableció para satisfacer un propósito técnico más que político y exigió a sus estudiantes cursos más orientados hacia la técnica. El programa original del Tec exigía más del 15% del total de las horas de clases en contabilidad, más de 21% en leyes y más de 16% en administración; además de sus habilidades especiales como economista. Se suponía que los graduados del Tec servían como versátiles”personas de mucha aptitudes” dentro del sector privado (ITESM, 1968, P.63). En cambio, el programa economía del ITM era menos programático y más académico que su contraparte de Monterrey. Esto se debió a la enorme participación de Miguel Palacios Macedo, un abogado e intelectual conservador que también había ayudado a la formación del plan original de la economía en la UNAM. El programa de 144 1951 del ITM23 incluía dos años completos de clases de sociología; los estudiantes también tenían que tomar dos años y medio de leyes y dos de contabilidad, pero sólo un año de administración de empresas. Como resultado de esta orientación académica, los estudiantes todavía tenían que tomar de todo un año titulado “La teoría económica y social del máximo”. Significativamente –y a diferencia de su contra parte en la UNAMel programa de 1951 del ITM también incluía dos años completos de inglés (ITM, 1951, pp. 27-28). Mientras que el ITM y el Tec diferían en grado la politización, los programas de economía del ITM y de la UNAM se habían fundado como un programa estatista, incluso a veces marxista, el del ITM se había establecido como un bastión de un punto de vista económico más conservador. Dieciséis tesis escritas por estudiantes de economía del ITM de 1956 a 1960 muestran contrastes y similitudes reveladores cuando se comparan con las tesis de la UNAM de 1958. La diferencia más sobresaliente entre los dos grupos es completa ausencia de marxismo en las primeras: no sólo no había ninguna tesis marxista ni ninguna que apoyara el socialismo entre las tesis del ITM, sino que Marx no era citado ni siquiera una sola vez. Las ideas desarrollistas también eran relativamente débiles en el ITM comparando con la UNAM durante el mismo periodo: sólo el 12.5% de la tesis del ITM mencionan la diferencias fundamentales entre los países en vías del desarrollo y los desarrollados. Sin embargo las similitudes entre las tesis del ITM y las de la UNAM en los años cincuentas pasan más que la diferencias. Primero, ambos grupos despliegan un uso comparable de modelos y métodos matemáticos. Esto sugiere que la aparente falta de matemáticas en el programa de la UNAM en los años cincuentas no se debían –como podría suponer un lector contemporáneo- al enfocarse izquierdista de la UNAM, sino que reflejaba el hecho de que la economía en los años cincuentas era menos matematizada de los que hoy día. Segundo las tesis de ITM se parecen a sus contrapartes de la UNAM en que el autor retórico más citado de 1956 a 1960 era Keynes, y el segundo Ragnar Nurkse, un economista desarrollista sueco cuyos análisis 145 sean compatibles con los de los desarrollistas de la CEPAL (Martinussen, 1997 pp.5758). Falta la pagina 145 y 147 tractas, se suponía que los gobiernos podían mejorar el bimestre social general sin hacer costosas concesiones sociales. Teóricamente se suponía que el desarrollismo ofrecía ventajas similares: políticas como la sustitución de importaciones podría ofrecer beneficios para el protegido sector privado, el gobierno y sus electores populares. Sin embargo, el paradigma de política de la postguerra en México pudo generar consenso sólo mientras pareció que funcionaba. El siguiente capítulo describe la ruptura de consenso desarrollista-keynesiano en México en los años setenta y la consiguen escisión se la economía mexicana. Pag 148 ---------------------------------------------------------------------------------------------------------Pag 149 V. EL COLAPSO DEL DESARROLLISMO Y LA POLARIZACIÓN DE LA ECONOMÍA MEXICANA. Los AÑOS FINALES DE LA DÉCADA de los setenta representaron un momento crucial para el modelo desarrollista mexicano. Como en muchas partes del mundo, en México esos años fueron un periodo de agitación social y protestas contra la injusticia de los órdenes políticos y económicos existentes; además, a principios de esa década, signos de un declive económico contribuyeron a la impresión general de que los años relativamente pacíficos y prósperos del periodo de la posguerra había llegado a su fin y que algo había tener que cambiar. En realidad, cambio era exactamente lo que muchos jóvenes activistas políticos mexicanos esperaban; para algunos, una segunda Revolución mexicana parecía estar a la vuelta de la esquina. Por supuesto, con retrospectiva histórica sabemos que el final cambio que finalmente ocurrió en México guardaría poco parecido con lo que estos jóvenes 146 radicales esperaban. Aun cunado el movimiento estudiantil contribuyó indirectamente a las políticas “populistas” de los años setenta, la crisis de la deuda que provocaron estas políticas proporcionaría a fin de cuentas las condiciones para la autoridad y el neoliberalismo. Las reformas orientadas del mercado de los años ochenta y noventa serían realizadas por una nueva generación de economistas mexicanos cuya formación al estilo estadounidense los predispuestos a considerar el intervensionismo estatal de los años anteriores con recelo y apoyar la apertura del mercado como la solución para los problemas de México. Este capítulo analizo cómo llegó esa nueva perspectiva teórica a predominar en la ITM (el nuevo nombre del ITM después de que este se volvió oficial mente autónomo en 1962), así como las condiciones que llevaron a la adopción de una prospectiva teórica muy distinta a la escuela nacional de Economía. LA CRISIS DEL DESARROLLISMO MEXICANO En 1973, el economista mexicano Leopoldo Solís observaba en la introducción de su muy leído libro que no todo estaba bien en la economía mexicana: De manera gradual, se han acumulado en el horizonte nubarrones que han ensombrecido el optimismo acerca de la evolución que, frente la progreso de algunos sectores minoritarios, persisten tenazmente la pobreza de muchos; que es la distribución del ingreso no sólo se resiste a ser menos ingreso desigual, sino que en determinados lapsos ha empeorado notablemente. La incapacidad del sistema para empleo a su creciente fuerza de trabajo –frente a un crecimiento demográfico acelerado-, su falta de competitividad internacional, expresado como carencia de vigor exportador y como un creciente endeudamiento extremo, obligaron a muchos economistas mexicanos y extranjeros a revalorizar y representar características y méritos del modelo mexicano del desarrollo mexicano del desarrollo económico (Solís, 1973, pp.7-8). 147 En general se aceptaba que los problemas de la economía mexicana se debían a fallas fundamentales en la elaboración de políticas económicas; las impresionantes tasas de crecimientos de los años cincuenta y sesenta no habían sido gratuitas. La política de sustitución de impresionantes de México, diseñado originalmente para apoyar “industrias infantes”, se había institucionalizado como un subsidio de largo plazo o los capitalistas mexicanos: aunque esta política había a las altas tasas de crecimiento económico, también incrementado el costo de los instrumentos industriales, elevado los precios internos y desanimado las exportaciones (Solís, 1973, p. 8). La consiguiente falta de competitividad de las exportaciones mexicanas y la dependencia de insumos importados contribuyeron a déficits comerciales crónicos y crecientes y a problemas en la balanza de pagos. En estas circunstancias, el tipo de cambio de frijol del peso –que había mantenido bajo el desarrollo estabilizado para ayudar e enfrentar la infiltración y para alentar el ahorro interno –tuvo como resultado un solo peso sobrevaluado que fue necesario mantener con el crecimiento de deuda pública. Así, el tipo de cambio frijol contribuyó a un subsidio público el consumo y la producción privados a través de importantes baratas; el peso de sobrevaluado también desalentaba las exportaciones que podrían haber aminorado los déficits resultantes de las balanzas de pagos (Reynolds, 1977d, pp.9991001). El notorio fracaso de México para aplicar un sistema fiscal progresivo y totalmente desarrollado también tuvo consecuencias negativas a lo largo del plazo. El gobierno mexicano obtenía la mayoría de sus recursos del ingreso de los trabajadores, de los impuestos indirectos externos. La restricción fiscal resultantes pues un freno permanente al gasto del gobierno en área como en bienes sociales (Reynolds, 1977, pp. 1005-1006). Hansen (1977) observó que en el 1967 sólo 601% del total de la población mexicana, o 18.9% de la fuerza laboral, estaba cubierta por los beneficios de la seguridad social, lo que ponía a México muy por detrás de todos los países importantes de América Latina (p. 86). Mientras tanto –y pase a veinticinco años de crecimiento 148 espectacular-, el desempleo estructural d muchos años continuaba presente en la economía mexicana (Solía, 1973, p. 8; Reynolds, 1977, p. 1005). El panorama económico y social resulte tenía algunas características desalentadoras. Aunque la distribución del ingreso no empeoró entre 1958 y 1970, tampoco mostró mejoría: y la distribución del ingreso personal después de impuestos se había hecho peor, en causa de la falta de una reforma fiscal significativa (Izquierdo, 1995,pp. 139, 143). Aunque el periodo entre 1940 y 1970 fue testigo de un crecimiento sustancial de la clase media mexicana, en 1969, 30% de las familias mexicanas más pobres tenían un ingreso equivalente a un tercio o menos del ingreso promedio de la familia mexicana (Hansen, 1971, p. 180; izquierdo, 1995 p. 138). El efecto combinado de una política agrícola post-cardenista que había favorecido por largo tiempo a los pequeños propietarios de tierra, por un lado, y el desempleo crónico, por el otro, crearon una gran demanda por una gran reforma que no estaba próxima. En los años sesenta los reformadores sociales mexicanos empezaron a hablar cada vez más de la “marginalización” de una población rural a la que habría dejado estancarse en la pobreza y el atraso, mientras que le México urbano se movía en la era moderna (González Casanova, 1965, o. 62). Las deficiencias sociales del milagro mexicano”tarde o temprano tenia que resultar incompatibles con la imagen popular del gobierno” (Tello, 1979, p.34). Después de 1940, la política agrícola mexicana se concentraron en crear una agricultura comercial viable a base de grandes fincas en vez de pequeñas, y el gobierno distribuyó tierra recién irrigada en muchas unidades mayores que las de antes y propietarios privados en vez de ejidatarios (Reynold, 1977 a, pp. 142-143). Aunque los efectos negativos del Milagro a ganado mexicano provocaron que muchas se cuestionaran la conveniencia de los modelos políticos y económicos que este había posibles, los sucesos históricos de América Latina causaron una crisis general del desarrollismo. El golpe militar de 1964 en Brasil hizo que muchos duran de que el desarrollo capitalista pudiera ocurrir dentro de un contexto pacífico y democrático, 149 como había supuesto los expertos de la CEPAL: se consideraba que el modelo desarrollista contenía “contradicción” inherentes que inevitablemente llevaba el autoritarismo –una crítica que fue”confirmada” en los años setenta con la propagación de las dictaduras militares en todo América Latina. Al mismo tiempo, los temprano logros de la Revolución cubana brindaba un modelo alternativo –algunos decían que el único modelo alternativo de un desarrollo económico compatible con la igualdad conocido como “teoría de la dependencia” desafío al desarrollismo en general y al modelo de la CEPAL en particular; muchas de sus adeptos proponían el cambio revolucionario como la única vía para evitar el autoritarismo y los problemas económicos crónicos. En México, por supuesto, estas tendencias históricas de largo plazo se comportaron de una manera muy distinta. Como vimos en el Capítulo anterior, el desarrollismo mexicano nunca fue teorizado formal mente de acuerdo con el modelo de la CEPAL. Además, en México la contabilidad de la proporción gubernamental del desarrollo capitalista con la reglas democráticas parecía se una ser una ilusión van desde el mismo principio. El sistema político unipartidista mexicano, aunque ciertamente no tan brutal como las dictaduras sudamericanas de los años sesenta, nunca había seguido las normas de las democracias industriales occidentales. El impresionante crecimiento del milagro mexicano estaba salpicado de intentos por parte de los trabajadores para liberarse de la estructura sindical controlada oficialmente y obtener un porción mayor del pastel económico del crecimiento, sólo para ver sus sindicatos destrozados y sus líderes en la cárcel (LaBotz, 1988, p. 89). Hacia 1970, el gobierno mexicano enfrentaba una opción importante y difundía entre un grupo que, la superficie, tenía relativamente poco de qué quejarse: los estudiantes universitarios. El movimiento estudiantil mexicano que creció y evolucionó a lo largo de los años setenta, aunque compuestos de jóvenes de calase media, representó un desafío tanto a la desigualdad que acompañaron al crecimiento económico de la posguerra como el sistema político represivo que había mantenido esa desigualdad. 150 De acuerdo con las observación de los teóricos de la movilización de recursos (Tilly, 1978), la fuerza relativa del movimiento estudiantil con respecto a otros movimientos sociales mexicanos como la fuerza laboral organizada, no provenía de motores agresivos a los estudiantes. Por el contrario, como señales Villegas (1993), los estudiantes eran un grupo relativamente “mimado” en el promedio de la posguerra: mientras que los movimientos obreros independientes habían sido reprimidos por el gobierno, sucesivos gobiernos presidenciales contribuyeron una espléndida “Ciudad Universal” nueva en las afueras del sur de la capital mexicana y la amueblaron y equiparon. Una educación universitaria pública en México no sólo era prácticamente gratuita, si no que también era la puerta de entrada de los jóvenes de la clase media a una carrera política (Villegas, 1993, p.208). Además la UNAM y otras universidades públicas autónomas constituían un espacio único para la libertad de expresión: mientras que los dirigentes obreros izquierdistas independientes eran enviados a la cárcel, los profesores y estudiantes marxistas podían, en general, expresar sus puntos de vista con relativa impunidad. Por tanto, la universidad se convirtió en el punto focal mas importante de protesta contra los modelos políticos y económicos de la posguerra, por que era un ambiente que proporcionaba los recursos para tal protesta: estudiantes y profesores poseían medios de organización independientes que los obreros no tenían. En 1963 se fundó una organización estudiantil nacional en Morelia, Michoacán, en gran medida como resultados de los esfuerzos organizativos del partido Comunista Mexicano (PCM). Concebido como un amplio frente estudiantil, la retórica de este grupo fue esencialmente por democrática; de manera significativa, su segundo congreso esencial se llevó a cabo en la Escuela de Economía de la UNAM en 1964. Este grupo fue núcleo importante para el famoso movimiento de 1968, aunque hacia ese año, el sectarismo político había causado su declive (Guevara Niebla, 1978, p. 12) La interpretación científico social del movimiento estudiantil mexicano, sin embargo, no es lo suficientemente abundante para proporcionar una respuesta definitiva a la pregunta de sus causas fundamentales. Zermeño (1978) Loaeza (1989) aseguran 151 que el movimiento representaba esencialmente una demanda de los jóvenes de clase media para participar en política. En opinión de Zermeño, el sistema político mexicano de la posguerra atendió los intereses de los capitalistas y controlo las demandas de campesinos y trabajadores, pero no logro incorporar efectivamente a la clase media (1978, p. 91). Por consiguiente, el movimiento de 1968 represento una afirmación de los valores “burgueses” de democracia y el rechazo al corporativismo autorizado. Zermeño asegura con firmeza que los estudiantes radicalizados de 1968 no estaban motivados principalmente por una frustración proveniente de “sus expectativas de empleo profesional”; todavía había buenos empleos esperando a que se graduaran (Zermeño, 197, pp.37-51). No obstante, desde un punto de vista de opción racional, por lo menos, esta interpretación del movimiento estudiantil no parece nada satisfactoria. Es incuestionable que había mucho malestar en el panorama político y social mexicano a finales de los años sesenta; los estudiantes tenían razón de protestar. Además, es probable que el movimiento ofreciera gran satisfacción personal y otros incentivos selectivos a los participantes. La pregunta no es por que los estudiantes sentían que tenían motivos de queja ni por que resultaba atractiva la participación en el movimiento, si no más bien por que los estudiantes optaron por incurrir en un riesgo personal para expresar sus quejas si los beneficios de jugar según las reglas eran considerables. La pregunta parece especialmente importante para el movimiento estudiantil, cuyo prometido beneficio colectivo- i.e. la democracia- debe. Haber parecido mas bien abstracto en comparación con los beneficios individuales de la placida búsqueda de un titulo universitario, una carrera política y una vida cómoda. La respuesta más obvia a esta pregunta es que jugar según las reglas ya no era suficiente: un titulo universitario ya no garantizaba un empleo seguro de clase media. Según el razonamiento lógico de Collins (1979), en un sistema donde el número de individuos con credenciales aumenta a una tasa mas rápida que el numero de empleos atractivos, la consecuencia inevitable es que la posesión de tales credenciales ya no lleva invariablemente a la seguridad de empleos atractivos. Es fácil imaginar que 152 la “crisis del credencialismo” resultante pudiera bajar los costos relativos asociadlos a la participación en movimientos sociales. En realidad, las estadísticas sugieren que el numero de “huecos” atractivos en la sociedad mexicana no aumento a una tasa proporcional al incremento en los grados universitarios y que debe haberse provocado una inflación de credenciales. Mabry (1982) calcula que la población estudiantil de la UNAM aumento en 300% entre 1944 y 1966 (p. 215). En cambio, según Hansen (1971), entre 1940 y 1963, el porcentaje de las clases media y superior respecto al total a mas de 30%(p.215). Basado en un análisis de datos históricos de profesionales, Lorey (1994) también concluye que “la economía mexicana había sido incapaz de proporcionar suficientes empleos de nivel profesional a los graduados universitarios desde por lo menos finales de los años cincuenta” (p.28). Por consiguiente, aunque pudiera haber buenos empleos para los graduados universitarios mexicanos, un titulo universitario ya no garantizaba tal empleo. 3 Desde el principio, la demanda del movimiento estudiantil de pluralismo político coexistía con una agenda mas radical: el movimiento estudiantil mexicano estaba motivado por la represión del movimiento obrero de finales de los años sesenta y se inspiraba en la revolución cubana (Guevara Niebla, 1978 p.12). Como resultado, su retórica era a veces una combinación incongruente de lenguaje marxista y pro cubano y demandas mas moderadas de democracia. Esta diversidad retórica era resultado, en parte, de diversos puntos de vista de lo que representaba el movimiento: mientras que algunos estudiantes estaban por la inmediata y revolucionara “supresión de la denominación burguesa”, otros esperaban cambios futuros a trabes de batallas electorales. En el apogeo del movimiento estudiantil de 1968, sus temas dominantes eran pro democrático más que revolucionario: mientras que unos cuantos volantes del movimiento de 1968 pedían la revolución socialista, muchos se limitaban a demandas democráticas (Marby, 1982, pp. 255-256). 3 sin embargo, no debe inferirse de esto que todos los que participaron en el movimiento estaban desempleados. De hecho, un entrevistado recordaba que muchos 153 participantes tenían empleos de tiempo completo en el gobierno y después, por la tarde, llegaban vestidos de traje a las protestas universitarias (entrevista, Ramírez, 15 de octubre de 1996) Las olimpiadas de 1968 que iban a llevarse acabo en la ciudad de México simbolizaban el mito del milagro mexicano que el movimiento estudiantil quería desenmascarar. Como primer país en vías de desarrollo que era anfitrión de las olimpiadas, se suponía que México era un modelo de progreso económico y libertades políticas. Mientras que el movimiento estaba decidido a utilizar las olimpiadas para atraer la atención del mundo hacia el autoritarismo y la injusticia social en México, el gobierno estaba decidido a impedir que el desorden social creara una mala impresión en la comunidad internacional. Durante todo el verano anterior a las olimpiadas, el movimiento estudiantil afirmo su poder y alcance a través de huelgas y manifestaciones de masas, y el ejercito mexicano fue desplegado para ocupar la UNAM el 18 de septiembre (Marby, 196, p.261). El 2 de octubre de 1968 -diez días antes del inicio programado de los juegos- un mitin político del movimiento fue atacado por el ejercito en la Plaza de Tlatelolco, en una masacre que causo la muerte de unas 350 personas (LaBotz, 1988, p.121). La tolerancia del gobierno para el disentimiento- inclusive el de la elite de estudiantes universitarios- se había agotado y la masacre de Tlatelolco se convirtió en un símbolo nacional de la falta de legitimidad del gobierno. LA RESPUESTA POPULISTA: 1970-1982 Hacia 1970, la atmósfera en México era sumamente pesada e inestable. El movimiento estudiantil y la brutal respuesta del inestable. El movimiento estudiantil y la brutal respuesta del gobierno, junto con los movimientos guerrilleros crecientes en el campo, provocaron un temor generalizado de un conflicto social cada vez mayor e incluso de una guerra civil. La presidencia de Luís Echeverría (1970-1976) logro suavizar la turbulencia social mediante el aumento en el gasto social y una política de reconciliación con la universidad. Echeverría critico la posición privilegiada que las políticas del desarrollo estabilizador le dieron al capital y exigió la renuncia de Antonio 154 Ortiz Mena - el secretario de Hacienda responsable del desarrollo estabilizador - varios meses antes de que terminara el periodo presidencial anterior. Para sustituir el conservadurismo fiscal y monetario de sus dos antecesores, Echeverría propuso una nueva política de “desarrollo compartido”, según la cual, el crecimiento económico per se ya no seria el objetivo principal del desarrollo económico y el papel del sector publico aumentaría (Luna Ledesma, 1992, p.35). Se haría énfasis en aspectos de distribución mas que de crecimiento y los emprendería un gobierno mas grande. Al mismo tiempo, el gobierno de Echeverría promovió una apertura democrática para abordar la crisis de legitimidad del gobierno. Se llevaron a cabo reformas electorales, se modificaron las políticas internas del partido gobernante, los presos políticos del movimiento estudiantil fueron liberados y se fomento la formación de nuevos partidos políticos (Latapi, 1980, p 57). Durante el gobierno de Echeverría, el gasto publico aumento considerablemente y se incremento el presupuesto en áreas como salud, vivienda y educación. La política mexicana de muchos años de sustitución de importaciones se mejoro a trabes de controles de importación mas estrictos. Se aumento la intervención directa del gobierno en la economía a una escala sin precedentes: tan solo entre 1971 y 1976, se crearon 108 grandes empresas publicas, en comparación con solo 83 entre 1952 y 1970 (Bazdresh y Levy, 1991, pp. 241-242). Para financiar las intervenciones nuevas y aumentadas del gobierno, la administración intento realizar una reforma fiscal, pero la oposición a gran escala del sector privado y la amenaza de fuga de capital hizo que se abandonara esta iniciativa. El impuesto de 1% a las ventas, que se aplico exitosamente, fue insuficiente para cubrir el costo del gasto publico incrementado y el gobierno tuvo que depender aun mas de prestamos externos (Bazdresch y Levy, 1991, p.239; Maddison et al., p. 26). La deuda externa de México también se incremento con la adhesión de Echeverría a la política de tipo de cambio fijo de sus predecesores, lo que significo que los recursos del gobierno se dedicaran a apuntalar el peso. El aumento en el gasto público en el crédito interno contribuyo a altos niveles de inflación que promediaron 155 más de 17% entre 1973 y 1976. Esta inflación, a su vez, acrecentó las diferencias entre el valor real y el oficial del peso, una diferencia que tenia que ser financiada por el gobierno. Hacia 1976, los temores de una inminente devaluación incentivaron la fuga de capitales, lo que acelero la devaluación que temían los inversionistas. Al final de la presidencia de Echeverría, el gobierno tenia una deuda de 29500 millones de dólares y fue necesario firmar un acuerdo de reserva con el FMI ( Bazdresh y Levy, 1991, pp. 232-233, 224). Mientras que el gobierno de Echeverría amenazaba a los inversionistas con su retórica izquierdista y hablaba de solidaridad con el Tercer Mundo, el de López Portillo (1976-1982) fue considerado como relativamente favorable para las empresas. La respuesta de López Portillo al desarrollo compartido fue la Alianza para producción, un “nuevo acuerdo bajo el cual todos los grupos sociales participarían en el proceso de recuperación económica y cura política”. lo que López Portillo tenia en común con su antecesor era que dependía de la deuda para financiar el gasto del gobierno como una manera de obtener apoyo político. López Portillo aumento ampliamente la inversión pública en la industria petrolera y también fue conocido por sus inversiones en otras áreas como infraestructura, salud, nutrición. El aumento de los precios del petróleo en 1970, combinado con los nuevos y vastos descubrimientos de petróleo en México, restituyo el crecimiento económico, pero su auge temporal llego a su fin con la caída de los precios del petróleo en 1981. Al mismo tiempo, altas tasas de inflación a principios de los años ochentas tuvieron consecuencias similares a las que provoco la inflación durante los años de Echeverría: un peso sobre valuado y fuga de capital. La respuesta de López Portillo a la fuga de capital fue nacionalizar la banca privada. Al igual que la presidencia de su antecesor, el gobierno de López Portillo termino con una devaluación y la firma de un programa de estabilización con el FMI; la deuda externa de México ascendía a 92400 millones de dólares (Bazdresch y Levy, 1991, pp.246-249). Como críticos de los gobiernos de Echeverría y de López Portillo, Bazdresch y Levy (1991) calificaron a ambos presidentes “ populistas económicos” que dependieron de niveles imprudentes de gasto gubernamental como una manera de 156 resolver la crisis económica, política y social simultaneas de México.4 El populismo de los años setenta tubo un alto precio, a saber, la crisis de la deuda de los años ochenta. Por otra parte, las políticas de estas dos presidencias también ayudaron a restaurar el crecimiento económico por un tiempo, el cual fue, en promedio, de mas de 7% anual por los años 1971- 1982. ( Bazdresch y Levy, p.243). Hayan sido o no las políticas de los gobiernos de Echeverría y López Portillo la solución correcta a los múltiples problemas de México, si tuvieron implicaciones extraordinariamente importantes para la ciencia económica mexicana que analizaremos en las siguientes secciones. El auge de los años setenta y la ciencia económica mexicana A diferencia de los Estados Unidos, donde los años setenta fueron conocidos como la década del estancamiento económico y la alta inflación combinados, en México esa década se caracterizo en general por la abundancia y el crecimiento, a pesar del aumento acelerado de los precios. Los dos factores responsables del florecimiento económico de México fueron una oleada de préstamos externos y el aumento en los precios del petróleo- derivados del descubrimiento de nuevas reservas petroleras combinando con altos precios de este (debido a la acción del cartel de la organización de países exportadores de petróleo, OPEP). Para la ciencia económica mexicana, la abundancia de recursos durante los años setenta tuvo varias consecuencias sobresalientes. Primero, la expansión del sector público origino el aumento de oportunidades para economistas de todo tipo en todos los niveles del gobierno; desde “estructuralistas” hasta “monetaristas” y desde el modesto burócrata hasta el poderoso tecnócrata, los años setenta fueron una buena década para ser economista en México. Segundo, el hecho de que los recursos disponibles fueran acompañados de un bajo nivel de condicionamiento hizo posible que un nuevo grupo de economistas formados en el extranjero - los de extrema izquierda del consenso desarrollista mexicano- ocuparan algunas posiciones importantes en la elaboración de políticas. Por ultimo, la abundancia de los años setenta significo que habían mas 157 recursos del gobierno para la educación superior. Esto incluía tanto becas para estudios de posgrados en el extranjero como mas fondos para los programas públicos de economía, incluso aquellos que, como la UNAM, eran cada vez menos útiles para el sector publico. 4 Bazdresch y Levy distinguen entre el populismo “económico” de los años setenta y populismo “político” de políticos anteriores, como Lázaro Cárdenas, que dependían del apoyo de obreros y campesinos, pero no del gasto despilfarrador e inflacionario. Como vimos en el capitulo anterior, durante el periodo de la posguerra, el acceso a recursos externos - a trabes del banco Mundial, el FMI, la alianza para el progreso y otros- había dado un gran ímpetu a la internaciolización de la ciencia económica mexicana. Los economistas del gobierno formados en el extranjero habían sido los embajadores en un nuevo orden mundial que ofrecía a los gobiernos de los países en vías de desarrollo recursos críticos condicionados a ciertas políticas y normas profesionales/administrativas. Los años setenta también fueron una época de una increíble abundancia de financiamiento externo, pero con una diferencia: en los años setenta los prestamos de organizaciones bilaterales y multilaterales fueron perdiendo progresivamente importancia al aumentar drásticamente los créditos de los mercados financieros. México tuvo un éxito inaudito entre los países de América latina para recuperar el acceso a los mercados financieros internacionales después de la devaluación del peso de 1954. No obstante, la deuda externa privada de México se mantuvo relativamente moderada hasta los gobiernos de Echeverría y López Portillo. La grafica 5.1 ilustra el incremento en la deuda externa de México en los años setenta y principios de los ochenta y su comparación con la deuda prudente del periodo del desarrollo estabilizador: mientras que la deuda externa publica de México era equivalente a solo 12.7% del producto interno bruto en 1970, para 1982 era equivalente al 35.5%. 158 GRAFICA V.1 La deuda publica externa mexicana/Proporción del PIB, 1955-1982 159 ---------------- Desarrollo estabilizador, 1955- 1970 ________populismo 1971- 1982 Fuente: Gil Díaz (1984) México no era un caso aislado: en general, los años setenta fueron una década de prestamos inmoderados de los bancos internacionales y los inversionistas extranjeros, de deudas externas inmoderadas en América latina y en otras partes del tercer mundo. Como muestra Frieden (1991), aunque el destino de los préstamos externos estuvo determinado por la política interna, como un fenómeno más general, el grave endeudamiento externo en América latina estuvo determinado por factores internacionales. Estos factores incluyeron la reglobalización de los mercados financieros a trabes de un crecimiento del sector bancario en el exterior- que eludía así 160 las regulaciones bancarias nacionales- y el exceso de “petrodólares” de las naciones exportadoras de petróleo que dio a los bancos un superávit de fondos de inversión. Dirigidos por el presidente de Citibank, Walter Wriston, los bancos empezaron a reunir a los países en vías de desarrollo para invertir en proyectos tanto del sector privado como del público. En México, predomino el endeudamiento del sector público, y dos gobiernos presidenciales sucesivos utilizaron préstamos externos para tratar de enderezar los problemas económicos, políticos y sociales de México. Aunque el gasto público de Echeverría estuvo encaminando hacia una diversidad de proyectos, durante el gobierno de López Portillo el único gran destino de los recursos adquiridos a través de financiamiento externo fue la industria pública petrolera, a través de la compañía de propiedad pública conocida como Pemex. López Portillo vio en la industria petrolera la oportunidad para reiniciar el crecimiento económico y el desarrollo rápido de México. Hacia 1981, Pemex se había convertido en la fuente más importante de recursos gubernamentales de todas las fuentes internas y contribuía con 24.9% de los impuestos federales recibidos (véase en el cuadro 5.1). Gracias a las ganancias de la rápida expansión de la industria petrolera, México fue capaz de abandonar el acuerdo de 1976 que tenía con el FMI simplemente saldando su deuda (Teichman 1988, pp.65-66). El periodo 1976-1982 en México resulta un interesante caso de estudio de cómo la fluctuación de la dependencia e independencia de recursos afecta las posiciones relativas de distintas profesiones dentro de los gobiernos de los países en vías de desarrollo. Con el FMI fuera de los asuntos internos de México y con los inversionistas extranjeros amontonándose uno tras otro para invertir en la industria petrolera mexicana, sumamente lucrativa, la necesidad de adaptarse a las normas de actores externos poderosos había disminuido muchísimo. Como resultado, se redujo la recompensa que se otorgaba entre los funcionarios mexicanos a la fluidez para hablar inglés y la experiencia económica, mientras que los ingresos crecientes del petróleo hicieron más importantes y poderosos a los ingenieros asociados con la burocracia de PEMEX. Por consiguiente, durante un breve periodo hubo dos tipos distintos de 161 tecnócratas compitiendo por el control sobre la elaboración de políticas económicas en México: los economistas y los ingenieros. El dirigente de los ingenieros tecnócratas fue Jorge Díaz Serrano, un amigo cercano de López Portillo que fue director de Pemex de 1976 a 1981, y que más tarde, en 1983, fue apresado por fraude. Según Teichman (1988), durante este periodo los ingenieros de PEMEX con frecuencia entraban en conflicto con los economistas tecnócratas de otras ramas de la administración pública mexicana. Mientras que la agenda política de los ingenieros era la rápida expansión de la producción petrolera a cualquier costo, los economistas tendieron más a ocuparse de asuntos más amplios del desarrollo económico y la estabilidad de precios. Sin embargo, tales conflictos terminaron rápidamente con la caída en los precios del petróleo en la primavera de 1981 y una crisis de la deuda en aumento que hizo ascender una vez más a la experiencia económica, y a la capacidad de tratar con funcionarios extranjeros e internacionales; los economistas habían ganado. A partir de 1982, la competencia entre ingenieros y economistas, sino entre economistas de diferentes convicciones ideológicas. La naturaleza y el resultado de estas dispuestas se analizan en el capitulo. VII. La dramática expansión del sector público durante la presidencia de Echeverría llevó a una bonanza de posibilidades de empleo para los economistas gubernamentales; después de una breve contracción en las finanzas públicas a principios del gobierno de López Portillo, las oportunidades para los economistas del sector público aumentaron otra vez como resultado del auge petrolero (Lozano Hernández, 1988, pp. 25-26). Varias áreas de la administración pública mexicana se destacaron como instituciones que ofrecían oportunidades a economistas jóvenes durante los años setenta. Durante el ejercicio del egresado de Stanford David Ibarra como secretario de Haciendo desde 1977 hasta 1982, la secretaría de Hacienda empleó a un equipo cada vez mayor de jóvenes tecnócratas, entre los cuales se encontraba Pedro Aspe, un graduado del ITAM que apenas había obtenido su doctorado en el MIT en 1978. Al mismo tiempo, la Secretaria de Programación y Presupuesto (SSP), creada en 1976, fue dotada de autoridad tanto respecto a la elaboración de políticas como a la 162 asignación de recursos y, posteriormente, se convirtió en refugio organizacional clave para jóvenes mexicanos que habían adquirido credenciales de posgrado en el extranjero, tanto en economía como en otros campos, como administración pública (Centeno, 1944, p.135). Mientras tanto, el banco de México en particular su departamento de estudios económicos, continúo siendo una base organizacional importante para economistas con formación en el extranjero. Al mismo tiempo, los economistas vinieron a ocupar posiciones más altas, como nunca antes, en la burocracia encargada de la elaboración de políticas. Esto reflejaba, en parte, la agenda de las presidencias populistas. Si la ‘’planificación económica’’ había sido un lema importante en los años cincuenta y sesenta, durante la siguiente década se convirtió en mantra, al multiplicarse los objetivos del sector publico en la economía. Centeno (1994) ha señalado que, cuando la inversión directa del gobierno en la economía se hizo más común en los años setenta, ‘’el éxito y la legitimidad percibidos de una administración se basaban cada vez más su capacidad de fomentar directamente el crecimiento económico en lugar de meramente proporcionar la estabilidad política que se requería para animar y proteger lo proporcionado por el sector privado… Esta redefinición del papel del Estado obviamente apoyaba el aumento de importancia e influencia del personal con experiencia económica’’ (p.182). Además, la necesidad de creciente de administrar la deuda externa premio en particular el conocimiento de las finanzas internacionales (p.93). Hacia 1980, a la cabeza de la Secretaria de Hacienda, la Secretaria de patrimonio Nacional, el banco de desarrollo y el banco central estaban solo economistas formados en el extranjero. No obstante, es bien sabido entre los científicos y políticos mexicanos que los economistas capacitados en el extranjero que llegaron a controlar la formulación de políticas económicas mexicanas después de 1970 no compartían la misma perspectiva teórica. Una interpretación común es que la tecnocracia mexicana de este periodo se dividió en ‘’estructuralista’’ y ‘’monetaristas’’, una distinción que considero inexacta y errónea de muchas maneras, ya que ambas exageran algunas distinciones en ideología política y pasan por alto otras. Creo que un marco analítico más útil para entender las 163 diferencias teóricas entre quienes definieron las políticas económicas es el que utiliza Heredia (1996), que toma las ideologías políticas del periodo del desarrollo estabilizador (1955-1970) como referencia para entender las tendencias subsecuentes en la elaboración mexicana de políticas económicas. En opinión de Heredia (1996), el periodo del desarrollo estabilizador fue una época de consenso amplio entre los formuladores mexicanos de políticas económicas, todos los cuales compartían una perspectiva más o menos desarrollista: el Estado necesitaba desempeñar un papel importante en el desarrollo económico a través de medios tales como para proteger a la industria interna de la competencia extranjera. La profundidad y amplitud de este consenso fue aparente en muchas de mis conversaciones con la generación más antigua de economistas mexicanos. Por ejemplo, en una entrevista con, Rafael Izquierdo – un economista que había estado en el extremo más conservador del espectro desarrollista- recordó una discusión que había tenido recientemente con Ifigenia Martínez- una economista que había sido una desarrollista más izquierdista y que después resulto electa como representante del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Dentro de este espectro desarrollista, por supuesto había algunos desacuerdos. Hacia la derecha del espectro estaban economistas y otros formuladores de políticas del Banco de México y de otras secretarias financieras que solían preocuparse más por la inflación. Sin embargo, para los estándares de hoy, incluso los puntos de vista adoptados por este grupo más ”conservador” de los años sesenta parecen bastante estatistas y keynesianos, ya que no dudaban de la importancia del liderazgo estatal en el desarrollo económico ni cuestionaba la necesidad de alguna forma de protección industrial, aunque algunos pensaban que esta debía ser más selectiva. Durante los años setenta, cuando los recursos externos eran relativamente abundantes y libres de condiciones para el gobierno mexicano y los ingresos del petróleo eran todo el tiempo altos, los economistas educados en el extranjero de la extrema izquierda del consenso desarrollista- los “estructuralistas” mencionados por los científicos políticos (cf. Basáñez, 1991; Villareal, 1984)- llegaron a ocupar puestos muy 164 importantes en la elaboración de políticas (Heredia, 1996, p.104). Mientras que los desarrollistas más que conservadores mantuvieron el control de la Secretaria de Hacienda y del Banco de México, el grupo más radical creo nichos institucionales dentro de algunos sectores de la Secretaria del Patrimonio Nacional – que estaba a cargo de las cada vez más numerosas industrias paraestatales- y de las Secretaria de la Presidencia. Entre estos economistas estaban José Andrés de Oteyza y Carlos Tello, quienes habían seguido estudios de posgrado en la Universidad de Cambridge, un conocido centro de pensamiento keynesiano. En general, estos funcionarios creían en la “profundización” del proceso de sustitución de importaciones de México y la aceleración del crecimiento económico mexicano aun a costa de la inflación. Teichman (1988) se refiere a ellos como la “tendencia cuasi populista” dentro de la administración pública mexicana. El conflicto entre estas dos tendencias diferentes se hizo más intenso durante el gobierno de López Portillo, cuando los desarrollistas más radicales bloquearon efectivamente el esfuerzo de los tecnócratas más conservadores para moverse hacia una liberalización comercial (Heredia, 1996). Los tecnócratas de inclinación izquierdista de los años setenta no estaban afiliados ni a la UNAM ni el ITAM, sino al Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), creado en los años setenta con financiamiento público para el propósito explicito de formar economistas gubernamentales. De acuerdo con esta función, los economistas del CIDE salían con una Maestría en “Económica del Sector Publico”; no se ofrecían cursos de licenciatura. El CIDE se convirtió en bastión del pensamiento desarrollista de izquierda y keynesiano de México y mantuvo una importantes vínculos y keynesiano de México y mantuvo importantes vínculos con el Departamento de economía en la Universidad de Cambridge, donde habían estudiado varios de los profesores más famosos del departamento (entrevista con Alejo, el 13 de febrero de 1997; Heredia, 1996). En este y en los siguientes capítulos, veremos que el establecimiento del CIDE como fuente de economistas desarrollistas de izquierda apara el gobierno tuvo sentido dada la radicalización de la UNAM durante los años sesenta y 165 setenta, una evolución que alejó cada vez más a la economía de la UNAM del sector público. Estas tendencias sumamente visibles en el perfil de los formuladores de políticas del gobierno estuvieron acompañadas de una tendencia menos visible que tendría gran importancia en el largo plazo, a saber, el incremento muy notorio en el número de becas en el gobierno para estudiar en el extranjero. Un aspecto de la política expansiva de la educación superior promovida por Echeverría fue la fundación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en 1970, con el propósito de financiar la capacitación y la investigación en general para beneficio de la causa del desarrollo económico mexicano. El consejo podía financiar estudios de posgrado en economía en el extranjero a una escala que empequeñeció a los programas anteriores. Por ejemplo, entre 1941 y 1970, el banco de México había otorgado becas a 36 de sus empleados para que estudiaran economía en el extranjero; en cambio, solo en 1973, había 48 mexicanos estudiando economía en el extranjero con becas del conacyt (Banco de México, 1961-1987; Conacyt, 1973, p.86). El programa de becas de Conacyt constituye lo que quizá sea la prueba más importante de la legitimidad de las normas extranjeras de experiencia dentro del gobierno mexicano. Irónicamente, el presidente nacionalista y populista Echeverría fue finalmente el responsable de que se fuera al extranjero a formar en economía más mexicanos que en ningún otro programa de becas, ya fuera nacional o extranjero. La consiguiente proliferación de economistas con títulos extranjeros en la administración pública mexicana adquiriría importancia extrema como fuente de capacitación de los formuladores de políticas orientadas al libre mercado de los años ochenta y noventa. Un resultado inmediato de la proliferación de títulos extranjeros fue la inflación del mercado de titulados: hacia finales de los sesenta, se había vuelto necesario en México tener un titulo de posgrado para ser considerado ‘’economista’’. Los aspirantes a funcionario con simples títulos de licenciatura tenían que competir de manera creciente con individuos con credenciales más impresionantes, un hecho efectivamente impedía a los que tenían títulos de licenciatura alcanzar los niveles 166 superiores de los ministerios económicos. Esta inflación de títulos puso en desventaja a los graduados de economía de la UNAM, porque a lo largo de los años sesenta y setenta esta carrera se había radicalizado cada vez más y alejado del sector público. Por otra parte, los beneficiarios directos de la inflación de credenciales en la ciencia económica mexicana fueron egresados del ITAM, cuyo programa de economía se había convertido en los años sesenta y setenta, en el más internacionalizado de México. Las siguientes secciones examinan las circunstancias que rodearon a estas evoluciones simultáneas y completamente opuestas. Pag 169 Pag 169 El movimiento estudiantil y la radicalización de la carrera de economía de la UNAM El programa original de economía en la UNAM estuvo fuertemente influido por el cardenismo y los ideales de la Revolución mexicana. Sin embargo, después del periodo de Cárdenas en 1944, y que el objetivo más importante del gobierno pasara a ser el crecimiento económico y no la justicia social, la carrera de economía de la UNAM se volvió más técnica y menos política, lo cual se analizo en el capítulo IV. En cambio, el movimiento estudiantil de los años sesenta y setenta puso fin a este proceso de tecnificación y reincorporo algo del radicalismo que había caracterizado a la economía en la UNAM en los años treinta era una crítica a la pretensión de neutralidad de la ciencia económica, lo que constituía un reto para la legitimidad de la enseñanza de la profesión de economía en la UNAM. Un informe del nuevo programa criticaba la tendencia de los economistas: 167 La tasa de crecimiento más alta de la población estudiantil en la Escuela de Economía de la UNAM ocurrió a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta a diferencia del resto de la UNAM, que creció más rápidamente en los años setenta. Más probablemente como una consecuencia parcial de esa masificación, el radicalismo entre los estudiantes de economía creció constantemente a lo largo de los años sesenta y los estudiantes empezaron a pedir cada vez más participación en la forma y contenido de los programas. Bajo la dirección de Ifigenia Martínez (1966-1970) y con la participación intensiva de estudiantes organizados en un ‘’cogobierno’’ de estudiantes y profesores, se aprobó un nuevo programa de estudios en 1967 y se aplico en 1968 (‘’La Reforma’’, 1969, p.660). “… a divorciar la realidad económica de la social y de los procesos históricos, apartándola de los grandes problemas de nuestros tiempos, quitándole su carácter científico y remitiéndola a una supuesta técnica neutral”. Con esta, perspectiva al eliminar de este programa de estudios el contendido evidentemente político y social, la tecnificación de la ciencia económica en la UNAM consiguió lo opuesto ala neutralidad ala que aspiraba. En el programa de estudios de 1968, la ciencia económica se concebía “como una economía política y no apolítica” (l A REFORMA”, 1969 P. 660). El nuevo programa de estudios de 1968, era significativamente más izquierdista que el inmediato anterior, tenia un semestre adicional de teoría marxista e incluía cursos nuevos como “economía socialista” y “contabilidad social” (Mancilla López, 1980, pp. . 141-144), A l mismo tiempo, se redujeron los cursos prácticos para formar funcionarios públicos : los estudiantes solo tenían que tomar un año de finanzas públicas a diferencia de los dos años del programa anterior y ya no tenían que llevar cursos de contabilidad de costos y de análisis financieros ( Mancilla López , 1980, p.66; “La Reforma” , 1969, p. 661). De acuerdo con la declaración de su objetivo, el programa de 1968 se creo para: 168 “verdaderos economistas y no simples técnicos; esto es , profesionales con una rigurosa formación teórica que conocieran a fondo la realidad nacional , que tuvieran conciencia del marco actual en que se desenvuelve el proceso económico y que contribuyeran a un desarrollo independiente de la nación y a elevar el nivel de vida del pueblo” ( Mancilla López , 1980, p. 64). Entre otras reformas del programa de 1968 estaba la reducción del numero de clases requeridas, un aumento en el numero de clases y seminarios operativos y la institución de clases en el recién fundado centro de economía aplicada, que se suponía serviría como laboratorio para capacitar a los estudiantes de técnicas económicas, incluidos métodos matemáticos y estudios de campo (facultad, 1986 p. 7 mancilla López, 1980, p. 63) No fue coincidencia que esta primera ronda de reformas radicalizantes en la Escuela nacional de economía fuera llevada a cabo durante el año cumbre del movimiento estudiantil: los dos sucesos compartieron no solo causas comunes, sino también a los mismos participantes. Como parte de la política del presidente Echeverría (1970-1976) de apertura política y pacificación del movimiento estudiantil, el gobierno adopto una nueva actitud de tolerancia y generosidad hacia las universidades publicas. Con la notable excepciones de un incidente en 1971 en el que fueron atacados estudiantes izquierdistas por una banda pro gubernamental en la ciudad de México, le gobierno de Echeverría fue conocido en general por su tolerancia hacia al disentimiento intelectual y por sus declaraciones de respeto a la autonomía universitaria (Latapi, 1980, p. 89). La educación fue un elemento clave en la filosofía política de Echeverría y fue considerada una media para la distribución de la riqueza y la reacción de igualdad de oportunidades, así como una manera de promover el desarrollo económico. El hecho de que el sector relativamente acomodado de la educación superior resultara favorecido en los presupuesto federales de Echeverría por arriba de otras áreas de la educación pública señala firmemente que el financiamiento creciente de la ecuación superior se utilizo deliberadamente como un arma política para apaciguar el descontento estudiantil ( Latapi , 1980p.108). 169 Los años sesenta habían sido años de suma escasez para la UNAM y otras universidades públicas, que sufrieron un rápido crecimiento de población estudiantil y presupuestos congelados (Mancilla López, 1980 p.60). En cambio entré 1970 y 1975 el subsidio a las universidades publicas tuvo un incremento de aproximadamente siete veces, mientras que la matricula aumento solo 122%. Según el estudio de Latapi (1980) sobre la política educativa de Echeverría, no se negaron fondos para “castigar” a escuelas que eran centros de descontento social. Por el contrario, señala que se otorgaron mayores subsidios a las escuelas disidentes: el financiamiento se utilizo mas como carnada que como garrote (latapi 1980, pp. 183-185). Como la joya de la corona del sistema universitario publico mexicano, y uno de los centros mas importantes del radicalismo estudiantil en México, la UNAM un beneficiario evidente de la política educativa de Echeverría. De 1971 a 1976, el numero de estudiantes inscritos en ella aumento solo 57%, mientras que el financiamiento en pesos reales casi se cuadruplico (Papua, 1988, p. 202; Noriega, 1985, p. 75). La escuela l nacional de economía, un semillero de radicalismo estudiantil en los años setenta, vio aumentar su presupuesto de once millones de pesos en 1972 a ochenta millones de pesos en 1977, un incremento real de las del 168% (torres gaytan mora Ortiz, 1978, p.111; Gil Díaz, 1948, pp. 369_370). La creciente influencia del movimiento estudiantil dentro de la Escuela nacional de economía fue en parte resultado del crecimiento de la escuela y de la consiguiente contratación de profesores, algunos de los de tempo completo, muchos de los cuales habían participado como estudiantes en el movimiento estudiantil de 1968 y algunos de estos utilizaron los salones de clase como foros políticos (entrevista con Aguirre 2 de abril 1966). Una diferencia importante entre el movimiento estudiantil de la UNAM de finales de lo años sustenta y el de los setenta fue el enfoque interno de este ultimo: mas que pedir directamente cambios en el sistema político mexicano, el movimiento se centro en cambios dentro de la universidad como la clave de un cambio social mas 170 amplio. Otra diferencia aparente fue que el movimiento de los años setenta fue abiertamente más radical y sustituyo su retórica pro democrática por una ideología más revolucionaria. Estos cambios fueron producto de las circunstancias: mientras que la represión brutal de 1968 había radicalizado el movimiento – auque al mismo tiempo parecía imprudente protestar abiertamente por reformas sociales y políticas mas amplias--, la postura relativamente indulgente de Echeverría hacia la disensión dentro de las universidades hizo de las universidades publicas el ambiente mas propicio de México para los agitadores políticos fuera intencionalmente o no, la política del gobierno mexicano contribuyo ala concertación de mexicanos radicales dentro de las universidades publicas y ala transformación había la izquierda de muchos programas académicos distintos, incluido el de la escuela nacional de economía. A principios de los años setenta, los estudiantes que habían vivido su “iniciación” política en 1968 luchaban por otra reforma de la manera de gobernar Del programa de estudios en la escuela nacional de economía y de otras áreas de la UNAM, sobre todo en ciencias políticas, filosofía y humanidades (Guevara niebla, 1978, p.- 13) las tendencias ideológicas de estos estudiantes eran diversas e incluían comunismo pro soviético, maoísmo, foquismo, trotskismo y democracia social. Las dos tendencias principales que se desarrollan en economía fueron aparentemente de los comunistas pro soviético del partido comunista mexicano (PCM) y de los demócratas sociales cardenistas del movimiento de acción popular (MAP) (entrevista con Cabral Bowling, 3 de octubre de 1996). En 1971, la toma de la escuela durante meses y medio por los estudiantes – apoyados por los trabajadores y la mayoría de los profesores – obligo ala renuncia del director, Ernesto Lobato López, criticado por sus fuertes vínculos con el partido gobernante y por otorgar puestos universitarios como favores políticos (brigada “José Carlos Mariategui”, 1971, pp. 1-2, camisón organizada de alumnos, 1971). Poco después, se formo un segundo “cogobierno” de profesores y alumnos y se llevo a cabo 171 un boicot académico hasta que el nuevo director reconoció la legitimidad del cogobierno (arroyo, 1975, p. 409). Bajo la comprensiva dirección de José Luis Ceceña (1972-1977), se concedió a estudiantes y profesores radicalizados la autoridad para llevar a cabo cambios radicales en la manera de gobernar la escuela y el programa de estudios. Durante el ejercicio de Ceceña, los estudiantes ganaron una represtación paritaria permanente junto con los profesores en el cuerpo de gobierno de la escuela, conocido como el consejo técnico, y se organizo un debate que duro 9 días sobre la dirección de la reforma académica. De acuerdo con las reformas propuestas por el foros a finales de 1974, el enfoque central de enseñanza en la escuela nacional de economía debía ser marxista (“foro de transformación”, 1975). Bajo el escritunio del movimiento estudiantil, la historia de la escuela nacional de economía adquirió una nueva interpretación revisionista. En el capitulo IV vimos que junto con el interés del nuevo gobierno en temas de crecimiento mas que de distribución, la escuela se volvió mas técnica y menos radical durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta, todo esto mientras mantenía bastante de su tradición radical original, y cierta distancia del sector privado y de las partes más conservadoras de la administración publica, en particular, el banco central. En contraste, la historia del movimiento estudiantil cuenta que la ciencia económica mexicana vendió su alma a cambio de comodidad material. Una articulo de la población de la escuela, investigación económica, lamentaba la divergencia de la ciencia económica contemporánea de la UNAM de la tradición izquierdista revolucionaria original de la escuela: cuando los economistas se incorporaron ala burocracia gubernamental en los años cincuenta y sesenta, “el economista se hizo conformista, preocupado únicamente por las consecuencias de su trabajo cotidiano” (Corona Renteria, 1977, pp. 11-12). Otro articulo encabezaba una evolución similar: al principio, la escuela nacional de economía había sido “concebida … como un centro producto de cuadros técnico-ideológicos para la revolución que en ese entonces vivía su apogeo .” Mas tarde, es escuela había traicionado sus orígenes revolucionarios al 172 convertirse en mas técnica: “Las ultimas administraciones han promovido programas... De ‘tecnificación y,’puesta al día’ de la carrera, introduciendo o tratando de introducir nuevas materias y proyectos tendientes a estrechar los vínculos de la escuela con el gobierno y la empresa privada” (Arroyo, 1975, p.412). Los folletos políticos de la Escuela Nacional de Economía a principios de los años setenta cuestionaban la noción de la ciencia económica como especialización neutral , en general , y la formación de economistas como burócatras gubernamentales , en particular. El énfasis creciente en la ciencia económica como técnica puso a los economistas al servicio de un sistema autoritario injusto, en el mejor de los casos, estos tecnócratas eran hipócritas: El economista representa la variedad mas endeble del burócrata... y denuncia en estudios muy profundos fenómenos tales como la penetración imperialista o la criminal distribución de los ingresos, ninguno de los cuales...Le estorba para recibir un salario fabuloso, a cambio de trabajar sin descanso para un régimen que es el origen de tal estado de cosas (Rico galán, 1972 p.69). En el peor de los casos, la ciencia económica como se enseñaba en la Escuela Nacional de Economía era una “apología del capitalismos… al servicio de la clase dominante” (Martínez; ortega y Molina, 1972). En este sentido, la tecnificación de la ciencia económica en la UNAM creo una mascara de neutralidad que disimulaba una función profundamente ideológica: la defensa del statu quo. La tecnocracia mexicana se presentaba a si mismo como neutral, pero en realidad era la “expresión ideológica del autoritarismo” (comisión coordinadora del foro, 1974). Por consiguiente, el movimiento criticaba el papel de la escuela en la propagación de la tecnocracia al servicio de un estado injusto y autoritario. En cambio el movimiento proponía una ciencia económica explícitamente política que abandonara la pretensión de neutralidad no partidista. 173 La enseñanza de la ciencia económica en la UNAM debe orientarse hacia la crítica del sistema y de la situación actual del país. No puede haber una postura neutral al respecto. O bien tenemos planes y programas que contengan enseñanza apologética que justifique el orden social existente o bien decimos orientarla hacia la comprensión científica de los fenómenos socioeconómicos de nuestro país (grupo síntesis 1973, p.7). El movimiento abogaba por “… programas de estudios que pongan a los profesionales al servicio de las masas… esto representa no solo la conquista de la reivindicación estudiantil, sino también la de los trabajadores y campesinos” (Rico Galán, 1972, p.12). El objetivo del nuevo programa de estudios era capacitar “mujeres y hombres capaces de enfrentar, con actitud critica, una sociedad nacional e internacional cuyo desarrollo se sustenta en la explotación” (Arroyo, 1075, p,.413). El movimiento también defendía la participación de los estudiantes en las luchas populares, la “democratización de la enseñanza” y la vinculación de disciplinas aparentemente “neutrales” como las matemáticas y la estadística con cursos mas políticos (grupo síntesis 1973, pp. 1,6 brigada “miguel eneriquez2, 1974 p.1). Paradójicamente, fue precisamente a través de la defensa de la causa de las masas como los economistas pudieron volverse “científicos” y objetivos: el marco teórico marxista del movimiento tuvo la virtud de liberar a sus partidarios de la apariencia de subjetividad al afirmar que era la expresión teórica de inexorables procesos históricos. Como explicaba un folleto, la transformación de la economía en la UNAM tenía el propósito de producir economistas “entrenados en el estudio científico como base de transformación social y en la práctica revolucionaria como el único medio de alcanzarla” (Martínez, Ortega y Molina, 1972). Otro volante publicado durante los debates sobre cambios en el programa de economía defendía de manera similar la enseñanza de la ciencia económica orientada “hacia la comprensión científica de los fenómenos socioeconómicos de nuestro país (Grupo Síntesis, 1973, p.7). En 1976 se inicio un nuevo programa de estudios basado en estas propuestas, ese mismo año la Escuela Nacional de Economía tenían que llevar siete semestres de 174 “economía política”, cursos esencialmente marxistas que incluían el estudio de temas como valor y plusvalía, las relaciones sociales de producción, imperialismo y economía socialista. La serie de economía política contenía una gran cantidad de material que fácilmente podía haberte enseñado en un curso de sociología o ciencia política; en realidad, el nuevo programa por lo general tomó mucho prestado de otras disciplinas de ciencias sociales, un resultado deliberado de la defensa del movimiento de una enseñanza de la ciencia económica que fuera “integrada con la de las ciencias sociales en general” (facultad, 1986, p.11). Al igual que los cursos de economía política, los cursos requeridos de historia e historia económica tenían un fuerte contenido marxista e incluían temas como materialismo histórico, revoluciones democrático-burguesas y revoluciones socialistas del siglo XX. Otros cursos requeridos con importante contenido marxista incluyan introducción a la economía en el primer semestre y dos cursos de sociología y política en el segundo y tercer semestres (Facultad, 1986, pp. 12-32). Con este nuevo programa, se suponía que os alumnos vincularan el aprendizaje en el aula con contextos reales y luchas populares y que llevaran a cabo investigaciones de campo en fábricas y en el medio rural (entrevista con Moguer Viveros, 18 de septiembre de 1996). Las empresas, el bando de México Y la americanización del ITAM Las políticas de Echeverría y en menos grado los de López Portillo fueron diseñadas para resolver una crisis de legitimidad ocasionada por la izquierda. Mientras se mejoraban satisfactoriamente estos problemas de legitimidad, dichas políticas contribuyeron al mismo tiempo a una ruptura de la legitimidad de la derecha, tanto con respecto al sector privado como con respecto a facciones más conservadoras dentro del gobierno mexicano. El desacuerdo creciente respecto a las políticas sociales y económicas estableció condiciones sumamente favorables para que el ITAM regresara a sus raíces del laissez-faire y se convirtiera en un bastión del apresamiento económico neoclásico al estilo estadounidense. El ímpetu principal de esa reforma al programa de 175 economía del ITAM no provino, sin embargo, de empresarios descontentos, sino del banco central. El populismo de Echeverría, como el de Cárdenas antes de el amenazaba al sector privado con su exagerada retórica izquierdista y antiimperialista y el énfasis en la “repartición” de los beneficios del desarrollo. La reforma fiscal obstaculizada de los años setenta significo que dicha repartición fuera en realidad bastante limitada; las polit Echeverría fueron financiadas más por prestamos externos que por impuestos sobre la riqueza y las ganancias. A pesar de sus efectos redistributivos acotados, los gestos y políticas populistas alejaron al sector privado y rompieron el consenso de la posguerra entre las empresas y el gobierno. El intento de reforma fiscal no solo amenazaba con dañar intereses privados, sino que también se llevaba a cabo sin la tradicional “consulta” con los dirigentes del sector privado (Luna Ledesma, 1992, p. 42). Al igual que Cárdenas, Echeverría alentó la apropiación de tierras y apoyo a los trabajadores en contra de los patrones de las huelgas (LaBotz, 1995, p.59). En 1975, cuando fue confrontado con las pruebas de que había “perdido la confianza” de la comunidad empresarial, Echeverría replico belicosamente: “Prefiero estar con las grandes masas de trabajadores y campesinos de México que con mis propios cautelosos colaboradores y con los empresarios”(Luna Ledesma, 1992, p.45) . En respuesta a esas palabras y hechos amenazantes, y bajo el liderazgo del grupo empresarial reunido en la Confederación Patronal de la Republica Mexicana(Coparmex) y las empresas de Monterrey que lo apoyaban, las grandes empresas mexicanas se aliaron para formar el Consejo Coordinador Empresarial (CCE); este poderoso grupo se convertiría mas tarde en un importante defensor de la reducción de la injerencia estatal en la economía (LaBotz, 1995, p.59, Luna Ledesma, 1992, p.45) Sin embargo, la ruptura entre las empresas y el gobierno no fue la mas importante que genero el populismo mexicano en los años setenta. De igual importancia fueron los conflictos generados dentro del propio gobierno mexicano. La poderosa Secretaria de Hacienda, siempre hacia la derecha del espectro político dentro de la administración publica mexicana, no estaba de acuerdo con muchas de las políticas de 176 Echeverría que a menudo desafiaban la autonomía y autoridad de la Secretaria; Echeverría se hizo famoso por declarar que la política económica se “ hacia en Los Pinos”(la residencia presidencial). En 1973, el secretario de Hacienda Hugo B. Margain renuncio y fue remplazado por José López Portillo, habría seis distintos secretarios de Hacienda – en comparación con un solo secretario de Hacienda para los dos periodos presidenciales anteriores--, un claro signo de la mala voluntad del ejecutivo para delegar la autoridad de la elaboración de políticas económicas. Estos conflictos entre presidentes populistas y la secretaria de hacienda palidecen en comparación con los del banco central (Banco de México). A diferencia de la Secretaria de Hacienda y de otras secretarias que solían estar sumamente politizadas y sujetas a la rotación del personal de los niveles medio y superior, el Banco de México tenía mucha mas estabilidad organizacional y autonomía institucional en términos de su personal, por otra parte, antes de que fuera legalmente autónomo en 1993, el Banco de México tenia la ultima palabra en materia de política monetaria, la cual tenia que ser aprobada por la Secretaria de Hacienda. En un estudio internacional comparativo de independencia de los bancos centrales, el banco central mexicano de los años ochenta obtuvo una calificación de 0.36 en una escala de independencia legal del banco central que iba de 0, el menos independiente, a 1, el mas independiente, lo que ponía a México casi a la par con países como Malasia, Nigeria e India (Cukierman, 1992, p.381). No obstante, la extensa literatura académica sobre la independencia de los bancos centrales reconoce que la autonomía legal es solo un componente de la independencia del banco central; otro factor importante es la autonomía de facto del banco central para elegir a su propio personal libre de interferencia política, lo cual se mide por la duración del ejercicio de los directores del banco central (cf. Cukierman, 1992; Eijffinger y De Haan ,1996). Así, aunque el Banco de México puede no haber adquirido una independencia legal formal hasta 1993, durante los años del desarrollo estabilizador (1995 a 1970) tenia garantizado extraoficialmente un importante grado de autonomía, lo cual se reflejo en el ejercicio extraordinariamente largo de Rodrigo 177 Gómez como director del banco central desde 1952 hasta 1970 (Maxfield, 1997, pp. 94-98) ¿Por qué el gobierno mexicano le cedió voluntariamente autoridad al banco central de esta manera, privándose a si mismo de la valiosa oportunidad de autofinanciarse mediante el impuesto a la inflación? La respuesta de Maxfield(1990) es que, históricamente, la elaboración de políticas mexicanas estaba desproporcionadamente influida por una coalición de banqueros privados y formuladotes de políticas financieras. Otra respuesta, quizás mas obvia, es que como un país en vías de desarrollo que comparte una frontera de 3200 kilómetros con Estados Unidos, México estaba mas sujeto que otros países al riesgo de devaluación y fuga de capital, ya que los controles del tipo de cambio eran mas o menos inútiles, una lección que aprendieron bien los formulándoles de políticas con la devaluación y posterior acuerdo de reserva con el FMI en 1954. En lugar de ser capaz de aplicar controles de tipo de cambio, lo que la frontera con Estados Unidos hacia imposible, para el gobierno mexicano tenia sentido hacer lo que fuera necesario para impedir la ilación y la devaluación, inclusive garantizarle autonomía política al banco central. Cuales quiera que fueran las razones ultimas para la autonomía de facto, no de jure, del banco central, durante el Banco de México tuvo garantizada una buena dosis de discrecionalidad para determinar la política monetaria, y la inflación era correspondientemente baja. Sin embargo, con los gobiernos populistas de los años setenta, el Banco vio pisoteado su estatus semi independiente por una presidencia centralizada cada vez mas poderosa. Ambos presidentes, Echeverria y Lopez Portillo estaban dispuestos a sacrificar la integridad del peso—cuya defensa era precisamente el objetivo del banco—a favor de aumentar el gasto del gobierno y de las políticas monetarias no ortodoxas. El director del banco, Gustavo Romero Kolbeck, duro solo unos cuantos meses en el puesto antes de que fuera remplazado por el izquierdista no ortodoxo Carlos Tello, que inmediatamente llevo a cabo la controversial nacionalización de la banca de López Portillo – a la que se opusieron vehementemente los banqueros centrales conservadores--. Como Mancera relataría mas tarde a la prensa 178 empresarial, “ renuncie por mi libre voluntad, pero al mismo tiempo fue despedido”(Fuentes-Berain, 1993 p.15) La grafica 5.2 documenta la perdida de autoridad del banco central en los años setenta y principios de los ochenta, la cual se refleja en el drástico incremento en la tasa de inflación. ¿Cómo percibieron los banqueros centrales mexicanos esta intrusión del gobierno en su autonomía y la manera en que se minaba la estabilidad monetaria? Puesto que la discreción es la regla entre los administradores públicos mexicanos, un investigador extranjero que puntea esta pregunta a un banquero central, o ex banquero central, inevitablemente recibe respuestas cuidadosamente expresadas tales como ”Hubo problemas… con López Portillo, que designo como director a alguien que no era un verdadero banquero central formal” (entrevista con Ghigliazza, 19 de julio de 1994). Dejando de lado estos eufemismos, parece razonable suponer que los conflictos entre la presidencia y el banco central durante los años setenta y principios de los ochenta deben haber provocado que el personal del banco se alejara del gobierno al mismo tiempo que estrechaba sus lazos con los banqueros centrales y los economistas del extranjero. Durante los años setenta, los banqueros centrales mexicanos descubrieron que tenían mas en común con los banqueros centrales y economistas de otros países que con el gobierno mexicano, que promovía políticas antitéticas para la estabilidad de precios. El ITAM siempre había tenido una relación institucional especial con el Banco de México por varias razones discutidas en capítulos anteriores, incluida la ideología relativamente conservadora del banco y sus vínculos con los banqueros del sector privado. Esta relación naturalmente se extendió y se hizo más sólida con el tiempo: los graduados del ITAM fueron reclutados como funcionarios y enviados a estudiar al extranjero; los funcionarios del banco se convirtieron en profesores y administradores eminentes dentro del Departamento de Economía del ITAM. Por su parte, el Banco de México estaba en gran armonía con las normas profesionales internacionales y en los años setenta se sentía crecientemente amenazado por un gobierno ideológicamente hostil que reducía su autonomía. Cuando el paradigma 179 económico internacional paso de keynesiano a neoclásico en los años sesenta y setenta, los funcionarios del banco fueron los agentes primarios para transmitir estas nuevas ideas económicas al programa de economía del ITAM. Fundado Y financiado por grupos del sector privado que cada vez dudaban mas de la intervención del Estado, el ITAM fue el terreno mas fértil de México donde estas ideas extranjeras pudieron echar raíces y florecer. El alejamiento del Banco de México del gobierno mexicano había estado precedido por la separación del ancho de la cada vez mas radicalizada Escuela de Economía de la UNAM, que a lo largo de los años sesenta se había convertido en un ambiente aun mas hostil para los banqueros centrales. Fundado originalmente con apoyo del banco central, muchos de los cuales usaron becas del banco para estudiar en el extranjero. Una figura central de la dependencia creciente en relación con el ITAM fue Leopoldo Solís, un graduado de la UNAM que estudio economía en la universidad de Dale con una beca del banco y que posteriormente se convertiría en director del Departamento de Estudios Económicos del Banco de México en 1964. Como profesor taxi, Solís pudo reclutar a jóvenes estudiantes prometedores de economía para el banco y mas tarde los envió al extranjero a estudiar con becas. Sin embargo, como banquero central formado en Estados Unidos durante una era de crecimiento del radicalismo estudiantil, Solís decidió enseñar en el ITAM y en El Colegio de México en lugar de en la UNAM. Muchos de los protegidos de Solís serian mas tarde prominentes figuras publicas, entre ellos Francisco Gil Díaz (graduado del ITAM), Miguel Mancera (también graduado del ITAM) y el ex presidente Ernesto Zedillo (graduado del Instituto Politécnico Nacional, IPN). Otro prominente alumno del programa de becas del banco fue Gustavo Preticioli, quien tenia allí un empleo mientras asistía al ITAM durante su primera década de existencia. Al igual que Solís, Petricioli estudio economía en la Universidad de Yale; también como Solís, regreso a dar clases a su alma mater mientras trabajaba de tiempo completo como funcionario del banco central. Durante los primeros años de la década de los sesenta, la progresiva improductividad del ITAM causaba preocupación 180 entre los que financiaban y dirigían la escuela; una propuesta para incrementar los ingresos era convertirlo en una universidad católica en los términos de la mas rentable Universidad Iberoamericana. Petrricioli unió fuerzas con Miguel Mancera, otro funcionario del banco, alumno y profesor del ITAM, y con Alberto Bailleres, hijo de uno de los fundadores del Instituto, Raul bailleres, para convencer al Consejo Directivo de que el futuro de la escuela estaba en volverse mas moderna e internacional y no en imitar el modelo religioso privado; estos tres reformadores habían realizado estudios de postrado en economía en el extranjero. Los cambios supervisados posteriormente por Petricioli como director de la Escuela de Economía en 1965 fueron facilitados por la autonomía recientemente otorgada al ITAM, que lo libero de la necesidad de obtener la aprobación del gobierno para sus programas de estudios (entrevista con Petricioli, 3 de febrero de 1997). El nuevo programa de economía establecido en 1965 que fue ligeramente modificado después bajo el “plan integrado” de 1971, se diseño para parecerse a los programas de economía internacionalmente prestigiosos, en particular los de Estados Unidos. En contraste con el antiguo programa—con la tendencia opuesta de la UNAM—la economía del ITAM no era tratada como una ciencia unida a otra disciplinas; mas que una extensa adulación en historia económica, pensamiento económico y otros campos diversos, los estudiantes del ITAM tendrían ahora una enseñanza mas estricta y profunda en teoría económica. La expresión de las ideas económicas a través de las matemáticas era una parte importante de esta nueva economía mas económica: los estudiantes debían dominar “los elementos del análisis económico, utilizando donde fuera posible el lenguaje matemático tanto en el nivel macroeconómico como en el macroeconómico” (Boletín, 1970, p1). Un cambio importante de gran alcance introducido con estas reformas académicas fue el requisito de estudios de tiempo completo: de ahí en adelante el programa solo aceptaría estudiantes que pudieran asistir a clases durante el día (entrevista con Bassols Zaleta, 20 de marzo de 1996). Con el nuevo programa de 181 “tiempo completo” , los estudiantes tenían horas requeridas semanalmente de asistencia a la biblioteca y los estudiantes de nivel superior eran reclutados como “tutores” que imbatían seminarios y supervisaban laboratorios y horas de estudio, una innovación copiada del sistema de la Universidad de Oxford(Sección, 1967, p.6). A diferencia del programa de estudios anterior, que consistía en una mezcla de diferentes clases semestrales, el programa de tiempo completo incluía cinco clases anuales mas intensivas, de cinco horas por semana, a diferencia de las clases anteriores de dos o tres horas semanales. Los estudiantes de economía también tenían que tomar dos años completos de ingles y matemáticas, en contraste con el programa anterior. Y mientras que el antiguo programa había requerido solo dos años de teoría económica, el nuevo exigía tres. Entre las clases que se eliminaron para hacerle espacio a los nuevos cursos obligatorios estaban geografía, económica, políticas demográficas, sociología y la teoría económica y social del marxismo( ITM, 1951, pp 26-28; Escuela de Economía, 1965, pp . 