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Divina Voluntad
Volumen 1
TABLA DE CONTENIDO
1.
Comienzo de la narración: Novena de preparación a la Navidad _________________ 2
2.
1er. EXCESO DE AMOR ___________________________________________________ 3
Jesús en el Seno del Padre. El Decreto eterno de la Encarnación. _______________________ 3
3.
2º. EXCESO DE AMOR ____________________________________________________ 5
Jesús en el seno de su Madre Santísima. El Amor lo reduce a la estrechez y a la inmovilidad. 5
4.
Conclusión de la Novena _________________________________________________ 7
5.
3er. EXCESO DE AMOR ___________________________________________________ 9
El Amor devorador. ___________________________________________________________ 9
6.
4o. EXCESO DE AMOR __________________________________________________ 12
El Amor obrante, que le renueva a Jesús desde el primer instante de su Vida las penas de su
Pasión. ____________________________________________________________________ 12
7.
5o. EXCESO DE AMOR __________________________________________________ 16
El Amor abandonado en amarga soledad. ________________________________________ 16
8.
6o. EXCESO DE AMOR __________________________________________________ 20
El Amor sofocado y confinado en las tinieblas del pecado y de la ingratitud. ____________ 20
9.
7o. EXCESO DE AMOR __________________________________________________ 24
El Amor no correspondido y herido por la ingratitud de las criaturas. __________________ 24
10.
8o. EXCESO DE AMOR __________________________________________________ 27
El Amor mendicante, gimiente y suplicante. ______________________________________ 27
11.
9o. EXCESO DE AMOR __________________________________________________ 32
El Amor agonizante que quiere ser vencedor. _____________________________________ 32
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Divina Voluntad
Volumen 1
1. Comienzo de la narración: Novena de
preparación a la Navidad
Y ahora comienzo
- Novena de la Santa Navidad. A la edad de
diecisiete años me preparé a la fiesta de la Santa
Navidad practicando diferentes actos de virtud y
mortificación, honrando especialmente los nueve
meses que Jesús estuvo en el seno materno con
nueve horas de meditación al día, referentes
siempre al misterio de la Encarnación.
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Divina Voluntad
Volumen 1
2. 1er. EXCESO DE AMOR
Jesús en el Seno del Padre. El Decreto eterno
de la Encarnación.
Como por ejemplo, en una hora me ponía con
el pensamiento en el paraíso y me imaginaba a la
Santísima Trinidad:
Al Padre que mandaba al Hijo a la tierra, al
Hijo que prontamente obedecía al Querer del
Padre, y al Espíritu Santo que consentía en ello.
Mi mente se confundía tanto al contemplar
un misterio tan grande, un amor tan recíproco,
tan igual, tan fuerte entre Ellos y hacia los
hombres, y en la ingratitud de estos,
especialmente la mía, que en esto me habría
quedado no una hora sino todo el día, pero una
voz interna me decía:
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Divina Voluntad
Volumen 1
“Basta, ven y mira otros excesos más
grandes de mi Amor.”
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Divina Voluntad
Volumen 1
3. 2º. EXCESO DE AMOR
Jesús en el seno de su Madre Santísima. El
Amor lo reduce a la estrechez y a la
inmovilidad.
Entonces mi mente se ponía en el seno
materno y quedaba estupefacta al considerar a
aquel Dios tan grande en el Cielo y ahora tan
humillado, empequeñecido, restringido, que casi
no podía moverse, ni siquiera respirar. La voz
interior me decía:
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Divina Voluntad
Volumen 1
“¿Ves cuánto te he amado? ¡Ah! dame un
lugar en tu corazón, quita todo lo que no es
mío, porque así me darás más facilidad para
poderme mover y respirar en tu corazón.”
Mi corazón se deshacía, le pedía perdón,
prometía ser toda suya, me desahogaba en llanto,
sin embargo, lo digo para mi confusión, volvía a
mis habituales defectos. ¡Oh! Jesús, cuán bueno
has sido con esta miserable criatura.
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Divina Voluntad
Volumen 1
4. Conclusión de la Novena1
Y así pasaba la segunda hora del día, y
después, poco a poco el resto, que decirlo todo
sería aburrir. Y esto lo hacía a veces de rodillas y
cuando era impedida a hacerlo por la familia, lo
hacía aun trabajando, porque la voz interna no
me daba ni tregua ni paz si no hacía lo que
quería, así que el trabajo no me era impedimento
para hacer lo que debía hacer.
