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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
Facultad de Geografía e Historia
Departamento de Historia Moderna
TESIS DOCTORAL
RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y FRANCIA DESDE LA PAZ DE LOS
PIRINEOS (1659) HASTA LA GUERRA DE DEVOLUCIÓN (1667).
LA EMBAJADA DEL MARQUÉS DE LA FUENTE
Isabel Yetano Laguna. Licenciada en Filosofía y Letras.
Madrid 2007
2
Universidad Nacional de Educación a Distancia
Facultad de Geografía e Historia.
Departamento de Historia Moderna
“Relaciones entre España y Francia desde la Paz de los Pirineos
(1659) hasta la guerra de Devolución (1667). La embajada del
Marqués de la Fuente”.
Isabel Yetano Laguna.
Director: Juan Antonio Sánchez Belén.
3
4
AGRADECIMIENTOS
Mi sincera gratitud al doctor Don Juan Antonio Sánchez Belén, director de
esta tesis, que me prestó una inestimable ayuda para su realización.
Al doctor Don Miguel Angel Ochoa Brun que me hizo valiosas sugerencias
que he procurado tener en cuenta y que me dio palabras de aliento. Siempre
recordaré su magisterio de excelente historiador.
5
6
ÍNDICE
Páginas
CLAVE PARA LAS ABREVIATURAS.......................................
11
INTRODUCCIÓN...........................................................................
13
Capítulo I. EL SUEÑO DE LA PAZ………..………….............
21
Capítulo II. LA EMBAJADA Y EL EMBAJADOR..................
47
2.1. La embajada de París…………………………………… 47
2.2. Los primeros embajadores….…………………………... 53
2.3. El Marqués de la Fuente.............................................…..
55
2.4. La llegada del Marqués de la Fuente a París….………… 80
2.5. La Jornada de Alsacia……………………………...…… 86
2.6. La Dieta de Ratisbona…………………………...……… 92
2.7. El regreso a París……………………………..…………
103
2.8. El papel de quejas…………………………….…………
109
2.9. El Marqués de la Fuente pide volver a España…….…… 119
2.10. Un encargo doloroso: la noticia de la muerte de
Felipe IV…………………….……………………….
130
2.11. El Marqués de la Fuente recibe la licencia…….………
143
2.12. El Marqués de la Fuente se despide de París….………. 157
2.13. Los últimos años en Madrid…………………………… 167
Capítulo III. EL INCIDENTE DE LONDRES…………..…….
171
3.1. La audiencia de las excusas………………………..……
181
7
3.2. Consecuencias del incidente de Londres………………
187
Capítulo IV. LA DIPLOMACIA FRANCESA Y EL AISLAMIENTO
INTERNACIONAL DE ESPAÑA………………….…….….…
203
4.1. El acercamiento de Francia a Holanda…………………
204
4.2. Las relaciones de Francia con Inglaterra………………
214
4.3. Francia y el Imperio ……………………………………
233
4.4. La Diplomacia de Francia en el Norte y en el Este de Europa:
Dinamarca, Suecia y Polonia…………………………
248
4.5. Una maniobra efectista: la incorporación de Lorena
a Francia ……………………………………………..
257
4.6. Injerencia de Francia en los cantones Suizos
y Grisones ………………………………………...….. 267
Capítulo
V.
EL
ENFRENTAMIENTO
DE
FRANCIA
CON
ROMA.............................................................................................
273
5.1. El incidente de Crequi………………………..…..…….
274
5.2. La conferencia de Lyon……….……………..…………
288
5.3. La mediación de España……………………….………
310
5.4. Fin del enfrentamiento entre Francia y Roma……….....
325
Capítulo VI. LA CUESTIÓN DE PORTUGAL........................
341
6.1. La búsqueda de la normalización diplomática
entre Francia y Portugal………………………………
343
6.2. Hacia la legitimidad dinástica de los Braganza…………
349
6.3. El reconocimiento del reino de Portugal. La realidad de los
8
intercambios comerciales luso-franceses ……………
362
6.4. El apoyo militar de Francia a Portugal…………………
370
6.5. La independencia de Portugal. La diplomacia
francesa en acción……………………………………
Capítulo
VII.
PRELIMINARES
DE
LA
GUERRA
393
DE
DEVOLUCIÓN................................................................................ 415
7.1. Conflictos territoriales y aislamiento militar de Flandes… 415
7.2. El problema de las infraestructuras
en los Países Bajos………………………..…………… 431
7.3. Las pretensiones dinásticas de Luis XIV sobre
los Países Bajos ……………………………………… 443
7.4. Preparativos de guerra…………………………………..
452
7.5. La invasión de Flandes………………………………….
476
CONCLUSIONES..........................................................................
503
FUENTES MANUSCRITAS........................................................
513
BIBLIOGRAFÍA............................................................................
517
APÉNDICE......................................................................................
525
9
10
ABREVIATURAS
AGS = Archivo General de Simancas (Valladolid)
AHN = Archivo Histórico Nacional (Madrid)
BNM = Biblioteca Nacional de Madrid
AGP = Archivo General de Palacio (Madrid)
RAH = Real Academia de la Historia (Madrid)
Mss. = Manuscritos
R = Raros
Leg. = Legajo
Lib. = Libro
Op. Cit. = Obra citada
11
12
INTRODUCCIÓN
El estudio de las relaciones internacionales despierta hoy un
indudable interés. Si nos referimos a las relaciones entre España y Francia
durante el siglo XVII, el interés es especial porque la lucha que
mantuvieron ambas potencias por la hegemonía les convirtió en actores
principales de la historia de Europa en esa centuria, lo que explica los
numerosos estudios publicados hasta la fecha sobre el tema 1. No obstante,
las investigaciones se han centrado principalmente en la primera mitad del
siglo existiendo una laguna historiográfica respecto a las relaciones entre
España y Francia durante la segunda mitad del siglo XVII. Esta laguna es
mayor si nos referimos a los años 1659-1667, años que, según Stradling,
parece que España despareció del mapa de Europa –desaparición realizada
simbólicamente en las páginas de muchos manuales, y literalmente en un
estudio de la época de Luis XIV-2.
La historiografía sostiene que a partir de 1659, con la firma del
Tratado de los Pirineos3, España y Francia inician una etapa de paz
largamente deseada, se reanudan las relaciones diplomáticas entre los dos
1
Sobre relaciones entre España y Francia ver: STRADLING, R.: Europa y el declive de la estructura
imperial española 1580-1720, 1992, Felipe IV y el gobierno de España (1621-1665), 1989.
VALLADARES, R.: Portugal y la Monarquía hispánica 1580-1688, 2002. KAMEN H.: España en la
Europa de Luis XIV, en Historia de España R.Menéndez Pidal, Vol. XXVIII, 1993. BELY: Les rélations
internacionales en Europa XVII –XVIII siècles, 1998. SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: Las relaciones
internacionales de la monarquía hispánica durantela regencia de Mariana de Austria, en Studia
Histórica, Vol. 20, 1999.
2
Como consecuencia del Tratado de los Pirineos parece que España desapareció del mapa de Europa,
STRADLING, R.: “Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720, p. 192, Madrid
1992.
3
Ver VALLADARES, R.: “El Tratado de Paz de los Pirineos: una revisión historiográfica (1888-1988)”.
Espacio tiempo y Forma, serie IV, n° 2, 1989, pág.125-139. y DOMÍNGUEZ ORTÍZ, A.: “España ante la
Paz de los Pirineos”. Hispania, nº. LXXVII, 1959.
13
países históricamente enfrentados (rotas desde 1635 cuando Luis XIV y
Richelieu intervienen en la guerra de los Treinta Años con el propósito de
frenar el poder de la Casa de Habsburgo en centro Europa tras el triunfo de
Nordlingen), se reabren las respectivas embajadas de España y de Francia
en París y Madrid y se percibe en ese momento un fuerte deseo de paz. Sin
embargo la paz apenas durará ocho años ya que en el verano de 1667 Luis
XIV invade los Países Bajos españoles inaugurando una nueva etapa de
conflictos bélicos intermitentes que proseguirán hasta finales de la
centuria4. El objetivo de este trabajo es analizar los hechos sucedidos entre
1659 y 1667 para comprender cómo se llega tan rápidamente a la guerra de
Devolución habiéndose ajustado la importante Paz de los Pirineos.
Partiendo de los acuerdos firmados en 1659 que ponen de manifiesto
una voluntad de paz y buena correspondencia entre España y Francia nos
planteamos: ¿existía por parte de Luis XIV la voluntad de mantener la
buena correspondencia? ¿Se aplicó el Rey Cristianísimo, desde que firmó
la paz de los Pirineos, a otra cosa que no fuera fabricar la ruina de España,
como afirmó el Consejo de Estado en 1667? ¿Fue el Rey Cristianísimo
durante esos años “el mayor enemigo de la Augustísima Casa”, como
declaró el Duque de San Lucar en 1667? De los designios del Rey
Cristianísimo de“aspirar a una Monarquía Universal” ¿se siguieron daños
para España, o más bien Luis XIV puso deliberadamente a España, desde el
primer momento, en el punto de mira de la expansión francesa? ¿Qué
mecanismos empleó Francia para llevar la guerra a España cuando se había
comprometido con ella a mantener amistad y alianza y a no perjudicarla?
4
La Guerra de Devolución terminó en 1668 con Paz de Aquisgrán. La posterior agresión de Luis XIV a
Holanda originó en 1673 la coalición Gran Alianza de la Haya —de la que España formaba parte— que
luchó lucha contra Francia hasta 1678 (Paz de Nimega). En 1686 Luis XIV se enfrentó contra la Liga de
Augsburgo —de la que también formaba parte España—hasta 1697 (Paz de Ryswyk).
14
¿Qué papel jugaron otras potencias? ¿Cuál fue el comportamiento de
España?
El estudio de la acción “exterior” de la Monarquía Católica durante
los años sesenta del siglo XVII, relacionada y dependiente de la acción
“interna”, se hace siguiendo la abundante correspondencia del Embajador
Extraordinario en París durante los años 1661-1667, el Marqués de la
Fuente, y las Consultas del Consejo de Estado que estudian dichas cartas.
Desde su privilegiado observatorio —“la oficina donde se fraguan cuantos
materiales sirven para la fábrica de toda Europa—”5, el Embajador
informa a Madrid de los principales problemas que afectan a la política
española y a Europa, sus cartas se estudian en el Consejo de Estado (cuya
misión principal, aunque no fuera la única, era deliberar sobre la política
exterior), y tal materia, en la segunda mitad del siglo XVII, se puede
comprender que alcanzó una importancia excepcional. Por el Consejo de
Estado corría la correspondencia ordinaria con todos los embajadores
residentes en las cortes extranjeras, y desde él se emitían las instrucciones
reales a ellos dirigidas6.
La rica documentación pone en relación la historia local y los temas
internacionales, explica aspectos de la historia interna, de la acción exterior
y del Poder político. Dice J. Alcalá-Zamora y Queipo de Llano que la
indagación del Poder y de la actividad internacional de los principales
Estados exige el análisis de tres apartados mayores: la potencialidad, —los
5
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 de enero 1666. Carta del Marqués de la Fuente a Pedro
Fernández del Campo.
6
BARRIOS, F.: “El consejo de Estado de la monarquía española 1521-1812”, Madrid 1984, p. 152.
Durante el siglo XVII la importancia del Consejo de Estado se ve acrecentada con un incremento incluso
de atribuciones administrativas hasta entonces lejanas a su atención y se regula también el número de
reuniones. Durante la regencia de Mariana de Austria el Consejo de Estado, pese a estar subordinado a la
Junta de Gobierno y sufrir la consiguiente sustracción de competencias, despliega una gran actividad. La
Regente somete a su dictamen todas las disposiciones emanadas del poder real.
15
recursos técnicos y humanos disponibles—, la funcionalidad —
organización y funcionamiento de la maquinaria estatal—, y, en el plano
ideológico y cultural, el Programa y los conceptos operativos7. Las cartas
del Marqués de la Fuente y las Consultas del Consejo de Estado, que
estudian la información enviada por el Embajador, aportan importantes
datos para explicar todos estos aspectos de la política de España en la sexta
década del siglo XVII, algunas veces mezclados. Las cartas del Marqués de
la Fuente aportan también información de las actuaciones de Francia.
Las fuentes principales consultadas son los legajos que se llevó
Napoleón Bonaparte a Francia en 1810 y que fueron catalogados en París
en 1912 por Don Julián Paz. Recuperados en 1942, hoy se encuentran en el
Archivo General de Simancas cuidadosamente restaurados y ordenados
formando los legajos K Estado, Francia. Los legajos K1385 a K1711
contienen numerosas cartas del embajador de la Fuente desde París a
Madrid, Consultas del Consejo de Estado, cartas del Rey Cristianísimo, de
S.M. Católica, del Marqués de Castel Rodrigo y otros, así como diversos
informes. En el Archivo Histórico Nacional, Sec. Estado, hemos podido
consultar cartas del Marqués de la Fuente desde las embajadas de Venecia,
Viena y París así como cartas de de S.M. Católica, Instrucciones a
embajadores, poderes, nombramientos, tratados internacionales, etc. En la
Sección Consejos se ha consultado la concesión de títulos y cargos al
Marqués y en la Sección Ordenes Militares otras informaciones sobre la
vida del Marqués de la Fuente. En el Archivo General de Palacio: papeles
complementarios sobre la vida del Marqués de la Fuente y sobre las fiestas
que se celebraron en 1659; en la Biblioteca Nacional, —Sección
Manuscritos y Raros— crónicas de la época que describen los deseos de
ALCALÁ ZAMORA y QUEIPO DE LLANO, J.: “Zúñiga, Olivares y la política de reputación”, en “La
España del Conde-Duque de Olivares”, Encuentro internacional sobre la España de Conde Duque de
Olivares celebrado en Toro los días 15-18 septiembre 1987. ELLIOT, J.H. Valladolid 1990, p. 103.
7
16
paz de 1659 y documentos que apoyan los derechos de Luis XIV a los
Países Bajos y otros que sirven a la Regente para defender los suyos. Los
fondos de la Real Academia de la Historia —Colección Salazar y Castro—
nos han permitido estudiar la biografía del Marqués de la Fuente y su
familia. Además se han consultado fuentes impresas.
Hemos estructurado la investigación en una serie de capítulos. En el
primero, siguiendo crónicas y testimonios literarios y artísticos de la época,
se describe el sueño de paz que vive España en 1659 tras la firma del
Tratado de los Pirineos, breve y feliz sueño que se puede apreciar en el
recibimiento que se hace al embajador de Francia que viene a recoger a la
Infanta, en las fiestas que se organizan para celebrar la paz y la boda (“La
púrpura de la rosa”), en la llegada de María Teresa a París, o en la firma
de la paz con Inglaterra.
A continuación, en el segundo capítulo, se estudia la embajada de
España en París en los años 1660-1667, embajada difícil porque se abre
después de estar cerrada casi veinticinco años y porque coincide con el
momento de gobierno personal y de “magnificencia” del Rey
Cristianísimo. Se estudia la vida del Marqués de la Fuente y las dificultades
con las que se encuentra para cumplir los objetivos que persigue España, la
percepción que el Embajador tiene de los problemas, la relación con Luis
XIV, con las reinas y con los ministros, las dificultades económicas, etc.
El tercer capítulo se refiere al incidente de Londres de 1661.
Estudiamos cómo Luis XIV utilizó el incidente como excusa para exigir a
España la precedencia que ésta disfrutaba desde antiguo en las cortes
europeas, las negociaciones que se llevaron a cabo para pactar el
17
documento que el embajador de la Fuente leyó en la “audiencia de las
excusas” y las consecuencias de dicho incidente.
El capítulo cuarto analiza las actuaciones de Francia dirigidas a aislar
diplomáticamente a España en los años 1660-1667. Varios son los pasos
seguidos en esta línea. Por un lado el establecimiento de una liga con
Holanda excluyendo a España. Estudiamos los obstáculos que pone
Francia al intento de España de formar parte de dicha liga y la tenacidad
del Marqués de la Fuente para conseguirlo. En este capítulo se estudia
también el acercamiento de Francia a Inglaterra con la intención de
perjudicar a España porque con ello consigue alejar a Inglaterra de España
y, sirviéndose de Inglaterra, ayudar mejor a Portugal para que ésta pueda
ganar la guerra. El acercamiento a Inglaterra es una deslealtad de Francia y
se concreta en el apoyo de Mazarino al matrimonio de Carlos II Estuardo
con Catalina de Braganza, en el matrimonio del Príncipe Felipe de Orléans,
hermano de Luis XIV, con la princesa Enriqueta, hermana de Carlos II y en
la compra de Dunkerque. Se estudia también el acercamiento de Francia
a Suecia, a Dinamarca y a Polonia, la injerencia de Francia en Suizos y
Grisones, el intento de anexión de Lorena y, lo que es más doloroso para
España: el acercamiento de Francia al Imperio.
El capítulo quinto aborda el enfrentamiento de Francia con Roma en
el que, a su pesar, se ve involucrada España. Felipe IV se encuentra en una
posición difícil entre los intereses de Luis XIV (que practica una política
antiespañola y en ese momento amenaza a Roma con la guerra), y los
intereses de Alejandro VII (que, aunque aliado de S.M. Católica, en ese
momento intenta reconocer al ministro de Portugal lo que perjudica los
intereses de España). Sirviéndonos de las cartas del Marqués de la Fuente y
de las Consultas del Consejo de Estado, intentamos conocer cómo se
18
solucionó tan difícil situación. El enfrentamiento de Francia con Roma
forma parte de la estrategia de Francia para aislar a España, para evitar que
España tenga aliados y pueda ganar la guerra que sostiene con Portugal.
En cuanto a la guerra de España con Portugal, “el problema más
importante de la Monarquía Católica”, en las cartas del Marqués de la
Fuente buscamos pruebas de los suministros que Francia envía a Portugal,
y de las negociaciones que Francia hace con Portugal para que el Rebelde
case con princesa francesa. Estudiamos también la negociación entre el
embajador de España y el Rey Cristianísimo con ocasión de la pragmática
publicada por Luis XIV acerca de que sus navíos sólo podían ser
reconocidos si navegaban a 20 millas de la costa, decisión contraria a la
letra y al espíritu del tratado. Es el capítulo al que titulamos La cuestión de
Portugal.
Finalmente, en el capítulo llamado los preliminares de la guerra de
Devolución, estudiamos paso a paso desde distintos ámbitos (París, Madrid
y Bruselas), y distintas personas (Luis XIV, el Marqués de la Fuente y el
Marqués de Castel Rodrigo), el lento y amenazador tránsito hacia una
guerra inevitable. Se estudia la pretensión de Luis XIV de poseer los Países
Bajos, las alusiones que el Rey Cristianísimo hace al embajador español
con motivo de las negociaciones de la liga con Holanda o con motivo las
capitulaciones de la Infanta Margarita; se estudian también las exigencias
francesas para impedir el paso de tropas españolas de reemplazo (desde
Italia y no desde Alemania, para no involucrar al Imperio en actitudes
hostiles a Francia), la actitud del Embajador que negocia con cautela, la
indignación de Castel Rodrigo en Bruselas que espera aún una ilusoria
victoria en Portugal, —el reino que su abuelo obtuvo para Felipe II—, etc.
19
Finalmente la respuesta del Consejo de Estado a las reiteradas advertencias
del Marqués de la Fuente de la inminente guerra.
20
Capítulo I
EL SUEÑO DE LA PAZ
En 1659 en España se percibían expectativas de paz y felicidad. La
paz con Francia había sido largamente buscada y los preparativos para su
firma auguraban una etapa de buenas relaciones entre estos dos países. La
ansiada paz con Francia fue firmada por Mazarino y Don Luis de Haro el 7
de noviembre de 1659 en la fronteriza isla de los Faisanes y se llamó Paz
de los Pirineos8. Aunque dicho Tratado significó para España la pérdida del
Rosellón, la Cerdaña, el Artois y algunas plazas de Flandes y también el
reconocimiento tácito de la pérdida de la hegemonía en Europa, el país,
cansado de una guerra desastrosa y continua que duraba casi cuarenta años,
acogió la nueva paz como el náufrago a quien se tiende la tabla de
salvamento9. Había terminado la guerra y se podía soñar con la paz. Un
júbilo popular se extendió por todos los reinos.
Un grabado de la época representa al Cardenal Mazarino abriendo la
puerta del Templo de la Paz y a D. Luis de Haro cerrando la puerta del
Templo de la Guerra10. Esta imagen, como otras que veremos más adelante,
constituye un importante testimonio histórico, pero no quiere decir que sea
8
ABREU Y BERTODANO, J.A.: Colección de tratados de paz, alianzas y neutralidad... hechos por los
pueblos, reyes y demás potencias de Europa y otras partes del mundo.... Madrid -1751, parte VII. Sobre
el Tratado de los Pirineos, ver DOMINGUEZ ORTIZ, A. “España ante la paz de los Pirineos”. Hispania,
XIX, 77, 1959, pp, 545-573; y VALLADARES, R.: “El Tratado de los Pirineos”: una revisión
historiográfica (1888-1988), Espacio, Tiempo y Forma, serie IV n° 2 1989, pp. 125-137.
9
DELEITO Y PIÑUELA, J. “El rey se divierte”, Madrid 1988, pp.240.
10
“Le Cardinal Mazarin ouvrant la porte du Temple de la Paix, et D. Luis de Haro fermant celle du
Temple de la Guerre”. Grabado anónimo iluminado. Bliblioteque Nationale (cabinet des Estampes),
París. Expuesto en la Exposición conmemorativa del tercer centenario de la boda de Luis XIV con María
Teresa de Austria. Madrid, marzo 1660. Instituto Francés en España.
21
reflejo objetivo de ese tiempo y espacio, sino que es parte del contexto
social que la produjo y refleja “el punto de vista” del autor, en este caso el
“punto de vista” interesado de Francia. Las imágenes son a veces poco
fiables y, en este caso, la asociación de Mazarino con la paz y de Luis de
Haro con la guerra es interesada11. No obstante esta mitología, en la que
claramente se desprende que España fue la que inició las hostilidades,
cuando fue Francia con la declaración de guerra de 1635, lo cierto es que a
uno y otro lado de la frontera pirenaica el deseo de paz se imponía a
cualquier otra consideración: si para España el Tratado facilitaba el
reagrupamiento de sus efectivos militares para dirigirlos contra el reino de
Portugal, separado de la Monarquía desde 1640, para Francia suponía la
reorganización de su estrategia política futura que pasaba inevitablemente
por una reforma fiscal y militar. Así, anunciado el fin de la guerra 12 y antes
de firmar el Tratado, en las ciudades de Francia se manifestó la común
alegría y comenzaron las celebraciones de la deseada paz. En Roan los
soldados con trompetas y arcabuces aclamaron la paz en la plaza de la
ciudad y se rezó un Te Deum en la iglesia mayor de Sta. María; en Reims
se formó un teatro en la plaza con flores de lis; en Lyon, Rennes,
Compiegene, San Quintín y otras ciudades se celebraron anticipadamente
las paces con alegría, con salvas, carros triunfales y jeroglíficos, sin faltar
fuentes de vino13. También en España se empezó a disfrutar de la paz antes
de que ésta se firmara. El 6 de agosto salió de Madrid Don Luis de Haro
para dirigirse a Irún en donde trataría el ajustamiento de la Paz con
Mazarino. Le precedía la caballería “con seis trompetas en lucidos caballos,
con baqueros de terciopelo verde liso quaxado de pasamanos de oro, con
pomposos penachos blancos, botas y espuelas...”. Don Luis de Haro
BURKE, Peter. “El uso de la imagen como documento histórico”, Barcelona, 2001, pp.11-24 y sig.
La suspensión de armas ajustada el 21 de junio de 1659 en nombre de S.M. Católica y el Rey
Cristianísimo por los señores D. Antonio Pimentel de Prado y el cardenal Mazarino, fue prolongada hasta
la publicación de la Paz. AHN, Estado, Leg. 2778 nª 19.
13
BNM, Ms. 2387, fol. 194-195. “Fiestas que se hicieron en Francia para celebrar las felices paces”.
11
12
22
portaba regalos para el Cardenal plenipotenciario: “una carroza de 12.000
escudos tirada por ocho hermosos caballos, cantidad de joyas de mucho
valor, 200 cadenas de oro, 16 caballos palafrenes con sus terlices de
terciopelo negro y otras alhajas preciosas....” A lo largo del viaje le
ofrecieron grandes fiestas, por ejemplo en Burgos, y en Irún se encontró
con Mazarino con el que celebró varias entrevistas14.
En septiembre, todavía sin rubricar el Tratado, dice el cronista que se
limpia y empiedra la calle donde ha de vivir el Mariscal Gramont,
embajador extraordinario de Luis XIV que viene a pedir a la Infanta, y se le
dispone la casa con toda ostentación. La llegada del Mariscal Gramont
estaba prevista para el 16 de octubre: entraría en Madrid corriendo con 20
caballeros de los suyos, todos de gala. El día siguiente entraría su hijo de la
misma forma y con otros tantos acompañantes, el primero a la ceremonia
ordinaria de pedir a la Serenísima señora Infanta para su Rey, el segundo a
traerle la joya15. Y así fue, pues Gramont llegó a la corte el 16 de octubre
con su brillante séquito. Salió a recibirle a Maudes don Cristobal de
Gaviria, introductor de embajadores, por orden de Felipe IV, celebrándose
a continuación su solemne entrada en Madrid por la puerta y calle de
Alcalá, Puerta del Sol, calle Mayor y Platería, entre un gentío enorme y
alborozado16. El cronista describe la solemnísima entrada en Madrid del
embajador extraordinario de Francia que viene a pedir a la Infanta como un
dichoso y feliz día, (dichosísimo para el que mereció ser escogido para
nuncio de tan alto empleo), y de don Cristóbal de Gaviria, dice: “salían
más reflejos que de sus diamantes, aunque eran muchos; pero ¡qué
maravilla, si conducía las Lises de oro al Solio Augustísimo de España!
Después de saludar al Rey y a la Reina, el sr. Mariscal se dirigió a la
ALENDA Y MIRA, J. :”Relacion de solemnidades” , Madrid 1903, pp. 346, 347, 348.
PAZ Y MELIÁ.: “Los avisos de Jerónimo Barrionuevo”. B.A.E. CCXX Madrid, 1969.
16
DELEITO Y PIÑUELA, J.: “El rey se divierte”, Madrid 1988, p. 240.
14
15
23
posada donde tenía prevenido aposento con “general aplauso del
pueblo”17. El día 30, después de visitar Aranjuez y el Escorial, se
intercambiaron regalos: los señores de estos reinos dieron al embajador de
Francia 18 caballos andaluces, “los más bellos y bizarros que bebieron las
aguas del Betis”. Él regaló cadenas de oro, joyas y otras cosas de gran
estimación. El lunes 31 regresó a Francia18.
El cronista Alvaro Cubillo de Aragón describe también el festín con
el que el prócer don Alfonso Enriquez de Cabrera agasajó al ilustre
huésped. Dice que hizo época. “Fue a imitación de los persas: se sirvieron
ochocientos platos, quinientos de carne y trescientos de principios y
postres, con tanto lucimiento, acierto y con tantas ceremonias y reverencias
corteses que admiró Francia la limpieza y aseo del agasajo español.
Aranjuez y Vera tributaron fruta; Granada, Valencia y sus costas, dulces;
San Martín, Cebreros, Esquivias, Lucena y La Puebla generosos vinos y
excelentes limonadas a los que se dio título de oro molido y potable.
Corrieron por el suelo arroyos de este fauvísismo licor, mal digo arroyos,
mares navegables en que se edificó un dulce y seguro muelle de confitura
derramada para que los convidados pusiesen los pies en tierra firme, sin
riesgo de anegarse en el golfo de los brindis que a la salud de los monarcas
BNM, R-28658-8, “Relación breve de la solemnísima entrada que hizo en la villa de Madrid... el
Exmo. Sr. Duque de Agramont, compuesta y escrita por Alvaro Cubillo de Aragón”, Publicación en
Madrid por Andrés García de la Iglesia, 1659.
18
BNM, Ms. 2387, fol. 75, 76-79-80. ALENDA Y MIRA, J.: “Relaciones de solemnidades”, Madrid
1903. P. 349-352. Su posada, en las casas del sr. A. de Alona, estaba aderezada con riquísimas tapicerías,
camas y alhajas de grandísimo valor. Al día siguiente le visitaron en ella los Grandes Señores y Títulos de
estos reinos y muchos consejeros y ministros de S.M., después fue al santuario de Ntra Sra. de Atocha y
por la noche le divirtieron los músicos de cámara de S.M. con un concierto complaciéndole tanto la
maestría y suavidad de sus voces que una de sus letras la hizo repetir hasta cinco veces. También hubo
dances. El domingo 19 quiso S.M. que asistiera a misa en la Capilla Real en donde ocupó el puesto de
embajador de Francia. Allí el mariscal y su séquito admiraron a S.A. María Teresa y después la
acompañaron a las Descalzas Reales aclamándola como reina suya. Ese día el Almirante de Castilla,
grande y excelentísimo a todas luces, ofreció un convite al sr. Duque de Gramont, tan singular que sin
duda excedió a cuantos celebran por maravillosos los de antiguo. Concurrieron en él los mayores señores
de estos reinos. En los días siguientes el mariscal visitó el de nuevo el Palacio Real, devolvió las visitas a
los señores quienes le mostraron su grandeza y sus casas, admirando en ellas el dibujo flamenco y las
tapicerías.
17
24
fueron tantos que pudiera zozobrar en ellos la barca de Amiclas, pero
aseguróla el nombre de César y el del Almirante que tiene el nombre de los
mares. Se representó una comedia que puso fin al gran día, y se le
ofrecieron los dos mejores caballos de la caballeriza”. Añade el cronista:
“cuando las acciones son tan grandes y tan dignas de saberse, no cabe ni
se acomoda el silencio en los estrechos límites de la modestia: sépalo el
mundo, celébrelo la fama en los futuros siglos y sepan las naciones que el
monarca español (no solamente Grande sino Máximo) tiene vasallos que
pueden tanto, sin más prevención que el breve término de un día, para que
redunde todo en honra y gloria de Dios y de la Serenísima Infanta, Arco de
paz hermoso de las dos monarquías, lazada y vínculo de las dos coronas,
que formidables a los infieles y rebeldes ensalcen la fe católica y cristiana
religión en los cristianísimos y catolicísimos hombros de sus príncipes,
siempre amigos para ser siempre invencibles”19.
Los gastos que se originaron con el recibimiento, hospedaje y regalos
que se hicieron al Mariscal de Gramont y su séquito en 1659 fueron
elevadísimos como se puede comprobar en las facturas que se conservan en
el Archivo General de Palacio20.
Felipe IV encargó a Velázquez que enseñara el palacio al enviado y a
sus hijos, lo que tuvo lugar el 20 de octubre. Para el Salón de los Espejos
Velázquez había pintado ese mismo año cuatro cuadros de tema
mitológico: Venus y Adonis, Psiquis y Cupido, Apolo y Marsias, y
Mercurio y Argos. Los tres primeros fueron destruidos por el fuego en el
incendio del Alcázar de 1734.
BNM, Mss. 18400, fs. 335-336v. “Relación del convite y real banquete que hizo en la corte de España
el Exmo. Sr. Don Juan Alfonso Enriquez de Cabrera, almirante de Castilla, al Exmo. Monsieur duque de
Agramont, embajador extraordinario del rey cristianísimo compuesta y escrita por Alvaro Cubillo de
Aragón”.
20
Archivo General de Palacio (en adelante AGP), Sec. Hca. Embajadas, Felipe IV. Caja 43. Expediente 3.
19
25
El cuadro Venus y Adonis, que formaba pareja con Psique y Cupido,
conmemoraba el matrimonio de María Teresa con Luis XIV. El amor entre
Venus y Adonis fue probablemente el episodio mitológico de carácter
erótico que alcanzó mayor fortuna literaria y artística ya que la relación
entre la más bella de las diosas y el más hermoso de los mortales
propiciaba la representación de tipos humanos fuertemente idealizados.
Quizás Velázquez eligió este tema intuyendo que Adonis abandonaría la
amorosa compañía de la diosa para proseguir con la caza y, en el curso de
esa actividad, encontrar la muerte.
El tema de Venus y Adonis, predilecto de la iconografía española del
Siglo de Oro, nos hace recordar el cuadro del mismo nombre que Felipe II
encargó a Tiziano cuando se marchaba a Londres para contraer matrimonio
con María Tudor y que hoy podemos contemplar en el Prado. Aquel
matrimonio fue una auténtica acción de Estado y Tiziano refleja a Venus
tratando de sujetar amorosamente a Adonis que se resiste, bien a su pesar,
del amoroso abrazo, en busca de su destino. El escorzo desnudo de la diosa
es un espléndido regalo para la vista; sin duda lo fue para el afligido Rey,
camino de su destino, y no es difícil reconocer en el rostro de Adonis el del
propio Felipe II, entonces en la flor de la edad, a sus veintisiete años,
dejando en Castilla a su amada Isabel Osorio, para encaminarse a su
destino londinense21.
El matrimonio de María Teresa y Luis XIV era también una acción
de Estado y un enorme sacrificio. Así lo escribe el propio Felipe IV a sor
María de Agreda que no duda en comparar su sacrificio con el de Abraham:
“Siempre que vuelvo a reconocer, por lo que me decís, cuán gran cosa es
21
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: “Felipe II y su tiempo”. Espasa, Madrid 1998, p. 237.
26
la paz, me vuelvo a ratificar en el deseo de conseguirla, y en el dictamen de
cuán agradable será a Nuestro Señor hacerle este servicio, para cuyo fin
no he omitido diligencia alguna; antes he allanado muchas dificultades
que se ofrecían, cediendo harto de lo que era justo, ofreciendo y
sacrificando la prenda de mi hija por facilitar más tan gran negocio. Y
aunque yo no puedo merecer en esto ni la mínima parte de lo que padeció
Abraham con la obediencia de sacrificar a su hijo Isaac, pues él era santo
y yo pecador, con todo eso pongo de mi parte, por hacer este servicio a
Nuestro Señor, el apartarme para siempre de esta prenda a quien quiero
tiernamente, sin más fin que dar un día tan deseado a la Cristiandad22.
El 11 de noviembre se supo en Madrid que las suspiradas paces
habían sido firmadas23, era el día de San Martín quien, por ser santo
francés, según el cronista quiso tener parte en el festín. De nuevo se
organizaron fiestas para celebrar la firma del Tratado y el casamiento de la
Infanta, fiestas que hicieron gozar al pueblo y a todos soñar con la paz.
Cuando llegó a Madrid el correo despachado por Don Luis de Haro desde
Fuenterrabía comunicando que se habían firmado las paces tan deseadas,
dice el cronista “causó esta alegre y deseada nueva tanto alboroto en S.M.
como se puede entender de un Príncipe católico que tanto desea la paz”.
Con esta noticia S.M. “lleno de gozo” dio el parabién a la Sra. Infanta. Al
día siguiente salió S.M. a dar gracias por el feliz suceso al Real Convento
de Ntra. Sra. de Atocha. “Pompa, majestad y grandeza no me es posible
referirla”, dice el cronista, y añade que en el mismo coche acudían dos
SECO SERRANO, Carlos: “Cartas de Sor María Agreda y Felipe IV”, B.A.E. Epistolario Español,
Tomo V, p. 131, 9 julio 1659.
23
La Paz se firmó el 7 de noviembre de 1659. El 12 de noviembre un Decreto de Felipe IV avisa al
Consejo de Portugal del ajuste de las paces entre España y Francia: “Habiendo avisado D. Luis de Haro
en carta del 7 de este que, en virtud del poder que tenía mío y el cardenal Mazarino del Rey Cristianísimo
mi sobrino, se habían firmado los Tratados de paz entre esta corona y la de Francia y el casamiento de la
Infanta María Teresa mi hija con el rey Cristianísimo, he querido participarlo al Consejo de Portugal para
que me ayude a dar gracias a Nuestro Señor de este beneficio que hemos recibido de su poderosa mano en
que tan interesados se hallan mis reinos vasallos, pues el único fin por el que he deseado la paz es para
que de ella se sigan otros buenos efectos y la quietud y reposo que tanto solicita el amor que les tengo”,
BNM, MSS. 2387, fol. 72, Madrid, 12 noviembre 1659.
22
27
reinas de las mayores monarquías: una reina de España y otra reina de
Francia, “cosa tan rara que otra vez no se ha visto”. “El aplauso del
pueblo y acompañamiento de los grandes, Sres. títulos y caballeros fue tan
lucido en gala, joyas y riqueza que andaban los rubíes con humos de
diamantes, y los diamantes con presunción de estrellas, causando en la
grandeza de la corte, donde todo cabe y se anega, nuevas admiraciones.
Tras el Te Deum volvieron con el mismo aplauso y acompañamiento a su
Real Palacio, siendo las luces tantas, y los fuegos y luminarias del
afectuoso pueblo, que no hicieron falta los rayos del sol”24. Aquella noche
en la villa soltáronse los relojes y menudearon esparcimientos de toda
índole25. La paz ya estaba interiorizada en los españoles.
Un rasgo de la España de Felipe IV era el amor –el delirio más bien–
que despertaban las obras teatrales. Desde el monarca hasta el último
villano todos cifraban en ellas el mayor deleite. Ninguna fiesta, cortesana,
popular o religiosa, podía concebirse sin ser las farsas escénicas un número
obligado y de los principales26. Para conmemorar la Paz y la boda Felipe IV
encargó a Pedro Calderón de la Barca27 que compusiera una obra y éste
escribió La púrpura de la rosa una comedia mitológica, adaptación de la
fábula de Ovidio, sobre los amores de Venus y Adonis en forma de “fiesta
cantada”28. Su representación -se estrenó en el Coliseo del Buen Retiro, el
17 de enero de 1660-formaba parte de las celebraciones madrileñas por la
BNM, Ms. 2387, pp. 77-78, “Relación de la feliz nueva que el rey Felipe IV ha tenido cerca de los
casamientos de María Teresa y Luis XIV y firma de las paces tan deseadas”.
25
DELEITO Y PIÑUELA, J.: “El rey se divierte”, Madrid, 1988. p. 240-241.
26
DELEITO Y PIÑUELA, J.: “También se divierte el pueblo”, Madrid, 1988. p. 161.
27
ALCALÁ ZAMORA, J.: Velázquez y Calderón: dos genios de Europa, 2000, p.11,: Velázquez y
Calderón: dos vidas paralelas en la corte de Felipe IV
28
Los compositores fueron Juan Hidalgo y Torrejón de Velasco. Ver estudio musical de la obra en:
STEIN, Louise: “En esas músicas bellas...”. “Calderón y el afecto musical”, en “Calderón de la Barca y
la España del Barroco”, -ALCALÁ ZAMORA, José y BELENGUER E. (Coords.)-, Vol. II, Madrid
2001, p. 871 y sig.
24
28
Paz de los Pirineos y los festejos de la boda del siglo29 y quería cerrar las
heridas abiertas por la guerra de los Treinta Años y la ayuda prestada por
los franceses a la guerra de Cataluña. Con ella se introducía en España,
como Mazarino había hecho en Francia, el teatro cantado, o la ópera
italiana.
La elección del tema no es arbitraria, si tenemos en cuenta que
Venus y Adonis eran el centro del panteón griego, y que simbolizaban la
unión entre los dioses y entre los hombres. El amor y la guerra implícitas
en la fábula, tal y como lo interpreta Calderón, casaban bien con el doble
motivo del estreno y también su adscripción al ciclo muerte-fertilidad al
que iba unida. El amor, vínculo permanente del universo y nudo de la
historia de Venus y Adonis, convertía el epitalamio real en una celebración
cósmica y divina que coronaba felizmente las desavenencias entre España y
Francia30. La rosa representaba el amanecer (de un tiempo nuevo), y el
amor de los esposos representaba el final de la guerra.
Calderón, que reflexiona en su teatro sobre el individuo, sobre el
poder, sobre la virtualidad de nuestros sentidos para contemplar el mundo
real, sobre valores de los que no debería prescindir el ser humano 31, en La
púrpura de la rosa nos hace reflexionar sobre la boda de la Infanta, sobre la
debilidad de la paz y sobre las relaciones con Francia en la etapa que se
inicia. La púrpura de la rosa es un ejemplo de cómo la literatura y el teatro
son fuentes importantes de la Historia y nos explican a veces el sentido
profundo de un ambiente, un proceso o una época mejor que los fondos
archivísticos.
“La Púrpura de la rosa” se volvió a representar años más tarde, en enero de 1680, con motivo del
matrimonio de Carlos II con la princesa francesa María Luisa de Orléans.
30
EGIDO, A.: Op. cit., p. 12.
31
ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, J. “La reflexión política en el itinerario del teatro
calderoniano”, Madrid, 1989, p. 13 y sig.
29
29
Calderón jugó desde el título con los símbolos y con la mitología. El
color púrpura iba unido desde la Antigüedad clásica a la dignidad imperial,
y era el color de las rosas teñidas con la sangre de Adonis al que mató un
jabalí, según la tradición mitológica. El título calderoniano reclama
también una rica tradición poética, recogida a través de la poesía
anacreóntica que vincula las rosas purpúreas con el amanecer. Los
espectadores identificarían también ese color con la majestad real, pues ésta
no solo se manifestaba en la mencionada púrpura, sino en la equivalencia
de Adonis con el sol, símbolo, a la vez, del mismo rey32.
En la época de Pedro Calderón de la Barca, la composición musical
buscaba mover las pasiones o los afectos de los oyentes. En La púrpura de
la rosa, como en otras obras, los personajes divinos emplean un tipo de
canción especial para influir sobre los mortales: las “arias declamatorias”
que funcionaban como “tonadas persuasivas”. El uso de la tonada como
medio de comunicación divina está claramente relacionado con el uso de
canciones interpretadas por coros ocultos para guiar, amonestar, o afectar
en cualquier otra manera los pensamientos y acciones de los protagonistas
en muchas comedias y en algunos espectáculos palaciegos. Las tonadas
demuestran también claramente la asociación entre gesto musical y
seducción por el oído, y en las obras mitológicas de Calderón fue muy
importante la asociación entre canción y encantamiento. El propio
Calderón cuando escribió La púrpura de la rosa hizo explícitas sus ideas
sobre el poder de la música para expresar los sentimientos o mover los
“afectos” del oyente. En la Loa, la figura de la Zarzuela está preparando su
fiesta para las celebraciones de la Paz de los Pirineos y para festejar el
anuncio de los desposorios entre María Teresa de España y Luis XIV de
32
EGIDO, A.: “La púrpura de la rosa”, Teatro de la Zarzuela, Madrid, 1999, p.9.
30
Francia. Ella pregunta a la figura del Vulgo, “¿Dónde el afecto hallaré?”, y
el Vulgo le asegura que encontrará el afecto “en esas músicas bellas, que
Tristeza y Alegría traen tras sí”. Entonces la figura de la Música exclama:
“es verdad, que afectos hacen milagros”33.
“Llora la Alegría, canta la Tristeza...” La Zarzuela, junto a los
personajes de Alegría y Tristeza que, en lucha de contrarios, anuncian las
bodas de la Infanta española con el Rey francés precedió a la
representación. La boda será motivo de gozo pero también de tristeza
porque representaba el alejamiento de la Infanta. El Vulgo, loco de
contento y de pesar, se debate también entre esos dos opuestos y termina
por conminar a la Zarzuela para que vaya a la corte a llevar allí la fiesta que
ésta tiene prevenida. El propio Vulgo será, quien, con su afecto,
proporcione la idea, a partir de la cual se escriba la fábula, que la Música,
es decir, los coros, aprenderán de memoria en su camino a Madrid. De este
sutil modo no parece sino que la obra misma sea un homenaje del pueblo a
Sus Majestades34.
El argumento de la obra es el siguiente: Venus es atacada por un
jabalí y Adonis, que cazaba en los alrededores, corre en su ayuda y hiere al
animal. Cuando descubre su identidad, Adonis abandona a Venus y huye
porque, en otro tiempo, causó muchas desgracias a su madre. Venus quiere
seguirlo pero se encuentra con Marte con quien tuvo amores que
sospechando lo que ocurre, siente celos y deseos de castigar a Adonis.
STEIN, Louise: “En esas músicas bellas...”. “Calderón y el afecto musical”. En “Calderón de la Barca
y la España del Barroco”, ALCALÁ ZAMORA, José y BELENGUER, E. (Coords), Vol. II, Madrid
2001, pp. 871-882.
34
EGIDO, A.: Op. cit., p. 13.
33
31
Adonis, cansado de perseguir al jabalí, se sienta a descansar junto a
un árbol en donde lo encuentra Venus, quien, para vengarse del desdén,
ruega al dios Amor que asaetee su corazón. El flechazo es inmediato y
Venus cae en brazos de Adonis cantando ambos un bello dúo de amor.
Marte entra en la gruta en donde vive encadenado el Desengaño y se
encuentra con el Temor, la Sospecha, la Envidia y la Ira. El Desengaño le
hace ver en su espejo el lugar en el que Venus y Adonis gozan de su amor.
Ante la cólera de Marte, la tierra tiembla y la gruta desaparece.
Cuando Venus y Adonis viven felizmente su amor, el jabalí, después
de que Marte invocara a la furia Megara, da muerte a Adonis. Venus lo
descubre al final agonizante, y muere a su lado. Emocionado Júpiter, la
transforma en estrella y coloca a Adonis a su lado en los cielos, bajo
apariencia de una rosa púrpura. El sol poniente invade la escena. El Amor
ha logrado vencer los celos del dios Marte35.
Sirviéndose del mito, Calderón sabe intuir que el matrimonio de
María Teresa y Luis XIV, como los amores de Venus y Adonis en la obra,
siempre estuvieron acompañados de la guerra, personificada en Marte en la
representación. No es una guerra literaria o metafórica, es real. Luis XIV
no dejará de perjudicar a España desde el mismo año de la boda, aunque en
apariencia sean años de paz.
Además de alegoría y realismo, en la obra hay también una grandeza
que define la época. Calderón refleja perfectamente el momento histórico
y representa con grandeza y belleza incuestionable la situación de España.
Sin duda Calderón intuía unos tiempos como los que siguieron a la Paz de
35
CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro. Obras. B.A.E. Tomo II. Pág. 673 y sig.
32
los Pirineos: amores en las alturas (en la obra Adonis y Venus ascienden) y
también intuía riesgos: Marte cegado por su furia, sus cobardes sospechas,
envidias, temores y rencores persigue al “Amor fugitivo” y llega al fondo
de la cárcel de los celos, la gruta del preso Desengaño. Al final de la obra
Marte sigue en el escenario. El sol poniente que invade la escena final
puede entenderse también como el ocaso o el declive de la Monarquía
Hispánica.
Para celebrar la Paz y la boda se representaron también otras obras
alegóricas. Con cierto parecido a La púrpura de la rosa, en junio de 1660,
coincidiendo con la entrada en París de María Teresa, el dramaturgo luso
Joao de Matos Fragoso representó en Madrid su obra La corte del valle, en
la que se escenificaba el reciente acuerdo franco-español. Subtitulada
Fiesta alegórica en que la Paz, la Alegría y la Prosperidad saludan el
concierto de los Pirineos, terminaba con la ofrenda simbólica que cada
corona de la Monarquía, en hábito de flor, entregaba a Felipe IV. Una rosa
aparecía
por Castilla,
ejemplo es de su lealtad,
pues se desvela y deshoja
por servir al mayoral,
y es propiedad de la rosa
deshojada el oler más.
La Alegría, llegado el momento de presentar a la Azucena de Portugal, era
recriminada por un dios Marte que recordaba cómo el rechazo de esta flor a
integrarse en la Monarquía aguardaba su justo castigo: “Yo haré que esté
33
obediente”, anunció36. De esta manera simbólica el dramaturgo portugués,
partidario de Felipe IV, recordaba al monarca su obligación de proseguir la
guerra contra la usurpadora dinastía de los Braganza aún a costa de
deshojar a Castilla, interiorizando este mensaje en los castellanos y
reforzando los designios del monarca de recuperar el reino perdido. Vemos,
pues, que en 1660 la literatura refleja la historia del momento: se celebra la
Paz, se anuncia la guerra y se anuncia también el agotamiento de Castilla.
El viaje a Fuenterrabía para acompañar a la Infanta y la ceremonia de
la boda ponen fin a las fiestas y celebraciones por la boda y por la paz.
Felipe IV encargó a Velázquez la misión de acompañar a la delegación que
vino de Francia para recoger a la Infanta y disponer la ceremonia de la
entrega de María Teresa a su prometido el rey Luis XIV de Francia,
celebrada en la isla de los Faisanes, sobre el río Bidasoa, en junio de 1660 y
con la que se sellaba la Paz de los Pirineos entre España y Francia que
ponía fin a una larga guerra. La actividad cortesana de Velázquez culmina
en su importante y directa participación en dicha ceremonia de importancia
política simbólica excepcional, que fue enteramente ordenada y dispuesta
por él en su condición de Aposentador mayor 37, y sufragada, como el viaje
de los reyes y su séquito, mediante donativos solicitados a las ciudades y
particulares acaudalados38.
VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General”. Cuenca 2002, p. 94.
Tomado de un texto reproducido por N. Díaz de Escobar. “Décadas del teatro antiguo español (1660
1669)”. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, XIV (1919) p. 108.
37
PEREZ SANCHEZ, A.: “Velázquez”, Museo del Prado. M. de Cultura, Madrid, 1990, p. 54.
38
DOMINGUEZ ORTIZ, A.: “Política y Hacienda de Felipe IV”, Madrid 1960, p. 81. La situación de
penuria que la Monarquía había arrastrado a lo largo de toda la guerra se dejó sentir en este momento
pues, para el viaje del Rey al Bidasoa, fue preciso pedir un donativo a las ciudades y particulares,
adelantando 1.000.000 de escudos de vellón por vía de Factoría y de forma conjunta Andrea Piquinoti y
Sebastián Cortizos, en mesadas de 200.000 escudos durante cinco meses. SANZ AYÁN, C.: “Los
banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, p.150.
36
34
La partida hacia San Sebastián se fijó para el 15 de Abril, aunque
Velázquez dejó Madrid el día antes para ultimar los preparativos. Felipe IV
quería un viaje “a la ligera” pero la impedimenta y circunstancias nos
hablan de que el acontecimiento era de gran importancia para la historia de
España y de Europa: el declinante Felipe IV iba a entrevistarse con el
ascendente Luis XIV; iba a entregarle una prenda muy querida: su hija.
El séquito de S.M. era el imprescindible. Dice el cronista que llevaba
S.M. 3.900 cabalgaduras (sin las que llevaban los Grandes que eran 1.500).
En total 5.400. Describe también el equipaje39. La cabeza de la caravana
había llegado a Alcalá, cuando la cola dejaba la puerta del mismo nombre
en Madrid. Se recorrió el camino entre la capital y San Sebastián en
veintiuna jornadas. El Rey se hospedó en el palacio arzobispal de Alcalá, el
del Infantado de Guadalajara, el de los duques de Frías en Berlanga, el de
Lerma, se detuvo en Atienza, en Aguilera...y por todo el camino se le
recibía con fiestas y fuegos artificiales. El 24 de abril llegó el Rey a Burgos
donde 46 años antes había tenido lugar su matrimonio, por poderes, con
Isabel de Borbón, cuya hija llevaba ahora a Francia. Se alojó en la casa del
Cordón y visitó el monasterio de las Huelgas. Después, tras detenerse en
Briviesca (en el palacio de los Velasco), atravesando Pancorbo, llegó a
Tolosa pasando por Vitoria, y el 11 de mayo entró en San Sebastián, en
donde permaneció tres semanas40.
El 11 de mayo, cuando llegaron las personas reales a San Sebastián,
hubo danzas, mojigangas y una fiesta marítima en Pasajes el día 1441. El 2
de junio en el palacio episcopal se celebró la primera ceremonia de las
BNM, Ms. 2387, fol. 173-176: “Relación de las disposiciones para hacer la jornada de Guipuzcoa,
1660”.
40
JUSTI, Carl.: “Velázquez y su siglo”, Madrid, 1999, p. 670 y sig.
41
ALENDA y MIRA, J.: “Relaciones...p. 354.
39
35
renunciaciones de la Infanta con toda magnificencia. Allí leyó el secretario,
don Fernando de Contreras, el documento oficial por el que la Infanta
española, al pasar a ser reina de Francia, renunciaba solemnemente a sus
eventuales derechos a la corona de España, y María Teresa juró cumplir
aquel compromiso trascendental. Al día siguiente se efectuó la primera
ceremonia del matrimonio en la humilde iglesia parroquial de San
Sebastián, transformada en templo suntuoso merced a los riquísimos
tapices y adornos. Don Luis de Haro representaba a Luis XIV. A
continuación se celebró un banquete. El 4 de junio Felipe IV, María Teresa,
Haro y un corto número de palaciegos, entre los que se encontraba
Velázquez en funciones de aposentador real, pasaron en barca a la isla de
los Faisanes. Allí Felipe IV se entrevistó con su hermana Ana de Austria,
con Luis XIV y con Mazarino. Las dos familias reales se cambiaron
valiosos regalos y el día 6 se celebró la ceremonia oficial de la entrega de
María Teresa a Luis XIV. Ambos reyes juraron en aquella solemnidad la
paz concertada antes por sus ministros42.
Velázquez se encargó de preparar todo lo necesario para la jornada y
fue el maestro de ceremonia de todos los actos y fiestas celebradas en la
isla de los Faisanes. Fue una inmensa tarea, similar en muchos aspectos a la
de organizar una importante campaña militar. En el duelo de ostentación y
pompa que tuvo lugar, resultó victoriosa la parte Habsburgo, pues no solo
los observadores neutrales, sino también los propios franceses dieron la
palma a la corte española por su exquisita demostración de riqueza y poder.
De este modo, lo que era en realidad un acontecimiento triste y humillante
BNM, Ms. 2387, fol. 177-180. DELEITO Y PIÑUELA. “El rey se divierte”, Madrid 1.988. pp.-310 y
sig.
42
36
para Felipe IV se compensó, en parte, con un notable triunfo de la
reputación43.
Pedro González de Salcedo que estuvo presente en la ceremonia de
la boda en calidad de asistente de don Luis de Haro, escribe: “el día
amaneció apacible y, más luciente, el sol del amor deshizo las nubes del
odio y enemistad que habían formado los sangrientos vapores de la guerra,
y vivificando los ánimos de unos y otros vasallos, se dilataron dándose
cariñosas las enhorabuenas de la felicidad que renacía en Europa y en
toda la cristiandad” Y añade: “Aunque las señales exteriores demostraban
su inviolabilidad y la afianzaba la confirmación de la fe real y lo sagrado
de los juramentos, no faltaban discursos de algunos (movidos ya de
malicia propia, pasión, utilidad o ya del conocimiento de los naturales
franceses) previniendo el que aunque la tela de la paz se había tejido de
flores cándidas y puras, era sobre fondo de conveniencias propias y que
duraría en cuanto no se atravesara algún interés que la rompiese” 44.
El viaje de vuelta fue menos lento que el de ida, realizándolo en
cerca de tres semanas. Cabe señalar el recibimiento y agasajo que la ciudad
de Valladolid ofreció al Rey en donde permaneció varios días. El jueves 18
de junio hubo juegos en la Huerta del Rey. Desde allí se tiraron toros al río
en donde los nadadores los acosaban y las gentes que iban en barcas con
varas largas. Duraron hasta el amanecer porque hubo castillos de fuego.
(En realidad acabaron a las 9 de la noche según el cronista, pero el
subrayado es suyo). Por la tarde del día siguiente hubo toros y cañas y
torneos. El domingo, misa en San Pablo y el lunes mojiganga y tarde de
STRADLING, R.: “Felipe IV y el gobierno de España 1621-1665”, p. 454, Madrid 1989.
BNM, Ms.R/19195. “Examen de la verdad en respuesta a los tratados de los derechos de la Reina
Cristianísima”, González de Salcedo.
43
44
37
toros45. El 26 de junio entró Felipe IV en la basílica de Atocha en donde se
entonó un Te Deum en acción de gracias por el feliz término de la
expedición.
Este largo viaje a los confines de Francia había sumado dos meses y
medio, desde el 15 de abril, salida de Madrid, hasta el 26 de junio, regreso.
De los 73 días de aquel aparatoso desplazamiento, sólo 26 los dedicó el rey
a Castilla, en cambio la estancia real en los señoríos vascos acaparó 47
jornadas. Resultó una bien llamada “Jornada de Guipuzcoa”, en la cual,
además de entregar a la Infanta, Felipe IV convocó las últimas cortes de su
reinado (Tolosa 8 de mayo de 1660). En la orden de convocatoria el Rey
había mencionado los dos motivos de la nueva reunión: la jura como
heredero del príncipe Felipe Próspero y la aprobación de fondos para la
“defensa” de la Corona, alusión evidente a la guerra de Portugal. “Al reino
toca elegir un Medio General que con igual proporción grave los caudales
de todos los que los tuvieren. Este Medio ha de ser capaz para formar el
ejército y sustentar esta guerra por el tiempo que durare”46. Los dos
acontecimiento: la entrega de la Infanta de acuerdo con lo firmado en la
Paz y el interés por acabar la guerra de Portugal coinciden en este
momento. “Las felicidades que estos reinos se pueden prometer con los
tratados de la paz, consisten en la conquista de Portugal” decía un
ministro de Felipe IV en la primavera de 166047.
De regreso a Madrid, después de entregar a su hija, Felipe IV vuelve
a escribir a Sor María de Agreda: “Al fin de los tres días que nos vimos,
BNM, Ms. 2387, fol. 169-170, “Relación de las fiestas que se han hecho a S.M. en esta ciudad de
Valladolid”. Con licencia, José Fz. De Buendía. Año 1660.
46
VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General (1630-1670)”, pp. 93-95,
Cuenca 2002.
47
VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General(1630-1670)”, p. 19, Cuenca
2002.
45
38
llegó el plazo de entregarles a mi hija; hízose con harta ternura de todos,
aunque yo fui el que menos se reconoció, pero en lo interior bien lo padecí,
y bien tuve que ofrecer a Dios, haciéndole sacrificio de tal prenda por
alcanzar el bien de la paz”48.
La entrada de Luis XIV y María Teresa en París el 26 de agosto fue
muy solemne y festiva. La llegada de los reyes, el recibimiento y los
símbolos y jeroglíficos que adornaron la ciudad a su llegada también hacían
pensar que empezaban nuevos tiempos y que había llegado la deseada paz.
Una cabalgata en la que el Rey y la nueva Reina atravesaron a caballo la
ciudad, pasó bajo varias puertas y arcos cuyas decoraciones conmemoraban
la Paz de los Pirineos y expresaban, con variaciones, el triunfo de la paz.
En una de las puertas rezaba la inscripción “LUDOVICO PACÍFICO”.
Otra adoptaba la forma del Parnaso, con Apolo y las nueve musas en
representación de las artes y las ciencias liberadas de la cautividad por la
Paz. Un arco triunfal en el mercado nuevo ostentaba la inscripción “A
LUDIVICO PACIFICADOR DEL MUNDO”, y mostraba a Hércules (en
otras palabras, al Rey, según un comentario impreso) recibiendo una rama
de olivo49. Todo este fasto tiene una significación política, daba eclat al
Rey, también magnificencia, poder, riqueza y grandeza. Luis XIV era
comparado con los dioses y héroes de la mitología clásica, como Apolo y
Hércules y con ello se fabricaba el mito de Luis XIV. El mito de Luis XIV
existía en el sentido de que se le representaba como pacificador, como
omniscente, como invencible, como divino50.
48
SECO SERRANO, Carlos: Op. cit., p. 150, Madrid, 6 julio 1660.
BURKE, P. “La fabricación de Luis XIV”, Madrid, 1995, p. 50.
50
Dice P. Burke que se puede definir el mito como una historia con significado simbólico —como el
triunfo del bien sobre el mal— (en este caso sería la paz sobre la guerra), historia en la que los personajes
revisten proporciones mayores que las naturales. BURKE, P. “La fabricación de Luis XIV”, Madrid,
1995, pp. 14-15.
49
39
El cronista insiste en la fiesta y en la paz pues dice que la nueva reina
de Francia, María Teresa de Austria, fue recibida en aquella corte “con
todo aplauso y regocijo”. Regimientos divididos en escuadrones, oficiales,
burgueses, arcos triunfales, descripciones jeroglíficas y pinturas se
desplegaron a su paso. Las flores de lis ostentaron su grandeza. En el
pórtico del arrabal de San Antonio51, el friso estaba cuajado de blasones del
Rey y de la Reina mezclados con flores de lis y castillos y leones de
España. Sobre el friso y cornisa una inscripción escrita en letras de oro
sobre una tabla de jaspe: Ludovico dado de Dios y María Teresa, Orbe
nupciis paccato urbe ad venture creata,.... Cerca del cementerio de San
Juan pusieron otro pórtico enriquecido con pinturas de gran valor; al lado
de la puerta había dos grandes columnas con mucha cantidad de ángeles,
uvas y fruta, encima se veían cupidos, festones de flores donde había un
óvalo que sostenía una diosa y en medio una medalla a dos haces del Rey y
de la Reina con esta divisa: iunit amor. El pórtico del mercado nuevo
semejaba la entrada a un gran palacio; a los lados de esa puerta se
encontraban diez gruesas columnas, hechas de diferente modo, las cuatro
más cercanas, a lo salomónico muy retorcidas, con festones de diferentes
flores y racimos al lado con las armas de Francia y España. Había diosas
pequeñas en los pies de bronce de las columnas. La primera, que comienza
cerca del muro, tenía por título: fortuna reduci (a la fortuna que vuelve) y
llevaba un cuerno de la abundancia; la segunda: laeticia fundata (la alegría
bien segura); la tercera: spes faelicitatis orbis (la esperanza de la
felicidad), y otras como hiláritas tempum (la alegría de los tiempos),
paccatori terrarum, restitutore Galliarun, etc. Sobre este pórtico se
encontraba una tabla grande en la que se veía representado el Rey en la
figura de un héroe o medio dios rodeado de pequeños genios y coronado
51
La Puerta de San Antonio, hoy desaparecida, fue restaurada por Blondel en 1660 y decorada con
figuras alegóricas de España y Francia unidas, del himeneo, del esperado Delfín etc. Grabado Biblioteca
Nacional. Madrid.
40
por un ángel y, la Paz, acompañada de Mercurio52, le persuade para que
cese en las armas. En lo más alto del retablo San Luis y Carlomagno
influían en el Rey para que estableciera la paz en todas las provincias del
reino53. En la plaza del Delfinado se veía un anfiteatro de altas gradas que
rodeaba la plaza con inscripciones como “es menester trabar y acordar las
cosas separadas, jamás el sagrado nudo juntó corazones más nobles”. Junto
al puente de Nuestra Señora había otro pórtico con la figura de la Reina
Madre en lo más alto debajo de la figura de la diosa Juno54, y en su mano
derecha un cetro que mostraba la figura del Rey que estaba más abajo
levantado en el aire por Mercurio. Al otro lado el retrato de la Reina.
Debajo del tablado estaba la Paz coronada de laureles, apagada el hacha de
la guerra, y venía de acabar con Marte que estaba a sus pies. Dos pequeños
cupidos, enemigos de la guerra también se representaban allí, el uno rompía
una espada y el otro pifaba con los pies un broquel, y abajo estaba escrito:
Et Mars quoque cesit amori. El dios Marte se ve obligado a ceder al
amor. Abajo dos carteles publicaban que la paz deseada se conserve para
aumento de la fe católica55.
Podemos encontrar cierta similitud en las alegorías que adornaban
las plazas de París con las que Calderón empleó en La Púrpura de la rosa”,
pero la representación de Madrid se ajustaba más a la realidad y se puede
considerar una premonición de lo que sucedió después: la guerra, el
desengaño, la avaricia y la ira son protagonistas de los años venideros.
52
Dios del comercio.
Figura n° 1.
54
La fiesta de Juno celebraba el aniversario de Marte, el dios de la guerra, su hijo. Paradójicamente
celebraba también el aniversario de la paz restablecida entre romanos y sabinos. Hay también una alusión
a Ana de Austria madre de Luis XIV.
55
BNM, Mss. 2387, fs 190-193v. “Segunda relación más copiosa y verdadera de la entrada de la reina
cristianísima en París”. Con licencia, en Madrid, por Joseph Fernández de Buendía. Año 1660.
53
41
El año 1660 parece que se inicia también con una etapa de buenas
relaciones de España con Inglaterra que alimentan el sueño de paz.
Finalizada la dictadura de Cronwell, Carlos II entra en Londres el 4 de
junio de 1660. Los cronistas de la época describen el acontecimiento y la
coronación del nuevo rey, así como los aparatos, fiestas y demostraciones
de alegría que hicieron en su recibimiento. “Llegó a Canterbury
acompañado de más de 12.000 caballeros además de los regimientos. En
otra parte había dos compañías de cuatrocientos y cuatrocientos cincuenta
maestros. Cien mil hombres y cuarenta mil mujeres llevaban los colores del
nuevo rey que son blanco, verde y plateado, Otra compañía era toda de
mercadantes de España con ungarinas negras, botones de oro y bandas
rojas, y sobre los sombreros muchas cintas coloradas y blancas, y en la
copa del sombrero un favor color del Rey. Más de 12.000 nobles tan
ricamente puestos que no tiene comparación. En Canterbury, le presentaron
una alhaja de oro de 10.000 libras esterlinas de valor y un vaso de oro lleno
del mismo metal. Al día siguiente, en Rochester, recibió el rey una espada
con la guarnición de oro, guarnecida de diamantes. Al otro día montó un
caballo pelo grisón, cubierto de oro y pedrería con un gran penacho rojo, y
todos los batallones, cuando pasaba gritaban: ¡viva el Rey!. El pueblo
gritaba echando los sombreros al viento, se le presentaron 300 doncellas
vestidas de satín blanco, forrado de carmesí, sembrados esos colores de
flores de yerbas, no cesando el griterío ni el ruido de las espadas jamás” 56.
Felipe IV demuestra también su contento y envía a Londres en
calidad de embajador extraordinario al Príncipe de Ligne, de Amblice, y
del Sacro Imperio, caballero de la insigne orden del Toison de Oro, Capitán
General de la caballería de los estados de Flandes, para dar la enhorabuena
BNM, Mss. 2387, fs. 290-291v. “Segunda relación copiosa y verdadera de la entrada y coronación del
serenísimo rey de Inglaterra en su corte de Londres”. Con licencia, en Madrid, por Joseph Fernández de
Buendía. Año 1660.
56
42
a Carlos II por la posesión de sus reinos acompañado de un séquito
numeroso lo que nos da idea de la importancia de su misión en la corte
londinense para la Monarquía española57. El Príncipe de Ligni partió de
Bruselas el 8 de septiembre de 1660 con destino a Ostende donde tuvo que
aguardar durante dos días por el temporal de viento que dificultaba la
navegación. A su llegada a Inglaterra, y a la espera de recibir órdenes de
Carlos II para desembarcar, fue cumplimentado por el duque de York. Su
traslado a Grenwich se realizó en una nave que, al decir de los cronistas
sólo era usada por el rey inglés en ocasiones solemnes, asistido por varios
nobles y en medio de numerosas manifestaciones de alegría a los gritos de
¡Viva el rey de España!, ¡viva el príncipe de Ligni!, en reconocimiento por
el apoyo que Felipe IV había prodigado a Carlos II durante su exilio en
Flandes58. Se dispararon 50 piezas de artillería que se habían puesto en una
torre y repicaron las campanas por las partes donde pasaba. El lunes 27 de
septiembre Su Excelencia hizo la entrada en público con el mismo lustre,
séquito y acompañamiento y demostraciones de alegría. Todos se
admiraron de ver tantas galas y tan ricos vestidos y bordados, tanto en el
príncipe de Ligni como en los demás camaradas y familias de su séquito.
Con particular aplauso, el embajador de España hizo relación a S.M. de lo
que su Rey le había mandado que fue recibido con muchas demostraciones
de satisfacción y de reconocimiento, haciéndole a él y a su hijo, el Marqués
de Robai muchas honras y asegurándole que no había podido enviar el Rey
persona que le agradase más ni a quien más estimase59.
57
El Príncipe de Ligni iba acompañado de 20 señores y caballeros, el confesor, dos capellanes, 15
gentilhombres, 3 secretarios, un médico, un veedor, cinco mozos de cámara, un tocador de laúd, un
tocador de arpa, dos de guitarra, doce pajes, cuatro trompetas, 24 lacayos, ocho cocheros, 20 palafreneros,
20 oficiales de escalera abajo, 100 criados, 20 criados, 2 criados de sala, 4 esguizaros, 4 coches de la
persona.
58
Carlos II vivió su exilio en Flandes bajo la protección de Felipe IV. Ver CASTILLA SOTO, J.: “Las
relaciones entre Felipe IV y Carlos II de Inglaterra durante el protectorado de Cromwell (1656-1659)”,
Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, UNED, Madrid 1989, pp. 111-123.
59
BNM, Mss. 2387, fl. 292-293v. “Relación verdadera del viaje, séquito y entrada que hizo en Londres
el excelentísimo sr. Príncipe de Ligni”. Con licencia, en Madrid, por Melchor Sánchez. Año 1660.
43
En esos días, Felipe IV firma con el nuevo Rey de Inglaterra unas
capitulaciones que hacen presagiar mejores tiempos y buenas relaciones
diplomáticas entre ambos países. Renuevan el tratado que se estableció,
ajustó y firmó entre el monarca español y Carlos I el 15 de noviembre de
1630 y que se mantuvo en vigor hasta el triunfo de Cronwell, dándose las
órdenes convenientes para que de ambas partes los súbditos se abstengan
de todo género de hostilidades entre sí y sean admitidos y bien tratados los
bajeles de ambas naciones respectivamente en los puertos de España, Italia
y Flandes y en los de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Y para que eso se
ejecute, en conformidad del dicho tratado de paz, de común acuerdo,
mandan publicar más solemnemente la observancia y continuación en todo
del dicho tratado de paz de 1630. A partir de ahora, los súbditos de Carlos
II se veían libres de todo tipo de hostilidades por parte de los vasallos
españoles tanto por tierra como por mar y aguas dulces siendo tratados
como súbditos y vasallos de un rey amigo y aliado, sin cobrarse de ellos
más derechos que los que pagan sus propios vasallos, y les dejen entrar y
salir, comerciar y tratar libremente y sin estorbo ni embarazo alguno en sus
reinos, en conformidad del dicho tratado de paz de 163060. No pensaba
entonces Felipe IV que Carlos II iba a alejarse de España porque iba a
acercarse a Portugal y a Francia.
Si la paz con Francia y con Inglaterra acallaba el miedo de la guerra
no ponía fin a las hostilidades entre estas potencias y España, y el sueño de
la paz que había empezado en 1659 pronto comenzó a desvanecerse. Así,
en 1660, el Conde de Fuensaldaña, que acababa de llegar a París con la
Infanta María Teresa como Embajador Extraordinario, hasta que fuera
BNM,. Mss. 2387, fol. 168. “Capitulaciones entre el rey de España y el rey de Inglaterra”. Madrid, 11
septiembre, 1660. Inclusas las del año 1630.
60
44
nombrado un nuevo Embajador ordinario, advierte a Madrid de que Francia
negocia en secreto con Portugal, lo que es claramente contrario a los
artículos de la Paz. Más aún, en 1660 Francia ya comienza a diseñar, si no
lo había hecho antes, toda una estrategia dirigida al debilitamiento de
España en la cual juega un papel importante Inglaterra, como Luis XIV
escribió en sus Memorias: ”los españoles pensaban interesar en todos sus
asuntos a aquel Príncipe. El casamiento de mi hermano servía para
interesarle en los míos, pero el que resolví para aquel mismo Rey, con la
Princesa de Portugal, parecía alejarle definitivamente de España y
producir dos efectos muy considerables a favor mío. El primero, sostener a
los portugueses, a quienes veía prontos a sucumbir sin ello; el segundo,
proporcionarme los medios de asistirles por mí mismo si lo creía
necesario, aunque el Tratado de los Pirineos me lo prohibiese. Sería más
cómodo por interposición y bajo el nombre del Rey de Inglaterra”61.
La jugada de Luis XIV era ciertamente hábil, pues al tiempo que
concertaba el matrimonio de Enriqueta de Inglaterra, hermana de Carlos II,
con el Duque de Orleáns, ajustaba la boda del monarca inglés con Catalina
de Braganza, cuyas negociaciones se iniciaron a finales de 1660, poco
tiempo después de la embajada del Príncipe de Ligni, celebrándose los
esponsales en marzo de 1661. Y por si esto no bastara para asestar un
nuevo golpe a la Monarquía Hispánica, en 1662 Luis XIV consigue que
Carlos II le venda la plaza estratégica de Dunquerke, clave en las
comunicaciones entre España y los Países Bajos y esencial en tiempo de
guerra, como así se había demostrado.
61
“Memorias del Rey Sol”. Barcelona 1942, p. 36.
45
46
Capítulo II
LA EMBAJADA Y EL EMBAJADOR
2.1. La embajada de París
La embajada de España en París entre los años 1660-1667 fue una
embajada especial. En primer lugar porque se abría tras haber estado
cerrada casi veinticinco años debido a que las relaciones diplomáticas entre
España y Francia habían sido interrumpidas en 1635 con motivo de la
guerra entre ambos países; en segundo lugar, porque desde 1661 ocupaba el
trono de Francia Luis XIV que reivindicaba un primer puesto en la escena
internacional y, aunque en 1659 había firmado con Felipe IV la paz de los
Pirineos, había iniciado una política imperialista y de humillación a los
enemigos seculares de Francia: los Habsburgo, tanto españoles como
alemanes. La política del Rey Cristianísimo convirtió a la embajada de
España en París en una embajada importante, “la oficina donde se fraguan
cuantos materiales sirven en la fábrica de toda Europa”62, y en un destino
difícil para su titular pues la corte francesa es calificada por el Consejo de
Estado en 1666 como “corte llena de materias y humores escabrosos”63
debido al reiterado incumplimiento que hace Luis XIV de lo firmado en la
Paz de los Pirineos y a sus continuas provocaciones, ya que todo apunta, y
desde el principio, a que el Tratado era únicamente el primer paso del
objetivo principal de su política: la subordinación y, si era posible, la
incorporación del sistema español.
62
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 de enero 1666. Carta del Marqués de la Fuente a Pedro
Fernández del Campo.
63
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, 29 julio 1666.
47
El parentesco existente entre las familias reinantes en París y Madrid
añade peculiaridad a esta embajada, pero podemos decir que los lazos de
familia no ayudaron a mantener unas buenas relaciones diplomáticas, pues,
aunque Luis XIV, al contraer matrimonio con María Teresa de Austria, hija
de Felipe IV, se convirtió en “hijo” (yerno) del Rey de España y en
“hermano” (cuñado) del que habría de ser su sucesor, Carlos II, los
intereses de ambas potencias discurrían por caminos paralelos. Por las
cartas del Embajador se puede comprobar que la reina de Francia María
Teresa de Austria, hija de Felpe IV y la reina madre de Francia, Ana de
Austria, hermana de Felipe IV, jugaron un papel importante en la
transmisión de noticias entre España y Francia. A las dos acude el Marqués
de la Fuente para ponerlas al corriente de la actitud del monarca francés:
unas veces hablando directa y claramente con ellas de la vulneración de los
acuerdos que hace Francia repetidamente, con ánimo de que transmitan la
queja al Rey, porque su conducta reiterada pondrá en disturbio las cosas
del mundo64, otras veces “insinuando con tiento y prudencia, y en ocasión
oportuna, lo que sus ministros traman contra los intereses de España, en
particular sobre la ayuda que París presta a Portugal”65.
La manera de transmitir las quejas, con la confianza que le daba la
familia del Rey, le cuesta sin embargo al Marqués algún reproche por parte
de Felipe IV, que no siempre aprueba su gestión pues en alguna ocasión se
extralimitó a la hora de pasar información a las regias señoras, como
sucedió en 1663, según tendremos ocasión de analizar más adelante. Por
eso, se le exigirá en Madrid que hable “recio” con las Reinas sobre las
provocaciones que hace Francia transmitiéndoles las quejas oportunas, pero
sin ofrecer información sensible ni exhibir papeles comprometedores.
64
65
Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Estado, Francia, K1387, 6 marzo 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1408, marzo 1663.
48
Tampoco este sistema dará resultado y en 1664 el Consejo de Estado,
cansado de la política de Luis XIV contraria a los intereses de España y a lo
que tan solemnemente había firmado, cambia de proceder. El Embajador
recibe entonces instrucciones de “poner en duda” en las conversaciones
con las reinas aquellos acontecimientos diplomáticos contrarios a los
intereses de España, pues como expone el Consejo de Estado en el mes de
noviembre de 1664 es mejor “pasar en silencio y sin continuadas quejas
las contravenciones que exponerse al riesgo del deshonor de sufrirlas” 66.
Por eso, Felipe IV recomienda al Marqués de la Fuente, que “proceda con
recato y pasivamente para excusar el descrédito de rogar lo que por
obligación se debe hacer, lamentando que en Francia prevalezca más la
propia conveniencia que la reputación”67.
El Marqués de la Fuente, además de recurrir a las reinas para obtener
información y transmitir por su conducto a Luis XIV las quejas de Felipe
IV, se valió también de confidentes para que le suministraran noticias más
seguras de los designios del monarca francés y transmitirlas a España. Los
embajadores tenían una obligación fundamental: organizar, allí donde
fueran enviados, un servicio de información. Aunque el diplomático es un
espía de alto rango, no debe mezclarse directamente en los asuntos de
espionaje, pero sí tiene que fomentar el reclutamiento de informadores y
confidentes y protegerlos ante las autoridades del país donde reside,
evitando que sean descubiertos68. Como la embajada de Francia, tras años
de estar inoperante, no disponía de personal ni de contactos, el Marqués de
66
AGS, Estado, Francia, leg. K1409, 29 nov. 1664.
Sobre el concepto de reputación, J.H. ELLIOTT, “A question of Reputation Spanish Foreing Policy in
the Seventeenth Century”, Journal of Modern History, 55, pp. 475-483; ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO
DE LLANO, “Zúñiga, Olivares y la política de reputación”, en “La España del conde duque de
Olivares”, Encuentro internacional sobre la España del Conde Duque de Olivares celebrado en Toro 1518 septiembre 1987, ELLIOTT, J.H., , pp. 103-108,Valladolid 1990.
68
ECHEVARRÍA BACIGALUPE, M.A.: “La diplomacia secreta en Flandes 1598-1643”, Leioa, 1984.
p.34.
67
49
la Fuente tuvo que organizar una red de espías para que le informaran de
las actuaciones de Francia, sobre todo cuando desde el principio
sospechaba que le abrían las cartas, por lo que tuvo que tomar precauciones
extraordinarias69. La red de espías ya funcionaba con gran efectividad el
primer año de su estancia en París70, pues disponía de confidentes en
Inglaterra, en Bruselas, en Francia y “por todas partes”71, llegando incluso a
introducir un “sujeto” en casa de Colbert-Terón para descubrir dónde se
encontraba escondido en París Francisco Manuel de Melo, —Embajador
Extraordinario de Portugal encargado de negociar el matrimonio del rey
portugués con princesa francesa—, lo que finalmente descubrió72.
Pero mantener esa red de confidentes era muy costoso y el Marqués
pedía continuamente dinero extraordinario para pagar a esos sujetos. En
1663 el Consejo de Estado ordenó entregar al Marqués 20.000 escudos para
“hacer amigos”73. En 1664, cuando el Marqués pidió de nuevo dinero para
el sujeto que le ayudaba a impedir que llegasen socorros a Portugal, aunque
el Consejo decidió que era importante que el Embajador siguiera en
contacto con el caballero y ordenó que le enviaran 20.000 escudos, el
dinero no llegó74. Poco después hubo que enviar letras al Marqués porque
carecía de fondos75. En 1665, cuando un sujeto francés que se ofreció al
Embajador para embarazar las ayudas de Francia a Portugal es descubierto
y teme represalias, el Marqués de la Fuente pide dinero a Madrid para
ayudarle y el Consejo de Estado le responde que “se da por enterado y
considera que sería conveniente asistirle, pero el estado de las cosas no da
69
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 6 agosto 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, 8 octubre 1662.
71
AGS, Estado, Francia, leg. K1408, 28 ag. 1663, K1389, 25 nov. 1664. AHN, Estado, lib. 137. AGS,
Estado, Francia, leg. K1388, 29 junio 1664, K1389, 25 nov. 1664.
72
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, 25 nov. 1664
73
AHN, Estado, lib.138, 1663.
74
AHN, Estado, lib. 138, 1664.
75
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Sept. 1664.
70
50
lugar para ello”76. En este sentido el Marqués de la Fuente fue un buen
embajador pues, como dice Callieres, se ocupó de descubrir los secretos de
la Corte de Francia; Felipe IV, por no enviar a su negociador los medios
necesarios para adquirir amigos en el país en el que tenía intereses, no
puede ser tachado de príncipe poco hábil pues las dificultades financieras
de España en estos años le impidieron hacerlo77.
Los presupuestos enormes de la Hacienda española tenían como
capítulo importante las embajadas, y dentro del presupuesto de la embajada
el capítulo de gastos extraordinarios, entre los que se encontraba el pago
secreto a confidentes, era superior al de los gastos ordinarios. La embajada
en Francia acusa la debilidad de la Hacienda española en esos años en que
la guerra de Portugal consumía todos sus ingresos. En mayo de 1660 la
convocatoria de Cortes refería como objeto el juramento del príncipe
Felipe Próspero y “el tratamiento de otras cosas y negocios que se
ofrezcan”. El juramento no llegaría a verificarse —el príncipe murió—, y
la proposición al Reino, leída en septiembre, habla a las claras del porqué
de las Cortes: se necesitaban medios para la recuperación de Portugal 78. En
1661, para la campaña contra Portugal, fue necesario pedir a las Cortes
cinco millones porque en la Real Hacienda no había ningún recurso estando
todas las rentas gastadas con tres años de anticipación, y tampoco sirvió de
nada la acuñación de moneda ligada (de plata con cobre). Un año después
faltaba diez millones. Felipe IV acudió a otras fórmulas como pedir a Su
Santidad una décima parte sobre los bienes eclesiásticos, suspender sus
consignaciones a los asentistas, vender lo que quedaba libre en las rentas
reales, etc., pero al final de su reinado dejó la Hacienda Real en el mismo
76
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, 4 julio 1665.
CALLIERES: “De la maniere de négocier avec les souverains”, Ryswick, 1757, p. 21.
78
LORENZANA DE LA PUENTE, Felipe: “Política y hacienda en 1660-1664. Las últimas cortes de
Castilla”, en Política y hacienda en el Antiguo Régimen, FORTEA, PÉREZ, J.I., CREMADES GRIÑÁN,
C. Murcia, 1993, p. 344.
77
51
estado que la recibió: sin un maravedí79. Las cartas de la embajada nos
muestran las dificultades de la Hacienda española que no puede atender
pagos y nos permiten conocer a los principales banqueros del período:
Andrea Piquinotti, Sebastián Cortizos, Francisco Centani, Bernardino
Garimondi, J.B. Palavesín, etc., que adelantaban dinero al Marqués de la
Fuente. El sueldo y el dinero para afrontar los gastos de la embajada no
llegaba y el Embajador tuvo que recurrir a su propia hacienda, incluso a
empeñar sus joyas80. La escasez de medios contribuyó al detrimento de la
función del Embajador y a la pobreza de resultados, llegando en alguna
ocasión a fingirse enfermo al no tener medios para acompañar al Rey en
sus jornadas, como la que tuvo lugar en 1664 a Fontainebleau:“la
estrecheza en que me hallo me hace preciso quedarme”81.
Las consultas del Consejo de Estado que estudian las cartas del
Marqués de la Fuente son un reflejo de las consultas de las Cortes,
configuradas por la consulta del Reino al Rey y las proposiciones del Rey
al Reino. En éstas el Rey insta (proposición) y el Reino responde
(consulta), y viceversa; en aquéllas el Embajador insta (proposición) y el
Consejo responde (consulta), también el Consejo propone. En las Cortes,
con la consulta se cumplía un triple objetivo: el deber de consejo —cuando
se responde a una solicitud real—, la iniciativa parlamentaria o el derecho a
aconsejar —si no precede aquélla—, y el derecho de petición. Durante los
años 1660-1664 muchas propuestas del Rey no tendrán respuesta y se
paralizará la gestión de algún servicio82.
DOMíNGUEZ ORTÍZ, A.: “Política y Hacienda de Felipe IV”. Madrid 1960, pp. 81-82.
AGS, Estado, Francia, leg.. K1390, Madrid 4 julio 1665.
81
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París 18 Mayo 1664.
82
LORENZANA DE LA PUENTE, F.: “Política y Hacienda en 1660—1664. Las últimas cortes de
Castilla”, en Política y Hacienda en el Antiguo Régimen, FORTEA, PÉREZ, J.I., CREMADES GRIÑÁN,
C., Murcia, 1993, p.344.
79
80
52
Como en las Cortes, las propuestas del Marqués de la Fuente
quedarán sin respuesta en el Consejo de Estado en numerosas ocasiones por
falta de medios, y se paralizarán servicios importantes como veremos.
Como en las Cortes, la recuperación de Portugal será el principal asunto
debatido en el Consejo de Estado en los años 1660-1667, así como la
necesidad de medios de la embajada de España en París para vigilar que
Luis XIV cumpla lo pactado en el Tratado de los Pirineos (entre otras cosas
impedir que Francia ayude a Portugal).
2.2. Los primeros embajadores
Para atender la nueva embajada, convertida en la más importante de
Europa y decisiva para los intereses de España, en abril de 1660, todavía
sin llegar a París la Reina María Teresa, fue nombrado embajador ordinario
D. Antonio-Sebastián de Toledo, Molina y Salazar, segundo Marqués de
Mancera, entonces embajador ordinario de España en Venecia. Pero esta
nominación no llegó a tener efecto y fue Fuensaldaña, en calidad de
Embajador Extraordinario, el encargado de representar al Rey Católico en
la corte de Francia. D. Alonso Pérez de Vivero, tercer Conde de
Fuensaldaña, tenía una larga experiencia de servicio a la corona:
gobernador de Cambrai, defendió Artois durante la batalla de Rocroi, y
como comandante de la plaza de Badajoz y del ejército de Extremadura
combatió en la guerra de Portugal. Más tarde fue capitán general de los
Países Bajos y tomó parte activa en la guerra contra Francia que terminó en
la Paz de los Pirineos. Conocedor de la guerra entre España y Francia y de
las cláusulas de la Paz, pues estuvo al tanto de las negociaciones entre
Mazarino y Luis de Haro, fue llamado a Milán, donde era gobernador, para
asistir a la renuncia de la Infanta María Teresa el 2 de junio de 1660 en
Fuenterrabía. El 4 de junio, fecha en que se celebró el matrimonio por
poderes de la Infanta, recibió de Felipe IV las cartas credenciales para
53
acompañar a la Reina a París y asistir como Embajador Extraordinario
cerca de S.M. Cristianísima. Entró solemnemente en París con el cortejo
real el 26 de agosto disfrutando del privilegio de montar a caballo a la
izquierda de la Reina83.
La elección de Fuensaldaña se ajusta a las directrices habituales del
Consejo de Estado de nombrar para las embajadas a individuos diestros
también en los asuntos de la guerra, siguiendo así una práctica antigua
difundida por los teóricos de la política, como Bernardino de Mendoza,
militar y diplomático también, quien en “Teoría y práctica de guerra”
aconsejaba al príncipe Felipe sobre la conveniencia de que los embajadores
hubieran sido militares84. El nuevo embajador recibió una importante
misión: vigilar el cumplimiento del Tratado de los Pirineos en sus detalles.
En las Instrucciones, después de recordarle los deberes generales impuestos
por su cargo, se le pide: tener buena correspondencia con Mazarino y con
los demás ministros, asegurarles en todo caso la amabilidad del Rey
Católico, mantener una gran reserva en las relaciones con la Reina y la
Reina Madre, informar sobre el estado de las finanzas y de la armada de
Francia, informar sobre las negociaciones de Francia con Holanda, vigilar
las consecuencias que podía tener la Restauración en Inglaterra, y avisar de
cualesquiera otros negocios que afectaran a España85.
La embajada extraordinaria de Fuensaldaña en París duró poco. A
principios de 1661 había solicitado ser relevado de sus funciones debido a
los elevados gastos que le ocasionaba la embajada por lo que en septiembre
de 1661 fue nombrado gobernador de los Países Bajos en sustitución del
MOREL FATIO, A: “Recueil des instructions aux ambassadeurs”, París 1894, pp. 490, 491, 492.
BERNARDINO DE MENDOZA, “Teórica y práctica de guerra”, Estudio preliminar de J.A.
SÁNCHEZ BELÉN, Madrid, 1998, p. 49.
85
AHN, Estado. Leg. 3457/27. Instrucciones al conde de Fuensaldaña para la embajada en Francia.
Instrucciones secretas. Año 1660.
83
84
54
Marqués de Caracena86. Fuensaldaña pasaba a Flandes con el título de
gobernador y capitán general, al haber sido llamado Don Juan José de
Austria para la guerra de Portugal87, pero no llegó a ocupar el nuevo cargo
pues falleció el 21 de noviembre de ese mismo año88.
2.3. El Marqués de la Fuente
El primer Marqués de la Fuente, de nombre Gaspar de Teves y Tello
de Guzmán, cuando fue nombrado en 1661 Embajador Extraordinario en
Francia para sustituir a Fuensaldaña, era ya un diplomático avezado. Su
nombramiento para la embajada de París estaba pues avalado por su larga
experiencia, una de las virtudes que deben concurrir en el embajador, como
dice Callieres89. También estaba avalado, como vamos a ver, por su
inteligencia, simpatía, fidelidad, don de gentes, conocimiento de lenguas
extranjeras, dotes de espía, etc., virtudes que Juan Antonio de Vera atribuye
al “perfecto embajador”90. Se encontraba el Marqués en ese momento
representando al Rey Católico en la corte de Viena pero había
desempeñado otras importantes misiones y gozaba tanto de la confianza de
Felipe IV como de la del Emperador. La familia del Marqués de la Fuente
había vivido muy cerca de la Corte y había prestado notables servicios a la
monarquía, pero fueron sus méritos los que sin duda inclinaron a Felipe IV
a enviarlo a París con la difícil misión de vigilar a Luis XIV para que
cumpliese el Tratado de los Pirineos, lo que permitiría iniciar un período de
86
Luis de Benavides Carrillo y Toledo, marqués de Caracena, fue gobernador de Flandes entre 1658 y
1664. Anteriormente había ocupado el gobierno de Milán (1648-1664).
87
AHN, Estado, lib. 269, D fol. 4.
88
MOREL FATIO,A.: Op. cit. p. 493.
89
El Marqués de la Fuente tenía unos 50 años cuando fue nombrado Embajador en Francia, había
desempeñado importantes misiones y había sido embajador en Venecia y en Viena. Además de
experiencia y edad, el Marqués de la Fuente tenía otras cualidades necesarias para el buen Embajador:
nacimiento y dignidad. Le faltaba la riqueza (como veremos), “es preciso que el Emabajador sea rico de
patrimonio, de otra manera no le será fácil atender los gastos que exige su dignidad”. CALLIERES: “De
la maniere de négocier avec les souverains”, Ryswick 1757, p. 16-17 y 57 2° vol.
90
ECHEVARRÍA BACIGALUPE, M.A.: “La diplomacia secreta en Flandes, 1598-1643”, Leioa 1984,
pp. 69-70.
55
paz entre ambos países. Esta tarea fue sin duda la más importante que se le
encomendó en su vida.
Dice el Duque de Maura que la fortuna del Marqués y los altos
cargos que ocupó contrastan con su nacimiento mediocre, y que quizás se
deban a la amistad del Conde Duque. Esto lo dice porque recoge los
rumores que circulaban por Madrid que decían que el Marqués era hijo
natural del Conde Duque91. Morel Fatio, que maneja importante
documentación, habla también del nacimiento del Embajador, pobre en
comparación con los cargos que ocupó, atribuyendo su fortuna, a la vez que
a sus méritos, a la protección del Conde Duque, quien habría sido su
verdadero padre, según la relación de un jesuita92. También se hace eco de
este rumor J.H. Elliott en su obra sobre el Conde Duque de Olivares.
Cuenta Elliott que cuando en 1636 Medina de las Torres hizo las paces con
su suegro Olivares y partió para Italia a ocupar el virreinato de Nápoles,
dejó vacante el puesto de sumillers de Corps que había disfrutado desde
1626. Corrieron rumores de que pasaría a otro de los protegidos del Conde
Duque, don Gaspar de Teves, recién vuelto de una misión de Alemania,
donde había pasado dos años, y al que algunos creían hijo ilegítimo suyo 93.
Don Gregorio Marañón también conoce la noticia del jesuita Padre Juan
Chacón94 que sostiene que el Señor-Conde Duque declaró por hijo espúreo
91
El Arzobispo de Tolosa, embajador de Francia en España tras la guerra de Devolución, recoge como
cierto, aunque nadie lo creyera en Madrid, que el Marqués de la Fuente era hijo natural del Conde Duque.
DUQUE DE MAURA. Vida y reinado de Carlos II, pág. 146.
92
MOREL FATIO, A. “Recueil...”p. 500.
93
ELLIOTT, J.H. “El conde duque de Olivares”. Barcelona 1988, p. 531. R.A. STRADLING en Felipe
IV y el gobierno de España, 1621-1665, 1989, p. 176, escribe que poco después de la partida de Medina
comenzó a correr el rumor de que Olivares había reconocido a un hijo ilegítimo, don Gaspar de Teves (un
niño de siete años), y le había dado “todos los empleos, de sumillers de corps, presidente del Consejo de
Italia, etc., que tuvo el duque de Medina de las Torres”, y añade, “no cabe duda de que el rumor no era
pura invención”.
94
Carta escrita en Valladolid al Padre Pereyra por el Padre Chacón, 15 marzo 1636. “Cartas de algunos
PP. de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la Monarquía entre los años 1642 y 1648”. Memorial
histórico español. Tomo XIII, 380, 381, Madrid, 1861. Este jesuita atribuye a Don Gaspar de Teves “el
oficio de sumillers de Corps, presidente de Italia o vicepresidente, así como otros errores, ver anexo;
ICAZA, Fco. de Asis, “Lope de Vega, sus amores y sus odios”, Madrid 1927 (según Palao), p.258.
56
suyo a Don Gaspar de Teves, hasta entonces tenido por hijo de Don
Melchor de Teves, pero la considera incierta pues ni en Novoa, ni en el
Conde de Roca, ni en Yañez, que trató en extenso la descendencia del
Conde-Duque, está consignada. Tampoco cree Marañón que Don Gaspar
de Teves fuera el autor de la fechoría del rapto de la hija de Lope de
Vega95. Según Marañón estos rumores demuestran el curioso empeño de
achacar todas las maldades de la época no ya sólo al Conde-Duque, sino a
sus familiares, incluso a los supuestos. Sostiene Marañón que sobre esta
calumniosa leyenda de bartardía no se debe volver96.
La documentación consultada nos permite confirmar la amistad del
Marqués de la Fuente con el Conde Duque de Olivares y con algunos
miembros de su familia: Don Diego Mexía Felipez de Guzmán, Iº Marqués
de Leganés, primo del Conde Duque, y Don Ramiro Núñez Felipez de
Guzmán, Duque de San Lucar la Mayor y Duque de Medina las Torres,
yerno del Conde Duque97. El Marqués de La Fuente estuvo en Flandes con
el Marqués de Leganés como veremos más adelante. El Duque de San
Lucar está relacionado con el Marqués de la Fuente -en la mayoría de las
actas del Consejo de Estado que proponen al Rey nombramientos o
mercedes para el embajador figura su nombre- como también veremos más
adelante.
95
Icaza atribuye el rapto de Antonia Clara, hija de Lope de Vega, a Don Gaspar de Teves. ICAZA, Fco.
de Asís, “Lope de Vega, sus amores y sus odios”. Madrid, 1927 (según Palao), pp. 248-260. Se basa para
ello en las investigaciones de Menéndez Orzama. Barbieri atribuye el rapto al yerno del conde Duque y
Cotarelo a Jualián Valcárcel, reconocido hijo del Conde Duque. MARAÑÓN, G.: “El Conde Duque de
Olivares. La pasión de mandar”, Madrid 1980, p. 429.
96
MARAÑÓN, G. “El Conde-Duque de Olivares. La pasión de mandar”. Madrid, 1980, p. 31, pp. 428429. R. STRADLING dice que el rumor no era pura invención,
97
El Conde Duque de Olivares donó a Don Ramiro Núñez de Guzmán el Ducado de Sanlucar la Mayor al
casarse con su hija Dª María de Guzmán y el Ducado de Medina de las Torres al enviudar. OCHOA
BRUN, M.A.: Historia de la Diplomacia española. La edad barroca I. 2006. Vol. VII, p. 459. En El
Conde Duque de Olivares. La pasión de mandar, G. Marañón dice que el Conde Duque de Olivares en su
testamento trata al Marqués de Leganés de hijo, como a Medina de las Torres. Cuenta también el pleito
que tuvo lugar por el Ducado de San Lucar entre los descendientes del Duque de Medina de las Torres y
de el IºMarqués de Leganés.
57
Dicha documentación no confirma ni nacimiento bastardo ni familia
mediocre, sobre todo por la rama materna. El abuelo paterno del Marqués
de la Fuente, don Gaspar de Teves, casado con doña Ana de Brito 98,
procedía de Portugal, de las islas Madeira, de donde pasó a Francia con la
reina doña Leonor y después a Castilla como caballerizo mayor de la reina
Doña María, primera mujer de Felipe II, sirviendo más tarde a la princesa
doña Juana99.
El padre del Marqués de la Fuente, don Melchor de Teves y Brito,
último hijo de don Gaspar y de doña Ana, siguió la carrera de las letras y se
graduó en Derecho en la universidad de Salamanca. A los 26 años fue
nombrado por Felipe II oidor y visitador de la Audiencia de La Coruña;
S.M. le hizo la merced de Alcalde de Casa y Corte y presidente de la Sala
de Alcaldes, desempeñando dicho cargo en Valladolid entre 1605 y
1607100. En 1607 el Rey le envió a Portugal como superintendente de
Hacienda; fue miembro del Consejo y Cámara de Castilla y oidor de su
Cámara. Don Melchor casó en 1602 con Mariana Tello de Guzmán, señora
de Benazuza y de Lerena, hija de don Pedro Tello, y fueron padres, además
de don Gaspar (I Marqués de la Fuente), de don Pedro, don Fernando, don
Duarte don Felipe y doña Ana de Teves y Tello de Guzmán101.
El abuelo materno del Marqués de la Fuente, Don Pedro Tello de
Guzmán, fue señor del heredamiento de Lerena, caballero de Santiago,
alcalde mayor de Sevilla y secretario mayor del juzgado de dicha ciudad.
Don Pedro Tello de Guzmán casó con Francisca Sandoval y con Mariana
98
Real Academia de la Historia (en adelante RAH), Col. Salazar y Castro. D-19 fol. 210, D-26 fol. 195196.
99
Hermana de Felipe II.
100
RAH, Col Salazar y Castro, A-78 fol. 146, A-79 fol. 70, 71, 276, 355.
101
RAH, Col. Salazar y Castro, D-42 fol. 131-146, D-19 fol. 210.
58
Duarte Ponce de León, que fue la madre de doña Mariana y la abuela de
don Gaspar de Teves102.
La familia materna del Marqués de la Fuente, los Tello de Guzmán,
poseían grandes mayorazgos y eran titulares de los señoríos de Benazuza y
de Lerena, además del oficio de escribano del juzgado de la ciudad de
Sevilla, de sus rentas y comisiones. Al morir Don Pedro Tello de Guzmán,
abuelo materno del Marqués, se iniciaron importantes pleitos entre sus
descendientes, algunos de los cuales duraron más de treinta años, como el
que sostuvo el Marqués de la Fuente por el derecho al oficio de escribano
del juzgado de Sevilla, pleito que le acompañó toda su vida. Cuando los
hijos mayores de don Pedro Tello de Guzmán, don Fernando y don Pedro,
hermanos mayores de doña Mariana, murieron sin descendencia, ésta y su
esposo, don Melchor de Teves, reclamaron para su hijo Don Gaspar,
todavía de corta edad, bienes de la mejora del tercio y el derecho al oficio
de escribano del juzgado de Sevilla que poseía don Pedro. Don Juan Tello
de Guzmán, hijo de otro hermano menor de doña Mariana, entabló litigio
contra ellos en 1614. En el juicio doña Mariana quedó excluida y también
su hijo don Gaspar, (“no se comprenden los nietos de hija ni los demás
varones de hembra”). Dice también la sentencia que el fundador tuvo
intento de conservar la agnición y todos los argumentos coinciden en que
“exclusa femina cesentur exclusi masculi ex ea descendentes”. También
quedó excluida en lo tocante al oficio de escribano de Sevilla porque la
sentencia dice que no se pueden separar los oficios del mayorazgo.
102
RAH, Col. Salazar y Castro, D 27 fol. 155. El oficio de secretario del mayor del juzgado de Sevilla lo
heredó Don Pedro de su padre Don Juan Gutierrez Tello, y este a su vez del suyo Don Fernando Tello,
miembro del Consejo de la Reina Juana quien le hizo merced de dicho oficio que estaba vaco por muerte
de Gaspar de Gracia, su secretario. De la Reina Juana recibió el 5 de enero de 1508 la facultad para
nombrar tenientes para dicho oficio.
59
Pero Don Melchor de Teves, el marido de Doña Mariana, alegó que
siendo parte de la causa y por ser miembro del Consejo de S.M. tenía
privilegio, conforme a la ley Real, de que sus causas se juzgasen en el
Consejo. Vista la causa, el Consejo de S.M. no le dio la razón y sentenció
que, en adelante, el oficio de escribano del juzgado civil pasaría a Sevilla y
no se podría arrendar, ya que lo nombraría Sevilla103. Tan importante era el
oficio de escribano del juzgado de Sevilla que pocos años más tarde, en
1622, Doña Mariana Tello, ya viuda, y su hijo don Gaspar pretenden la
revocación de la sentencia y ser amparados en la posesión del oficio y
nombramiento de tenientes para ese oficio, posesión que tuvieron sus
antecesores, pretendiendo también poder llevar emolumentos de ellos. Se
enfrentan entonces en un pleito con la ciudad de Sevilla. Las razones que
aduce doña Mariana Tello y su hijo son que el privilegio de su familia se
remonta al siglo XV, alegan que la merced les fue concedida por la Reina
Juana, confirmada por el Emperador y por los demás monarcas que le
sucedieron. La ciudad de Sevilla, por su parte, pretende que se confirme la
sentencia del Consejo104.
Cuando fue enviado a Italia para desempeñar una embajada
itinerante ante los príncipes de Italia consiguió del Rey la suspensión del
pleito entre el fiscal de Sevilla y su madre, alegando que, ausente, no podía
defender sus derechos. Desde entonces el procurador de la ciudad se valió
del Consejo para impedir que esta disposición se cumpliera, pero el
Marqués de la Fuente consiguió del Rey una nueva suspensión del pleito
aunque por tiempo limitado. Expirado el plazo en 1658 volvió a suplicar a
Felipe IV desde Viena que continuara la suspensión105, y dos años más
tarde, en 1660, solicitó que, en caso de que no pudiera suspenderse el pleito
103
RAH, Col. Salazar y Castro, 9/1449.
RAH, Col. Salazar y Castro, 9/1315. Ver D-27, fol. 155 historia de la familia Tello.
105
AHN, Estado, Lib. 116, fol.88, Viena, 22 noviembre 1658.
104
60
mientras durare su ausencia, se le reconociera el derecho de servir la
escribanía de lo civil de dicha ciudad, de su propiedad, por tenientes, como
habían hecho sus antepasados106; en 1666 el Marqués pidió la perpetuación
del oficio de escribano del juzgado de Sevilla107. La insistencia en cobrar
por los oficios de Sevilla demuestra la importancia que tenía este
privilegio, y también se explica por la falta de medios que durante toda su
vida padeció el Marqués en sus estancias en el extranjero.
Don Gaspar de Teves y Tello de Guzmán, I Marqués de la Fuente,
nació en 1608, empezó su carrera siguiendo la tradición familiar, como
servidor palatino. En 1623 era ya gentilhombre de boca de Felipe IV y se
convirtió más tarde en acemillero mayor o caballerizo mayor del mismo
Rey108. También reclamó los gajes de este oficio pues, como muchos
embajadores, comprometió su fortuna personal para poder desempeñar sus
cargos y, en varias ocasiones, además del sueldo reclamó los gajes a los
que tenía derecho. En 1628 pidió que se hicieran buenos “los gajes de
gentilhombre de boca y acemillero mayor por no haber gozado de otro
sueldo ni entretenimiento mientras estuve con el Marqués de Leganés en
Flandes”. Esta situación se repitió cada vez que se ausentaba de España.
En 1633 Felipe IV escribió al duque de Alba diciendo: “A D. Gaspar de
Teves, Marqués de la Fuente del Torno, envío a Alemania a cosas de mi
servicio109, y mi voluntad es que el tiempo que estuviese ausente en esto se
le cuenten por el Bureo de mi casa los gajes que se acostumbra”. Estos se
106
RAH, Col. Salazar y Castro, K-79.
AHN, Estado, Lib. 130, París, 13 junio 1666. El Marqués recuerda, entonces a la Reina Regente, que
la reina Juana en 1508 hizo merced a su cuarto abuelo Don Fernando Tello, por haber sido embajador en
Roma, de la escribanía de la ciudad de Sevilla con facultad para nombrar uno o más tenientes como fuese
necesario para el uso de dicho oficio, que el emperador Carlos V en 1544 lo confirmó, y también los
monarcas siguientes. También le recuerda que el pleito viene de 1614, y en consideración a los servicios
de sus abuelos y suyos le ruega la merced de perpetuarse como lo están casi todos los oficios del mismo
género de la misma ciudad y de otras. Pide también que lo hereden sus hijos.
108
RAH, Col. Salazar y Castro, D-21. Fol.285 v.
109
En Noviembre de 1633 el Marqués de la Fuente acompañó al Conde de Oñate a una misión a Viena.
OCHOA BRUN, M.A.,: Historia de la Diplomacia española, La edad barroca I, Vol. VII, 2006, p. 324.
107
61
hicieron buenos en 1638 y ascendieron a 559.930 maravedises (251.640
mrv. por gentilhombre de boca y 308.290 mrv. por acemillero mayor), por
los 23 meses que duró la estancia en Alemania. El Marqués de la Fuente
debía pagar 55.993 maravedises correspondientes a la media anata110 de
559.930 maravedises pero recurrió este pago pues sostenía que tenía hecha
la merced antes de que se instituyera ese derecho111. En 1654 el Marqués de
la Fuente reclama otra vez el pago por la acemillería correspondiente a los
años 1652-1654, y en 1659 lo reclamó de nuevo a través de su hijo porque
se había interrumpido su pago insistiendo en que había recibido esa merced
el 21 de agosto de 1639 y en que eran emolumentos de su oficio de los que
había pagado la anata112.
En 1631, Don Gaspar de Teves casó con Doña Ursula de Córdoba113,
que le dejó viudo en 1642114. Tuvo con ella cuatro hijos: Don Gaspar de
Teves y Córdoba, II Marqués de la Fuente, embajador en Venecia (16661676) y en Francia (1680-1683)115, como había sido su padre, que casó con
doña Luisa Osorio y Ayala, dama de la reina, en 1659 y fueron padrinos los
reyes116; doña Inés de Teves y Córdoba, dama de la Reina Isabel117, que se
casó en 1650 en la capilla de Palacio118 con un caballero milanés; don Juan
de Teves y Córdoba, menino de la Reina Mariana; y doña Fernanda Teresa
110
Impuesto sobre los empleos, títulos, mercedes y rentas que concedían los Estados. En España se creó
en 1631, consistiendo en la mitad del sueldo del primer año para los empleos, y la renta de un año para los
títulos nobiliarios, oficios o rentas que se otorgasen directamente por el rey o sus ministros (media anata).
111
El 10 de diciembre de 1640 el Marqués de la Fuente paga 56.100 maravedis en plata doble que tocan a
la media annata de 3.000 ducados que S.M. le ha hecho merced de ayuda de costa. AHN, Estado, , leg.
799.
112
AGP, Expedientes personales, Caja 1.028/19.
113
RAH, Col. Salazar y Castro, D-31, fol. 51.
114
RAH, Col. Salazar y Castro, D-19. Fol. 210. Doña Ursula de Córdoba era hija de D. Antonio de
Córdoba, 1° marqués de Valenzuela, gentilhombre de la boca y de Ana María de Cardona Osorio, su 2°
mujer.
115
MOREL FATIO, A., “Recueil...pp. 514-516.
116
RAH, Col. Salazar y Castro, M-4 fol. 187 v.
117
RAH, Col. Salazar y Castro, D-19. Fol.210.
118
RAH, Col. Salazar y Castro, M-4. Fol. 187.
62
de Teves y Córdoba, dama de la Reina doña Mariana, que murió en Palacio
en 1684119.
Don Gaspar de Teves Tello de Guzmán fue señor del heredamiento
de Lerena, alcalde mayor de Sevilla y secretario mayor del juzgado,
aunque, como hemos dicho, litigó muchos años con el fiscal y con Sevilla
por el oficio de secretario mayor del juzgado120. En 1633 recibió el título de
Marqués de la Fuente del Torno, título milanés121.
En su juventud se alistó voluntariamente en el ejército que se formó
para levantar el sitio de Fuenterrabía pero la carrera política del Marqués se
desarrolló, principalmente, en el entorno cortesano y la diplomacia.
Después de una misión en Alemania en 1638122 Felipe IV le nombra
embajador itinierante cerca de los príncipes de Italia123. Cumpliendo esa
misión, el 21 de octubre de 1639 aceptó el nombramiento para ir a
Alemania como representante de España en la Dieta que se iba a celebrar
en Ratisbona. En esta ocasión se puso en marcha de inmediato llegando a
Insbruck el 29 de noviembre. El 28 de diciembre de 1639 tiene su primera
audiencia con el Emperador en Viena, de la que da cumplida cuenta. Desde
Ratisbona informa de la situación de las armas imperiales, de las
necesidades de gente, de dinero y de pólvora que tiene el Emperador, del
sitio de Arrás, de socorros para Flandes, de su preocupación por el Marqués
de Leganés que se encuentra en Turín necesitado de caballería, de la
119
RAH, Col. Salazar y Castro, D-19 pág. 210; C-22,- p. 126.
RAH, Col. Salazar y Castro, D-27. Fol.155.
121
MOREL FATIO, A. “Recueil... p. 497. AHN,. Consejos Suprimidos, Lib. 2752, Año 1653, “Asiento
del derecho de gracia a nombre del Marqués de la Fuente sobre la merced de título a la casa de sus
abuelos maternos”. El expediente no se conserva.
122
MOREL FATIO, A.: “Recueil…pág. 497.
123
OCHOA BRUN, M.A.: Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, 2006, p. 12. AHN, Estado,
Lib. 115, Génova, 24 septiembre 1639.
120
63
llegada de Francisco de Melo al que espera con alborozo para servirle124, de
la necesidad de dinero para gastos secretos, de Polonia, pide ayuda de costa
para Diego Saavedra, etc.125. A Castel Rodrigo y le comenta “el desdichado
accidente de Portugal”126.
Desde Ratisbona el Marqués de la Fuente solicita quedarse en el
Imperio en donde se encontraba muy bien127. En julio de 1641 pide a Felipe
IV la merced de embajador ordinario en Viena128 y de nuevo lo hace en
octubre del mismo año recordándole que en 1639 le prometió que le daría
el primer puesto que quedara vacante129. Pero el Marqués de la Fuente no
fue nombrado embajador en Viena sino en Venecia: la carta agradeciendo
al monarca su nombramiento es del mes de noviembre de 1641130.
En julio de 1642 el Marqués de la Fuente todavía permanecía en
Viena, aspirando quizás a quedarse en aquella embajada131, y en agosto de
1642 tomó posesión de su cargo de embajador en Venecia (había pasado
casi un año desde su nombramiento). El Conde de La Roca escribe a don
Luis Méndez de Haro repetidas veces desde Venecia, primero
124
Francisco de Melo, noble portugués fidelísimo a su legítimo monarca Felipe IV, de quien era a la
sazón Virrey de Sicilia, y que había sido embajador en Viena (1637-1640), fue nombrado, como el
Marqués de la Fuente, plenipotenciario para la Dieta de Ratisbona (OCHOA, BRUN, M.A., Historia de la
Diplomacia española, Tomo VIII, 2006, p. 12. El Marqués de la Fuente cuenta al Marqués de Castel
Rodrigo la llegada de Melo a Ratisbona (14 de sept. 1640). Tras alojarlo en su casa lo acompañó a ver a
SS. MM. en audiencia privada y después en audiencia pública el día 18. Dice que le hicieron
“demostraciones de estima y agasajo” y espera que con su llegada se lograrán beneficios para el servicio
de S.M. Añade que “todos los ministros están satisfechos por el modo e hidalguía que tiene Melo para
negociar” (AHN, estado Lib. 115, Ratisbona, 20 de septiembre de 1640). En 1646 Francisco de Melo fue
admitido en el Consejo de Estado, por orden de S.M. de 31 de marzo. AHN, Estado, Leg. 248.
125
AHN, Estado, Lib. 115 y 116. Ver cartas escritas desde Milán, Insbruck, Viena y Ratisbona a Castel
Rodrigo, embajador en Roma, y a Madrid. Año 1639-1640-1641.
126
AHN, Estado, Lib. 115, dciiembre, enero, 5 de febrero de 1641.
127
AHN, Estado, Lib. 116, 6 febrero 1641.
128
AHN, Estado, Lib. 116, 9 julio 1641.
129
AHN, Estado, Lib. 116, 11 de octubre 1641.
130
AHN, Estado, Lib. 116, 18 noviembre 1641. En 1642 fue nombrado embajador en Viena Juan Velasco
de la Cueva, Conde de Siruela, y en 1643 Manuel de Moura Corte Real, Marqués de Castel Rodrigo
(OCHOA BRUN, M.A., Historia de la Diplomacia española, Repertorio Diplomático, Apéndice I,
Madrid 2002, p. 143.
131
AHN, Estado, Lib. 116, Cartas de 16 y 18 junio 1642 y 30 julio de 1642.
64
congratulándose de que el Marqués de la Fuente hubiera sido nombrado
embajador, después lamentándose de la dilación del Marqués en tomar
posesión de su cargo, y por fin, el 26 de agosto, desde Alejandría de la
Pulla, comunicándole que el Marqués de la Fuente había tomado posesión
de la embajada de Venecia132.
De la larga estancia del Marqués de la Fuente en la República
(permaneció hasta 1655) se conservan numerosas cartas a Felipe IV, al
Marqués de Castel Rodrigo, a los Secretarios de Estado, al Marqués de
Velada y a otros que dibujan la Italia de esos años. El Marqués transmite a
Madrid la mala disposición de Francia hacia los intereses de S.M. Católica
y la buena disposición de la República que desea que “S.M. Católica
mantenga en Italia sus posesiones porque le sirven de seguridad”.
Nada más llegar a Venecia el Marqués da cuenta del estado de la
guerra que mantiene el Duque de Parma, ayudado por Francia y algunos
príncipes italianos, contra el Papa por el ducado de Castro. Informa de la
llegada a Venecia del Cardenal Bichi, representante de Francia, anunciando
la paz entre el Papa y el Duque de Parma. El Marqués desconfía de Francia
y comunica a Madrid que los venecianos gritaron “muera Francia” y “viva
San Marcos” cuando Bichi salía de la casa del embajador de Francia133.
Finalizada la guerra134, el Duque de Módena propone al Marqués que la
gente de los príncipes pueda pasar al servico de S.M. Católica135, pero el
132
RAH, Col. Salazar y Castro, A-88, Fol. 43-44, 47-49, 60-61.
El Marqués desconfiaba de todos y llega a entrevistarse con el duque de Módena en el banco de una
iglesia y, en otra ocasión, disfrazado, escucha la conversación entre el Duque de Módena y el Duque de
Parma (con máscaras) sobre la paz y sobre Francia. AHN, estado, Lib. 117, Venecia, 6 de febrero 1644.
134
La guerra terminó con el Tratado de Roma ( 31 de marzo de 1644). Los Farnesio, gracias al apoyo de
Francia, derrotaron al Papa y continuaron conservando el ducado de Castro.
135
El Duque de Módena, a través del Conde de Testi, propone también al Marqués el trueque de Casalmayor a cambio de ayuda militar para el estado de Milán –hablan de 500 caballos-. Testi vuelve a ver al
Marqués de la Fuente y le pide el gobierno de Nápoles para su amo (lo dejaba el Duque de Medina) pues
desea servir a S.M. con su persona y con sus tropas. AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 8 de enero de 1644,
9 de abril de 1644, el Marqués de la Fuente al Rey.
133
65
Rey Cristianísimo también desea esas tropas lo que preocupa al Marqués
porque aumentarían el poder de Francia en Italia. En ese momento la
República pretende traer de Holanda 4.000 hombres y el Marqués descubre
que Bichi hace maniobras interesadas para quedarse con los soldados, por
lo que se atreve a escribir al Colegio un oficio en el que avisa de los
preparativos que hace el Rey Cristianísimo intentando prevenirles. El oficio
dice: “la irresolución se ha tenido siempre por madre de grandes
inconvenientes y hay materias de tal calidad que no impedirlas es cierta
especie de aprobarlas”. La República dio orden de que no pasaran los
soldados holandeses.
Con el cardenal Bichi llega a Venecia un portugués para procurar
que la República acepte ministro de Portugal. El Marqués intercepta dos
pliegos suyos, sigue con interés las reuniones que los portugueses que
viven en Venecia celebran con el padre Venturino136 y hace oficios para
impedir que el Duque de Braganza tenga representante en la República. De
momento el Marqués consigue atajar los pasos del portugués pero éste se
marcha a París para que desde allí se envíen órdenes al embajador de
Francia en Venecia y procure su causa.
El Marqués informa de muerte del Papa Urbano VIII y de las
diligencias que hizo para que la República apoyase alguno de los
candidatos deseados por S.M. Católica. Tras el cónclave, advierte que el
nuevo Papa, Inocencio X, no ha sido muy aplaudido en la República. Se
atreve a insinuar al Colegio que la República debe entenderse bien con el
El Marqués de la Fuente recela del padre Venturino historiador de Francia autor del libro “el
Mercurio”. Su nombre es Vitorio Siri y sus costumbres poco proporcionadas al hábito de San Benito que
lleva. Según el Marqués puso sus ojos en la corona de Francia y se hizo amigo del embajador
convirtiéndose con malas artes en árbitro de sus acciones y dueño de la secretaría, así lo encontró Bichi.
El Marqués de la Fuente habla de su desverguenza, de su ancha conciencia, del modo de vida escandaloso
que lleva, de sus amistades con los de contraria religión, de los rumores de que es ateo, todo para llegar a
la conclusión de que no se fía de Francia (AHN, Estado, Lib. 117, 19 de noviembre de 1644).
136
66
pontífice y llega a mediar para conseguir que el Papa restituyera la
“inscripción”137.
El
Dux
se
lo
agradece
y
le
promete
buena
correspondencia. El Marqués reconoce que tiene crédito en el Colegio, y
debía tenerlo por las numerosas muestas de afecto que recibe. Cuando
descubre que un clérigo próximo al residente de la República en Nápoles
llevaba unos “papeles estampados perjudiciales para el servicio de S.M.
Católica”, presenta una queja en el Senado por el comportamiento del
residente y de todos los implicados y le ofrecieron disculpas. Cuando da
cuenta al Colegio del feliz suceso que tuvieron las armas de S.M. Católica
el 25 de mayo en Cataluña, el Dux estimó la noticia y manifestó que la
República se consideraba obligada y procuraría por los intereses de S.M.
Católica en Italia.
El Marqués da cuenta de las presiones que hace Francia para que el
príncipe Casimiro de Polonia se case con la hija del Duque de Orleáns138 y
del disgusto que había mostrado el embajador del rey Cristianísimo porque
el Duque de Parma negociaba por su parte el matrimonio entre su hermana
y el rey de Polonia139, de las relaciones de la República con los caballeros
de la orden de San Juan, de lo que le propuso un soldado de Avignon –
quemar la armada francesa- y lo que le respondió140.
137
Se trataba de derogar la ley establecida por Urbano VIII que no permitía conceder la nobleza a los
nepotes del Papa. AHN, Estado, Lib. 117, Venecia 19 de noviembre de 1644.
138
Darían a la novia 150.000 escudos de renta, 200.000 en dinero y la legítima materna que era grande, y
no menor la expectativa del padre siendo hija única. El rey de Francia nombraría a Casimiro protector de
Francia y le señalaría una renta eclesiástica,AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 15 de octubre 1644.
139
AHN, Estado, Lib. 117, 21 de diciembre de 1644.
140
Un soldado de Avignon descontento le propuso quemar la armada francesa que viene a invernar en el
puerto de Tolon. Pedía 2000 escudos para armar un patache cn que salir en corso. El Marqués de la
Fuente ve dificultades en la materia y decide escribir al Almirante a Nápoles, AHN. Estado, Li. 117,
Venecia, 7 de septiembre 1644. El MF al Rey.
67
Informa también a Madrid de los rumores de que el duque de Lorena
quiere servir en la República, sobre la rebelión de Mesina y Nápoles141, del
peligro de los cosacos, de la elección del General de los jesuitas142, del
poco entendimiento entre el Papa y la República con motivo del
nombramiento de nuevos cardenales… Cuenta la proposición del Duque de
Módena para establecer una liga entre los duques de Saboya, Florencia,
Mantua, Parma y Módena para hacer salir a los franceses de Italia143. Se
queja de que en Madrid no se apliquen más a la guerra que mantiene la
República contra los turcos aunque agradece la ayuda de S.M. Católica
(100.000 ducados que se enviarán a plazos)144. Dice que si se pierde dicha
guerra habrá que fortificar todas las plazas de Nápoles y Sicilia. Desconfía
de la idea de los franceses de negociar con el turco y no cree conveniente
ceder la isla de Candia145. Los años siguientes, su correspondencia refleja
tanto la labor diplomática que realiza como su precaria situación
económica lo que afecta a la hora de disponer de confidentes fiables146.
Durante su estancia en Venecia el Marqués de la Fuente fue anfitrión
de Velázquez cuando éste realizó su segundo viaje a Italia. La misión de
Velázquez en Italia durante su segundo viaje (1649-1651) tenía entre sus
objetivos la compra de pintura para decorar las nuevas salas del Alcázar. El
Marqués informó a Felipe IV de la llegada del pintor y de las gestiones que
141
Habla de las levas de alemanes para Nápoles y otras cosas, AHN, Estado, Lib. 120, Venecia, 9 de
febrero 1947. Sobre la rebelión de Mesina y Nápoles ver RIBOT, L., Las revueltas deNápoles y Sicilia
(1647-1648), Cuadernos de Historia Moderna, XI, Madrid 1991, p.121.
142
El Marqués hace gestiones para conseguir dos votos que aseguren la elección del General de los
Jesuitas en la persona del padre Juan Bautista Drusiane, pero fue elegido Alejandro Gottifredi, AHN,
Estado, Lib. 115, Venecia, 5 de septiembre 1651.
143
AHN, Estado, Lib. 115, Venecia, 15 de abril, 29 de abril, 10 de junio, 10 de agosto de 1651.
144
Sobre esta ayuda el Marqués dice que debe llegar cuanto antes para no aumentar el descrédito de S.M.
pues en Venecia desconfian de que llegue tal ayuda, AHN, Estado, Lib. 122, 15 abril 1651. Como los
plazos no llegan, le Marqués reclama en junio y culpa a los hombres de negocios, en agosto llegan 24.000
145
La información sobre la guerra conra los turcos es muy abundante, cuenta los socorros enviados a
Candia, AHN, Estado, Lib. 122, enero 1651,
146
El Marqués cuenta las peleas que en la ciudad de Venecia mantienen nicoletos y castellanos por el
contrabando y lo que sucedió a dos lacayos suos que hicieron contrabando y fueron apresados, AHN,
Estado, Lib. 115, Venecia 8 de septiembre de 1651, 16 de septiembre de 1651, Lib. 122, 23 de septiembre
1651.
68
realizó para que éste contemplara, a pesar de las reservas de los venecianos,
muchas de las pinturas de la ciudad147. Velázquez llegó a Venecia el 21 de
abril de 1649 y se alojó en casa del Embajador. Tras visitar Roma y otras
ciudades de Italia, Velázquez volvió a Venecia en 1651 y se instaló de
nuevo en el palacio del Marqués de la Fuente. En esta ocasión, con la
ayuda del Marqués y con la del cónsul, Santiago Cardoso, Velázquez
compró dos obras de Veronés y ocho de Tintoretto148. Gracias a las
gestiones del Marqués de la Fuente fue adquirida “La Gloria” de
Tintoretto, hoy en el Museo del Prado, a muy buen precio149.
El Conde de Oñate, virrey de Nápoles, suministró los fondos
necesarios para la adquisición de las obras, financió todas las gestiones
para el embalaje, almacenamiento y transporte de las obras hasta España150.
Los gastos extraordinarios originados por el viaje de Velázquez y por la
compra de notables obras de arte que éste realizó contribuyeron, sin duda, a
que el virrey de Nápoles, de quien dependían los pagos, tuviera dificultades
para enviar sueldo y ayudas de costa al Embajador en Venecia, problema
que afecta durante todos estos años al Embajador y a la Hacienda española.
Durante todos los años que vive en Venecia el Marqués se queja de
falta de medios. Recién llegado reclama con insistencia a Felipe IV 2.000
reales al mes que le había hecho merced por lo que perdió con la rebelión
de Portugal, ya que precisaba esas mesadas en el estado en que se hallaba,
pero el Rey le responde que pase con lo que tiene. Confiesa el Embajador
al Rey que sólo dispone del sueldo de la embajada que es de 278 ducados
AGS, Estado, Francia, Leg. 3.548. De Palomino, en “Varia velazqueña”, Tomo II Madrid 1960. pág.
266.
148
SALORT PONS, S. Op. cit., p. 267.
149
SALORT PONS, S., Velázquez en Italia, Madrid 2002, pp. 131, 205 y 275. Se trata del boceto del la
Gloria -o el Paraíso- de San Marcos que el embajador español adquirió en 1653 y por el que el mismo
Duque de Módena se había interesado.
150
SALORT PONS, S. Op. cit., p. 269.
147
69
(si se lo pagasen). Dice también: “después de 32 años de servicios
personales de mi padre en Portugal y en Castilla en los primeros puestos
de su profesión me dejó un juro en la alfándiga de Lisboa. Eso y dos
encomiendas que el Rey N.Sr., padre de V.M., me hizo merced y otras con
que V.M. me honró (todo pasaba de 5.000 ducados al año) lo perdí con el
accidente de los portugueses. Las deudas que me dejó mi padre son
muchas y públicas, aunque me madre heredará la casa de sus abuelos en
Andalucía que no es pobre”. El Marqués añade que en Flandes, Dinamarca
y Alemania ha gastado más de lo que ha ganado y se ha endeudado. Para
demostrar cuan modesta es su exigencia, el Marqués dice que el embajador
del Emperador cobra 10.000 ducados al año, el de Francia 12.000 y el de
Inglaterra 3.000151. En esta ocasión el Rey concedió a su Embajador parte
de lo que le pedía: 2.000 reales al mes que éste agradece a la vez que
suplica que se le paguen en Nápoles junto a su sueldo y los atrasos152. Un
año más tarde escribe al Rey: “desde el año en que amanecí al mundo le he
servido sin interrupción. Si no he conseguido hacer fortuna he conseguido
vuestra aprobación en cuanto he obrado. Entré a servir a V.M. con
mercedes heredadas de mis abuelos y con alguna hacienda propia y me
veo sin aquellas, sin esta y sin lo que he recibido de la grandeza de V.M.”.