4-5). El nuevo programa de economía del ITAM era sumamente riguroso: según un graduado de la primera generación de estudiantes formados en el plan de tiempo completo, de los 43 que ingresaron en 1965, solo doce se graduaron en 1969 (entrevista con Bassols Zaleta, 20 de marzo de 1996). Para reducir las tasas de deserción, varios años después de la introducción del plan de tiempo completo, el programa restringió su admisión anual a 35 estudiantes, remplazando asi la selectividad a través del desgaste con selectividad a través de los procedimientos de admisión ( Petricioli y Reynolds, 1967, p.37). El requisito de estudiar tiempo completo también hizo que el programa ya elitista de economía del ITAM fuera socialmente mas selectivo, ya que los estudiantes sin acceso a recursos familiares sustanciales ya no podían trabajar tiempo completo para financiar su educación : un estudio sobre la carrera de economía del ITAM en 1967 observo que debido a la colegiatura anual de 2 800 pesos y al requisito de estudiar tiempo completo, la mayoría de los estudiantes provenían de familias de ingresos medios o superiores” (Petricioli y Reynolds, 1967, p.37). 182 Por consiguiente, mientras que a principios de los años sesenta, la población estudiantil de economía en la UNAM creció rápidamente, el ITAM experimento el proceso opuesto: por ejemplo, mientras que había 152 estudiantes de economía en 1965, en 1969 había solo 110 (Petricioli y Reynolds, 1967, p.28, ANUALES,1969). Un efecto concomitante y seguramente deliberado de este proceso de “minificacion” –opuesto a la “masificacion” de la Universidad Nacional –fue el incremento del valor de mercado de un titulo de economía del ITAM: en el lenguaje de Collins (1979), mientras que las credenciales de economía de la UNAM experimentaron “inflación” y, por consiguiente, se hicieron mas valiosas en el mercado laboral. Sin embargo, durante los años setenta, el programa de economía del ITAM empezó a expandirse rápidamente, llegando a duplicar su población estudiantil en apenas unos cuantos años (ANUIES, 1977-1980).A diferencia de la masificación de la UNAM, que fue motivada por consideraciones políticas , la expansión de la economía del ITAM fue claramente motivada por la expansión de las oportunidades de trabajo para su graduados ;estas oportunidades se analizaran extensamente en el siguiente capitulo. Después del plan de tiempos completo en 1965, la carrera de economía del ITAM experimento una evolución teórica posterior importante. A finales de los años sesenta existía una batalla ideológica entre “algunos profesores de la izquierda” y “…otros que querían que la escuela fuera mas técnica”;mientras que el primer grupo incluía profesores de diversas disciplinas, los economistas del ITAM estaban entre los segundos. El grupo mas conservador gano aparentemente este debate, que llevo ala renuncia del C.P Gomes Morfin como rector de la escuela en 1971; su rectoría fue brevemente seguida por la de Antonio carrillo flores (1971-1972) y por la de Javier Beristian (1972-1991) (“un Chicago boy…”, 1978, p.2). A principios del ejercicio de Baristain (1973), un joven funcionario del banco de México llamado francisco Gil Díaz se convirtió en director de economía del ITAM. El profesor Gil Díaz se había graduado en el ITAM en 1966 y posterior mente trabajado en el departamento de estudio económicos del banco de México con ayuda de Leopoldo Solís , que había sido profesor de Gil Díaz de la ITAM a principios 183 de los años sesenta (entrevista con Solís, 6 de agosto de 1996 ). Financiada por una beca del banco de México, Gil Díaz obtuvo un doctorado en economía en la universidad de Chicago en 1970. Su perspectiva de la escuela de Chicago vino a pernear al programa de economía del ITEM a través del reclutamiento de un número considerable de graduados de Chicago ---en particular los que había trabajando en el banco de México y la secretaria de hacienda ---para que dieran clases en el ITAM. La teoría monetaria enseñada desde una perspectiva monetarista se convirtió en una de las áreas mas fuertes de la carrera (entrevista con Espíndola, 15 de septiembre de 1996 y con Katz, 27 de marzo 1996). Gil Díaz también selecciono alumnos prometedores para recomendarlos para estudios de posgrado en la universidad de Chicago y utilizo las redes personales que había construido ahí para facilitar su admisión. Como señalo un profesor del ITAM: El ingreso de un graduado del ITEM en un programa de posgrado particular puede tener un efecto de bola de nieve a través de relaciones tanto directas como indirectas. Cartas de recomendación de un graduado de una escuela particular podrían ser importante, pero especialmente debido a las relaciones personales desarrolladas entre individuos. Así, por ejemplo, para un aspirante a la universidad de Chicago, una carta de aceptación al programa (entrevista confidencial, 15 de septiembre de 1996). Así, tal como el sistema de “profesores taxi” de la UNAM daba acceso a los alumnos de economía alas redes personales necesarias para tener el empleo en el sector publico, las relaciones estudiante-profesor en el ITAM daban a sus alumnos una ventaja especial para obtener la admisión a posgrado de economía en el extranjero. El financiamiento de una educación de posgrado en el extranjero era menos problemática en los años setenta, de abundancia y libre gasto que en las décadas anteriores; en lugar de tener que esperar a entrenar en el banco central con la esperanza de recibir una beca, los estudiantes del ITEM podrían ahora ir directamente a una escuela de posgrado financiados por becas de CONACYT. Mientras que los becarios de otras universidades 184 seleccionaban diversas opciones para su estudios de posgrado en el extranjero , los estudiantes del ITAM en los añas setenta mostraban una marcada preferencia por la economía del escuela de Chicago. El cuadro 5.2 muestra que, después de 1971, Chicago era el destino más importante de los graduados del ITAM que estudiaban economía en el extranjero, lo que representaba el 20% de los que elegían esa formación. Este sesgo hacia Chicago fue mucho mas pronunciado a finales de los años setenta, cuando Gil Díaz fue director del programa de economía del ITAM; en 1978, un profesor de economía del ITAM observo que había siete u ocho graduados estudiando en la universidad de Chicago, y los graduados del ITAM constituían casi la totalidad de los mexicanos que estudiaban ahí (“un Chicago boy “,1978,p.2).El segundo grupo mas grande de este periodo estudiaba en el MIT, aparentemente como resultado del ejercicio de pedro aspe ,un graduado del MIT, como director del departamento de economía de 1978ª 1982. En resumen, durante los años sesenta y setenta, el programa de economía del ITAM se americanizo por completo. Los datos surgieron abrumadoramente que la fuente de esta americanización no fueron los empresarios que financiaron la institución y se sentaron en su consejo directivo sino los mexicanos del banco central. El banco de México constituyo una “subclientela” profesional dentro del estado de México que proporciono recursos al ITAM suministrándole profesores y contratando a sus graduados. Cuadre v.2 Graduados de economía del ITAM, universidades de prestigio A las que asistían a hacer estudios de posgrados en economía En el extranjero, fecha de graduación 1971-1996 ________________________________________________________ Universidad numero de estudiantes 185 ________________________________________________________ Universidad de Chicago 20 MIT 7 London school of economics 5 Yale 5 Harvaed Cambridge Columbia University of London 4 3 3 15 La escasez relativa de financiamiento en los años ochenta y noventa ,según uno de los profesores del ITAM entrevistados ,había llevado recientemente a patrones mas diversos de estudio de postgrado en economía , cuando los estudiantes se vieron a asistir a programas sobre la base de la disponibilidad de becas en el lugar de solo la admisión :con resultado ,ha habido un aumento reciente en la proporción de economistas mexicanos que eligen estudiar en Inglaterra , con un programa de becas que se ofrece a través del consulado británico (entrevista con espinoso,15 de septiembre de1996). Los nuevos modelos extranjeros se transmitieron al ITAM en los años sesenta y sesenta principalmente a través del banco. Y mientras que este proporcionaba el punto de organizacional que trabajo las nuevas tendencias teóricas internacionales en la ciencia economía, mexicana, ITAM ofreció un terreno institucional fértil en el que estas teorías pudieron prosperar y difundirse. El patrocinio del banco a la ciencia económica americanizada tuvo sentido en el contexto del divorcio fina entre el banco y el programa de economía, siempre con cierta tendencia izquierdista, de la UNAM, el cual hizo aun mas radical en los añas sesenta y setenta. También tuvo sentido para el banco patrocinar la americanización de un 186 programa de economía mexicano en una época en la que había un creciente alejamiento entre el banco central y el estado mexicano, y en la que la ciencia económica estadounidense se hizo menos estadista. Irónicamente, la declaración de nixon ----“ahora todos somos keynesianos”----se dio precisamente en una época en la que el péndulo de la ciencia económica estadounidense se estaba motivando en dirección opuesta (Krugman, 1994, p.15). La teoría de las expectativas racionas y el monetarismo---los dos veían con horror la ingerencia del gobierno central de la política monetaria ----estaba en pleno apogeo y la universidad de Chicago se estaba convirtiendo en la fuente mas protegidas de ganadores de premias novel. Si la ortodoxia económica dominante en las principales universidades estado anídense se hubiera páreselo a la de Cambridge, el alma mater de los desarrollistas de izquierda del libre gasto de México durante los años setenta , es poco probable que la americanización de la economía del ITAM les hubiera parecido un proyecto tan atractivo a los funcionarios del banco central. Sin embargo tal, como estaban las cosas , el proyecto de los banqueros centrales para aumentar la calidad de los graduados en economía en México coincidió muy bien con el surgimiento de una doctrina particularmente a fin de los estados unidos.. Si los empresarios que financiaron al ITAM no hubieran sido responsables de que la escuela se hubiera centrado en la de Chicago en los años setenta , y sin duda se hubieran opuesto a ella, sobre todo en un momento en la que la intervención del gobierno empezaba a parecer una amenaza en el lugar de una bendición para los intereses empresariales. El papel del ITAM como receptáculo afín----mas que un promotor activo ---de las ideas económicas neoclásicas reflejaba un proceso notoriamente similar al que ocurrió en la universidad católica de chile en los años cincuenta y sesenta , la cual “presentaba una vacante en el campo (de la ciencia económica)…”según Valdez (1995),los funcionarios de la universidad católica había estado “muy interesados en establecer un departamento de estudios económico que pudieran ser competitivos y capaz de servir ala clase empresarial. Sin embargo , la 187 capacidad de la universidad para resistir o seleccionar los contenidos del mensaje transferido ,virtualmente ,no existió(pp.49-50). El hecho aparentemente insignificante de que la ciencia económica neoclásica en México echara raíces en una universidad privada se hace mas significativo si consideramos la oposición hipotética que cualquier esfuerzo para realizar u programa como se había encontrado en la UNAM: la fuerza de la tradición revolucionaria , la influenza del profesorado izquierdista el poder del movimiento estudiantil por no decir oposición de los bancarios intervencionistas del gobierno ,todo esto hubiera cortado de raíz cualquier esfuerzo de este tipo. Por supuesto para convertir en centro de ideas económicas extranjeras, no vas que una universidad sea privada: la falta de resistencia debe combinarse con medio de transmisión. En caso especialmente revelador al respecto es departamento de economía del instituto tecnológico de Monterrey, que careció de las relaciones internacionales ITAM con el banco de México. Incluso hoy en día, el programa de economía del tecnológico de monterrey esta mucho menos orientado hacia la teoría neoclásica abstracta y mucho menos a las habilidades empresariales practicas ;los cursos obligatorios en 1996 incluían varios de contabilidad e incluso uno de ”liderazgo”. A pesar de esta diferencias se puede afirmar que los programas privados de economía en México han tenido históricamente a ser mas internacionalizados y menos izquierdista que los programas de economía de las universidades publicas, una tendencia que continua hasta el presente. Conclusión Aunque la ruptura mas profunda con los recuerdos políticos, sociales y económicos anteriores no ocurría hasta por lo menos una década después, durante los años setenta, el milagro mexicano empezó a decaer. Mientras que estudiantes radicales cuestionaban la justicia de un sistema que promovía el crecimiento económico a costo de desigualdad, marginación y exclusión política crecientes, dos presidentes sucesivos 188 buscaron resolver los problemas de la disminución de la legitimidad y una economía laxa a trabes de deudas para financiar el gasto y otra medida populistas. Aunque la crisis de la legitimidad de la izquierda mejoro algo, este nuevo intervencionismo trabajo conflictos con la empresa y entre distintas ramas del gobierno mexicano. La crisis económica, política y social provoco cambio en las instituciones educativas responsables de capacitar a los economistas del sector público. Mientas que el consejo keynesiano de los años cincuenta género programas de economía intervencionistas extraordinariamente similares al de la UNAM, financiada por el estado, y el privado ITAM los años setenta fueron testigos de una divergencia radical. Sin embardo, los sucesos reales que causaron esta divergencia desafían las explicaciones faciales basadas en los grupos de interés. La UNAM no se radicalizo debido a las masas que había sufrido durante mucho tiempo ni debido al estado populista, sino mas bien a causa de un movimiento de estudiantes relativamente previligiados; el ITAM no se “neoliberalizo” debido a que grupos molestos del sector privado, sino a causa de banqueros centrales formados en el extranjero que internaban recrear su Visio internacional de un programa de calidad en economía durante una época de graves amenazas a la autonomía del banco central. Por consiguiente , y a diferencia de la primera escisión de la ciencia económica mexicana en los años cuarenta , la divergencia de los años setenta no fueron reflejos directos de los desacuerdos entre el estado y el sector privado , sino el resultado de un conjunto de factores institucionales o estructurales mas diversos y complejos. Aunque la transformación respectiva de los programas de economía de la UNAM y del ITAM en los años sesenta y setenta completamente los lanzaron en direcciones opuestas , su evoluciones respectivas fueron , en ambos casos , provocado por conflictos sociales, conflictos que, a finales de cuenta, se arraigaron en los desacuerdos sobre como tratar el colapso del desarrollismo mexicano. Esto cambio tuvieron consecuencia directas y divergentes para los futuros profesionales de ambos programas. En la siguiente capitulo se explorara la naturaleza de estas consecuencias. 189 Pag 192 ----------------------------------------------------------------------------------------------------Pag 193 VI. LA UNAM Y EL ITAM DESPUES DE 1970 DURANTE LOS AÑOS SETENTA un vociferante movimiento estudiantil defendía la adopción del socialismo para resolver las contradicciones del proceso sumamente desigual del desarrollo económico de México. Mientras que el programa de economía de la UNAM se fue radicalizado a causa del movimiento y sus partidarios, se presto muy poca atención al ITAM, una escuela nocturna relativamente oscura de economía que calladamente se ababa reconstruyendo como bastión del pensamiento estadounidense y de la escuela de Chicago. Finalmente, el ITAM represento el futuro de la ciencia económica mexicana. A diferencia del consenso paradigmático del periodo de la posguerra, después de los 1970 hubo una marcada divergencia entre los programas de economía de la UNAM y del ITAM, en términos de teoría, método y posibilidades de empleo. Dos factores históricos de destacan como la causa de esta divergencia, uno interno y otro, internacional. El primero fue el “fracaso” del desarrollismo mexicano analizado en el capitulo anterior, que termino con el consejo político que previamente había facilitado la convergencia de los dos programas. El segundo fue más incremental y difícil de medir, pero igualmente importante para el destino de los dos programas de economía: a saber, los cambios de la posguerra en los estándares económicos que dieron origen a una disciplina más cuantitativa, teórica y neoclásica. Cuando los estándares internacionales cambiaron, el ITAM cambio con ello. Mientras tanto, el movimiento estudiantil impulsaba el programa de la UNAM en una trayectoria completamente opuesta. Así , mientras que el ITAM evolucionaba para convertirse en 190 uno de los dos programas de economía mas americanizado fuera de los estados unidos , la UNAM se divorciaba cada vez mas de la normas internacionales. LOS CAMBIOS DE LA POSGUERRA EN LA PROFESIÓN ECONÓMICA A lo largo de su historia, la ciencia económica mexica estuvo muy influida por los modelos internacionales de experiencia económica. La misma idea de la fundación de un programa de economía en la UNAM en 1929 estuvo inspirada por los viajes al extranjero y las lecturas de los funcionarios mexicanos que trabajaban en los ministerios gubernamentales, organizaciones como la Secretaria de Hacienda y el banco centran que habían sido moldeada a imagen de sus contrapartes extranjeras prexistentes. Los graduados en economía de la UNAM rara vez citaban teorías nativas en sus tesis, sino que extraían mas bien sus ideas de Marx, Keynes, Smith y de muchos otros autores extranjeros. En pocas palabras, en el nivel más general, la economía mexicana ilustra la teoría cultural universal, que postila que los Estados-nación constituyen un campo organizacional que comparte una cultura común, lo que los lleva a imitarse unos a otros y volverse mas parecidos con el tiempo. Por otra parte, la historia de la ciencia económica mexicana también muestra que no existía un modelo de ciencia monolítica y totalmente determinante hacia el cual pudiera convergir la profesión. En cambio, existía una variedad de interpretaciones posibles de modelos internacionales de experiencia económica, y las diferentes clientelas mexicanas estaban propensas a apoyar diferentes modelos de profesiones. En los años treinta, el Estado mexicano estaba dispuesto a fomentar una profesión con matices populistas e incluso socialistas; el sector privado mexicano enfáticamente no estaba dispuesto a apoyar una profesión así, y participo en la fundación del programa de economía del ITAM para que compitiera con el de la UNAM. La diversidad de “interpretaciones” de la ciencia económica en México durante estas primeras décadas se facilito sin duda por el nivel heterogéneo de la 191 profesión en esa época: durante las primeras décadas del programa de la UNAM, la ciencia económica era una disciplina más plural de lo que es hoy, sin una ortodoxia única claramente definida. Tampoco la ciencia económica estaba dominada por las ideas que emanaban de una sola nación: Varias escuelas de pensamiento florecieron en distintas naciones, tales como la escuela de Estocolmo, en Suecia, y la escuela de Oslo, en Noruega (Sandelin y veiderpass, 1996). Los economistas mexicanos y los funcionarios públicos fueron consientes de que la ciencia económica de la UNAM era muy distinta en los años treinta a la disciplina que se enseñaba en la universidades prestigiosas de Inglaterra o Estados Unidos. Sin embargo, aun en Estados Unidos, la ciencia económica en los años treinta era una disciplina relativamente ecuménica en la que coexistían varios métodos y modelos (Yonay, 1998; Blackhouse, 1998). En Estados Unidos, la escuela institucionalista fue la rival más visible de la ciencia económica neoclásica. Los institucionalistas destacaban la investigación empírica aplicada y la naturaleza variable de las instituciones económicas (Yonay, 1998, p.52). En resumen, durante los años treinta, las normas internacionales en las que se inspiraba la UNAM constituían un paquete mixto. Sin embargo en transcurso de los años de la posguerra, este panorama plural empezó a cambiar y la disciplina económica convergió hacia un modelo mas uniforme en por los menos dos aspectos. El primero fue el surgimiento de un solo país-Estados Unidos-como líder mundial en el campo de la economía (Coats, ed. ,1996). Aunque no se habían borrado por completo las diferencias nacionales, la ciencia económica como se enseñaba en Estados Unidos vino a “constituir la norma” para la disciplina en muchos países. Esta americanización de la ciencias económica en posguerra se analizara extensamente en el capitulo Vlll. La segunda manera en que los modelos internacionales de experiencia económica se volvieron más uniformes fue que al interior de la disciplina-localizado cada vez mas en las universidades de elite de los Estados Unidos- existía una convergencia hacia un conjunto de tópicos y técnicas. Varios estudios recientes proporcionan pruebas convincentes de que la gran transición en 192 En realidad, dos economistas formados en el extranjero que estudiaron en la Swarthmore y en la London School of economics recuerdan la Escuela de economía de la UNAM como un lugar algo desagradable para dar clases (entrevistas con Sáenz, 6 de octubre de 1995; con Urquidi, 19 de septiembre de 1995). La ciencia económica estadounidense alrededor de mediados del siglo XX no fue—como comúnmente se cree—la aparición del keynesianismo. Más importante, en cambio fue el paso de una disciplina plural, en la que se consideraba intelectualmente valido que existieran varias escuelas y métodos rivales, a una ortodoxia mas uniforme de teoría y método (Yonay, 1998; Morgan y Rutherford, eds., 1998; Backhouse, 1998, Goodwin, 1998).Basada en los modelos formalizados de análisis marginales y en las suposiciones de maximización de la utilidad racional, la versión de ciencia económica, a la que llama “economía matemática” , que era mucho mas técnica y cuantificada que la “anticuada economía neoclásica” (pp.184-185). Durante el periodo de la posguerra, la ciencia económica estadounidense se volvió mas matemática tanto en términos de modelos teóricos formales como en la aplicación empírica practica. En el nivel teórico formales que hoy se ha convertido en norma en las clases introductorias de microeconomía. En el nivel empírico había un incremento en el uso de la econometría o análisis estadístico de datos económicos, que hacia uso de medidas sumarias relativamente sofisticadas, tales como desviaciones estándar y coeficientes de regresión. Estas medidas no eran nuevas en si, pero las fuentes siempre crecientes de datos, así como los medios computacionales que hacían mucho más conveniente el análisis de este tipo de datos, fueron ampliando su aplicación. Backhouse (1998), que estudio una muestra de artículos publicados en American Economics Review, Journal of Political Economy y Quarterly Journal of Economics desde 1920 hasta 1960, identifica y mide las características definitorias de la transformación de la ciencia económica estadounidense en la posguerra. Primero, estos datos documentan la disminución progresiva en el porcentaje de artículos empíricos no teóricos, de mas de 50% a menos de 30% Al mismo tiempo, había un incremento en la 193 cantidad de artículos que eran teóricos, o bien empleaban teoría económica formal, de aproximadamente de 15 a alrededor de 45%. Los artículos que utilizaban algún tipo de matemáticas, excluyendo técnicas estadísticas, aumentó de 0% en 1920 a 40% en 1960. Además del uso de modelos matemáticos formales, el análisis econométrico de los datos se convirtió en una característica común de los artículos de la ciencia económica estadounidense; asimismo, gradualmente sustituyeron los cuadros de datos descriptivos que habían prevalecido en el periodo anterior. El análisis de regresión empezó a utilizarse extensamente como una herramienta para la investigación empírica en los años cincuenta (Backhouse, 1998, p. 105). ¿Porque los departamentos de economía estadounidenses de la posguerra resultaron un terreno fértil para el surgimiento de la economía cuantitativa neoclásica? Goowin (1998) señala que las universidades, el gobierno y el sector privado desempeñaron un papel en el fomento de una nueva economía neoclásica matemática en los Estados Unidos. Uno de los efectos del macartismo en las universidades, el gobierno y el sector privado desempeñaron un papel en el fomento de una nueva economía neoclásica matemática en los Estados Unidos. Uno de los efectos del macartismo en las universidades estadounidenses fue que los economistas buscaron refugio en una ciencia económica sumamente cuantificada en una época en que incluso los keynesianos eran considerados sospechosos por la clase gobernante derechista estadounidense. El gobierno también desempeño un papel progresivo en la tecnificación de la ciencia económica estadounidense, no solo a través del empleo bien conocido de economistas para trabajar bajo gobiernos keyenesianos, sino también a través de su política de contratar economistas académicos durante la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, el sector privado, junto con las organizaciones que lo apoyaban—como la Ford Foundation y la Cowles Commission--, ayudo a promover una disciplina más técnica, que seria mayor utilidad para las empresas que las variantes anteriores. Las empresas estadounidenses también apoyaron a economistas cuyas ideas eran afines a las del sistema de libre empresa, como el núcleo del grupo que se convertiría en la Escuela de Chicago (Goodwin, 1998, p.70). 194 Otro factor importante en la cuantificación de la ciencia económica estadounidense en la posguerra fue indudablemente la creciente disponibilidad de computadoras como herramientas para el análisis econométrico. Las computadoras permitieron a los usuarios realizar cálculos más complejos con conjuntos más grandes de datos, sin tener que pasar horas prohibitivamente largas haciendo cálculos con papel y lápiz. Los economistas que trabajaban en las universidades estadounidenses tenían más posibilidades de tener acceso a estas computadoras—grandes, lentas y extremadamente caras—que los economistas que trabajan en universidades europeas, por que hacia finales de los años cincuenta Estados Unidos se había convertido en el líder mundial en tecnología de computo(Ceruzzi, 1998, p. 11).Esta supremacía estadounidense en computación estaba fuertemente relacionada con el gasto militar de la Guerra Fría, que proporciono los recursos para la extensa investigación inicial que seria usada mas tarde para aplicaciones no militares. Por consiguiente, como resultado indirecto de la Guerra Fría, los economistas estadounidenses tenían una “ventaja comparativa” tecnológica en la investigación econométrica. En resumen, durante el periodo de la posguerra, la ciencia económica estadounidense se volvió más matemática, más teórica y más neoclásica. Al mismo tiempo. La practica estadounidense, “estableció la norma” para la ciencia económica en otros países. Para algunos programas mexicanos de economía fue más fácil adecuarse a estas nuevas normas internacionales, y emular programas que requerían pesadas dosis de capacitación matemática y cuerpos estudiantiles relativamente apolíticos. Las siguientes secciones muestran como les fue a la UNAM y al ITAM en este nuevo ambiente. PROGRAMAS DE ESTUDOS DIVERGENTES EN LA UNAM Y EN EL ITAM En el capitulo V vimos como se rompió en los años sesenta el relativo consenso social y político del periodo de la posguerra, creando un ambiente que propicio nuevas tendencias en la UNAM y en el ITAM. Mientras que la carrera de economía de la 195 UNAM fue tomada y transformada por el movimiento estudiantil cada vez mas radical, el programa del ITAM fue revivido y reformulado por varios a banqueros centrales clave. Así, el “colapso” del desarrollismo a finales de los años sesenta y setenta revivió la escisión histórica entre los programas de economía de la UNAM y del ITAM, creando dos practicas disciplinarias separadas que hablaban diferentes lenguajes. LA UNAM Como parte del programa de pacificación política de Echeverría, se amplio el financiamiento a las universidades publicas y las demandas de cambios curriculares hechas por el movimiento estudiantil fueron aceptadas en muchos departamentos de las universidades publicas, incluida la Escuela de Economía de la UNAM, que se convirtió en Facultad de Economía con la adición de un programa de posgrado en 1976.La radicalización de la ciencia económica de la UNAM en los años setenta fue simplemente el ejemplo mejor conocido de procesos similares que ocurrieron en los programas de economía de otras universidades publicas, señaladamente el instituto Politécnico Nacional en la ciudad de México y algunas universidades publicas de provincia. Como resultado de historias similares de radicalización y reforma, el profesorado y los estudiantes de los programas de estas universidades publicas mantuvieron puntos de vista congruentes en una variedad de asuntos. Participantes de diversos programas públicos asistían a reuniones periódicas en las que se afirmaba la similitud fundamental de sus puntos de vista. Por ejemplo, en el Encuentro Nacional de Escuelas de Economía y Centros de Investigación de 1976, los participantes acordaron que el centro de la enseñanza en ciencia económica debe “en general estar determinado por la estructura lógica de la teoría expresada en El capital de Carlos Marx”; en la reunión participaron representantes de trece universidades distintas, entre ellas la UNAM, el instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma de Sinaloa, la Universidad Autónoma de Zacatecas y la Universidad Autónoma 196 de Puebla(“Encuentro…”, 1976pp. 1-2). Notoria fue la ausencia en este encuentro de los representantes no solo del ITAM, sino también de otras importantes escuelas de economía privadas, como la del Tecnológico de Monterrey, la Universidad Iberoamericana y la Universidad Anáhuac; también estuvieron ausentes los representantes de la Universidad Autónoma De Nuevo León, analizada en el capitulo lv. La radicalización de la ciencia económica de la UNAM fue una tendencia que no se revertirá hasta 1993, cuando se realizo un nuevo intento de hacer el programa más práctico y técnico. Cual fue el resultado ultimo de la radicalización de la carrera de la UNAM para los estudiantes y graduados? Llevo un curriculum saturado de marxismo y teoría de la dependencia a la creación de una generación de economistas revolucionarios? Con base en la muestra de cincuenta tesis de licenciatura en economía de la UNAM de 1976 y otras cincuenta tesis de 1994—véase cuadrado 6.1, así como los cuadros completos de resultado en el Apéndice A--, parece que la radicalización tuvo un efecto relativamente débil. Aun cuando un grupo nuclear de estudiantes adopto ideas radicales en sus tesis, la mayoría se adhirió a la tradición seguida a lo largo de los años de seleccionar un aspecto o problema concreto de la ciencia económica mexicana y compilar copiosas estadísticas sobre este. Sin embargo, las tesis de la UNAM de 1976 difieren en por lo menos un aspecto importante de las sus contrapartes de los años cincuenta, a saber era menos probable que contuvieran diagnósticos desarrollistas de problemas económicos implícitos, como los defectos inherentes del capitalismo, y también era menos probable que prescribieran la intervención del gobierno como solución para estos problemas. En otras palabras, el efecto mas visible de los cambios dentro del programa de economía de la UNAM después de 1968—al menos en las tesis de licenciatura—fue la disminución del desarrollismo y no el aumento del radicalismo per se. En 1958, los ideales revolucionarios de la UNAM y las tendencias marxistas habían sido perceptibles, pero el enfoque de las tesis había sido estatista y keynesiano, mas que revolucionario y marxista: 1958, solo 6.25% de las tesis utilizaban el marxismo como 197 marco teórico central. En cambio, en las tesis de 1976, 4% expresaba aprobación por el socialismo y el 2% desaprobación. En 1958, el socialismo ni siquiera se había mencionado como alternativa posible. Otra muestra del aumento del radicalismo en las tesis de la UNAM de 1976 es que incluyen una retórica antiimperialista, lo que ocurrió en 12% de la tesis de 1976, en comparación con 6.25% de las tesis de los años cincuenta. Este número relativamente pequeño muestra, sin embargo, que los agitadores revolucionarios eran minoría. Esto tiene sentido si suponemos que los radicales era sobrepasados por mucho en numero por los estudiantes que se interesaban mas en la movilidad social que en el cambio socialista. La enorme, expansión de la UNAM en los años sesenta setenta puede haber ayudado a alimentar el movimiento estudiantil véase en el capitulo V --, pero también trajo cohortes de estudiantes que eran los primeros en su familia en recibir una educación universitaria y para quienes estudiar en la universidad era las siguientes secciones, al mismo tiempo que se expandía el programa de economía de la UNAM, su eficacia como mía hacia un trabajo en el gobierno y a la movilidad social había disminuido. Karl Marx Paul Baran Raymond Barre Friedrich Engels Oswaldo Sunkel Karl Marx J.M. Keynes Adam Smith Rene Villarreal F. Fajnzlyber Milton Friedman Autores más citados, UNAM 1976 y 1994 UNAM 1976, n= 50 (Tesis con citas teóricas=76%) N 5 4 4 3 3 UNAM 1994, n = 50 (Tesis con citas teóricas= 58%) 9 5 4 4 3 3 % 10.0 8.0 8.0 6.0 6.0 18.0 10.0 8.0 8.0 6.0 6.0 198 A.Guillen Romo David Ricardo M.A. Rivera Ríos 3 3 3 6.0 6.0 6.0 Pág. 201 Faltan las paginas 202 a 209 Pág. 210 La nueva ciencia económica matemática: UNAM VS. ITAM Si miramos retrospectivamente la historia del programa de economía del ITAM, el cambio más sorprendente en el tiempo fue el impresionante incremento en el nivel de complejidad metodológica entre finales de los años cincuenta y 1994. los cuadros 6.6 y 6.7 muestran que, mientras que en 1956-1960 no hubo ninguna tesis de economía del ITAM que utilizara métodos econométricos –en oposición al simple uso de la estadística descriptiva,3 y solamente una tesis utilizaban métodos estadísticos analíticos y casi tres cuartas partes modelos matemáticos; en 1995, estos números habían aumentado todavía más. Por consiguiente, el programa de economía representaba finalmente los cambios en las normas profesionales internacionales hacia un enfoque más cuantitativo y teórico; el ITAM se mantuvo en el “filo” de la ciencia económica tal como se estaba practicando en Estados Unidos. 199 Cuadro V1.6 Tesis del ITAM que utilizan estadísticas, 1956-1960, 1974-1978 y 1994 1956-1960 1974-1978 N (%) N (%) N (%) 13 (81.2) 18 (49.9) 13 (35.1) econometría 0 (0) 23 (53.5) 22 (59.5) Sin estadística 3 (18.8) 2 (4.6) 2 (5.4) Total 16 (100) 43 (100) 37 (100) Solo estadística descriptiva 1994 Descriptiva y econometría o solo X2 = 18.1, <0.005. 