Así pasé los días de la novena; cuando llegó la
víspera me sentía más que nunca encendida por
un insólito fervor, estaba sola en la recámara
cuando se me presenta delante el niño Jesús,
todo bello, sí, pero titiritando, en actitud de
quererme abrazar, yo me levanté y corrí para
abrazarlo, pero en el momento en que iba a
estrecharlo desapareció, esto se repitió tres veces.
Quedé tan conmovida y encendida de amor,
que no sé explicarlo; pero después de algún
tiempo no lo tomé más en cuenta y no se lo dije a
nadie; de vez en cuando caía en las
acostumbradas faltas. La voz interna no me dejó
Las últimas siete horas de la Novena las puso Luisa por obediencia al final de este
primer volumen.
1
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Divina Voluntad
Volumen 1
nunca más, en cada cosa me reprendía, me
corregía, me animaba, en una palabra, el Señor
hizo conmigo como un buen padre con un hijo
que tiende a desviarse, y él usa todas las
diligencias, los cuidados para mantenerlo en el
recto camino, de modo de formar de él su honor,
su gloria, su corona. Pero, ¡oh! Señor, demasiado
ingrata te he sido.
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Divina Voluntad
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5. 3er. EXCESO DE AMOR
El Amor devorador.
En este tercer exceso siento que la voz
interna de Jesús continúa diciéndome:
“Hija mía, apoya tu cabeza sobre el seno
de mi Madre Santísima y en él considera mi
pequeña Humanidad.
Aquí mi Amor a la
criatura casi Me devora; son los incendios, los
océanos, los inmensos mares del amor de mi
Divinidad que Me reducen a cenizas, Me
inundan y que excesivamente superan todo
límite, tanto que se elevan por todas parte y
envuelven todas las generaciones, desde la
primera hasta la última de las criaturas… Y mi
pequeña Humanidad, aunque devorada por
tantas llamas de Amor, se vuelve también Ella
devoradora en el mismo Amor”.
“¿Pero sabes tú qué es lo que mi eterno
Amor Me quiere hacer devorar?
Ah, sí, si me eres fiel, bien que lo sabrás,
porque lo probarás: ¡las almas todas! Y
entonces, hija mía, estará contento mi Amor,
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Divina Voluntad
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cuando en Él las devorará a todas, pues siendo
Dios debo obrar como Dios, abrazando en todo
y por todo a cada alma que pueda venir a la
existencia, pues mi Amor no Me daría paz si
excluyera alguna”.
“Sí, hija mía, mira con atención en el seno
de mi Mamá; fija tu mirada en mi Humanidad
ya concebida y allí encontrarás tu alma ya
concebida conmigo y las llamas de mi Amor
que te han incendiado toda en Amor por mí y
que sólo se detendrán cuanto te hayan
consumado en Mí.
¡Oh, cuánto te he amado, te amo y te
amaré eternamente!”.
Oyendo a Jesús que me habla de este modo,
yo me siento perdida en medio de tanto Amor y
no sé cómo corresponderle; pero entonces la voz
interna vuelve a sacudirme diciéndome:
“Hija mía, esto aún es nada en
comparación con lo que hace mi Amor… Así
pues, estréchate a Mí, dale tus manos a mi
querida Madre, para que te tenga aún más
estrechada a su seno materno y entre tanto da
otra mirada a mi pequeña Humanidad,
concebida en el tiempo para concebir a las
almas para la Eternidad. Esto hará que puedas
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Divina Voluntad
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considerar el cuarto exceso de mi Amor que se
hace Operativo”.
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6. 4o. EXCESO DE AMOR
El Amor obrante, que le renueva a Jesús desde
el primer instante de su Vida las penas de su
Pasión.
