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ASAMBLEA DE ATTAC ESPAÑA 26-27 NOV. 2011 LA INTEGRACIÓN EUROPEA DOCUMENTO PARA DEBATE Introducción Lo que empezó siendo un borrador de documento titulado ¿Debemos salirnos del Euro? se ha convertido tras un primer debate en la Junta Rectora de Attac Madrid en un texto que reflexiona sobre Attac y la integración europea, por entender que los temas del euro y una posible salida de España de la Eurozona deben ser debatidos en el marco más amplio de nuestro posicionamiento en relación a la integración europea. En base a ese debate en Attac Madrid se propone el presente documento. Se parte de que la creación de la Unión Europea, que se constituye como tal tras un largo proceso que toma cuerpo con el Tratado de Maastricht, y que hoy que aglutina a 27 Estados de Europa en una comunidad política de Derecho en régimen de organización internacional, tiene como idea motora la creación de una moneda común que sería la sustituta de la moneda nacional de los países miembros. La creación de la Eurozona data de 1999 y unió a 17 de los 27 países de la UE, en una Unión Monetaria, siendo el euro la moneda de referencia. Pese a que el proceso de construcción europea ha sido guiado hasta la fecha por los intereses de las élites capitalistas de los países centrales, esta UE puede considerarse un “éxito político” que ha conseguido superar históricas y mortíferas confrontaciones bélicas entre los pueblos de Europa. Pero en el transcurso de estos 12 años de experimento del euro, las proclamaciones de los políticos y economistas europeístas y lo que nos prometían se ha demostrado falso. La Unión Monetaria actualmente está en una situación bastante insostenible y no es solo por la crisis económica mundial, sino por las contradicciones internas inherentes a la formulación de la eurozona. Una de las consecuencias de adoptar el euro y renunciar a la moneda nacional, es la imposibilidad de poder apreciar o depreciar (devaluar) la moneda; esta es una herramienta que tienen los Estados para que dependiendo de la coyuntura puedan manejar sus tipos de cambio y ganar competitividad en el comercio exterior. Otra de las consecuencias es que el Banco Central Europeo, en lugar de los bancos centrales nacionales, es el único con capacidad de acuñar moneda (crear dinero). Por lo tanto, es otra herramienta que pierden los Estados en su política monetaria para asegurar y mantener su estabilidad económica. Asimismo, la imposibilidad del BCE para comprar deuda pública, que se estableció en los tratados de la UE, obliga a los Estados a tenerse que financiar únicamente por la vía presupuestaria (política fiscal) o acudiendo a los mercados financieros para engrosar la deuda. Esto no pasa en los Estados que están fuera de la UM pues sus bancos centrales nacionales pueden utilizar la política monetaria que consiste en canalizar o retirar dinero en el sistema. En efecto, una moneda propia, que supone siempre tener un banco central propio, permite llevar a cabo la política monetaria que se considere más adecuada en función de la situación de cada país. La diferencia fundamental entre las dificultades del estado español para afrontar la situación tras la crisis financiera y la de, por ejemplo, Estados Unidos, consiste en que este poderoso país dispone del dólar y posee, además de la credibilidad financiera que le proporciona ser la potencia hegemónica, una fábrica para imprimirlos, con lo cual, en un momento dado, dándole a la máquina, puede impedir la bancarrota interior y luchar contra la recesión. Sin disponer de ese recurso a la política monetaria, un estado dispone de menos medios y carece de flexibilidad para que si surge un desequilibrio exterior pueda corregirse por otros caminos que no sean el ajuste duro que lo traslada íntegro a las clases trabajadoras. Pero lo que es relevante es entender cómo un país como España lograría de forma eficaz y equitativa una mayor soberanía monetaria. Antes del euro, España tenía su propia maquina de hacer dinero, es cierto, pero también es verdad que lo que hacía con ella no le daba al país una soberanía monetaria aceptable. ¿Por qué? Pues porque tenía que pagar como país tipos de interés de dos dígitos por un bono de 10 años. ¿Es eso ser monetariamente independiente? Habría que dudarlo. Hay que entender además que el euro se creó precisamente