3 La distribución entre estadística descriptiva y métodos econométricos puede resultar ambigua; por ejemplo, el cálculo de una medida es directo y no requiere ningún análisis estadístico mas allá de sumar una columna de cifras y dividirla entre “N”. Para evitar incluir esos cálculos como “métodos econométricos”, considero que una tesis contiene métodos econométricos si utiliza medidas sumarias de dispersión, bivariables se consideran “econométricas”, pero las medianas, no. Cuadro V1.7 Tesis del ITAM que utilizan modelos matemáticos formales, 1956-1960, 1974-1978 y 1994 Usa modelos matemáticos formales 1956-1960 1974-1978 1994 N (%) N (%) N (%) 1 (6.2) 32 (74.4) 35 (94.6) 15 (93.8) 11 (25.6) 2 (5.4) 16 (100) 43 (100) 37 (100) No usa modelos matemáticos formales Total X2 = 42.7, <0.005. 200 El aumento en la complejidad matemática del programa impartido en el ITAM a lo largo del tiempo, borró cualquier semejanza que hubiera tenido alguna vez con el de la UNAM. La ciencia económica en la universidad se había iniciado como una profesión al servicio de un Estado-nación, una de cuyas principales tareas había sido la de empezar a recopilar datos cuantitativos para que se utilizaran en la aplicación de nuevas técnicas, tales como el cálculo del ingreso nacional. La compilación y presentación de estadísticas descriptivas había sido siempre una parte central del ritual de escribir una tesis de economía en la UNAM. En los años treinta, esta práctica estuvo de acuerdo con la corriente principal de la ciencia económica en los Estados Unidos. Backhouse (1998) encontró que el formato típico de una revista estadounidense de economía en los años veinte y treinta era la cobertura de un tema aplicado, como la aplicación de las tarifas de ferrocarril durante cierto periodo, y la presentación de copiosas estadísticas descriptivas sobre ese tema. Esta presentación relativamente teórica de estadísticas descriptivas era una de las pocas características de las tesis de a UNAM que permaneció constante en el tiempo. El cuado 6.8 muestra que durante el cardenismo populista de los años treinta, el tranquilo keynesianismo de los años cincuenta, o el radicalismo estudiantil de los años setenta, las estadísticas descriptivas siguieron siendo una característica repetitiva de las tesis de economía de la UNAM. Con el tiempo, la presentación de esas estadísticas podía encontrarse con seguridad en aproximadamente 85% de las tesis. La econometría, por el contrario, estuvo notablemente ausente a lo largo de la historia de la UNAM: incluso a finales de 1994, solo 8% de las tesis utilizaron métodos econométricos. Por consiguiente, el programa de economía de la UNAM se mantuvo inmóvil cuando las normas internacionales se movieron en una nueva dirección. Como vimos al principio de este capítulo, la ciencia económica estadounidense experimentó una revolución teórica y metodológica durante el periodo de la posguerra, lo que cambiaría el rostro de la 201 disciplina. A mediados de los años setenta, el ITAM se había colocado en el filo de estas tendencias; la UNAM, por el contrario, se fue rezagando cada vez más. La falta de cambio en los métodos utilizados en la UNAM a lo largo del tiempo se ejemplifica en los resultados insignificantes de los cuadros 6.8 y 6.9. Cuadro V1.8 Tesis de la UNAM que utilizan estadísticas, 1934-1945, 1958,1976, 1994 1934-1945 Solo estadística descriptiva Descriptiva y econometría o solo econometría Sin estadística Total X2 = 9.2, <0.05 1958 1976 1994 N (%) N (%) N (%) N (%) 63 (84) 14 (87.5) 42 (84) 43 (86) 0 12 75 (0) (16) (100) 0 2 16 (0) (12.5) (100) 2 6 50 (4) (12) (100) (4) 3 50 (8) (6) (100) La creciente disparidad entre el programa de economía de la UNAM y las tendencias y técnicas internacionales fue observada antes por varios economistas mexicanos, en particular por quienes tenían fuertes lazos con el sector público. En 1968, hubo una propuesta, apoyada por el economista formado en Stanford, David Ibarra –un tecnócrata que más tarde se convertiría en ministro de Hacienda--, para inaugurar en la UNAM un programa de economía más actualizado técnica y teocráticamente. Sin embargo, la propuesta sugirió precisamente en el momento en que el movimiento estudiantil empezaba a expresar sus críticas a los órdenes político, económico y social de México, y se inclinaba, cada vez más, por el análisis marxista. Cuadro V1.9 Tesis de la UNAM que utilizan modelos matemáticos formales, 1934-1945, 1958,1976, 1994 1934-1945 1958 1976 1994 202 N (%) N (%) N (%) N (%) 7 No usa modelos matemáticos formales 68 Total 75 2 X = 5.8, <0.1 (9.3) 2 (12.5) 5 (10) 10 (20) (90.7) (100) 14 16 (87.5) (100) 45 50 (90) (100) 40 50 (80) (100) Usa modelos matemáticos formales El movimiento estudiantil y sus partidarios dentro de la Escuela de Economía criticaron la propuesta de Ibarra como reaccionaria (entrevistas con Ramírez, 15 de octubre de 1996 y con Ibarra, 5 de noviembre de 1995). La propuesta de Ibarra fue derrotada y, en su lugar, se puso en marcha la primera ronda de reformas radicalizantes del programa de estudios de economía. En realidad, las ideas de que la ciencia económica de la UNAM podía haber sido reformada de acuerdo con las tendencias internacionales parecen inconcebibles. Como vimos en el capitulo V, el movimiento estudiantil se oponía explícitamente a la economía como una disciplina técnica orientada hacia la capacitación de funcionarios de gobierno; después de todo, el gobierno era responsable de la masacre de Tlatelolco, la represión del movimiento obrero e innumerables otras instancias de injusticia social y política.4 Aún más importante, el movimiento tenía una fuerte inclinación antiimperialista y habría estado totalmente en contra de adoptar una agenda teórica de los Estados Unidos. 4 Además, como ha observado Mabry (1982), organizaciones estudiantiles poderosas habían bloqueado los intentos para elevar las normas académicas dentro de la UNAM en varios momentos de la historia mexicana e independientemente de las predilecciones políticas. El cuerpo estudiantil altamente politizado y socialmente consiente que se oponía a la tecnificación del programa de economía en la UNAM no tenia contraparte en el ITAM. Esta última era una escuela privada cara a la que asistían desproporcionadamente estudiantes de grupos de más altos ingresos de México; la conciencia de clase de los estudiantes del ITAM no los predisponía hacia ideas radicales. Si hubo algún estudiante que se opusiera al creciente rigor matemático del 203 programa en los años sesenta y setenta, no encontré registro de ello. Y aún más imperante fue que el ITAM no compartía con la UNAM la responsabilidad de ser la Universidad Nacional de México –una institución de educación superior así era, inevitablemente, el foco de luchas políticas sobre el destino de la nación. Los datos señalan que el gobierno de Echeverría pudo incluso haber utilizado deliberadamente a la UNAM como válvula de escape para el descontento político; permitir que los estudiantes se hicieran cargo de programas como el de la Escuela de Economía era una alternativa menos costosa que tenerlos en las calles u organizando movimientos guerrilleros en el campo. En cambio, los estudiantes políticamente molestos del ITAM tranquilamente podían ser expulsados. El clima político de la UNAM era la razón más importante de su fracaso para ponerse en línea con las tendencias metodológicas internacionales. No obstante, otro factor probable fue la falta de recursos. La buena capacitación estadística se obtiene a un precio relativamente alto, por que los profesores potenciales con competencia estadística suelen tener otras posibilidades de empleo. Como escuela financiada por costosas colegiaturas privadas, el ITAM podía permitirse pagar los salarios necesarios para atraer profesores competentes de metodología cuantitativa. En la UNAM, las colegiaturas eran tan reducidas que su valor era meramente simbólico. La universidad dependía por completo del financiamiento del gobierno federal, financiamiento sujeto a los caprichos de la política y de la situación financiera del gobierno. Incluso en las mejores épocas, los salarios de los profesores de tiempo completo de economía apenas alcanzaban para mantener a una familia de clase media. Durante las peores épocas, eran una miseria, y las peores épocas se volvieron más o menos el estado de cosas permanentemente a partir de las crisis de la deuda de los años ochenta, cuando la inflación devaluó los salarios de los profesores a una fracción mínima con respecto a s valor anterior. Además, como uno de los programas más radicalizaos del campus, la Facultad de Economía 5 no fue favorecida por los gobiernos presidenciales neoliberales que supervisaron el presupuesto de la UNAM de 1982 en 204 adelante, a pesar de que el Presidente Salinas era un graduado de economía de la UNAM. En resumen, el declive del desarrollismo mexicano ocurrió no solo en el nivel abstracto de las ideas, sino también en el nivel tangible de la transformación institucional, tanto en la pública UNAM como en el privado ITAM. Hacia finales de los años setenta parecía que el desarrollismo estaba siendo remplazado por los dos extremos ideológicamente polarizados: el marxismo de la UNAM y la escuela monetarista de Chicago en el ITAM. Sin embargo, un examen más minucioso de las tesis de licenciatura de ambos programas a finales de los años setenta y mediados de los noventa, revela que sus respectivas transformaciones institucionales fueron mucho más sutiles. El marxismo y la teoría de la dependencia nunca desempeñaron el mismo papel definitorio en la formación del pensamiento de los estudiantes de la UNAM como lo hizo el desarrollismo con las generaciones anteriores. Al mismo tiempo, el enfoque de la escuela de Chicago del ITAM fue finalmente diluido por otras perspectivas estadounidenses. No obstante, estas evoluciones institucionales tendrían grandes repercusiones en las perspectivas profesionales de los graduados de economía tanto de la UNAM como del ITAM. Pág. 215 Pág. 215 OPORTUNIDADES PROFESIONALES PARA LOS ECONOMISTAS DE LA UNAM Y DEL ITAM En los años cincuenta el ITAM era una escuela nocturna de la que difícilmente alguien había escuchado hablar; los jóvenes mexicanos interesaros en estudiar economía acudían por lo general a la UNAM. Sin embargo, en los años setenta, las respectivas posiciones de ambas instituciones dentro de la profesión empezaron a revertirse. El primero empezó a tener un éxito notorio, no sólo en el sector 205 privado, si no también dentro del gobierno mexicano. Por el contrario, el programa de la universidad sufría un proceso progresivo de desprofesionalización, entendido no en el sentido normativo que utilizamos en el lenguaje cotidiano –“su comportamiento ese día fue poco profesional” –, sino como descripción de un hecho: los graduados de la universidad ya no podían encontrar trabajo. 5 Con la incorporación de un programa de posgrado en 1976, la Escuela de Economía de la UNAM se convirtió oficialmente en la Facultad de Economía. El movimiento estudiantil de los años sesenta y setenta generó una red o campo de departamentos de economía en las universidades públicas con perspectivas similares sobre los temas y métodos adecuados de la investigación económica. Los mejores graduados de las instituciones más prestigiosas, en particular los de la UNAM, podían utilizar su capacitación para convertirse en profesores de carrera –una categoría relativamente nueva en México, porque habían aumentado los recursos estatales para las universidades públicas. Durante el periodo presidencial de Echeverría, los salarios de los profesores de las universidades públicas se incrementaron entre 35% y 58% 6 y hubo un crecimiento considerable de puestos académicos, en particular en ciencias sociales (Zermeño, 1978, p.66; Lapi, 1980, p.141). Por primera vez en la historia de la educación superior pública mexicana, hubo cantidades significativas de profesores de tiempo completo en ciencias sociales y, entre ellos, estaban algunos de los dirigentes del movimiento del 1968, a los que se les había otorgado amnistía durante los años sesenta (Ayala, Blanco y Paz, 1978, p.33). Al mismo tiempo, se fundaron nuevas instituciones de educación superior para aliviar la carga estudiantil excesiva de la UNAM. La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)7 fue fundada en 1973 y, en 1974, se fundo el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) con estudios de posgrado para capacitar personal para la burocracia gubernamental en expansión. Por desgracia, esas oportunidades para ser académicos de tiempo completo en los departamentos de economía de las universidades públicas eran limitadas. La 206 mayoría de los graduados dependía de encontrar empleo en el sector público, donde las oportunidades para ellos eran decrecientes. Tres factores contribuyeron al declive de la ciencia económica de la UNAM –y de las de otras universidades públicas—en el gobierno mexicano. Primero, la manifestación de los años sesenta disminuyó la eficacia de los mecanismos de selección informales para reclutar estudiantes para puestos en el sector público y devaluó las credenciales en el mercado laboral. Segundo, la radicalización de los años setenta hizo que el empleo en el gobierno dejara de ser el principal objetivo de los economistas universitarios y contribuyó a la desbandada de “profesores taxi” capaces de encontrar puestos en el sector público para sus alumnos. Tercero, y último, la necesidad creciente de la capacitación en el extranjero puso en desventaja a los estudiantes de la universidad, porque eran menos capaces que sus contrapartes del ITAM para conseguir su admisión en programas de economía en el extranjero o para financiarlos. La masificación de la carrera de economía en la UNAM ocurrió principalmente entre 1951 y 1962 y entre 1970 y 1979, y no estuvo acompañada por un incremento comparable en el número de profesores. Para 1978, había casi cinco mil estudiantes inscritos en el programa de la universidad (ANUIES, 1979). Aunque muchos observadores mexicanos sostienen que la expansión de las inscripciones provocó un descenso en la calidad académica de las universidades públicas, no hay estándares para medir ese descenso en la calidad a lo largo del tiempo. Más que evaluar la calidad desprograma, quiero puntualizar que la producción de más graduados en un sistema educativo –independientemente de cuán alta sea su calidad, también ocasiona inevitablemente un fenómeno al que Collins (1979) llama “inflación de credenciales”. Levy (1986) hace notar que esa manifestación en la educación latinoamericana en los años sesenta y setenta causó una “crisis de credencialismo” en las universidades publicas de América Latina, no sólo por el mero incremento en el número de títulos, suficiente en sí mismo para cuasar la devaluación de las credenciales, sino también porque una educación en una universidad publica ya no certificaba un estatus de elite socioeconómica, ya que la masificación había abierto la educación superior a las clases 207 media y baja. El resultado fue un extenso éxodo clasista a las universidades privadas (Levy, 1986, pp.46-47). En el área económica en México, esta tendencia fue exacerbada, sin duda, por la reputación de radicales de los programas públicos. Además, la masificación también hizo mas difícil reclutar estudiantes para el gobierno a través del sistema de “profesores taxi”, expuesto también en el capitulo IV. Este sistema había funcionado particularmente bien en la Escuela Nacional de Economía debido al tamaño de la matricula, que hacía relativamente fácil identificar los estudiantes prometedores. Sin embargo, cuando la Escuela de Economía creció, los reclutamientos informales resultaron más difíciles en un sistema donde los mecanismos formales, como exámenes y requisitos de ingresos rigurosos, escaseaban. Durante los años treinta y cuarenta, había sido relativamente probable que el puñado de estudiantes que se graduaban como economistas de la UNAM obtuviera prominentes posiciones en el sector público (Camp, 1980, p. 159). Para los años setenta, sin embargo, no sólo fue estadísticamente menos probable que un graduado de ciencia económica de la universidad obtuviera un trabajo en el gobierno, ya que la Escuela de Economía creció más rápido que el sector público, lo que significó que hubiera menos trabajos disponibles por graduado, sino que también se habían debilitado sustancialmente los medios para seleccionar a los mejor calificados. Mientras que la masificación disminuyó la eficacia del proceso de la selección en la UNAM y el valor de sus credenciales, la radicalización disminuyó la utilidad del contenido del programa para empleos en el sector publico. Durante las primeras décadas de la carrera de economía, los estudiantes habían contemplado la perspectiva de empleo en el gobierno con un cierto grado de idealismo revolucionario mexicano; una graduada de economía de la UNAM de los años treinta, por ejemplo, recordaba que ella había estudiado para ser una economista “al servicio de (su) país” (entrevista con Meyer L’Epèe, 15 julio de 1996). En cambio, durante los años setenta, la idea de que ser un economista gubernamental era servir al pueblo mexicano casi había desaparecido. En palabras de un graduado de los años setenta: 208 Cuando estaba estudiando, la gente que se iba a trabajar en el gobierno travista muy negativamente. Nadie pensaba en esos términos, nadie pensaba acerca de lo que iba a ser después de graduarse. Trabajar en el sector publico era considerada la peor de todas las opciones (entrevista con Aguirre, 2 de abril de 1996.) De acuerdo con este rechazo al objetivo de una carrera gubernamental, las concesiones ganadas por el movimiento estudiantil en el programa de economía, desde finales de los años setenta hasta mediados de los setenta, llevaron a la disminución constante de su utilidad para el empleo en el sector público. Esto era lo opuesto a lo que había ocurrido desde 1940 hasta 1968, cuando el programa de la universidad se hizo cada vez más técnico. El fracaso para identificar problemas que la intervención gubernamental podía resolver, así como la tendencia a abstenerse de prescribir la solución, constituyen las pruebas de que, ya en 1976, la presión ejercida por el movimiento estudiantil estaba teniendo el efecto buscado: el enfoque del programa ya no era capacitar a funcionarios del gobierno y el vínculo entre la UNAM y la tecnocracia económica mexicana se hizo mas tenue. La desvinculación de los programas de estudios de las universidades públicas con respecto al empleo en el gobierno fue notado con preocupación por los miembros del Colegio Nacional de Economistas, la organización profesional oficial y puente formal entre profesión y el gobierno mexicano. En 1078 en una asamblea del Colegio Nacional de Economistas se discutieron las fallas de los programas de estudios de la UNAM y los de otras instituciones públicas. Algunos participantes se quejaron del dogmatismo de los programas que excluían las tendencias teóricas principales e incluso a los autores marxista modernos (Ramírez Hernández, 1978, p. 12). Otros se quejaban de que los graduados de la UNAM tenían una preparación deficiente en teoría económica, matemáticas y técnicas de investigación y que carecían del dominio de una lengua extranjera, “un instrumento indispensable para el estudio de los trabajos actuales, y de gran utilidad en la vida profesional” (Fernández Lozano, 1978, pp. 2425). 209 Dos años después, una tesis de licenciatura en economía de la UNAM documentaba y lamentaba de manera similar la irrelevancia del currículum para el sector público (Mancilla López, 1980). Profundamente consciente de la buena fortuna de las instituciones rivales, el autor comparó una lista de cursos obligatorios en la universidad con los de los programas privados del ITAM, el tecnológico de Monterrey y la Universidad Anahuac de la ciudad de México, y encontró graves carencias. Para 1976, los estudiantes de economía marxista, pero había sólo dos cursos obligatorios dirigidos directamente a temas del sector público, finanzas públicas, teoría y política monetarias, una “situación (que) coloca a la facultad de Economía en una notoria desventaja respeto a las otras instituciones en que se cursa la licenciatura… “así como respecto a programas anteriores de la propia universidad” (Mancilla López, 1980, p. 86). “La radicalización no sólo afecto el contenido del material utilizado en las aulas, sino que también saturó la atmósfera de la propia Facultad de Economía. Las paredes estaban cubiertas con carteles revolucionarios y las huelgas y manifestaciones de los estudiantes a menudo impedían las actividades normales. Profesores con puestos de alto nivel en el gobierno eran desafiados abiertamente en clases por estudiantes que los acusaban de ser agentes en el Estado autoritario. Estos profesores a los que, como señaló una entrevistada, no les pagaban particularmente bien su tiempo, sino que más bien enseñaban por su sentido de lealtad hacia su alma Mater, empezaron a abandonar sus puestos docentes finales de los años sesenta y principios de los setenta, un éxodo que, según algunos, se aceleró durante la presidencia de Echeverría, cuando muchos graduados de tendencia izquierdista fueron colocados en puestos gubernamentales de alto nivel” (entrevista con Cabral Bowling, 3 de octubre de 1996.) El resultado fue una mayor debilidad del sistema de reclutamiento de los profesores, taxi, ya disminuido por los efectos de masificación. Los funcionarios de política económica que querían dar clases se dirigían cada vez más al ITAM y al Colegio de México, si eran conservadoras, o al Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), si eran más de izquierda. El CIDE se volvió importante en los 210 años setenta, porque era considerada una institución con ideología afín a los gobiernos populistas de Echeverría y López Portillo; este centro se fundó durante el gobierno de Echeverría con el propósito explicito de capacitar funcionarios para el sector público. Entre los funcionarios que enseñaban en él estaban algunos de los tecnócratas desarrollistas de izquierda que trabajaban en las administraciones presidenciales populistas de los años setenta, como Javier Alejo y José de Otezya, y siguieron posteriormente estudios de posgrado en economía en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Tanto Alejo como de Oteyza eran graduados de la UNAM que, sin embargo, eligió el CIDE más que la universidad como el lugar para reclutar aspirantes funcionarios. A diferencia del ITAM, la universidad no tiene una base de datos de las trayectorias de sus graduados, que sería una tarea formidable, dada la gran cantidad de graduados desde mediados de los años setenta. Sin embargo, todas las pruebas disponibles sugieren firmemente que, a principios de esa década, la mayoría de los graduados universitarios comunes y corrientes enfrentaban o bien el desempleo o trabajos como burócratas gubernamentales de muy bajo nivel. Ya en 1973, una publicación de economía de la universidad observaba “un abatimiento en el nivel de sueldos” del graduado típico de la carrera, “que en muchas ocasiones de inicia como auxiliar en la recopilación de estadísticas, permaneciendo en trabajos rutinarios de esta índole debido en parte a su falta de preparación en áreas como la monetaria, la fiscal y la estadística” (Yarza, 1973, p. 183). Varios años después un observador estadounidense de la ciencia económica mexicana observaba los graduados de economía de las universidades públicas se “encontraban con mayor frecuencia en los niveles salariales más bajos y en los puestos técnicos de estos cuerpos públicos, en vez de entre los formuladores de políticas”, a diferencia de los graduados del ITAM y de otras universidades privadas que se encontraban colocados en los rangos superiores de los ministerios involucrados en la toma de decisiones (Labarge y Osborn, 1077, p.24). Cuando el auge petrolero de los años setenta dio a paso la austeridad de los años ochenta, el panorama laboral para los graduados en economía de las universidades 211 públicas se volvió aún más desolador. Durante los años setenta, el sector público se había expandido, en parte, para proporcionar empleos a los graduados del sistema cada vez mas masificado de las universidades públicas (Loret, 1994, p. 14). Pero en la reducción del tamaño del gobierno en los años ochenta, estos graduados se encontraron en aprietos cada vez más graves. Un economista mexicano lamentaba “la crisis” de la ciencia económica universitaria: Hoy (a principios de los años noventa), los graduados de la Facultad de Economía de la UNAM no pueden encontrar trabajo. Nadie los quiere ni contratan porque por desgracia no han sido entrenados para resolver problemas concretos, sino más bien para predicar slogans izquierdistas populares. Por el contrario los graduados de la ITAM tienen demanda en el mercado laboral especializado y obtienen, con relativa facilidad, becas para sus estudios de posgrado en el MIT, la universidad de Chicago y otras prestigiosas universidades de los Estados Unidos y Gran Bretaña (Flores, s.f.). Había, por supuesto importantes excepciones, las que hay en un programa dedicado a producir cientos de graduados al año. Algunos estudiantes sobresalientes obtenían empleo como académicos en las universidades públicas, otros cuantos se las arreglaban para obtener becas para estudiar en el extranjero y después hacían carreras exitosas en el gobierno: el ex presidente Carlos Salinas, graduado de economía de la UNAM en 1971, y el actual director del banco central Guillermo Ortiz, graduado también en economía en la UNAM en 1972, son los ejemplos más conocidos. Sin embargo, es importante hacer notar que tanto salinas como Ortiz empezaron a estudiar en la Universidad antes de la primera ronda de reformas radicalizantes de 1968 y, por consiguiente, pudieron beneficiarse de la tutoría de funcionarios gubernamentales que posteriormente dejaron de dar clases allí. Por ejemplo, el comité de tesis de Salinas en la UNAM incluía a Jesús Silva Herzog Flores, que dejó de dar clases en la UNAM en 1969 y a David Ibarra, que dejó de dar clases en la universidad en 1970 (Camp. 1994). Un estudio encargado por el Departamento de Economía de la UNAM en 1993 confirmó empíricamente lo que ya era el conocimiento común: los empleadores 212 potenciales no estaban interesados en contratar graduados de la universidad. Los 57 peladores encuestados, 88% del sector público y todos de la ciudad de México, consideraban que la UNAM era demasiado marxista en su orientación técnica, pero l oque más los preocupaba era el bajo nivel de conocimientos prácticos de sus graduados (Consultores, 1993, p. 22). Por el contrario, la percepción de los empleadores era que los mejores economistas provenían del ITAM, seguidos por los de la Universidad Iberoamericana y los de la Universidad Anahuac, ambas con programas privados en la ciudad de México (Consultores, 19993, p. 25)- Con el liderazgo del nuevo director, la Facultad de Economía de la UNAM puso en marcha un cambio importante en su programa en 1993, entre cuyos propósitos explícitos estaba el de incrementar la capacidad de empleo de los graduados. Al término de este libro, todavía no estaba claro si esos cambios habían incrementado la capacidad de mercado de un título de economía de la Universidad. EL ITAM Mientras que el programa de economía de la UNAM estaba perdiendo terreno profesionalmente, los graduados del ITAM teñían cada vez más éxito, tanto en lo que respecta a su admisión en programas de posgrado en el extranjero como en el mercado laboral. La mayoría de los graduados del instituto no seguían estudios de posgrado y buscaban hacer carrera en el sector privado. Pero los que obtenían posgrados en economía en el extranjero solían hacer carrera en la academia o en el gobierno, donde se hicieron visibles y poderosos durante los años ochenta y noventa. El Departamento de Economía del ITAM tenía “un currículum diseñado para ser como un college estadounidense” (Labarge y Osborn, 1977). No es de sorprender, por tanto, que los estudiantes del instituto tuvieran un éxito inaudito para ser admitidos en programas de posgrados en el extranjero, en particular en economía, y especialmente en Estados Unidos, Un estudio sobre graduados en economía registrados en la Sociedad de Ex Alumnos del ITAM muestra que, después de 1971, una proporción importante de 213 los registrados en la sociedad, 18044% , terminaron estudios de posgrado den Estados Unidos u otros países extranjeros; y poco menos de la mitad de los que estudiaron en el extranjero, aproximadamente 10% del total de graduados estudiaron economía. El éxito de los estudiantes del ITAM para lograr su admisión en programas de economía en el extranjero daba fe de la creciente y formidable reputación del programa en el extranjero y ayudó a mantenerla. Conforme generaciones consecutivas de graduados sobresalían dentro de los programas de posgrado estadounidense, proliferaron las redes sociales que vinculaban al instituto con esas universidades: los primeros graduados del ITAM que lograron su admisión en programas de posgrado en economía en el extranjero fueron pioneros que pudieron facilitar el paso de las siguientes generaciones al convertirse en profesores y recomendar a sus propios alumnos para programas particulares. Entre las ventajas más importantes del ITAM estuvieron las estrechas relaciones personales entre prominentes graduados, como Pedro Aspe, y famosos profesores de ciencia económica en Estados Unidos, como Jagdish Bhagwtii y Rudiger Dornbusch. Además de su notable capacidad para garantizar su admisión en programas de economía en el extranjero, los graduados en economía del ITAM también fueron abrumadoramente exitosos para conseguir becas para financiar sus estudios internacionales, en particular becas Fullbright. De un total de 96 mexicanos que terminaron estudios de posgrado en economía con financiamiento de Fullbright de 1970 a 1995, sesenta fueron graduados de universidades privadas, una cifra extraordinaria cuando se considera que, todavía hasta 1994, se graduaron cuatro veces más estudiantes en economía de las universidades públicas que de las privadas Fullbright-García Robles, 1996; ANUIES, 1994). Todavía mas impresionante es que mas de 40% del total de los 96 becarios Fullbright en economía fueron graduados del ITAM. En cambio, menos del 10% eran graduados de la UNAM (Fullbright, 1996). La explicación lógica para la extraordinaria tasa de éxito del ITAM en la adquisición de becas Fullbright es que sus graduados poseían el tipo de habilidades académicas formales que eran recompensadas por este programa y por las universidades 214 estadounidenses; por ejemplo, estudiantes versados con métodos matemáticos y con una sólida preparación en teoría económica neoclásica. Sin embargo, como se vio después, estos atributos académicos formales no fueron el factor decisivo para su extraordinario éxito con este programa. Para obtener una beca Fullbright, a los aspirantes no se les exige presentar ni exámenes de campo ni GRE (Graduate Record Examinations); más bien, su aceptación se basa únicamente en calificaciones, cartas de recomendación, un informe biográfico, una puntuación minima en el TOEFL; un examen de inglés como lengua extranjera, y una entrevista personal general en ingles en la que se hace hincapié en factores tales como “madurez” y “capacidad de liderazgo”. De acuerdo con un administrador de Fullbright que vigilaba este proceso de solicitud a finales de los años setenta, los graduados del ITAM solían ser mas diestros en ingles que sus contrapartes de las universidades publicas, tanto por el énfasis del instituto en el manejo del idioma como también por que los antecedentes socioeconómicos de los graduados favorecían los viajes internacionales y el estudio del ingles a una edad temprana (entrevista con Partearroyo, 23 de abril de 1996). No todas las oportunidades de beca para que los mexicanos estudiaran economía en el extranjero tenían requisitos de lenta tan rigurosos; por ejemplo, los becarios del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), institución del gobierno, a menudo asistían a un famoso programa de ingles en Boulder, Colorado, como preparación para cursar programas de estudios superiores en Estados Unidos. Sin embargo, en general, la posesión de habilidades de lenguaje daba a los graduados del ITAM una ventaja en el mercado de becas con financiamiento externo, tales como Fullbright y el programa del Consulado Británico (entrevista con Espíndola, 15 de septiembre de 1996). Además, es cierto que los antecedentes de clase de los estudiantes del ITAM les proporcionaban un nivel de confianza y de competencia cara a cara con los entrevistadores que, por lo general les daba una gran ventaja frente a sus contrapartes formados en escuelas públicas. Además de dominar el ingles, ser seguros de si mismos y hablar bien, los graduados en economía del ITAM se beneficiaban de su pertenencia a una comunidad que compartía y entendía los criterios de los programas extranjeros, ya que una gran 215 proporción de sus profesores habían estudiados ellos mismos en el extranjero. Un ex administrador de Fullbright recordaba: Las habilidades en lengua extranjera también son vitales para los aspirantes a becas de la Ford Foundation, ya que Ford exige la aceptación previa en un programa en el extranjero para ser elegible para una beca (entrevista con Schreiver, 18 de junio de 1996). Los aspirantes del ITAM… salían tan bien en las solicitudes escritas, era casi como si hubieran tomado un curso en solicitudes escritas. Las cartas de recomendación mostraban una gran diferencia. La mayoría de las universidades públicas mexicanas de la época… no generaban el tipo de cartas que buscábamos. Buscábamos cartas que mostraran un conocimiento del candidato y de sus fortalezas y debilidades específicas… El ITAM… era muy bueno escribiendo cartas, aunque al principio había muy pocas que fueran buenas… Y por supuesto, con el tiempo, muchos de los profesores eran personas que habían pasado ellos mismos el proceso de solicitud (Entrevista con Partearroyo, 23 de abril de 1996). Entender como escribir solicitudes y cartas de recomendación era una forma de capital cultural internacional que, además de ayudar a los graduados del ITAM a conseguir el acceso financiamiento, sin duda también contribuyo a su éxito para ser admitidos en otros programas en el extranjero. Así mientras que el programa de economía de la UNAM se volvía parte de un campo organizacional de departamentos de economía en las universidades publicas mexicanas influidas por las ideologías radicalizantes de los años sesenta y setenta, el departamento de economía del ITAM se integro mas o menos por completo a la corriente principal de la profesión. Sus estudiantes participaban en reuniones de la Asociación Internacional de Estudiantes de Economía y Ciencias Comerciales (AIESEC), y el Departamento de Economía organizaba reuniones alas que asistían economistas estadounidenses de renombre internacional. 216 Por ejemplo, en marzo de 1981, el instituto patrocino una conferencia junto con el U.S. National Bureau of Economic Research sobre política financiera y mercados de capital en America Latina; entre los participantes notables estuvieron los profesores Rudiger Dornbusch del MIT y Thomas Sargeant de la Universidad de Minnesota. “De esta manera, las redes sociales establecidas entre los graduados del ITAM y sus mentores en prestigiados programas de estudios superiores de Estados Unidos culminaron en un suceso académico internacional importante; los profesores consideraron orgullosamente la reunión como un “un reconocimiento internacional de la calidad académica” del ITAM (Boletín, 1970, p.1; “Entrevista…”, 1981, PP.6-7). A diferencia de la UNAM, que siempre había estado orientada hacia la capacitación d4e economistas para trabajar en el gobierno, el enfoque del ITAM fue más bien ecléctico. Los resultados de mi estudio de los exalumnos del ITAM (véase el Apéndice B) muestran que los individuos registrados en la base de datos de los que se graduaron entre 1971 y 1995, el grupo mas grande de graduados (44%) estaba trabajando en el sector privado en 1996, una proporción importante (25.5%) trabajaba en el sector publico y una pequeña minoría (4%) trabajaba en la academia (véase la grafica 6.1). Grafica VI.1 Lugar de empleo de los graduados en economía del ITAM en 1996, fecha de graduación 1971-1995. 217 Los datos sobre los graduados en economía del ITAM antes de 1971 muestran un patrón similar: más de la mitad, cuyos datos estaban disponibles trabajaban en el sector privado. Muchos de los estudiantes de economía de las primeras generaciones fueron hijos privilegiados que simplemente planeaban pasarse la vida trabajando para la compañía de la familia. Sin embargo, dada la Enorme expansión de los programas de economía en las siguientes décadas con el tiempo, esos estudiantes de la clase “dominante” debieron constituir un porcentaje menor del numero total de graduados de los programas privados. Esto implica que había más empleos en el sector privado para “profesionales” de economía, en el sentido moderno de la palabra, contratados por su experiencia y no por sus conexiones familiares. Dentro del sector manufacturero, los graduados de programas privados de economía se beneficiaron de una serie de cambios históricos tanto en las políticas del gobierno como en la ciencia económica mexicana. Se desarrollo una tendencia hacia empresas de mayor tamaño y complejidad y, como resultado, aumento la dependencia de servicios profesionales. Las empresas dirigidas y controladas por familiares se hicieron más abiertas a la propiedad pública y a la administración profesional (Camp, 1989, pp. 206-207). De acuerdo con un estudio realizado durante finales de los años setenta, los economistas de la ciudad industrial en Monterrey tenían tres veces mas 218 probabilidad de trabajar en empresas grandes –supuestamente profesionalizadas- que de trabajar en empresas pequeñas o medianas (Universidad de Nuevo León, julio de 1978). Otro factor importante fue la inseguridad macroeconómica creciente en México después de 1970. A diferencia de los años del desarrollo estabilizador, los años setenta y ochenta se caracterizaron por inflación, devaluación súbita y cambios drásticos en los precios relativos de bienes nacionales e importados. Como consecuencia, las empresas manufactureras buscaron cada vez más los servicios de economistas para que las ayudaran a predecir desarrollos futuros y sus efectos en la rentabilidad, irónicamente, en una época en la que los economistas eran menos capaces que nunca de predecir desarrollos futuros. Un economista que trabajaba para la compañía de vidrio de Monterrey, Vitro, en los años setenta recordaba: “Fui la primera persona en el grupo vidriero a quien se le ocurrió estudiar que pasaría si la moneda se devaluara. ¿Por qué? Por que era el año 1973 y la moneda no se había devaluado en México desde 1954… La gente pensaba en esa época que si había una devaluación, los precios se ajustarían por si mismos… Lo que no veían Es que el efecto de la devaluación podría transmitirse a los precios y ahí es donde podría hacer un problema de daño económico para la corporación” (Entrevista con Sada González, 10 de noviembre de 1995). Otro recordaba que “tuvimos tiempos muy difíciles cuando la devaluación de 1976 de Echeverría y todo eso; fue un infierno tratar de ponerles precio a nuestras maquinas, establecer donde estábamos… Así que trabaje con economistas… e hicimos nuestras proyecciones a cinco años, nuestras proyecciones a tres años basadas en nuestra perspectiva económica” (entrevista con Garza, 9 de noviembre de 1995). Así, para finales de los años setenta, los economistas tenían una presencia palpable en el sector manufacturero mexicano. Sin embargo, parece que su presencia no fue extensa: de 1125 empresas encuestadas en Monterrey en 1977, solo 81 (7%) tenía economistas trabajando para ellas (Universidad de Nuevo León, 1978). 