Después de lamentarse por su situación y recordar a otros que han servido y
han sido recompensados, y de señalar que es uno de los embajadores más
antiguos (sólo le ganan el duque de Terranova y el de Malpica) 153, solicita
cobrar el sueldo que tenía (400 ducados en lugar de 278) lo que le
prometen en febrero de 1646154.
151
AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 6 febrero 1644.
AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 19 noviembre 1644.
153
AHN, Estado, Lib. 118, Venecia, 12 agosto 1645.
154
AHN, Estado, Lib. 119, Venecia, 17 febrero 1646.
152
70
Como el dinero prometido no le llega y tiene que pagar a sus
acreedores155 el Marqués se ve obligado a escribir de nuevo a Madrid para
reclamarlo; dice que desde hace diez meses no ha recibido nada. El pago
de la embajada de Venecia era una de las cargas que soportaba la hacienda
del reino de Nápoles y, tras haber escrito el Conde de Oñate 156 al
Embajador diciendo que le era imposible divertir ningún gasto y que no
podría enviarle dinero al menos en un año, éste propone que teniendo allí
casa Manuel Cortizos157 se le podría dar algún efecto. El Marqués pide
dinero para los gastos de la embajada (gastos secretos, secretaría, correos,
limosnas, aguinaldos, socorros, portes y gastos de secretaría), más la
recompensa que se le señaló. Por todo pide 9.000 ducados. Dice en la carta
que ha empeñado la hacienda de sus hijos, que ha perdido el crédito y que
nadie quiere socorrerle, insistiendo en que es imposible servir a S.M. con
esos medios. El Marqués se desespera y reitera que se le envíe dinero para
no perder el crédito, la reputación y el lucimiento que siempre ha
mantenido, también se lamenta de que no puede mantener a los
confidentes158.
En situación de agobio económico, el Marqués de la
Fuente, cansado, decide suplicar a S.M. la embajada ordinaria de Alemania.
En carta a Felipe IV dice el Marqués: “hace 36 años que le sirvo, 24 fuera
de España. Hace 12 años que salí de Madrid, y hace 9 años que estoy
sirviendo esta embajada ordinaria, por todo ello le suplico se sirva
honrarme declarándome su embajador ordinario ante el Sr. Emperador,
pues si bien estando allí el Marqués de Castel Rodrigo como embajador
extraordinario no se necesita otro ministro, servirá para que el mundo
reconozca que no estoy desterrado y para verme yo con el consuelo de
satisfacer los juicios comunes que tanto me mortifican. Prométome de la
155
AHN, Estado, Lib. 120, Venecia, 9 febrero 1647.
Virrey de Nápoles.
157
Importante banquero que trabajaba con Felipe IV.
158
AHN, Estado, Lib. 121, Venecia, 16 enero 1649, 20 febrero 1649.
156
71
grandeza de V.M. que me hará esta merced acordándose de que el 10 de
noviembre de 1640 se sirvió mandarme escribir que teniendo nombrado a
D. Francisco de Melo antes de que yo saliese de España para aquella
embajada, no había lugar para dármela, pero que en otra ocasión lo haría
por lo satisfecho que se hallaba de mi inteligencia y servicios. No creo que
desde entonces los he desmerecido. He asistido en aquella corte 5 años,
conozco el Imperio y, mientras sale Castel Rodrigo, le suplico la merced de
licencia para dar una vuelta por mi casa muy necesaria después de tantos
años. A la vez que le pido el puesto de Alemania, le suplico me declare
como Embajador Extraordinario aquí porque esta mutación de título
corrija algo el deslucimiento de detenerme más en esta ocupación y el que
me ocasiona el no haber recibido en estos 12 años ninguna merced159.
En 1654 el Marqués de la Fuente sigue en Venecia en donde lleva ya
12 años y recuerda a Felipe IV que espera recibir la merced que le ha
pedido160. Pero el nombramiento de Embajador en Viena no llega. En 1655
el Marqués, todavía en Venecia, informa sobre la muerte del Dux, la
elección del nuevo Papa –Alejandro VII-, informa sobre Módena, sobre
Constantinopla, etc. Repite que su obediencia es inalterable pero que se
encuentra en dificultades. Sigue lamentándose al Rey de su situación y le
escribe: “hace 40 años que no he sido mío un día, jamás he tenido voluntad
propia, he destruido mi hacienda y la de mis hijos por parecer en todas
partes criado de S.M....después de 16 años en que salí de Madrid la última
vez, me hallo sin más merced que la de haberme V.M. favorecido muchas
veces con las mismas palabras generales que ahora. Necesito alguna
demostración efectiva que me libre del desconsuelo que me ocasiona ver lo
que aumenta mi descrédito. Habiéndose desvanecido la embajada de
159
160
72
AHN, Estado, Lib. 122, Venecia, 15 abril 1651; Venecia 17 junio 1651.
AHN, Estado, Lib. 123, Venecia, 29 agosto 1654.
Suecia, como si necesitase venderme para conseguir algo, suplico a V.M.
que mande tomar resolución conmigo considerando que en 16 años no ha
habido hombre de cuantos han servido a V.M. en mayor o menor grado
que no haya conseguido aumento de puestos, de honores y de hacienda
para él y para sus hijos”161.
En 1656 el Marqués de la Fuente es nombrado Embajador
Extraordinario ante el Rey de Suecia y Dinamarca. Cuando recibe el
nombramiento se encuentra convaleciente de una enfermedad, pero escribe
a Madrid diciendo que se encamina sin dilación al nuevo puesto aunque
está falto de medios por lo que pide ayuda para ir a aquella Corte y
permanecer en ella. Poco antes de partir recibe un despacho de S.M. que le
ordena detenerse en Viena para gestionar que los ejércitos de Flandes y
Milán se refuercen. Se entera entonces de que el Marqués de Castel
Rodrigo, Embajador ordinario en Viena, ha sido nombrado virrey de
Cerdeña, y aprovecha para pedir de nuevo a Felipe IV que le honre con la
embajada ordinaria en el Imperio, recordándole las razones que hay para
ello: que hace 41 años que le sirve, 22 como embajador, profesión en la que
le han salido muchas canas, etc., y además le recuerda que se lo prometió.
Puesto que en ese momento se encuentra en Viena y está satisfecho de sus
servicios es el mejor momento162. La respuesta que recibe de Madrid es que
continúe en esa Corte hasta nueva orden y a la espera de que se traslade
Don Luis Ponce de León, nombrado Embajador Extraordinario en Viena.
Mientras, se le asistirá con un sueldo de 10.000 escudos anuales (8.000 de
sueldo y 2.000 de ayuda de costa). Por fin, el 12 de septiembre de 1656 el
161
162
AHN, Estado, Lib. 124, Año 1655, Marqués de la Fuente al Rey.
AHN, Estado, Lib. 124, 14 abril 1.656, 6 mayo 1656.
73
Rey envía al Marqués de la Fuente carta credencial para ser Embajador
ordinario ante el Emperador como era su deseo163.
Como embajador en Viena (1656-1661) el Marqués de la Fuente es
protagonista de importantes acontecimientos: en 1657 muere el Emperador
Fernando III y desarrolla una activa labor diplomática en la elección del
nuevo Rey de Romanos y atrayéndose a los príncipes del Imperio164. En
1658 escribe desde Viena, Pilsen y Frankfurt informando de diversos
asuntos políticos (Transilvania, los turcos), y también de asuntos
personales. En carta a Felipe IV dice: “los muchos años que sirvo a V.M.
han dado lugar a que haga muchos que representando los méritos de mis
abuelos le suplicase que me hiciese merced de un título de marqués o
conde de Castilla para mi casa, pasando a insinuarme que V.M. me
favorecería al tiempo de mi vuelta suponiendo que sería 7 meses. Han
pasado muchos años, la dicha con que en ellos he satisfecho en mis
empleos la manifiestan las multiplicadas honras que V.M. me ha hecho.
Desde los pies de V.M. donde me hallo, la hacienda que he perdido, lo que
he gastado, los años que he faltado de mi casa y los negocios que han
corrido por mi mano, pido se me declare sin dilación el título para poder
continuar consolado y morir gustoso dejando a mi casa esta prenda”165.
Felipe IV, en esta ocasión, complace a su embajador de inmediato:
“al Marqués de la Fuente, gentilhombre de mi cámara, de mi consejo y mi
163
AHN, Estado, Lib. 133, 14 febrero, 6 julio, 9 agosto 1656. Para la embajada de Venecia Felipe IV
nombra a Don Antonio Sebastian de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera (1656-1660). El Rey
escribe al Marqués de la Fuente: “como sabéis he nombrado al Marqués de Mancera para que os suceda
en esa embajada. Para que tanto mejor pueda cumplir con las obligaciones de su cargo y encaminar los
negocios que ahí hubiese de tratar de mi servicio le entregaréis todos los papeles y notas en la forma que
es costumbre y la cifra general para que pueda usar de ella. Avisaréisme de hacerlo”, AHN, Estado, leg.
1923, Madrid, 15 octubre 1656.
164
AHN, Estado, Lib. 125, Año 1657.
165
AHN, Estado, Lib. 116, Fol.10, Frankfurt, 18 julio 1658. Recordemos que en 1633 había recibido el
título de Marqués de la Fuente de Torno en Milán.
74
embajador en Alemania. Teniendo consideración a los empleos que han
estado a vuestro cargo y al acierto y puntualidad con que me habéis
servido en ellos y a lo que también habéis merecido en la ocasión presente
de la elección de emperador del rey de Hungría mi sobrino, os he hecho la
merced, con atención a esto y por la intercesión que me han hecho el
Emperador y la reina a vuestro favor, de título de conde en Castilla que es
la que más habéis deseado y en que me habéis instado de muchos años a
esta parte”166.
El Marqués de la Fuente lo agradece diciendo: “Puedo asegurarle
que entre tantas circunstancias como reconozco en esta hora ninguna es
mayor que la de asegurarme de que V.M. se de por bien servido de mí”167.
Vive una etapa tranquila en Viena desde donde envía mucha información
sobre los asuntos del este, del norte, de la Dieta, de Flandes, de la boda del
Emperador, del Duque de Lorena, la tregua de polacos, etc 168. Mucha
información y pocas reclamaciones. En Viena recibe la carta de Felipe IV
que le comunica el nombramiento de Fuensaldaña como Embajador
Extraordinario en París169. También recibe la orden del Rey de guardar
buena correspondencia con el Barón de Watteville a quien ha nombrado
Embajador ordinario cerca del Rey de Inglaterra170.
166
AHN, Estado, Lib. 134, 16 agosto, 1 septiembre 1658. AHN, Consejos Suprimidos, Leg. 9046, n° 2.
“El sr. Mateo Fraso, capellán de S.M. recibe de D. Gaspar de Tebes Tello de Guzmán, Marqués de la
Fuente, seiscientos cuarenta reales de plata doble, que son el valor en que están computados ochenta
florines de oro que tocan a la capilla y que se los debe pagar el dicho sr. Gaspar de Tebes por la merced
que S.M. le ha hecho del título de conde de la villa de Bena Cusa. Madrid,17 de diciembre de 1663”. Este
título lo heredó su hijo Gaspar en 1673, al morir su padre (AHN, Consejos lib. 2752, n° 55); en abril de
1674 pagó 750 ducados de vellón por la media anata que tocaba a la sucesión en el título de conde de
Benazuza, su padre (AHN, Consejos leg. 11724. AHN, Consejos lib. 2755. Año 1.663, n° 65, fol 337.
167
AHN, Estado, Libro 116, Fol. 22, Viena, 23 octubre 1658.
168
AHN, Estado, Lib. 126, Enero 1659.
169
“He nombrado a Fuensaldaña como Embajador Extraordinario en Francia para que después de haber
acompañado a la Infanta Reina, mi hija, en la jornada que hace a aquel reino, se quede en él por algún
tiempo, de que me ha parecido daros noticia para que en los negocios que ocurrieren de mi servicio en
que sea necesario corresponderos con él lo executéis con la buena inteligencia que conviene. El Conde va
encargado de tomar con vos la misma correspondencia siempre que se ofreciera algo de consideración
que comunicaros”, AHN, Estado, Libro 135, Fol 47, Madrid, 15 abril 1660.
170
AHN, Estado, Lib. 135, Fol 68, Madrid, 12 julio 1660.
75
No hubo muchas ocasiones para intercambios entre el Marqués de la
Fuente y Fuensaldaña pues, pocos meses más tarde, Fuensaldaña pide ser
relevado de su cargo y el Consejo de Estado, consciente de la importancia
que tiene la embajada en París para que Luis XIV cumpla el tratado de los
Pirineos, propone a Felipe IV el nombramiento del Marqués de la Fuente.
El Marqués de la Fuente recibe en Viena la carta de Felipe IV que le
comunica el nombramiento171. Un mes después de comunicarlo al Marqués,
el 28 de mayo de 1661 Felipe IV anuncia por carta a Luis XIV el
nombramiento del Marqués de la Fuente como Embajador Extraordinario
en París172. El 1 de julio de 1661 se anunció al Duque de Orléans173.
Pero el Marqués de la Fuente, a pesar de la urgencia de trasladarse a
París para sustituir a Fuensaldaña y vigilar el comportamiento de Francia,
tardó en cumplir la orden del Rey por falta de medios, ya que Méndez de
Haro escribe a Juan Francisco de Benavides y Toledo, III Marqués de
Caracena, pidiendo que satisfaga una letra de 30.000 escudos para el
Marqués de la Fuente porque es bueno que no le falte la asistencia que
tanto necesita y más con el nombramiento que S.M. le ha hecho para pasar
a la corte de Francia174.
“Por la mucha satisfacción que tengo de vuestra persona y bien servido que me hallo de ella, os he
nombrado como Embajador Extraordinario ante el rey Cristianísimo, mi sobrino, y porque los negocios
que se ofrecen en aquella corte son muchos y muy importantes, os encargo dispongáis y executéis vuestra
jornada con toda brevedad, dando parte de ello al Emperador mi sobrino, y a entender que no ha sido el
menor motivo de esta resolución juzgar que en la ocasión presente, que tanto necesita de las asistencias de
Francia contra el turco, podrá serle agradable y de su servicio haya en París sujeto de vuestro grado tan
informado de sus cosas y de tanta satisfacción suya de quien pueda valerse para todo lo que se le
ofreciere. Y por creerse que el Marqués de Mancera le será grato por su calidad y buenas formas y estar
casado con la hija de ministro que sirvió tantos años a su padre, le he elegido mi embajador en esa corte y
se le ordena parta luego a ella, como lo hará, lo que también podéis manifestarlo a S.M. Cesárea, dándole
la carta inclusa. Os hago merced de 15.000 escudos de ayuda de costa de los que se os remiten letras”.
AHN, Estado, Lib. 136, p. 32, 16 abril 1661.
172
MOREL FATIO, A:. Op. cit. p. 497.
173
AGS, Estado, Francia, leg. K 1644, Madrid, 20 julio 1661.
174
RAH, Col. Salazar y Castro, A-91, Fol. 164, 24 abril 1661.
171
76
A la carta del 16 de abril en la que se le comunicaba el
nombramiento como Embajador Extraordinario siguió la del 6 de mayo que
le pedía ponerse en viaje, la del 9 de junio reiterando que, a la mayor
brevedad posible, ejecutase el viaje a Francia, otra del 20 de julio en la que
Rey insistía en que iniciase su viaje cuanto antes, y otra del 17 de agosto
que nuevamente instaba al Marqués para que apresurara la jornada en
Francia175, máxime cuando “el conde de Fuensaldaña padece una peligrosa
enfermedad por lo que es urgente su relevo para asegurar el servicio de la
embajada”176.
El Marqués de la Fuente, cuando se despide como embajador en
Viena, reclama el cobro de una deuda de 18.138 florines y otra de 396.116
florines. La reclamación viene acompañada de una certificación de D.
Diego de Prado, Secretario de S.M. y su contador en Alemania, el cual
explica que dicha deuda comprende su sueldo y lo que el Marqués de la
Fuente puso de su propio dinero para cosas del servicio de S.M. por no
haber medios en la caja real de esta embajada: “Parte S.E. (el Marqués de
la Fuente) de esta corte cesárea a la de Francia donde S.M. (Dios le
guarde) le ha nombrado por su embajador extraordinario sin poder cobrar
dicha suma. Y para que de ello conste de orden de S.E. doy la presente
firmada de mi mano y sellada con el sello de mis armas”177.
La carta en la que el Rey fijaba el sueldo al Marqués de la Fuente en
su nuevo destino es seis meses posterior a la de su nombramiento: “es mi
voluntad que con dicho cargo haya y goce el tiempo que le sirviere a razón
de doce mil escudos en plata castellana de a diez reales cada uno al año,
que es el sueldo que he resuelto lleven mis embajadores en Francia, del
175
AHN, Estado, Lib. 136, pp. 36, 44, 62, 69.
AHN, Estado, Lib. 136, p. 69, Madrid, 17 agosto 1661.
177
AGS, Estado Francia, leg. K1386, Viena, 11 sep. 1661.
176
77
que ha de comenzar a gozar desde el día en que partiera de Viena a París,
que ha de constar por testimonio auténtico, y los ha de cobrar de cualquier
dinero que se proveyera para los gastos de dicha embajada como lo han
hecho sus antecesores”178.
Mientras el Marqués se disponía a viajar a París, en octubre de 1661,
(habían pasado seis meses desde su nombramiento), tuvo lugar el
“incidente de Londres”, asunto del que hablaremos más adelante. Como
consecuencia de este suceso, el Marqués quedó retenido en la frontera sin
permiso para entrar en Francia y sin tomar posesión de su cargo hasta que
se negociase la audiencia de las excusas. Finalmente de la Fuente llegó a
París el 17 de febrero de 1662 y tuvo su primera audiencia pública el 24 de
marzo.
En la misma fecha que España nombra al Marqués de la Fuente
como Embajador extraordinario en Francia, (mayo de 1661), el arzobispo
de Embrún es nombrado embajador de Francia en España. Su estancia en
Madrid, como la del Marqués de la Fuente en París, duró seis años. La
actuación de ambos embajadores está marcada por la política de sus amos:
agresiva y arrogante la del francés y defensiva la del español. Podemos
observar en la llegada de ambos a sus respectivos destinos importantes
diferencias: el arzobispo de Embrún entra en Madrid con honores,
exigiendo tratamiento especial, y en la fecha prevista, mientras el Marqués
de la Fuente tiene que retrasar su entrada en París varios meses por la
exigencia de Luis XIV de que se pidan excusas públicamente por el
incidente de Londres, excusas que presentará finalmente el Marqués de la
Fuente.
178
78
AHN, Estado, Lib. 136, fol 76, Madrid 26 octubre 1661; Lib. 269, fol. 7, 26 octubre 1661.
No había hecho más que partir hacia Madrid y el arzobispo de
Embrún, en el camino, planteó ya el primer problema: la forma en que
debía ser recibido. Fue el preludio de toda una serie de diferencias que se
plantearán en adelante no sólo por el carácter del embajador sino por las
presiones de Luis XIV que deseaba que su representante en la Corte
española gozase de mayores privilegios que los embajadores de las
restantes potencias e incluso de los que estaba dispuesto a conceder a los
enviados por España a Francia. En España no era costumbre que los
embajadores hicieran una entrada solemne; llegaban a Madrid de incógnito,
se instalaban, y después de informar al primer ministro de su presencia, le
visitaban, y con su mediación, pedían audiencia al Rey. Para la primera
audiencia con el Rey, los embajadores formaban un cortejo con sus
gentileshombres y sus gentes, y, generalmente, los otros representantes de
potencias extranjeras enviaban por cortesía una de sus carrozas, con alguno
de sus gentileshombres o secretarios para unirse a la comitiva179.
El arzobispo anuncia su llegada a Madrid el 24 de julio de 1661 y
exige recibimiento y coche para su entrada, según cuenta D. Luis de Haro
al Consejo de Estado. Quiere un tratamiento especial como el que dio
Francia al conde de Fuensaldaña, que había acompañado a la Infanta
española a París. Como el arzobispo de Embrún traía el carácter de
embajador ordinario, el Consejo de Estado creyó conveniente no hacer
novedades en cuanto al tratamiento y considerarlo como a los demás
embajadores, incluso como a los embajadores del Emperador. Pero, ante la
insistencia del embajador francés, el Consejo de Estado, reunido el 24 de
julio, dice que “tras 25 años de guerra, sería bueno que el embajador de
Francia no tuviera motivos de queja, y teniendo en cuenta el carácter del
Arzobispo (que necesita poca causa para mostrar queja), parece
179
MOREL FATIO: Op. cit., pág. 163.
79
conveniente que Don Luis de Haro, a título personal, sin empeñar el
nombre de S.M., envíe un coche a Alcobendas para que el embajador entre
en Madrid, diciéndole, siempre a título personal, que le ha parecido dar un
corto alivio a su larga jornada y que le desea una feliz llegada” 180. El
Consejo de Estado piensa que se evita de esta manera sentar un precedente,
y a la vez tiene una deferencia con el Embajador que llega después de una
larga guerra y a quien temen por su fuerte carácter.
El Consejo de Estado descartó también hacer al arzobispo el
recibimiento que se hizo al Mariscal de Gramont, pues este vino en
embajada extraordinaria con una misión especial, pero propuso que el
introductor de embajadores, D. Cristobal de Gaviria, fuera al encuentro del
Embajador y le presentara cumplimientos de primer ministro, no queriendo
responsabilizarse sin embargo, de invitar a los otros embajadores a salir de
Madrid para recibir al arzobispo, aunque no se opuso a que se les informara
de su llegada. El palacio en donde había sido alojado el mariscal de
Gramont fue puesto a disposición del arzobispo, que el 5 de septiembre
tuvo su primera audiencia con el Rey siguiendo el ceremonial
acostumbrado181. Mientras, el Embajador Extraordinario de España, el
Marqués de la Fuente, aguardaba en Bruselas el permiso para entrar en
Francia.
2.4. La llegada del Marqués de la Fuente a París
Cuando Luis XIV supo que iba a recibir satisfacción de Felipe IV por
el incidente de Londres, concedió permiso al Marqués de la Fuente para
entrar en Francia, siendo recibido en audiencia pública por los reyes el 24
de marzo de 1662. Antes, fue recibido en privado con grandes muestras de
180
181
AGS, Estado, Francia, leg. K1644 Madrid, 24 julio 1661.
MOREL FATIO: Op. cit., pág. 164.
80
afecto. Cuenta en carta a Felipe IV que al pasar por Saint Denis, lugar
donde se encontraban los Reyes en aquellos días, hizo un alto para besar la
mano de Sus Majestades. Desde la casa en la que se iba a hospedar, envió
recado discretamente advirtiendo de su presencia en la localidad. El
Marqués fue mandado llamar por los Reyes, se puso a los pies de la Reina
María Teresa, a quien nunca había besado la mano, conoció al Delfín, el
cual le pareció una “linda criatura” y “muy viva”. También saludó a la
Reina Madre y, según refiere, todos le recibieron con afecto y le hicieron
demostraciones de cariño que le causaron gran emoción. Al día siguiente
fue invitado a una fiesta que duró tres días en la que hubo bailes, entrando
la Reina en el primero de ellos y el Rey en otros cinco o seis, lo que
extrañó al Marqués que, aunque reconoce que no había visto a nadie “que
ponga los pies en suelo tan bien como el Rey de Francia”, piensa “que en
ese país el decoro no tiene todo el lugar que conviene”182.
La breve estancia en Saint Denis permitió al Marqués de la Fuente
adquirir un conocimiento de la familia del Rey. El hecho de que fuera toda
española y todos tan afectuosos, le permitirá albergar la esperanza de que
los malos tiempos habían terminado y se iniciaba una etapa de buenas
relaciones diplomáticas. Cuando recibió la invitación para asistir a la
ceremonia de celebración del nacimiento del príncipe Carlos183, el
Marqués, preocupado por la precedencia como ya había escrito a Madrid184,
exigió al conductor de embajadores que ésta se respetara advirtiéndole que
sólo admitiría que el duque de Orléans le precediera. Confirma el Marqués
que así fue y que en la capilla, estando el sitial de los reyes frente al altar, le
pusieron a él en sitio de honor, en la parte de la epístola, con una silla de
mayordomo y una almohada para arrodillarse. Parece que en esta ocasión
182
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 22 febrero 1662.
El príncipe Carlos había nacido el 6 de noviembre de 1661.
184
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 16 de marzo de 1662.
183
81
íntima y familiar, ya que no asistieron otros embajadores, el Rey de Francia
se comportó con cordialidad y dio al embajador español un trato deferente
que contrasta con las repetidas provocaciones y poco entendimiento que en
los mismos días se produjeron entre el Embajador y Lionne.
La ceremonia para celebrar el nacimiento del príncipe Carlos
consistió en el rezo del Te Deum Laudamus en la capilla de Palacio, y el
Embajador la describe así: “se executó la función a los 23 después de
vísperas en la capilla de palacio donde asistieron S.S. M.M. con mucha
gala, el Delfín muy lucido sólo con la joya que V.M. le envió, y si bien le
rompieron el sueño para que acompañase a sus padres, estuvo tan
apacible como si supiera a lo que asistía, y muy entretenido con la música,
y sin encarecimiento puedo decir a V.M. que no puede ser más linda
criatura. Asistió también el duque de Orléans. Al salir de la capilla para
irse a pasear dije a S.M. que si bien me reservaba para darle las gracias
en su cuarto, no quería dejar de asegurarle allí cuanto estimaría V.M.
aquel acto cuando tanto deseaba todos los de buena correspondencia y
amistad. Respondióme que en todas las ocasiones manifestaría la suya y
todo lo que pudiese asegurar más a V.M. su afecto. La salva de la artillería
se repitió tres veces y a la noche hubo algunos fuegos por las calles y
luminarias por todas las casas185.
Pero el Marqués de la Fuente se encuentra en París con un
complicado panorama. Desconocemos las Instrucciones que recibió de
Felipe IV, pero cabe suponer que fueran del mismo tenor que las expedidas
a Fuensaldaña186, con la particularidad de que ahora la situación política era
185
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 29 Abril, 1662.
Como hemos dicho más arriba, en 1660 las Instrucciones dadas a Fuensaldaña fueron: “tener buena
correspondencia con Mazarino y con los demás ministros, asegurarles la amabilidad del Rey Católico,
mantener una gran reserva en las relaciones con la Reina y la Reina Madre, informar sobre el estado de
las finanzas y de la armada de Francia, informar de las negociaciones de Francia con Holanda, vigilar las
186
82
algo diferente, pues Madrid no podía ignorar los informes recibidos en el
último año sobre las negociaciones que Francia hacía con Portugal y sobre
la negociación de una liga con Holanda excluyendo a España187. Y a todo
ello habría que añadir acontecimientos posteriores como la cesión de
Lorena a Luis XIV, el acercamiento a Inglaterra y la alianza que Francia
negociaba con el Imperio, todo lo cual contribuirá al aislamiento
diplomático de España. Por otra parte la gestión del Marqués de la Fuente
se verá lastrada por la escasez de medios económicos y por los problemas
de salud puestos de manifiesto al poco tiempo de establecerse en París,
como se refleja en la correspondencia que mantiene con Casati, lo que le
hace temer no poder desempeñar su embajada con total satisfacción188.
Durante todo el tiempo que residió en París reclamó sueldo y dinero
para gastos especiales y ayuda de costas, dinero que siempre llegará con
retraso y en cantidad insuficiente. El mal cobro del Embajador y su
permanente falta de medios dejó sin duda en París una mala imagen de la
Hacienda española. Lionne escribe al arzobispo de Embrún refiriéndose al
Marqués de la Fuente al final de la estancia de éste en París: “n´est point
encore parti; je ne veux croire que ce soit “por falta de medios”, qui est un
mal dont l´Espagne est, il y a longtemps, attaquée en beaucoup
d´endroits”189.
Antes de llegar a París, el Marqués solicita recibir en su nuevo
puesto el mismo sueldo que se le pagaba a Fuensaldaña (3.000 ducados al
mes), así como los gastos de la embajada. Pretende también que se le
consecuencias que podía tener la Restauración en Inglaterra y avisar de cualesquiera otros negocios que
afectaran a España”. AHN, Estado, Leg. 3457/27.
187
AGS, Estado, Francia, leg. K 1644, París, 4 de septiembre 1660, K1386, Fontainebleau, 15 oct. 1661.
188
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 de marzo 1662. Giovanni Francesco Casati era residente
en Suiza (1647-1667).
189
MOREL FATIO, A. Op. cit., p. 409.
83
conceda la merced de un puesto en el Consejo de Indias alegando los
muchos años de servicio y la promesa que le hizo D. Luis de Haro en 1656
de ser consejero de Hacienda argumentando que los gajes de ese cargo
podrían suplir parte de lo que le faltaba para poderse sustentar. El Consejo
de Estado aconseja que se le paguen con prontitud sus haberes, pero no la
suma asignada a Fuensaldaña, ya que éste había ido a París con otra misión
(la de acompañar a la Infanta María Teresa), y en cuanto a la plaza de
consejero de Indias propone el monarca “que se le mantenga en la
esperanza”190. Felipe IV ordena entonces a Juan de Góngora191 que se asista
al Marqués con toda puntualidad con lo que importe el sueldo por todo el
tiempo que lleva ejerciendo para que pueda cumplir en aquella embajada
con la decencia que conviene192. Pocos días después, ante una nueva
reclamación del Marqués, el Rey encarga de nuevo a Juan de Góngora “que
cuide muy particularmente que no falten las asistencias de sueldo al
Marqués y que éstas sean puntuales para poder mantener con autoridad y
decencia su representación”193.
Pero el Marqués no recibe el dinero. Se queja de que la letra de
10.000 escudos que se le envió no la ha cobrado todavía pues el mercader
tenía orden de Andrea Piquinoti194 de no adelantar un real mientras no se
enviara una provisión. Con el fin de evitar inconvenientes y el descrédito
190
AGS, Estado, Francia, leg. K 1386, Madrid, 18 enero 1662.
Presidente del Consejo de Hacienda hasta1663 en que es destituido y nombrado en su lugar Miguel de
Salamanca. RUIZ MARTÍN, Felipe. “Las finanzas de la monarquía Hispánica en tiempos de Felipe IV”,
Madrid 1990, p. 160.
192
AHN, Estado, Lib. 357, p. 189, 25 febrero 1662.
193
AHN, Estado, Lib. 357, p. 216, 1 marzo 1662.
194
Andrea Piquinoti fue un importante hombre de negocios de la segunda mitad del siglo XVII. Sustituyó
a su hermano Francisco y se estableció en Madrid desde donde simultaneó las provisiones y asientos con
la exportación de lana a Flandes. Puso a disposición de la corona mucho dinero disponible y estuvo
asociado con Sebastián Cortizos. Intervino activamente en la labor de la nueva moneda ligada, último
recurso que quedaba al erario público. En 1662, junto con Cortizos, hizo provisión de una factoría de
millón y medio de escudos de vellón para el apresto del ejército de Portugal, y el mismo año hizo un
asiento de 600.000 escudos para Flandes. DOMINGUEZ ORTÍZ, A.: “Política y Hacienda de Felipe IV”.
Madrid, 1960, pp. 116-117. Ver SANZ AYÁN, C. “Los Banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, p.
176-178 y sig..
191
84
de la corona, el Consejo insiste en lo mucho que importa que las letras sean
efectivas y en que se provea a las personas que las dan para que sean ciertas
y no aparentes195 como así lo demandaba también el Marqués de la Fuente
y con los mismos argumentos196. Pero existían otras razones, según se
refleja en la correspondencia que mantiene con los Secretarios Luis de
Oyarguren197 y Gregorio de Tapia198: lo costoso de la corte de Francia y la
imposibilidad de sustentarse en ella a menos que se le señale el sueldo que
gozó el conde de Fuensaldaña, dado que carece de recursos propios
saneados después de 43 años de servicios al rey, motivo por el cual
tampoco puede solicitar crédito alguno sobre sus bienes, aparte de las
deudas que dejó en Venecia, todavía pendientes por no haber cobrado los
créditos que tenía en Nápoles. No obstante, para no sentar un mal
precedente, el Marqués no tiene inconveniente en recibir el socorro por vía
extraordinaria, como gasto secreto, ayuda de costa ordinaria o encomienda,
no importándole la forma ya que sólo desea mantenerse en aquel puesto199.
Ante la insistencia del Embajador, el Rey, atendiendo una Consulta
del Consejo de Estado, resuelve proveer al Marqués de la Fuente, por una
vez, de 8.000 ducados, los cuales se podrán aumentar según el tiempo que
permanezca en esa ocupación y los gastos que ocurrieren, encargando a
Juan de Góngora que, lo mismo que el sueldo ordinario, se paguen
prontamente para que no se llegue al inconveniente de que le falte lo que
precisamente necesita para mantenerse con la decencia que pide la
195
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 6 Marzo, 1662.
AHN, Estado, Lib. 357, p. 266, 16 de marzo 1662.
197
Luis de Oyarguren fue Secretario de Estado del Norte y Secretario de Estado de Italia. Desde 1661
hasta 1665 Secretario del Despacho Universal. ESCUDERO, J.A. “Los Secretarios de Estado y de
Despacho”, pp. 248-252, 270 271.
198
Gregorio de Tapia sustituyó a Luis Oyarguren en la secretaría del Norte cuando el segundo fue
llamado para la Secrataría de Italia. ESCUDERO, J.A., “Los Secratarios de Estado y de Despacho”, pp.
248 y sig.
199
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 16 de Marzo, 1662.
196
85
representación de aquel puesto200. Pero la recomendación que los
consejeros de Estado hacen al Rey —asistir al Embajador con puntualidad
para mantener el decoro de la representación—, no es satisfecha con la
prontitud exigida, ya que en marzo todavía no ha cobrado la cantidad
asignada aunque el dador de la letra había recibido ya la cantidad que se le
había ofrecido201.
En los primeros meses de su estancia en París, el Marqués de la
Fuente empieza a desconfiar de la política francesa con relación a España.
Sospecha que le abren los pliegos y es consciente de que le ponen “troncos
a los pies para que tropiece” y de “las mortificaciones que le esperan”,
aunque se halla “con ánimo de sufrir todo lo que permitiere la obligación
de mirar por el decoro y servicio de V.M.”202. En Madrid también se
desconfía de los planes del Rey Cristianísimo y los consejeros de Estado Duque de San Lucar, Marqués de Velada y el Duque de Terranovaproponen a Felipe IV que pida al Embajador información detallada sobre el
gobierno, la armada, los planes y proyectos del rey francés, sobre la
satisfacción que muestran los vasallos, si se encuentra asentada la paz, y
otros pormenores para prevenir acontecimientos203.
2.5. La jornada a Alsacia
Con serias dificultades económicas y con diferentes frentes abiertos
(la ayuda que Francia presta a Portugal, la alianza que negocia con Holanda
excluyendo a España, y el problema de las precedencias), el Marqués de la
Fuente recibe la noticia de la jornada que el Rey francés quiere hacer a
200
AHN, Estado, Lib. 357, p. 305, 25 marzo 1662. AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 marzo
1662.
201
AGS, Estado, Francia, leg. Leg. K1386, 5 Abril, 1662.
202
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 7 Mayo, 1662.
203
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 22 junio 1662.
86
Alsacia204. La noticia le causa sorpresa y contratiempo pues se encuentra en
la cama “tan trabajado como si hubiese padecido una larga enfermedad, y
cogiéndome antes de haber acabado” por lo que escribe a D. Luis de
Oyarguren lamentándose de la situación en que se encuentra, pidiendo
instrucciones sobre si ha de seguir al Rey y, en caso de hacerlo, solicitando
que se le envíe con brevedad y efectividad una ayuda de costa suficiente,
así como el dinero necesario para los gastos ordinarios de la embajada. El
Marqués, sabedor de que seguir al Rey significa mantener fuera de París un
tren de vida digno durante seis meses, en los que hay que transportar no
sólo varias personas, la ropa (en este caso necesita ropa de campaña para él
y su familia) y, en muchas partes, los víveres, y conociendo lo que gastó
Fuensaldaña en su viaje a San Juan de Luz, calcula que no le bastarán
6.000 escudos al mes. La ocasión le permite lamentarse una vez más de las
mortificaciones que padece “quien sirve fuera cuando no hay viento que
venga por proa”, de no tener fortuna personal para adelantar los gastos y
evitar así agobiar al monarca con más problemas de los que ya tiene, pero
insiste en que necesita el dinero con antelación, antes de salir de viaje,
sobre todo cuando aún no ha cobrado la letra expedida en su día por
Andrea Piquinoti205 .
El Consejo de Estado insiste en que es muy conveniente que el
Embajador siga al Rey de Francia en su jornada por las cosas que puedan
ocurrir y que puedan necesitar de su asistencia siendo tan conocedor de los
asuntos de Alemania, particularmente no habiendo todavía allí (en
Alemania) embajador ordinario206 y temiendo el retraso que puede haber en
la llegada de D. Luis Ponce207. Tras reiterar que de la Fuente es la persona
204
Territorio anexionado a la corona francesa en la Paz de Westfalia. 1648.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 12 Marzo, 1662.
206
Estaba vacante porque en 1662 había cesado el duque de Mancera.
207
Luis de Ponce era en ese momento gobernador de Milán y fue propuesto como representante de
España en la Dieta de Ratisbona pero declinó el nombramiento con la excusa de los problemas de
precedencia. Ver pág. de este trabajo.
205
87
más indicada para velar por los intereses de las dos líneas de la Augusta
Casa y, considerando la cortedad de la hacienda del Embajador y el gasto
que ha de hacer en esa jornada, y que el tiempo que ha de durar no será
mucho —estima no pasará de cuatro meses—, el Consejo propone que se le
podría dar, por el tiempo que estuviese fuera en esta ocupación, hasta 3.000
escudos de sueldo al mes (la mitad de lo que había solicitado el
embajador), incluyéndose el que tiene en aquella embajada, y 8.000
escudos de ayuda de costa por una vez para que pueda disponer y acudir a
los gastos de su persona208.
A pesar de estas disposiciones el Marqués de la Fuente no desea en
realidad efectuar el viaje, y así lo expone a Madrid alegando su edad y sus
achaques así como la falta de medios, pero el Consejo le reitera la
conveniencia de que siga al Rey en su Jornada ya que considera importante
estar presente en un momento en que están convocados todos los electores
a la Dieta de Ratisbona y Luis XIV pretende dejar patente su autoridad209.
Varias circunstancias hacen que el viaje de Luis XIV a Alsacia se
retrase. En primer lugar la sugerencia que hace el elector de Maguncia a
quien le parecía que la fecha elegida no era oportuna. El elector no era
querido en Francia porque Francfort no había colaborado para que la
corona del Imperio recayera sobre el duque de Baviera. También se
retrasaba la Jornada, según cuenta el Marqués, porque habían surgido
dificultades en el viaje: algunos ministros habían pedido al Rey que antes
de partir asegurase que los electores y demás príncipes fueran a Brisac a
cumplir con el acto de obsequio. Sería una ofensa intolerable no hacerlo,
pero el Marqués sospecha que los electores no quieren pasar por ello.
208
209
88
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 3 Abril, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 Abril, 1662.
Añade el Marqués que los franceses no desean tratar a los embajadores de
los electores como ellos pretenden y que el talante altivo e insatisfecho de
los electores lo apadrinan, en Colonia, el conde Ego de Fustemberg, y, en
Maguncia, el Barón de Benailburg. El Marqués de la Fuente piensa que se
podría aprovechar esta coyuntura de descontento de los electores, debida
también al tratado de cesión de Lorena, para impedir el viaje de Luis XIV.
Así lo escribe al príncipe de Porcia y a Madrid, a la vez que informa
detalladamente de lo referente a Lorena210. También el Consejo de Estado
coincide con el Marqués en que las disputas de los electores por el
tratamiento pueden producir la rotura entre ellos y el rey de Francia por lo
que piensa que es bueno que el viaje del Rey a Alsacia se retrase ya que así
los asuntos del Emperador y de la Augusta Casa se tratarán con más
tranquilidad en la Dieta211.
La jornada a Alsacia se había ajustado para el 1 de junio pero sigue
demorándose. Mientras, el Marqués se lamenta de que el dinero prometido
no llega. Por eso, mostrando incomodidad y cierta mordacidad, escribe a
Gregorio de Tapia212 que no le envíen despachos si no vienen juntamente
las órdenes que sacan a las letras de la esfera de un simple papel. En la
misma carta comunica que desea para su hijo el puesto que Don Fernando
de Solís deja vacante en Cambray alegando los 13 años de buen servicio y
lo útil que podría resultar para el servicio de S.M. tener a persona de
confianza tan cerca de París. El Marqués también considera que él mismo
ha servido muchos años y no tiene muchas mercedes pues “aún me falta
para comer”213.
210
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 9 Abril, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 17 Mayo, 1662.
212
Secretario de Estado. ESCUDERO; J.A. “Los secretarios de Estado y de Despacho”, Madrid,1969, p.
251.
213
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 28 Abril, 1662.
211
89
Pocos días después, el Marqués advierte a Madrid que las Reinas no
viajarán a Alsacia por ser esta una Jornada demasiado larga y aprovecha la
ocasión para manifestar de nuevo su deseo de no acompañar al Rey. Se
queja nuevamente de no tener dinero y pide que las letras de Bernardino
Garimondi214 vayan abonadas por Andrea Piquinoti o por Sebastián
Cortizos porque si no es así no las cobrará, insistiendo en este punto pocos
días más tarde ante las noticias recibidas desde Amberes de que la letra de
20.000 ducados de Garimondi será de difícil cobranza por el escaso crédito
de la firma, la cual, por cierto, quebrará en 1662 tras ajustar su último
asiento, para lo cual había contraído algunas deudas que no pudo satisfacer
en el plazo convenido a causa del retraso en el pago de sus
confiscaciones215. El Marqués, viendo que la Jornada del Rey se acerca,
teme que ésta le encuentre tan mal de dinero y tan empeñado, pues aún se
le debe su salario de cuando estuvo sirviendo en Alemania y el que lleva
asistiendo en Francia, deuda que asciende a 66.725 florines. El Consejo
reitera que se le asista con toda puntualidad enviando sus mesadas fijas y
efectivas para que se pueda sustentar y pueda seguir al Rey dada la
importancia de esta nueva misión para los intereses de la Corona216.
En otra carta al Secretario Gregorio de Tapia el Marqués pondera los
empeños a los que está reducido, lo que se le debe de su sueldo y el
desconsuelo en que se halla, pues aunque se le había enviado una letra de
20.000 ducados de Bernardino Garimondi, le habían avisado de Amberes
SANZ AYÁN, C, “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, pp. 329, 330.
Andrea Piquinoti y Sebastián Cortizos fueron dos de los principales hombres de negocios de la
segunda mitad del siglo XVII, demostraron su solvencia en operaciones importantes y ofrecían garantías a
la Hacienda pública. Andrea Piquinoti realizó importantes operaciones secretas y fue consejero de
Hacienda. En 1665 consiguió el arrendamiento de la bula de Cruzada de Castilla por lo cual realizó varios
anticipos de importancia. Sebastián Cortizos se convirtió en el más importante factor de la corona en
1658, se asoció con Piquinoti en las factorías más importantes que se registran a partir de 1660 como las
provisiones para la guerra de Portugal. Desde 1666 fue consejero de Hacienda. SANZ AYÁN, Carmen,
“Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, pp. 176-178, 237-240. Ambos hicieron provisiones para
el marqués de la Fuente.
216
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 julio 1662.
214
215
90
que no la cobraría porque tenía muy poco crédito217. Añade la carta que,
aunque la letra fuese buena, no se terminaría de pagar en nueve meses, con
lo cual, de ninguna manera podrá ejecutar su viaje para seguir al Rey en su
Jornada, no hallando ya quien le preste ni sabiendo cómo mantener su
reputación. El Consejo propone a S.M. que mande a Juan de Góngora que
las letras que se le enviaron de Garimondi vayan apoyadas con crédito de
Cortizos o Piquinoti como había pedido el Marqués 218.
En julio, el Rey de Francia recibe al Marqués de la Fuente en Saint
Germain para decirle que Felipe IV le había comunicado la toma de la
plaza portuguesa de Iurumeña219. El Rey Cristianísimo mostró gran
alborozo por la noticia pero el Marqués de la Fuente sospecha que fue
cumplimiento porque sintió esta conquista de los españoles como un
mazazo a su política contraria a la recuperación de Portugal por la
Monarquía Hispánica. En la misma audiencia en que hablaron de Portugal,
Luis XIV dijo al Marqués de la Fuente que había resuelto suspender la
Jornada de Alsacia y, tras explicarle los motivos que le habían movido a
ello, le comunicó que haría un viaje más breve para reconocer las plazas
que se le cedieron en la Paz220.
Según el Marqués las verdaderas razones para que Luis XIV
cancelara el viaje a Alsacia eran las dificultades puestas por el elector de
Maguncia, quien habría advertido al Rey de Francia que no se moviese
hasta que le avisase que era momento oportuno. Intuye el Marqués que la
unión de los miembros de la liga del Rhin con la corona de Francia se podía
Como hemos dicho más arriba Bernardino Garimondi había quebrado. Ver SANZ AYAN, C. “Los
banqueros de Carlos II”, Valladolid 1989, p. 329, 330.
218
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 julio 1662.
219
La ciudad portuguesa de Irumeña se rindió al ejército de Don Juan el 8 de junio. Ver, CASTILLA
SOTO, J.: “Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): Su labor política y militar”, Madrid,
1992. p. 169.
220
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 24 julio, 1662.
217
91
haber desvanecido por los celos que al elector de Brandeburgo le había
dado el Duque de Lorena, y aprovecha la ocasión para señalar los signos de
lucimiento que preparaban los franceses para la entrada del rey en Alsacia,
describiendo los nuevos uniformes de los regimientos, “compuestos unos
de paño azul, otros rojo, con galones de plata hasta los caireles de los
sombreros y de las armas, bruñidas éstas sin faltarles un clavo, las casacas
de caballería con armas bordadas...”221. El Marqués comunica también a
Madrid que el previsto viaje de reconocimiento de las plazas obtenidas de
España en 1659, en la frontera del Norte, lo hará Luis XIV acompañado de
un ejército de 12.000 hombres noticia que el Consejo de Estado juzga
preocupante. Temen los consejeros que la presencia del Rey Cristianísimo
en la frontera acompañado de tanta de gente pueda traer “algún
inconveniente irreparable”. Para evitarlo, proponen que el Marqués de
Caracena, con el título de embajador extraordinario, cumplimente al Rey
Cristianísimo en su jornada por aquellas tierras, como había sugerido el
Marqués de la Fuente, sin acompañamiento de gente de guerra porque si las
llevara quedarían desguarnecidas las plazas. Proponen también los
consejeros que el Príncipe de Ligni, como general de la caballería de
Flandes, acompañe al Marqués de Caracena con gente de guerra pero sin
nota de que se hizo prevención de ello222.
2.6. La Dieta de Ratisbona
La lectura de las actas del Consejo de Estado de los meses de abril,
mayo y junio de 1662 nos permite conocer que, antes de pensar en enviar al
Marqués de la Fuente a Ratisbona para representar a España en la Dieta,
prevista para el 8 de junio, lo que creaba un problema por dejar vacante la
recién estrenada embajada de París, se propusieron otros candidatos que
221
222
92
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 julio, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 8 agosto, 1662.
declinaron el ofrecimiento. En primer lugar el Consejo propuso el nombre
del Conde de Peñaranda223, en ese momento virrey de Nápoles, pero éste se
mostró receloso. Peñaranda tenía una gran experiencia diplomática224, pues
había sido plenipotenciario en la conferencia de Westfalia (1648) y
representó a España en la Dieta de Francfurt (1657), pero en abril de 1662,
escribe a Luis de Oyarguren excusándose de no poder asistir a la Dieta por
problemas de salud, a la vez que sugiere que envíen en su lugar a Luis de
Ponce que defenderá bien los intereses de España225.
Descartado Peñaranda, el Consejo de Estado piensa que Luis Ponce
de León226 es la persona indicada y propone que, después de tomar
posesión de su cargo en Milán, dejando allí a su mujer, asista a la Dieta de
Ratisbona como Embajador Extraordinario, en nombre de Felipe IV. Sin
embargo, Luis de Ponce, alega también diversas excusas para no acudir. En
primer lugar advierte que, debido a los problemas en Hungría y
Transilvania, se convocaba en las mismas fechas otra Dieta en Hungría, a
la que asistiría personalmente el Emperador, lo que no le permitiría asistir a
Ratsisbona. Añade también que, habiendo nombrado Luis XIV un
Embajador Extraordinario para asistir en su nombre a la Dieta de
Ratisbona, no se siente en condiciones de concurrir con él porque surgirán
los problemas de precedencia perjudiciales para la Monarquía española.
Después de hacer profesión de lealtad, Luis de Ponce alega finalmente que
D. Gaspar de Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda (¿ – 1676), fue consejero de Castilla, de
Ordenes, de la cámara de Castilla y consejero de Estado y de Indias, y desempeñó desde 1659 a 1664 el
virreinato de Nápoles. Actuó como plenipotenciario en el Congreso de Westfalia (1645-1648) y como
representante en la Dieta de Francfort en 1657. En 1665 en virtud del testamento de Felipe IV formó parte
de la Junta de gobierno para asesorar a la reina doña Mariana convirtiéndose en el principal consejero en
política exterior. Era partidario, a diferencia del duque Medina de las Torres, de una política más
independiente del Imperio.
224
“encarnaba en la vida pública (como ocurre en las escenas de con las óptimas creaciones teatrales) la
antonomasia de el diplomático. DUQUE DE MAURA, “Vida y reinado de Carlos II”. Madrid, 1990, p.
57. Ver CARABIAS TORRES, A.M.: “De Münster a los Pirineos: propuestas de paz del representante
español el Conde de Peñaranda” en “La Declinación de la Monarquía Hispánica”, Aranda Pérez, F.J.
(Coord.), Cuenca 2004.
225
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Nápoles, 27 abril, 1662.
226
Luis Ponze de León era gobernador de Milán....
223
93
se encuentra en “una notoria y mera imposibilidad de medios”. Por todo
ello, por la falta de medios, por no competir con el embajador de Francia en
inferioridad y por no ser un instrumento con el que Francia humille a
España, con humildad y reverencia, y puesto de rodillas, Luis de Ponce
pide a Felipe IV que le exima de asistir a Ratisbona227. Los temores de Luis
Ponce estaban fundados y pronto se conocieron en Madrid, ya que el
Marqués de la Fuente, a través de un sujeto que llegó de Polonia, se había
enterado de que el embajador de Francia llevaba orden de Luis XIV de
preceder en todas las funciones al embajador de España, y andaba diciendo
que no encontraría oposición porque estaba ajustado228.
Sin entrar en las consideraciones que de una y otra parte le llegan
sobre la penuria de los embajadores, sobre las humillaciones de que son
objeto por parte de los diplomáticos franceses, ni sobre las precedencias, el
Consejo de Estado sigue pensando que es conveniente que un embajador
español asista a la Dieta imperial para dar cuenta a Madrid de todo lo que
suceda y sigue pensando en Luis de Ponce como el representante más
indicado229, pero ante la insistencia de éste, no tiene más remedio que
aceptar su negativa y es entonces cuando se baraja el nombre de Marqués
de la Fuente como solución, libre ya de la misión de acompañar a Luis XIV
en su Jornada a Alsacia por haber sido suspendida, como hemos visto. El
Consejo estima que se debe dar pronto orden al Marqués de la Fuente para
que, sin dilación alguna “vuelva a Alemania con el mismo título que tiene
en Francia de Embajador Extraordinario, para que asista al Emperador”
porque el Marqués de la Fuente es hombre muy bien visto en Alemania,
sabe tratar con los electores y príncipes del Imperio y con los ministros del
227
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Milán, 22 y 23 de Mayo, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 7 mayo 1662.
229
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 26 Mayo, 1662.
228
94
Emperador, que intentó retenerlo cuando se le destinó a París, y ya se
pensará en otra persona para embajador en Francia.
Esta propuesta del Consejo de Estado no convence a Felipe IV que
pide más razones para sacar de Francia al Marqués de la Fuente en un
momento en que la tensión entre Luis XIV y el Papa plantea un grave
problema230, pero los consejeros insisten en que se deben enviar
instrucciones al Marqués, así como letras por valor de 20.000 escudos
como se había acordado (de 8.000 escudos de ayuda de costa y de 12.000
escudos de cuatro mesadas por cuenta del sueldo que venciere por aquella
Jornada para que se pueda valer), insistiendo en que no se debe retrasar la
ejecución de la orden. También propone el Consejo de Estado escribir al
Rey de Francia advirtiéndole de la marcha del Marqués de la Fuente de
París y del nombramiento de un nuevo embajador que el Consejo
buscará231.
Para convencer a Felipe IV de la conveniencia de que el Marqués de
la Fuente deje la embajada de París y vaya a Ratisbona, los consejeros de
Estado censuran algunos aspectos de su gestión, concretamente
desaprueban que asistiera a la audiencia de las excusas en presencia de
ministros y de príncipes de Francia habiendo sido advertido por Lionne de
que asistirían, sin haberlo puesto antes en conocimiento de Felipe IV y sin
aguardar instrucciones precisas al respecto. Le reprochan también que en
aquella ocasión no actuara con más precaución y cautela y de forma más
ajustada a la inteligencia como podía haber hecho de acuerdo con las
instrucciones que se le enviaron. El Consejo teme que pueda servir de mal
ejemplo para los siglos venideros, aunque reconoce que de la declaración
230
231
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 14 junio, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 3 julio, 1662.
95
que hizo el Marqués solo se debe concluir que no se concurra en los lugares
en donde se puedan ofrecer dificultades semejantes a las que hubo en
Londres, sin que esto pueda extenderse a los lugares en los que la
preferencia estuviese declarada, asentada y practicada, como es el caso de
Viena.
Esta primera crítica a la actuación del Marqués es muy seria. La
hacen el Duque de San Lucar, el Marqués de Velada y el Duque de
Terreanova. Sin embargo, el propio rey Felipe IV añade en el Acta del
Consejo que antes de tomar la resolución de sacar al Marqués de la Fuente
de París se compruebe si éste cumplió las órdenes que se le enviaron sobre
la declaración que debía hacer ante el Rey de Francia en el asunto de las
precedencias. Si las hubiese cumplido no habría motivo para removerlo,
pero si hubiese faltado o se hubiese excedido, tras una completa
información, él mismo resolvería232.
Los motivos para sacar al Marqués de la Fuente de París se
confunden: por una parte parece el hombre más indicado para representar a
España en la Dieta por ser un gran conocedor de los asuntos del Imperio,
porque puede ayudar a reforzar la unión con el Emperador y los príncipes y
puede estorbar los planes de Francia; por otra, siendo patentes los
incumplimientos que hace Francia de los acuerdos firmados, las relaciones
con Francia pasan por un delicado momento y es difícil prescindir del
Marqués de la Fuente en París porque envía a Madrid informaciones
decisivas sobre los planes de Luis XIV, ya que en pocos meses ha
informado de la ayuda que Portugal recibe de Francia, de la liga que
Francia negocia con Holanda y del acercamiento de Francia al Imperio.
232
96
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 22 junio, 1662.
Finalmente, ante la insistencia del Consejo de Estado, Felipe IV
admite que el Marqués de la Fuente abandone París y vaya a Ratisbona.
Advierte, sin embargo, que, mientras llega el Marqués, por si puede hacer
falta en la Dieta, parta de Flandes sin perder tiempo la persona que se
nombre como representante del círculo Burgundio y pide que se le
propongan nombres para nuevo embajador en Francia y que se confirme a
Luis de Ponce como gobernador de Milán233. Mientras llega a París el
nuevo embajador el Consejo de Estado propone que sea el Secretario
Miguel de Iturrieta234 quien se ocupe de los asuntos de Francia para que “no
se tuerzan” y para que el servicio del rey no se vea afectado, insistiendo en
que vaya con celeridad, sin detenerse ningún día, para que en París no falte
representante de España. Los consejeros recuerdan a Felipe IV que los
20.000 escudos prometidos al Marqués deben llegarle con urgencia para
que no se retrase una hora su viaje, ordenándose a Don Juan de Góngora,
presidente del Consejo de Hacienda, que las letras que se le enviaron de
Garimondi vayan apoyadas con crédito de Piquinoti235. Una semana más
tarde insisten los consejeros en este punto: sin los 20.000 escudos el
Marqués no podrá abandonar Francia y ante las dificultades financieras de
Garimondi se debe negociar con Andrea Piquinoti o con Sebastián Cortizos
que aseguren el capital, porque la imagen que trasciende al mundo no es
que Garimondi falte a su compromiso, sino que los ministros del Rey de
España no pueden viajar, lo que redunda en descrédito de la Corona236.
233
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 29 junio, 1662.
Don Miguel de Iturrieta había sido secretario del conde de Fuensaldaña en todos sus empleos.
Probablemente había residido en París cuando el conde realizó funciones de embajador y a su muerte
regresó a España. En agosto de 1662 fue designado para sustituir al marqués de la Fuente mientras éste
asistía a la Dieta de Ratisbona. Iturrieta permaneció en la embajada de España con el título de secretario.
MOREL FATIO, A. “Recueil....” pp. 502-503. (Fue Secretario de Felipe IV desde el 12/1/1653.
Escudero, Tomo III, p.711).
235
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 julio, 1662.
236
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 3 agosto, 1662.
234
97
En septiembre, todavía sin iniciar el viaje a Ratisbona, el Marqués de
la Fuente envía al Secretario de Despacho Universal, Blasco de Loyola237,
una relación del dinero que tiene pendiente de cobro desde que salió de
Viena el año anterior y que comprende los atrasos de su sueldo y otros
gastos de la embajada como gastos secretos, portes de cartas, correos y
otras partidas que juntas ascienden 75.587 florines238. Por otro lado, la letra
de 20.000 escudos de Garimondi que se había enviado al Marqués fue
protestada con lo que su partida a Alemania no sería factible, máxime
cuando tampoco llegaban letras de Sebastián Cortizos o de Andrea
Piquinoti, por lo que propone que se le asignen los 27.500 escudos que se
le remitieron para abonar a la duquesa de Chevrosa. Dice también el
Marqués que cuando estuvo de visita en Saint Germain, le apremiaron tanto
la azafata como la camarera, en presencia de la Reina, para que les pagase
los 1.700 escudos que Felipe IV le mandó repartir entre ellas antes de salir
de París. El Marqués manifiesta el disgusto que tendrá si se marcha sin
poder complacerlas y las bromas con que entraría en la Dieta el Rey de
Francia habiendo sabido que a los tres electores eclesiásticos y al de
Heidelberg se han señalado 40.000 escudos cada año.
Sobre lo que pregunta el Marqués de la Fuente de emplear el dinero
destinado para la duquesa de Chevrosa para el viaje, para los gastos de la
embajada y para socorrer a las mujeres que asisten a la reina de Francia, los
consejeros manifiestan que no debe hacerlo aunque consideran de suma
237
Blasco de Loyola desde agosto de 1662 fue propietario de la Secretaría de Estado del Norte hasta 1665
que sustituye a Luis de Oyarguren en la de Italia (aunque el gobierno lo ejerció Arespacochaga). Blasco
de Loyola fue Secretario de Despacho Universal desde 1665 hasta 1669, y por disposición testamentaria
de Felipe IV, secretario de la Junta de Gobierno a la muerte del Rey. ESCUDERO, J.A. “Los Secretarios
de Estado y de Despacho”, Madrid 1969, pp. 251, 252, 262, 270.
238
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 5 septiembre 1662. Envía una relación de gastos en la que
figuran los sueldos del Embajador, del secretario, de la Embajada, portes de cartas, correos y otras cosas
del servicio de S.M., desde septiembre de 1661. Concluye diciendo que descontando dos letras que se le
remitieron de 20.000 escudos el año pasado, que hacen 30.000 florines, se le adeuda 45.547 florines, de
valor de 60 crecieres cada uno, que son 30.364 escudos y un florín. Todas las cuentas están certificadas
por el contador Diego de Prado.
98
importancia que se asista al Marqués de la Fuente e insisten en que se le
envíen los 20.000 escudos cuya letra se libró hace ya tanto tiempo (tres
meses). Los consejeros recuerdan a S.M. que Patricio Moledi (a quien se ha
despachado para Inglaterra) está detenido desde hace muchos meses por no
darle lo que se le ha señalado y que tampoco parte para Francia D. Miguel
de Iturrieta por falta de medios y repiten los graves inconvenientes que se
siguen al dar letras sin que tenga cumplimiento efectivo y los daños que se
derivan para la Monarquía239. Pocos días después el Consejo reflexiona
otra vez sobre lo que interesa que los ministros que asisten en las cortes de
los príncipes sean socorridos puntualmente con sus sueldos, y repite que se
envíen letras de calidad240. Y de nuevo, por tercera vez en septiembre, los
consejeros recomiendan a Felipe IV que provea de fondos al Marqués sin
dilación por ser inexcusable y forzosa su misión en la Dieta. En la Consulta
del Consejo añade el Rey que en el asiento de asistencia para Flandes se
incluya lo que se debe enviar al Marqués de la Fuente241. Cuando el
Marqués de la Fuente ya se ha despedido y está esperando el dinero para
iniciar el viaje el Consejo vuelve a decir que se envíen sin remisión los
medios que el Embajador necesita para salir de París242.
Antes salir de París, a finales de septiembre, el Marqués de la Fuente
recibe el nombramiento de Embajador Extraordinario para asistir a la Dieta
Imperial, dotado con 8.000 ducados de ayuda al año, debido a su “calidad,
prudencia y larga experiencia”, con Instrucciones muy precisas tanto
respecto a la precedencia (“no paséis por ella si el rey Cristianísimo
intenta esta pretensión en la Dieta”), como en relación al trato que debe
mantener con los príncipes alemanes, sobre todo por la liga que han
239
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 septiembre, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 16 septiembre, 1662.
241
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 septiembre 1662.
242
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 5 octubre 1662.
240
99
acordado con Luis XIV. En estas Instrucciones, además, le recuerda los
asuntos más importantes a tratar en la Dieta:
—gravámenes de los católicos y protestantes. Restitución que piden de sus
bienes los caballeros de la orden Teutónica y de Malta,
—tratado de cesión que don Carlos de Lorena ha hecho de sus estados al
rey Cristianísismo,
—tratado de cesión del Marqués de Brandebourg de la Pomerania243.
El 26 de septiembre de 1662 el Marqués de la Fuente fue despedido
de París con particulares muestras de agasajo y afecto por el Duque de
Beaufort, que fue expresamente a su posada para conducirlo a palacio, y
por los propios Reyes244. Tras de sí dejaba, sin embargo, una estela de
rencor, al menos en Lionne -y es posible que también en Luis XIV-, debido
a su firme actitud en la negociación de las 50 millas245, uno de los pocos
triunfos diplomáticos logrados por el Marqués de la Fuente. Así al menos
se desprende de la carta que recibe de Lionne, en la que con cruel ironía y
tras calificarle de duro negociador y amenazarle con hacer el milagro de
resucitar las 20 millas, le dice: “no sé como somos tan ciegos o tan simples
que nos afligimos al verle partir. Cuando se encuentre en Alemania no se
olvide de que soy la persona del mundo a quien sus méritos ha cautivado
más y que con mayor pasión admira a V.E. Me huelgo ahora de que V.E. se
vaya en buena hora, porque es negociador harto demasiado tremendo y
ventajoso. Guarde Dios no obstante como deseo”246.
AHN, Estado, Leg. 2797 nº 7, 24 septiembre 1662. “Ante la amenaza otomana y las ligas del rey
Cristianísismo que cercenan la autoridad del Emperador, he pensado en Gaspar de Teves, Marqués de la
Fuente, por su calidad, prudencia y larga experiencia que se requieren para un negocio de tanta
importancia”….”Procedáis con templanza para no ofender a unos ni a otros. La liga que ha hecho el
Rey Cristianísimo con los príncipes del Rhin puede ocasionar inconvenientes a mi servicio”
244
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 26 septiembre, 1662.
245
Cuando Luis XIV decidió unilateralmente, en contra de lo pactado, que sus barcos fueran reconocidos
sólo a 20 leguas de la costa de Portugal, el Marqués de la Fuente negoció con Lionne que se reconocieran
encontrándose a 50 millas y lo consiguió. Ver pag. de este trabajo.
246
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 22 octubre 1662.
243
100
En octubre de 1662, cuando el Embajador de la Fuente acaba de
abandonar París, las relaciones entre Francia y Roma amenazan con
romperse debido al incidente de Crequi247 y a la política de expansión de
Francia. Luis XIV pide entonces a España colaboración para enfrentarse
con el Papa. Aunque en ese momento Roma intenta reconocer ministro de
Portugal, lo que va en contra de los intereses de España, Felipe IV no
quiere enfrentarse con Roma como tampoco quiere enfrentarse con Francia
por mucho que ésta vulnera continuamente el tratado de Paz y,
desconcertado, decide precipitadamente la vuelta del Marqués de la Fuente
a París. El propio Rey escribe al Embajador el 30 de octubre cuando éste
acaba de salir de París y le dice que, si hubiese iniciado su viaje a
Alemania, regrese urgentemente. Curiosamente, el Marqués de la Fuente
desde Nancy, sin interrumpir el viaje, contesta al Rey diciendo que no le
viene bien regresar cuando ya se encuentra a mitad de camino y, después
de recordar su vida entregada a servirle y la obediencia cumplida, le expone
las dificultades con las que se encuentra para regresar a París: dificultad de
medios, escasez de caballos (porque S.M. Cristianísima gustó de uno de
ellos y se lo quedó), sólo tiene dos coches, un número limitado de criados
que apenas basta para el servicio forzoso, se encuentra sin casa habiéndola
despedido, con mala salud, etc. Además, no teniendo carta credencial, teme
el desaire con el que puede encontrarse a la vuelta. Confía el Marqués en
que S.M, que sin duda le mandó la orden sin saber que había salido de París
o que acababa de hacerlo, en cuanto se de cuenta de que se encuentra lejos
y muy adelantado el viaje comprenderá que no es aconsejable que vuelva y
decidirá que lo más conveniente es que continúe248. (Doc. 1).
247
En el capítulo de este trabajo dedicado a las relacaiones entre Francia y Roma explicamos el incidente
del duque de Crequi. Pag.
248
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Nancy, 15 de Noviembre 1662.
101
El mismo día el Marqués de la Fuente escribe al Secretario Blasco de
Loyola y, tras acusar recibo de la carta del Rey, repite las dificultades que
concurren para ejecutar la orden de regresar: dificultades familiares, falta
de medios, de salud, de caballos, etc. Argumenta que no tiene ni un tapiz,
sólo una docena de “flamenquillas” y docena y media de “tinederos”, que
no dispone de ninguno de los trastos precisos para una casa —que tan poco
valen al venderse y tanto cuesta comprar— (dice que le dieron 400 escudos
cuando los vendió y le costaron 2.500 cuando los compró). Pide que se
reconsidere la orden de vuelta ya que ha hecho un importante gasto y en 5 ó
6 días se encontrará en Viena; suplica que le compadezcan, aunque se
resigna a obedecer lo que se le ordene249.
Los consejeros de Estado no encuentran convincentes las razones
que expone el Marqués y, extrañados de que siga su viaje a Alemania en
lugar de obedecer con prontitud la orden de regresar a París, reiteran que se
envíe al Marqués por correo expreso la orden del Rey de que vuelva a
Francia desde donde se encuentre sin detenerse una hora, enviándole con el
mismo correo las cartas credenciales como nuevo Embajador que vuelve
después de haber salido de Francia250. Atendiendo estas indicaciones, el
Rey, con tono áspero, vuelve a escribir personalmente a su Embajador para
reprocharle que no haya obedecido la orden de suspender el viaje a
Alemania y regresar a Francia. Manifiesta su disgusto por la falta que en
ese momento tiene en París de ministro de su categoría diciendo: “le
ordeno y mando que vuelva a Francia desde cualquier parte o lugar en que
os hallareis, sin deteneros una hora a ejercer el cargo que teníais de
Embajador mío Extraordinario, a cuyo fin se os remiten las cartas
credenciales que pedís para el Rey y la Reina, esperando que en
249
250
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Nancy, 15 Noviembre 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 diciembre, 1662.
102
la
observancia de esta orden no daréis lugar a aumentar el desagrado con
que quedo de no haber ejecutado la que se os dio para este efecto, y me
avisaréis de haberlo hecho como tenéis obligación”251.
Por el mismo correo se envía la carta credencial para el Rey de
Francia que dice: “La veneración y reverencia que V.M. y yo debemos y
profesamos a la Santa Sede, y los empeños en que a vista de sus émulos se
halla V.M., me tienen tan condolido que por ocurrir a los daños que se
seguirían de que pasasen adelante, teniendo presente el estado de las
cosas, y que conviene que no falte cerca de V.M. ministro en grado de
Embajador para que acuda a servirle, he ordenado al Marqués de la
Fuente que, mientras envío ministro de su posición, vuelva a esa corte, con
el mismo que tenía de Embajador Extraordinario, para que asista a lo que
se ofreciere de su mayor satisfacción y congruencia”252, otra carta
credencial para la Reina madre253 y otra para la Reina de Francia254.
2.7. El regreso a París
A pesar de las reticencias, el Marqués de la Fuente regresa a París sin
haber participado en la Dieta, contra lo afirmado en su día por Morel Fatio
(dice que regresó de Alemania una vez cumplida su misión255), donde lo
encontramos en el mes de marzo de 1663, poco tiempo después de la
llegada a la capital francesa de Francisco de Lira nombrado por Felipe IV
para dar la enhorabuena a los reyes de Francia por el nacimiento de su
hija256. Mientras tanto, y en sustitución del Marqués de la Fuente en la
251
AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662.
253
AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662.
254
AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662.
255
MOREL FATIO, A. Op. cit., p. 498.
256
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 8 diciembre, 1662. AHN, Estado, Leg. 3457/28, “Instrucción
para pasar a Francia a cumplimentar a la S.M. la Reina por su feliz alumbramiento dada a D. Francisco de
Lira”, 7 enero 1663.
252
103
Dieta se encargan sus funciones al Sr. obispo de Salzburgo quien recibirá
instrucción, plenipotencia y cartas credenciales de S.M. Católica similares
a las que se dieron al Marqués de la Fuente. En las instrucciones se repite al
nuevo embajador el riesgo que significan los otomanos y el peligro que
supone que el Emperador pierda poder y apoyo de los príncipes si estos se
unen al Rey Cristianísimo. Felipe IV insiste en que desea ayudar a su
sobrino y vigilar a Luis XIV257.
Ya en París, el Marqués recibe una carta personal de Felipe IV en la
que se resumen los puntos de fricción entre España y Francia en la
primavera de 1663: la tensión en Italia258, la compra de Dunkerque, las
negociaciones que los franceses tratan de hacer con los descontentos con la
corona de España —queriendo renovar la liga del Rhin—, y el envío a
Lisboa, a través de Colbert, de importantes sumas para mantener la guerra
dos años. El Rey piensa que los franceses quieren complicar a España la
conquista de Portugal por lo que confiesa a su Embajador que esta actitud
de Francia puede poner “en gran disturbio las cosas del mundo” y le pide
que con tiento y prudencia insinúe a las Reinas, su hermana y su hija, “las
tramas que se manejan esos ministros que son tan contrarias a la
sinceridad y religión con que por su parte se observan los capítulos de la
Paz”. Sobre la tensión de Francia con Roma, surgida tras el incidente del
embajador Crequi, el Rey se lamenta de que los franceses no se den por
contentos con la satisfacción que les ha ofrecido Su Santidad259.
257
AHN, Estado, Leg. 2797, N° 10, 22 mayo 1663.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 19 noviembre, 1662. Durante la ausencia del Marqués de la
Fuente, Miguel de Iturrieta había comunicado a Madrid que, con pretexto de lo sucedido en Roma (el
incidente del embajador Crequi), los franceses habían empezado a distribuir dinero para levas para el
ejército de Italia y hacían movimientos de armas pasados los Alpes para lo que hiciera falta.
259
AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid, 13 marzo, 1663. El Rey al M.F.
258
104
En la primera visita a palacio tras su regreso, el Marqués de la
Fuente, como se le ha ordenado, transmite a la Reina madre la queja de
España por la descarada ayuda que Francia presta a Portugal, y ésta le
asegura que “sobre las cosas de Portugal, el Rey no haría nada que
pudiese perjudicar al Rey Católico”. Añadió la Reina madre al Marqués
que siendo el comercio con Portugal una contravención a la paz tan
evidente, se había ordenado no sólo embarazar el contenido de la mercancía
de contrabando sino castigar a los culpables para que sirviera de
escarmiento y para que “todos conozcan la recta intención del Rey en esta
parte y con cuanta fineza corresponde a la que debe al Rey de España”260.
A pesar de estas buenas palabras de la Reina madre y del recibimiento que
le hizo, ofreciéndole incluso un coche de caballos, que rechazó porque
venía el suyo a recogerle, el Marqués es consciente de la delicada situación
en que se encuentran las relaciones entre España y Francia. Y así confiesa a
Blasco de Loyola que preferiría que las manifestaciones de afecto a su
persona se cambiaran por el “cambio de signo en los negocios”261.
En la entrevista que mantuvo el Marqués con el Rey y sus ministros
pocos días después, éstos no fueron tan cordiales, pues al quejarse de las
asistencias que enviaban a Portugal, le respondieron que aunque no iban a
faltar a lo capitulado en la Paz, podrían sin escrúpulo hacerlo y aún enviar
todas sus fuerzas a favor del “tirano”, cuando los corsistas, súbditos de
S.M. Católica, después de la paz, hacían una guerra más perjudicial a
Francia que en todo el tiempo de las hostilidades. Añadieron que, siendo
cada vez mayor el número de quejas de particulares, no habían obtenido
ninguna satisfacción de los desórdenes cometidos en el mar desde que se
260
261
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 3 abril, 1663.
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 8 abril, 1663.
105
firmaron los tratados262, motivo por el cual se había mandado remediar esta
situación ordenando a sus súbditos que se armasen y combatiesen pues sólo
esto los podía defender, y que también tendrían por compañeros a los
holandeses que se hallaban en el mismo caso. Esta información hace pensar
al Consejo de Estado que los franceses van buscando ocasiones para
empezar la guerra y, como no desean que se llegue a ningún rompimiento,
los consejeros manifiestan que “hay que prevenirse para cualquier
accidente con el fin de que no nos sorprenda el descuido” y, ya que el Rey
de Francia y sus ministros ponen la mayor fuerza en los daños que reciben
sus súbditos de los corsistas y en que no se ha visto ningún castigo ni
satisfacción a las razones que por su parte se alegan, proponen que el
Consejo de Guerra y Justicia mire esta materia de manera que se castiguen
los excesos. Los consejeros añaden que es necesario pensar en el gran
riesgo que hay de rompimiento y que es una amenaza el acuerdo de
Francia, Inglaterra y Holanda para tomarse por su mano, y con sus fuerzas
marítimas, la satisfacción sin esperarla de los tribunales de España263.
El Marqués de la Fuente, buen conocedor de la política que llevan a
cabo los franceses, que es la expansión y hegemonía de Francia a costa de
los intereses de España, los cuales se ha comprometido a respetar, está
convencido de que las quejas son inútiles. Y aunque continua
entrevistándose con las Reinas como se le ha ordenado no duda en plantear
al Rey que se produzca un acercamiento con Emperador, sobre todo de cara
a un posible conflicto bélico con Francia, dado que los problemas
financieros de la Corona y la guerra contra Portugal hacen que la
Monarquía no esté en condiciones de abrir un nuevo frente. Así, con
clarividencia, escribe al monarca, que debe tomar buena nota, lo siguiente:
Ver OTERO LANA. “Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias. El corso
español del atlántico peninsular en el siglo XVII. (1621-1697)”, Madrid 1972, pp. 308-312)
263
AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Aranjuez, 28 mayo, 1663.
262
106
“los oficios que aquí se puedan interponer son infructuosos, todo el tiempo
que el rey Cristianísimo viere entabladas las cosas del mundo con la
ventaja que hoy están y, siendo cierto que es tan nocivo como el no
oponerse a las violentas tentativa el intentar el reparo cuando el crédito de
las fuerzas no mantiene la buena correspondencia, debo suplicar el decir a
V.M. que a mi juicio no hay otro medio humano para desvanecer, no sólo
estas contravenciones sino el abierto rompimiento, que el mantener al
Emperador con fuerzas y en la inteligencia en que yo le dejé, siendo
infalible que si esto tiene efecto, y en Viena hay quien de la boga como
conviene, podremos los que servimos fuera hablar en tal lenguaje que se
logren los efectos que convienen al servicio de V.M.264 .
La falta de medios sigue siendo una importante preocupación para el
Marqués que envía a Madrid las cuentas certificadas y justificadas265.
Aunque al Consejo de Estado le parecen “gastos muy crecidos” manda
enviarle dinero para que el servicio de S.M. no caiga en descrédito266. En
carta a Blasco de Loyola se lamenta el Marqués de que se le pidan cuentas
juradas, como si no fueran tan claras las partidas que se le han enviado y
tan sabido su sueldo y las ayudas de costa que aún sin suponer los gastos
extraordinarios y secretos de la embajada se podría juzgar el alcance.
Añade que en ese momento necesita más oficiales, particularmente uno de
lenguas por la infinidad de papeles y copias que cada semana llegan de
todos los confines sobre las diferencias que ocasiona la inteligencia de los
artículos de la paz; que los precios en París son muy diferentes a los de
264
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 8 abril, 1663. La respuesta del rey aprobando su propuesta
de acercamiento al Imperio y agradeciendo sus gestiones en AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid,
30 abril, 1663 y en AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid, 1 mayo, 1663.
265
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, 26 marzo, 1663. El Marqués envía a Madrid una relación de
ingresos y gastos correspondientes al período: 15 de septiembre 1661-25 marzo 1663 certificadas por el
contador Diego de Prado. Se comprueba que tiene pendiente cantidades desde antes salir de Viena en
1661.
266
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, 12 junio, 1663.
107
Alemania; que da mesa a todos los de su secretaría, etc. Valiéndose de
Blasco de Loyola pretende que S.M. le aumente el sueldo o que, ya que
jamás se le ha dado ayuda de costa, se le envíe una cantidad para que pueda
repartir entre sus empleados267. Escribe también al Rey para decirle que
enviará la cuenta jurada en cuanto reciba de Amberes nota de lo que
montan las letras que se le han remitido y vuelve a lamentarse de su
situación después de tantos años de andar arrastrado, de la pérdida de parte
de su hacienda, así como de verse obligado a la molesta pretensión de que
se le pague su sueldo por lo que le salen “muchos colores”. Pide al Rey que
lo remedie pues ya no puede más268.
El Consejo de Estado acuerda que se asista al Marqués “saliéndose
del paso ordinario” porque tiene que atender el negocio de desviar el
casamiento de Mademoiselle, para lo que necesita urgentemente 15.000
ducados, y porque no puede continuar en París con decencia debiéndosele
37.651 florines como dice la nota. Recuerda el Consejo lo que ya dijo en
una consulta anterior del mes de julio que los gastos en París son grandes y
el Embajador necesita recibir el sueldo puntualmente para que no sufra
descrédito el servicio de Su Majestad. Pero aunque el Consejo reitera que
se le debe enviar con urgencia el dinero para que no se atrasen los negocios
que trata y se mantenga con el lucimiento de ministro de su grado,
mayormente cuando está a la vista de otros príncipes, hasta finales de
267
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto, 1663. Pide ayuda para que le envíen los 24.000
escudos de sueldo del valor que ha gozado en Alemania, pues aunque siendo el mismo gasto y el mismo
grado, pudiera pretender los 36.000 que gozaba el conde de Fuensaldaña, no pretende más que lo que han
gozado todos los embajadores extraordinarios de muchos años a esta parte. No se basa para esto en su
vanidad sino en que no puede vivir con menos, y confiesa, por vida de sus hijos, que habiendo reducido
su casa a lo forzoso, no puede salir del gasto ordinario con 30.000 escudos, sin los extraordinarios
precisos que no se pueden medir ni excusar, y si por vía de sueldo no permite el servir de precedente, que
sean los 4.000 que faltan por vía de ayuda de costa ordinaria o por encomienda hasta que se de otra, o por
lo que perdió en Portugal (que habiéndosele señalado se le quitó).
268
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto, 1663. Manifiesta al rey que no ha recibido los
37.651 florines de Alemania, y 20 creyenes que es la cantidad que se le debía el 28 de mayo, y
excediendo a esa suma lo que debe por los gastos efectuados de entonces acá, piensa que el crédito tiene
límite y no los gastos de la embajada.
108
agosto el Rey no da orden de enviar al Marqués 30.000 escudos que son
parte de lo que se le debe269.
Mientras el Marqués de la Fuente está pendiente de recibir esos
fondos, Luis XIV, dentro de la política expansionista francesa y de
acercamiento al Imperio, se plantea el viaje a Lorena para visitar Marzal. El
Consejo de Estado ve necesario que el Embajador siga al Rey de Francia
para informar puntualmente a Madrid y a Viena de sus actuaciones, además
los franceses preparan un ejército en la frontera del Imperio y hay que
vigilar sus intenciones. Para realizar ese viaje, vuelve el Marqués a pedir
dinero y el Consejo de Estado dice que se le envíen 25.000 escudos para los
gastos con urgencia en correo yente y viniente pues si hubiera cualquier
dilación, llegaría tarde y no servirían para ese fin “y un ministro de tan
gran Rey no puede dejar de llevar el lucimiento que corresponde a su
grado”. Algunos consejeros de Estado como el duque de Alba y Fernando
de Borja son partidarios de que el Marqués de la Fuente se excuse por su
falta de salud y sea el secretario Iturrieta el que acompañe al Rey en su
Jornada270.
2.8. El papel de quejas
Una de las gestiones más desafortunadas del Marqués de la Fuente
tuvo lugar en el mes de junio de 1663. ¿Imprevisión?, ¿exceso de celo al
servicio del Rey? Así o deja entrever en su correspondencia cuando se
disculpa, alegando diversas excusas, por haber entregado a la Reina un
papel con las quejas del Rey Católico por las contravenciones a la Paz que
hacía el Rey Cristianísimo. No obstante, los esfuerzos del Marqués para
269
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 30 agosto, 1663. En esta fecha se da orden de enviar al
Marqués dinero que se le debe desde 1661.
270
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 27 agosto, 1663. El ejército que preparan los franceses
para visitar Marzal es de 10.000 hombres y 3.000 caballos, y contaría con la presencia del Rey
Cristianísimo.
109
remediar la situación y desdramatizarla, tienen un efecto contrario, hasta el
punto de que el Consejo de Estado recomienda que no insista en el asunto.
El hecho es que en mayo de 1663, tras la derrota del ejército de
Extremadura en Extremoz, Felipe IV escribe al Marqués de la Fuente
diciendo que las asistencias que Francia presta a Portugal para ganar la
guerra se deben tener por “lo más principal, no sólo por haber obligado su
conquista a hacer la paz, sino por ser el mayor torcedor que puede hacerse
para impedir su recuperación o imposibilitarla, y que puede recibir esta
corona, y aún la religión católica”. Por ello, dice el Rey, “os encargo que
valiéndoos de las Reinas, mi hermana y mi hija, y de todos los medios más
eficaces que pudiereis para embarazar esa asistencia, habléis muy recio
sobre que no se acuda con dinero ni con gentes al Rebelde pues de mi
parte se hace lo posible para cumplir los tratados y quitar los pretextos de
faltar a ellos, particularmente en ese punto que tan solemnemente se
previno y se juró tanto en el capítulo público como en el secreto” 271. Pocos
días después el Rey envía a su Embajador un papel con la relación de las
contravenciones que hacen los franceses a lo capitulado en la Paz para que
“os podáis gobernar con ellas según os dicte vuestra prudencia”272. (Doc.
2)
El envío por parte de España de la relación escrita de los
incumplimientos que los franceses hacen al Tratado de los Pirineos lleva
las relaciones diplomáticas entre España y Francia a su mayor tensión. El
Embajador, según cuenta a Luis de Oyarguren, entrega la nota a la Reina
reinante por encontrar a la Reina madre demasiado débil para enterarse de
su contenido debido a encontrarse convaleciente de unas fiebres tercianas,
271
AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid, 2 junio, 1663.
AGS, Estado, Francia, leg. K 1387, agosto 1663. Este documento contiene la respuesta de Francia y
las quejas de España.
272
110
antes de leer las instrucciones que le advertían de lo confidencial y delicado
del asunto. La Reina puso la carta en manos del Rey que, tras leerla,
declaró alterado que quería responderla porque el papel contenía cosas
“terribles que no podían quedar sin respuesta” 273.
En esta ocasión el Consejo de Estado censura con dureza el
comportamiento del Embajador, lo considera culpable del error de entregar
el pliego en el que confidencialmente el Rey contaba a la Reina madre las
contravenciones que los franceses hacían al Tratado de Paz, habiéndosele
informado del contenido del mismo y de que no era conveniente que
llegase a las manos del Rey sin recato, y le advierte que ha llevado este
asunto en contra del fin que se había previsto que era advertir a la señora
Reina madre para que estuviese enterada de todo, usando o no de aquello
que le pareciese274. El Marqués alega que se encontró con los pliegos en
Palacio donde no podía descifrar el suyo, la impaciencia con que la Reina
solicita cartas de su padre, el venir siempre debajo de su cubierta las cartas
familiares para la Reina madre y separadas las que hasta ahora traian algún
negocio, y otras excusas, pero acepta los reproches. Preocupado por las
consecuencias que podían derivarse, habló del “papel” con la Reina y
cuando ésta le dijo que no sabía lo que contenía, el Marqués le suplicó que
intercediera para que la respuesta fuera en forma que no exasperase.
El Embajador, sin duda afectado por la crítica que recibe de Madrid,
habla también del papel con Le Tellier y con Lionne separadamente.
Ambos coincidieron en que el papel de las quejas “había tocado vivamente
al Rey”, a lo que de la Fuente respondió que S.M. solo había querido poner
en conocimiento de la Reina madre lo que a él le llegaba, para dar cuenta
273
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 1 julio 1663
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 10 julio, 1663. Asisten al Consejo el Duque de San Lucar,
el Marqués de Velada, el Duque de Alba y Don Fernando de Borja.
274
111
de los disgustos que se podrían ocasionar si tenían fundamento los avisos.
El Marqués añadió que en Madrid no se había hablado al arzobispo de
Embrún ni a él se le habían dado instrucciones para pasar oficios (que eran
los medios de que S.M. se valía para tratar los negocios) demostrando que
quería relajar la tensión de la entrevista sin disminuir la importancia del
asunto. Pero no bastaron estas excusas ni tampoco las preguntas que hizo a
los ministros sobre a quién debía “tocar” más el papel que el Rey de
España enviaba a su hermana con las quejas que le llegaban de todas
partes, aunque algunas fuesen sin fundamento: al Rey de Francia o al Rey
de España.
El Marqués recordó a Le Tellier y a Lionne el viaje de Colbert a
Portugal, el tratado con Holanda, la compra de Dunkerque, las
negociaciones con Brandebourg, las violencias repetidas de Monsieur de
Labarde en Suiza, todo en forma de discurso para no dar nuevos motivos
para que respondiesen formalmente en términos de resentimiento, cosa que
procuraba evitar. Los ministros salieron de la situación con la promesa al
Embajador de que el Rey había tomado la decisión de responder él mismo,
y le aclararon que en el papel se decían cosas que no eran contravenciones
a la paz, sino simplemente perseguir intereses legítimos sin ir en contra de
España. Negaron que 4.000 hombres fueran para Portugal asegurando que
eran menos y se dirigían a Tánger, a lo que el Marqués contestó que el
número era lo de menos, que lo importante era que se ayudaba a Portugal.
Dijeron también al Marqués que era injusta la suposición de que
preparaban un gran armamento; juraron que ni directa ni indirectamente
habían tratado ni con el príncipe de Curlandia ni con el de Moscovia, y que
en Constantinopla hacía años que no tenían ministro. Sobre el asunto de
Inglaterra, se defendió Le Tellier con argumentos para establecer que
cualquier príncipe podía tratar con otro sin ofender a su amigo, y que
112
entendiéndolo en esta forma no se daba por ofendido el Rey de Francia
aunque sabía que España había tratado asuntos particulares con Inglaterra
aplicando medios extraordinarios. Para el Marqués de la Fuente la
conclusión de la entrevista fue la declaración de Le Tellier de que el Rey
Cristianísimo había sentido la desconfianza y la forma de presentar la
queja, y que el mismo Rey respondería. Lionne añadió que lo que más dolía
a su Rey era el juzgar que suponiendo el Rey de España que todo lo que
contenía el papel era cierto, era imposible que le quisiese bien. Es decir,
que lo que más dolía al Rey francés, era perder la confianza y el amor del
Rey de España.
El Marqués, pretendiendo desvanecer la idea de que Felipe IV
desconfiaba del Rey francés y había dejado de estimarle, dijo a los
ministros que, existiendo vínculos de sangre y de amistad, no era necesaria
la respuesta escrita del Rey sino la enmienda; insistió el Marqués en la
enmienda como la mejor respuesta. También dijo a los ministros que
estuvieran convencidos de que la confidencia a la Reina madre había sido
para informar de lo que por Madrid se decía, y evitar con la prevención lo
que tanto podía turbar la paz.
Al Consejo de Estado le parece que el Marqués no debe hablar más
del papel de las quejas ni debe tratar de impedir una respuesta. Con
relación a lo que dice el Marqués de que no se hable a los franceses de las
asistencias a Portugal porque es inútil, el Consejo cree que no es
conveniente pasar en silencio ninguna de las ocasiones en que hubiere
contravención a la paz, pues es forzoso dárselas a entender “para que
sepan que nos enteramos y pueda en todos tiempos ser conocida nuestra
razón”, y recuerda al Embajador que, sin hacer fuerza en su discurso, debe
denunciar cualquier acción que vulnere el Tratado de Paz para demostrar
113
que S.M. el Rey de España no las ignora. Y, preocupados los consejeros
por el estado de las cosas, sobre todo por la actitud expansiva de Francia y
por la guerra de Portugal, preocupados también por las excusas que ponen
los franceses y permanentes declaraciones de amistad y buena
correspondencia, manifiestan al Rey que hay que acabar la guerra de
Portugal antes de dos años y que esta debe ser la acción prioritaria275.
Pocos días después la Reina madre dijo al Marqués que ya tenía la
respuesta del Rey Cristianísimo, queriendo el Rey que el papel volviese por
la misma mano que había llegado: por la del Embajador. Este, confundido,
recordó la intención con que se había remitido el papel de quejas, insistió
de nuevo en que la respuesta no era necesaria y que el Rey de España
únicamente esperaba la enmienda, pero la Reina, tras manifestar al
Embajador que no sabía la manera de influir en su hijo, le expresó su
extrañeza de que el Rey de España hubiese mandado escribir aquella
relación en la que se decían cosas que ni se le habían pasado por el
pensamiento. Cuando el Embajador le recordó algunas que no podía negar,
la Reina las reconoció y dijo al Marqués que “como Reina de Francia lo
negaba todo, aunque como Infanta de España no negaba que hubiera algo,
pero que ella no podía remediarlo”. Ante la negativa del Marqués de la
Fuente a recibir el papel, venció la Reina que dijo que pensaba escribir a su
hermano para decirle que no había podido hacer lo que le había pedido,
pero que había contribuido para que el papel fuese diferente de lo que se
vio en la primera minuta. El papel con la respuesta empieza diciendo que al
Rey le ha producido una gran pena leer la Memoria que el Marqués de la
Fuente puso en manos de la Reina madre no tanto ver su honor atacado por
una pieza que sería más justamente titulada libelo difamatorio -por estar
lleno de imposturas y de calumnias destinadas a destruir-, sino por haber
275
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 3 agosto, 1663.
114
sido autorizado por el Rey Católico. Después de responder a todas las
acusaciones, en el mismo escrito Francia contra ataca diciendo: “S.M.
espera de la equidad del Rey Católico que después de haber visto esta
respuesta, tendrá alguna indignación contra los autores de tantas
calumnias de las que está llena la memoria, y que quizá no querrá dejarlas
sin castigo cuando sea informada de que los que acusan injustamente al
Rey de contravenir a la paz, son culpables ellos mismos”, y enumera los
incumplimientos que España ha hecho de algunos artículos de la Paz276
(Doc. 2). Esta contraofensiva deja desconcertada a España.
Los problemas financieros del Marqués de la Fuente se repiten en
1664. En febrero escribe a Blasco de Loyola describiendo el sumo aprieto
en que se halla por falta de asistencias, siendo lo que debe a distintas
personas más de 74.000 escudos, aparte de otra suma considerable a quien
provee su despensa. El Consejo de Estado propone a S.M. que el Marqués
debe enviar cuenta jurada (como se le pidió hace tiempo) de lo que ha
cobrado y de lo que se le debe y, tras comprobar por quien corresponde que
las letras no le han sido pagadas, se acuda con otras que le sean pagadas
con prontitud y pueda salir de los empeños en que dice se halla277. Don
Miguel de Salamanca278 es el encargado de remitir al Marqués de la Fuente
56.716 escudos, que es la cantidad que él piensa que se le debe,
descontando las letras que se le han enviado, hasta febrero de 1664. Al
mismo tiempo, por medio de una carta de Blasco de Loyola, llegan los
duplicados de dos letras protestadas por Garimondi de 55.000 y 20.000
escudos, así como el original de los 30.100 escudos, siendo la suma de las
tres 105.100 escudos. El Consejo propone en su consulta que se remita todo
276
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto, 1663. AHN, Estado, Lib. 127, París, 13 de agosto
1663.
277
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 6 marzo 1664.
278
Era el Presidente del Consejo de Hacienda desde 1663, sustituyó a Don Luis de Góngora.
115
al gobernador del Consejo de Hacienda con orden precisa para que se
liquide lo que se le debe sin dilación, pues la necesidad del Marqués es
urgente satisfacerla, tanto para pagar a sus acreedores como para poder
sustentarse y seguir al Rey que ha de estar fuera de París hasta octubre, y
sin dinero no puede acudir a cosa tan forzosa. El Consejo insiste en asistir
al Marqués de la Fuente que se halla en una corte tan costosa a la vista de
una nación “tan ardiente y especulativa y donde se pueden ofrecer tantas
ocasiones de gastos en negocios importantísimos del servicio de S.M., los
cuales no se pueden emprender sin medios, viéndose públicamente la
flaqueza del ministro de V.M. de quien no se puede dudar”. La consulta es
subrayada por el Rey con un: “está bien, que se haga con todo aprieto” 279.
Pero la orden no se ejecuta, el dinero no llega a París y el Marqués
vuelve a pedir ayuda para subsistir. Cuenta el Marqués que, habiendo
organizado el Rey Cristianísimo una fiesta en Versalles para divertirse, el
embajador de Inglaterra en París deseó asistir como ministro público y no
le fue permitido argumentando el Rey que en esas fiestas privadas quería
reservarse la libertad de llevar a quien gustase y en dicha fiesta no había
más invitado extranjero que el embajador de España. Esta deferencia con el
Marqués de la Fuente, así como la de ofrecerle alojamiento en
Fontainebleau, además del de Moret donde han estado siempre los
embajadores, molestó al embajador de Inglaterra, a quien el propio Rey
explicó que se debía a lo bien asistido que se encontraba con la persona del
embajador de España. Añade el Marqués que no pudo aceptar la oferta de
Luis XIV por no tener medios para desplazarse a Fontainebleau. Aunque
puso la excusa de sus achaques la carta dice: “la estrecheza en la que me
hallo me hace preciso quedarme”280. Ante esta nueva súplica del Marqués
279
280
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 24 mayo, 1664.
AGS, Estado, Francia, K1388, París, 18 mayo 1664.
116
el Consejo repite la misma instrucción manifestando: “que se envíen al
Marqués letras seguras de lo que se le debe, para poder subsistir allí y
para mantenerse con la decencia que pide el carácter de ministro de V.M.
y para los gastos forzosos de la embajada, pues de lo contrario será de
mucho inconveniente a su real servicio como lo tiene representado a
V.M.”281.
El Consejo vuelve a hablar del asunto de las asistencias del Marqués
la semana siguiente manifestando que “la falta a los negocios de aquella
corte, en ningún tiempo como en este es de mayor importancia. El ministro
de V.M. debe atender y velar las representaciones precisas que ocurren
cada día por lo que se debe acudir al Marqués con lo que se le debe sin
dilación”282. Y la siguiente vuelve a decir: “que se asista al Marqués
porque no podrá ser de utilidad en la embajada, sino el descrédito y
perjuicio para S.M. si le falta lo necesario para subsistir en ella”283.
Pero el Marqués sigue sin recibir el dinero y de nuevo escribe al Rey:
“habiendo dicho a S.M. lo que padezco por falta de asistencias, aunque
ahora va estrechándome de manera que no puedo más, dejaría de
responder al despacho del 30 del pasado que trata de esta materia por no
desazonar sus oídos con lamentos continuados si no me violentase el dolor
de ver que por falta de medios padezca el servicio de V.M.,
particularmente en cosa que hasta hoy no hemos reconocido beneficio en
otro medio que el que yo haya pensado y aplicado para reparar los
contrabandos encaminados al socorro de Portugal”284.
281
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 7 junio 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 15 junio 1664.
283
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 19 junio 1664.
284
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Fontainebleau, 27 julio, 1664.
282
117
En agosto el Consejo vuelve a tratar el mismo asunto y repite que es
un gran desdoro lo que el ministro padece. Aprueba el envío de letras de
15.000 escudos y de 10.000, repitiendo que “es justo que la paga sea
puntual y que S.M. debe mandar que se le remita crédito fijo y que se
excuse de aumentar los sueldos y ayudas de costa, no sólo por el ejemplo
sino
porque
en
tiempos
tan
estrechos
se
deben
excusar
acrecentamientos”285. El propio Rey escribe al Marqués, a finales de
agosto, y le anuncia que se le han enviado letras por valor de 15.000
escudos, y que “en breve seguirán otros 10.000 que con los 30.000 de las
primeras letras que tenéis (cuyos plazos empiezan este mes), estaréis
satisfecho. En adelante se procurará ir asistiendo con puntualidad como
tanto conviene”286. Pero en septiembre el Marqués escribe diciendo que, a
pesar de todas las seguridades de Andrea Piquinoti, antes de salir la letra de
15.000 escudos le escribió el que la dio que no había podido mantener lo
ofrecido de que fuese efectiva en tres meses por haberle puesto reparo la
Junta de Desempeño, que no permitía pagar un real, y que el
correspondiente que había de pagarle le había dicho que sin nueva orden no
tenía ningún valor el papel. El estado de la letra de 30.000 escudos de
Centani287 era todavía peor pues, habiendo cumplido el 24 de agosto la
primera fecha, declaró el 29 que no tenía orden y que aunque llegase, si no
la acompañasen medios para satisfacerse de lo que de su casa había puesto
para hacer algunos pagos al Emperador, no desembolsaría un real. El
Consejo piensa que se deben reemplazar las letras que se han enviado, tanto
la de 30.000 como la última de 15.000, dándose por personas de crédito y
abonadas, que si no se hubiere enviado la de 10.000 que se haga en la
285
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 2 agosto, 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K1409, Madrid, 29agosto, 1664.
287
Hombre de negocios que principalmente hacía provisiones en Flandes. Comenzó a realizar asientos en
1658 a instancias del conde de Castrillo. Fue miembro del Tribunal de la Contaduría Mayor, en 1675
consejero de honor de Consejo de Hacienda, y en 1677 consejero supernumerario de Hacienda con gajes.
Formó parte de la primera Junta de Comercio en 1679. SANZ AYÁN, Carmen, “Los banqueros de
Carlos II”, Valladolid, 1989, p.407.
286
118
misma forma, y recomienda que se le asista con puntualidad en adelante
pues de no ser así el Marqués no podrá subsistir en París lo que ocasionará
descrédito y perjuicio al servicio de S.M.,” sobre todo en una corte tan
atenta a especular nuestras acciones”288.
En octubre todavía no ha cobrado el Marqués la letra de 30.000
escudos.
Juan
Bautista
Palavesín289
le
escribió
desde
Amberes
informándole de las dificultades que tenía para pagar la letra que se le
envió. Se queja el Marqués de que no cuenta más que con 4.000 escudos y
debe mucho más, de la situación en que se encontrará si no se le asegura la
de 15.000 escudos de Piquinoti y las mesadas, sin las que no podrá
subsistir. El Consejo dice que se escriba al Marqués de la Fuente diciendo
que el 25 de octubre se acordó enviar 45.000 escudos290.
2.9. El Marqués de la Fuente pide volver a España
A lo largo del año 1665 el Marqués solicita reiteradamente licencia
para dejar la embajada, aparentemente cansado por la severa escasez de
medios que padece. Como ese año, a pesar de las buenas palabras que
recibe del Rey Cristianísimo y de sus ministros, las relaciones entre España
y Francia siguen siendo muy tensas por la ayuda abierta de Francia a
Portugal que repercutirá en la derrota española frente a los portugueses –
será la última campaña organizada por España-, el Consejo de Estado
estima que no es oportuno conceder la licencia al Marqués porque no puede
prescindir de persona tan cualificada en la embajada de París.
288
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 25 septiembre 1664.
Varios miembros de la familia Palavesín desempeñaron desde 1635 labores como asentistas y factores.
Ligados por lazos familiares a los Spínola. Entre 1650 y 1665 su actividad no fue muy importante. SANZ
AYÁN, C. “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid 1989, p. 182, p.332.
290
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 13 noviembre 1664.
289
119
La primera vez que el Marqués manifiesta su deseo de abandonar la
embajada, aunque de manera velada, es en enero de 1665. En carta a Blasco
de Loyola, a la vez que envía las cuentas de los últimos meses del pasado
año, así como el finiquito de la cuenta, dice: “de no poner remedio, tendré
que pensar en tomar alguna resolución pues ya que no dejo hacienda a mis
hijos, no quiero dejarles más molestia que la de verme en el hospital por el
delito de haber servido muchos años”291. Pocos días después, le confiesa
que, después de tres años en París, desea “librase de un empleo en que
tanto se padece”, y añade que desde hace un año se ha reducido tanto a lo
preciso, que vive como un criado y le resulta imposible poder mantenerse
pues sigue empeñado para lo necesario y el gasto extraordinario excede
mucho al sueldo292.
El Consejo de Estado es consciente de esta situación y en el mes de
enero propone que se envíe dinero al Marqués de la Fuente para que pueda
desempeñarse y salir de los ahogos en que se halla, insistiendo en que se
disponga de la puntual asistencia de las mesadas de manera que “no piense
en abandonar” y pueda realizar su misión convenientemente ya que “no es
posible mantener a los confidentes los cuales suelen actuar llevados del
cebo del interés, y se menosprecia cualquier negociación argumentando
que cuando faltan medios para la asistencia de los ministros públicos no
las habrá para el cumplimiento de cualquier cosa que se ajustase”293.
Persistiendo las dificultades, en febrero el Marqués suplica al Rey
volver a España294. Ante esta carta y las anteriores en las que el Embajador
291
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 11 enero 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 25 enero 1665.
293
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 31 enero 1665.
294
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 8 febrero 1665. La carta dice: “si bien el haberme V.M.
(Dios le guarde) ocupado desde el mes junio del año 1634 en casi todas las embajadas de Europa ha sido
todo el favor que podía desear quien nació con obligaciones y deseos de vivir y morir sirviendo a V.M.,
como las honras no impiden los achaques, y las incomodidades y los años los adelantan, no puede hacer
292
120
representa sus achaques, los largos servicios prestados, y el deseo de volver
a España, el Consejo dice a S.M. que, como siempre los Reyes
acostumbran a premiar a los que les sirven, y S.M. lo ha hecho siempre con
singular atención, se podría consolar al Marqués honrándole y
favoreciéndole de manera que conozcan todos que S.M. se da por bien
servido295 y, tras recomendar que se le pague lo que se le debe para que
pueda vivir sin el desconsuelo y la incomodidad que hoy padece, porque es
justo y necesario, propone al Rey que no se le de licencia de momento ya
que “no puede hallarse persona que pueda servir en aquel puesto con la
inteligencia, maña y disposición que tiene el Marqués, particularmente
siendo tan aceptado por las Reinas” pero que se le haga merced del
Consejo y Cámara de Indias, para que “recibiendo este premio, que es por
lo que los hombres sirven, lo pueda hacer con aliento”296. Los cosejeros de
Estado que proponen este premio para el Marqués son: el Duque de San
Lucar, el Marqués de Velada, el Conde de Peñaranda, el Duque de Alba, el
Marqués de Caracena, el Marqués de Mortara y el Obispo Inquisisdor
General. Y Felipe IV hace merced a su embajador de plaza del Consejo y
Cámara de Indias con la antigüedad y gajes “desde luego” pero sin que
tome posesión de ella “por estar empelado en mi servicio en ocupación tan
importante”297.
novedad que mi salud me haya reducido a términos que me obligue a confesarme inhábil para servir fuera
a S.M. y ejecutar cosa tan contra mi dictamen y deseo, como la de suplicarle que tenga por bien de
concederme licencia para poder volver a morir consolado con verme antes a los reales pies de V.M., de
cuya piedad espero que no tendrá por desproporcionada esta merced a mis servicios, pues siendo la única
con que daré fin a ellos no es grande si han sido a satisfacción de V.M., y si no lo han sido, también se me
debe conceder pues se pierde poco en mí, y no pidiendo Nuestros Señor a nadie imposibles, y siéndolo de
todas maneras el que yo continúe, me prometo que ni los querrá V.M. de mí ni condenará ninguna de las
resoluciones a que obliga la necesidad, y que también me prometo que para concederme lo que le suplico
y absolverme de todo, tendrá presente que le he servido sin reservar nada de cuanto puede contribuir a ser
un buen criado. Guarde Dios la católica persona de V.M. como la cristiandad ha menester”
295
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 de febrero 1665.
296
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 21 febrero, 1665.
297
AHN, Estado, Leg. 6402, nº 114, Madrid, 25 de febrero de 1665. Consta que se ha pagado la media
anata el 8 de noviembre de 1665.
121
Semanas después el Marqués insiste en estos temas en su
correspondencia con Blasco de Loyola. Le
describe su falta de salud
(debido a su enfermedad no pudo acompañar a Don Francisco de Lira a la
audiencia que le concedió Luis XIV aunque procuró que fuese con el
decoro que convenía298), su falta de medios (no se puede mover de París y
dice “no sé hacer de las piedras pan. Todo se remediará con que S.M. me
conceda la licencia que le he suplicado, siendo cada día más precisa en mí
la instancia y en él la resolución”
299
), y pidiendo que se le envíe la
licencia: “si este mismo extraordinario no me trae el consuelo de lo que
suplico, no oso pensar en lo que podría producir la desesperación cuando
es imposible tolerar ya el dolor de que sea tan mala mi fortuna que ni aún
cosa tan fácil y tan justa no pueda conseguir”. Por otra parte, a las
dificultades económicas hay que añadir otros problemas. Cuenta a Blasco
de Loyola que, a través de una persona que tiene encargada para que acuda
a la iglesia para informarle de las cosas que pueda oír, se enteró de que uno
preguntaba a otro si la valija de España les daría tanto esta semana como la
pasada y que disputaban entre sí a cual había tocado mover mayor número
de pliegos de los dificultosos de abrir. Hizo que un criado los siguiese y,
dividiéndose al salir de la iglesia, fue fuerza perder a uno, dirigiéndose el
298
Nombrado por Felipe IV, por indicación del Consejo, para ir a París a pasar cumplimiento con ocasión
del feliz alumbramiento de la Reina y pésame por el fallecimiento de la recién nacida. AGS, Estado,
Francia, leg. K1645, Madrid, 13 de enero de 1665. Las “Instrucciones” en AHN, Estado, leg. 3457/29.
299
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 22 febrero 1665. La carta añade: “enteramente estoy inhábil,
habiéndome reducido el continuo trabajo de tantos años y la pasión de ánimo tan continuada a términos
que el día 19 pasado prendió fuego un humor tan vehemente que desde las seis de la mañana hasta las
once me acometió cincuenta y tres veces a la cabeza, turbándome la vista y el sentido las cincuenta y las
tres, privándome tan del todo que creímos que había dado fin el negocio. Los médicos entraron en el
cuidado que solicitaba, acudiéronme con muchos remedios, entre ellos sacándome más de 40 onzas de
sangre en 20 horas, y la misma noche desde las 10 hasta las 3 de la mañana tuve otros 30 acometimientos
con la diferencia de la falta de respiración y trabajado el corazón, no habiendo sido buen remedio el
recibir los despachos de esta posta. En fin, ha cesado el peligro de la cabeza pero no de trabajarme el
corazón, y los remedios, particularmente el de hoy que ha sido una purga. En todo esto es un buen socorro
la aflicción de no tener con que enterrarme si no es de limosna. Dios lo dispone así y es menester
conformarse, pues sin ser expresa voluntad suya no podía caber en la grandeza de S.M. dejar morir con
este desconsuelo a un criado que mal o bien lleva sirviendo 50 años con buena voluntad y con celo”.
También cuenta que el viaje del Rey Cristianísimo a Provenza se desvanece, el de las romerías se quiere
abreviar y el de después de Pascua durará más de lo previsto porque hasta fin de noviembre no estarán
terminadas las obras de las Tullerías que es donde vivirán los Reyes tres o cuatro años hasta que se acabe
el Louvre
122
otro a casa de Le Tellier. Aquel día le dieron los pliegos seis horas después
de llegar la Posta, por lo que el Marqués dice a Blasco de Loyola que
conviene utilizar los correos extraordinarios que son más seguros300. Poco
después vuelve a quejarse de lo poco que se esfuerzan los correos los
cuales, cuando se les reprende por su poca diligencia, contestan que “no
dan más al que se mata que al que va con gran comodidad”. Con relación
a los correos el Duque de San Lucar manifiesta en el Consejo que se les
debe dar un castigo merecido al delito para que otros escarmienten con su
ejemplo. En lo que toca a las necesidades del Marqués, insiste el Consejo
en que se le paguen las asistencias por el daño grave que ocasiona ver a un
Embajador de S.M. “pidiendo prestado en la corte más puntosa y atenta a
desdorar nuestras acciones301.
En marzo el Marqués escribe de nuevo al Rey quejándose de que no
hay seguridad en lo que se escribe, que no hay sello ni cifra que asegure
ningún pliego de los correos. Le cuenta que siguiendo la alternativa de los
correos flamencos y franceses de París a Bruselas comprobó que son
abiertos los pliegos porque los franceses quieren saber lo que pasa en todas
partes, algunas veces atacando con violencia los convoyes, como pasó en
Nancy que desvalijaron la posta. Vuelve a pedir la licencia y saber el
nombre de su sucesor para ponerle al corriente de la embajada302. Al
Consejo de Estado le preocupa que Francia impida la libre correspondencia
que es permitida tiempos de paz y que es precisa y propone que se
transmita a los franceses que S.M. tiene por un gran crimen que se
300
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París 10 febrero 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 febrero 1665. Dice el Consejo que la deuda es mucha,
como consta en las cuentas que ha presentado, las últimas están en las reales manos de V.M. con otra
consulta de este Consejo del 31 de enero, que dice alcanza 57.434 escudos hasta fin del año
pasado.Siendo así que las obligaciones en que se halla el Marqués por embajador de V.M. son muchas, y
que su entrada y llaneza con que le tratan los reyes le acrecienta mucho el gasto, pues gustan que de su
casa se les envíen platos cada día, mostrando el gusto que tienen de este agasajo, y esto ya se ve que en
tierra tan cara cuesta mucho, es menester que V.M. le acuda para que lo pueda sobrellevar.
302
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 16 marzo 1665. AHN, Estado, Lib. 129, 9 marzo 1665.
301
123
desvalijen correos en cualquier parte de sus reinos o se abran pliegos,
particularmente si vienen con el real sello para el Embajador o para otro
ministro. Se debe esperar una correspondencia recíproca o dejará el
Marqués de escribir hasta que haya enmienda. Propone también el Consejo
que se ordene remitir medios al Marqués para que pueda despachar correos
siempre que los pida la urgencia y la necesidad, para que pueda asistir a las
negociaciones secretas y que se despache por medio de correos
extraordinarios ya que los ordinarios corren riesgos303.
Debido a la falta de medios y de salud, el Marqués no puede seguir al
Rey en su Jornada. Escribe a Madrid atormentado por el descrédito que
padece S.M. y reitera su deseo de conseguir la licencia que ha pedido. El
Consejo de Estado lamenta que no se hayan ejecutado las órdenes de enviar
asistencias al Embajador con la diligencia necesaria, siendo un ministro que
sirve con puntualidad y celo y, sabiendo que para vivir en una corte donde
se repara en todo y se hace estimación del príncipe según el lucimiento del
ministro, vuelve a poner en consideración de S.M. que, “ya que no viene a
padecer lo personal del Marqués sino la reputación de S.M. en lo más
sensible del honor, saque a este ministro de las aguas en que se halla,
habiendo llegado los accidentes a ocuparle el corazón produciéndole
congoja por no poder cumplir con su obligación, además de haber
empeñado sus alhajas continuamente" (extremo que el arzobispo de
Embrún cuenta en conversaciones en la corte de Madrid)304.
Ante el insistente rumor de que puede empezar la guerra por el
movimiento de tropas alemanas hacia los Países Bajos, los acreedores del
Marqués temen perder la deuda con su retirada y le urgen para que pague
303
304
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 5 abril 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 13 marzo 1665.
124
multiplicando los esfuerzos y las insinuaciones de acudir a la Justicia. El
Marqués, desesperado, repite que no hay hombre que quiera fiarle un real
y, encontrándose con falta de todo, pide que el primer correo le lleve
despachos que le permitan desempeñarse y vivir, añadiendo que la
situación en que se encuentra hace precisas esas instancias y la
conmiseración. Dice también que los achaques han aumentado por romper
el hilo de la cura que le estaban haciendo, que sólo ha podido pagar el
correo de ida haciendo un pequeño milagro y que espera su licencia pues
“ya no es posible más y ninguna otra cosa parece razón y, en fin, la salud
y la honra no admiten finezas del celo”305.
Aunque en febrero de 1665 el Consejo de Estado le había propuesto
para el Consejo y Cámara de Indias306, como hemos visto más arriba, el
honor no debió parecer bastante al Marqués porque, en abril de ese mismo
año pide, a través de su hijo, que se le haga miembro del Consejo de
Estado. Felipe IV manda, por decreto de 28 de marzo, que se vea en el
Consejo de Estado un memorial presentado por Don Gaspar de Teves y
Córdoba, en nombre de su padre el Marqués de la Fuente, añadiendo S.M.
que las señoras Reinas Cristianísimas escriben repetidamente apoyando al
Marqués y que sería su deseo complacerlas. El memorial suplica a S.M.
que haga merced a su padre del título de su Consejero de Estado, o que se
le dé cédula secreta307 de que entrará en la primera provisión que se hiciere
de otros, representando sus largos años de servicio, puestos, y la
satisfacción con que los está continuando. El Consejo manifiesta que,
habiéndole S.M. hecho tan reciente plaza en el Consejo y Cámara de
305
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 16 marzo 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Febrero, 1665.
307
Con cierta frecuencia los nombramientos se efectuaron mediante cédula secreta, postergándose la
publicación de la misma hasta que se produjera la primera promoción de consejeros, hasta que el
interesado ocupara un determinado cargo, o simplemente hasta que el Rey dispusiera que se hiciera
público. BARRIOS, F.: “El Consejo de Estado de la Monarquía española”, Madrid, 1984, p.226.
306
125
Indias, puede por ahora tener satisfacción el Marqués, dándosele a entender
que S.M. se halla con toda satisfacción y gratitud del acierto y modo con
que sirve y que, siendo el empleo en que se halla y los que ha tenido el
camino por donde ha de llegar a conseguir el puesto que pretende, puede
esperar de la grandeza de S.M. que se acordará de sus servicios siempre
que hubiera que hacer elección de sujetos para el Consejo de Estado 308.
Atendiendo estas consideraciones Felipe IV escribe a su embajador:
“hallándome con toda satisfacción y gratitud del acierto y modo con que
me servís en los negocios pendientes de esa embajada, y siendo el empleo
en que os halláis y los que habéis tenido el camino por donde habéis de
llegar a conseguir ese puesto, podéis esperar me acordaré de vuestros
servicios siempre que hubiese de hacer elección de sujetos para el Consejo
de Estado, por desear complacer también en esta parte a las Reinas
Cristianísimas mi hermana e hija que me han pedido con toda insistencia
que os haga esta merced309.
El Marqués de la Fuente no es el único embajador que no recibe
asistencias, el Conde de Molina310 permanece detenido en Flandes por no
haber podido cobrar una letra de 22.000 escudos ni la ayuda de costa de
6.000 escudos. El Presidente del Consejo de Hacienda dice que han sido
enviadas letras al uso tanto al Marqués de la Fuente como al Conde de
Molina, éste último ya ha acusado recibo de haber recibido 6.000, y 14.000
escudos de la letra de Juan Alvarez, están pendientes de que se cumpla el
plazo. La información del Presidente parece que tranquiliza a los
consejeros, pero insisten al Rey diciendo que los ministros públicos que
308
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 5 abril, 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 15 abril 1665.
310
Antonio Francisco Mesía de Tobar y Paz, Conde de Molina, embajador en Londres 1662-1664.
309
126
asisten fuera deben ser asistidos puntualmente para mantener las
obligaciones del servicio de S.M311.
Los apuros económicos del Marqués en París llegaron a ser enormes.
El Consejo de Estado estudia una carta suya (julio 1665), que dice que se
encuentra en situación económica crítica, ya que no tiene persona que le
socorra al haber muerto D. Juan Bautista Palavecín a quien había cedido la
letra de 50.000 escudos que se le envió en pago de lo que se le debía, ni
alhaja que empeñar, estándolo todas las que no son precisas para el decoro
de su representación. No hay una respuesta muy rotunda a esta súplica del
Marqués, el Consejo de Estado dice simplemente “que se atiendan sus
necesidades económicas”. En la misma carta pide dinero para ayudar a un
sujeto que se ofreció para embarazar los socorros de Francia a Portugal y al
que los franceses quieren represaliar y el Consejo le responde que queda
enterado y, aunque considera que sería conveniente asistirle, dice que “el
estado de las cosas no da lugar a ello”312.
Las repetidas recomendaciones del Consejo de Estado de atender las
necesidades del Marqués no son escuchadas, como estamos viendo. En
verano vuelven a decir los consejeros: “en cuanto a los ahogos en que se
halla el Marqués, parece al Consejo que por su representación y donde
tanto se procura deslucir el crédito de esta corona, convendrá se acuda al
reparo luego por todos los medios posibles y que se le vayan enviando con
toda puntualidad, para satisfacer sus alcances y sueldo vencido pues tiene
presentadas sus cuentas en el Consejo de Hacienda. No siendo así no
podrá subsistir ni estar en aquella ocupación sin gran descrédito del
311
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 17 abril 1665. El Marqués de la Fuente espera 50.000, de
los cuales 30.000 son por que se le debe de atrasos y 20.000 de sueldos y ayuda de costa que han vencido
desde enero de este año.
312
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, 4 julio 1665.
127
servicio de S.M.”313 Ante un nuevo memorial que detalla la situación
económica del Marqués en ese momento, el Consejo reitera lo que
conviene al real servicio de S.M. que el Marqués de la Fuente esté bien
asistido con lo que le está señalado, pues es notorio lo falto de medios en
que se halla y aconseja, una vez más, que se le remitan letras efectivas de
las cantidades que pide para que se pueda mantener con decencia y decoro
en su representación314.
Las graves dificultades económicas del Marqués en estos meses
(mayo y junio de 1665) reflejan las dificultades de la Hacienda española
que en estos mismos meses consumía todos sus fondos en la guerra de
Portugal. La derrota de las tropas españolas en la campaña que parecía
definitiva explica las respuestas lacónicas de Madrid a las súplicas del
Embajador.
El Marqués, en carta a Blasco de Loyola, se queja también de falta
de salud y le propone que si no se le concediese licencia para recobrarla, se
envíe persona de letras que le asista en calidad de abogado de la embajada,
pues en Roma y Alemania tienen los embajadores personas que les asisten
y ayudan en los asuntos litigiosos concurriendo en aquella embajada
muchos de esta clase. Añade que se decía en París que, en muriendo Felipe
IV, saldría el Rey de París y daría vuelta visitando las fronteras, lo que le
costaría por lo menos un año. Viendo el Consejo de Estado la carta vuelve
313
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 11 agosto, 1665. El memorial dice que en marzo se le
enviaron letras de 50.000 escudos, 30.000 por cuenta de 57. 876 que se le debían hasta fin de diciembre
del año 1664, y los 20.000 restantes por el sueldo de este año de 1665, no considerándose el sueldo de la
secretaría que monta cada mes 11 escudos, y los portes que suman más de 2.000 cada año, el gasto de
correos y otros precisos considerables. Que estando para pagarle estas letras, murió Juan Bautista
Palavecin, sobre quien iban, de modo que sus testamentarios se han quedado con ellas para cobrarse de lo
que les debía, encontrándose por esta causa en la mayor estrechez para poderse mantener, pues le falta
enteramente el caudal y el crédito. Pide que se le envíen con urgencia los 27.866 escudos de resto del
alcance, más lo que montare el gasto de los siete meses de este año conforme a la relación hecha arriba.
314
128
a decir que no conviene de momento dar licencia al Marqués. En cuanto a
enviar abogado o persona de la calidad que propone, que lo hable con el
Marqués de Castel Rodrigo y elijan entre ambos el sujeto con el sueldo que
les parezca. Si llega el caso de tener que seguir al Rey Cristianísimo a la
frontera, que se proceda como en una ocasión anterior: doblando el sueldo
ordinario para que lo pueda seguir, dándole alguna ayuda de costa, “pues
en los ministros públicos, aunque cuando padecen necesidad es suyo el
desconsuelo, alcanza a V.M. el descrédito por la representación en que
conviene sean mantenidos”315.
En septiembre, tras conocer la enfermedad de la Reina madre, el
Consejo de Estado piensa que es una ocasión en la que S.M. debe mostrar
sentimiento y para expresarlo propone que vaya a París un caballero, el que
S.M. mande elegir, que cumpla con función tan forzosa y de cariño, pues
“lo merece el que muestra S.M. Cristianísima”316. Esta declaración del
Consejo coincide con el momento de mayor tensión del año 1665: la ayuda
de Francia a Portugal ha permitido a ésta ganar las campañas de 1665; Luis
XIV ha impedido el paso de las tropas a Flandes, ha impedido la
construcción de un canal en Flandes (asuntos que estudiamos más
adelante), ha negociado el matrimonio de Alfonso VI de Portugal con
princesa francesa, ha reclamado los Países Bajos... La ruptura está próxima,
sin embargo, el Consejo de Estado dice que el cariño que muestra S.M.
Cristianísima merece una respuesta cariñosa.
315
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 13 septiembre 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 5 septiembre 1665. Las noticias que llegan de Francia
sobre la Reina madre dicen que “el riesgo es continuo como los dolores y la calentura al paso de ellos,
cosa que da sumo cuidado y tiene a todos con poca seguridad, pues si bien se dice que los dolores eran
grandes desde 15 días antes, al de 23 se habían mitigado, y la llaga puesta de mejor color”.
316
129
2.10. Un encargo doloroso: la noticia de la muerte de Felipe IV.
El 17 de septiembre de 1665 muere Felipe IV en Madrid. La noticia
le llega al Marqués de la Fuente estando en Versalles. Cuenta a Blasco de
Loyola que llegando al cuarto de la Reina Madre el 20 de septiembre, le
llamó el Rey al aposento de la Reina para decirle que el día anterior por la
tarde, el día 19, había recibido un correo del arzobispo de Embrún que le
avisaba que el 16 había recibido S.M. todos los sacramentos, y otro correo
que había partido el 17 a las diez de la noche añadía que a las cuatro de la
mañana el Señor le había llamado a la Gloria. La noticia dejó sin respuesta
al Embajador durante mucho rato y en presencia de la Reina, que
manifestaba ternura y sentimiento, puso en duda la noticia. Pronto se
convenció de que era cierta pues el Rey no podía dar a la Reina y a la Reina
madre una noticia tan dolorosa si no fuera cierta. Añade el Marqués que “el
Rey mostró en la ternura de sus ojos la del corazón”, y expresó al
Embajador “lo que agradecía a S.M. el haber conservado la amistad con
un hermano de tan pocos años que solicitaba el mirarle como hijo”.
Aseguró que se sentía obligado por ello y que serviría a la Reina doña
Mariana de igual manera, cosa que él mismo se encargaría de hacérselo
saber317.
La Reina Regente, tras la muerte de Felipe IV, escribe a Luis XIV
diciéndole que el Marqués de la Fuente le presentará una carta participando
el doloroso suceso de la muerte del Rey a la vez que le confirmará como
Embajador en esa corte para continuar la tarea de mantener la buena y
recíproca correspondencia entre las dos coronas318. Luis XIV, por su parte,
aprovecha la ocasión para renovar sus deseos verdaderos de mantener la
317
318
AGS, Estado, Francia, leg. 1390, París, 4 de octubre 165.
AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid 23 septiembre 1665.
130
paz con ella como se mantuvo en tiempos del difunto Rey su señor319. Para
ello y para dar el pésame a la Reina envía al Marqués de Bellefonds a
Madrid320. Pretendiendo dicho Marqués321 recibir el tratamiento de
Excelencia, y advirtiendo que no visitará a nadie que no le dé dicho
tratamiento, el Consejo de Estado dice en un primer momento que no
trayendo este caballero otro carácter que el de enviado no le toca más
tratamiento que el de señoría, pero, por hacerle mayor agasajo,
considerando que ha sido Teniente General del ejército del Rey
Cristianísimo, que corresponde a gobernador de las Armas en los ejércitos
de S.M., parece que se le podría dar el tratamiento de Ilustrísimo por esta
razón —no por la de enviado— y así no se sienta un precedente. El Conde
de Peñaranda, teniendo presentes las circunstancias que residen en
Bellefonds, —haber mandado las armas de su Rey que pasaron a Italia
cuando las diferencias con el Papa— y, en particular, por la parte que tiene
en la gracia de S.M. Cristianísima y lo afecto que es a la nación española
—según escribe el Marqués de la Fuente—, propone tratarle de Excelencia
para tenerle más satisfecho. El Consejo añade que convendría regalare una
joya322 de hasta seis mil escudos de plata cuando se haya de volver323.
El funeral por el Rey de España se celebró en París el 28 de
noviembre según cuenta el Marqués y, por asistir los príncipes de la sangre,
319
MOREL FATIO, A. O. Cit., pp. 213, 214.
AGS, Estado, Francia, K1390, Madrid, 11 noviembre 1665.
321
Bernardin Guijaut, marqués de Bellefonds, enviado por Luis XIV al Rey y a la Reina Regente de
España para llevar sus sentimientos de condolencia con ocasión de la muerte de Felipe IV, llegó a Madrid
el 5 de noviembre de 1665 junto con Msr. D´Albret, de Montbrison y de Courcelle. El día 16 tuvo la
audiencia con el Rey y la Reina. MOREL FATIO, A.: “Instructions aux ambassadeurs”, París, 1894,
pp. 212-214.
322
Se le hizo obsequio de un pasador adornado con once diamantes. (Morel Fatio. Op. cit., p. 213.)
323
AGS, Estado, Francia, K1390, Madrid, 15 noviembre 1665. El Marqués de Bellefonds, una vez
presentados sus cumplimientos, solicita posta para volver por Barcelona y que uno de sus camaradas, el
conde de Montbrison, pueda ir a Andalucía a comprar caballos para irse después por mar si encuentra
embarcación. El Consejo de Estado propone que se escriba a los virreyes de Aragón y Cataluña
diciéndoles que al pasar por allí se le hospede y agasaje, encargándoles en secreto, que con disimulo, le
pongan persona o personas para que le sigan y observen con quien habla, y que también, al gentilhombre
que va a Andalucía le vaya acompañando un correo para que observe sus pasos, por lo que conviene
resguardar el servicio de S.M. AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 20 de noviembre 1665.