“Hija mía, si tú quieres pasar de mi Amor
tan devorador a mi Amor obrante, Me verás
sumergido en un abismo sin fondo de
sufrimientos… Considera que cada alma
concebida en Mí, Me trajo el fardo de sus
pecados, de sus debilidades y de sus pasiones
y mi Amor Me impuso que tomara el fardo de
cada una, por lo cual, después de haber
concebido en Mí sus almas, concebí también
sus penas y las satisfacciones que cada una de
ellas debía dar a mi Padre Celestial; por eso no
debe asombrarte que mi Pasión haya sido
concebida junto conmigo… ¡Mira con atención
en el seno de mi Mamá y verás cuánto y cómo
siento a lo vivo la crueldad de tantas penas!”.
“Mira mi cabecita, rodeada por un
trenzado
de
espinas,
las
cuales,
traspasándome
cruelmente,
Me
hacen
derramar de mis ojos ríos de ardientísimas y
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Divina Voluntad
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amarguísimas lágrimas… ¡Ah, muévete tú a
compasión de Mí, secándome los ojos de
tantas lágrimas, tú que tienes los brazos libres
para poder hacérmelo!
Y estas espinas, hija mía, no son sino el
trenzado cruel que Me forman las criaturas
con los pensamientos malos que se aglomeran
en sus mentes.
¡Oh, con cuánta crueldad Me hieren! ¡Oh,
qué larga coronación de nueve meses!”.
“Y como si eso no bastante, Me crucifican
manos y pies, ya que Me hacen satisfacer a la
Divina Justicia por ellos que, recorriendo toda
senda perversa y cometiendo toda clase de
injusticias en el tráfico transitorio de esta
vida, la pasan en toda clase de ganancias
ilícitas; y en este estado no Me es posible
poder mover ni una mano, ni un dedo, ni un
pie y estoy siempre inmóvil, sea por la
perenne crucifixión que sufro, sea por el
espacio demasiado angosto en el que vivo ¡y
esta larga crucifixión la sufrí por nueve largos
meses!”.
“¿Sabes tú, hija mía, por qué la coronación
de espinas, al igual que la crucifixión, se Me
renuevan en cada momento?
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Volumen 1
Porque el género humano no deja de
maquinar proyectos malvados y de realizar
malas acciones, las cuales, tomando la forma
de espinas y clavos, con aquéllas Me traspasan
las sienes y con éstos una y otra vez las manos
y los pies”.
Y de este modo, Jesús, en el afán y el dolor,
sigue narrándome lo que sufrió en su pequeña
Humanidad cuando estuvo en el seno de su
Madre Santísima, de penas, dolores y martirios;
pero continúo, pues mi corazón no soporta el
seguir pensando en todo lo que Jesús sufrió por
nosotros en esos nueve meses por nuestro Amor.
Y aunque llorando amargamente viéndolo así, su
voz me sacude de nuevo y como un lamento en
mi corazón me dice:
“Hijos míos, ¡cuánto quisiera abrazarlos
para corresponderles por el amor penante que
sienten por Mí…!
Pero aún no puedo hacerlo, pues como
ven, estoy encerrado en este espacio que Me
obliga a la inmovilidad; quisiera acercarme a
ustedes, pero no Me es concedido, pues por
ahora no puedo caminar… Hijos de mi primer
Amor penante, vengan ustedes muy a menudo
a Mí y abrácenme, que después, cuando salga
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Divina Voluntad
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del seno materno, iré Yo a ustedes y entonces
los abrazaré y estaré con cada uno”.
Pero mientras con la fantasía me imagino
estar con Él en el seno de su Mamá y Me Lo
abrazo y Me Lo estrecho fuerte, fuerte a mi
corazón, todo dolorido, escucho de nuevo su voz
en mi interior que me dice:
“Basta así por ahora, hija mía; pasa más
bien a considerar el quinto exceso de mi Amor,
que aunque sea vilipendiado por todos y hecho
vano, no retrocede jamás, ni se detiene, sino
que supera todo y sigue siempre adelante”.
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7. 5o. EXCESO DE AMOR
El Amor abandonado en amarga soledad.
Jesús me llama a considerar el quinto exceso
de su Amor y yo apresto el oído del corazón para
escuchar su voz, doliente pero creadora que
internamente me dice:
“Hija mía, no te separes de Mí, no Me dejes
solo; mi Amor desea ardientemente estar en
compañía: y haz de saber que éste es otro
exceso de mi Amor, pues así como mi
Divinidad forma esencialmente la unión más
íntima que se puede dar, así también mi
Humanidad unida Hipostáticamente al Verbo
mío Eterno, no puede en su naturaleza no ser
llevada a deleitarse con la compañía de las
criaturas”.