para ganar en Europa soberanía monetaria frente a Wall Street y la City. Europa siempre se opuso a tipos de cambios totalmente libres y por eso se creó el sistema de cambio europeo (derrumbado por la City en 1992) y después la moneda única. Y aún así hoy, después de todos los esfuerzos, el BCE no tiene jurisprudencia sobre la City con lo cual no puede ni regular derivados, ni la compra y venta de divisas, ni los odiosos CDS (Crédit Default Swaps). Si la mayoría de los países de la actual UE quieren tener más autonomía monetaria, ¿la solución pasaría por Europa o la encontrarían mejor fuera de ella? Esta es una de las cuestiones que este documento quiere abordar para ayudar a Attac España a fijar su posición como movimiento social. Y hay también algunas otras cuestiones que interesa plantear. Algunos posicionamientos de carácter técnico-económico. España no va a convertirse en un país más competitivo si tras salir del euro pudiera recurrir a las devaluaciones. Attac no suscribe la teoría de que devaluar para exportar más sea una estrategia aceptable en cualquier circunstancia Es un hecho conocido que la inflación, en muchos casos, acaba comiendo las posibles ganancias de la devaluación y lo que suele pasar es que se devalúa una y otra vez, con lo que en determinadas situaciones el país podría acercarse a una peligrosa hiperinflación. Pero el argumento principal que ha de contemplarse es que para Attac la estrategia económica de un país no pasa por conseguir ser más competitivo que sus vecinos. En Alemania funciona una alianza entre trabajo y capital en torno al modelo exportador: es el "corporativismo para la competitividad" puesto en marcha por Schröder a costa de la izquierda del SPD que en aquel momento representaba Lafontaine. Su objetivo es reducir precios de exportación, impuestos de sociedades y todo lo que se tercie para así poder competir en el mundo y en el resto de Europa. Alemania es el país de la Unión Europea en donde mas han bajado los salarios en términos reales desde 1995, donde más han bajado los impuestos de sociedades pero por otro lado también es el país del mundo con más capacidad de expansión de sus mercados nacionales -más de ochenta millones de habitantes- en relación al peso de su sector exportador. Los sindicatos firmaron porque se les aseguraba que a cambio se mantendría a raya el desempleo. Fue el típico pragmatismo sin visión de futuro que a medio plazo está conduciendo a la destrucción del proyecto europeo. Pero se trata de una alianza que es completamente insostenible, tanto o más que el modelo del ladrillo nuestro, pues en parte origina este útlimo. En realidad es la otra cara de la moneda del ladrillo: a los países de la periferia europea sólo les queda vender paisaje y ladrillo si los alemanes les quitan toda posibilidad de mantener puestos de trabajo gracias a su apuesta hipercompetitiva. El que el grueso de la opinión pública alemana no lo vea así no demuestra mucho más que sus medios de comunicación no son plurales y que la herramienta del nacionalismo es un mensaje mucho más fácil que la visión global de las cosas, algo que conocemos de otros países como el nuestro. La decisión de entrar en el euro tal y como se hizo no fue una decisión acertada pero la amenaza de salir del euro, salvo en circunstancias excepcionales que no se dan en la actualidad en la mayor parte de países de la UE, además de un error político está lejos de conllevar la suficiente presión para que los reticentes países centrales tengan que abandonar su oposición a los eurobonos, a un presupuesto potente europeo y una integración fiscal efectiva y más progresiva La construcción del euro fue insensata y España entró en la serpiente europea con una peseta sobrevalorada (que ya tuvo efectos antes de la crisis del 1992) y después en un modelo de unión monetaria con un diseño insensato del Banco Central Europeo al que solo se le fija un objetivo- mas o menos matar la inflación a cañonazos- y sin un anclaje fiscal. Attac cree que posiblemente hubiera sido mejor no entrar en esas condiciones, y la prueba es que a los países que no lo hicieron la cosa tampoco les ha ido tan mal. Suecia, por ejemplo, es un país que experimentó una fuerte crisis a principios de los 90 y si es cierto que la economía sueca no es la española, hay que convenir que de algo les sirvió tener una corona algo devaluada