320
131
surgieron diferencias en cuanto al protocolo. El príncipe de Condé, por no
hallarse presente, se fue a Chantilly con el duque de Engien su hijo324.
Renovado en su cargo de Embajador Extraordinario en París, el
Marqués de la Fuente advierte a Madrid de que ha llegado a esa corte el
Conde de San Lorenzo con carácter de embajador de Portugal y que busca
casa, por lo que inmediatamente ha pedido explicaciones a Le Tellier y
Lionne. Portugal no había enviado embajador a Francia mientras vivía
Felipe IV, ¿aceptará Luis XIV la embajada? La Reina Regente escribe al
Marqués de la Fuente diciendo que si se admitiera al Conde de San
Lorenzo como ministro de Portugal en ese reino, sería un acto de
contravención a la paz tan público y de tanto descrédito que no se podría
pasar por él. Por eso le manda que, si eso sucede, dando queja a las Reinas
y sin hablar con el Rey, se vaya a Flandes ejecutando la salida de ese reino
con toda brevedad325. El Consejo de Estado accede a la proposición del
Marqués de pasar a Borgoña en el caso de tener que abandonar París
326
,
pero no contempla la posibilidad de prescindir de él y que vuelva a
Madrid327.
Es en este tiempo cuado el Marqués de la Fuente comienza a pensar
en que la ruptura franco-española es inminente, como se refleja en varias
cartas del mes de noviembre de 1665 dirigidas a Blasco de Loyola.
Los temores del Marqués están bien fundados, la alerta se la había
dado la misma Reina madre en el mes de octubre en la entrevista que
mantuvo con él cuando le comunicó el fallecimiento de Felipe IV. En ese
324
AGS, Estado, Francia, K1390, Madrid, 20 diciembre 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 21 octubre 1665.
326
El Marqués pide ir a Borgoña si no se le permite volver a España como desea alegando que el clima de
Flandes es perjudicial para su salud. AGS, Estado, Francia, leg. K1410, 30 noviembre de 1665.
327
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 noviembre 1665.
325
132
momento la Reina dijo al Embajador que había pedido al Rey la palabra de
mantener la paz y que se la había ofrecido, aunque añadió que “era cosa
dura que uno no pidiese lo que le tocaba”, a lo que el Embajador
respondió que siendo el supuesto verdadero no había quien lo negase.
Preguntó después la Reina madre si había escrito a Madrid lo que habían
hablado en verano sobre la pretensión de sus hijo a los Países Bajos328, y el
Embajador respondió diciendo que no era el tiempo para la respuesta,
asegurándole de nuevo que si el Rey oyese a personas de juicio y
desapasionadas reconocería que sería condenada cualquier resolución que
tomase contra la paz. El Marqués de la Fuente confiesa a Blasco de Loyola
su preocupación, le confiesa que desconfía de los franceses y que hay que
apartar la vista de todo lo demás y ponerla en Flandes sin pérdida de
tiempo pues, aunque estuviese en París todo el Consejo de Estado
negociando no movería el ánimo de Luis XIV ni con la razón ni con las
razones. Termina diciendo que es menester cambiar la corriente tomando el
agua lejos y que “hay que actuar y no resignarse329. Porque ahora no estaba
en juego solo la recuperación de Portugal, inviable a estas alturas, como se
sabía en todas las cancillerías europeas y en Madrid, sino la integridad de la
Monarquía con la pretensión de Luis XIV sobre los Países Bajos españoles.
De aquí que el Marqués de la Fuente solicite permiso para redactar un
papel de descrédito del Rey Cristianísimo y difundirlo por Europa. Se
trataría de poner en claro lo que en estos cinco años ha hecho Luis XIV: se
ha aprovechado de la paz y se ha convertido en árbitro de Europa, como
escriben de todas partes no solo los particulares sino también los ministros
328
En agosto de 1665, poco antes de la muerte de Felipe IV, la Reina Madre llamó al Marqués de la
Fuente a su aposento, le advirtió que su hijo estaba convencido de sus derechos a los Países Bajos y le
confesó que temía el rompimiento. Pidió al Embajador que contara en Madrid lo que le decía, como así
hizo, a la vez que trasladó su preocupación. El Consejo de Estado propone que el Embajador no vuelva a
sacar la conversación, y si le preguntan manifiesta la sorpresa que ha causado la noticia. AGS, Estado,
Francia, K1390, Madrid, 23 agosto 1665, 12 de septiembre de 1665, 30 de septiembre 1665. Ver capítulo
Preliminares de la guerra de Devolución en este trabajo.
329
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 4 octubre 1665.
133
españoles quejándose del poder que ejercen los franceses. El Marqués
quiere poner de manifiesto la ambición de Luis XIV, el odio de sus
súbditos y, también, como viene diciendo desde hace dos años, que
utilizando la violencia y sin oposición, un joven ambicioso de 27 años
consigue lo que se propone. Sugiere traducir el papel en buen francés y
sembrarlo por toda Europa porque, al ver juntas tantas evidencias, podría
producir los buenos efectos que tanto convienen. Si S.M. aprobase el plan,
dice el Marqués a Blasco de Loyola, correrá por su cuenta difundirlo sin
que se conozca el autor ni que se escribió en español330.
El Consejo de Estado estudia el papel que el Marqués de la Fuente
propone difundir y pide al Conde de Peñaranda que de su parecer sobre su
contenido. El Conde dice que nuestra corte y el pueblo de España no son
tan discursistas como para que estos avisos puedan hacerles alguna
impresión, que nuestro estilo no es ayudarnos con esta clase de artificios,
prefiriendo más dejarlos correr como hicieron nuestros mayores. También
informa el Conde de Peñaranda sobre otro papel impreso en lengua latina
en defensa de los derechos del Rey Católico al ducado de Brabante que
desvanece la pretensión a él del Rey Cristianísimo. Este papel ya está
impreso y es verosímil, ha corrido y correrá porque el autor que lo estampó,
aunque sin licencia, no quería tenerlo en secreto, pero no le parece al
Conde que deba estamparse en Madrid de nuevo, al menos hasta ver lo que
hacen los franceses331.
La difusión de panfletos fue un aspecto característico de la época.
Aunque en un grado elemental, la “guerra psicológica” existía ya. La
imprenta fue uno de los grandes factores de la difusión de las ideas en
330
331
AGS, Estado, Francia, K1645, París, 17 noviembre, 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Madrid, 26 diciembre 1665.
134
Europa, e igualmente sirvió como un formidable sistema de propaganda.
Madrid no concedió gran valor a la impresión de panfletos332, sin embargo
en esa época fueron numerosos los panfletos que Luis XIV difundió sobre
sus derechos a los Países Bajos como veremos más adelante333.
En noviembre, el Marqués de la Fuente, desesperado, escribe a
Blasco de Loyola diciendo que sus acreedores, ante la posibilidad de verle
partir pronto, han empezado a acosarle, a embargar su ropa y a molestar a
su familia (ya que todo lo suyo está embargado) y que no dispone de
ningún crédito. Reclama que se le envíe con urgencia lo que se le debe (que
es mucho menos de lo que debe) para que no padezca el crédito de S.M. y
el de un ministro que, por servirle, se ha reducido a esas estrecheces.
También solicita que se le envíe con urgencia ayuda de costa suficiente
para recuperar sus trastos, satisfacer a todos y tener con que llegar a casa,
porque no hay hombre en París que le preste un escudo para mantenerse.
Textualmente escribe: “me siento merecedor de compasión, no de castigo
por rendirme a la dura ley de la necesidad no habiendo podido hacer más
de mi parte que haber llegado al último extremo y decirlo anticipadamente
a Vs.”334. En otra carta a Blasco de Loyola se queja también de falta de
salud, le confiesa que no puede más, que lleva varios días en la cama y
teme una nueva crisis como las que viene sufriendo en los meses de
noviembre y diciembre desde hace dos o tres años a pesar de las
precauciones que toma; le ha cargado la gota en el pie, brazo y mano
derecha, y dice: “no es creíble el tormento que estoy padeciendo, soy
bueno sólo para el desecho, pues habiendo hasta ahora preservado las
ECHEVARRÍA BACIGALUPE, M.A. “La diplomacia secreta en Flandes”, Leioa 1984, p. 68.
En el capítulo de este trabajo dedicado a Flandes se estudian distintos escritos que se publicaron a
favor de los derechos de Maria Teresa y a favor de los derechos de Carlos II a los Países Bajos.
334
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 1 noviembre 1665.
332
333
135
manos, me veo hoy con este nuevo achaque, que no se como puedo resistir
los dolores, no puedo ni firmar. Dios me asista”335.
En diciembre, el Marqués se lamenta de nuevo a Blasco de Loyola
de la falta de salud y de “la estrechez” en que se halla hasta el punto de
afirmar qua teme “perder el juicio”336. Escribe también al Secretario Pedro
Fernández del Campo337 insistiendo en que se le conceda licencia para salir
de aquella ocupación y solicita que se le envíen medios pues ha llegado al
último estado de miseria. Le cuenta que tiene nuevos achaques, reitera que
es urgente que le envíen la licencia porque teme que la muerte le pueda
sorprender en París y no dispone de medios ni para que le entierren338. El
mismo día escribe a la Reina en tono más moderado recordándole la
situación en que se encuentra y pidiendo que se le envíen medios con toda
urgencia: “espero que V.M. mandará que con efecto se me asista, pues no
sólo conviene para no dejar perecer un criado, sino para que no padezca
el servicio de V.M.”; reclama instrucciones para pasar a Borgoña en el caso
de que se reconozca en París al embajador de Portugal y le habla también
de su salud que “se ha reducido a términos que hacen precisa la
mortificación de no poder ejecutar ninguna otra orden que la de volver a
los pies de V.M., y siendo esto sobre 32 años de faltar de mi casa, fío de la
grandeza de V.M. y piedad que tendrá por bien concederme que vuelva
335
AGS, Estado, Francia, K1390, París, 10 noviembre 1665. De la Reina madre dice que, tras una mala
noche, dos vómitos de bilis aliviaron su pulso irregular y volvió a estar divertida con la conversación.
336
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 13 diciembre 1665.
337
Pedro Fernández del Campo era Secretario de Estado del Norte desde octubre de 1665. En 1669 será
Secretario del Despacho. ESCUDERO, J.A.: “Los Secretarios de Estado y del Despacho”, 1969, p. 263 y
ss.
338
El Marqués describe los achaques que padece durante esos días de Navidad: dolores de cabeza, en
número de más de cien, que le dejaron adormecido y privado de sentido por lo que tuvieron que sangrarlo
dos veces, ardor de estómago, etc. Todo esto después de haber padecido unas tercianas dobles en agosto y
gota en noviembre. Por todo ello dice a Pedro Fernández del Campo que la Reina tenga piedad y le envíe
licencia para regresar. AGS, Estado, Francia, Leg. 1390, París, 27 diciembre 1665.
136
donde reparándome pueda continuar hasta morir sirviendo en el ejercicio
que mis años y mis achaques permitieren”339.
Una de las letras esperadas que pagaban los sueldos que iban
corriendo desde agosto, y que era un buen socorro para los términos en que
se hallaba el Marqués, es protestada por Antonio de Fonseca340. El Consejo
de Estado, de nuevo, envía copia de esta noticia al gobernador del Consejo
de Hacienda para que, conociendo su contenido, disponga poner al
corriente el pago de esas mesadas repitiendo lo que interesa al servicio de
S.M. que los ministros públicos que están en las cortes de fuera se hallen
puntualmente asistidos para mantener el decoro y la decencia que conviene
el punto de su autoridad y representación341. Con noticia de lo informado
por el Tribunal de Cuentas, a finales de 1665 el Consejo de Hacienda pone
reparos a las cuentas que presentó el Marqués de la Fuente sobre los gastos
de la embajada de Francia desde el 6 julio de 1661 hasta finales de
diciembre de 1664342 y expone que las cantidades que pide el Marqués son
tan considerables que serían un mal ejemplo y un perjuicio para la Real
Hacienda concederle dicha pretensión. Estos reparos no parecen justos al
Consejo de Estado que representa a S.M. que los gastos se deben dar por
buenos343.
En el año 1666 no mejora la situación económica del Marqués pero
recibe un importante premio: en enero es nombrado por la Reina Regente
339
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 diciembre 1665.
Entre los hombres de negocios portugueses de estos años destaca la familia Fonseca. El titular era
Simón de Fonseca y Piña pero, debido a los problemas que tuvo con la Real Hacienda en 1660 y con la
Inquisición en 1661 por judaizante, se hizo cargo de la casa su hermano Antonio. SANZ AYÁN, C.: “Los
banqueros de Carlos II”, Valladolid 1989, p. 342-343.
341
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 noviembre 1665.
342
Los contadores ponen reparos diciendo que faltan algunos datos para la legitimación de los recaudos y
otros requisitos más en las cartas de pago por lo que el Consejo pide un nuevo informe a la Contaduría
mayor de Hacienda, AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 29 de septiembre 1665.
343
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 28 noviembre 1665.
340
137
consejero de Estado344. Hemos visto que el Marqués había solicitado en
1662 un puesto en el Consejo de Estado o en el Consejo y Cámara de
Indias y que en febrero de 1665 fue propuesto consejero de Indias. En abril
del mismo año solicitó una plaza en el Consejo de Estado (aunque se le
diera cédula secreta para entrar en la siguiente promoción que se hiciere), y
entonces se le hizo promesa de tenerlo en cuenta cuando hubiera que hacer
nombramientos. En enero de 1666, tras recordar esa promesa345, la Regente
Doña Mariana de Austria le propone para el Consejo de Estado, atendiendo
también la sugerencia de las Reinas francesas y quizás del propio Rey Luis
XIV346. La carta de la Reina Regente comunicándole el nombramiento es
muy amable y dice así: “Marqués de la Fuente, conde de Benazuza,
embajador extraordinario en Francia. Por dos cartas vuestras del 27 de
diciembre, una para mí y otra para Pedro Fernández del Campo he visto la
falta de salud con que os halláis y cuan opuesto es a ella el tiempo de
Borgoña, la instancia que hacéis para que se os envíen medios con que
poder subsistir allí y seguir al rey Cristianísimo en la jornada que tiene. Se
ofrece deciros que el haberos mandado pasar a Borgoña (en el caso que se
espera no sucederá) no fue para que allí estuvieseis de asiento sino porque
vos mismo propusisteis por más favorable aquel tiempo que el de Flandes
para vuestra salud y para esperar allí las órdenes que conviene enviaros.
Siento que no la tengáis cumplida por los achaques que padecéis y por lo
que interesa en ello mi servicio, deseando favorecer vuestros méritos en
344
AHN, Estado, Leg. 248. AHN, Estado, lib. 139, fol, 9.
AHN, Estado, Lib. 139, 21 enero, 1666.
346
AHN, Sec. Estado, leg. 248 dice: En Madrid, a 15 de enero de 1666, S.M. haciendo merced del puesto
de Consejero de Estado a los Srs. Duque de Alburquerque, Cardenal Colona, Duque de Montalto, don
Luis Ponce, Conde de Ayala, Juan Everardo de Nithard, de la Cia. de Jesús, confesor de la Reina, y al
Marqués de la Fuente, los cuatro primeros tenía intención de nombrarlos su padre, los restantes ella.
Juraron su cargo en Madrid el 19 de enero de 1666 los Sres.: Duque de Alburquerque, C. Colona, Duque
de Montalto, Conde de Ayala y J. Ev. De Nitthard, de Cia. de Jesús y Confesor de Reina, concurriendo
los Sres.: Coonde de Castrillo, Duque de San Lucar, Marqués de Velada, Conde de Peñaranda y Duque de
Alba. El Marqués de la Fuente juró su cargo en Madrid el 20 de ¿septiembre? de 1667, concurriendo los
Sres. Duque de San Lucar, Conde de Peñaranda, Duque de Ayala, Marqués de Mortara, Conde de Ayala y
Inquisidor General. AHN, Estado, leg. 799, 20 de septiembre de 1667, el Marqués de la Fuente paga la
media annata, 276.000 maravedís, por la merced de S.M. al hacerle plaza en el Consejo de Estado.
345
138
cuanto os sea consuelo y satisfacción por muestra de la que tengo de ella
os he hecho merced del Consejo de Estado y, en cuanto al alcance de
vuestras cuentas, he mandado que con efecto y sin ningún retraso se os
asista con lo que hubiereis de haber para que se os pague con la
puntualidad que es justo”347.
El Consejo de Estado se nutría de miembros de la alta nobleza, y en
buena medida, de antiguos embajadores (Antonio Perrenot de Granvela con
Carlos V y el duque de Feria con Felipe II). Llegar a dicho Consejo,
conseguir el título de Consejero de Estado, venía a ser como la culminación
del cursus honorum del cortesano, en particular para la nobleza fiel a la
Corona348. Este fue el caso del Marqués de la Fuente.
Dejando aparte el nombramiento de consejero de Estado, la situación
del Marqués en París durante el año 1666 sigue siendo difícil. En enero, el
Marqués vuelve a escribir a Pedro Fernández del Campo continuando las
noticias del 25 de diciembre pasado y, tras hablarle de la evolución de su
enfermedad, se lamenta de no poder atender los asuntos de la embajada: “
en el estado en que me hallo no puedo dar cobro de lo que S.M. me ha
fiado cuando es esta la oficina donde se fraguan cuantos materiales sirven
en la fábrica de toda Europa, y así debo prometerme de S.M. que por su
servicio y por lo que yo he procurado merecer en él tendrá por bien
mandar que se me desempeñe, y si piensa en darme sucesor, lo haga
pronto, pues lo que aquí se va fraguando para este año es de calidad que
no conviene abandonarlo. Sobre todo y particularmente sobre la estrechez
y miseria a que me he reducido hablará a Vd. mi hijo y, en fín, no son
menester grandes demostraciones para conocer que el estar debiendo
347
348
AHN, Estado, Lib.139, Fol 9, Madrid, 21 enero 1666.
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: “Felipe II y su tiempo”, Madrid 1998, pág.54, 55 y 56.
139
50.000 escudos y creyendo todos que cada día puede ser el último de mi
vida, no son buenas prendas para pedirles que aumenten el empeño.
Duplico el suplicar a Vd. que se me envíe con que poder vivir o morir y que
se me compadezca”
349
. Una semana más tarde le escribe de nuevo para
insistir en que se le envíe la licencia y medios para el viaje —si es posible
que no sean letras sino dinero al contado—; reitera sus achaques y que la
estrechez en que se halla no la ha padecido ningún otro hombre350.
Para solucionar sus problemas, el Marqués vuelve a pedir a su hijo,
Don Gaspar de Teves y Córdoba que interceda de nuevo ante el Consejo de
Estado recordando la difícil situación económica en la que se encuentra su
padre. Dice que debe 50.000 escudos y que su falta de salud le impide
aumentar el empeño por lo que no puede subsistir con el decoro que
corresponde a su representación, y pide que se nombre sucesor351. El
Consejo de Estado reconoce que las razones que tiene el Marqués para
pedir que se le nombre sucesor son muy importantes; es consciente de que
la falta de salud le dificulta atender a tantos y tan graves negocios que están
pendientes en París y que puede sufrir el servicio de S.M., pero, “como está
cerca el desengaño en lo más principal, que es si rompe o no rompe el Rey
Cristianísimo, el Consejo estima que por ahora no conviene darle
licencia”. En cuanto al dinero, “que se le envíe de nuevo con todo aprieto,
pues después de tantos años como ha servido con tanta aprobación, es de
gran descrédito y acarrea muchos inconvenientes que los ministros que
sirven cerca de otros príncipes no sean bien asistidos”352.
349
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 enero 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 24 enero 1666.
351
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 9 enero 1666.
352
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 5 febrero 1666.
350
140
En la situación de postración en que se encuentra, recibe el Marqués
una buena noticia: su hijo Don Gaspar de Teves y Córdoba es nombrado
embajador en Venecia, merced que agradece a la Reina353. La embajada
había sido solicitada por su padre: “poniendo a los pies de V.M. 50 años de
servicios míos le suplico con todo rendimiento que pues la embajada de
Alemania se declaró a don Baltasar de la Cueva se repare el desaire
haciendo V.M. merced a mi hijo de la de Venecia”354.
A las dificultades económicas y a los problemas de salud que le
aquejan, se va a sumar la enfermedad y muerte de la Reina madre de
Francia, una de sus valedoras en la Corte francesa, lo que forzosamente
tuvo que desanimarle aún más viendo que su mundo se estaba
desmoronando. De hecho, puntualmente refiere a Madrid todo lo
relacionado con este suceso. Primero referido a los dolores que padece la
Reina y de las pocas esperanzas que se tienen de su recuperación 355; luego,
cuando la enfermedad se agrava, de las sangrías a que es sometida;
después, de los preparativos para su tránsito (viático, extremaunción y
muerte), destacando que “mantuvo hasta el último instante el juicio, la
piedad y la constancia de ánimo que siempre resplandecieron en ella,
sirviéndose de todo para morir gloriosa con la firme esperanza de que sin
más purgatorio que el de su última enfermedad pasó en un instante a
coronarse en la gloria”. Cuenta también el Marqués que, antes de recibir el
Sacramento, llamó al Rey y, sin dejarle separar, llamó a la Reina y les
habló juntos, que después de haber comulgado, echó la bendición a sus
hijos y, si bien las lágrimas y los sollozos bastaban para solicitar cualquier
ternura, estuvo con el mismo semblante y entereza que cuando el cariño
353
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 12 marzo 1666; AHN, Estado, Lib. 130, París, 12 marzo
1666.
354
AHN, Estado, Lib.130, París, 7 febrero 1666.
355
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 de enero 1666. Dice que un médico milanés intenta privar
de dolores a la Reina madre.
141
solicitaba aquel acto cada mañana. El Marqués añade que asistió hasta lo
último y que, en expirando, el Rey mandó entrar a Le Tellier que leyó el
testamento en presencia de SS. MM.; que las demostraciones de dolor de
sus hijos fueron tales que, “dos o tres veces temí que el Rey y la Reina
cayeran en tierra, y hubiera sucedido si el Príncipe de Condé y el Duque
de Crequi que estaban cerca, no los hubiesen sustentado”. El Rey
Cristianísimo mandó que no se señalase día para celebra el funeral hasta
que pudiese asistir el Marqués356. En Madrid, el Consejo de Estado acuerda
que se celebre un funeral por la difunta Reina en el monasterio de la
Encarnación proponiendo el Conde de Ayala y el padre Confesor que se
hagan las honras fúnebres como se hicieron en Francia cuando murió
Felipe IV357. También acuerda el Consejo enviar a París al Marqués de
Santillán para llevar a Luis XIV las condolencias de la Corte de España358.
En febrero, por falta de medios, el Marqués no puede acompañar al
Rey Cristianísimo en su Jornada a Saint Germain. Se excusó con sus
achaques, pero la verdad es que no pudo ir por estar cargado de acreedores.
El Consejo pone en consideración de la Reina Regente el inconveniente
que se sigue de no ser asistido el Marqués “siquiera con algo de lo que se
le debe para que se pueda sustentar mientras llega todo lo demás”359.
Pocos días más tarde se le ordenan seguir al Rey a Picardía y Lombardía,
hacia donde saldrá el 15 de Marzo360, orden que no puede cumplir por
culpa de su enfermedad361. El Consejo insiste en que convendría que el
356
AHS, Estado, Francia, Leg. 1391, París, 24 enero 1666.
AGS, Estado, Francia, Leg. 1391, Madrid, 13 febrero 1666.
358
Salió de Madrid el 12 de marzo llevando diversos regalos. El 19 de abril fue recibido en Saint
Germain-en-Laye por Luis XIV, María teresa y el Delfín. El 24 se presentó en París en casa de la duquesa
de Orleáns, en la del duque de Valois y en la de Mademoiselle. Volvió a Madrid a principios de junio
“extraordinariamente satisfecho del tratamiento que había recibido”, MOREL FATIO, A.:
“Recueil…p.505. AHN, Estado, Lib. 139, 29 febrero 1666.
359
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 16 febrero, 1666.
360
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 19 febrero 1666.
361
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 15 marzo, 1666.
357
142
Marqués de la Fuente, a pesar de su mala salud, acompañe al Rey
Cristianísimo en su Jornada y, respecto a la falta de medios que puede
imposibilitar su salida, acuerda que se le envíe algo a cuenta de lo que se le
debe sin dilación, ya que el total “es demasiado crecido”362. En cuanto a la
orden de abandonar París, se manda al Marqués ejecutar puntualmente la
que se le dio el 24 de febrero363. Como esta orden era contraria a la anterior,
en junio la Reina Regente escribe al Marqués intentando aclarar las
distintas instrucciones que se le han enviado respecto a la manera de
comportarse si se reconocía en París al Conde de San Lorenzo como
embajador de Portugal. Dice la Reina al Marqués “quiero sacaros de las
dudas que podáis tener repitiéndoos que, en caso de admitir embajador de
Portugal en ese reino, sin tregua, deis la queja a la Reina mi hija y sin
hablar al Rey os despidáis de ella diciendo que pasáis a España, y lo
ejecutaréis saliendo de ese reino con toda brevedad de acuerdo con lo que
se os escribió el 30 de septiembre del año pasado, porque no se ha
alterado nada”364.
2.11. El Marqués de la Fuente recibe la licencia
En junio de 1666 el Marqués de la Fuente recibe por fin la licencia y
las cartas credenciales de despedida. Aunque la licencia queda en suspenso
mientras se designe sucesor —que será después del verano—, el Marqués
escribe a la Reina Regente para mostrarle su agradecimiento diciendo:
“debo besarle la mano por la merced de la licencia, bien que me suspenda
por ahora el poder usar de ella, pues como la deseo solo por asegurar la
vida para poder emplearla más tiempo en servicio de S.M., y el verano no
contradice a esto, me detendré, no dudando de que la particular atención
362
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 2 mayo, 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 3 abril 1666. Se refiere a la orden de no abandonar París si
admiten al Marqués de Sande como Embajador de Portugal, sino presentar queja, AGS, Estado, Francia,
Leg. 1410, 24 febrero 1666.
364
AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 2 junio, 1666.
363
143
con que S.M. queda porque sea antes del invierno mi viaje, servirá para
que nombre luego quien pueda sucederme y llegar a tiempo que no falte
nunca aquí persona que cuide de los negocios y yo pueda apartarme de
ellos en octubre, por prevenir que los accidentes que tres años continuados
me han acometido en noviembre me hallen reparado... También esté
segura V.M. que si el tiempo que digo no me hallare inhábil, y reconociere
que hay entre los negocios alguno que necesite de pronto socorro, aunque
aventure a verme en el riesgo que el año pasado, no abandonaré el
negocio si fuera urgente” 365.
También escribe a Blasco de Loyola para mostrarle su contento por
la licencia y decirle que durante el tiempo que le queda para salir de allí,
reparará su salud para “tener tiempo de cumplir la obligación de morir
sirviendo”, a la vez que pide que no se retrase el nombramiento de su
sucesor pues su quebrada salud no aguanta. Propone, si en octubre no ha
llegado su sucesor, llamar al secretario Miguel de Iturrieta para dejarle los
papeles pero, aunque éste iría a París sólo con pedírselo él, sería
conveniente que lo mandara la Reina y trajera carta credencial para los
Reyes porque lo verían con más estimación. En la misma carta pide “ayuda
considerable, no sólo para llevar mi casa, sino para satisfacer las deudas
que he contraído, pues sería ajeno a la grandeza de S.M. permitir que
volviese a mi casa pidiendo limosna y sin llevar con qué poner una olla al
día siguiente, y así espero que la ayuda será más proporcionada que a lo
poco que he merecido, a lo que he deseado merecer. No dudo de que
hallaré en los señores del Consejo todo lo que necesita mi aprieto”. Sobre
su enfermedad cuenta que siendo junio, por haber refrescado en Versalles,
le han sangrado, purgado y aplicado otros remedios que le han impedido
365
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 13 junio 1666.
144
salir de casa. Comunica también la noticia que le ha dado María de Molina,
aunque está sin confirmar, de que la Reina espera su segundogénito366.
Aunque el Marqués quiere salir de París antes de que empiece el
invierno, la Reina le escribe diciendo que, después de las esperanzas que se
le dieron en mayo, no es posible prescindir de él y le pide continuar en su
puesto367. Esto contraría al Marqués que escribe a Pedro Fernández del
Campo desde Fontainebleau para quejarse porque no le llega el dinero y no
puede aumentar el empeño para seguir: “Sr. Don Pedro, si el diablo no
puede hacer milagros, menos los puede hacer un hombre, aunque yo he
desmentido esta verdad viviendo de milagro tantos años”. Escribe también
a la Reina diciendo que necesita ir a París por sus achaques, pues ese sitio
es insano, “el peor de Francia” y allí no puede tomar los remedios que los
médicos le han recomendado. Pide licencia para poder acudir a baños y
recibir el beneficio de las aguas y lodo, y recuerda que hace 28 años que
salió de su casa368.
Como la deseada licencia no llega, Don Gaspar de Teves y Córdoba,
hijo del Marqués, hace instancias ante el Consejo de Estado para que se
licencie a su padre pero la Reina Regente se resiste a prescindir en la corte
de Francia de “ministro tan antiguo y bien informado”, según dice en
cartas privadas, y propone que se le vaya entreteniendo honrándole y
alentándole mucho. El Consejo de Estado repite humildemente a S.M. que
se debe conceder la licencia al Embajador antes del invierno como ya se le
ha anunciado, por lo mal que sienta el frío a sus achaques, no siendo justo
desconsolarle ni siendo útil a S.M. que pierda la salud. Por ello propone
que, con toda brevedad, se busque sucesor de manera que se encuentre allí
366
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 13 junio 1666.
AHN, Estado, Lib. 139, Madrid 17 julio 1666.
368
AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Fontainebleau. 25 julio, 1666
367
145
al menos un mes antes de que el Marqués de la Fuente salga de París para
que le pueda instruir en los negocios pendientes como tanto es de menester,
“particularmente en una corte tan llena de materias y humores
escabrosos”, y que se escriba al Marqués con motivo de la nueva instancia
de su hijo alentándole con la noticia de que se está buscando sucesor para
que vaya lo antes posible369. Pocos días más tarde D. Gaspar de Teves y
Córdoba presenta a S.M. un memorial solicitando de nuevo la licencia para
su padre alegando el peligroso estado de salud en que se encuentra y los
inconvenientes que se pueden seguir si muere en Francia, pues “quedarán
los papeles de la embajada sin la disposición que conviene”. Pide que se
tramite la licencia que ya está concedida, y para el interin, propone a D.
Miguel de Iturrieta. Pide también que se le socorra prontamente con los
75.689 escudos que se le deben, de cuyo total sólo se le han enviado
10.000.
A la vista de este memorial y de las cartas del Marqués a Blasco de
Loyola y a la Reina, el Consejo de Estado, teniendo presente que la licencia
está concedida con orden de que no salga de allí hasta que llegue sucesor,
dice que hay que nombrarlo, “pero hay que pensarlo despacio porque no
están los tiempos para solo secretario como propone”. De momento los
consejeros sólo dicen que sería bueno señalar el sueldo, ayuda de costa y
gastos secretos que se han de asignar al nuevo embajador, cargándolos en
Nápoles370.
Para relevar y suceder al Marqués de la Fuente se pensó fuese a París
Don Antonio Pimentel de Prado, el Embajador que fue en Estocolmo y
luego negociador con el Cardenal Mazarino de las paces hispano-francesas.
369
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 29 julio 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Madrid, 18 agosto, 1666. Los consejeros recuerdan que el sueldo
ordinario que goza el Marqués es 12.000 escudos al año y 8.000 de ayuda de costa.
370
146
Lo apoyó en el Consejo de Estado el Duque de Alba y, con él, los Condes
de Castrillo y de Peñaranda, pero su candidatura no prosperó371.
Finalmente, el 28 de septiembre de 1666, el Marqués de Santillán es
nombrado embajador en Francia para reemplazar al Marqués de la Fuente
(un año después de pedir éste la licencia y cuatro meses después de
habérsela concedido). Don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de
Santillán372, deseaba esta embajada antes de haber sido enviado a la corte
de Luis XIV, en febrero de 1666, para llevar a Luis XIV los cumplimientos
de condolencia de la corte de España con ocasión de la muerte de Ana de
Austria, pero fue necesario todo el crédito de su mujer, del duque de
Medina de las Torres y del confesor de la Reina para obtenerla373. El
nombramiento del nuevo Embajador no acelera la vuelta del Marqués de la
Fuente a Madrid. Aunque el nombramiento fue en septiembre, la carta de la
Reina Regente que anuncia a Luis XIV la llamada del Marqués de la
Fuente y el envío del Marqués de Santillán como Embajador ordinario, es
del 7 de febrero de 1667374 y la vuelta del Marqués no será hasta agosto de
1667.
Las causas por las que el Marqués de Santillán retrasa su viaje a
París son varias, según cuenta él mismo a Pedro Fernández del Campo. La
primera, que considera corta la ayuda de costa que se le ha señalado para
hacer el viaje por lo que pide que se le aumente; la segunda, que tiene por
preciso que se consignen los sueldos; y la tercera, que considera imposible
mantenerse con 12.000 ducados de sueldo y 6.000 de ayuda de costa al año,
cuando el Marqués de la Fuente con 24.000 y con la ventaja de no hallarse
371
OCHOA BRUN, M.A.: Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, pags. 90-91.
Era el hijo mayor de D. Antonio Fernández de Córdoba, séptimo duque de Sesa. Por su primer
matrimonio con Doña María de Bazán, hija de Francisco de Benavides y de la Cueva, séptimo conde de
Santisteban del Puerto, se convirtió en Marqués de Guetor de Santillán (Santillana). MOREL FATIO, A.,
“Recueil..”, p.504.
373
AHN, Estado, Lib. 139, 29 febrero 1666. MOREL FATIO, A. “Recueil..”p. 505.
374
MOREL FATIO, A. “Recueil...” p. 506.
372
147
casado (es viudo) se ve empeñado. El Consejo propone a S.M. que el
sueldo de secretario y oficial de la embajada de Francia y el del Embajador
se carguen en Nápoles y que se paguen aquí los 8.000 ducados de ayuda de
costa en plata pero, conociendo los cortos medios de Hacienda, dice que no
conviene alterar lo demás pues no hay razón para innovar375. Ante la
insistencia del Marqués de Santillán en que se consigne en Nápoles el
dinero, el Consejo de Estado dice que cobrar por adelantado no es
“práctico”, y que se debe hacer lo que se ha hecho siempre: enviar la
cuenta cada seis meses376.
Mientras el Marqués de Santillán negocia sus condiciones —
condiciones que se reducen a tener garantías de cobro—, el Marqués de la
Fuente hace nuevos esfuerzos para conseguir volver a España; insiste de
nuevo en que necesita dinero y pide que se le deje volver antes de que
llegue a París el sucesor377, pero desde Madrid le ordenan que no se mueva
hasta que llegue éste para que pueda instruirle378.
En octubre, el Consejo de Estado cree que retrasar la ejecución de la
licencia al Marqués de la Fuente mientras llega sucesor, sería como
condenarlo a muerte y propone a S.M. que se le permita venir enviándole
las cartas de despedida que desea para el Rey y la Reina. Propone el
Consejo a la Reina que en dichas cartas exponga que, movida por la falta
de salud del Marqués, aún sabiendo cuan grata es su presencia en París, no
ha querido dilatar dicha licencia y aprueba que sea la persona de Miguel de
Iturrieta379 la que reciba los papeles del Marqués porque, aunque tiene
375
AGS, Estado, Francia, Leg. K1645, Madrid, 2 octubre, 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Madrid, 14 octubre 1666.
377
AHN, Estado, Lib. 130, agosto, septiembre 1666.
378
AHN, Estado, Lib. 139, agosto, octubre, noviembre 1666.
379
Iturrieta se había hecho cargo de los asuntos de España en la embajada de Francia durante la ausencia
del Marqués de la Fuente en 1662 cuando éste fue nombrado para asistir a la Dieta de Ratisbona.
376
148
presente que se le encargó lo mismo en Holanda cuando se concedió la
licencia que pedía D. Esteban de Gamarra 380, considera que Iturrieta es más
necesario en París y es más fácil buscar otra persona para Holanda.
También manifiesta el Consejo que es muy conveniente que el Marqués de
Santillán se dé mucha prisa para ir a París y servir en esa embajada que
S.M. le ha hecho merced381. Con relación a los atrasos que se adeudan al
Marqués de la Fuente de cuando fue Embajador en Alemania —44.966
florines y 200 creziers, según las anotaciones de don Diego de Prado,
contador de aquella embajada—, como Felipe IV resolvió el 22 de
noviembre de 1664 que se le pagaran desde Alemania y por no haber en ese
momento Embajador en aquella sede no se hizo382, el Consejo propone de
nuevo a la Reina que se paguen al Marqués esas deudas antiguas,
indicación que atiende la Reina diciendo: “que Don Baltasar de la Cueva y
Henríquez, conde Castelar, embajador en Viena, de las órdenes para que
se paguen de las cuentas de dicha embajada”383. Sobre las cartas de
despedida que pide el Marqués, el Consejo de Estado representa a S.M. que
no considera conveniente remitirlas de momento ya que tiene orden de
detenerse en París hasta que llegue su sucesor. Con relación al pago de las
letras de 30.000 escudos que se le remitieron, que el Presidente de
Hacienda las ponga al corriente de pago y que se urja al Marqués de
Santillán para que parta pronto a ejercer el cargo, pues hallándose el de la
Fuente con tantos achaques y tan poca salud, convendrá que llegue cuanto
380
Don Esteban de Gamarra y Contreras era Ministro en la embajada de Holanda (1654-1671). OCHOA
BRUN, M.A.: “Historia de la Diplomacia española”, Repertorio Diplomático, Apéndice 1, Madrid,
2002, p, 224.
381
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 2 octubre 1666.
382
Don Diego de Prado se encargó de los negocios de la embajada del Imperio desde 1662 que cesó Don
Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, hasta 1666 que llega Don Baltasar
de la Cueva Enríquez de Mendoza, Conde de Castelar. (Don Francisco Fausto Fernández Bobadilla y
Enríquez de Ribera, conde de Chinchón, fue nombrado Embajador en 1663 pero no llegó a tomar
posesión). OCHOA BRUN, M.A.: “Historia de la Diplomacia española”, Repertorio Diplomático,
Apéndice I, Madrid, 2002, p. 144.
383
AHN, Estado, Lib. 271 D, 5 octubre 1666.
149
antes a servir a la embajada384. Los consejeros de Estado reiteran a S.M.
que mande al Consejo de Hacienda la noticia del protesto de las letras de
30.000 escudos para que se pongan corrientes pues el agente Aguayo
presentará allí el protesto original, y que se advierta al Presidente de
Hacienda que en adelante evite el descrédito inconveniente que resulta de
remitir letras de tan mala calidad385.
En diciembre, el Marqués de Santillán sigue todavía en Madrid.
Vuelve a escribir a Pedro Fernández del Campo pidiendo que se aumente
su ayuda de costa y que se le pague alguna cantidad a cuenta de lo que se le
debe a la Marquesa su mujer, repitiéndole que sin cobrar no puede hacer el
viaje a París. El Consejo, considerando el perjuicio del servicio de S.M. si
Santillán no inicia el viaje cuanto antes, propone de nuevo ordenar al
Presidente de Hacienda que cumpla de inmediato las órdenes que tiene para
que Santillán no tenga excusas para dilatar el viaje, recuerda a S.M. que las
letras que se enviaron al Marqués de la Fuente, a don Esteban de Gamarra y
al conde de Molina, dadas por Juan Tomás Bianco386, volvieron
protestadas, y pide a S.M. que ordene al Presidente del Consejo de
Hacienda que las ponga corrientes, pues la necesidad y aprieto en que estos
ministros se hallan, ya la puesto de manifiesto el Consejo repetidas
veces387. Para que el secretario Miguel de Iturrieta pueda ejecutar el viaje a
París el Consejo de Estado propone que se libren en Nápoles 2.000
ducados, ordenando a Pedro de Aragón que se paguen con prontitud o se
remitan letras a cuenta de su sueldo, cargándoselas en él, para que pueda
384
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 11 noviembre 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 20 noviembre 1666.
386
Importante asentista de origen genovés cuyas consignaciones estaban situadas en su mayor parte en la
Renta de Millones. Empezó a ser impuntual en el pago de algunas obligaciones en estos años y su crédito
sufrió un revés. A pesar de las dificultades, entre 1666 y 1678 se encontraba entre los cinco primeros
asentistas de la corona. Ver SANZ AYÁN, C.: “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, p. 320321.
387
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 16 diciembre 1666.
385
150
estar en París al mismo tiempo que el Marqués de Santillán388. Con relación
a la carta del Marqués de la Fuente del 12 de diciembre que habla de su
poca salud y desconsuelo si no puede salir de París para marzo, el Consejo
de Estado cree que el Marqués de la Fuente debe abandonar París en esa
fecha y, mientras llegue el Marqués de Santillán, que se ocupe de los
papeles de la embajada el secretario Miguel de Iturrieta como habían
decidido389.
Mientras llega el Marqués de Santillán a París, el Marqués de la
Fuente informa desde Saint Germain sobre el nuevo parto de la Reina
Cristianísima. Cuenta que aunque el Rey deseaba que fuera varón, le
consoló la idea de que podría dar una nuera a S.M. y no fea, “pues por lo
que se puede reconocer no tiene facción que no sea muy perfecta”. Dando
el Embajador español la enhorabuena al Rey Cristianísimo, éste le dijo que
“estimaba la hija por renovar los vínculos con nuevos actos, y que
esperaba llevarla a la frontera”. Añade el Marqués en su carta que la
Reina continuaba sin padecer ninguno de los accidentes que suelen suceder
a los partos. Dice también que estaba preparado un gentilhombre para
llevar la noticia a Madrid si hubiera sido varón, pero al no serlo, y al nacer
antes de tiempo, se desvaneció el viaje, pareciendo más oportuno que se
informara por el ordinario. Con motivo del parto, los Reyes permanecerán
en Saint Germain todo el invierno lo que el Marqués de la Fuente lamenta
ya que, además de impedirle atender los negocios, su salud se resentirá
más. Reitera que desea usar de su licencia para marzo390.
388
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 18 diciembre 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 8 enero 1667.
390
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Saint Germain, 9 enero 1667. Cuenta el Embajador que “el 27
pasado se recogió sin ninguna sospecha de pasar mala noche, y tres horas después le empezó una
calentura ardiente y le empezaron dolores, que por ser fuera de plazo, hicieron temer un mal parto. El día
siguiente la sangraron, y con eso y otros remedios, aflojaron los dolores con lo que pasó bien la noche
siguiente y continuó la mejoría hasta el pasado 2, que habiendo cumplido 3 días del noveno mes parió una
hija tan sana que aseguró ser del tiempo.
389
151
Como su sustituto no llega y el dinero tampoco, el Marqués de la
Fuente, cansado, se lamenta de nuevo a Pedro Fernández del Campo. Le
dice que no mejora de sus achaques, que pierde las fuerzas y la paciencia al
ver en todos los despachos las mismas generalidades; desde hace seis
meses no puede acudir a los negocios y está en peligro el servicio de S.M. y
su propia reputación. Si los achaques le tratan mal, añade, los medios no le
tratan mejor, pues aunque el banco ha dado a entender que está satisfecha
la letra de 30.000 escudos, sólo ha enviado tres órdenes para 20.000 y los
efectos no han llegado más que para 6.466, con lo que crece a la vez su
aprieto y su descrédito, lo que va en deservicio de S.M. Espera que se
repare uno y otro. Añade que al Marqués de Monroy que acaba de llegar, le
han robado cuanto traía entre Perona y Rey, sin dejarle otra cosa que la
camisa391.
Tres días más tarde, valiéndose de la vía extraordinaria, vuelve a
escribir a Pedro Fernández del Campo. Esta vez se encuentra en París
(había abandonado Saint Germain para resolver unos asuntos) y cuenta que
le sobrevino un accidente a la cabeza tan fuerte que si no le hubiese
socorrido el obispo de Valenza hubiera caído en tierra y hubieran sucedido
cosas peores. Manifiesta que tiene la cabeza cargada de sangre, que los
médicos han acudido con remedios y que espera la piedad de la Reina para
salir cuanto antes de París392. El Consejo de Estado, al leer estas noticias,
no cambia su declaración: repite que conviene enviar al Marqués de la
Fuente las cartas de despedida para el Rey y la Reina Cristianísima con
motivo de su falta de salud y que se acelere la marcha del Marqués de
391
392
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 23 enero 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 26 enero 1667.
152
Santillán por la falta que hace en aquella corte un Embajador de S.M393.
Considerando que las cuentas del Marqués de la Fuente están justificadas,
acepta el papel del conde de Ayala y dice a S.M. que se le pague el
finiquito394.
En febrero el Marqués de la Fuente vuelve a escribir a su amigo
Pedro Fernández del Campo. Tras pedirle perdón por ser tan insistente se
lamenta otra vez de sus achaques. Dice que con los remedios de los
médicos, que han accedido a las venas, y las medicinas, ha encontrado poca
mejoría en las manos y en los pies y ninguna en la cabeza. Se queja de sus
problemas económicos y de que ya no le queda nada por empeñar. El
mismo día escribe a la Reina, le agradece que haya derogado la cláusula de
esperar al Marqués de Santillán y le recuerda que solo ha cobrado 6.466
escudos de los 30.000 que se le enviaron porque el resto salió incierto tal
como le dijo a Fernández del Campo395.
Fue preciso regresar a Saint Germain para dar la enhorabuena a la
Reina por el feliz parto con los ministros de los demás príncipes y en el
viaje a Saint Germain ocurrió al Marqués de la Fuente un incidente: media
legua antes de llegar, cuatro o cinco soldados de una de las compañías del
regimiento de la guardia francesa se cruzaron con la comitiva del
Embajador y, cortándole el paso, dieron con los mochos de los mosquetes
en los caballos delanteros de su coche y los obligaron a caer. Al momento
llegaron el teniente y el alférez que venían algo mas atrás, mostraron
sentimiento por lo ocurrido y prometieron castigar a los culpables. El
Marqués de la Fuente calificó el hecho como locura consecuencia del vino
y, sin mediar palabra, continuó su viaje. Aunque llegó a tiempo y estuvo en
393
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 29 enero 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 31 enero 1667.
395
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Saint Germain, 6 febrero, 1667.
394
153
la mesa con S.S. M.M., con el mariscal de Gramont, y con Msr. de Lionne,
no habló con ellos de lo sucedido pensando que, más que solicitarlo con la
queja, ellos eran los que debían proponer el castigo. Acertó el Marqués,
pues habiéndose enterado el Rey Cristianísimo, salió del baile a media
noche y fue a buscar al Embajador español al aposento de la Reina. Al no
encontrarlo allí envió al Mariscal Gramont para que le dijera que haría una
manifestación pública para demostrar a todos cuanta era la estima que tenía
a su persona por el modo con que había asistido tantos años en su Corte,
manifestación que obligará a todos a respetarle, como era justo. El ministro
añadió que él mismo aprovechaba la ocasión para demostrar lo que le
honraba y que le tenía por un amigo. Al día siguiente, S.M. Cristianísima
repitió lo mismo al Marqués añadiendo que tanto él como la Reina le reñían
por no haberles dado cuenta de lo que pasó duplicando que darían un
castigo ejemplar a los culpables. El Marqués explicó al Rey que no había
querido poner en su conocimiento el incidente por no darles un disgusto y
que, habiendo tenido la experiencia de comprobar lo que le honraban, se
veía obligado a suplicar el perdón para los culpables. El Rey no accedió a
eso y prometió que los enviaría a galeras; tras lamentar que cuatro
borrachos hubieran quitado el crédito de atentos a un grupo militar de tanta
reputación, ordenó que el sargento mayor del tercio y todos los capitanes
fuesen a pedir perdón al Embajador en nombre de todo el regimiento,
exigiendo que se ejecutara de inmediato, allí mismo, en Saint Germain,
para dar publicidad a la demostración a fin de que nadie la ignorara. Llegó
toda la compañía, entre ellos, sin armas, ocho que parecía los culpables los
cuales subieron al aposento del Embajador con el sargento mayor, los
capitanes y otros oficiales del regimiento y allí le pidieron perdón,
lamentaron el disgusto que habían dado tanto a él como a S.M. añadiendo
que hablaban en nombre de Monsieur, del Mariscal Gramont, y de todo el
regimiento. El Marqués de la Fuente, satisfecho con las excusas, pidió al
154
sargento mayor libertad para los soldados, comprometiéndose a conseguir
la aprobación del Rey, pero el sargento insistió en que traía orden de darles
castigo y salió diciendo que los entregaría para que los pusiesen en el grupo
que partía el lunes a Marsella.
El Embajador de España reconoce que en esta ocasión se le ha dado
plena satisfacción. En la carta a Pedro Fernández del Campo muestra su
contento por la demostración de amistad que ha recibido, demostración que
ha sido pública y notoria, y declara orgulloso que ha salido del lance con
decoro sin haber comprado la satisfacción al precio tan caro de una queja.
Por ello se atreve a sugerir que en la próxima carta familiar la Reina
muestre su agradecimiento al Rey Cristianísimo396. El Consejo de Estado
aprueba el comportamiento del Embajador en el incidente que ocurrió en el
viaje a Sain Germain, y propone que S.M. escriba carta familiar, como
insinúa el Marqués, para agradecer a S.M. Cristianísima que en este caso
anduviese tan “fino” en mirar por el decoro de su Embajador397.
La alegría por el buen trato recibido en Sain Germain no compensa al
Marqués porque se encuentra muy mal. Vuelve a escribir a Pedro
Fernández del Campo y le reclama la licencia para abandonar París y poder
reparar su salud recordándole que si no se le envían medios no podrá usar
de ella. Dice que necesita 82.555 escudos, y que obligarle a viajar con el
calor es como darle una puñalada en el corazón, que la gota le ha dado una
pequeña tregua los últimos días pero la cabeza le trata mal. Pide cartas de
despedida para S.S. M.M. por si fueran necesarias. También se lamenta de
396
397
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 18 febrero 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 10 marzo 1667.
155
que al Arzobispo de Embrún, en seis años de embajada se le han hecho
increíbles mercedes398.
El Consejo de Estado dice que se socorra al Marqués y que se envíen
letras de buena calidad ya que han sido devueltas parte de las de Tomás
Bianchi399, pero reitera que no salga de París hasta septiembre “por las
dificultades que en una corte tan escabrosa se pueden ofrecer al ministro
nuevo y las dificultades que podrían tener los confidentes para hablar con
él”. Dice también que se le anuncie la llegada del Marqués de Santillán,
aunque todavía no ha salido de Madrid, que le informará de importantes
asuntos400. Y es que por las noticias que llegan de todas partes acerca de los
preparativos militares que hacen los franceses, el Consejo de Estado teme
que pronto se anunciará el rompimiento de Francia con España y no se
decide a prescindir del Marqués de la Fuente en París.
Por fin, en febrero de 1667, la Reina envía al Marqués las cartas de
despedida para que éste las ponga en manos del Rey y la Reina con ocasión
de la licencia que le concede para marzo. Envía también al Marqués copia
de la carta que nombra nuevo embajador en París al Marqués de Santillán,
al que pide ir al ejercicio de su cargo401.
398
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, París, 20 febrero, 1667.
Se refiere a José Tomás Bianco, importante asentista que hemos citado más arriba.
400
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 28 febrero, 1667.
401
AHN, Estado, Lib. 140, 9 febrero 1667. La carta que nombra al Marqués de Santillana para el nuevo
cargo dice: “para que le dé frecuentes noticias de la salud de S.M., cumplir lo que S.M. le mande con las
obligaciones de su sangre, y las órdenes que lleva para que atienda con particular desvelo a cuanto pueda
ser de mayor servicio y satisfacción de S.M. como el Marqués de la Fuente lo ha procurado”. La licencia
dice: “Al Marqués de la Fuente concedo licencia para venir a España y de paso a los baños de Bares a
curarse de sus achaques, movida de las repetidas instancias que para esto me ha hecho, y por el particular
afecto que intereso en la salud de S.M. y para que no me falten frecuentes nuevas de ella y de la Reina mi
hija, he nombrado en su lugar a don Diego de Córdoba, Marqués de Santillán, y mando para luego, para
que me las vaya participando, y todo lo demás que se ofreciere del gusto y satisfacción de S.M., a las que
atenderé siempre con las veras que aseguran los vínculos de amor y sangre que nos asiste, esperando que
V.M. continuará al Marqués de la Fuente en su salida de esa corte las honras que puedan prometerse por
el grado que le asiste de ministro mío y que tan atentamente ha procurado cumplir con las obligaciones de
su cargo”
399
156
Recibidas las cartas de despedida402, el Marqués manifiesta a Pedro
Fernández del Campo su satisfacción aunque reconoce que el presidente de
Hacienda no le ha quitado “los grillos”, y si no le envían las asistencias es
imposible que pueda ponerse en viaje y por lo tanto es imposible que pueda
recuperar su salud. Explica que ha recibido 10.238 escudos de Martini 403 a
cuenta de los 20.000 que se había comprometido a pagar en febrero, por lo
que, con tantos acreedores, se encuentra sin tener para comer. Escribe en
correo yente y viniente y pide que éste no vuelva sin el socorro “pues
podría creer que la dilación era deseo de sitiarme por hambre”. Espera
devolver al Consejo el favor de sacarle de allí si tiene presente 30 años de
servicio fuera de casa y el estado de falta de salud y estrechez en que se
halla404. También agradece a la Reina las cartas de despedida y le dice que,
cuando se lo permita su empeño y sus acreedores, se valdrá de ellas. Confía
en que, después de tantas órdenes que se han dado para que se le asista, se
cumpla la última para que se guarde el decoro de S.M405.
2.12. El Marqués de la Fuente se despide de París
Luis XIV y la Reina, enterados de que el Marqués de la Fuente es
llamado a Madrid, escriben a la Reina Regente una carta en la que
muestran amistad y agradecimiento hacia el Embajador y lamentan su
402
La carta que el Marqués debe entregar a la Reina Cristianísima dice: “habiendo concedido licencia al
Marqués de la Fuente para venir a España por las repetidas instancias que para ello me ha hecho, como
también lo escribo al Rey mi hermano, he nombrado por mi embajador ordinario esa corte al Marqués de
Santillán y mandado que vaya luego a ejercer su cargo para que me de frecuentes noticias de la salud de
V.M. teniendo por cierto cumplirá en esto y en todo lo que V.M. le mandare con las obligaciones de la
sangre y las órdenes que llevará mías para que atienda con particular desvelo a cuanto pueda ser de mayor
servicio y satisfacción de V.M. como espero que el Marqués de la Fuente lo habrá procurado, y holgaré
que con su venida traiga entendidas muchas ocasiones del gusto y contentamiento de V.M. en que yo
pueda manifestar el singular cariño que en todo se lo deseo”.AHN, Estado, Lib. 140, Madrid, 7 febrero
1667.
403
Alberto Martini trabajó como asentista de la corona y residía en Flandes. Formaba parte, con
Bernardino Garimondi, de los pequeños negociadores. SANZ AYÁN, C.: “Los banqueros de Carlos II”,
Madrid, 1989, p. 330.
404
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 1 marzo 1667.
405
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 1 marzo 1667.
157
marcha. A pesar de estar las relaciones a punto del rompimiento —las
tropas francesas se preparan para entrar en Flandes—, Luis XIV hace votos
por continuar la “buena correspondencia”406. La despedida, que se ejecutó
el 18 de marzo, define la Embajada de España en París desde 1660 a 1667:
buenas palabras y permanente hostigamiento a los intereses de España. El
Marqués de la Fuente cuenta a la Reina que fue recibido en audiencia por
S.S. M.M. a quienes agradeció las honras que había recibido siempre. Luis
XIV dijo al Embajador de España que había sido testigo “de cómo había
procurado siempre la buena correspondencia y mantener la paz” y le pidió
que asegurase a S.M. Católica que continuará con toda fineza en la misma
atención y en la de solicitar las ocasiones en que pudiese conocer su afecto,
parte en la que se alargó mucho. El Marqués de la Fuente satisfizo en la
forma
que
debía
asegurando
que
hallaría
en
S.M.
recíprocas
demostraciones de una perfecta voluntad y unión. Cumplió también con
Monsieur y con Madame y esperaba hacerlo al día siguiente con los
príncipes y demás personas de su posición para estar dispuesto a partir en la
primera posta que llegara de Madrid, convencido de que llegarían los
despachos necesarios para su desempeño407.
Pero aunque el Marqués de la Fuente se ha despedido de París, no
puede pensar en el viaje porque las asistencias no llegan. Vuelve a escribir
a su amigo y confidente Pedro Fernández del Campo convencido de que es
el único que lamenta sus achaques y penurias. Le dice que el frío de los
últimos días, el más intenso de todo el invierno, le ha afectado a los pies y a
la cabeza dejándole casi inútil, sin fuerzas para el trabajo. Además le dice
que se encuentra mortificado por la duda, pues, si bien las órdenes de S.M.
no debían permitir que se dudase nada, la experiencia le hace temblar
406
407
AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Saint. Germain 18 marzo 1667 y 4 abril 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 20 marzo 1667.
158
porque si el ordinario que espera el 24 o el extraordinario que podría haber
vuelto, llega con las mismas palabras generales de tantas otras veces, será
terrible porque no podrá salir, y, habiéndose despedido el día 18, todos
podrán descubrir la causa con lo que padecerá el decoro de S.M. Y añade
de puño y letra: “señor mío, ni la salud, ni la razón, ni la esperanza, ni el
sufrimiento pueden más, y si esta semana no reconozco efectos y lo que se
me ha insinuado, no sé qué va a ser de mí”408. Pocos días más tarde vuelve
a escribir diciendo que espera todos los días ansioso el ordinario que llega
con el capítulo general de esperanzas pero insinuando que la suma se le
enviará con el siguiente, que los 30.000 escudos que se le enviaron hace
diez meses los cobrará Martigny409 porque se los anticipó; se queja de verse
así tratado en una Corte como la de París cuando durante 30 años cumplió
con sus obligaciones. Pide que se le envíen los 30.000 escudos que no
tuvieron efecto, y los 35.800 que S.M. tiene mandado que se le envíen, y
como eso no basta para poderse desempañar, que se renueve la orden al
virrey de Nápoles de remitir a París los 20.000 ducados410.
El Consejo de Estado reconociendo el gran descrédito que resulta de
la extrema necesidad en que se halla el Marqués por falta de medios —la
misma que repiten el conde de Molina y don Esteban de Gamarra— y la
conveniencia inexcusable de mantener autorizados y consolados a los
embajadores de S.M., mayormente cuando “en aquellas cortes es el
batidero de los mayores negocios en que interesa esta corona,
especialmente en este tiempo” propone que si el asiento de don Sebastián
Cortizos no está tan próximo como se pensaba, se sirva V.M. mandar otros
efectos aparte para asistir a estos embajadores, mandando al Presidente de
408
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 20 marzo 1667.
Se refiere al asentista Martini que hemos citado más arriba.
410
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Saint Germain, 3 abril, 1667.
409
159
Hacienda que esto lo ejecute con tal prontitud que no haya ninguna
tardanza más, por lo mucho que conviene al servicio de V.M.411.
Mientras, el Marqués de Santillán tampoco puede iniciar su viaje
porque, tras pasar todos los oficios con el Presidente de Hacienda, éste no
le ha proporcionado el dinero. Pide a Pedro Fernández del Campo nuevas
órdenes para que le paguen y dice que ocho días después de recibir los
medios se pondrá en viaje. Pide también las cartas credenciales y demás
instrucciones que se le han de entregar y que se le diga el modo con que se
ha de comportar el día de su entrada en París concurriendo con los
príncipes de la sangre, caso de estar el Rey Cristianísimo en aquella corte,
porque ha entendido que no quieren dar la precedencia. El Consejo de
Estado propone a la Reina que mande al Presidente de Hacienda ejecutar
sin dilación la orden que se le dio de pagar al Marqués de Santillán y que
de cuenta a S.M. de haberlo hecho; que se le entreguen las cartas
credenciales porque las instrucciones las tendrá del Marqués de la Fuente
que las dejará por escrito412.
De acuerdo con la recomendación del Consejo de Estado, la Reina
Regente escribe al Marqués de la Fuente: “al marqués de Santillán que se
halla prevenido para ir en breve a servir a esa embajada le he mandado
dar las cartas credenciales y decir que el avocarse con vos le ha de servir
de instrucción para entenderse de los negocios y del estado de ellos, y
porque para poder tener presente y gobernarse con acierto conviene se lo
dejéis por escrito os encargo y mando le forméis un papel con las noticias
411
412
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 9 abril, 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 9 abril, 1667.
160
y advertencias de todo para que se pueda valer de ello y me enviaréis
copia de dicho papel por si se ofreciera advertir sobre él”413.
Pasado el invierno, la salud del Marqués de la Fuente no mejora.
Fundaba la mejoría en la esperanza de la primavera, pero se encuentra en
situación peor a la del año anterior. Cuenta a Pedro Fernández del Campo
que le ha sobrevenido la gota y dolores de cabeza que le han hecho perder
el sentido y caer a tierra. Los remedios para la cabeza son contrarios a la
gota y le han producido dolores extremos durante cuatro días que le han
privado del juicio, y los médicos de otra esperanza que la de los baños de
Vares aplicados sin pérdida de tiempo. No puede ponerse en camino por
falta de medios por lo que vuelve a repetir a su amigo lo que le dijo en la
carta del día 3: que le envíen medios con urgencia414.
En mayo, el Marqués se encuentra un poco mejor. Los dolores
rigurosos han cesado aunque no los acometimientos a la cabeza. Ha pasado
el tiempo para los baños de Vares y los médicos piensan en los de Ancoch,
pero el Marqués confiesa a Pedro Fernández del Campo que desconfía de
ese remedio, “pues no hay agua mineral ni droga en la botica que tenga
imperio cuando aumentan los achaques el trabajo de ánimo”. Reconoce
que se encuentra desanimado viendo que no llega ningún correo y que
cuando llegue traerá las letras a plazos que será menester negociar y ajustar
en Amberes. Por ello, dice, “pierdo el juicio, quiera Nuestro Señor abrir
camino para verme fuera de este empeño”. Sobre el librillo y carta que
presentó el arzobispo de Embrún acerca los derechos de María Teresa al
trono de España415, dice que “todo ello es ridículo”. Propone esperar la
413
AHN. Estado, Lib. 140, Fol.39, Madrid, 24 abril, 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 abril, 1667.
415
Se refiere a un Tratado en el que, basándose en las leyes fundamentales de España, el Arzobispo de
Embrún justifica los derechos de María Teresa y, estudiando sucesiones a lo largo de los tiempos, llega a
demostrar la nulidad de la renuncia de la Reina. Lo publica cuando se va a iniciar la guerra de
414
161
respuesta del Marqués de Castel Rodrigo “para que juzguen los tímidos y
más afectos que honestan sus ruinadas siguiendo a la que conforme al
manifiesto es legítima heredera, convendrá ponerles delante las razones
que les desengañen”. El Marqués termina diciendo: “Don Pedro, suplico a
Vd. que recuerde a esos señores el estado en que me hallo, pues no se
habrá visto que, sin estar dada la Extremaunción, se mantenga quien
representa lo que yo, dos meses después de haberse despedido en la corte
de un príncipe que se halla marchando para invadir los estados de su amo,
sea Dios bendito, pues ha dispuesto que me toque a mí el padecer esta
mortificación”416. Pocos días más tarde, en la cima de su desesperación, le
dice que crece el desaire y aumenta el empeño; lamenta no haber pedido
que las letras se descontaran en París mejor que en Amberes,
encontrándose ésta prácticamente en guerra, y el olvido lo achaca a su mala
cabeza. Le cuenta también que ha recibido desde Flandes carta de Agustín
Espínola417 desengañándole de poder hallar un real sobre prendas de oro y
plata y el pago por anticipación de ninguna letra por segura que sea, pues
cono la novedad de la guerra, no pueden exponerse a perder el caudal. El
Marqués manifiesta el daño que le ha producido la dilación en enviar lo que
se le debe y reconoce que no sabe dónde apelar para mantener el juicio418.
Esperando la negociación del Marqués de Castel Rodrigo con los hombres
de negocios, asegura a Pedro Fernández del Campo: “cada hora que me
detengo es una puñalada para el corazón, pero en fin, de una manera u
otra, teniendo ya preparada mi casa, espero salir de aquí todo lo más la
semana que viene, prometiéndome que S.M. mande desempeñar mi honra y
Devolución, siguiendo el precepto del profeta Jeremías de que “es preciso santificar la guerra”, es decir,
justificar las causas y los motivos. LA FEUILLADE, G. d´Aubusson: “La defense du droit de Marie
Therese, reine de France, a la succession des couronnes d´Espagne”, BNM, 3/48773.
416
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 15 mayo, 1667.
417
Los Espínola fueron una familia de banqueros, descendientes del ilustre Bartolomé Espínola, que
destacaron durante el reinado de Felipe IV por el volumen de las provisiones efectuadas fuera de España.
Algunos miembros residían en Amberes en asociación con otros genoveses o flamencos. SANZ AYÁN,
C.: “Los banqueros de Carlos II”, Madrid, 1989, p. 183, 322.
418
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 mayo, 1667.
162
todo lo que dejo en manos de estos hombres”. Aprovecha para informar de
que el Rey Cristianísimo ha tenido un pequeño accidente, que pudo ser una
desgracia, al caer de un caballo que se rompió una pata cuando pasaba un
puente. Cuenta también que el Sr. Delfín está con sarampión por lo que la
Reina ha regresado a Compiegne, temían que fueran viruelas419.
Don Pedro de Ribera, caballero de la orden de Santiago y caballerizo
de la Reina fue encargado de manifestar a los reyes Cristianísimos el
alborozo de S.M. Católica por el feliz nacimiento de Madame 420. Llegó a
París después de superar varios tropiezos en el viaje que al Marqués de la
Fuente le parecieron agravios intolerables: Ribera traía pasaporte del Sr.
arzobispo de Embrún, despacho de las audiencias de Bayona y Burdeos —
en donde se pusieron plomos para cerrar las cajas y entregarlas en París—,
en Briou quisieron abrirlas y cuando él declaró que contenían niñerías que
la Reina enviaba a la S.M. y al Sr. Delfín, no bastó ni esto ni los despachos
que traía ni ofrecer el depósito de 1.000 doblas para que lo dejasen pasar.
El Marqués de la Fuente se queja por todo ello a Lionne, le pide una
explicación y exige que se le entreguen las cajas para ponerlas en manos de
la Reina, pero, no siendo escuchado, escribe a la Reina Cristianísima para
comunicar la llegada del enviado de España y el agravio a que ha sido
sometido en el viaje para que esté informada, lo mismo que su marido el
Rey, anunciándole que la visitará en cuanto le devuelvan las cajas421.
Llegado el verano, el Marqués de la Fuente advierte de que, con las
últimas tensiones, los despachos llegan mal y teme que se hayan perdido
las letras. Informa también de que le han avisado de Compiegne para que
419
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 16 junio, 1667.
AHN, Estado, Leg. 3457/30. “Instrucciones para la enhorabuena del feliz parto de una niña que ha
tenido la Reina Cristianísima, a Don Pedro de Ribera”, Mayo 1667.
421
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 mayo, 1667.
420
163
vaya porque la Reina tiene calenturas y la han sangrado dos veces. Con
relación a su salud, dice que se encuentra mejor porque el calor le prueba
bien y que como se marcha, ha dejado encargado a Don Alonso de Aguayo
para que reciba los despachos422.
En junio, los ejércitos franceses sitian la ciudad de Tournay423 y
hacen movimientos en la frontera de los Países Bajos. En este momento de
enorme tensión, declarada la guerra en Flandes, el Marqués de Castel
Rodrigo, pide instrucciones para actuar424, el Marqués de Santillán, que ha
iniciado viaje a París425, pregunta también qué debe hacer426, y el Marqués
de la Fuente, según escribe a Pedro Fernández del Campo, no puede iniciar
el viaje a Madrid porque la salida a Compiegne le ha sentado mal y tiene
calenturas por lo que será necesario sangrarle de nuevo. No se explica
como vive. Piensa que podrá salir de París la semana próxima si recibe
noticias de Amberes para el cobro de las letras. Informa también al
Secretario de las operaciones de las armas francesas en Flandes: dice que el
día 6 capituló la plaza de Dovay, en los ataques de la cual se perdieron más
de 800 hombres y hubo muchos heridos. Añade en una P.D. que ha llegado
el correo de Amberes y, tras pagar a sus acreedores, se dispone a empezar
el viaje de regreso a Madrid en los próximos días. El mismo día escribe a la
Reina Regente y le comunica que en Compiegne, donde se encontraban los
Reyes, habían cantado un Te Deum laudamus por la toma de Tournay,
asistiendo el Sr. Delfín y los pocos hombres de su posición que se
encontraban sirviendo a la Reina. Allí no se pasó a más demostración de
alegría, pero en París habían hecho excesivas demostraciones incluso con
422
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 26 junio, 1667.
El Marqués de la Fuente comunica la toma de Tournay a Pedro Fernández del Campo, AGS, Estado,
Francia, Leg. 1394, París, 26 junio 1667.
424
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Bruselas, 1 julio 1667.
425
Salió de Madrid, con su mujer, en junio con orden de detenerse en San Sebastián hasta ver el curso que
tomaban los asuntos de la guerra. MOREL FATIO, A. Op. cit., p.506.
426
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 7 julio, 1667.
423
164
fuegos; convidaron para el Te Deum, que se cantó en la iglesia mayor, a los
ministros de príncipes, concurriendo solo el embajador de Venecia y de
segunda clase el de Mantua427.
La situación del embajador de España en París es ahora del todo
desairada, es insostenible y humillante: ha empezado la guerra contra
Flandes y en París se celebran los triunfos de las armas francesas. Informa
de todo ello a Madrid y también de haber llamado a Iturrieta a París para
que se quede con los papeles de la embajada ya que él se dispone a partir
hacia Madrid. El Marqués de Santillán, detenido en la frontera, recibe
orden de regresar a Madrid y la Reina decide revocar la orden a Iturrieta
para que no vaya a París. También resuelve que salga de Madrid el
arzobispo de Embrún428.
Lionne escribe entonces al Marqués de la Fuente una carta que dice
que trasladará al Rey la carta de S.M. Católica y otra a Doña María de
Molina, “la cual hubiera deseado que fuera carta de amor pues se precia
de galante homini“. Con relación al pasaporte que le había pedido para la
vuelta de Iturrieta, le dice que necesita la orden expresa de S.M. pues desea
conocer todos los despachos en los que viene su nombre, como es justo. Le
comunica que en Madrid han despedido al arzobispo de Embrún y le han
advertido que en la frontera será detenido para servir como prenda y ser
canjeado por él. Y añade con ironía “veremos en esta ocasión renovar en la
persona de dos embajadores sobre el río Bidasoa las mismas entregas de
las dos reinas difuntas de Francia y España”. Después Lionne pide al
Marqués de la Fuente que para evitar incomodidades al Sr. arzobispo en
San Sebastián o en Fuenterrabía le dejen entrar en Francia mientras él llega
427
428
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 10 julio, 1667
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 16 julio 1667; AHN, Estado, Lib. 140, 24 julio 1667.
165
a Bayona, siendo cierto que la intención de S.M. nunca puede ser detener al
Embajador de España en Francia429.
Mientras, en Madrid, el Consejo de Estado ve las cartas del Marqués
de la Fuente que cuentan las demostraciones de alegría que hicieron en
Francia por la toma de Tournay y las que hicieron cuando fue admitido a la
audiencia del Rey un ministro de Portugal cuyos tratados de liga ofensivadefensiva quedaban firmados. Ve también la advertencia que el Marqués de
la Fuente hizo a Luis de Ponce sobre novedades que pueden producirse en
Italia pues el Rey Cristianísimo prepara un ejército para ayudar al duque de
Saboya en secreto, y lo que Lionne decía en París al final del cónclave, en
la exaltación del nuevo pontífice: “que su rey había hecho un papa, de
quien experimentaría los mismos efectos que si hubiera hecho al más fino
francés”
430
. Los consejeros proponen escribir a D. Luis de Ponce
encargándole la defensa del estado de Milán para que no le sorprendan los
franceses como a Castel Rodrigo advirtiéndole que debe investigar con
maña en la corte de Turín las negociaciones entre aquel Duque y el elector
de Baviera, su cuñado, en perjuicio nuestro, porque conviene atender la
seguridad de Italia431.
En agosto, el Marqués de la Fuente sigue en París por culpa de sus
achaques y envía a D. Alfonso de Aguayo para que represente a S.M. lo
que precisa recibir socorros. Al despacho de la Reina del pasado día 15 en
el que se le comunica la resolución tomada con el arzobispo de Embrún, el
Marqués de la Fuente contesta que dejará la corte en cuanto le dejen las
429
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 julio 1667.
Alejandro VII murió el 22 de mayo de 1667. Julio Rospigliosi fue su sucesor, elegido Papa el 20 de
junio de 1667 con el nombre de Clemente IX.
431
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 30 julio 1667.
430
166
indisposiciones aunque tenga que meterse en una litera o en un transportín,
y calcula que llegará a la frontera a la vez que el arzobispo de Ambrún432.
Cuando el arzobispo de Embrún se dirigía a la frontera433, el 15 de
agosto, cerca de Aranda de Duero, se cruzó con el Marqués de Santillán
que volvía a Madrid. El embajador francés se declaró dispuesto a saludar al
Marqués pero éste hizo cerrar las cortinas de su carroza y los dos
embajadores se cruzaron sin saludarse y sin verse434. Al llegar a la frontera,
el arzobispo de Embrún fue retenido sin dejarle pasar a Francia para servir
de prenda a la seguridad de la persona del Marqués de la Fuente, como
había comunicado Lionne al Marqués de la Fuente435. El Marqués de
Santillán, ya en Madrid, devuelve a Pedro Fernández del Campo las cartas
credenciales y papeles de su cargo sin estrenar y le pide que de cuenta al
Consejo de haber hecho la entrega de dichos documentos436.
Finalmente, como estaba previsto, el Marqués de la Fuente fue
canjeado con el Arzobispo de Embrún en Bidasoa el 28 de agosto de
1667437. El destino quiso que el Marqués de la Fuente, que había visto
denegada su entrada en París en 1661 tras ser expulsado su predecesor el
Conde de Fuensaldaña hubiese de repetir parecido escenario: lo expulsaban
a él y rehusaban el traspaso a su sucesor.
2.13. Los últimos años en Madrid
De vuelta a España, el Marqués de la Fuente sanó de sus
enfermedades, siguió gozando de la confianza regia y estuvo especialmente
432
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 7 agosto, 1667.
Don Gerónimo de Benavente y Quiñones recibió instrucciones de la reina Regente (11 julio 1667) para
acompañar al Arzobispo de Embrún hasta la frontera de Francia. MOREL FATIO, A. “Recueil... p. 507.
434
MOREL FATIO, A. “Recueil..”p, 506.
435
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 29 agosto, 1667.
436
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 29 agosto, 1667.
437
MOREL FATIO, A. “Recueil... pág. 498.
433
167
encargado de los asuntos de Francia que conocía muy bien. En enero de
1668 y en julio del mismo año la Reina da orden de que se paguen al
Marqués de la Fuente “con el mayor secreto” las cantidades que se le
adeudan desde 1665 aunque no presente papeles y vaya en contra de las
ordenanzas438.
Tras la paz de Aquisgrán (mayo de 1668), normalizadas las
relaciones entre España y Francia, se pensó en enviar de nuevo al Marqués
de la Fuente a París, pero su edad y sus achaques no le permitieron
reasumir funciones diplomáticas y trabajó para que la embajada se diese a
su hijo sin conseguirlo439. El Consejo de Estado, en sesión en la que se
encuentra el Marqués de la Fuente, acuerda enviar entonces a París a Don
Gerónimo de Benavente y Quiñones para dar la enhorabuena a S.S. M.M.
Cristianísmas por el feliz parto de la Reina del duque de Anjou440.
Cumplida su misión, el secretario Miguel de Iturrieta, en calidad de
residente, se encargó de los asuntos de España hasta la llegada del nuevo
embajador, el conde de Molina441.
Lo que sí hizo el Marqués de la Fuente al regresar a Madrid, a pesar
de su edad y falta de salud, fue contraer un nuevo matrimonio. Después de
más de veinte años viudo, casó con Doña Ana de Portocarrero, Marquesa
viuda de Espinardo, que no le dio descendencia442. Tanto el embajador del
Emperador, el conde de Pöting, como el arzobispo de Tolosa, embajador de
Luis XIV, dejaron escritos sobre las intrigas de esta segunda mujer del
438
AHN, Estado, Lib. 271 D fol. 214, Madrid, 10 julio 1668.
Su hijo fue embajador extraordinario en Francia desde 1680 a 1683, cuando ya había muerto su padre.
MOREL FATIO, A. “Recueil... p. 515.
440
AHN, Estado, leg. 3457/31: “Instrucciones para Don Gerónimo Benavente y Quiñones que ha de pasar
a Francia con la misión de dar la enhorabuena a la Reina por el nacimiento del delfín”. Octubre 1668.
441
MOREL FATIO, A. “Recueil… pp. 507-508.
442
MOREL FATIO, A.. “Recueil... p. 500.
439
168
Marqués de la Fuente443, y el Duque de Maura se refiere al Marqués de esta
época como “mal casado”444.
Morel Fatio describe al Marqués de la Fuente como hombre de gran
inteligencia, fino, cortés, de conversación muy amena y agradable, de gran
vivacidad, muy versado en toda clase de materias y con gran experiencia
diplomática adquirida durante su larga estancia en Italia y en el Imperio.
Tanto Luis XIV como su secretario Hugo de Lionne le tuvieron en gran
estima, y lo mismo ocurrió en España con Peñaranda, principal consejero
diplomático de Felipe IV durante sus últimos años y de doña Mariana de
Austria. Sin duda Luis XIV estimaba sobre todo al embajador español por
el tacto que tuvo en la audiencia de las excusas que dio “plena satisfacción
a su orgullo ofendido”445.
El Marqués de la Fuente se ocupó de defender los intereses de
España y así consta en las cartas de agradecimiento y también es prueba de
ello la resistencia a sustituirlo por otro embajador cuando pide
insistentemente ser relevado de su cargo por enfermedad. Defendió siempre
los intereses de España con tenacidad, en medio de grandes dificultades,
con las armas de la diplomacia y nunca con otras, pues cuando “un sujeto”
le propuso matar con veneno al rebelde de Portugal, le contestó que “la
grandeza de S.M. católica no se vale de semejantes medios para castigar
rebeldes”. El Consejo de Estado aprobó la respuesta del Marqués446. Lo
que sí hizo, como hemos visto, es ofrecerse para escribir un papel para
lanzar un “rumor” por Europa que desacreditase a Luis XIV, papel que
443
Se decía que había tenidos muchos amantes: Don Juan José de Austria y bastantes más. DUQUE DE
MAURA.: “Vida y reinado de Carlos II”, Madrid, 1990, p. 141. Ver Diario del Conde de Pötting,
Madrid, 1990, p. 391, 394.
444
DUQUE DE MAURA.: Op. Cit. p. 274.
445
MOREL FATIO, A.. p.499.
446
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Julio, 1666.
169
pretendía contar las reiteradas contravenciones a la paz de los Pirineos que
hacía el Rey de Francia y los perjuicios que ocasionaba a España447.
Su permanencia en el exterior (más de 30 años) fue la más larga de
los embajadores del siglo XVII pues pocos permanecieron más de tres
lustros, entre los que cabe citar a Baltasar de Zúñiga (19 años), el marqués
de Bedmar (20 años), Alonso de Cárdenas (19 años), Saavedra Fajardo
(casi 30 años), el 2° marqués de la Fuente (17 años) o Villagarcía (23
años)448.
Don Gaspar de Teves y Tello de Guzmán, I° Marqués de la Fuente,
conde de Benazuza, Embajador Extraordinario en Francia desde 1661 a
1667, consejero de Indias, consejero de Estado, fue también gentilhombre
de la cámara del Emperador y del consejo de Guerra449, y caballero de
Santiago450, murió en Madrid el 15 de julio de 1673451.
447
AGS, Estado, Francia, leg. K1645, París, 17 noviembre 1665.
FERNÁNDEZ ESPEJO, C. “Primera Secretaría de Estado”. Ministerio de Asuntos Exteriores.
Madrid, 1972. Pág. XLVII, XLVIII, IL, L.
449
RAH, Col. Salazar y Castro, C-22, fol.126; D-19, fol. 210; D-31, fol. 51; D-21, fol 285 v.
450
En el AHN, Sec. O.O.M.M., no figura el expediente del marqués de la Fuente. No figura en el catálogo
de caballeros ni en el índice general. Tampoco en el de dispensas, expedientillos, libros de genealogías,
registro de mercedes de hábitos, índice de pruebas, matrimonios, etc. Sin embargo todas las fuentes
coetáneas y posteriores dicen que el Marqués de la Fuente fue caballero de Santiago. El 25 de julio de
1671, con motivo de la canonización de San Francisco de Borja, figura en la relación de caballeros de
Santiago que asistieron con sus mantos capitulares a la procesión acompañando al real Consejo de las
Ordenes AHN, Sec. O.O. M.M. leg. 24.
451
MOREL FATIO, A. Op. cit., p. 499.
448
170
Capítulo III
EL INCIDENTE DE LONDRES
Desde la abdicación de Carlos V, cuando los embajadores del rey de
España dejaron de serlo a la vez del Emperador, el privilegio que a éstos
correspondía de preceder a todos los demás podía entenderse caducado y
los reyes de Francia empezaron a mostrar el deseo de que sus ministros
ocuparan el primer lugar frente a los de España452. Este propósito ya se hizo
visible durante la celebración del Concilio de Trento, y afectó no sólo a los
respectivos diplomáticos sino a los eclesiásticos que participaron en las
sesiones. Sin embargo, dada la pujanza de las dos monarquías, esta pugna
se mantuvo en cierto nivel de equilibrio hasta el final de la guerra de los
Treinta Años. Es a partir de 1650 y de la pérdida de la hegemonía de
España en Europa cuando los reyes de Francia redoblan sus esfuerzos para
que sus representantes ocupen el primer lugar en las cortes europeas a
expensas de España. Precisamente en ese año Antoine Aubery publica un
Tratado justificando los derechos que asisten al soberano francés para que
sus embajadores ostenten la primacía en los actos públicos a los que asisten
junto con los de las otras potencias453.
452
La precedencia de los embajadores está detalladamente estudiada por OCHOA BRUN, M.A. en
“Historia de la Diplomacia Española”, Madrid, 2003. En el Vol. IV narra los problemas con los
embajadores de Francia en tiempos de los Reyes Católicos, cuando las embajadas dejan de ser itinerantes,
p. 509 y ss.; el Vol. V se refiere a la Diplomacia en el reinado del Emperador Carlos V, cuyos
Embajadores disfrutaban del privilegio de una absoluta precedencia en las Cortes extranjeras, pp. 598 y
ss.; el Vol. VI estudia la precedencia en el reinado de Felipe II, p. 422 y ss.
453
BNM, Ms. 2/21200. “De la preeminencia de nos roys, et de leur presence sur l´empereur et le roy
d´Espagne”. Par Aubery, Antoine
171
La fecha de esta publicación no es casual, puesto que coincide con
un serio incidente protagonizado en Londres entre los embajadores de
España y Francia, al parecer provocado por el Lord Protector Cromwell en
respuesta a otro acaecido en Madrid con el embajador inglés Antonio
Ascham. El triunfo de Cromwell sobre Carlos I Estuardo supuso para
España un grave dilema. Por una parte, Felipe IV se veía obligado a
defender los derechos al trono de Inglaterra de los hijos del destronado
monarca, pero por otro lado deseaba mantener, como hasta entonces, unas
cordiales relaciones con Inglaterra e impedir que Londres apoyara la causa
de Portugal. Los esfuerzos de los diplomáticos españoles, en concreto del
embajador ordinario Marqués de Leyden, y del embajador extraordinario
Antonio de Cárdenas, para que no se produjera la temida ruptura de
relaciones entre la nueva República y la Monarquía Hispánica, hicieron
posible que el Lord Protector se aviniera a enviar a Madrid como su
embajador a uno de sus más próximos allegados, el parlamentario Antonio
Ascham. Pero la Villa y Corte era un hervidero de realistas ingleses
incontrolados y al día siguiente de su llegada a la capital de España el
embajador de Cromwell era asesinado en la puerta de su casa queriendo
con este acto castigar su intervención en la decapitación de Carlos I
Estuardo454.
Este acontecimiento dejó suspensa a la corte española. Indecisa en un
primer momento en cómo actuar para no desagraviar a ninguna de las
partes, el asesino pudo aprovechar esta vacilación inicial para acogerse en
sagrado. Las órdenes que posteriormente se dieron a los Alcaldes de Casa y
Corte para que lo redujesen a prisión, junto con sus secuaces, fueron mal
interpretadas por éstos y tras ser arrestados fueron juzgados y el agresor
GONZALEZ ARNAO, M.: “El embajador de Cronwell asesinado en Madrid”. Historia 16, Año VIII,
Nº 82, pp.36-40.
454
172
condenado a muerte455. Ahora bien, esta sentencia ni fue del agrado de los
partidarios de Carlos II Estuardo, que había enviado a Madrid a Francis
Cottingnon y Edgard Hyde, futuro Lord Clarendon y primer ministro, para
que intercedieran a favor del condenado, ni satisfizo a Cromwell, que urdió
una trama para vengarse de España. Esta consistió en lo siguiente: era
costumbre en Londres que a la entrada de cada nuevo embajador asistieran
los coches y séquitos de los demás embajadores para honrarle; en tales
casos la colocación de los carruajes seguía el orden de dignidad y grandeza
que alcanzaban las naciones, de manera que hasta entonces los de España
habían ido siempre delante de los de Francia. Llegó a Londres el embajador
de Suecia, salieron como siempre a recibirle los carruajes de los demás y,
caminando el embajador de España el primero como de costumbre, se le
interpuso el carruaje francés que pasó delante. Al punto los españoles de la
servidumbre del embajador español pusieron manos a las espadas y
obligaron a los franceses a volver a su puesto, pero Cromwell, de acuerdo
ya con ellos, tenía apostados unos soldados que acudieron a la pendencia y,
con el pretexto de poner paz entre españoles y franceses, dejaron que estos
pasaran delante. El asunto, que parece pequeño, fue de gran importancia
para aquellos tiempos. El Marqués de Leyden se quejó duramente a
Cromwell y, al no obtener ninguna satisfacción se marchó a Flandes. D.
Antonio de Cárdenas no tardó en seguirle cuando Cromwell, quitándose la
máscara, ajustó un tratado con Mazarino para declarar la guerra a España
colaborando con 6.000 hombres para volver a sitiar Dunkerque, plaza que,
tomada, quedaría a disposición de Inglaterra456. Estaba preparado el camino
para que España perdiera la precedencia en las Cortes europeas.
455
De los cinco detenidos con Ascham sólo fue ejecutado Sparkers en 1654, los demás escaparon a la
justicia. Sparkers era protestante. Ver. “El embajador de Cronwell asesinado en Madrid”, Mariano
González Arnao en Historia 16, Año VIII, N° 82, pp. 38-39.
456
CÁNOVAS DEL CASTILLO, A.: “Historia de la decadencia de España”, Ed. Algazara, Málaga
1992, pp. 502 y sig.
173
Después de lo ocurrido en 1650, los embajadores españoles en
Londres, no contando con la buena voluntad de aquella Corte, se
abstuvieron de enviar coches y séquitos a ninguna de las ceremonias y,
como se declaró poco después la guerra entre Inglaterra y España, el asunto
parecía olvidado. Restaurado en el trono Carlos II firma en 1661 una
alianza con Portugal por la que Londres y Lisboa se comprometían a
ayudarse mutuamente en el terreno comercial y militar y se acordaba el
matrimonio de Carlos II con la princesa Catalina de Braganza, lo que
defraudó a Felipe IV y creó una importante tensión entre Londres y
Madrid. En ese momento el embajador de España en Londres, el Barón de
Watteville457, quizás concertó con el embajador francés, Conde de Soisson,
el acuerdo de que el primero que llegara a cualquier ceremonia pública
gozase de la preferencia, pero esta concordia duró el tiempo que el Conde
de Soisson permaneció al frente de la embajada en Londres. De hecho, todo
parece indicar que su sustituto, el Conde D´Estrades, se negó a mantener
este acuerdo por mandato expreso de Luis XIV, quien en sus Memorias
deja constancia de su firme voluntad para imponerse frente a España en las
cortes europeas.
...Así pues, no pude aceptar ver mi derecho eludido por el artificio de
Watteville, artificio que, repetido, podía constituir finalmente, no sólo la
pretensión, sino la posesión del derecho contrario. Al punto al que había
elevado la dignidad del nombre francés, me propuse no dejárselo
disminuido a mis sucesores y, recordando que en los asuntos de Estado a
veces conviene cortar lo que no puede desanudarse, ordené netamente a
D´Estrades que, a la primera presentación de credenciales por un
457
Charles de Watteville, Marqués de Conflans, fue designado Embajador Extraordinario en Londres en
1660, cuando se reanudan las relaciones diplomáticas entre España e Inglaterra (habían sido
interrumpidas en 1656).
174
embajador, ordinario o extraordinario, lo hubiese notificado o no, enviase
la carroza y la hiciera tomar y conservar el primer puesto458.
La ocasión elegida por el rey de Francia para manifestar al mundo su
deseo de imponer la precedencia de sus embajadores a los del resto de las
potencias tuvo lugar el 10 de octubre de 1661 cuando el embajador
extraordinario de Suecia hizo su entrada en Londres. Advertido el francés
por el sueco del día en que se produciría este acontecimiento, se preparó
con todo cuidado para cumplir las órdenes recibidas de Luis XIV, pero a
petición -y así lo afirma el monarca francés- de los españoles e incluso de
Carlos II Estuardo, el embajador sueco rogó a Estrades que no participara
en su recibimiento, lo que éste rechazó argumentando que, dada la estrecha
alianza que Francia y Suecia mantenían, no le parecía correcto faltar a
aquel deber. Esta conversación, sin embargo, le alertó de que podría
enfrentarse al embajador español, por lo que convocó para el acto a todos
los franceses que vivían en Londres y además mandó llamar a algunos
oficiales de su regimiento en las Gravelinas y a algunos caballeros de la
compañía de su hijo para que le asistieran, reuniendo en torno suyo cerca
de cuatrocientas personas. Pero el embajador español no permaneció
inactivo y, si debemos creer a Luis XIV, lo que no es posible, procuró
indisponer a “una muchedumbre infinita del pueblo, ya naturalmente
dispuesto contra los franceses”, y armar a más de dos mil hombres,
empleando
“más
de
quinientas
mil
libras
en
aquella
empresa
extravagante”459. La realidad, sin embargo, parece ser que fue muy distinta
en cuanto a la correlación de hombres y de armas de una y otra parte. En
este sentido tenemos el testimonio de Samuel Pepys: “Debe destacarse que
los franceses eran por lo menos cuatro a uno en número y que poseían casi
458
459
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 58
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 58-61.
175
100 cajas de pistolas, mientras los españoles no contaban ni con un fusil.
Ello habla en honor de éstos y en descrédito de aquéllos”460.
Sea como fuere, lo cierto es que cuando el Conde de Estrades
anunció que tomaría la delantera, Watteville, ofendido y no queriendo
ceder a la imperiosa pretensión del francés, envió su séquito a la recepción
del embajador sueco preparado para cualquier accidente. Dispuso que los
tirantes del coche fueran cadenas de hierro y que cocheros y lacayos fueran
armados. Al llegar a la ceremonia, el día 10 de octubre de 1661, los
cocheros del embajador francés, Conde de Estrades, movieron sus caballos
para pasar por delante de los de Watteville, embajador de España, pero los
cocheros y lacayos de éste se arrojaron sobre los franceses, hirieron y
mataron a algunos, desjarretaron sus caballos, cortaron los tirantes de sus
coches y tomaron el puesto que, según ellos, les correspondía461.
Cuando la noticia de este suceso llegó a Fontainebleau el 15 de
octubre de 1661, Luis XIV se enfureció, según deja constancia de ello en
sus Memorias, no ya por el agravio cometido por los españoles contra su
embajador, sino porque “no podía considerar la ofensa como efecto de una
querella surgida de pronto en que la casualidad hubiera tenido mayor
parte que el deseo. Por el contrario, se trataba de una resolución tomada
con anterioridad y con la cual el ministro quiso halagar su vanidad y la de
su nación462.
SAMUEL PEYPS, testigo presencial, describe el incidente: “Diarios (1660-1669)”, 2003, pp. 82-83,
(30-IX-1661).
461
CANOVAS DEL CASTILLO, A.: “Historia de la decadencia de España”, Ed. Alzagara, Málaga
1992, pp. 543,544.
462
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 58-61.
460
176
Carlos II Estuardo, que, según Pepys, había ordenado que los
ingleses se abstuvieran de intervenir en el conflicto463, rápidamente hizo
saber a Luis XIV que deploraba el suceso y que castigaría a los culpables
como se merecían. Pero esta promesa no era suficiente para paliar la afrenta
que había recibido y así el 16 de octubre el monarca francés ordenó al
conde de Fuensaldaña, Embajador Extraordinario de España, que
abandonara de inmediato Francia, prohibió además la entrada en el reino al
Marqués de la Fuente, quien tuvo que aguardar en Bruselas hasta nueva
orden464 y revocó el permiso que había concedido al Marqués de Caracena,
antiguo gobernador de los Países Bajos, para que atravesara Francia en su
viaje de regreso a España. Ese mismo día, Msr. de Vouldy, gentilhombre
del Rey Cristianísimo, fue enviado a Madrid para informar de lo sucedido
al Arzobispo de Embrún, a donde llegó el 28 de octubre, presentándose en
la casa de don Luis de Haro para pedir reparaciones por el del insulto
cometido en la persona del embajador francés en Londres. Lo propio hizo
al día siguiente el Arzobispo de Embrún en la audiencia que mantuvo con
Felipe IV, y el 30 de ese mes, después de una larga discusión con Don
Luis, obtuvo la promesa de que se entregaría a Msr. Vouldy una carta
suspendiendo al Barón de Watteville, con la obligación de hacerla llegar al
Conde de Fuensaldaña o al Marqués de la Fuente para que uno de ellos se
la enviara al interesado, y otra carta dirigida a Luis XIV, que además
serviría de credencial al nuevo embajador español en París, notificándole
de que en la primera entrevista que tuviera con él le daría su “palabra” de
que en adelante los embajadores de España en Inglaterra se abstendrían,
463
SAMUEL PEPYS : Diarios, 2003, p. 82.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Bruselas, 11 enero 1662.El Marqués se vio obligado a permanecer
en Bruselas hasta recibir permiso para entrar en Francia. Desde allí informa de la situación internacional y
advierte a Luis de Oyarguren del gran desorden y riesgo en que se hallan aquellos estados de Flandes por
la necesidad que padecen los soldados y los desordenes que, obligados por dicha necesidad, ejecutan.
Advirtiendo que escribe sin que Caracena lo sepa, dice que esas gentes están malcontentas y solicitan que
se les atienda más. Deja constancia de un problema: el descontento en Flandes, más con el Marqués de
Caracena que con el propio Rey, y sugiere que el Consejo de Estado no desatienda dicho problema.
464
177
como en el pasado, de participar en ceremonias públicas465. Más explícita
es la carta que Felipe IV remite al monarca francés en 29 de octubre. En
ella, tras lamentarse del incidente, le comunica que ha destituido al Barón
de Watteville y que ha ordenado a todos sus embajadores y ministros, tanto
en Inglaterra como en otras cortes europeas donde puedan suscitarse ese
tipo de competencias por precedencias, que se abstengan de concurrir a las
funciones públicas a las que asistan embajadores del Rey Cristianísimo 466.
Simultáneamente Felipe IV refiere al Marqués de la Fuente sobre el suceso
de Londres y la conveniencia de que se disculpe en su nombre, pero en las
Instrucciones que acompañan a esta carta le advierte que no ponga nada por
escrito y que aguarde la orden de entrar en Francia467.
Ni la destitución del Barón de Watteville ni las disculpas de Felipe
IV contentan a Luis XIV que desea una reparación de más alcance.
Empieza entonces a madurar la idea e que las excusas del Marqués de la
Fuente deben ser públicas para así humillar a España y demostrar a todo el
mundo la hegemonía francesa. Y no sólo esto, pretende que el Rey de
España declare que la precedencia en las cortes de Europa corresponde a
los ministros de Francia, como así venía aceptándose, no sin disputa por los
españoles, en Roma, Venecia, Saboya y Polonia, extendiéndose tal
prerrogativa a las demás cortes en previsión de la celebración del la Dieta
del Imperio que estaba convocada para el 1 de octubre de 1662 y en la
confianza, por otra parte, de que el Marqués de Mancera468 no se atrevería a
reclamar la precedencia en esta asamblea, máxime cuando ésta sólo se
había observado desde el reinado de Fernando II y a causa de los lazos de
parentesco entre la Casa Imperial y España.
MOREL FATIO, A.: “Recueil des instructions aux ambassadeurs”, París 1894, p. 167.
BNM, Mss. 2839, fol. 303v, 29 oct. 1661.
467
AHN, Estado, lib. 136, pp. 78-85- 86, Madrid, 3 noviembre y 9 de diciembre 1661.
468
Antonio Sebastían de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, Embajador en Alemania 16611662.
465
466
178
Así pues, aprovechando la noticia de la muerte del príncipe Felipe
Próspero469, que llega a Fontainebleau el 9 de noviembre, Luis XIV envía a
Msr. de Nantia a Madrid con un doble objetivo: dar el pésame al monarca
español por la pérdida de su hijo y entregar una carta al Arzobispo de
Embrún. En ella hacía saber a su ministro que se conformaba con la
destitución del Barón de Watteville sin que fuera necesario que éste se
excusase de su comportamiento, pero también se extrañaba de que en las
cartas credenciales para admitir al Marqués de la Fuente no apareciese
indicación alguna de la declaración que éste debía hacerle en la primera
audiencia. Por ello le ordenaba que exigiera a Felipe IV una carta
explicativa o que autorizara una declaración escrita firmada por el nuevo
embajador español. Además le instaba a que negociase con España para
convencer Carlos II Estuardo de que revocase un reciente decreto
prohibiendo a los ministros extranjeros residentes en Londres enviar sus
carrozas a la entrada de los embajadores, pues tal medida privaba al
embajador francés de recuperar el rango que había perdido con el incidente
del 10 de octubre470.
Felipe IV, en la correspondencia que mantenía con su confidente y
amiga, Sor María de Agreda, confiaba en que poco a poco se disipara el
disgusto de Luis XIV por el incidente de Londres: “El disgusto entre los
embajadores en Londres fue cierto, y el Rey de Francia, como mozo
469
Felipe Próspero, hijo del rey Felipe IV y de la reina Mariana de Austria falleció el 1 de noviembre de
1661.
470
Jean Joubert, Seigneur de Nantia, enviado por Luis XIV a Madrid para dar el pésame a Felipe IV por
la muerte de su hijo, era escudero ordinario de la Reina y partió de París el 12 de noviembre de 1661.
Llegó a Madrid el 25 del mismo mes y dos días más tarde fue presentado al Rey Católico por el arzobispo
de Embrún. El 3 de diciembre tuvo una segunda audiencia en la que entregó a Felipe IV el retrato del
Delfín. El día 9, al ser despedido, recibió como regalo una banda de oro enriquecida de un gran número
de diamantes (valorada en 4.500 escudos). No fue autorizado a ver al joven príncipe Carlos, que en ese
momento contaba un mes de edad. El 25 de diciembre, M. De Nantia estaba de regreso en París. MOREL
FATIO, A.: “Recueil des Instructions aux ambassadeurs”, París, 1884, pp. 167, 208-209.
179
ardiente, se alteró más de lo que fuera razón: pero espero en Dios que nos
ajustaremos y que no pasará el disgusto adelante”471. Pero o poco conocía
a su sobrino y yerno o mucho confiaba en Dios, porque lo cierto es que las
relaciones entre ambas cortes se volvieron muy tensas en esos meses
aunque se guardaban las formas. Y así Luis XIV retrasaba la designación
de su enviado extraordinario para llevar a Felipe IV la noticia oficial del
nacimiento del Delfín y Felipe IV también demoraba la salida de un
embajador, Cristóbal de Gaviria, a París para participar el nacimiento del
príncipe Carlos –había nacido el 6 de noviembre de 1661-, a quien
finalmente se ordena partir el 12 de diciembre de ese mismo año con el
encargo, además, de felicitar al Rey Cristianísimo por el nacimiento de su
hijo, llegando a París el 18 de enero de 1662472.
Hasta el mes de abril de 1662 Luis XIV no decidió enviar a su
mayordomo Msr. Sanguin para que diera la enhorabuena a Felipe IV por el
nacimiento del príncipe Carlos, el cual parte de París el 17 de ese mes y
llega a Madrid el 11 de mayo, entrevistándose con el monarca el 19 de
mayo, previa visita al Arzobispo de Embrún, regresando a Francia en el
mes de junio473. Para entonces Luis XIV había recibido las excusas del
Marqués de la Fuente en relación con el incidente de Londres y no dudó en
demostrar públicamente su alegría por el nacimiento de un heredero a la
SECO SERRANO, Carlos: “Cartas de Sor María de Agreda y Felipe IV”, B.A.E. Tomo V, p. 175, 5
diciembre 1661.
472
Don Cristóbal de Gaviria, escudero mayor de Felipe IV, capitán de la Guardia española, introductor de
embajadores, caballero de la Orden de Santiago, había acompañado a Felipe IV en su viaje a San
Sebastián. Al día siguiente del nacimiento del infante Don Carlos, el 7 de noviembre de 1661, fue
designado para ir a anunciar al rey de Francia el feliz suceso, pero como las relaciones entre las dos
coronas se encontraban muy tensas por el incidente de Londres, hasta el 12 de diciembre no recibió la
orden de ponerse en viaje. MOREL FATIO, A.: Op. Cit., p. 502.
473
Jacques Sanguin, caballero, señor de Livry y de Genitoy, cuando llegó a Madrid el 11 de mayo de
1662, se alojó en casa de D. Agustín Espínola en donde se le servía, mañana y tarde una mesa de doce
cubiertos, pagado por el Rey, y una carroza y sirvientes permanecían a sus órdenes. Llegó acompañado de
su hijo, del Marqués Dangeau y de su sobrino M. De Pommereuil. Asistió con sus acompañantes a
corridas de toros, visitó El Escorial y Aranjuez y, en la audiencia de despedida recibió como regalo un
retrato del rey enriquecido de pedrería. Su hijo y sobrino también recibieron regalos. MOREL FATIO, A.:
Op. Cit., pp. 209-211.
471
180
corona española, por mucho que en su fuero interno lo lamentara porque
venía a dificultar sus ambiciosos proyectos a costa de la Monarquía de los
Habsburgo. No obstante, el nombramiento de ese embajador, a juicio del
Marqués de la Fuente, no estaba en consonancia con la misión
encomendada, pues, -son sus palabras-, “los mayordomos aquí ni son del
mismo porte ni tienen el mismo ejercicio que los mayordomos del Rey de
España”, aunque no duda en alabar las cualidades del emisario: “Sanguin
es un caballero muy honrado cuyo padre sirvió en el mismo puesto muchos
años, y ambos se muestran muy afectos474”. El Consejo de Estado manda
que se haga con él la misma demostración de agasajo que se hizo en París a
D. Cristóbal de Gaviria475.
3.1. La audiencia de las excusas
Las negociaciones entre España y Francia para establecer los
términos de la declaración que el Marqués de la Fuente debía hacer en la
audiencia de las excusas fueron largas y complejas por las exigencias de
Luis XIV, aunque finalmente ambas potencias conciertan un texto
satisfactorio para Francia y no demasiado lesivo para los intereses de
España, pues, como expone en un informe el Duque de San Lucar al
Consejo de Estado, “hay que dar esta satisfacción a los franceses, incluso
otras más perjudiciales para nosotros”476. Esto lo sabía muy bien el
monarca francés y así lo pone de relieve en sus Memorias: “Cada correo
mío llevaba órdenes más duras y más urgentes, y el Consejo de España,
viendo que el retraso empeoraba su posición, se apresuró a aceptar por sí
mismo las condiciones que yo deseaba”477.
474
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 9 Abril 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 13 Mayo 1662.
476
AGS, Estado, Francia, leg K 1644, Madrid, 7 Dic. 1661.
477
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 63.
475
181
El encargado de ajustar el documento con el arzobispo de Embrún
para que el Marqués de la Fuente pidiese excusas en París fue el Duque de
San Lucar. Cuando parecía que las negociaciones iban por buen camino y
se había llegado a un consenso con un documento que decía: El Rey mi
señor me ha mandado ponga en las reales manos de V.M. esta carta en
creencia mía de lo que representaré en su real nombre a V.M.
respondiendo a la que recibió de V.M. en Madrid por mano del arzobispo
de Embrún, su embajador, a los 29 de octubre del año pasado de 1661, su
fecha de Fontainebleau a 17 del mismo, sobre la cual me manda decir a
V.M. le ha pesado mucho el caso sucedido en Londres a los 10 del dicho
mes de octubre entre el Barón de Vatevilla embajador de S.M. Católica y el
Conde de Estrades embajador de V.M. Cristianísima cerca de la persona
del Rey de Inglaterra por la competencia del lugar que habían de llevar
sus coches en la entrada pública de un embajador extraordinario de Suecia
por el disgusto que V.M. ha recibido de este accidente el cual ha causado
al Rey mi señor la misma novedad que a V.M. le ha sucedido, y que así en
teniendo esta noticia ha mandado salir de Londres al Barón de Vateville
que venga a España revocándole del cargo que tenía para dar satisfacción
a V.M. y hacer con él las demostraciones que merecieren sus excesos. Y
juntamente me ha mandado asegure a V.M. de cómo ha enviado sus
órdenes a todos sus embajadores y ministros así en Inglaterra como en
todas las demás cortes y partes donde residen y residieren dichos ministros
y pueden ofrecerse semejantes dificultades en razón de competencia para
que se abstengan y no concurran con los embajadores y ministros de V.M.
en todas las funciones y ceremonias públicas a las cuales los ministros y
embajadores de V.M. asistieren, por lo que desea manifestar al mundo la
buena correspondencia que quiere pasen sus miembros con los de S.M.
Cristianísima
478
478
, el embajador francés en Madrid recibe instrucciones
AGS Estado, Francia, leg. K 1644 Madrid, 6 Enero 1662.
182
precisas de Luis XIV para modificar tres aspectos del texto consensuado
(los subrayados). El primero, de tipo aparentemente formal, venía a
sustituir la frase “el Barón de Watteville, embajador de S.M. Católica y el
Conde de Estrades, embajador de V.M. Cristianísima” por esta otra: “los
embajadores de Vuestras Majestades”, lo que sutilmente implicaba colocar
a las dos potencias en igualdad de precedencia; la segunda objeción
francesa al texto tenía más alcance: en el borrador acordado el Marqués de
la Fuente debía decir a Luis XIV cuando se entrevistase con él que el
monarca español le garantizaba que ese tipo de conflictos por precedencias
no se iba a repetir, pero en París se deseaba que esa promesa de Felipe IV
obligara también a sus sucesores, por lo que en el texto debía aparecer
explícitamente que dicha promesa la hacía “en su real nombre y de sus
sucesores”; el tercer punto de fricción era tan importante o más que el
segundo, ya que la diplomacia española quería hacer constar que el
compromiso del rey de evitar enfrentamientos diplomáticos con Francia por
cuestiones de precedencia estaba encaminado exclusivamente a mantener la
buena correspondencia entre potencias amigas (“Por lo que desea
manifestar al mundo la buena correspondencia que quiere pasen sus
ministros con los de V.M. Cristianísima”), mientras que Luis XIV
pretendía eliminar del texto esta frase a fin de evitar que en las cancillerías
europeas se pensara que las disculpas españolas por el incidente de Londres
eran una simple concesión de Madrid dirigida a allanar las relaciones entre
ambas monarquías, un acto de buena voluntad por parte de España y no una
imposición francesa. El duque de San Lucar, consciente de los peligros que
entrañaba admitir los dos últimos puntos a los que nos hemos referido,
procuró por todos los medios evitarlos. En un informe para Felipe IV, dice
que durante cuatro horas mantuvo con el embajador francés “porfiadísimos
debates” ya que éste insistía con fuerza para conseguir las tres exigencias
citadas. Finalmente San Lucar y el arzobispo de Embrún acordaron no
183
incluir la cláusula que obligaba a los descendientes y suprimir la que hacía
referencia a la buena correspondencia aunque no firmaron ningún papel479.
No sólo el texto de la declaración se ajustó bastante, aunque no en
todo, a las demandas de Luis XIV, sino que también se acomodaron a su
gusto las condiciones en que debía celebrarse la audiencia de las excusas.
Desde el primer momento Luis XIV deseaba que la entrevista fuese
pública, con asistencia del Nuncio y del embajador de Venecia, y así parece
divulgarse, puesto que el Marqués de la Fuente, en su correspondencia con
el Secretario de Estado, Gregorio de Tapia480, se muestra muy interesado en
conocer cómo ha de comportarse en la audiencia con el monarca francés y
si debe o no hablar en presencia de otros embajadores, porque se imagina,
con notable perspicacia, que eso es importante para los franceses, pues “la
vanidad de aquella corte se paga mucho de las apariencias y así hará gran
capital de los discursos que ocasionará el medir la satisfacción por los
testigos”481. En España también se temía que esto ocurriera, pero se
confiaba en la experiencia del Marqués de la Fuente para eludir este
escollo, como así lo puso de manifiesto el Duque de San Lucar482. De
hecho el Consejo de Estado, en su reunión del 24 de enero de 1662,
acuerda decir al embajador que lea el documento con las correcciones
introducidas por Francia pero que “procure divertir diestramente y con
maña la concurrencia de los ministros a la audiencia de las excusas”483, en
un último y desesperado intento por evitar una humillación pública y
479
AGS, Estado, Francia, leg. 1644, Duque de San Lucar al Rey, Madrid, 6 enero 1662. AGS, Estado,
Francia, K 1644, Documento ajustado con el Arzobispo de Embrún, enero 1662. AGS, Estado, Francia,
K1644, Papel nuevamente ajustado para leer el Marqués de la Fuente, Madrid, 8 de enero de 1662.
480
Gregorio de Tapia era en ese momento Secretario de Estado del Norte. Había sido nombrado en 1660
para ocupar la vacante que dejó Oyarguren cuando éste fue llamado para la Secretaría de Estado de Italia.
ESCUDERO, J.A.: “Los Secretarios de Estado y de Despacho”, pp. 248-251 y 270-271. Madrid,
481
AGS, Estado, Francia, leg. K 1386, Bruselas 28 dic. 1661.
482
AGS, Estado, Francia, leg. 1644, Madrid, 6 de enero de 1662.
483
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 24 enero 1662.
184
reducirla al ámbito de lo privado. Lo que no se tenía en cuenta era la
habilidad del monarca francés para obtener sus propósitos.
No andaban descaminados ni los miembros del Consejo de Estado ni,
sobre todo, el Marqués de la Fuente suponiendo el beneficio que los
franceses aspiraban conseguir de este incidente, más bien unos y otro se
quedaban cortos, pues no sólo estaba en juego la vanidad de Luis XIV sino
la humillación de España, su secular enemiga, y la exaltación del poder de
Francia. Como reconoce el Rey Cristianísimo en sus Memorias: “Para no
retroceder ante los ojos de toda Europa era preciso que diera un paso
hacia delante, como lo hice, obteniendo nueva utilidad de la desgracia.
Fue mal asunto el tumulto de Londres; peor sería ahora que no hubiera
acaecido...Observé en aquella ocasión, como en otras mil, que las reglas
de la justicia y del honor conducen casi siempre a la utilidad”484.
Una vez consensuado el documento de las excusas, el Marqués de la
Fuente fue autorizado a entrar en París, donde fue recibido de forma
privada con honores y con muestras de afecto, según cuenta a Felipe IV485.
Sin embargo, su primera audiencia pública, la de las excusas por el
incidente de Londres, celebrada el 24 de marzo de 1662, discurrió por otros
cauces, pues si aparentemente fue amistosa, con aplausos y cortesías al
embajador, el lugar elegido, El Grand Cabinet du Roi en el Louvre,
inaugurado para la ocasión, la impresionante recepción organizada, la
teatralidad del acto en sí mismo ante la Corte en pleno, como luego se
reflejó en uno de los colosales tapices con los que se ensalzó L´Histoire du
u Roi486, preludiaban sus peores temores. Según el Marqués de la Fuente,
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 67-68.
La audiencia privada fue en febrero de 1662. Ver en el capítulo “La embajada” de este trabajo la
carta del Marqués que cuenta su llegada a París y el recibimiento que le hacen los reyes.
486
Los Gobelinos de L´Histoire du Roi fueron encargados por Colbert, sobre dibujos de Charles Le Brun,
en la Manufactura Real, de la que éste fue nombrado director. Hoy pertenecen a las Coleccions du
484
485
185
Luis XIV se hallaba entre su hermano el duque de Orléans a la derecha y el
Príncipe de Condé a su izquierda, seguidos, en graduación y
alternativamente, por el duque de Enguien, el Nuncio de su Santidad, los
embajadores de Venecia, Saboya, Suecia y Holanda, los representantes de
los príncipes y potentados de Italia (Florencia, Mantua, Módena y Parma),
así como los de Maguncia, Tréveris, Brademburgo, Palatinado, Innsbruck,
Neoburgo, Brunsvich, Landgrave, Hesse, Spira y Orange, y demás
personajes de la corte, entre los que se encontraba el canciller, la alta
nobleza y los principales consejeros del monarca487 formando un círculo
tan perfecto y tan perfectamente encadenado que el rey difícilmente podía
levantar el brazo para quitarse el sombrero. La incorporación del embajador
español se hizo con dificultad, hasta el punto de que a duras penas podía
descubrirse las veces que era justo, y la expectación fue tal que entre la
cabeza del rey y la de los príncipes se veían las de otros cortesanos, entre
las que cría vislumbrar las de Le Tellier y Brienne, que no deseaban
perderse ninguna de sus palabras.
Terminada la lectura del documento (Doc. nº3 ) la respuesta del
monarca, como se temía el Marqués de la Fuente, fue lacónica y
ceremonial (“siempre estimaría los actos de buena correspondencia y
amistad que profesaba y profesaría”488), pero una vez que éste se retiró,
Luis XIV no perdió la ocasión de manifestar ante tan distinguido auditorio
lo que para él significaba esta audiencia y lo que debía significar para las
cortes europeas: “Vds.
han oído la declaración que el embajador de
Mobilier National, expuestas en parte en el Louvre, en Versalles y en Fontainebleau. El tapiz, que mide
5,05 x 9,93 fue fabricado entre 1673 y 1680. La inscripción reza: “audience donnée par le Roi Luis XIV à
l´Ambassaseur d´Espagne au nom du Roi son Maistre qu´a l´advenir les Ambassadeurs d´Espagne n´en
irons plus en concurrence avec les Ambassadeurs de France”. Luis XIV mandó acuñar además una
moneda conmemorativa. OCHOA BRUN, M.A.: “El incidente diplomático hispano-francés de 1661”,
Publicado en el “Boletín de la Real Academia de la Historia” Tomo CCI. Cuaderno I. Pág. 119.
487
RAH, Col. Salazar y Castro, L-66, Folleto 30. RAH, Col. Salazar y Castro, 9/796 (30), De 24 de
Marzo de 1662.
488
AGS, Estado, Francia, K1386, Madrid, 12 Abril, 1662.
186
España ha pronunciado, les pido que escriban a sus amos, con el fin de
que sepan que el Rey Católico ha dado orden a todos sus embajadores de
ceder el rango a los míos en todas las ocasiones”489.
Su declaración, sin embargo, distaba mucho de ser cierta, pues
tergiversaba sin pudor las palabras del diplomático español, ya que Felipe
IV lo único que admitía era que sus ministros no concurrieran en aquellos
actos a los que asistieran los representantes de Francia, lo que no implicaba
reconocimiento explícito de cesión de la precedencia española por parte de
Madrid, aparte de que la aplicación de esta declaración sólo se entendía en
aquellas cortes en las que no estuviera asentada la precedencia de España.
En la práctica, sin embargo, las excusas dadas por Madrid a Luis XIV por
el incidente de Londres suponían un triunfo diplomático para Francia,
puesto que la ausencia de embajadores españoles en las ceremonias
cortesanas de los otros potentados venía a menoscabar el prestigio de la
Monarquía Hispánica. En este sentido, el monarca francés podía jactarse de
su triunfo: “Este éxito puede calificarse de afortunado, porque obtuve lo
que mis predecesores ni siquiera esperaron, obligando a los españoles no
sólo a no entablar competencia, sino a declararlo solemnemente y en un
acto idéntico al que se resistían”490.
3.2. Consecuencias del incidente de Londres
A pesar de las satisfacciones dadas por Madrid, Luis XIV no logró
olvidar fácilmente la humillación recibida en Londres, hasta el punto de
impedir el paso por Francia del Barón de Watteville, causante del incidente
de Londres, en su regreso a España. De hecho, las diligencias del Marqués
de la Fuente para facilitarle el tránsito fueron inútiles, incluso apelando a
489
490
MOREL FATIO, A. Op. cit. p. 169.
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 65.
187
consideraciones humanitarias –el ex embajador español sufría fuertes
mareos si viajaba en barco-, puesto que Lionne no estaba dispuesto a
expedir el oportuno pasaporte, aunque sí a hacer como que no se enteraba
del viaje de Watteville por Francia, ya que si accedía a las peticiones
españolas ello significaba que Luis XIV se daba por satisfecho con el cese
del embajador cuando no era así491, por lo que Madrid, para evitar nuevas
provocaciones, y seguramente las hubiera habido de aceptar que Watteville
regresara a España sin pasaporte, resuelve que su ex embajador se exponga
a las incomodidades de la navegación que a nuevos desaires492.
Por otra parte, el Marqués de la Fuente, en su calidad de
representante de Felipe IV ante la familia real francesa, debe afrontar
ciertos desplantes por algunos de sus miembros, en particular por el
hermano de Luis XIV el duque de Orleáns, quien le recibe, a su juicio, sin
el tratamiento y protocolo requerido493. Por este motivo, con ocasión de
haber sido invitado a la celebración realizada por Luis XIV por el
nacimiento del futuro Carlos II de España, que tuvo lugar el 23 de abril de
1662 con un Te Deum Laudamus en la capilla de Palacio, va exigir al
conductor de embajadores que se respete su precedencia respecto a otros
miembros de la familia real francesa y altos dignatarios de la corte, a
excepción del duque de Orleáns, lo que así se ejecutó, pues, estando el
sitial de los reyes frente al altar, le asignaron un sitio de honor en la parte
de la epístola, con una silla de mayordomo y una almohada para
arrodillarse, siendo además agasajado con toda cordialidad por el monarca,
491
AGS, Estado, Francia, K1386, París, 7 Mayo, 1662.
AGS, Estado, Francia, K1386, Madrid, 20 junio, 1662.
493
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Marzo, 1662. El Marqués de la Fuente describe la ceremonia:
“asistieron Sus Majestades con mucha gala y el Delfín sólo con la joya que V.M. le envió, y si bien le
rompieron el sueño para que acompañase a sus padres, estuvo tan apacible como si supiese a lo que asistía
y muy entretenido con la música, y sin encarecimiento puedo decir a V.M. que no se puede ser más linda
criatura”.
492
188
acaso por tratarse de una ceremonia familiar e íntima, sin la presencia de
otros embajadores494.
Sin embargo, su gran preocupación, en cuanto al protocolo se refiere,
va a centrarse en estos meses en la posición de los diplomáticos españoles
en Viena en el caso de que concurriesen allí los embajadores franceses. Su
temor era que después de la audiencia de las excusas, y siendo Francia el
árbitro de los príncipes electores del Rin, Luis XIV podría suscitar
controversias sobre la precedencia española en la corte del Emperador,
donde ésta se encontraba asentada desde antiguo por razones de
parentesco495. Y lo mismo se plantea en Madrid a la hora de designar
embajador para la Dieta de Ratisbona, convocada para octubre de 1662,
como ponen de evidencia las consultas del Consejo de Estado entre los
meses de abril y junio de ese año. Si en un primer momento el Consejo de
Estado propuso al conde de Peñaranda, a la sazón virrey de Nápoles, para
esta embajada, dada su dilatada experiencia diplomática –había sido
plenipotenciario en la conferencia de Westfalia en 1648 y había
representado a España en la Dieta de Francfurt de 1657496-, lo cierto es que
el candidato no parece muy dispuesto a aceptar el nombramiento, como así
lo pone de manifiesto en su correspondencia con Luis de Oyarguren:
primero por sus achaques y, luego porque, al no estar prevista la presencia
del Emperador en la Dieta, es presumible que sea escarnecido y
desautorizado de mil maneras por los franceses, sobre todo en lo que
respecta a la precedencia, motivo por el cual sugiere que no se envíe
ministro principal sino un diplomático de menor rango, proponiendo a Luis
494
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 29 abril 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, París, 25 de marzo 1662.
496
Ver biografía política del Conde de Peñaranda en “De Münster a los Pirineos: propuestas de paz del
representante español el Conde de Peñaranda”, de CARABIAS TORRES, A.M., pág. 299 y sig. en “LA
DECLINACIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA EN EL SIGLO XVII”, ARANDA PÉREZ, F.J.
(Coord..)
495
189
de Ponce, quien, a su juicio, defenderá muy bien los intereses de la
Monarquía497.
Aceptada la propuesta del Conde de Peñaranda por el Consejo de
Estado, se comunica a Luis de Ponce498 que, una vez que haya tomado
posesión de cargo de gobernador de Milán y establecida su familia, asista a
la Dieta de Ratisbona como Embajador Extraordinario, pero éste tampoco
desea el nombramiento. A este efecto plantea la escasez de medios que
padece para poder viajar con el decoro pertinente, sobre todo porque ya
tuvo dificultades para trasladarse a Milán desde Roma, donde se hallaba de
embajador ante la Santa Sede, pero lo que verdaderamente le preocupa es
su posición en la Dieta frente a la representación francesa, máxime cuando,
además de la ausencia del Emperador, se sabe que el duque de Bitri,
designado por Luis XIV para representarle en Ratisbona, hará todo lo
posible por imponer la precedencia de Francia. Sus palabras son harto
elocuentes al respecto:
“Señor, siempre que se compadeciese la decencia de V.M. en la
representación de su embajador y con el esplendor necesario que yo vaya
a pie y descalzo, y con una valija al hombro, no debe V.M. dudar de mi
obediencia y de mi amor, más es necesario asentar por infalible que me
hallo en estado de no poderlo hacer en la forma conveniente y que yo no
soy hombre que me tengo de vender pues conozco que valgo infinitamente
menos de lo que pide una acción tan pública, aunque todo será más fácil
que el riesgo evidente de concurrir con el embajador de Francia en la
497
AGS, Estado, Francia, K1644, Nápoles, 27 abril, 1662.
Luis Guzmán Ponce de León fue Embajador en la Santa Sede 1658-1662. En 1662 gobernador de
Milán. En 1665 fue Embajador en Génova. OCHOA BRUN, M.A.: “Historia de la Diplomacia
Española”. Reperetorio Diplomático. Apéndice 1. Madrid 2003.
498
190
presunción con que se halla aquella corona después de lo que ajustó el
arzobispo de Embrún en esa corte sobre el suceso de Inglaterra”499.
Y es que la orden dada por Felipe IV a sus embajadores de que no
concurrieran a los actos en los que estuviese prevista la asistencia de los
diplomáticos franceses, origina el desasosiego entre los representantes
españoles acreditados en las cortes europeas, quienes continuamente se ven
precisados a huir de situaciones embarazosas que todos los días se
presentan en visitas a iglesias o en las calles, dándose el caso de tener que
abandonar incluso la corte cuando llega algún embajador francés, como le
sucedió al propio Luis de Ponce que tuvo que ausentarse de Roma a la
llegada del duque de Crequi para evitar un conflicto de precedencia.
Los temores de Luis Ponce no eran infundados. A comienzos del mes
de mayo de 1662 el Marqués de la Fuente había comunicado a Madrid que
el duque de Betri, según informaciones recibidas de un sujeto que había
llegado a París procedente de Polonia, llevaba la orden de preceder en todas
las funciones al embajador de España, y que no encontraría oposición
alguna porque ya estaba ajustado con los príncipes imperiales 500. La
firmeza con que el Consejo de Estado responde al embajador español en
Francia, no deja lugar a dudas acerca de su posición en este espinoso
asunto cuando se trata del Imperio: “la precedencia está declarada en
499
Ponce recuerda en su carta lo que hizo Felipe II en el congreso de Vervins en 1598 para las paces que
se firmaron con Enrique IV en que los franceses, con excusas, se sentaron en lugar preferente. Aunque
reconoce la diferencia que hay entre un congreso de paces y una Dieta de intereses universales, donde han
de concurrir tan diferentes representantes, y también reconoce que los ministros apostólicos de aquel
tiempo se interponían a la quietud con mayor aplicación que los de este siglo, como se ajusta el ejemplo
en lo que entonces se procuró excusar y ahora se debe prevenir, no le parece fuera de camino recordar al
Rey el medio del que se valió su abuelo para excusar diferencias cuando menos las podía temer. Con
relación a los nombres que recomienda en su carta, Ponce pondera las cualidades del Conde Bartolomé
Ares, que es un experto en los cantones, y las de Casati cuya ocupación en Esguízaros y Grisones es casi
hereditaria pues también la tuvo su padre con mucho acierto y la ha continuado por muchos años con gran
inteligencia y buenos efectos. AGS, Estado, Francia, K1644, Milán, 22 y 23 de Mayo, 1662.
500
AGS, Estado, Francia, K1644, 7 mayo 1662.
191
Alemania a favor del embajador de España y es punto llano en el que no
puede haber controversia, ni motivarse de la orden que se le envió para
que se hablase al Rey Cristianísimo sobre el suceso de Londres, pues
aquella disposición y ajustamiento sólo miró a las partes en que no estaba
declarada y se pudiera disputar”. Por este motivo, el Consejo de Estado le
encarga que sobre este asunto “vaya fijo y no admita en ello discurso ni
plática”, debiendo ajustarse en todo a la orden que en su día se envió al
Marqués de Mancera, embajador español en Viena –y a este efecto se le
remite una copia de la citada orden-, en la que se le insta a mantener por
cualquier medio la precedencia de la Monarquía Católica en el Imperio501.
Ante la firmeza de Luis Ponce de León en negarse a aceptar la
embajada para la Dieta de Ratisbona, el Consejo de Estado, sin renunciar
por completo a su nombramiento en el supuesto de que el Emperador
asistiera al cónclave502, le solicita que proponga algunos nombres para
sustituirle, lo que así hace sugiriendo el de Francisco Casati503, embajador
de España en Suiza, por poseer grandes cualidades y estar perfectamente
capacitado para cumplir esa misión. No obstante, este candidato no es de la
entera satisfacción del Consejo de Estado, en parte, desde luego, porque la
misión es importante de cara a frenar las injerencias de Francia en los
asuntos de Alemania y, sobre todo, de hacer fracasar la liga del Rin, para lo
cual es necesario fortalecer los vínculos de amistad con el Emperador y los
príncipes alemanes. De ahí, pues, que en el Consejo de Estado, se aborde la
posibilidad de designar para la Dieta de Ratisbona al Marqués de la Fuente,
liberado ya de la misión de acompañar a Luis XIV en su jornada a Alsacia,
501
AGS, Estado, Francia, Leg. 1386, Madrid, 15 abril 1662. Antonio Sebastián de Toledo Molina y
Salazar, Marqués de Mancera, era embajador extraordinario en Viena desde que el Marqués de la Fuente
abandonó dicha embajada para asistir en París.