“Has notado que tan pronto fui concebido
en el seno de mi Mamá, al mismo tiempo
engendré a la Gracia a todas las criaturas
humanas, a fin de que concebidas en Mí,
creciesen a la par conmigo en Sabiduría y
Verdad. Es por eso que amo su compañía y
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quiero estar en continua correspondencia de
Amor con ellas y comunicarles muy a menudo
el más palpitante testimonio de mi Amor.
Quiero estar continuamente en suave
coloquio de Amor con ellas, para tenerlas al
corriente de mis alegrías y de mis dolores.
También deseo darles a conocer que he venido
del Cielo a la tierra, no para otra cosa que para
hacerlas plenamente felices y porque deseo
por tanto estar como un hermanito entre ellas,
para obtener de ellas benevolencia y amor y
para dar de nuevo a cada una todos mis
bienes, mi propio Reino, a costa de los más
duros sacrificios, incluido el de mi muerte
para darles Vida; deseo en fin entretenerme
con ellas, colmándolas de besos y de las más
tiernas caricias de Amor”.
“Pero, ay, sabe que en cambio de mi Amor
no recibo más que continuos dolores y penas;
y en efecto, hay quien escucha de mala gana
mi Palabra de Vida Eterna, quien rehúye mi
compañía, hay quien se desvincula de mi
Amor, quien Me huye, quien se hace el sordo,
por lo que Me reduce al silencio; pero hay más:
hay quien directamente Me desprecia y Me
ultraja”.
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Divina Voluntad
Volumen 1
“Los primeros no se preocupan de mis
bienes y de mi Reino y pagan mis besos y mis
caricias con la despreocupación y el olvido de
Mí y así, el entretenimiento amoroso que
debería tener con ellos, se reduce a silencio y
abandono… Pero los segundos, que son los
más, convierten mi Amor por ellos en
amarguísimo llanto, que naturalmente es
desahogo de mi Corazón, porque no sólo se ve
apagado, sino vilipendiado, despreciado y
ultrajado.
¡Y añadir además que estoy entre las
criaturas siempre y sin embargo estoy siempre
solo! ¡Oh, cuánto Me pesa la soledad forzada
que ellas Me procuran con su abandono, con
hacerse sordas aún a la más breve palabra mía
y con impedirme todo desahogo de Amor!
Estoy siempre solitario, triste y taciturno,
porque si hablo, no hay nadie que Me escuche
para nada”.
“¡Ah, hija mía, suple tú a mi Amor
defraudado no dejándome nunca solo, en esta
soledad mía!
Dame el bien de hacerme hablar y ser
escuchado, dando oído a mis enseñanzas. Haz
de saber que Yo soy el Maestro de los maestros
y si tú Me escuchas, oh, cuántas cosas no
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aprenderás de Mí; y al mismo tiempo Me harás
cesar de llorar, haciendo que Me deleite en
Amor contigo… Dime, ¿no quieres tú
deleitarte en Amor conmigo?”.
“Jesús, sí, quiero serte siempre fiel, Te lo
prometo; por eso me abandono en Ti y Te
compadezco y Te amo, porque a pesar de ser tan
magnánimo que quieres hacer feliz contigo mismo
a la criatura, ésta Te ha dejado solo, sin ningún
alivio y en la más terrible soledad”.
Pero nuevamente escucho la voz de mi Jesús
en mi corazón:
“Basta por ahora y pasa a considerar el
sexto exceso de mi Amor”.
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8. 6o. EXCESO DE AMOR
El Amor sofocado y confinado en las tinieblas
del pecado y de la ingratitud.
“Hija mía, mi intimidad sea contigo;
acércate cada vez más a Mí y pídele a mi
querida Madre que te haga un poco de sitio en
su seno materno, para que tú misma puedas
comprobar el doloroso estado en que Me
encuentro”.
