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Te extrañe
ayer, también hoy
me hiciste falta,
estoy seguro que mañana también me faltará tu amor.
Porque tu ausencia dejo un vacío, tan grande como ninguno,
sé que no fui el hijo perfecto, ni siquiera, hijo muy bueno.
Pero te amé y eso lo supiste, porque eras para mi
un gran ejemplo de rectitud y de cumplidos deseos.
Perdóname si puedes escuchar este corazón sangrante,
las veces que por mi culpa tú sufriste alguna decepción.
Fue inconsciente; como quisiera poder abrazarte
y decirte lo mucho que me haces falta,
cada vez que te recuerdo, lágrimas brotan.
¡Porque me haces mucha falta!
Cuando veo el infinito cielo perderse en el horizonte te veo.
Cuando veo por las noches el continuo palpitar de las
estrellas te veo.
Cuando cierro los ojos para sentir tu querer te veo.
Cuando sueño que soy libre como una blanca paloma te veo.
Cuando es de noche, de día o cuando oigo la música
del océano te veo.
Te veo porque estás conmigo, estás conmigo porque te siento,
te siento porque te abrazo, te abrazo porque te quiero,
te quiero porque sé que nunca me dejaste .
Te quiero ahora que se que te perdí.
Te quiero y ahora que sé que estas con Dios.
Te quiero y estás siempre en mi corazón.
Padre, palabra sublime que encierra amor puro.
Tantas veces no te comprendemos, pero eres siempre comprensivo.
Tantas veces te criticamos y tu ternura no se marchita.
Cuántas culpas te atribuimos, pero tu nobleza puede más.
Dime, cuántas veces a solas, millares de lágrimas recorren por tus
mejillas; sufriendo tus penas, para ocultar tu dolor.
¿Por qué? ¡Ah, ya sé!
Tu dolor es tuyo, pero tu felicidad la compartes.
¡Qué grande eres, Padre!
Cuando las hojas caen inexorablemente
desde lo alto de los árboles, creando colchones amarillentos en el suelo
recuerdo aquellos días en que yo galopaba en tus hombros,
corriendo sobre caminos sonoros de hojas quebradizas.
El cielo sonreía ante nuestros juegos, tornándose de colores rojizos
entre nubes oscuras.
Por ti mis otoños son recuerdos alegres.
El invierno es el calor del hogar, el que me albergó de los miedos
de la oscuridad.
De ti aprendía todo lo que hacías.
La primavera es un arco iris en el cielo y nosotros caminando
sobre la humedad del suelo; me enseñabas de la vida,
del insecto de las flores, de Dios y de valores.
Por ti el verano es carcajada de montaña,
mar o viento.
Junto a ti crecía mi espíritu, mi libertad, mi alegría y entendimiento.
Y ahora, descansa en paz, padre.