502
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 26 Mayo, 1662.
503
Giovanni Francesco Casati fue residente en Suiza desde 1646 a 1667. OCHOA BRUN, M.A.: Historia
de la Diplomacia Española. Reertorio Diplomático. Apéndice I. Madrid 2003, p. 259.
192
por haber sido suspendida, como ya se ha visto, aunque ello suponga dejar
vacía temporalmente la embajada de París, a pesar de hallarse sumida en
graves problemas. La razón esgrimida para su nombramiento es que es un
hombre muy bien visto en Alemania, sabe tratar con los príncipes y
electores del Imperio, así como con los ministros del Emperador y goza de
su simpatía, puesto que intentó retenerlo cuando fue destinado a París. Pero
Felipe IV no está muy convencido de que esa propuesta sea la más idónea
para los intereses españoles y solicita que se le presenten argumentos de
peso para sacarlo de Francia504.
A los consejeros de Estado, apremiados por el monarca,
paradójicamente sólo se les ocurre argumentar a favor de la candidatura del
Marqués de la Fuente censurando su gestión en Francia: por un lado,
desaprueban que asistiera a la audiencia de las excusas en presencia de toda
la corte francesa sin haberlo consultado antes con Madrid, y ello a pesar de
que había sido advertido por Lionne de que sería así; por otra parte, le
reprochan que no actuara con más precaución y cautela en dicha audiencia,
ajustándose a las instrucciones recibidas, pues el Consejo teme que ello sea
motivo para nuevos conflictos de precedencia, aunque en la declaración
que hizo quedó claramente de manifiesto que los embajadores no
concurrirían “en los lugares en donde se puedan ofrecer dificultades
semejantes a las que hubo en Londres”, sin que esta medida pudiera
extenderse a aquellas cortes donde la precedencia española estuviese
declarada, asentada y practicada, como en Viena, por ejemplo. Semejante
acusación llevará a Felipe IV a ordenar al Consejo de Estado que
compruebe si el Marqués de la Fuente cambió las órdenes recibidas sobre
cómo actuar en la audiencia de las excusas y si su declaración se adaptó a
504
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 14 junio, 1662.
193
su contenido, para así emitir una resolución acerca de apartarlo o no de la
embajada de París505.
Mientras se decide si el Marqués de la Fuente va a Ratisbona, el
Arzobispo de Embrún, pide al del Duque de Medina una confirmación de la
precedencia de Francia en el Imperio porque el Rey Cristianísimo, según la
declaración que el Marqués de la Fuente hizo en París en la audiencia de
las excusas, entendía que la precedencia en la corte del Emperador pasaba a
Francia. Los consejeros de Estado proponen que no se responda al
arzobispo de Embrún, de momento, y temen que cuando el Rey
Cristianísimo se desengañe y conozca que España no ha cedido la
preferencia en el Imperio, el Marqués de la Fuente sea expulsado de la
corte, como le sucedió al conde de Fuensaldaña, ya que fue él quien dio
satisfacción por lo sucedido en Londres y fue el instrumento de engaño506.
Como los franceses siguen insistiendo en que, de acuerdo con la
declaración que hizo el Marqués de la Fuente en la audiencia de las
excusas, les corresponde la precedencia en el Imperio y solicitan de nuevo
una confirmación de la misma, los consejeros de Estado proponen remitir a
un letrado el documento que Felipe IV mandó leer al Marqués de la Fuente
en la audiencia de las excusas para que estudie las palabras en las que el rey
de Francia y sus ministros fundan que el rey de España concedió en todas
partes la precedencia porque piensan que en la audiencia de las excusas
España no renunció a la precedencia en todas las cortes como pretende
Francia. Los consejeros interpretan que en Roma y en Alemania está
expresamente declarada la precedencia de España como lo reconoció el
Duque de San Lucar cuando habló de esto con el embajador de Francia,
505
506
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 22 junio, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 29 de junio 1662.
194
coincidiendo su opinión con Don Cristobal Angelate y Don Jerónimo de
Eguía que estaban presentes en aquélla ocasión, a quienes por sus personas
y graduación se debe dar todo crédito. También parece conveniente al
Consejo que se envíe al Inquisidor General o a José González dicho
documento para que forme con toda brevedad una opinión y se remita al
embajador en Francia, porque sospecha el Consejo que Francia no actúa
rectamente en este asunto507.
Desde París, y también preocupado por la precedencia, el Marqués
de la Fuente escribe a Luis de Oyarguren explicando las razones por las que
juzga conveniente dilatar la respuesta a las instancias que hacen los
franceses sobre la declaración de precedencia en Alemania. Propone que el
rey Felipe IV escriba a la Reina Madre carta de propia mano, en términos
de mucha amistad, para excusarse de responder sobre la precedencia en el
Imperio de manera explícita porque no hay que ponerla en duda. El
Marqués propone también valerse del elector de Maguncia y de los demás
electores para desengañar a Luis XIV de que el Sr. Emperador no puede
negar a la cabeza de su casa la precedencia tan asentada. En la misma carta
el Marqués de la Fuente manifiesta su deseo de ir a Alemania508.
El Consejo de Estado sigue convencido de que la precedencia en el
Imperio corresponde a España porque no ha renunciado a ella y aunque
piensa que mantener la situación anterior debe salir del Emperador y no
debe pedirlo el embajador de España pues sería una flaqueza mendigar algo
que le es propio, y si se supiese que por parte de S.M. Felipe IV se hace
esta negociación, lo podrían aprovechar los franceses para sus designios,
sugiere que el confesor de la Reina, el Padre Nittard, introduzca este asunto
507
508
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 31 julio, 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 5 septiembre, 1662.
195
en Viena509. Los consejeros manifiestan: “siendo asunto de tanta
importancia, S.M. mande interponer todos los medios necesarios para
conseguir lo que se propone de manera que no se aventure el acierto ni se
entienda se hace ninguna diligencia por parte de S.M., pues en ese caso
tomarían motivo los franceses para seguir la inclinación que muestran a
inquietar el estado de la paz”. Como el Marqués de la Fuente estará en
breve en Alemania, el Consejo propone “que vigile para que no se yerre el
servicio de S.M., que se le encargue la negociación para que la dirija como
empeño propio del Sr. Emperador”. También parece al Consejo que el
Padre confesor de la Reina puede interponer oficios con el príncipe de
Porcia, por su cuenta, hablándole en Madrid, pues todas las diligencias son
necesarias en asunto de tanta importancia pero insiste en que no debe
intervenir el Rey. El Duque de Alba, consejero de Estado presente en la
reunión, declara que es obligación propia del Emperador tomar por su
cuenta la defensa de lo que está establecido en esta precedencia como
hicieron los emperadores sus ascendientes, y porque su casa debe mucho a
la corona de España, añadiendo que no sería justa paga el faltar a
correspondencia tan debida. El Duque de Alba cree conveniente que se
hable al Confesor pero no le parece oportuno que se encargue al Marqués
de la Fuente el negociado porque pretendiéndose el silencio no se puede
conseguir hablando el embajador de España con los electores y ministros
porque siendo tantos, no es posible el recato510.
Todos en Madrid dan por hecho que la precedencia en el Imperio
corresponde a España porque no ha renunciado a ella pero hay una
preocupación en los embajadores porque la postura del Imperio con
relación a España no está todavía clara. Por eso proponen acelerar la
509
510
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 16 septiembre 1662.
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 7 octubre 1662.
196
alianza con el Imperio y urgir para que el matrimonio de la Infanta
Margarita se lleve a cabo. El Marqués de la Fuente, el principal defensor de
la postura de acercamiento al Imperio, se despidió de París511 y partió hacia
Ratisbona pero no llegó a representar a España en la Dieta porque Felipe
IV necesitaba al Marqués en París cuando la tensión entre Francia y Roma
amenazaba con el rompimiento y a finales de octubre de 1662, cuando
todavía no había llegado a su destino, es llamado para que interrumpa su
viaje y vuelva a Francia, cosa que hace con poca diligencia, como hemos
visto512. Felipe IV será representado en la Dieta por el obispo de
Salzburgo513.
Puede sorprender que la embajada de España en Viena estuviese
vacante durante más tiempo del comprensible, desde 1662, año en que cesó
el duque de Mancera, hasta el nombramiento del Conde de Castellar en
1666 (precisamente parte de la época del embajador Pötting en Madrid).
Los achaques de salud del nombrado embajador Conde de Chinchón, que
no llegó a tomar posesión, y los temores suscitados por los previsibles
conflictos en la precedencia con el embajador francés, tuvieron la
representación diplomática sin titular y en manos de un simple encargado
de negocios, don Diego de Prado514 hasta 1666, fecha en la que vuelve a
plantearse la cuestión de la precedencia en el Imperio. En mayo de ese año
el Marqués de la Fuente advierte a Madrid que el Rey Cristianísimo ha
enviado despacho a Gramonville, que se encuentra en Viena, para
graduarse como embajador coincidiendo con la llegada del embajador de
511
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 26 de septiembre de 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Nancy, 15 noviembre 1662. En el capítulo de este trabajo llamado
La embajada se estudia el regreso del Marqués de la Fuente a París y las diversas excusas que alegó para
no cumplir la orden de regresar.
513
AHN, Estado, Leg. 2797, n° 10, 22 mayo 1663.
514
OCHOA BRUN, M.A.: “Diario del conde de Potting”. Estudio Preliminar, pp. XXIX.
512
197
España –el conde de Castelar-515 y teme que si el Emperador hace una
declaración a favor del ministro español, pueda pasarle a él como a
Fuensaldaña y le expulsen de Francia. Para evitarlo propone dos cosas: una
que quede en París un secretario suyo con los papeles de la embajada hasta
que su S.M. nombre embajador ordinario, y otra, que se le envíen las cartas
ordinarias para despedirse en el caso de que se produzca un desaire.
Prefiere lo primero, pues, siendo los franceses tan violentos, pueden
sorprenderle sin tener la licencia. El Consejo se lamenta de la gana con que
los franceses buscan el rompimiento, aunque en la corte de Viena no debe
haber ninguna duda en la precedencia sin contravenir a la declaración que
el Marqués de la Fuente hizo al Rey Cristianísimo cuando tuvo lugar el
incidente como el de Londres con Wateville. Considera el Consejo que
aunque el Marqués de la Fuente piensa que este punto es muy delicado y
“escabroso”, pues es verosímil que a los franceses no les faltará apoyo en
algunos ministros de la corte del Emperador para sus intereses, como
sucede en las de los príncipes de Alemania, habiendo declarado tantas
veces S.M. Cesárea que siempre mantendrá la precedencia el embajador
español, no se puede dudar que lo hará. Dicen los consejeros que se
participe al nuevo embajador, Don Baltasar de la Cueva, lo que escribe el
Marqués de la Fuente advirtiéndole que las instancias las debe hacer con el
Sr. Emperador sin pelearse con el embajador de Francia con el cual ha de
procurar portarse con toda cortesía y con el buen modo que se espera de su
maña y sagacidad, repitiéndole que en todo ha de recurrir siempre al Sr.
Emperador pues a él le toca cumplir lo que ha ofrecido sin que se pueda
poner en duda516.
515
En 1666 llega a Viena como embajador de España Don Baltasar de la Cueva Enríquez de Mendoza,
Conde de Castellar.
516
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 27 mayo, 1666.
198
El ejemplo de Francia será seguido por otras potencias. En efecto,
con ocasión de la primera audiencia del Legado de Su Santidad en París el
19 de julio de 1664, motivada para reparar el incidente sucedido en Roma
en el mes de agosto de 1662 con el embajador francés Duque de Crequi 517,
el embajador inglés pretende preceder al español, según informa el
Marqués de la Fuente a Madrid, que lo ha oído de la reina madre y de la
reina reinante de Francia. El Consejo dice que se debe encargar al Marqués
que se valga de cuantos medios decentes pueda para excusarse de concurrir
por los términos en que se hallan las cosas y lo que perjudicará al servicio
de S.M. cualquier disgusto que hubiera entre el embajador de España y de
Inglaterra518. Precisamente la audiencia del Legado pontificio en Francia
será aprovechada por Luis XIV para tratar de humillar, si bien muy
sutilmente, al embajador español, como refiere en su correspondencia a
Madrid en la que requiere, además, instrucciones precisas sobre cómo
comportarse en esa ocasión. La respuesta del Consejo de Estado fue muy
clara: debía agasajarle como correspondía a su rango “por lo que importa
tenerlo de nuestra parte”519.
No obstante, la entrevista que el Marqués de la Fuente tuvo poco
después con el introductor de embajadores, el Conde de Bunel, le
provocará una gran inquietud ya que éste le manifestó que el Rey Sol,
aunque no daba silla a los cardenales, en esta audiencia sí la concedería al
Legado, a lo que respondió que si esto sucedía él también permanecería
sentado, indicando de este modo que nadie en el mundo podía tener un
517
En el capítulo de este trabajo llamado Francia se enfrenta con Roma, pág. 206 estudiamos el
incidente sucedido entre el Duque de Crequi, embajador del Rey Cristianísimo en Roma y la guardia
corsa, incidente que Luis XIV aprovecha para demostrar su poder en Italia.
518
AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 19 junio 1664. El Consejo de Estado pone en consideración de
Felipe IV que el Concilio de Basilea, según asienta el arzobispo de Ambrún, dio la prelación a Castilla y
a Francia —ante Inglaterra— por haberse apartado de la fe católica Enrique VIII, siendo embajador de
España en aquella ocasión el conde de Luna.
519
AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 16 mayo 1664.
199
privilegio superior al que correspondía a su rango de representar a Felipe
IV. Y cuando el Conde de Bunel le mencionó la piedad de los fieles hacia
quien encarnaba la imagen del Pontífice, tampoco dudó en su respuesta: ni
la salvación de su alma dependía de un acto tan mortificante como el que le
insinuaba realizase, ni Felipe IV perdería con su negativa a doblegarse a los
deseos de Luis XIV el crédito de ser el monarca que más respetaba a la
Santa Sede520.
El asunto no volvió a plantearse quizás por entender el Rey
Cristianísimo las razones que el Marqués de la Fuente tenía para oponerse a
que el Legado Pontificio permaneciese sentado durante la audiencia
mientras él lo hiciera de pie: estaba en juego el decoro del Rey Católico.
Cosa muy distinta era que el embajador español se abstuviera de honrar
debidamente al representante del Santo Padre. Como notifica a Madrid
piensa honrarle en el viaje que va a realizar hasta Fontainebleau, y además
despachará a un gentilhombre cuando esté a dos o tres jornadas de París
para que le asista521, dando a su secretario instrucciones precisas para ello,
lo que será aprobado por el Consejo de Estado522. Este era también el deseo
de Felipe IV, según se lo hace saber en el mes de agosto de ese año al
Marqués de la Fuente: “no dudo de la atención y celo con que os portaréis
con el Legado de su Santidad, sin faltar al decoro debido como lo insinuáis
y se os ha encargado, de manera que conozca el deseo que yo y mis
ministros tenemos de su mayor satisfacción”523.
520
AGS, Estado, Francia, K1388, París, 15 junio 1664.
AGS, Estado, Francia, K1388, París, 15 junio 1664.
522
AGS, Estado, Francia, K1389, Madrid, 2 agosto 1664.
523
AGS, Estado, Francia, K1409, Madrid, 29 agosto 1664.
521
200
La controversia entre Francia y España por la precedencia no terminó
con la embajada del Marqués de la Fuente ni con el reinado de Carlos II,
duró hasta el Siglo de las Luces524.
Ver OCHOA BRUN, M.A.:”El incidente diplomático hispano-francés de 1661”, Boletín de la Real
Academia de la Historia”, Tomo CCI, Cuaderno I, pp. 149 y sig.
524
201
202
Capítulo IV
LA
DIPLOMACIA
FRANCESA
Y
EL
AISLAMIENTO
INTERNACIONAL DE ESPAÑA
El triunfo diplomático de Luis XIV al obligar a Felipe IV a pedir
excusas públicas por el incidente de Londres no sólo le permitía desbancar
a los embajadores españoles de su posición privilegiada en las cortes
europeas sino debilitar la imagen de la Monarquía Hispánica como
potencia a fin de aislarla del concierto internacional, y ello con un
propósito inmediato: impedir que formara alianzas en su intento por
recuperar el reino de Portugal, aunque, a la postre, la ofensiva diplomática
emprendida en esta dirección transcendería sus iniciales objetivos, ya que
el aislamiento de España favorecerá, años más tarde, en 1667, la invasión
de los Países Bajos.
En tres frentes principales se va a orientar esta política de
aislamiento: el primero y más importante es el holandés, sobre todo porque
desde la Paz de Müsnter de 1648 va a ser el único aliado con el que Madrid
podrá contar para el envío de tropas españolas desde los Países Bajos y
para la defensa de su marina mercante; el segundo va a ser Inglaterra, con
la que Francia ya se había concertado a finales de 1650 en su esfuerzo por
derrotar a España; el tercero se centrará en Viena, con el evidente propósito
de impedir las normales relaciones entre las dos ramas de los Habsburgo,
muy deterioradas desde la Paz de Westfalia. Finalmente, las gestiones
diplomáticas se dirigirán hacia los países del Báltico, incluso hacia Roma, a
la que dedicamos un capítulo por su indudable interés, más confesional que
203
político, dado que por entonces la Santa Sede apenas tiene capacidad
negociadora en las cancillerías europas.
4.1. El acercamiento de Francia a Holanda
El estudio de los papeles de la embajada de España en París a
principios de la década de los sesenta del siglo XVII nos muestra que la
política diplomática de Francia en esos años busca el acercamiento a
Holanda. Esta política obedece al deseo de Luis XIV de frenar la expansión
marítima de Inglaterra, al deseo de debilitar el comercio español y al interés
de que los que los Países Bajos del sur queden aislados porque tiene la
pretensión de anexionarlos525. España, en los mismos años, busca también
el acercamiento a Holanda y el motivo es, según M. Herrero Sánchez, la
buena amistad que existía entre ambos países ya que el conflicto naval
entre Holanda e Inglaterra y los cada vez más evidentes actos de
agresividad de los franceses contra la República habían ido apagando el
odio a los españoles que perduraba después de la firma de la paz en 1648 y
la imagen del otro había variado tanto en los españoles como en los
neerlandeses. También le interesa a España acercarse a Holanda para
proteger los Países Bajos del sur de la ambición francesa526.
Henri Kamen afirma que el acercamiento de España hacia los
antiguos rebeldes, las Provincias Unidas protestantes, es un acontecimiento
sorprendente en la política exterior española del siglo XVII. La causa de
este acercamiento, dice Kamen, fue la rebelión portuguesa. En noviembre
de 1657 se declaró la guerra entre Portugal y los holandeses provocada por
su continua rivalidad en las Indias Orientales y Occidentales,
Ver GONZÁLEZ ENCISO, A.: “El comercio de los europeos y el comercio español en el siglo XVII”,
en “Calderón de la Barca y la España del Barroco”, ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, J. y
BELENGUER, E.: (Coords), Tomo I, Madrid, 2001, pp.184 y sig.
526
Ver HERRERO SÁNCHEZ, M.:“Las Provincias Unidas y la Monarquía hispánica”. 1588-1702,
Madrid, 1999, p. 88 y sig. y del mismo autor “El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), 2000.
525
204
particularmente en Brasil. En 1661 firmaron la paz renunciando los
holandeses a sus reclamaciones en Brasil a cambio de ocho millones de
florines. Mientras duraron las hostilidades entre Holanda y Portugal,
España resultó directamente beneficiada: los holandeses colaboraron en el
transporte de tropas españolas desde Flandes e Italia hasta el frente
portugués y el famoso almirante holandés Ruyter dio cobertura a la flota de
Nueva España cuando corrían rumores sobre un inmediato ataque de los
ingleses. Este curioso cambio en las relaciones entre los dos antiguos
enemigos se mantuvo durante unos veinte años, aunque no faltaron
fluctuaciones en esa entente. Marcó una nueva era en las relaciones
europeas, y puede ser denominada con justicia como la “revolución
diplomática del siglo XVII”. Los holandeses aceptaron contratos para
construir navíos de guerra para España y durante la segunda guerra angloholandesa (1664-1667) las simpatías españolas hacia los holandeses fueron
evidentes. Aunque el entendimiento hispano-holandés se basaba en la
hostilidad hacia Portugal, se afianzó más adelante por una razón mucho
más sólida: la suerte de los Países Bajos del Sur. Es una ironía de la política
exterior española del siglo XVII el que en su primera mitad (hasta
Westfalia en 1648) estuviera ocupada por los esfuerzos en recuperar los
Países Bajos del norte, y el que, en su segunda mitad, que más o menos
coincide con el reinado de Carlos II, se dedicara a proteger y luego a
desprenderse de los Países Bajos del sur527. Stradling también estudia el
acercamiento de España a Holanda a partir del Tratado de Münster,
intensificado en los años 1659-60 y en la segunda guerra anglo-holandesa
(1665-67) y sostiene que Madrid, sintiéndose falta de potencia marítima, al
comprobar que Luis XIV continuaba secretamente ayudando a Portugal y
favoreciendo la alianza anglo-portuguesa se inclina a estrechar relaciones
KAMEN, H.: “España en la Europa de Luis XIV”, Historia de España. Ramón Menéndez Pidal, Tomo
XXVIII, pp. 212-213, Madrid 1993. Unidas.
527
205
con las Provincias Unidas528. Y J. Israel estudia las relaciones
moderadamente cordiales que se establecieron entre España y los Estados
Generales en 1661: la República obtuvo considerables ventajas
económicas, se estrecharon lazos económicos entre las dos naciones,
acordaron cooperación naval tanto en el Mediterráneo como en el
Atlántico, pero los Estados Generales se negaron a cualquier cooperación
militar terrestre. De Witt sintió una profunda preocupación durante la
década de 1660 por la suerte de los Países Bajos españoles y aunque estaba
convencido de que no se podía presentar amenaza más peligrosa para la
República que la conquista francesa de Flandes y Brabante, siempre se
mostró reacio a concluir cualquier tipo de pacto con España como medio de
prevenir esta eventualidad. A los políticos neerlandeses les interesaba el
mantenimiento de los Países Bajos españoles como un Estado tapón entre
la República y la expansionista Francia y también les interesaba mantener
los vínculos comerciales con España y su imperio porque eran de vital
importancia para la economía neerlandesa. Por otra parte, necesitaban
prevenirse de Inglaterra y evitar a toda costa verse envueltos en una guerra
contra Francia. Esto les llevó a negociar con Francia un tratado de liga529.
Los primeros pasos para entrar en la liga que ya negocia Francia con
Holanda los da el Conde de Fuensaldaña quien en octubre de 1661 escribe
a Madrid explicando que había participado a la Reina Madre el deseo de
España de ser incluida en la liga para que ella transmita ese deseo al Rey y
conocer así su sentir. El propio Luis XIV manifestó a Fuensaldaña que
miraría este asunto con interés y que le daría la respuesta, aunque creía que
la liga se podía retrasar. La misma impresión de que se podía demorar
tenían Le Tellier, Lionne y los embajadores de los Estados Generales a
528
529
STRADLING, R.: “Europa y el declive de la estructura imperial española”, 1580-1720”, p. 211-212.
ISRAEL, J.: “La república holandesa y el mundo hispánico 1606-1661”, Madrid, 1997, pp. 355 y sig.
206
quienes Fuensaldaña comunicó el oficio que había pasado con el Rey de
Francia. Como la salida de París de Fuensaldaña estaba próxima y el
Marqués de la Fuente esperaba en Bruselas el permiso para entrar en
Francia, el Consejo de Estado encarga que se informe al Marqués de la
Fuente para que continúe las negociaciones cuando se incorpore a la
embajada530.
Dada la importancia del asunto, el Consejo de Estado propone a D.
Esteban de Gamarra531 que negocie también con los Estados Generales la
inclusión de España en la liga ya que tiene mucha práctica y conocimiento
de aquel gobierno y de aquellos ministros. Sin embargo, los consejeros
consideran conveniente que Gamarra se excuse de pasar a Inglaterra532
donde por el momento es mejor que no vaya embajador de S.M. Católica
porque, estando al llegar la hermana del Duque de Braganza, podría tener
el embarazo de besarle la mano y tratarla como reina, situación que debe
prevenirse y apartarse por todos los caminos533, además de que podía ser
difícil para Gamarra el encuentro con el Conde de Estrades534 que volvía a
aquella corte, si quisiese, como podía recelarse, desquitarse del incidente
que tuvo con el Barón de Watteville. El Consejo insiste en que Gamarra,
530
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Fontainebleau, 15 octubre 1661. Fuensaldaña, que desde
principios de 1661 había solicitado ser relevado de su cargo debido a los numerosos gastos que le
ocasionaba, fue nombrado en septiembre gobernador de los Países Bajos en sustitución del marqués de
Caracena. No llegó a ocupar ese puesto pues murió en noviembre de 1661. El marqués de la Fuente había
sido nombrado embajador extraordinario de España en Francia en mayo pero todavía no había llegado a
París, su llegada se demorará a causa del incidente de Londres.
531
Don Esteban de Gamarra y Contreras ejerció como ministro embajador en Holanda desde 1654 a 1671.
Fue estimado en Madrid. Felipe IV lo hizo consejero de capa espada del Consejo de Flandes. Ver
OCHOA BRUN, M.A., Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, p. 32.
532
Llamado a Madrid Watteville tras el incidente, no había embajador de España en Londres.
533
La preocupación del Consejo de Estado era fundada. Cuando parecía que se habían tomado todas las
medidas para aislar a Portugal, Portugal buscó la alianza con Inglaterra acordando el matrimonio de
Catalina de Braganza con Carlos II. El tratado anglo-portugués se firmó en Lisboa el 23 de junio de 1661
y se ratificó en Londres un año después. Con esta alianza Portugal se veía reforzada para seguir su lucha
contra España, no abandonada a su suerte como había pretendido Felipe IV en la Paz de los Pirineos.
534
El conde de Estrades, embajador de Francia en Londres, fue protagonista con Watteville del incidente
de Londres de octubre de 1661.Si se encontraba en Londres con Esteban de Gamarra, de la misma
representación y grado, se podía plantear problema de precedencia.
207
debe proseguir desde la Haya las negociaciones que se le han
encomendado535.
La inclusión de España en la liga que negocia Francia con Holanda
se demora en exceso pues, desde octubre que escribió el Conde de
Fuensaldaña, el asunto no es tratado en el Consejo de Estado hasta finales
de enero. El motivo de la demora es la situación de la embajada de Francia:
el Conde de Fuensaldaña había muerto en noviembre y el Marqués de la
Fuente que tenía que sustituirle, espera en Bruselas instrucciones para
entrar en París hasta que se negocien las excusas por el incidente de
Londres. Aparte de con lentitud, el asunto se inicia con timidez, a través de
la Reina Madre, esperando Madrid que Francia dé el visto bueno para
iniciar las conversaciones.
Francia sin embargo, aprovecha el interés de España por entrar en la
liga para sacar provecho de la situación. En este sentido, el arzobispo de
Embrún, embajador francés en Madrid, en una entrevista mantenida con el
duque de Terranova536, plantea la necesidad de que las dos coronas
establezcan una alianza más firme, sobre todo por la posesión inglesa de
Tánger a raíz del matrimonio de Carlos II Estuardo con Catalina de
Braganza. Pero esta alianza, que sería ofensiva-defensiva, frente a los
enemigos de Francia y de España, resultaba difícil de aceptar, no sólo
porque podía obligar a Madrid a intervenir en conflictos no deseados, sino
porque Luis XIV, a través del arzobispo de Embrún, exigía que España
“entregase algunas plazas de resguardo a la corona de Francia”537.
535
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 29 enero 1662.
Don Diego de Aragón y Mendoza, IV duque de Terranova, era consejero de Estado desde 1659.
(Barrios, F.: “El Consejo de Estado de la Monarquía española. 1521-1812”, Madrid 1984, p. 381.
537
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 11 enero 1662.
536
208
El Marqués de la Fuente, al llegar a París, (recordemos que esperaba
en Bruselas a que se negociara la audiencia de las excusas), observa que la
liga que los franceses negocian con Holanda no avanza, que está “más
verde de lo que suponía”, ya que están pendientes de ajustar algunos puntos
referidos al comercio y a la pesca. En cuanto a la inclusión de España en
dicha liga advierte que en los capítulos que los mismos ministros franceses
dieron a los holandeses por minuta de lo que había de contener el tratado,
en el capítulo décimo se permite la incorporación de nuevos socios: “Los
otros Reyes, Repúblicas, Príncipes, y Estados de la cristiandad, y
principalmente aquellos que tienen intereses en el libre comercio de la mar
serán convidados por su dicha Majestad y por los dichos Estados
Generales a entrar en la presente confederación, en la cual serán
admitidos y recibidos con el consentimiento, y no en otra manera, de la
susodicha Majestad, de los dichos señores Estados Generales y de los
otros Reyes, Repúblicas y Príncipes que hubieren entrado después. Y
cuando estuvieren recibidos en la dicha confederación todos y cada uno de
ellos estarán obligados respectivamente y gozarán de las ventajas de este
presente tratado en todos y cada uno de los artículos que contiene, como si
hubiesen tratado y concluido esta confederación desde el principio de
ella”538.
Si los franceses ponen pegas para admitir aliados, a pesar de estar
contemplado en el Art. 10, los holandeses lo contemplan como
beneficioso539. El Marqués de la Fuente pretende aprovechar la disposición
favorable de Holanda a la pretensión de España de participar en la liga y
comunica a Madrid que puede ser un buen momento para insistir ante
538
AGS, Estado, Francia, leg. K 1386, Traducción del cap. 10 del Tratado de liga entre el Rey
Cristianísimo y Holanda enviado por el Marqués de la Fuente. París, 12 marzo 1662.
539
Esta información la recibe el marqués de la Fuente de don Esteban de Gamarra que sostiene que La
Haya vería con buenos ojos la inclusión de España en la liga. AGS, Estado, Francia, leg. 1386, París, 12
marzo 1662.
209
Holanda, ya que ésta recela del engrandecimiento de Francia con Lorena,
motivo por el cual el Consejo de Estado le insta a que continúe la
negociación y que así lo comunique a Don Esteban de Gamarra540.
Para salir del estancamiento en que se encuentra la cuestión, el
Marqués de la Fuente decide hablar con la Reina. Pretende que medie ante
Luis XIV para que España entre en la liga que Francia negocia con
Holanda pero únicamente obtiene buenas palabras. No satisfecho con esta
gestión, el Marqués pide audiencia para ver al Rey. El Secretario de Estado,
el conde de Brienne, a quien comunicó el asunto que deseaba tratar con el
Rey, le aseguró que Luis XIV estimaría mucho introducir a España en la
liga franco-holandesa, pero cuando el Marqués consiguió hablar con el
monarca, éste, sólo le dio promesas vagas y le dijo que la decisión final le
sería comunicada por medio Lionne541.
Tras varios días de espera el ministro dijo al Embajador que como la
liga franco-holandesa perseguía un objetivo concreto y España podía
aportar poco para conseguirlo, el Rey consideraba que no era conveniente
su entrada; dijo también que desconocía el artículo 10 del Tratado que
permitía la entrada de nuevos socios. Insatisfecho con la respuesta, el
Marqués trata de entrevistarse de nuevo con la Reina, pero sin éxito —sólo
recibe un billete diciéndole que no puede intervenir en esa negociación—,
para acudir finalmente a Le Tellier, quien después de algunos desplantes
decide recibirle. La conversación apenas difirió de la que tuvo con Lionne;
si cabe fue más explícita pues tras declarar que S.M. Cristianísisima no
faltaba ni a la estimación, ni a la amistad, ni a la buena correspondencia,
ni al amor que tiene a S. M. Católica, llegó a decirle que no podía
540
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 12 marzo 1662. AGS, Estado, Francia, leg. K1386,
Madrid, 11 de abril de 1662.
541
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 9 Abril 1662.
210
complacerle, ya que en la liga se admitirían únicamente a los ingleses por
la cuestión de la pesca, como exigían los holandeses, y que desconocía el
Art. 10 que permitía la entrada en la liga de los amigos de Francia.
El Marqués de la Fuente, no resignado ante esta negativa, vuelve a
visitar a Lionne para hacerle ver que no entiende la exclusión de España
cuando admitirla no añade más obligación al Rey de Francia que la que le
impone una paz jurada; le dice también que la coalición hecha sin el Rey de
España haría pensar a todos, y entrar en ella aseguraría a todos. Como
último recurso, el Marqués pide a Lionne que no se tome una decisión
antes de que pueda volver a hablar al propio Rey, a lo que éste accede
después de manifestarle que “sería mal hombre, mal francés y mal criado
de su amo quien no procurase en mucho aumentar la buena
correspondencia”. Pero la entrevista con el Rey no se produjo. El
conductor de embajadores comunicó al Marqués que Lionne le daría la
respuesta. La triste respuesta, y críptica, que Lionne comunicó al Marqués
de la Fuente, en español, haciendo hincapié en que debería ser transmitida
textualmente a Felipe IV, fue: “que al rey Cristianísimo le pesaba mucho
no poder hacer este gusto a S.M.; pero que había otra cosa que podía
hacer mucho mejor para manifestar lo que S.M. Cristianísima deseaba
estrecharse y unir sus intereses y que V.M. sabía que no quedaba por esta
parte el que no se hiciese esto otro que era mejor”.
El Marqués de la Fuente, perplejo después de esta entrevista, y
convencido de que le va a resultar imposible doblegar la voluntad de Luis
XIV y allanar las dificultades que se le oponen para que España se integre
en la liga, solicita a Madrid instrucciones más detalladas. Confiesa en su
carta que va a necesitar “mucha ayuda de Dios, tener el seso muy fijo en su
211
lugar, prepararme para muchas mortificaciones y para no tropezar en
muchos troncos que me pondrán a los pies”542.
El Consejo de Estado, informado de la respuesta de Lionne al
embajador español, sospecha que la no inclusión de España en la liga que
negocian los franceses con Holanda y la inclusión de Inglaterra por
exigencias del capítulo de pesca, puede ocasionar serios problemas a
España y a la seguridad de los Países Bajos. En cuanto a la insinuación de
Lionne de que había otra cosa mejor que se podía hacer, el Consejo no se
pronuncia543.
La liga franco-holandesa que se firma en 1662, año en el que la
República acuerda resolver sus diferencias coloniales con Portugal
poniendo fin a la lucha que arrastraba desde hacía unos veinte años, va a
suscitar en todas partes, incluidos los Países Bajos españoles, el temor a
una posible intervención francesa544. Felipe IV, consciente de que el
comportamiento de Luis XIV perjudica los intereses de España, a través del
Marqués de la Fuente formula una queja por no haber sido incluido en la
liga, pero Francia responde diciendo que el Rey Cristianísimo no sólo ha
rechazado la entrada de la corona de España en el tratado que ha firmado
con Holanda, sino también la de otros príncipes y estados a pesar de un
artículo expreso de dicho tratado que lo permite. Por otra parte, S.M.
Cristianísima piensa que, de la misma manera que España firmó en
Münster un tratado estrecho con las Provincias Unidas y después otro con
Francia en los Pirineos, Francia puede renovar su antigua alianza con las
Provincias Unidas sin tener necesidad de llamar al Rey Católico, tanto más
542
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 23 Abril 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 Mayo 1662.
544
STRADLING, R.A.: “Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720), 1992, p.
223.
543
212
cuando su inclusión en el tratado hubiese podido envolver a Francia en una
guerra que se creía entonces inminente entre España e Inglaterra.
La
respuesta a la queja de Felipe IV añade que es sorprendente que los
ministros del Rey Católico quieran controlar la dirección de otros estados
según los intereses solo de España y calificar de contravención a la Paz la
omisión de dicho Rey en un tratado puramente defensivo que se hace entre
otros dos estados545.
El estallido del segundo conflicto anglo-neerlandés en 1665 puso por
primera vez a prueba la estabilidad del tratado de 1662 entre Francia y las
Provincias Unidas. Lionne intentó aprovechar esta crítica coyuntura para
forzar a los Estados Generales a reconocer los derechos de María Teresa
sobre Brabante, a lo que la República se mostró reticente. Temiendo que
una nueva victoria inglesa pudiese acarrear la restauración de los Orange,
lo que supondría el desplazamiento de los sectores pro-franceses y un pacto
entre Londres y las Provincias Unidas, Francia empezó un doble juego:
mientras combatía a las tropas del obispo de Münster546 financiaba bajo
cuerda a Londres con el propósito de prolongar el conflicto. Esta maniobra
fue advertida por Esteban de Gamarra que así se lo comunicó a Felipe IV.
Aunque en enero de 1666 Luis XIV rompió hostilidades con Inglaterra, su
colaboración con Holanda no dejó de ser una formalidad pues le interesaba
aprovechar
el
conflicto
anglo-holandés
para
debilitar
a
ambos
contendientes y reforzar su programa mercantilista y, como Castel Rodrigo
545
AGS, Estado, Francia, leg. 1387, agosto 1663.
Cristóbal Bernardo, Barón de Galen, obispo de Münster, en 1661levantó una ciudadela para someter a
los revoltosos que se habían aliado con Holanda, se apoderó de Munster y abolió sus privilegios. En 1665,
aliado de Inglaterra, hizo la guerra a Holanda. En 1666 se vio obligado a aceptar una paz desfavorable por
mediación de Luis XIV.
546
213
advirtió a Felipe IV, conseguir que Inglaterra, estando ocupada, no pudiera
ayudar a Flandes en el caso de ser atacada547.
España, al contrario que Francia, trató por todos los medios a su
alcance de evitar entrar en el conflicto anglo-holandés, adoptando una
postura neutral como así le fue comunicado a Castel Rodrigo antes del
estallido del conflicto armado. Esta actitud política no respondía a una
elección voluntaria sino que era fruto de las propias limitaciones de la
Monarquía Hispánica, principalmente en el terreno naval. De este modo en
el Consejo de Estado se descarta el pacto con uno de los dos contendientes
temiendo que ello provocaría el ajuste del otro contendiente con París, aún
cuando se pensaba que mientras siguiese abierta la conflagración, la alianza
que París mantenía con La Haya podría lanzar a Londres a favor de la
Monarquía Hispánica548.
4.2. Las relaciones de Francia con Inglaterra
El
acercamiento
de
Francia
a
Inglaterra,
de
indeseables
consecuencias para España, se inició con motivo del matrimonio de Carlos
II Estuardo. Desde la restauración del monarca inglés en el trono, en 1660,
la cuestión de sus esponsales se convirtió en el principal asunto de política
internacional, ya que la alianza de Inglaterra con Portugal, que se
encontraba en guerra con España, era de enorme trascendencia para la
recuperación por Madrid del reino lusitano, lo que no pasó desapercibido
en París.
HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés”, 1648-1678, 2000, pp. 176179.
548
HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés 1648-1678), 2000, p. 341 y
sig.
547
214
En un primer momento Mazarino pretendió que el Rey de Inglaterra
casara con una sobrina suya549 pero, fracasado ese intento, se propusieron
otras novias para el Rey: la princesa de Parma (apoyada por el cardenal de
Retz y por España550), María de Orange y Catalina de Braganza. El
embajador español Watteville, interesado en impedir que Catalina de
Braganza fuera la elegida, difundió por Londres la idea de que el
proyectado enlace portugués podía llevar a Inglaterra a enfrentarse
militarmente con España, advirtiendo de que Carlos II Estuardo estaba
dispuesto a llevar ayuda militar a Portugal. Además propaló el rumor de
que Catalina de Braganza estaba enferma, era fea y estéril, y pretendió
convencer a los católicos de que se haría hereje leyendo libros protestantes.
Sin embargo, el efecto de esta campaña sobre la opinión pública fue
útil al embajador de Portugal en Londres, Francisco de Melo, que declaró
que cuando los ingleses viesen a los católicos hacer oposición a su
propuesta, comprenderían que era la mejor por ser la más anti-española. La
narración de los defectos personales de Catalina, que Lord Brsitol había
hecho a Carlos II, que temía cualquier complicación con España, le
desanimó al principio551, por lo que permitió que Lord Bristol negociara
con el duque de Parma. Apartado poco después el proyecto de Parma,
Watteville propuso el casamiento del Rey con María, hija del Príncipe de
Orange, que tenía el apoyo del Príncipe Mauricio de Nassau, embajador de
Brandebourg, pero Mazarino decidió entonces que, no queriendo Carlos II
549
Hortensia Mancini Mazarino, hija de Miguel Lorenzo Mancini y Jerónima Mazarino (hermana del
cardenal). Hortensia casó con Carlos Armando de la Porte, sobrino nieto de Richelieu. BAILLY, A.:
“Mazarino”, 1969, p. 214.
550
Felipe IV se ofreció a conceder una dote a la princesa de Parma, STRADLING, R., Felipe IV y el
gobierno España, 1621-1665, 1989, p. 420-421.
551
El argumento de que Catalina era fea caló tanto en el ánimo del Rey que decidió mandar un confidente
a Lisboa para comprobarlo. Para destruir esta acusación el marqués de Sande mandó a través de P. Rusell
un retrato de ella a Clarendon quien, poniéndose a contemplarla, abrazó al sacerdote y exclamó: “está
resuelta la cuestión, es más que bella, decidme si es parecida” Rusell a firmó que si la viera la encontraría
todavía más bella y el Rey o el duque de Hyork que vieran el retrato quedarían igualmente satisfechos.
215
tomar en consideración casarse con su sobrina, era de la opinión de que se
casase con la princesa de Portugal.
Despejado el camino, y con el apoyo de Francia, el 5 de febrero de
1661 Francisco de Melo y Torre desembarcó en Plymouth, con el título de
Embajador Extraordinario, trayendo el mandato de Alfonso VI de Portugal
de concluir el casamiento de su hermana. Llegó a Londres el día 13
recibiendo del Rey una llave particular con la que entró de noche en el
palacio por el jardín. El Embajador presentó al Rey una carta de la Reina
Regente552 con sus credenciales. El Rey preguntó al embajador si tenía
concluido el negocio y ante la respuesta afirmativa entró a preguntar sobre
particularidades. Leyó el embajador su Instrucción Pública y Carlos II
prometió darle respuesta553.
Pendientes de la respuesta definitiva del Rey, ingleses y portugueses
proseguían secretamente las negociaciones para el tratado matrimonial. Los
comisarios ingleses pedían ahora mucho más de lo que los portugueses
ofrecían: 1) la cesión de Bombay y que Tánger, por lo menos, les fuese
entregado antes del casamiento, temiendo que los portugueses perdieran
esta plaza o se arrepintieran de su promesa; 2) que la infanta no renunciase
a sus derechos al trono de Portugal, ni a su legítima; 3) que les fuesen
concedidas factorías en todas las colonias portuguesas, donde podrían
comerciar libremente; 4) que los ingleses no fueran obligados a pagar por
transporte de flotas a Brasil.
552
Doña Luisa de Gusmao, madre de Alfonso VI.
Pasados unos días pidieron al embajador portugués que devolviera la llave y comprobando éste que la
de Parma seguía en boca de todos y las grandes sumas que los españoles estaban gastando en sobornos,
temió que el Rey se volviera atrás en su decisión.
553
216
La cuestión de Tánger era difícil de resolver. Los ingleses tenían ya
su punto de vista sobre la materia, pero a Melo le repugnaba prometerles la
entrega antes del casamiento por miedo a que a última hora éste no se
realizase por cualquier accidente imprevisto. Si la plaza fuese perdida por
los portugueses antes de su cesión, prometían a Carlos II que ayudarían a
reconquistarla, pagando todos los gastos y ofreciendo en prenda la isla de
Santo Tomé. Esta promesa no satisfizo al Rey y dejó a Melo desesperado,
pero el 6 de mayo Carlos II convocó al Consejo de Estado para anunciar su
casamiento. Debía de estar muy bien guardado el secreto de la regia
resolución porque Watteville, el dia 8, dio una recepción en la que afirmó a
sus invitados que la causa portuguesa estaba perdida, pero teniendo noticia
del Consejo Extraordinario convocado para el día siguiente, se entrevistó
con el Rey por espacio de dos horas amenazándole con la guerra en el
supuesto de llevarse a efecto el casamiento o en el caso de que formalizase
una alianza con Portugal.
El Consejo de Estado extraordinario, reunido el 9 de mayo, aprobó el
matrimonio del Rey con Catalina de Braganza. La satisfacción de Melo fue
enorme y aprovechó la ocasión para pedir auxilio a Carlos II contra los
holandeses que amenazaban Goa, recibiendo la promesa de que ayudaría a
Portugal y añadiendo que los holandeses harían lo que él dijese porque
Francia estaba de su parte. Esta es la primera indicación del cambio que se
opera en la corte de Francia; Francisco de Melo ignoraba que la política
inglesa se decidió, en esta coyuntura, gracias a la intervención personal de
Luis XIV. El monarca francés envió un emisario secreto, Bastide de la
Croix, a expresar su pesar a Carlos II por el retraso del casamiento con D.
Catalina, añadiendo que él mismo, en tiempos, pensó en desposarla, lo que
no hizo por no desagradar a su madre; le decía también que ese casamiento
217
era el que más le convenía y le ofrecía 300.000 pistolas para los gastos de
las tropas que debería mandar a Portugal en conformidad con lo tratado.
El 14 de Mayo el Rey inglés escribió a Lisboa a la Reina Regente
informando de la declaración del Consejo y el 21 fue comunicado el
casamiento al Parlamento inglés, el cual, como los de Escocia e Irlanda,
recibió la noticia con entusiasmo y unánime aprobación.
Entre los comisarios ingleses y el embajador de Portugal quedaban
sin embargo pendientes algunas divergencias. Francisco de Melo reclamaba
que fuesen pagadas por el Rey las tropas que éste enviara a Portugal. Los
comisarios pusieron algunas dificultades para mantener una flota inglesa en
aguas portuguesas, a lo que Melo alegó que Portugal no podía subsistir sin
el comercio de mercaderías con sus dominios y que, si sus costas no
estaban defendidas de piratas, sufrirían más pérdidas por mar de lo que
causaría en tierra un ejército invasor. El Rey, atendiendo al artículo 16,
prometió enviar navíos para este fin y en cualquiera ocasión que Portugal
fuera atacada por sus enemigos, todas las naves inglesas que estuviesen en
Tánger o en el Mediterráneo saldrían en su socorro554.
Ultimadas todas las disposiciones para el casamiento de Carlos II fue
elegido el famoso almirante Eduardo de Montagu, Conde de Sandwich,
para la ocupación de Tánger y para escoltar a la Reina hasta Inglaterra en
calidad de Embajador Extraordinario. Salió con su escuadra el 13 de junio
y, tras una tentativa contra Argel, entró en el Tajo el 6 de septiembre
demorándose un mes para solucionar con Fanshaw555 las dificultades
PRESTAGE, E,: “As relacoes.... p. 157-165.
Sir Richard Fanshaw, tan aficionado a las cosas de Portugal que tradujo a Camoens con gran
perfección al inglés, fue enviado a Lisboa para preparar la visita del conde de Sandwich y vigilar que los
portugueses dieran cumplimiento a las condiciones preliminares al embarque de la reina, debiendo
554
555
218
relacionadas con la plaza de Tánger que los portugueses mantuvieron con
honra durante dos siglos y les costaba mucho entregar. Tomó posesión de
ella en enero, no obstante la resistencia de los habitantes y los esfuerzos de
los moros que, instigados por los españoles, querían tomar la ciudad. El 13
de mayo entró solemnemente en Lisboa donde tuvo que demorarse algunas
semanas porque la dote no estaba completa; debía ser pagada en monedas,
joyas, azúcar y otras mercaderías, pero como el tesoro no podía
completarla, entregó para la parte restante letras de cambio, lo que no
satisfacía las condiciones del contrato. La salida de la Infanta constituyó un
soberbio espectáculo. Las crónicas hablan de las fiestas que se celebraron y
de algo más importante: los portugueses pensaban que esa boda les iba a
ayudar a ganar la guerra contra España porque comenzarían a recibir
ayudas556. El 24 de mayo la escuadra llegó a Portsmouth, celebrándose el
matrimonio el 31 de mayo.
Francisco de Melo, desde entonces Marqués de Sande, recibió
credenciales para acompañar a la Reina a Inglaterra, donde sería Embajador
Extraordinario. Debía resolver varios asuntos pendientes: la ayuda militar y
naval que Inglaterra debía prestar a Portugal en virtud del tratado de
casamiento, ayudas que debía tratar de apresurar557.
La cesión que Portugal hace de Tánger a Carlos II, consuma el viejo
y acariciado sueño inglés de poseer una plaza en el estrecho de Gibraltar.
Para Felipe IV, el proceder de Lisboa, calificado de tiránico, implica un
conjunto de rasgos insospechados pues además de cuestionarse su dominio
acompañarla a Inglaterra. También recibió instrucciones para indagar las posibilidades de comercio entre
Inglaterra y las colonias portuguesas.
556
Las crónicas de la época nos hablan de “las fiestas que se celebraron en Lisboa con motivo del
casamiento de la serenísima Infanta de Portugal Catalina de Braganza con el serenísimo rey de Gran
Bretaña Carlos II”, Lisboa 1662, RAH caja 766 nº 1725 y los grabados de Dirk Stoep del Museo
Británico.
557
PRESTAGE, E.: “Relacoes.... pp.166-168.
219
en el Estrecho, se pone en peligro el monopolio del comercio con América
y la seguridad de las costas españolas. Por estos motivos, cuando el
Consejo de Estado tiene noticia fidedigna del acuerdo anglo-portugués,
establece una serie de medidas para garantizar la defensa del litoral
andaluz: aprestar la Armada, revisar las fortificaciones, especialmente de
Ceuta, Tarifa y Gibraltar, y alertar a la milicia y a la caballería de la
costa558.
El alejamiento de España que inició Carlos II una vez restituido en el
trono sorprendió a Madrid pues en vez de precipitarse en los brazos del Rey
Católico, su protector y aliado (como sería razonable pensar)559, buscó la
alianza con Portugal, que era una promesa de numerosos El Dorados
inmensos gracias a las recompensas y beneficios de su imperio colonial. El
profundo cinismo de esta acción redujo a Felipe IV, a pesar de su
experiencia de la realidad, a un estado de estupefacción560. Decepcionado,
escribe a Sor María de Agreda: “El casamiento del rey de Inglaterra se
tiene por cierto, aunque yo no lo he de creer hasta verlo efectuado, pues
fuera una acción indigna de tan gran Rey y grande ingratitud con quien ha
hecho por él lo que yo, y aunque él dice que no por eso ha de romper
conmigo, sino ha de continuar la buena amistad que hasta aquí, con todo
eso se tiene por dificultoso que dejemos de venir a rompimiento si el
matrimonio se efectúa; pero como la razón está de nuestra parte, espero en
Dios nos ha de ayudar; pedídselo así Sor María”561
SANCHEZ BELÉN, J.A.: “La presencia inglesa en le estrecho a finales del siglo XVII”. Pág. 34-35.
Ver CASTILLA SOTO, Josefina: “Las relaciones entre Felipe IV y Carlos II de Inglaterra durante el
protectorado de Cromwell (1656-1659), Espacio, Tiempo y Forma, Madrid 1989, pp. 111 y sig.
560
STRADLING, R.: “Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720”, 1992, p. 195.
561
SECO SERRANO, Carlos: “Cartas de Sor María de Agreda y de Felipe IV”, B.A.E. Tomo V, pp.
168, 26 julio, 1661.
558
559
220
Pocos días más tarde vuelve a escribir a Sor María: “El casamiento
del rey de Inglaterra no está aún efectuado, pero lo estará presto y temo
que no se ha de poder excusar el rompimiento; pero lo que me alienta es
ver que el novio es rebelde a Dios, y la novia a su Rey, con que podemos
esperar que Nuestro Señor los confunda y nos libre a nosotros del peligro
que nos amenaza”562. Reconociendo en otra carta: “El matrimonio de
Inglaterra se ejecutó. ¡Qué ingratamente ha procedido aquel Rey! Lo ha
sido pues yo sólo le asistí en sus adversidades, pero quien falta a Dios no
es mucho falte a las gentes”563.
El propio rey Felipe IV sospecha que tras las cosas de Inglaterra se
encuentra Francia, como escribe a Sor María: “Las cosas de Inglaterra
están en el mismo estado, pero yo temo que muy cerca ya de romper, y aún
juzgo que Francia no está muy lejos de ello”564.
El tratado con los Braganza comprometía a Inglaterra a prestar ayuda
militar a cambio de enormes contrapartidas, incentivos comerciales y
concesiones de territorio565. Desde ese momento el tráfico entre Londres,
Lisboa y Tánger pasaba a ser blanco legítimo de las represalias españolas.
Muchos barcos ingleses cayeron entre 1663 y 1664, y algunos se sirvieron
de banderas francesas para ir a Lisboa. En la batalla de Amexial participó
un regimiento de voluntarios ingleses —en su mayoría veteranos de
562
SECO SERRANO, Carlos: Op. Cit., p. 170, 24 agosto 1661.
SECO SERRANO, Carlos: Op. Cit., p. 180, 10 julio 1662.
564
SECO SERRANO, Carlos: Op. Cit., p. 181, 21 agosto 1662.
565
Según el contrato matrimonial Catalina aportaba Bombay y Tánger así como dos millones de cruzados.
Carlos debía suministrar 10.000 auxiliares ingleses a Portugal en su lucha contra España. Luis XIV, por
su parte, pagó 200.000 escudos a Carlos II y envió para dirigir la armada portuguesa al protestante
Shomberg: era una manera de ayudar indirectamente a Portugal ya que la ayuda directa estaba prohibida
por el tratado de los Pirineos. BELY, L.: “Les rélations internationales en Europe, XVII y XVIII siecles”,
1998, p. 215.
563
221
Cronwell llegados de la guarnición de Dunkerque— que luchaba en las
filas del ejército portugués566.
En efecto Francia, apoyando el matrimonio de Carlos II con la
princesa de Braganza, no sólo había conseguido que Portugal dispusiese en
adelante de la ayuda de Inglaterra para luchar contra España567, sino
también arbitrar una fórmula para enviar ella misma, a través de Inglaterra,
socorros a los rebeldes de Portugal, y debilitar así a España.
No contento Luis XIV con esta maniobra diplomática, procura
reforzar un acercamiento a Inglaterra concertando el matrimonio de su
hermano Felipe de Orléans con Enriqueta, hermana de Carlos II (marzo
1661)568 y negociando la compra de Dunkerque. En Madrid esta
negociación desagradaba profundamente ya que la plaza de Dunkerque en
posesión de Francia amenazaba muy directamente el tráfico marítimo entre
España y los Países Bajos. Informado de estos hechos el Consejo de Estado
por el Marqués de la Fuente, a quien se lo había comunicado la Reina
Madre de Francia convencida de que España preferiría que la plaza quedase
en poder de los franceses más que en manos de los ingleses, por ser éstos
herejes, asegurando, además, que en cuanto se terminara la negociación “se
pondría como conviene en materia de religión”, rápidamente propone que
se envíe dinero a Flandes y que se encargue al Marqués de Caracena que
ofrezca a Inglaterra la misma cantidad que diera el Rey de Francia, pero la
buena disposición de Inglaterra hacia Francia, constatada por el Marqués de
STRADLING, R.: “La armada de Flandes.. p. 301.
El cronista de “Las fiestas que se celebraron en Lisboa con motivo del casamiento de la serenísima
Infanta de Portugal Catalina de Braganza (ya Reina de la Gran Bretaña) con el serenísimo Rey de Gran
Bretaña, Carlos II”, insiste en que éstas ponían de manifiesto la utilidad del casamiento y la confianza de
Portugal para ganar la guerra por la ayuda que recibiría de Inglaterra y Francia. RAH, caja 766, n° 17125.
568
Enriqueta, hija tercera de Carlos I de Inglaterra y de su esposa Enriqueta María (1644-167), nació en
Exester durante la guerra civil. Casada con Felipe de Orléans, hermano de Luis XIV, fue muy popular en
París desde donde influyó en asuntos diplomáticos como el tratado de Dover. Dejó dos hijas: María Luisa,
que casó con Carlos II de España, y Ana María, esposa de Victor Amadeo de Saboya.
566
567
222
la Fuente, hasta el punto de que notifica a Felipe IV que el Rey inglés
estaba dispuesto a retirar la guarnición aún antes de recibir el dinero
estipulado, fiándose de la palabra del Rey de Francia de quien se
confesaba obligadísimo, concluye con el acuerdo de venta de la plaza a
Luis XIV. Y es que como escribe el Marqués de la Fuente “la fortuna
corre en la popa de esta corte y así despliegan todas las velas”569.
Luis XIV compra Dunkerque a Carlos II de Inglaterra en octubre de
1662 por la suma de 25 millones de libras, granjeándose la amistad, si no
del pueblo inglés, furioso por la cesión del puerto, sí la del Rey, ganado
para la causa de Francia por importantes subsidios secretos570. La ciudad
que había pasado a manos inglesas en 1658, quienes conseguían así una
avanzadilla en el continente después de más de un siglo de haber perdido el
puerto de Calais, llegó a ser un estorbo para los Estuardo: barcos ingleses
atacados
por
piratas,
conspiraciones
republicanas,
gastos
de
mantenimiento, etc. De este modo Clarendon, primer ministro de Carlos II,
inició negociaciones con Francia que terminaron con la venta del puerto a
Luis XIV. Al ser el primer territorio adquirido durante su reinado,
Dunkerque sirvió al Rey Sol como plataforma propagandística del prestigio
y la grandeza de su persona. Vauban fortificó la plaza empleando la mano
de obra de 30.000 hombres, lo que la convirtió en prototipo y pieza maestra
del programa pensado para sostener la grandeza militar de Luis XIV571.
569
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 de septiembre 1662, AGS, Estado Francia, leg. 1386,
París, 31 de octubre de 1662. El Marqués de la Fuente indica a Madrid que se pagarán dos millones al
contado y tres en dos plazos de dieciocho meses.
570
BENNASAR, M.B.: “Historia Moderna”, Madrid 1998, p. 624.
571
STRADLING, R.: “La Armada de Flandes. Política naval española y guerra europea, 1568-1668”,
Madrid, 1992, pp.195 y sig. Por el mismo tratado de octubre de 1662 en que Dunkerque fue vendida a
Francia por cinco millones de libras, Mardyck y los puestos que los ingleses ocupaban en la costa fueron
entregados a Francia. BELY, L.: “Les rélations internationales en Europe, siecles XVII-XVIII”, 1998, p.
215.
223
La operación de Dunkerque no gusta en Madrid. En verano de 1663,
el papel de quejas que recibe el Marqués y que hemos mencionado más
arriba, dice que la venta que Inglaterra ha hecho a Francia de esta plaza es
contraria a lo capitulado en la Paz. En primer lugar pone reparos a la forma
en la que el Rey de Francia ha comprado la plaza y recuerda que el mismo
Mazarino había ofrecido prestar a España ochocientos mil ducados para
que esta corona la recobrase,
debiendo además el Rey de Inglaterra
restituirla por haberla ocupado Cromwell faltando a la paz que se tenía con
España. Los franceses responden a este reparo diciendo que el ofrecimiento
hecho por el difunto cardenal Mazarino merecería agradecimientos más que
reproches y que el rechazo de los 800.000 ducados prueba que S.M.
Católica no había pensado en retraer Dunkerque, por lo que S.M.
Cristianísima pensó en ella para él mismo, no sin antes haber examinado la
materia y comprobar que no sólo no había ningún artículo en la Paz de los
Pirineos ni público ni secreto que le impidiera adquirirla, sino incluso que
S.M. Católica había hecho la paz con Inglaterra sin reclamar la restitución
de esa plaza, lo que indica una cesión tácita, tan clara, que si no había sido
formalmente expresada en el tratado no servía de nada decir que este
tratado no había sido más que una renovación de los antiguos. Renovar
tratados es hacerlos, y hacerlos sin hablar de Dunkerque es ceder la plaza y
abandonar toda pretensión.
En cuanto a la queja por los métodos que emplea el gobernador
francés en Dunkerque, más violentos que los que emplearon los ingleses
cuando la poseyeron, los franceses insisten en que los dos objetivos
principales que tenían para adquirir Dunkerque eran: primero la ventaja de
la religión católica y segundo la mayor seguridad y mejor correspondencia
con la corona de España. Son sabidas las órdenes que S.M. Cristianísima ha
dado sobre el primer punto desde que posee la plaza y, sobre el segundo los
224
ministros españoles no dejarán de reconocer que los estados del Rey
Católico en los Países Bajos han adquirido por este medio una seguridad
mayor que cuando Inglaterra tenía un puesto en ese mar que le permitía una
entrada fácil en Flandes para actuar allí y coger las armas según sus
intereses572. La respuesta es tan cerrada que Felipe IV se resigna a la nueva
situación y ordena a su embajador que no vuelva a hablar del papel de
quejas en el que se reprocha la compra del puerto y acepta la situación. La
realidad es que para España, la pérdida de Dunkerque fue un serio
contratiempo ya que había sido durante años el primer puerto del País Bajo
Católico y ahora daba a Francia (teniendo Calais) una peligrosa presencia
en el mar del Norte573.
También reprocha Felipe IV al Rey Cristianísimo que inste a
Inglaterra a enviar armas marítimas a infestar las Indias “mientras Francia
divierte las fuerzas de la casa de Austria en Europa”. Ante esta acusación,
París responde airado afirmando que no sabe que el Rey de Inglaterra esté
emprendiendo ataques a los territorios españoles en América, desmiente
que Luis XIV desee perjudicar a España y acusa a su vez a los ministros de
Felipe IV de escudarse en estas quejas para prevenir las que justamente les
puede hacer S.M. Cristianísima, sabedora de que Madrid pretende, no sólo
separar al rey de Inglaterra de la amistad del Rey de Francia, sino de
comprometerle contra esa corona574.
Pero el monarca francés sí que actúa contra los intereses de España.
En carta al Marqués de Caracena, el Marqués de la Fuente habla del
empeño de los franceses en aumentar el comercio con las Indias y la
572
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.
ECHEVARRIA BACIGALUPE, Miguel Angel: “Flandes y la monarquía hispánica, 1500-1713,
Madrid 1998, p. 377.
574
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.
573
225
creación de una nueva Compañía que se constituya en poco tiempo árbitro
de todo el comercio575. El Consejo de Estado pide al Marqués de la Fuente
que esté atento a esta materia576, piensa que Francia falta a la Paz aunque
actúe con dicha compañía fuera de Europa, y propone escribir a Don
Esteban de Gamarra para que con los holandeses procure impedir las
disposiciones de la Compañía del Rey Cristianísimo para pasar a las Indias,
y hagan lo que sea necesario para embarazarlas577; propone también que el
capítulo de la carta del Marqués de la Fuente que se refiere a la Compañía
de Indias se remita a la Junta que juzga estos asuntos para que informe a
S.M. de lo que convenga578.
Ante el avance de Francia y de Inglaterra en las Indias durante estos
años y ante los sucesivos conflictos armados que se desarrollaron en el
Caribe579, la Monarquía Hispánica eludió participar de manera activa.
También las Provincias Unidas temían el avance franco-británico en
América que se hace realidad en la década de 1660. Las Actas de
Navegación inglesas y la política de Colbert, con la creación en 1664 de la
Compañía de Indias Occidentales, terminaron por desencadenar una serie
de enfrentamientos armados en los que los neerlandeses saldrán muy
debilitados580.
En diciembre de 1664 el Marqués de la Fuente informa de que la
armada inglesa había apresado 20 navíos holandeses. El Marqués juzga que
575
El marqués de la Fuente para que Caracena caiga en cuenta de la importancia del asunto le dice que el
Rey ha escrito a todas las provincias y ofrece como cebo a los hombres de negocios un préstamo de tres
millones sin intereses que se hará cargo de las pérdidas que pudiera tener la compañía durante los
primeros seis años. AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 30 mayo 1664.
576
AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 15 junio 1664.
577
AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 22 junio 1664.
578
AGS, Estado, Francia, K1389, Madrid, 2 agosto, 1664.
579
Unos ingleses hicieron un horrible saqueo en Santo Tomé de Guayana, AGS, Estado, Francia, leg.
K1389, Amsterdam, 3 julio 1664, y Madrid, 2 de agosto de 1664.
580
HERRERO SANCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), 2000. p. 367.
226
los holandeses querrán considerar esta acción como un acto de hostilidad y
ataque de Inglaterra para que Francia no pueda encontrar salida ni excusa al
compromiso que adquirieron en el último tratado. Preocupado al Consejo
de Estado por estos acontecimientos que mostraban el enfrentamiento de
Inglaterra con Holanda y que iban a conducir al final del acercamiento de
Francia a Inglaterra, encarga se escriba al Marqués de la Fuente y al conde
de Molina581 para que informen desde París y Londres582.
La posibilidad de que las Provincias Unidas entraran en un nuevo
conflicto con Inglaterra fue una esperanza para España583 pero la
colaboración anti-inglesa entre Madrid y La Haya no fue una total alianza.
En marzo de 1665 se inicia la segunda guerra entre Inglaterra y Holanda584
y en septiembre muere Felipe IV. Luis XIV se plantea entonces si le
interesa entrar en guerra contra España “para perseguir los derechos que le
correspondían” al mismo tiempo que entraba en guerra contra Inglaterra
“en defensa de Holanda con la que ha firmado una liga”, o por el contrario
le interesa más luchar solo contra Inglaterra y esperar otros tiempos para
resolver la de España. El Rey de Inglaterra proporcionó a Luis XIV un
pretexto para que se desentendiera de la lucha recordándole que el Tratado
con los holandeses sólo le obligaba a ayudarles en el caso en que fueran
atacados, y que ahora no les debía socorro alguno puesto que habían sido
ellos los agresores, pero éste resolvió hacer la guerra por mar y tras poner
581
Antonio Francisco Mesía de Tobar y Paz, conde de Molina, era Embajador en Londres(1662-1664).
AGS, Estado, Francia, K1389, Madrid, 27 diciembre 1664.
583
En Madrid pensaban que si Luis XIV ayudaba a Holanda, su vecina y aliada, y entraba en guerra
contra Inglaterra no era probable que declarase la guerra a los Países Bajos. Este momento lo aprovechó
España para buscar una alianza con el Imperio, Suecia, Inglaterra y Portugal.
584
La declaración de guerra oficial fue proclamada el 4 de marzo de 1665. Las dos flotas eran
semejantes, siendo inferior la holandesa en materia de armamento. Jacques, el duque de York y Opdam
dirigen las operaciones, después Monck (duque de Albemarle), el príncipe Rupert y Ruyter. Francia y
Dinamarca acuden en ayuda de las Provincias lo que favorecerá la derrota inglesa. La peste bubónica de
1665 y el incendio de 1666 jugaron en contra de Londres. Ver BELY, L.: “Les relations internationales
en Europe, XVII y XVIII siecles”, 1998, p. 217.
582
227
al rey de Dinamarca de su parte declaró la guerra a Inglaterra comunicando
la noticia en primer lugar a la Reina Madre que se encontraba en Francia585.
En diciembre de 1665 el Marqués de la Fuente informa desde París
de que las buenas relaciones entre Francia e Inglaterra han terminado y que
el embajador inglés en Francia, que recibió el día 15 la orden de partir de
París, en su ausencia de despedida se comportó como un heraldo que
anuncia la guerra586. El 25 de enero el Rey Cristianísimo hizo decir a la
Reina madre de Inglaterra que, si bien con sentimiento suyo, era preciso
romper con el Rey su hijo. El día 26 se publicó en París la guerra,
suponiendo que a la misma hora la habrían declarado en Oxford.
La noticia del rompimiento entre Francia e Inglaterra causó gran
alborozo en Madrid. El Consejo de Estado consideró que se podían derivar
buenas consecuencias para la Monarquía Católica en un momento en que
tan amenazada estaba. Aunque piensan los consejeros que no por esto se ha
de interrumpir el cuidado de las prevenciones de defensa, sostienen que
este hecho importante dará algún tiempo más para ejecutar sus planes sin
tanto ahogo. Los consejeros añaden que la rotura entre franceses e ingleses
es efecto de la divina providencia; consideran dicha rotura como una señal
de que Dios quiere favorecer en la tutela de S.M. la minoría de edad del
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 111-112.
A.GS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 diciembre 1665. Cuenta el Marqués que el embajador
inglés tuvo su audiencia de despedida el día 26 de diciembre y en ella se comportó, más que como un
embajador que se despide, como heraldo que anuncia la guerra, pues, al número de nacionales que llevó
al aposento del rey, al modo de descubrirse, y al modo de hablar desentonado, añadió que un secretario
que le acompañaba leyese un papel muy largo en francés refiriendo todas las ocasiones de queja que tenía
su amo, dando fin con que tenía valor, medios y vasallos para tomar satisfacción de cualquiera que le
ofendiese. Quien refirió esta entrevista al embajador español, que se encontraba también en la sala,
explicó también el enfado que S.M. Christianísima mostró en su semblante, cosa que cualquiera que
conozca su espíritu lo creerá fácilmente, no respondió nada o nadie lo oyó. Al ser tan público este acto de
altivez, el Marqués de la Fuente piensa que podría hacer mudar la resolución de procurar la paz a
cualquier precio, para cuyo efecto tiene noticia de que estaban prestos dos millones de francos, con la
excusa de que son el pago de una deuda antigua, también había oído que ofrecían al canciller 500.000
francos. Toda esta información la envía al conde de Molina y a D. Esteban de Gamarra para su
conocimiento.
585
586
228
Rey y los justos planes de su católica corona y puede también influir en la
conclusión de la guerra de Portugal. Por ello, dicen, se deben dar muchas
gracias a Nuestro Señor interiormente587.
Y no les faltaba razón. En enero de 1666, en el mismo mes que
estalló la guerra entre Francia e Inglaterra llegó a Lisboa el embajador
inglés Fanshaw con ánimo de obtener del de Braganza que aceptara la
tregua de treinta años, pactada, en artículo secreto, como condición para
ratificar el tratado de comercio hispano-británico. Pocos días después llegó
también a Lisboa, el Marqués de San Román, agente de Luis XIV, con
instrucciones de éste para estorbar por todos los medios la conclusión de
las treguas proyectadas. Instrucciones que parten de un supuesto añejo
tópico de algunos libelistas de la Restauración: la comunidad de intereses
franco-lusitana. La gestión francesa logró que los portugueses rechazaran
las propuestas de Fanshawe relativas al ajuste de treguas. O paz formal con
reconocimiento, o prosecución de la guerra. En tanto, la diplomacia
francesa en Lisboa va doblada con una labor con análogas intenciones
cerca de la Corte de Madrid: el arzobispo de Embrún ofreció la mediación
francesa588.
La Instrucción que recibió San Roman pone de manifiesto la política
seguida por Francia para con Portugal en esa época; recuerda los esfuerzos
de Luis XIV a favor de Portugal desde la muerte de Mazarino, tanto en
materia de asistencia militar como financiera, así como en las
negociaciones para el casamiento de la Infanta Dª. Catalina y de D. Alfonso
VI. Como estaba en vigor el Tratado de los Pirineos, no podía ir San
Román a Lisboa revestido del carácter público de Embajador, pero llevaba
587
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 19 febrero 1666.
JOVER, J.M.: “Tres actitudes ante el Portugal restaurado”, HISPANIA, Madrid 1950, XXXVIII,
Tomo X, p. 123.
588
229
una credencial de Turena para Castelo Melhor con quien debería tratar
todos los asuntos concernientes a los intereses de ambos países. Debía
oponerse a cualquier propuesta de paz presentada por Castilla a Portugal, o
al menos procurar que Luis XIV interviniese como mediador589.
Disponemos de pruebas que demuestran que la actuación de Francia
fue insincera, solapada y desleal con España. A principios de 1666, el
arzobispo de Embrún visita al duque de San Lucar y, tras relatarle los
achaques que le aquejan debidos al clima de Madrid, le dijo que tenía orden
de su Rey para pedirle que diese cuenta a S.M. de que siéndole inexcusable
romper la guerra con el rey de Gran Bretaña, había mandado al Duque de
Beaufort que pasara la armada desde mar Mediterráneo en donde se
hallaba, al océano para juntarse con la de Holanda, y que siendo muy
posible que se encontrasen con la de Inglaterra y que la suya se viese
necesitada de tomar abrigo de los puertos de S.M., le suplicaba mandase
tales órdenes que no se dificultase en ellos el admitirla puesto que esta
instancia era conforme a lo capitulado en la Paz de los Pirineos. El Duque
de San Lucar, tras condolerse de su indisposición, le respondió que
trasladaría a S.M. lo que le decía, pero que le podía adelantar que S.M. ya
tenía dadas órdenes proporcionadas a lo que deseaba con lo que esta
instancia sólo serviría para que las órdenes se renovasen. El Embajador
francés añadió que el incidente sólo tenía de bueno el desvanecer las voces
de los enemigos de España y Francia que difundían que con el pretexto de
Flandes podía haber novedades, cuando lo único que se deseaba es
mantener la paz. El Duque de San Lucar respondió al arzobispo de Embrún
que era cierto, que había que hacer poco caso de esas voces y que no
dudaba que S.M. las había desestimado, particularmente considerando el
poco honor que podía hacer a su Rey intentar ninguna hostilidad en esta
589
PRESTAGE, E.: “As relacoes..., pp. 98-99.
230
ocasión, no teniendo causa ni pretexto para justificarla. S.M. no daría
motivos para ello sino que mantendría la paz religiosamente.
Después, el arzobispo de Embrún, no como ministro de su Rey, sino
a título personal, habló con el Duque de San Lucar de las noticias que había
oído de la liga que se estaba ajustando entre la corona de Inglaterra y la de
S.M. Católica. Lo sabía por los ministros de su Rey en Londres que le
habían comunicado que enviaban de allí a un gentilhombre a Madrid. El
arzobispo de Embrún dijo a San Lucar que si esto era cierto, temía que no
pudiese continuar la paz entre España y Francia, aunque se negociara sólo
una liga defensiva, por la facilidad con que se puede pasar a la liga
ofensiva. El Duque de San Lucar agradeció al embajador francés la
sinceridad con que le hablaba y, con la misma, le respondió que con
relación a la liga de que hablaba que se había concluido en Londres cuyo
despacho traía un gentilhombre a Madrid, le juraba que se hallaba sin la
menor noticia por lo que no podía responder a las circunstancias del asunto.
Únicamente le podía decir que S.M. no trataba de ninguna cosa que pudiera
perjudicar los intereses de Francia ni los artículos de paz firmados con
aquella corona. Lo demás pertenece más a la astrología que a razón de
estado, por ser pronósticos sobre hechos futuros que podían suceder, y
esperaba, no llegando a verificarse, que el tiempo aclararía que sin
fundamento se habían adelantado sospechas.
Esta respuesta no convenció al arzobispo de Embrún que volvió a
insistir sobre la liga, y el Duque de San Lucar, molesto, le recordó la forma
con que Francia cumplía lo capitulado en la paz referente a los socorros y
comercio de Portugal y la manera de obrar Luis XIV con los príncipes de
Europa. Le repitió que por parte de España no se haría nada en contra de la
paz ni en contra de Francia.
231
De esta conversación, el Duque de San Lucar sacó la conclusión de
que a Francia le molestaba que España se ajustase con Portugal, también
que los franceses temían el acercamiento de España a Inglaterra y que, con
el pretexto de romper con aquella corona, hacían preparativos para la
guerra para la que había que estar prevenidos. Así se lo dijo a la Reina590.
En junio cuando Sir Richard Fanshawe regresaba de Lisboa sin haber
conseguido firmar la tregua murió en Madrid. Doña Mariana de Austria
otorga poderes al padre Nithard, al Duque de Medina de las Torres y al
Conde de Peñaranda para ajustar con el nuevo embajador inglés Eduardo
Montagu, Conde de Sándwich, un tratado de unión y alianza con Inglaterra,
en el que se abordaría además una tregua con Portugal591.
En septiembre, los consejeros de Estado piensan que el rey
Cristianísimo no romperá con España, estando tan empeñado en la guerra
contra Inglaterra592 a favor de los holandeses, y siendo éstos tan
maltratados con los malos sucesos de su armada aunque reconocen que se
puede esperar de su mal ánimo que declare la guerra cuando menos se
piense, dada su desmedida ambición y sus vanos pretextos y derechos. Por
eso, dicen los consejeros que hay que procurar estar prevenidos y para
resguardar a la Monarquía hay que granjear amigos y alianzas valiéndose
de negociaciones cuando sea posible593. La propuesta del arzobispo de
590
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, Madrid, 3 enero 1666.
Poder que dio S.M. la Reina Regente a los Sres. Everardo Nithard, Duque de San Lucar y Conde de
Peñaranda para ajustar el Tratado con Inglaterra y para una tregua con Portugal por el tiempo que
pareciese, (debían ajustarlo con el Conde de Sándwich), 15 de junio 1666, AHN, Sec. Estado, Leg. 2797,
nº 24.
592
En opinión de Peñaranda el interés de la Monarquía radicaba en mantener vivo el conflicto entre
Inglaterra y las Provincias Unidas como la mejor manera de entorpecer los designios franceses sobre los
Países Bajos así como todo acuerdo de reparto o acantonamiento de los mismos entre París y La Haya.
HERRERO SÁNCHEZ: “El acercamiento hispano-neerlandés 1648-1678, 2000, p. 372.
593
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 30 septiembre 1666.
591
232
Embrún a Blasco de Loyola de continuar las negociaciones de liga con
España que ya habían iniciado en mayo594 desconcierta a los consejeros de
de Estado que tienen poca fe en la sinceridad de franceses595.
En tanto España negociaba con Inglaterra el fin de la guerra de
Portugal, Luis XIV se decidió a reclamar, por la fuerza de las armas, sus
teóricos derechos sobre Brabante y se produjo entonces una conmoción en
el cuadro de alianzas europeo: Inglaterra y las Provincias Unidas llegan a
un acuerdo de compromiso en Breda596 e inician conversaciones para evitar
un triunfo aplastante de Francia; la Monarquía Hispánica se veía con las
manos libres para ratificar el tratado con Inglaterra en 1667 y firmar una
paz definitiva con Portugal al año siguiente597.
4.3 Francia y el Imperio
La segunda mitad del siglo XVII fue un tiempo bajo en la intensidad
de las relaciones hispano-austriacas. La firma por el Emperador de la Paz
de Westfalia con Francia en 1648, mientras España continuaba la guerra,
dejó un sentimiento de amargo resquemor en los gobernantes españoles.
Para la rama Habsburgo de Viena algunas actuaciones de Felipe IV
tampoco fueron de su agrado, como el matrimonio de María Teresa, la hija
mayor del monarca español, con Luis XIV, anteponiendo los intereses de
estado a los vínculos familiares, pues Leopoldo I fue pospuesto al monarca
594
En el capítulo dedicado a Portugal estudiamos esta liga que propone Francia a España.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 30 octubre 1666.
596
La paz de Breda se firmó el 31 de julio 1667 y daba fin al segundo conflicto entre las Provincias
Unidas e Inglaterra. Aunque la marina británica se impuso en las principales batallas navales, los
neerlandeses obtuvieron importantes victorias pero aceptaron la paz, moderada, porque la intervención de
Luis XIV en los Países Bajos les inquietaba. Inglaterra conservó New York y New Jersey, mientras que
Surinam pasaba a las Provincias Unidas. Luis XIV se quedó con Acadia y la Guayana (francesa),
Inglaterra perdía sus establecimientos en Africa. BELY, L.: “Les rélations internationales en Europa,
XVII y XVIII siecles”, 1998, pp. 215-218.
597
HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), 2000, p. 372.
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 31 agosto 1667. En la reunión del Consejo de Estado del 31
de agosto de 1667, además de promover la liga con Inglaterra, se habla de hacer frente a la guerra
declarada por Luis XIV.
595
233
francés debiendo conformarse con la Infanta Margarita, su sobrina598. En
1662 el Conde de Peñaranda, con ocasión de ser propuesto embajador
extraordinario en la Dieta de Ratisbona que debía celebrarse por esas
fechas, se lamenta a Luis de Oyarguren de que España ha sido mal tratada
por el Imperio en diferentes ocasiones599. De este modo, durante los años
1660-1667 la relación entre las dos ramas de la Casa de Austria no
constituyó el apretado baluarte defensivo que hubiese sido necesario
“aquella harmonía deseada por Carlos V”, aunque persistió la cooperación
o, al menos, la idea de que la cooperación era obvia y precisa para el
mantenimiento de la dinastía y para servir de valladar contra las
pretensiones europeas de Luis XIV600. De hecho, el caudal de dinero
enviado a Viena, como a un pozo sin fondo, por las empobrecidas finanzas
españolas, constituyó un flujo permanente con que se atendía a las
peticiones insaciables de Leopoldo I por más que éste ni siquiera lo
agradeciese. En dicho período se produjeron algunos disgustos por motivos
de protocolo, a menudo a causa de la precedencia, —hemos visto el caso de
la Dieta—601, y lo que es aún más importante, el Imperio se inclinará de
manera cada vez más ostentosa hacia Francia, hasta el punto de que, como
advierte Luis Ponce de León “los franceses desean reanudar las buenas
relaciones con el Imperio después de haberlas excusado tantos años, y
quieren nombrar embajador ordinario en Viena que preceda al embajador
de España”602.
MOLAS RIBALTA, P.: “Historia de España. Ramón Menéndez Pidal”, XXVIII, Introducción,
Madrid 1993, p. 25.
599
En esta carta Peñaranda se lamenta del error que cometió en el pasado el Emperador Carlos al separar
los reinos de España de la dignidad imperial anteponiendo a Fernando I, su hermano, al príncipe Felipe,
su hijo, para rey de romanos, y de otros errores posteriores, manifestando que desde entonces España ha
sido maltratada por el Imperio en distintas ocasiones. AGS, Estado, Francia, Leg. K 1644, Nápoles, 27 de
abril de 1662.
600
OCHOA BRUN, M.A.: Estudio Preliminar de “Diario del conde Pötting, embajador del Sacro
Imperio en Madrid (1664-1674)”, de Miguel Nieto, Madrid, 1990, pp. XXVII-XXVIII.
601
En el capítulo La embajada pag. 33 de este trabajo estudiamos los problemas de precedencia que
plantea la Dieta de Ratisbona, y en El incidente de Londres, pag. 128 estudiamos las consecuencias del
Incidente de Londres en la precedencia en el Imperio.
602
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, 22 y 23 de mayo de 1662.
598
234
Fue el cardenal Mazarino, consciente de la importancia que tenía
para Francia mantener relaciones de amistad con el Imperio, el que en los
últimos años de su vida dejó preparado el camino de la amistad con el
Emperador. La paz de Wetsfalia había puesto fin a la guerra de los 30 años,
pero Mazarino, que había sido un enconado enemigo del emperador
Fernando III, no se resignaba a no intervenir en los asuntos del Imperio,
hasta el extremo de que pensó quitar a los Habsburgo del trono de dicho
Imperio y, si bien no logró ver aceptada la candidatura de Luis XIV para
aquel trono a la muerte del emperador Fernando, pues fue elegido el
príncipe Leopoldo, pudo el cardenal ver realizada la liga del Rhin en 1658
que aseguraba la intervención constante de Francia en los asuntos del
Imperio603.
Con la llegada al trono de Leopoldo I604 se inicia una etapa de buena
correspondencia entre el rey de Francia y el Emperador. En 1660 el
cardenal Mazarino quiere renovar la correspondencia entre ambas
majestades como así lo informa el Príncipe de Porcia, embajador del
Emperador, al Marqués de la Fuente, por entonces titular de la embajada de
España en Viena, a quien le pide que actúe como medianero, dado que la
buena correspondencia de estas dos potencias es justa y razonable, y
además importa a la cristiandad605.
El cambio de política de Mazarino se realiza después de la firma la
paz de los Pirineos con España, ya que no interesa a Francia la enemistad
Mazarino analizó bien la situación en 1659: “el Emperador no es nada si está aislado, y representa una
fuerza importante si tiene detrás de él a los príncipes del Imperio”. BELY, J. Y BERENGUER, J.: “La
guerre et la paix dans l´Europe du XVII siècle”, 1991, p. 191.
604
Leopoldo I, segundo hijo de Fernando III y de María Ana de Austria, obtuvo en 1655 la corona de
Hungría, en1658 la de Bohemia y desde 1657 fue Emperador de Alemania.
605
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, 4 Nov. 1660.
603
235
con el Emperador, y no interesa tampoco que España forme bloque con el
Imperio. En enero de 1661, el conde de Fuensaldaña escribe al Marqués de
la Fuente a Viena diciendo que el cardenal Mazarino le había mostrado la
buena correspondencia que se deseaba tener con el Sr. Emperador, como la
que se tenía y se quería conservar con el Rey de España, y que le había
mostrado también el deseo de que las tres casas permaneciesen unidas. El
cardenal le había transmitido que, “encontrándose en los últimos pasos de
su vida, y siendo muy difícil que pudiera recobrar la salud, su mayor gloria
al vivir o al morir, sería dejar a “estos señores” muy amigos”606. En
marzo de 1661 el conde de Fuensaldaña vuelve a escribir al Marqués de la
Fuente, todavía embajador en Viena, diciéndole que el cardenal le había
reiterado en la audiencia de despedida (Mazarino murió el 9 de marzo de
1661) “que se llevaría un gran consuelo de esta vida viendo estrechada la
amistad del Su Majestad Cesárea con su Rey”, “que era voluntad de Luis
XIV atender al Emperador y pasar muy buena correspondencia con él, y
que lo mismo habían hecho los ministros607”.
En las renovadas relaciones de Francia con el Imperio hubo algunos
roces iniciales, más por parte de Luis XIV que por parte del Emperador. El
monarca francés manifiesta su desagrado por la forma en que Leopoldo I le
ha comunicado su acceso al trono imperial y, sobre todo, considera que el
Emperador había contravenido la paz de Münster enviando tropas a
Flandes y a Italia. Estos malentendidos fueron aclarados por el Marqués de
la Fuente quien, en una entrevista con Lionne, le expone que las tropas
enviadas a Flandes no fueron reclutadas por el Emperador sino por el Rey
de España que las financió, y que la presencia de un ejército imperial en
606
607
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 14 Enero 1661.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 10 Marzo 1661.
236
Italia obedecía a la necesidad de poner fin a un conflicto entre feudatarios
del Imperio después de que fracasaran las amonestaciones608.
El Marqués de la Fuente desconfía de esta nueva política de buena
correspondencia entre el Emperador y Luis XIV y así lo escribe a Felipe IV
recién llegado a París. Considera conveniente prevenir las consecuencias
que se puedan derivar de esta nueva situación porque piensa que se puede
plantear el asunto de la precedencia si llegase el caso de concurrir
embajadores franceses en Viena, después de la declaración que él mismo
hizo en París en nombre del rey de España. El Marqués desconfía también
de Lionne debido a que, en la última entrevista que mantuvo con él, no
mencionó el asunto de la buena correspondencia con el Emperador y sin
embargo había enviado emisarios (el Nuncio y el embajador en Venecia)
para disponer su ánimo a favor de esta política de acercamiento. En efecto,
el embajador de Venecia visitó al Marqués de la Fuente y le dijo que
“habiendo estado con Lionne, le había confirmado éste que S.M.
Cristianísima y sus ministros iban confirmando cada hora la esperanza de
que el Marqués de la Fuente había de acertar a servir entre ambas coronas”.
Esta propuesta de mediador entre Francia y el Emperador para cumplir
intereses de Francia no la aceptó el Marqués, que respondió al embajador
de Venecia que sólo ejecutaría las instrucciones que recibiera de Madrid.
También el Nuncio visitó al Marqués de la Fuente y le dijo (después de
haber hablado con Lionne sobre el asunto de la correspondencia), que la
amistad con Francia facilitaría los socorros que necesitara el Emperador y
que no lograr esa buena correspondencia retrasaría todo. Llegó a calificar el
asunto de la amistad entre Francia y Alemania como algo “bueno para la
cristiandad”. El Nuncio pedía al Marqués que aplicara su experiencia, el
conocimiento del estado de las cosas y el crédito que tenía en la corte de
608
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 Marzo 1662.
237
Viena para facilitar las cosas. Para convencer a Felipe IV de que no interesa
a España la amistad entre Francia y el Emperador, el Marqués de la Fuente
escribe: “ni el propio Emperador ni V.M. pueden sacar ninguna
conveniencia de la violenta amistad que hoy se procura, si, lo que Dios no
permita, llegase un nuevo rompimiento con esta corona estando ajustada
con el Emperador. No bastaría ni lo que ama ni respeta a V.M. ni los
vínculos de sangre, ni todas las consideraciones de lo que importa para la
conservación de la augustísima casa correr unida para que V.M. dejase de
experimentar tibiezas, y V.M. crea a quien ha estado 10 años en Alemania
y a quien en los últimos 24 que ando fuera, ha reconocido bastante los
intereses, los fines y la fineza de los príncipes aún más obligados609.
El Marqués de la Fuente comunica a Madrid que Francia envía
200.000 escudos de ayuda al Emperador con la excusa es que el cardenal
Mazarino los dejó destinados por la gran falta que le harían para el empeño
de la guerra contra el turco. Tras preguntar a Lionne sobre este asunto,
manifestando su queja por esta ayuda, el Marqués se entera de que la
cantidad de dinero se encuentra ya en Lyon, y de otros pormenores que
llevan los franceses con sigilo610. Para compensar el acercamiento de
Francia al Emperador, el Consejo de Estado cree conveniente tener
satisfechos al príncipe Mauricio y al Barón de Severin ministros del elector
de Brandebuorg, y recuerda a Felipe IV que se les envíen letras de 10.000
escudos a través de Sebastián de Ucedo. Al primero 6.000 a cuenta de
12.000 que tiene de pensión al año, y al segundo 4.000611.
Un signo de que el acercamiento de Francia al Imperio empieza a
preocupar a Madrid es que, estando convocada la Dieta de Ratisbona, se
609
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 25 Marzo 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 Abril 1662.
611
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 28 de noviembre 1662.
610
238
nombre al Marqués de la Fuente, gran conocedor de los asuntos del
Imperio, para representar a España en dicha Dieta y se le envíen
instrucciones precisas de que debe ayudar al servicio del Emperador. Felipe
IV reconoce que “la Liga que hecho el Rey Cristianísimo con los príncipes
del Rhin puede ocasionar inconvenientes a mi servicio y pueden también
cercenar la autoridad del Emperador”, por ello pide a su Embajador
“proceder con templanza para no ofender a unos ni a otros” 612. Sin
embargo, cuando acaba de salir de Francia y todavía no ha llegado a su
destino, debido a los graves problemas planteados en la embajada de París Francia amenaza con declarar la guerra a Roma-, el Embajador recibe
instrucciones urgentes para regresar613. De vuelta a París, el Marqués
insiste en los peligros de la política de acercamiento al Imperio que
practican los franceses y propone otra vez a Madrid que sea España la que
busque una alianza efectiva con el Imperio recordando que hay que tener
asistido al Emperador614.
Ante la estrategia de Luis XIV para aislar a España, percatados tanto
el Marqués de la Fuente en París como el Consejo de Estado en Madrid de
la necesidad de que España tenga asegurada la alianza con el Emperador, se
piensa, siguiendo la política de la casa de Austria de sellar con matrimonios
los intereses diplomáticos, en una buena solución: el matrimonio de la
infanta Margarita con el emperador Leopoldo. Pero esta solución se dilata
en el tiempo por distintas circunstancias. En primer lugar, desde 1660, la
embajada del Imperio en Madrid estaba vacante615 y el Emperador era
612
El Marqués recibe también Instrucciones para los asuntos más importantes que se tratarán en la Dieta:
el peligro turco, los gravámenes de católicos y protestantes, el tratado de cesión del duque de Lorena y el
tratado de cesión del marqués de Brademburgo de la Pomerania. AHN, Estado, leg. 2797, nº 7, Madrid,
24 septiembre 1662
613
El 22 de mayo de 1663 Felipe IV dio cartas credenciales e Instrucciones al sr. Obispo de Salzburgo
para concurrir a la Dieta Imperial. Ver págs. de este trabajo....
614
AHN, Estado, lib. 127, 8 abril 1663.
615
En 1660 el Conde de Lamberg había dejado vacante la embajada del Imperio en Madrid.
239
representado interinamente por el Padre Nitard. Hasta el 3 de enero de 1663
no llega a Madrid el nuevo embajador, el conde Pötting616, con una
importante misión: concluir las negociaciones del matrimonio de la Infanta
española con el Emperador para lograr la alianza de España con el Imperio
que permitiera a éste luchar contra los turcos y a ambos frenar los
atrevimientos de Luis XIV617. Y, puede sorprender que la embajada de
España en Viena estuviese vacante durante más tiempo del comprensible,
desde 1662, año en que cesó el duque de Mancera618 hasta el nombramiento
del conde de Castellar en 1666: es precisamente parte de la época del
embajador de Pötting en Madrid. Los achaques de salud del nombrado
embajador conde de Chinchón (don Francisco Fausto Fernández Bobadilla
y Enríquez de Ribera), que no llegó a tomar posesión, y los temores
suscitados por los previsibles conflictos en la precedencia con el embajador
francés (tras el incidente de Londres de 1661), tuvieron la representación
diplomática sin titular y en manos de un simple encargado de negocios, don
Diego del Prado619.
616
Francisco Eusebio de Pötting nació el 10 de agosto de 1627. De ilustre linaje, miembro del consejo
privado de Leopoldo I y fuertemente vinculado a la Compañía de Jesús, el 6 de octubre de 1662 partió
hacia Madrid para hacerse cargo de la embajada de Madrid, vacante desde 1660. El 3 de enero de 1663
tomó posesión oficial de su representación. Fue embajador de Su Majestad Cesárea en Madrid hasta 1674.
Murió en 1678. NIETO NUÑO, M.: “Diario del conde Pötting embajdor del sacro Imperio en Madrid
(1664-1674), Madrid, 1990, p. XXXIX y sig.
617
NIETO NUÑO, M.: “Diario del conde de Pötting...”, Madrid, 1990, p. XL.
618
Don Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, fue Embajador en Viena
desde 1661 hasta 1662. Un nimio incidente perturbó su estancia, cuando su esposa se negó a ceder la
precedencia a la Camarera Mayor de la Emperatriz. En 1662 se dispuso su cese y se pensó en que voliera
el Marqués de la Fuente. OCHOA BRUN, M.A. Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, 2006,
p. 66.
619
OCHOA BRUN, M.A.: Estudio Preliminar de “Diario del conde de Pötting” de Miguel Nieto,
Madrid, 1990, pp. XVII- XXIX. La costumbre de los enlaces matrimoniales, medio de fortalecer la
alianza política, había aproximado a las dos ramas de la familia durante varias generaciones. Felipe II
había casado en cuartas nupcias con su sobrina Ana, hija del emperador Maximiliano II; Felipe III casó
con Margarita de Estiria, sobrina de dicho emperador; Felipe IV contrajo segundo matrimonio con su
sobrina Mariana, hija del emperador Fernando III y de la emperatriz María, hija a su vez de Felipe III de
España. Las prematuras muertes del príncipe Baltasar Carlos y del rey de romanos Fernando IV frustraron
otros matrimonios que para ellos se hubieran preparado en el seno de la Casa de Austria. Si a tales
vínculos de sangre no siempre respondieron actitudes de plena identificación en política internacional, se
creó con ellos una estrecha relación entre las dos Cortes. Prueba de ello es la correspondencia entre el
emperador y su embajador el conde de Pötting.
240
La princesa Margarita, primogénita de Felipe IV y Mariana de
Austria, había nacido en 1654; en 1657 nació su hermano el Príncipe Felipe
Próspero heredero de la corona de España. Teniendo Felipe IV un heredero,
se pensó en la infanta Margarita, a pesar de su corta edad, para que, casada
con su tío el joven emperador Leopoldo, la alianza de España con el
Imperio fuera una realidad que frenara las ambiciones de Luis XIV. El 1 de
noviembre del año 1661, año en que cambian las alianzas como estamos
viendo, y año en que Luis XIV por su parte, también busca la alianza con el
Emperador, muere el Príncipe Felipe y se convierte la princesa Margarita
en heredera de la corona de España por unos días pues el día 19 de
noviembre nació en Madrid un nuevo heredero: el príncipe Carlos, el futuro
Carlos II, al que ella amadrinó —entonces contaba siete años—. El
nacimiento del heredero permitió volver a pensar en Margarita como
instrumento para sellar una alianza con el Imperio decisiva en un momento
en que Francia acosaba por todas partes y España se encontraba aislada.
Pero las negociaciones de matrimonio no avanzaban mientras Francia
intentaba conseguir la amistad del Imperio, y, teniendo el príncipe Carlos
salud débil y enfermiza, volvieron a desvanecerse las esperanzas del
matrimonio de la infanta Margarita con el Emperador pensando de nuevo
que la infanta Margarita podría heredar la corona de España.
Superada por el heredero una primera infancia enfermiza, en 1663 el
conde de Pötting comunica al Emperador el reconocimiento público y
oficial en Madrid de los compromisos nupciales que el Reino de España
contraía en la persona de la Infanta Margarita, compensando de tal modo
Felipe IV la concesión de la mano de su primera hija María Teresa a Luis
XIV —que inicialmente estuvo prometida a Leopoldo I—. Este
acontecimiento fue celebrado con demostraciones de júbilo, con fuego,
cohetes y luminarias. Las relaciones entre Madrid y Viena parecían, pues,
241
hallarse en óptimo estado, a lo que contribuía la excelente gestión que el
Marqués de la Fuente había desempeñado en la embajada de Viena hasta su
traslado a París. Pero los asuntos del Imperio, una vez cumplidos de
palabra, comenzaron a ser demorados. El ajuste y capitulación de los
esponsales los delegó Felipe IV, a causa de su debilidad, en el Duque de
Medina, quien, pese a sus buenas relaciones con el Conde de Pötting,
retrasaba las resoluciones bajo excusas de muchas obligaciones620.
La paralización de los asuntos diplomáticos con el Imperio era
debida a los numerosos problemas que afectaban a la Corte de Madrid,
siendo el principal la continua vulneración al Tratado de Paz que hacía Luis
XIV, sobre todo la penosa guerra abierta en Portugal (continuada por la
ayuda que prestaba Francia e Inglaterra) que no daba los resultados
apetecidos, agotaba las arcas reales y dificultaba enviar los prometidos
subsidios al Emperador para luchar contra los turcos621.
Ultimadas las condiciones, el Marqués de la Fuente participa al Rey
Cristianísimo el casamiento de la Infanta con el Emperador lo que supone
el deseado acercamiento de España al Imperio, algo que no interesa a
Francia. El Marqués de la Fuente cuenta la reacción de Luis XIV ante la
noticia: Luis XIV insinuó que “siempre tendría por bien lo que S.M.
Católica resolviese, particularmente creyendo que no se habría dispuesto
cosa en perjuicio de la Reina su mujer”. “Que se había estampado en las
gacetas que se daba a su hija en dote todo lo que S.M. Católica poseía en
NIETO NUÑO, M.: “Diario del conde de Pötting..”, Madrid, 1990, p. XL.
Las maquinaciones de Don Juan (Lisola propuso a Don Juan la mano de la Archiduquesa Claudia
Felicitas, con lo que conseguiría la soberanía sobre los feudos imperiales del Tirol, el acuerdo no se
realizó y Lisola fue destinado a Londres), las disputas entre el conde de Peñaranda y el duque de Medina
de las Torres que se disputaban el favor de París o Viena, etc., son algunas de las causas por las que se
demoró el acuerdo con el Emperador, además de, como hemos dicho, la edad de la Infanta Margarita y
haberla destinado durante un tiempo a la corona de España. Ver DUQUE DE MAURA, “Vida y reinado
de Carlos II”, Madrid, 1990, p.57 y sig.
620
621
242
los Países Bajos, con el condado de Borgoña". Al Consejo de Estado le
preocupa esta información, ordena a su Embajador que de importancia a
este asunto, y que, en ocasión oportuna, cuando venga a cuenta, sin que
parezca que le afecta, de a entender que las capitulaciones de la Infanta
doña Margarita y el Sr. Emperador se han de hacer, cuando llegue el caso,
en la misma forma que se hicieron las de la Sra. Infanta doña María,
hermana de S.M. y su abuela sin seguirse otro estilo ni alteraciones en
nada622.
Mientras, Luis XIV no descuida la política de acercamiento al
Imperio y a los electores ya que renueva en París la liga defensiva que se
había firmado en Francfort en 1658 entre la corona de Francia y varios
príncipes electores del Sacro Imperio623. Esto preocupa a Madrid y, en
verano, Felipe IV se decide a plantear una queja a Luis XIV por el intento
de alejar al elector de Brandebourg de los intereses de la casa de Austria y
de apoyar las pretensiones del elector de Colonia, a lo que Luis XIV
responde que ni tiene ministro cerca del elector de Brandebourg ni las
negociaciones que ha hecho con este príncipe han pretendido separarlo de
la Casa de Austria. Con el elector de Colonia actuó de medianero cuando
éste fue a París a quejarse de las actuaciones hechas sobre su estado de
Lieja por súbditos de S.M. Católica, y el oficio de amistad no debe acarrear
reproches624.
En 1664 Luis XIV continúa con el acercamiento al Emperador que
ya venía practicando los años anteriores. En el mes de febrero, el Marqués
de la Fuente da cuenta a Madrid de que Luis XIV ha decidido socorrer al
622
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 7 junio 1663.
AHN, Estado, leg. 2797, nº 8, París, 20 marzo 1663. Copia del Tratado que se firmó en París por el
cual se prolonga la liga defensiva que anteriormente (15 de agosto de 1658) se había concertado entre la
corona de Francia y varios príncipes electores del Scaro Imperio romano. París, 20 de mayo de 1663.
624
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.
623
243
Emperador con 4.000 infantes y 2.000 caballos por un año. Dice que estas
tropas debían estar a las órdenes del conde de Olach625 y advierte también
que Luis XIV no descuida el acercamiento a los electores pues, a través del
Barón de Blumendal, propone al elector de Brandebourg una liga y habló
también con él de la liga del Rhin. Al Consejo de Estado le parece que esto
podría ocasionar graves inconvenientes tanto a S.M. como a la Augustísima
Casa y propone que, cuanto antes, se cumpla con el elector, y se ordene al
Marqués de la Fuente que siga informando sobre el asunto626. En abril, el
Marqués de la Fuente advierte de que el Rey de Francia entrega 30.000
ducados al elector de Brandebourg para disponer una diputación en
Francfort, y 80.000 escudos para los gastos de la liga del Rhin, y afirma
“que los franceses se quieren ganar a todos los príncipes del Imperio”. El
Consejo de Estado manifiesta su sentir por el modo en que negocian los
franceses con los príncipes del Imperio y lo atrasada que se halla la
Monarquía Católica por no poder impedirlo por falta de caudal, cosa que es
necesario remediar con urgencia, pues sin eso, es imposible obtener cosa
alguna que aproveche al servicio de S.M627. Los capítulos del tratado de
alianza entre el Rey Cristianísimo y el elector de Brandebourg llegan a
Madrid, y el Consejo de Estado, preocupado, propone al Rey que se de al
elector la satisfacción que tiene pensada628, pero ya es tarde porque la
diplomacia francesa ha sido más activa y ha conseguido la adhesión del
elector de Brandebourg a la liga del Rhin: Federcico Guillermo aceptó en
1664 aunque no entró oficialmente hasta 1665, con algunas reticencias 629.
Tampoco descuida Luis XIV el dejar claro las precedencias y demostrar al
mundo quien tiene la primacía diplomática. El consejero Stokman no
625
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 16 febrero 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 23 febrero 1664.
627
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 6 abril 1664.
628
AGS, Estado, Francia, leg. K1409, Madrid, 13 junio 1664.
629
BELY, L.: “Les rélations internationales en Europe XVII-XVIII siecles”, 1998, p. 211.
626
244
saludó en la Dieta a Mr. Grabela con la excusa de no ser Embajador, lo que
provocó la queja del Marqués de la Fuente a Lionne630.
En 1664 se preparaba una gran respuesta ante la amenaza turca y los
príncipes del Imperio, que sabían que la caída de Viena amenazaría la
seguridad de sus propios territorios, acordaron una armada de 25.000 a
30.000 hombres. La Monarquía Hispánica, comprometida en la guerra de
Portugal, a pesar de haber recibido en 1663 una ayuda del Emperador de
7.000 hombres, sólo pudo prometer una ayuda financiera (el subsidio
mensual de 20.000 escudos prometidos por el Consejo de Estado en julio
de 1663 sólo fue pagado parcialmente gracias a las tenaces intervenciones
del embajador Pötting ante el presidente de Hacienda Miguel de
Salamanca). Francia sin embargo envió un contingente de 6.000 hombres
que llegó a Austria dirigido por el conde Coligny los cuales unidos a las
tropas alemanas y a las imperiales fueron decisivos para ganar la batalla de
San Gotardo a los turcos631.
En 1666, el Marqués de la Fuente advierte del peligro de la alianza
entre holandeses y el elector de Brandebourg y propone, para salir de la
borrasca que amenaza a toda la Casa de Austria, advertir a los electores y a
los príncipes del Imperio de los fines y de las máximas con que camina
Francia y alentar a las resoluciones que conducen a que en todas partes nos
reforcemos632. El Consejo de Estado reconoce que la unión del elector de
Brandeburg con holandeses y franceses puede causar perjuicio al
Emperador y piensa que es asunto para no perder de vista633.
630
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 4 febrero 1664.
BELY, L. y BERENGER J.: “la guerre et la paix dans l´Europe du XVII siècle”, 1991, pp. 197-198.
632
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 12 marzo 1666.
633
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 13 abril 1666. AHN, Estado, Leg. 2797, nº 15, Copia de
los capítulos de liga definitiva firmada en París el 6 de mayo de 1664 entre los plenipotenciarios de S.M.
Cristianísisma y el elector de Brandeburgo.
631
245
Mientras se negociaba la tregua con Portugal y siendo la invasión de
Flandes una amenaza cada vez más cercana, el Marqués de la Fuente insiste
en la necesidad de acercarse al Imperio y para ello lo primero es que haya
un Embajador en Viena pues la sede sigue vacante. Advierte a la Reina de
los inconvenientes de dejar a los franceses el campo libre y de no tener
ministro cerca de la persona de S.M. Cesárea “siendo cierto que de allí nos
han de solicitar todo el mal, o hemos de procurar disponer todo el bien
como sin duda se conseguirá si la santa intención, el afecto y la prudencia
del Emperador halla cerca de sí el ministro de V.M. cuyo crédito facilite
que se sirva de él”634.
El 25 de abril de 1666 el cardenal Colonna bendijo el matrimonio
que contrajo, por poder, Su Majestad Cesárea con la Infanta Doña
Margarita de Austria. Representaba al Emperador el Duque de Medina de
las Torres. El 28 del mismo mes, una enorme multitud despidió con
sinceras aclamaciones de afecto y de pena a la Emperatriz de doce años
que, tras a orar unos momentos en el convento de las Descalzas primero y
en el de Atocha después, salió hacia Denia donde había de embarcar635. No
llegó a su destino vienés hasta diciembre de ese mismo año. Sobre el paso
de la Emperatriz por los puertos de Francia, el Marqués de la Fuente,
después de algunas demandas y respuestas de Lionne, confirma que el
propio rey Cristianísimo le dijo que enviaría las órdenes necesarias para
que se hiciera como deseaban en Madrid636. El Duque de Beaufort dice que
634
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 24 enero 1666. Desde 1662 en que cesa el Marqués de
Mancera no hay embajador en la corte de Viena hasta 1666 que llega el Conde de Castellar. Diego de
Prado y Fernando Pérez de Olmedo fueron encargados de negocios. OCHOA BRUN, M.A.: “Historia de
la Diplomacia española”, Repertorio diplomático, Apéndice, Madrid 2.002, p. 144.
635
En Denia padeció la Emperatriz una indisposición y tuvo que retrasar la salida. Tanto ese incidente
como los preparativos del viaje son relatados por el embajador del Emperador en Madrid, el Conde de
Pötting en Diario del Conde Pötting, embajador del Sacro Imperio en Madrid (1664-1674), Pág. 215 sig.
636
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 8 abril 1666.
246
harán salvas a los barcos que llevan a la Infanta porque así lo ordenó el
Rey, pero que no harán a los que trasladen la ropa637, lo que parece al
Consejo de Estado un pretexto para turbar la paz, pero considera preferible
disimular esas extravagancias hasta que, pasado el verano, se pueda pensar
en diligencias más eficaces. Se consuelan los consejeros pensando que la
orden de no hacer salvas no fue del rey Cristianísimo sino del general, no
obstante, darán una queja al arzobispo de Embrún638.
Tras el encuentro del Emperador Leopoldo con la Infanta en las
cercanías de Viena —fue recibida en una gran tienda, regalo del gran turco,
por gentes, batallones de húngaros, bohemios, los principales de la ciudad,
un batallón que representaba al rey de Hungría, el Consejo de Estado, etc.),
Doña Margarita de Austria entró en Viena el 5 de diciembre de 1666.
Aparecieron en un balcón de fuego encendidas estas letras en una torre: V
L (Viva Leopoldo), en otra torre V M (Viva Margarita), y en otra A E I O
U (Austria Erit In Orbe Ultima)639.
Se había logrado el deseado
acercamiento de España al Imperio.
En 1666 el Marqués de la Fuente comprueba que el Rey
Cristianísimo sigue coaligado con los príncipes del Imperio y sospecha que
pretende sacar el Imperio de la Augusta Casa de Austria. El Consejo de
Estado, como el Marqués, discurre sobre los designios del Rey
Cristianísimo y “sobre la desmedida ambición e iniquidad con que en
todas partes los procura adelantar, siendo indudable lo que ayuda a los
portugueses así como el ansia con que procura novedades en el Imperio,
deseando apartar a la Augusta Casa de la dignidad imperial, dignidad que
desea para sí mismo”. El Consejo de Estado dice que hay que procurar
637
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 20 mayo 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 29 mayo 1666.
639
BNM, Mss. 18400, fol. 373-374, 5 de diciembre 1666.
638
247
atajar estos fines con la máxima prudencia, y añade: “hay que asistir a
Flandes y también al Sr. Emperador, porque estando armada S.M. Cesárea
y aquellos estados bien prevenidos se harán respetar, y los príncipes
circunvecinos mirarán con diferente disposición, siendo cierto que se
acercan a los franceses más por miedo que por amor, y reconociendo que
la falta de nuestro apoyo y ánimo, que gozaron en otros años, es la causa
de que ahora se acerquen a Francia”640. Esta Consulta del Consejo pone
de manifiesto, una vez más, la estrategia de Francia de perjudicar a España.
4.4.
La diplomacia de Francia en el norte y este de Europa:
Dinamarca, Suecia y Polonia
En 1660, con la paz de Oliva, se había llegado a un relativo
equilibrio entre las potencias del norte que consagraba la potencia sueca y
marcaba el apogeo de su dominio. En el mismo año 1660, Felipe IV otorga
poderes al Marqués de la Fuente para “garantizar la Paz del Norte” en su
nombre641, ya que, debido a su estancia en Viena como embajador y a
diversas misiones diplomáticas que se le habían encomendado, conocía
bien los asuntos de Polonia, Dinamarca642, y Suecia643. Este equilibrio
alcanzado en el norte se romperá con la nueva política diplomática de
Francia 644.
640
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 3 junio 1666.
Siendo embajador en Alemania, en junio de 1660, recibió poderes de Felipe IV para, en su nombre,
garantizar la Paz del Norte. AHN, Estado, Leg. 2778, nº 4. El Rey da poderes a su embajador “para que
mantenga la ejecución de los pactos y la perpetuidad de ellos aún con las armas cuando los medios
amigables no hallaren lugar y si alguno de los comprendidos en dicha garantía los violasen, juntar mis
armas y fuerzas con las de la parte ofendida. Le doy la misma potestad y jurisdicción que en mí reside”.
642
Antes de tomar posesión de su embajada en París, el Marqués desempeñó una misión diplomática en
Copenague, MOREL FATIO, A. “Recueil des instructions donnés aux ambassadeurs de France”. Vol
XI. España 1649-1700, p. 497, OCHOA BRUN, M.A. “Historia de la diplomacia española”, Apéndice:
p. Madrid 2003.
643
En 1656 el marqués de la Fuente fue nombrado embajador extraordinario ante el rey de Suecia (AHN,
Estado, leg. 3455), aunque no llegó a tomar posesión de su cargo pues fue nombrado embajador ordinario
en Viena como era su deseo ( AHN, Estado, Lib. 124, 14 abril 1656, 6 mayo 1656).
644
BELY, L.: “La guerre et la paix dans l´Europe du XVII siecle”, 1991, pp. 339-340. BELY, L.: “Les
relations internationales en Europe XVII –XVIII siecles”, 1998, p.204.
641
248
En 1662, recién llegado a la embajada de París, el Marqués de la
Fuente informa a Madrid sobre la política de acercamiento a las potencias
del norte que practica Francia; se muestra pesimista porque comprueba que
Luis XIV procura estrecharse con todos (ha renovado la liga con Suecia, la
liga del Rin y ha firmado una liga con Holanda) y “teme infinito que S.M.
Cristianísima tenga puesta muy alta la mira y quiera valerse de la Dieta del
Imperio”. Para contrarrestar esa política propone a Madrid una acción
diplomática en esos países pero, como veremos, será Luis XIV quien
consiga atraerlos a su causa que es, además del engrandecimiento de
Francia, el aislamiento de España.
El Marqués dice que los franceses han renovado la paz con Suecia645,
y envía a Madrid noticias de la reina Cristina646 que ha solicitado el paso
por París y le han dado a entender que será bien recibida pero, si bien le
concedieron todos el primer lugar durante la visita anterior, en este
momento los reyes de Francia no ceden el primer puesto a nadie. Al
Marqués de la Fuente le parece que los franceses “vuelan demasiado alto,
siguiendo el genio de su Rey”647. En cuanto a Dinamarca, las
conversaciones para casar a la de Alençon con el príncipe de Dinamarca,
hacen sospechar al Marqués que el embajador danés traía otras
instrucciones más importantes —pues le habían señalado ministros con
quien tratar—, infiriendo de esto, que serían en orden a coaligarse con el
rey de Francia lo que perjudicaría los intereses del Emperador. El Consejo
de Estado considera que una alianza de Francia con Suecia y Dinamarca
sería de malas consecuencias no sólo para el Emperador sino para la
Monarquía Católica por lo que se deben prevenir los riesgos en la mejor
645
El 12 de septiembre de 1661 Luis XIV y el rey de Suecia firmaron en París un tratado que pretendía
una firmísima paz, “una alegre paz”, AHN, Estado, leg. 2797.
646
La reina Cristina había abdicado en 1654 en su primo Carlos Gustavo. ver VERENA VON DER
HEYDEN-RYNSH: “Cristina de Suecia. Una reina enérgica”, 2001.
647
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 9 Abril 1662.
249
forma que lo aconseje el tiempo y la ocasión, y propone escribir al Marqués
de la Fuente648, como así hace Felipe IV: ”os encargo procuréis penetrar
estos tratados y oponeros a todo lo que fuere contra mi servicio,
avisándome de lo que en estas materias se fuese ofreciendo por lo que
conviene se tengan entendidas”649. Pero el Marqués de la Fuente no puede
evitar que Francia firme una alianza con Dinamarca y envía a Madrid
copia del tratado de amistad y comercio que los plenipotenciarios del rey
Cristianísimo y el rey de Dinamarca firmaron en París en febrero de 1663
“para que la amistad y alianza sea más estrecha como lo deseamos
ambos”650.
Los planes de Luis XIV eran, en verdad, buscar alianzas pues él
mismo confiesa en sus Memorias que con el fin de atraerse a Dinamarca y
hacerle entrar en la liga contra el Rey de Inglaterra, proporcionó al Rey
danés 100.000 escudos y, además, regaló un collar carísimo a la Reina su
esposa. Envió otro a la Electora de Brandebourg e hizo entregar una regalo
precioso a la Reina de Suecia, no dudando de que tales princesas, aparte de
los intereses generales de sus Estados, se sintiesen honradas por el celo que
ponía en buscar su amistad. También quiso ganar la amistad del Canciller
de Suecia, así como la del Príncipe de Anhalt y la del Conde de Schwerin,
por su influencia poderosa con el Elector de Brandebourg651.
En 1663 el rey Cristianísimo continúa su acercamiento a los estados
del norte y Madrid se queja de que Francia inste a la corona de Suecia a
romper con el Sr. Emperador. Luis XIV responde a la acusación diciendo
que no se ha propuesto otro objetivo que la conservación de la paz en el
648
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 2 diciembre 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 5 diciembre 1662.
650
AHN, Estado, leg. 2797, nº 9.
651
“Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 141.
649
250
Imperio652. Cuando el Marqués de la Fuente intenta un acercamiento a la
corona de Suecia a través de su embajador en París653, recibe instrucciones
de comportarse con discreción654, pero la discreción no impide al Marqués
descubrir que el embajador de Suecia había ido a París a cobrar 133.000
escudos655; que Msr. Pomponne656 ajustó en Estocolmo que aquella corona
mantendría en Pomerania 14.000 hombres, tropa que S.M. Cristianísima
pagaría todo el invierno; que Millet, que había ido a Copenague para evitar
los celos que en aquella corte podría ocasionar la vecindad de las tropas
suecas y tras tranquilizar a Dinamarca, volvió a Pomerania para tomar por
su cuenta el socorro de aquel cuerpo de ejército a cuyo efecto sería
destinado un millón de libras. Preocupado por estas noticias, escribe a
Madrid y al conde de Castelar657 para que informe a S.M. Cesárea y tome
medidas proporcionadas para evitar los inconvenientes que pueden
producir en el Imperio un cuerpo de ejército de esa calidad a disposición de
S.M. Cristianísima658.
El barón de Mayerberg659 escribe desde Varsovia al Marqués de la
Fuente diciendo que el ministro sueco dice claramente que Suecia será
siempre y en todo amiga de Francia, aunque nunca en materia de ayudarla a
promover a un francés como sucesor de ese reino porque la intención de
Suecia es exaltar a ese trono al palatino de Neoburgo, consintiendo también
en ello el elector de Brandebourg660.
652
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 agosto 1665.
654
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 29 noviembre 1665.
655
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 20 agosto 1666.
656
Arnauld de Pomponne, ilustre diplomático francés sucesor de Lionne.
657
Don Baltasar de la Cueva Enriquez de Mendoza, conde Castelar embajador de la Monarquía Catóilica
en Viena (1666-1670).
658
AGS, Estado, Francia, leg. K1392, París, 12 diciembre 1666.
659
Se refiere a Agustín Mayer, barón de Mayerberg, importante diplomático alemán del siglo XVII, gran
conocedor de los asuntos de Polonia que fue un valioso informador para el Marqués de la Fuente.
660
Mayergerg comunica también al Marqués malas noticias de Ucrania y de los polacos que, tras
provocar a los cosacos y tártaros, que están confederados, fueron derrotados causando baja 27 compañías
y 17 de lanzas, AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Varsovia, 31 diciembre 1666.
653
251
El Marqués dice que Polonia actúa en función de los intereses de
Francia —concretamente en la guerra contra el elector Brandebourg que se
hizo a petición de Luis XIV— y que Francia la contempla como aliada.
Cuenta también que Francia intenta intervenir en el nombramiento de un
nuevo rey. Valiéndose de un francés que le envió el barón de Lisola con
quien tenía gran sintonía661 el Marqués conoce que, hallándose próximo a
la muerte el anciano rey Juan Casimiro662, pretendían el trono de Polonia el
Duque de Enghien y Condé (marido de una sobrina de la reina polaca),
prefiriendo los franceses al duque de Enguien. La información es
importante pues muestra los esfuerzos que hacen los franceses para
intervenir en Polonia y coaligarse contra la Augustísima Casa663. Para
buscar alianzas que puedan contrapesar el poder de Francia Don Juan José
de Austria propuso a Nitard casarse con la hermana de la mujer de Condé y
con ello las coronas Cesárea y Católica dispondrían de un candidato a la de
Polonia, incondicional de ambas y muy capaz de oponerse con buen éxito a
la Cristianísima664, pero la propuesta no fue bien acogida por Doña Mariana
661
Francisco Pablo Lisola, diplomático de origen francés al servicio de la diplomacia austríaca, fue
embajador en Londres, Polonia, España, Suecia y Portugal, hombre de gran experiencia que había
concertado el matrimonio de Leopoldo I y la infanta Margarita y se distinguió por su política hostil a
Francia.
662
Juan Casimiro Vasa n. en 1609 y m. en 1672. Ingresó en la Compañía de Jesús y fue promovido a la
diginidad cardenalicia pero a la muerte de su hermano, el rey Ladislao VII (1649), fue elegido rey de
Polonia. Casó con María Luisa de Gonzaga, viuda de su hermano, de ascendencia francesa. La República
de Polonia estaba compuesta en ese momento de un rey elegido, de un Senado compuesto de oficiales de
la corona y de la Dieta. El rey y la reina querían reemplazar la regla del liberum veto por mayoría de dos
tercios. El senado había sido favorable en 1659, pero tal reforma suponía una mayor continuidad política.
Para asegurarse y ganar la ayuda francesa, el rey y María Luisa, a fin de evitar los peligros de un
interregno, buscaron elegir un futuro rey (vivente rege) prefiriendo un príncipe francés. La Dieta rechazó
todo acuerdo pues la nobleza se aprovechaba de la debilidad del rey para apoderarse de tierras y de la
elección para hacerse pagar por los candidatos en liza. La oposición fue conducida por Lubomisrki que
se ganó la ayuda del Emperador y de la armada polaca. La tentativa de reforma fracasó BELY, L.:”Les
rélations internationales en Europa, siecles XVII-XVIII”, 1998, p. 235.
663
AGS, Estado Francia, Leg. K1386, París, 7 mayo 1662.
664
El padre Confesor puso en contacto a Don Juan con el Barón de Lisola quien le convenció del poco
interés que tenía para él reinar en Polonia. Lisola propuso sin embargo a Don Juan otro plan: el
matrimonio con la Archiduquesa Claudia Felicidad, primogénita del último poseedor de los estados del
Tirol, rigurosamente agnaticios y que por ello no podía ella heredar, y si aprobase el enlace el emperador
podía recibir en dote el matrimonio esos magníficos feudos, revertidos a la corona imperial DUQUE DE
MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, pp. 73-74.
252
y nos muestra, aparte del deseo de buscar alianzas, las ansias de grandeza
de Don Juan.
Sobre el casamiento del hijo del príncipe de Condé con la hija de la
princesa palatina, cuenta el Marqués que está muy adelantado. La dote que
recibiría la novia será dos millones de francos, y de su tía, la reina de
Polonia, recibirá los ducados que goza en Silesia y lo que posee en el reino
de Nápoles. Fracasada la pretensión del príncipe de Condé de casar a su
hijo con Mademoiselle de Montpensier, por oposición del Rey de Francia,
esta propuesta era muy ventajosa para el príncipe, pero el Marqués de la
Fuente advierte a Madrid y al príncipe de Porcia del peligro de meter entre
los Austrias y el reino de Polonia a un príncipe francés665. En vísperas de su
viaje a Ratisbona666, el Marqués advierte a Madrid de que en Varsovia los
senadores habían representado al Rey la conveniencia de reconciliarse con
S.M. Cesárea (lo mismo que habían propuesto los ministros del
Emperador), y propone que se le envíe carta para el rey de Polonia por si,
valiéndose de la buena correspondencia que tenía en aquella corte,
quisieran los ministros del Emperador usar de ella para evitar los
inconvenientes que pudieran surgir667. El Marqués pide instrucciones para
lograr un acercamiento a Polonia y pretende que Francia no saque provecho
de la desunión que hay entre los polacos668.
El Marqués de la Fuente recibe más información de Polonia a través
del Conde de Castelar. Este le cuenta que los polacos han acudido al rey
665
AGS, Estado, Francia, K1387, París, 20 mayo 1663.
Debía asistir a la Dieta como representante de S.M. Católica, octubre de 1662.
667
A la vez que recibe Instrucciones para la Dieta recibe Instrucciones para comportarse con los estados
del Norte: “Conviniendo mantener en buena amistad y correspondencia a los reyes de Polonia, Suecia y
Dinamarca, les escribo en vuestra creencia y en llegando a la Dieta les encaminaréis mi carta dándoles a
entender cuan satisfecho estoy de su afecto y atención con que acudiré a todo lo que se ofreciere a sus
intereses”, AHN, Estado, leg. 2797, nº 6, sept. 1662.
668
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 10 septiembre 1662.
666
253
Cristianísimo porque necesitando ayuda después de la derrota, no pueden
esperarla del Emperador. Cuenta también Castelar que se negocia una
tregua de paz entre polacos y moscovitas explicando las condiciones de esa
paz669. Castelar escribe también a la Reina Regente diciendo que en el
ánimo del Sr. Emperador está hacer algún socorro secreto de dinero a
Lubomirski670 en el que quisiera entrara S.M. Católica. Recuerda a la
Reina, de parte del Emperador, la promesa que le había hecho de 200.000
ducados librados en Nápoles y propone que esa suma y las demás que se
remitieren a S.M. Cesárea, entren en su casa y las reciba el Emperador de
manos del embajador671. Pocos días después transmite la insinuación del
Emperador sobre lo alcanzado que se halla por los gastos de la boda y
cuanto estimaría que se le enviaran algunas asistencias672.
También el embajador del Imperio en Madrid673 escribe a la Reina en
nombre del Emperador. La carta dice que Francia intriga en los asuntos de
Polonia para sus intereses lo que provoca que el Emperador necesite
armarse para lo que pide ayuda a España. La carta habla también del estado
lastimoso de Polonia, de la continuación y aumento de sus inquietudes y
turbulencias, de la total destrucción que le amenaza más que nunca por la
obstinada pasión de la Reina674 y su firme intento de entronizar a un
francés, aunque sea a costa de la misma sangre de los vasallos y de la
universal desolación de dicho reino, “siendo evidente que se enciende todo
este fuego a soplos de Francia, cuyos siniestros fines en lo que intenta por
669
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Varsovia, 7, 14, 21, 28 enero 1667. Leopoldo I envió a Agustín de
Mayer, Barón de Mayerberg, a Moscú para negociar con el Zar Alejo de Rusia la paz entre esta nación y
Polonia.
670
Jorge Sebastián Lubomirsky, de noble familia polaca, tomó parte en todas las guerras que en su
tiempo asolaron Polonia. En 1666 se subleva contra la reina, de origen francés, que favorecía la sucesión
al trono del príncipe de Condé. Lubomirsky venció en Montwy y en virtud del tratado de Lengowice la
reina hubo de renunciar a su proyecto.
671
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Viena, 13 de enero 1667.
672
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Viena, 20 enero 1667.
673
El embajador del Imperio en Madrid era el conde de Pötting (1664-1674)
674
La reina de Polonia, María Luisa Gonzaga, esposa del rey Juan Casimiro, era de ascendencia francesa,
hija de Catalina de Lorena y de Carlos I duque de Mantua y de Monferrato, de Nevers y de Rethel.
254
aquella parte no son otros sino apoderarse por cualesquiera medios de
aquella corona, y tener al Emperador, mi señor, tan ocupado y
embarazado en la defensa de sus provincias cofinantes con dicho reino,
que se halle después imposibilitado de poder dividir sus fuerzas y
alargarse en caso de necesidad a suministrar socorros a los estados de
V.M. La carta concluye diciendo que es notorio lo mucho que importa que
el Emperador esté poderosamente armado para acudir al reparo de los
accidentes que pudieran ofrecerse por lo que es “sumamente necesario
para ello que sean muy prontas y puntuales las asistencias que espera de
S.M.”. El Embajador transmite a la Reina el deseo del Emperador de no
injerirse en los asuntos de Polonia y aprovecha para entregarle la carta que
le envía desde Londres el barón de Lisola sobre la disposición de aquella
corte para resguardar la unión con España675.