Con el pensamiento, por tanto, me imagino
que mi Madre Reina, queriéndome demostrar su
más grande y maternal afecto hacia mí, me tiene
unida en su seno a su dulce y afable Jesús, en
Ella encarnado y me parece encontrarme ya en su
seno, inseparablemente unida a Jesús… Pero es
tanta la oscuridad que reina allí, que desde luego
me resulta imposible ver sus facciones…; sólo
siento su suspiro encendido de Amor, mientras
que en mi interior me sigue diciendo:
“Hija mía, considera otro exceso de mi
Amor: Yo soy la Luz Eterna y fuera de Mí no
hay otra luz más resplandeciente. Considera
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un poco el sol, cuando se halla en su total
resplandor y sin embargo no es más que una
sombra de mi Luz Eterna. Pues bien, esta mi
Luz Eterna, por Amor a la criatura, se eclipsa
completamente en Mí, por causa de mi
Humanidad asumida.
¿Ves en qué oscura prisión Me ha reducido
el Amor?”.
“Sí, es por Amor a la criatura que así Me
he confinado, esperando que se vea un rayo de
luz;
pero
he
tenido
que
aguardar
pacientemente durante nueve largos meses en
tan densa noche; pero noche sin estrellas,
noche sin reposo, siempre despierto en espera
de la luz del sol que no Me llega todavía… ¡Qué
pena siento! La estrechez de la prisión no Me
da espacio para poder moverme lo más
mínimo y esto Me causa indecible fatiga… La
falta de luz que ninguna cosa Me deja ver, Me
da tanta pena que hasta Me quita también el
respiro, el cual lo recibo lánguidamente por
medio del respiro de mi Mamá”.
“¿Pero sabes tú quién Me ha traído a esta
prisión?
¿Quién Me ha quitado la luz y quién Me
hace languidecer cada vez más en mi respiro?
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Ha sido el Amor que siento por la criatura;
son las tinieblas de las culpas de las criaturas,
pues cada culpa es una noche más para Mí; es
la dureza del corazón humano, en el que no
entra ningún arrepentimiento; es la negra
ingratitud, que como monstruo infernal, Me
sofoca la respiración; y uniéndose todos juntos
Me forman un abismo sin fondo, de oscuridad,
de sofocación, de dolores inauditos… ¡Qué
pena!”.
“¡Oh,
exceso
correspondido!
de
mi
Amor
no
Tú Me has hecho pasar de una inmensidad
de Luz Eterna a una profundidad de densas
tinieblas y a una estrechura tal que Me priva
de libertad para poder respirar…”.
Mientras Jesús me dice todo esto siento que
gime, pero con gemidos sofocados por la
estrechez del espacio y yo quisiera deshacerme en
lágrimas por la compasión y darle un poco de luz
con mi amor, como Él lo pide…
¿Pero quién pudiera decir lo que Jesús y
nuestra Madre Santísima sufrieron juntos por
Amor a las criaturas?
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Divina Voluntad
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Mas en tanto dolor y pena, mi siempre
amable Jesús me hace escuchar en el interior de
mi corazón su dulce palabra:
“Así basta por ahora; pasa más bien al
séptimo exceso de mi Amor”.
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9. 7o. EXCESO DE AMOR
El Amor no correspondido y herido por la
ingratitud de las criaturas.
“Hija mía, no quieras dejarme solo en
tanta soledad y en tanta oscuridad; no quieras
salir del seno de mi Mamá para que consideres
bien el séptimo exceso de mi Amor”.
“Escúchame: en el Seno de mi Padre
Celestial Yo era plenamente feliz; no había
bien que Yo no poseyera: alegría, felicidad,
todo estaba a mi disposición… Los Ángeles
reverentes Me rendían culto de suma
adoración y todos estaban pendientes de mis
gestos.
Pero el exceso de mi Amor por el género
humano se podría decir que Me hizo cambiar
de fortuna:
Me despojé de todas mis alegrías y
felicidades, Me desprendí de todos mis bienes
y de toda celestial comodidad, para revestirme
con todos los males de las criaturas, a fin de
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Divina Voluntad
proporcionarles mi felicidad
alegrías y mis gozos eternos”.
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eterna,
mis
“Sin embargo, este cambio hubiera sido
bien ligero para Mí si no hubiera encontrado
en ellos la más monstruosa ingratitud y
obstinada perfidia.
¡Oh, cómo mi Amor quedó sorprendido
ante tanta ingratitud!