219 Aunque la liberalización de la ciencia económica mexicana en los años ochenta y noventa provoco cambios en las oportunidades para los economistas en el sector manufacturero, no es claro si, en balance, el efecto ha sido positivo o negativo. Como un economista empresarial recordaba de manera más bien divertida, mientras la sustitución de importaciones estuvo en pleno efecto durante los años setenta, la necesidad de economistas estaba limitada en todas partes por el hecho de que las empresas mexicanas estaban sujetas a muy poca presión competitiva: La importancia del economista era muy pequeña; lo que es mas, en el mercado vidriero, se le daba muy poca importancia al mercado. ¡Todo se vendía! Además, cualquier cosa que el manufacturero quería vender era comprada. Nunca le preguntaban al cliente que era lo que quería: ¿quiere un vidrio como este [redondo] o lo quiere cuadrado? No, los vidrios eran redondos por que era más fácil de hacerlos de esa manera, así que vamos hacer vidrios redondos. No necesitaban a la ciencia económica, no tenían ninguna necesidad de hacer mercadotecnia. La causa era la protección que teníamos entonces en México, lo que significaba que no teníamos competencia (Entrevista con Sada González, 10 de noviembre de 1995). La competencia mas dura a la que se enfrentaron las empresas mexicanas en la era neoliberal puede haber tenido efectos contradictorios en la ciencia económica empresarial mexicana. Por una parte, la necesidad de buena información de largo plazo respecto a la rentabilidad futura era mayor que nunca. Por otra parte, el margen holgado de beneficio que anteriormente financiaba los departamentos de estudios económicos de las empresas –que varios entrevistadores parecían considerar como una especia de capricho- ha desaparecido. En consecuencia, es probable que muchas empresas de consultaría –un desarrollo relativamente nuevo en México- que tener en su propio personal interno de expertos económicos (entrevista con Garza Valle, 22 de mayo de 1996). Sin embargo, parece que el incremento mas significativo en la demanda de economistas por parte del sector privado no ocurrió en el sector manufacturero, si no en el financiero. Los banqueros fueron factores claves en la fundación del ITAM y desde el 220 principio los bancos mexicanos contrataron a graduados del instituto para que trabajaran en sus departamentos de estudios económicos (entrevista con Maldonado 8 de noviembre de 1995). “Cuando el sector financiero empezó a hacerse más grande y mas complicado, abundaron las oportunidades para los economistas del ITAM. En respuesta tanto la inestabilidad financiera como al aumento de oportunidades, los años setenta fueron testigos de numerosas reformas legislativas que intentaban hacer más flexible el sistema financiero mexicano, lo que provoco la formación de numerosas cosas de bolsa” (Jhonson [Hazel], 1995, pp. 107-139). Así entre los economistas graduados del ITAM registrados en la base de datos de la sociedad de exalumnos, existe una marcada diferencia entre el primer grupo –que se graduó entre 1951 y 1970- y el segundo- graduado entre 1971 y 1995-. De los que trabajaban en el sector privado, solo el 25% de los primeros graduados estaban trabajando en finanzas, a diferencia de casi la mitad de los graduados del segundo grupo. -15 Dezalay y Garth (1998) observan que en los Estados Unidos ocurrió un proceso paralelo de aumento de la complejidad en los mercados financieros durante los años setenta, lo que causo que el sector privado aumentara contratación de doctores en economía de las universidades de elite (pp.89). Parte del éxito de esta cohorte más reciente en el mundo de las finanzas tiene que ver, sin duda, con el contenido técnico de su formación. Los estudiantes del ITAM no solo están totalmente capacitados para el manejo de las finanzas públicas y privadas, si no que también tiene una buena formación en matemáticas y estadística. Asimismo, existen razones para creer que el contenido cultural del programa del instituto ah contribuido al éxito de sus graduados en sus finanzas y banca. La liberalización del sector financiero ah significado que más empresas mexicanas hayan llegado a depender más de inversiones en portafolios extranjeros. Esto significa que los bancos y casas de 221 bolsas mexicanas utilicen a más economistas que hablen bien ingles y se hayan formado en Estados Unidos. Recientemente, un grupo de economistas del ITAM fundo una casa de bolsa específicamente dedicada a poner en contacto a empresas mexicanas con inversionistas extranjeros (entrevista con Sales, 2 de Agosto de 1999). Aunque la mayoría de los graduados estaban destinados a carreras en el sector privado, la fama y el prestigio resientes del programa a reflejado al alto perfil de los graduados que ingresan en el sector publico. Durante el gobierno de Salinas (19881994), el vertiginoso ascenso del ITAM dentro del gobierno empezó a atraer la atención publica, inclusive en los Estados Unidos, el cuadro 6.10 muestra que el éxito de los graduados en el gobierno no ocurrió solo en los niveles mas altos de los ministerios encargados de las políticas económicas, sino también en los mas bajos. El éxito era extraordinario, considerando el tamaño comparativamente pequeño del programa de economía del ITAM, que en 1980 sumaba solo 2.7% de los graduados en ciencia económica de México (ANUIES, 1981). Aunque durante la presidencia de Ernesto Zedillo los graduados del ITAM perdieron terreno en la sima de la burocracia, bajo el gobierno de Vicente Fox, un graduado del ITAM –Francisco Gil Díaz- esta vez ala cabeza de la secretaria de hacienda. La proliferación de graduados del ITAM en el gobierno parece sorprendente a la luz famosa de la tendencia de la política mexicana de trabajar en camarillas, o redes políticas. Durante los años setenta, se observo que los vínculos que mantenían juntas a estas redes se formaban principalmente en la UNAM, donde los estudiantes de derecho formaban amistades de larga duración con sus compañeros encontraban mentores políticos entre los profesores taxi que les daban clase (cf. Camp, 1980; Smith [Peter], 1979). Como graduado de la Escuela Nacional de Economía, se hubiera esperado que Salinas reclutara su gabinete económico de entre sus camaradas universitarios. En cambio, su gabinete económico estaba repleto de graduados del ITAM y de otras escuelas privadas, como la Anahuac y la Universidad de las Américas. ¿Cómo “se colocaron” estos individuos egresados de la educación privada en el sector publico? Una lista de los socios políticos mas importantes de Salinas, así como la 222 manera en que estos individuos entraron en contacto con el, nos ayuda a aclarar este enigma. El cuadro 6.11 expone varias características interesantes de la red política de Salinas por un lado, la UNAM no parece haber sido un lugar particularmente importante para el reclutamiento de la red de Salinas. Por el otro, dos secretarios de gobierno parecen haber sido tremendamente importantes, a saber, el secretario de Hacienda y el de Programación y Presupuesto. De hecho, estas tendencias han sido observadas por varios expertos como características importantes de los gobiernos presidenciales de los años ochenta y noventa (Hernández Rodríguez, 1987; Camp, 1995; Centeno y Maxfield, 1992; Centeno, 1994). A la luz de estas tendencias en el reclutamiento político mexicano, la colonización de los ministerios de políticas económicas por el ITAM y otras escuelas privadas resulta menos sorprendente. Durante las primeras décadas, cuando las redes políticas se formaban principalmente en la UNAM, y básicamente a través de los canales políticos de la burocracia estatal, los graduados del ITAM estuvieron excluidos de los niveles más altos del poder. Pero en el sistema que estaba surgiendo, en el que el lugar más importante para formar redes políticas era, cada vez mas, la burocracia de planificación y de la banca, los graduados del ITAM pudieron tener mayor influencia. Pág. 233 A lo largo de la historia del ITAM los graduados que hicieron carrera en el sector público se orientaron abrumadoramente hacia la burocracia financiera. El “punto de entrada” inicial al sector público fue el Banco de México, una institución con importantes lazos históricos con el ITAM y con un pronunciado desincentivo ideológico para contratar graduados de economía de la UNAM. El Banco de México estaba relativamente aislado, aunque no del todo, del ciclo sexenal de designaciones y cambios presidenciales: los funcionarios del banco central podían ser contratados con criterios más técnicos en mente. Además, provenir de un medio económico privilegiado, un inconveniente en otros sectores del gobierno mexicano, podía ser una ventaja en el 223 banco central, donde había una larga tradición de redes entre financieros de los sectores públicos y privado (Maxfield, 1990). Por consiguiente, tres graduados del ITAM que pudieron ingresar antes en el Banco de México fueron Gustavo Petricioli, Miguel Mancera y Francisco Gil Díaz. Como docentes de tiempo parcial en su alma Mater, estos graduados también pudieron ayudar a las nuevas generaciones a hacer carrera en el sector público. Los graduados del ITAM también fueron apoyados dentro de la burocracia financiera por funcionarios del gobierno que se habían graduado en la UNAM, pero cuyo disgusto por la radicalización de su escuela los llevó a convertirse en docentes de tiempo parcial en instituciones más afines. Un reclutador particularmente importante fue Leopoldo Solís, un graduado de la UNAM que después estudió economía en Yale y se convirtió en director del departamento de estudios económicos del banco de México. Entre los estudiantes del ITAM cuyo mentor fue Solís estaban Pedro Aspe y Francisco Gil Díaz. Como resultado, durante los años setenta, los graduados del ITAM pudieron adquirir una sólida posición en el gobierno mexicano. En el banco de México, muchos funcionarios de nivel superior, responsables de la elaboración de políticas, eran graduados del instituto. En la secretaría de Hacienda, David Ibarra trabajaba con un equipo de jóvenes economistas que incluía al graduado del ITAM Pero Aspe. Bajo la presidencia de Miguel de la Madrid, Aspe pasó a la Secretaría de Programación y Presupuesto, donde trabajó con un graduado de la UNAM a quien había conocido inicialmente cuando ambos seguían estudios de posgrado en Cambridge, Massachussets: Carlos Salinas de Gortari. Cuando Salinas llegó al poder siete años después, designó a Pedro Aspe como secretario de Hacienda, dándole así a los graduados del ITAM un punto de entrada a todas las ramas de la Secretaría.16 Éste fue un momento histórico, ya que como señalan Centeno y Maxfield (1992), los funcionarios del gobierno mexicano prefieren designar subordinados que compartan sus mismas características. CONCLUSIONES 224 La ruptura del consenso desarrollista mexicano tuvo enormes implicaciones para la profesión económica en México. Bajo la influencia del movimiento estudiantil, el programa de economía de la UNAM, deliberada y sistemáticamente, se desprofesionalizò y desvinculó de la fuente más importante de empleo para sus graduados, es decir, el gobierno mexicano. Cambios en el contenido ideal de una formación en economía de la UNAM tuvieron implicaciones reales para el panorama profesional de los estudiantes, el cual después de los años setenta se volvió más desolador. Mientras tanto, los graduados del programa recientemente americanizado del ITAM se volvieron bastante exitosos, no sólo dentro del sector privado – adonde estaban destinados a trabajar la mayoría de los graduados -, sino también dentro del gobierno. La razón fue un sistema de incentivos que recompensaba cada vez más la experiencia técnica y la capacidad de tratar con el mundo de las finanzas internacionales. El siguiente capítulo examina cómo el surgimiento de la crisis de la deuda en 1982 facilitó el ascenso de los economistas formados en Estados Unidos – que incluían a muchos del ITAM – dentro del gobierno mexicano. 14 Es posible que algunos lectores observadores recuerden que otro graduado del ITAM, Gustavo Petricioli, fue secretario de Hacienda durante los últimos años del gobierno de De la Madrid. Sin embargo, Petricioli no fue conocido por mantener esos fuertes lazos con la vieja escuela y, por consiguiente, no dio tantas oportunidades a los graduados del ITAM como hizo Aspe. Pag 238 225 Pag 239 VII. EL NEOLIBERALISMO Y EL ASCENSO DE LOS NUEVOS TECNÒCRATAS CUANDO MIGUEL DE LA MADRID fue seleccionado por el partido gobernante como candidato oficial a la presidencia en 1981, la prensa internacional lo consideró inicialmente con cierto pesimismo. “Los que pronostican un gobierno conservador entre 1982 y 1988 olvidan que el señor De la Madrid heredará una poderosa tradición nacionalista y populista. Es probable que conserve la nueva moda de planificación económica”, predecía la revista The Economist (“The New Hero”, 1981, p. 68). Un artículo del Business Week pronosticaba de manera similar que la referencia críptica de De la Madrid a “un cambio de rumbo” en la política económica mexicana era una referencia velada a una “mayor intervención gubernamental” (“México: An Economic) Tornado”, 1982, p. 41). A pesar de estas lúgubres expectativas, De la Madrid no seguiría las huellas de sus predecesores populistas. Las presidencias de Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000) serían famosas por la promoción de las reformas de libre mercado realizadas por un nuevo tipo de tecnócratas económicos en lugar de las generaciones anteriores de formuladores de políticas económicas autodidactas con licenciaturas en derecho. Bajo la guía de economistas formados en el extranjero en altos puestos políticos, México experimentó una revolución de libre mercado que transformó por completo las políticas desarrollistas de los años anteriores. Así, la sucesión presidencial de 1982 resultó ser un parte aguas en la elaboración de políticas económicas en México y marcó, simultáneamente, el ascenso de la tecnocracia, el florecimiento de la crisis de la deuda y el nacimiento del neoliberalismo. Este capítulo se centra en la relación entre tres procesos históricos en México: las presiones financieras internacionales, el ascenso de tecnócratas formados 226 en el extranjero dentro del gobierno y la realización de reformas neoliberales. El recuento histórico del proceso de las reformas de liberalización en México señala que las reformas al mercado mexicano no fueron exactamente imposición de financieros internacionales – isomorfismo coercitivo-. Más bien, un factor clave fue un grupo de tecnócratas cuya capacitación en la corriente principal de la economía neoclásica los predispuso a ver favorablemente el desmantelamiento del Estado desarrollista. Así, la transición neoliberal de México ilustra el poder de los profesionales para transformar las organizaciones en las que están insertos, a través de un proceso de isomorfismo “experto” o “normativo”. Sin embargo, el ascenso de los expertos económicos dentro del gobierno es en sí mismo un fenómeno que requiere mayor explicación. Este capítulo revisa indicios que sugieren que presiones tanto miméticas como coercitivas contribuyeron a la proliferación de tecnócratas formados en Estados Unidos en el nivel más alto de la burocracia encargada de la elaboración de políticas de México. EL CAMBIO DE PARADIGMAS DE POLÌTICAS DE MÈXICO Las reformas neoliberales en México procedieron en dos etapas. La primera fue de “ajuste estructural”, una reducción generalizada del gobierno y una aplicación de austeridad fiscal y monetaria llevada a cabo bajo la mirada vigilante del FMI desde 1982 hasta mediados de los ochenta. Durante esta etapa, las políticas de México fueron tan firmemente respetuosas de los acreedores y tan de acuerdo con las normas exactas del FMI que incluso los observadores empresariales internacionales estaban impresionados con la severidad de las medidas que los nuevos tecnócratas querían imponer. “apretándole el cinturón a prácticamente todos, el presidente Miguel de la Madrid ha frenado la inflación, recortado las importaciones y el gasto público, y promovido las exportaciones. Bajo un estricto programa de austeridad los salarios reales han caído 30% en dos años”, informaba un artículo del Business Week y continuaba con una cita del jefe de un grupo de predicciones económicas de la ciudad de México: “México no ha tenido suerte de encontrar a los bancos. Los bancos han tenido suerte de 227 encontrar a México” (“Will Mexico Make it?”, 1984, p. 74). Durante la presidencia de De la Madrid, el crecimiento real del PIB fue negativo, mientras que la inflación promedió más de 80% (Maddison et al., 1989, p. 159). La segunda etapa fue una serie de reformas institucionales que desmantelaron el marco de políticas desarrollistas de las décadas anteriores, las cuales se iniciaron durante los años finales del gobierno de De la Madrid y se realizaron por completo durante el gobierno de Carlos Salinas (1988-1994). Mientras que las privatizaciones de De la Madrid habían sido relativamente modestas y parecían más un asuntote conveniencia fiscal que de compromiso ideológico, Carlos Salinas hizo una virtud de la privatización de algunas de las industrias paraestatales grandes e importantes del gobierno, entre ellas el monopolio telefónico, la estación de televisión y la aerolínea estatales. El sistema bancario, que había sido nacionalizado en 1982, fue reprivatizado y se liberalizó el sistema financiero; las tasas de interés y los depósitos ya no fueron regulados por el gobierno y se eliminaron los requisitos de reserva (Córdoba, 1984, p. 252). Las políticas hacia los inversionistas extranjeros se liberalizaron de tal modo que las empresas extranjeras podían adquirir hasta el 100% de la prioridad de las empresas mexicanas públicamente en venta (Moffet, 1989, p. A11). En 1993, se le otorgó al banco central independencia formal del gobierno. Otro cambio político de proporciones históricas fue la revisión del artículo 27 de la constitución Mexicana. Las enmiendas de 1992 al artículo 27 terminaron efectivamente con la larga historia posrevolucionaria de la reforma agraria de México y permitieron que los ejidos fueran comprados por inversionistas privados, tanto nacionales como extranjeros (Córdoba, 1994, pp. 256-257). La joya de la corona de la liberalización bajo el régimen de Salinas fue el tratado de libre comercio de América del norte (TLCAN), que entró en vigor en 1994. ¿Por qué se embarcó el gobierno mexicano en este impresionante programa de reformas políticas después de 1982? Para algunos observadores –en particular los asociados con la prensa empresarial internacional-, la respuesta era sencillamente lógica: las reformas neoliberales ocurrieron, porque eran la política más eficiente disponible. Sin embargo, si 228 se examina más detenidamente, esta explicación parece por completo inadecuada. Por una parte, los sociólogos han mostrado que hay múltiples…Consideraciones distintas de la eficiencia que determinan el comportamiento de las organizaciones, e inclusive el comportamiento de gobiernos nacionales (cf. DiMaggio y Powell, 1083; Meyer et al ., 1997). Por otra parte, incluso los partidarios entusiastas de las reformas de liberalización reconocen que los gobiernos siguen a menudo políticas que no son ni buenas ni eficientes, pero que sirven a los intereses egoístas de algunos políticos y de sus colaboradores del sector privado en busca de rendimientos (Krueger, 1974: Buchanan et al., 1980). Dadas estas consideraciones, resultan útiles plantear la pregunta en términos históricos, es decir, ¿Por qué llevo a cabo reformas liberalizadoras el gobierno mexicano después de 1982 y no antes? La siguiente sección examina algunas respuestas probables. La reforma de las políticas: ¿Imposición externa o complicidad interna? Es imposible entender las reformas neoliberales de México y de otros países en vías de desarrollo sin tener en cuenta el contexto internacional. El comienzo de la década de los años ochenta represento el principio de un cambio político internacional que tuvo un efecto crítico en las opciones de política económica de México y de otros países en vías de desarrollo. Desde el inicio, la crisis de la deuda fue reconocida por el régimen de Reagan como una oportunidad para forzar reformas políticas. Desde el inicio la crisis de la deuda fue reconocida por el régimen de Reagan como una oportunidad para forzar reformas políticas. Un plan de rescate inicial coordinado por el secretario del Tesoro estadounidense, James A. Baker III, ofrecía refinanciar la deuda a cambio de la adopción de políticas o orientadas al mercado y más favorables para los inversionistas por parte de los países en vías de desarrollo (Millar, 1985, p, 16). El director del banco mundial, Tom Causen, designo a Ane Krueger, de la universidad de Minnesota, como la economista en jefe del Banco Mundial. 229 Krueger era una famosa teórica de los efectos dañinos de la “búsqueda de rendimientos” del proteccionismo en el tercer mundo y defensora feroz del libre comercio. Bajo Clausen, los “prestamos de ajuste estructural” –prestamos condicionados a la implementación de reformas políticas—se convirtieron en una arma utilizada una y otra vez para promover políticas favorables al mercado en los países en vías de desarrollo (George y Sabelli, 1994, p. 58). Mientras tanto, el siempre conservador Fondo Monetario Internacional también vio la crisis de la deuda como una oportunidad y empezó una nueva época de “prestamos basados en políticas”, en los que se ofrecía apoyo financiero a cambio del compromiso de reducir el tamaño del gobierno y de políticas monetarias conservadoras. En México, y en todo el mundo en vías de desarrollo, ha habilitado infinidad de ejemplos de tales préstamos basados en políticas desde 1982: intervenciones deliberadas del gobierno estadounidense y de instituciones financieras internacionales en nombre de la reforma política orientada al mercado. Para un observador causal, por tanto, parecería que el cambio radical del paradigma en los países en vías de desarrollo durante los años ochenta i no venta fue sencillamente el resultado de la coerción de poderosos agentes externos, y para nada la consecuencia de un proceso de “aprendizaje social”. Sin embargo, en un examen más minucioso, este panorama se vuelve sustancialmente mas complicado. Por un lado, hay muchos ejemplos de reformas liberalizadoras que no tienen conexión aparte con presiones provenientes de una sola organización. Un ejemplo sobresaliente es la independencia del banco central, recientemente adoptada por naciones en vías de desarrollo de todo el mundo, pero con poca conexión con presiones directas ejercidas por instituciones financieras internacionales. Más bien, la razón para la adopción extendida de bancos centrales independientes parece ser la abrumadora necesidad de promover la confianza de los inversionistas en una era de rápida movilidad del capital internacional (Max field, 1977). 230 Un más interesante resulta que, en muchas naciones en vías de desarrollo, las reformas neoliberales hayan sido adoptadas casi con alegría por un nuevo grupo de formuladores de políticas con credenciales internacionales: tecnócratas con doctorados de universidades extranjeras, por lo general universidades estadounidense y casi siempre en economía. En otras palabras, en muchos aspectos, el neoliberalismo parece mucho más una complicidad interna que una imposición externa puesto que las reformas políticas neoliberales en cualquier país en vías de desarrollo son necesariamente un fenómeno complejo, los investigadores serios que escriben sobre la transición neoliberal de México han tenido a concentrarse en factores ya sea internos o internacionales en sus informes. Un tipo de informes subraya las presiones internacionales, incluida la influencia ejercida por inversionistas extranjeros, gobiernos extranjeros o instituciones financieras internacionales (cf. Stallings, 1992, Maxfield, 1997). Otro grupo se enfoca en los factores internos, como la influencia de grupos de interés nacionales o desarrollos dentro del estado mexicano (cf. Centeno, 1994; Heredia, 1996: Thacker, 1999). Mientras que el primer argumento se refiere a reformas políticas impuestas por el exterior, el segundo trata de la “revolución [neoliberal] desde adentro”. Sin embargo, no hay una razón inherente para que estas dos explicaciones sean excluyentes. De hecho, los datos sugieren que hubo factores tanto internos como internacionales que desempeñaron un papel importante en la implementación de reformas liberalizadoras en México. Parase que en el nivel interno el ímpetu crítico por el neoliberalismo mexicano provino del estado más que del grupo de nivel interno organizado. El sistema corporativista de un solo partido fue siempre inusitadamente bueno para manejar y reprimir las demandas populares 8cf. Middlebrook, 1995). Sin embargo, durante el periodo de las reformas neoliberales, este sistema de control se vio agravado por la centralización extrema del poder dentro de la presidencia y la culminación de un proceso histórico en el que los funcionarios electos perdían terreno sistemáticamente a favor de otros grupos dentro del partido gobernante. Como resultado, “mientras que la unión partido-gobierno permanecía fuerte, el papel del 231 primero como conducto de protesta desde abajo y de comunicación desde arriba [había] sido virtualmente abandonado y reemplazado por un mayor énfasis en la manipulación de símbolos revolucionarios y en el control de la oposición” (centeno y Mats Field, 1992, p.71). En suma, en el sexenio de Salinas los intereses populares organizados no desempeñaron un papel importante en la negociación y formulación de las políticas gubernamentales. De manera similar, se impidió eficazmente que las demandas de las empresas mexicanas de tamaño pequeño y mediano interfirieran en las negociaciones que combinaron en el tratado de libre comercio de America del norte, un acuerdo que iba directamente en contra de los intereses de muchas de esas empresas (Shadlen, 1999). Por el contrario el poderoso sector más elitista de empresas mexicanas desempeño una parte importante en la negociación de los términos de las reformas liberalizadoras de México, en particular –aunque no exclusivamente-, respecto a los términos del tratado de libre comercio de América del norte (TLCAN). Sin embargo, el ímpetu TLCAN y otras reformas liberalizadoras no se origino a partir de las grandes empresas nacionales. Más bien, hubo actores dentro del estado mexicano que optaron primero por aplicar reformas liberalizadoras y después movilizaron exitosamente a grandes empresas como sus aliados para seguir una trayectoria de reformas de libre mercado (Thacker 1999). Las reformas liberalizadoras dentro del gobierno no fueron títeres de la burguesía mexicana, sino que siempre estuvieron a la vanguardia de la revolución neoliberal de México. En resumen, en las reformas liberalizadoras de México pueden estar implicados factores tanto nacionales como internacionales. En el nivel nacional, los agentes más importantes de esa transformación fueron funcionarios gubernamentales, más que grupos de interés organizados. En el nivel internacional, entre los factores importantes hubo instituciones multilaterales –el FMI, el banco mundial-, funcionarios del gobierno de estados unidos e inversionistas extranjeros. Un análisis de los sucesos que llevaron a las reformas neoliberales mexicanas revela como interactuaron presiones 232 externas y políticas internas para producir resultados neoliberales en los países en vías de desarrollo. Del populismo al ajuste estructural: En mil novecientos ochenta y uno las crecientes tasa de interés internacionales y la caída de los precios del petróleo provocaron especulaciones acerca de la inminente devaluación del peso y de una extensa fuga de capitales. Diferentes fracciones de economistas formados en el extranjero dentro de la burocracia política mexicana favorecían distintos enfoques de la crisis de la deuda: por un lado, existía un grupo de “desarrollistas radicales” asociados al gobierno de López Portillo y, por otro un grupo opuesto de conservadores fiscales y monetaristas. El segundo estaba compuesto casi en su totalidad por individuos que habían tenido carreras largas dentro de la burocracia del sector financiero –en particular del banco central- y que había seguido estudios superiores de economía en estados unidos. En cambio; los radicales habían trabajado en la secretaria del patrimonio nacional –que estaba a cargo de las industrias paraestatales de rápida expansión- y otras áreas del gobierno mexicano y que –con frecuencia, habían estudiado economía en la universidad de Cambridge, un semillero de ideas keynesianas y “post keynesianas” . Un hecho crucial en la determinación de cuál de los grupos tecnócratas prevalecieron fue la elección hecha por el presidente López portillo de miguel de la Madrid como candidato oficial del partido gobernante a la presidencia, que en esencia lo ungía como futuro presidente de México. De la Madrid –al igual que salinas y Zedillo después de él- nunca había desempeñado un puesto público, pero tenía impecables credenciales técnicas: un grado de maestría en administración pública por la universidad de harbar. Fue descrito inicialmente en la prensa empresarial extranjera como “un tecnócrata adepto a la economía moderna, pero que no está al corriente de las tradiciones revolucionarias de México”, “amigo de banqueros y empresarios” y “un capitalista liberal, no un agitador revolucionario” (“The New Hero”, 1981, p. 68; “México´s New man”, 1982, p. 14) 233 ¿Por qué selecciono López Portillo a de la Madrid y no a otro candidato con más experiencia política? Hasta hace muy poco, el candidato del PRI era seleccionado por el presidente en turno a través de un proceso envuelto en el misterio conocido como el destape. Por tanto, es imposible conocer a ciencia cierta por que fue seleccionado De la Madrid. Sin embargo, dada la situación urgente de las finanzas mexicanas a finales de 1981, parece razonable suponer que la selección de López portillo se baso en su percepción de que los problemas más urgentes de México en esa época eran financieros más que políticos (centeno, 1994, pp. 158-159). Ya no había campesinos. Obreros ni estudiantes radicalizados a los que el partido tuviera que impresionar, sino agencias multilaterales, prestamistas extranjeros y funcionarios gubernamentales, a todos los cuales había que movilizar para que ayudaran a México a salir del apuro. Como diferencia al presidente entrante, dos formuladores de políticas económicas de alto nivel fueron designados incluso antes de la ascensión de De la Madrid a la presidencia. Uno fue el secretario de hacienda, Jesús Silva Herzog Flores, hijo del famoso cofundador de la escuela de economía de la UNAM que tenia un grado de maestría en economía de la universidad de Yale. En termino ideológicos, Jesús Silaba Herzog Flores difería sustancialmente de su padre y tenia una reputación de prudencia y conservadurismo que lo que lo hacía favorito entre los banqueros internacionales, que se decía que sonreían”…más popular con los banqueros neoyorquinos que con algunos de sus compatriotas” (“Mexico´s Happy Creditors” , 1984 P. 60). Otro de los designados presidenciales de la De La Madrid fue el director del banco central, Miguel Mancera, un graduado del ITAM también con maestría en economía de Yale, y un banquero central conservador hasta la medula. Los meses que pasaron de entre la selección de De la Madrid como candidato en septiembre de 1981 y su toma de posesión como presidente en diciembre de 1982 estuvieron marcadas por el hecho de que la deuda mexicana se convirtieron en una verdadera crisis de deuda y en una extraordinaria y fascinante lucha entre distintos campos de economistas del gobierno con credenciales extranjeras similares, pero con ideologías muy distintas. Por una partes estaban los economistas “radicales”, inspirados 234 por el desarrollismo y su pariente más radical, la teoría de la dependencia; los más importantes entre ellos fueron Carlos Tello, anteriormente secretario de la secretaría de programación y presupuesto –y por poco tiempo cabeza del banco central- y José Andrés de Oteyza, secretario del patrimonio nacional. Estos economistas habían alcanzado la cima de sus carreras durante las presidencias populistas de Echeverría y López Portillo, los dos habían sido estudiantes de economía de la UNAM y ambos habían estudiado en la universidad de Cambridge, famosa por sus tendencias keynesianas. Por otra parte, estaban los economistas más ortodoxos formados en Yale, Jesús Silva Herzog flores y miguel mancera, junto con sus numerosos aliados dentro de la administración pública mexicana. El punto decisivo de la batalla entre los economistas de Yale y los de Cambridge fue como tratar la crisis de la deuda externa de México. El 18 de agosto de 1982, el secretario de hacienda, Jesús silva Herzog Flores, informo al gobierno de estados unidos, al FMI y el gobierno de estados unidos, México se esmero: un equipo de tecnócratas formados en el extranjero que hablaban bien ingles y cuyas estrechas relaciones personales dentro de los círculos financieros internacionales era una ventaja importante. Entre estos tecnócratas estaban Silva Herzog y Mancera, asi como también José Ángel Gurria Y Alfredo Phillips Olmedo (Kraft, 1984, P, 5). Después de declarar su incapacidad para pagar, México enfrento la decisión crítica de si intentaba cumplir obligaciones con sus acreedores o si faltaba a sus compromisos. Para Jesús Silva Herzog Flores, un maestro en economía de Yale que había pasado sus años de formación profesional en el banco central mexicano, esto último no era una opción: México debería comportarse como un deudor responsable. Sabiendo bien que dejar de pagar era una posibilidad muy real, los empresarios y financieros internacionales dieron un suspiro colectivo de alivio. En palabras de un artículo de la revista The Economist, “México; un país que siempre se preocupa por lo interno, podría haber dejado de pagar, desairar a los banqueros, darle la espalda a estados unidos y utilizar su riqueza petrolera –al estilo Kaddafil—para atizar los fuegos revolucionarios de Centroamérica”(Mexico under the IMF , 1983, p. 19). 235 Por ejemplo, uno de los ex profesores de mancera y de Silva Herzog en Yale era director del consejo directivo de la reserva federal. Paul Volcker, el presidente de la reserva federal, También era conocido de Silva Herzog y de Mancera desde anteriores negociaciones de la deuda mexicana; mas tarde Volcker se convertiría en mediador entre México por una parte, el Tesoro se convertiría en mediador entre México, por una parte, y el FMI el tesoro estadounidense y bancos privados, por la otra (Kraft, 1984, p. 8). En cambio, Silva Herzog empezó inmediatamente a encaminar a México hacia un acuerdo negociado con los bancos, para lo cual tendría que conseguir el apoyo del tesoro estadounidense de Paul Volcker de la reserva federal, del banco de las reglamentaciones internacionales (BRI) y el Fondo Monetario Internacional. Para cumplir con sus obligaciones, México necesitaba urgentemente Fondos del departamento del tesoro estadounidense y del FMI, y ambos exigían molestas concesiones a cambio de su apoyo: el primero quería comprar petróleo mexicano con un considerable descuento –equivalente a un préstamo de mas de 30%--; el FMI, por su parte quería que México se comprometiera al paquete usual de medidas de austeridad para el ajuste estructural. El acuerdo del petróleo se aprobó pese a las objeciones de Oteyza y con amargas críticas de la prensa de opciones izquierdistas mexicana. (Kraft, 1984, pp. 15-16) Pero el acuerdo con el FMI fue el mas difícil de soportar para los economistas de izquierda. La extensa fuga de capitales que precedió a la crisis de la deuda fue diagnosticada por estos economistas como un efecto de la exagerada facilidad con la que los ricos podían sacar su capital de México. Como remedio, Oteyza y otros economistas mexicanos que pensaban como el aconsejaron la imposición de controles de capital. A estos controles se opusieron por completo no solo el FMI, sino también economistas ortodoxos del gobierno mexicano como Silva Herzog y Mancera; Como muestra de un desacuerdo abierto, Mancera publico en 1982 un folleto titulado “Las desventajas de los controles de capital”. Los economistas izquierdistas también aconsejaron la nacionalización del sistema bancario mexicano, una idea que debe haber 236 consternado a mancera como banquero central tradicional. El 31 de agosto de 1982, López Portillo acepto el consejo y convirtió en ley los controles de capital y la nacionalización de los bancos mexicanos; al mismo tiempo, mancera fue destituido como director del banco central y Carlos Tello tomo su lugar (Kraft, 1984, p. 38). Hayan sido o no estas medidas heterodoxas las solución correcta para los problemas de México, estaban directamente en contradicción con la estrategia de Silva Herzog de comprometerse al pago de la deuda y al cumplimiento de los requisitos de los gobiernos extranjeros y de las instituciones financieras internacionales. El decreto de López portillo represento un severo revés para las negociaciones de Silva Herzog con el FMI; las cosas se pusieron peores aun por el echo de que Tello había remplazado a mancera en el equipo de negociación de México pero Tello estaba aislado, y las políticas que el favorecía no solo tenían la oposición de Silva Herzog, del FMI y de negociadores extranjeros como Paúl Volcker de la reserva federal, si no que también estaban imposibilitado por el grave echo de que los fondos de México se estaban agotando. Amenos que México estuviera dispuesto a dejar de pagar su deuda, tendría que aceptar los términos del FMI, lo que Volcker también exigía como condición previa para interceder en su nombre en los bancos privados. Tello intento mantener su terreno en las negociaciones con el FMI, insistiendo en los controles cambiarios, una política asalariada, generosa y un gasto gubernamental elevado; abundan los rumores de que estaban intentando fortalecer su oposición para integrar un cartel de deudores con argentina y Brasil (Kraft, 1984, pp.44-45). Sin embargo, los negociadores del FMI sabían que Teller estaba además en el equipo negociador y que el asenso de DE LA MADRID a la presidencia fortalecería ala posición de ellos. El 10 de noviembre de 1982, Silva Herzog anuncio los términos del acuerdo con el FMI; México se comprometía a reportar el déficit presupuestal de 16.5% del PIB en 1981 a 8.5% en 1983, a reducir drásticamente la deuda externa y disminuir de manera imperiosa los subsidios gubernamentales (Kraft, 1984, p.46). El FMI y los conservadores fiscales y monetarios dentro del gobierno mexicano habían ganado. 