El Marqués de la Fuente también informa a Madrid de la derrota de
los polacos y del intento de Lubomirski para conseguir socorros de dinero y
gente del Emperador. Comunica también los oficios que pasó con él el
conde de Castelar insinuando que el Emperador, con pretexto de los gastos
de la boda, había pedido que se le enviaran asistencias y que los 200.000
ducados que estaban librados en Nápoles se hicieran efectivos. Esta carta
del Marqués, la del embajador de Alemania en Madrid, la nota que la
acompaña, así como la información enviada por el conde de Castelar, son
estudiadas en el Consejo de Estado. Los consejeros estiman que se deben
aprobar tanto la gestión del embajador de Alemania como la del conde de
Castelar diciendo a éste que si le interrogan sobre quien sería mejor
candidato a la corona de Polonia, sólo si le interrogan, responda que S.M.
Católica preferirá siempre a quien el señor Emperador gustare. Si insisten
en preguntarle nombres, que consulte a Madrid. Lo que tiene claro el
675
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 28 febrero 1667.
255
Consejo es cuan importante para los intereses de la Augustísima Casa es
que no se introduzca un rey francés en Polonia. En cuanto al peligro que
supone para la cristiandad el turco, el Consejo considera que hay que tener
armado al Sr. Emperador, enviándole para ello los medios proporcionados
de dinero que se puedan disponer y que tantas veces ha propuesto el
Consejo676.
Luis XIV no consiguió su objetivo de entronizar a un francés en el
trono polaco, pues, tras retirarse en 1669 Juan Casimiro a un claustro
francés, surgió la guerra civil entre los partidarios del príncipe de Condé y
la Confederación de Golub que elevó al trono al polaco Miguel
Wisniowiecky (1669-73), pero sí consiguió que S.M. Católica y S.M.
Cesárea, en los años sesenta que estamos estudiando, se vieran obligadas a
dedicar esfuerzo, tiempo y dinero por culpa de su política de predominio.
Otro ejemplo de predominio (aunque el de la precedencia resulta asunto
menor comparado con las negociaciones que hace Francia para aislar a
España y al Emperador): cuando Gramonville677 llegó a Viena no quedó
satisfecho con el recibimiento que le hicieron y se quejó a Lionne quien
pidió al Marqués de la Fuente otro trato para el embajador de Francia. El
Marqués de la Fuente transmitió este deseo a Castelar pero éste respondió
que si bien estaba dispuesto a darle trato especial, más que al Nuncio,
Gramonville deseaba más678.
676
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 6 marzo 1667.
Jacques Bretel de Grémonville, de familia de magistrados, embajador de Francia en Viena, debía su
carrera a Lionne.
678
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París 23 enero, Sain Germain 28 enero, Viena 3 febrero 1667.
677
256
4.5. Una maniobra efectista: la incorporación de Lorena a Francia679
Carlos IV de Lorena680 tuvo que negociar durante un año para que
Mazarino aceptara, por los acuerdos de Vincennes, devolverle los ducados
de Lorena y Bar, amputados de Clermontois, Stenay, Jametz, Sierck,
Sarrebourg y Phalsbourg. Así se acordó en 1659 en el Tratado de los
Pirineos681. Poco después, Carlos IV de Lorena, que no tenía hijos
legítimos, estando enemistado con su sobrino y heredero Carlos, hijo de su
hermano Nicolás- Francisco, cedió sus estados a Luis XIV por el tratado de
Montmartre de 1662 con la condición de conservarlos durante su vida682.
Este hecho, la incorporación de Lorena a Francia, fue un golpe de
efecto con el que el Rey de Francia sorprendió a todos. Rompe el equilibrio
acordado en la Paz de los Pirineos y, aunque afecta principalmente a
679
Los territorios de Lorena, al este de Francia, formaban parte del Imperio y desde antiguo eran
codiciados por los franceses. En ocasiones fueron los loreneses aliados de Francia, en 1552 fueron
invadidos por los franceses que ocuparon Metz, Toul y Verdún; durante la guerra de los 30 años, como
aliados del Emperador, intentaron sacudir el yugo francés pero Luis XIII consiguió ocupar la Lorena que
fue devuelta por Mazarino en 1659, en la paz de los Pirineos.
680
Carlos de Lorena, Duque de (1604-1675), había participado junto con el Príncipe de Condé y el conde
de Fuensaldaña en importantes campañas de la última etapa de la guerra entre España y Francia en las
provincias de Flandes, incluso en el interior de Francia. Actuó de medianero en las disensiones que
surgieron entre el Príncipe de Condé, que había recibido el título de Generalísimo, el Archiduque
Leopoldo y el propio Fuensaldaña en el sitio de la plaza de Rocroi, de funesta memoria, y se terminaron
las diferencias, pero a los pocos días fue preso el propio Duque y enviado a España. Esto hizo que
algunos regimientos loreneses se pasaran a los franceses, y muchos capitanes y soldados sueltos hicieron
lo mismo. El resto de las tropas, gobernadas por Francisco, hermano del duque Carlos, continuaron al
servicio de España. El duque Carlos fue acusado de mantener contactos con Francia, y de andar en tratos
de paz con aquella potencia, cosa que no se pudo demostrar. El duque Carlos abandonó el partido de
Francia por el partido de la casa de Austria a la que sirvió eficazmente contra todo género de enemigos, y
había empleado en su provecho sus talentos militares, que eran grandes y la sangre de sus soldados; había
perdido por ella su hacienda y sus estados. Ni el Imperio antes ni ahora España tuvieron mejores aliados,
principalmente esta última, por la cual luchaba heroicamente en Flandes a pesar de verla en tanta
decadencia. Las tropas de su hermano Francisco junto con las del Archiduque, el Príncipe de Condé y
Fuensaldaña fueron derrotadas por Turena que recobró Quesnoy, la Chapelle, Landrecy y otras plazas.
Antonio CÁNOVAS DEL CASTILLO: “Historia de la decadencia Española”, Málaga 1992, pp. 496498.
681
Art. 62-78 del Tratado de los Pirineos. Colección de los Tratados de Paz.... Por D. JOSEPH
ANTONIO DE ABREU Y BERTODANO, Madrid, MDCCLI. : “En que su Magestad cristianísima
admite en su gracia al duque de Lorena, y le restituye su Ducado, en consideración de los poderosos
oficios del Rey Católico”.
682
BELY, L.: “Les relations internationales en Europa, XVII - XVIII siecles”, 1998, pp. 210-211. Carlos
IV, durante su prisión en España, fue sustituido por su hermano Nicolás-Francisco que se había unido a
Francia. Esta defección favoreció el tratado de los Pirineos. Carlos IV tuvo de Beatrice de Cousance dos
hijos naturales: Carlos y Francisco.
257
Francia, repercute en el Imperio y en España al favorecer los intereses de
expansión y hegemonía francesa. El Marqués de la Fuente, consciente de la
preocupación de España, demuestra su profesionalidad y experiencia en el
campo diplomático informando detalladamente a Madrid. Envía el Acta del
acuerdo entre el Duque de Lorena y Luis XIV para que el Consejo de
Estado estudie este asunto con la mayor información posible683 y comunica
que en París ha causado “gran ruido” la cesión que el Duque de Lorena ha
hecho a Luis XIV de aquel estado. En Madrid el Consejo de Estado
reconoce que pueden seguirse grandes problemas, “no sólo por los
particulares intereses de los que pretenden suceder en el estado de Lorena,
y de los príncipes de la sangre llamados a la sucesión de la corona de
Francia, sino principalmente entre el Rey de Francia y el Emperador, por
el derecho directo que tiene S.M. Cesárea en aquellos feudos”684.
Por su parte el Rey de Francia, a través del arzobispo de Embrún, se
encarga de comunicar a Madrid el hecho ya concluido. En el acuerdo que el
embajador de Francia entrega a Felipe IV se dice que el Duque de Lorena
deja al Rey Cristianísimo la soberanía y la posesión de los derechos que
tiene y puede tener a los ducados de Lorena y de Bar a cambio del goce que
S.M. Cristianísima le permite de las rentas de estos estados durante su vida;
el Duque entrega al Rey la plaza de Marsan y S.M. le da 100.000 ducados
de renta en Francia para disponer de ellos a favor del pariente que quiera
obligándose a sí mismo el Rey a pagar todas las deudas contraídas por los
últimos duques de Lorena. Dice también que habilita para suceder en la
corona de Francia, después de los príncipes de la casa de Borbón, a todos
los de la casa de Lorena y que habrán de preceder a todos los príncipes
683
684
AGS, Estado, Francia, K1644, París, 15 febrero 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1644. Madrid, 3 Abril, 1662.
258
descendientes de casas de príncipes extranjeros o naturales de Francia y
gozarán de las preeminencias y prerrogativas de los príncipes de la sangre.
Aunque Felipe IV contestó al embajador de Francia, cuando éste le
comunicó la noticia, que “se alegraba de todo lo que era bueno para su
sobrino”, la verdad es que el Consejo de Estado lamenta el acuerdo porque
perjudica a la Augusta Casa Imperial y significa un engrandecimiento de
Francia, pero no encuentra manera de oponerse supuesto que el acuerdo ha
sido firmado por personas legítimas soberanas e independientes que no
piden ayuda ni mediación. Piensan también los consejeros que este acuerdo
traerá malas consecuencias para la Dieta de Francfort que está señalada
para próximamente, pues en ella los electores y príncipes imperiales
mostrarán su inquietud por si el Rey de Francia les hace también
proposiciones, por lo que proponen que España podría acudir a la Dieta de
Francfurt enviando persona inteligente para que influya y participe al
Emperador los pormenores del acuerdo685.
Luis XIV deseaba que el Rey de España aprobase el Tratado de Lorena y se
comprometiera de tal suerte que el Príncipe Carlos no pudiera esperar nada
de él. “Conociendo el carácter de los españoles, escribe Luis XIV en sus
Memorias, una negociación en forma hubiera dificultado el éxito, dándoles
a conocer el interés que tenía en obtenerla. Adopté un rodeo más delicado
y más sencillo: escribir a este propósito al Rey Católico, pero una carta
escrita en tal forma que le fuese imposible contestarme sin aprobar o
condenar mi procedimiento. Era de mi puño y letra, para que la
honorabilidad le obligase aún más a responder. Lo hizo así no hallándose
en estado o en voluntad de contradecirme, por su propia mano, también me
685
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 27 febrero 1662.
259
dio una aprobación del Tratado, más formal y precisa de lo que podía yo
esperar686.
Pocos días después el Marqués de la Fuente advierte a Madrid que el
rey de Francia incumple lo pactado con el Duque Carlos y que éste se
encuentra burlado —el Rey se negaba a que el Duque gozara de los
privilegios de los príncipes de la sangre como había prometido—687.
Informa también de la tensión y disputa entre los hermanos Francisco y
Carlos porque el Duque Francisco, situándose en contra del pacto, reclama
a Luis XIV sus derechos sobre los ducados de Lorena y Bar exponiendo sus
razones jurídicas para mantener las tierras688. El Duque Francisco escribe
también a Felipe IV y, recurriendo a su grandeza, le pide ayuda para
oponerse al pacto que ha hecho su hermano. Dice el Duque Francisco al
Rey que el pacto de cesión de la Lorena a favor de Luis XIV no sólo es un
perjuicio para su casa sino también para la de Felipe IV por el derecho que
tiene el rey de España a aquellos dominios y por la constitución en que
están, y su ejemplo, dice, es muy dañoso a las casas soberanas que se ven
amenazadas de semejante suceso. El asunto vuelve a estudiarse en el
Consejo de Estado que reitera que la incorporación de Lorena a Francia es
perjudicial para los intereses del Imperio y de España porque aumenta el
poder de Francia y puede perjudicar la próxima Dieta pero los consejeros
sólo proponen que se responda al Rey de Francia lo mismo que se dijo al
Embajador: “que S.M. se alegra de todo lo que sea de su conveniencia”.
Con relación a la carta del Duque Francisco y su petición de ayuda, el
Consejo dice que se le responda en términos generales, diciéndole “cuanto
686
Memorias del Rey Sol, 1.42, pp. 109-110.
Cuenta el Marqués que el Rey se negaba a que el duque de Lorena gozara de los privilegios de los
príncipes de la sangre como habían pactado lo que es una alteración del tratado en parte muy principal
pues suponía privarles del acceso a la corona, y también desvanecía las aspiraciones del duque Carlos a
casarse con princesa de sangre. AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 1 Marzo 1662.
688
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 12 marzo 1662.
687
260
desea el Rey de España que se cumplan sus aspiraciones y que tendrá
presente el celo que muestra de su real servicio689.
El Marqués de la Fuente refiere, en carta a Felipe IV, la solemnidad
con que se traspasaron los estados de la casa de Lorena a Francia. En la
sesión del Parlamento en que fue ratificado el Tratado, según cuenta el
Marqués de la Fuente, el Presidente ponderó la fuerza de las armas
francesas que “dan ley a la fortuna”, “las puertas que el rey de Francia
había abierto por todas partes contra sus enemigos y particularmente para
asistir y mantener en libertad a los que tenían la dicha de ser sus aliados y
de estar bajo su protección en Alemania”. El Presidente dijo también en su
discurso, que reuniendo a su corona la Lorena, el Rey de Francia “quitaba
aquel dique que otras veces había separado las provincias enemigas de la
inundación de sus armas”. Los duques y los pares que se encontraban
presentes votaron con la cabeza porque el negocio era leve, según cuenta el
Marqués. Añade que asistió la Reina de incógnito y no asistió ninguno de
los príncipes de la casa de Lorena ni de Vendôme ni de Courtena.
También comunica el Marqués que tanto el Duque Carlos como su
hermano le mostraron, además de su descontento con Luis XIV, el deseo de
servir a España y le dijeron que, para que reconociese Felipe IV su buena
voluntad, tratarían de cederle a él sus estados. A la parte en que mostraban
la queja contra el Rey francés, el Marqués no asintió, y a la propuesta de
cesión, reconociendo que el intento era empeñar a España en nuevos
embarazos, contestó que, en España, siendo tan grande la estimación por la
casa de Lorena, lo que deseaban era aumentar su esplendor, añadiendo si
fuera posible otros estados; que aceptaba sin embargo el ofrecimiento de
pasar al servicio de Felipe IV y así lo comunicaría a Madrid y a Viena.
689
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 18 marzo 1662.
261
Añade que el Duque Carlos que ya había mostrado a Fuensaldaña su deseo
de pasar a servir a Felipe IV en Portugal o al Emperador en Hungría,
reiteraba su ofrecimiento insistiendo en que “serviría intrépidamente con
toda la buena fe, estando tan decepcionado como lo está de los franceses y
de la tiranía de Luis XIV”690.
El Consejo de Estado estudia todas las noticias del Marqués y le
envía instrucciones para que hable con habilidad al Duque Carlos y le
convenza “mañosamente” de que no venga a servir a Portugal y que no se
ofrezca formalmente al Rey. El Consejo de Estado considera buena la
intervención del embajador del Imperio en París a donde ha ido para que el
Rey Cristianísimo desista del tratado o para que los electores del Rhin
queden desobligados de continuar en la liga que tienen poniéndose de parte
de favorecer a los de Lorena para que no tenga lugar su despojo691. Sin
embargo, el Marqués de la Fuente piensa que las actuaciones del
Emperador a favor de Carlos de Lorena pueden ser contraproducentes, así
lo escribe a Felipe IV y al príncipe de Porcia692.
El intento del Duque Carlos de deshacer el acuerdo de cesión que
había pactado con Luis XIV no da fruto a pesar de que argumenta ahora
que los estados no le pertenecían porque eran del príncipe su sobrino 693. Es
tarde para rectificar y las tropas de Luis XIV (6.000 infantes y 2.000
caballos al mando del Conde de Guisa, hijo del Mariscal de Framont), están
preparadas para iniciar la vía de la fuerza si es necesario694, (aunque el
690
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 23 abril, 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 16 mayo 1662.
692
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 18 mayo 1662.
693
Se refiere al duque Carlos, hijo de su hermano Francisco-Nicolás. El duque Carlos (IV), sólo tuvo un
hijo bastardo, el príncipe de Vaudémont por el que mostró preferencia, pero el heredero fue su sobrino
Carlos (V), (1643-1690).
694
AGS, Estado, Francia, K1644, París, 27 abril 1662. Cuenta también el Marqués que la novia del
duque Carlos no quería acceder a lo que el Duque deseaba, lo que le llevó a ser arrestada. Algunos
piensan, dice el Marqués, que la detención de esta mujer era para, sirviéndose de ella, conseguir del
691
262
Marqués comprueba que el Conde de Guisa no lleva más de 4.000
hombres). Sobre el prendimiento de la novia del Duque Carlos sospecha el
Marqués que fue por la declaración que quería hacer el Duque de que los
estados pertenecían a su sobrino695.
El Marqués de la Fuente comunica a Madrid que Colbert lleva a
Lorena orden de renovar las diligencias para reducir a la nobleza y a los
parlamentarios de aquellos estados con el fin de que admitan la soberanía
de Luis XIV. También informa de que, habiendo condescendido algunos
vasallos al partido francés, el Duque había enviado orden a sus ministros
para que, como castigo, alojasen a 2.000 ó 3.000 soldados en las casas de
los que se habían ido apartando de su servicio y que fueran usando de la
fuerza con cualquiera que se entendiera con Colbert. Los dos hermanos
están de acuerdo en que el duque Carlos haga las renuncias necesarias a
favor de Francisco y cuando éste sea titular de aquellos dominios, su hijo
Carlos, acercándose a la frontera, reciba de sus hermanos el juramento
reconociéndole como único soberano. Esto dificultará las tentativas de Luis
XIV. El Marqués de la Fuente se informará de lo que hable el Duque
Carlos con Le Tellier sobre esta materia para informar a Madrid696.
Viendo muy desesperada la situación, los mismos Duques Carlos y
Francisco de Lorena envían un memorial a Felipe IV en el que muestran su
delicada situación y, para evitarla, de nuevo solicitan su ayuda y la de los
príncipes del Imperio. Pretenden que Luis XIV desista del tratado de cesión
Duque lo que se pretendía, otros creen que el Duque está cansado ya de ella y la había hecho prender por
no mantenerle la palabra que le había dado, siendo más verosímil lo primero para el Marqués.
695
AGS, Estado, Francia, K1644, París, 28 abril 1662. Esta información la envía el Marqués de la
Fuente a Gregorio de Tapia. Se entera el Marqués de que en las tres plazas que todavía tiene el Duque de
Lorena: Marsal, Hombour y Vichy, en la primera se ha metido Mrs. D´Arcourt, en la segunda el coronel
Brondoff, esguizaro, y en la tercera Mrs. de Beaufort, dos loreneses y los tres soldados de crédito, por lo
que el ir el conde de Guisa con tan poca gente le obliga a sospechar que están de acuerdo.
696
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 23 abril 1662.
263
por no estar basado en la justicia y en la equidad, se lamentan de la
sumisión de los príncipes del Imperio a Francia y pretenden que todos
unidos apoyen la resolución del acuerdo porque beneficiará al Imperio y
demostrará a Francia que son fuertes697. (Doc. nº 4).
El Duque Carlos plantea en este documento el complicado sistema de
alianzas e intereses que en ese momento diseña Francia para su beneficio.
Sobre la anexión de Lorena, dice que engrandece a Francia porque amplía
sus fronteras hasta el Rhin, colmando así uno de los objetivos de Luis XIV;
considera el hecho un primer paso para invadir más tarde otros estados y
pide a los príncipes alemanes que estén unidos con el Emperador para
frenar a Francia. Como simultáneamente Francia piensa ampliar sus
fronteras por el norte con los Países Bajos, a costa de España, necesita una
buena correspondencia con el Emperador y así conseguir que España quede
aislada.
Madrid en este momento, 1662, se encuentra agobiada por la guerra
de Portugal y porque Inglaterra, que acaba de concertar el matrimonio del
rey Carlos II con Catalina de Braganza, se convierte en aliado de Portugal.
No puede pensar en otro aliado que en el Imperio, pero, a pesar de la
insistencia del Marqués de la Fuente en denunciar la amistad de Francia
con el Imperio y en acelerar la liga de S.M. Católica con S.M. Cesárea, las
negociaciones van demasiado despacio, como hemos visto.
Ante el avance del poder de Francia, el Marqués de la Fuente sugiere
un Imperio unido en una próxima Dieta “que podría corregir la altivez del
Rey de Francia”698. Piensa que la unión de todos los príncipes en una Dieta
697
698
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 21 mayo 1662.
AGS, Estado, Francia, K1644, París, 12 marzo 1662.
264
podría disuadir a los franceses de entablar una guerra. También el duque
Carlos, arrepentido ahora de la cesión, y su hermano Francisco, piensan
que Luis XIV tendrá que usar de la violencia para someter a Marsal, y sólo
una Dieta puede arreglar esta situación tan en contra de la convivencia. El
cambio de opinión del príncipe Carlos y la posible reacción violenta de
Francia, interesa a Felipe IV que pide al Marqués de la Fuente la mayor
atención y la mayor información posible sobre este asunto, sobre el que,
por otra parte, no se pronuncia 699.
El 2 de julio de 1662, el Marqués de la Fuente informa a Felipe IV de
que el Duque Carlos de Lorena, “motu proprio”, había solicitado al rey de
Francia que rompiese el tratado, que iría en persona a disponer lo que fuese
de su gusto y servicio si no cumplía el tratado. Cuenta que el Rey le
escuchó con gran severidad y le respondió que era necesario mantener lo
establecido. No habiendo hallado el Duque recurso alguno en la señora
Reina madre, el Duque había acudido al Marqués y le había vuelto a insistir
(por tercera persona), en la propuesta de querer servir en Portugal, y en
saber si podría vivir en Flandes con lo que allí tiene. El Marqués no le
contestó por si en su inconstancia hallase algún beneficio, respuesta
aprobada por el Consejo de Estado que pide al Embajador continuar la
información sobre este asunto700. Pocos días después el Duque resuelve
hablar de nuevo con el Rey para reiterar que se rompa enteramente el
tratado o se efectúe como estaba establecido. Según el Marqués las
instancias de los electores en las que tenían fundadas grandes esperanzas
los dos hermanos deben haber sido muy leves, pues el rey de Francia ha
respondido que no se empeñen en hacerle cambiar, que el Duque Carlos es
tan prudente que no dejará de cumplir lo firmado. Sobre la cesión que el
699
700
AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 12 abril 1662.
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 24 julio 1662.
265
duque Carlos había ofrecido hacer al duque Francisco y su hijo, dice el
Marqués que no se ha ejecutado, según dicen, porque si la llegase a hacer el
Rey tomaría resolución de detenerle701.
El Duque Francisco de Lorena insiste en servir a Felipe IV y, aunque
el Marqués de la Fuente le desengaña no solo con generalidades sino con
palabras que le hagan perder toda esperanza, acción que es aprobada por el
Consejo de Estado702, no desiste de su empeño. Pasado el verano, en carta
al Marqués de la Fuente en la que le demuestra su afecto, tras agradecerle
lo que se preocupa por sus intereses y por los de su hijo, al que pide que le
reciba, el Duque Francisco reitera su disposición para servir a S.M. Felipe
IV, “su señor”703.
El acuerdo entre el Duque Carlos y Luis XIV suscitó la cólera de los
loreneses y fue pronto olvidado. En 1663 Luis XIV obtuvo Marsal, la única
fortaleza que quedaba en Lorena, pero las tropas francesas abandonaron los
territorios que ocupaban desde hacía veintiocho años y siguió ocupándose
de su ducado Carlos IV704. Aunque la incorporación de Lorena a Francia no
tiene lugar hasta el siglo XVIII705, en 1662 Luis XIV sorprendió a todos
con este intento de anexión que afirmaba la presencia y el poder de Francia.
701
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 30 julio 1662. Cuenta el Marqués que el Duque Carlos de
Lorena está reforzando los presidios de las plazas que están bajo su obediencia, y que tiene a sus súbditos
desesperados porque se sienten tratados como enemigos, haciéndoles contribuir los gobernadores de las
plazas con más rigor y exceso que si se encontrasen en país rebelado. Cuenta también que el Duque,
cuando estuvo allí, puso nuevas imposiciones y formó un parlamento de gente popular lo que parece que
obligó a la nobleza a pedir al Rey que los asistiese para remediar esta situación, prometiéndole que todo el
estado le prestaría la obediencia. El Rey les mandó responder que en virtud del tratado no podía asistirlos
públicamente, pero que ellos obrasen, porque en secreto les asistiría. Añade el Marqués que esto ha
contrariado a la nobleza que piensa que el Rey desea enfrentarlos con el Duque sin fuerzas para que,
obligados por la necesidad, se pongan en sus manos sin costarle nada, sin que pueda decir nadie que entra
en aquel estado con violencia y sin hacer concesiones.
702
AGS, Estado, Francia, K1386, Madrid, 11 julio 1662.
703
AGS, Estado, Francia, K1644, 29 septiembre 1662.
704
BELY, L.: “Les relations internationales en Europa , XVII-XVIII siecles.”, 1998, p.211 y 236.
705
En 1735, tras la guerra de sucesión de Polonia, el duque Francisco Esteban de Lorena, casado con la
emperatriz María Teresa de Austria, cedió Lorena a Estanislao Leckcinsky de Polonia, suegro de Luis
XV, a condición de que sería, después su muerte, incorporada a la corona francesa.
266
La diplomacia española demostró cautela y razón no atendiendo las
propuestas de los Duques.
4.5. Injerencia de Francia en Grisones y Suizos
En los años sesenta del siglo XVII los territorios de Grissones y
Suizos también fueron objeto de la ambición de Luis XIV. La situación de
Grisones era interesante para Francia que aspiraba a ampliar las fronteras
por el este, una vez anexionada Lorena, y también interesaba a Francia que
los Grisones no fueran aliados del Imperio o de España706 para que no
pasaran tropas del Imperio hacia Italia o viceversa. Luis XIV aislaba más a
España consiguiendo la amistad de estos pueblos y para conseguirlo, se
aplica con rapidez; nombra un embajador: Msr. Labarde que se adelanta y
les promete dinero y ventajas; lleva la iniciativa en una negociación en la
que España va a remolque porque no dispone de medios para contrarrestar
la oferta de Francia. El resultado es el éxito de la negociación de Francia.
En Marzo de 1662 el Marqués de la Fuente advierte a Felipe IV de
que el ministro Labarde, embajador del Rey Cristianísimo, contravenía la
Paz de los Pirineos con los grisones707, así como el tratado de paz de 1639.
Piensa el Marqués que no se puede pasar por alto “el violento modo de
actuar de los franceses”, que hay que atender las quejas de los amigos y no
cerrar los ojos, que sin utilizar medios violentos hay que actuar “con
medios blandos” pero hay que mantener el decoro708. Contrasta aquí la
propuesta del Marqués de actuar de modo “blando” frente al “violento y
706
Por el tratado de 1639, el territorio de Grisones estaba obligado a España. Francia disputó también la
soberanía de los territorios de la Valtelina, al sur de Grisones, con los españoles, alemanes y suizos,
soberanía que fue devuelta a los Grisones en 1639 con la sola condición de respetar su religión. Desde
1648 (Tratado de Munster) tenían reconocida su soberanía.
707
El Art. 103 del Tratado de los Pirineos se refiere a la manera de actuar los reyes de Francia y España
en Grisones. Se convendrá amigablemente entre las dos Coronas sobre todos los intereses que pueden
tener en este negocio.
708
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 25 Marzo 1662.
267
altivo” modo de actuar de los franceses aunque la propuesta del Marqués
de la Fuente es actuar. La información de esta nueva vulneración del
Tratado de Paz que el Marqués envía a Madrid la ha recibido del Conde de
Casati, embajador de Felipe IV en Grisones709. El Consejo de Estado
encarga al Marqués que se comporte con la prudencia acostumbrada, que es
la que conviene, procurando que se cumpla en todo lo ajustado en la paz,
concretamente el art. 103. Propone también el Consejo que se envíen
asistencias a Casati para que pueda pagar las pensiones a los grisones
facilitando por este medio la negociación que se hace con ellos710. Ante la
pregunta de Felipe IV sobre la cantidad que se debe enviarse a Casati para
pagar a los grisones, el Consejo de Estado remite la respuesta al Consejo de
Italia para que exponga lo que importa la consignación de las mesadas en
Nápoles, Sicilia y Milán. Que se pague en la mayor cantidad que sea
posible, sin dilación, y que el Consejo de Italia de cuenta de haberlo
hecho711.
El Marqués de la Fuente en su respuesta a Casati le recomienda
paciencia y no utilizar modos violentos. También le dice que, después de
reconocer el terreno, intentará reclamar por el art. 103 del Tratado de los
Pirineos, cuyo cumplimiento es el que se puede exigir, pero “sin apretar
mucho para no aventurarse a otros inconvenientes”, y le pide que procure
que se cumpla el Tratado de 1639. En esta carta el Marqués dice que se
encuentra enfermo712. Tanto en la respuesta a Casati como en la carta a
Madrid informando del problema se aprecia un bajo estado de ánimo en el
Marqués, quizás por su falta de salud. En esta ocasión el Marqués quita
709
Giovanni Francesco Casati fue residente en Grisones de 1646-67.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 12 Abril 1662.
711
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 21 Abril 1662.
712
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 Marzo 1662.
710
268
importancia a una nueva provocación de Francia y propone paciencia y
respuesta suave.
También informa el Marqués de la Fuente desde París de que el Rey
de Francia había enviado instrucciones a Monsieur de Labarde, su
embajador en los cantones Suizos, para convencer a estos de la importancia
de la renovación de la neutralidad de Borgoña, lo que había comunicado al
Marqués de Caracena713. Sobre las negociaciones de Labarde informa
también Casati al Marqués de Galarza, regente del Consejo de Italia, quien
traslada los papeles al Duque de San Lucar para que se estudien en el
Consejo de Estado. Dicha información muestra que Monsieur de Labarde
insistió a los suizos para que convenciesen a los grisones y renovasen la
liga con Francia. Para lograrlo les hizo diversas ofertas de parte del rey de
Francia, como que se les daría satisfacción por lo que se les debe de sus
pensiones y otras pretensiones que tienen en Francia. Les instó también a
que se aquietasen y renovaran la antigua neutralidad con el Franco
Condado de Borgoña pues no debían temer nada una vez establecida la paz
y sin apariencia de que en largo tiempo se pudiera alterar. El Marqués de
Galarza envía también al Duque de San Lucar una carta que el mismo
Conde de Casati escribió a los siete cantones católicos suizos,
confederados con el rey de España, disculpando con la mudanza que ha
habido en el gobierno de Milán, la falta de no haber cumplido con lo que
les ofreció el duque de Sermoneta a sus embajadores el pasado año, a lo
que respondieron (estando en su Dieta el 11 de julio), que les era preciso
enviar embajador a Madrid a solicitar la firmeza de sus consignaciones.
Casati pondera en sus cartas el perjuicio que se sigue de las proposiciones
del embajador de Francia cuyos designios se obviarían si se ejecutasen
puntualmente las órdenes que llegan de Madrid a Nápoles y Sicilia y se
713
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 septiembre 1662.
269
remitiesen las sumas destinadas para aquella nación, no convirtiéndose en
otro efecto. A Casati le parece conveniente que, por medio del embajador
de España, se pasen oficios en Francia para que la negociación de grisones
se trate según el artículo 103 de la paz, por lo que hay que buscar concierto,
buena inteligencia y suavidad porque no se trata de forzar los tratados y
violentar a los grisones los cuales desean la protección de España para
asegurarse de las amenazas que les han hecho. Se queja de la poca
liberalidad de los ministros de Milán, pues no se le enviaron más que 150
doblas, cuando lo que el embajador de Francia ofrecía si se ajustaban a sus
proposiciones excedía de 15.000 doblas, además de otras ofertas secretas
para obligarles a prevaricar de los tratados. A los suizos ofrecen los
franceses dos pensiones enteras cuando de nuestra parte, dice Casati, solo
se les ha ofrecido una y además aplazada. En cuanto a la renovación de la
neutralidad de Borgoña dice el Conde que algunos parciales en los cantones
populares procuran ganar el público insinuándoles que la neutralidad no es
cosa que fuera muy deseada por sus antecesores, sino una invención para
divertirles los pagos de las pensiones de Francia cuando no estamos
dispuestos a pagarles las nuestras714.
El Consejo de Estado estudia esta información y comprueba que los
franceses, a través de Laborde, pretenden estrechar más su amistad con los
cantones, acrecentar allí su partido y desconfiarles del partido de España.
La carta de Casati, que se encuentra al pie del hecho y discurre con todo
conocimiento, dice que en las acciones y proposiciones de los franceses se
ve claramente que su fin es no estar contentos con la paz si no se les añade
el estado de Milán y la Borgoña como han hecho con la Lorena, que
pretenden estorbar la renovación de la neutralidad de aquel condado y el
paso de Alemania para el estado de Milán, cosas todas perjudiciales para el
714
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 noviembre 1662.
270
servicio de S.M. Católica, como fácilmente se puede considerar. En el
Consejo de Estado se ve este asunto que significa un nuevo avance de
Francia en su camino de expansión. Consideran los consejeros el extremo
orgullo con que los franceses por todas partes procuran adelantar sus
negociaciones pues en todas las cortes de Europa tienen embajadas y
ministros: en el Imperio, Polonia, Suecia, Dinamarca, Inglaterra, Italia, y ya
se sabe lo que están maquinando. El Consejo reconoce que aunque toda
razón pedía que de parte del Rey de España hubiese también personas para
siquiera estorbar los fines de los franceses con astucia, dando en que
escoger a aquellos príncipes con que tratan, no se ejecutan no por no
conocer cuan necesario y conveniente es, sino por falta de medios715.
Debido a la falta de medios de la corona española —que, otra vez,
deja el camino libre a Francia para avanzar en sus propósitos de
hegemonía—, Felipe IV opta por la queja. La nota que el Marqués de la
Fuente presenta a Luis XIV dice: “Con los esguizaros y grisones se hacen
apretadas diligencias para apartarlos de la liga y confederación que tienen
con esta corona”. La respuesta de Francia es un nuevo ataque. Dice que el
embajador de Francia en Suiza, Msr. Labarde, no ha hecho más diligencias,
desde hace dos años que le envió el Rey Cristianísimo, que las
encaminadas a consolidar el tratado de la antigua alianza, que S.M.
Cristianísisma siempre ha respetado los cantones
después de la paz
perpetua firmada en 1516 y renovada en 1654. Por el contrario el
embajador de España, Sr. Casati, no ha dejado de transgredirla
continuamente con sus cartas y desde hace algún tiempo con su presencia,
lo que demuestra que los ministros de España han querido prevenir con sus
715
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 noviembre 1662.
271
quejas sin fundamento las que S.M. Cristianísima podría hacer más
justamente716.
El Marqués de la Fuente advierte a Madrid de que han llegado a
París 74 suizos para jurar la antigua confederación con aquella corona717.
Apunta en otra carta que los embajadores de los suizos no habían querido
entrar en la liga del Rhin y que el duque de Orléans no se había comportado
con ellos con cortesía.
Las reiteradas denuncias del Marqués de la Fuente por la política
francesa de acercamiento a los helvéticos para alejarlos del servicio de
S.M. Católica no sirven para nada. En la iglesia de Notre Dame de París,
Francia renueva la alianza con los suizos, con los embajadores de los trece
cantones y sus aliados el 18 de noviembre de 1663718.
716
Papel de quejas. AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Agosto 1663.
A.GS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 22 de Noviembre 1663.
718
En la Biblioteca Nacional se conserva el grabado dentro de la serie “historias del Rey” (Luis XIV), en
el que está representado el Rey y uno de sus embajadores suizos en el acto de poner a mano en los
evangelios que les presenta el cardenal Barberini Arzobispo de Reims.
717
272
Capítulo V
EL ENFRENTAMIENTO DE FRANCIA CON ROMA
El título de Christianísimo fue dado por el Papa a los reyes de Francia
cuando reinaba Luis XI y alcanzó su más amplia justificación con Luis
XIV en cuyo reinado la religión cristiana está ligada a todo lo que hace
la solidez y grandeza de Francia; es el cimiento de la sociedad, la norma
de las costumbres, la llave de las instituciones, es como explicación de
la vida, “el todo del hombre” en palabras de Bossuet719. Pero, aunque su
reinado se apoya en una sólida realidad cristiana, como hemos dicho,
Luis XIV cometió algunas contradicciones: por ejemplo su política de
buena relación con la Puerta, heredada de su padre Luis XIII, aunque en
el momento decisivo colaboró con los ejércitos cristianos para derrotar a
los turcos720, y la persecución a jansenistas721 y a protestantes en
Francia, en nombre del principio de unidad de la Iglesia, que a sus ojos
se confundía con el principio de unidad nacional, mientras entraba en
violento conflicto con la Sede Apostólica, jugaba peligrosamente con el
cisma y afrontaba incluso una amenaza de excomunión. También se
enfrentó con la catolicidad española pues se consideraba el elegido
providencial llamado a sustituir a España para obtener la unidad de toda
DANIEL ROPS: “Historia de la Iglesia de Cristo”, Vol. VIII, Madrid 1972, pp. 135.
Ante el grave peligro de amenaza turca que pesaba sobre Europa Luis XIV se hallaba divido entre
su deber de cristiano y la alianza que, desde 1635, unía Francia a la Sublime Puerta. Finalmente optó
por la defensa de los cristianos y envió 6.000 hombres, la flor de nobleza francesa, en ayuda de
Leopoldo I, que decidieron la victoria de San Gotardo (1664). A pesar de su intervención, Luis XIV,
con gran habilidad, evitó romper sus lazos con el aliado otomano.
721
La polémica que surgió en Francia sobre el Jansenismo se puede ver también dentro del
galicanismo, el deseo de Luis XIV de limitar el poder del Papa y su intervención en Francia.
BENNASAR, M.B.: “Historia Moderna”, Madrid, 1998, pp. 605-608.
719
720
273
la cristiandad722. Y se sirvió de la iglesia galicana723 como de un
instrumento para conseguir sus fines políticos.
5.1. El incidente de Crequi
El enfrentamiento de Francia con Roma durante los años sesenta
del siglo XVII que estamos estudiando obedece al deseo de expansión y
engrandecimiento de Francia en el norte de Italia y al deseo de Luis
XIV de limitar el poder del Papa para frenar a Su Santidad todo intento
de intervención en Francia –siguiendo la tradición del galicanismo-,
pero también forma parte de la estrategia de Luis XIV para aislar a
España. Este enfrentamiento condiciona las relaciones de España con
Francia y también las relaciones de España con Roma.
Desde los comienzos del reinado, se produjeron desagradables
incidentes con el Papa. Luis XIV se hallaba entonces con todo el vigor
de su joven orgullo, resuelto a manifestar en cualquier ocasión su
prestigio y su poder. Su maestro Mazarino le había acostumbrado a
emplear con la Santa Sede cierta desenvoltura, tanto en amenazar a
Inocencio X con “examinar de cerca cuanto había ocurrido en su
elección”724, como en vituperar a Alejandro VII por haber dado asilo a
722
SCHAUB, J.F.: La Francia española. Las raices hispanas del absolutismo francés, 2004, p. 272,
331.
723
La iglesia francesa se distingue por una incostentable originalidad que subraya de forma
permanente respecto al derecho eclesiástico común, apoyándose en actitudes que se consideran como
tradiconales desde la Edad Media. Reivindica, en contra de la Santa Sede, el beneficio de las
libertades galicanas (conjunto de costumbres peculiares aceptadas por el papa y prácticas no
aceptadas por Roma definidas por Pitau en 1594: Les libertés de l´Eglise gallicane, Preclin, E. y
Jarry, E: HISTORIA DE LA IGLESIA, FLICHE A. y V. MARTI, Tomo XXI, p. 181.
724
Inocencio X, elegido Papa en 1644, tenía la reputación, quizás exagerada, de ser favorable a los
Habsburgo. Mazarino no aprobó la candidatura del Papa Panphili y retiró al embajador francés de
Roma. El pontífice replicó haciendo una promoción de cardenales de signo antifrancés y al exigir
cuentas a los sobrinos de Urbano VIII, su antecesor, por los excesivos gastos que habían efectuado
durante la guerra contra los Farnesio para apoderarse de Castro, éstos, el cardenal Antonio Barberini
y sus hermanos huyeron a Francia y fueron recibidos con todos los honores en la corte de París.
Inocencio X confiscó sus bienes y contrarrestó la influencia de Mazarino que deseaba que les fueran
restituidos. Fue Inocencio X quien incorporó a Roma el ducado de Castro.
274
su adversario el cardenal Retz725 y Hugo de Lionne, que fracasó en sus
intentos de hacer internar al tumultuoso cardenal, trabajó en envenenar
las relaciones entre París y Roma726. Alejandro VII ocupaba el trono
papal desde 1655727 y desde el principio tuvo graves conflictos con
Mazarino, su enemigo personal, como hemos dicho. Cuando el cardenal
de Retz, arzobispo de París, huyó dejando abandonada su diócesis728,
Alejandro VII pretendió nombrar un obispo sufragáneo lo que fue
rechazado por el episcopado francés, por el Parlamento y por Mazarino
que acusó al Papa de injerencia. Las relaciones con Francia se
agravaron tras la muerte de Mazarino (1661) y el inicio del gobierno
personal de Luis XIV que dirigía los intereses de la iglesia de Francia a
su real criterio, muy por encima de las prerrogativas de Roma, y así lo
hizo saber a lo largo de su reinado. Alejandro VII se dio cuenta de ello a
partir de 1659 con ocasión de la Paz de los Pirineos pues no contó con
él para su redacción y el texto del tratado lo ignoraba completamente. El
incidente que agravó la tensión existente fue la pelea que se entabló el
20 de agosto de 1662 entre los corsos de la guardia pontificia y los
servidores del Duque de Crequi embajador de Luis XIV en Roma729.
725
El cardenal de Retz, hombre de gran popularidad, excelente escritor y predicador, fue enemigo
declarado de Richelieu (contra quien conspiró), de Lionne y también de Mazarino. Arzobispo de
París, tomó parte en la sublevación de la Fronda y consiguió la caída y el destierro de Mazarino. Sus
luchas contra Condé disminuyeron su poder y, a pesar de su popularidad, fue preso en Vincennes
desde donde huyó a España y a Italia en donde fue bien recibido por Inocencio X. A la muerte de
éste decidió la elección de Alejandro VII que, sin embargo, no le acogió con la misma simpatía que
su antecesor. La muerte de Mazarino le reconcilió con la corte francesa.
726
DANIEL ROPS: “Historia de la Iglesia”, Madrid 1972, Vol. VIII, p. 157.
727
Pertenecía Alejandro VII a la ilustre familia de Siena que obtuvo en el siglo XVI el título
nobiliario y la fama porque uno de sus miembros, Agustín Chigi, llamado el Magnífico, (m. en
1520), banquero de la corte papal, se trasladó a Roma y se distinguió por su riqueza y por su afición
al arte. Cuando el cardenal Fabio Chigi fue elegido Papa adoptó la divisa “hacer mucho y hablar
poco”.
728
Debido a las intrigas en que se mezcló el cardenal fue preso en el Louvre y conducido al castillo
de Vincennes donde estuvo encerrado durante dieciseis meses, sin que el pueblo de París, que
durante tanto tiempo le había obedecido ciegamente hiciera el más pequeño esfuerzo para alcanzar su
libertad. Trasladado a Nantes se evadió con singular destreza y se trasladó a España y a Italia en
donde fue bien recibido por Inocencio X.
729
JEAN MATHIEU-ROSAY: “Los Papas, de S. Pedro a Juan Pablo II”, Madrid, 1990, pp.403404. Desde el punto de vista del gobierno de la Iglesia y las relaciones políticas, Alejandro VII fue un
gran diplomático y un hombre de curia que no quiso concentrar todo el poder. A diferencia de sus
275
Los historiadores franceses reconocen en el incidente de Crequi
un gesto de arrogancia de Luis XIV. Daniel Rops dice que El Duque de
Crequi, “soldado de gran situación, de gran autoridad, de gran altivez y
de ninguna flexibilidad”, fue enviado a la ciudad eterna para
desempeñar una “embajada brillante” destinada a deshacer la impresión
de fracaso que había dejado el asunto Retz. El Duque obedeció
puntualmente las órdenes, se mostró vidrioso, altanero y soberbio en el
protocolo; cuantos le rodeaban, una verdadera corte en miniatura, le
imitaron. Y de tal manera que, en agosto de 1662, la Guardia Corsa,
frecuentemente abucheada por los servidores del Embajador, se
aprovechó de cierta disputa para organizar una “vendetta” ejemplar: el
Palacio Farnesio730 fue asediado, una bala silbó en la nariz de la
embajadora que regresaba en carroza y mató a uno de sus pajes. Luis
XIV recibió el asunto “con una arrogancia que asombró a Europa”.
Mientras se enviaba al Papa una carta insolente, el Nuncio era llevado a
la frontera, el embajador de Francia salía de Roma y el condado
Venesino era ocupado por las tropas reales; por último, un cuerpo de
ejército de 15.000 hombres se ponía en camino amenazando a los
Estados Pontificios. Era mucho ruido para un incidente vulgar, pero el
joven Rey quería mostrar al mundo que “aquellas gentes le conocían
mal” y que su voluntad no sufría resistencia alguna731.
antecesores, no practicó un gran nepotismo. Bajo su pontificado, hizo frente al problema del
jansenismo, revitalizó la actividad de las congregaciones romanas y se reorganizaron los oficios
curiales, no consiguió sin embargo buenos resultados en el sector financiero que tenía muy
endeudado al papado después de la guerra de los Treinta Años y la política dispendiosa de Urbano
VIII. Alejandro VII hizo un esfuerzo por sostener y unir a las potencias católicas contra el peligro
turco que amenazaba Creta y Hungría, (concedió subsidios económicos a Venecia para luchar contra
los turcos por la posesión de Creta, y al emperador Leopoldo de Austria para frenar el avance
otomano en Hungría y en Transilvania), pero esta política fue contrarrestada sistemáticamente por la
actuación de Francia.
730
El palacio Farnesio, sede de la embajada de Francia, fue construido por Sangallo, Miguel Angel y
Giacomo de la Porta que añadió la fachada posterior. .......
731
DANIEL ROPS: “Historia de la Iglesia”, Vol. VIII, pp. 157-158. FRANCIS KASEL, sostiene
que no fue un incidente vulgar, que el Papa sufrió la peor humillación desde el Saco de Roma de
276
El Marqués de la Fuente que visita al Nuncio de S.S. en ese
momento, en medio de rigurosas medidas de aislamiento, informa a
Madrid de que estas demostraciones de Luis XIV no son la
consecuencia del incidente, sino que van encaminadas “a pretensiones
antiguas y modernas, a las cosas de Castro y Comacho”732.
En efecto, Luis XIV, aprovechando el incidente de Crequi,
pretende aumentar su presencia en el norte de Italia; convierte la política
nacional de control de la iglesia francesa en política internacional de
agresión a los estados del Papa y de incumplimiento del tratado de los
Pirineos (art. 99) y en esta nueva política implica a España, pues
necesita su colaboración para el paso de las tropas. Cuando Luis XIV
propone la formación de una liga entre Francia, España y Venecia para
obligar al Papa a sacar de Roma sus tropas y conceder el indulto a los
franceses encarcelados, el encargado de la embajada de España en
Roma, el cardenal Aragón, consigue con su mediación evitar el
enfrentamiento733, pero cuando exige al Papa no sólo excusas por el
incidente que sufrió su Embajador, sino la desencameración de Castro y
prepara un ejército para ocuparlo, se plantea un conflicto que afecta a
1527 “Patronos y pintores”, Madrid 1980, p 160. “Una humillación sin precedentes” dice FLICHEMARTIN, “Historia DE La Iglesia”, Vol. XXI, pág. 18. Sobre el incidente del duque Crequi ver
también ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, N: “El cardenal de Aragón”, Tomo I, 1929, pp. 57 y sig.
MOUY: L´ambasade du duc de Crequi”, París 1893, 2 vol., pp. 307-311. PASTOR observa: “la
brutalidad en el modo de proceder de Luis XIV aparece en plena luz apenas se considera que el
incidente del 20 de agosto fue únicamente un pretexto hábilmente escogido para humillar a la Santa
Sede, ya que los documentos de archivo parisiense demuestran que ni el rey ni sus consejeros habían
creído ni un momento en la verdad de las acusaciones contra Alejandro VII y su gobierno y que a
todos constaba claramente que el Papa no podía ser declarado autor del ataque del palacio del
embajador”, “Historia de los Papas”, Tomo XIV, Vol. XXXI, Barcelona, MCML.
732
A.GS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 5 octubre 1662. El marqués de la Fuente cuenta la
entrevista que mantuvo con el Nuncio de S.S. al que visitó cuando se enteró de que había sido
expulsado de aquel reino. Uno de los oficiales de guardia se le acercó y separándole de sus criados y
de los del Nuncio le dijo que tenía orden de no permitir la entrada a nadie. El marqués propuso al
guardia que se sentase con ellos y oyese la conversación. De esta manera consiguió el marqués
información valiosa de los asuntos de Roma.
733
ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, N.: “El cardenal Aragón”, 1929, Tomo I, p. 60 y sig.
277
España, que no está interesada en que se abra un frente bélico en Italia y
menos aún que se produzca una agresión a los Estados Pontificios.
La política de expansión de Francia por el norte de Italia había
sido iniciada por Richelieu y había conseguido sus primeros frutos: la
toma de Casal, capital del Monferrato, durante la guerra de sucesión de
Mantua (Tratado de Susa firmado en 1631), y la ocupación de Piñarolo
que pertenecía al Duque de Saboya, (Tratado de Fontainebleu mayo de
1631), ambos hechos perjudiciales para los intereses de España 734. En
ese momento la política francesa contaba con el apoyo de Roma y su
triunfo en la guerra de sucesión de Mantua marca el principio del
“traspaso de la hegemonía de los Habsburgo a los Borbones en
Italia”735. Pocos años después, el Duque Francisco I de Módena,
conociendo la enemistad entre la Monarquía Católica y la casa
Barberini, pretendió una alianza con España para desalojar del Piamonte
y Monferrato a los franceses y para sujetar a Barberinis y Farnesios.
Tras algunos éxitos logrados con esta alianza, la Casa de Este inicia
también una aproximación a Francia, lo que pone de manifiesto el
retroceso que estaba sufriendo la Monarquía Católica en Italia. No
obstante, y a pesar de la sublevación de Nápoles que debilita a España,
inmersa en la guerra contra Francia en los Países Bajos españoles y en
Cataluña, lo cierto es que las tropas del virrey Oñate derrotaron a las del
duque de Guisa en Capua (1647) y que Juan José de Austria expulsó a
ALDEA VAQUERO, Quintín. “La segunda fase de la Contrarreforma”. La España de Felipe IV.
Historia de España. Menéndez Pidal, Tomo XXV, Madrid 1982, pp. 605-631.
735
Según Quintín Aldea hoy no se puede dudar de la oculta y activa parcialidad de Urbano VIII, de
la familia Barberini, hacia la política francesa, no tanto por amor a Francia como por aversión a
España. Participó en una conjura contra la casa de Austria pretendiendo el equilibrio italiano “a costa
de la hegemonía habsbúrgica”. Supra, p.619. También M.A. OCHOA BRUN, en “Embajadas y
embajadores en la Historia de España”, Madrid, 2002, p. 279 y sig., al hablar de Urbano VIII, dice
que el pontífice era resueltamente pro francés y que desarrollaba una creciente hostilidad hacia
España.
734
278
los franceses de Portolongone y Piombino (1648) eliminando así el
peligro francés736.
Un ejemplo de la ambición francesa en el norte de Italia es el
ducado de Castro737. El ducado se había convertido en un importante
estado, tanto por la extensión como por las abundantes rentas y Urbano
VIII, de la casa Barberini, que soportaba mal el poder creciente de los
Farnesio, quiso recuperarlo. Primero intentó comprarlo y después le
declaró la guerra pero los Farnesio, gracias al apoyo de Francia,
derrotaron al Papa y continuaron conservando el ducado de Castro
(Tratado de Roma 1644). La guerra por la posesión de Castro la reinicia
Inocencio X que consigue incorporar de nuevo este rico ducado a sus
estados en 1650. Los Farnesio para recuperarlo vuelven a pedir ayuda a
Francia y logran que en el Tratado de los Pirineos se acuerde que “el rey
de Francia y el rey de España se obligan a interponer oficios para la
restitución de Castro y Ronciglione”738.
A Felipe IV no le interesa que Francia adquiera más poder,
tampoco le interesa enfrentarse con Roma, pero comprueba que el Papa,
a sus espaldas, intenta reconocer ministro de Portugal. En 1662 el
Marqués de la Fuente, con ayuda de unos confidentes, intercepta a un
emisario y, tras robarle los papeles, descubre que los portugueses
pretenden que ministro suyo sea reconocido en Roma y que puedan
Ver FERNÁNDEZ ALVAREZ, M.: “El fracaso de la hegemonía española en Europa”. Historia
de España. Menéndez Pidal. Tomo XXV. Madrid, 1982,p. 734 y sig.
737
El territorio de Castro, situado entre el Lacio y Toscana, en el valle del río Olpeta, fue primero un
estado pontificio gobernado por un enviado del Papa, después concedido como vicariato a Raniero
dei Baschi por Urbano VI y, más tarde, convertido en ducado por Paulo III. En 1538 Pier Luigi
Farnese, hijo de Paulo III cedió Frascati a la Cámara apostólica a cambio de Castro ya convertido en
ducado hereditario. El ducado de Castro estaba compuesto, entonces, por tierras que pertenecían a los
Farnese y por las tierras añadidas de la Cámara apostólica.
738
Tratado de los Pirineos (1659), Art. 100. El famoso hacendista Colbert presentó al Papa una carta
de su soberano, en febrero de 1661, para iniciar los trámites de desencameración y la vuelta de esos
territorios a los duques de Parma y de Módena. Alejandro VII respondió que estaban consolidados
los títulos de la Cámara y que acceder a la demanda sería faltar a su conciencia.
736
279
nombrar obispos, actos contrarios a los intereses de España y en contra
de lo acordado en la Paz. El Marqués de la Fuente lo advierte a
Madrid739. Resultaba muy doloroso para Felipe IV observar los pasos de
la diplomacia vaticana encaminados a reconocer enviados de Portugal
cuando la guerra de Portugal por su independencia era el problema más
grave de la Monarquía Católica.
Y es que el conflicto hispano portugués arrastraba consecuencias
en el plano religioso. La Iglesia tuvo, posiblemente, un papel más
intenso de lo que se ha pensado en el establecimiento del nuevo régimen
y, sobre todo, en su consolidación, pero la Iglesia la componían un
universo demasiado grande como para no esperar desacuerdos. Los
jesuitas, desde luego, dieron el tono de la Restauración brillando como
diplomáticos y consejeros reales (fue el caso de Antonio Vieira 740); la
Inquisición, sin embargo, se destacó por su simpatía hacia Madrid
nacida del apoyo que los reyes de Braganza —como antes los Felipes—
brindaron a los cristianos nuevos para poder financiar la guerra741.
Desde 1645 Juan IV de Braganza pedía el derecho a nombrar
obispos pero el Papa, que no se atrevía a reconocer como rey de
Portugal al jefe de los sublevados por no enemistarse con España,
739
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 8 octubre 1662, 14 de noviembre 1662.
El jesuita Antonio Vieira (Lisboa 1608-Bahia 1697), insigne escritor y orador, fue amigo del rey
Juan IV con quien colaboró para allanar las dificultades de los primeros años de la Restauración.
Creyó realizable la utopía del Quinto Imperio (la vuelta de Juan IV). Se ocupó de asuntos de estado
(defendió a los esclavos, aconsejó la entrega de Pernambuco a Holanda para salvar Brasil, arbitró la
formación de una Compañía naval de Comercio entre Portugal y las colonias, etc.). Partidario de
Pedro II fue desterrado por los partidarios de Alfonso IV y condenado por la Inquisición por defender
a los cristianos nuevos y criticar los procesos de dicho Tribunal.
741
VALLADARES, Rafael: “Portugal y la monarquía hispánica”. ARCO Libros. Madrid 2000, pp.
40-41. El clero acumulaba motivos sobrados para romper con Madrid: la política a favor de los
cristianos nuevos, el retroceso de las misiones en Etiopía, Asia (especialmente sentida fue la
expulsión de los jesuitas del Japón) y Brasil, así como la imposición fiscal contraria a sus privilegios,
sumaban una tríada explosiva. De los Braganza la Iglesia esperaba recuperar el respeto por sus
inmunidades. A cambio el clero pagó con la moneda de la propaganda anti-austracista lanzada desde
los púlpitos.
740
280
nombró “motu propio” a los obispos de las sedes vacantes. España,
como estaba acostumbrada a este procedimiento, no protestó, pero Juan
IV había lanzado la amenaza de un concilio nacional y designó a un
candidato para Lisboa, Evora y Braga. Francisco Ramos del Manzano,
del Consejo de S.M. y catedrático de la Universidad de Salamanca, se
dirigió a Alejandro VII sobre la provisión de los obispados vacantes en
la corona de Portugal exponiendo los títulos con los que a la Majestad
Católica pertenecía la corona de Portugal, aportando pruebas de la
injusticia, infidelidad y violencia de la aclamación del de Braganza. En
su escrito propone a Su Santidad confirmar las nominaciones de obispos
para las iglesias de Portugal hechas por el Rey Católico o que lo haga
“motu proprio” pero que no admita las presentaciones de obispos
hechas por el “tirano” por la incapacidad e indignidad del tirano,
excomulgado, sacrílego y perjuro. También pide a Su Santidad que
proceda contra el tirano de Portugal con las armas y medios espirituales
propios de su autoridad y de la razón por la tiranía y por la obstinación
declarada de no admitir obispos sino a su nominación742.
Y Manuel Franco de Cora, en nombre de Felipe IV, pide también
a Alejandro VII que favorezca con las armas espirituales la causa de
S.M. Católica contra el rebelde portugués. En un Memorial el autor
manifiesta el temor de que los portugueses se separen de Roma y
manchen el “cándido armiño que siempre conservaron intacto y
limpio”, y pide a Su Santidad que “vibre el báculo pastoral contra la
oveja descarriada, obligándole a volver a la obediencia”. Sus
argumentos son el derecho que asiste al católico monarca (se remonta
hasta Alfonso VI de Castilla), y la jurisdicción que tiene para proceder
RAH 5/2340. RAMOS DEL MANZANO, Francisco: “A nuestro santísimo padre Alejandro
VII....Madrid 1660.
742
281
contra el Duque rebelde743. Pero estas recomendaciones, como veremos,
no serán atendidas.
Con ayuda de sus confidentes, fray Raphael Socias en esta
ocasión, el Marqués de la Fuente descubre que el cardenal Ursino envía
a un sujeto francés a Lisboa con despachos para el Duque de Braganza
para facilitar el nombramiento de obispos y admitir ministro en nombre
del tirano. Cuenta el Marqués que habiéndole dado audiencia Su
Santidad para despedirse le mandó que asegurase al de Braganza que
era buen padre común y que haría cuanto pudiese, dando a entender que
Roma estaría dispuesta a aceptar los nombres que propusiera el de
Braganza secretamente. Añade el Marqués que en Roma dieron al
francés despachos de misionero apostólico (con los que se libró de una
fragata de San Sebastián) y, llegando a Lisboa, lo pusieron en el
monasterio de Belén donde después de algunos días le dijeron que el
Duque de Braganza estimaba la buena voluntad del cardenal, pensaría
en ello y podía regresar. Pidiendo el francés que le pagaran el viaje le
respondieron que pasase a Londres en busca de Francisco de Melo, ya
que éste se encontraba allí resolviendo unos asuntos, porque era
Francisco de Melo el que se ocupaba de las cosas de Roma. Para ello le
entregaban una carta. Cuenta también el Marqués que Portugal envía a
Roma a D. Antonio Luis de Acebedo para que declare al Papa el
descontento del pueblo por no tener prelado y la esperanza que tenían
de que Su Santidad aplicaría el remedio. Si no tomaba pronta
resolución, el Duque de Braganza pasaría a nombrar un Patriarca, algo
que nadie en el mundo podría reprocharle ya que había esperado 22
años. Descubre el Marqués que el de Acebedo llegó a Londres en
743
BNM Ms. V.E. 48-62. Memorial a la santidad de Alejandro VII en que se representan las razones
y fundamentos jurídicos que deben obligar a Su Santidad a favorecer con armas espirituales la causa
de S.M. Católica contra el rebelde portugués. Escrito por Manuel Franco de Cora. Año 1660.
282
compañía de un napolitano que le había de acompañar hasta Roma, allí
tuvo la noticia de que habían de pasar a Dunkerque y por Bruselas llegar
a París, por lo que había escrito al Marqués de Caracena con las señas
muy particulares de ambos para que enviara personas a todos los parajes
por donde tenían que pasar por si podían prenderlos ya que eran muy
importantes los papeles que llevaban744. Poco después fue desvalijado y
robados sus papeles y el Marqués lo comunica a Madrid745. El Consejo
de Estado, a la vista de la información enviada por el Embajador que
pone al descubierto la postura de Roma contraria a los intereses de
España, reitera lo mucho que interesa impedir las ansias del Duque de
Braganza de ser reconocido en Roma y propone que se avise al cardenal
Aragón746 para que presione al Pontífice, sin perder la compostura, para
que no niegue a España lo que con tanta insistencia se le ha pedido: que
no reconozca a ministro de Portugal747.
A pesar del talante claramente ofensivo demostrado por el Rey
Cristianísimo y a pesar de las negociaciones secretas que Roma hace
con Portugal, España actuó como moderador entre Francia y Roma en
todas las ocasiones. El encargado de la Embajada de España en Roma,
el cardenal Aragón, tuvo un papel conciliador cuando, tras el incidente
de Crequi, se presentó inmediatamente en el palacio del Papa de Monte744
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 8 octubre 1662. Descubre también el Marqués que el
sujeto francés enviado por el cardenal Ursino a Lisboa es utilizado por Francisco de Melo para
conseguir que el Rey de Francia ayude al de Braganza a cambio de alguna isla o puerto de Portugal.
Como el francés no quiso encargarse de este trabajo fue despedido sin pago por lo que había acudido
al embajador de España. Al enseñar los documentos y pruebas, el Marqués creyó la versión del
francés
745
AGS, Estado, Francia, leg. 1386, Madrid, 14 de noviembre 1662. El Marqués envía a Madrid los
papeles que llevaba don Luis de Acevedo cuando fue desvalijado en Nibers, en los que se indicaba la
manera de comunicarse Lisboa con Roma.
746
Don Pascual de Aragón era embajador interino en Roma desde 1661, sustituyó a Luis de Ponce.
Don Pascual de Aragón, caballero de la Orden de Alcántara, era hijo de Don Enrique, V duque de
Segorbe y Cardona y de doña Catalina Fernández de Córdoba. Fue Virrey de Nápoles, Arzobispo de
Toledo, Inquisidor General de España, del Consejo de Estado, Presbítero, Cardenal de Sta. Balbina,
consejero de la Reina doña Mariana de Austria. Murió en Toledo en 1677. GARMA y DURAN, F.J.:
“Teatro universal”, Vol. III, Madrid MDCCXXXVIII, p.89).
747
AGS, Estado, Francia, Leg. 1386, Madrid, 31 de octubre 1662.
283
Cavallo para ver al joven cardenal nepote Chigi748, primer ministro de
Estado, condenar la atroz ofensa contra la embajadora francesa y exigir
una satisfacción. Después fue al palacio Farnesio en donde se entrevistó
con Crequi y le mostró su apoyo así como su casa, en la plaza de
España749, para que la embajadora pasara la noche. El cardenal Aragón
intervino también como mediador cuando Francia pretendió una liga
con España y Venecia para obligar al Papa a expulsar a su guardia de
Roma como hemos visto. Con habilidad extrema se comportó también,
como Embajador y Cardenal que era, cuando respondió a una terrible y
precipitada carta de Luis XIV dirigida a todos los cardenales de la curia
con injurias a Su Santidad y llena de amenazas. Aragón respondió al rey
Cristianísimo declarándole veneración, manifestando su amistad con
Crequi y poniéndose a su disposición. Y cuando el Nuncio mostró a
Luis XIV el gravísimo disgusto del Papa por lo sucedido y el sincero
deseo de dar una satisfacción a Francia, la mayor que podamos, y fue
expulsado de París, fue asistido con particularidad por el Marqués de la
Fuente como hemos visto más arriba. El Consejo de Estado aprueba el
comportamiento conciliador de ambos embajadores y les recomienda
trabajar por la quietud750.
Pero estos gestos no parecieron suficiente a Luis XIV que tomó
drásticas medidas. El 18 de octubre las tropas del Papa abandonaron
Aviñón y empezaron a sonar en París los planes de guerra. Diez mil
infantes y tres mil de a caballo, además de una poderosa escuadra,
habían de pasar a Italia para devolver el valle de Comacho al duque de
748
Flavio Chigi, sobrino de Alejandro VII, nombrado cardenal en 657, fue el mecenas más influyente
de Roma. .
749
Se refiere al “palazzo di Spagna”, sede de la embajada de España que se encuentra en la plaza de
España de Roma.
750
ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El cardenal Aragón”, París 1929, p. 60.
284
Módena y el de Castro y Ronciglione al de Parma. Para llevar a cabo
estos planes Luis XIV pidió a Felipe IV que aceptara estas condiciones:
1° el paso de las tropas francesas por el estado de Milán para ir al estado
de Castro, y la entrada en sus puertos de los bajeles.
2° la promesa de no recibir ahora ni en tiempo alguno venidero en su
servicio ni bajo su protección la casa Chigi ni al Cardenal Imperial.
3° orden a su Embajador en Roma751 para no entrar en aquella corte y
salirse en caso de haberlo hecho hasta que se haya dado satisfacción.
Lionne comunica orgulloso al Marqués de la Fuente que Felipe
IV ha aceptado las exigencias de Francia y añade que S.M. (Luis XIV)
está muy obligado por estas manifestaciones de afecto y unión de
intereses que el Rey su suegro le ha querido mostrar en esta ocasión y
que por eso envía orden al arzobispo de Embrún para que exprese su
agradecimiento en los términos que podrán dar mejor a entender a S.M.
Católica el reconocimiento con que queda S.M. Cristianísima y el deseo
que tiene de corresponder con el mismo afecto en todas las ocasiones
que podrán ofrecerse para dar satisfacción a los intereses de S.M.
Católica752.
No sólo Lionne manifiesta al Marqués de la Fuente el
agradecimiento de Luis XIV por la ayuda de España en los asuntos de
Roma, el mismo Rey Cristianísimo escribe personalmente a Felipe IV
una carta que dice: “Señor mi hermano y suegro, la facilidad con que
V.M. se ha dispuesto a venir en todo lo que mi Embajador le ha pedido
en mi nombre con ocasión de los negocios que se han ofrecido en
Roma, es una prueba tan clara y tan cierta de la amistad de V.M. que
751
El nuevo embajador recién nombrado era don Pedro Antonio de Aragón hermano del Cardenal
Pascual de Aragón que estaba de embajador en funciones.
752
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 11 noviembre 1662.
285
me deja no menos obligado por esta consideración que por lo que se
debe al hecho mismo. V.M. puede asegurarse que hallará en mí una
correspondencia muy cordial en todas las ocasiones que se ofrezcan,
entretanto doy a V.M. mil gracias y el ruego de entero crédito a lo que
el mismo Embajador le dirá sobre otro negocio. Y acabo esta carta con
mis deseos ordinarios de la conservación de V.M. que deseo como la
mía propia. París, 17 noviembre, 1662. Buen hermano, sobrino y yerno
de V.M.753
Pero el talante conciliador de Felipe IV no es bastante para frenar
la ambición del Rey Cristianísimo que se prepara para la guerra. Miguel
de Iturrieta, ausente de París el Marqués de la Fuente754, comunica a
Madrid que, con pretexto de lo sucedido en Roma, los franceses han
empezado a distribuir dinero para las levas para el ejército de Italia755 y
hacen movimientos de armas pasados los Alpes para lo que hiciera falta,
aunque tienen la orden de procurar no romper con el Papa.
Mientras, el Duque de Crequi, detenido en San Quirico756, exige a
Rasponi757 la inmunidad de los embajadores, el perpetuo destierro de los
corsos declarándoles incapaces de llevar armas en los Estados del Papa,
la construcción de una pirámide levantada en su antiguo barrio que
recordará la afrenta, la expulsión de Roma del cardenal Imperial, el
destierro a Siena de don Mario Chigi, hermano del Papa y General de
las armas pontificias, y el envío a París del cardenal Chigi, sobrino del
753
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 17 noviembre 1662.
El Marqués de la Fuente, nombrado embajador de S.M. Católica en la Dieta de Ratisbona en
septiembre de 1662, dejó la embajada de París en octubre a cargo de Miguel de Iturrieta, Secretario
de Embajada, y regresó en Diciembre porque la tensión entre Francia y Roma crecía. Ver capítulo
“La Embajada” en este trabajo.
755
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 19 noviembre 1662.
756
Lugar de la Toscana en donde se celebraron las primeras reuniones para negociar la satisfacción
que Roma debía dar a Francia por el incidente.
757
Representante del Papa en San Quirico, Secretario de la Consulta y Auditor del Cardenal Chigi.
754
286
Papa, como Legado a Látere, para pedir a Luis XIV perdón por las
ofensas, que se habían hecho a su persona758.
El Cardenal Aragón escribe a Iturrieta para decirle que Su
Santidad lamentaba la situación y le había confesado, enternecido, que
deseaba una pronta solución al conflicto y que confiaba en que “Dios ha
de abrir el corazón a S.M. Cristianísima”759. No sólo enternecido sino
preocupado, Alejandro VII pide a Felipe IV en un Breve su protección,
como Rey Católico, en el caso de que Francia intente atropellar la Santa
Sede. El Consejo de Estado analiza el Breve de Papa y se resiste a
prestarle ayuda por no quebrantar la Paz de los Pirineos aunque es
consciente de que Francia ayudando a Portugal vulnera dicha Paz760.
La embajada especial nombrada por Alejandro VII que debía
negociar las excusas por el asunto de Crequi y sus consecuencias
encuentra numerosos obstáculos para actuar. Para admitir al cardenal
Chigi
en
calidad
de
Legado
a
Latere
con
los
honores
correspondientes761, Francia exige que antes de salir de Roma se ajusten
ESTENAGA ECHEVARRÍA, N.: “El Cardenal Aragón”, 1929, p. 79-80. El encono de Crequi
con el cardenal Imperial fue enorme y el cardenal de Aragón fracasó en su intento de evitar que fuera
expulsado de Roma.
759
Le dice también que recibió al Cardenal Imperial, en contra de los deseos del Rey de Francia, sin
que fuera visto. AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Roma, 12 febrero 1663.
760
El Papa pedía a Felipe IV sentar plaza bajo sus banderas a cuantos en Italia voluntariamente
acudiesen, así como adquirir en sus dominios italianos las municiones, víveres, armas y vituallas de
que hubiere necesidad, suplicándole al mismo tiempo, su intercesión con el Emperador, para que le
ayudase en cumplimiento de lo que, por virtud de la fe jurada, debía obrar en estas circunstancia.
ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, N.: “El cardenal Aragón”, París, 1929, p. 96.
Por por no interrumpir la quietud, o por debilidad objetiva, Felipe IV rehusó ofrecer el apoyo de
España solicitado por el Nuncio papal en 1662, cuando los franceses, después de haber ocupado
Avignon, amenazaban con invadir los Estados Pontificios. Este acontecimiento se tradujo en una
“actitud que renegaba clamorosamente de toda pretensión de reivindicar la primacía entre las
potencias cristianas” y ha sido valorada por Signorotto como el final de la Europa Católica, concepto
que expresaba la particular relación existente entre España y Roma iniciada en tiempos de Pío IV.
VISCEGLIA, María Antonietta: “Convergencias y conflictos. La Monarquía Católica y la Santa
Sede (Siglos XV—XVIII). Studia Histórica, Vol. 26, 2004, p. 188-189.
761
Legado a Latere son siempre Cardenales a los que el Papa da amplios poderes, tanto para tratar los
asuntos que le son encargados como para administrar los gastos u otros asuntos de Su Santidad. Son
recibidos por los príncipes Católicos con honores extraordinarios; en Francia son acompañados de
758
287
y concluyan con el Duque de Crequi los términos que habrá de emplear
para hablar con S.M. Exige también que todos los demás puntos de la
satisfacción han de ser anteriormente ajustados con el mismo Duque.
Estos aspectos, según insinuó Lionne a Iturrieta, iban de mal en peor,
principalmente la expulsión de Roma del Cardenal ya que el Papa no
accedía por lo que la Sede Apostólica debía al Cardenal Imperial762. La
tensión disminuye cuando el Papa accede a negociar los territorios de
Castro y Comacho para satisfacer a Francia, entonces Luis XIV señaló
la ciudad de Lyon para celebrar una reunión que tratase de este
asunto763.
5.2. La conferencia de Lyon y de Pontebonvicino
Para representar a España en la reunión que se va a celebrar en
Lyon, en la que se negociarán las excusas por el incidente de Roma, el
Consejo de Estado propone a Miguel de Iturrieta. A pesar de que el
nombramiento fue recibido con muchas reticencias tanto por el Rey
como por los ministros de Francia, el Marqués de la Fuente, a través de
la Reina, de Le Tellier, de Lionne y del Rey, gestiona con habilidad que
Iturrieta vaya a Lyon y, aunque había partido ya hacia Madrid
(regresaba tras haber gestionado la embajada en ausencia del Marqués
de la Fuente) y se encontraba en Cambray, es advertido para que regrese
a París. Para representar al Papa en Lyon es nombrado Mr. Rasponi. El
Marqués de la Fuente comunica a Madrid que a los ministros franceses
les había parecido temerario o imprudente, según le habían confesado,
que hubiera pedido pasaporte para entrar en Francia como
Príncipes de la sangre a su entrada y son sentados y cubiertos en la Audiencia del Rey; los Nuncios
del Papa y los Embajadores hablan de pie. CALLIERES: “De la maniere de negocier avec les
souverains”, Ryswick, 1757, p. 55.
762
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 diciembre 1662.
763
ESTENAGA Y ECHEVARRIA, Narciso de: “El cardenal Aragón”, París, 1929, p.96.
288
plenipotenciario y declararse luego Nuncio en virtud de un Breve que le
dio Su Santidad, ya que al expulsar al que tenían, habían declarado que
no querían ministro de aquel grado y manifestaban que no querían con
Roma ninguna correspondencia más que la precisa764.
Las conversaciones que se celebran en Lyon se complican. El
embajador francés, a través del Duque de San Lucar, comunica a Felipe
IV que nuevas circunstancias alteraban el rumbo de las cosas: como los
Duques de Parma y Módena le tenían ofrecido a su soberano aquellas
plazas, el Rey de Francia quedaba obligado a ellos y necesitaba el paso
para sus tropas por el Milanesado. El arzobispo dijo también a San
Lucar que si el Papa cumplía lo prometido (desencamerar Castro y
Ronciglione), Luis XIV quedaría satisfecho y no habría guerra. El
Consejo de Estado quedó preocupado por la actitud de Francia: pedía el
paso de las tropas, buscaba su engrandecimiento en Italia, se enfrentaba
con el Imperio, prestaba ayuda a Portugal (en esos días llegaba a Lisboa
un sobrino de Colbert llevando gente y dinero) y todo sin dejar de
manifestar una amistad sincera con España. Las negociaciones que
paralelamente habían iniciado Francia y los Duques de Parma y Módena
eran en verdad preocupantes pues Francia pretendía que el Duque de
Parma le cediese la ciudad de Piacenza una vez recuperado el estado de
Castro y pretendía también enviar tropas a través de Milán. La
perspicacia política llevó al cardenal Aragón a advertir a Madrid que
con la guerra se alcanzarían mayores ganancias que con medios
pacíficos. También Venecia sería partidaria de la intervención si Francia
aprovechaba la ocasión para su expansión por Italia.
764
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 20 mayo 1663.
289
Las pretensiones de los franceses en el norte de Italia, tanto en
Parma como en Piacenza preocupan también al Marqués de la Fuente
que cada día con menos confianza confiesa: “a entrambos negocios
atenderé pues, si bien no servirá de mucho para divertir aquí, podrá
servir mi cuidado para que con la noticia de lo que entendiere,
disponga el reparo la prudencia de V.M”. La respuesta de le Tellier al
Marqués de la Fuente cuando éste le pregunta sobre Casal fue: “aunque
el duque de Mantua nos quisiese dar el Casal en propiedad no lo
aceptaríamos por no concitar a toda Italia contra nosotros”, y añadió:
“aunque asegurar la plaza al duque con presidio francés sería tratable
sin que nadie pudiese condenarlo.” El Marqués de la Fuente juzga que
los franceses han iniciado el camino de penetrar en Italia y se reafirma
en su idea, ya manifestada en Viena, de enviar soldados alemanes no
sólo si lo pidiese el Duque, sino si simplemente lo insinuase765.
En la reunión de Lyon planteó Francia el problema de
precedencia no queriendo ceder el primer lugar a Rasponi. Se fundaba
en que Rasponi era plenipotenciario del Papa y el Duque de Crequi era
todo un embajador. El Marqués de la Fuente pretendiendo allanar estas
dificultades propuso al cardenal Aragón que el Papa revistiera de más
autoridad a Rasponi o que cediera a la pretensión de Francia766. Para
evitar los problemas de precedencia el Duque de Crequi y Rasponi
acordaron seguir la reunión de Lyon en un lugar del estado de Saboya,
llamado Ponte Buonvicino, en la frontera767.
A Buonvicino además del Duque de Crequi y Rasponi acudieron
el embajador de Venecia, el Secretario Iturrieta, un agente del Duque de
765
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 20 mayo 1663.
ESTENAGA ECHEVARRÍA, Narciso de: “El cardenal Aragón”, París, 1929, p. 102.
767
Si la reunión no se celebraba en Francia no se planteaban problemas de precedencia.
766
290
Parma y varios delegados de la ciudad de Aviñón. Sobre la mayoría de
los asuntos pendientes: pretensiones francesas sobre los corsos, amnistía
a los culpables de Aviñón, etc, hubo acuerdo, pero no así sobre Castro.
Después de muchas deliberaciones, el Duque de Crequi insistía en
la desencameración de Castro y Rasponi se oponía porque el Papa,
según las Bulas juradas, no podía otorgarla a menos que la Rota o una
Congregación de cardenales lo resolviera. Al final redactaron un
importante documento por el cual el Papa admitía la desencameración
de Castro y Ronciglione otorgando facultades al Duque de Parma para
amortizar el empréstito y sus intereses en el plazo de ocho años, de
suerte que a medida que pagase, el Papa le iría devolviendo esos
estados. Parecía una solución a plazos, pero una solución.
El documento convenido en Ponte Buonvicino por Crequi y
Rasponi no tuvo buena acogida ante sus respectivos soberanos y el
Papa, que en un primer momento había prometido ceder Castro y
Ronciglione en determinadas condiciones, decidió después no ceder al
capricho de Francia y empezó a prepararse para la guerra. El cardenal
Aragón transmite a Madrid su sospecha sobre las intenciones de los
franceses; piensa que no sólo apuntan a Castro y dice que su blanco es
“destruir de raíz, si pudieran, la influencia de España en Italia”.
Sospecha que los franceses, exigen ahora el territorio de Castro, pero
después exigirán cualquier otro, tratando de retener en Italia los tercios
necesarios para la guerra de Portugal768.
768
ESTENAGA ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París, 1929, pp. 101-109.
291
Luis XIV, que ya está preparado para la guerra, escribe entonces
a Felipe IV una carta crítica contra el Papa justificando el rompimiento
en el incumplimiento de Su Santidad al acomodamiento de Castro —
como se había acordado en el tratado de los Pirineos—; manifiesta que
este suceso es muy importante en el mundo y necesariamente traerá
consecuencias. Luis XIV recuerda a Felipe IV las “raterías e
indignidades de la corte de Roma” en los preliminares a San Quirico
cuando se acordó continuar con la negociación si Su Santidad se
comprometía a aceptar los puntos de Castro y Comacho como dice el
Tratado de los Pirineos, le recuerda también que ante las sospechosas
palabras de Chigi pidieron que las pusiera por escrito, lo cual fue
concedido y ratificado por el ministro de España, el embajador de
Venecia y después por Su Santidad. Pero las precauciones y promesas
por escrito son inútiles tratándose de los Chigi y ahora dice Su Santidad
que la causa del Duque de Parma la debe ver uno de los tribunales de
Roma. Luis XIV manifiesta su indignación por el proceder insoportable
y escandaloso del Papa “en el que solo prevalece la codicia”, que no
cumple una promesa escrita y que solo pretende acumular nuevos
tesoros y esta pasión ha llegado a cegarle. Luis XIV se considera
justificado ante Dios y ante los hombres por la decisión de interrumpir
las conversaciones ya que es el Papa el que no ha cumplido la
palabra769. (Doc. n° 5).
En Madrid, el Consejo de Estado, preocupado por la guerra que
se avecina, recomienda escribir al cardenal Aragón reiterándole que
haga cuantas negociaciones estén en su mano para llevar a buen fin el
negocio de la paz. Debe explicar a Su Santidad lo que S.M. Católica
hace por su parte para lograr el acuerdo, y suplicarle que cumpla la
769
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 15 julio 1663.
292
promesa que hizo de ceder Castro pues en ello va la quietud de Italia y
de toda la cristiandad770.
Las malas noticias de una inminente guerra en Italia siguen
llegando a Madrid cuando todavía resuena la última derrota militar en
Portugal. El Marqués de la Fuente advierte a D. Luis de Ponce que un
representante del Duque de Saboya que había llegado a París para
interesarse por la salud del Rey solicitaba la leva de 3.500 infantes y
500 caballos, diciendo que temían un ataque sorpresa de las tropas
españolas (de D. Luis de Ponce), y de las del Duque de Mantua. El Rey
accedió diciendo que daría orden a las tropas francesas que se
encontraban en el Delfinato, no muy lejos, para que socorriesen al
Duque sin esperar. El Marqués confiesa a Ponce su sospecha de que el
Rey de Francia pretende introducir tropas en Italia, las que se hallan en
la vecindad, a instancias de príncipes que rompen con el Papa, sin el
descrédito que le ocasionaría hacerlo a las claras para empezar a finales
del verano una guerra con un ejército de 8.000 ó 10.000 hombres. Lo
que interesa a Francia, añade el Marqués de la Fuente a Ponce, es poner
el pie en Italia. Y esto lo relaciona con el asunto del Imperio: quiere
valerse de la liga del Rhin para disponer, al calor de aquellas tropas, lo
que desea en la Dieta del Imperio. Sugiere a Ponce que preste atención a
esos asuntos, tanto en las negociaciones que lleva con sus vecinos de
Viena como con los príncipes de Italia, pues a la menor insinuación
meterán tropas francesas en casa. También le aconseja escribir al
cardenal Aragón para que procure que el Papa no de motivo para que el
770
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 21 julio 1663. El Consejo de Estado pretende que Su
Santidad habilite al duque de Parma para el desempeño del ducado de Castro, se ofrece para facilitar
al duque de Parma la disposición de los terrenos que tiene en el reino de Nápoles, en empeño o
enajenación, en todo o en parte según convenga a esta negociación.
293
Duque de Parma y el de Módena, influidos por el cardenal de Este,
desprecien el riesgo remoto (aunque mayor) por librarse del presente771.
El Marqués de la Fuente transmite a Madrid otra importante
información recibida directamente de Luis XIV en los aposentos de la
Reina. Cuenta que tras el rompimiento de la conferencia de Buonvicino,
un decreto del parlamento de Aix dio por incorporada la ciudad de
Aviñon y el condado de Venasino a la corona francesa como territorio
de Provenza. El presidente del Parlamento intimidó al vicelegado del
Papa por orden del Rey de Francia para que abandonara la ciudad y, tras
varios requerimientos de éste, fue expulsado con violencia. Piensa el
Marqués que el Papa recibirá un duro golpe con el despojo de Aviñon y
el condado de Venasino. Comunica también a Madrid que 8 ó 10.000
hombres se movilizan para pasa a Italia el próximo día 18, y que se
dirigen a los estados de Módena y Parma, los cuales han pedido socorro
a Francia por la amenaza del Papa, como lo había hecho el Duque de
Saboya. La infantería irá dirigida por el Marqués de Beufort y la
caballería por el conde de la Follada, hermano del arzobispo de
Ambrún, ambos con el título de Teniente General772.
El Papa cuando recibió la noticia de la expulsión del Nuncio y de
la incorporación de Aviñón a la corona de Francia mostró resignación y
prudencia. Prefería renunciar al papado antes que mover la guerra en
Italia y así se lo dijo al cardenal Aragón en audiencia, añadiendo que
antes que invadir los ducados de Parma y Módena, aliados de Francia,
para desquitarse del despojo de Aviñón, prefería sufrir y no dar pie a
771
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 3 agosto 1663.
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto 1663. El Marqués duda que puedan pasar a
Francia porque hace 450 años que los posee la Iglesia por donación de Felipe III hijo de San Luis
hecha a Gregorio X, y de Felipe IV a Clemente V, habiendo breve en que el primero da las gracias
porque se le haya restituído a la Iglesia lo que era suyo.
772
294
que se turbase la paz. El cardenal Aragón cuando dio cuenta al Rey de
lo sucedido tomó partido por el Papa, calificó el acto de “injusticia” y
añadió en su carta: “refiérolo a Vuestra Majestad porque se halle
enterado de ello como lo estoy yo, y porque Vuestra Majestad no se
sirvió de ponerme en esta dignidad para que condenase mi alma”773.
Tras el anuncio del rompimiento de la conferencia, hecho
personalmente por el Rey de Francia a Felipe IV, y recibidas las noticias
de los embajadores en París y Roma, el Duque de San Lucar es
encargado por el Consejo de Estado para escuchar en audiencia al
Nuncio de Su Santidad y al embajador de Venecia para recabar
información y tratar de evitar la guerra. El Duque de San Lucar emite
un largo informe en el que da cuenta de las conversaciones mantenidas
con los embajadores. El Nuncio dijo a San Lucar que el Papa no podía
negociar con los franceses porque Francia pedía imposibles, que no
podía desencamerar Castro sin declarar que la compra que había hecho
Inocencio X había sido nula, lo que era faltar a la verdad, como
constaba en todos los contratos; Su Santidad no podía prometer lo que
no podía cumplir. Además si concediera la desencameración de Castro,
mañana pedirían los franceses la de Urbino, la de Ferrara, etc. El
Nuncio mostró a San Lucar gran resentimiento hacia el Rey de Francia
por haber despojado a la Iglesia de Aviñon y de los otros estados con el
pretexto de una declaración del parlamento de Provenza; advirtió que
hasta que Su Santidad fuera reintegrada del despojo que se le había
hecho no parecía conveniente tratar de lo demás, pero añadió que, a
pesar de este incidente tan escandaloso, la benignidad de Su Santidad,
viendo armados a los príncipes católicos, habiendo dado motivo el
turco, tendrá por bien que se reanuden las conversaciones a poder ser en
773
ESTENAGA ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París 1929, p. 111.
295
España, pues le parece la corte más conveniente ya que la autoridad de
S.M. Católica puede allanar todas las dificultades que se ofrezcan.
También aseguró el Nuncio que Su Santidad no se moverá contra los
estados de Parma y Módena mientras el Rey de Francia no mueva sus
tropas. El Nuncio confesó al Duque de San Lucar que la Iglesia no tenía
más amparo que el Rey de España y pedía su mediación para evitar la
guerra; le dijo también que no dudaba de que S.M. Católica comprendía
la postura del Papa, aprobaba su comportamiento y censuraba lo que los
franceses habían hecho.
El Duque de San Lucar se lamentó al Nuncio por la situación de
embarazo por la que pasaba Su Santidad, lamentó que Francia hubiera
llegado a tales extremos y, reconociendo la razón del Papa, expresó al
Nuncio que este era un problema pequeño comparado con el peligro
turco. Le dijo también que había que evitar la desunión de los católicos
y, ya que Su Santidad tiene fundada su mayor gloria en su mayor
piedad, lo que no sucede a los príncipes temporales, que unos la fundan
en la reputación y otros en el interés, el mundo puede juzgar a Su
Santidad cuando los turcos amenacen si encuentran desunidos a los
católicos. El Duque insistió al Nuncio en que Su Santidad, como cabeza
de la Iglesia, debe anteponer su exaltación a todos los intereses
particulares, que considere el daño que se seguirá al patrimonio de la
Iglesia por restituir Castro asegurando todo el caudal que ha
desembolsado la Cámara Apostólica por este feudo, o, por el contrario,
la ruina que llegaría al estado de Ferrara y de Urbino a consecuencia de
la guerra.
Finalmente, el Duque de San Lucar se comprometió a
296
trasladar al Rey la propuesta de mediación de España hecha por el
Nuncio774.
El Duque de San Lucar recibe también al embajador de Venecia.
Este le hizo una larga exposición ponderando las malas consecuencias
que se seguirían de la rotura entre el Papa y el Rey de Francia, la
inquietud de Italia, los problemas que podrían suceder en aquella
provincia y el daño que padecería el estado de la Iglesia. El embajador
de Venecia insistió a San Lucar en que lo más importante era que tanto
Venecia como España debían convencer al Papa para que cumpliese lo
que ofreció al Rey de Francia ya que los daños que seguirían a Italia si
pasan los ejércitos franceses serían muy largos de contar. Ponderó
también el peligro de la amenaza turca, por lo que era necesario hablar
con el Papa con toda eficacia sobre este particular y propuso formar una
liga contra el enemigo común perfeccionando la que hace pocos años se
comenzó a juntar. El embajador de Venecia aprovechó, aún
reconociendo los problemas que en ese momento tenía España, para
pedir socorros como los que años anteriores habían enviado, siendo
mayor que nunca la necesidad. El Duque de San Lucar se comprometió
a trasladar al Rey las tres propuestas: insistir a Su Santidad para que
cumpla lo que prometió al rey de Francia, procurar la liga cuanto fuera
posible, y procurar ayudas para Venecia que temía las amenazas del
turco775.
El Consejo de Estado, a la vista del informe, y teniendo presente
la carta del Rey Cristianísimo a Felipe IV, propone que se escriba a Su
774
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 3 de agosto 1663. El Nuncio se quejó de Don Luis
de Ponce, por no haber permitido el paso de los suizos a los estados de la Iglesia y por mantener al
senador Carrillo en el economato del estado de Milán, ambas cosas en contra de las órdenes recibidas
de Madrid. También le pidió una intervención en la iglesia de Bezanzon.
775
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 3 agosto 1663.
297
Santidad una carta muy reverente representando la obligación que tiene
como cabeza de la Iglesia de mirar por la cristiandad en tiempos que
ésta tanto necesita de su protección y asistencia; recordarle que el
enemigo común que está con poderosos ejércitos en Hungría, a seis
jornadas de Viena, puede a la vez acudir a Dalmacia desde donde,
viendo desunidos a los príncipes católicos, puede infestar a Italia y
poner todo en confusión, ya que su estilo y ambición es igual a su
infidelidad. Añadir en la carta que es justo que Su Santidad tenga por
bien cumplir el acuerdo al que llegaron en Buonvicino. El Consejo de
Estado recomienda que se escriba también al Rey de Francia en el
mismo tenor que él escribe, diciéndole que S.M. el Rey de España está
dispuesto a observar el tratado de los Pirineos y muy en particular lo
referente a Castro y Comacho habiendo facilitado por su parte todo
aquello que le ha sido posible, por lo que espera que retirará sus tropas
de Italia. Y el Consejo de Estado cree también conveniente que se
escriba al cardenal Aragón y al Marqués de la Fuente para que, cada
uno por su lado, insistan al Papa para que se de la satisfacción que en el
estado presente conviene a lo de Castro y Comacho, que se envíe copia
a cada uno de los dos ministros de toda la información para que se
puedan gobernar con inteligencia, pidiéndoles que no reparen en medios
ya que es asunto principal. También se puede hablar en Madrid con el
arzobispo de Embrún, a través del Duque de San Lucar. Sobre la
petición de ayuda de la república de Venecia que hizo el embajador, al
Consejo le parece conveniente que se atienda ya que en este momento
Venecia hace instancias con el Pontífice para que resuelva lo de Castro
y Comacho y es bueno que vaya de acuerdo con España. Se podría
asistir a la República con las cantidades de otros años, pero reconoce el
Consejo que el estado de la Hacienda y la necesidad de acudir a tantas
partes imposibilitan la voluntad, particularmente hallándose impedido el
298
caudal de Nápoles, con lo que será preciso “satisfacer con gratitud y
mostrar el deseo de que abra camino el tiempo”. También parece
conveniente al Consejo que se renueve la Junta de ministros de
Príncipes en Roma como propone el embajador de Venecia para que se
haga una liga conveniente a la defensa del enemigo común. Para ello
que se den órdenes y poder al cardenal Aragón, con advertencia de que
de esta Junta puede resultar la liga que se desea en defensa de Italia776.
Pocos días después, el Duque de San Lucar, siguiendo
instrucciones del Consejo de Estado, habla también del asunto de Roma
con el embajador de Francia. Explica en una nota para Felipe IV que el
embajador de Francia, tras hablarle del fin de la negociación entre el
Duque de Crequi y Monseñor de Rasponi en Buonvicino, extremo que
había comunicado personalmente el Rey de Francia al Rey de España,
como hemos visto, le comunicó que al marcharse el duque de Crequi del
lugar del congreso se habían quedado en él el embajador de Venecia y
el secretario Iturrieta, aguardando la respuesta de un correo que había
despachado a Roma Rasponi y que pensaron que Su Santidad cedería y
continuarían las negociaciones, pero, por el contrario, Rasponi escribió
a Crequi una carta en la que decía que el Papa no sólo no daba ninguna
satisfacción a Francia, sino que mostraba con claridad lo lejos que se
encontraba de hacer ninguna cosa de las que había prometido. Según el
embajador francés, el cambio se debía a lo que había engrosado sus
tropas con las que llegaban de Alemania, por lo que el Rey de Francia
había ordenado pasasen los montes 4.000 infantes y 800 caballos, la
mitad de los cuales tendría como cuartel el estado del Duque de Parma,
y la otra mitad el del Duque de Módena en donde estarían todo este
invierno. Se le escapó al embajador, en su plática, decir al Duque de
776
AGS, Estado, Francia, Lkeg. K1387, Madrid, 7 agosto, 1663.
299
San Lucar que el volverse Roma atrás se achacaba en París no sólo a
haber engrosado sus tropas con las levas de Alemania, sino a que el Rey
Católico se había puesto del lado del Papa. San Lúcar le recriminó por
tal suposición y por no reconocer los beneficios que su Rey había
recibido de Felipe IV. El arzobispo de Embrún insistió en que estaban
esperando la respuesta del Rey de España.
El Duque de San Lucar transmitió al embajador de Francia su
sentimiento y el de su Rey por el mal estado de las relaciones entre
París y Roma, “por lo que el Rey de España ama al Rey de Francia y
por lo que desea la quietud de la cristiandad”, pero añadió que en la
carta de Luis XIV había observado dos circunstancias dignas de reparo:
la primera las palabras que contiene en cuanto toca a la Sede Apostólica
y la persona del Pontífice, y la segunda el motivo que declara ha tenido
para retirar al duque de Crequi y romper los tratados que se tenían en el
Puente de Buonvicino. Con relación a lo primero —las palabras hacia la
Sede Apostólica y la persona de Su Santidad—, reconocía el Duque de
San Lucar una gran contrariedad porque si el Rey de Francia mostraba
tener solo la queja de Don Mario Chigi y del cardenal Imperial y no
tener ninguna de la Sede Apostólica, contra ellos y no contra los estados
de la Iglesia se debía tomar satisfacción, lo cual no se ajustaba con lo
que se veía, pues los dominios de San Pedro eran los invadidos y los
bienes de los Chigi los que quedaban ilesos, y lo que no podía negarle
era que si las armas francesas iban contra el Pontífice, harían, al parecer
de toda la cristiandad, una guerra impía, y si la hacían contra la casa
Chiggi un movimiento de armas indecente. En cuanto al cumplimiento
de la palabra que dieron el embajador de Venecia y el secretario
Iturrieta al Rey de Francia, por lo que habían quedado obligados la
república de Venecia y España, el Duque de San Lucar recuerda al
300
Embajador que se habían comprometido a que el Papa diera satisfacción
al Rey de Francia en las materias de Castro, en lo que fuere justo, lo
cual habían cumplido con ofrecer al Rey de Francia remitir la materia o
al Sacro Colegio, o a la Cámara Apostólica o a la Rota o a una
Congregación particular que se compusiese de ministros y sujetos a
satisfacción de Francia, con calidad, que dentro de tres meses
declarasen sobre las escrituras de venta que se habían hecho. Que por
este medio pretendía el Papa concertar las materias de Castro y
pretendía cumplir con lo que había prometido en su nombre el
embajador de Venecia y el secretario Iturrieta. Añadió San Lucar que
por su parte había ofrecido dejar a elección de S.M. Cristianísima los
tribunales que habían de juzgar las pretensiones del Duque de Parma,
incluyendo el tribunal de la Rota, el cual se componía de ministros
imparciales y nombrados por todas las coronas, en que también estaba
uno nombrado por Francia. Por estas razones se justificaba más Su
Santidad, parecía menos razonable el rompimiento de esta negociación
y más justo el que S.M. Cristianísima admitiera las satisfacciones que el
Papa le quería dar sin permitir el desconsuelo que causaba a toda la
cristiandad el ver empleadas sus armas contra la cabeza de la Iglesia, al
mismo tiempo que con poderosos ejércitos inundaba el Imperio el
enemigo común de la cristiandad, no habiendo razones que pudieran
justificar de parte de Francia esta acción.
San Lucar recordó al embajador de Francia que desde hacía un año
el Rey de España tenía a Don Pedro de Aragón sin entrar en Roma a
instancias del Rey de Francia777, que había permitido el paso de sus
777
Felipe IV pidió a don Pedro que, si no hubiese llegado a Roma, se retirase a Gaeta, y en ese caso
que, con pretexto de la poca salud de la embajadora, Doña Ana de Córdova, duquesa de Feria, y por
gozar de mejores aires, se fuera sin ruido alguno a Marino, Frascati o Tívoli, costumbre por entonces
de los embajadores. De ese modo se quitaba ocasión de desabrimientos con el Papa, quedando
satisfecho el rey de Francia.
301
tropas y dejado puerto a sus armadas en todas las costas de sus reinos,
que de la misma manera había prometido no admitir debajo de su
protección ni a los nepotes del Papa ni al cardenal Imperial, a lo que se
añadía los continuos oficios que, también de orden del Rey de España,
les había hecho para que Su Santidad diera satisfacción a Francia, y que
aunque la última oferta que se había hecho por el embajador de Venecia
y por el secretario Iturrieta había sido sin orden del Rey de España,
todavía había mandado al cardenal Aragón para que procurase por todos
los medios cumpliese Su Santidad lo que en su nombre se había
ofrecido anteponiendo a todas estas consideraciones el bien de la
cristiandad. El Duque de San Lucar estaba seguro de que el Rey de
España volvería a mediar en este conflicto para encontrar una solución.
A la pregunta del arzobispo de Embrún de cómo creía que se podía
llegar a un acuerdo, San Lucar respondió que dando satisfacción al
atentado que los corsos habían cometido con el duque de Crequi, sin
mezclar los intereses de Castro y Comacho con este caso pues estos
tenían particular tratamiento ajustado entre las dos coronas en los
capítulos de paz, en que estaba estipulado que los embajadores de
España y de Francia harían oficios con Su Santidad para que volviese a
abrir el juicio de la causa del estado de Castro y se determinase en
justicia. Añadió que estas diligencias, aunque se habían empezado a
hacer, no se habían proseguido, pero no podía decirse que por parte del
Papa se habían retardado ni que el accidente de los esbirros tuviese
ninguna conexión con esto para pretender que se tratase conjuntamente
una y otra cosa. Y pasando adelante en el discurso, dijo San Lucar al
embajador que ignoraba el motivo que tenía el Rey de Francia para
hacer pasar 4.000 hombres al estado del Duque de Parma y al del Duque
de Módena ya que para amenaza era poco el número de esta gente
estando el Papa armado y, para hacer operación, mucho menos. Solo lo
302
entendía para que muchos príncipes de Italia se armasen y para divertir
las fuerzas de los príncipes cristianos de la asistencia que debían dar al
Señor Emperador para la guerra que le habían declarado las armas
otomanas. Embrún contestó que las tropas francesas pasaban para
proteger a los estados de Parma y Módena de las invasiones que las
armas del Papa pudiesen hacer este invierno, a lo que respondió San
Lucar que los príncipes de Parma y Módena, estando bajo la protección
del Rey de España, no podían temer esa invasión teniendo más vecinos
los socorros de Milán y de Nápoles que los de Francia. Pidió el
arzobispo de Embrún al Duque de San Lucar que le asegurara que
España protegería a estos príncipes de las armas del Papa, a lo que San
Lucar contestó que él no podía asegurar nada de parte del Rey hasta
tener orden suya para poder hacerlo, pero que transmitiría estas palabras
para que resolviese sobre ello.
El embajador de Francia volvió a insistir sobre las consecuencias
que se podían derivar de la ruptura de negociaciones en Ponte
Buonvicino y lo que convenía a España que se reanudasen, que Francia
no nombraría más lugar para el congreso ni ministros para tratar otra
vez con los del Papa, y que a pesar de que no tenía orden para
proponerlo, aunque sin duda la recibiría, proponía que se volviese a
tratar este asunto en Madrid o en Venecia, antes en Madrid que en
Venecia por estar más cerca de París que de Roma y por tratarse en
España con menos personas que allá. Si lo proponía el Marqués de la
Fuente en nombre del Rey de España, podría prosperar la idea.
El Duque de San Lucar llega a la conclusión de que los franceses
están embarazados con el empeño que han hecho y deseosos de que el
Rey de España les saque de él por todos los medios, pero ya que a cara
303
descubierta ayudan a Portugal, en contra de lo que firmaron en los
capítulos de la Paz, se plantea si no convendrá más al servicio de la
corona de España dejar a los franceses que se metan en una guerra
injusta, escandalosa, de tanto desgaste para ellos por estar tan lejos de
sus provincias, que pondría de manifiesto a todo el mundo su impiedad
y su ambición y dar lugar a que tan inicuos movimientos produzcan los
efectos que se deben fomentar, tanto en los príncipes de Italia como en
el interior de Francia, particularmente siendo muy verosímil que tanto
Parma como Módena rehusarán la declaración de hacer guerra formal
contar el Papa. Si por el contrario prevalecen más los inconvenientes
que de esta guerra se puede seguir a la quietud o conservación de los
reinos que España tiene en Italia, y siendo tantas y tan graves las
razones que hay por una y por otra parte, España tiene que actuar. No se
atreve a dar una opinión de lo que se debe hacer y propone se remita
esta consulta al Consejo de Estado. Para ello, aunque sea fiesta el día
siguiente, que se reúna un Consejo Extraordinario y con lo que se
decida, se escriba al Marqués de la Fuente y al Nuncio sobre lo que el
arzobispo de Embrún propone: continuar la negociación en Madrid,
como cosa pensada por España, para que no pasen tropas a Italia778.
El Consejo de Estado estudia con particular atención el informe
del Duque de San Lucar con las propuestas del embajador de Francia
deseando acertar en el servicio de S.M. “que siempre solicita el de
Dios”. Con relación a la liga de los estados de Italia contra Francia que
778
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 14 agosto 1663. Ante la postura del duque de San
Lucar, de conciliación y de no quitar al Papa sus razones para haber actuado como lo hizo, el
embajador de Francia justificó en la Escritura y en los Santos Padres que el rey de Francia pueda
hacer la guerra a los pontífices como a príncipes temporales sin incurrir en pena de excomunión, en
lo que se detuvo más de una hora. A esto el duque de San Lucar contestó que ni justificaba el
escrúpulo de quien excomulgaba sin causa, ni el que tenía el excomulgado con causa, que en estas
materias se debía evitar tanto el escándalo como la culpa, y también que era necesario acabar con
estos asuntos y no tener al mundo en suspenso por el paso de las tropas del rey de Francia a Italia.
304
propone San Lucar, por pensar que estando las armas de Francia
ocupadas en hacer la guerra contra la Iglesia, se libraría de ellas la que
España hace en Portugal, el Consejo discurre sobre el particular y teme
la guerra. Dice que “si se encendiese el fuego de Italia no habría
facilidad en apagarlo, particularmente estando tan recientes los
alborotos de Nápoles y Sicilia, en donde puede haber reliquias que
pueden producir algún disturbio, y hallándose rodeado el estado de
Milán de príncipes de malas correspondencias”. Siendo que la guerra
se ha de hacer en estados de la Iglesia, que es aliada de España, el
Pontífice pediría ayuda a España; negarla sería un escándalo, y
concederla sería el rompimiento con Francia. “Todas estas razones
aconsejan inclinarse a la piedad, pues ella y la ley divina nos enseña
que quitemos los escándalos poniendo los medios que puedan conducir
a la mayor quietud y bien de la cristiandad, aunque fuera de mayor
conveniencia temporal dejar al rey de Francia en su empeño”. El
Consejo propone al Rey que se interponga vivamente para que no pasen
las tropas francesas los montes, y para entrar en lo demás que propone
el embajador de Francia que se hable con el Nuncio de Su Santidad
comunicándole con todo secreto el estado de la materia para que escriba
a Roma y consiga que Su Santidad vuelva a tratar este acomodamiento
y evitar los graves daños que padecería la Iglesia y toda Italia, debiendo
Su Santidad, como padre de todos los fieles usar de su oficio en ejercitar
la piedad debida a su ministerio allanando cualquier dificultad que
pudiese surgir. Respecto a que el congreso interrumpido se reanude en
España o Venecia, aunque sería preferible España, al Consejo le parece
bien que sea en Madrid ya que, aunque el Rey de Francia no quiso al
principio admitir al Rey de España como mediador, éste siempre se
comportó como tal, y así desea continuar. Sería gran justificación que
entienda el mundo la forma en S.M. ha cumplido.
305
En cuanto a la condición que pide Francia de que España
garantice que el Papa no invadirá los estados de Parma y Módena, el
Consejo dice que para que S.M. pueda hacer esta propuesta es preciso
que primero lo diga el Nuncio en nombre de Su Santidad. Que se
advierta de todo este asunto al cardenal Aragón, al Marqués de la
Fuente, a D. Luis de Ponce. Puesto que el duque de Parma y el de
Módena declaran que no quieren la guerra con el Papa, que D. Luis de
Ponce negocie con ellos para que no permitan la entrada de las tropas
francesas.
El Duque de Alba opina que es corta amenaza la de tan poca
gente como son 4.000 infantes y 800 caballos que el Rey de Francia
quiere introducir en los estados de Parma y Módena para que se
acuartelen en ellos todo el invierno, y que por eso no le impedirá seguir
asistiendo con tropas a Portugal, pero que España no debe consentir
cosa tan indecorosa y debe tomar las medidas para evitarlo, ordenando a
sus gobernadores y virreyes que estén al cuidado. También se extraña el
Duque de que habiéndose ofrecido repetidas veces el Rey de España
como mediador, no haya sido admitido y ahora soliciten que el congreso
sea en España o en Venecia, pareciéndole que no se puede igualar sin
diferenciar a S.M. Católica con la de la República de Venecia,
debiéndose a su grandeza diferente atención779.
Pocos días después el Consejo de Estado reflexiona sobre la
noticia que dio el Marqués de la Fuente referente a que el parlamento de
Provenza había declarado por dueño legítimo de Avignon y del condado
779
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid 18 agosto 1663.
306
de Venasino780 a la corona de Francia. Discurren los consejeros sobre la
iniquidad de los empeños que hacen los franceses contra la seguridad
pública y el respeto que deben tener a la Iglesia, les parece buena
ocasión ésta y el intento que hace el Rey Cristianísimo de entrar y
despojar de Marsal al Duque de Lorena, para que si hubiera medios
bastantes en la Real Hacienda, se socorriese al Señor Emperador con
500.000 escudos para que negociase con los electores y príncipes de
Alemania y saliesen en defensa del de Lorena porque, si no es teniendo
divertido al Rey de Francia, no parece posible que deje de asistir con
fuerzas y caudal a Portugal. Reconoce el Consejo la dificultad de esta
propuesta tratándose de dinero, pero no excusa que su obligación es
proponer a S.M. su sentir para que su suma prudencia y providencia
pueda elegir lo que más convenga.
El Consejo de Estado piensa que S.M. debe continuar la
mediación, esperando ver lo que hace el Pontífice y el Rey de Francia,
advirtiendo al gobernador de Milán y a los virreyes que mantengan las
plazas en buena forma, y a Don Luis de Ponce que se le diga la
extrañeza que ha causado la negativa de Francia a un príncipe libre
como el de Saboya para que haga levas para defensa de sus estados, que
hable en secreto con él para desconfiarlo de los Franceses781.
Pocos días después el Marqués de la Fuente escribe a Felipe IV
y le cuenta la visita que hizo en Versalles a la Reina, en ausencia del
Rey, para intentar que la tensión entre Francia y Roma cesara
“sirviéndome de la piedad que engendró en la Reina Madre la pila de
780
El condado de Venasino lo poseía la Iglesia 450 años, por donación de Felipe III, hijo de San
Luis, hecha a Gregorio VII, existiendo un Breve en que se le dieron gracias a la Iglesia de haber
restituido lo que era suyo.
781
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 27 agosto 1663.
307
su bautismo y engendra en su ánimo el estar más corregido el ardor de
la sangre”. De la Fuente habló a la Reina de los inconvenientes que
podría producir el rompimiento con Roma al apoderarse los franceses
de Aviñón, y ella le contestó que procuraría cooperar en la materia y
hablar al Rey. El Marqués de la Fuente propone que el negocio de
Castro “pase por las llamas de algún tribunal, siendo su abogado el
Papa, pues hasta que no haya sentencia que justifique la
desencameración siempre pensaría la Santa Sede que con el cambio
perdía un estado siendo tan suyo el de Castro como el de Aviñón”. De
la Fuente es pesimista sobre las intenciones de los franceses que “logran
hacer la guerra a todos sin armas y ponerse en estado que las de todos
no pueden hacer la guerra ni aún defenderse”; piensa también, por
algunas frases de la Reina y medias palabras de Lionne, que a los
franceses les interesa que la disputa no tenga fin porque “se comportan
como quien divierte a un niño sin intención de darle lo mismo que le
ponen a la vista”. Cuenta de la Fuente en su carta que Lionne va
diciendo que como el congreso se ha roto, si se reanuda habrá de ser sin
dependencia del tratado particular, y cuando se trate lo de Aviñón será
muy necesaria la piedad y grandeza del Rey. El Marqués de la Fuente
propone dos vías de actuación: la primera que Felipe IV, con singular
prudencia, ordene al cardenal Aragón en Roma que procure implicar a
todos en una liga, aunque lo tiene por difícil, pues aunque todo lo
aprobaran, hallándose la mayor parte de los príncipes empeñados en su
ruina, ninguno obligado al Papa, todos sin fuerzas, y considerando las
del Emperador con un empeño tan grande (los turcos), y las de España
en recuperar Portugal, sería difícil que se movieran para una liga. La
segunda que el Papa dé mas valor a las negociaciones de Francia y se
valga de una singular prudencia en el negocio de Aviñón por si con el
modo de servirse de las armas espirituales influye en estos pueblos, lo
308
que facilitará la piedad y el estar poco satisfechos del gobierno. Al
mismo tiempo si viesen mover alguna plática de liga, cree que teniendo
imperfecto lo de las finanzas se harían a la razón pues ésta sola obrará
poco donde han sustituido en su lugar la fuerza. El Marqués piensa que
se debe actuar en Roma y en Francia.
Dice también el Marqués que se pregunte a las dos partes hasta
donde pretenden llegar. En Francia no será fácil pues nunca admiten a
nadie que les hable como medianeros, insiste en que ve muy difícil una
solución pues el odio particular con que Lionne trata los asuntos de
Roma no admite tregua, y “siendo quien da la boga a todo lo de fuera,
y el espíritu de S.M. tan propio para abrazar los espíritus violentos es
preciso esperar poco fruto de los oficios encaminados a solicitar
resoluciones templadas”. Por parte de Roma le parece más fácil, pues el
Papa, si es él mismo el obstáculo para que los franceses firmen la paz,
está dispuesto a convocar al Sacro Colegio y renunciar a la silla782.
En Madrid se habla del enojo de la corte de Roma contra los
franceses por la toma de Aviñón. Se dice que cartas recientes llegadas
en el extraordinario de Nápoles y Roma avisan de que aquella corte está
muy irritada contra la nación francesa por la toma de Aviñón y que los
mayores políticos italianos mostraban sentimiento por una acción como
esta, más propia de un Rey gentil que del que se apellida
Cristianísimo783. Un señor canónigo de la Catedral de Zaragoza hizo un
papel de nueve pliegos en que procuraba probar la injusticia de las
armas de Francia contra la Iglesia Católica afeando la toma de Aviñón y
la ocasión tan leve que se tomó para ella del encuentro que tuvo en
782
783
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 9 septiembre 1663.
“Avisos de Jerónimo de Barrionuevo”. B.A.E., T. 222, p. 289, Madrid, 13 octubre 1663.
309
Roma el embajador Crequi, y que habiendo dado tantas satisfacciones el
Papa, en lugar de admitirlas, mostraba el Rey haberse enconado más, y
que por esto y por lo de Alsacia y Lorena se podía temer un gran castigo
de Dios. Imprimió este papel en la Corte, y antes de divulgarlo, por
razones de Estado necesarias en ese tiempo, se ha recogido y al pobre
impresor le tienen preso, sin hacienda y desterrado de estos reinos,
porque no tuvo licencia para ello, siendo materia tan grave784.
5.3. Mediación de España
Felipe IV, viendo apesadumbrado al Papa, y consciente de que la
guerra es la peor solución, se inclina por aceptar la medida que el
arzobispo de Embrún propuso al Duque de San Lucar: la mediación de
España. Las reflexiones que el Duque de San Lucar hizo al arzobispo de
Embrún son el argumento de la carta que Felipe IV escribe a Luis XIV a
la vez que responde a la suya del 15 de julio. Felipe IV se ofrece como
mediador para evitar la guerra y para convencer al Papa de que cumpla
la promesa que hizo en la conferencia de Lyon pues en el momento
presente, amenazando los otomanos con poderosos ejércitos a la
cristiandad, no puede haber desunión entre los príncipes cristianos.
Como le dijo San Lucar al embajador, dice Felipe IV a Luis XIV que si
el agravio fue hecho por los Chigi y el cardenal Imperial, no se dirija la
queja contra la Santa Sede sino contra ellos. Felipe IV escribe también
al Papa doliéndose de la amenaza otomana y haciendo instancias para
que de satisfacción a Francia con el fin de evitar la guerra. Además de
estas cartas conciliadoras, Felipe IV escribe al cardenal Aragón, en
mensaje cifrado, pidiéndole que promueva entre los ministros de los
Príncipes residentes en la corte pontificia, la liga católica.
784
“Avisos de Jerónimo de Barrionuevo”.... B.A.E., Tomo 222, p. 295, Madrid, 17 noviembre 1663.
310
El Duque de San Lucar es encargado por el Consejo de Estado
para informar al Nuncio, con todo secreto, de la conversación que
sostuvo con el embajador francés, comunicarle que el Rey Católico se
ofrecía como mediador y pedirle que transmita al Papa el deseo de
Francia de volver a las negociaciones para lo cual se debía comprometer
a no atacar Parma y Módena. También se informa de estos asuntos,
mediante carta, al Marqués de la Fuente785.
El Marqués de la Fuente, siguiendo instrucciones, escribe a
Lionne y le comunica que Felipe IV se ha ofrecido al Nuncio como
mediador. Le refiere la entrevista que mantuvieron el arzobispo de
Embrún y el Duque de San Lucar en la que aquél comunicó que el
Nuncio había transmitido que Su Santidad aceptaría una nueva
conferencia en Madrid, rota la de Puente Bonvecino y que se
comprometía a no actuar contra Parma ni contra Módena mientras S.M.
Cristianísima o aquellos príncipes no moviesen sus armas. El Marqués
se permite dar consejos a Lionne y le advierte de los daños que causaría
a toda la cristiandad la desunión de sus príncipes, tan a la vista que no
es necesario ponderarlos: “S.M. Cristianísima tiene la obligación de
imitar a sus progenitores, particularmente cuando no son inferiores
hasta ahora las glorias que ha conseguido su persona ni las esperanzas
de que en la parte de la piedad ha de superarlos si es posible, por eso
sólo le recuerdo los inconvenientes de que el mundo viese que el Papa,
bien que Padre común sin ninguna gota de sangre con el Rey, aceptase
la mediación y sus oficios, y que S.M. Cristianísima en quien concurren
tantos vínculos que se fueron estrechando hasta el de hijo, no la
aceptase, cuando lo que propone es que suspenda dos meses una
resolución en que no se pierde más que este tiempo”. Si no saliesen
785
ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París 1929, p. 118-119.
311
bien los apretados oficios del Rey mi Señor, añade de la Fuente a
Lionne, oficios que actualmente se están pasando en Roma y Venecia,
podría llegar la guerra, por ello le pide, con insistencia, que no pasen las
tropas y se fíe de S.M. Católica. El Marqués de la Fuente en esta carta
insiste en que las tropas francesas no deben pasar a Italia al mismo
tiempo que los otomanos avanzan por el este. Tan convencido está de
que S.M. Cristianísima atenderá sus oficios que se ofrece para
comunicar al cardenal Aragón y al gobernador de Milán que no
pasarán786.
Pero aunque de la Fuente se comporta como medianero Francia
no quiere aceptar protagonismo ni iniciativas de nadie. Desde luego no
acepta que Felipe IV le pida que no mueva sus tropas. Lionne, con tono
áspero y autoritario, responde a la larga carta del embajador diciendo:
”el Rey de Francia agradece la mediación del Rey de España en estas
diferencias, sintiendo no poder condescender a sus instancias”, y le
asegura que S.M., el Rey de Francia, no pretende otra cosa que recibir
satisfacción. Lionne insiste en que el Rey Cristianísimo solo acepta la
desencameración de Castro, ya sea en virtud de sentencia dada por el
tribunal que Su Santidad desee, o sin ella. En cuanto a pasar los 2.000
infantes no podía mudarse la resolución porque estaba empeñada la
palabra del Rey con el Sr. Duque de Parma787.
La carta de Lionne no gusta al Marqués de la Fuente que le
responde molesto788. Las dos demuestran que no hay entendimiento
786
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 16 septiembre 1663.
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 18 septiembre 1663.
788
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 21 septiembre 1663. La carta del Marqués a Lionne
dice: “Bien puede V.E. alabar mi voluntad y mi memoria, pero no mi entendimiento, pues no supe
darme a entender en lo que le supliqué, con que es fuerza, por si me perdí en los conceptos del papel
de ayer, suplicarle ahora sin conceptos que pues le será fácil estando más cerca de S.M. que el señor
arzobispo de Embrún me diga con orden lo que me dijo sin ella, pues sin preceder esto, tengo
787
312
entre ambos, pero lo cierto es que Luis XIV se obstina en no ceder. El
Marqués pide también a Le Tellier que suspendan cualquier orden con
relación a las tropas hasta que hable con el Rey, pero aquella misma
noche despacharon correo a Parma comprometiéndose de nuevo con el
Duque como le dijo el Rey al Marqués al día siguiente. Tras los
fracasados intentos con Lionne y con le Tellier, el Marqués quiso ver a
la Reina pero no pudo ser porque se hizo tarde. Cuando llegó el
Marqués al cuarto de la Reina ésta ya estaba en la mesa. Volvió por la
tarde y al referirle el asunto del envío de tropas a Italia la halló tan
mudada que solo dijo al Embajador que hablase con el Rey a quien le
referiría lo que le pedía. No quedando satisfecho el Marqués le recordó
las promesas que le había hecho pero no pudo conseguir otra respuesta
de la Reina. Al día siguiente el Embajador habló con el Rey, que
también se extrañó de que el Marqués, haciendo de mediador, le pidiera
que no enviara tropas a Italia.
A la vista de los escasos resultados, el Marqués de la Fuente
vuelve a preguntar a Lionne sobre el asunto en una sesión de comedia
en la que coincidieron por la noche. No tuvo respuesta hasta que el
mismo Lionne fue a la posada del embajador español y verbalmente le
dijo que no había nada que esperar. Después de varios intentos del
Marqués de la Fuente por conseguir que Lionne le escuchara y le
reconociera como medianero en esta difícil cuestión, éste le dice que
“solicite en Roma la desencameración de Castro, aunque sea con
cualquier condición en orden a lo de Aviñón, y si trajese dado este
paso, entonces verá que negociamos bien y experimentará que S.M. no
llevaba otro fin en este negocio”. El Marqués queda decepcionado, le
muchos años para empeñar al Rey en un negociación que va revocada antes que escrita, y que
manifiesta tanto el fin, y el fin que tendrá”
313
niegan todo lo que había propuesto el arzobispo de Embrún en Madrid
al Duque de San Lucar, y se convence de que no hay otro camino que
convencer al Papa de que abandone Castro. Propone el Marqués hacer
el esfuerzo en Roma porque en París se ha llegado hasta donde se
puede, tratando “con quien ha tomado la cuesta y las piedras”. Propone
escribir al cardenal Aragón para que esté informado y pueda actuar en
su momento789.
Empeñado en evitar la guerra, el Marqués de la Fuente decide
entonces visitar al cardenal Antonio Barberini790. Escribe a Madrid
contando la entrevista en la que hablaron de la desencameración de
Castro y de la manera de llegar a un ajustamiento y propone a Felipe IV
que disponga empezar a negociar en todas las cortes este asunto por si
no se consigue en Roma, convencido de que ningún príncipe se negará a
la propuesta porque está encaminada al servicio del Papa y a la defensa
común. Así se adelantaría en el tratado de la liga791.
El Consejo de Estado aprueba el discurso del Marqués de la
Fuente y sólo añade en la respuesta que se le envía que S.M. ha
empleado siempre con Su Santidad todos los medios que ha juzgado
apropiados para satisfacer al Rey Cristianísimo y últimamente para la
desencameración de Castro. Los consejeros se lamentan de la actitud del
Rey de Francia, que califican de “nunca vista”, y reconocen “la
ambición y altivez con que tratan las cosas del mundo los franceses792.
789
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 26 septiembre 1663.
El embajador se reunió con el cardenal Antonio Barberini en un convento de París. El cardenal
Antonio Barberini y su hermano Antonio se acercan en ese momento a Madrid. Cualquier gesto de
Felipe IV con los Barberini, que se habían refugiado en París enfrentados con Inocencio X, se puede
considerar como inamistoso con el Papa. AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 19 de enero
de 1663.
791
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 21 septiembre 1663.
792
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 27 octubre 1663. Preocupa al Consejo de Estado el
tratado que el Rey Cristianísimo procura disponer con el duque de Mantua y príncipes del norte que
790
314
Las quejas que ese verano había presentado en París el Marqués
de la Fuente por la política de Francia perjudicial para los intereses de
España793 no habían servido para que Francia cambiara de actitud.
Tampoco cambia la actitud de España que ha elegido la resignación. En
noviembre, el Marqués de la Fuente, recién repuesto de una crisis de
salud, visita a Luis XIV y, cumpliendo instrucciones de Felipe IV, le
reitera personalmente las quejas por el comportamiento de los franceses
en Portugal ponderando cada una como merecía. A todo satisfizo el
Rey, declinando las particularidades, con respuestas aparentemente
agudas y, respecto a lo que no podía negar, procuró salir calificando de
artificio de los portugueses para crear un ambiente de desconfianza
entre el rey de España y el rey de Francia. No consintió el Marqués que
replicó a todo con la verdad, “aunque sin insistir ya que se encontraba
ante un príncipe grande de 25 años”. Pidió el Marqués al rey de
Francia que si eran falsas las noticias, como él decía, desengañase al
mundo con actos públicos. Luis XIV respondió al embajador que haría
cuanto le pidiera para ese fin. El Embajador confiesa a Felipe IV: “no
creí que hubiese en el mundo hombre que fíe tanto de su retórica y
disimulo, que discurra con otro tan francamente sobre materia que no
puede dudar que aquél con quien habla sabe todo lo contrario”. En la
misma audiencia el Embajador habló al Rey sobre los asuntos de Roma,
concretamente de la vuelta de Don Pedro de Aragón, encargado de
solicitar al Papa la desencameración de Castro; el Rey manifestó que el
día que se logre dicha desencameración será el más feliz para los
parientes del Papa.
trataría de poner bajo de su protección aquella iglesia, fomentado, al parecer del Marqués, por el
conde Ego de Fustemberg.
793
Papel de quejas que Madrid envía al embajador de Francia en donde se relatan los
incumplimientos de Francia a la Paz de los Pirineos. Ver capítulo La embajada de este trabajo.
315
El Embajador no queda satisfecho de la entrevista y transmite a
Madrid la falta de entendimiento que ha percibido en Luis XIV. Sin
embargo ese mismo día por la noche, la Reina madre llamó al
Embajador y encontrándose éste con ella y su hija llegó el Rey. Cuenta
el Marqués que, aunque siempre le había honrado, en esta ocasión se
excedió tanto que parecía afectación. Le leyó la lista que le habían
enviado de las tropas que iban entrando en Italia. La lista era tan
particular que refería el color de las plumas de cada uno y los caireles
de los sombreros y todo lo que satisfacía a la vanidad del lucimiento.
Antes de entrar el Rey, la Reina preguntó al Marqués qué había pasado
en la audiencia de la mañana porque el Rey había llegado muy alterado
de ella; el Marqués se lo refirió y ella manifestó que no le faltaba razón.
También la Reina madre preguntó qué había pasado y, por satisfacer a
las obligaciones y cariño de buena hermana, le fue preciso decir que no
habría cosa en el mundo que tanto sintiese como ver disgustados a los
dos reyes. Le dijo al Marqués que escribiese en forma que despejase las
dudas. Recordó ella que le había escrito su hermano diciendo que Don
Pedro no entraría en Roma y sin embargo no lo cumplía. El Marqués se
comprometió a trasladar al Rey de España la opinión de su hermana y,
pidiendo permiso a la Reina para hablarle como Infanta de España, le
dijo que era cosa bien sabida que los ministros de S.M. Cristianísima
querrían que la Paz obligase al Rey de España a condescender a cuanto
gustase al Rey de Francia y por el contrario que éste no estuviera
obligado a corresponder a la amistad al amor y a las finezas del rey de
España. Respondió la Reina que no sabía a qué se refería por lo que fue
necesario recordarle algunas particularidades de Portugal dando a
entender otras con medias palabras. La Reina dijo al Embajador que no
316
dudaba de él y que hablaría al Rey en la forma que mejor efectos
pudiera producir794.
A finales de 1663 las entrevistas entre el embajador de España y
el Rey Cristianísimo son como al principio: se guardan las formas pero
no hay entendimiento. Las posiciones no se han acercado: Francia
incumple lo pactado y España se queja con educación. La postura de
Francia es muy cómoda porque buscando sus intereses, los consigue.
España tiene las pruebas del incumplimiento que Francia hace del
Tratado de Paz, contempla las agresiones que hace a otros pueblos, pero
se limita a trasladar queja al Rey o las Reinas a través del Embajador sin
esperar cambio de actitud por parte de Francia.
El Marqués advierte a Blasco de Loyola que le llegan noticias de
Italia que dicen que el Duque de Parma está tan rendido a la voluntad
del Rey Cristianísimo que no se pueden llamar negociaciones las que
encargan a Mrs. de Haubeville para aquella corte, sino órdenes para
ejecutar. Con Mantua es menos el imperio aunque no las tentativas.