¡Oh, cuánta pena Me da la obstinación y la
perfidia humana, las cuales son para Mí más
que espinas, las más hirientes a mi Corazón, el
cual tuvo que sufrir, desde mi Concepción,
inenarrables heridas que seguiré sufriendo
hasta el último momento de mi Vida! Mira,
fíjate bien: mi Corazoncito ¡en cuántas espinas
se encuentra!
¡Observa las heridas que Le hacen y la
Sangre que de Él mana a torrentes! ¡Ah, qué
pena, cuántos dolores siento!”.
“Hija mía, tú no Me seas también ingrata,
puesto que la ingratitud es la pena más dura y
más cruel para tu Jesús; la ingratitud es más
que cerrarme en la cara la puerta del corazón
para dejarme afuera, todo congelado de frío,
sin amor…”.
25
Divina Voluntad
Volumen 1
“Y, sin embargo, mi Amor, ante tanta
perversidad del corazón humano, no se ha
detenido; por el contrario, se dispone a otro
Amor más elevado, que Me hace ser
mendicante, gimiente y suplicante; y esto,
hija mía, es el octavo exceso de mi más
profundo Amor”.
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Divina Voluntad
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10. 8o. EXCESO DE AMOR
El Amor mendicante, gimiente y suplicante.
“Hija mía, no Me dejes solo; sigue
apoyando tu cabeza sobre el seno de mi Mamá,
que también desde fuera sentirás mis gemidos
y mis súplicas; pero verás que ni mis gemidos
ni mis súplicas moverán a compasión por mi
Amor a la ingrata criatura; y Me verás
entonces, pequeñito todavía, extender mi
mano como el más pobre de los mendigos,
pidiéndoles por piedad sus almas, al menos
como limosna. De esta forma espero atraer a
Mí sus afectos y sus corazones congelados por
el egoísmo.
Mi Amor, hija mía, quiere vencer a
cualquier precio el corazón del hombre; y por
eso, viendo que éste, después de haber usado
el séptimo exceso de mi Amor, era todavía
reacio, haciéndose el sordo y sin preocuparse
ni de Mí ni de mis bienes, Me he decidido a ir
más allá”.
27
Divina Voluntad
Volumen 1
“Mi Amor hubiera debido detenerse ante
tanta ingratitud, pero no; quiso desbordarse
hasta más allá de sus límites y ya desde el
seno materno hago llegar mi voz suplicante a
cada corazón; uso los modos más insinuantes,
las palabras más dulces y penetrantes y las
plegarias más conmovedoras para tocar las
fibras del corazón humano…, y para obtener,
¿sabes tú qué cosa?, el corazón de la criatura,
a la cual digo:
‘Hija mía, dame tu corazón, que es mío y
Yo te daré todo lo que quieras, hasta Mí
mismo, con tal de que Me des a cambio tu
corazón, aunque esté frío de amor; Yo lo
calentaré al contacto de mi Corazón y lo
convertiré en llamas, en llamas que destruyen
en ti todo afecto que no sea de Cielo. Si he
bajado del Cielo para encarnarme en el seno
materno, sabe que lo he hecho precisamente
para hacerte entrar en el seno de Mi Padre
Celestial…
¡Ah, no Me lo niegues, no hagas vanas mis
esperanzas, que serán para ti certezas de
bienes infinitos…!´.
Pero a pesar de esto, viendo a la criatura
todavía reacia a mi Amor y que incluso Me ha
vuelto la espalda y se ha alejado de Mí, he
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Divina Voluntad
Volumen 1
tratado de detenerla y con los gemidos más
tiernos y suplicantes y uniendo mis manitas,
he buscado disuadirla, diciéndole con una voz
sofocada por los sollozas:
‘Ah, ¿ves, alma mía, que Yo no soy sino el
pequeño mendigo, que no pido otra cosa de
limosna sino sólo tu corazón?
¿Pero, será posible, hija mía, que no
quieras tú comprender que este modo de obrar
mío no es sino el exceso más grande de mi
Amor no correspondido?
¿Qué el Creador, para atraer a la criatura a
su Amor, tome aspecto de pequeño niñito para
no atemorizarla y que llegue a pedirle de
limosna su deforme corazón y que viéndola
recalcitrante y reacia y que no se lo quiere
dar, le ruegue, le suplique, gima y llore…, esto
no te mueve a compasión?