237 …y del ajuste estructural a las reformas institucionales. El 1 de Diciembre de 1982, Miguel de la Madrid asumió la presidencia de México; Oteyza fue a remplazado por un nuevo secretario del patrimonio nacional, mancera fue reinstalado como director del banco central y Silva Herzog se mantuvo cosecretario de hacienda. El gabinete de de la Madrid estaba lleno de maestros y doctores formados en estados unidos en una cantidad nunca antes vista en el gobierno mexicano, y casi uno de cada 4 funcionarios gubernamentales había estudiado en estados unidos( Centeno, 1994, p.117). de echo, los funcionarios de gabinete de de la Madrid tenían mas probabilidad de tener estudios superiores que los funcionarios del gobierno concurrente de rehagan (camp, 1994.p. 103). Desde el principio, este gobierno se comprometió a cumplir al pie de la letra las medidas de ajuste estructural del FMI. Con el programa inmediato del reordenamiento económico (PIRE) de 1983, que fue negociado con el FMI se redujeron los presupuestos del gobierno, se devaluó el peso radicalmente, se eliminaron o se redujeron los subsidios, bajaron los salarios reales de los trabajadores del gobierno y se vendieron las empresas del gobierno que eran mas pequeñas o no rentables a inversionistas privados (Heredia, 1996, p. p.154-160). Se instalo el escenario para la siguiente fase de la política mexicana posterior ala crisis de la deuda: depuse del ajuste estructural, tenían que seguir ahora las reformas liberalizadoras de más largo plazo. Los funcionarios del gobierno de de la Madrid compartían una posición conservadora similar con respecto a las políticas hacia los acreedores de México y el FMI. Sin embargo, los economistas y otros funcionarios del gabinete de de la Madrid no estaban de ningún modo convencidos unánimemente de la conveniencia de un programa de liberalización mas amplia. El propio de la Madrid es descrito por Heredia (1996) como un “desarrollista liberal” del tipo que abundaba en México sobre todos en el banco central durante los años 50. Aunque fiscal y monetariamente conservadores, estos individuos también creían firmemente en la 238 necesidad de la intervención estatal para promover el desarrollo, incluidas medidas como la sustitución de importaciones para proteger la industria nacional (p.159). Hasta mediados de los años 80, de la Madrid impulso una política moderada de apertura gradual y selectiva al libre comercio. Pero después, tuvo desacuerdo ala velocidad y ala profundidad de la apertura comercial: por un lado, estaban los “desarrollistas liberales” dentro de la secretaria de comercio y, por el otro lado los “defensores del libre comercio “en el banco central mexicano el secretario de comercio, Héctor Hernández Cervantes, era un graduado el programa de economía de la UNAM que había echo los estudios superiores en la universidad de Melbourne en Australia en lugar de estados unidos. Hernández solo defendía la apertura selectiva y gradual al libre comercio internacional y, en general; estaba a favor de un estado activo de una economía mixta Activo dentro de una economía mixta. Al mismo tiempo, exista dentro de la secretaria un pequeño grupo de proteccionistas en busca de rendimientos, cuya posición minaba la credibilidad de Hernández y de su equipo (Heredia, 1996, pp. 170-172). En el extremo opuesto del debate, en el banco de México había una generación mas joven de funcionarios formados en el extranjero que creían mucho mas fervientemente en las fuerzas del mercado que los conservadores fiscales y los desarrollistas liberales al antiguo estilo. El mas importante de ellos era un joven posgraduado de la Universidad de Chicago llamado Francisco Gil Díaz, el mismo que había ayudado de convertir al ITAM en un centro de economía neoclásico al estilo estadounidense en los años setenta. Gil Díaz tenía numerosos aliados formados en los estados unidos fuera del banco de México, entre ellos, pedro aspe un graduado del ITAM que trabajaba en la secretaria de programación y presupuesto y Jaime Serra Puche del colegio de México. Durante ese periodo, una serie de seminarios conjuntos que hay del colegio de México. Durante este periodo, una serie de seminarios conjuntos que había reunido a economistas formados en Estados Unidos del ITAM y del Colegio de México desde 1977 fue una fuente de influencia de las ideas de Libre Comercio en el Gobierno Mexicano. Al mismo tiempo, la Oficina de Asesores Económicos del 239 Presidente reunió otro equipo mas de economistas formados en estados unidos para apoyar las ideas del libre comercio, el cual incluía a Herminio blanco, formando en Chicago, la posición de estos economistas se veía fortalecida por el deterioro progresivo de las finanzas mexicanas, acelerado por el terremoto de 1985 y la caída de los precios del petróleo 1986 (Heredia, 1996, pp.173-180). La Secretaria de Hacienda ocupaba una oposición intermedia entre el banco de México y la secretaria de comercio, ya que estaba dividida entre funcionarios que apoyaban el libre comercio y los que oponían a el. Pero en 1985, una reforma administrativa elimino 2 sub. Secretarias y creo una nueva encabezada por pedro aspe. Mas tarde, en 1986; Silvia Herzog renuncio como secretaria de hacienda- por razones políticas internas-. Según Heredia, estos acontecimientos introdujeron ala secretaria de hacienda en el campo del libre comercio: el sucesor de Silvia Herzog como ministro de hacienda fue Gustavo Petricioli, el responsable de la renovación y americanización de la economía en el ITAM mediados de los años 60, que introdujo a otro de los defensores del libre comercio, Jaime Serra Puche, formado en Yale (Heredia, 1996, pp. 168- 169, 238- 239). Ayudaba por su alianza con el banco mundial y con los funcionarios del FMI que adoptaron políticas similares- y con la oposición de los funcionarios de la secretaria de comercio y de los intereses del sector privado- la coalición de libre comercio dentro de la administración pública mexicana prevaleció. En 1984, el Banco de México empezó a diseminar propuestas de políticas a favor de una apertura comercial acelerada. El Banco Mundial envió a México una misión de política comercial- en Noviembre de 1984- que negocio y colaboro estrechamente con funcionarios del banco central y de la Secretaria de Hacienda; mas tarde, en ese año, el Banco Mundial otorgo a México el primer “préstamo de política comercial “en la historia del banco que beneficio a México con una serie de prestamos a cambio de una amplia liberalización, comercial. En mazo de 1985, una carta de Silvia Herzog y Mancera dirigida al FMI acordó “una completa revisión de las políticas comerciales”, empezando por el reemplazo de los controles cuantitativos alas importaciones por tarifas, (Buchanan y Rhein, 1985, p. 61). 240 En 1986, el gobierno de Ronald Reagan endureció a un mas la mano de las instituciones financieras internacionales- también de los defensores de Libre Comercio dentro del Gobierno Mexicano- al anunciar que no intercediera por México con los bancos internacionales a menos que este “llevara acabo reformas estructurales sustantivas” y llegara a un nuevo acuerdo con el FMI (“Silvia Lining”, 1986, p.81). Pero México necesitaba muy poco impulso; desde el principio, los funcionarios mexicanos y los del banco mundial estuvieron de acuerdo con la política comercial. Un artículo del Financial Times, escrito en 1982, describía a México como “el mimado” de los economistas del Banco Mundial” y afirmaba que había podido asegurar mas prestamos contra la pobreza que ningún otro país. La razón de ese trato preferencial3 fue una colaboración que se inicio A mediados de los años 80, cuando funcionarios del banco mundial descubrieron en los funcionarios mexicanos ideas tan a fines ala suyas que “México había reducido sus barreras comerciales mucho mas de lo que el banco le había exigido… los economistas del Banco Mundial y los funcionarios mexicanos a menudo pasaban juntos los fines de semana en reuniones creativas sobre asuntos de política. Muchos tienen postgrados de las mismas universidades de los Estados Unidos y los mismos amigos” (Fraser, 1992, p.7). De manera similar Heredia afirma que la victoria de libre comercio en México no se logro por presiones externas, sino quien era reflejo de los imperturbables puntos de vista del libre mercado de los funcionarios que habían tomado el control de la toma de decisiones en política económica (Heredia, 1996, pp.224-257). La colaboración entre México y el Banco Mundial llevo al país a adherirse al Acuerdo General sobre Tarifas y Aranceles (GATT, por sus siglas en ingles) en 1986, lo causo la eliminación de muchos requisitos de licencias de controles cuantitativos. En 1987, el gobierno mexicano implanto un programa de liberación comercial que iba mas haya de los requisitos del GATT. Estas colaboraciones culminaron el Tratado del Libre Comercio de America del Norte (TLCAN), llevado a cabo durante el régimen de salinas (1988-1994). El TLCAN comprometido a México a bajar las tarifas y eliminar barreras no arancelarias sobre bienes importados de Estados Unidos y Canadá. En algunos 241 aspectos, el tratado es mucho más un documento doctrinario de libre comercio del GATT: mientras que el GATT reconoce el derecho de los gobiernos a restringir temporalmente las importaciones en casos de crisis de la balanza de pagos, el TLCAN niega efectivamente el acceso a tales restricciones (Nadal Egea, 1996, p. 14). 4 Cuando Carlos Salinas de Gortari, asumió la presidencia en 1988, otorgó posiciones a los mismos economistas formados en Estados Unidos que habían impulsado la liberación comercial bajo la presidencia de Miguel de la Madrid. Pedro Aspe (MIT), egresado del ITAM, fue designado como nuevo Secretario de Hacienda de México, Jaime Serra Puche (YALE) del colegio de México se convirtió en secretario de comercio. Miguel mancera (Yale), otro egresado del ITAM, siguió al frente del banco central. Partidarios del liberalismo comercial ocuparon puestos también en el nivel próximo al mas alto de la inauguración de las políticas económicas: Francisco Gil Díaz (Universidad de Chicago) como Subsecretario de Ingresos de la Secretaria de Hacienda; Herminio Blanco ( Universidad de Chicago) como Subsecretario de Comercio Exterior en la Secretaria de Comercio. Bajo el régimen de Salinas de Gortari, todos los estratos superiores y medio de todos los ministerios encargados de la elaboración de políticas económicas estuvieron bajo el dominio de los economistas formados en Estados Unidos. A lo largo de todo el régimen de Salinas de Gortari, las políticas liberalizadoras de México fueron recompensadas con préstamos generosos de las instituciones financieras internacionales. Al mismo tiempo, las negociaciones Brady de 1989 llevaron a una reducción efectiva de la deuda externa publica que México tenia con los bancos comerciales de 5,260 millones de dólares a aproximadamente 4800 (Gurría y Fado, 1995, p.134).no es de sorprender que las políticas de Salinas en pro de las empresas restauraran la confianza de los inversionistas: entre 1987 y 1994, la Inversión Externa en México alcanzó un total mayor a 10 mil millones de dólares (Santiso, 1999, p.52). Por supuesto hubo acontecimientos posteriores que empañaron la dorada reputación de salinas. La crisis del peso de 1994 -1995 mostró que las políticas de 242 salinas sellaron por consideraciones tanto políticas como técnicas; en 1999, su hermano Raúl fue condenado a cadena perpetua por su implicación en un asesinato político.*como resultado, Carlos salinas tuvo que retirarse a un exilio en Irlanda y sus ambiciones de ser director de la organización mundial de comercio se vinieron abajo. No obstante las políticas asociadas con el salinismo sobrevivieron a Salinas de Gortari. Bajo la presidencia del economista formado en Yale, Ernesto Zedillo (19942000), México mantuvo su com- Pag 255 Falta un parrafo -------------------------------------------------------------------------------------------------------- Que sentido tuvo el paso de México a los mercados libres Falta la pagina 256 y 257 completa Pag 258 el FMI y los inversionistas extranjeros nerviosos- tenían el control del acceso a esos recursos, el gobierno mexicano se vio muy presionado para cumplir con las preferencias sustantivas de esas organizaciones y actores- por ejemplo, al aceptar el paquete inicial de ajuste estructural del FMI-.Sin embargo, también había una tendencia simultanea hacia la “conformidad ceremonial” con respecto a las normas de los actores externos poderosos, lograda al adoptar su lenguaje, rituales y normas (Markoff y Montecinos,1993; Schneider, 1998). Para negociar con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y con el FMI, e inspirar confianza a los inversionistas extranjeros, tenía mucho sentido poner en los niveles más altos del gobierno a economistas que hablaban bien ingles y se habían formado en universidades estadounidenses: La aprobación de los acreedores externos apoyó a “esos candidatos internos que no solo compartían las mismas perspectivas económicas, sino que, quizá mas importante, también hablaban la misma lengua, tanto literal como metafóricamente”(Centeno,1993,p.325). En un sentido 243 estos economistas se convirtieron en los diplomáticos del gobierno mexicano para la comunidad financiera internacional. Por supuesto, los economistas formados en Cambridge supuestamente también hablaban bien ingles y estaban familiarizados con los modelos macroeconómicos. Sin embargo, a diferencia de sus colegas formados en Estados Unidos, los economistas de la escuela de Cambridge desaparecieron de la elaboración de políticas económicas mexicanas después de 1962. Hubo algunas razones lógicas apremiantes de porque los economistas formados en Estados Unidos prevalecieron sobre los economistas formados en Cambridge durante los primeros años de la crisis de la deuda. Por un lado, a principio de los años ochenta, la economía estadounidense era indiscutiblemente líder en este campo (Cotas, ed., 1996). Más importante, los tecnócratas mexicanos formados en Estados Unidos compartían un macro ideológico común con los actores internacionales poderosos con los que tenían que tratar. A diferencia del paradigma keynesiano que prevaleció en Cambridge,.en los años setenta la corriente principal de la economía estadounidense complementó, mas que contradijo, las prescripciones ortodoxas que emanaron de las instituciones multilaterales que siguieron al estallido de la crisis de la deuda. Por estas razones, los tecnócratas formados en Estados Unidos eran, sin duda, los intermediarios preferidos por los representantes de la comunidad financiera internacional. Puesto que el Banco Mundial, el FMI et al tenían la tajada mas grande del poder en esta situación de negociación bilateral, es fácil ver por que les dieron a los intermediarios su preferencia. Después de todo, si el gobierno mexicano hubiera seguido confiando en los economistas de Cambridge, el resultado hubiera sido o el estancamiento o la falta de pago, y ambos escenarios eran sumamente riesgosos. Una vez que los tecnócratas formados en Estados Unidos consiguieron el timón de la elaboración de políticas, pudieron reorganizar el régimen del gobierno mexicano desde adentro. Así, el forzamiento y los mercados promovieron reformas neo-libelares no solo de manera directa –por ejemplo:, la imposición de medidas de ajuste estructural por parte del FMI-, sino también de manera indirecta, al promover a expertos con 244 conexiones internacionales que favorecían el neoliberalismo en la cima de la jerarquía política, desde donde podían privatizar, desregular y liberalizar a sus anchas. En resumen, parece que en el paso de México a los mercados libres estuvieron implicados tanto el isomorfismo coercitivo como el experto. La reforma neoliberal en México no solo fue impuesta por disciplina de los mercados internacionales y los requisitos de organizaciones externas poderosas, sino que también fue promovida por un grupo de expertos económicos dentro del gobierno mexicano, que creían que las reformas del mercado eran la política correcta a seguir. Por otra parte, la habilitación de estos funcionarios gubernamentales, en particular, fue en gran medida provocada por presiones externas. La relación entre estas variables se muestra en la grafica 7.1. Sin embargo, el ascenso de economistas formados en Estados Unidos dentro del gobierno mexicano no puede atribuirse únicamente al isomorfismo coercitivo y alas presiones internacionales. De acuerdo con la teoría cultural universal (cf.Scott y Meyer, eds., 1994; Boli y Thomas, 1997), también hubo una adopción voluntaria de las normas extranjeras en la experiencia económica, basada en normas transnacionales de legitimación, La siguiente sección examina como los procesos tanto voluntarios como coercitivos dieron forma ala profesión económica en México después de 1929. Gráfica VII.1 El papel de las presiones externas en las reformas neoliberales mexicanas. Presiones externas Presiones externas *Mercados internacionales *Mercados internacionales (amenaza de fuga de capital, necesidad de promover la confianza de los inversionistas). *Forzamiento (prestamos de organizaciones externas como el FMI, el Banco Mundial y el gobierno de los Estados Unidos basados en políticas). Isomorfismo coercitivo (Obediencia obligada de las demandas y normas de organizaciones y actores externos). 245 Reformas neoliberales. LA ECONOMIA MEXICANA EN PERSPECTIVA HISTORICA La profesión económica en México no se invento “de la anda”, sino que, desde un principio, se moldeó tímidamente a imagen de las normas internacionales de experiencia económica. Sin embargo, tanto la naturaleza de estas como el papel de los economistas en México eran muy diferentes hace medio siglo de lo que son hoy en día. Durante los años treinta, la economía era una disciplina heterogénea tanto nacional 246 como internacionalmente, y una disciplina que se forzaba por darle sentido ala crisis económica global. Las normas en las que se inspiro el programa inicial de economía de la UNAM, aunque internacionales en su origen, tenían poco o nada en común con la economía neoclásica que se enseñaba en la mayoría de las universidades de Estados Unidos en esa época. Auxiliares por sus “profesiones taxi” en las secretarias de gobierno, las primeras generaciones de economistas que se graduaron en los años treinta no tuvieron problemas para encontrar trabajo. Sin embargo, inicialmente, las posiciones que ocuparon fueron de un nivel bastante bajo-recordemos al graduado de la UNAM que describió su primer trabajo como la producción de “metros y metros de cintas sumadora”-. La economía en México fue una profesión que tuvo éxito inmediatamente, en el sentido de que los economistas tenían amplias oportunidades de empleo. Sin embargo, no tenían influencia en el campo de las políticas económicas, una “jurisdicción” profesional que los economistas pudieron conquistar décadas mas tarde y mucho mas gradualmente (véase el cuadro 7.1). En los años cuarenta, la elaboración de políticas económicas mexicanas estaba indiscutiblemente en manos de aficionados. En su mayoría, aunque no de manera exclusiva, abogados; como lo fueron las elites políticas mexicanas en general hasta los años ochenta (Camp, 1980). El cuadro 7.1 muestra que, con el tiempo, los economistas empezaron a ascender a los niveles superiores de las secretarias encargadas de las políticas económicas. A diferencia de la proliferación anterior de abogados, al parecer el florecimiento de los economistas en la cima de la elaboración de políticas económicas dependió mayormente del grado de capacitación alcanzado. Aunque muchos abogados con tan solo títulos de licenciatura ocuparon puestos políticos de muy alto nivel entre 1940 y 2000, solo dos economistas con únicamente licenciatura llegaron a ocupar tales puestos La mayoría de los economistas que llegaron al poder tenían estudios superiores de posgrado, necesariamente del extranjero –el primer programa de posgrado en economía de México no se fundo sino hasta 1960- y, en mayor medida de Estados Unidos. Los expertos formados en el extranjero. 247 Cuadro VII.1 Características de los huecos en la cima de la elaboración de políticas económicas por régimen presidencial. Presidencia(periodo) Num,de aberturas Lic. en Lic.en ecuelas Est. Sup. en Est.sup.de Eco. en la cima de las pol.econ. economía N(%) Ávila Camacho (1940-1946) mexicanas privadas el extranjero en el extranjero N(%) N(%) 5 0 1(20) 0 5 0 0 0 4 1(25 ) 0 0 5 1(20 ) 1(20) 1( 20) 5 1(20 ) 0 1( 20) 9 2(22 ) 0 4( 44) 0 Alemán (1946-1952) 0 Ruiz Cortines (1952-1958) 0 López Mateos (1958-1964) 1(20 ) Díaz Ordaz (1964-1970) 1(20 ) Echeverría (1970-1976) 2(22 ) López Portillo (1976-1982) 12 4(33 ) 0 7( 58) 7 6(86 ) 2(29) 7(100) 2(40) 5(100) 4(33 ) De la Madrid (1982-1988) 5(71 ) Salinas (1988-1994) 5 4(80 ) 4(80 ) 248 Zedillo (19994-2000) 8(100) 8 7(87.5) 2(25) 7(87.5) FUENTE: Camp (1994) y diferentes medios de noticias para la información mas reciente. NOTA: El número total de huecos para cada periodo presidencial es igual al número de puestos políticos del máximo nivel multiplicados por el número de personas que ocupan esos cargos durante una presidencia dada. Por tanto, los datos para una persona que ocupa dos cargos en diferentes momentos durante el mismo periodo presidencial se cuentan dos veces. Los puestos políticos de nivel máximo son: presidente de la Republica, Secretario de Hacienda, secretario de Comercio y directos del banco central (durante todo el periodo), secretario de la Presidencia (de 1958 a 1975) y secretario de Programación y Presupuesto (de 1976 a 1992). Por consiguiente, cuando se analizan las tendencias en el gobierno mexicano, es imposible separar analíticamente los asuntos de la legimitimaciòn de la experiencia económica, por una parte, y la legimitimaciòn de las normas extranjeras de experiencia económica, por otra. Pero, ¿a quien legitimaban precisamente estas credenciales extranjeras? Dos procesos paralelos contribuyeron al asenso de los economistas formados en el extranjero dentro del gobierno mexicano: la legitimación de la experiencia económica por parte de actores internos dentro del Estado mexicanoisomorfismo mimético o cultural universal- y su legimitimaciòn por parte del poderoso externos que generaban recursos, isomorfismo coercitivo. Isomorfismo mimético y legitimación interna La aceptación de las prescripciones profesionales de los economistas-funcionarios del gobierno mexicano aparentemente no fue universal dentro de la administración pública mexicana. Por el contrario, el conflicto que identifica Vernon (1963) entre los “políticos” y los “técnicos” se baso en disputas muy reales dentro del gobierno mexicano sobre las prescripciones de los economistas, que en ocasiones fueron 249 cuestionadas por los abogados que trabajaban como sus superiores. Hasta mediados de los años setenta mas o menos, los políticos –los abogados- fueron los que tuvieron la última palabra en la elaboración de políticas y la sugerencia de los técnicos –los economistas- podían ser ignoradas; el esfuerzo para la reforma fiscal a principios de los años sesenta represento una prueba importante de la autoridad profesional de los economistas en el gobierno, una prueba en la que finalmente fracasaron los economistas. La primera es que, desde mediados de los años treinta hasta principios de los ochenta, el estado mexicano estuvo en constante compasión y, por consiguiente, pudo proporcionar amplias oportunidades de empleo a todos los competidores profesionales. La segunda razón es que la rápida rotación de personal dentro del sector publico mexicano proporcionaba los medios a través de los cuales los economistas –en particular los que tenían estudios superiores en el extranjero- podían llegar a ocupar puestos mas importantes a través de la movilidad y no a través de pugnas. Como resultado, los economistas mexicanos no tuvieron que quitarles por asalto el castillo de la elaboración de políticas económicas a los aficionados que anteriormente lo habían ocupado. Por el contrario, la economía mexicana fue promovida activamente por la generación mas vieja de formuladotes aficionados de políticas económicas, como Jesús Silva Herzog, Rodrigo Gòmez y Antonio Ortiz Mena, porque estaba legitimada entre estos formuladotes de políticas: ellos creían que los asistentes capacitados específicamente para tratar con asuntos económicos podrían aumentar la eficiencia y el prestigio de las secretarias encargadas de las políticas económicas que tenían a su cargo. Cuando los economistas ascendieron en la jerarquía por haber impresionado a sus superiores, adquirieron poder en la toma de decisiones por encima de estratos sucesivos de funcionarios de la jerarquía burocrática. EL funcionario mas dedicado a la promoción de la economía mexicana y al avance de los economistas mexicanos probablemente fue el directos del Banco de México y contados Rodrigo Gómez, quien apoyo el desarrollo e internacionalización de la economía mexicana, de múltiples maneras, a través de becas del banco, participando en la renovación del programa de economía de la Universidad Autónoma de nuevo Leon o 250 apoyando la fundación de un programa en El Colegio de México (véase en el capítulo IV). Formuladotes aficionados de políticas económicas, como Gómez, no solo toleraron la experiencia económica en sus secretarias, sino que sistemáticamente la crearon y la nutrieron. Una gran cantidad de datos examinados en este libro sugieren que el Banco de México fue el ramo de las administración pública donde quienes tenían credenciales extranjeras de economía gozaban de mas peso y legitimidad. Esto fue, sin duda, gracias a la ubicación del Banco dentro del campo de organización internacional de bancos centrales, que daba a los banqueros de todo el mundo normas comunes para la elaboración de políticas económicas. Desde una perspectiva histórica, el Banco de México fue la organización gubernamental que tuvo mayor responsabilidad en la americanización de la economía mexicana. El banco fue responsable del primer programa de becas para que los economistas estudiaran en el extranjero y desempeño un papel clave en la fundación de la carrera en el ITAM, en El Colegio de México y en la renovación del programa de estudios de la Universidad de Nuevo Leon. Además, sus funcionarios fueron los instrumentos para reformular la disciplina en el ITAM y lograr un programa americanizado y arientado a promover estudiantes para seguir estudios de postrados en universidades estadounidenses. Hay pruebas de que los bancos centrales de otros países han asumido papeles similares en la internacionalización de las profesiones de economía locales (véase Dagnino Pastores, 1989,en Italia [pp.196-199]; y Urrutia, 1994, en Colombia [p.304]. Por consiguiente, el reconocimiento del valor de las credenciales internacionales entre los actores internos fue un factor critico que contribuyo tanto ala internacionalización de la ciencia económica mexicana como al ascenso de los economistas formados en el extranjero dentro del gobierno. Quizá no exista mejor prueba de esto que el financiamiento gubernamental a gran escala que hizo posible estudiar economía con becas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en los años setenta. Fundado en 1970, el Conacyt tenía el propósito de promover la educación superior y la 251 investigación en las ciencias naturales y sociales. El rápido aumento al financiamiento del Consejo hizo posible que hubiera becas disponibles en gran escala para estudiar economía en el extranjero. Los graduados de este programa de becas se destacaron de manera tan manifiesta entre los reformadores de los años ochenta y noventa que el ex profesor de Chicago Arold Harberger llamo al Conacyt “un arma secreta sin la cual la transformación económica de México nunca se hubiera llevado a cabo” (Harberger, 1996, p.311). Isomorfismo coercitivo y legitimación externa Al mismo tiempo, el apoyo del gobierno a la ciencia económica internacionalizada reflejó también la sujeción histórica fluctuante de México a las presiones externas. Una manera aproximada de medir estas presiones incorpora tanto el flujo de los recursos internacionales al gobierno como la condicionalidad vinculada a ellos. Kahler (1992) define la condicionalidad como “las condiciones concertadas entre… agencias externas… y gobiernos nacionales” (p.89). la condicionalidad abarca factores tales como tasas de interés y las políticas que exigen instituciones como el FMI a cambio de préstamos. Durante distintos periodos históricos, el gobierno mexicano ha sufrido niveles variables de presiones internacionales. El colapso de los mercados internacionales de capital En México, como en muchos otros países latinoamericanos, el endeudamiento externo del gobierno fue alto durante las primeras décadas del siglo XX, una época en que los mercados financieros estaban sumamente internacionalizados y el gobierno mexicano tenía fuertes deudas con acreedores extranjeros. La condicionalidad de estos recursos, aunque no oficialmente impuestos por instituciones multilaterales como el FMI—que todavía no existía --, ya era relativamente alta, pues muchos países incurrieron en problemas con el refinanciamiento de sus préstamos. Ésta fue la época 252 durante la cual los “doctores de dinero”—economistas ortodoxos extranjeros como Edwin Kemmerer de la universidad de Princeton—fueron invitados a dar asesoría a los gobiernos latinoamericanos y a certificar la solidez de sus políticas, todo con el interés de inspirar confianza en el inversionista extranjero. Al igual que otros economistas de la corriente principal en esa época, Kemmerer “buscaba principalmente promover la convertibilidad de las monedas respecto del oro como base para un autoajuste y una autorregulación del orden económico internacional del comercio y la inversión” (Rosenberg y Rosenberg, 1994, p.67). Con el colapso de los mercados financieros a principio de los años treinta, México fue uno de los primeros países latinoamericanos en retirarse del mundo de las finanzas globales. El conflicto social aunado a las disposiciones inquietantemente populistas de la recién redactada Constitución mexicana, hizo que los inversionistas internacionales tuvieran cuidado después de la revolución. A lo largo de los años veinte México pagó y dejó de pagar su deuda y, de 1932 a 1942, dejó de pagarla cuando entró en negociaciones con sus acreedores bajo los auspicios de una iniciativa dirigida por estados unidos (Eichengreen, 1994, pp.122-123). En parte por la preocupación que tenia Estados Unidos de mantener a México como aliado durante la segunda Guerra Mundial, el resultado fue una impresionante reducción de la deuda garantizada mexicana—la deuda para la cual se emitieron títulos gubernamentales—a menos de 10% de su monto original (Bazant5, 1986, pp. 214-221). El orden internacional de la posguerra Este periodo de relativa autonomía de los mercados financieros globales terminó gradualmente con la construcción de un nuevo orden financiero en la posguerra, con los Estados Unidos como capitán y las nuevas instituciones financieras globales, en particular el banco Mundial y el FMI, como lugartenientes. Una gran cantidad de nuevas organizaciones, como el Banco mundial, el FMI y el BID, y programas nacionales, como la Alianza para el Progreso, empezaron a recompensar a 253 los gobiernos del Tercer Mundo que se ajustaban a las normas de experiencia establecidas por los países desarrollados. Después de la reanudación de los préstamos externos que siguió a la devaluación del peso en 1954, las credenciales de los economistas formados en el extranjero se convirtieron en activos más atractivos para los ministerios mexicanos encargados de elaborar las políticas económicas. El primer encargado de diseñar políticas económicas de alto nivel con título extranjero de posgrado en economía-Raúl Salinas Lozano- se convirtió en secretario de Comercio en 1958, sólo cuatro años después de la devaluación de la moneda mexicana y el consiguiente acuerdo de reserva del FMI. De 1954 a 1958, Salinas Lozano había sido 6lirector de la Comisión Nacional de Inversiones que se creó bajo la recomendación conjunta del gobierno mexicano y del Banco Mundial, y que le proporcionó a Salinas Lozano la familiaridad necesaria para trabajar con el personal de las agencias internacionales de desarrollo. Aún más significativo, de 1956 a 1958, Salinas Lozano había fungido como gobernador alterno del FMI (Camp, 1994). Sin embargo, en retrospectiva, el nivel de endeudamiento externo durante el periodo de la posguerra fue bastante bajo (Gil Díaz, 1984). Esto se debió, en parte, a que la inversión mexicana se financió cada vez más con el crecimiento del ahorro interno, alentado por la ocurrencia simultánea del crecimiento económico y la estabilidad monetaria (Thompson, 1979, p. 148). Además, los préstamos provenientes de instituciones multilaterales estuvieron acompañados de niveles relativamente bajos de condicionalidad. El préstamo de reserva que otorgó el FMI en 1954 iba acompañado de medidas de ajuste estructural pero fue liquidado en uno cuantos años. El Banco Mundial -el mayor acreedor de México en" 1965- no empezaría su era de préstamos condicionados a políticas hasta los años setenta.9 Más importante, el grueso de la deuda externa mexicana durante el desarrollo estabilizador era a fuentes privadas, más de 70.9% de toda la deuda dé 1965 (Thompson, 1979, p. 175). Lejos de intentar imponer sus preferencias de políticas sobre el gobierno mexicano, a finales de los años sesenta 254 los prestamistas privados competían por el privilegio de tener a México como acreedor debido a su estabilidad política y monetaria (Thompson, 1979, pp. 174-185). Aun cuando las presiones externas durante el periodo populista (1970-1982) también tuvieron un nivel moderado, fueron de un tipo cualitativamente distinto. En estos años, el flujo de recursos externos fue tremendo, pero la condicionalidad, extremadamente baja. La reglobalización de los mercados financieros, combinada con las tasas de interés internacionales bajas y un superávit de "petrodólares" susceptible de invertirse, hizo posible que los gobiernos del Tercer Mundo tuvieran acceso a préstamos de .acreedores extranjeros privados a tasas de interés variables. Aunque una devaluación y un préstamo de reserva del FMI en 1976 obligó al gobierno mexicano a aplicar medidas de ajuste estructural los intentos del FMI para aumentar la condicionalidad del préstamo fueron socavados por la libre disponibilidad de recursos financieros externos, así como por los enormes ingresos que estaba recibiendo el gobierno mexicano a través de las ventas de petróleo. Como consecuencia del auge petrolero, México pudo liquidar por adelantado su préstamo de 1976 al FMI (Teichman, 1988, p. 65). El auge de préstamos al Tercer Mundo de los años setenta parece haber tenido varia consecuencias para. el papel de los economistas en el gobierno mexicano. Por una parte, el dinero fácil hizo posible que el gobierno siguiera políticas populistas y, por consiguiente, que ayudara al ascenso de los economistas de la izquierda del consenso desarrollista dentro del gobierno mexicano. Estos economistas estudiaron su licenciatura 'en la UNAM, pero posteriormente asistieron a la Universidad de Cambridge. La institución académica con la que estaban asociados no era la UNAM, sino el CIDE, que se convirtió en el nuevo bastión del pensamiento desarrollista después de que la universidad se radicalizó. Sin embargo, la influencia de los economistas de Cambridge fue limitada. La Secretaría de Hacienda y el banco central fueron siempre bastiones del conservadurismo; la Secretaría de Programación y Presupuesto, aunque brevemente bajo la dirección de Carlos Tello, estuvo cada vez más dominada por tecnócratas formados en Estados Unidos -entre los cuales estaban Miguel de la Madrid y Carlos 255 Salinas- Mientras tanto, los tecnócratas formados en Estados Unidos, que provenían cada vez más de escuelas privadas como el ITAM, estaban asumiendo gran cantidad de puestos del gobierno. Aunque la deuda de México y el nivel de endeudamiento fueron altos durante los años setenta, su necesidad de ajustarse a las