Recela el Marqués de Venecia, piensa que a muchas personas y de
diferentes naciones ha servido de puente la República, pasándose a la
armada del turco con gran facilidad y no está seguro de que el Rey de
Francia no haya tenido parte en el movimiento del turco, ni tampoco de
794
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 28 noviembre 1663. Aprovechó el embajador para
recordar al Rey que Francisco Manuel y Fray José de Legas, enviados de Portugal, no debían ser
admitidos. Luis XIV intentó negar la ayuda que prestaba a estos hombres repitiendo que eran
artificios, y el Marqués se vio obligado a añadir que no eran artificios, sino que sabía que un
correspondiente suyo había intentado buscarle habitación y el Maestro de Cámara del cardenal
Ursino le había dicho que por orden de S.M. Cristianísisma como protector de la Trinidad del Monte,
se le proveía de alojamiento allí. El embajador quiso situar el problema en su sitio, recordó al rey que
puesto que la desencameración de Castro no se había acordado ni en el tratado de San Quirico ni en
el Puente de Bonvecin, con enviar tropas parecía que cerraba las puertas a todo lo que no fuera
rotura, no habiendo salido el rey de España de los términos de acompañarle en la mediación a favor
del duque de Parma como disponía el tratado de los Pirineos. No se podía negar que había cumplido
su palabra. Añadió que Don Pedro entraría en Roma.
317
que no le haya arrimado las espuelas después de moverse. También
asegura el Marqués que para conseguir el fin con que camina el Rey
Cristianísimo “no habrá juramento ni palabra que no rompa, y si se le
deja perfeccionar la materia de finanzas no habrá no sólo quien pueda
sino quien se atreva a oponérsele”. Es sin duda una severa opinión
sobre Luis XIV que el embajador de España en Francia se atreve a
confiar sin pudor al Secretario de Estado. También le cuenta lo que le
pasó con el Rey cuando le comunicó la resolución de que D. Pedro de
Aragón entrara en Roma; su reacción le hace pensar que en los asuntos
que lleva entre manos, particularmente los asuntos de Portugal, obre con
mayor desahogo en todo lo que le conviene y se valga de que también
Felipe IV faltó a su palabra expresa795.
La tensión entre Francia y Roma se acrecienta y el Consejo de
Estado, en una sesión en la que concurren el Duque de San Lucar, el
Marqués de Velada, el Duque de Alba y el Marqués de Mortara,
manifiesta que
Don Pedro de Aragón debe volver a Roma. Los
consejeros recuerdan a Felipe IV que lo que Luis XIV pidió por medio
del arzobispo de Embrún, su embajador, fueron tres cosas: la primera el
paso por Milán de la gente que quería que pasara a Italia, la segunda
que no tomase bajo su protección a los Chigi ni al cardenal Imperial, y
la tercera que Don Pedro de Aragón no entrase en Roma y que las tres
las concedió S.M. Después, S.M. se ha ofrecido tanto a Su Santidad
como a Luis XIV como mediador en este asunto, ofrecimiento que el
Rey de Francia no ha querido aceptar porque quiere tener a S.M. como
795
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 28 noviembre 1663. Dice también el Marqués que la
resistencia del cardenal de Este en admitir a las tropas acredita que no es tan malo como lo pintan,
aunque no llegue a la canonización, y que entre los franceses que sirven al turco hay uno que se
llama Egbone que es un hombre de sangre que renegó años ha, y de tan buen gusto que ha llegado a
París carta suya en que dice a algunos amigos que renegando ellos de Cristo cada día se hallan sin un
real, y con haber él renegado una sóla vez está rico y con puestos grandes.
318
parte y no como medianera. Su Santidad, por el contrario, ha deseado
siempre que S.M. sea medianera. Los consejeros piensan que se pudo
ofrecer la detención de la entrada del embajador en Roma durante el
tiempo hábil para que se compusieran las diferencias y así dar
satisfacción a Luis XIV, pero en el estado presente es preciso que tenga
límite la detención de Don Pedro pues es hoy la “fábula de toda Italia y
aún de Europa”, siendo graves los inconvenientes que se siguen de esta
suspensión. Los consejeros reconocen que continuar en el empeño de la
entrada del embajador tiene riesgos, pero prefieren exponerse a que
haga el Rey otra acción con descaro como sea asistir a Portugal, o que
rompa de una vez la guerra. Por eso los consejeros juzgan que es
preciso que se hable claro al Rey de Francia diciendo que acepte la
mediación de España y que se suspenda la entrada de Don Pedro de
Aragón en Roma sólo hasta que el Rey de Francia conteste. También le
parece al Consejo que no se encargue sólo al Marqués de la Fuente esta
insinuación, sino que se diga lo mismo aquí al embajador de Francia
con toda claridad, y que se diga también a la señora Reina madre que
interceda ante el Rey para que cesen los inconvenientes grandes que
puedan resultar a la cristiandad de ver en Italia las armas de S.M.
Cristianísima. La postura de los consejeros no es del todo clara pues si
bien están convencidos de que el embajador de España debe entrar en
Roma, y son conscientes de que Luis XIV actúa en Italia vulnerando
los acuerdos y persiguiendo sus intereses, vuelven a dar un plazo a la
ejecución de la orden de entrada del Embajador.
En esta reunión del Consejo de Estado el Marqués de Mortara
expone su opinión particular. Manifiesta que Don Pedro debe volver a
Roma sin tardanza para servir la embajada porque esperar una respuesta
de Luis XIV que marque la fecha es exponernos a que no entre;
319
manifiesta también que el Rey de España debe estar con el Papa.
Recela de las intenciones de los franceses, dice que quieren cerrar las
puertas al estado de Milán apoderándose con la negociación y maña de
diferentes plazas y abrir camino con la de Milán para el reino de
Nápoles; esto lo podrán hacer sin dar a entender que declara la guerra, y
si no nos prevenimos tendrá difícil remedio. El Marqués de Mortara
dice al Rey que siente que nos consideren en Italia tan bajos que no nos
atrevamos a una resolución tan justa que serviría para que todos
reconozcan que no les falta el amparo de S.M. y que unidos han de
acudir a la defensa propia, pues si la entrada de los franceses en Italia
es contra el Sumo Pontífice, no puede ni debe S.M. como Rey Católico
y por los capítulos de la Paz, permitir el daño de su aliado que además
es cabeza de la Iglesia. Si la entrada de los franceses es con otros fines,
es mayor conveniencia verlos declarados a tiempo para que se pueda
buscar remedio. Y cierra su voto diciendo que conviene que se ponga al
estado de Milán fuerte796.
Mientras, las negociaciones de la liga entre la Santa Sede, España
y los príncipes de Italia se estancan a pesar de las gestiones del cardenal
Aragón. Los capítulos secretos de la liga decían la verdadera finalidad
de la liga, declarando que era defensiva no solamente del turco, sino de
quien se determinase a invadir, o pusiese en aprieto al Estado de la
Iglesia. El Rey de España se comprometía a estorbar que las tropas
francesas entraran en Italia y a defender al Papa, además, en los
capítulos secretos decía que los parientes del Papa, con su licencia,
796
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 16 diciembre 1663. El Marqués de Mortara insiste en
que el embajador de España debe entrar en Roma sin más tardanza. A esto le mueve el juzgar que no
es razón que entren en aquella corte los enviados de Portugal y que un rebelde nos dé golpes en ella
sin que haya embajador de España que los pueda reparar; también manifestar al mundo con esta
acción, que no nos atrevemos en ninguna ocasión a oponernos al gusto del Rey Christianísismo
mientras él ejecuta todo aquello que se propone sin hallar oposición.
320
pedían a Felipe IV que recibiera a la casa Chigi bajo su protección real.
El cardenal Aragón negoció con el embajador de Venecia la entrada en
la liga de la República pero las negociaciones se estancan por los
recelos de Venecia que se encontraba en guerra contra el turco. Venecia
no quería irritar a Francia y sostenía que España, en guerra contra
Portugal no podría atender a otro frente. En verdad España quería
defender a la Santa Sede de cualquier ataque pero se veía obligada a
convertir la guerra ofensiva contra Portugal en guerra defensiva si era
necesario acudir a Italia, y además la aceptación de los capítulos
secretos le obligaba a romper con Francia algo a lo que no estaba
dispuesta por ser contrario al Tratado de los Pirineos. Los franceses, por
su parte, ofrecen la restitución de Aviñón y los otros territorios, sacar
sus tropas de Italia y se ajustaba con el Papa en todas sus controversias
si éste desencameraba Castro797.
Las negociaciones para formar una liga fueron conocidas en París
por el embajador de Venecia, que no guardó el sigilo necesario, y
decidieron a Luis XIV a mover sus tropas para Italia responsabilizando
al cardenal Aragón y a Felipe IV de la negativa del Papa a desencamerar
Castro. El Consejo de Estado, preocupado, propone una embajada
especial a París presidida por el Marqués de Castel Rodrigo, gobernador
de Flandes, y otra a Roma presidida por el Conde de Peñaranda, virrey
de Nápoles, para hablar a uno y a otro del grave riesgo que suponen
para la Cristiandad las diferencias entre ambos.
797
Felipe IV fracasó en su intento de formar una liga italiana contra Luis XIV en 1663. Ver Luis A.
RIBOT GARCÍA: “La presencia e la monarquía de los Austrias en la Italia de finales del siglo
XVII”, en “Calderón de la Barca y la España del Barroco”, J. Alcalá -Zamora y E. Belenguer
(Coords.), Madrid 2001, Tomo I, pp. 971-979.
321
Por su parte el arzobispo de Embrún transmite al Conde de
Peñaranda la queja de Luis XIV. Sospecha el Rey Cristianísimo que el
Papa estaba inclinado a la cesión de Castro pero la propuesta del
cardenal Aragón de hacer una liga contra Francia, a la que se sumaría
Venecia, le hizo desistir. Añadió el embajador francés que la propuesta
del Marqués de la Fuente de que don Pedro Antonio pasara a Roma,
contravenía a lo que prometió el soberano español y, tras reiterar que
Francia solo deseaba la quietud de Italia, amenazó con acciones. Al ser
requerido por Peñaranda para poner todo esto por escrito el Embajador
se negó pero accedió a repetirlo ante Felipe IV, quien al oírlo negó que
hubiera acuerdo alguno contra Francia, que sólo lo había para luchar
contra el enemigo común, el turco y se comprometió a presionar a Su
Santidad para que cediera en lo de Castro y a convencer a Luis XIV de
que cediera en lo de Aviñón798.
A principios de 1664 Madrid sigue trabajando con tenacidad para
solucionar la tensión entre Francia y Roma. Felipe IV escribe a su
embajador en París encargándole que siga investigando los planes de
Luis XIV sobre las tierras del norte de Italia y el Consejo de Estado
empieza a pensar que con la proposición de la liga Su Santidad podría
tener pretexto para dilatar la desencameración de Castro, mientras que si
los franceses proceden con sinceridad en lo que han ofrecido de restituir
Aviñón y retirar sus armas de Italia, se podría conseguir la paz, y como
lo principal es evitar la guerra, encarga al cardenal Aragón que continúe
las diligencias para conseguir del Papa la desencameración de Castro.
La formación de la liga contra Francia se retrasa aunque no se descarta
porque “para mayor resguardo de lo que la ambición de los franceses
ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París, 1929, Tomo I, pp.
125-137..
798
322
descubre cada día es bueno no perderla de vista, especialmente no
teniendo por objeto romper con Francia (con la que por todas razones
es conveniente mantener la paz), sino asegurar los estados y reinos de
Italia, para cuyo efecto el Consejo irá pensando y poniendo por escrito
las condiciones que de parte de S.M. se podrían proponer a Su
Santidad”. Y es que el Consejo de Estado teme que el Rey de Francia,
“con obstinada porfía”, persevere en ocupar Castro con las armas si el
Papa no accede a la desencameración, y manifiesta que tendrá presente
lo que en orden a esto prescriben los tratados de la paz de Francia 799.
Por otra parte, el Consejo de Estado propone enviar dinero a Milán,
escribir al Conde de Peñaranda aprobándole haber puesto gente en los
presidios de Toscana para actuar en caso de que pasen los franceses
aunque sin comprometerse con el Papa y recomienda no enviar gente a
Castro aunque lo pida el Papa y no romper con los franceses800.
Frente a la actitud conciliadora de España que no quiere la guerra
en Italia, Francia sigue empeñada en emplear la fuerza. El Marqués de
la Fuente comunica con preocupación que los franceses preparan 30
compañías de infantería y 5 ó 6.000 caballos; las noticias eran ciertas
pues el mismo le Tellier se lo había confirmado al Embajador. El
ministro le dijo que la materia de Roma había dejado de ser secreta ya
que el cardenal Chigi pregonaba públicamente que no temían las
amenazas francesas porque la liga las desvanecería todas teniendo la
seguridad de que el Rey de España anteponía el acudir a Italia a todos
los demás asuntos, y que el cardenal Pallavicino801 estaba por la idea de
799
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 21 enero 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 24 enero 1664. El Consejo de Estado propone enviar
200.000 escudos a Milán para Don Luis de Ponce que ha escrito con desconsuelo por la falta de
asistencias en que se halla, AGS, Esttado Francia, leg. 17 de enero de 1664..
801
Pedro Sforza Pallavicino jesuita e historiador italiano, en 1657 fue nombrado cardenal por
Alejandro VII siendo desde entonces su consejero de confianza.
800
323
que el Papa no debía desencamerar Castro. El Marqués afirmó a Le
Tellier con juramento que el Rey Felipe IV no apoyaba otra cosa que la
restitución de Castro al Duque de Parma.
Estas noticias que circulan por Francia preocupan al Consejo de
Estado que propone escribir con urgencia al cardenal de Aragón
ordenándole que ejecute con precisión las instrucciones recibidas para
procurar por todos los medios posibles la ejecución de la
desencameración de Castro, “por ser la cosa que más se debe desear
para la quietud de la cristiandad y sosiego de Italia”, encargándole con
toda viveza el afecto con que S.M. interpone sus oficios. También dice
el Consejo que se encargue al Marqués de la Fuente que reitere al Rey
Chistianísimo que ningún ministro del Rey Católico ha tratado de liga
que pueda ser en perjuicio de Francia pues siempre ha deseado y desea
una firme paz y buena correspondencia802.
Siguiendo instrucciones de Madrid, el cardenal Aragón empieza a
trabajar para conseguir mover la voluntad del Papa y llegar a la
desencameración de Castro como pretenden los franceses. Se trata de
satisfacer al Rey Cristianísimo y evitar la guerra. Escribe al Marqués de
la Fuente diciendo que Su Santidad envía una persona para tratar y
concluir con Luis XIV los puntos que se discutieron en Puente
Bonvecino y le pide que sea bien recibida. El Marqués de la Fuente,
valiéndose del privilegio que Luis XIV le otorgaba de poder besarle la
mano en cualquier hora, tras recibir el extraordinario, se presentó en
palacio y encontró a S.M. en Consejo. Al enterarse el Rey de su llegada
le mandó entrar, cosa que agradeció. Se habló en presencia del
Embajador español de todo, y pudo confirmar que sería bien recibida la
802
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 24 enero 1664.
324
persona que Su Santidad enviaba para la negociación y que estaban
dispuestos a llegar a un acuerdo en poco tiempo. El Embajador encontró
al Rey en buena disposición aunque no quiso alterar las órdenes dadas a
las tropas para que no actuaran. Cuando el Marqués le dijo que parecía
que dudaba del Papa, el Rey se demudó, pero no cambió de actitud.
Añade el Marqués, en la carta que escribe al cardenal Aragón, con copia
para Felipe IV, que se habla por París de la posible mediación de
Inglaterra y Portugal en el conflicto entre Francia y Roma, cosa
sorprendente ya que el Rey de Inglaterra es de diferente religión y el
“tirano” no está reconocido803.
5.4. Fin del enfrentamiento entre Francia y Roma
El 12 de febrero de 1664 Alejandro VII firma con Luis XIV la
paz de Pisa que pone fin al conflicto. En el tratado de paz el Papa tuvo
que plegarse a los dictados del joven Rey de Francia que consigue su
doble objetivo: demostrar su fuerza y demostrar la debilidad política del
Se buscaba un sincero “instrumento” de todos o de alguno de los príncipes de Europa que
consiguiera unir la satisfacción de Su Santidad con la queja del rey Cristianísimo. El Emperador no
podía hacer nada por la presión y la protección que al presente le prestaba Francia en orden a la
defensa del Imperio, el rey Católico tampoco ya que han sido vanos e inútiles sus oficios y no quiere
romper la preciosa paz que mantiene con Francia, el rey de Polonia por la disputa intestina que le
convierte en parcial del rey Cristianísimo por la propuesta de adopción y matrimonio del duque de
Enguien, Venecia menos porque tenía con Su Santidad tal dependencia que en Francia no creían que
pudiera regular con la igualdad que requiere semejante mediación. El Gran duque tampoco era
imparcial, era sospechoso tanto del rey Cristianísimo como del Papa. Solo queda Portugal e
Inglaterra. Estas dos coronas tienen entre sí intereses recíprocos y conservan con Francia pública y
secreta unión y autoridad. Si bien los reyes de Portugal e Inglaterra son los que al presente deben
dolerse altamente del Pontífice en negocios de honor tan sensibles, todavía midiendo los intereses y
benevolencias de estos príncipes con sus mismos motivos de dolor, tienen por cierto que entre ellos
será más válido lo primero que lo segundo. Parece pues conveniente abrazar este medio. Los
intereses de estas dos coronas con la Iglesia son tan justificados como es manifiesto. A este fin
esperarán justamente que Su Santidad les dé la satisfacción, no sólo debida, sino aún esperada por
todo el mundo. Portugal espera que se le conceda la bendición apostólica y se provea su Iglesia
usando en esto la jurisdicción pontificia de iguales ministros a los que a este efecto se envían a otros
reinos católicos. Inglaterra espera que Su Santidad, como lo pide la razón, reciba la obediencia de la
reina, y le abra el tesoro de sus gracias, dignándose corresponder a las súplicas de aquellas
majestades al efecto que se pretende del capelo para un inglés. ¿Quién no sabe que todas estas
pretensiones son en mayor servicio y autoridad de la Iglesia que en el esplendor del interés o
comodidad de ambas coronas?. Habiendo pues instrumento tan justo fácil y proporcionado para
conseguir la deseada concordia, sería una especie de nuevo escándalo despreciar y abandonar esta
propuesta por conservar intactas aquellas apariencias de razón donde nace el peligro. AGS, Estado,
Francia, leg. 1388, París, 30 enero 1664.
803
325
papado. El ducado de Castro vuelve al Duque de Parma a cambio de la
retirada de los franceses de Aviñón y del condado de Venesino,
posesiones del Papa que habían ocupado los franceses en 1662. Las
tropas francesas regresarán y la tranquilidad volverá a Italia. Toda
Europa es consciente del poder de Francia y de la fuerza que emplea
para conseguir sus fines. Es la época de preponderancia de Francia804.
La noticia del ajuste entre el Rey de Francia y el Papa llega a
Madrid. Congratula que salgan de Italia las tropas francesas, se dice
también que por la restitución que hace la Iglesia al Duque de Parma del
ducado de Castro se le desembolsa una gran suma de dinero, y que el
Rey Cristianísimo devuelve también Aviñón —aunque esto último no
está claro—. Quedarán libres tropas para ir a Portugal805.
El Marqués de la Fuente envía a Madrid copia del acuerdo
firmado entre el Papa y Luis XIV. El acuerdo dice que el Papa accede a
desencamerar Castro otorgando al Duque de Parma un plazo de 8 años
para recomprarlo, recompensará al Sr. Duque de Módena en los valles
de Comacho, el cardenal Chiggi irá a Francia para pedir excusas, el
Cardenal Imperial se justificará personalmente con S.M., el cardenal
Maidalchini volverá a Roma, el Papa mandará a su hermano Don Mario
que salga de Roma hasta que el Sr. Cardenal Chiggi haya visto al Rey
Cristianísimo, Don Agustín sobrino de Su Santidad irá a San Quirico al
encuentro del Embajador, se harán cumplimientos a la Señora
804
Los efectos de esta aplastante derrota de Roma se dejaron sentir en otras esferas. El prestigio y la
autoridad de Papa sufrieron. Al mes del tratado de Pisa que puso fin a la crisis inmediata, Bernini y
otros arquitectos recibieron propuestas de hacer trazas para la reconstrucción del Louvre. Un año
después Bernini, que se encontraba entones activamente ocupado en la construcción de la columnata
de San Pedro, fue invitado a París para supervisar sus proyectos y permaneció en París varios meses.
Ver el reflejo de esta derrota del Papa en FRANCIS HASKEL, “Patronos y pintores”, Madrid, 1980,
p. 161.
805
Avisos de Juan de Barrionuevo. B.A.E., T. 222, p. 301, Madrid, 8 marzo, 1664.
326
Embajadora cuando ésta entre en Roma, la nación corsa será declarada
incapaz de servir al estado eclesiástico, se pondrá en Roma una
pirámide806 que contenga la sustancia del decreto contra la nación corsa,
el Rey Cristianísimo, inmediatamente después, anulará los decretos del
parlamento de Aix y devolverá la ciudad de Aviñón y el condado de
Venasino a la Santa Sede, etc. (Doc. n° 6).
El Marqués de la Fuente, a la vez que envía la copia del acuerdo a
Madrid, advierte de que las tropas francesas regresan y dice a Felipe IV
que Italia empezará a gozar del beneficio de haber llegado a este
acuerdo “en el que tanta parte ha tenido V.M.”, expresión que empleó
el Rey Cristianísimo cuando Embajador le dio la enhorabuena y las
gracias. Admitió Luis XIV la enhorabuena y agradeció al Embajador
español el modo con el que había actuado, que siempre recordaría.
Monsieur Rasponi también agradece al Marqués de la Fuente por carta,
la parte que ha tenido en la negociación807. Pero la realidad es que la
negociación ha servido a los intereses de Francia que ha forzado la
voluntad del Papa y ha demostrado al mundo quien tiene la supremacía.
El esfuerzo que España ha dedicado en Madrid, París y Roma ha sido
enorme, ha conseguido que no estallara la guerra en Italia (aunque no ha
conseguido que Roma deje de reconocer al ministro de Portugal, como
veremos).
El Consejo de Estado cuando recibe la carta del Marqués de la
Fuente con la copia del acuerdo firmado entre la Santa Sede y el Rey de
Francia, hace grandes reparos al contenido del mismo. Piensa el
806
Esta pirámide que pregonaba la incapacidad de los corsos para servir en la Santa Sede, construida
en su antiguo barrio, fue derribada en el pontificado de Clemente IX con consentimiento de Luis
XIV.
807
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 24 febrero 1664.
327
Consejo que el Pontífice queda mal tratado como no ha quedado en toda
la historia. Particularmente objeta el Consejo que la restitución de
Aviñón se deje para después de que el Papa dé satisfacción al Rey y
que, habiendo de ceder en algo por la paz y sosiego de Italia, no se haya
hablado de sacar las tropas, pues eso sólo lo menciona el Marqués de la
Fuente en carta aparte. Además de poner objeciones al contenido del
acuerdo, el Consejo se alegra de que S.M. Felipe IV no haya tenido
parte en el mismo más que en desearlo y solicitarlo, y aconseja que en el
futuro se esté muy atento a los asuntos de Roma y Francia, porque
presupone que, debajo de un acuerdo tan desventajoso para la Iglesia,
puede haber otras intenciones por lo que hay que vigilar nuestros
intereses. Para ello que se escriba al Virrey de Nápoles y al Gobernador
de Milán para que continúen en la observancia de las órdenes que tienen
sin hacer ningún cambio hasta que las tropas francesas se retiren.
Entonces ya recibirán instrucciones para disponer de las gentes que allí
se han juntado. Aparte de estas consideraciones, el Consejo propone a
S.M. que envíe persona para dar la enhorabuena a una y a otra parte
para manifestar públicamente lo que S.M. se ha alegrado del éxito de
este negocio. Así mismo hay que agradecer al Marqués de la Fuente lo
que ha puesto de su parte, reiterándole que pida a Luis XIV que saque
sus tropas de Italia para que puedan desocuparse las de España. El
Marqués de Mortara insiste en que Don Pedro de Aragón debe volver a
Roma, pues es un desaire que está padeciendo el servicio de S.M.808
Pocos días más tarde Felipe IV recibe una carta de Luis XIV en la
que le agradece personalmente su intervención ante el Papa para
resolver las diferencias por las ofensas recibidas en Roma. La carta
808
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 8 marzo 1664.
328
contiene palabras grandilocuentes y amables para el Rey de España809
(Doc. 7). Siendo esta carta respuesta a la que Felipe IV escribió a Luis
XIV congratulándose del acuerdo logrado con el Papa, el Consejo de
Estado dice que no hay motivo para escribir otra810.
Aunque el Consejo de Estado puso reparos a las condiciones del
acuerdo, en Madrid la noticia de la firma del tratado de Pisa causó
extraordinario regocijo pues alejaba el peligro de una inminente guerra
que amenazaba destruir Italia. Felipe IV escribe al cardenal Aragón para
agradecer su acierto y prudencia en las negociaciones y le encarga que
represente al Papa su estima y admiración por la resignación y sacrificio
que ha demostrado aceptando las duras condiciones exigidas por Luis
XIV. También escribe al Papa y le muestra su alborozo por la
consecución de una Paz por la que tanto ha procurado y tan necesaria
para la Cristiandad811.
El Marqués de la Fuente pregunta como debe comportarse con el
cardenal Imperial que llegaba a París como legado del Papa para
presentar excusas a Luis XIV de acuerdo con lo estipulado en el tratado
de Pisa812. Había partido de Roma con solemne comitiva, embarcado el
5 de mayo en galeras del Papa y llegado a Marsella el 14 de mayo. En
Francia había expectación. El Consejo de Estado piensa que debe tratar
809
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 6 abril 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 27 mayo 1664.
811
ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París, 1929, Tomo I, pp.
151-152.
812
El 24 de marzo Alejandro VII, en cumplimiento del pacto, nombró a su sobrino el cardenal
Chiggi, por Legado a latere, embajada la más alta y de mayores facultades, que acostumbra a enviar
la Sede Apostólica en raras ocasiones. El 28 de abril se le entregó la cruz de Legado y numerosos
Breves para la familia real y diversas personas de la corte de Francia.
810
329
al cardenal con toda humanidad y agasajo por lo que importa tenerlo de
nuestra parte813.
Con relación a la audiencia del Legado, el Marqués de la Fuente
cuenta los problemas de precedencia que ésta plantea. Explica la
conversación que mantuvo con el introductor de embajadores, Conde de
Bunel, quien, al hablarle de la audiencia que se preparaba para el
legado, le dijo que el Rey, aunque no daba silla a los cardenales, se la
daría en esta ocasión por legado, a lo que contestó el Marqués que él no
podía estar de pie mientras estuviese otro hombre sentado, sin exceptuar
ninguno en el mundo. Si los demás embajadores aceptaban, envidiaría
que sus órdenes y su inteligencia les permitiesen obedecer en aquella
parte al Rey. Cuando le habló de la piedad de los fieles, el Marqués no
lo admitió, diciendo que esperaba salvarse sin hacer ese acto de
mortificación y sin que por rechazarlo perdiese su Rey en el mundo el
crédito de ser el que más respeta a la Santa Sede. El Marqués se lamentó
ante el Conde de Bunel de no poder complacer a Luis XIV y esperaba
que no se diera por ofendido por no haberse ajustado a su deseo. Añade
en su carta que no habían vuelto a hablarle del asunto por lo que
sospechaba que habían desistido de la primera intención manteniéndose
él firme en la suya. Con ello esperaba hacer entender a Luis XIV que su
comportamiento se debía a que no era dueño de lo que se refiere al
decoro de Felipe IV. Advierte también en su carta que piensa honrar al
Legado en su viaje enviando a un gentilhombre a su encuentro cuando
esté a dos o tres jornadas de París el cual le hará demostraciones de
amistad. El Marqués asegura a Felipe IV que llegará hasta donde pueda,
813
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 16 mayo 1664. Avisa también el Marqués de que
Pedro Suárez le había dicho que el embajador de Francia proponía una liga particular entre Francia y
Venecia. Este asunto parece importante al Consejo de Estado que encarga al Marqués que siga atento
a esta nueva liga que proponen franceses y venecianos para ver si es otra de las que se trata en Roma
contra los infieles, pues en esa deben entrar los príncipes católicos.
330
y si no puede conseguir sus pretensiones, procurará que reconozcan la
razón y el sentimiento de que no puede hacer otra cosa que cumplir sus
órdenes814. Pocos días después el Marqués pregunta a Madrid cómo
debe comportarse con el embajador de Inglaterra queriendo el Rey de
Francia que en la primera entrada del Legado se encuentren todos los
embajadores. El Consejo de Estado dice que es preferible que no se
haga concurso público en la entrada de nuevos embajadores, pero si el
embajador de Inglaterra tiene pretensiones de preceder al de España, el
Consejo dice que se debe encargar al Marqués que no lo consienta, que
se valga de cuantos medios decentes pueda para excusarse de concurrir
por los términos en que se hallan las cosas y lo que perjudicará al
servicio de S.M. cualquier disgusto que hubiera entre el embajador de
España y el de Inglaterra815. En cuanto a la manera de gobernarse con el
cardenal Chigi, se envían instrucciones al Marqués para que se
comporte con como en 1625 hizo el Marqués
de Mirabel con el
Legado816.
La audiencia del Legado, inmortalizada en un tapiz que dibujó Le
Brun817, se celebró con toda ceremonia a gusto del Rey Cristianísimo.
El cardenal Chigi pronunció un humillante discurso dictado e impuesto
desde París, y debió regresar de su misión en París poco satisfecho
porque, a su vuelta, decidió levantar encima de la puerta de su palacio
814
AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 15 junio 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K 1388, Madrid, 19 junio 1664.
816
AGS, Estado, Francia, leg. K 1389, 2 agosto 1664. Antonio de Zúñiga y Dávila, marqués de
Mirabel, embajador de España en Francia de 1618-1632.
817
“Audiencia del legado” es el nombre del tapiz que representa la audiencia dada por Luis XIV en
Fontainebleau al cardenal Chigi, sobrino de Alejandro VII el 19 de julio de 1664 como satisfacción a
Luis XIV de la injuria cometida en Roma a su embajador el duque de Crequi. La escena se desarrolla
en la cámara del rey. El tapiz es de la manufactura de los Gobelinos, París, séptimo paño de
L´Histoire du Roi, 1667-72, Oro, plata, seda y lana, 515 x 715 cm. Versalles, Chateau de Versalles y
de Trianón. Una moneda de plata de 72 mm, con la inscripción Luis XIV/ “Ob nefandum scelus a
Corsis editum in oratorem Regis Franciae”, “Corsicum facinus excusatum- Legato a later emissoMDCLXIV”, París, Bibliotheque Nationale de France (SR 630), conmemora también la audiencia
del legado.
815
331
las armas del Rey de España como para indicar que, en adelante, se
fiaba de su protección manifestándose abiertamente separado de los
cardenales afectos a Francia y de los que no estaban obligados a
ninguna corona.
Cuando empezó a ejecutarse el Tratado de Pisa, don Pedro de
Aragón entró en Roma como nuevo embajador de España cesando el
cardenal, su hermano, en la interinidad de la embajada ya que estaba
prohibido a los cardenales desempeñar permanentemente el cargo de
embajador. Francia siguió actuando en descrédito de España por
ejemplo protegiendo al duque Cesarino quien, ingrato a las ayudas
recibidas del cardenal Aragón, quitó de su palacio las armas españolas
colocando en su lugar las de Francia y con desverguenza prestaba apoyo
a los rebeldes portugueses en la pretensión de que el Papa les admitiera
embajador. Francia persistía en su empeño de perjudicar a España
apoyando descaradamente al portugués Francisco Manuel en su
pretensión de que se proveyeran las mitras vacantes de Portugal y
cuando proponía a los corsos las ventajas de luchar en su país contra
España. Esta propuesta no llegó a realizarse por la intervención del
cardenal Aragón ante la República de Génova, intervención que, junto a
su decisivo papel en la crisis que ahora terminaba, agradeció Felipe IV
honrándole con un puesto en el Consejo de Estado818 y el Papa
incorporándole a la Congregación del Santo Oficio819. El nuevo
embajador en Roma se queja a Felipe IV de las intrigas y problemas que
provocan los franceses ante los que no sabe cómo gobernarse820.
818
El cardenal Aragón fue consejero de Estado en enero de 1666.
El cardenal Aragón fue miembro de la Congregación del Santo Oficio desde el 11 de febrero de
1664.
820
ESTENAGA ECHEVARRÍA, N.: ”El cardenal Aragón”, París 1929, Tomo I, pp. 153-157.
819
332
Desde Milán Luis de Ponce informa a Luis de Oyarguren de la
audiencia que tuvo el portugués Don Francisco Manuel con su Santidad.
Da cuenta de que Roma recibe al representante del rebelde en contra de
lo acordado, y de las conversaciones que sin duda tienen el Papa y el
Rey de Francia sobre sus respectivos intereses. Añade que los franceses
trabajan en contra de los intereses de España, “ese mal hombre que es el
arzobispo de Embrún, esparce por todo el mundo voces tan sacrílegas
sobre la salud del Rey, que yo espero en la justicia de Dios que le dará
larga vida y castigo a los autores. No hay términos para ponderar el
daño que nos hacen en todas partes pues los negocios encaminados se
desvanecen, los amigos se entibian y los enemigos se atreven, y no ha
faltado algún ministro del Papa que haya dicho que por haber creído
Su Santidad una carta que citaba otra del arzobispo de Embrún,
resolvió la audiencia del portugués, y no hay duda de que sobre esta
misma creencia se reforzaron las paces de la frontera de Flandes y se
han movido otras tropas, aunque no grandes, que bajan a Alsacia con
pretexto de socorrer al Emperador, pero es más probable que sirvan de
invasión”821. Es sin duda la confesión de un hombre cansado y
desanimado. Aunque en la carta se queja de achaques que atribuye al
duro aire de Lombardía, es la confidencia de un hombre que se ve
impotente para luchar contra Francia en el escenario diplomático.
A pesar de la firma del Tratado de Pisa la tensión entre Francia y
Roma no desaparece del todo por culpa de Aviñón. El Marqués de la
Fuente cuenta que Lionne le dijo que de seguir las cosas así, “llamarían
a Crequi y echarían a todos los ministros de su Beatititud de Francia” 822.
Informa también que al vicelegado de Aviñón le perdieron el respeto de
manera que le redujeron violentamente a firmar unos artículos, el más
821
822
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Milán, 21 septiembre 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, París, 21 septiembre 1664.
333
leve de los cuales era despedir al presidio, y que el vicelegado y las
Puertas quedasen a discreción del pueblo. El Consejo de Estado
agradece la inteligencia con que el Marqués envía la información823.
Cuenta también el Marqués que el Nuncio quiere impedir que la
Sorbona escriba contra la infalibilidad del Papa, que los que defienden
esta postura son Lionne y Colbert, y que Le Tellier es el más duro
influido por un hijo que tiene doctor en la Sorbona. Dice el Marqués
que si la Sorbona escribe sobre eso, el Papa lo condenará y no favorece
esta disputa el acercamiento que desean. Informa también sobre Aviñón
y sobre los intereses de algunos cardenales (el cardenal de Este, el
cardenal de Ursino, Azolino y el cardenal Antonio) en la corte de
París824. Al Consejo de Estado le parecen dignas de toda atención las
noticias que envía el Marqués y considera necesario que en Francia no
falte embajador por el acceso que tiene a Palacio y la comunicación que
tiene con las Reinas825.
Pocos días después, el Marqués envía nueva información sobre
las difíciles relaciones de Francia con Roma. Dice que los franceses
siguen alimentando la esperanza de Su Santidad de que se desvanezca el
tratado de Pisa, cosa que ya había advertido en enero y que el Nuncio
pretende que se restituya al Papa todo el dinero que disfrutó el Rey de
823
AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 22 noviembre 1664.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, enero 1665. Sobre Castro recuerda el Marqués que en
vida del cardenal Mazarino propuso éste al duque de Parma una de sus sobrinas, obligándose a darle
en contante todo lo que necesitase para desempeñar aquel estado, partido que no aceptó. Recuerda la
historia del ducado y manifiesta alguna sospecha de que no quieren cumplir lo que se acordó en el
Tratado de Pisa. El Marqués dice que Francia se empeña en hacer hereditarios los disgustos con la
Santa Sede, pues cualquier Papa que suceda al que hoy vive no pasará por un tratado en que toda la
razón fuera violencia, en el que no solo se da por ofendido el Pontífice sino todo el sacro colegio.
825
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 febrero 1665.
824
334
Francia durante el tiempo que poseyó Aviñón. Añade el Marqués que en
la corte de París se muda con la misma facilidad que lo hace el viento826.
El Marqués de la Fuente manifesta su sospecha de que el cardenal
de Ursino es pro francés; dice que negocia con los portugueses lo que
contraviene a la paz. También Don Pedro de Aragón duda de él y le
tiene prevención827. El Consejo de Estado desaprueba la actitud del
cardenal y, tras recomendar a su embajador en Roma y también al de
París que manifiesten queja al cardenal de Ursino y a Crequi por
proteger la iniquidad y la injusticia del duque de Braganza, dice a Felipe
IV: “esta manera de actuar los franceses, que se manifiesta en todos
sus actos, es tan intolerable que debería obligar a V.M. a pensar mucho
en hallar algún medio de salir de tan insolentes pretensiones y soberbia
de los franceses”828.
Felipe IV comunica al Marqués de la Fuente la noticia que le dio
Don Pedro de Aragón sobre que era incierto que protegía a los
religiosos Trinitarios calzados para que se celebrase en Roma su
capítulo general. Quiere que esté informado por si se habla en París de
ese asunto829. Por su parte el Marqués de la Fuente envía a Madrid el
texto de la bula de Alejandro VII que condena el libro “Defensa de la
826
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 8 marzo 1665. El Marqués de la Fuente comunica
también que el Nuncio ha conseguido sacar a Crequi desairadamente sacrificando su honra por el
gusto de Su Santidad, tendrán aquella corte sin embajador pero el Nuncio se ha ofrecido para que, a
través suyo, el rey Cristianísimo obtenga cuanto desee, siendo fiadores de todo los cardenales Chiggi,
Dotario y Pallavecin. El Nuncio ha conseguido esto gracias al apoyo de Msr. Colbert, parte con haber
facilitado que su hijo entrase en una abadía que vale 50.000 florines de renta y parte con la esperanza
de obligar al cardenal Antonio a que renuncie el Arzobispado de Retz que tiene la calidad de
preceder a todos los duques y pares y el puesto de limosnero mayor para guardar con uno y otro un
hermano de Msr. Colbert habilitándole paso este camino a un capelo, aunque parece que no podrá ser
en la primera promoción de príncipes, pues se le asegura de buena fuente que S.M. ha ofrecido al
Papa que si le da ahora el capelo para Msr. de Mercurio no pretenderá otro cuando llegue la ocasión.
827
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 19 abril 1665.
828
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 23 abril 1665.
829
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 29 mayo 1665.
335
autoridad del Papa, cardenales, arzobispos y obispos y del empleo de
los religiosos mendicantes contra los errores de este tiempo”, sacado a
la luz por Jacques Vernant, y otro titulado “Censura de la facultad de la
sagrada teología de París” y un librillo de Amadeo Gimeno que
contiene casi todos los puntos de teología moral contra las quejas de
algunos y ciertas opiniones morales de los jesuitas830. Sobre la bula que
había llegado en orden a condenar la censura de la Sorbona a la
infalibilidad del Papa, añade el Marqués de la Fuente que el 28 se juntó
el parlamento para reconocerla y la calificó por abuso diciendo que no
se debía admitir, reservándose los abogados generales el dar las razones
en que se fundaban831.
Los gestos de Roma hacia Madrid son contradictorios. Mientras
el cardenal de Ursino negocia con ministro de Portugal, el Nuncio de Su
Santidad en París comunica al embajador de España que el Papa tendría
mucho gusto de actuar como mediador en el ajustamiento entre Portugal
y España. La Reina Regente, siguiendo instrucciones del Consejo de
Estado, contesta al Embajador que no siendo más que una mera
conversación y no una propuesta formal, no se puede pasar a ninguna
diligencia y hay que esperar hasta ver lo que la materia dé de sí,
particularmente cuando estamos pendientes de la venida de Mi lord
830
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Roma, 26 julio 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 6 agosto 1665. El Marqués de la Fuente está
convencido de que no haber declarado las razones los abogados es para tener la puerta abierta para
declararlas, que no desean que por ahora se hable de esta materia. Espera que en Roma no tomen mal
este medio término sabiendo que el abogado general Tolón está prevenido para hablar de la bula y de
las cosas de Roma peor que Lutero. Dice también que el formulario contra la opinión de los
jansenistas no se ha firmado hasta ahora por nadie, aunque lo dispuso la bula del Papa y la orden del
rey, habiendo mandado los obispos de Noyon, Alet, Bove y Angers a los párrocos de sus diócesis
que firmasen el formulario con aquellas reservas, resolvió S.M. avocarse a su persona el
conocimiento de aquella orden y en tanto que declaraba otra cosa, mandó que no firmasen con
ninguna reserva. Dice el marqués de la Fuente que todo esto trae inquietísimo al Nuncio.
831
336
Sandwich, pues “de lo que se derive de sus negociaciones se tomarán
las medidas convenientes para el servicio del Rey mi hijo”832.
En la última promoción de capelos cardenalicios, en contra del
derecho y usos practicados en la iglesia, el Papa nombró a todos los
cardenales italianos sin conceder lugares a los príncipes cristianos para
sus vasallos, lo que supuso un agravio para la corona de Francia y para
la de España. El arzobispo de Embrún propuso a la Reina Regente, de
parte de su Rey, presentar queja conjuntamente ya que el agravio era
común. La Reina le respondió que ella había hecho el mismo reparo y
que estudiaba la manera de oponerse. Dijo también al Embajador
francés que había escrito al cardenal Sforza833, porque en ese momento
no había embajador de España en aquella corte, y que procederían de
acuerdo con el Emperador y con el rey Cristianísimo para dar queja a Su
Santidad, con el decoro debido, pasando los oficios convenientes. El
arzobispo de Embrún aprobó la manera de proceder conjuntamente y se
alargó en el agravio que Su Santidad hacía a los príncipes cristianos con
privarles tanto los capelos, teniendo tanto número los italianos,
particularmente los de Siena, añadiendo que al Pontífice no le interesaba
disgustar a las coronas. En esta ocasión pactaron actuar de común
acuerdo, si bien la Reina insistió en su deseo de que había que respetar
siempre el sumo decoro y reverencia con que debe ser tratada Su
Santidad834.
832
AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 24 mayo 1666. En junio de 1666 doña Mariana de
Austria otorga poderes al padre Nithard, al duque de Medina de las Torres y al conde de Peñaranda
para ajustar con el embajador inglés Eduardo de Montagu, conde de Sandwich, un tratado de unión y
alianza con Inglaterra, en el que se abordaría además una tregua con Portugal. Ver pág. de este
trabajo.
833
Se refiere a Pedro Sforza Pallavicin. En ese momento era embajador interino de España.
834
AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 30 mayo 1666.
337
La quietud no acaba de llegar a Italia y las relaciones entre
Francia y Roma siguen siendo poco satisfactorias. El Marqués de la
Fuente escribe preocupado diciendo que el Papa retiene todavía el
estado de Castro, y Francia intriga apoyando al Duque835, cuenta
también que el Papa no se ajusta a nombrar los obispos que quiere
Francia para juzgar a tres jansenistas y que el Nuncio se queja del edicto
que el rey Cristianísimo había hecho publicar en orden a admitir a los
religiosos a profesar a una determinada edad836. Sobre el sucesor del
Papa que se encuentra enfermo, dice, los franceses desearían en primer
lugar al cardenal Gineti o Carpena, y dificultarán la exaltación de
Rospigliosi y de Pallavecin, no rehusando a Pallavecin y ayudarían y
verían bien a Boneli837.
Toda la información que suministra la embajada de España en
París durante estos años referida al enfrentamiento de Francia con Roma
es valiosa y demuestra que Italia fue objetivo de Luis XIV. Demuestra
también que Francia, incumpliendo el Tratado de los Pirineos, amenaza
el predominio español en esa zona. Para conseguir sus objetivos
Francia no duda en reclamar la ayuda de España. La gestión política y
diplomática de Madrid y del Marqués de la Fuente es estimable y es
cierto que, durante los años que estamos esudiando, la Monarquía
Católica mantuvo en Italia una influencia notable aunque en 1663
Felipe IV fracasó en su intento de formar una liga contra Luis XIV. Al
835
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 14 enero 1666.
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 23 febrero 1667. Cuenta también el Marqués que
cuando el Nuncio y el embajador de Venecia piden a Luis XIV ayuda para defender Venecia del
peligro de los turcos -el primer visir había desembarcado en Candia y la pérdida de aquel reino
pondría en riesgo a toda la cristiandad-, el rey Christianísimo se excusó pues dijo estar ocupado con
la guerra contra Inglaterra y en que la noticia del desembarco no era tal, añadiendo que había
recibido información de que no había tenido lugar tal desembarco. El Marqués de la Fuente pone esta
noticia en conocimiento de S.M. católica por si le hacen la misma solicitud de ayuda.
837
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 abril 1667. Alejandro VII murió el 22 de mayo de
1667. Julio Rospigliosi fue su sucesor, elegido Papa el 20 de junio de 1667 con el nombre de
Clemente IX.
836
338
final, no se puede decir que España dominara el tablero italiano, pero
Francia tampoco838.
RIBOT GARCÍA, Luis A.: “La presencia de la Monarquía de los Austrias en Italia a finales del
siglo XVII”, en” Calderón de la Barca y la España del Barroco”, J. Alcalá-Zamora y E. Belenguer
(Coords.), Madrid, 2001, Tomo I, pp. 975-979.
838
339
340
Capítulo VI
LA CUESTIÓN DE PORTUGAL
La firma de la Paz de los Pirineos y el matrimonio de la Infanta María
Teresa con Luis XIV supuso para Francia un gran triunfo diplomático,
pero este tratado también favorecía a la Monarquía Hispánica en la
medida en que, cerrados todos sus frentes bélicos, podía centrarse en
desviar sus recursos financieros y militares a la recuperación de
Portugal. Como escribiera Felipe IV a sor Agreda de la Cruz en el mes
de enero de 1661, el enlace de su hija, “aunque me hace mucha
soledad, me huelga haber hecho este sacrificio por el bien y causa de
toda la cristiandad y poder con más desahogo tratar de la recuperación
de Portugal”839. La misma idea la había expuesto unos meses antes, en
la primavera de 1660, un ministro español: “Las felicidades que estos
reinos se pueden prometer con los tratados de paz consisten en la
conquista de Portugal”840.
Así pues, a partir de 1659 se daban, al menos en teoría, las condiciones
más óptimas para la ofensiva militar española contra el reino separado,
pospuesta hasta entonces por la prioridad del frente catalán, en la que
estaban de acuerdo tanto el Consejo de Estado como el Consejo de
Guerra convencidos de que, una vez aislado Portugal, sería más fácil
reducirlo a la obediencia. Para entonces, sin embargo, la independencia
SECO SERRANO, Carlos. “Cartas de Sor María de Agreda y de Felipe IV”, B.A.E., T. V, p.
159, 22 enero 1661.
840
VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos de Felipe IV y el Medio General”, Cuenca 2002,
p.19.
839
341
de “facto” del reino “rebelde”, no admitida en Madrid, situaba el
problema de su recuperación en un plano diametralmente distinto al
previsto por los españoles, ya que la dinastía Braganza estaba
firmemente consolidada en el trono y, por consiguiente, las
posibilidades de que Felipe IV obtuviera la victoria eran más que
dudosas, lo que no le impidió embarcarse en esta empresa aun a costa
de nuevos sacrificios para sus súbditos, perceptibles no sólo en el
incremento de la fiscalidad -en 1662 y 1663 se solicitaron donativos
cuya cuantía ascendió en conjunto a 700.000 escudos, a los que se
añadiría poco después la concesión por las Cortes de un cuarto uno por
ciento841- sino en los trastornos económicos que experimentaron las
poblaciones fronterizas con Portugal, aun cuando para paliar sus
necesidades se concedieron exenciones fiscales842.
La diplomacia española, empero, no debía de ignorar esta nueva
situación, sobre todo ante los esfuerzos de la corona portuguesa para
que se reconociera la independencia de su reino en la Paz de los
Pirineos, ofreciendo incluso a Mazarino, a través de su representante, el
conde de Soure, un millón de cruzados y el arzobispado de Evora para
la persona que él designase. Don Luis de Haro tampoco se quedó corto
en ofrecimientos, si es cierto que le prometió su apoyo para ceñir la
tiara pontificia843. Finalmente las presiones españolas lograron su fruto
puesto que Portugal fue excluido de las negociaciones y además España
841
Sobre las finanzas de la Monarquía Hispánica en los últimos años del reinado de Felipe IV, Ver F.
RUIZ MARTÍN, Las finanzas de la Monarquía Hispánica en tiempos de Felipe IV (1621-1665),
Madrid, 1990, pp. 77-79 y 159-163; A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, Política y hacienda de Felipe IV,
Madrid, 1960, p. 237; F. LORENZANA DE LA PUENTE, “Política y hacienda en 1660-1664. Las
últimas Cortes de Castilla”, en J.I. FORTEA PÉREZ y C.M. CREMADES GRIÑON (Eds), Política
y hacienda en el Antiguo Régimen, Murcia, 1996, pp. 343-358. Respecto a la sobrefiscalidad añadida
para financiar la guerra contra Portugal, con referencias concretas a la participación del resto de los
reinos, J.A. SÁNCHEZ BELEN, “La Hacienda Real de Carlos II”, en Actas del Reino de Galicia,
Santiago de Compostela, 2002, vol XI, pp 47-85, especialmente las pp. 49-51
842
J. A. SÁNCHEZ BELEN, “La Hacienda...”, p. 50, nota 4.
843
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: “Política y hacienda de Felipe IV”, Madrid 1960, pp. 79-80.
342
obtuvo la garantía de que Francia no apoyaría sus ansias de
independencia, como se refleja en el artículo tres del Tratado de los
Pirineos:
“En cuanto a los reinos, príncipes y estados que están al presente en
guerra con uno de los dichos Señores Reyes, se ha convenido y
acordado que el otro Rey no podrá, después de la publicación de dicho
Tratado, darles directa ni indirectamente ningún género de socorro de
hombres, víveres ni dinero, y aún menos a los vasallos que de aquí en
adelante pudieran sublevarse o rebelarse contra uno de los dichos
Señores Reyes”844.
6.1 La búsqueda de la normalización diplomática entre Francia y
Portugal
Aunque sobre el papel Portugal perdía un poderoso aliado, en un
momento que Lisboa consideraba decisivo ante la inminente ofensiva
española, lo cierto es que el representante lusitano no regresó con las
manos vacías, puesto que había conseguido, contra el espíritu y la letra
del recién firmado tratado de paz hispano-francés, que tropas francesas
al mando del mariscal Shomburg fueran transportadas a Portugal con el
concurso de buques ingleses a fin de reforzar el ejército portugués845. Y
lo que es más importante, a pesar del Tratado de los Pirineos Luis XIV,
que en modo alguno estaba interesado en que su suegro recuperara el
reino segregado, no dudó en mantener relaciones diplomáticas con los
Braganza, aunque de forma secreta y a través de intermediarios: en
Francia, recurriendo a los oficios del mariscal Turena que, como hijo
del duque de Bouillón, príncipe soberano, podía considerarse
844
Art. 3 del Tratado de los Pirineos. Colección de los Tratados de Paz, J.A. Abreu Bertodano,
Madrid, MDCCLI, p.121.
845
DOMINGUEZ ORTIZ, A.: “Política y hacienda de Felipe IV”, Madrid, 1960, p. 80.
343
extranjero846; fuera de Francia, a través de Inglaterra, para lo cual el
monarca francés procuró fortalecer sus relaciones con el restaurado
Carlos II Estuardo quien, lejos de otorgar su ayuda a Felipe IV, bajo
cuyo amparo estuvo exiliado en Bruselas, paso a ser un firme defensor
de la dinastía Braganza.
La ofensiva diplomática de Francia a favor de Portugal se
tradujo, por un lado, en las negociaciones con Inglaterra encaminadas al
matrimonio de Carlos II Estuardo con Catalina de Braganza, hermana
del Alfonso VI, prometiendo al soberano, siempre necesitado de dinero,
dos millones de libras francesas con la condición de que los empleara en
ayudar a Portugal armando navíos o enviando tropas. Como
consecuencia de estas conversaciones se financiaron 3.000 soldados de
infantería y mil de caballería para trasladarse al frente portugués a las
órdenes de Lord Inchinquim. El enlace del rey de Inglaterra con la
infanta portuguesa en 1661 fortaleció las relaciones entre ambas
coronas, causando en Madrid un gran descontento e inquietud, puesto
que el matrimonio implicaba el reconocimiento de la dinastía Braganza
y además llevaba aparejada una gruesa dote: la plaza de Tánger –
intentará comprarla Francia847-, las islas Terceras, cuatro plazas en la
India Oriental, el comercio libre con todas las posesiones ultramarinas
de Portugal, especialmente con Brasil, dos millones de cruzados en
metálico y la plaza de Setúbal848.
846
El ducado de Bouillon, situado en la provincia belga de Luxemburgo, pasó por herencia en 1571 a
los condes de Turenne de la casa de la Tour d´Auvergne y Luis XIV lo agregó a la corona francesa
como feudatario.
847
Felipe IV recibió del Marqués de Leganés la noticia de que Luis XIV quería comprar Tánger para
mantener armas en los dos mares; en caso de no admitir los ingleses el contrato se valdría de un
pretexto para quitarles aquella plaza. Siendo de tanto perjuicio para España, Felipe IV pide al
Marqués de la Fuente que le tenga informado. AHN, Estado, lib. 268, p. 135, Madrid 20 de
septiembre de 1663. En diciembre del mismo año se insiste en el mismo ruego.
848
CASTILLA SOTO, J.: “Don Juan José de Austria: su labor política y militar”, Madrid, 1992, p.
167.
344
Incluso en Roma la diplomacia francesa actuará contra los
intereses de España, ya que va a exigir al Pontífice que admita
embajador de Portugal y que conceda a su monarca la facultad de
proponer obispos para las diócesis vacantes. El incidente de Crequi, al
que nos referimos en otras páginas de este trabajo849, servirá de pretexto
a Luis XIV para procurar la ruptura entre Roma y Madrid e imponer sus
exigencias. El cardenal Aragón, embajador ordinario en la Santa Sede,
advierte a Felipe IV de estas maquinaciones, por lo que el Consejo de
Estado propone escribir al Marqués de La Fuente para que manifieste en
París la contrariedad que tales actuaciones suscita en la corte española,
lo que también deberá comunicarse al arzobispo d’Embrun 850. El
desmentido de Lionne tranquiliza algo los ánimos si bien lo
verdaderamente importante en este caso es que las tensas relaciones
entre Francia y Roma a raíz del ya citado incidente de Crequi hacían
necesaria la mediación española y Luis XIV no estaba dispuesto a
perder tan poderoso mediador en un conflicto que se le estaba
escapando de las manos851.
En otro plano, Francia, no obstante su compromiso de no admitir
embajador de Portugal en París, mantuvo una fluida correspondencia
con diplomáticos portugueses interesados a su vez en romper el
aislamiento internacional en el que hasta entonces había vivido su reino.
Así, en el mes de octubre de 1662 el Marqués de La Fuente, a través de
un confidente francés, averigua que un enviado de Portugal, pretende
ser recibido en París por el mariscal Turena a fin de obtener un
849
En el capítulo de este trabajo referido a las relaciones entre Francia y la Santa Sede, en la pág.
272, estudiamos el incidente de Crequi.
850
AGS, Estado, Francia, Leg. 1409, Madrid, 5 de febrero de 1664.
851
AGS, Estado, Francia, Leg. 1388, París, 27 de enero de 1664.
345
préstamo de Luis XIV cuya devolución estaría avalada por hombres de
negocios ingleses si no bastase con la garantía de alguna isla o puerto de
los dominios de Portuga852.
Meses después de esta noticia, el Marqués de La Fuente recibe
instrucciones de Felipe IV encaminadas a impedir la presencia en
Francia de Francisco Manuel de Melo, célebre escritor portugués que se
dirigía a Roma donde debía negociar los nombramientos de obispos con
el Pontífice y, de paso en París, el matrimonio de Alfonso VI con la
princesa de Montpensier853. Las entrevistas que el diplomático español
tuvo con Lionne
y Le Tellier
fueron ciertamente desalentadoras,
puesto que, con el artículo quinto del Tratado de los Pirineos854,
quisieron convencerle de que no estaban obligados a arrestar a todos los
portugueses que viajasen a Francia y, en cuanto a las negociaciones de
un acuerdo matrimonial con la Montpensier, bromearon asegurando que
al rey de Portugal le interesaba más un escuadrón de mil hombres que
casarse con princesa de la casa de Francia. No obstante, y para
tranquilizarle, le aseguraron que, si averiguaba dónde se alojaba el
emisario portugués, ordenarían su expulsión y le darían facultad para
que sus criados lo acompañaran hasta la frontera855.
852
AGS, Estado, Francia, Leg. 1386, París, 8 de octubre de 1662. El confidente advierte también al
Marqués que el duque de Braganza es aborrecido por su pueblo por sus malas cualidades, mientras es
amado su hermano Pedro.
853
PRESTAGE, E.: “As relacoes diplomáticas de Portugal con Francia, 1928, p. 91.
854
El Art. 5 del Tratado de los Pirineos se refiere a los vasallos, no a los representantes del rey
rebelde, dice: “mediante esta Paz y estrecha amistad, los vasallos de ambas partes, cualesquiera que
sean, podrán, guardando las Leyes y costumbres del país, ir, venir, estar, traficar, y volver al país el
uno del otro por razones de comercio y como les pareciese… serán sostenidos los vasallos del uno en
el país del otro coo propios”, ABREU BERTODANO, Colección de Tratados, Parte VII, p. 121-122.
855
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, París, 6 de mayo de 1663. A las quejas del Marqués de la
Fuente por ser recibido en Francia un embajador de Portugal para negociar el matrimonio del Duque
de Braganza, Lionne y Le Telier responden diciendo que no tenían noticias de lo que su Amo obraba,
que podía ser obra de la madre de la novia, y bromearon diciendo que importaba más al Duque de
Braganza un escuadrón de mil hombres que casarse con seis princesas de la casa de Francia.
346
A los pocos días el Marqués de la Fuente vuelve a entrevistarse
con Le Tellier para darle cuenta de que Francisco Manuel de Melo se
había reunido con el vizconde de Turena en secreto, a través de Rafael
Lamego, pero el ministro francés le jura que sus noticias son que
todavía no había salido de Londres856. En realidad, Francisco Manuel de
Melo no sólo había mantenido conversaciones con Turena, sino incluso
con Luis XIV, quien le recibió en audiencia secreta con asistencia del
duque de Guisa y en la que el embajador extraordinario de Portugal
planteó también el envío de cuatro compañías de corazas para el frente
de Extremadura conducidas por el Marqués de Cileri, Briquemont,
Cragni y Boneval, estando asegurada la paga de su sueldo en París 857.
Esta información es recibida en Madrid con desagrado, por tratarse de
una grave provocación, razón por la cual el Consejo de Estado aconseja
a Felipe IV que el Marqués de La Fuente presente su queja en París y
que se convoque al embajador francés en España para exponerle lo
mismo con la intención de “que conozca el mundo la mala fe con que
proceden los franceses y cuan poco se puede fiar en sus tratados,
mostrándolo cada día la experiencia”858.
En el mes de agosto de 1663 parece que Francisco Manuel de
Melo ha abandonado París, pero por entonces se había instalado un
nuevo agente de Portugal, Francisco Ferreira, procedente de Inglaterra,
con el encargo de recabar nuevas ayudas de Francia y de las Provincias
Unidas, razón por la que el Marqués solicita a Le Tellier que sea
expulsado, lo mismo que Rafael Lamego, sin obtener más satisfacción a
856
AGS, estado, Francia, Leg. 1387, París, 20 de mayo de 1663.
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, París, 16 de julio de 1663. AHN, Estado, Lib. 127, París, 16
de julio de 1663. Dice el Marqués de la Fuente que Francisco Manuel tuvo audiencia secreta con el
Rey en un convento que se llama Petipez, apadrinando sus negociaciones el Vizconde de Turena, y
asistiéndole secretamente el Duque de Guisa y Don Luis Napolitano que estaba en casa del Duque en
cuyo coche saló de París.
858
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, Madrid, 14 de julio de 1663.
857
347
su demanda que una respuesta evasiva del ministro859. En Madrid se
conocen muy bien ya las actuaciones de Luis XIV respecto a admitir
embajadores de Portugal, y también que sus instancias no van a servir
de mucho. Aun así, Felipe IV ordena al Marqués de La Fuente que
transmita al monarca francés que “está advertido y que no lo admite,
aunque no hayan de tener la enmienda que el juramento y la fe pública
pedían, porque es bueno que el mundo conozca esta razón y quede
acreditada en todo tiempo su modo de proceder”860.
A finales de 1664 el Marqués de la Fuente se entera de que
Francisco de Melo y Torres, conde de Ponte, Marqués de Sande,
embajador extraordinario de Portugal en Londres, es recibido de
incógnito en una finca a las afueras París861. Felipe IV y los consejeros
de Estado cansados de que sean sistemáticamente desatendidas las
instancias del Marqués de La Fuente para que los enviados de Portugal
sean expulsados de Francia, resuelven ahora que se olvide de este
asunto y que se concentre, simplemente, en informarse de todo cuanto
acontezca en Francia a fin de poner los remedios más convenientes.
Felipe IV escribe al Marqués: “por vuestra carta veo lo inútil que son
vuestras quejas, por cuya causa se tiene por menor inconveniente el no
continuarlas que exponernos al riesgo del deshonor de sufrir las
contravenciones para no haberse de remediar. Así os ordeno viváis con
la atención que hasta aquí habéis tenido a investigar todo aquello que
fuere digno de saberse para avisármelo puntualmente a fin de que se
tenga la inteligencia necesaria del proceder de los franceses y de sus
859
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, Madrid, 1 de septiembre de 1663. AGS, estado, Francia,
Leg. K 1387, París, 13 de agosto de 1663.
860
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1408, Madrid 11 de septiembre de 1663.
861
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1389, Madrid, 25 de noviembre de 1664. El Marqués lo descubre
por un confidente que tiene en Inglaterra. Y efectivamente Sande estaba en París. Había llegado de
Londres para negociar el casamiento de Alfonso VI y permaneció un año. PRESTAGE, E.: As
Relaçoes diplomáticas de Portugal, Coimbra 1928, p. 169.
348
artes, sin manifestar formales quejas para no incidir en lo que queda
referido, y cuando hubieseis de hablar a las Reina sobre algún punto de
éstos, iréis advertido de no entrar derechamente con resentimiento, sino
poniendo en duda lo mismo que sucede, diciendo que no es posible
creerse cosa que sea contra lo que tantas veces ha asegurado el Rey
Cristianísima862.
6.2 Hacia la legitimidad dinástica de los Braganza.
No menos importantes fueron las negociaciones llevadas a cabo
entre Francia y Portugal para concertar el matrimonio de Alfonso VI
con una princesa francesa, ya que en España semejante acuerdo llevaba
implícito el reconocimiento por Luis XIV de la legitimidad dinástica de
los Braganza, aceptada ya por Inglaterra y la mayor parte de los estados
europeos. En sus Memorias el monarca francés, en un alarde de
sinceridad, si bien dirigido a la posteridad, dejó constancia de su
maquiavélica política respecto a España e Inglaterra en los primeros
años de la década de 1660 en los siguientes términos: “Al mismo tiempo
que preparaba las armas contra Inglaterra, no me olvidaba de trabajar
contra la Casa de Austria por todos los medios que pudiera
proporcionarme la negociación. Como sabía que la guerra de Portugal
era una especie de enfermedad intestinal, cuya duración debilitaba
infinitamente a España, me propuse, para alimentarla, el casamiento
del rey de Portugal con Mademoiselle de Nemours y envié a Saint
Roman cerca de aquel príncipe para que le hiciese la proposición y
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1409, Madrid, 29 de noviembre de 1664. El rey añade: “el dar a
entender, como sabéis, que ha estado en París tanto tiempo don Francisco de Melo de incógnito, y
mandándole de quinta en quinta Lionne con todas las demás particularidades que habéis
experimentado, sería apretar mucho la razón y obligar al Rey a que se quitase la máscara, y así
procederéis en esto con todo recato y pasivamente para excusar el descrédito de rogar lo que por
obligación se debe hacer sin poderse conseguir, preponderando más en esa nación la propia
conveniencia que la reputación”.
862
349
para que le apartase todas las que le hacían de continuo los
españoles”863.
En los primeros años de la década de 1660, una de las mayores
preocupaciones de la Corte portuguesa, y en concreto del conde de
Castel Melhor tras el golpe de estado que apartó a Luisa de Guzmán de
la regencia, fue la de encontrar una esposa para Alfonso VI, ya que con
su matrimonio se asegurarían alianzas en Europa y, sobre todo, el
reconocimiento de la dinastía y un ingreso extraordinario de dinero con
la dote de la esposa, necesario para continuar el enfrentamiento con
España. La primera idea fue la de casar al rey con una hija del príncipe
de Parma, que tenía un remoto parentesco con la casa real de Portugal.
Después se pensó en una princesa francesa. Para ello se dispuso que
Francisco Manuel de Melo se encargara de esta negociación, según
consta en las Instrucciones que recibió en el mes de octubre de 1662 y
en enero de 1663. Por motivos que se ignoran, su viaje fue retrasado y
entre tanto, a instancias de Luis XIV, que no debía de ver con agrado
ese enlace –la posición española en Italia era lo suficientemente fuerte
como para obstaculizar el matrimonio y, en el caso de celebrarse, para
que luego pudiera intervenir cerca de la desposada-, el vizconde de
Tunera propuso un partido más conveniente, el de Madesmoiselle de
Montpensier, prima de Luis XIV864, que ya había sido candidata para
casarse con el príncipe Teodosio, hermano de Alfonso VI865.
863
Memorias del Rey Sol, pag. 115.
Ana María Luisa de Orleáns, duquesa de Montpensier, La Grande Mademoiselle, (1627-193), era
hija de Gastón de Orleáns, hermano de Luis XIII y de María de Borbón, Mademoiselle de
Montpensier, la heredera más rica de Francia. Al adherirse su padre a Condé se alió con los
frondistas a los que prestó grandes servicios. En 1669 se casó con el conde Lauzun.
865
PRESTAGE, E.: As relaçoes diplomáticas de Portugal, Coimbra 1928, p. 91, 92.
864
350
Como cabía esperar, desde el momento en que Felipe IV tuvo
conocimiento de esta propuesta de matrimonio, la diplomacia española
comenzó a mover sus hilos para impedirlo. La primera reacción del
Marqués de La Fuente fue la de entrevistase con la reina Ana y con la
reina María Teresa para persuadirlas de los inconvenientes políticos de
esa boda866, idea que comunica también a Hugo de Lionne y a Le
Tellier867. Posteriormente, siguiendo instrucciones de Madrid, se reúne
con Mademoiselle de Montpesier quien, a la primera insinuación de su
posible matrimonio con el de Braganza, le respondió que en su ánimo
no estaba dicha boda por el sumo afecto que tenía hacia Felipe IV,
afecto que se había fraguado durante los esponsales de Luis XIV y
María Teresa en Fuenterrabía –así lo asegura en sus Memorias-868, hasta
el punto de que se negaría a aceptarlo en el caso de que se le ordenara
hacerlo869. Indudablemente Luis XIV veía con buenos ojos este
matrimonio, por lo que intentó convencerla, aunque sin éxito,
aprovechando una cacería que tuvo lugar en el parque de Saint German
el 19 de julio de 1662870. Pero el rechazo de Mademoiselle de
Montpensier a este matrimonio no se puede decir que fuera
desinteresado, ya que muy posiblemente conociera el estado de
decrepitud del monarca portugués, y además sus miras –así lo expuso
abiertamente a Felipe IV- estaban dirigidas a casarse con el príncipe de
Saboya o, si no, con el príncipe de Conde, opción ésta que desagradaba
tanto a Luis XIV como le agradaba aquella. Precisamente para evitar su
matrimonio con Conde, en el supuesto de que no prosperara el primero,
866
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 19 de julio de 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 17 de agosto de 1662.
868
Mademoiselle asistió a la boda de la Infanta María Teresa con Luis XIV en Fuenterrabía. Describe
la ceremonia con interesantes detalles, y confiesa que desde entonces siente afecto por el Rey de
España. Memorias de Mademoiselle de Montpensier, París, 1901, pág. 170 y sig.
869
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 22 de julio de 1662.
870
La entrevista la cuenta Mademoiselle al Marqués de Barandón que es quien la transmite al
Marqués de la Fuente, AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 21 de agosto de 1662. AGS, Estado,
Francia, Leg. K1407, 29 de agosto 1662.
867
351
el monarca francés ordenó a la Montpensier que abandonara la Corte,
librándose así, de paso, de una experta intrigante, de una mujer que, en
palabras de la Reina, “no tiene juicio”871.
Regresado a París tras su viaje a Ratisbona el Marqués de la
Fuente recibe de nuevo instrucciones de Felipe IV para “evitar el
casamiento del llamado rey de Portugal con princesa francesa por
todos los medios posibles que os aconseje vuestra prudencia” 872. El
embajador, tras comprobar que un enviado de Portugal se encuentra en
París para negociar la boda presenta queja a Le Tellier y como éste lo
niega, confiesa a Madrid su impotencia, reconoce que las quejas de
España se escuchan pero no son atendidas y afirma que los franceses
actúan en contra de lo firmado en la Paz873. Y el Marqués de la Fuente
tenía razón: el enviado de Portugal, Francisco Manuel, fue recibido por
el rey Cristianísimo en audiencia secreta tras celebrar audiencia con los
ministros. Había llegado para negociar la boda y la ayuda de tropas
francesas para el ejército de Portugal874.
El Consejo de Estado, tras reconocer que el casamiento del
llamado rey de Portugal con princesa francesa es “asunto de suma
importancia”, propone que se ordene de nuevo al Marqués de la Fuente
que por todos los medios a su alcance procure impedirlo. Conscientes
los consejeros de que “ninguna negociación puede tener logro sin el
caudal a la mano”, acuerdan remitir al Marqués por correo expreso
letras de 10.000 escudos de plata, con nombre de ayuda de costa, con
orden de que no las destine a otro fin que a esta negociación, valiéndose
871
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 9 de noviembre de 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1408, Madrid 22 de abril de 1663.
873
AGS, estado, Francia, Leg. K1387, París, 20 de mayo de 1663.
874
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 16 de julio de 1663. AHN, Estado, Lib. 127, París, 16
de julio de 1663.
872
352
del yerno de Le Tellier, de Montagut o de quien le parezca875. El Rey
transmite la orden al Marqués876 y poco tiempo después le reitera que
debe impedir ese matrimonio: “fío de vuestra inteligencia y destreza
que habéis de procurar encaminar esta materia de manera que no
logren los enemigos su intento”877.
En verano de 1663, como había confesado el Marqués de la
Fuente a Luis de Oyarguren, las negociaciones de la boda del Duque de
Braganza con princesa francesa están “muy calientes”878. El capitán
Bustin que se reunió en tres audiencias de más de tres horas con
Mademoiselle de Montpensier escribe al Marqués de la Fuente diciendo
que ha encontrado a Mademoiselle muy impresionada por las promesas
y presiones que recibe de Francia para que acepte casarse con el de
Portugal. Mademoiselle manifestó al capitán Bustin que la materia (el
matrimonio con Alfonso VI de Portugal) se encontraba en un estado
diferente, pues ahora se le hacían grandes ofrecimientos muy efectivos y
ella, habiendo nacido vasalla y dependiente de la voluntad del Rey
Cristianísimo, no podía resistir más. Añadió que tenía bastante juicio
para saber lo que le convenía un negocio y que el contrato que le
ofrecían era muy interesante y difícil de rechazar. Le aseguraban que
viviría con toda la libertad que quisiese, que la servirían franceses, que
sus guardias serían de la misma nación, que los generales de los
ejércitos los nombraría ella eligiendo en Francia el que gustase, que la
Duquesa madre se retiraría a un monasterio luterano, que pondrían en su
mano enteramente el gobierno, y todo esto debajo del Consejo que
eligiese. Además de todo lo dicho S.M. Cristianísima le prometía no
875
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 26 de mayo de 1663.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1408, Madrid, 2 de junio de 1663.
877
AGS, Estado, Francia, Leg. K1408, Madrid, 1 de septiembre de 1663.
878
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 6 de mayo de 1663.
876
353
abandonarla jamás aunque fuese menester romper cien veces con
España. La oferta añadía que, inmediatamente, al tener efecto el
casamiento, enviaría S.M. Cristianísima si se necesitaba, un cuerpo de
gente de 10 a 12.000 hombres con medios para su subsistencia, siendo
interés de la corona de Francia que la de Portugal no se uniese jamás a
la de Castilla. Mademoiselle añadió al capitán que se movía el cielo y la
tierra para convencerla repitiéndole que no debía tener ninguna duda
pues cuando todo se conjurase contra ella no podía faltarle el volver a
Francia donde hallaría sus estados en paz, el tratamiento de Reina y por
consiguiente anteponerla a todos los príncipes de la sangre. El riesgo de
volver no le preocupaba, confesó Mademoiselle, pues contaba no solo
con la asistencia del Rey de Francia y de todo el reino, sino con la del
Rey de Inglaterra, habiendo asegurado el Rey gente y bajeles. También
aseguró Mademoiselle al capitán Bustin que los portugueses le ofrecían
gozar de sus estados libremente y que, en caso de morir sin dejar
sucesión, podía disponer de todo a favor del Rey de Francia o de quien
quisiese sin que los portugueses pretendiesen nada. Mademoiselle no
ignoraba que el de Braganza era como le pintaban, pero no hacía ningún
reparo pues aspiraba a una grandeza y a una corona. A pesar de todo,
Mademoiselle dijo al capitán Bustin, que todavía no se había rendido a
la propuesta por lo que amaba a Felipe IV y a su casa y le aseguró que
no actuaba más que forzada por el Rey Cristianísimo.
Cuando el capitán Bustin le hizo ver los problemas del hermano
del de Braganza (conspiraba contra su hermano), y lo poco segura que
tenía la corona, contestó alargándose infinitamente para demostrar cuan
segura estaba la corona de Portugal cuando se había actuado tan poco
contra ella después de la Paz sin ser asistida como lo sería de aquí en
adelante. Al manifestar el capitán lo que se complicaría ese año la
354
empresa con las tropas que pasaban de los estados de S.M. y de
Esguizaros, contestó con un discurso muy largo diciendo que eran las
esperanzas de cada año y recordó lo poco que se había hecho879.
Finalmente Mademoiselle no se rindió a la propuesta, -“no había
quien la persuadiera”, había dicho de ella Lionne-. El Marqués de la
Fuente se alegra de la resistencia de la Montpensier a aceptar la
tentadora oferta y constata una vez más la deslealtad de Francia.880.
Poco tiempo después recuerda al Rey Católico que sería conveniente
satisfacerla con algo, “ya que había obrado con mucha fineza y en los
accidentes del mundo puede sobrevenir alguno en que sea conveniente
tenerla obligada”881.
En 1664 el Marqués de Sande, viendo las dificultades que
encontraba para la realización de su proyecto matrimonial, empezó a
pensar que el Rey de Portugal casase con la hija del Duque de Nemours,
Mademoiselle de Aumale882. La propuesta pareció bien a Francia y en
enero de 1665 se inician formalmente las negociaciones883. Aunque para
el Marqués de la Fuente este matrimonio presentaba menos
inconvenientes, pues si el Rey no la dotaba, y no teniendo su madre qué
darle, sus parientes poco podían influir a favor del “tirano”884, en
Madrid lo consideran un acto de mala correspondencia y se le ordena
879
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, 28 septiembre de 1663.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 5 de enero de 1664.
881
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 23 marzo de 1664.
882
La primera propuesta del embajador de Portugal fue casar al infante don Pedro con la sobrina de
Turena, Mademoiselle de Bouillon, y el rey de Portugal con Mademoiselle de Nemours, pero surgió
una dificultad, porque el duque de Vendôme, tutor de Mademoiselle de Nemours y de su hermana
Mademoiselle de Aumale, deseaba que si la primera era reina de Portugal, la segunda casase con el
Infante. Esto provocó al Marqués de Sande grandes conflictos, porque todo el empeño de Turena era
asegurar a Don Pedro para su sobrina y si no era atendido podía suceder que no continuase ayudando
a Portugal. A pesar de los esfuerzos del Embajador, Vendôme persistía en su pretensión.
PRESTAGE, E.: “As relacoes.... pág. 94-95.
883
PRESTAGE, E.: As relaçoes…p. 95. AGS, Estado, Francia, Leg. K1390. Madrid, 8 enero de
1665.
884
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 10 febrero de 1664.
880
355
que procure evitarlo. Cuando el Marqués se queja a Le Tellier de las
negociaciones sobre la boda de Mademoiselle de Aumale con el duque
de Braganza, recordándole otras negociaciones anteriores con
Mademoiselle de Montpensier, el ministro le respondió que era distinto
porque el abuelo de ésta podía tratar de lo que le pareciera conveniente
para su casa, y no habiendo de llevar dote de la corona, no podía el Rey
embarazar a un príncipe el que casase a sus hijas. Le Tellier quiso
persuadir al Marqués de que a S.M. le importaba poco que la novia
fuera de una u otra nación, pero el Marqués insistió en que ninguna
súbdita puede casarse sin licencia del Rey y que S.M. debía negar la
licencia por mantener su palabra jurada y por evitar los inconvenientes
de la apariencia pues ver en Lisboa a Mlle. de Aumale podía parecer un
acto de mala correspondencia lo que obligaba a los franceses a no
permitirlo y a los españoles a procurar evitarlo. Desanimado, el
Marqués de la Fuente confiesa que le va a resultar difícil impedir la
boda de la de Aumale885.
Al Consejo de Estado, preocupado por la ayuda que los franceses
siguen enviando a Portugal con cualquier pretexto —en el momento que
se preparaba la campaña militar de 1665—, este casamiento empieza a
parecerle un problema menos grave por lo que ordena al Marqués que
“no se oponga con gran fuerza por no provocar consecuencias
indeseables”886.
En 1666 los preparativos de la boda de Mlle. de Aumale con el
duque de Braganza se aceleran. El Marqués de la Fuente advierte que
Francisco de Melo, Marqués de Sande, prepara llevar a la novia en
885
886
AGS, Estado, Francia, K1390, París, 11 enero 1665
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, 7 febrero de 1665.
356
bajeles franceses y que ha pedido la ayuda de Inglaterra. Desde Madrid
la Reina Regente Doña Mariana manda que se preparen ocho navíos de
fuerza para que se encaminen a la costa de Lisboa con orden de
apresarlos aunque los navíos franceses lleven pasaporte del reino de
Inglaterra, si se encuentran dentro de los límites de la costa de Portugal
que están ajustados con el Rey de Francia887.
En efecto Luis XIV dispuso ocho de sus mejores navíos para el
viaje de la Novia. La boda quedó decidida para el mes de junio y para
evitar algunas dificultades que pudieran surgir en la ceremonia, se
resolvió que el casamiento se celebrara sobre los navíos franceses y para
que éstos no quedaran expuestos a los ataques de ingleses o españoles,
Luis XIV tomó precauciones: obtuvo un pasaporte para la reina de
Portugal por el cual aseguraba sus navíos del ataque de los ingleses;
para evitar el ataque de los españoles, a los que no gustaba el
casamiento, envió su escuadra a la desembocadura del Tajo para esperar
la llegada y regreso de sus navíos. Los ingleses podían atacarlos al
regresar de Lisboa como enemigos888, y los españoles, si consideraban
que conducían a la Reina de Portugal, por derecho de guerra; si
consideraban que eran franceses podían apoderarse de ellos en virtud
del tratado particular por el que habían convenido que todos los navíos
franceses que se hallaran a 50 millas de Portugal, serían considerados
buena presa889.
Mientras se preparaba en París de la boda de Mademoiselle de
Aumale con el duque de Braganza, llegó a París la noticia de la muerte
de la duquesa de Braganza en Lisboa. El Marqués de la Fuente dice que
887
AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 4 abril de 1666.
En enero de ese año había empezado la guerra entre Francia e Inglaterra.
889
Memorias del Rey Sol, p. 130.
888
357
la nuera esperaba con alborozo la certeza de la noticia, no solo por verse
libre del embarazo de una suegra, sino porque mientras ella viviese le
habían señalado en las capitulaciones 30.000 escudos al año, y
muriendo lo que monta la ciudad de Faro y el estado de Alenquer. Dice
también el Marqués que ha sabido que el Marqués de Sande se esfuerza
porque antes de salir de Francia reconozcan y traten a la de Aumale
como reina, y a él le traten como Embajador y pueda andar en público
por la calle con tren más que de persona privada890.
El Consejo de Estado cree que el Rey Cristianísimo no puede
reconocer a Mlle. de A umale como reina sin romper la guerra, tampoco
cree que se pueda reconocer al Marqués de Sande como Embajador. Si
lo hiciera, ordena al Marqués de la Fuente que de la queja y venga a
España sin despedirse del Rey, sólo de la Reina como se le ordenó el 30
de septiembre pasado891.
En junio, un confidente envía al Marqués de la Fuente un informe
en el que describe la boda. El informe dice así: “al llegar el embajador
de Portugal a la Rochela pidió que se recibiese a Mademoiselle de
Nemours892 a la entrada en dicha villa, como futura Reina de Portugal.
Avisado de esto Msr. de Ycuales por la corte, envió toda la burguesía a
recibirla y fue recibida con toda la magnificencia posible. El embajador
de Portugal quiso también que se cambiase la orden de hacer la boda en
el navío para que él tuviese la ocasión de pasear por la ciudad con su
librea y calidad de Embajador, ambas cosas se le concedieron. La boda
se hizo entonces sobre un tablado grande que se levantó en la plaza
pública desde donde, habiendo hecho todas las magnificencias regias
890
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 19 abril de 1666.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, Madrid, 31 mayo de 1666.
892
María Francisca de Nemours es Mademoiselle de Umalla.
891
358
que cabían en el lugar, la condujeron a su casa poniéndola en manos de
la dama portuguesa que había conducido a la Reina a Inglaterra, así
como de las demás damas portuguesas, sin que llegasen a servirla sus
damas y damiselas francesas. Y no vio a nadie sino en las audiencias
públicas que daba rodeada de todas las dichas damas portuguesas y del
dicho Embajador, el cual no hablaba sino de rodillas, ni se hacía nada en
la corte más que a la portuguesa. Dicho Embajador hizo cuanto pudo
para dilatar la partida, ya fingirse malo, ya alegar otros embarazos. Lo
que dificultó mucho fue el recibir la dote de la Reina, no queriendo
tomar ningún luis de oro ni de palta por lo que fue preciso ir a buscar
doblas de España. Monsieur de Novalles, juzgando que estas dilaciones
obedecían a causa no conocida, dijo que tenía orden del Rey, de que, si
la Reina no partía, partieran los 8 navíos de guerra del Rey con todos los
bajeles de munición para que se juntasen luego con Monsieur de
Beaufort en las costas de Portugal, con lo que el Embajador se vio
obligado a embarcar a la Reina, cosa que hizo con todas las
magnificencias posibles”.
Otro informe dice: “ayer se hizo la ceremonia del casamiento con
gran aplauso del pueblo. Toda la ciudad estuvo con las armas en la
mano. El Marqués de Sande lució con su librea que era de paño forrada
en terciopelo y besó la mano de la Reina; el Duque de Novalles,
gobernador de esta provincia, besó también la mano de la Reina hincado
de rodillas. Los representantes del ayuntamiento iban llegando mientras
uno hacía la arenga que duró una hora y aunque llevaban orden de que
uno sólo se hincase de rodillas le imitaron todos. El Conde de Mare
lució mucho porque acompañó al Embajador con 100 hombres con
casacas verdes que asisten hoy a la Reina como guardia de corps y le
tratan todos con el respeto imaginable”.
359
“Las cartas del 17 de junio avisan que Monsieur de Baufort había
entrado el 10 en el río Tajo. Los 12 galeones españoles que estaban allí,
después de haber hecho una salva general se retiraron. El dicho Duque
ha estado en Lisboa con 200 gentilhombres y 100 guardias y, bajando
de su navío, fue recibido por el Marqués de Santa Cruz en nombre del
Rey que le llevó a palacio donde fue recibido en la escalera por el
Marqués de Castel Melhor el cual le llevó a la audiencia del Rey que le
recibió con todas las cortesías posibles, sirviendo de intérprete el
Secretario de Estado. Después se le obsequió con un gran banquete.
Nunca se hicieron en Lisboa preparativos tan grandes como en esta
ocasión para recibir a la Reina”893.
Al conocer estos hechos y al conocer también que la novia
llevaba entre su guardia diez bajeles y, al abrigo de ellos, dieciséis
cargas de trigo y otras mercaderías, el Marqués de la Fuente no sabe si
ejecutar la orden de abandonar Francia o preguntar a Lionne si el Duque
de Novalles había actuado por su cuenta o bien con orden del Rey
Cristianísimo. El Consejo de Estado manifiesta que el Marqués de la
Fuente ha obrado bien sin precipitarse y sin abandonar París con
notoriedad. Le propone que no escriba a Lionne pues conviene
disimular no siendo este ninguno de los casos en que se ordenó que
saliese sin despedirse que eran: reconocer al Marqués de Sande como
Embajador o declarar reina a Mademoiselle de Aumale. Recuerda el
Consejo que Mademoiselle salió en secreto de París en un coche de
caballos y el que se haya tratado como reina en La Rochela es muy
diferente a que se hubiera hecho en la corte de París. Es mejor
893
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, La Rochele, 21 junio de 1666.
360
“disimular y no dudar de que ha sido hecho sin orden del rey de
Francia”894.
Las indagaciones que hace el Marqués de la Fuente, tanto en
Francia como en Portugal, le llevan a conocer que el duque de Novalles
fue a la Rochela acompañado de gentes de la Casa de la Villa, lo que
hace imposible pensar que fuera sin orden del Rey Cristianísimo. Está
convencido también de que el Rey Cristianísimo dio órdenes al Duque
de Beaufort para entrar en Lisboa y para abatir el estandarte de S.M.895.
Luis XIV decidió este matrimonio para perjudicar los intereses de
España; lo utilizó como instrumento para impedir el acuerdo de tregua
entre Portugal y España que negociaba en ese momento Inglaterra. Él
mismo lo dice en sus Memorias: “El matrimonio de Portugal se realizó
con la satisfacción general del reino y, habiendo adquirido desde un
principio bastante crédito en la Corte la nueva Reina, creí conveniente
utilizarla para combatir la autoridad del conde Castel Melhor que,
ocupando el primer sitio en los Consejo del Rey, su señor, secundaba
con ahinco el designio del Rey de Inglaterra de poner de acuerdo a
españoles y portugueses. La Princesa, informada de mis intenciones,
las siguió tan cautelosamente, que muy pronto riñó abiertamente con el
Conde896.
Poco tiempo había transcurrido desde la llegada de la Reina
francesa a Lisboa, cuando los consejeros y secuaces del infante D.
Pedro urdieron una trama para deponer al Rey. Francia, a través de
Shomberg, apoyaba este golpe que estalló el 23 de noviembre de 1667.
894
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 29 julio de 1666.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Fontainebleau, 25 julio de 1666.
896
Memorias del Rey Sol, p. 147.
895
361
El 2 de abril de 1668, la Reina y el Infante, que desde el principio se
sentían atraídos por mutuo afecto sin guardar decoro alguno, se casaron
a toda prisa después de haber anulado ella la primera unión alegando la
impotencia del marido. No solo el amor, fue también la ambición lo que
llevó a la Reina a casarse con su cuñado, lo que provocó un escándalo
que se extendió por toda Europa y que fue agravado por el duro
cautiverio a que fue sometido D. Alfonso hasta su muerte, quince años
más tarde, sin que hubiera cometido ningún crimen contra la seguridad
del Estado. A pesar de haber sido informada previamente de que el Rey
era un pobre demente no dudó en aceptar el casamiento porque esperaba
ejercer una influencia en los asuntos públicos. De hecho, solo dos
semanas después de llegar a Lisboa, comenzó a encaminar sus pasos
para asumir ese predominio. Encontró la oposición de Castel-Melhor,
pero con la ayuda del Infante y de Francia consiguió derrocar al
monarca897. En su acción la Reina fue un instrumento de Luis XIV que
de esta forma consiguió alcanzar una influencia preponderante en los
asuntos de Portugal. Considerando la guerra entre Portugal y Castilla
como “una especie de enfermedad que roía las entrañas” de este
último país, Luis XIV planeó el casamiento para mantenerla y deseaba
la destitución de Castel Melhor que secundaba los esfuerzos de Carlos II
tendentes a firmar la paz entre los beligerantes.
6.3. La realidad de los intercambios comerciales luso-franceses.
El Tratado de los Pirineos recogía expresamente la prohibición de
cada uno de los firmantes de comerciar con países que estuvieran en
guerra con Francia o con España898. Sin embargo, navíos mercantes
franceses afluirán con cierta regularidad a los puertos portugueses
897
898
PRESTAGE, E.: Relacoes... pp. 97 y 98.
Art. 10, 13 y 60 y Art. 3 del Tratado Secreto.
362
cargados con toda clase de mercancías. Para obstaculizar este tráfico
Felipe IV pone en marcha todos los mecanismos de guerra económica
que tiene a su alcance, incluido el bloqueo comercial, aunque el
principal de todos ellos es la concesión de patentes de corso con las que
se autorizaba a los armadores privados la captura de buques mercantes
enemigos, e incluso de potencias neutrales, siempre que se supiera que
transportaban mercancías prohibidas, no obstante el riesgo que suponía
tales concesiones para el comercio legal, puesto que podían utilizarse
para introducir géneros de contrabando899.
Entre 1641 y 1655 la presencia de corsarios españoles en las
costas portuguesas fue moderada, pero tras la firma de la Paz de los
Pirineos se incrementó considerablemente900, con la particularidad de
que un elevado número de barcos apresados procedía de Francia, lo que
generaría continuos incidentes diplomáticos entre París y Madrid. Así,
en 1662 el arzobispo de Embrún envía a Felipe IV, por mediación del
duque de San Lucar, una relación de cinco presas de buques franceses
realizadas por corsistas vizcaínos y flamencos, exigiendo una pronta
satisfacción y que se restituya a sus dueños tanto los navíos como los
géneros confiscados. El temor de que Luis XIV adopte medidas de
represalia y de que incluso pueda declarar la guerra utilizando como
pretexto estas capturas, lleva al Consejo de Estado, a propuesta del
Marqués de San Lucar, a proponer que se adopten medidas que pongan
JOSÉ LUIS AZCÁRRAGA en su libro El corso marítimo, define el corso como “la empresa
naval de un particular contra los enemigos del Estado, realizad con el permiso y bajo la autoridad de
la potencia beligerante, con el exclusivo objeto de causar pérdidas al comercio enemigo y entorpecer
al neutral que que se relacione con dichos enemigos”. La piratería, por el contrario, queda definida
como “aquella expedición armada o expresa por el mar con un fin lucrativo y sin tener autorización
del Estado”. OTERO LANA, E., Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias,
Madrid, 1999, pp. 35, 36. VALLADARES , R., Felipe IV y la Restauración de Portugal, Málaga
1994, pp. 124, 125.
900
OTERO LANA, E., Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias, Madrid
1999, p. 63, 164.
899
363
fin a los desórdenes y excesos de los corsitas, los cuales también atacan
a los buques de otras nacionalidades, pero también a que se cumpla
rigurosamente el Tratado de los Pirineos901. A este efecto, la secretaría
del Consejo de Guerra emite una cédula firmada por Felipe IV en donde
se recuerda literalmente los artículos del Tratado de los Pirineos y otros
de los años 1621 y 1624 que hacen referencia a Francia, Inglaterra y las
Provincias Unidad con relación al comercio con Portugal y donde se
ordena expresamente su cumplimiento902(Doc. 8).
Este intento por parte de España de reglamentar el comercio,
recordando y actualizando viejos artículos firmados, no impedirá que
Francia prosiga comerciando con Portugal ni, por consiguiente, que cese
la actividad de los armadores de corso españoles contra sus buques
mercantes. De aquí, en consecuencia, que la diplomacia francesa
intentara limitar el radio de acción de los corsistas en aguas
internacionales. Luis XIV, en sus Memorias, incluye un pasaje
ciertamente falso, pero no menos interesante, de hacia qué dirección se
encaminaba su política en este asunto: “Por el Tratado de los Pirineos,
los españoles estaban en derecho y en posesión de visitar todos los
navíos franceses que se encontrasen a 50 millas de las costas de
Portugal, y era muy importante para Felipe IV conservar este
privilegio. Sin embargo, ante las vivas instancias que le dirigí, accedió
a prescindir, favoreciendo el comercio de mis súbditos, con lo cual se
perjudicaba”903.
901
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 24 de enero de 1664.
Recuerda los artículos 10, 13 y 60 del Tratado de los Pirineos, los Artículos 4 y 8 de las Paces
firmadas con el Rey de Gran Bretaña y los Artículos 5, 6, 7, 9 y 11 del Tratado de Paz ajustado con
Holanda por el embajador Antonio Brun y que se refiere al comercio.
903
Memorias del rey Sol, 1942, p. 94.
902
364
En realidad este pasaje oculta el hecho de que el soberano
francés, de manera inesperada y unilateral, limitó la facultad española
de inspeccionar los navíos de Francia a un área de veinte millas en torno
a Portugal. El Consejo de Guerra, en una sesión plenaria, con asistencia
de todos sus ministros, expone que, sin duda, es necesario elaborar un
reglamento justo y proporcionado acorde con los capítulos de paz que
se han firmado con Inglaterra, las Provincias Unidas y Francia, para que
se sepa en todos los puertos de España lo que se debe observar. Sin
embargo, lo que resulta inadmisible a su juicio es que Luis XIV
imponga la regla de que sus navíos sólo puedan ser visitados e
inspeccionados en un radio de veinte millas, ya que con ello se abriría
una puerta para poder comerciar con Portugal y, lo que es más
significativo, arruinaría la actividad de los corsistas, que tan
eficazmente están bloqueando el comercio portugués, pues si
los
armadores de corso tuvieran que ceñirse a esa resolución sería lo mismo
que quererles obligar a que con sus fragatas y navíos estuviesen en la
boca de Lisboa, cosa que les impediría salir a la mar o arriesgarse sin
demasiadas ganancias. Por todo ello el Consejo propone que se
presenten las oportunas quejas en París por una resolución tan
perjudicial a los intereses españoles, aunque paralelamente aconseja
que, lo mismo que se hizo con las Provincias Unidas, con la que se
ajustó un tratado particular referido a las materias de comercio y
navegación, se negocie con el rey de Francia a través del embajador904.
El Consejo de Estado, tras estudiar la consulta del Consejo de
Guerra, se ratifica en que la declaración hecha por Luis XIV, sin
participarlo a España, es contraria a lo capitulado en el Tratado de los
Pirineos y sólo viene a favorecer a Portugal, por lo que aconseja se
904
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 15 de junio de 1662.
365
designen comisarios por Francia y España para que ajusten esta materia
a conveniencia de las dos partes, al tiempo que insta al Consejo de
Guerra a que resuelva las causas pendientes que tiene sobre
apresamiento de buques franceses y de otras naciones amigas con la
finalidad de excusar quejas y facilitar que el acuerdo que se hubiere de
tomar sea con la mayor equidad posible905.
Felipe IV, de acuerdo con ambas consultas, escribe al Marqués de
La Fuente ordenándole que presente una queja a Luis XIV según los
términos contenidos en la Instrucción que se le envía por mano de Pedro
Fernández del Campo y que se ajusta a lo sugerido por el Consejo de
Guerra. En ella se dice expresamente que el decreto de las 20 millas va
en contra del art. 3 del Tratado Secreto y en contra del Art. 21 del
Tratado Público, se queja de que los franceses han faltado en lo
sustancial y en la forma y urbanidad y encarga al embajador que las 20
millas se alarguen todo lo que comprende desde el cabo de San Vicente
al de Finisterre y treinta leguas más de ancho hacia el mar906.
En su entrevista con Luis XIV, el Marqués de La Fuente le
manifiesta la esperanza que tiene en que este no sea “el primer asunto
que haga romper la cuerda de la fortuna que significa haber
conseguido hasta ahora cuanto le había pedido”, pero el soberano,
después de asegurarle que haría cuanto estuviera a su alcance para
complacerle, le remite a Lionne. Este, en un primer encuentro, se
mantiene decidido a aplicar la resolución promulgada por Luis XIV a
pesar de invocar el Marqués de La Fuente el Tratado de los Pirineos. Al
día siguiente, sin embargo, el ministro francés le propuso alargar el
905
AGS, Estado Francia, Leg. K1386, Madrid, 25 de junio de 1662.
AGS,, estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 5 de julio de 1662. AGS, Estado, Francia, Leg.
K1407, 15 septiembre, 1662.
906
366
término de las veinte millas a cuarenta, aunque el embajador español
pretendió que esta distancia abarcase el territorio comprendido entre los
cabos de Finisterre y San Vicente. En un tercer encuentro, Lionne,
ponderando lo que Luis XIV deseaba complacer al Rey de España y a
su embajador, se aviene en aceptar la propuesta del Marqués de La
Fuente en cuanto a los límites geográficos, pero se mantiene en que no
se exceda de las cuarenta millas. El diplomático español, por si lograba
algo más, añadió entonces que si esto se concedía al Rey de España, él
no quería quedar sin alguna demostración de lo que le honraba el
soberano francés y, como cosa suya, pedía que se le concediesen
también algunas millas907. El resultado de esta negociación es que Luis
XIV acepta lo estipulado en el Tratado de los Pirineos, es decir, que los
buques franceses puedan ser visitados en un radio de cincuenta millas
en torno a Portugal por los navíos de España, decisión que el Consejo
de Estado ordena se comunique de inmediato a las autoridades de los
puertos españoles908. El Marqués de la Fuente, aunque en esta ocasión
ha conseguido algo que interesa a España —el mantenimiento de las 50
millas— (recordemos que el Tratado de los Pirineos daba a los
españoles el derecho de reconocer los franceses a 50 millas de la costa
de Portugal), desconfía de los franceses y de su modo de negociar. Dice:
“gastan refinada pólvora y son gente que prometen y dan al mismo
tiempo que no hacen escrúpulo de rehusar lo concedido”909.
Lionne, en carta al Marqués de La Fuente, pone en evidencia su
frustración –y también su admiración hacia su contrincante- en este
asunto. Así, con ocasión de tener que ausentarse el embajador español
de París para asistir, como ya se ha dicho, a la Dieta del Imperio, le
907
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 de octubre de 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, 9 de noviembre de 1662.
909
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, El MF al Rey.
908
367
escribe que no entiende cómo en la Corte se afligen de verle partir y
añade:
“el Rey había dado firme esperanza a los mercaderes de no llegar a
conceder ni las 40 millas como yo últimamente le dije a V.E., pero
sabiendo S.M. que V.E. le pedía que en gracia suya se aumentasen las
millas, me ha mandado decirle que, no obstante todas las
exclamaciones de los negociantes, le concede 10 millas más, que serán
en todo 50. Yo aconsejo a V.E. que cuando escriba esto a Madrid no
refiera como ha pasado porque algunos de mala intención podrían
ponderar que las consideraciones que se deben a S.M. Católica no han
pesado en esta ocasión más que cuatro veces las de V.E., cosa que
ocasionaría envidia, y que en lugar de creer haber hecho un buen
negocio echase sobre sí uno muy trabajoso. Yo pido a V.E. por este
buen consejo una gracia que mira a mi particular y es que el estar en
Alemania no le obligue a olvidar que yo soy la persona del mundo a
quien sus méritos ha cautivado más, y que con mayor pasión es de
V.E.”910.
La respuesta del Marqués de La Fuente no se hace esperar. El
mismo día, en un escrito, le devuelve los cumplidos:
“por el papel que recibo de V.E. veo que se ha arrepentido de
engañarme pues declara que desea verme partir. Consuélese V.E. con
que faltan pocas horas y con enviarme maltratado como ministro y
como hombre de conciencia ajustada, la de V.E. es más escrupulosa
como consejero que como católico, pero consuélome con que en el otro
mundo lo pagará. Y ahora le diré que no teniendo yo poder no es voz
910
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662. Lionne al MF.
368
que V.E. debe extrañar la de negocio pendiente, y quisiera tener
muchos en que pudiese vengarme del juicio que ha hecho de mí V.E. a
quien guarde Dios”911.
Este comentario no agrada al ministro francés quien se ve
obligado a escribirle, ahora en un tono insultante:
“por la confesión de V.E. de hombre de bien (que no sé si hace muchas
por pecador aunque más merecidas), se le han concedido más millas en
que registrar que si hubiese de tomar el giro por Goa. Gran amigo es
V.E. de registros y si fueran de sus embajadas por el servicio de su Rey
o de la Hacienda de V.E., o por el suyo propio era excusable, pero de
hacienda ajena, y aun de gente a quien V.E. nunca vio ni verá es
codicia damnable. Acabe V.E. antes de su partida de aclarar este
enigma de negocio pendiente, porque si no, por Dios que en confianza
de Beato haga yo un milagro resucitando al arresto de las veinte millas
que yo había muerto a puñaladas. V.E. debe haber tomado lecciones de
los de Roma que quieren hable el duque de Crequi sin hablar ellos, casi
no sólo me consuelo, me huelgo ahora que V.E. se vaya en buena hora,
porque es negociador harto demasiado tremendo y ventajoso”912.
La réplica del embajador español tampoco fue comedida, pues
indignado y vengativo le responde:
“Veo por su billete que si las millas fueran tantas como son las
circunstancias con que S.M. me favorece quedaría muy asegurado
poderse registrar los navíos, aunque tomasen su giro por Goa para
911
912
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, el MF a Lionne.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, Lionne al MF.
369
entrar por el Tajo, y aunque este mismo favor pudiera alentarme para
intentar de nuevo que se alargasen los límites, lo dejo de hacer por si el
quedar este negocio pendiente ocasionase que el Rey me volviese a
enviar a los pies de S.M. Cristianísima, y a atormentar a V.E. como lo
he hecho desde que estoy aquí, y así extraño más la bondad de V.E. en
el consejo que me da, y cuanto menos lo esperaba me obliga más a
profesar en cualquiera parte ser el más verdadero y obligado servidor
de V.E. a quien guarde Dios.
P.D. Con lo que V.E. escribe ha querido suplir más de 30 millas, sea
norabuena que yo me vengaré cuando vuelva”913.
6.4. El apoyo militar de Francia a Portugal. El camino hacia la
independencia del reino lusitano
Lo grave, sin embargo, no era que París continuara sus contactos
diplomáticos con Lisboa, ni que favoreciera los intercambios
comerciales con el reino “rebelde” o que diera el visto bueno al
matrimonio de una princesa de Francia con Alfonso VI de Portugal. Lo
verdaderamente ofensivo para Felipe IV es que facilitara al ejército
portugués hombres y armas. La correspondencia interceptada por una
fragata de Vizcaya pone de manifiesto que los Braganza habían enviado
a Francia a un agente, Duarte Ruiz Lamego, con el encargo de realizar
levas en este reino, en contravención clara de lo acordado en el artículo
tercero del Tratado de los Pirineos, razón por la cual el Marqués de La
Fuente recibe a comienzos de 1662 instrucciones precisas para que inste
a Luis XIV a que expulse al citado agente de Portugal, pues de lo
913
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, El MF a Lionne.
370
contrario sería muy difícil de mantener las buenas relaciones entre
ambas Coronas914.
La debilidad del ejército español explica esta ofensiva diplomática de
Madrid. En efecto, aunque Felipe IV expusiera que la recuperación de
Portugal era “la empresa de más crédito y consecuencia en que mis
reales armas deben emplearse”, lo cierto es que la campaña militar de
1661 no cosechó grandes victorias, pues si la conquista de las villas de
Arronches y Alconchel suscitó renovadas esperanzas en Madrid de una
rápida conquista, todo lo contrario produjeron el fracaso del Marqués de
Viana en el asedio de Valencia del Miño y el repliegue del duque de
Osuna después de haber sitiado el fuerte de Valdemula915, máxime
cuando las tropas portuguesas ni eran numerosas ni estaban bien
fortificadas las plazas fuertes –así lo comunica a Madrid el Marqués de
La Fuente según noticias que ha obtenido en París por sus confidentes916
. Juan José de Austria, nombrado capitán general del ejercito,
tampoco se mostraba demasiado optimista, sobre todo después de
estudiar en detalle la verdadera situación de los recursos financieros de
la Monarquía, por lo que solicitó, sin conseguirlo, que la empresa se
aplazara en tanto no se solucionara la falta de dinero.
Los informes que remite el Marqués de La Fuente a Madrid no
son nada tranquilizadores respecto a la posición de Francia en el
conflicto hispano-portugués. Es verdad que en el mes de junio de 1662
Duarte Rz. Lamego abandona Francia por las presiones españolas y que
se impide que zarpen con destino a Portugal unos navíos que se estaban
914
AGS, Estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 8 de enero de 1662. Leg. K1386, 8 de enero de
1662.
915
CASTILLA, J.: Don Juan José de Austria…, Cuadernos de la UNED, Valladolid, 1992, pp. 159,
161-166.
916
AGS, Estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 28 de marzo de 1662.
371
aprestando en el puerto de Boulogne917, pero también lo es que Luis
XIV ha despachado 500.000 escudos por el puerto de Le Havre y que se
están recaudando otros 400.000 escudos918, así como que se están
realizando levas en el Imperio para el ejercito portugués919 e incluso en
territorio francés, hasta el punto de que un mercader inglés está
dispuesto a garantizar el pago de las soldadas de 3.000 soldados de
infantería reclutados en París920. Y aunque el Marqués de la Fuente
ignora si el dinero recaudado se va a emplear en la compra de
Dunquerque a los ingleses –lo cierto es que esta plaza fue adquirida en
1662- o en ayudar a Portugal a través de Inglaterra, sospecha que
puedan destinarse a la provisión de armas para el ejército lusitano. Por
su parte, el Consejo de Estado también sospecha, en realidad sin
demasiado fundamento, que la flota francesa que ha zarpado de Toulon
hacia Levante –unos 60 buques- pueda dirigirse hacia Portugal921, lo que
se demostrará falso, pues el objetivo de su misión era combatir a los
piratas de Argel que infestaban el Mediterráneo Occidental.
La desconfianza de Madrid se acrecienta de día en día. La triunfal
campaña militar de Juan José de Austria en la primavera de 1662, no
debidamente aprovechada922, contribuirá también
a ello, pues
notificadas las conquistas a Luis XIV éste las acogió con gran alborozo,
aunque tal manifestación de entusiasmo fue percibida de forma muy
917
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 30 de junio de 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 1 de marzo de 1644. AGS, Estado, Francia, Leg.
K1644, Madrid, 3 de abril de 1662.
919
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 8 de abril de 1662.
920
AGS, estado, Francia, Leg. K1407, 29 de agosto de 1662. Se habla de 5.500 infantes y 1.500
caballos ingleses que se llevarán de Inglaterra a Portugal.
921
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 22 de julio de 1662.
922
CASTILLA, J.: Don Juan José de Austria…., Cuadernos de la UNED, Valladolid, 1992, p.p. 168170. La campaña tan solo había durado dos meses y, aunque se habían conseguido algunos avances
importantes, se cerró pretextando el calor tórrido existente, sin sacar el debido provecho; además, se
daba a los portugueses la oportunidad de recobrar ánimos, recibir nuevas fuerzas y refinar la
disciplina y formación castrense de sus hombres. Jugó un papel muy negativo la prepotencia que
mostraban tener los castellanos frente a los portugueses
918
372
diferente por el Marqués de La Fuente, que la consideraba –y así lo
escribe a Madrid- poco sincera923. Un incidente diplomático ocurrido en
el mes de agosto de ese mismo año avivará los temores del monarca
español. La llegada a Madrid de un religioso de los mínimos de San
Francisco, procedente del convento de Toulouse, con noticias y cartas
de ciertas personas de Portugal, provocará las quejas del embajador
francés en España, quien expondrá a Felipe IV, no solo que el religioso
actuaba en contra de los intereses de Francia, sino incluso de que estaba
maquinando, junto con algunos ministros españoles, contra la vida de
Luis XIV, lo que provocará que el Consejo de Estado aconseje al
monarca que el embajador francés exponga el caso ante el duque de San
Lúcar, el Nuncio y el embajador de Venecia, con asistencia del
Secretario de Estado, Blasco de Loyola, a fin de aclarar semejante
calumnia, al tiempo que se propone el despacho de un correo urgente a
París en el que se exponga el descontento que en Madrid se tiene sobre
las actuaciones del arzobispo d’Embrum, cuya presencia sólo puede
servir de rémora en las negociaciones entre ambas Coronas, sobre todo
“habiéndose reconocido su intención en caso de tan mala calidad”924
(Doc. nº.9).
Tan desmedida actuación acaso estuviera dirigida desde París con
el propósito de romper temporalmente las relaciones diplomáticas entre
España y Francia y con esta excusa implicarse mucho más a favor de
Portugal y no recurrir a la vía de Inglaterra a través de la cual
proporcionaba apoyo económico y militar al reino “rebelde”, como así
se sospechaba en Madrid en el verano de 1662925, lo que será
923
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 24 de julio de 1662.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid 8 de agosto de 1662. AGS, estado, Francia, Leg.
K1407, Madrid, 8 de agosto de 1662
925
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, París, 7 de mayo 1662. AGS, Estado, Francia, Leg. K1644,
5 de septiembre de 1662: el Marqués de la Fuente se entera de la ida a Inglaterra de Mrs. Estrades y
924
373
confirmado días después por una carta interceptada de la princesa de
Montpensier para su hermano926, lo que lleva al Marqués de la Fuente a
escribir: “en Londres se fragua cuanto es contrario al servicio de
S.M”927.
Indudablemente los consejeros de Felipe IV debieron intuir este
peligro, por lo que finalmente consintieron que el arzobispo d’Embrum
siguiera al frente de la embajada francesa en Madrid. Por la misma
razón, el Consejo de Estado no se atreve a que el Marqués de La Fuente
exponga de forma contundente a Luis XIV el disgusto de España por el
viaje, en 1663, a Portugal de Carlos Colbert de Terrón, primo de Juan
Bautista Colbert928, ministro de finanzas del monarca francés, con
40.000 escudos para las tropas del mariscal de Shomberg –están a punto
de abandonar el reino por la falta de medios929- y otros 400.000 ó
500.000 escudos en letras para que Lisboa pueda mantener la guerra
durante al menos dos años, según la información que ha recibido de
Miguel de Iturrieta, responsable de la embajada de España en París
durante la ausencia del Marqués de la Fuente, confirmada días después
por una carta del mismo al Secretario Blasco de Loyola930.
El arzobispo de Santiago, en una larga carta en la que da cuenta
de la llegada a aquellas costas de Colbert, comisario de la marina de
del envío de 400.000 escudos al puerto de Le Havre y sospecha que por el puente de Inglaterra
pasarán a Portugal.
926
AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 13 de septiembre de 1662.
927
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, París, 8 de octubre de 1662.
928
Carlos Colbert de Terrón, primo de Juan Bautista, de quien fue uno de los más activos y fieles
colaboradores. Se ocupó del desarrollo de la marina siguiendo las instrucciones de su primo,
llegando a ser nombrado intendente general de la marina en las costas del occidente de Francia. Su
correspondencia con Colbert y Mazarino ha sido publicada en gran parte por Delavau, Chernel y
Clement, y muchas cartas se conservan en el archivo de la marina de Rochefort. (Luis XIV mantuvo
como agente en Lisboa a Colbert de Terón, pagador de regimientos franceses, a Gravier, su suceosr
y a Frémont d´Ablancourt. PRESTAGE, 1928, p. 89-90).
929
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 11 de marzo de 1663.
930
AGS, estado, Francia, Leg. K1387, París, 25 de marzo de 1663.
374
Francia, confiesa a Felipe IV que, aunque sospechaba que iba a
Portugal, no se atrevió a detenerle. Lo que hizo fue agasajarle y
hospedarle en el camino, en casa de Baltasar Pantoja, y hablar con él a
fin de recibir información. Colbert dijo al arzobispo que su viaje era al
estrecho para asistir allí a la escuadra y que necesitaba un pasaporte
para que los corsistas que cruzan la costa de Portugal no le perturbaran
el viaje. El arzobispo concedió a Colbert el pasaporte que pedía
advirtiéndole que no se arrimase a las costas de Portugal más de 30
millas lo que éste agradeció. Después Colbert dijo al arzobispo que,
aunque había justos motivos para desconfiar de él, sólo pretendía
comprar en Lisboa —en donde no negó que pudiese haber personas de
Francia— algunas cosas curiosas de las que vienen a esa ciudad de la
India Oriental. El arzobispo envía a Madrid el pasaporte que el Duque
de Vendôme libró a Colbert en donde no se indica el lugar hacia donde
se dirigía y señala que las órdenes que había recibido eran verbales931.
La propuesta del Consejo de Estado es que se escriba al Marqués de La
Fuente “no para que manifieste su queja, porque no serviría”, sino para
que estando enterado y, cuando la ocasión le parezca oportuna, pueda
“insinuar a las Reinas las tramas que manejan los ministros franceses,
tan contrarias a la sinceridad y religión con que por parte de España se
observan todos los capítulos de la Paz” y de este modo, “ya que no hay
forma de pasar a otros medios, daremos motivo a Francia para
931
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 19 de marzo de 1663. El arzobispo cuenta en su carta
que el gobernador de La Coruña le avisó de la llegada a aquel puerto de un patache francés
procedente de La Rochela con el Sr. Colbert que se dirigía hacia el estrecho en seguimiento de una
escuadra de la armada francesa, con patente del duque de Vendôme. Colbert había dado a entender
que deseaba pasar a Santiago para visitar al apóstol mientras el tiempo se hacía más bonancible, y el
Arzobispo, dudando de estas noticias, pues sabía que los franceses tenían contactos en Lisboa, y
temiendo que el tal Colbert, que en público se hacía llamar Artas de Caneton, se dirigiera a Portugal,
envió una persona a La Coruña para que hiciera un informe secreto y, por si fuera el francés a
Santiago, mandó al teniente del Maestro de Campo, general Don Pedro de Aldao, para que pasase a
aquella ciudad con el pretexto de mandar unas tropas y, de oficio procurase verle y sondearle lo que
más pudiese. Don Pedro de Aldao, antes de entrar en Santiago, encontró a Colbert camino de
Pontevedra y le dio a entender que iba en su busca para acompañarle.
375
quitarse la máscara”932. Paralelamente, el Consejo de Estado, a la vista
de estas intervenciones, se afianza en la necesidad de que España rompa
su aislamiento diplomático, como ya se ha estudiado en capítulos
anteriores y declara:“todas las disposiciones del rey de Francia son
encaminadas con fines del mayor daño que pueda venir a esta Corona,
y así importa procurar el resguardo por todos los medios y
negociaciones se que pudiese conseguir, y ninguna se debe excusar
cuando se manifiesta a lo claro el orgullo de franceses”933.
A su regreso a París, el Marqués de La Fuente es recibido con
afecto por la familia real francesa, pero desconfía de estos gestos,
prefiriendo, como confiesa a Blasco de Loyola, “un cambio en el signo
de los negocios a las manifestaciones de afecto a su persona” 934. Y de
hecho, semejantes cortesías no le van a impedir exponer la contrariedad
de Felipe IV por el viaje de Colbert de Terrón a Lisboa –la respuesta de
Lionne será la de expresarle el agradecimiento de Luis XIV por “el
buen trato” que se dispensó a su agente en Santiago de Compostela-, ni
denunciar los preparativos militares que se estaban haciendo en la
frontera con los Países Bajos por temor a que su destino fuera Portugal,
por más que el monarca y su ministro Lionne le aseguraran que esas
tropas eran para el rey de Inglaterra, por lo que insistirá, sin éxito, desde
luego, en que no fueran embarcadas hasta tener la certeza de que no
serían empleadas contra España en el frente portugués935. Pero la
932
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 6 de marzo de 1663.
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, Madrid, 28 de marzo de 1663.
934
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 8 de abril de 1663.
935
El MF había comunicado que el 28 de marzo se juntaban 500 hombres mandados por Monsieur de
Fay, capitán del regimiento de Turena el cual había sido gobernador de Comines, con otras dos
tropas de 500 hombres cada una, y que todas se dirigían a Havre de Gracia donde estaba preparado
un bajel inglés para llevarlas a Portugal y formar un regimiento que se llamaría Shomberg. AGS,
Estado, Francia, Leg. 1387, París, 8 de abril de 1663. AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 8
de abril de 1663, El MF al Rey. El Rey pide al Duque de San Lucar que haga oficios con el
Arzobispo de Embrún para impedir el paso de esas tropas. AGS, Estado, Francia, Leg. K1408,
Madrid, 26 abril 1663.
933
376
habilidad de Luis XIV para confundir, cuando no engañar, a sus
oponentes tropezaba con la aguda perspicacia del Marqués de La
Fuente, porque sus temores se vieron confirmados por los embajadores
españoles en Londres y La Haya. Así el Marqués de Caracena, desde
Inglaterra, refiere que de Dieppe han zarpado 600 soldados franceses
hacia Plymouth para seguir camino hacia Portugal, y que Luis XIV
envía dinero a Inglaterra para que sus mercaderes lo hagan llegar a
Lisboa936.
El balón de oxígeno que recibe el mariscal Shomberg con el
dinero transferido por Luis XIV y el refuerzo de soldados va a ser
decisivo en el desarrollo de la guerra entre España y Portugal. Los
planes de Madrid para acabar cuanto antes con el conflicto
contemplaban el asedio de Lisboa tanto por tierra como por mar,
siguiendo la estrategia realizada por Felipe II un siglo antes, pero la
escasez de recursos hacía inviable cualquier acción conjunta del ejército
y de la marina937. Así pues, se decidió por continuar con la invasión
terrestre y a comienzos del mes de mayo se inicia la ofensiva española
ocupándose la ciudad de Évora. Coincidiendo con este triunfo, el
Consejo de Estado propone que el Marqués de La Fuente “valiéndose
del favor de las señoras reinas, hable muy recio sobre la ayuda con
gente y asistencias al rebelde, por ser el punto principal que hoy
tenemos y que es necesario dar satisfacción al Rey y a sus quejas”. Y
ello porque “no sólo es contravención de lo que tiene jurado en las
paces, cuyo fin principal fue el de aquella conquista, pero es el mayor
daño que se puede hacer por su parte para imposibilitada y el mayor
936
A.GS, Estado, Francia, Leg.K1387, Londres, 19 abril 1663.
AHN, Estado, Libro 137, fol 38, Madrid, 30 junio 1663.
937
Ver VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General”, Cuenca 2002,
pp. 95 y sig.
936
377
que puede recibir esta corona y aun la religión católica; pues la
comunicación e introducción de los ingleses y herejes que concurrieran
en esta guerra puede violar lo sagrado de la observancia católica”938.
La derrota del ejército español en la batalla de Extremoz o
Amaixal, pocos días después de que hubiera conquistado Evora, ciudad
que volvería a manos portuguesas tras la retirada de don Juan José de
Austria y su regreso a la Corte, iba a ser trascendental para las
aspiraciones de Felipe IV. A partir de entonces los súbditos españoles
comenzarán a dudar de la utilidad de su sacrificio económico, máxime
cuando veían que era insuficiente para aplastar la resistencia
portuguesa, fortalecida notablemente con el estímulo de la victoria y
con el apoyo de las principales potencias europeas del momento:
Inglaterra y Francia en el campo de batalla, y ambas, junto con las
Provincias Unidas, en el suministro de víveres, armas y municiones por
vía marítima. Porque en este triunfo influyeron tanto las dotes militares
del mariscal Shomberg, capaz de imponer la disciplina a un ejercito
acostumbrado hasta ese momento a escaramuzas fronterizas de mayor o
menor envergadura, como la participación de las tropas inglesas,
alabada por todos939, la renuncia de Carlos II Estuardo a una parte de la
dote de su esposa gracias a la cual el tesoro portugués pudo satisfacer
sus compromisos con los financieros, y el indiscutible auxilio de Luis
XIV. En este sentido es harto significativa la confesión que el Marqués
de La Fuente expone a Felipe IV en su correspondencia:
“en la parte de asegurar que no se socorra a Portugal, juzgo, si los
accidentes de la campaña no mudan de estilo, que no habrá cosa que
938
939
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 24 de mayo de 1663.
PRESTAGE, E.: As Relaçoes…. p. 171.
378
me prometan ni palabra con que no afeen el faltar el juramento. Pero
no me prometo privar al rebelde del sufragio de esta corona cuando no
es fácil torcer sus máximas, corregir su ambición, librarnos de sus
medios ni del medio de ponerlo todo por cuenta del rey de Inglaterra. Y
para que V.M. reconozca que no es ajeno al hecho mi recato le diré que
cuando llegó aquí la noticia de la recuperación de Evora no me dejó
dudar el semblante del rey los efectos que produjo en su ánimo ni el
haberme asegurado, que diciéndole la Reina, ‘Vuestro Braganza se
halla en gran aprieto’, respondió ‘aún no está en tierra ni le faltan
amigos que puedan mudar mucho el estado de las cosas”.
Otra consecuencia importante de la batalla de Extremoz es que
alentó el comercio de las potencias septentrionales con Portugal, pese a
las intervenciones, cada vez más duras, de los corsitas españoles,
especialmente de Francia, de la que ya se desconfía de forma abierta en
Madrid y, sobre todo, en la embajada española en París. Escaso valor
tienen cada vez las constantes recriminaciones de Felipe IV a su yerno
por medio del Marqués de La Fuente, a quien siempre se le responde
con la promesa de que las relaciones entre ambas monarquías goza de
perfecta salud y que en modo alguno Luis XIV pretende romper la
amistad de España. De hecho, la ocupación de Evora por Juan José de
Austria desencadenará de inmediato una febril actividad por parte de la
diplomacia francesa cerca de Londres, donde ya estaba un lugarteniente
del príncipe de Turena enviado a negociar los medios más convenientes
para socorrer al monarca portugués940, a la vez que, según informes de
un confidente, un contingente de 500 soldados ha partido para Inglaterra
con la intención de embarcarse en un navío portugués, el San Luis, que
940
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 24 de junio de 1663.
379
está atracado en el puerto de Quinsel941. Ante estas contravenciones el
Marqués de La Fuente duda de que sus oficios surtan ya algún efecto,
sobre todo porque ni Luis XIV ni sus asesores se recatan de tratar estos
asuntos en su presencia,
“con que es preciso el juicio de que me temen poco como ministro o
que ofenden mucho mi capacidad como hombre, y si no tienen razón en
esta parte no sé cómo medir el hablar muy recio con poca esperanza de
que aproveche y con poca de poder, si no aprovechar, aplicar los
medios de que inmediatamente debíamos de servirnos, no sólo para
reparar lo que tanto conviene, sino el crédito por que tanto debe
mirarse”942.
A pesar de todo, el Consejo de Estado sostiene que debe insistir
en sus quejas, aunque sin hacer fuerza en sus discursos, denunciando
cualquier actuación de Francia que vulnere el Tratado de los Pirineos,
“se dé a entender a los franceses su contravención a la paz, siempre
que la hicieren, pues no podemos dejar de darnos por enterados de su
proceder, aunque no se haya de remediar943, argumento que se repite
meses después en otra consulta al monarca “para que sepan que nos
enteramos y pueda en todos tiempos ser conocida nuestra razón”944, y
en una carta que éste dirige al Marqués de La Fuente en respuesta a otra
suya, en la que manifestaba la incomodidad que cada día le producía
estar a frente de la embajada y entrevistarse con los ministros de
Francia: “El Rey Cristianísimo y sus ministros” deben saber –así se lo
941
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Por confiedentes que tiene en Londres el Marqués se ha
enterado de que el conde de Rosan, el caballero Silibre y Bucal con 500 hombres han salido de París
y han partido para Inglaterra donde les espera, en el puerto de Quinsel, un navío portugués llamado
San Luis, y que se dirigía a París Francisco Ferreira.
942
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 24 de junio de 1663.
943
AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 3 de agosto de 1663.
944
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, Madrid, 17 de mayo de 1664.
380
comunica- “que no se ignoran sus contravenciones” y así lo debe
manifestar en todas las ocasiones, “pues no podemos dejar de darnos
por enterados de su proceder, aunque no se haya de remediar” 945.
El triunfo portugués en Extremoz en vez de ralentizar los planes
de Luis XIV los va a acelerar. Ya en el mes de agosto de 1663 el
Marqués de La Fuente informaba a Madrid de la estancia en París de
Francisco Ferreira, enviado por Castel Melhor para conseguir nuevas
ayudas, recibiendo la promesa del vizconde de Turena de que se
enviarían a Portugal 3.000 soldados de infantería y mil de caballería
para la siguiente campaña946. La promesa no fue echada al olvido. A
comienzos de 1664 el Marqués de La Fuente escribe que está a punto de
zarpar de Dieppe y de Abbeville 1.200 hombres para el frente
portugués, por lo que, indignado, no ha dudado en dar cuenta a Le
Tellier de esta nueva afrenta de Francia947. En el mes de abril vuelve a
informar sobre nuevos preparativos: ahora siete regimientos de
infantería, y aunque está dispuesto a impedir que lleguen a Portugal
sabe por experiencia de que no lo podrá conseguir. De aquí, pues, que
sugiera la aplicación de ciertas medidas, como la de contratar los
servicios de algunos agentes secretos para que se desplacen a los
puertos a fin de indagar y denunciar a los patrones de los barcos que
conducen a Portugal trigo, municiones y gente de guerra. Precisamente
ya ha contactado con un “caballero” que está dispuesto a realizar este
945
AGS, Estado, Francia, leg. K1409, Madrdid, 21 de mayo de 1664.
Francisco Ferreira Rebelo había sido enviado por Castel Melhor el 16 de junio a Inglaterra,
Francia y Holanda para conseguir nuevas ayudas después de la victoria de Amexal que tuvo lugar el
8 de junio y había restablecido el crédito de las armas portuguesas después de la toma de Evora por
los castellanos. Llegado a París mantuvo varias entrevistas con Turena quien le informó que Luis
XIV mandaría 3.000 infantes y 1.000 caballos al año siguiente. El enviado expresó su gratitud y
declaró que el dinero y la caballería era lo que más se necesitaba. A pesar de que Ferreira Rebelo no
fue recibido públicamente por el Rey para no herir las susceptibilidades del embajador de España, su
misión no dejó de tener éxito y el 18 de septiembre partió para Holanda. PRESTAGE, E.: “As
relacoes diplomáticas de Portugal con Francia..., Coimbra 1928, pp. 93-94. AGS, Estado, Francia,
Leg. K1387, París, 13 agosto de 1663.
947
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 23 de enero de 1664.
946
381
encargo y que, según él, tiene buenos contactos en los puertos franceses
e ingleses, cosa que el Marqués de La Fuente no se llega a creer por
completo, aunque opina que se le puede contratar, no ya porque sus
exigencias económicas no son elevadas, sino porque “el que no se
aventura a perder muchos anzuelos pesca poco”. Estima, finalmente,
que el gasto de esta empresa no superará las 14.000 ó 15.000 libras
anuales y que el confidente es persona de fiar, pues le ha prometido
sobre su vida y honra “vigilar y obrar sin descanso para que no pasen a
Portugal ni hombres ni armas ni trigo en tiempo que dura la paz y
unión con Francia, no pidiendo la recompensa hasta que con progresos
señalados se hayan visto los efectos de esta promesa”948.