¿No ablanda tu corazón?´.
“Y, sin embargo, hija mía, la criatura
racional parece que ha perdido del todo el uso
de razón, pues mientras debería quedar
ahogada en las llamas de mi Amor Divino,
trata por el contrario de deshacerse de él, para
ir en busca de los más bestiales amores, por
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Divina Voluntad
Volumen 1
los que tendrá que precipitarse en el caos
infernal, en el que mucho más amargamente
llorará por la eternidad”.
Escuchando esto que Jesús me dice, ¿cómo
es posible que no me sienta llena de ternura y al
mismo tiempo me sienta horrorizada y
estremecida, pensando en la ingratitud humana y
en sus tristísimas consecuencias, irreparables y
eternas?
Pero mientras me hallo sumergida en esta
consideración tan amarga, vuelvo a escuchar en
mi interior la voz de mi Jesús que me dice:
“Y tú, hija mía, ¿no querrías darme tu
corazón?
¿Querrías tú acaso que también por ti llore
y rompa en gemidos y súplicas, para lograr la
posesión de tu corazón?”.
Y mientras Jesús me dice todo esto sollozando,
mi corazón colmado de una ternura indecible por
su Amor incorrespondido, Le responde con todo el
amor de que es capaz:
“¡Mi amado Jesús, ya no llores más!
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Divina Voluntad
Volumen 1
Sí, sí que te doy no sólo el corazón, sino toda
mí misma; no vacilo en dártelo, sino que para
hacerte un don más agradable quisiera primero
quitar de mi frío corazón todo lo que no es tuyo.
Dame por tanto Gracia eficaz para hacerlo
semejante al Tuyo, para que puedas tomar en él
estable y perenne morada”.
“Está bien, hija mía; ahora ya es tiempo de
que pases más adelante… Entra a considerar el
noveno exceso de mi Amor”.
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Divina Voluntad
Volumen 1
11. 9o. EXCESO DE AMOR
El Amor agonizante que quiere ser vencedor.
“Mi estado actual, hija mía, se hace cada
vez más doloroso. Si Me amas, procura que tu
mirada esté siempre fija en Mí, para que
puedas aprender bien todo lo que te he
enseñado, con el fin de procurar a tu Jesús
algún alivio en tantas penas que sufre; aunque
fuese una sola palabra tuya de amor, una
caricia o un beso afectuoso, a fin de que mi
Corazón tenga el dulce contento de sentirse
correspondido con amor, el cual dará tregua a
mi amarguísimo llanto y a las duras
aflicciones que sufro”.
“Escucha, hija mía:
Después de haber dado al hombre tantas
pruebas de Amor, habría debido plegarse al
contacto con mi verdadero y sublime Amor;
pero en vez de eso Me paga tan mal que Me
hace así pasar a otro excesivo Amor, que para
Mí será el más doloroso si no fuere
correspondido”.
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Divina Voluntad
Volumen 1
“Hasta ahora el hombre no se ha dado por
vencido y por eso al octavo exceso de mi Amor
hago seguir el noveno, que consiste en las
ansias más amorosas, en los suspiros más
encendidos de Amor por él y en los deseos más
ardientes de quererme desaprisionar del seno
materno para correr tras él y después de
haberlo detenido en el borde del mal, anhelo
abrazar y estrechar a este hombre ingrato de
mi Amor, para hacer que se enamore de mi
Belleza, de mi Verdad y de mis Bienes eternos,
de los cuales quiero a toda costa hacerlo
eterno poseedor”.
“Este inestimable designio mío reduce a
mi pequeña Humanidad, aún no nacida, a una
agonía tal que Me hace llegar al último suspiro
de mi Vida, que si no hubiera sido sostenida y
socorrida por mi Divinidad, que es inseparable
de Ella por la Unión Hipostática, ya a estas
horas hubiera exhalado el último respiro. La
Divinidad, comunicándole continuamente la
Vida, la sostuvo en esta agonía de nueve
meses, que habrían de decirse más de muerte
que de Vida”.