sobre la que pudieron actuar. Lo anterior no quiere decir que Attac tenga que plantearse defender la salida del euro. Incluso desde un punto de vista económico, los costes de abandonar el euro podrían superar a los posibles beneficios, Hay procesos que son irreversibles o, cuando menos, fuertemente condicionantes. Desde un punto de vista estrictamente económico, hay que tener en cuenta que en todo el periodo que España ha estado dentro del euro han pasado un par de hechos relevantes como son: a) en el plano de la economía real una fuerte reestructuración del aparato productivo español, como directriz general de una cierta desindustrialización y cierre de muchas plantas productivas; y b) en el plano de las finanzas se ha observado un gran endeudamiento interno y externo en euros. Las ventajas de una devaluación son siempre que promueven las exportaciones y encarecen las importaciones y en una economía diversificada el balance puede llegar a ser positivo. Pero en el caso español actual, habría que hacer muy bien los cálculos ya que aunque hay ya un sector exportador que ha adaptado su actividad y organización empresarial al mercado internacional y que seguramente podría salir beneficiado, hay otro sector con enormes dificultades de organización para salir fuera y que a corto plazo tendría poca capacidad de reacción. Y por último, hay muchos sectores donde ya no existe casi presencia productiva y en los que seguimos dependiendo de las importaciones. A corto plazo, una fuerte devaluación generaría un incremento de precios de estos productos que se traducirían en aumentos de costes internos. El balance neto seguramente sería más modesto de lo esperado, por cuanto nuestra estructura productiva es hoy globalmente menos diversificada que en el pasado. Pero si el balance en la economía real podría ser moderadamente positivo (lo que es en todo caso dudoso), en el plano financiero experimentaríamos sin duda un verdadero terremoto. Sobre todo porque habría que saber cual sería el tipo de cambio de referencia y ver también como se evalúan las deudas pendientes. Si, por ejemplo, la neopeseta se devaluara pero los préstamos siguieran referidos a euros, ello podría significar un fuerte aumento de las deudas. Y después de la reforma constitucional aún estamos peor para afrontar una suspensión de pagos que aliviara la deuda externa y casi seguro que sería inevitable un corralito para evitar la salida masiva de dinero. En cualquier caso hay motivos para pensar que el ajuste sería muy fuerte. No conviene razonar como hacen muchos economistas convencionales, comparando dos situaciones estáticas sin contar con los impactos de la transición Más que la salida del euro, la alternativa que Attac defiende para evitar la desintegración definitiva de Europa es forzar la rectificación de los fallos estructurales en la construcción de la unión monetaria y, con carácter urgente, forzar igualmente la toma de algunas medidas ineludibles como por ejemplo las que se exponen a continuación: 1 Empezando por la labor de rectificar los fallos “estratégicamente” estructurales porque responden a un diseño deseadamente imperfecto desde el punto del equilibrio y la justicia global pero que garantizan unas condiciones inmejorables para el capital europeo- es necesario corregir la falta de mecanismos de coordinación de las políticas económicas, la ausencia de una hacienda europea y de un presupuesto suficiente, la renuncia de disponer de un auténtico banco central que financie a los estados cuando estos lo necesiten para no hacerlos esclavos de la banca privada, la falta de supervisión financiera centralizada, que hubiera impedido los desmanes de las entidades financieras, o de instituciones que garanticen una toma de decisiones democrática y un control efectivo de los poderes informales que se superponen sobre las instituciones representativas. 2 En concreto, se requiere una profunda reforma del Banco Central Europeo para que sea un instrumento de las políticas comunitarias y se haga cargo de la financiación de la deuda de los estados. Que se organice una quita o reestructuración generalizada de la deuda de los países que lo necesiten y que se planee un plan de pagos a medio y largo plazo que no lleve consigo la ruina de Europa sino que garantice la generación de ingresos en todos los países. Dicho con palabras que todo el mundo entiende: tal y como salvaron antes a los bancos, tienen que salvar ahora a los pueblos, a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos que crean empleo y a las economías en general. 