La propuesta fue bien acogida en Madrid hasta el punto de que el
Consejo de Estado le anima a proseguir en esta negociación949, lo que le
es comunicado personalmente por Felipe IV, quien le anuncia también
el envío de 20.000 ducados950. Pero en el mes de junio de 1664 el
Marqués de La Fuente carece de dinero suficiente para conservar los
servicios de este espía: “Si con mi sangre pudiera suplirlo”, escribe al
monarca, “no le molestaría, pero habiendo llegado donde es podido es
preciso padecer el dolor de no poder más que el representarlo” 951. Por
este motivo Felipe IV renueva las órdenes para que con toda prontitud
se le envíe dinero a fin de mantener al confidente952.
Estos servicios, sin embargo, no resultaron muy efectivos, habida
cuenta de que el mismo Luis XIV estaba detrás de los envíos a Portugal
948
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1388, París, 6 de abril de 1664.
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1388, Madrid, 19 de abril de 1664.
950
AGS, estado, Francia, Leg. K 1409, Aranjuez, 23 de abril de 1664.
951
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1388, Fontainebleau, 29 de junio de 1664.
952
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1409, Madrid, 30 de junio de 1664. AGS, Estado, Francia, Leg. K
1389, Buen Retiro, 4 de junio de 1664.
949
382
de víveres, armamento y soldados. Florence Cecil, un agente del
Marqués de La Fuente, le informa de las prevenciones que está
haciendo el rey de Portugal para la próxima campaña, de los socorros
que le llegan de Inglaterra y de Francia, cuyas tropas son pagadas por
cuenta del monarca francés –dispone de un tesorero en Lisboa, el señor
de Fremontal-, así como de la llegada de 24 navíos franceses e ingleses
con trigo, cebada y toda clase de mercancías, y de la presencia cada vez
mayor de oficiales y voluntarios franceses en Lisboa y en la frontera
luso-española, todo dispuesto y organizado por el mariscal de Turena953.
Tales preparativos producen la alarma en Madrid, donde el
Consejo de Estado aconseja reforzar las fortificaciones en Andalucía y
Extremadura ante el peligro de una contraofensiva portuguesa, traer de
Milán y de los demás territorios italianos de la Monarquía el mayor
número de soldados de infantería y caballería, y proceder a la leva de
gente, embargos de caballerías y suministro de pertrechos de guerra.
Además, propone que se notifique al arzobispo d’Embrum las noticias
que obran en Madrid sobre la ayuda militar del mariscal de Turena y el
disgusto que esto le causa a Felipe IV para que lo comunique a Luis
XIV y actúe de inmediato contra un súbdito que contraviene tan
descubiertamente el Tratado de los Pirineos954.
953
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, (Sin fecha, Marzo 1664?). Dice el teniente que los
portugueses han fortificado Ocrato, y están trabajando para fortificar el castillo de Montemoz y
Estremoz y Evora con toda prisa, y en Evora está ya en defensa la ciudadela de San Antonio, que
están aguardando de Inglaterra caballería, e infantería, y se tiene por seguro que los cuatro tercios de
portugueses viejos es la mejor infantería que ha visto en su vida, que los pagan cada mes, y que los
quieren vestir cada uno de su color, Que está aguardando de Francia alguna infantería para el
regimiento de infantería del cual es coronel Dufaci, que ha llegado un regimiento de caballería
francesa del cual es coronel Monsiur Briteman, con el cual viene como capitán el conde de Rosán,
sobrino del mariscal de Turena, y han preparado dicho regimiento en aldea gallega que es de 240
hombres, que están aguardando al conde de Mares, el cual ha de venir con un regimiento de
caballería que hace a su costa, que están aguardando al hijo de un presidente de París llamado
Monsieur de Chevriere, el cual ha de venir con un regimiento de caballería que hace a su costa, que
ha venido para servir el cuñado del mariscal de Tret y el hijo del de Treme.
954
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, Madrid, 14 abril 1664. Consejo de Estado al Rey. AGS,
Estado, Francia, Leg. 1409, Aranjuez 22 de abril de 1664, El Rey al Marqués de la Fuente.
383
En París, el Marqués de La Fuente informa de estos pormenores a
Lionne, pero la actitud de ministro le decepciona por intentar
convencerle de que Luis XIV desconocía lo que obraba el mariscal de
Turena y por solicitar en esta coyuntura que el rey de España habilitase
en Ibiza un puerto para acoger a los enfermos de la armada de Francia
destinada a combatir a los corsarios de Argel955. La misma decepción
sufre durante la entrevista que mantiene con la Reina madre y más tarde
con Le Tellier, quien tuvo la osadía de asegurar, pese a las pruebas
presentadas –presencia entre Le Havre y la Rochele de buques
portugueses y franceses recien llegados de Portugal-, que el monarca
francés se comportaba con España como un leal amigo, ateniéndose a lo
jurado en el Tratado de Paz, no obstante de que había muchos
cortesanos que le aconsejaba “lo que convenía mantener a S.M.
Católica divertida para que se debilitara en aquella diversión”. La
respuesta del Marqués de La Fuente, sin ser “lo que debía” si fue “algo
más de lo que el estado de las cosas me aconsejaba”956.
Día tras día, mes tras mes, la correspondencia del embajador
español en París insiste en la inutilidad de sus esfuerzos para conseguir
que Luis XIV cambie su actitud con respecto al problema portugués:
“todo mi esfuerzo sobraba para que me concediesen todas cuantas
órdenes desease. Todo es una inútil pérdida de tiempo para mí y para
955
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 20 abril de 1664. En esta entrevista Lionne agradeció
al Marqués que Felipe IV hubiera dado orden de acoger en sus puertos las escuadras francesas
destinadas a impedir el daño que en el Mediterráneo hacen los corsarios de Argel, a la vez que pedía
que en Ibiza se destinase un puerto donde se pudieran curar los enfermos de la armada.
956
El Marqués se queja a Le Tellier de que, huyendo de los puertos principales por tener en todos las
órdenes convenientes, están puestos a la carga en diferentes puertecillos entre Havre de Gracia y la
Rochela un navío de Gerónimo Lamego, otros llamado Languile, la Villa de Rouan, Beofort y
Mazarino que acaban de volver de Lisboa, para demostrar lo poco que se puede esperar. AGS,
Estado, Francia, Leg. K1388, París, 3 mayo 1664.
384
ellos un nuevo acto de ofensa, habiendo elegido un medio que, con
hacer tantos años que trato negocios, no he visto a nadie valerse de él.
Bien es verdad que no es fácil cuando para ejecutarlo se necesita de
abandonar la honra, pues al mismo tiempo se concibe el prometerme lo
que pido y el pensar en los medios para no cumplirlo, y así vuelvo a
repetir lo que he dicho a V.M. en orden a que no sé cómo
gobernarme”957.
Para la campaña de 1664, y a la vista de que el calor sofocante del
verano hacía necesaria una pausa en las operaciones, de tal modo que la
ofensiva iniciada en la primavera debía suspenderse durante los meses
estivales y retomarse al comienzo del otoño, lo que generaba numerosas
deserciones, se planteó la posibilidad de que las actuaciones militares se
iniciaran desde Ciudad Rodrigo, en la frontera con Salamanca, y no
desde Extremadura, aunque finalmente se descartó por arriesgada958,
máxime cuando el ejército portugués se estaba concentrando en
Extremoz. De hecho, el 5 de junio 15.000 soldados de infantería, de los
cuales 6.000 eran franceses e ingleses, y 5.000 soldados de caballería se
dirigen hacia Valencia de Alcántara, que ocupan después de una viva
resistencia por parte de la guarnición española, comandada por su
gobernador, Juan Dávila Messía. A esta pérdida se sumará la nueva
desbandada del ejército del duque de Osuna, ahora ante Castel Rodrigo.
Y, lo más sorprendente, que mientras estos sucesos tenían lugar y Juan
José de Austria se quejaba de la falta de dinero y de asistencias
necesarias, Felipe IV enviaba auxilios al Emperador en su
enfrentamiento con los turcos959.
957
AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 3 mayo 1664.
VALLADARES, R.: “Portugal y la Monarquía Hispánica”, Arco Libros, Madrid, 2000, p. 47.
959
CASTILLA SOTO, J.: “Don Juan José de Austria..., pp. 190-191. En Badajoz se habían hecho
las previsiones necesarias para su defensa, pero curiosamente el 11 de junio, estando el ejército
portugués a legua y media de Badajoz, torció su camino entre Campo Mayor y Oguela. Esta última
958
385
Los avisos de todas partes confirman que el vizconde de Turena
continúa solicitando a cara descubierta, tanto en Francia como en
Inglaterra, socorros para Portugal, habiéndose convertido en el defensor
de los intereses de los rebeldes. Felipe IV considera este
comportamiento como “un exceso desordenado que no tiene igual”, y
requiere a su embajador en París para que insista una vez más a Luis
XIV de que abandone toda injerencia en los asuntos de Portugal y
ponga remedio en
“ese desorden contra la fe pública y el juramento solemne de unas
paces tan recientes, por cuyo quebrantamiento se mantiene la rebelión
de Portugal y se consume el caudal de sus reinos, destruyéndose sus
vasallos con los inmensos gastos que ocasiona guerra tan larga y
costosa, cuya duración se funda en la fuerza de los fomentos que
Francia e Inglaterra se aplican para perpetuarla”960.
Pocos días después Felipe IV envía al Marqués de la Fuente un
papel (que le remitió su hijo el Sr. Don Juan) con la relación de
franceses e ingleses que sirven en Portugal, y le pide que de al Rey muy
ponderadamente la queja por “el exceso que en esto se comete faltando
a la buena correspondencia que se debía, pues sólo en virtud de estas
asistencias se mantiene aquella rebelión”961.
Cumpliendo instrucciones, el Marqués, que conocía la relación
estrecha del Vizconde con la Reina madre, denuncia primero a ésta los
plaza era fundamental para la comunicación de Arronches, plaza de armas del ejército hispano, pero
los portugueses la dejaron a un lado y se dirigieron hacia Valencia de Alcántara donde llegaron el día
14, y tomando todas las avenidas repartieron sus cuarteles y dispusieron tres ataques.
960
AGS, estado, Francia, Leg. 1409, 18 de junio de 1664.
961
AGS, Estado, Francia, Leg. K1409, Madrid, 15 julio 1664.
386
excesos del Vizconde de Turena, siendo testigo de la conversación la
Reina reinante. Cuenta el Marqués que refirió a la Reina los hechos y el
sentimiento de su hermano, el Rey, pensando que siendo el vizconde
favorito suyo, interrumpiría las órdenes y repararía el precipicio en que
se hallaba aquel caballero, el descrédito que ese asunto ocasionaba a su
hijo, y el perjuicio que traía a España. La Reina mostró gran sentimiento
y puso en duda que Turena actuara con órdenes del Rey; insinuó que
actuaba por amistad con el rey de Inglaterra y, persistiendo en la duda,
dijo al Marqués que hablara con el Rey, pero el Marqués insistió en que
era ella la que debía librar a un hijo de acciones tan escandalosas y a un
hermano de quejas tan justificadas. Si no reconocían el error, sería el
mayor testimonio contra el Rey de España que se pudiese dar al mundo,
pues a nadie podría convencer Turena de que actuaba por su cuenta. La
Reina, tras añadir que no se podía evitar que cada uno pensase lo que
quisiese, ofreció todo el esfuerzo posible. El Marqués confiesa que no
quedó satisfecho porque ya eran demasiadas veces las que negaban
evidencias y prometían amistad; considera que sería un milagro que la
Reina convenciese a su hijo y se reparase el daño y reitera su decepción
y su desánimo pues han sido tantas veces las que ha hecho este oficio y
han sido tantas buenas palabras las que ha escuchado, siempre con
efectos contrarios, que no le dejan lugar para la esperanza962.
Después, el Marqués tuvo audiencia con el Rey a quien también
enseñó el papel con la relación de franceses que sirven en Portugal
añadiendo algunas consideraciones, como el sentimiento que tenía el
Rey Felipe IV porque había oído que se habían visto banderas francesas
sobre los escuadrones portugueses. Como la evidencia era tal, el Rey
optó por el silencio. En cuanto al pagador Fremont, que también iba en
962
AGS, Estado, Francia, Leg. K1389, Fontainebleau, 13 julio 1664.
387
la memoria, negó conocerle y que fuese verdad lo que sobre esto habían
escrito. En esta tensa entrevista, Luis XIV recordó al embajador de
España que todos los despachos que le enviaban servían no solo de
mortificación propia sino para desacreditarle ante el Rey de España y le
reprochó la forma de valerse de ellos. Ambos se recordaron diversos
agravios pero el Marqués no consiguió ninguna orden que suspendiera
el envío de ayuda militar a Portugal. Confiesa el Marqués que los
esfuerzos que parten de la debilidad producen efectos contrarios, y que
volverá a hablar con la Reina y los ministros para intentar conseguir
algo963.
En Madrid el Duque de San Lucar también se queja al arzobispo
de Embrún de que el Rey de Francia tenga en Portugal un gran cuerpo
de infantería y caballería, señalando el regimiento del vizconde de
Turena, el de Shomberg y otras tropas, con pagadores que públicamente
pagan por cuenta del Rey de Francia, como consta en la relación
remitida de allí. El arzobispo, con desfachatez, reiteró que su Rey había
asegurado que no había socorrido ni socorrería a Portugal y que pues su
Rey lo decía, él lo debía creer y asegurar en su nombre, lo contrario
963
AGS, Estado, Francia, Leg. K1389, Fontainebleau, 27 julio 1664. En cuanto a las banderas, dijo
el Rey que con la muerte del duque de Pernón, reservado en sí el oficio de general de la infantería,
mudó todas las banderas de sus ejércitos (donde cada coronel las tenía diferentes), dando otras azules
con lises de oro, con lo que podría ser que de las viejas se hubiese servido alguno de los oficiales que
se hallaban en Portugal, tanto contra su voluntad como contra la del Rey de España. En cuanto a los
agravios el Marqués recordó a Luis XIV lo que pasó con el conde de Rosan, Briquemo, Silleri y
Boneval, y últimamente con el conde de Mare y con Rafael Lamego, pues avisando a tiempo de la
resolución de todos, y habiendo ellos asegurado a Monsieur Le Tellier que no tenían intención de
salir de aquí y a él mismo que no saldrían, los hallaría en la lista que le había dado. Llegado a este
punto, el Rey sacó la contravención a la paz que hacía España en el asunto del Príncipe de Mónaco,
luego al asunto de Fuenterrabía y Hendaya. Sobre este asunto, el Marqués recordó que lo que se
había firmado era que comisarios de ambas partes atendiesen a que se ajustasen entre sí aquellos
pueblos, y que de no conseguirlo, determinasen lo que tuviesen por justo para conseguir la
tranquilidad y buena vecindad, teniendo en cuenta que el río Bidasoa es español. Esto no gustó a Luis
XIV que manifestó defendería a sus vasallos de los continuos desórdenes y excesos que cometían los
de los de Fuenterrabía.
388
sería una infracción cosa que no podía caber en el ánimo de su Rey. El
Duque insistió en las pruebas y el Arzobispo continuó negando964.
En octubre de 1664 Colbert Terón vuelve a Portugal para llevar
socorros y esta vez es el Marqués de la Fuente quien lo advierte a
Madrid. Felipe IV encarga otra vez a su Embajador en París que
recuerde al Rey, siempre que tenga ocasión, “las veces que ha
prometido impedir los socorros a Portugal y lo mal que parecerá en el
mundo que se experimenten, en un ánimo tan real como el suyo,
acciones contrarias a lo que ha declarado tantas veces, pues aunque no
tenga el efecto que le corresponde, se habrá cumplido de nuestra parte
en darle a entender la razón que nos asiste, y me escribiréis de lo que
en esto se ofreciere”965. Pocos días más tarde Felipe IV vuelve a escribir
a su Embajador y le repite lo dicho por el Consejo: “hablad con el Rey
insinuando que en todo contraviene a la observancia de la paz, pues si
vuestro oficio no influye en su ánimo, cosa tan debida, por lo menos
sabrá que se está con la sospecha que manifiestan las experiencias que
tantas veces se han hecho y se hacen”966.
Pero ni las quejas ni las insinuaciones sirven de nada y durante el
año 1665 Francia continua ayudando a Portugal. Cuenta el Marqués de
la Fuente que, con el pretexto de recibirlas a sueldo el Rey de Inglaterra,
se preparan 2.000 hombres en 40 compañías —de las que servían a S.M.
Cristianísima—, para socorrer al “tirano”. Entendiendo que era asunto
importante y que socorrer al rey de Inglaterra contra los holandeses sólo
era una excusa, el Marqués se quejó a las Reinas y a Le Tellier de un
964
AGS, Estado, Francia, Leg. K1389, Madrid, 11 julio 1664.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1409, Madrid, 22 octubre 1664.
966
AGS, Estado, Francia, Leg. K1409, Madrid, 19 noviembre 1664.
965
389
acto tan impropio y contrario al juramento hecho a S.M.967. Al Consejo
de Estado le parecen demasiadas contravenciones a la paz las que hacen
los franceses y vuelve a decir al Marqués que “ejecute las órdenes que
tiene, representando sin perder ocasión lo que se le ha advertido en
ellas, por que entiendan que no se pasa en silencio”968. En otra carta a
Felipe IV el Marqués de la Fuente refiere que los franceses han enviado
500.000 escudos “al tirano” con pretexto de pagarle los hombres de
negocios todo el azúcar que vino de Brasil. Dice también que ha salido
hacia Portugal una compañía de corazas de 100 hombres. El Consejo de
Estado manifiesta a S.M. que es esta una materia que no tiene remedio y
no hay otra cosa que hacer que acusar recibo de su carta al Marqués de
la Fuente encargándole que cumpla las órdenes que tiene sobre este
particular. El Rey, atendiendo esta recomendación, escribe a su
Embajador: “como en lo que toca a embarazar las asistencias no se
halla remedio alguno, sólo se ofrece acusar el recibo de vuestra carta,
y encargaros cumplir las órdenes que tenéis sobre este punto como se
espera de vuestro celo y cuidado”969.
Pocos días después el Marqués suministra a Madrid otra
información importante. Dice que Francisco de Melo obtuvo licencia
del rey de Inglaterra para sacar 400 soldados del regimiento que
levantaba el coronel Donglas por Francia y un navío de guerra con 60
cañones para conducirlos a Lisboa, y añade otros tratos de Francia con
Portugal para socorros970. Dice también que el Duque de Braganza va
967
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, París, 11 enero 1665. En enero de 1665 se preparaba la
guerra entre Inglaterra y Holanda que se declaró el 4 de Marzo.
968
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, 31 enero 1665. K1410, 12 de febrero 1665.
969
AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 11 marzo 1665. Consulta del 26 de febrero: AGS,
Estado, Francia, Leg. K1390,
970
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, París, 21 marzo 1665. El Marqués cuenta que Francisco de
Melo, el 9 de febrero, vino a Le Havre de Gracia en un navío de guerra inglés. Allí recibió a bordo
700 patacones para pagar a los franceses que sirven al rebelde y, siendo cierto el ofrecimiento de
enviar más, se trataba de negociar con algunos mercaderes para que se obligasen a pagar en Lisboa el
390
pregonando las ventajosas condiciones de paz que le propone Felipe IV
y que antes de aceptarlas ha querido cumplir con la obligación de
avisarlo y ofrecer rehusarlas si Luis XIV se ajusta con él y pasan al
rompimiento con España. Añade que Msr. Colbert está pronto para
embarcar en la Rochela y pasar a Lisboa con dinero, y que el duque de
Beaufort tiene orden de pasar el estrecho y con el pretexto de ser tío de
Mlle. de Aumale podría llevar algún socorro971.
Mientras Inglaterra y Francia negociaban con los rebeldes y
aumentaban las
ayudas, en
Portugal
agonizaban los últimos
movimientos de las tropas del Rey de España. El 17 de junio de 1665, el
Mariscal Shombreg ratificaba la soberanía de Portugal en Montesclaros,
cerca de Villaviciosa. Soberanía, desde luego, relativa la de Lisboa,
dinero necesario para mantenerlos. Para sacar algo de estos socorros se hizo compra de 30 pipas de
vino que “el rebelde” se obligó a entregar en la isla de Madeira a los diputados de la Compañía
Occidental de Francia en diversos tiempos. También advierte el Marqués que se disponían en Rouan
tres bajeles para conducir parte del dinero y algunos voluntarios franceses que por falta de
entretenimiento en tierra pasan al servicio del “rebelde” y que en Burdeos se embarcaron 600
hombres. Cuando Francisco de Melo llegó a Havre de Gracia halló un Secretario de Estado y otros
ministros con los cuales trocó sus despachos entregándoles los necesarios para la entrega de las
plazas propuestas en la India Oriental y la de Mozambique con licencia de poder erigir y establecer
una factoría en la ciudad de Goa y otras en Angola, todo muy a satisfacción de Francia. Comunica
también el Marqués que se ajustó el casamiento propuesto con la de Aumale y recibiendo 400.000
escudos en plata y oro que pedían los de la nueva Compañía Oriental como a cuenta del valor de las
plazas, y con lo atrasado, le aseguran son 800.000 los que lleva. Se embarcó el 3 de marzo en una de
las tres naves francesas despachadas en Rouan, con carga de trigo y cebada y unos 60 voluntarios, y
con las tres pasó a Plymouth de donde se encaminó a Lisboa llevando en su compañía los 400
soldados citados, las dos embarcaciones, la una con su bagaje y la otra con trigo, además de las
francesas. El 20 avisan de Rouan al Marqués que se previene en su puerto una falúa para conducir
soldados a Lisboa, lo que también hacen en la Rochela en donde, según carta del 12, se aprestaban
con toda diligencia dos naves reales las cuales saldrían por abril con muchos soldados y algunas
municiones de lo que hay gran falta en Portugal. En Amsterdam habían quedado detenidos tres
navíos con carga de pólvora, mecha y cobre destinados para Lisboa, y habían sido descargados por
no querer los interesados arriesgarse, aunque tenían salvoconducto del rey de Inglaterra, y también
habían quedado detenidas 4 naves en Hamburgo que tendrán mucha dificultad en seguir su viaje
porque ingleses y holandeses discuten si no hay otra forma de ir. También en Livorno donde el 10 de
marzo quedaban cargadas 2 naves francesas trayendo el trigo de los puertos de la Pulla para embarcar
en ellas, y en Dunkerque se despacharon otras dos, y en Burdeos y Bayona tres con carga de pez
alquitrán y otras municiones, hallándose los rebeldes, según avisan, muy menesterosos de todo y con
poco dinero por no haber venido de Brasil más de 150.000 cruzados en contado.
971
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Saint Germain, 14 junio 1665.
391
puesto que se cambiaba la tutela política, nunca rigurosa de Madrid, por
la económica, bastante más férrea, de Londres972.
Simultáneamente tienen lugar unos acontecimientos que hacen
cambiar las alianzas. Luis XIV amenaza con el Derecho de Devolución
y hace movimientos de tropas en la frontera; ha estallado la guerra
entre el Rey británico y las Provincias Unidas, y sufrido la flota
holandesa un serio descalabro en junio de 1665. Cabía esperar, aunque
sin ninguna certidumbre, que Luis XIV ayudara a Holanda, su vecina y
aliada, y que la sola perspectiva de un conflicto con Inglaterra le
disuadiese de provocar otro con España en Flandes. Importaba
aprovechar pronto y bien esta tregua providencial. La solución del
emperador Leopoldo, gestionada por el embajador Lisola, consistía en
concertar una alianza defensiva entre el Imperio alemán, Suecia,
Inglaterra, España y Portugal, para lo que era necesario la reconciliación
peninsular. En Madrid empieza a hablarse de la necesidad de una
tregua973.
El Consejo de Estado estudia con preocupación esta situación y
propone que se hable con el embajador de Inglaterra, pues habiendo este
ofrecido muchas veces que su Rey abandonaría enteramente a Portugal
si los portugueses se valiesen de Francia, como se ve que lo hacen
ahora, llega el caso de reconvenirle para que se cumpla por parte de su
rey lo que tiene ofrecido974. Felipe IV, cansado y enfermo, cumple con
esta recomendación del Consejo. Encarga al Duque de Medina que
hable con el embajador de Inglaterra y le recuerde que su Rey le había
ofrecido abandonar a Portugal si ésta se valía de Francia como lo hace
CASTILLA SOTO, J.: “Don Juan José de Austria.. Pág. 191.
DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, Madrid, 1990, p. 81.
974
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, 2 julio 1665.
972
973
392
ahora975. Se percibe un agotamiento por la guerra y la necesidad de
negociar una tregua.
El sujeto francés que se había ofrecido a embarazar los socorros a
Portugal expone al Marqués de la Fuente los apuros en que se halla y
teme que Francia tome represalias contra él. El Consejo de Estado
propone responder al Marqués que queda enterado de la situación de
dicho sujeto y añade que “de ser posible tendría conveniencia asistirle,
pero el estado de las cosas no da lugar para ello”976.
El 17 de septiembre de 1665 falleció en Madrid Felipe IV
dejando un hijo menor de edad, Carlos II, bajo la regencia de la Reina
viuda. En un momento en que la guerra de Portugal esta abierta,
Inglaterra se enfrenta a Holanda, Francia reclama los Países Bajos y
prepara un enfrentamiento con Inglaterra, este hecho pone de manifiesto
que Europa precisa muy urgentes soluciones diplomáticas. En España se
empieza a hablar de tregua con Portugal para poder pensar en la guerra
con Francia
6.5. La independencia de Portugal. La diplomacia francesa en
acción.
Desde principios de 1666 Londres, aprovechando la oportunidad
que le brindaba la muerte de Felipe IV, siempre opuesto a cualquier
compromiso con Inglaterra que contemplara una tregua con Portugal,
como así se desprende, por ejemplo, de la Instrucción que entrega en
1665 a su embajador, el conde de Molina —en otro documento de ese
mismo año el monarca, sin embargo, alude explícitamente a “entrar en
975
976
AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid 14 julio 1665.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.
393
la plática” de la negociación—, moviliza a su representante en Madrid
para que consiga convencer a la Regente de la necesidad de firmar con
Lisboa un acuerdo de paz por el cual cada una de las monarquías
mantendría las conquistas adquiridas977.
A Carlos II Estuardo le movían razones varias para intervenir
como mediador en este endémico conflicto: proteger los intereses
comerciales de su reino y dar solidez a las ligas formadas contra
Francia, sobre todo cuando en enero de 1666 Luis XIV decide apoyar a
las Provincias Unidas en el enfrentamiento que esta república mantenía
con Inglaterra978. Las instrucciones que se entregan a Sir Richard
Fashawe, enviado a Portugal, eran bastante claras: debía conseguir que
los Braganza aceptaran una tregua de treinta años entre Madrid y
Lisboa, la cual se integraría en el tratado de amistad y comercio
hispano-inglés que se había ajustado en el mes de diciembre de 1665,
aunque supeditada su validez a la aceptación por Portugal de dicha
tregua, la cual se decidió que gestionase Inglaterra ante el posible
escándalo
que
provocaría
una
negociación
directa
entre
los
contendientes979.
Aunque el Marqués de Caracena se oponía rotundamente a que
Portugal se independizara, no sólo porque se desmembraría una parte
importante de la Monarquía, sino porque facilitaría el asentamiento en
sus puertos de naves enemigas, en lo que coincidía con un opúsculo
publicado por el conde de Linares y el Discurso en razón de las treguas
SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la
Regencia de Mariana de Austria”, Ediciones Universidad de Salamanca, Studia Historica, 20, pp.
143-144.
978
En ese momento, declarada la guerra entre Holanda e Inglaterra, Francia, que había firmado una
alianza con Holanda (1662), entra en guerra contra Inglaterra.
979
Tratado concluido entre las coronas de España e Inglaterra (artículos secretos relativos a
Portugal), 17 de diciembre de 1665, AHN, Sec. Estado, Leg. 2797, nº 20.
977
394
con Portugal, de autor anónimo, el proyecto de la tregua no fue
rechazado del todo980. De hecho doña Mariana de Austria solicita el
parecer del Consejo de Estado sobre la tregua con Portugal que se está
planteando en las negociaciones que se están llevando con ocasión de
renovarse la paz con Inglaterra y, sobre todo, la pretensión que los
portugueses tienen de que se firme una paz perpetua y tratada de rey a
rey. Más todavía, el 27 de marzo de 1666 la Regente envía un Decreto
al Consejo de Estado para que considere “si será bien que se junten
Cortes” donde se trate este asunto “con el deseo de aliviar a estos
reinos de las grandes molestias y vejaciones que les ocasiona la guerra
de Portugal, dado que otras proposiciones, que parecían de decoro y
conveniencia para dar alguna quietud y descanso a los pueblos, no han
tenido efecto”981.
El Consejo no parece muy decidido a convocar Cortes, porque
sería dilatar la resolución del problema, ni a que se llegue a un acuerdo
en igualdad de condiciones entre el rey de Portugal y el de España por
varias razones: reflejaría la debilidad de la Monarquía, se divulgaría en
todas las cortes europeas, se adelantarían en Roma las conversaciones
que los portugueses mantienen para conseguir que su soberano
proponga las personas que han de ocupar las sedes vacantes de las
diócesis del reino, y se privaría a Carlos II de titularse rey de Portugal.
Para dar mayor solidez a sus propuestas añade que quien gobierna –en
este caso la Regente- no puede enajenar los reinos de quien se encuentra
en edad pupilar, por lo que aconseja que no se admitan las
proposiciones que hace Lisboa y que se así se diga también al
JOVER, J.M.: “Tres actitudes ante el Portugal restaurado”, HISPANIA, Madrid 1950,
XXXVIII, Tomo X, p. 114 y sig.
981
AGS, Estado, Leg. 2538, 27 de marzo de 1666, en CÁNOVAS DEL CASTILLO, A.: Estudios
sobre el reinado de Felipe IV, Tomo I, 1888, p. 342.
980
395
embajador inglés que las ha presentado. Por otro lado, el Consejo
admite las dificultades financieras –falta de dinero para pagar a los
soldados, que desertan- y de avituallamiento –los asentistas de la
cebada, se dice, no cumplen con su obligación de vender el cereal a la
caballería-, razón por la que no cierra la puerta a las negociaciones que
se han iniciado encaminadas a una tregua, aconsejando que se procuren
concluir, nombrando a este efecto comisarios que lleven a cabo las
conversaciones, si bien, paralelamente, plantea un mejor control de las
finanzas del ejército, el reforzamiento militar de la frontera de Portugal
con la caballería que se encuentre en Castilla la Vieja, La Mancha y
Andalucía, así como con la formación de un cuerpo de caballería de las
Ordenes Militares, y que la Armada salga a navegar para embarazar los
socorros y víveres que pueden recibir los portugueses del exterior. Pero,
aunque el Consejo no admite la propuesta de paces que hacen los
portugueses, queriendo que se trate en ellas de rey a rey, propone que no
se cierre la puerta al tratado de tregua que se ha comenzado, y para que
se pueda concluir se nombren comisarios para que se junten con los de
Portugal y se ajuste lo que fuere conveniente982.
El voto particular del duque de Alba sobre la tregua es
importante. Sostiene, por una parte, que España debe firmar una tregua
con Portugal pero no reconocer su independencia, punto éste que
califica de “infame” y en el que su voto “jamás tendrá parte en ello”; y
por otra, desconfía de la mediación inglesa argumentando que Inglaterra
no quiere confirmar las paces de 1630 ni los capítulos aprobados por
Felipe IV, tampoco devolver Jamaica, aunque España está dispuesta a
AGS, Estado, Leg. 2538, 8 de abril de 1666, en Cánovas del Castillo, A: “Estudios sobre el
reinado de Felipe IV”, Tomo I, pp. 344-353, Madrid 1888.
982
396
comprarla, cuando ha vendido la plaza de Dunkerque a los franceses,
nuestro mayor enemigo. Quien así se comporta, sigue diciendo,
“¿puede ser bueno para medianero en cosa en que va tanto como
librarnos de una única guerra que nos ha quedado en la parte más
sensible, que es el corazón de España, y en cuya duración son tan
interesados todos los Reyes y Príncipes del mundo, y aun me atreveré a
decir que hasta el Pontífice?”.
De aquí, en consecuencia, que prefiera negociar directamente con
Portugal la firma de la tregua, sin recurrir a terceros, y que ésta sea lo
más duradera que se pueda, pues así se lograría una paz con Inglaterra
en condiciones más ventajosas para la Monarquía y que Francia,
además, se abstuviese de declarar la guerra a España viendo que se haya
liberada de la pesada rémora del conflicto portugués. Finalmente,
después de sugerir toda una serie de reformas en la administración de
los recursos financieros y en la manera de hacer la guerra, muy
próximas a las propuestas de los arbitristas de la época983, realiza una
firme declaración de lealtad y de servicio a la Corona:
“aunque es excusado poner a los pies de V.M. cuanto valgo (siendo su
principal dueño), prometo derramar en su servicio, con la espada en la
mano, hasta la última sangre de mis venas, como lo han sabido hacer
Estudios del reinado de Felipe IV, Madrid, 1888, Tomo II, pp. 513-545.
983
El Duque de Alba propone también: “Visítense los ministros que se hubieran enriquecido con la
Hacienda Real; refórmense gastos superfluos y salarios y sueldos así en lo militar como en lo político
y en los oficios supernumerarios; válgase V.M. de los oficios comprados con las medias anatas;
súbanse los demás a treinta, que con estos subsidios que son tan cuantiosos y quitar los asientos a los
portugueses, respirará la Hacienda, que pintan tan acabada los interesados en que no se averigüe que
el Rey no está pobre, sino falto de crédito por mala administración y por decretos que se han dado a
daño de los hombres de negocios y aún del servicio de V.M., y probemos una vez a perdernos con
valor, cansados ya de sufrir tantos improperios sin habernos valido una leve disculpa o satisfacción.
Trátese de hacer la guerra de otro modo, que el que hoy se practica no dará más fruto que los malos
sucesos que ha habido hasta aquí”.
397
todos los de mi Casa, y será sucesivo en los que nacieren de tan
honroso mayorazgo, y está en fe el Duque, que si sus antecesores
creyeran que había de ayudar con su dictamen a cosa tan detestable
como confesar por legítimo Rey al rebelde, se levantaran de los
sepulcros y vinieran a demandárselo mal y caramente, y siendo este
año el plazo más amenazado para acabar con esta Monarquía, con
estar todo tan desprevenido y fiado sólo de la mala fortuna que nos
corre, no se ha perdido ni una almena ni una barca de V.M., con que se
puede cobrar ánimo y avilantez para tener por cierto que, si se pone
cuidado, mudará todo de semblante, y no viene fuera de propósito
piense V.M., con su grande prudencia, qué se ha de hacer si
quedásemos con la guerra de Portugal en pie, roto el tratado con
Inglaterra y el francés gozase de la coyuntura de estos accidentes y nos
atacase por tantas partes como tienen dispuesto. Y si hubiere alargado
este discurso demasiado, la buena ley y la intención sincera con que se
dice sea su disculpa”984
Mientras, el Marqués de la Fuente pregunta a Madrid cómo debe
comportarse en el caso de que, establecida la tregua, les parezca en
París que, sin faltar a lo capitulado, pueden admitir al Marqués de Sande
como embajador985. Había recibido instrucciones de abandonar París sin
despedirse del Rey pero piensa que, si se firma la tregua, habrán
cambiado las circunstancias. El Consejo de Estado recomienda a la
Reina Regente que le responda, y así lo hace: “procurad, con la mayor
maña y destreza posible divertir que el Rey Cristianísimo no haga con
tal demostración una acción tan ajena de amistad, parentesco e
inobservancia de lo capitulado en la Paz como sería admitir embajador
AGS, Estado, Leg. 2538, año 1666, tomado de Cánovas del Castillo, A: “Estudios del reinado de
Felipe IV”, Tomo I, Madrid 1888, pp.354-358.
985
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 24 enero 1666.
984
398
del duque de Braganza con pretexto de la tregua, pues se reservan en
ella los derechos del Rey mi hijo a la corona de Portugal”. Y añade:
“si todavía no bastan vuestros oficios para que el Rey Cristianísimo
deje de admitir embajador, no habéis de salir del reino, sino
representar vuestra queja con la modestia y las demás razones que
vuestra prudencia os suministrare, y me daréis cuenta de todo lo que os
pase en esta materia, para que, con motivo de ello, se os pueda mandar
lo que sea de mi mayor servicio”986. En esta ocasión, los consejeros de
Estado han cambiado de opinión, ahora dicen que el Embajador no
salga del reino. Esa misma orden: que no salga del reino, es reiterada en
abril, porque piensan los consejeros que está lejos de llegar el caso,
según marchan las negociaciones de la tregua987.
Luis XIV tratará de impedir la aceptación de esta tregua, para lo
que enviará a Lisboa en misión especial al Marqués de Saint Germain.
Este personaje, sin cartas credenciales de embajador, puesto que el
Tratado de los Pirineos lo prohibía expresamente, pero con documentos
expedidos por el príncipe de Turena, logra, esgrimiendo la comunidad
de intereses franco-lusos y, sobre todo, la ayuda militar y financiera que
Francia había proporcionado a Portugal, así como su participación en
los matrimonios de Catalina de Braganza y de Alfonso VI, que la
propuesta de Fanshawe no prospere en Lisboa, donde se había decidido
firmar una paz duradera con España o continuar en combate, pero no
admitir una tregua que poco o nada solucionaba988.
En mayo de 1666, el arzobispo de Embrún transmite a la Reina
Regente que el Rey Cristianísimo desearía mediar en la cuestión del
986
AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 6 febrero 1666.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, Madrid, 3 abril 1666.
988
PRESTAGE, E.: “As relacoes..., pp. 98-99.
987
399
Portugal y le había nombrado su representante para este asunto. La
Reina agradeció al arzobispo su disposición y le dijo que hablara con su
ministro Pedro Fernández del Campo. Éste dijo al arzobispo que
aguardaban la llegada del Embajador Extraordinario de Inglaterra y que
estaban suspendidas todas las actuaciones hasta que llegara. El
arzobispo insistió en que su amo entraba en este asunto no por interés
particular sino por franqueza de ánimo y propensión a cuanto pudiese
ser conveniente para esta Corona. Después confesó que había halagado
su vanidad y su estima el que su Rey le hubiera hecho la honra de
nombrarle medianero y que esperaba las instrucciones de la Reina sin
otro fin que el acierto de obedecerlas989.
En junio de 1666, cuando Sir Richard Fanshawe regresaba de
Lisboa sin haber conseguido firmar la tregua murió en Madrid. Doña
Mariana de Austria otorga poderes al padre Nithard, al Duque de
Medina de las Torres y al Conde de Peñaranda para ajustar con el nuevo
embajador inglés Eduardo Montagu, Conde de Sándwich, un tratado de
unión y alianza con Inglaterra, en el que se abordaría además una tregua
con Portugal990. El Conde de Sándwich vino a gestionar en Madrid,
paralelamente con Carlingford en Viena y Southewell en Lisboa, no ya
la alianza propuesta por el Emperador, amenazadora para Luis XIV,
sino una liga ofensivo-defensiva que pusiese coto final a sus
aspiraciones. Conoció Luis XIV seriamente amenazador este golpe, y lo
paró ofreciendo a Lisboa, por conducto de Saint Germain, su alianza
contra España, cuatrocientos mil escudos como subsidio de guerra y la
promesa de romper él simultáneamente en Flandes; mientras, ordenó a
989
AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 30 mayo 1666.
Poder que dio S.M. la Reina Regente a los Sres. Everardo Nithard, Duque de San Lucar y Conde
de Peñaranda para ajustar el Tratado con Inglaterra y para una tregua con Portugal por el tiempo que
pareciese, (debían ajustarlo con el Conde de Sándwich), 15 de junio 1666, AHN, Sec. Estado, Leg.
2797, nº 24.
990
400
su embajador en Madrid, el arzobispo de Embrún, que propusiese al
gobierno de la Regencia una alianza franco-española contra Inglaterra y
Portugal991. Y es que, abierta la guerra con Inglaterra992, a Francia le
conviene que el frente de Portugal, tan dependiente de ella, quede
cerrado y así poder dedicarse a la ocupación de los Países Bajos.
El arzobispo de Embrún, en una nueva visita al Duque de San
Lucar, tras reiterar el ofrecimiento de su Rey para mediar en la cuestión
de Portugal, manifestó al Duque que la liga que España estaba
negociando con Inglaterra no era del agrado del rey de Francia. El
arzobispo añadió que el rey Cristianísimo lamentaría mucho que se
hiciese dicha liga estando la Corona de Inglaterra en rotura abierta con
la de Francia porque, aunque no fuese más que una liga defensiva, era
fácil pasar a liga ofensiva. Para salir de toda sospecha proponía volver a
renovar las conversaciones de liga entre España y Francia contra
Inglaterra que habían empezado en tiempos de Don Luis de Haro.
Después de alargarse en las buenas consecuencias que tendría para
España esta unión, el arzobispo de Embrún pidió al Duque de San Lucar
que para ajustar las condiciones de la liga y para que fuesen recíprocos
los beneficios, se nombrase una Junta de ministros como se había hecho
con el conde de Sandwich. El Duque agradeció al embajador de Francia
la deferencia de haberle escogido para trasladar una noticia tan
importante, le aseguró que daría cuenta al Consejo de Estado de lo que
le decía, y lo tranquilizó diciendo que estuviese seguro de que S.M.
correspondería a las buenas intenciones del Rey Cristianísimo con igual
deseo de que de este asunto se pudiese seguir la continuación de la paz
y más estrecha amistad entre las dos coronas. Añadió San Lucar que,
991
992
DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, p. 82.
El 26 de enero de 1666 había estallado la guerra entre Francia y Inglaterra.
401
fiándose poco de su memoria y siendo negocio tan importante, le
suplicaba pusiese por escrito cuanto le había dicho de palabra,
indicando si se trataba de la continuación de la liga que se había tratado
anteriormente, porque siéndolo, no se podrían limitar sus efectos sólo
contra la corona de Inglaterra, pues el principal asunto de los referidos
tratados había sido juntar con el rompimiento con Inglaterra la
recuperación de Portugal. El arzobispo respondió que lo que ahora decía
no era más que establecer una estrecha colaboración entre España y
Francia contra Inglaterra y que por consecuencia se seguía que,
faltándoles a los portugueses por este camino las asistencias que el Rey
de la Gran Bretaña les daba, le sería fácil a S.M. la Reina poner aquel
reino bajo su obediencia. En cuanto a poner por escrito lo que había
dicho de palabra, encontraba dificultad por las dilaciones que se seguían
al reducir semejantes negocios a papeles, y que tanto en un punto como
en otro, se podrían conferir las recíprocas conveniencias de ambas
coronas en la Junta que había pedido se señalase993.
El Consejo de Estado estima que la propuesta de liga del
arzobispo de Embrún es un artificio de los franceses y una prueba de
que pretenden enemistarnos con los ingleses, cosa que no nos interesa.
Teniendo tan continuadas experiencias de la forma en que actúan los
franceses contra la fe, juramentos solemnes y observancia de tratados,
los consejeros dicen que hay que tomar con precaución y desconfianza
cualquier propuesta que éstos hagan —recuerdan cómo han entrado
víveres y lo que han querido en Portugal, cómo el mismo general Duque
de Beaufort acaba de entrar en Lisboa para cortejar al rebelde, etc.—, y
proponen, antes de contestar al arzobispo de Embrún, esperar a lo que
resulte de la conferencia de Milord Sandwich. El Consejo encarga al
993
AGS, Estado, Francia, Leg. K1391. Madrid, 29 junio 1666.
402
Duque de San Lucar que traslade al arzobispo de Embrún la extrañeza
que ha producido el que no haya puesto por escrito una proposición de
tan graves consecuencias y le pida que lo haga para que se considere y
se responda con la reflexión que merece materia tan grave, y que se
reserve para después (por si conviene ir dándole largas), pedirle carta
credencial de su Rey y plenipotencia particular, pensando los consejeros
que es bueno ir entreteniendo este negocio sin más empeño que ver lo
que va dando de sí. Además el Consejo ordena que se participe esta
noticia al Conde de Molina, al Marqués de la Fuente y al Marqués de
Castel Rodrigo para que estén informados, y en Madrid, al embajador
de Alemania por la recíproca confianza en que se camina. Por último, el
Consejo dice que habrá que tomar alguna decisión para salir de la
neutralidad entre Francia e Inglaterra pues pretender mantenerla puede
llevar a perder con todos994.
El Duque de San Lucar, cumpliendo las instrucciones del
Consejo, visita al arzobispo de Embrún. El informe que relata esta
entrevista y que presenta a la Reina dice que pidió al Embajador que
pusiese por escrito la proposición que había hecho y que enviase los
poderes si juzgaba que iba a necesitarlos. Cuando el Embajador recordó
las dos ocasiones en las que habían hablado de liga en vida de Felipe
IV, el Duque respondió que se acordaba muy bien: la primera había sido
al ofrecer su Rey entrar con S.M. en liga ofensiva contra Inglaterra y
Portugal diciendo que, supuesto que él estaba en paz con ambas
coronas, necesitaba para dar a entender al mundo que no entraba en tan
grandes empeños sin proporcionadas ventajas, que Felipe IV revocara la
renuncia que había hecho la reina de Francia a la sucesión de la corona
de España y se le diese el ducado de Borgoña o algunas plazas de
994
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 5 julio 1666.
403
Flandes, y que habiéndole desengañado de esta pretensión no había
querido admitir ningún otro partido de cuantos se le ofrecieron. San
Lucar recordó al Embajador que en
aquel tiempo Francia ofrecía
romper con Inglaterra y con Portugal estando en paz con ambos y por
eso pedía tan grandes ventajas. Ahora Francia estaba en guerra con
Inglaterra y España en paz, y así, con las mismas razones a favor
nuestro que las que había alegado el Rey Cristianísimo a su favor en
aquella ocasión, estaría bien que se pensase en las ventajas que
obtendría España si entrase en esas negociaciones. El Embajador
interrumpió a San Lucar diciendo que los intereses de Portugal se
podrían incluir en la negociación cuando S.M. diese respuesta y por
escrito a su proposición. El Duque de San Lucar recuerda también al
embajador de Francia la segunda vez que Francia propuso a España una
liga contra Inglaterra —con ocasión de los tratados de compra de
Dunkerque—, y que entonces no había pasado adelante por querer su
Rey que la liga se limitase sólo al reinado de Felipe IV, mientras España
prefería que continuase en su sucesor. El arzobispo de Embrún dijo al
Duque de San Lucar que ya que tenía tan buena memoria le excusara el
trabajo de poner la propuesta por escrito995. El Consejo de Estado
encarga al Duque de San Lucar que, con buenas palabras, diga al
Embajador de Francia que, no teniendo poder de su Rey para la
proposición que ha hecho en su nombre, y siendo éste un requisito
preciso para su continuación, el tratado de este negocio se suspende996.
Ese mismo verano el Duque de San Lucar emite un voto
particular en el Consejo de Estado diciendo que ha llegado el momento
de hacer la paz con Portugal. El documento es importante. Se trata de
995
996
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 17 julio 1666
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 20 julio 1666.
404
una descripción de la Europa del momento, de la situación e intenciones
de Francia, de Inglaterra, del Imperio, de Portugal y de España hecha
por un testigo cualificado: un consejero de Estado de la Monarquía
Católica. Después de reconocer que la paz que se firmó con Francia fue
“desconveniente” creyendo que con ella en breves días se recuperaría
Portugal, después de lamentarse de la ayuda que Inglaterra y Francia
prestaban a los rebeldes, de lamentar los tesoros consumidos por la
Monarquía Católica inútilmente y después de lamentarse del
comportamiento de los portugueses, describe el estado en que se halla la
Monarquía Católica insistiendo en la falta de medios y en las
dificultades para reclutar tropas. Tras manifestar que el rey
Cristianísimo es el mayor enemigo que tiene la Augustísima Casa de
Austria y al que más se debe atender, y tras describir la ambición del
rey Cristianísimo, sus designios y sus enormes medios, concluye que es
partidario de la tregua. A continuación discurre sobre quien puede ser el
mejor mediador: Inglaterra, el Emperador, el Papa o Francia, y explica
que, aunque el Rey de Francia podría ser el más conveniente medianero
porque podría traer como consecuencia el acercamiento de Holanda,
Francia es por naturaleza la más irreconciliable y poderosa enemiga
que tiene esta Monarquía y la Augustísima Casa de Austria. Descubre
el comportamiento de Francia que a ala vez que se ofrece como
mediadora está persuadiendo al rebelde para que no se ajuste con
España. En este informe el Duque de San Lucar declara que Francia
desde se firmó la Paz de los Pirineos no se ha aplicado a otra cosa que
a fabricar nuestra ruina. Recuerda la ayuda que ha prestado a Portugal,
el acercamiento a Inglaterra, la renovación de la liga con Holanda
excluyendo a España, la liga con Suecia, la renovación de la liga del
Rhin, etc., todo perjudicial para los intereses de España. Por todo ello, y
405
por lo poco que estima el cumplimiento de sus palabras, concluye que
Francia no debe ser mediadora.
A los holandeses tampoco los considera buenos medianeros el
Duque pues, después de los intentos para convencerles de que entraran
en una liga con la Monarquía Católica para la conservación de sus
Estados, la han excluido en términos de no menor indecencia que de
mortificación para los ministros de Madrid. El Duque de San Lucar, a
pesar de los agravios y de la ingratitud con que se ha comportado Carlos
II, se inclina por la mediación de Inglaterra aunque con condiciones.
Convencido de que la guerra de Portugal es perjudicial, convencido,
repite, de que Francia está comprando la continuación de la guerra y de
que puede iniciar otra guerra en el norte, y consciente de la falta de
medios, que es extrema, propone que se firme la tregua. Y si los
portugueses no acceden, que se les conceda lo que piden997.
También Roma estaba interesada en que se acordara el final de
las hostilidades hispano-lusas, y en este sentido el Nuncio de Su
Santidad en París comunica al Marqués de La Fuente la disposición del
Pontífice de actuar como mediador, lo que pone de inmediato en
conocimiento de la Regente, quien, después de asesorarse con el
Consejo de Estado, le responde que al ser una mera conversación y no
una propuesta formal, no se puede adoptar diligencia alguna, aparte de
que se está a la espera de la llegada del embajador inglés, por lo que
dependiendo
“de
sus
negociaciones se tomarán
las
medidas
convenientes para el servicio del Rey, mi hijo”998. Simultáneamente,
Luis XIV se ofrecerá como mediador de la paz en Madrid, como así lo
AGS, Estado, Leg. 2538, Madrid 11 agosto 1666, Tomado de Cánovas del Castillo, A: “Estudios
del reinado de Felipe IV”, Madrid, 1888, Tomo II, pp. 513-545.
998
AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 24 de mayo de 1666.
997
406
representará su embajador en España, el arzobispo de Embrún, quien
expondrá a la Regente la buena disposición de su soberano a procurar lo
más conveniente a la Corona española999.
En octubre, el arzobispo de Embrún dice a Blasco de Loyola que
ya tiene poderes y órdenes de su Rey —poderes que no le enseña—,
para continuar las negociaciones de la liga con España y pide ministro
con iguales poderes para dirigirse a él. El Consejo de Estado recuerda
que ya se había advertido al embajador de Francia que estaban en
negociaciones con Inglaterra y mientras esperaban la llegada del
Embajador Extraordinario, el Conde de Sandwich, sólo se podía
agradecer la buena voluntad del Rey Cristianísimo. El Duque de Alba
propone que se señale ministro para que oiga y trate con el arzobispo
sobre lo que tenga que proponer pues es bueno mantener en celo a los
ingleses y a los franceses y escoger después lo que sea más conveniente
para el servicio de S.M. El Marqués de Mortara dice que, a través de las
cartas del Conde de Molina, conoce los deseos del Parlamento y pueblo
de Inglaterra de continuar la guerra contra Francia a cualquier precio y
de inclinarse a la paz con España, de donde, según el Marqués, nace la
diligencia del arzobispo de Embrún para hacer esta propuesta
intempestiva. Propone que no se le responda hasta que terminen las
conversaciones con Sandwich. El cardenal Aragón no se fía ni de los
ingleses ni de los franceses por las invasiones que estos hacen en las
Indias y porque ambos socorren a Portugal abiertamente. Sin embargo,
considerando que se pidieron por escrito al arzobispo de Embrún unos
poderes que ahora dice tener, opina que se debe nombrar ministro y
oírlo. El Duque de Montalto dice que se dilate dos o tres días la
999
AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 30 mayo 1666.AGS, Estado, Francia, Leg. K 1392,
Madrid, 5 de julio de 1666.
407
respuesta y se vote qué alianza interesa más: la de Francia o la de
Inglaterra, y representa humildemente a S.M.: “es muy débil el estado
en que nos hallamos sin la confederación de alguna de esta o de otras
potencias para seguir en la guerra o acomodamiento de Portugal y
resguardar los dominios de fuera, teniendo tan poco asistido al
Emperador y tan remotas las prevenciones de mar y tierra contra
Portugal, pues es regla infalible que mientras no dan calor las armas,
mal se puede mantener en respeto a los amigos, ni caminar con
autoridad en las negociaciones.” El Conde de Ayala tiene poca fe en la
sinceridad de franceses y de ingleses, sin embargo juzga que es preciso
fiarse de una de estas dos naciones aunque no es el caso de escoger cual
de ellas. Propone que se escriba al Conde de Molina para que procure
sembrar en los confidentes que tiene en el Parlamento cuan ajeno a la
razón es la obstinación del Rey de Inglaterra en querer mantener el
título de Rey al Duque de Braganza. El padre confesor dice que tanto
Francia como Inglaterra buscan su interés al enemistarnos con la otra,
por lo que será conveniente mantener a ambas con algunos celos para
lograr lo que más nos pueda interesar1000.
Esta doble actuación de Francia iba encaminada, sobre todo, a
presionar a Madrid para que rompiera las negociaciones que por
entonces mantenía con Inglaterra (el 15 de junio de 1666 doña Mariana
de Austria había otorgado amplios poderes al duque de San Lucar, al
conde de Peñaranda y al padre Nithard para ajustar un Tratado con
Inglaterra, en el que se incluiría la tregua con Portugal, como hemos
dicho más arriba1001), ya que, de prosperar, quedaría Luis XIV en una
1000
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 30 octubre 1666.
Poder que dio S.M. la Reina Regente a los Sres. Everardo Nithard, Duque de San Lucar y Conde
de Peñaranda para ajustar el Tratado con Inglaterra y para una tregua con Portugal por el tiempo que
pareciese, (debían ajustarlo con el Conde de Sándwich), 15 de junio 1666, AHN, Sec. Estado, Leg.
2797, nº 24.
1001
408
posición bastante debilitada. De hecho, en los meses siguientes intentará
convencer a España para que participe en una alianza contra
Inglaterra1002, según se ha visto en un capítulo anterior (ver el apartado
inglés). Pero la negativa de España a suscribir este acuerdo y las
gestiones que Londres estaba realizando en Viena dirigidas a la
formación de una liga ofensiva-defensiva con la que frenar las
aspiraciones del Rey Cristianísimo, conducirá a la alianza signada en
Lisboa el 31 de marzo de 1667 entre Francia y Portugal, lo que suponía
el colofón de la trayectoria política seguida hasta este momento por el
monarca francés en relación al reino “rebelde” y la demostración más
evidente de que en ningún instante pasó por la mente Luis XIV cumplir
lo estipulado en el Tratado de los Pirineos. Precisamente, la lectura de
sus Memorias lo viene a corroborar, aunque la información que ofrece
el siguiente pasaje contenga una vez más evidentes falsedades:
“mientras los españoles continuaban sin tregua las negociaciones para
el convenio con Portugal, yo empleaba todos los medios posibles para
impedirlo, ya con el Rey de Portugal, ya con el de la Gran Bretaña1003
ya, finalmente, con los mismos españoles. Entre otros propuse a la
Reina de España, para ganar algunos días, cuando este asunto estuvo
dispuesto a ultimarse, que me aceptara como mediador”1004.
Mientras se negocia la tregua sigue en Portugal el ambiente de
guerra. Preocupado el Consejo de Estado por el mal estado de la
caballería del ejército de Extremadura, para conocer mejor su situación,
propone a S.M. que ordene a su Confesor que, por vía de su ministerio,
DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, p. 82.
Esta afirmación resulta dudosa porque hasta el 31 de julio de 1667 (Paz de Breda) Francia estaba
en guerra contra Inglaterra.
1004
Memorias del Rey Sol, p. 130.
1002
1003
409
pregunte sobre ese asunto al obispo de Badajoz y al reverendo de
aquella iglesia con secreto y prudencia, y obtenga noticias particulares y
ciertas1005. Desde París el Marqués de la Fuente informa a la Reina de
que se han dado patentes para 50 compañías de infantería y 10 de
caballos (se pueden calcular a 30 hombres cada una y a 50 las otras), y
le han dicho que es gente destinada para Portugal. También informa de
que han llegado allí un tal Rabelo y Don Juan Francisco de Velasco y
Guzmán. El último dijo al Marqués que venía de Portugal a donde había
ido por orden del Duque de Medina a negociar granos en servicio de
S.M. Católica por cuyo servicio le habían hecho prisionero, pero había
podido librarse y le pedía socorro. El Marqués de la Fuente, tras
interrogarle, reconoció el embuste y comprobó que venía en compañía
de Rabelo y que lo que quería era convertirse en espía doble. Propone
que se den instrucciones al Marqués de Santillán1006 para que se
comporte en estos casos como es necesario para el servicio de S.M1007.
Poco después, un confidente le informó del envío de más socorros y le
aseguró que si se ajusta
Francia con Inglaterra, como esperan1008,
mantendrán al “tirano” aunque sea necesario llegar a un rompimiento
con España con quien no harán nunca la paz sin incluir a Portugal. Dice
el Marqués a la Reina que está convencido de que el Rey de Francia es
“el de mayor capacidad de disimulo ya que todo esto es contrario a lo
que le dijo en la última audiencia en la que se despidió de él y en la que
empeñó su palabra”1009.
1005
AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 9 noviembre 1666.
El Marqués de Santillán se preparaba para sustituir al Marqués de la Fuente como embajador en
París.
1007
AGS, Estado, Francia, Leg. K1393, Saint Germain, 9 enero 1667.
1008
Francia e Inglaterra se ajustaron en la Paz de Breda: 31 de julio de 1667.
1009
AGS, Estado, Francia, Leg. K1393, París, 20 marzo 1667. El Marqués dice que se han mandado
comprar 2.000 caballos, que continúa el reclutamiento y que se había formado un regimiento nuevo
con que servirá el príncipe de Mónaco; que en Lieja se ha hecho una leva de minadores, que se ha
doblado el número de lo que llaman guardia de corps, sumando aquellas cuatro compañías 800
hombres, sin los oficiales que son 84. Añade que continúan las prevenciones de la armada y está a
1006
410
En mayo Blasco de Loyola convoca al Consejo de Estado, por
orden de S.M., en sesión extraordinaria. Los principales asuntos a tratar
son la inminente invasión de los Países Bajos por el rey Cristianísimo y
el ajustamiento con Portugal. Los consejeros coinciden en que la paz
con Portugal es lo que más “desahogo, alivio y resguardo podría dar a
la Monarquía”, por ello es conveniente “echarlo aparte”, porque si no
se hace, es imposible acudir a otros gastos. “Si cuando no existía la
guerra de Francia no se ha podido aguantar la de Portugal, las
derrotas y pérdidas han sido tantas, teniendo que luchar en Flandes
contra Francia es imposible imaginar un buen resultado en Portugal.
Es necesario eliminar el obstáculo de Portugal a cualquier precio”,
dicen los consejeros. Sobre la forma y modo de hacerlo el Consejo
apuntó algunos caminos, insistiendo en que hay que esperar al resultado
del tratado de Inglaterra y estorbar que se estreche en liga Francia con
Portugal. Y si como se espera, se concluye el tratado con Inglaterra, los
consejeros dicen a S.M. que los holandeses tendrán motivo para abrir
los ojos a los perjuicios de la vecindad de los franceses en Flandes y se
unirán con V.M. en alguna liga, teniendo tantas razones para hacerlo. El
Marqués de Castel Rodrigo les puede persuadir con su experiencia de lo
poco que pueden esperar de los franceses por el anhelo con que aspiran
a la Monarquía Universal, para que, haciendo causa común, acudan a
nuestra defensa, porque además de lo que en general interesa a los
holandeses, está en lo particular Brabante, con inminente y muy
inmediato peligro por la parte que poseen los franceses en aquel
ducado1010.
punto de salir el caballero Dalmeras hacia la Indias occidentales según dicen las voces, con un
socorro de 4.000 hombres y 100.000 escudos, pero no hay quien no crea que se dirige a Portugal.
1010
AGS, Estado, Francia, K1394, Madrid, 24 mayo 1667. Proponen los consejeros que se envíen
100.000 escudos al Marqués de Castel Rodrigo para defender Flandes del ataque de los franceses y
que se pida ayuda al Emperador pero no a muchos más por el ruido que se hace. El duque de Alba, el
411
El Marqués de la Fuente informa sobre la liga ofensiva-defensiva
que habían firmado franceses y portugueses contra España1011. Añade
que habiendo salido Msr. Colbert un día de la semana pasada de la
Rochelle, reservó hasta hacerse a la mar el decir a los pilotos el rumbo
que habían de elegir, y después se confirmó que iban a Portugal. El
Marqués piensa que Colbert va a Lisboa para embarazar cualquier
tratado que propusiese Portugal con España. Informa también de que un
ministro de Portugal, llamado Francisco Ferreira, ha sido recibido por el
Rey de Francia en Charleroi, introducido por el conductor de
embajadores en la misma forma que los demás enviados de Príncipes,
aunque esto el Marqués de la Fuente tiene dudas de que sea cierto pues
se lo contó un portugués y pudo estar influido por la vanidad1012.
En agosto, ante la invasión de los Países Bajos españoles por el
ejército francés, el Consejo de Estado aborda la necesidad de firmar la
paz con Portugal para así poder hacer frente a Luis XIV. Como se
expone en una consulta a la Reina,
“es necesario echar aparte lo de Portugal, que es el punto fundamental
sobre el que se ha de fabricar el edificio, porque sin esto, moralmente
hablando, todo irá en conocida ruina, pues pende de dicho
acomodamiento de Portugal el desahogar los medios de hacienda, y
que viéndonos sin un embarazo de aquel tamaño nos estimen para
buenos amigos y aliados los que al presente dejarán de declararse sin
cardenal Aragón, el Inquisidor General hacen votos particulares sobre la urgencia de hacer la paz con
Portugal estando declarada la guerra en Flandes.
1011
Copia del Tratado de alianza ofensiva-defensiva ajustado en Lisboa el 31 de marzo de 1667 entre
Francia y Portugal contra el rey de España (por 10 años). Francia se comprometía a pagar un subsidio
de un millón ochocientas mil libras cada año, moneda de Francia y a hacer la paz con Inglaterra.
AHN, Estado, Leg. 2797, nº 30.
1012
AGS, Estado, Francia, K1394, París, 10 julio 1667.
412
duda por ver cuán poco apoyo podrán hallar en nosotros mientras esta
espina tiene tan amortiguado el cuerpo de la Monarquía”1013.
De aquí que el Consejo de Estado proponga en el mismo mes de
agosto de 1667 a la Regente que se insista al embajador inglés, lord
Sándwich, para llegar, sin dilación, a un acuerdo con Portugal y firmar
una liga con Inglaterra, asunto este último que se ha encargado al conde
de Peñaranda, aunque se tienen ciertas reticencias acerca de la
mediación de Inglaterra en el asunto portugués, en particular por el
duque de Alba, por lo que se decide dar un plazo de veinte días al
embajador inglés para que traiga poderes de Portugal1014. Y la
negociación es urgente, porque si fracasa hay que buscar un nuevo
mediador, aparte de que sería muy perjudicial a los interese españoles el
que los ingleses acabaran aliándose con Francia1015 por la pujanza de su
marina, que podría atacar las posesiones americanas, siendo preferible
en la actual coyuntura tenerlos como amigos antes que como enemigos,
máxime cuando se sabe, por la correspondencia que el Marqués de
Castel Rodrigo ha interceptado a los franceses, que éstos ofrecen a
Inglaterra las plazas flamencas de Ostende y Neuport1016.
1013
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 31 de agosto de 1667. Sobre la mediación de
Inglaterra Don Pedro Fernández del Campo refirió en el Consejo, por haberle ordenado el Conde de
Peñaranda que diese cuenta en él (ya que no pudo asistir por estar indispuesto), que habiéndole
visitado de cumplimiento Sandwich y procurando meterle el Conde en conversaciones por si podía
descubrir algo de su ánimo diciéndole la borrasca que se padecía en Flandes y cuan solos la
corríamos sin ser ayudados de los vecinos cuando era causa común de todos el impedir los progresos
del Rey de Francia, sin embargo no le respondió sino muy secamente ni aún una palabra de
condolencia más que decir que los holandeses estaban más cerca y que los ingleses serían los
postreros al peligro. A pesar de lo que el Conde intentó explorar no dio nada de sí ni en lo de la liga,
diciendo que no tenía cartas ni órdenes después que nuestros tratados se enviaron a ratificar, por lo
cual el Conde de Peñaranda creía que de los ingleses hay poco que esperar para medianeros ni
aliados pudiendo recelar lo que reservadamente habrán ajustado en la paz con los franceses. El
Conde de Ayala, el Sr. Don Juan y otros consejeros hacen sus votos particulares.
1014
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 31 de agosto de 1667.
1015
Francia e Inglaterra habían firmado en julio la paz de Breda.
1016
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 31 de agosto de 1667.
413
Este debate, sin embargo, parece fuera de lugar porque la guerra
en los Países Bajos españoles ya es un hecho. En cualquier caso, en los
meses siguientes las reuniones del Consejo de Estado se centraron en
convencer a la Reina de que firmase la paz con Portugal y que buscase
alianzas con las que frenar a Francia. En el mes de noviembre, Juan José
de Austria, como consejero de Estado1017, presenta un mapa donde se
representa la situación en que se encuentra España, exponiendo, con
varios argumentos, que es más peligroso Luis XIV que el rey de
Portugal, por lo que aconseja declarar la guerra a Francia1018. En esta
línea se pronunciaron todos los consejeros, que asumieron dicha
propuesta y la manifestada por el duque de San Lucar: “todos saben que
los designios del rey de Francia aspiran a una Monarquía universal”,
por lo que es preciso poner los medios para impedirlo y uno de ellos es
el procurar “salir de los embarazos de Portugal sin ninguna
dilación”1019. En el mes de febrero de 1668 España y Portugal firmaban
la paz en Madrid a través de la mediación inglesa, sin que Francia, que
tanto empeño había puesto para evitar que los Habsburgos sometieran el
reino rebelde, no sólo pudiera impedirlo, sino intervenir en las
negociaciones, lo cual, por otro lado, venía a representar un serio revés
para su diplomacia, incapaz de atraerse a su órbita, no obstante su
incuestionable ayuda, a un reino que, por su situación estratégica,
hubiese sido un inestimable aliado.
1017
Don Juan fue nombrado consejero de Estado el 9 de septiembre de 1650, en agradecimiento a los
servicios desempeñados en Italia con acierto: reducción de Nápoles, pacificación de Sicilia,
recuperación de Piombino y Puertolongo, AHN, Estado, leg. 248, nº 7, juró su cargo en 1667.
1018
AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 21 noviembre 1667. Ver acta completa en el
capítulo de este trabajo referido a Flandes: “Preliminares de la guerra de Devolución”.
1019
AGS, Estado, Francia, K1394, Madrid, 25 noviembre 1667. Ver acta completa en el capítulo de
este trabajo “Preliminares de la guerra de Devolución”.
414
Capítulo VII
PRELIMINARES DE LA GUERRA DE DEVOLUCIÓN
7.1. Conflictos territoriales y aislamiento militar de Flandes
Uno de los principales problemas en las relaciones entre España y
Francia durante los años 1660-1667 es el de Flandes, territorio en el que
Luis XIV tenía puestos los ojos desde el principio de su reinado. En el
Tratado de los Pirineos España fue obligada a hacer concesiones
territoriales en los Países Bajos: la mayor parte de Artois y pequeñas
áreas de Flandes1020, pérdidas dolorosas pero no desastrosas; fue el
matrimonio de Luis XIV con la Infanta María Teresa el que se llegó a
convertir en un gran problema para España1021.
Desde la firma del Tratado, a pesar de que se había iniciado un
período de buenas relaciones entre España y Francia, no cesaban las
disputas por señalar los límites de Flandes, siempre aplazados y
pendientes de nuevos nombramientos de comisarios que los
establecieran, aunque existió un deseo por las dos partes de no romper
1020
Felipe IV, además de ceder a Francia toda la Cataluña al norte de los Pirineos (el Condado de
Rosellón, la Vega de Coflent y parte de Cerdaña), según los Art. 42 y 43 del Tratado, cedió los
siguientes territorios de Flandes. Art. 35: En el Condado de Artois, el Rey Cristianísimo quedará en
posesión de la Villa y Ciudad de Arrás, de Hesdín, de Bapama, de Betuna, de Lilers, de Lens, del
Condado de San Pol, de Teruana, de Pas, y de todas las demás Baylías y Castellanías de dicho
Artois, a excepción sólo de Ayre, de San Omer que quedarán a S.M. Católica. Art. 36: En la
Provincia de Flandes el Rey Cristianísimo quedará en posesión de la plaza de Gravelina (con los
fuertes Phelipe, la Esclusa y Hanain), de Bourbourg, y de San Venant. Art. 37: En la Provincia de
Henao el Rey Cristianísimo quedará en posesión de las Plazas de Landresi y Quesnoy. Art. 38: En la
Provincia y Ducado de Luxemburgo el dicho Rey Cristianísimo quedará en posesión de las Plazas de
Thionville, Montmedi, Damvillers, de la ciudad de Ivoy, de Chavenci, su castillo y Prebostado, del
puesto de Mraville. Art. 39: En que declarando S.M. Cristianísima no poder consentir en la
restitución de algunas Plazas, se expresa el equivalente. Art. 40: En que se estipula la entrega que
hace S.M. Católica al rey Cristianísismo de la Villa y Plaza de Avenas. ABREU BERTODANO,
J.A..: “Colección de los Tratados de Paz”, Reinado de Felipe IV, Parte VII, pp. 140-144.
1021
KAMEN, H.: “España en la Europa de Luis XIV”. Historia de España R. Menéndez Pidal.
XXVIII. Madrid, 1993, p. 208-209.
415
el entendimiento. Así, mientras Felipe IV, en las Instrucciones que
entrega al Marqués de Caracena1022, le ordena que elabore una relación
de las concesiones que se pueden hacer a Francia para que Luis XIV
quede satisfecho, sin demasiado perjuicio para España1023, el
Cristianísimo pide a sus ministros que den cuenta de las diferencias en
los confines pero sin pasar a la violencia, como pretendía el Parlamento
de Metz y los de Servigni y Champsneville en el país de Luxemburgo.
Más todavía, ante las quejas del Marqués de la Fuente, cuando los de la
guarnición de San Venant, en tropa y armados, van al bosque cerca de
Nieppe a cortar y llevar maderas cometiendo daños considerables,
ordena prohibir esas salidas so pena de que dichos oficiales hayan de
responder en su propio nombre a un castigo ejemplar1024.
Poco a poco, sin embargo, el ambiente de paz se enrarece. Luis
XIV comunica a Madrid, a través del arzobispo de Embrún, la
pretensión de trocar el fuerte de Anouin por el de Linchen en Flandes.
Pero este trueque, aconsejado finalmente por el Marqués de Caracena
dadas las conveniencias que se podían obtener en negociaciones futuras,
aunque advirtiendo de que con ello no se debía abrir la puerta a otras
pretensiones, sólo beneficiaba a Francia. Esto es lo que se desprende,
por un lado, de los argumentos de Le Tellier al Marqués de la Fuente1025
y, sobre todo, de los informes del Conde de Fuensaldaña que decían que
era más interesante para España el fuerte de Linchen porque permitía
defender el territorio y embarazar la introducción en Flandes de
mercaderías de contrabando1026.
1022
En ese momento gobernador de los Países Bajos.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 2 julio 1662.
1024
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 julio, 1662.
1025
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 julio, 1662.
1026
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 Marzo, 1662. Existen otras consideraciones para
que en Madrid se desestime la permuta de las plazas. Como había informado el conde de
Fuensaldaña el gobernador de Gravelinas estaba interesado en la laza de Linchen para proteger su
1023
416
Estas diferencias se aprecian asimismo en el proceso de cesión de
la plaza de Avenas, estipulado en la Paz de los Pirineos1027, ya que Le
Tellier rechaza las
propuestas planteadas por considerar que son
impracticables, si bien para el Marqués de la Fuente, la razón de este
desacuerdo reside únicamente en la postura altiva de Francia y en el
deseo de Luis XIV de quedarse con todo; “conociendo el viento que
corre, quiere servirse de él desplegando todas las velas”1028.
Menos oposición muestra España a la demanda de Luis XIV,
comunicada a Madrid a través de su embajador, el arzobispo de
Embrún, de que se supriman las nuevas imposiciones que se han
establecido en Flandes al tránsito de madera, leña y cortezas que iban de
Champaña y Chateau Renault a Lieja por el río Mosa ya que perjudican
a las rentas de la Reina madre de Francia que se nutren del comercio de
esos productos. El Duque de San Lucar aconseja a Felipe IV que se dé
satisfacción a Francia en esta pretensión1029.
En 1665, empero, la cuestión de los límites de Flandes sigue
pendiente, particularmente en torno al país de la Lewe y el bosque de
zona y para quitarse un padrastro tan grande y tan cercano que está mirando dentro de su plaza, en
tanto que la posesión por España es fundamental para embarazar la introducción en Flandes de
mercaderías de contrabando y para la defensa del territorio circundante, ya que tiene capacidad para
800 a 1.000 hombres de guarnición, lo que no sucede con el fuerte de Anouin que es un puestecillo
de ninguna importancia situado en el país de Brodenarda que sólo lo pueden guarecer 25 soldados no
cubriendo terreno ni dando paso. Por todos estos motivos juzga el conde que en ningún modo es
igual el trueque que se ofrece, que en todo caso se cambie por San Venant.
1027
Art. 40 de la Paz de los Pirineos: se estipula la entrega que S.M. Católica hace a S.M.
Christianísima de la plaza de Avenas. ABREU Y BERTODANO, J.A. de: “Colección de los
Tratados de Paz”, Reinado del Rey Felipe IV, Parte VII, p. 144.
1028
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 julio, 1662. El litigio es remitido al Consejo de
Flandes para que lo vea, examine y consulte lo que se le ofreciere, con el encargo de comunicarlo al
Consejo de Estado con urgencia para que pueda emitir así su opinión sobre un expediente importante.
(AGS, Estado, Francia, leg. K1386, 12 septiembre 1662).
1029
AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 29 enero 1662. El Duque de San Lucar dice que las
nuevas disposiciones contravienen a las del 14 de diciembre de 1645 y, sin más demora, pide que se
envíe al Consejo de Flandes el informe que presenta el embajador de Francia para que cesen las
trabas a ese comercio.
417
Mormal, hasta el punto de que el Marqués de la Fuente solicita a Luis
XIV que ceda, al menos, en lo relativo al bosque de Mormal, aunque
piensa que no será fácil, sobre todo cuando en la conferencia de
comisarios los representantes de Francia no aceptaron la validez de los
documentos aportados por España en defensa de los derechos de Felipe
IV1030.
Con ser importantes los conflictos por los límites de la frontera, lo
que verdaderamente interesa al Consejo de Estado es conocer los
efectos militares, las fortificaciones que Francia pretende construir en
Dunkerque y los movimientos de tropas francesas en la frontera de los
Países Bajos españoles por lo que pide información al Marqués de la
Fuente y al Marqués de Caracena1031. Caracena, en una nota enviada a
Madrid en 1663, sospecha que el rey Cristianísimo cuenta con ser dueño
de los Países Bajos tarde o temprano y pide que se vigilen las plazas
fronterizas porque Francia buscará la ocasión para declarar la guerra1032.
En efecto, en 1664, Luis XIV empieza a mover tropas en esta
frontera con la excusa de reforzar los presidios, según informa a Felipe
IV el Marqués de la Fuente1033. Esta decisión, sin duda, no sentó bien en
Madrid, y el embajador español, poco tiempo después, requirió del Rey
Sol una explicación. La respuesta no pudo ser más seca ni más evasiva:
“reunía tropas en la frontera sin haber resuelto su empleo”. Para el
Marqués de la Fuente esta salida del monarca encerraba algún designio
oculto. Descarta que vaya a declarar la guerra a España, pero no
1030
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 25 abril 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 9 de noviembre de 1662 y 28 de noviembre de 1662.
1032
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, 19 de abril 1663.
1033
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 8 enero 1665. El Marqués de la Fuente advierte a
Madrid de que el Rey Cristianísimo ha enviado a la frontera de Flandes 20 compañías, de los dos
Regimientos de las guardias del Rey Cristianísimo francesa y esguizara.
1031
418
entiende la actitud desabrida del monarca y de la Reina madre y sólo
puede notificar a Madrid las sospechas de que algo se está fraguando en
París: “con pocas tropas, dice, consigue no solo persuadirse de que es
el árbitro del mundo, sino que todos le tengan por tal”1034.
Por otra parte, la decisión de Felipe IV, a instancias del Marqués
de Castel Rodrigo, de reclutar tropas en Alemania para reemplazar las
existentes y para trasladarlas al frente portugués, tampoco agrada a Luis
XIV, quien, en la audiencia que concedió al Marqués de la Fuente, le
expone no sólo su desagrado sino sus temores: tales tropas podrían ser
utilizadas por el Emperador para consolidar su pretensión, en el caso,
como teme, de que los Países Bajos españoles sean transferido a
Leopolodo I en concepto de dote por el matrimonio con la Infanta
Margarita, como así se lo aseguraban de diferentes partes, motivo por el
cual había enviado a Madrid al Barón de Lisola para que le informase
puntualmente sobre este asunto y pidiera explicaciones a Felipe IV.
Entretanto, había ordenado juntar sus tropas en la frontera con Flandes y
había solicitado a los príncipes alemanes del Rhin que impidieran el
paso de las tropas alemanas reclutadas hacia los Países Bajos, cuyos
efectivos estimaba entre 15.000 y 30.000 hombres, aparte de un ejército
de 6.000 soldados enviados desde Viena por el Emperador, y que
sumados a los 12.000 hombres acuartelados en Flandes suponen un
ejército sumamente poderoso y peligrosos para su seguridad.
De nada sirvieron las explicaciones dadas a Luis XIV por el
Marqués de la Fuente, relativas a las capitulaciones matrimoniales de la
Infanta Margarita con Leopoldo I, en todo ajustadas a las que se
hicieron en su día en los esponsales de la Emperatriz María, ni sus
1034
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París 8 febrero 1665.
419
esfuerzos para convencerle de que en ningún momento se había pensado
en transferir por dote los Países Bajos españoles. Tampoco sirvió de
mucho su aclaración de que las tropas alemanas reclutadas eran muy
inferiores a los cálculos establecidos por Luis XIV y que su número era
el que realmente se necesitaba para la dotación de las plazas en tiempo
de paz y para prevenir posibles sucesos bélicos. Y menos aún,
recordarle que las negociaciones con los príncipes alemanes molestaba
el status quo político en Europa, ya que nadie podía impedir al
Emperador asegurar con sus tropas los Países Bajos españoles en
tiempos de paz, sobre todo tratándose de unos territorios indefensos en
los que se comprendían algunas provincias que eran feudatarias. La
actitud del Cristianísimo de oponerse al envío de tropas alemanas a
Flandes fue rotunda y firme, sin descartar la posibilidad de entrar en
guerra contra España, porque —como aseguró— “los intereses de
estado no se sujetan a los parentescos”. Y esta velada amenaza no pasó
desapercibida al Marqués de la Fuente, quien, sin reparo, le respondió
que todo daba a entender que su negativa a la presencia de alemanes en
Flandes, así como el movimiento de tropas que hacía en la frontera, iba
dirigido, sobre todo, a impedir la reconquista de Portugal, alentando a
los rebeldes, algo que “en París no duda nadie”1035. Luis XIV invierte
los términos del conflicto y en un memorial que envía a Felipe IV, a
través del arzobispo de Embrún, queda bien patente: las maniobras de
su ejército van “en contra de un cuerpo de ejército de tropas alemanas
que se junta bajo el nombre de S.M. el rey de España para preparar
una guerra peligrosa a sus estados”1036. (Doc. n° 10).
1035
1036
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París 10 febrero 1665.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, febrero 1665.
420
En Madrid el Consejo de Estado no sale de su asombro y los
ministros son conscientes de que cualquier resolución que se adopte
tropezará con embarazos de mucho peso: “con los franceses nada vale
menos que la razón, experimentándose cada día la soberbia con que
pretenden mandar y hacerse obedecer por todos”. De aquí que
proponga a Felipe IV que procure personalmente tranquilizar a Luis
XIV cuanto humanamente supiere con palabras, sincerando su ánimo
para que esté seguro de que no ha dado en dote las provincias de los
Países Bajos a la Infanta emperatriz, escribiendo S.M. sobre ello carta al
Rey de Francia en la forma más reservada y confidente, con las palabras
más significativas de amor, confianza y segura amistad, certificando y
asegurando sobre su honor y palabra de Rey y de buen padre del Rey
Cristianísimo, que ni ha hecho ni ha pensado hacer semejante renuncia,
ni apartar de su Monarquía aquellas provincias en perjuicio de su hijo,
el Príncipe, su sucesor. Propone también el Consejo a S.M que recuerde
a S.M. Cristianísima que no sólo permanece en la firme y constante
resolución de observar religiosamente la paz que tiene asentada y jurada
con Francia, sino que “desea encontrar cada día las ocasiones para
estrechar más los vínculos de amistad, parentesco y cordial afición, sin
diferenciarle del amor entrañable que V.M. tiene a la Sra. Infanta
Reina de Francia”. El Consejo añade que se puede escribir al Marqués
de la Fuente aprobando el comportamiento que tuvo en la audiencia con
el Rey, y manifiesta que es un acto de soberbia intolerable que Francia
no deje pasar a los ejércitos alemanes a los Países Bajos, aunque ponga
la excusa de la dote de la Señora Emperatriz. Los consejeros ven claro
que la verdadera razón es el deseo del rey Cristianísimo de que queden
sin defensa las provincias, porque la dificultad de enviar a ellas italianos
y españoles nadie la ignora, de manera que si se impide enviar
alemanes, nación que siempre ha servido en todos los ejércitos de S.M.,
421
como príncipe natural alemán, y cuya Augusta Casa tiene tanta parte y
tantos dominios y estados en aquellas provincias, quedaría el País Bajo
al albedrío de quien quisiera ocuparlo. Proponen los consejeros que se
diga al Marqués que S.M. ha dado orden al Marqués de Castel Rodrigo
para que disponga que reclutando los regimientos de alemanes viejos
que hoy se hallan en aquella provincia, por lo menos envíe 2.500 a
España, añadiendo que si no hallan bajeles en los puertos de Flandes se
pidan al rey Cristianísimo, o se pida permiso para que mande que en sus
puertos se puedan tomar a flete, gesto que demuestra sinceridad y
candidez. Añaden los consejeros que se hable en la misma forma al
embajador de Francia en Madrid.
Por otra parte, el Consejo analiza la propuesta presentada por el
arzobispo de Embrún de firmar una liga de garantía entre España y
Francia para defender los estados de Flandes contra cualquiera que los
quisiese invadir, en vida de S.M. y de sus sucesores. Al concretar que
tenía poder para establecer la liga sólo en vida de S.M. Felipe IV, el
Duque de San Lucar aclaró que debía ser en vida de S.M. Felipe IV y de
sus sucesores, y el francés accedió a que fuera “en vida de S.M. Felipe
IV y de su hijo Carlos”, reservándose el derecho del siguiente. En el
Consejo de Estado la firma de esta liga no parece conveniente y el
Duque de San Lucar expresa que este asunto ya se había tratado por el
Conde de Fuensaldaña con las Provincias Unidas cuando se ajustó entre
ellos y Luis XIV una liga en la que Felipe IV deseaba incorporarse y
que no pudo hacerlo por la oposición de Francia, como ya se ha
estudiado en otro capítulo.
Los consejeros de Estado, preocupados, empiezan a considerar
que Francia lo que busca es un pretexto para la guerra. Dicen que
422
“cuando a Francia le falten pretextos, como el paso de los alemanes,
buscará otros, y llegará un momento en que no se podrá dar
satisfacción con honor y con decoro a demandas tan inicuas como la
presente,
más
servirá
nuestro
abatimiento
de
multiplicarlas
abandonando el caudal más estimable de los reyes, y aún de los
particulares, que consiste en mantener la reputación. Sólo se opone a
este discurso la oportunidad y la sazón del tiempo, pues hallándonos ya
en la primavera y debiendo ganar las horas para meter nuestro ejército
en campaña contra Portugal cualquier mínima diversión es un
grandísimo e irremediable perjuicio, y aunque parece harto probable
que esta misma consideración haya movido el ánimo del Rey
Cristianísimo, no podemos negar que la ocasión le ha beneficiado. Se
debe decir al marqués de la Fuente que, aunque el marqués de Castel
Rodrigo no tuvo orden para pedir estos 6.000 hombres, tuvo razones
para hacerlo, y fue aprobado por S.M. porque había pedido italianos y
españoles y no había podido conseguirlos por estar ocupados en la
guerra de Portugal. Su obligación es defender los estados como se le ha
mandado de sus vecinos ingleses y holandeses”. El Consejo dice
también que se deben enviar medios al Marqués de Castel Rodrigo, al
menos 200.000 escudos; que las tropas se pongan en marcha a ser
posible eviten encontrarse con las tropas francesas, encaminándolas por
Vesel o por Holanda, y advierte al Rey que “está descubierta la herida
y las intenciones del rey de Francia”, juzgando que “ para que no nos
coja el accidente en el estado en que nos hallamos, se debe preparar la
hacienda, pues sin ella no hay discusión ni medios que puedan reparar
la sobrada ambición de un rey mozo”1037.
1037
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 febrero, 1665.
423
Tan delicada es la situación que, dos días después, Felipe IV
manda convocar un Consejo extraordinario. El motivo es el mismo: la
reacción de Luis XIV ante el movimiento de tropas alemanas hacia
Flandes. Se estudia de nuevo la carta del Embajador que cuenta la
audiencia que tuvo con Luis XIV y el memorial del arzobispo de
Embrún. Los consejeros de Estado, para suavizar la tensión, sabiendo
por la carta de D. Diego de Prado1038 del 14 de diciembre que el número
de alemanes que ofreció el Sr. Emperador es de 4.500 infantes y 1.000
caballos, dicen que se podría ordenar que estos mil caballos viniesen
desmontados a España incluidos en los 2.500 que se consultó,
previniendo embarcación para ello, pues con esto se dará satisfacción al
Rey Cristianísimo y demostración de que la gente alemana no se trae
con intención de formar ejército sino para reemplazar lo que falta a esta
nación y suplir lo que no ha ido de España y de Italia1039.
El Consejo de Estado encarga al Duque de San Lucar comunicar
al embajador francés la solución acordada, así como el disgusto de
Felipe IV por la oposición de su señor a que entren soldados alemanes
en los Países Bajos, juzgándose tal negativa como un acto fuera de toda
medida, por ser esta nación la que siempre ha servido en los ejércitos
españoles, por ser los Habsburgo príncipes naturales de Alemania y
poseer su Casa tantos dominios en el Imperio1040. Entretanto, Felipe IV,
1038
Don Diego de Prado era encargado de negocios en el Imperio desde 1662 hasta 1666 que llegó el
nuevo embajador, conde de Castellar.
1039
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 24 febrero 1665. Sobre la queja del marqués de
Castel Rodrigo por no poder cobrar las letras vuelve el Consejo a repetir a S.M. que es un asunto que
no admite dilación, pues para socorrer a la gente que viniere es menester que haya caudal pronto, que
se necesita que el Marqués tenga a la mano de que valerse pues según la dotación que V.M. ha
mandado señalar para el sustento de las guarniciones y demás gente de guerra faltan más de 300.000
escudos aun cuando saliese cierta la partida que se libró al Marqués en Nápoles que es tan dudosa.
Este Consejo reitera lo dicho dos días antes y repite que Felipe IV debe escribir una carta a S.M.
Cristianísima
1040
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 25 febrero, 1665. El Duque de San Lucar, siguiendo
instrucciones del Consejo de Estado, debe insistir al arzobispo de Embrún en que se procede por
parte de S. Md. con tanta sinceridad y candidez, que se ha dado orden al Marqués de Castel Rodrigo
424
siguiendo las recomendaciones del Consejo de Estado, escribe al
Marqués de la Fuente encargándole que procure desvanecer las
sospechas de Luis XIV, a cuyo fin puede mostrarle una copia de la carta
que ha enviado al Marqués de Castel Rodrigo con la orden de embarcar
2.500 alemanes con destino a España1041, así como entregarle otra de su
puño y letra, cuyo contenido es del tenor siguiente:
“Aunque he
ordenado al Marqués de la Fuente satisfaga a V. Md. de algunos
escrúpulos que he entendido tiene por el paso de alguna gente alemana
a mis Países Bajos de Flandes, me ha parecido decir a V.Md. por esta
carta reservada (que quisiera fuera de mi propia mano) cuan libre y
seguro puede estar de cualquier recelo, certificando sobre mi
conciencia y sobre mi honor y en palabra de Rey y de buen padre de
V.Md. que no he hecho ni pensado hacer separación alguna de aquellas
provincias en perjuicio del príncipe mi hijo, mi sucesor, y que no sólo
permanece en mí constante la resolución de observar religiosamente la
paz, sino que deseo se ofrezcan cada día ocasiones de estrechar más los
vínculos de amistad y parentesco con V.Md. a quien no diferencio en el
amor que le profeso al entrañable que tengo a mi hija sin hacer
distinción alguna imaginable de nuestros intereses. Sobre que más
largamente dirá a V.Md. el Marqués de la Fuente a quien me remito1042.
Los intentos de Madrid por disipar los recelos de Luis XIV
fracasaron estrepitosamente, no tanto porque dudara de las intenciones
de Felipe IV, como porque con su actitud perseguía inquietar a España y
obstaculizar nuevas campañas militares contra Portugal, cuando no
para que disponga que, reclutando los regimientos de alemanes viejos que hoy se hallan en aquellos
países, envíe por lo menos 2.500 alemanes a España, añadiendo que si no se hallan bajeles en los
puertos de Flandes se pidan al rey de Francia, o permiso para que mande que en sus puertos se
puedan tomar a fletes, con lo que se manifiesta bien la llaneza y buena fe de proceder de S.M.
1041
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 26 febrero 1665.
1042
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 26 febrero. 1665.
425
dejar indefensas las provincias de los Países Bajos españoles. Así lo
expuso abiertamente el Cristianísimo al Marqués de la Fuente, quien se
sorprendió al escuchar que lo que le preocupaba del envío de 4.000 ó
6.000 infantes alemanes era que con ello se aseguraba Amberes y otras
tres o cuatro plazas principales, a lo que el embajador español respondió
que no había visto nunca a quien no está con la espada en la mano
preocuparse, o por lo menos dolerse, de que el dueño de una provincia
quiera asegurarla. En la carta que cuenta esta audiencia, el Embajador
español confiesa: “si este ruido se fundase solo en los celos de la
donación de los Países Bajos, después de lo que dije en la primera
audiencia se hubiera puesto fin a todo, pero después de lo que le he
referido y me manifestó Msr. Le Tellier será milagro si acertamos con
lo bastante, pues ni la diligencia ni la maña de un ministro ni la razón
creo que bastará, y aunque quedó mandándome el Rey que asegurase a
V.M. de su buena correspondencia, me recato infinito de lo que podrá
producir después de llamar luego a Consejo a Msr. Le Tellier y Msr.
Lionne, y más que a estos temo el jugo que traerán los despachos del
Arzobispo de Embrún. Estaré atento por si pudiese echar agua y de
todo avisaré a V.M. y al Marqués de Castel Rodrigo1043.
Celebrado el Consejo, Msr. Lionne llamó al Marqués de la Fuente
a una nueva audiencia. En primer lugar se alargó en manifestar cuan
gustoso quedaba el Rey con la carta de Felipe IV y lo fácil que era
continuar en la buena correspondencia si se disponía que las tropas
pasaran a España por Italia. Después, Lionne llegó a amenazar al
Embajador español diciéndole que sería responsabilidad suya una
ruptura si no impedía el paso de las tropas alemanas a Flandes. El
Marqués de la Fuente se defendió con razones diciendo que las
1043
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 9 marzo 1665.
426
amenazas podían conseguir efectos contrarios pero el francés no cedió a
sus argumentos diciendo que sería una provocación que las tropas no
pasaran por Italia, continuando ambos una destemplada discusión. El
Marqués decidió entonces hablar con la Reina quien, tras escuchar al
Embajador, mostró gran sentimiento y se ofreció a hablar con el Rey.
Días después, encontrándose el Marqués de la Fuente con Msr. Le
Tellier se presentó sin aviso Lionne y ambos volvieron a decirle que
S.M. no podía admitir el paso de las tropas, insistiendo con tantas
razones y vehemencia que hablaban de un rompimiento inminente. El
Marqués se mantuvo firme pero los ministros franceses le obligaron a
participar a Madrid la situación. Después fue a ver a la Reina Madre
para saber lo que le había respondido el Rey, confiando en que la Reina
habría aplacado a su hijo y no ejecutaría el ultimatum dado por sus
ministros, pero la Reina confesó que no se había atrevido a hablar de
ese espinoso asunto con su hijo; con ternura, dijo al Embajador que sólo
se fiaba de Dios. El Marqués, sin entender la insistencia de los franceses
en romper la paz, después de haberles declarado repetidas veces que los
estados de Flandes no se donaban, se retiró a su posada y, mientras
escribía un despacho para Castel Rodrigo, recibió orden del Rey para
que le esperase a las diez de la noche en el cuarto de su madre. Cuando
llegó el Marqués, Luis XIV le habó diciendo que “para excusar el
rompimiento las tropas de 2.000 hombres debían pasar por Italia a
España porque era el camino más breve, y los 1.500 restantes (no
6.000) y 500 caballos pasasen a Flandes”. Le pidió palabra de que
mantendría lo ofrecido y al contestar el Marqués que no dependía de él,
se la volvió a pedir por segunda vez respondiendo entonces el
Embajador que debía escribir al Marqués de Castel Rodrigo y a Madrid.
El Rey repitió que esa era su propuesta y que se viera con Lionne para
ajustarlo mejor.
427
Al día siguiente el Marqués visita a Lionne y trata de convencerle
de la buena intención de Felipe IV; le recordó cual había sido su
comportamiento con ocasión de los disgustos con el Papa1044, cosa que
el ministro reconoció así como la fineza del Rey de España, pero no
consiguió hacerle cambiar de opinión. Decepcionado, escribe a Madrid
lamentándose de la presión que le hacen los franceses, de la
mortificación que ha pasado viéndose obligado “a medir las palabras
más que con la razón con la prudencia”, y expresa la sospecha de que
todos en Francia desean la guerra, incluso los soldados que tendrán
empleo, y los oprimidos (que son todo el reino) que tendrán la
esperanza de mejorar la fortuna1045.
La perspicacia del Marqués de la Fuente no defraudó, una vez
más, a Le Tellier pues éste le dijo que “no se salvaba todo con la
seguridad de que los Países Bajos no eran dote de la Infanta
Margarita”, lo que dejó al Embajador “embarazadísimo” por lo que
escribe de nuevo a Madrid mostrando su preocupación con tono
claramente pesimista: “daría muchas libras de mi sangre por no ver
comprobado lo que las demostraciones antecedentes me obligaron a
conocer... Faltaría a mi obligación, si no advirtiera a S.M. que
conviene componer sus Provincias si no como quien tiene guerra
abierta, como quien quiere asegurarlas de una sorpresa; será digno de
la prudencia de S.M. elegir la forma que ni haga preciso el empeño de
un rey de 26 años, hijo favorecido de la fortuna, ni anticipe la
rotura”1046.
1044
En el capítulo de este trabajo dedicado a Roma se estudia la intervención del Marqués de la
Fuente en el enfrentamiento que el Rey Cristianísimo tuvo con el Papa.
1045
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 16 marzo 1665.
1046
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 18 marzo 1665.
428
El Consejo de Estado, a la vista de estas noticias, pondera el
modo con que tratan las cosas en Francia y “la poca seguridad o
ninguna que podemos tener en la observancia de lo capitulado pues se
buscan pretextos, y solicita el efecto de ellos su ambición e inquietud,
como tantas veces se ha representado a V.M. y es bien conocido en
todas las provincias de Europa, con que hace preciso que se atienda
con toda aplicación a mirar por el resguardo de las cosas de dentro y
fuera de España y que a este fin se apliquen todos los medios que pide
la razón para que no nos perdamos tan sin ella a la vista de lo que
sucede”. Tras agradecer el comportamiento del Marqués de la Fuente
que se ha mantenido firme ante las amenazas, los consejeros, a la vista
de la oposición de Francia, abandonan la idea de llevar tropas alemanas
de reemplazo a Flandes y proponen que el Marqués solicite permiso al
Rey Cristianísimo para el paso por Lorena de 2.000 italianos. El
Consejo de Estado propone también que el Rey escriba a las Reinas
para agradecer los oficios que interponen para la conservación de la paz
y unión entre las dos coronas y al Embajador del Sr. Emperador para
que sepa el modo con el que se comportan los franceses y conozca sus
intenciones. Propone el Consejo que el correo que se envíe al
Embajador lleve asistencias pues S.M. Cesárea las necesitará para
mantenerse armado y se manden también asistencias al Marqués de la
Fuente como ha repetido muchas veces1047.
1047
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 27 marzo 1665. Que vayan también 2.000 españoles
para salvar la seguridad. Los 2.500 hombres que habían de pasar por mar desde Flandes a España,
que se encaminen a Milán, dando orden al virrey de Nápoles para que asista al gobernador con todo
lo necesario. Que se ordene al Marqués de Castel Rodrigo que el resto de los 4.000 infantes y 500
caballos que se pidieron pasen luego a Flandes para juntarse con la gente del Marqués de Baden que
se halla en aquellos estados, no obstante la orden que antes estaba dada pues esta es la que ha de
ejecutar, encargándole el cuidado de la conservación de esas tropas y de la aplicación que debe tener
sin dar celos ni ocasión como se fía de su prudencia.
429
Felipe IV, atendiendo la Consulta, escribe a su Embajador. Tras
agradecerle la prudencia, discreción, firmeza y constancia con que se
comportó frente a las amenazas de los franceses, le encarga que pida al
Rey Cristianísimo que, ya que le repugna tanto el paso de las tropas
alemanas a Flandes, facilite el paso de 2.000 italianos que vienen de
Milán. Añade el Rey que confía en su maña e inteligencia para que este
asunto quede en los términos que pide la razón natural de poder
defender cada uno su propia casa1048. Poco tiempo después el Consejo
de Estado encarga al Marqués el seguimiento de los 2.000 italianos que
deben pasar a Flandes1049 informando a Don Luis de Ponce y al
Marqués de Castel Rodrigo1050.
La operación pendiente de enviar 2.000 italianos de Nápoles y del
estado de Milán a Flandes no es sin embargo sencilla. El duque de
Lorena propone que pasen primero 600 hombres de Borgoña, pero al
Consejo de Estado le parece que tiene más dificultades el paso de tropas
pequeñas; siempre que han pasado tropas de Italia a Flandes ha sido en
cuerpo de ejército entero que asegura los tránsitos, y por eso propone
que se deje el paso por tierra y se escriba a D. Luis de Ponce para que
las encamine por mar fletando bajeles hasta Flandes, tanto para los
1.000 de Lombardía que están a su cargo como para los 1.000
napolitanos si hubieren llegado. Que se escriba también al cardenal
Aragón1051 para que acuda con el dinero necesario para el gasto, que no
será mucho mayor que el que se ocasionaría si se hace el traslado por
1048
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid 2 abril 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.
1050
El Marqués de la Fuente informa al Marqués de Castel Rodrigo del paso de 2.000 italianos por
Lorena. Recuerda que la leva se ordenó el año anterior. AGS, Estado, Francia, Leg. 1390, Saint
Germain, 24 de julio 1665.
1051
El cardenal Aragón había cesado como agente en la embajada de Roma tras la firma del Tratado
de Pisa y entrada en la embajada de su hermano Pedro. En este momento era Virrey de Nápoles.
ESTENAGA ECHEVARRÍA, “El Cardenal Aragón”, París, 1929, p. 159.
1049
430
tierra. El Consejo expone que se debe hacer el traslado a la mayor
brevedad porque Flandes está desprotegida y amenazada, además se
dispone del permiso de Francia. Propone que se envíen también 2.000
españoles, reclutados en lugares vecinos a la costa para que se puedan
embarcar sin dilación, por ejemplo en Galicia, León y Asturias, pues
estarían preparados para el paso. Y se lamenta el Consejo porque
considera que Flandes está indefensa1052.
7.2. El problema de las infraestructuras en los Países Bajos
La construcción de un canal en la ribera del Nieppe fue un
proyecto que los españoles ambicionaban desde tiempos del Cardenal
Infante porque facilitaba el transporte de madera y aumentaba el agua
en las zonas cercanas; el Marqués de Caracena lo tuvo muy adelantado
y, en 1664, el Marqués de Castel Rodrigo decidió continuar su
ejecución. Pronto empezaron las quejas de los franceses y el Marqués
de la Fuente, que las percibió en París, pidió información tanto al conde
de Marles, que es quien ejecutaba la obra, como a Castel Rodrigo que la
había encargado. En una carta airada, Castel Rodrigo responde al
Marqués explicando la necesidad del canal y su historia a la vez que
pone de manifiesto su satisfacción por dicha obra y reconoce que la
principal ventaja de dicho canal “es que se encuentra en nuestra casa y
podemos hacer lo que queramos, pues no toca al territorio vecino. Y si
no vale la razón, siempre creeré que menos valdrá la tolerancia y
abatimiento con que les sufrimos tantas desverguenzas”1053. En los
mismos días el Marqués recibe una carta de Lionne protestando, en
nombre de S.M. el Rey Cristianísimo, por la presa que hace el Marqués
de Castel Rodrigo que considera intolerable porque, según dice, deja sin
1052
1053
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 2 agosto 1665.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Bruselas, 1 Mayo, 1665.
431
agua, su principal recurso, a la plaza de San Venant, y además quita al
Rey aquel pasaje sobre la Lisa que tanto se discutió en la conferencia de
Paz y que Francia compró al caro precio del reparto de otras plazas —
cosa que si el sr. Don Luis (de Haro) estuviera vivo podría confirmar—.
Lionne considera que la construcción de este canal y lo que pretende el
Marqués de Castel Rodrigo de desviar el curso del Mosa e impedir que
pase por Mastricht es una manifiesta contravención a la paz1054.
El Marqués de la Fuente cuenta a Castel Rodrigo la conversación
que mantuvo con los reyes sobre el canal. Primero habló con la Reina
madre a la que intentó convencer de la conveniencia de su construcción
y a la que explicó que el proyecto tenía su origen en el Cardenal Infante
y que se había interrumpido su construcción en tiempos de Don Juan
por haber otras prioridades. La Reina dijo al Embajador que entonces
San Venant era de los españoles y podían hacer lo que quisieran, pero
ahora no podían dejar a San Venant sin agua porque sería una
contravención a la paz y había que impedirlo por todos los medios. El
Marqués habló después con el Rey quien, con palabras mesuradas,
manifestó su disgusto por la ejecución de la obra añadiendo que su
mayor sentimiento era que se quisiese violentar la paz; el Rey llegó a
decir al embajador español que este hecho era “el de más consecuencia
sucedido después de la paz”. También recordó que se había llegado al
acuerdo con Don Luis de Haro de recibir San Venant a cambio de otras
plazas para tener un paso y San Venant sin agua se convertía en una
plaza inútil. Repitió que, aunque cada cual puede hacer en su casa los
canales que quiera, no puede privar al vecino de cosa esencial. Después
el Rey reiteró su buena voluntad para entenderse y el Marqués su deseo
de no provocar continuos reproches. Pero el día siguiente, en la visita
1054
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint Germain, 8 mayo 1665.
432
habitual que hacía a la Reina, el Embajador encontró al Rey quien con
semblante serio le dijo que, después de haberse retirado la noche
anterior, tuvo noticias de que se trabajaba con tanta aplicación en el
canal que en pocos días estaría terminado, por lo que había ordenado al
Duque de Elbeuf que se encaminase desde Arrás, en donde se
encontraba, hasta el mismo canal para impedir el trabajo sin reparar en
nada. El Rey habló al Marqués con tono encendido y reconoció que de
haber sido otro el Embajador le hubiera hablado de otra forma, pero
siendo él, le había querido advertir de que enviaba a Elbeuf para que no
dijera que no le había avisado. El Marqués de la Fuente respondió que si
ya había partido la orden para que Elbeuf actuara, llegaba tarde la
advertencia, porque él se comprometía a pedir a Madrid y a Bruselas
que se interrumpieran las obras hasta conocer el alcance y las
consecuencias. Ante esta respuesta, Luis XIV dijo que se enviaría nueva
orden a Elbeuf y al intendente de la provincia para que se informaran
de la situación y que no actuaran si los trabajos estaban suspendidos, en
caso contrario, tenía orden de impedirlos. Preocupado por tantos
desencuentros: la negativa al paso de los alemanes, la presa del navío, la
construcción del canal, etc., el Marqués de la Fuente confiesa a Castel
Rodrigo su temor por lo que se avecina si la obra continúa1055 y escribe
también a Madrid proponiendo que se interrumpa la construcción del
canal mientras se dialoga1056.
El Marqués de Castel Rodrigo, tras recibir la carta del Marqués de la
Fuente, se indigna y, con tono enérgico, le responde diciendo que
impedir los trabajos del canal “es una intromisión por parte de los
franceses que pretenden dar ley en nuestra casa e impedir la defensa y
1055
1056
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 10 mayo 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 11 mayo 1665.
433
comodidad de los súbditos”; justifica la obra y le envía informes de los
técnicos, concretamente del capitán de ingenieros Veerbon que sostiene
que el canal no dejará sin agua a San Venant1057 (Doc. n° 11). Castel
Rodrigo, indignado por lo que ha sucedido con el paso de las tropas que
prueba como actúan los franceses —movilizaron las suyas cuando
vieron que pasaban unas alemanas para el reemplazo—, molesto por las
represalias acordadas de golpe por un bajel tan según razón apresado y
por las órdenes dadas al Duque de Elbeuf que está en Arrás para que
impida la construcción del canal, confiesa al Marqués que las bravatas
de los franceses más le admiran que le amedrentan, y le pide que intente
convencer en París al Rey y a sus ministros de las razones que alega
repitiendo que el miedo no nos debe hacer pasar por cosas injustas y por
infamias. Castel Rodrigo se siente fuerte en este momento porque
piensa que las tropas españolas están entrando en Portugal y espera una
importante victoria. En esa confianza, propone mostrar firmeza ante los
franceses y no ceder en el asunto del canal, insistiendo en que es
necesario velar por la seguridad de esas plazas. Con tono firme reitera
que la obra del canal no quita el agua a nadie como dicen los franceses
y, por el contrario, es decisiva para aquellas tierras porque cierra el paso
a los franceses para entrar en la provincia de Flandes por San Venant —
lo que es de gran importancia para la seguridad de los Países Bajos—,
considera una desverguenza que los franceses se quieran meter en
perjudicar la necesaria defensa de aquellas tierras, y sostiene que si se
cede en esta ocasión, habrá que ceder en otras, algo que no hay que
hacer porque el peligro es cierto. Castel Rodrigo confiesa al Marqués de
la Fuente: “Si no fuéremos temidos nunca nos harán los beneficios ser
1057
Explica las razones que presentó el capitán de ingenieros Veerbon por las que se ha considerado
ensanchar y profundizar la ribera del Niepe: Porque hace muchos años fue navegable para facilitar el
transporte de madera, porque el aumento de agua facilitará algunos molinos, que recibirá agua de la
riberilla de Melle y no de la Lisa, que no dejará seco a San Venant, etc.
434
amados”, y termina diciendo: “no puedo obrar de otra forma a menos
que el Rey me mande expresamente que lo deje perder todo, y entonces
me dé licencia para que esto se pierda en mano ajena que no le amare
como yo y estimare la reputación y mi nación inmortalmente y sobre
todas las cosas. Perdone V.E. que corra la pluma a medida de lo que
me enciende el ver tan inicuas pretensiones en una nación más
triunfante por su soberbia que por lo heroico de sus acciones”. “Dios
la confunda y nos dé el desquite que debemos esperar de su
equidad”1058.
Con parecido tono, el Marqués de Castel Rodrigo escribe Felipe IV.
Convencido de la necesidad de fortificar esas tierras y coincidiendo con
el Marqués de la Fuente en la opinión de que la amenaza de utilizar la
fuerza esconde otras intenciones, propone al Rey no ceder a las
exigencias de los franceses de paralizar las obras. Sostiene que los
franceses se quejan de la construcción del canal porque dicen que les
cierra la puerta por donde han entrado siempre a lo más íntimo de la
provincia de Flandes, aunque el pretexto que ponen es que San Venant,
plaza que habían recibido en la Paz a cambio de otras de más utilidad,
quedará sin agua. De nuevo, relaciona la amenaza de guerra que hacen
los franceses con los avances de las tropas españolas en Portugal y se
lamenta de haber cedido en el paso de tropas alemanas. Castel Rodrigo
pregunta cómo debe comportarse con las fortificaciones, advirtiendo
que si se cede, se perderán esas provincias del todo. Si la respuesta de
Madrid es que se debe fortificar, Castel Rodrigo advierte que necesita
los medios necesarios y la gente prometida. Si no le envían medios, pide
a S.M. “no ser instrumento ni testigo de perder un solo pie de terreno,
cuando las historias están publicando que mi abuelo supo acarrear a la
1058
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 12 mayo 1665.
435
real corona de V.Md. un reino como el de Portugal, mi padre
conservándole estos estados y en los mayores peligros de dos guerras.
V.Md., como dueño de todo, mandará resolver cómo me he de portar, y
yo obedeceré siempre con la fidelidad, amor, celo y resolución como lo
tengo por única herencia de todos mis antepasados”1059.
El Marqués de la Fuente, basándose en el informe que le envió
Castel Rodrigo, intenta convencer a Luis XIV de que la información
que le mandan de fuera no es exacta; habla también con Lionne que le
dijo tres cosas importantes: que habiendo cedido S.M. Católica las
plazas de Avenas, Philippeville y Marienbourg se capituló que los
españoles no pudiesen fortificar ninguno de los pueblos vecinos1060;
segundo: que con aquel canal se les quitaba la comunicación con
Dunkerque, y tercero: que con las inclusas quedaría a nuestro arbitrio
1059
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 13 mayo 1665. Se queja al Rey de la forma de
proceder de los franceses que han enviado a Elbeuf para que paralice los trabajos, lo que indica
soberbia y ambición de poseer esas tierras. El pretexto de que se les quitará el agua de la Lisa y Saint
Venant, puesto y paso que quieren dejar abierto para los tiempos de guerra, quedará en seco, no
sirve, porque no se tocará agua de la Lisa ya que sobra con la de Niepe y la del arroyo llamado la
Melle. Además, estos extremos fueron hablados entre el intendente Courtin y el conde Marles. Con
todo, y siendo según el derecho común de las gentes que cada uno puede hacer con lo suyo lo que
quiera, tienen la arrogancia de decir al Marqués de la Fuente que paren las obras o llevan a las tropas.
A Castel Rodrigo le parece una iniquidad la forma con que los franceses intentan reducir a esclavitud
a esas gentes antes de haberlas conquistado, cosa que no considera fácil. Se extiende después en
recordar la historia del canal y la importancia del mismo para la economía de Flandes. Recuerda que
desde tiempos del cardenal Infante, todos los gobernantes trataron de hacerlo y el Marqués de
Caracena lo tuvo muy adelantado. El mismo, reconociendo la conveniencia, resolvió ejecutar la obra
y consiguió quien la hiciese a su costa sin que S.M. gastara un real en ella, ganando la seguridad de
las provincias y el comercio de los naturales. Además se controlaba el daño que hacía el haber dejado
San Venant en manos de los enemigos, pues en tiempos de guerra con hacer un dique de la parte
opuesta de los enemigos, se cubrían contra su paso. Castel Rodrigo insiste en que cada cual es dueño
de fortificar su casa como quiera, y en que eso es lo que hacen todos en sus fronteras incesantemente.
Sabiendo que con los franceses no valen las razones, antes de intentar otras obras de mayor
importancia, comenzó con esta pequeña que no tiene apariencia militar, y viendo cómo han
reaccionado, piensa que no se debe ceder pues se harán imposibles las demás.
1060
Art. 53 Tratado del Pirineos: Por cuanto las tres Plazas de Avenas, Phelipeville y Mariembourg,
se ceden por el presente Tratado al Rey Cristianísimo para ser unidas a la corona de Francia, se ha
convenido y acordado que en caso de que entre las dichas Plazas y la Francia se hallen algunas
Villas, Aldeas, Lugares, Puestos o Países que no siendo de dichas pertenencias deban quedar en
propiedad de dicho Sr. Rey Católico, su dicha Majestad Católica ni sus sucesores Reyes podrán, en
ningún tiempo fortificar las dichas Villas, Aldeas, Puestos... ni hacer en ellos algunas nuevas
fortificaciones por medio de las cuales puedan ser separadas de Francia o embarazar la comunicación
entre ellas...ABREU BERTODANO, J.A.: Colección de Tratados”, Reinado de Felipe IV, Parte VII,
p. 155-156.
436
dejar inútil aquel pasaje. A lo primero respondió de la Fuente
manifestando que el Art. 53 no decía que para poner defensas en su casa
era preciso capitularlo. A lo segundo respondió que, como entonces no
tenían a Dunkerque, se descuidaron en prevenirlo y que, pues se habían
descuidado, no parecía que debíamos estar siempre prontos para que se
pudiesen valer de nuestro país en beneficio de las conveniencias que
después de la paz fuesen adquiriendo. Y a lo tercero dijo que haciéndose
el canal junto a la Lisa, y siendo ella tanto más ancha y profunda que él,
no era fácil que sobre el agua que recibía de las dos riberillas de Niepe y
de la Melle admitiese más. A los dos primeros argumentos no respondió
Lionné, al tercero dijo que podría inundarse el país con lo que les
quedaría inútil, aunque reconoció que necesitaba más información para
hablar del asunto. De la Fuente manifestó su opinión de que no se
debían interrumpir las obras.
Pocos días después Lionne dice al Marqués de la Fuente que la
información que el Duque de Elbeuf ha traído al Rey Cristianísimo era
“diametralmente opuesta“ a la que él mismo le había dado. De la Fuente
había dicho que el canal a nivel de la Lissa se ensanchaba a seis pies y
profundizaba tres. Elbeuf dice que se ensanchaba dieciocho pies y
profundizaba hasta diez (cuando la Lissa en aquella parte no tenía más
que cinco de profundidad). Considerando que esto era para poder
cambiar el curso de la Lissa y dejar inútil algunas plazas como San
Venant, no era posible aceptarlo ni dejar de renovar las órdenes que se
habían suspendido. También había informado Elbeuf de que era muy
grande el número de personas que trabajaban y que ellos mismos
juzgaban que la obra se terminaría en breve. El Marqués de la Fuente
respondió a Lionne que no podía rebatir las medidas; en cuanto al plazo
para finalizar la obra, no estaban los trabajadores mejor informados que
437
aquél que la había encargado. Insistió en que el objetivo no era dejar sin
agua a San Venant y en que nadie podía impedir ensanchar o
profundizar nuestras orillas. Añadió que si había algún capítulo en la
Paz contrario a esto, se comprometía a que S.M. Católica lo observara
religiosamente. A esto respondió Lionne que lo que se pretendía era que
San Venant se mantuviese como cuando se cedió a Francia, no sólo que
no le quiten el agua, sino que no se la pudieran quitar después y quedar
al arbitrio del gobernador de Flandes. Al insistir Lionne en que
escribiera a Castel Rodrigo para que paralizaran las obras, de la Fuente,
por dignidad, respondió que escribiría a Madrid pues la orden
correspondía al Rey y lo tranquilizó diciendo que nada se haría sin el
conocimiento del Rey Cristianísimo al que se convencería de las
razones1061.
Pero en esta ocasión las exigencias de Francia también fueron
aceptadas. El Marqués de la Fuente pidió por su cuenta al Marqués de
Castel Rodrigo que se interrumpieran las obras del canal hasta que el
Rey Cristianísimo estuviera informado presentando este acto de buena
voluntad para que no se deteriorase la buena correspondencia, y Castel
Rodrigo, el día 13, pidió al conde Marles que suspendiera los trabajos
hasta que el Rey Cristianísmo quedara informado1062.
Cuando el Consejo de Estado estudia este asunto, es del mismo
parecer: no quiere más problemas con Francia; lamenta que se
produzcan tantos conflictos “tan continuos que hagan vivos recuerdos
1061
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint Germain, 17 mayo 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint. Germain, 19 mayo, 1665. En la carta al conde de
Marles, Castel Rodrigo se queja de la presión que ha recibido, de los embustes que ha extendido el
gobernador de San Venant diciendo que les quieren quitar el agua y que la obra estará terminada en
ocho días. A pesar de todo, Castel Rodrigo cumple las instrucciones que le han llegado y pide a
Marles que se paralice la obra AGS, Estado, Francia, leg. K 1390, Bruselas, mayo 1665.
1062
438
del estado en que nos hallamos y del sufrimiento con que se padece y
tolera el estilo con que gobiernan los franceses sus acciones”. Quisiera
el Consejo dar su parecer como el caso pide pero por ahora no puede
dejar de conformarse con los medios que propone el Marqués de la
Fuente y propone a S.M. que se escriba a Castel Rodrigo pidiendo que
suspenda la obra en cualquier estado en que se hallare. Después, los
consejeros, reflexionan sobre el hecho de que en el plazo de pocos días
Francia haya protestado por el apresamiento de un bajel, haya impedido
el paso de los alemanes a Flandes y la construcción del canal; se
lamentan de que la iniciativa de los gobernadores provoque estos
efectos por lo que, con un tono en el que se puede apreciar cansancio
por tener que acudir a tantos frentes, piden mayor atención y que las
acciones no se ejecuten sin dar primero cuenta a S.M. y tener orden
suya, pues lo que al fin se llega a conseguir, cuando no hay con que
poder mantener una resolución, es tener un descrédito más1063.
Al día siguiente, el 23 de mayo, cuando el Marqués de Louvois se
queja al Marqués de la Fuente de que las obras no se hayan
interrumpido, éste responde al ministro que él mismo había dado orden
de parar la obra el día 22, orden que debió recibir Castel Rodrigo el 23 y
que se cumpliría. El Marqués de la Fuente tranquiliza al Rey
Cristianísimo y a Lionne reiterándoles que podían confiar en la buena
intención del Rey Católico. Pero después de estas conversaciones, el
Marqués de la Fuente escribe preocupado a Castel Rodrigo confesando
sus temores: “el canal es la excusa que ponen los franceses para
romper” reconociendo que no se pueden perder de vista esos estados de
Flandes por el riesgo a que están expuestos. Por último el Marqués
1063
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 mayo 1665.
439
reitera al gobernador que, mientras llega la orden de S.M., interrumpa
los trabajos ya que él se comprometió por escrito1064.
Mientras llegan las instrucciones del Consejo de Estado que mandan
paralizar la construcción del canal, las buenas palabras del Marqués de
la Fuente y su compromiso escrito para que se interrumpan las obras
hasta que se informe debidamente, no son tenidas en cuenta. La tensión
crece y llega al máximo. El Rey Cristianísimo aborda al embajador de
España en los aposentos de la Reina y le comunica, para que esté
enterado, que ha decidido enviar tropas sin dilación. Esta abrupta
amenaza causa sorpresa al Embajador que dice al Rey que el
movimiento de solo 20 hombres disgustaría tanto a S.M. Católica que
debería revocar la orden. El Rey le contestó que si no se trabajaba en el
canal importaba poco que marchase la gente, a lo que replicó de la
Fuente que importaba mucho ya que podía fiarse de él que le decía que
no se trabajaba. Preocupado el Marqués fue donde la Reina y en ella
encontró más sentimiento que socorro pues le confesó que no se atrevía
a cambiar las intenciones de su marido sabiendo cuales eran las
intenciones del Marqués de Castel Rodrigo. Desesperado el Embajador
fue a buscar a Lionne, y en su conversación sospechó que le abrían los
correos pues tenía información de algunos despachos que había recibido
de Flandes. Insistió de la Fuente a Lionne en que no se debía alterar lo
acordado: suspender las obras mientras se informaba de la situación,
pero Lionne no se comprometió a hacer nada para convencer al Rey de
que no enviara tropas. De la Fuente aseguró que estaba dada la orden de
paralizar las obras, que ya la había recibido el conde de Marles, pero
Lionne puso en duda que las órdenes del Embajador se cumplieran y
que el Marqués de Castel Rodrigo obedeciera. Esta discusión: los
1064
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 25 mayo 1665.
440
franceses diciendo que no pueden dejar de enviar las tropas, y el
Embajador pidiendo que no las envíen, dolió al Marqués de la Fuente
que comprobó que no se habían fiado de su palabra. Él, que había
suplicado al Marqués de Castel Rodrigo que paralizase la obra y lo
había conseguido, no era acreedor de esta afrenta. De nada le servía que
le dijeran que eran pocos los hombres que se movilizaban, pues en
número igual acercaría Castel Rodrigo a la frontera cuando vieses
acercarse a los franceses y eso era muy peligroso. Al final, Lionne
quedó en volver a hablar con Luis XIV sobre el asunto y el Embajador
se encaminó al cuarto de la Reina madre. El Embajador hizo saber a la
Reina que los estados de S.M. Católica eran solo suyos y podían
separarse de los que ella había tenido como Reina de Francia. Después
le recordó que su honra era inseparable de la de S.M. Católica por lo
que le tocaba impedir la marcha pues permitirla era contra el decoro y
contra la paz. El Embajador añadió que lo último, la paz, no era él quien
podía defenderla, pero el decoro lo defendería todos los días de su vida
aunque para conseguirlo aventurase cosas que lamentaba como el
disgustar al Rey Cristianísimo no ajustándose a lo que resolvía sobre
informaciones poco ajustadas. La Reina madre, en presencia de la Reina
reinante, manifestó al Embajador español cuanto lamentaba estos
incidentes.
Después de estas tentativas para parar el envío de tropas francesas a
Flandes, el embajador de España vuelve a hablar con Lionne a petición
de éste. Se encontraba el Marqués de la Fuente en La Comedia con las
Reinas cuando recibió el aviso de que Lionne deseaba verle y, antes de
ir a su posada, pasó por la suya, pero como las Reinas tuvieron noticia,
le pidieron que les informara antes de retirarse. Después de ponderar lo
que el Rey deseaba complacerle, Lionne le pidió poner por escrito que
441
se paralizaría la obra del canal. Al Marqués de la Fuente le pareció una
comedia esta propuesta pues ya estaba hecho y acordado. Cuando fue a
hablar con Le Tellier para preguntarle la forma en que debía hacerlo,
éste le dijo que ya estaba suficientemente claro, lo que volvió a indignar
al Embajador. Después de tantas idas y venidas, vaticina de la Fuente
que los franceses quieren el rompimiento en Flandes, y escribe a Felipe
IV ya cansado: “no hay justicia ni razón, y como el rey tiene 26 años
sin haber visto las espaldas a la fortuna, sin tratar cuantos andan cerca
de su persona más que de lisonjearle haciéndole mayor que todos los
héroes pasados (así por las calidades de su persona como por la
potencia de sus reinos), unos con la ligereza de mozos y otros con el fin
de turbar la inquietud interna que facilita la violencia con que los trata,
podía llegar el caso con tal corriente, que no tuviese yo la dicha de
divertirlas como hasta aquí sin que lo haya padecido el crédito de
V.Md.” Propone al Rey que busque el medio de poner fuerzas en
Flandes pues es la única forma de frenar las pretensiones inicuas de los
franceses. Reitera que con medios blandos y buenas palabras no se
conseguirá nada, y que cuanto más rendidos nos vean ellos se pondrán
más altos, pues la superioridad en que juzgan la facilita el calificar por
injusto todo lo que no tienen por conveniencia propia1065.
El Marqués de la Fuente, desde su privilegiada posición de
embajador en París, teme la ruptura y es partidario de enviar tropas a
Flandes. Ha hecho todo lo posible por convencer a Luis XIV y a sus
ministros de la buena voluntad del Rey Católico, y ha comprobado que
no hay razones para convencer a Luis XIV y para frenar su ambición. El
Consejo de Estado tampoco comprende tanta insistencia en enviar
tropas francesas a Flandes. En cuanto a la propuesta del Marqués de la
1065
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint. Germain, 25 mayo 1665.
442
Fuente de que es conveniente fortificar aquellos estados, aprueban los
consejeros que se asista con 100.000 escudos al mes, mitad para el
sustento de la gente y la otra mitad para las fortificaciones, pues
“faltando, es conocido el peligro”1066.
Las relaciones están tan tensas que el Marqués de la Fuente advierte
a Madrid que el viaje del conde de Marchin que debe pasar por Francia
hacia Flandes ”podría encontrar tropiezos que embarazaran su
arribo”. El Consejo de Estado prefiere no darse por enterado y se
conforma con comunicar al conde de Marchin lo que escribe el Marqués
de la Fuente para que haga lo que más le convenga1067 y, ante las quejas
del Rey Cristianísimo porque el Marqués de Castel Rodrigo había
secuestrado un coche que pasaba con dinero para la paga del presidio de
Dunkerque, el Consejo de Estado dice que se devuelva y de satisfacción
a los franceses “para que no tengan pretextos”1068.
7.3. Las pretensiones dinásticas de Luis XIV sobre los Países Bajos
Como hemos dicho más arriba, desde el principio de su reinado
Luis XIV ambicionaba los territorios de Flandes1069. La primera
insinuación que hace Luis XIV de su deseo de incorporar Flandes fue
cuando España pretendió entrar en la liga que Francia negociaba con
Holanda: al final de aquella infructuosa negociación, en abril de 1662,
1066
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 7 junio 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 2 julio 1665.
1068
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.
1069
KAMEN, H.: “España en la Europa de Luis XIV”. Historia de España. Menéndez Pidal,
XXVIII, Madrid, 1993, p. 213-214. Según Henri Kamen el deseo de poseer los Países Bajos
españoles no fue solo fruto de la megalomanía de Luis XIV. Los territorios valones eran franceses en
lenguaje y en cultura, y miembros notables de la nobleza (como el famoso conde de Egmont) estaban
íntimamente relacionados con la aristocracia francesa; era por tanto lógico que Reyes de Francia
como Enrique IV, consideraran que los territorios franceses de herencia borgoñona (incluyendo
también el Franco Condado) deberían formar parte de la corona de Francia, en lugar de la de España.
Dice también que existían razones estratégicas. París estaba muy cerca de la frontera con los Países
Bajos y por tanto era muy vulnerable a una invasión española.
1067
443
Lionne informa al Marqués de la Fuente de la imposibilidad de entrar en
dicha liga y le sugiere “otra cosa que podía hacerse que era
mejor”1070. El Consejo de Estado se resigna a no entrar en la liga pero
sobre la alusión a la cesión de Flandes prefiere no darse por
enterado1071.