“Este, hija mía, es el noveno exceso de mi
Amor, que no fue sino un continuo agonizar
desde el primer instante en que mi Divinidad
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Divina Voluntad
Volumen 1
entró en el seno materno, para tomar los
despojos humanos y esconder en ellos la
esencia misma de mi Divinidad; pues si no, en
vez de amor, infundiría temor a la criatura,
que mi Amor desea desposar”.
“Pero, ¡ay, qué larga agonía no fue acaso
para Mí, la de esperar durante nueve largos
meses a esta criatura!
¡Oh, cómo mi Amor Me sofoca y Me reduce
a un continuo morir!”.
“Te repito, hija mía, que si mi Humanidad
no hubiese recibido de la Divinidad ayuda y
fuerza para sostener el Amor inmenso que
enteramente
Me
devora,
se
hubiese
desdichadamente reducido a cenizas y
consumido por el Amor Operante, que Me ha
hecho cargar con el fardo enorme de las penas
debidas por cada criatura, juntamente con las
satisfacciones exigidas por la Divina Justicia y
con el Amor mendicante, gimiente y
suplicante… Y, ¿qué cosa? El corazón frío e
insensible de las criaturas”.
“Por esta razón mi Vida en el seno de mi
Madre Santísima se ha hecho tan dolorosa,
que ya no soy capaz de estar lejos de la
criatura… Anhelo acercarla, a toda costa, a mi
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Divina Voluntad
Volumen 1
pecho, para hacerle sentir mis latidos
encendidos de Amor, para abrazarla con mi
más tierno y entrañable afecto, para hacerla
dueña de mis bienes eternos… Y sabe que si no
fuese por ti en este momento confortado,
antes aun de que pudiese salir a la luz del día
Me quedaría de hecho consumido por el exceso
de este nuevo Amor mío”.
“Mírame fijamente en el seno materno y mira
cómo Me he vuelto tan pálido; escucha mi voz
que se vuelve como la de un agonizante, cada
vez más débil; siente el palpitar de mi
Corazón, que tan acelerado en sus latidos está
ahora casi sin pulsaciones… Guárdate de
separar la mirada de Mí, pues obsérvame bien,
Yo siento que ahora en este momento Me
estoy muriendo… ¡Sí, Me muero y Me muero
de puro Amor!”.
“Jesús, Amor mío, inseparable de Ti, ¡yo
también siento que me estoy muriendo de amor
por Ti!
¡Después de tus palabras se escucha el
silencio, un silencio sepulcral…!
¡Jesús mío, Amor mío, Vida mía, Todo mío,
no Te mueras, que yo siempre Te amaré; nunca,
nunca más te dejaré, a costa de cualquier
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Divina Voluntad
Volumen 1
sacrificio! ¡Pero dame siempre las llamas de tu
Amor, para poder amarte siempre más y
consumirme cuanto antes toda tuya en amor por
Ti, mi sumo y eterno Bien!”.
Esta agonía de nueve meses ha llevado a
Jesús al punto de sentirse morir cuando estaba
por nacer; de hecho, Él ha nacido a esta vida
nuestra de muerte para hacernos primero sujetar
a la muerte de nuestra voluntad y después
hacernos nacer a la verdadera Vida de su Divina
Voluntad, la Vida Eterna.
Y Jesús, en el
momento solemnísimo de su Nacimiento, se dirige
a todos nosotros, hijos y hermanos suyos, de este
modo:
“Hijos míos, renacidos para mi Amor,
ánimo, levántense y vivan a la Vida de mi
Divina
Voluntad
y
de
mi
Amor;
correspóndanme en todo y así como Me han
hecho compañía a lo largo de los nueve meses
en honor de mi Nacimiento con las nueve
consideraciones de los Excesos de mi Amor,
continúen así a hacerme compañía siempre
durante las 24 Horas de mi Pasión, hasta mi
muerte sobre la Cruz; en ellas comprenderán
ustedes otros excesos más sublimes de mi
Amor, aprenderán a amarme y a darme
reparación y a vivir mi Vida y Me serán un
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Divina Voluntad
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continuo consuelo en las dolorosísimas penas
que recibo de parte de las criaturas ingratas.
Y en este mundo serán ustedes los
verdaderos amantes de mi sepultura y en la
muerte tendrán la mejor parte de mi Gloria.”
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