demandas de organizaciones externas fue baja hasta 1982; cuando México firmó otro acuerdo de reserva con el FMI en un contexto de disminución de los precios internacionales del petróleo y de altas tasas de interés internacionales. Después de 1982, las presiones externas sobre el gobierno mexicano fueron extraordinariamente elevadas, cuando México luchaba por financiar su gran deuda externa. La gráfica 7.2 muestra cómo evolucionó en el tiempo la proporción de la deuda mexicana con respecto al PIB. Con la crisis de la deuda en plena actividad, la dependencia mexicana de recursos externos fue más alta que en ningún otro momento desde la Revolución mexicana e intensa la necesidad de atender las normas profesionales y las preferencias políticas de los actores externos. Por consiguiente, no sorprende que 1982 marcara el ascenso definitivo de los economistas al pináculo de la elaboración de políticas, de economistas que, además, eran muy distintos a aquéllos del desarrollismo radical que habían ganado cierta influencia durante los años setenta. Durante los primeros cuarenta y tantos años de la ciencia económica mexicana, la dependencia de recursos fue un factor que contribuyó al ascenso de los economistas formados en el extranjero dentro del gobierno. Después de 1982, sin embargo la extrema dependencia de los- 256 60 50 40 30 20 Porcentaje 10 0 1980 1990 1995 1998 Año Gráfica VIl.2 Total de la deuda externa mexicana como porcentaje del PIB -Recursos causados por la crisis de la deuda provocó una selección entre los economistas formados en el extranjero dentro del gobierno: primero, de los tecnócratas más conservadores, fiscal y monetariamente hablando, y después, de los que tenían más probabilidades de estar a favor de los mercados libres y del libre comercio. En la actualidad, ya no se considera oficialmente que la deuda externa de México tenga proporciones de "crisis". Sin embargo, como muestra la gráfica 7.2, los altos niveles' de deuda externa se han convertido en un contexto institucionalizado de la elaboración de políticas económicas mexicanas. En estas circunstancias, no es de sorprender que una tecnocracia educada en Estados Unidos también se haya institucionalizado, ya que la "sumisión ceremonial" a los deseos de los inversionista s internacionales es una condición absolutamente necesaria, si no suficiente, para el éxito de las políticas macroeconómicas. En efecto, es importante hacer notar que, promoviendo las reformas liberalizadoras, los tecnócratas formados en universidades estadounidenses han 257 perpetuado y fortalecido las condiciones que hacen tan necesaria su presencia. Gracias a las reformas neoliberales, la economía actual de México es mucho más abierta al libre mercado y a la inversión extranjera de lo que era hace veinte años. Los desequilibrios comerciales que resultan de la eliminación de las barreras proteccionistas causan desequilibrios en la cuenta corriente, los cuales, a su vez, se financian con inversión indirecta externa sumamente volátil. La confianza del inversionista internacional se ha convertido en el sine qua non del éxito de las políticas macroeconómicas mexicanas. Por consiguiente, aunque desde 1982 el gobierno mexicano ha seguido las prescripciones de las instituciones financieras internacionales al pie de la letra, la fuga de capitales sigue siendo una preocupación siempre presente, a la que todo elaborador de políticas -sin importar cuán escrupulosamente neoliberal se debe atender. Un recordatorio notable de este estado de cosas ocurrió con la crisis del peso de 1994-1995. El nerviosismo de los inversionistas, que temían una devaluación inminente, provocó fugas de capital una drástica reducción en el valor del peso y otro plan de rescate conjunto del Tesoro estadounidense y el FMI. El hombre más difamado -quizás incorrectamente- por este desastre fue el secretario de Hacienda formado en Yale, Jaime Serra Puche. Sin embargo, la renuncia de Serra Puche no trajo como consecuencia ni la revaluación del modelo económico neoliberal ni la designación de otra clase de funcionario. Por el contrario, el tecnócrata caído en desgracia fue remplazado por Guillermo Ortiz Martínez, un economista formado en Stanford con el mismo compromiso con las reformas neoliberales. En realidad, en un momento en que el futuro de México dependía de la buena voluntad combinada del FMI, del Tesoro estadunidense y de inversionistas extranjeros nerviosos, es difícil imaginar cómo podría haber actuado el gobierno mexicano de manera distinta. Aún más importante, la reciente transición de México a una democracia multipartidista ha causado poco cambio en el terreno de las políticas económicas. El presidente Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), es un empresario más, que “tecnopolítico” del tipo de los que ascendieron al poder en los años ochenta. En general su gabinete parece 258 menos tecnócrata que los de las tres presidencias anteriores, con menos posgraduados en el extranjero per cápita. Sin embargo, los formuladores de políticas económicas del gobierno se ven muy similares a sus predecesores. Entre ellos se incluyen: Luis Ernesto Derbez, a la cabeza de la Secretaría de Economía, a la que se le acaba de cambiar el nombre -antes era Secretaría de Comercio, quien tiene un posgrado en economía de la Universidad de Iowa, y el Coordinador Económico Eduardo Sojo, cuyo doctorado en economía es de la Universidad de Pensilvania. Para los propósitos de este libro, el más notable de los designados por Fox es Francisco Gil Día, a la cabeza de la Secretaría de Hacienda, el mismo Chicago boy que contribuyó a la revisión del programa del ITAM en los años setenta y a la promoción de las reformas liberalizadoras en los años ochenta. Ex alumno de Milton Friedman, Gil Díaz rápidamente adquirió la reputación de “terrorista fiscal”, dentro del gobierno de Fox, comprometido tanto a racionalizar la estructura tributaria de México como a reducir el presupuesto gubernamental. También es conocido por ser extremadamente devoto de su alma mater; durante el sexenio de Fox, es probable que el ITAM mantenga su posición privilegiada dentro de la profesión económica en México. Así, aunque el gobierno foxista representa una ruptura histórica con el pasado en muchos aspectos, vuelve a imponer también algunos temas importantes. El neoliberalismo y el ascenso de los nuevos economistas representan, amplias tendencias internacionales que trascienden las peculiaridades nacionales. Aunque el sistema político mexicano de partido único ha cambiado irreversiblemente, los perfiles de los formuladores de políticas económicas y las políticas que ellos apoyan permanecen esencialmente iguales. ¿Un nuevo Milagro Mexicano? El propósito de este libro ha sido describir, no evaluar, los cambios en las ideas y políticas económicas, así como a quienes elaboraron las políticas de México en el curso del tiempo. Sin embargo, dada la difusión de las fanfarrias que acompañan a las reformas neoliberales en todo el mundo, parece apropiado mencionar. 259 Algunos de los hechos relacionados con los resultados del neoliberalismo. ¿Haa ‘’funcionado’’ el neoliberalismo mexicano para ofrecerle crecimiento y prosperidad ala población mexicana? El hecho es que después de dieciocho años de ajuste estructural, liberalización, privatización y desregulación, las pruebas que sugieren Que el neoliberalismo mexicano ha triunfado son asombrosamente débiles. En términos de desempeño macroeconómico Es decir, en los términos en los que los propios tecnócratas neoliberales miden el éxito y el fracaso el resultado del neoliberalismo mexicano es mixto y ciertamente no excepcional. La gráfica 7.3muestra que, bajo los regímenes desarrollistas incluidos tanto el desarrollismo ‘’conservador’’ de los años cincuenta como el desarrollismo ‘’populista’’ de los años setenta, la economía mexicana creció sustancialmente. Incluso durante el periodo más conservador y menos inflacionario (1995-19970) el crecimiento económico real promedió 6.5%. En cambio, de 1983 a 1999 el crecimiento ha promediado un decepcionante 2%.. Por supuesto, los defensores del nuevo modelo económico pueden objetar, con razón, que las presidencias populistas de los años setenta Dejaron tras de sí un tremendo desorden para que los siguiente gobiernos lo arreglaran. El estancamiento, o incluso crecimiento negativo, de la ‘’década perdida’’, los años ochenta, se produjo en el contexto de una enorme externa, heredada en gran parte por los desequilibrios macroeconómicos y las medidas draconianas de estabilización del FMI. Sin embargo, cuando México se aproxima al vigésimo aniversario del estallido de la crisis de la deuda, esta defensa empieza a debilitarse. ¿Cuántas décadas más deben pasar antes de que los beneficios del nuevo modelo queden claramente establecidos? Durante los años noventa, hubo un breve periodo en el que se esperaba que la economía mexicana volviera a encontrar el rumbo. Estas esperanzas se perdieron con la crisis del peso de 1995 y el consiguiente paquete de medidas de austeridad que sumieron a la economía en una profunda recesión. Unos 260 cuantos años después, debido a la desregulación del sector financiero y a los inadecuados dispositivos de seguridad institucionales, el gobierno tuvo que rescatar el sistema bancario mexicano, aun costo estimado de casi cien mil millones de dólares. Así, después de estar sujeto repetidamente a recortes presupuestales y medidas de austeridad, el público mexicano fue obligado a presenciar el espectáculo de una intervención masiva de gobierno en nombre de los bancos. Varios de los años que acaban de pasar fueron testigos de la reanudación de cierto crecimiento económico, después de la desastrosa contracción de 6% de la economía en 1996 sin embargo, siguen quedando preguntas serias acerca de si el modelo neoliberal esta mejorando los estándares de vida de los mexicanos. De acuerdo con un calculo, en 1996 los salarios reales en el sector manufacturero alcanzaron solo 64% del nivel que tenían en 1980, y los salarios reales entre los obreros de la producción de maquina llegaron a 54% de su nivel de 1980 (Larudee, 1999, pp.278281). este pobre rendimiento en términos de salarios puede atribuirse, en parte, a dos desastrosas devaluaciones del peso, a principios de los años ochenta y en 1995, y a los consiguientes paquetes de medidas de seguridad. Sin embargo, también existen razones teóricas sólidas para creer que algunos de los principios fundamentales de este nuevo modelo libre comercio y privatización, han contribuido a disminuir los salarios reales. Cuando se privatizaron algunas especies algunas empresas mexicanas o fueron sacadas de negocio por la competencia extranjera, también hubo una correspondiente debilidad de los sindicatos y el poder de los contratos colectivos. Al mismo tiempo, el efecto combinado de libre comercio y la reducción de los subsidios del gobierno ha enviado a miles de ex agricultores del mercado laboral, lo que ha contribuido a que las presiones sobre los salarios estén ala baja (Larudee, 1999). En términos de bienestar social, estudios recientes señalan aunque quizá no tan impresionantemente pobre como podían haber esperado algunos de sus mas severos críticos. En 1992, 36% de las familias mexicanas estaban viviendo por debajo de la línea de la pobreza, en comparación con 34% en 1984, que podemos suponer que es mas alto que la taza de pobreza para los años anteriores al estallido de la crisis de la 261 deuda en 1982, durante el mismo periodo, la parte del ingreso monetario del 40% de los mexicanos. De menor ingreso bajo de 12.7% (Shehan, 1997, p. 24). La distribución del ingreso por familia también se deterioro entre 1984 y 1992, aunque hubo cierta recuperación entre 1994 y 1996 (Cortes, 2000, p. 82). En resumen hasta aquí, los resultados del neoliberalismo en México no han sido sobresalientes. Los economistas que apoyan el modelo económico mexicano probablemente señalaran varias circunstancias que han impedido el éxito del modelo. Quizá los años por venir traerán un desempeño económico que justifique empíricamente la fe en el paradigma actual. En el ínterin, parece que el mejor argumento para el modelo neoliberal no es que funciona, sino que no hay otra opción. CONCLUSIONES Este capitulo ha examinado hecho que siguieren que el papel de los economistas formados en e extranjero dentro del gobierno mexicano ha estado determinado por factores tanto internos como internacionales. Sin embargo, durante las dos décadas pasadas, las presiones internacionales han sido mucho más importantes y han contribuido al ascenso de un nuevo tipo de ‘’experto global’’ en el gobierno mexicano que sirve como intermediario entre el gobierno, por un lado, y la comunidad financiera internacional, por otro. Esta evolución dentro del estado ha provocado transformaciones mas externas en la profesión económica en México. A su vez, la demanda actual de tecnócratas formados en el extranjero para trabajar en los niveles mas altos de las secretarias de gobierno no ha modificado la profesión económica hasta dejarla irreconocible. El siguiente capitulo examina algunas de las implicaciones mas amplias de la transformación de la ciencia económica mexicana para otras naciones en vías de desarrollo. Pag 277 Expone el lunes 23 de Noviembre 2009 262 Pág. 278 VIII. LA GLOBALIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA ECONÓMICA Han brotado mercados por todas partes. Desde las uniones de la ex unión soviética hasta Sudamérica, los gobiernos han privatizado industrias estatales, eliminado regulaciones gubernamentales y liberalizadas el comercio exterior. En el mundo las vías de desarrollo, estas políticas han sido realizadas por tecnócratas formados en estados unidos, el país al que se identifica ampliamente como la fuente del modelo de mercado que se esta adoptando en todo el mundo. Mientras tanto, las profesiones las profesiones de economía en los países desarrollados y en los que están en vías de desarrollo han convergido por igual hacia las normas estadounidenses de experiencia, y las escuelas regionales o nacionales de pensamiento han sido eclipsadas. Como un caso típico ideal de elaboración tecnocrática de políticas, reformas neoliberales y ciencia económica americanizada, México ofrece discernimientos teóricos en muchos frentes. Primero el caso mexicano muestra como el cambio de factores histórico-materiales puede reflejarse en los sistemas nacionales de experiencia económica. Segundo, destaca como puede haber diferentes procesos detrás de las reformas políticas neoliberales en los países desarrollados versus los países en vías de desarrollo. Y tercero, ejemplifica como el tipo de convergencia institucional que asociamos con el neoliberalismo y la globalización puede disfrazar realmente distintos apuntalamientos institucionales a través de escenarios nacionales, así como diferentes tipos de ‘’aprendizaje social’’. Este capitulo leva la historia de la ciencia económica mexicana a su conclusión y sugiere algunos aspectos que puedes generalizarse a otros países latinoamericanos. LA AMERICANIZACION DE LA CIENCIA ECONOMICA MEXICANA Durante sus primeras décadas, la profesión económica en México se caracterizo por el uso selectivo de normas internacionales de experiencia, una especie 263 de adaptación nacionalista de la técnica extranjera. Los estudiantes de economía de la UNAM de los años cincuenta y sesenta pueden haber leído a Keynes, Smith y Marx; pueden incluso haber sido enviados a estudiar economía en Estados Unidos con becas de la universidad. Sin embargo, los principios fundamentales de la corriente neoclásica que estaba surgiendo en Estados Unidos durante esos años, nunca penetraron los muros de la UNAM, inclusive cuando el programa de estudios se volvió más técnicos en los años cincuenta y principios de los sesenta. Una mezcla de admiración y precaución hacia las ideas económicas extranjeras fue un tema recurrente entre la primera generación de egresados. Como señalo una economista mexicana de edad avanzada hace varios años: ‘’ [E]s fácil enviar gente a estudiar a estados unidos; el problema es que regresan pensando que México es estados unidos. Yo estudie para ser una economista al servicio de mi país’’ (entrevista con Meyer L´Epée, 15 de julio de 1996). En su libro de consejos para ‘’un joven economista mexicano’’, Jesús Silva Herzog escribió en términos aun mas fuertes que ‘’el economista nativo de una país de la periferia… se asemeja al lacayo que gozoso y grotesco imita los finos modales de un señor’’ (Silva Herzog, 1967, p. 36). Hoy día, por el contrario, la ciencia económica mexicana se ha convertido en una profesión dominada por las normas de experiencia fijadas por los estados unidos. Las que, además son menos relativas en lo que eran en los días del keynesianismo, cuando el ‘’hielo’’ de la economía neoclásica se había roto y proliferaban las prescripciones heterodoxas de las economías en vías de desarrollo. La corriente neoclásica principal se construye en la actualidad sobre un centro de suposiciones universalistas; como me señalo un economista del ITAM ¨ una curva de demanda es la misma aquí, en China, en Estados Unidos, en Rusia y en donde sea. Y cuando los precios están más altos, los productores se producen una cantidad mayor, independientemente de donde sea ¨ (entrevista confidencial, 27 de marzo de 1996). Una manera de medir la americanización de la profesión económica en el tiempo es trazar la trayectoria histórica de El trimestre económico, y más importante la 264 primera y más importante revista de economía en México. El trimestre depende institucionalmente de fondo de cultura económica, una organización apoyada por el gobierno pero nominalmente autónoma. Durante los años cincuenta y sesenta, el trimestre fue un bastión del tipo de ciencia económica para America latina de naciones unidas (CEPAL), con Raúl Prebisch y otros famosos desarrollistas en su consejo editorial, junto con algunos importantes funcionarios de gobierno. Y reflejaba una profesión desarrollista en su ideología y burocrática por vocación. Sin embargo, en 1987, hubo cambios significativos en el trimestre. Su dirección fue asumida por Carlos Bazdresch, un graduado del tecnológico de monterrey que había seguido estudios superiores en Harvard y tenia vínculos con el gobierno de Carlos salinas y con el banco de México. Junto con el cambio en la dirección, hubo una revisión total del consejo editorial, que desde entonces ha estado dominado por economistas formados en estados unidos y, en una extraordinaria medida, por economistas asociados al ITAM. Desde 1987 hasta 1999, once diferentes economistas que se habían graduado o enseñaban en el ITAM pertenecieron al consejo editorial de El trimestre, en contraste con dos graduados de La UNAM, ‘los cuales habían estudiado en el extranjero’ y un puñado de gente de otras instituciones, ‘entre ellas, el colegio de México y el CIDE’. Además, con el tiempo el consejo editorial incluyo una proporción creciente de economistas académicos de tiempo completo en lugar de los funcionarios públicos de la primera fase de la ciencia económica mexicana. Por supuesto, pueden objetarse que El Trimestre Económico no refleja el estado de la profesión económica en México, sino más bien el estado del gobierno mexicano, que promueve y apoya una versión particular de ciencia económica. Sin embargo, el punto es precisamente que la ciencia económica y el gobierno mexicano están inextricablemente entrelazados. El perfil cambiante de El Trimestre refleja que el hecho de los recursos del gobierno ha sido canalizado hacia la perpetración y el fomento de una disciplina neoclásica al estilo estadounidense, manteniendo así a la profesión mexicana en su forma americanizada actual. Aunque el contenido teórico de la ciencia económica mexicana puede haber cambiado de manera impresionante con el tiempo. La 265 clientela más activa e importante de la profesión sigue siendo la misma: el estado mexicano. Lejos de reducir la tendencia hacia la americanización, el gobierno ha sido su más entusiasta defensor. A lo largo de la historia los funcionarios del gobierno contribuyeron a la americanización y remodelación de los programas de estudios y promover el financiamiento de becas para el extranjero. Quizás el ejemplo más dramático de ese patronazgo del gobierno y la ciencia económica ocurrió cuando un pequeño grupo de banqueros centrales reconstruyo una escuela nocturna de segunda categoría en el mundialmente famoso bastión de la economía neoclásica conocido el ITAM. Este inusual proyecto ‘para la época’ se transformo en una historia de éxito profesional sumamente visible. Durante los años ochenta una negociación satisfactoria con los mercados financieros internacionales se convirtió en una precondición necesaria, si no es que suficiente, para una política satisfactoria; el contar con economistas formados en estados unidos a la cabeza de las secretarias de estado encargadas de las políticas fue importante para tan negociación. Como la escuela ideal de México para seguir estudios superiores en estados unidos, el ITAM estaba bien posicionado para beneficiarse de esta tendencia. Aunque la mayoría de los graduados en economía del instituto hicieron carrera en el sector privado, los que siguieron estudios de posgrado en el extranjero tuvieron mucho mas probabilidades de trabajar en el gobierno que en empresas (véase la grafica 8.1). La promesa de empleos en el gobierno para economías formados en el extranjero creo, a su vez, demanda para que trabajaran como académicos en universidades privadas. Los economistas académicos forman el grupo más pequeño de los graduados en economía del ITAM, pero cuentan, en general, con una formación de posgrado de economía en el extranjero. Bajo el gobierno de Vicente fox, los graduados del ITAM continuaran, sin duda, proliferando en los puestos de gobierno, y que el secretario de hacienda, francisco Gil Díaz, es un graduado del instituto. La lección que había que aprender sobre el éxito del ITAM no se perdió en otros programas privados de economía, que se pusieron a imitar el formato, e incluso a contratar profesores del ITAM. Hoy día los economistas formados en Estados Unidos 266 dominan los cuerpos docentes de varios programas privados de economía, entre ellos, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Anahuac, la Universidad Iberoamericana y la Universidad de las Américas. Los graduados de estos programas privados están disfrutando de cierto éxito dentro de la tecnocracia gubernamental mexicana, aunque el ITAM sigue siendo la institución líder. Los datos del gobierno mexicano muestran que el número de estudiantes de estudiantes de economía de la universidades privadas creció a mas del doble entre 1965 y 1077; en 1994, su numero volvió a aumentar otra vez aproximadamente el doble. En cambio, el numero de estudiantes de las universidades publicas disminuyo cerca de un tercio de 1988 a 1994; como reflejo supuestamente de las percepciones que los probables estudiantes tienen de sus posibilidades de empelo (ANUIES, 1984 – 1995). El Estado mexicano también contribuyo al dominio progresivo de la ciencia económica americanizada cuando los tecnócratas formados en Estados Unidos asumieron el timón del Estado después de 1982 y adquirieron el poder político para perpetuar y nutrir su propia experiencia. Un ejemplo de cómo se ejerció este poder puede encontrarse en la historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Bastión alguna vez del pensamiento desarrollista de izquierda asociado con la Universidad de Cambridge, el CIDE, una institución de financiamiento público, tuvo, a principios de los años noventa, un director vinculado con el gobierno de Salinas –la misma persona que reformo El Trimestre Económico en los años ochenta-. Su programa económico fue posteriormente americanizado en su totalidad y, hoy, la reputación de los graduados en economía del CIDE rivaliza con la que tienen los del ITAM. Aun mas importante, el gobierno mexicano ha asegurado la disponibilidad actual de financiamiento para la ciencia económica académica a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Aun cuando el consejo fue establecido durante el auge del gasto populista de los años detenta, su gran florecimiento ocurrió durante los años ochenta y noventa. Los tecnócratas neoliberales fueron generosos en su apoyo a la educación superior, pero el énfasis del apoyo empezó a cambiar significativamente. Las medidas de ajuste estructural y la devaluación radical del peso a 267 mediados de los años ochenta causo una disminución de 60% en los salarios de los profesores. Mientras tanto, las universidades públicas estuvieron sujetas a duras críticas públicas de funcionarios del gobierno que cuestionaban su importancia y vialidad (Lorely, 1994, p.17). En lugar de incrementar ampliamente al financiamiento de las universidades publicas –como lo hicieron los gobiernos de los años setenta – De la Madrid, Madrid, Salinas y Zedillo crearon varias formas de apoyo puntales para la educación superior –muchos de los cuales eran administrados a través a CONACYT –lo que les daba a los funcionarios del gobierno mas control sobre cuales tipos de disciplinas iban a apoyar. Legalmente dependiente de la Secretaria de Educación Publica, pero de hecho un bastión independiente de tecnócratas formados en el extranjero mucho más modernos, el CONACYT canaliza recursos hacia el sector mas americanizado de la ciencia económica mexicana a través de varios programas, el más conocido es el de becas. Tan solo en 1995 había doscientos mexicanos estudiando economía en el extranjero con financiamiento de este (CONACYT, 1995). Sin embargo, es importante hacer notar que el programa de becas de CONACYT no esta predispuesto ni hacia el estudio de la economía ni hacia los estudios en el extranjero, sino que otorga financiamiento para estudiar en universidades tanto mexicanas como extranjeras y dentro de varias disciplinas, entre las que se incluyen medicina, ingeniería, ciencias puras y otras de ciencias sociales. Además de financiar becas para estudiar en el extranjero, el CONACYT también da financiamientos al Colegio de México y al CIDE –entre otras prestigiosas instituciones publicas relativamente pequeñas-, apoyando por este medio a los profesores de tiempo completo de estas instituciones. Otra fuente importante de financiamiento es un programa de CONACYT conocido como el Sistema Nacional de investigaciones y publicaciones de los investigadores (Lorey, 1994, p.18). En un país donde la mayoría de las universidades pagan salarios tan bajos que obligan a los académicos a buscar empleo secundarios, el SIN crea un espacio y un incentivo para la investigación académica. En 1997, mas de seis mil académicos estaban registrados en el 268 SIN (CONACYT, 1997, p.41). A su vez, los programas mexicanos de posgrado que están listados en el “Padrón de posgrados de excelencia” del CONACYT son elegibles para becas de “repatriación” para traer de regreso a México a mexicanos con estudios de posgrado en el extranjero. El CONACYT es la piedra angular de un edificio de apoyo patrocinado por el gobierno a la educación superior que ha permitido que las ciencias sociales ofrezcan en México quizás que en ningún otro país latinoamericano. Su financiamiento se incremento a lo largo de los años noventa, con excepción de una baja en 1995-1996, causada por la devaluación del peso. En 1998 administraba un presupuesto de cerca de 260 millones de dólares al tipo de cambio actual (CONACYT, 1998). La generosidad del Consejo ha tenido como consecuencia que, en general, México no haya sufrido “fuga de cerebros” en el mismo grado que otros países latinoamericanos; de hecho, han llegado académicos de todo el mundo – inclusive de Estas Unidos y Europa-a vivir a trabajar en México, gracias a las agradables condiciones laborales. Ese generoso financiamiento de CONACYT esta relacionado, sin duda, con los perfiles educativos de los formuladores de políticas que están al mando del gobierno: los tecnócratas formados en el extranjero, naturalmente, están a favor de proyectos gubernamentales para fomentar la educación superior. Vale la pena subrayar que la naturaleza puntual de la ayuda del Consejo hace posible que el gobierno apoye y aliente de manera selectiva a los académicos que mas se adaptan a las principales normas internacionales. Así, como por ejemplo sus becas para estudiar en el extranjero no se ofrecen para asistir a cualquier institución, sino que se limitan a las que están incluidas en su “Padrón de excelencia”, que tiene “predilección” por los estudios en el extranjero. En 1994, por ejemplo, de 39 instituciones pertenecientes al padrón de excelencia en economía, 21 estaban en Estados Unidos. Y entre las instituciones estadounidenses listadas se incluyen las de la Liga Ivy, universidades como la de Rochester o la Northwestern, pero no se incluyen la New School for Social Researsh – Nueva Escuela de Investigación Social- o la Universidad de Massachusstes en Amherstambas bastiones de la ciencia económica de izquierda-. De manera similar, el SIN 269 proporciona subsidios salariales a los académicos, basándose en registros de publicaciones, donde se da mas peso a las publicaciones en las principales revistas internacionalmente prestigiosas. Así, aunque los economistas académicos de cualquier índole resultaron perjudicados por las devaluaciones y la inflación de los años ochenta, desde 1984 el gobierno intervino para apoyar selectivamente la producción académica de algunos de estos economistas de orientación neoclásica vinculados a una comunidad internacional de académicos con la misma manera de pensar; entre los perdedores, había economistas de izquierda de instituciones como la UNAM. Así en varios niveles distintos, el gobierno mexicano ha demostrado ser un cliente muy generoso de la ciencia económica el estilo estadounidense. En gran medida como resultado de este patrocinio, ha surgido un sector elite dentro de la profesión económica que se parece mucho a su contraparte en los Estados Unidos, es decir, profesionalmente académicos que enseñan cursos universitarios a estudiantes de licenciatura y realizan investigaciones para publicarlas en revistas académicas, con frecuencia también estadounidenses. Hace cuarenta años, en México no existía nada parecido a un economista académico, porque los recursos eran demasiados escasos para apoyar una profesión de este tipo. Sin embargo, hoy en día la mayoría de las clases de economía en El Colegio de México y en el CIDE son impartidas por académicos de tiempo completo, la mayoría de los cuales hicieron estudios de posgrado en Estados Unidos. Y aunque la figura del “profesor taxi” continua desempeñando un papel importante en el ITAM- sigue siendo un elemento indispensable en el reclutamiento político-, en la actualidad este tiene un núcleo de once profesores de tiempo completo en su Departamento de Economía y a catorce economistas en su Centro de Investigaciones Económica, casi todo ellos con doctorados en universidades estadounidenses. Estos profesores publican normalmente en prestigiosas revistas internacionales, tales como el Journal of Economic Theory, The International Economic Review y Econometrica. Cuando este libro se encontraba en proceso, aun no estaba del todo claro como afectaría ala ciencia económica mexicana el fin del dominio del PRI. Por una parte, el 270 hecho que los economistas formados en Estados Unidos dominen todavía el gabinete económico es un buen augurio para la principal corriente americanizada de la profesión; ya que los empleos del gobierno seguirán abundando para los que tengan este tipo de antecedentes. En particular, la designación de Francisco Gil Díaz a la cabeza de la Secretaria de Hacienda dará un enorme impulso al ITAM, tanto para constituir un canal directo que proporcione empleos a sus graduados como para aumentar su visibilidad y reputación. Por otra parte, existen razones para creer que podrían ser menos abundantes los subsidios directos del gobierno a la profesión de lo que fueron durante los gobiernos híper tecnocráticos del PRI en los años ochenta y noventa. El gobierno de Vicente Fox es notoriamente menos homogéneo que el de sus predecesores y claramente refleja un conjunto de diferentes de redes sociales y políticas: su gabinete tiene menos posgrados extranjeros elegantes y más conexiones empresariales. Es probable que un gobierno así tenga conjunto más pragmático de prioridades y que considere menos favorables el financiamiento a la investigación económica académica pura y los estudios en el extranjero. De acuerdo con esta tendencia hacia el pragmatismo, el nuevo director de CONACYT es Jaime Parada Ávila, un ingeniero de la UNAM con una larga carrera en el sector privado. En una entrevista para el diario Reforma, Parada expreso varias veces la necesidad de forjar alianzas entre la educación patrocinada por el gobierno y las necesidades de las empresas. También expreso que el CONACYT seguirá apoyando fuertemente su programa de becas para el extranjero. Así, aunque en el largo plazo la transición democrática de México pueda acabar con el apoyo gubernamental para la ciencia económica al estilo estadounidense, en el corto plazo parece poco probable que haya cambios importantes: el Estado seguirá siendo su cliente más importante. La importancia del Estado como el principal cliente de apoyo de la ciencia económica mexicana es mas claro en una perspectiva comparada. En México, un sólido sistema de instituciones financiadas por el Estado –desde el Fondo de Cultura Económica, pasando por el Banco de México, hasta el Consejo Nacional de Ciencia y 271 Tecnología –ha permitido que la profesión de economía se desarrolle. En cambio, en Perú-una nación con una capacidad estatal significativamente menor e instituciones estatales mas débiles-, la profesión económica esta en una situación mas precaria. Conaghan (1998) describe a los economistas peruanos, expertos flotantes, que se ganan la vida a duras penas, con múltiples empleos, en ocasiones se superponen, en el gobierno y en el sector privado y, por lo general, sin poder vivir de impartir clases en la universidad. Asombrosamente, esto también es cierto para economistas peruanos con prestigiosas credenciales extranjeras. En Perú, los economistas, al igual que otros grupos profesionales, luchan para vivir y muchos profesionales talentosos se ven tentados a buscar ocupaciones fuera de la disciplina (Conaghan, 1998, p.150). En cambio, los economistas mexicanos viven holgadamente y tiene una influencia política importante. Su impresionante éxito profesional, aunque ayudado por un cierto nivel de demanda del sector privado se debe fundamentalmente al estado. Hay una estupenda ironía en esta situación, en Estados Unidos la clientela determinante de la ciencia económica es una red descentralizada de universidades privadas y estatales, sujetas a un control comparativamente pequeño del gobierno federal como observan Klamer y Colander (1990), en Estados Unidos, la ciencia económica es una especialidad popular, porque muchos estudiantes están interesados en estudiar comercio, pero comercio no se considera una especialidad presentable para una licenciatura en artes liberales. La demanda de economistas académicos, por tanto, depende del mercado, y se sustenta en el estatus de la ciencia económica como especialidad sustituta para estudiantes vinculados al comercio (p.197). En México, por el contario, la ciencia económica es apoyada por estado en todos los niveles, desde el financiamiento de becas para el extranjero hasta su contratación en el gobierno y el subsidio de los salarios académicos. En el nivel más superficial, la profesión económica mexicana se parece a su contraparte de Estados Unidos; sin embargo, sus amarras institucionales son muy distintas y, de hecho, hace pensar más en el modelo europeo continental. La ciencia económica detrás del 272 desmantelamiento de la intervención del gobierno mexicano en la economía es por mucho una creación del propio estado. El aprendizaje social en México La globalización no solo ha cambiado en las políticas económicas mexicanas, sino también la manera en que los mexicanos piensan colectivamente acerca de las políticas económicas. Una manifestación de este cambio ideal puede observarse dentro de la profesión económica mexicana, que ha evolucionado desde el nacionalismo hasta el neoliberalismo. Pero también es posible ver cambios más amplios en el discurso político sobre cuestiones económicas, las cuales son sintomáticas de una nueva manera de pensar en México. Las universidades públicas que siguieron la trayectoria radicalizadora de la UNAM en los años 70 o están en un proceso de reforma o están languideciendo en una relativa obscuridad. Todavía hay varios profesores de la universidad que siguen siendo importantes figuras públicas en debates sobre políticas económicas, así como grandes especialistas en sub-campos económicos particulares. No obstante, existe una impresión muy difundida- aunque algo inexacta- entre el publico mexicano educado de que instituciones muy americanizadas como el ITAM concentran a la mayoría de los expertos económicos serios de México, mientras que las instituciones publicas como la UNAM son el centro de un tipo de economistas menos “objetivo” y mas politizado. Hoy en día, México parece ser un país que esta saturado de expertos económicos formados en el extranjero, algunos de los cuales están interesados en llevar sus puntos de vista de los salones universitarios a foros más públicos. El discurso elitista tiene una larga tradición de “intelectuales públicos” cuya fama literaria y compromisos políticos los califican para hablar con autoridad de una variedad de temas, desde democracia hasta la evolución de asuntos culturales. Sin embargo, mas recientemente, un nuevo tipo de experto ha aparecido en las paginas editoriales de los periódicos mexicanos, a saber, la persona con un profundo conocimiento de un tema 273 circunscrito- como política monetaria- , a menudo con un posgrado de una prestigiosa universidad estadounidense. La creciente visibilidad de estos expertos ha sido promovida por el aumento en el número de publicaciones orientadas al comercio, como El Economista, El Financiero y Reforma. EL CONOCIMIENTO SOCIAL Y EL APRENDIZAJE SOCIAL EN LOS PAISES EN DESARROLLO También hubo indicios evidentes de los cambios de discurso público en torno a aspectos económicos durante la carrera presidencial del 2000, que llevo a la elección del derechista Vicente Fox del PAN, el primer candidato de oposición ganador de una elección presidencial en más setenta años. Durante sus campañas, los tres candidatos principales a la presidencia utilizaron al ITAM como foro público para exponer sus puntos de vista sobre políticas económicas. En un comentario editorial sobre este fenómeno un prominente analista político mexicano opinaba que el instituto se había convertido en un foro cívico para la discusión de sus asuntos económicos por que la UNAM --- inmersa en ese momento en una huelga estudiantil de diez meses --- se había politizado demasiado. Además cada vez se acepta con mayor frecuencia que el nivel académico del ITAM, al menos en el campo de la economía ,dejo atrás a la UNAM desde hace mucho tiempo (Sarmiento,2000). Otro factor importante de esta contienda electoral fue que las cuestiones de política de esta contienda electoral fue que las cuestiones de política económica desempeñaron un papel relativamente menor. Las encuestas de salida sugerían que el voto a favor de FOX, se basaba en gran medida en cuestiones políticas, en particular, un deseo de terminar con la corrupción institucional de décadas de dominio del PRI (Vicente FOX,2000). Los meses que llevaron a la elección se caracterizaron principalmente por la retórica sobre el “cambio” y las acusaciones de juego sucio. Con excepción de espinoso asunto de la privatización de la industria petrolera, todavía pública, de México, hubo poca discusión 274 sobre el futuro de la economía mexicana. De hecho, como señalo una publicación empresarial: Los tres principales candidatos presidenciales están de acuerdo en la gran necesidad de inversión extranjera, recuperación del crédito y disciplina fiscal. Resulta difícil encontrar diferencias en sus políticas económicas, ya que hay poco margen para hacer cambios drásticos cuando la nación está en el proceso de consolidar las políticas establecidas en las décadas pasadas por ex presidente Carlos Salinas y su sucesor, Ernesto Zedillo (Fernández 2000). Mientras que las propuestas de políticas económicas del candidato del PRI francisco Labastida y del candidato derechista el PAN Vicente Fox eran casi idénticas, la plataforma económica del candidato izquierdista PRD Cuauhtémoc Cárdenas tenía algunas características distintivas que incluían la renegociación de algunas previsiones del TLCAN y un énfasis en una reforma fiscal progresiva .No obstante estas características distintivas que incluían la renegociación de algunas previsiones del TLCAN y un énfasis en una reforma fiscal progresiva. No obstante, estas características distintivas no llegaron a ser diferencias paradigmáticas. Cárdenas no pedía regresar al populismo de los años setenta ni al desarrollismo más conservador del periodo de la posguerra. No hubo ninguna propuesta para que el banco central fuera políticamente responsable ni ninguna insinuación de volver aponer en práctica la sustitución de importaciones. La plataforma del PRD pedía la reforma del modelo neoliberal, no su transformación revolucionaria. Resulta interesante que haya sido en el epicentro ideológico de neoliberalismo mexicano donde Cárdenas hiciera más aparente la continuidad esencial de sus propuestas políticas. Con el auditoria del ITAM lleno, recalco que el cambio estructural debería concebirse basado en la apertura de la economía y la operación global de mercados y flujos de capital. Nadie con los pies en la tierra (esto es un sanso juicio) propondría políticas aislacionistas o ultra proteccionistas,(Cárdenas citado en Zúñiga 2000). Cuando inicialmente cárdenas compitió para la presidencia en 1988, el instituto era considerado “Terreno enemigo”, la fuente de los tecnócratas contra los que cárdenas y sus aliados 275 estaban librando una lucha popular, en la actualidad por el contrario, los economistas formados en estados unidos en universidades como el ITAM, están siendo reconocido-aunque regaña dientes—como expertos y no como meros portavoces ideológicos de intereses personales. Al mismo tiempo, el discurso de cárdenas en el ITAM reflejo las condiciones de ser un político social demócrata en una economía nacional globalizada (CFE. Kithschelt, 1999) en México, como en otras naciones en vías de desarrollo la globalización económica apuesto de manifiesto un hecho que obscurece a todos los demás, a saber, que el éxito política depende fundamentalmente de la estabilidad macroeconómica, y que esta a su vez, depende de mantener la confianza de la comunidad financiera internacional. Cual quiera sacudida importante de esta confianza puede provocar fugas de capital, devaluación de la moneda, el agradamiento de la deuda denominada en dólares y la imposición de paquetes de ajuste estructural multilateral. Como resulto, incluso los socialdemócratas deben parecer buenos neoliberales. Un resultado fundamental de proceso colectivo de “aprendizaje social” de México, por consiguiente parece se la despolitización de la política económica. La economía ya no se formula como una arena para pugna social y política, sino como un asunto de expertos. Como veremos en la siguiente sección, esa despolitización es una de las muchas características que México tiene en común otros países latinoamericanos. Pag 292 Expone el viernes 27 de Noviembre 2009 Gerardo Leal Elizondo Pag 292. 