3 Debe crearse también una institución pública financiera en Europa que inmediatamente garantice recursos a empresas y consumidores. Se necesita una potente banca pública, tanto en la Eurozona como en los estados que la conforman. 4 Ha de ponerse en marcha, en cuarto lugar, un plan urgente de reactivación de la actividad económica, pivotando sobre actividades ambientalmente sostenibles tendentes a satisfacer las necesidades sociales básicas que han quedado desatendidas por la crisis y basado en el impulso de nuevas líneas productivas. Sería una especie de “Plan Marshall” europeo (la referencia histórica sólo busca perfilar la iniciativa) que posiblemente debería contar con el apoyo internacional en el marco de acuerdos globales sobre nuevos estilos de gestión pública transparente y participativa que busquen la justicia global y el buen vivir de la mayoría de la población. 5 Finalmente, es imperioso llevar a cabo un plan urgente de fortalecimiento democrático de las instituciones europeas y de coordinación de las políticas que permitan aplicar todo lo anterior, sobre todo, limitando el poder financiero y la influencia decisiva que viene teniendo las operaciones especulativas. Attac es consciente de la dificultad de poner en marcha una alternativa como la esbozada. Mejor dicho, el movimiento social esta convencido de que tal alternativa no se va a llevar a cabo mientras predominen los intereses que hoy día gobiernan Europa y mientras que los poderes que la dominan no tengan enfrente, en la calle y en las instituciones, contrapesos contundentes y de suficiente envergadura. Lo que nos lleva al terreno político. Algunos posicionamientos de carácter más político. La solución a los problemas españoles con la Unión Europea no está en volver a los estados-nación, ni aún utilizando el argumento de que la Europa del capital que se nos ofrece no nos satisface Para poder hacer frente a algunos problemas de carácter global, en España necesitamos instituciones políticas y democráticas a nivel Europeo. El capital actúa a nivel europeo y global y nosotros tenemos que hacer lo mismo. Lo demás es volver a los nada deseados nacionalismos de antes. Una solución que Attac defiende sería avanzar hacia el federalismo europeo, sin el cual el propio euro no conseguirá superar sus problemas estructurales. Y el primer paso, perfectamente posible, es un gobierno económico europeo federal, para lo cual es preciso un ministerio de finanzas con presupuesto europeo, y que ese ministerio se encargue de los pasos necesarios para afrontar la crisis: armonización fiscal, impuestos europeos, empezando por el ITF, y continuando por los eurobonos. Attac considera que hay que seguir siendo muy críticos con el actual diseño europeo pero ello nunca nos ha de hacer renunciar a nuestro empeño por apoyar una integración europea inclusiva y por extender la solidaridad y la cooperación internacionales al resto del planeta La reestructuración productiva que ha generado el mercado único estaba diseñada para favorecer la concentración productiva y las economías de escala y esto explica también la asimétrica posición de los distintos países. Hasta ahora nunca ha habido ningún propósito de construir una Europa política y social porque esto conllevaría un coste para los países mas desarrollados. Por ello es urgente defender un diseño de modelo de Europa verdaderamente inclusivo y que empiece a pensar en soluciones a escala europea: Tanto por razones de equidad como ambientales, este debe ser el propósito de cualquier proyecto alternativo que se tenga por tal. Una propuesta como conclusión Pese a haberlo intentado hace unos años sin éxito, ha llegado el momento de que Attac España cree e impulse una comisión estatal sobre integración europea cuyo cometido principal sería trabajar desde los distintos territorios del país en profundizar en los posicionamientos, tanto económicos como políticos, que esta Asamblea llegue a aprobar. Y esa comisión estatal debería, conforme se vaya consolidando, impulsar igualmente una plataforma más amplia que incorpore a otras organizaciones y colectivos cercanos a tales posicionamientos y con los que enriquecer el debate.