276 El CONOCIMIENTO SOCIAL Y EL APRENDIZAJE SOCIAL EN LOS PAISES EN VIAS DE DESARROLLO La premisa teórica de este libro ha sido que los sistemas nacionales de conocimiento experto están determinados por sus clientas: las organizaciones y grupos sociales que proporcionan recursos a los profesionales. Para florecer, las profesiones no necesitan una mayoría de ciudadanos que crean. Más bien, requieren una fuente de pago para sus servicios o apoyo para capacitación profesional. La naturaleza de las clientas de las profesiones en diversos contextos nacionales puede tener importantes consecuencias para la ideología y la práctica profesionales. Una diferencia fundamental entre naciones en que la intervienen las clientelas profesionales es si la fuente más importante de financiamiento es el Estado o personas y organizaciones privadas. Las clientelas profesionales son particularmente importantes para determinados profesionales de las ciencias sociales, ya que estás suelen abordar los asuntos normativos de cómo deben intervenir los estados en la economía, política y la sociedad en general. Mientras que en muchas naciones europeas las ciencias sociales históricamente han razonado “desde el punto de vista del estado” (Weir y Skocpol, 1985, p. 143) en otras - - sobre todo en Estados Unidos --, Las ciencias sociales han desarrollado un punto de vista automático. Para la diferencia entre profesiones centradas en el estado versus las estadounidenses, este libro ha erigido otra base de contraste, a saber, la diferencia entre profesiones de ciencias sociales en los países desarrollados versus las de los países en vías de desarrollo. Examinar las profesiones de ciencias sociales en estos, destaca la importancia de los recursos para el éxito profesional. En los países en vías de desarrollo mas pobres, las profesiones de ciencias sociales suelen ser débiles (cf. Conaghan, 1998, para Perú) o existentes. Mientras que en el ingreso medio, las ciencias sociales suelen depender mucho de los recursos del Estado, ya que es la única clientela que pude y esta dispuesta a financiar la experiencia científico social. Sin embargo, una característica critica de las ciencias sociales en los países en vías de desarrollo es también la importancia de 277 clientelas externas o internacionales, que prevean recursos ya sea directa o indirectamente atreves del estado. Cuando los gobiernos de los países en vías de desarrollo se vuelve mas dependientes de los recursos externos, las clientelas externas se vuelven mas importantes para determina cuales profesiones subsisten y se desarrollan entre ellos. El isomorfismo internacional y la ciencia económica de tercer mundo. En Estados Unidos, las profesiones han estado determinadas por la existencia de una gran clase media –con recursos para pagar los servicios profesionales—y un “régimen de gobierno” liberal, en el que la intervención estatal en la economía suele ser indirecta en lugar de directa (Campbell y Lindberg, 1990). Como consecuencia, los profesionales estadounidenses suelen recibir pagos de personas y organizaciones privadas, y su capacitación, ocurre en el marco de un sistema universitario que consiste en instituciones que son parcial o totalmente financiadas por recursos privados en forma de donativos y matriculas. Pero las condiciones que determinan las profesiones en América Latina y otras regiones en vías de desarrollo ha sido en el siglo XX, los Estados adoptaron regímenes de gobierno claramente no liberales, con la esperanza de compensar el relativo atraso económico. El fomento de sistemas de conocimiento experto constituyó industrias propiedad de Estados y la protección de empresas nacionales de la competencia extranjera. Además patrocinaron programas para la capacitación de profesionales en las universidades “nacionales” financiadas por el gobierno, según la tradición europea continental. Los estados desempeñados, a su vez, un papel de primera importancia en la contratación de profesionales. Asimismo, hay varias razones por las que las profesiones en los países en vías de desarrollo gravitan hacia normas de experiencia establecidas en el mundo desarrollado. Por un lado, las profesiones en vías de desarrollo tardío no son libres de inventar sea a si mismas “de la nada”; no mas de lo que las economías en vías de desarrollo tardío son libres de reinventar la máquina de vapor, la combustión interna y el microchip. Más 278 bien, los que llegan tarde están obligados a girar en torno a normas y tecnologías ya existentes en otros países y establecidas en otros momentos. De la ingeniería a la medicina a y a la ciencia económica, las profesiones en los países en vías de desarrollo están obligadas a moderase a si mismas a imagen y semejanza de las normas y experiencias existentes en los países desarrollados, mas avanzados tecnológicamente. En el nivel mas amplio del análisis teorice, podemos decir que esa imitación ocurre porque existe una cultura universal transnacional (Scott y Meyer, eds., 1994; Boli y Thomas, 1997: Boli y Thomas, eds, 1999). Sin embargo, mientras que algunas formas de experiencia importada son compatibles como una amplia variedad de ideologías políticas –prueba de ello es la adopción que hizo la unión soviética de técnicas occidentales de ingeniería industrial en los años veinte y treinta--, otras, probablemente, son mas controversiales. Por tratarse de la ciencia llamada a entender la mejor manera de emplear y distribuir los recursos de la sociedad, la economía es, en el sentido, quizá la forma mas impugnada de conocimiento profesional. Como consecuencia, pueden aparecer diferentes “versiones”. De ciencia económica, basada en los puntos de vista contrastes –o incluso opuestos—de diferentes clientelas profesionales. Escisiones históricas como las que ejemplifican los programas de economía de la UNAM y del ITAM se han observado también en otras naciones latinoamericanas (cf. Valdés, 1995, sobre Chile; Loureio {1996, en Brasil). Además, estas implicaciones inherentemente políticas significan que los economistas en los países en vías de desarrollo tardío probablemente no tengan una relación complicada con normas internacionales de experiencia económica. Por otro lado, dichas normas son objeto e admiración por parte de las elites educadas de los países en vías de desarrollo y se considera que vale la pena emularlas. Pero los intelectuales afiliados a los Estados desarrollistas en países periféricos –sea de tipo económico o cultural—como una razón para tomar con cierto escepticismo esas prescripciones. Este fue, sin duda, el caso de las primeras generaciones de economistas mexicanos. 279 Interpretaciones selectivas de la economía occidental predominaron también en el pensamiento japonés de la posguerra, inspirado en las ideas de Marx, Ricardo Schumpeter y Keynes, pero también representaron “una tradición de pensamiento económico diferente” de las que predominan en Occidente. Los economistas y formuladores de políticas japonesas modificaron la noción ricardiana de “ventaja comparativa” para que significara algo que significara algo que podría construirse sistemáticamente en lugar de basarse simplemente en donaciones naturales (Gao, 1997, pp.65, p. 210). En contraste, en Taiwán, la ciencia económica academia estaba americanizada, pero los economistas formados en Estados Unidos fueron excluidos de las posiciones de elaboración de políticas económicas que estaban monopolizadas por ingenieros con ideologías y practicas mas intervencionistas (Wade 1990, pp.217227). No obstante estas relaciones ambivalentes hoy en día de las profesiones de economía de América Latina han alcanzado un sorprendente grado de convergencia con la principal corriente de economía neoclásica, tal como se enseña en los Estados Unidos. La siguiente sección escribe como la dependencia de los recursos ayudo favorecer esta convergencia hace que su pensamiento parezca tan técnico que esta más allá de la comprensión de aficionados y del público lego. Esa abstracción puede verse como una herramienta invaluable que las profesiones utilizan para convencer a sus clientas de que vale la pena pagar por sus servicios, Si la ciencia económica fuera a contratar economistas? Si por otra parte, estos pueden manipular fórmulas económicas y modelos matemáticos que son indescifrables para el publico lego, resulta más fácil convencer a las clientelas de que tiene un monopolio sobre un cuerpo de conocimiento científico que vale la pena recompensar y apoyar financieramente. Durante el periodo de la postguerra la ciencia económica estadounidense se convirtió en una disciplina particularmente abstracta, basada en modelos matemáticos que se hacían cada vez más inescrutables para los de afuera (Johnson (Harry) 1977). Durante el mismo periodo, las profesiones económicas de todo el mundo convergieron hacia las normas estadounidenses (Coats,ed.,1996). Una razón 280 para la adopción de la disciplina al estilo estadounidense en diversos contextos nacionales puede haber sido que ésta, era la mejor dotada de características abstractas y que permitía a los economistas tener éxito. Por ejemplo: un artículo reciente de la trayectoria en la postguerra de la ciencia económica a finales de los años setenta (Backhouse 1996). En términos neo- institucionalistas, el éxito profesional de la ciencia económica estadounidense y genero un proceso internacional de isomorfismo mimético. Este libro ha sugerido que las profesiones de economía en os países en vías de desarrollo están determinadas por una constelación de fuerzas algo distinta. El isomorfismo mimético ha desempeñado sin duda su parte en la americanización de las profesiones de economía. A su vez los bancos centrales como miembros de un “campo organizacional” transnacional de instituciones similares en constante comunicación, parecen haber sido particularmente importantes en este aspecto. Sin embargo la dependencia de recursos que caracteriza a los países en vías de desarrollo también ha sido factor crítico. Una variedad que fácilmente se pasa por alto de ese isomorfismo. ”Coercitivo” es el efecto de las becas que ofrecen organizaciones de naciones ricas a los ciudadanos de países pobres. Y aunque podría objetarse que un regalo difícilmente puede caracterizarse como “coercitivo” habría que recordar que los neo-institucionalistas utilizan este termino de la manera mas laxa posible. Los jóvenes economistas aspirantes de Chile y Corea del Sur no asistirían a programas de economía en Harvard la Universidad Chicago por que estuvieran amenazadas con la cárcel si no lo hacían. Mas bien se sentían atraídos por el prestigio y los recursos de los programas líderes del país más rico del mundo. Si las universidades de sus propios países tuvieran las extensas bibliotecas, las generosas becas y los altos salarios para el profesorado que prevalecen en los Estados Unidos, el interés de estudiar en el extranjero sería sin duda mucho menor. Durante el periodo de la postguerra los economistas formados en las universidades estadounidenses se esparcieron en los países en vías de desarrollo; en parte, por la disponibilidad de becas para seguir estudios de posgrados en los Estados Unidos. Estas 281 becas tuvieron su máximo efecto en las profesiones de economía donde la escasez de recursos significaba que los programas de posgrados locales eran inexistentes o probablemente de menor calidad que los programas de los países industrializados. Muchas becas fueron otorgadas por los propios departamentos de economía estadounidenses, de licenciatura significaba mas matriculas y por consiguiente mas financiamiento para Estados superiores. Como resultado, muchos estudiantes extranjeros de postgrado podían estudiar economía en los Estados Unidos con financiamiento de los propios departamentos estadounidenses (Johnson )Harry)1973,p66y1997, pp 102103) Al mismo tiempo el gobierno de los Estados Unidos proporcionaba financiamientos a través de Fullbright y USAID y fundaciones privadas en particular: Ford, Rockefeller, ofrecían financiamiento y becas para universidades afines del tercer mundo para que nativos de esos países estudiaran e los estados unidos. Los incentivos para que los becarios del tercer mundo estudiaran economía en los Estados Unidos eran magnificados por el surgimiento de nuevas oportunidades de carrera en el contexto del orden internacional de la postguerra. Los economistas formados en el extranjero, en los gobiernos de los países en vías de desarrollo, se convirtieron en embajadores para un conjunto nuevo de instituciones multilaterales, negociando con sus contrapartes en el FMI, USAID y el Banco Interamericano de Desarrollo, y reuniendo la información que requerían estas organizaciones. En America latina, por ejemplo, la alianza para el progreso ofrecía financiamiento externo a los gobiernos que proponían”planes” de desarrollo, cuya evolución era facilitada por los servicios de economistas profesionales (Izquierdo, 1995, p.48). Los economistas del tercer mundo con credenciales extranjeras del prestigio con frecuencia trabajaban por un tiempo en el Banco Mundial o en el Fondo Monetario Internacional y, de regreso a sus países de origen, eran considerados como activos valiosos en las negociaciones con estas organizaciones. Sin embargo, el acontecimiento más importante para la americanización de la ciencia económica a nivel global fue el estallido de la crisis de la deuda del tercer mundo en 1982. En las naciones en vías de desarrollo más pobres como Haití y varios 282 países africanos al sur de Sahara la consecuencia de esta crisis fue el “forzamiento”: sencillamente, las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el FMI impusieron reformas neoliberales. Lo mismo ocurrió en un importe grupo de naciones, la crisis de la deuda tuvo un efecto importante y transformador en las disciplinas locales de Economía, ya que incremento dramáticamente la recompensa que los gobiernos del tercer mundo vinculaban a las credencias extranjeras de economía, en general, y a las credenciales estadounidenses, en partículas. Como se hizo notar en el capitulo V, los economistas formados en Estados Unidos no solo compartían un lenguaje común con la comunidad financiera internacional, sino también en un conjunto común de supuestos teóricos, el resultado ha sido “surgimiento ubicuo de economistas” en las mas altas posiciones de la política. Esto ha tenido consecuencias para las políticas económicas de los países en vías de desarrollo de ingresos medios, las cuales se han ido elaborando gradualmente de acuerdo con el “centro común del saber adoptado por todos los economistas serios”. Al mismo tiempo, ha contribuido a la americanización de las profesiones de economía locales, cuando ministros de finanzas con doctorados de universidades extranjeras de prestigio contratan subordinados con preparación similar y estos contratan a otros similares, y así en línea descendente y cuando los programas internacionalizados de licenciatura en Economía adquieren prestigio por las carreras sumamente visitables de sus ex alumnos. También parece probable que le apoyo del gobierno mexicano ala ciencia económica académica y a los estudios en el extranjero pueda imitarse en algunas naciones más ricas de America Latina, como Chile, Argentina y Brasil. Para bien o para mal, hoy día los gobiernos de los países en vías de desarrollo están inextricablemente insertos en mercados financieros globales. Grandes deudas externas, al parecer se han convertido en un hecho institucionalizado de la vida de los gobiernos latinoamericanos. Se requiere la confianza de mas inversionistas extranjeros para seguir pagando estas deudas, pero también para ayudar a estimular el crecimiento y mantener el equilibrio macroeconómico. Con las barreras comerciales y controles de capital reducidos o 283 eliminados, los “mercados emergentes” gravemente endeudados están continuamente expuestos a crisis de la balanza de pagos, así como a crisis de confianza y fugas de capital. Por lo consiguiente, al promover tecnócratas han perpetuado reformas de libre mercado, las las condiciones que hacen indispensables su presencia. En una era en la que siempre hay otra crisis de confianza de los inversionistas y negociaciones con el FMI a la vuelta de la esquina, los servicios de estos tecnócratas serán siempre necesarios. En consecuencia, mientras que los tecnócratas individuales pueden repelarse, el perfil tecnocrático general y el modelo económico que este presenta sigue siendo el mismo. Las reformas orientadas en el mercado se han vuelto tan ubicuas en resto el mundo que es fácil olvidar que tanto los procesos mediante se han realizado, como los resultados de estos han diferido significativamente a diferentes lugares. Cuando este libro se acerca a su término, la literatura que compara transiciones neoliberales en diversos contextos nacionales todavía es escasa para poder sacar muchas conclusiones definitivas. Sin embargo una diferencia notable es que mientras los economistas formados en Estados Unidos han estado al mando de los gobiernos del tercer mundo llevando a cabo reformas neoliberales, en las naciones más ricas de la OCDE los tecnócratas formados en el extranjero han estado notablemente ausentes. Una encuesta de 1993 realizada por la revista “The Economist” en varios países encontró que casi todos los directores de bancos centrales y ministros de finanzas en países grandes en vías de desarrollo tenían postgrados en Economía, en cambio en el mundo desarrollado todavía prevalecían los abogados como los máximos formuladores de políticas. Los economistas que logran alcanzar los niveles más altos de poder en Europa, por ejemplo, se han capacitado internamente y no en Estados Unidos. Por consiguiente, mientras que los tecnócratas formados en el extranjero dominan los cargos más altos de la política publica en America latina, los gobiernos nacionales europeos todavía suelen ser gobernados por políticos ayudados por equipos de expertos formados nacionalmente. Este hecho es particularmente 284 impactante si se considera que las profesiones de Economía en Europa no han estado exentas de la tendencia mundial hacia la americanización. Hoy día, los economistas formados en los Estados Unidos, abundan en los departamentos académicos de toda Europa y muchos programas locales han sido remodelados a imagen de los departamentos de economía estadounidenses. Sin embargo, a diferencia de sus colegas de America latina, en Europa los economistas formados en universidades estadounidenses no han penetrado los niveles superiores de los gobiernos ni han conquistado los niveles de elaboración de políticas económicas. Mientras que el isomorfismo normativo o “experto” puede haber sido un factor importante para impulsar reformas neoliberales en México y otros piases en vías de desarrollo, ese isoformismo no parece haber desempeñado el mismo papel en Europa. ¿Cómo podemos dar cuenta de esta sorprendente diferencia entre la elaboración de políticas latinoamericanas y europeas? Un funcionalista podría sugerir que los países en vías de desarrollo tienen una necesidad objetivamente mayor que experiencia extranjera. En países en que las universidades han sido históricamente deficientes para producir el tipo de expertos que se necesita para dotar de personal a los ministerios gubernamentales, la UNAM en los setenta, por ejemplo, los gobiernos deben considerar a economistas formados en el extranjero para ocupar los puestos de mas alto nivel y para ayudar a resolver los grandes problemas económicos en curso. Sin embargo, en muchos sentidos esta explicación se queda corta. Primero, porque hay varias instituciones nacionales de elite en America latina que producen economistas sumamente competentes con estudios superiores altamente internacionalizados. ¿Porque los altos ministerios de gobierno, no están encabezados por economistas con grado de maestría del Colegio de México o del CIDE, en México o de la fundación de Julio Vargas, en Brasil? Además en muchos países latinoamericanos, en el nivel de licenciatura se hace el estudio riguroso de un campo especializado. Individuos con grado de licenciatura en economía de programas como el del ITAM ya 285 tienen una educación altamente especializada en ciencia económica. ¿Porque necesitan los funcionarios gubernamentales de alto nivel tener estudios superiores? Segundo, el planteamiento de que un economista académico esta naturalmente mejor preparado para manejar políticas económicas que digamos una abogado con 20 años de experiencia en banca o funcionario publico con antecedentes en comercio es indefendible. La educación superior que lleva a un doctorado es tan esotérica en la ciencia económica como en cualquier otra disciplina académica; y diferencia de programas como Derecho, Ingeniería o Comercio, los programas de postgrado en Economía tienden hacia lo teórico más que a lo aplicable en la práctica. Esto es particularmente cierto en los programas estadounidenses, en los que le empleo académico es lo implícito y el objetivo mas altamente valorado de la educación superior en la mayoría de ciencias sociales. Esto no quiere decir que los doctores en Economía no pueden desempeñar un papel útil en la elaboración de políticas económicas, si no simplemente que no hay una razón particular para que sean ministros de finanzas o directores de bancos centrales en lugar de asistentes de estos funcionarios de alto nivel de las políticas publicas. Puesto que la necesidad funcional proporciona esta explicación nada satisfactoria para el ascenso de los economistas en los gobiernos de America latina y de otras partes del tercer mundo, un número creciente de autores han recurrido a argumentos más sociológicos. Como Markoff y Montecinos, dicen”en cierta medida, la infusión de experiencia económica en posiciones de autoridad publica ha sido en realidad una respuesta a asuntos de manejo efectivo de problemas complejos… pero el acceso a los niveles mas altos del gobierno… no puede explicarse sin considerar los significados ceremoniales de la experiencia “. De acuerdo con las observaciones de los sociólogos neo-institucionalistas, los perfiles de los nuevos tecnócratas del tercer mundo parecen tener una importancia que es más simbólica que funcional. Los doctores de Harvard y del MIT pueden proporcionar la solución más eficiente a los 286 problemas de política, pero ejercen una función simbólica indispensable con respecto a la comunidad financiera internacional. Sin embargo esto lleva simplemente a un replanteamiento de la pregunta original: si los tecnócratas formados en el extranjero tienen una función simbólica importante, entonces, ¿Por qué no son explotados por su valor simbólico en los gobiernos europeos? Creo que la respuesta puede tener que ver con los intercambios simbólicos relativos entre las clientelas políticas nacional e internacional. Para decirlo de una manera mas sencilla: en relación con los gobiernos europeos, los gobiernos latinoamericanos tienen mas razón de inquietarse por los significados que proyectan para la comunidad financiera internacional y menos razón para preocuparse de las declaraciones simbólicas que hacen para sus partidarios políticos internos. Los doctores de dinero tienen valor simbólico tanto positivo como negativo. Su valor positivo como diplomático para la comunidad financiera internacional ha sido ampliamente analizada en este capitulo y en otros anteriores. Sin embargo, su valor simbólico negativo también es un factor importante que hay que considerar. En México, los riesgos simbólicos de depender tanto de la tecnocracia educada en Estados Unidos se hicieron particularmente visible después de la crisis del peso de 1994-1995: una falla tecnócrata masiva, seguida por la implementación de medidas de ajuste estructural del FMI y una grave recensión. La retórica anti tecnocrática se convirtió posteriormente en un elemento básico del discurso político mexicano. Una caricatura política de 1995 que se publico en le periodo izquierdista La Jornada representaba una escena de devastación urbana con una pordiosera y su hijo en primer plano y detrás un par de tecnócratas, vestidos con trajes elegantes y botones con el logotipo del PRI señalando la escena alrededor de ellos, uno de los tecnócratas dice, “me llevo años de estudios en Harvard y en Yale entender que todo esto significa que; nos esta yendo bien”. Al reconocer el problema político que representaron los tecnócratas para el partido gobernante, el comité nacional del PRI aprobó en 1996 una legislación anti-tecnocrática que prohibía la nominación de candidatos para 287 presidente o gobernador que nunca hubieran sido funcionarios de elección popular. Los tecnócratas formados en el extranjero son vulnerables a los bombardeos de todo tipo de la artillería política pesada. En el mejor de los casos, puedes darle una paliza por haber perdido el contacto con la realidad nacional. En el peor, son blancos fáciles de acusaciones de traición a los intereses nacionales a favor del imperialismo estadounidense. Por consiguiente, una razón por la que los economistas formados en Estados Unidos pueden no figurar en puestos altos del gobierno en Francia y Alemania, es que su presencia podría socavar potencialmente el apoyo electoral. Por otra parte, estos tecnócratas pueden prosperar en los gobiernos latinoamericanos, pese a los ataques políticos, a causa de la influencia más poderosa de las finanzas internacionales en la política interna y a la influencia mas débil de las clientelas políticas internas, en otras palabras, debido a que su valor simbólico positivo supera su valor simbólico negativo. Hay algunas razones muy sencillas y lógicas de porque la necesidad de los gobiernos de los países en vías de desarrollo de preocuparse por complacer a los financieros internacionales es mayor que la de sus contrapartes europeas. Por un lado, el gran endeudamiento de los gobiernos del Tercer Mundo corre el riesgo de que sus políticas tengan que ser determinadas directamente por agencias multilaterales, algo que rara vez ocurre en el mundo desarrollado, la experiencia de Gran Bretaña en 1976 fue una de las raras excepciones. Por otro lado, los mercados en vías de desarrollo representan una zona de incertidumbre para los inversionistas extranjeros. Por ejemplo, cuando se estaba terminado este libro, los títulos gubernamentales estaban considerados por Moody’s y Standard and Poor’s por debajo del grado de inversión; todos los países de Europa Occidental están considerados en le grado de inversión y mas de la mitad están en la clasificación mas alta de AAA (Moody’s). Como resultado de esas expectativas, los deudores del tercer mundo deben pagar un precio mayor por la inversión y sufrir desproporcionadamente las consecuencias del nerviosismo de los inversionistas y de las fugas de capital. A veces, los mercados financieros pueden castigar a los países 288 en vías de desarrollo simplemente por pertenecer a una región particular del mundo, desembocando en los llamados efectos samba o tequila. Los países en vías de desarrollo dependen del capital simbólico de los Money Doctors formados en estados unidos por una razón muy sencilla porque necesitan desesperadamente cualquier ventaja que puedan obtener. Mientras casi no se cuestiona le hecho de que los países de American Latina están mas sujetos a este tipo de presiones financieras que los europeos; la idea de que los gobiernos latinoamericanos están menos sujetos a las presiones de sus electorados nacionales es mas controversial, y ciertamente va en contra de la sabiduría convencional actual. Durante los últimos 10 años, America Latina ha presenciado simultáneamente tendencias hacia la liberación económica, la apertura de los sistemas políticos a la participación electoral y el ascenso de los tecnócratas formados en el extranjero dentro del gobierno. Por consiguiente, resulta fácil llegar ala conclusión prima fase de que estos fenómenos están relacionados y son mutuamente complementarios, es decir, que mercados, democracia y tecnocracia son parte de un solo paquete. La idea de que las tecnocracias latinoamericanas son compatibles con la participación democrática se basa en investigaciones resientes sobre Chile, donde la “tecnocratización” de los debates políticos contribuyo a suavizar la transición democrática chilena en 1989. Sin embargo, también hay algunos signos menos optimistas sobre la compatibilidad de los mercados y la democracia en America Latina. Por una parte, la democracia parece permitir poca variación en lo que se refiere a política económica. Como hemos visto en México, la transición democrática no promete transformar ni las políticas neoliberales, ni el perfil tecnocrático de quienes elaboran las políticas económicas. De manera similar en 1999 en Argentina, el gobierno notoriamente tecnocrático de Carlos Menenn fue remplazado por el gobierno de oposición de Fernando de la Rua, que designo a José Luis Machina, un economista formado en Minnesota y ex presidente del banco central, como ministro de economía. El año siguiente las medidas de ajuste estructural del gobierno inspirado en el FMI causaron 289 grandes protestas en Buenos Aires. En Chile, el socialista Ricardo Lagos asumió la presidencia en el año 2000 y de inmediato se comprometió a mantener las reformas del mercado. También designo como ministro de finanzas al ex director del FMI y graduado en Harvard Nicolás Eyzaguirre y a José de Gregorio, un economista formado en el MIT, como ministro de economía. El propio presidente Lagos es un economista con un postgrado de la Universidad de Duke. Una interpretación de estas continuidades en las políticas es que el electorado ha apoyado en general, la presencia continua de tecnócratas formadas en el extranjero y las políticas que estos prefieren, el aprendizaje social ha convertido a los latinoamericanos de todo el espectro de clases, en neoliberales. Sin embargo, en vista de los terribles problemas de desigualdad he injusticia social que siguen plagando el continente, todo parece indicar que las políticas económicas se sitúan mas allá del alcance de las instituciones democráticas, que las decisiones de política económica se alejan cada ves mas de las casillas electorales y se concentran en manos de los expertos. Algunos estudiosos han expresado recientemente su preocupación de que en la “nueva” política democrática latinoamericana, las elecciones se han vuelto sospechosamente despolitizadas. Existe un riesgo colateral de que los ciudadanos se vuelven gradualmente más apáticos y desilusionados de los partidos políticos”. Así, aun cundo la brutalidad de las dictaduras militares se esta desvaneciendo en la memoria colectiva, la democracia latinoamericana puede estarse debilitando por una serie de”seguimiento” o “gradación” de la política. Algunos problemas políticos como corrupción, drogas y el enjuiciamiento de los abusos de los derechos humanos, están sujetos a la discusión popular y ala contienda electoral sin embargo, el centro de los problemas que pertenecen a la política económica puede aislarse progresivamente de la discusión popular y discutirse solamente entre los formuladores de políticas formados en el extranjero, las elites económicas y la comunidad financiera internacional. Mientras que, en las naciones mas ricas las reformas neoliberales pueden medirse a través de mecanismos 290 democráticos y los electorados nacionales, en America Latina están mucho mas propensos a la mediación por mecanismos tecnocráticos y clientela internacionales. Esto sugiere que le aprendizaje social en America latina puede estar basado en un consenso que excluye a una porción significativa de la población, situación que no augura nada bueno para el futuro político de la región. CONCLUSIONES La globalización de la experiencia económica no es un fenómeno nuevo. Las naciones económicamente atrasada siempre han tomado ideas prestadas de las mas desarrolladas, ya sea por una genuina admiración por esas ideas o porque al aceptar el consejo extranjero habrían el acceso a los recursos externos. Lo que es nuevo es la medida en que las ideas extranjeras se reproducen internamente y afectan los niveles más altos del poder político. En varios países en vía de desarrollo ya no es necesario invitar a los Money doctores extranjeros a supervisar las reformas políticas; los expertos globales se producen internamente y están a cargo de las políticas económicas. ¿Han llegado las políticas económicas del mundo en vías de desarrollo al fin de su historia, para no desviarse nunca más de su forma tecnocrática y de su contenido liberal? Si el pasado sirve de guía, tendría que haber un desastre económico de la magnitud de la gran depresión para que sobreviniera un cambio importante, aunque algunos observadores esperan que un movimiento social global produzca un resultado similar con costos menos drásticos. De cualquier manera seria necesaria una fuerza poderosa para desafiar realmente la autoridad de los expertos que presiden la nueva economía global. Pág. 307 FIN 291