Un año más tarde, en marzo de 1663, Miguel de Iturrieta, en
ausencia del Marqués de la Fuente cuando éste se encontraba en
Ratisbona, escribe a Madrid diciendo que en Francia circulan rumores
muy extendidos que se mezclan con las voces, para él mortificantes, de
la falta de salud del Rey de España, que dicen que si faltara el Rey de
España, los Países Bajos serían para la hija del primer matrimonio del
Rey y que, hallándose los franceses armados, habría poco que
disputar1072. Esto lo dice porque, siguiendo la táctica de lanzar
informaciones interesadas, Luis XIV difundió cierta costumbre jurídica
de algunas comarcas flamencas, con arreglo a la cual, en caso de
segundas nupcias, se había de repartir entre los hijos del primer
matrimonio la nuda propiedad de la hacienda familiar, no conservando
el viudo o la viuda sino el usufructo, para prevenir así posibles despojos
de aquella prole, que instigasen el padrastro o la madrastra. Esta norma
consuetudinaria, de muy discutible equidad, aplicada a todo el
patrimonio, incluso a los bienes no procedentes del cónyuge muerto
(como ocurría en este caso), ni entonces ni nunca después incorporado a
ningún Derecho civil legislado, incompatible con el régimen vincular
monárquico y de absurda extensión al Derecho público, bastaba a la
conciencia del rey Crsitianísimo (bajo el pomposo título de Derecho de
1070
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 23 abril 1662. Ver intento España de entrar en la liga
que negocian Francia y Holanda, en el capítulo de este trabajo: Estrategia de Francia para aislar a
España.
1071
AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 mayo 1662.
1072
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 25 marzo 1663.
444
Devolución) para reclamar, en nombre de María Teresa, única heredera
del primer matrimonio de Felipe IV, la nuda propiedad del Ducado de
Brabante y otras tierras próximas, reservándose tomar posesión de todo
ello, por las buenas, o, manu militari, cuando se consolidase el dominio
pleno, a causa de fallecer el usufructuario1073.
Cuando el Marqués de la Fuente regresa de Ratisbona comunica
personalmente al Rey Cristianísimo la noticia de que el Rey de España
había concedido la mano de la Infanta Margarita al sr. Emperador. El
Rey de Francia, que se encontraba acompañado por el Duque de
Orléans, el príncipe de Conti, los Secretarios de Estado y un número
indecible de gente, respondió que estimaba la participación y que
siempre tendría por bueno lo que el Rey de España decidiese,
particularmente “creyendo que no se habría dispuesto cosa en
perjuicio de la Reina su mujer”, a lo que asintió el Marqués. Añade el
Marqués en su carta que en París era voz común que se entregaban a la
Infanta en dote los Países Bajos y el condado de Borgoña, noticia que se
escribía en las gacetas las cuales eran registradas antes por Lionne1074.
El Consejo de Estado se da por enterado y ve necesario escribir al
Marqués de la Fuente para que, con ocasión oportuna, dé a entender al
Rey de Francia que las capitulaciones de la Infanta Margarita y el Señor
Emperador se harán, cuando llegue el caso, en la misma forma que se
hicieron las de la señora Infanta doña María hermana del Rey sin
seguirse otro estilo ni alterarlas en nada1075.
Hemos visto que el interesado rumor de que Felipe IV había
entregado los Países Bajos a la Infanta Margarita como dote, sirvió
DUQUE DE MAURA.: “Vida y reinado de Carlos II”, Madrid 1942, p. 38.
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 20 mayo, 1663.
1075
AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 7 junio, 1663.
1073
1074
445
como excusa a Luis XIV para impedir el paso de tropas alemanas a
Flandes y para mover las suyas hacia la frontera y para crear una
importante tensión entre Madrid, París y Bruselas. En agosto de 1665,
pocos días antes de la muerte de Felipe IV, el Marqués de la Fuente
cuenta la entrevista que tuvo con la Reina Madre quien, enferma, quiso
hablar con el Embajador. Esta conversación es de gran importancia pues
la Reina confiesa al Embajador que teme el rompimiento; le advierte
que su hijo está convencido de sus derechos a los Países Bajos y está
decidido a hacerlos valer. La Reina, tras reconocer que no podía vivir
mucho y confesar que deseaba que no se rompiera la paz, añadió que su
hijo también lo deseaba, y “no reconocía otra cosa que pudiese
obligarle a desenvainar la espada que el mantener la justicia que tenía
a una parte de los Países Bajos, y que así, deseaba infinito que pues
naturalmente había de sobrevivir el Rey a S.Md., y a ella, considerando
los pocos años de su Alteza (Dios le guarde), y que debía ser preferida
la Reina, desearía que S.Md. con suma prudencia, eligiese la forma de
ajustar ahora el negocio, de manera que asegurase la quietud para sí y
para su hijo, y el dejarle en paz con un hermano cuya fina amistad le
podría ser tan conveniente contra todos los demás embarazos de su
Monarquía”. El Marqués, bien informado sobre el derecho, no quiso
desengañarla con argumentos para no molestarla inútilmente y redujo su
respuesta a decirle que los enfermos siempre hacen discursos
melancólicos y que Dios le daría tantos años de vida que podría
mantener la paz que tanto deseaba; que el caso de la guerra estaba tan
remoto que no la vería ninguno de los dos. No convenció a la Reina
quien añadió que sabía lo que decía y que no le hablaba como Reina de
Francia sino como hermana de S.M. al que quería y a su Alteza como si
fuese su hijo. El Marqués añadió que conocía al Rey y como sabía que
se ajustaba siempre a lo que fuera justo comprendería lo desajustado de
446
su pretensión y que no entraría en ella, por lo que era innecesario que
ella se preocupara. Pero la Reina insistió y dijo al Embajador que nada
haría cambiar de opinión “a quien en su ánimo tenía por infalible su
razón y tenía fuerzas para hacerla valer”. Después pidió al Embajador
que contara a Madrid lo que le refería y que esperaba la respuesta
deseada, la que había pedido a Dios el día que recibió el viático, que
escribiera esto a Madrid era para ella un consuelo. Con la Reina Madre
se encontraba la Reina, quien oyendo la conversación pidió al
Embajador que cumpliera su deseo escribiendo a su padre, lo que
prometió hacer el Marqués de la Fuente. Un poco separado se
encontraba Monsieur que hizo ver al Embajador cómo, aún estando en
situación de grave enfermedad, la Reina pensaba en todo. El Marqués se
lo concedió pero añadió que pasaba a pensar en lo que no podía ser. Al
día siguiente la Reina volvió a dirigirse al Embajador interesada en la
forma en que iba a trasladar esta información a Madrid; el Marqués le
respondió que contaría lo que había oído y que estaba extrañado de la
manera que tenían en París de interpretar las leyes de Brabante porque
era imposible que S.M. diera oídos a esa propuesta. Entonces ella
añadió que “había entreoído que el Rey decía que si se ajustase esto
que le tocaba, obligaría a S.A. contra todo el mundo y a cooperar con
todas sus fuerzas a la restitución de Portugal”. Sorprendido, el
Marqués dijo que con mayor decoro y a menos precio ajustaría S.M. a
los portugueses, e insistió en que el Rey Cristianísimo estaba mal
informado. La carta del Embajador a Madrid refiere esta importante
conversación y traslada su preocupación1076.
En este momento la Reina Madre de Francia antepone, como era su
obligación, los intereses políticos de Francia y de su hijo a los dinásticos
1076
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 23 agosto 1665.
447
de su familia. El error de Felipe IV consistió en no entender este aspecto
en las instrucciones dadas al Marqués de la Fuente pues en la práctica se
comportó la Reina de Francia como un agente de información de su hijo
y no como apaciguadora de voluntades.
El Consejo de Estado, tras leer la carta del Embajador, propone que
se le responda diciendo que no debía haber prometido escribir a S.M.
para dar cuenta de la pretensión de Luis XIV a los Países Bajos. Esto
parece un reproche, la realidad es que el Consejo preferiría no haberse
dado por enterado. Proponen los consejeros a S.M. que se escriba al
Embajador diciendo que en ningún caso vuelva a hablar de esta materia
por su voluntad, y si le apretase por una respuesta la Reina madre o la
Reina reinante, diga que a S.M. le ha hecho gran novedad semejante
proposición, la cual, S.M. jamás creyera que la pudiera hacer tan buena
hermana de S.M., ni cree S.M. que con un pretexto tan injusto y de tanta
notoriedad, S.M. Cristianísima haya de romper la paz a S.M. y al
Príncipe nuestro Señor, pero que si lo hiciese contra toda razón y contra
la esperanza de S.M., confía S.M., que Dios, como supremo juez de los
reyes mantendrá y defenderá la justicia de S.M.1077.
El 17 de septiembre de 1665 muere en Madrid Felipe IV. El
Marqués de la Fuente se entera de la noticia en Versalles. Cuenta a
Blasco de Loyola que llegando al cuarto de la Reina madre el 20 de
septiembre le llamó el Rey al aposento de la Reina para decirle que el
día anterior por la tarde, el día 19, había recibido un correo del
arzobispo de Embrún que le avisaba que el día 16 había recibido S.M.
todos los sacramentos, y otro correo que había partido el 17 a las diez de
la noche añadía que a las cuatro de la mañana el Señor le había llamado
1077
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 12 septiembre 1665.
448
a la Gloria. La noticia dejó sin respuesta al Embajador durante mucho
rato y en presencia de la Reina, que manifestaba ternura y sentimiento,
puso en duda la noticia. Pronto se convenció de que era cierto pues el
Rey no podía dar a la Reina y a la Reina madre una noticia tan dolorosa
si no fuera cierta. Añade el Marqués: “el Rey mostró en la ternura de
sus ojos la del corazón”, y expresó al Embajador “lo que agradecía a
S.Md. el haber conservado la amistad con un hermano de tan pocos
años que solicitaba el mirarle como hijo”. Aseguró que se sentía
obligado por ello y que serviría a la Reina doña Mariana de igual
manera cosa que él mismo se encargaría de hacérselo saber.
Pero la noticia de la muerte de Felipe IV, aunque sentida entre la
familia real francesa —así lo manifiesta el Marqués de la Fuente—, no
frena las reclamaciones de Luis XIV sobre los derechos sucesorios de
María Teresa en los Países Bajos. Y si es cierto que la Reina Madre de
Francia asegura al Embajador español que tome la palabra de su hijo de
mantener la paz, no deja pasar la ocasión de manifestarle que “es cosa
dura que uno no pidiese lo que le tocaba”, insistiendo, además, en
saber si había escrito al monarca español acerca de la herencia de María
Teresa. Esta conversación, en la que el Marqués de la Fuente reitera la
postura de Madrid y los peligros que cualquier acción de Luis XIV en
los Países Bajos ocasionaría, refuerza su opinión de una guerra
inminente para la que España debe estar preparada y centrar todos sus
recursos en hombres y en dinero en los Países Bajos a fin de desvanecer
la presunción de que la conquista de estas provincias es una empresa
fácil. A su juicio hay que apartar la vista de todo lo demás y ponerla en
Flandes, el refuerzo no sólo sería conveniente para la defensa sino que
alejaría cualquier pensamiento de conquista o de negociaciones. El
Marqués de la Fuente desconfía de los franceses y escribe a su amigo
449
Blasco de Loyola que es menester cambiar la corriente tomando el agua
de lejos: “hay que actuar y no resignarse” dice, y más sabiendo que
Luis XIV recurre a cualquier pretexto para mostrarse como el agraviado
—le había manifestado su pesadumbre por no aparecer en el testamento
de Felipe IV como tutor del joven Rey, aunque solo fuera a título
honorífico y se había quejado también de que su esposa no aparezca en
la línea sucesoria en el caso de fallecer Carlos II, anteponiéndose la
Infanta de Austria y su descendencia—1078.
La respuesta a la carta del Marqués de la Fuente del día 23 de agosto
que contaba la entrevista con la Reina Madre la escribió la Reina
Regente. En su primera carta al Marqués la Reina Doña Mariana sigue
las recomendaciones del Consejo de Estado casi al pie de la letra y
reprocha a su Embajador haber prometido a la Reina Madre de Francia
que trasladaría a Madrid la pretensión de su hijo a los Países Bajos. La
Reina ordena a su Embajador que no saque la conversación y que si le
preguntan manifieste la sorpresa que ha causado la noticia, y que, si se
rompe la paz, “en contra de la razón que me asiste, lo pondré en que
Dios, como supremo rey de los reyes, defenderá y mantendrá la justicia
del rey mi hijo”1079.
Tras la muerte de Felipe IV, Luis XIV encargó a Antoine Bilain
escribir un “Tratado de los derechos de la Reina Cristianísima sobre
varios Estados de la Monarquía de España”. En primer lugar el autor
recuerda la última entrevista que la Reina Madre mantuvo con el
Marqués de la Fuente a quien dio a entender de su propia boca que, con
todos los dolores de una enfermedad mortal que la apresaba se tendría
1078
1079
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 4 octubre 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 30 septiembre 1665.
450
por dichosa si podía morir con el consuelo de ver la Paz de ambas
coronas afianzada para siempre contra todo lo que la pudiera perturbar y
que con ese intento y sin ningún otro interés, deseaba de todo corazón
que España se inclinara a dar la razón al Rey su hijo de algunos estados
que le habían correspondido en los Países Bajos por parte de la Reina su
esposa. Añade el autor que el Marqués de la Fuente dio palabra de
escribir a Madrid y la respuesta que obtuvo después de mucho tiempo
fue la orden de declarar a la Reina Madre, como efectivamente declaró,
que no quería la Reina su Señora, por cualquier consideración que
pudiera ser, oír hablar de ningún ajustamiento acerca de unas
pretensiones que ella juzgaba fuera de toda razón, mayormente
habiendo prohibido el difunto Rey en su testamento enajenar ningún
territorio de los Países Bajos. Con todo, el Rey Cristianísimo en vez de
ejercer sus derechos quiso suspender por algún tiempo el intento de
proseguirlos creyendo que la Reina se enteraría mejor de sus
pretensiones. Pero, viendo que aguardar más tiempo puede perjudicar
los intereses de la Reina su esposa, ha mandado publicar el siguiente
Tratado para informar a toda Europa de la justicia de sus derechos y ha
dado orden de avisar al Consejo del Rey Católico de cómo iba a tomar
posesión de ellos.
En el Tratado se dice que al empeño de amparar el Rey
Cristianísimo los derechos de la Reina su esposa no le lleva la codicia
de poseer nuevos estados ni el deseo de ganar con sus armas mayor
gloria, es la sangre lo que le lleva; que antes perdería el título de Rey
que el de justo; que si se conquistan tierras sin razón, el vencedor pierde
reputación. No ignora que la verdadera grandeza de un Príncipe está
más en contener sus límites con la razón que en dilatar su reino con el
poder, y sabe bien que la Justicia es la Reina de los Reyes. Añade que
451
ha pedido parecer a las Universidades de Europa y, viendo que todas le
dan la razón, no puede dejar de hacerlo como Rey, como marido y como
padre y aunque no tiene que dar razones más que a Dios publica este
escrito1080
La Reina Regente encarga entonces a don Francisco Ramos del
Manzano, su maestro y de su Consejo y Cámara, que responda por
España al Tratado de Francia sobre las pretensiones de la Reina
Cristianísima. En este Tratado explica la validez de la renuncia de
María Teresa y la injusticia de las armas1081. También Pedro González
Salcedo, que estuvo presente en la renuncia y en la boda, como asistente
de don Luis de Haro, sostiene que la renuncia fue válida y legitíma y
que “por ninguna cabeza se puede alegar nulidad contra ella”1082.
7.4. Preparativos de guerra
Los recelos del Marqués de la Fuente acerca de las intenciones de
Luis XIV sobre los Países Bajos se acrecientan por los informes de que
dispone relativos al movimiento de tropas en la frontera: preparativos en
la Rochela de seis navíos de guerra, reclutas de soldados, adquisición de
trigo en Portugal y negociaciones con Holanda para la compra de diez
bajeles. En Madrid, el Consejo de Estado duda de que semejantes
BNM, 3/32127. BILAIN, Antoine: “Tratado de los derechos de la Reina Cristianísima sobre
varios estados de la Monarquía de España”, París, Imprenta Real, 1667, El autor recuerda el Tratado
de 1659 y que, aunque la renuncia no la aceptó Mazarino, se firmó la Paz. También recuerda la
cláusula de la dote e insiste en que no se ha pagado la dote. Argumenta sobre la renuncia, el derecho
natural, la herencia, etc. y pone ejemplos de los testamentos de Carlos V, Felipe II, así como
costumbres locales de Amberes, Henao, Artois, etc.
1081
B.N.M. Ms. R/19570. RAMOS DEL MANZANO, Francisco: De orden de la Reina Católica su
Señora y por la magestad del Rey Católico Don Carlos II....el doctor don Francisco Ramos responde
por España a las pretensiones de la Reina Cristianísisma.” Segunda impresión, 1667.
1082
B.N.M. Ms. R/19195. GONZÁLEZ SALCEDO, Pedro: “Examen de la verdad en respuesta a los
Tratados de los derechos de la Reina cristianísima sobre varios estados de la monarquía de
España”. Habla también sobre el Derecho de Devolución de Brabante. Describe el día de la boda y
de la renuncia, a la que asistió, y dice que “aunque la tela de la paz se había tejido de flores cálidas y
puras, era sobre fondo de conveniencias que duraría en cuanto no se atravesase algún interés que los
rompiese”.
1080
452
preparativos vayan dirigidos contra los Países Bajos inclinándose por la
inminente ruptura de guerra con Inglaterra, aunque para prevenir
cualquier imprevisto recomienda a la Reina el reforzamiento del ejército
y de la marina, la cual, en opinión de uno de los consejeros de Estado, el
Marqués de Mortara, debe desplazarse al Mediterráneo para asegurar
Cataluña1083.
Pero si el Consejo de Estado no está demasiado convencido de una
inminente ruptura de las relaciones con Francia, el Marqués de la
Fuente, que conoce bastante bien los entresijos de la política de Luis
XIV, aconseja a la Reina Regente que se prepare para lo peor y que no
de pie a que el monarca francés inicie las hostilidades, aunque no duda
que tarde o temprano las emprenderá, pues es “el árbitro de todos los
empeños”1084.
Las noticias de movimiento de tropas que envía el Marqués de la
Fuente desde París, así como el conocimiento que se tiene en Madrid de
que el Embajador Extraordinario de Francia, duque de Beaufort, ha sido
enviado no sólo para dar el pésame por la muerte de Felipe IV, sino para
solicitar una copia de su testamento y plantear la cuestión de los
derechos de María Teresa sobre Brabante, parecen modificar la actitud
de los consejeros de Estado españoles, pues suplican a la Regente que se
asista a Flandes. También propone el Consejo que se participen al Sr.
Emperador estas noticias pidiéndole que al mismo tiempo que los
franceses rompan con nosotros, él rompa también con ellos socorriendo
1083
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 26 septiembre 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 20 octubre 1665. Además, informa de que Luis XIV ha
iniciado negociaciones con los principales hombres de negocio de Francia para que juntos le sirvan
con 110 millones de libras, si bien solo se han avenido a entregarle 70 millones, 20 pagaderos en seis
años por ratas iguales, 20 en libranzas que tienen de S.M. que no han podido cobrar ni cobrarán
réditos, y los 30 restantes en efectos que SM. les había entregado en distintos pagamentos.
1084
453
con sus tropas las provincias de Flandes para que los franceses vean que
se interesa en su defensa y en su conservación. El Marqués de Mortara
añade que se debían enviar a Flandes 150.000 escudos en las fragatas
que llevarán a la gente pues, sin caudal, el Marqués de Castel Rodrigo
no podrá hacer nada. Al mismo tiempo el Consejo propone ultimar un
tratado de paz con Portugal1085.
Cumpliendo las recomendaciones del Consejo de Estado la Reina
Regente escribe a su Embajador; tras agradecerle el celo y la atención
con que le sirve, aprueba su modo de actuar y vuelve a manifestar su
deseo de mantener la paz ”por ser tan conforme a mi ánimo, y así
mismo procure dar siempre a entender ahí que de esta parte no se
provocará el rompimiento y cuan vanas serán cualesquiera voces que
de lo contrario se esparciesen”1086. Sin embargo, aunque las noticias
que vienen de París son muy preocupantes, no le envía nuevas
instrucciones.
En ese delicado momento el rey Cristianísimo propone que tropas
francesas atraviesen Flandes para socorrer a Holanda contra el príncipe
de Münster1087 (aliado de Inglaterra hacía la guerra a Holanda). Castel
Rodrigo, con tono enérgico, escribe al Marqués de la Fuente desde
Bruselas diciendo que no está dispuesto a permitirlo. Alega varios
motivos: primero, que no tiene poder para hacerlo (su poder le venía
1085
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 23 octubre 1665. K1390, Madrid, 15 noviembre
1665. Los consejeros de Estado proponen dar las órdenes necesarias para que en las 4 fragatas de la
armada de Flandes que pasan a Cádiz se embarquen los 1.000 italianos y 500 españoles y con ellos el
Conde Mardun maestro de campo general de aquellos estados, y así mismo que no se deje de la mano
la leva de 2.000 españoles.
1086
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 30 noviembre 1665.
1087
Cristóbal Bernardo, Barón de Galen, obispo de Münster, en 1661levantó una ciudadela para
someter a los revoltosos que se habían aliado con Holanda, se apoderó de Münster y abolió sus
privilegios. En 1665, aliado de Inglaterra, hizo la guerra a Holanda. En 1666 se vio obligado a
aceptar una paz desfavorable por mediación de Luis XIV.
454
otorgado por quien ha muerto, Felipe IV, y carece de él hasta que sea
autorizado por su sucesor; tampoco lo permitirá si la Reina le concede
poder porque se podría considerar como una toma de partido. Otro
motivo para no permitir el paso de las tropas francesas es que no desea
actuar contra un príncipe del Imperio porque, si lo hiciera, no podría
negar a los ingleses, si llegasen a la rotura, desembarcar y pasar para
luchar contra Francia. Además, hay que tener en cuenta que los
franceses no dejan pasar a las tropas de Borgoña y de Italia. Castel
Rodrigo lamenta no poder complacer a S.M. Cristianísima en esta
ocasión, repite que no debemos permitir el paso de 6.000 hombres si,
por recelo, París no concedió el paso a 2.600 hombres sin armas, y
suplica al Marqués de la Fuente que insinúe a los ministros de Francia
que las tropas hagan el paso por lo más lejos de esos estados que se
pueda para evitar comentarios mal intencionados y celos que se deben
evitar. Y se lamenta también de que hallándose el Rey Cristianísimo en
un caso tan doloroso como la muerte del Rey, y con la tierna edad con
que se halla el reinante, por evitar un pequeño rodeo quiera inquietar las
lágrimas de aquellas gentes, aumentar su encono y hacer entender al
mundo que el fin que pretende es otro, lejos de las afirmaciones que ha
hecho repetidamente. Termina diciendo que desea mirar por los
intereses de su Rey, como pariente y amigo y que está deseoso de
conservar la paz, pero insiste en que hasta que no reciba orden de
España no consentirá el paso de las tropas francesas1088.
El Marqués de la Fuente habla con Lionne y le dice que el Marqués
de Castel Rodrigo lamenta no poder complacer al Rey Cristianísimo
como sería su deseo sugiriéndole que las tropas francesas vayan a
1088
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 18 octubre 1665. Castel Rodrigo dice que los
franceses pretenden pasar 2.000 caballos y 4.000 infantes.
455
Holanda dando un pequeño rodeo1089. También habla con Msr.
Louvois1090 quien, tras quejarse de que se impida el paso de tropas
francesas, le dijo que Luis XIV no tenía intención de romper la paz. El
Marqués transmite esto a Castel Rodrigo para tranquilizarlo aunque
confiesa que no quedó del todo satisfecho de la entrevista porque
percibió que podían surgir problemas1091.
Y Castel Rodrigo no se tranquiliza. Pocos días más tarde vuelve a
escribir a París desanimado y transmite al Marqués su temor porque
piensa que el Rey Cristianísimo está decidido a romper la paz. Los
rumores de que se aumenta el número de tropas destinadas para el
socorro de los holandeses y que el propio Rey quiere ir a Compiegne
para ver el paso de alguna gente han aumentado sus recelos. Con el fin
de confirmar estos rumores, el Marqués pidió hora para hablar de nuevo
con Le Tellier quien negó al Embajador que los soldados fueran a pasar
por tierras de S.M. Católica, asegurando que el Rey Cristianísimo quería
mantener la buena correspondencia y, después de mostrar argumentos a
favor y en contra del paso de las tropas, aseguró Le Tellier que iban a
pasar las tropas en la forma que pudiesen pues no correría por su cuenta
el rompimiento, rompimiento que sería inevitable si los españoles se
oponían. El Marqués de la Fuente dijo al ministro que si se daba ese
atropello, “el mundo juzgará quien tiene la culpa”. Siguió un largo
diálogo cada uno defendiendo su postura y no llegaron a ningún
acuerdo. Al final de la Fuente dijo: “si las tropas francesas no pasan
por nuestro país, experimentarán toda facilidad y amistad; si quieren
pasar por la fuerza, hallarán toda oposición”. Le Tellier aseguró al
Embajador que daría parte de sus días porque no hubiese rompimiento
1089
AGS, Estado, Francia, K1390, París, 27 octubre 1665.
Le Tellier era marqués de Louvois.
1091
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 23 octubre 1665.
1090
456
ya que el Rey no lo deseaba, pero que si el rompimiento lo iniciase
Castel Rodrigo no sería fácil el ajustamiento ya que sólo necesitaban
unas horas para hacer el paso. El Marqués de la Fuente repitió “toda
Europa condenará a Francia por ese hecho”, y añadió: “no nos han
enterrado a todos con S.M. (que haya gloria), ni todos tenemos cuatro
años como el Rey (Dios le guarde)”1092. Los argumentos a los que
recurre el embajador de España son: el juicio de la historia y la corta
edad del Rey. Su talante demuestra firmeza, pero el tono de la carta que
cuenta esta entrevista es de preocupación. Confiesa su impresión de que
los franceses están decididos a pasar y basan sus amenazas en la fuerza
de su ejército.
Le Tellier, en una nueva entrevista, dijo al Embajador que los
franceses que sirven en la frontera habían avisado de que el Marqués de
Castel Rodrigo movía todas sus tropas y que éstas provocaban diciendo:
“vengan, vengan que aquí nos hallarán”. Le Tellier añadió que para
evitar complicaciones S.M. había dispuesto que el Vizconde de
Turena1093 ayudara al pasaje. Insistió, en nombre del Rey, en que la
intención era exclusivamente que pasaran las tropas para socorrer a los
holandeses, como había encargado a Turena. La petición del Marqués
de la Fuente de que no fuera Turena, pues aumentaba y fortalecía las
tropas iniciales, no fue atendida por Le Tellier; tampoco por la Reina
madre quien, como Le Tellier, reiteró al Marqués que las intenciones
del Rey y las órdenes de Turena eran exclusivamente ayudar a los
holandeses y que no había ocasión de guerra ya que únicamente se
trataba de que pasara la gente sin desorden. No pareció conveniente al
1092
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 octubre 1665.
Henri d´Auvergne, Vizconde de Turenne (1611-1675), luchó en las guerras civiles de la Fronda
al lado de los rebeldes; después, junto con Mazarino, decidió la victoria de las armas reales. En las
guerras de Luis XIV se consumó como un consumado y hábil militar. Fue Mariscal de Francia. Los
españoles le llamaban Turena.
1093
457
Embajador mostrar desconfianza por lo que decía la Reina, aunque
mostró su extrañeza por el envío de tan grande general. Mientras
hablaba con la Reina llegó el Rey que dio quejas al Embajador español
por las amenazas de rompimiento que recibía desde la frontera de
Flandes. El Marqués desmintió todo pero llegó a la conclusión de que le
abren los despachos, particularmente uno de Castel Rodrigo que decía
que no consentiría a nadie pasar por la fuerza y que tenía asegurados
20.000 hombres de Inglaterra, y otros más. El Marqués de la Fuente
pide instrucciones a Madrid para comportarse “en la borrasca que se va
levantando, por si me echan como al conde de Fuensaldaña”1094.
Castel Rodrigo se lamenta al Marqués de la Fuente por el
protagonismo que está adquiriendo y la responsabilidad que le atribuyen
de iniciar una guerra. Cree que, debido a los malos espías que tienen los
franceses, se ha levantado mucha polvareda sobre el paso de las tropas
francesas, y añade: “si los franceses quieren paz la tendremos todos,
pues nunca se ha visto hasta ahora que seamos los primeros en
romperla; si quieren inquietarnos, la defensa es natural, y aún estamos
vivos y con muy vivos alientos los criados que el Rey que está en el
cielo ha dejado a su hijo”1095.
Desde La Haya Don Esteban de Gamarra1096 escribe al Marqués
de la Fuente y le comunica que el Embajador que se encuentra en
Londres avisa en carta del pasado 25 que aquel Rey desea la paz1097.
1094
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 1 de noviembre 1665. La sospecha de que leían sus
despachos la funda el Embajador en el comentario que había hecho la Reina sobre la habilidad de
Rosinir, que es quien descifra los mensajes. La alusión a Fuensaldaña es porque fue invitado a
abandonar Francia en 1661 con motivo del incidente de Londres.
1095
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 29 octubre 1665.
1096
Don Esteban de Gamarra y Contreras era Ministro embajador en Holanda (1654-1671).
1097
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, La Haya 5 noviembre 1665. Dice también que aunque el
príncipe Mauricio de Nasau creía haber cortado todos los pasos a las tropas del obispo de Munster
que habían entrado en un distrito de la provincia de Groninge que llaman Oldampt y habían han
458
Esta noticia es importante porque Inglaterra se encuentra en ese
momento en guerra contra los Provincias Unidas y a Francia le interesa
que ambas continúen luchando y se debiliten, como Castel Rodrigo
advirtió a Felipe IV, para conseguir que Inglaterra, estando ocupada, no
pueda ayudar a Flandes en caso de ser atacada1098. El Marqués de la
Fuente comunica a Madrid estas noticias e informa también sobre
problemas domésticos de Francia, concretamente sobre las dificultades
de la Hacienda para reunir los 110 millones que habían provocado que
se hablara menos del paso de las tropas y de la ley de Brabante. Añade
que se habla mucho en París de la situación entre la corona de Francia y
la de Inglaterra1099 y recomienda cuidar mucho las cosas de Flandes, las
de Italia, (especialmente las de Mantua pues el Duque está muy
enfermo), y asegurar para la Emperatriz la herencia del Montferrato1100.
Los consejeros de Estado, conscientes de que es difícil juzgar las
intenciones de los franceses por el modo en que hablaron al Marqués de
la Fuente, pero conocedores de los preparativos de tropas que hacen,
vuelven a recomendar a S.M. la conveniencia de socorrer a los estados
de Flandes y repiten las órdenes para que a los españoles y a los
italianos que han de ir por Milán les lleguen las provisiones de dinero
necesarias. Ante la difícil situación, los consejeros proponen actuar con
cautela, que se agradezca al Marqués de la Fuente la información
enviada y recomendarle respuestas “más templadas y adecuadas”,
hallado forma para volverse a incorporar con el cuerpo del ejército que está en Winschoten, hasta
ahora no se sabe lo que intentarán, pero, habiendo guarnecido estos los diques con fuertes, y
inundando parte del país, no hay apariencia de que el obispo haga algún progreso, así por entrar el
invierno, como porque estos se van reforzando cada día con las nuevas levas. Dice también que van a
mejorar la armada con fragatas ligeras.
1098
HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés”, 1648-1678, 2000, pp.
176-179.
1099
Se hablaba de guerra inminente porque Francia, en virtud de su pacto con Holanda de 1662, tenía
que apoyar a ésta en su lucha contra Inglaterra.
1100
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París,10 noviembre 1665.
459
porque la situación “más ha menester de templanza que de
ardimientos”1101.
El 17 de noviembre el Marqués de la Fuente comunica a Madrid que
Turena ha regresado a París dejando las tropas en la otra orilla del Mosa
sin haber encontrado obstáculos en la marcha. La noticia alegra al
Consejo de Estado1102. Pero regresado Turena, no terminan los
problemas. Msr. Louvois, en nombre de S.M., pide ahora permiso
formalmente al Marqués de Castel Rodrigo, a través del de la Fuente,
para que pasen por Lieja 250 caballos que deben sustituir a otros tantos.
Pedía Louvois que, siendo un pequeño ejército, pudiera pasar por Lieja
con la misma seguridad que pasaron las tropas anteriores. El Marqués
de la Fuente le respondió que si seguían la misma marcha no hallarían
problemas, podían pasar por Lieja pero por territorio de S.M. Católica
no, pues no era cuestión de número sino de razón. El Embajador
advierte también a Madrid de que está próximo el rompimiento entre
Inglaterra y Francia1103.
En cuanto a la respuesta que espera la Reina madre de Francia sobre
su pretensión a los Países Bajos manifestada en la conversación que
mantuvo con el Marqués de la Fuente en agosto, éste, siguiendo
instrucciones, empleó las mismas palabras del despacho del 30 de
septiembre sin quitarles fuerza. El despacho ordenaba al Marqués que
no hablara del asunto si no le preguntaban; en caso contrario, que
manifestara la sorpresa que había causado en Madrid semejante
pretensión, la cual nunca hubiera esperado S.M. de tan buena hermana,
ni podía creer S.M. que con tal pretexto se pudiera romper la paz. El
1101
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 noviembre 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 8 diciembre 1665.
1103
La guerra entre Francia e Inglaterra empezó en enero de 1666.
1102
460
Marqués ejecutó estas órdenes pero como la respuesta se limitaba a que
en Madrid no se daban por enterados de la pretensión no dejó satisfecha
a la Reina. El Marqués de la Fuente espera ahora la reacción del Rey de
Francia cuando su madre le transmita la respuesta de Madrid y espera
nuevas instrucciones1104.
Con relación al paso de las tropas, el Marqués reconoce que sus
esfuerzos han dado resultado y no se ha provocado la guerra como se
temía, pero dice también que los franceses se valen, más que ninguna
otra nación del mundo, de la “flojedad” que ven en el contrario,
poniendo ejemplos de lo que les sucedió con el turco, con los suecos,
con Inglaterra y lo que hicieron con el Papa, porque hallaron el terreno
blando. Defiende el valor que tiene hablar con entereza y se atreve a
decir a la Reina Regente: “V.Md. perdone por mi celo el decirle que si
cuando mandaron salir de aquí al conde de Fuensaldaña no se
hubieran permitido dos horas de tiempo al arzobispo de Embrún para
que saliese de la corte de V.Md., no hubiéramos hallado en los tratados
de los confines tanta soberanía, ni los socorros de Portugal hubieran
sido tan sin máscara, ni hubieran querido prescribir ley a las tropas
que V.M. enviaba a Flandes..... Y lo que yo puedo asegurar a V.Md. es
que por lo que yo dijere no se romperá la guerra, si no es que
reconozca que al mismo tiempo se perderá el decoro de V.Md. sin
1104
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 13 diciembre 1665. El Marqués pasó a decirle después,
que, deseando S.M. vestir con algún lucimiento la compañía de sus mosqueteros y la de los caballos
ligeros de Msr. el Delfín, enviaba de París las casacas en cajas, las cuales debían ser embarcadas en
la Mosa. Como era preciso pasar por algunas plazas de S.M. Católica, desearía excusar el embarazo
de que se abriesen las cajas, y para la seguridad de que no había en ellas otra cosa que vestidos, podía
enviar el Embajador alguno de sus secretarios para que viera meter la ropa en las caja, y cerrándolas,
pusiese plomo y sellos e hiciese una lista que sirviese para pagar lo que montase el dazio en las
partes que se debiese en el dominio de S.M.. El Marqués de la Fuente ofreció escribir al Marqués de
Castel Rodrigo asegurando que se podrían prometer del todo lo que fuese buena correspondencia y
procurar cuanto fuese gusto de S.M. Cristianísima. El marqués de la Fuente, teniendo en cuenta que
son vestidos y que el dazio puede montar poco, piensa que Castel Rodrigo les dará el pasaporte.
461
mantener la paz en la forma que conviene. Juzgando que este es su real
dictamen lo observaré si no me manda otra cosa”1105.
Siguiendo instrucciones, el Marqués se aplica con toda diligencia
a comprobar si es cierto que los franceses preparan tropas tan
numerosas como le han dicho1106. Advierte a Madrid de los efectivos
con que cuentan los franceses y asegura que esos aparatos militares se
destinarán a los Países Bajos si se hace la paz con Inglaterra1107. Esta
información es muy preocupante, no tanto por el número de tropas que
tienen los franceses como por la escasa defensa de las tierras de
Flandes. El Consejo de Estado, consciente de que Francia se prepara
para atacar Flandes y de que se debe evitar el peligro, tras lamentarse de
que la prevención de su defensa, que consiste en enviar asistencias de
dinero, esté todavía pendiente de los asientos generales, encontrándonos
ya a primeros de febrero1108, reconoce que si los franceses atacaran
Flandes acabarían con aquellos estados en pocos días. Por eso las
ponderaciones y conclusiones se deben reducir a que conviene asistir
aquellos estados con urgencia para resguardarlos de una guerra
imprevista y, aunque no se pueda enviar de golpe todo el dinero que se
quisiera, por lo menos se debe remitir alguna suma considerable
mientras sigue lo demás y llegan los españoles e italianos. Los
consejeros de Estado son conscientes de que el fundamento de todo esto
es las asistencias de dinero que falta en todas partes: “los discursos son
en balde si falta el caudal de los medios”, se lamentan también de la
falta de apoyos, confían en que el Sr. Emperador se empeñe en la
guerra, en que se termine de ajustar lo de Portugal, y confían también en
1105
AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 diciembre 1665.
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 enero 1666.
1107
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 24 enero 1666.
1108
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 4 febrero 1666.
1106
462
que los príncipes del Rhin, teniendo tan a la vista el peligro de la
ambición de Francia, a pesar de la liga de garantía, quieran tomar
resoluciones que les lleven a no dejarse supeditar y hagan una guerra
ofensiva al Rey Cristianísimo. Insiste el Consejo de Estado a S.M. en la
necesidad de reforzar las fronteras de Flandes con urgencia y,
proporcionalmente, las de Cataluña, de manera que hallando resistencia
las primeras invasiones se pueda acudir a las partes que conviene. Dicen
los consejeros que, siendo Flandes y Cataluña lo más expuesto a los
primeros ímpetus, no admite duda el grave inconveniente que resultaría
a todos los intereses de la Monarquía y de la Augustísima Casa si por
aquellas partes sobreviniese algún “vayvén”, que ni con tesoros ni
ejércitos se podría arreglar. Por eso, el acudir sin perder instante será el
mejor preservativo, y asegurará el logro si se aplica en tiempo y
razón1109.
Ante el inminente ataque de Luis XIV a Flandes, los consejeros
de Estado, preocupados, vuelven a reflexionar; piensan que el Rey
Cristianísimo no empezará la guerra por lo adelantado que está el
verano y porque está ocupado en la guerra contra Inglaterra, confían en
que si sale hacia Extremadura el condestable y la armada real con 25
bajeles, a la vez que el ejército, podrá convencer a los enemigos de que
no estamos tan escasos de fuerzas como hace pocos meses. A pesar de
todo, dicen, no se deben aflojar las disposiciones de asistir a Flandes
con más dinero y realizar la leva que hace tantos días se decidió, y piden
a S.M. que vuelva a mandar que no se pierda un instante de tiempo y se
vayan embarcando 300 o 400 hombres en la forma que se pueda,
“porque siendo aquellos estados el principal blanco a que miran los
franceses, es bueno tenerlos prevenidos”. Insisten en que hay que
1109
AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 16 febrero 1666.
463
procurar la defensa y conservación de Flandes, no sólo con las formas
sino con las negociaciones de estado, en las cuales al presente, todo el
centro del discurso pasa por el éxito que tengan los tratados de
Inglaterra con la venida del Embajador Extraordinario Sandwich,
pudiendo creerse que si los ingleses caminan con sinceridad en las cosas
de Portugal y se llega a pactar con Inglaterra la buena correspondencia,
lo primero que pedirán es una liga defensiva, y si por medio de ellos se
pudiese incluir a holandeses, uniendo el interés de todos en la
conservación de los Países Bajos, pues es causa común, esto sería lo que
más los podría afianzar, mayormente si España se desembaraza con
decoro de la guerra de Portugal que tanto divierte los efectos. Dicen los
consejeros que sin la guerra de Portugal se podría aplicar todo a
Flandes, con lo que el orgullo de los franceses tendría menos vigor y la
Monarquía Católica más disposición para no sufrirlo tanto como su
altivez les hace presumir, según se reconoce bastante en lo que hacen
cada día en materia de saludos y precedencias, cosa que quizás fuera
menos compatible en una guerra rota que en tiempos de una paz donde
tanto abusan de la paciencia y la tolerancia. El Consejo de Estado espera
con curiosidad las proposiciones que traerá Sandwich, y conforme a
ellas, sobre los fundamentos y medios que se podrán tomar, pasará a
consultar a V.M. lo que viere para su mayor servicio1110.
A principios de 1667 llegan muy malas noticias a Madrid: el
Marqués de la Fuente dice a la Reina que 60 alemanes que servían en la
caballería de Flandes han pasado a las tropas francesas y se han
repartido en diferentes compañías. Ha oído decir también que, si les dan
algunos medios, traerán a la mayor parte de los de su nación que sirven
1110
AGS, Estado, Francia, K1391, Madrid, 3 junio 1666.
464
a S.M. Católica1111. Pero las peores noticias las envía el Marqués de
Castel Rodrigo: escribe a la Reina una desesperada carta con una nota
del Marqués de Yenes, gobernador de Borgoña, que confirma los
aprestos de guerra que en todas partes hacen los franceses y en la que se
muestra convencido de que se acerca la rotura con Francia. En un
reciente viaje a Namur, Charlemont y Charleroi, importantes plazas en
las que repuso municiones y guarnición y asentó los decaídos ánimos,
pudo comprobar las prevenciones que los franceses hacen en la frontera;
también comprobó la descomposición en esos estados, la falta de
medios y la necesidad de españoles e italianos. Dice que no son
suficientes los 200.000 escudos que ha recibido pagaderos en 10 meses
para las necesidades urgentes que hay y se lamenta también del poco
tiempo de que disponen para mejorar la situación. Añade que en todas
las cartas de confidentes, de ministros, de príncipes y de particulares se
asegura que está estampado el manuscrito sobre los intereses de
Brabante y que está resuelta la guerra; que sin dar lugar a negociaciones
nos atacarán para tomar posesión de Brabante de forma violenta. Tiene
noticias de que el Rey Cristianísimo en persona dirigirá un ejército y el
mariscal de Turena como su Teniente General dirigirá otro por la parte
de Flandes para encerrar en medio a los españoles. También le han
dicho que harán a las grandes ciudades promesas de las que no
acostumbran a cumplir. Castel Rodrigo cree que esto nace de la paz que
tiene ya ajustada Francia con Inglaterra y lo piensa porque entiende que
los franceses difícilmente se decidirían a atacar Flandes estando en
guerra con Inglaterra. Castel Rodrigo confiesa a la Reina que si esta
primavera se produce la invasión, no ve forma, como no sea un milagro,
de no perder esas tierras y llega a hacer este razonamiento: “si nos
pidieran en España una provincia para evitar la guerra, fuera razón de
1111
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 23 enero 1667.
465
estado dársela para ganar tiempo y acabar de componernos, pues si
esto se pierde no queda esperanza, y si se mantuviese la habría no sólo
de recuperar la provincia pero de resolverles en sus reinos a franceses
cual jamás hubiese estado”. Lo que más teme no es la fuerza sino el
abatimiento en que han entrado esos pueblos que se juzgan
abandonados y sin esperanza de algún socorro, y hace reproches al
Emperador: “los socorros de Alemania distantes, y siendo un príncipe
de la misma casa e intereses no se ve armado como lo pide la necesidad
y peligros de los tiempos y constituciones de Europa. Me aseguran de
allá que no se halla con más de 20.000 hombres en total, número que
apenas bastaría para bajar a nuestro socorro. Ni siquiera se ha
concertado con V.Md. la forma de socorrernos y darnos la mano como
tanto lo tengo representado”. Termina diciendo: ”en fin V.Md., por un
solo Dios, si tiene tiempo, mande considerar tales riesgos que traen
consigo no sólo la total pérdida de la Monarquía, pidiendo extremos
males, extremos remedios, y vea si es posible a todo riesgo y coste el
ganar este año, pues es donde a mi ver estriba todo, y no le veo otro
remedio más que estorbar la paz de Inglaterra con Francia siendo muy
dudoso que ésta se resuelva contra nosotros como lo ha hecho en dos
años sin verse libre de Inglaterra que es lo que más temen, por la unión
con que con nosotros se siguiera. A mí me hace hablar el celo del
servicio a V.Md, el interés público, el particular conocimiento de cómo
está esto y lo que en ello va; en lo demás el ánimo está aparejado para
resistir a todo infortunio y procelosa tempestad, y V.Md. esté con
seguridad de que se obra, en lo que acá toca, mucho más de lo posible,
y que procuraré no omitir diligencia ni disposición en su servicio como
quien está resuelto a morir como fiel criado y vasallo, y lo estamos
todos a vender nuestras vidas a justo precio”1112.
1112
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Bruselas, 16 marzo 1667.
466
El Marqués de la Fuente también informa a Madrid sobre el
ejército que se prepara para dirigirse a Namur y sobre la llegada a París
de un súbdito de S.M. Católica de Brabante para negociar secretamente
con Msr. Colbert la entrega al Rey Cristianísimo de la plaza de
Luxemburgo y otros puestos considerables en la misma provincia. Se
lamenta el Marqués del modo de actuar de los franceses y reconoce
“cuan aplicadamente procuran aquí lo que solicita su natural ambición
sin hacer ningún reparo en obrar contra los preceptos divinos y
humanos”1113. Escribe también a Castel Rodrigo diciendo que tiene
información sobre la inminente guerra de Francia contra Flandes. Le
dice que Bouninguen le hizo la confidencia de que la guerra era un
hecho y que los franceses temían más el gasto y riesgo de mantener una
campaña más de la guerra con Inglaterra que el empezar con España.
Estas palabras parecieron al Marqués de la Fuente contra el decoro de
S.M. y no quiso escuchar más. También el abad Siri, Nuncio de Su
Santidad en Francia y hombre cercano a Lionne, quien después de
mostrarle agradecimiento por el trato que le dispensó en Venecia, habló
confidencialmente al Marqués de la Fuente sobre la rotura de las dos
coronas y le dijo que las Provincias Unidas no ayudarán a los Países
Bajos en caso de guerra ya que estaban obligadas al Rey Cristianísimo
porque les había ayudado tan generosamente contra el de Münster y
había roto una guerra contra Inglaterra por defenderles. El Embajador
español pidió al Nuncio de S.S. que intentara mediar e impedir la
guerra, a lo que contestó con indiferencia. Por todo ello el Marqués
quedó muy preocupado y decidió suspender el viaje que tenía ya
preparado1114.
1113
1114
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Saint Germain, 6 marzo 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 31 marzo 1667.
467
Al Consejo de Estado le parece digno de mucho reparo que el
Marqués haya hablado de esta materia con el Nuncio por su cuenta y
propone que se le escriba mostrando extrañeza por haber entrado en tal
negocio sin orden de S.M., manifestando que no conviene que el
Nuncio haga tales oficios ni que el Marqués se entrometa en la materia,
pues sería dar muestras de debilidad y dar motivo a los franceses para
que refuercen su vana presunción de derecho a Brabante, “debiendo
esperar en Dios que si se resuelven a romper la guerra por tan inicua
pretensión, favorecerá la justicia del Rey Nuestro Señor, punto que se
debe defender con la espada antes que con negociaciones tan
indecentes y poco fundadas”. Y para ganar tiempo el Consejo ordena al
Secretario D. Pedro Fernández del Campo que escriba al Marqués de la
Fuente, con el ordinario de Flandes que parte esa noche, desaprobando
su conversación con el Nuncio y pidiéndole que se abstenga de
entrometimiento en ese asunto. El Consejo de Estado también pone
reparos a la noticia que da el Marqués de la Fuente referente a que el
residente del Emperador se ofrece como mediador al Rey Cristianísimo
para la paz con Inglaterra. Se lamentan los consejeros de no haber sido
informados sobre este extremo cuando los ministros de S.M. Católica
caminan con tanta unión en todo con los de S.M. Cesárea1115.
El Consejo de Estado no comparte el pesimismo de Castel
Rodrigo y del Embajador y encuentra contradicciones en lo que refieren
sus cartas. Aunque los consejeros ven difícil que Francia rompa la
guerra en Flandes estando en ese momento en guerra contra Inglaterra,
manifiestan que la prudencia aconseja prevenir el lance lo mejor que se
pueda poniendo en buena forma las fronteras en todas partes como
1115
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 5 mayo 1667.
468
tantas otras veces ya han representado a S.M. Consideran probable que
en caso de guerra ésta empiece por los estados de Flandes, y estiman
que aquellos países están los “menos mal” preparados, pues además de
haberles enviado letras de 800.000 ducados, también se enviaron
españoles e italianos. Peor se encuentra Extremadura y Cataluña como
tantas veces se ha puesto de manifiesto por lo que no extienden más en
ello. Los consejeros proponen que se apruebe a Castel Rodrigo el
cuidado que pone en la conservación de esas plazas, sienten la desgracia
de haberse perdido 300 hombres que pasaban a Flandes y proponen se
les asista con el sufragio de algunas misas1116. El Consejo de Estado
sigue sin querer enterarse de la gravedad de la situación a pesar de que
las cartas del Marqués de la Fuente insisten en el peligro de Nemurs,
Luxemburgo, y otros puestos de aquellas provincias y dicen también
que, por un confidente, ha sabido de un tratado secreto entre unos
alemanes y unos ministros de Francia para atraer éstos a su servicio a
algunos de los que sirven en Flandes1117, pero prefiere poner en duda
estas noticias y pedir al Embajador que se explique mejor1118.
Los hechos, sin embargo, confirman que la guerra es un hecho. El
Marqués, además de comunicar que Francia se dispone a firmar la paz
con Inglaterra, según ha sabido por la conversación que tuvo con el
Embajador de Holanda en París, dice que en París se habla ya de la
guerra sin rebozo y que S.M. y el ejército se encaminarán a Bruselas
“con la seguridad de un baylete que se hubiera ensayado muchas
1116
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 9 abril 1667.
El tratado secreto al que se refería de la Fuente es el que hizo un coronel de alemanes llamado
Caban con ministros de Francia para sacar una parte grande de los alemanes que sirven en Flandes,
llevándolos con oropel más que con dinero, y formar con ellos cuatro compañías de las que será
capitán el sr. Delfín. También negociaban la entrega de la plaza de Coblens. AGS, Estado, Francia,
Leg. 1393, París, 20 marzo 1667.
1118
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 22 abril 1667.
1117
469
veces”1119. A Pedro Fernández del Campo le cuenta se acaba de enterar
de que los Reyes Cristianísimos saldrán de París el 10 de mayo,
insinuando que se dirigirán a la frontera de Flandes, y que el ejército
empezaría a moverse el día 201120. También el gobernador y Capitán
General de S.M. Católica en Artois avisa de la inminente guerra y
cuenta que los franceses piden 50 escudos a cada aldea que deberán
entregar en tres días con lo que aseguraban su protección, lo que es
contrario a los tratados de paz1121. El Marqués, preocupado, pide a Doña
María de Molina que hable con la Reina para que interceda por la paz
cumpliendo con su obligación de Reina de Francia y de Infanta de
España1122.
La prueba definitiva de que la guerra es un hecho es la carta que
el propio Rey Cristianísimo escribe a la Reina de España. En dicha carta
explica los justos motivos que le obligan a entrar en la guerra, recuerda
que cuando murió Felipe IV habló con el Marqués de la Fuente sobre
los derechos de su esposa y que éste no quiso escuchar las razones que
tenía para reclamar lo que por justicia le correspondía, lamenta la
respuesta poco conforme a la piedad y la orden dada al Marqués de
Castel Rodrigo para que hiciese prestar el juramento de fidelidad a los
estados del País Bajo tras la muerte de Felipe IV, lo que hasta entonces
no se había hecho. La negativa a administrarle justicia y esa última
resolución de ligarse por su juramento unos pueblos que son suyos, le
1119
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 abril 1667. La conversación del Marqués de la
Fuente con el embajador de Holanda versó sobre la alianza de Francia y las Provincias Unidas
firmada en 1662. El Marqués de la Fuente pensaba que no debía los holandeses fiarse de dicha
alianza, pero el Embajador respondió que su República no era capaz de mudar máximas y refirió que
apretándoles el Cardenal Mazarini para que unidos conquistasen los Países Bajos y los dividiesen, o
que con las fuerzas comunes facilitasen que lo que la corona de S.M. Católica posee en ellos formase
un estado libre; respondieron a lo primero que el extender sus confines sería perderlo todo, y en
cuanto a cooperar en que se formase otro estado libre estuvieron firmes en que no les convenía
ninguna novedad en aquellas Provincias.
1120
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, 1 mayo 1667.
1121
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Saint. Omer, 9 mayo 1667.
1122
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 16 mayo 1667.
470
habían aconsejado a tomar posesión de ellos. Insiste en que entra en los
Países Bajos para tomar posesión de lo que le es usurpado1123 (Doc. n°
12).
En la citada carta el Rey Cristianísimo anuncia a la Reina
Regente que su Embajador le presentará una Declaración de los
Derechos de la Reina Cristianísima sobre las provincias de Brabante,
Hainault, etc., en la que se explican los motivos por los que el Rey
Cristianísimo ha decidido presentarse en persona en las puertas de
dichas ciudades de los Países Bajos, a la cabeza de una armada de
60.000 hombres para asegurar todos esos estados; explica que, lejos de
querer asolar esas provincias con la fuerza de las armas, quiere procurar
el bien y la tranquilidad que les son necesarias; que no solo quiere
mantener los eclesiásticos nobles y tercer estado en un pleno disfrute de
sus privilegios, sino aumentarlos y dar protección por mar y por tierra a
todas las ciudades y conservar a los oficiales y magistrados en sus
cargos y funciones. S.M. está persuadida de que todas las ciudades de
estas provincias le abrirán sus puertas y le reconocerán por verdadero,
legítimo y natural soberano. Su real clemencia y su bondad paternal no
le permiten creer que ninguno de sus súbditos nuevos haga necesaria la
justicia para castigar un crimen de rebelión. S.M. declara, además, que
todas las ciudades, burgos y pueblos que le reconozcan serán exentos de
todos los desordenes que una grande y potente armada trae
ordinariamente tras ella1124.
1123
AGS, Estado, Francia, Leg. 1394, Saint Germain 8 mayo 1667.AHN, Estado, Lib. 140, 8 mayo
1667. Copia de este documento se envía desde Madrid al Marqués de la Fuente.
1124
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, Chez Sebastien Cramoisy et Sebastien MabreCramoisy, Imprimeurs ordinaires du Roi, rue Saint Jacques aux Cicognes. Mayo de 1667.
471
Lionne quiere entregar al embajador de España una copia de la
carta que Luis XIV escribe a la Reina de España para que él la envíe a
Castel Rodrigo, pero el Marqués de la Fuente –que ya está jubilado—,
se encuentra enfermo y el encargado de los negocios de la embajada,
Miguel de Iturrieta, ha viajado a Cambray con negocios domésticos.
Sorprendido Lionne por no encontrar persona en la embajada, insiste en
que desea entregar dicha carta
y dos libros, uno de ellos para el
Marqués de Castel Rodrigo. El Marqués, “trabajado por una purga en
ese momento”, recibe por fin a Lionne y le dice que no necesita el libro
pues Castel Rodrigo ya lo tiene y además dicho libro contiene muchas
inexactitudes, ya que él, más que nadie, sabe lo que le dijo la Reina el
17 de agosto de 1665 y lo que escribió a S.M. el 23. Todo ello fue antes
de morir Felipe IV, cosa que el libro no explica. Lionne responde a de la
Fuente que no tiene importancia la fecha, que lo importante es el
discurso que sí tuvo lugar. También es importante, dice Lionne a de la
Fuente, que el Consejo de Estado, en Madrid, no haya querido informar
a la Reina de los derechos del Rey de Francia ni haya querido entrar en
ningún acomodamiento. Y añade que está convencido de que, de no
haber muerto Felipe IV, hubiera respondido a las instancias estimables y
pías de la Reina madre de diferente manera1125.
El Marqués de la Fuente informa a Madrid de esta entrevista y de
otras noticias preocupantes que también envía a Castellar1126 para que
prevenga a S.M. Cesárea y a Castel Rodrigo. Cuenta el Marqués que el
rey Cristianísimo pidió a los príncipes del Imperio que le asistiesen en
lo de Flandes, para que, viendo S.M. Católica tantos unidos contra ella,
se rindiese para excusar una guerra tan sangrienta; que se pasaron
1125
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 12-15 mayo 1667
Baltasar de la Cueva Enríquez de Mendoza, Conde de Castellar, era Embajador en Viena (16661670).
1126
472
oficios con los Estados Generales en el mismo sentido, y otros con
Gramonville,1127 para que diese cuenta de todo a S.M. Cesárea. Dice
también el Marqués que un enviado del obispo de Münster le aseguró
que habían establecido un tratado en el que S.M. Cristianísima le daba
50.000 escudos obligándose el obispo a no conceder un hombre para el
servicio de S.M. Católica y a estar pronto para dar celos a los
holandeses si el conocer su peligro los obligase a faltar a lo ofrecido a la
corona francesa. Del Rey de la Gran Bretaña, dice el Marqués que, por
precio de una suma considerable (que ha recibido sin noticia del
Parlamento), y de obligarse S.M. Cristianísima a no unir este verano sus
fuerzas marítimas con las de Holanda, ha asegurado que no asistirá a
S.M. Católica ni directa ni indirectamente, y parece que confirma el
acuerdo haberse alejado el duque de Beaufort pasando a la Rochela
donde se halla con el número y calidad de bajeles que vienen en la hoja
adjunta. Según ha oído, tiene orden de destacar algunos en socorro de
Portugal. Y ha entendido también que Melo, que asiste en Londres, ha
remitido un tratado de acuerdo entre la corona de Francia y el duque de
Braganza mientras llega a París el ministro que está destinado en
Portugal, y que se han dado en Alemania patentes para levantar 6.000
infantes y 8.000 en Francia1128.
Abrumado, el Marqués de la Fuente vuelve a escribir a Castel
Rodrigo avisándole del ambiente de guerra que se respira en París. Se
lamenta de que no puede hacer nada, le comunica que ha trasladado al
Rey su carta, que ha hablado con los embajadores de Holanda y de
1127
1128
Enviado del Rey Cristianísimo al Imperio.
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 15 mayo 1667.
473
Venecia que se han ofrecido como mediadores, pero sólo puede aplazar
que empiece la tempestad, no disipar el nublado1129.
La carta de Castel Rodrigo trasladada por el Marqués de la Fuente
al Rey Cristianísimo es calificada por éste de “libelo”. Lionne dice al
Marqués que S.M. Cristianísima considera indigno responderla pues la
intención de Castel Rodrigo con aquel “lindo papel” es difundir por el
mundo la odiosa actitud del Rey de Francia, que pretende, valiéndose de
la corta edad de S.M. Católica, acciones contra un inocente, sin explicar
sus pretensiones, rompiendo dos paces juradas y en perjuicio del
Imperio y contra los intereses de todos los príncipes vecinos. Dice
también Lionne que todas esas cosas, aunque fueran verdaderas, no
pueden autorizar al Rey Católico, que no tiene más que 6 años, para
retener estados heredados por la Reina de Francia a la muerte del Rey su
padre, y afirma que esas declaraciones no darán resultado ya que el
testamento del Rey Católico tiene tan atadas las manos de la Reina que
no puede enajenar ni tan siquiera una aldehuela de los Países Bajos;
deja claro que la Reina de Francia es dueña de los Países Bajos y que el
Rey Cristianísimo está obligado a lograr sus derechos; recuerda al
Marqués de la Fuente que en Madrid no se hizo justicia al Rey
Cristianísimo y se le quitó toda esperanza de conseguirla. A la vista de
mala información que tiene el Marqués de Castel Rodrigo, Lionne
recuerda al Marqués de la Fuente la postura de su Rey para que se la
haga saber: no pretende romper la paz, no pretende desmembrar nada
del Imperio, no pretende contravenir en nada al Tratado de Müsnter ni
al de los Pirineos, no intenta perjudicar a ninguno de los Príncipes
vecinos y tampoco desea faltar a lo que últimamente dijo S.M. a V.E. en
orden a lo que deseaba la conservación de la Paz, siendo verdad que
1129
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 mayo 1667.
474
queda siempre con el mismo deseo y que la sola voluntad de la reina
Católica romperá la Paz si esta desgracia debe suceder a la cristiandad.
Lionne, tras informarle de las sinceras y santas intenciones de su Rey en
cuanto a mantener la tranquilidad pública, asegura a de la Fuente que
S.M. Cristianísima se hallará siempre muy dispuesto a un buen acuerdo
y a tratar de él con condiciones muy razonables y muy moderadas,
considerando la importancia de dichos derechos, siempre que se le
hagan proposiciones legítimas, no a través de libelos1130. La valoración
y comentarios que Lionne hace de la carta de Castel Rodrigo sólo
merece una respuesta escueta del Marqués de la Fuente: acusa recibo de
la misma y dice a Lionne que comunicará a Castel Rodrigo que el Rey
Cristianísimo no quiere contestarle1131.
El Marqués de la Fuente envía a Madrid una relación de las
fuerzas de Francia y, para que sirva de consuelo, informa de la
proposición que le hizo, en nombre del duque de Lorena, un teniente
suyo, de que sus tropas no pasarían al servicio del Rey Cristianísimo y
que, caso de que fuera forzado a ello, formaría otras para que su hijo
fuese a servir a S.M. Católica en los estados de Flandes1132. El Consejo
de Estado desconfía del duque de Lorena y piensa que sus propuestas
pueden tener muy poco fundamento por las repetidas experiencias que
hay de su inconstancia1133.
1130
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 18 mayo 1667. Lionne justifica la postura de su Rey
diciendo que el art. 24 de Tratado dice que sucediendo alguna rotura entre Francia y España siempre
se dará seis meses de término a los súbditos de una parte y otra para que puedan retirar sus efectos y
personas a donde les pareciese, plazo que S.M. está dispuesta a cumplir puntualmente.
1131
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 19 mayo 1667.
1132
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 mayo 1667. El Marqués de la Fuente tiene noticias
de que el ejército principal que se prepara consta de 22.000 hombres y 8.000 caballos, sin los
voluntarios; el del Mariscal de Aumont de 4.000 infantes y 2.000 caballos, el del Marqués de Crequi
de 4.000 infantes y las tropas de Lorena suponen 3.000.
1133
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 junio 1667.
475
7.5. La invasión de Flandes
A la carta del Rey Cristianísimo del 8 de mayo con las
pretensiones a algunas provincias de los Países Bajos, responde la Reina
Regente con una propuesta de apaciguamiento que dice: “Lo que las
Reinas Cristianísimas dijeron al embajador, Marqués de la Fuente, se
tuvo por plática doméstica y confidente”. Según el capítulo 90 de las
paces de los Pirineos se ve que semejantes pretensiones, cuando no
estuvieran renunciadas, no se han de intentar por armas sino por vía
amigable de justicia y, pues dice ahora el Rey que está pronto a un
acomodamiento amigable, estoy también dispuesta a que se confieran
estos derechos y se vea la justicia o los medios, por lo cual se podrán
señalar personas y lugar, a cuyo efecto es necesario que entretanto
ambas partes suspendan todo género de procedimiento de armas. En
esta conformidad se ejecutará luego y se entregará la carta al
Embajador por mano del Secretario de Estado a quien toca, hablándole
en la misma sustancia, y se enviará duplicado de ella al Marqués de la
Fuente para que por este medio llegue a manos del Rey
Cristianísimo1134.
Esta respuesta de la Reina Católica que intenta parar la guerra es
trasladada al Rey Cristianísimo por Juan de Pubat porque esos días el
Marqués de la Fuente se encuentra enfermo, como hemos dicho. Pubat,
al regresar de palacio, cuenta al Marqués de la Fuente que Louvois le
manifestó que la carta de la Reina Católica no había parecido al Rey una
propuesta de paz ni de concierto y que S.M. Cristianísima no se dejaría
engañar faltando a sus derechos, a su fortuna y a los deseos de su
ejército suspendiendo el curso de las armas. Cuando Pubat recordó a
Louvois lo que el Rey debía en justicia por parentesco y lo que había
1134
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 mayo 1667.
476
jurado en el tratado de los Pirineos, éste contestó que el Consejo de
España no quería dar al Rey lo que es suyo, que es lo mismo que
declarar la guerra. Replicó Pubat que para dar esa interpretación era
necesario ver primero si era suyo lo que pedía y, entrando en una dura
discusión, satisfizo con que lo que faltase para probarlo “lo suplirían los
cañones”. Después entró Louvois a discurrir sobre Castel Rodrigo sin
dejar duda en lo mal que le quieren y, tras otros reproches, insistió en
que si el Marqués de Castel Rodrigo no enmendaba la orden de
embarazar el paso de los correos, S.M. se vería obligado a detenerlos a
todos1135.
Esta conversación que muestra la firmeza de los franceses y
también su táctica para culpar a España de ser la que declara la guerra
deja muy preocupado al Marqués de la Fuente que escribe una carta
cifrada a Pedro Fernández del Campo en la que se lamenta de la actitud
de los franceses manifestada por Louvois a la vez que le confiesa su
temor a los efectos que pueda tener cualquier proposición de España a
estas alturas. El Marqués piensa que todo es ya inútil; desconfía del
papel que harán los príncipes del Imperio en la farsa que empieza, pues
aunque ha procurado abrirles los ojos hablando al duque de Miquelburg,
no se fía de que se pongan de parte del Emperador. El Marqués informa
al Secretario de que el ejército se detiene todavía en Charleroi aunque
pronto partirá y habrá noticias de haber atacado alguna plaza; también le
dice que el residente de Dinamarca que ha regresado, trae propuestas de
unión muy estrecha con S.M. Cristianísima1136.
1135
1136
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, enviada 26 Junio 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 16 junio 1667.
477
En este momento el asunto de los correos se convierte en un
grave problema. Lionne advierte al Marqués de la Fuente de que, a la
vista de que el Marqués de Castel Rodrigo ha empezado a detener los
despachos del Rey Cristianísimo para sus ministros, ha decidido el Rey
Cristianísimo detener los que pasan por Francia. Así, dice Lionne, no
padeceremos más perjuicio que el que hagan ellos. Tras amenazarle con
mayores
represalias,
Lionne
recuerda
al
Marqués
que
S.M.
Cristianísima había dicho al arzobispo de Embrún que si le preguntaban
en Madrid si los ordinarios de Flandes podían pasar seguridad por
Francia, respondiese que lo podían hacer si no les declaraban la guerra y
si los ordinarios de Francia podían pasar a Holanda y al Norte con la
misma facilidad1137. También el Marqués de la Fuente se queja a Lionne
de que sus despachos no llegan a Flandes y se extraña de que la carta
que escribió la Reina Católica a la Reina Cristianísima no hubiera
llegado; Lionne le contesta diciendo que no sabe nada y que los suyos
no pasan de Amberes1138. Pocos días más tarde Lionne pide al Marqués
de la Fuente que el Marqués de Castel Rodrigo conceda pasaportes para
los correos y mensajeros que van y vienen de París a Flandes, para los
que van y vienen de París a Inglaterra pasando por Calais y no los
arresten las guarniciones españolas como hizo la de Saint Omer al
correo de París a Calais que partió el domingo 19 de junio1139.
A pesar de todas las evidencias, sobre todo, a pesar de la
notificación del propio Rey de Francia, la Reina Regente se resiste a
romper con París, quizá temerosa de las maniobras que pudiera realizar
en esa coyuntura y en beneficio propio, don Juan José de Austria, cuya
presencia en la corte le tenía ciertamente preocupada —fracasará en su
1137
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Charleroi, 8 junio 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 22 junio 1667.
1139
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 24 junio 1667.
1138
478
intento de alejarle del reino mediante el nombramiento de gobernador y
capitán general de Flandes—, y acaso convencida de que podría ganar
algo de tiempo para alcanzar un acuerdo con Luis XIV o para atraer a su
causa al Emperador y a las Provincias Unidas así como para neutralizar
Portugal negociando el fin de las hostilidades1140. Don Juan se empeñó
en ese momento en conseguir un puesto en la Corte, un puesto en el
Consejo de Estado. Elevó un memorial a la Reina y se estudió la
petición en el Consejo de Estado en donde algunos consejeros
estimaban conveniente la presencia de Don Juan por estarse tratando
asuntos de gran importancia. En ese momento la entrada de don Juan en
el Consejo fue denegada pero poniendo como pretexto el rompimiento
con Francia y la conclusión del tratado con los ingleses, el conde de
Peñaranda propuso a la Reina el 24 de mayo, la llamada de don Juan
para que participara como miembro del Consejo de Estado”1141.
Mientras, en Madrid los ministros preocupados por los
preparativos militares del Rey Cristianísimo y temiendo la invasión de
los Países Bajos, no saben como actuar; no entienden la insistencia de la
diplomacia francesa en declarar que no es intención de su soberano
romper el tratado de los Pirineos firmado en 1659. El Consejo de
Castilla en respuesta a un decreto de la Regente del 23 de mayo de
1667, esboza una serie de providencias que deben prevenirse ante un
eventual ataque de Francia, incluyendo, obviamente, la represalia contra
las haciendas de los franceses, aunque desestima su promulgación
SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la monarquía hispánica durante la
regencia de doña Mariana de Austria”. Studia Historica. Historia Moderna. n| p. 145.
1141
CASTILLA SOTO, J.: Op. cit., pp. 205-207. El 4 de junio de 1667 don Juan vio colmados sus
deseos: ”Habiéndose declarado el Rey Cristianísimo en sus pretensiones sobre Brabante y otras
Provincias en los Países Bajos con las armas en la mano, he tenido por servicio del Rey mi hijo,
ordenaros vengáis a Madrid, para entrar en el Consejo de Estado; teniendo yo vuestro parecer muy en
particular estimación, así por el conocimiento de vuestras experiencias y prendas, como por lo que
vos tenéis de Flandes y de lo Universal, fiando de vuestras obligaciones, procurareis el mayor
acierto, en la ocasión que tanto es menester que Dios nos ayude...
1140
479
inmediata con el argumento de que Luis XIV podría acogerse a este
pretexto para iniciar una ofensiva bélica, a pesar de que el apoyo
prestado a los portugueses en su independencia venía a ser como una
declaración de guerra”1142.
El Consejo de Estado, viendo las últimas cartas del Marqués de la
Fuente (la que cuenta los malos efectos que produjo a Lionne la
propuesta por parte de la Reina Católica de un acomodamiento), la
advertencia de María de Molina sobre lo inminente de la guerra, así
como la relación de fuerzas preparadas para guerra, manifiesta que hay
que asistir al Marqués de Castel Rodrigo y hay que prevenir en todas las
partes; dicen también los consejeros que es necesario y urgente que el
Emperador rompa con Francia. Para ello es necesario asistirle con
medios y dinero, pues de otra forma será difícil que lo haga, sobre todo
si el conde Fustemberg, primer ministro del elector de Colonia, tan
desafecto a nuestras casas, está de parte de Francia. El Consejo de
Estado reconoce que hubiera sido mejor que Castel Rodrigo no hubiera
escrito al Rey Cristianísimo, pues escribir eso no estando bien armado
es exponerse a desaires, además lo ha hecho sin haber dado cuenta a
Madrid y sin tener poder ni autoridad que para tales casos debe asistir a
los ministros subalternos. Al Consejo le parece que no se debe dar a
entender este reproche porque hallándose con las armas en la mano, es
más justo alentarle que mortificarle1143.
Alentar a Castel Rodrigo era ciertamente importante, sobre todo a
la vista de las maniobras francesas que, con todo detalle, refiere el
Marqués de la Fuente. Cuenta que el día 15 de junio marchó Luis XIV
SÁNCHEZ BELÉN, J.A., y RAMOS MEDINA, M. D. :“Los comerciantes franceses en Castilla
y la Represalia de 1.667”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, H° Moderna, t 7, 1994, p. 289.
1143
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 junio 1667.
1142
480
con 2.600 hombres de Lorena; el 23 llegó desde Arras la noticia de que
habían entrado en Tournay; explica que los franceses tomaron medidas
en las riberas para dificultar las fugas y el número grande de ahorcados,
y que pasan de 5.000 los que han dejado las banderas. Añade que
padecen por falta de víveres, pues, aún pagándolos muy caros, no se
encuentran1144. A Pedro Fernández del Campo le dice claramente que
los franceses han tomado la ciudad de Tournay; le cuenta que S.M.
Cristianísima pidió a sus habitantes que se rindieran o que dejaría que
saqueasen la villa a lo que respondieron como debían, por lo que mandó
el Rey que la rindiesen sin abrir trincheras, y habiéndolo intentado
diversas veces fueron rechazados con pérdidas considerables,
obligándoles a sitiar la plaza1145.
En julio, con la penetración de las tropas francesas en los Países
Bajos españoles y la conquista de varias plazas fronterizas, comenzó el
primer enfrentamiento armado hispano-francés del reinado de Carlos II.
En ese momento hay desconcierto en Madrid y la respuesta no es
inmediata. El 10 de julio de 1667 la Regente dirige al Consejo de
Castilla un decreto ordenándole ”que disponga todo lo necesario para
asegurar al reino del enemigo y causar a los franceses residentes en
Castilla todas las hostilidades y daños que se pudiere de cualquier
manera y en cualquier forma”, incluyendo la promulgación de una
represalia sobre cuya ejecución y conveniencia solicita su parecer al
Consejo1146. La ocupación de varias plazas sin apenas resistencia, por
carecer el ejército español de efectivos suficientes para oponerse al
avance, y sin que las Provincias Unidas ni el Emperador hicieran nada
1144
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 24 junio 1667.
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 26 junio 1667.
1146
SÁNCHEZ BELÉN, J.A. y RAMOS MEDINA, M.D.: “Los comerciantes franceses en Castilla y
la Represalia de 1667”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, H° Moderna, t. 7, 1994, p. 289.
1145
481
para evitarlo, aunque algunos teóricos políticos españoles intentaran
demostrar que la guerra emprendida por el Rey Cristianísimo era, a
todas luces, injusta, elimina cualquier recelo, y el 14 de julio se declara
oficialmente la guerra a Francia, decretándose también el embargo de
los bienes de los franceses y la prohibición de su comercio1147.
Declarada la guerra de Flandes por Francia, despedidos los
embajadores de París y Madrid, se celebra una reunión extraordinaria
del Consejo de Estado para estudiar la situación. Viendo la
“extravagancia” con la que caminan los franceses los consejeros de
Estado declaran que se puede esperar poco del acomodamiento de la paz
y manifiestan que se debe aplicar todo el ánimo a “disposiciones
gallardas de nuestra defensa” teniendo por cierto que los designios del
Rey Cristianísimo a los derechos de Flandes no sólo miran a ellos sino
al todo de la Monarquía, y aunque siempre se debe dar a entender que
V.M. no rehusa la paz y mostrar toda propensión a ella en cualquier
plática que se ofrezca para llegar a un honesto y razonable
acomodamiento, por no tomar sobre sí el odio común, es muy verosímil
que no se llegará a ninguna conclusión mientras el Rey de Francia esté
tan obstinado en no deponer las armas ni bajar el punto en que se ve que
quiere poner la satisfacción de sus pretensiones. Además, considera el
Consejo que sería difícil ceder cualquier cosa por pequeña que fuera,
porque hacerlo a título de justificados derechos del Rey Cristianísimo
respecto de su casamiento, sería perjudicial ya que invalidarían las
renuncias tan solemnes que se estipularon en la paz de los Pirineos. Y
siendo este un punto que tanto conviene mantener, mal podrá
mantenerse aunque el Rey Cristianísimo modere su presunción,
SÁNCHEZ BELÉN, J.A., “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la
regencia de Mariana de Austria”, Studia Histórica, Historia Moderna, 20, p. 146.
1147
482
mientras no vea la Monarquía en mejor postura, no sólo para una guerra
ofensiva, sino para una razonable resistencia que hoy tan flacamente se
experimenta en el estado de Flandes, porque aquella parte es hoy la que
más padece, y donde cada día se pueden esperar mayores desdichas si
con tiempo no se acude a su reparo.
El Consejo dice que enviar a Flandes, con correo extraordinario y
por duplicadas vías, 100.000 escudos es inexcusable y preciso como ya
lo ha representado a S.M. en otra consulta que está en sus reales manos,
y también los otros 100.000 escudos para el señor Emperador para que
los lleve el correo extraordinario que tiene detenido el embajador de
Alemania, pues es de menos inconveniente hacerle esperar 6 u 8 días
para que lleve las letras que no que se vaya sin ninguna al cabo de
tantos días que se le ofrecieron, además sería de mucho aliento ver que
empezamos a socorrerles con algún dinero mientras les causaría suma
frialdad y enfado ver que el correo va sin él, y poco importaría que el
señor Emperador haya comenzado con las órdenes que ha dado para
reclutar 10.000 hombres si no se le va asistiendo en proporción,
mayormente cuando con tanta claridad escribe D. Baltasar de la
Cueva1148 que no hay que esperar se mueva un hombre si de acá no van
los medios, cosa que también el Consejo tiene representado a S.M. El
Consejo se lamenta también a S.M., humildemente y no sin gran dolor,
de que en partidas tan moderadas se experimente tanto retraso,
reconociendo que el real ánimo y desvelo de S.M. lo sentirá de la misma
manera y, reconociendo que la causa nace únicamente de la esterilidad y
dificultades de la Hacienda real, manifiesta que es menester vencerlas y
echar mano de cualesquiera otros efectos para casos de tan grave y
1148
Baltasar de la Cueva Enríquez de Mendoza, Conde de Castellar, era embajador de España en
Viena desde 1666.
483
ejecutiva vigencia como es la conservación de Flandes y armas del
Emperador para socorrerlos, encargando S.M. sacar estas letras al
ministro o ministros que con mayor prontitud y eficacia pueda disponer
servicio que en la ocasión presente es tan necesario y estimable. El
correo extraordinario del embajador de Alemania podrá llevar duplicado
de las letras para Flandes escribiendo a Don Luis de Ponce que desde
Milán las encamine con la mayor brevedad posible ya que se dejó pasar
la ocasión del ordinario que partió estos días.
Pero el asunto que centra el debate sobre la guerra de Flandes es
la necesidad de hacer previamente la paz con Portugal. Dicen los
consejeros que las demás disposiciones universales de nuestra defensa y
de poder hacer la guerra rigurosamente la campaña que viene penden
muy capitalmente “de echar aparte lo de Portugal, que es el punto
fundamental sobre que se ha de fabricar el edificio”; del
acomodamiento de Portugal depende también el desahogar los medios
de hacienda y viéndonos sin un embarazo de aquel tamaño que nos
estimen para buenos amigos y aliados los que al presente dejarán de
declararse sin duda por ver cuan poco apoyo podrán hallar en nosotros
“mientras esta espina tiene tan amortiguado el cuerpo de la
Monarquía”1149.
Iniciada la guerra, los españoles interceptan los despachos de un correo
francés que va de Tournay a París con unos papeles de Lionne para el
Rey. Dichos papeles ponen de manifiesto el interés de Francia de lograr
una alianza con Inglaterra para conquistar Flandes, —información
importante para Madrid que en ese momento negocia con Inglaterra
1149
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 31 agosto 1667. En el capítulo de este trabajo
dedicado a la cuestión de Portugal estudiamos los debates del Consejo de Estado sobre la necesidad
de hacer la paz con Portugal para poder defender Flandes.
484
para hacer una liga y una tregua con Portugal—. Lionne explica su
parecer sobre si interesa más a Francia tener a los ingleses como
enemigos en la conquista de Flandes, o tenerles como amigos. Se
manifiesta partidario de tenerlos como amigos y de ofrecerles las plazas
de Ostende y Neuport, que se habrán de ganar con fuerzas comunes de
franceses e ingleses, para estorbar una posible liga entre españoles e
ingleses que defendiera Flandes. Sostiene que traer a los ingleses a este
lado del mar, dejándoles poner pie en tierra firme en puestos tan
importantes como los citados, presenta menos inconvenientes que los
que se pueden temer de la vecindad de los españoles; también se podría
considerar la religión pero este asunto ya se habló cuando se trató de
Dunkerque.
Lionne insiste en que para embarazar la liga de españoles e
ingleses no hay otro medio que ofrecer a estos las plazas citadas; para
persuadir y convencer, dice que el Cardenal difunto ya dejó decidida
esta cuestión en el tratado que hizo para la entrega de Dunkerque,
recordando que fue para complacer a Cronwell que se hallaba ya en
guerra con España, o para embarazar que no se ajustase con ella. Hoy se
trata de conseguir que el inglés, concluido el tratado de Breda, procure
cooperar con Francia para que ésta consiga sus intentos en la conquista
entera de los estados de Flandes que obedecen a España. También se
debe considerar que la potencia de Cronwell con el pie en tierra firme
podía causar más recelos a esta corona que los que podrá causar la del
Rey inglés o la de alguno de sus sucesores.
A Lionne le parece que dar a los ingleses las dos plazas marítimas
es un inconveniente mínimo; sostiene que no hay comparación alguna
entre tener a los ingleses por confederados y amigos aunque se hayan de
485
quedar con las dos plazas, y tenerlos por enemigos y confederados de
España. El apoyo de los ingleses a España con el envío a Flandes 12 ó
15.000 hombres inquietaría las costas del mar francés y obligaría a
inmensidad de gastos para el mantenimiento de armadas navales que
serán necesarias, y sería será más perjudicial para Francia que si
aquellos 12 ó 15.000 hombres unidos con las fuerzas Francia actúan
contra Flandes asegurando del todo la conquista.
Después se pregunta que cosa podrá intentar Inglaterra en
perjuicio contra Francia sólo por la adición de aquellas dos plazas
cuando el poder francés por sí solo es tan considerable y se hallará tan
crecido con la conquista de Flandes. Muy tímido es menester que sea el
que desde ahora para entonces se recelase de las fuerzas inglesas.
Concluye su discurso diciendo que se debe enviar poder a Msr.
de Runygny para que si no hubiese otro medio para embarazar la liga de
españoles e ingleses se ofrezcan a estos las dos plazas antes citadas,
pero con la condición de que habiéndose de empeñar las fuerzas de
Francia en la conquista de estas plazas con que quedarían, el Rey de
Gran Bretaña se ha de obligar también para todo el tiempo que durare la
guerra. Estos papeles llevan una nota del Rey en el margen que dice: “el
Rey ha leído con gusto esta memoria sobre la que hará reflexión
cuando convenga”1150.
Mientras los franceses se preocupan de buscar aliados para ganar
la guerra, en Madrid la Reina doña Mariana decide enviar a don Juan
José de Austria a Flandes. Don Juan puso condiciones para aceptar el
puesto de Gobernador de los Países Bajos en un momento en que la
1150
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Agosto 1667.
486
guerra era un hecho, exigió dinero y gente para llevar a cabo la empresa
así como poner fin al frente de Portugal. No satisfechas sus exigencias,
Don Juan renunció al Gobierno de Flandes pero al nombrar la Reina
para dicho cargo al Condestable de Castilla, don Juan decidió aceptarlo.
Pocos días más tarde renunció de nuevo1151.
El desarrollo de los acontecimientos militares, nada favorable a
las armas españolas, impulsa a la Reina Gobernadora a desplegar una
gran actividad en el campo diplomático. Además de los contactos ya
mencionados con Inglaterra y Portugal, a finales del mes de julio o
primeros días del mes de agosto de 1667 se acepta en Madrid la
mediación del nuevo pontífice, Clemente IX, para llegar a un acuerdo
con Francia, notificándose este negocio al gobernador de los Países
Bajos, Marqués de Castel Rodrigo, con el propósito de que inicie
conversaciones junto con los ministros delegados del Papa. Este
pretendido acercamiento revela, sin duda, tanto la debilidad de la
Monarquía Hispánica como la ingenuidad de la Regente y de su
confesor, el padre Everardo Nithard, aunque tampoco pude descartarse
una maniobra política con la intención de confundir al soberano francés
y desviar su atención de otros proyectos. Fuera como fuese, lo cierto es
que esas negociaciones, si es que llegaron a emprenderse, no tuvieron
resultados positivos1152.
En noviembre Don Juan, ya en el Consejo de Estado, presenta a la
Reina un informe sobre la situación general. Tras declarar que los dos
enemigos más importantes que tiene España son Francia y Portugal
coteja las calidades de ambos. Dice don Juan que “Francia tiene un Rey
1151
CASTILLA SOTO, J.: Op. cit.pp. 208-211.
SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la
Regencia de Mariana de Austria”. Studia Histórica”, Historia Moderna, 20, p. 146-147.
1152
487
poderosísimo en gente y en tesoros, ambicioso, lleno de conquistas, de
triunfos, con un declarado, aunque injusto, derecho a todos los
dominios de la Monarquía Católica y preparándose con extraordinario
esfuerzo para convencer de la justicia y razón que se imagina tener. De
él se puede recelar, o mejor tener por cierto que, terminada la
conquista de Flandes, vuelva sus numerosas fuerzas hacia España
desarmada y desprevenida, y esto no de aquí a vente años sino el que
viene”. Del Duque de Braganza dice que por ser “poseedor de un reino
pequeño, exhausto, discorde, sin pretensión a un palmo de Castilla, se
infiere que no es de ahí de nos puede venir el golpe mortal”. Añade que
para defendernos de Portugal (aunque no se haga la paz) nos queda aún
mucho tiempo y arbitrio para tomar los cálices y las custodias, si fuere
necesario, y hacer otros esfuerzos cuyo efecto no pueden aguardar las
invasiones de Francia que tiran al todo con tanto esfuerzo como
brevedad. Don Juan concluye: “Siendo Francia la que tiene puesto el
cuchillo en la garganta es a donde se tiene que acudir con preferencia,
por reputación y por necesidad, no habiendo otros medios para
resguardarse de este gran riesgo que los ejércitos y las alianzas”. Tan
convencido está don Juan de su postura que sostiene que quien aconseje
a S.M. otra cosa lo que hace es proponer “que se abandone a las
discreción de las olas y de los vientos este fracasado bajel de la
monarquía y que se conforte S.M. a ver su naufragio la próxima
campaña”. Después Don Juan recomienda la manera de negociar con
los príncipes del norte, pide más dinero al presidente de Hacienda para
hacer la guerra insistiendo en que sea al contado o en letras seguras, y
pide también que se le envíen fondos con urgencia al Emperador para
conseguir que rompa con Francia1153.
.
1153
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 noviembre 1667.
488
Don Juan tiene clara la idea de que el enemigo es Francia, piensa
también que no hay que perder tiempo y que hay que actuar. Sin
embargo este informe, fechado el 21 de noviembre, está ya fuera de
lugar: la guerra es ya un hecho imparable. También parece fuera de
lugar el leguaje formalmente desmesurado, barroco y artificioso, aunque
la imagen de la Monarquía como un bajel abandonado a las olas se
corresponde con la realidad: España está aislada a merced de los
designios de Francia. También acierta Don Juan en decir que la falta de
letras seguras y pagaderas es un grave inconveniente para responder con
eficacia a la guerra.
El informe de Don Juan es estudiado por el Consejo de Estado esa
misma semana. Señalamos los votos particulares de cada consejero
porque reflejan la situación de España en ese momento —cuando
Francia ha declarado la guerra a España y sigue abierta la de Portugal—
, reflejan la necesidad de buscar aliados, las dificultades de la Hacienda
española, la necesidad de enviar ayudas al Emperador para que rompa
con Francia, y sobre todo reflejan la percepción que tiene Madrid de la
política del Rey Cristianísimo. Al Consejo asisten: el Duque de San
Lucar, el Conde de Peñaranda, Don Juan, el Marqués de Mortara, el
Cardenal de Aragón, el Inquisidor, el Marqués de la Fuente (que ya se
encuentra en Madrid), y el conde de Ayala.
El Duque de San Lucar coincide en que la materia que da motivo
a esta Consulta es la más importante que se ofrece en toda la Monarquía
porque las resoluciones que S.M. se servirá tomar sobre ella la llevarán
“a su ruina o a su conservación”. Recuerda que para “atajar los vastos
designios con que el Rey de Francia procura por todos los caminos
destruir la Augustísima Casa, de entre ambas líneas”, propuso S.M.
489
que el presidente de Hacienda informara del estado en que se halla el
Real Patrimonio y que remitieran despachos todos los ministros de
afuera para enterarse del dinero, gente, y negociaciones que son
necesarias para oponernos a las grandes prevenciones “que se sabe hace
el rey de Francia para daño de esta Corona”. Habiendo visto en
Duque con particular atención tanto el mapa que presentó Don Juan
referente a las fuerzas militares1154 como las Consultas sobre las
asistencias que se deben enviar al Sr. Emperador1155, se conforma con
todo su contenido por ver que se previene lo que a su entender es
conveniente en el estado presente y reconoce que los pasos que se
proponen son los que real y verdaderamente se deben dar para defender
debidamente la Monarquía. Y así manifiesta que sin perder instante de
tiempo mande S.M. se ejecute todo lo que viene propuesto en materia
de levas, asistencias, dinero y negociaciones. El Duque justifica su
opinión en las siguientes razones: la primera estar convencido de que
hay que salir de los embarazos de Portugal sin ninguna dilación, como
lo tiene votado en diferentes consultas, particularmente en la del 23 de
este mes en que, además de los fundamentos que tuvo para ser de aquel
sentir, se añaden los de la imposibilidad en que se hallará S.M. reducida
para conservar la Monarquía si esto no concluye luego, en cuya opinión
va conforme todo el Consejo. Cuando valora el millón y medio de
asientos que se supone están hechos para Flandes, dice (con mucha
1154
Se refiere al mapa que Don Juan puso en manos de S.M. con la gente de que constan los ejércitos
de España, tanto de infantería como de caballería, las levas que se están haciendo y el modo en que
estas tropas se pueden distribuir entre las fronteras de España, socorros de Flandes y del estado de
Milán.
1155
Además de asistencias al Emperador, las Consultas se refieren despachos al conde de Castellar
para que concurra en nombre de S.M. en los tratados que S.M. Cesárea tiene pendientes, proponiendo
también las órdenes que convendrían al servicio de S.M. enviadas al Marqués de Castel Rodrigo, al
Conde de Molina y a don Esteban de Gamarra para que adelanten y den forma a las negociaciones
que escribe tienen entre manos, con el rey de Inglaterra, con el de Suecia, con los estados de
Holanda, con el duque de Sajonia, con el elector de Brademburgo y príncipe de Brunswick y otros,
para cuyo efecto será bien mande luego remitir el millón y medio de plata que se supone tiene
ajustado el Presidente de Hacienda para los estados de Flandes, y que se concluya la negociación de
Portugal.
490
prudencia) que es menester que se cubran primero los reinos de Castilla
antes que socorrer los reinos y provincias de afuera, siendo cierto que,
dado el caso de que no haya más que este caudal, y habiéndose de
repartir, no se podrán defender bastante ni los unos ni los otros. Esto
hace más inexcusable que S.M. mande
partir pronto al conde
Sandwich, pues rota o dilatada aquella negociación1156, no nos queda
otro recurso que el de apelar S.M., con las manos cruzadas, a la piedad
del Rey de Francia, y a recibir la dura ley que impondrá su soberbia y su
incomparable ambición. Pensar que esto sería posible ha costado al
Duque increíble desconsuelo, aunque lo considera imposible.
La segunda razón que alega es porque en la materia de que se
trata, no sólo se deben considerar los socorros necesarios, sino el tiempo
en que es conveniente se hagan, pues el modo esencial de defender los
reinos de Castilla es tener ocupadas lejos de sus fronteras las armas del
rey de Francia, y esto no se podrá conseguir si S.M. no manda enviar
pronto las cantidades que en las consultas referidas se destinan al
Emperador y efectuar las negociaciones que se están haciendo con los
príncipes. Y como para que se den las condiciones que tanto
necesitamos, es inexcusable que se remita ese millón y medio, debe
hacerse con urgencia, pues de otra manera no se podrá remediar para la
primavera, aunque para entonces envíe muchos millones, porque
entonces todos serán inútiles.
El Duque de San Lucar sostiene que todos los príncipes conocen
que el Rey de Francia aspira a una Monarquía Universal y los daños que
de esto se pueden seguir, por lo que no es fácil que se empeñen con
nosotros en una guerra contra Francia sin que les hagamos concesiones
1156
Se refiere a la negociación de tregua con Portugal.
491
ni les demos seguridades. Como somos nosotros los que los
necesitamos, dice, debemos ofrecerles las ventajas que más pudiesen
facilitar atraerlos a nuestro partido; si no lo hiciésemos, dejaremos el
campo absolutamente al Rey de Francia y no podremos quejarnos sino
de nosotros mismos. Añade que siendo la Monarquía del Rey Nuestro
Señor muy dilatada, hay en ella tiene mucho que dar y muchos
privilegios que conceder pues no todo se compra con el caudal del
dinero. El Duque de San Lucar se lamente de que desde tiempos del
Rey Fernando el Católico no se ha visto esta Monarquía en tan evidente
riesgo de perderse como el que hoy tiene, tan exhausta de medios y de
todo aquello que se necesita para que no suceda la última ruina que la
amenaza. Por ello es partidario de sacar el caudal de donde sea, ya que
S.M. no sólo tiene el derecho, sino la obligación de valerse de todos los
medios que hubiera para la conservación de la Monarquía.
Para poner en ejecución todo lo que está dibujado en el informe
del sr. Don Juan que se están votando, el Duque de San Lucar estima
que S.M. precisa inexcusablemente seis millones de plata prontos, de
manera que con menos se malogrará lo que se gastará y se aventurará
todo. Con este presupuesto, y sabiendo que puede haber dificultades,
propone el Duque a S.M. que se valga de la mitad de la plata y de los
géneros preciosos que vienen en galeones (de que oyó hablar al
Marqués de Mortara en el Consejo antecedente), por ser lo que
conviene, en el caudal y en la prontitud, para remediar los últimos
riesgos en que se halla la Monarquía, y por cargar este peso en personas
caudalosas, y la mayoría extranjeras de estos reinos y no vasallos de
S.M. Propone a cambio satisfacer a los interesados con los envíos de
flotas y galeones de 8 a 10 años, porque reconoce el descrédito que
padecerá el comercio por esta causa, y la fe pública, por haber debajo
492
contratos que se hicieron en las Indias y confirmados por el Rey, que
Dios guarde. El Duque recuerda que se corta un brazo y una pierna
cuando conviene a la conservación de la vida, y que cuando se empieza
un fuego en una casa, se arrojan por la ventana algunas cosas que, con
precipitarlas, se destruyen para preservarla de la voracidad de las
llamas; lo mismo sucede en los bajeles que padecen tormenta, no
reservando los más codiciosos marineros ninguna cosa, por estimable
que sea, que no arrojen al mar para aligerar el navío. Estas mismas
consideraciones han justificado las reservas de los Juros y de aquellos
que con tantos resguardos se había prometido al Reino que no
padecerían, y si las necesidades públicas han podido justificar el que se
valga S.M. de aquel medio, la extrema necesidad en que S.M. se halla,
justifica el que se valga de este, tanto más no habiendo otro que le
pueda sustituir ni en la cantidad ni en la prontitud con que se necesita.
El Duque de San Lucar propone también que S.M. pida a mil
personas, eclesiásticas y seglares, un empréstito en su nombre de mil
ducados de plata a cada uno. Que se nombre a ministros noticiosos y
desinteresados para que hagan las listas y que nombren a otros mil a los
que se pueda pedir quinientos de la misma calidad. Y que S.M. llame a
las Cortes para darles parte del estado en que se halla la nueva guerra
que ha roto el Rey de Francia para que socorran a S.M. en tan grandes
aprietos, siendo este medio uno de los que se han valido todos los reyes
de Castilla sin que haya habido ninguno que haya dejado de valerse en
semejantes ocasiones, y puesto que nuestros peligros llegan a ser
extremos, también los remedios deben medirse con la misma
proporción. Hay que hacer lo necesario para conservar estos reinos, lo
cual no se conseguirá si se da lugar a que el Rey de Francia,
desocupadas las armas de Flandes y no hallando oposición en Alemania,
493
aplica sus ejércitos a España, en donde ni hallará gente, plazas, ni
medios que disputen los progresos.
El Conde de Peñaranda dice que en todas las disposiciones que se
han hecho se presupone la paz con Portugal como fundamento, y siendo
este presupuesto tan dudoso, cree que todo el caudal que hubiera debe
ser para dejar las cosas de España en una razonable defensa. Asentando
este principio, si hubiera dos millones para enviar a Flandes, no le
parecería mucha cantidad, pero si para enviar el millón y medio de que
se trata se ha de consumir todo el caudal de contado que viene en los
galeones y todos los efectos que se tienen por prontos y de mejor
calidad, dejando las previsiones para Portugal para más adelante, no
está de acuerdo, pues la experiencia dice que los portugueses con las
pocas ayudas que reciben de fuera han ganado batallas y si ven
desarmadas nuestras fronteras (como necesariamente quedarán), nadie
sabe donde pueden llegar. Teme también que por enviar a Flandes el
dinero al contado queden inútiles millones de consignaciones. Sobre los
200.000 escudos que hay que enviar al Sr. Emperador para que rompa la
guerra con Francia, es mejor esperar a saber como se ha tomado en
aquella corte la proposición.
No ve el Conde de Peñaranda que se hable en todas estas
Consultas del gobierno en Flandes, siendo cierto que todo cuando se
previene de dinero, alianzas y ligas es tan importante como prevenir la
persona del gobernador, y es público que el Marqués de Castel Rodrigo
ha de salir del gobierno al encontrarse tullido en una cama. Peñaranda
sostiene que todas las prevenciones deben empezar por la provisión de
gobernador, sin la cual, todo lo que se envíe, será poco menos que
perdido.
494
En cuanto a la liga que se trata con holandeses y con ingleses es
pesimista. Peñaranda sostiene que las ligas son de provecho cuando
todos los coaligados tienen igual interés, y hallándose España en guerra
con Francia y Holanda e Inglaterra en paz, supone que nosotros
podemos obtener más beneficio de la alianza que ellos. Piensa que tanto
ingleses como holandeses exigirán un alto precio por ayudar a España.
Con relación a la representación que hace el Sr. Don Juan del
miserable estado de la real Hacienda y de lo que conviene ejecutar con
suma prontitud grandes y desusadas resoluciones que puedan producir
cinco o seis millones de plata, reconoce el Conde que es muy propio de
sus grandes obligaciones, pero no sabe de donde ni como se ha de sacar
una suma tan grande habiéndose ya examinado por la Junta de Medios y
por otros tribunales todos los que puede haber, y hallándose tantas
dificultades en la extensión de algunas en que se ha pensado.
El Marqués de Mortara dice que como la planta se ajustó con el
presupuesto de que había que llegar al ajustamiento con Portugal
(aunque también contiene algunas disposiciones que se pueden dar sin
esta circunstancia), piensa que se debe ejecutar esto sin hora de dilación.
En cuanto a todo lo demás se remite a lo que tiene votado en la Consulta
que el Sr. don Juan ha enviado convencido de que si pronto y sin
interrupción de tiempo no se envía el millón que está destinado para que
en Flandes se comiencen a hacer los preparativos necesarios para la
futura campaña y para fomentar y concluir las negociaciones de
príncipes que se han juzgado necesarias, y los cuatrocientos mil escudos
a la Casa de Alemania en la forma que viene propuesta, después no
servirán de nada cuantos esfuerzos se hicieren y quedará sin duda
495
ninguna expuesta toda la Monarquía al arbitrio de franceses, pues en
acabándose de apoderar de lo que les falta de ocupar en aquellos
estados, que lo podrán hacer en muy pocos días hallándonos indefensos,
pondrán las leyes que quisieran en todas partes y no será la última
España, a donde, viéndose desembarazados de Flandes, podrán venir
con tales fuerzas que no hallen ninguna resistencia por más que nos
desvelemos en reservar y aumentar medios. De lo que se sigue, por
consecuencia evidente, que para la defensa de España y del resto de la
Monarquía es necesario atender en primer lugar a la conservación de los
estados de Flandes por todos los medios que vienen propuestos en estas
Consultas y en la forma dibujada en la planta, que si bien es muy
prudente en la ponderación que se hace de que en caso de no ajustarse la
paz con portugueses es menester resguardar las invasiones que ellos
pueden intentar contra estos reinos. Esto da más tiempo para que se
puedan buscar medios y para la distribución de la gente que hay en
aquellas fronteras, se puede caminar con el resguardo necesario hasta
ver en que paran estas pláticas en las cuales no halla el Marqués razón
para que se deje de caminar a la conclusión con toda la celeridad
posible, no obstante el nuevo reparo del conde de Sandwich como lo ha
votado en otras Consultas.
También entiende el Marqués que son muy prudentes las razones
sobre lo que conviene que vaya pronto la persona que hubiese de
gobernar los estados de Flandes. Pero, considerando que, aunque
pudiese partir luego, no llegará a tiempo para disponer las prevenciones
necesarias para la futura campaña, dice que es preciso confiar en el
cuidado y celo del Marqués de Castel Rodrigo enviándole para ello y
para adelantar las negociaciones el caudal que viene destinado, ganando
los instantes y, con la misma diligencia, los cuatrocientos mil escudos
496
para Alemania, advirtiendo que aunque parece mucha cantidad es
menor que la que se ofreció al Sr. Emperador aunque se dijo que se le
socorrería con 200.000 escudos anticipados y 20.000 cada mes. Con
relación a lo que el Duque de San Lucar ha propuesto sobre los medios,
el Marqués se conforma tanto con el préstamo que se debe tomar de la
plata que viene en galeones, como con el donativo que se ha de pedir a
diferentes particulares.
El Cardenal Aragón no se halló en la presentación del mapa de
Don Juan ni de las Consultas pero, habiendo oído lo que se ha votado
sobre todo, se conforma con lo dicho por el Conde de Peñaranda. En
cuanto a la propuesta de que se tome la mitad o la tercera parte del
caudal que viene de particulares en los galeones que se esperan, no
puede opinar sobre ello ni sobre ninguna otra cosa que sea gravosa a los
vasallos sin conocer el dictamen de las consultas que se han hecho, al
cual se remite; él solo tiene por lícito que los préstamos sean voluntarios
aunque no espera que de ellos se pueda sacar fruto considerable como
se ha experimentado en los que han corrido por mano de don Juan de
Góngora. El Conde de Ayala se conforma con lo que dice el Conde de
Peñaranda.
El Inquisidor General, confesor de S.M., dice que el plan del Sr.
Don Juan está ya bien discutido y sólo repara en el punto del asiento y
remesa del millón y cuatrocientos mil ducados de plata para las
asistencias de los estados de Flandes y de S.M. Cesárea. Los juzga no
sólo convenientes sino también precisos pues no se puede negar que
serán de suma importancia las actuaciones que el Sr. Emperador
(asistido con esos medios) podrá hacer dentro de las tierras del Rey de
Francia. Sólo repara el Confesor en lo que tiene dicho: si habrá en la
497
Presidencia de Hacienda otro pedazo de caudal bastante y al contado
con que poder hacer asientos y provisiones para cubrir a Cataluña,
Extremadura,
Castilla,
Galicia
y
Andalucía,
provincias
todas
amenazadas por nuestros enemigos. Y para saber esto, el Inquisidor
General propone que se pida informe del Presidente de Hacienda sobre
este punto, y si respondiese que no hay bastante, juzga el Confesor que
oportet unum facere et alterum non omitere, a saber: que se remita
buena parte de dicha suma a Flandes y a la caja de la embajada de
Alemania en barras o en pasta (porque será de más utilidad setecientos
mil ducados en esta forma que remesas de millón y medio por asiento),
y con lo restante se hagan asientos aquí en Madrid para asistir a las
necesidades de España1157.
Con relación a las ligas con Inglaterra y Holanda, el Confesor
juzga que son muy convenientes y necesarias, pero duda mucho de si se
podrán ajustar fácilmente en Londres por las razones alegadas en otros
votos, a lo que añade, haciendo memoria, que el embajador de
Inglaterra con ocasión del congreso de Breda dijo a los comisarios tres
cosas en diferentes tiempos: la primera, que los poderes que tenía al
principio para una liga se los habían revocado; la segunda, que le habían
dado muchos poderes sobre esta materia, pero solo para oír, y la tercera,
que nosotros le diésemos un proyecto de lo que ofrecíamos y queríamos
que hiciese el rey de la Gran Bretaña sin que ellos nos dieran otro
proyecto recíproco, argumentos que indican la poca propensión que
tienen a semejante liga. Sin embargo, el Confesor es partidario de que
se procure ajustar dicha liga aquí en Madrid o en Inglaterra para lo cual
ya tienen poderes el Marqués de Castel Rodrigo y el Conde de Molina.
El Confesor, quizás para enfatizar su postura, habla en latín en el Consejo: “Conviene hacer lo
uno y no omitir lo otro” dice, refiriéndose a que hay que enviar asistencias a Flandes, a Alemania y
reforzar España, aunque el dinero sea enviado en barras.
1157
498
Con respecto a la reflexión que hacen el Sr. don Juan y el Duque
de San Lucar sobre la necesidad que tenemos de valernos de medios
extraordinarios, grandes y prontos como son quitar cinco o seis millones
de la plata que traigan los galeones, el Inquisidor General reconoce
grandes dificultades y propone que se remitan estas proposiciones a la
Junta de Medios donde asisten ministros de los más inteligentes en esta
materia y grandes teólogos para que los califiquen si son justos,
decentes, convenientes y asequibles en acto público. En cuanto a la ida
a Flandes del Sr. don Juan de Austria, el Inquisidor general se conforma
con el uniforme parecer del Consejo juzgando que la defensa de
aquellos estados depende de que se ejecute sin dilación y que de su
tardanza se seguirá manifiesto riesgo de perderlos, siendo cierto lo que
escribe el Marqués de Castel Rodrigo y reconocen todos: que de las
disposiciones previas depende el buen efecto y que aquellas nadie las
puede hacer mejor como el que las ha de ejecutar. Después se extiende
sobre la ida a Lisboa del Conde de Sandwich1158.
1158
En cuanto a la ida del conde de Sandwich a Lisboa y a la controversia de si se le ha de entregar
originalmente o por copia el instrumento de la comisión especial que a su porfía los días pasados
mandó despachar S.M. para los tres comisarios de esta negociación, le parece al Inquisidor General:
primero, que Sandwich, en la próxima conferencia que se ha de tener con él para entregarle los
tratados ratificados tocantes a la Paz y comercio, no haga mención de que se le entrega dicha
comisión y que tampoco los comisarios hablen de esta materia. Lo segundo, que si él persiste en su
porfía se le diga con mucha amistad, moderación y buen modo, que por ser esta su pretensión, contra
todo estilo, razón y equidad, que ya que él no da ninguna recíproca seguridad ni certeza de que los
portugueses admitirán luego lo ofrecido, no puede ni debe S.M. venir en ello. Lo tercero, que se
despache un correo a Londres con que se dé cuenta muy por menor por medio del Conde de Molina,
al rey de Inglaterra de todos los lances que han pasado en esta negociación, cuantas mudanzas y
novedades introdujo este Embajador, y hasta cuanto ha condescendido S.M. para que se concluyese
un ajuste tan ventajoso para Portugal y para el mismo Rey de la Gran Bretaña, aunque tan perjudicial
para esta corona. Así que no ha quedado por S.M. el no haberse conseguido este ajuste sino por las
novedades y desigualdades del Embajador. Que se envíe pronto y por la vía más segura a Portugal la
declaración que en nombre de S.M. hicieron los tres comisarios, que S.M. viene a que se traten los
intereses de Portugal, de Rey a Rey y Paz en conformidad de los trece artículos formados en
Salvatierra, y que los portugueses a este fin remitan poder al conde Sandwich como medianero de
parte de su Rey, o a otro persona suya a la frontera para concluir y firmar dicho tratado y ajuste
donde también podrá hallarse el conde de Sandwich e intervenir haciendo el oficio de medianero.
499
El Marqués de la Fuente dice que todo lo que se propone en el
mapa y Consultas que el Sr. Don Juan ha puesto en las reales manos de
S.M. conviene que se ejecute sin ninguna dilación ya que en la defensa
de Flandes y en aplicar con tiempo los medios necesarios para ello
consiste la conservación de estos reinos y la de toda la Monarquía. En
cuanto al medio de enviar las asistencias de dinero en especie de plata,
si se pueden juntar las cantidades correspondientes, lo considera muy
conveniente no sólo por el mayor beneficio que redundará en la
Hacienda real, sino también porque se podrá acudir a todas las
necesidades y prevenciones con mayor prontitud excusándose los
exorbitantes gastos que se originan de los asientos y las dilaciones y
embarazos que interponen los hombres de negocios1159.
Dos días después de esta sesión del Consejo de Estado, María
Francisca de Nemours, esposa de Alfonso VI de Portugal, se refugió en
el convento de la Esperanza de Lisboa para reclamar desde allí la
nulidad de su no consumado matrimonio. El 29 de noviembre, el Infante
don Pedro asumió la Regencia, se casó con la mujer de su hermano y
anunció la paz restauradora del Reino1160. Con la paz de Portugal (se
firmó en febrero de 1668) había desaparecido uno de los principales
obstáculos para hacer la guerra en el norte. Era preciso entonces buscar
aliados para hacer la guerra a Francia.
Preocupados en Madrid por buscar aliados, Don Juan presenta al
Consejo de Estado un papel que proponía “prestar” algunas plazas a los
holandeses, y la Reina propone que el Conde de Peñaranda, como
1159
1160
AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 25 noviembre 1667.
DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, 1990, p. 89.
500
consejero de Estado, entre en la Junta de teólogos para ver si se pueden
empeñar dichas plazas1161.
El 6 de octubre de 1667 el conde de Molina, embajador en
Londres, y Esteban Gamarra, embajador en La Haya, habían recibido
despachos que les autorizaban a mantener contactos con Suecia para
ajustar una liga ofensiva-defensiva contra Francia. El Marqués de Castel
Rodrigo firmó en Bruselas el 6 de noviembre de 16671162 un acuerdo
con el elector de Brademburgo mediante el cual éste se comprometía a
reunir un ejército de 12.000 hombres en el plazo de seis meses,
corriendo el coste de la operación por cuenta de la Monarquía
Hispánica, si bien el 6 de abril de 1668 el príncipe prusiano promete a
Francia no intervenir en el conflicto ni permitir que por sus estados
circulen tropas para los países en guerra.
Aunque la diplomacia española no consigue involucrar a Suecia
en el conflicto ni logra formalizar con Inglaterra una alianza con el
mismo propósito, en este caso porque aún no se había repuesto de su
reciente contienda con los Estados Generales, pues la firma del tratado
de Breda había tenido lugar el 31 de julio de 1667, y seguramente
también porque su intervención sólo favorecería a su poderoso rival, lo
cierto es que sus iniciativas darán algún fruto, ya que ambas Coronas
junto con las Provincias Unidas van a constituir la Triple Alianza y a
forzar el fin del enfrentamiento franco-español, que concluye con la
firma en 1668 de la paz de Aquisgrán, y posteriormente con un Tratado
1161
AGS, Estado, Francia, K1645, Madrid, 20 diciembre 1667.
Tras regresar a España, el 6 de noviembre de 1668 juró en Madrid el cargo de Consejero de
Estado concurriendo los sres. Duque de San Lucar, Cardenal Aragón, Inquisidor General y Marqués
de la Fuente. La merced del cargo le había sido otorgada por Felipe IV el 30 de abril de 1664, para
cuando volviera de Flandes, corriendo la antigüedad desde ese día. AHN, Sec. Estado, leg. 248.
1162
501
de Garantía por el cual se aseguraría el status quo resultante de aquel
acuerdo1163.
Mientras, Luis XIV y el Emperador habían gestado un acuerdo
secreto que se firmó en Viena el 19 de enero de 1668 por el que se
repartían España1164.
El respiro bélico tras la firma de la paz con Francia y Portugal
sería, sin embargo, efímero y desaprovechado por las disputas internas
protagonizadas por don Juan José de Austria y el confesor de la Reina;
en el campo internacional se buscó fortalecer la posición de la
Monarquía en el concierto europeo estableciendo alianzas con las que
hacer frente a las aspiraciones expansionistas de Luis XIV1165.
SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la
Regencia de Mariana de Austria”. Studia Histórica”, Historia Moderna, n° 20, p. 147.
1164
CASTILLA SOTO, J.: Op. cit., pp..211-212.
1165
SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la
Regencia de Mariana de Austria”, Studia Historica, Historia Moderna, n° 20, pp. 149-150.
1163
502
CONCLUSIONES
En el Art. 1 del Tratado de los Pirineos se previene y acuerda que
“en adelante habrá buena, firme y durable Paz, confederación y
perpetua alianza y amistad entre los Reyes Cristianísimo y Católico....;
se amarán como buenos hermanos procurando con todo su poder el
bien, honor y reputación uno del otro; y evitarán de buena fe, en cuanto
les sea posible, el perjuicio el uno del otro”. Podemos decir que desde
la firma del Tratado el Rey Cristianísimo no sólo practica una política
perjudicial para los intereses de España, sino también que sitúa a
España, desde el primer momento, en el punto de mira de la ambición
de Francia. Los documentos consultados nos permiten calificar la
política de Francia durante los años sesenta del siglo XVII de “obsesión
española”.
La primera manifestación de esa política obsesiva que practica el
Rey Cristianísimo es en octubre de 1661, cuando, recién iniciado su
gobierno personal, aprovecha el incidente diplomático de Londres para
demostrar al mundo su prepotencia y que la hora de la hegemonía de
Francia había llegado. Incumpliendo el citado Art. 1 que le obliga a una
buena correspondencia con Felipe IV, expulsa de París al embajador de
España y exige a Madrid duras condiciones antes de aceptar las excusas.
El incidente de Londres marca las relaciones entre España y Francia
hasta 1667 y marca también desde su inicio la estancia del embajador de
España en París, el Marqués de la Fuente.
503
En la práctica, el resultado de este primer incidente no es
claramente favorable a Francia aunque Luis XIV hiciera una
interpretación tendenciosa; Felipe IV optó por plegarse a las exigencias
de Luis XIV y evitó una guerra, pero la declaración española no daba a
los embajadores franceses el derecho de pasar por delante de los
españoles en el futuro; ese era un derecho del que los españoles no
podían disponer puesto que dependía del monarca anfitrión. Lo que
podía hacer el Rey de España era ordenar a sus embajadores no
concurrir con los franceses, que es lo que ordenó, y “no concurrir” no es
lo mismo que “ceder”. Lo que hizo Luis XIV en las Cortes que
concedieron a España la precedencia (como la Corte Imperial) fue
enviar agentes de menor rango para evitar el conflicto. La
documentación consultada nos ha permitido conocer la negociación del
documento que el Marqués de la Fuente lee en la “audiencia de las
excusas”, algunos aspectos de esa audiencia contados por el propio
Embajador así como las consecuencias que se derivaron de la misma
para la Monarquía Católica, principalmente en sus relaciones con el
Imperio y nos permite afirmar que la actividad diplomática española en
esos momentos, concretamente la del Marqués de la Fuente y la del
Duque de San Lucar, fue de alto nivel.
La prepotencia que manifiesta Luis XIV ante España no se refiere
sólo a la imagen, “el Rey Cristianísimo procura por todos los caminos
destruir la Augustísima Casa de entre ambas líneas”, según declara el
Duque de San Lucar en 1667. Luis XIV, consciente de que España es
más débil sin Portugal, dedica sus esfuerzos a lograr que Portugal gane
la guerra. Para ello procura que España no tenga aliados. La estrategia
que practica Francia en esos años para aislar a España es desvelada por
el Marqués de la Fuente que se opone a ella con tenacidad. Son notables
504
los esfuerzos que realiza el embajador para conseguir la inclusión de
España en la liga que Francia negocia con Holanda consciente de que su
exclusión perjudica a España porque los Países Bajos quedan aislados.
El Marqués informa a Madrid del acercamiento de Francia a Inglaterra
(en contra de lo firmado el en Tratado de Paz porque, a través de
Inglaterra, Francia ayuda a Portugal, y apoyando el matrimonio de
Carlos II con Catalina de Braganza, colabora para que Inglaterra se aleje
de España); informa del preocupante acercamiento de Francia al
Imperio (la atracción de los príncipes electores y renovación de la Liga
del Rhin también es contraria al Tratado de Paz); informa del
acercamiento de Francia a Suecia, a Polonia y a Dinamarca, de la
injerencia en Grisones y Suizos, y de la incorporación de Lorena. El
Marqués de la Fuente pone de manifiesto que la política exterior que
sigue Francia vulnera lo pactado, es perjudicial para los intereses de
España y busca cortapisar todo intento de España de reconstruir su
política exterior. Propone algunas soluciones como el acercamiento al
Imperio para evitar el aislamiento de España, pero el acercamiento, que
se logrará con la boda de la Infanta Margarita con el Emperador, se
realiza despacio.
.
El enfrentamiento de Francia con Roma perjudica también a
España porque Roma es un aliado de España. Comprobamos que el
embajador de España juega un decisivo papel en este delicado conflicto
en que tanto Luis XIV como Alejandro VII asedian a Felipe IV con
peticiones para que se ponga de su parte. El Marqués de la Fuente,
consciente de que Luis XIV pide a Felipe IV permiso para pasar sus
tropas contra el Papa, en un momento en que Alejandro VII negocia a
las espaldas de Felipe IV el reconocimiento de ministro de Portugal,
consigue con su actuación que no estalle la guerra y consigue defender
505
los intereses de España que son evitar el enfrentamiento de Francia con
Roma y el enfrentamiento de España tanto con Roma como con Francia.
La información que el Marqués de la Fuente envía a Madrid muestra la
mala voluntad de Luis XIV que no quiere la mediación de España sino
su apoyo contra el Papa, y sólo mientras lo necesita en Italia, y muestra
también la ambición y altivez de los franceses. La documentación
consultada contiene datos interesantes sobre el forzado abandono de la
Dieta de Ratisbona que tiene que hacer el Marqués de la Fuente para
regresar a París ya que Felipe IV no podía prescindir de persona tan
cualificada en un momento en que las relaciones entre Francia y Roma
amenazaban con romperse, sobre la visita al Nuncio tras el incidente de
Crequi, y sobre la audiencia del Legado que pone fin al conflicto.
Portugal era en esos años el problema más grave para la
Monarquía Católica, como hemos visto en numerosas declaraciones del
Consejo de Estado, y por eso en el Tratado de los Pirineos se pretendió
aislar a Portugal y S.M. Cristianísima se comprometió a no dar al reino
de Portugal asistencia alguna. Pero, en contra de lo pactado, Francia
recibe embajador de Portugal, envía socorros y hombres para ganar la
guerra, concierta el matrimonio de Alfonso VI con princesa francesa,
etc. Aunque Luis XIV aceptó el límite de 50 millas para que sus barcos
pudieran ser reconocidos (después de intentar que fueran 20 millas), lo
que significó un triunfo diplomático del Embajador español, Francia
siguió comerciando abiertamente con Portugal incumpliendo también el
Tratado de Paz en lo referente al Comercio, como también lo incumplió
preparando una nueva armada, la nueva Compañía Occidental, para
competir en las Indias. El Marqués de la Fuente demuestra dotes de
buen embajador y buen espía pues llega a descubrir a los enviados de
Portugal para negociar ayudas o para negociar el matrimonio del
506
llamado rey de Portugal con princesa francesa, así como los envíos a
Portugal de ayuda militar. Su información es excelente, las pruebas son
irrefutables, pero no consigue que Francia deje de ayudar a Portugal y
las numerosas quejas que presenta en París son siempre desoías como
hemos visto.
Las numerosas cartas del Marqués de la Fuente y Actas del
Consejo de Estado consultadas nos han permitido conocer aspectos
inéditos de las relaciones de España con Francia en los momentos
preliminares de la guerra de Devolución. Especialmente importantes son
los documentos que narran la audiencia del Marqués de La Fuente con
Luis XIV en febrero de 1665 en la que el Rey muestra veladamente sus
designios y el Embajador los interpreta, así como los que narran la
entrevista que mantiene el Marqués con la reina Madre cuando muere
Felipe IV en la que ésta le insinúa los planes de Luis XIV. También
tiene interés el implacable memorial que el arzobispo de Embrún
presenta en Madrid explicando los planes de su Rey y las deliberaciones
del Consejo de Estado, reunido en Junta Extraordinaria, cuando el
Embajador de la Fuente comunica que Luis XIV celebra en París con un
Te Deum la toma de Tournay. Las Actas de las reuniones del Consejo
de Estado que estudian las numerosas las cartas del Marqués dirigidas a
la Reina y a los Secretarios, sus amigos, Blasco de Loyola, Luis de
Oyarguren y Pedro Fernández del Campo, explicando su gradual
pesimismo sobre el riesgo de la guerra en la que al principio no cree
pero que siempre teme, aportan información valiosa sobre los
Secretarios, los consejeros, la asistencia de los mismos a las reuniones
y, en algunos casos, sus votos particulares son fiel diagnóstico de la
situación general. Dichas Actas muestran también declaraciones del
Consejo de Estado en los inicios de la guerra, muy solemnes pero poco
507
eficaces. Sólo un año después de iniciada la guerra se formará la Triple
Alianza contra Francia.
.
La política de Luis XIV, contraria a lo pactado, obliga a Felipe IV
y a la Regente a realizar un enorme esfuerzo demostrado por las
numerosas pruebas que el Marqués de la Fuente obtiene del
incumplimiento que hace Francia de los acuerdos firmados y por la
gestión de las quejas que presenta en París. Podemos decir que en esos
años hay en Madrid una dependencia de la diplomacia francesa y, ante
la política desleal y agresiva de Francia, podemos hablar de actitud
defensiva de España más que de decadencia y abandono. El número de
“papeles” y por lo tanto el trabajo y la dedicación son muy abundantes
lo que demuestra interés por los asuntos y tenacidad en su seguimiento.
La política de acoso permanente demuestra que Francia siempre vio a
España como un peligro —lo que no coincide con la visión de
decadencia total que muchos tienen hoy referida a la España de esos
años—. En 1667, después de firmar la paz de Breda, cuando Francia
busca alianzas para conquistar Flandes y propone entregar a Inglaterra
dos importantes plazas a cambio de su ayuda reconoce que “de la
vecindad de los españoles se pueden temer peores consecuencias que de
traer a los ingleses a este lado del mar”. Podemos decir que Francia, a
pesar de practicar esta política que traiciona lo pactado, no consigue
minar a España y tiene que recurrir a invadir Flandes demostrando que
las armas son su verdadero poder.
La diplomacia francesa tuvo, durante los años citados, un gran
dinamismo. Luis XIV, con la ayuda de Hugues de Lionne, desarrolla el
importante instrumento de la diplomacia y sus embajadores hablan alto.
Utilizando
amenazas,
iniciando
largas
negociaciones,
pagando
508
informadores, atando las manos de príncipes extranjeros —como Carlos
II de Inglaterra o los soberanos alemanes—, acordándoles subsidios,
preparando alianzas o matrimonios... Todo era bueno para afirmar la
presencia de Francia en Europa y preparar la guerra contra España.
La diplomacia española estuvo a gran altura. Destaca la figura
del Embajador, el Marqués de la Fuente, que juega un papel importante
en los conflictos referidos. Hemos podido conocer numerosos datos de
su biografía, su rica personalidad, las mercedes que recibió, las
dificultades económicas que padeció en el desempeño de su trabajo, —
dificultades que le llevaron en 1666 a la cima de la desesperación según
pone de manifiesto en numerosas cartas—. Las dificultades económicas
así como la percepción de la política exterior de Francia, perjudicial
para los intereses de España, llevaron al Marqués de la Fuente a un
estado de pesimismo grave, pero fue un pesimismo activo que no le
impidió seguir informando con puntualidad y acierto sobre los asuntos
de la embajada. Del Marqués de la Fuente destaca su lealtad a la
Monarquía, el peso del linaje en un magnate orgulloso servidor de los
Austrias, su compromiso y su experiencia negociadora. El Marqués
negocia con cautela pero con tenacidad, sopesa, analiza los riesgos y
defiende los principios de la política exterior española frente a la
ambición de Luis XIV. Son notorios los intentos del Marqués de salvar
la paz y de hacer entender a Luis XIV cosas que éste estaba ya resuelto
a no entender y es clarividente la insistencia y la urgencia del Marqués
en estrechar lazos con el Imperio. Todas las cartas que el Embajador
escribe a Madrid, escritas en muy rica y bella prosa, ponen de
manifiesto que Luis XIV no cumple la Paz de los Pirineos y, desde
1662, advierten de la guerra que se avecina: la guerra de Devolución.
509
La documentación consultada muestra también las dificultades de
la Hacienda española, muestra los nombres de los principales banqueros
que mantuvieron relación con el Marqués de la Fuente así como datos
sobre asientos, consignaciones y protestos de letras realizados en esos
años. Esos datos nos llevan a decir que la falta de recursos no permitía
sostener al embajador en Francia ni sostener la política programada. La
citada documentación muestra también el buen funcionamiento de la
maquinaria estatal, las Consultas son razonadas y numerosas —varias
veces en una semana relacionadas con asuntos de Francia—, y muestra
sobre todo el intento de la Monarquía Católica de hacer cumplir al Rey
Cristianísimo lo pactado y de defender el concepto de crédito o
reputación. Las Consultas del Consejo de Estado, refiriéndose al
embajador en Francia, insisten en que España no debe perder
“prestigio”, “fama”, “imagen”, “crédito”, “honra”, “honor”, “respeto”,
“admiración”, “grandeza”... Los consejeros de Estado temen el
descrédito de la Monarquía Católica si el embajador no recibe dinero,
sobre todo por ser Francia una corte tan atenta a especular sobre las
acciones de España, y temen también el aislamiento de España. Felipe
IV emite opiniones inteligentes sobre diversas materias políticas y
económicas en sus pareceres a las Consultas.
Podemos concluir diciendo que las relaciones entre España y
Francia entre la Paz de los Pirineos (1659) y la guerra de Devolución
(1667) estuvieron presididas por el incumplimiento que hace Luis XIV
del Tratado de Paz y por la política hostil a los intereses de España que
practica impidiendo a España la reconstrucción de una política exterior
que fundamentalmente consistía en terminar la guerra de Portugal y en
buscar aliados. En 1667 el Duque de San Lucar declara: “Francia,
desde que se firmó la Paz de los Pirineos, no se ha aplicado a otra cosa
510
que a fabricar nuestra ruina”. Felipe IV —como concluyó Robert
Stradling en 1988— “se enfrentó con fortaleza y habilidad a su destino
como soberano de un imperio estructuralmente enfermo”.
Tras la firma del Tratado no se inicia en España una etapa de
verdadera
paz, como se deseaba, aunque las relaciones familiares
dieran la apariencia de una buena correspondencia entre ambas coronas.
La sexta década del siglo XVII no fue “tranquila” como la califica
Stradling pues hubo, como hemos visto, momentos de gran tensión.
Calderón de la Barca, en “La púrpura de la rosa”, obra escrita en 1660
para conmemorar la Paz y la boda de la Infanta con el Rey
Cristianísimo, acierta cuando, reflexionando sobre los años venideros,
intuye que las desavenencias entre España y Francia no han terminado
con la Paz de los Pirineos; sitúa lejos del espectador el amor entre los
reyes (en la escena ascienden al cielo); refleja luces y sombras en una
paz recién estrenada diciendo que el pueblo llora la alegría y canta la
tristeza, y mantiene la presencia de Marte en el escenario durante toda
la representación. El sol poniente que invade la escena final puede
interpretarse como la Declinación de la Monarquía Hispánica.
511
512
FUENTES MANUSCRITAS
1. ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS
1.1.
ESTADO, FRANCIA
Legajos de la serie K llevados a Francia por Napoleón y
devueltos a España en 1942. Contienen las cartas del Marqués de
la Fuente escritas desde París a Madrid y las Consultas del
Consejos de Estado que estudian dichas cartas.
Leg. K 1386, K 1387, K 1388, K 1389, K1390, K1391, K 1392,
K1393, K1394, K1407, K 1408, K 1409, K1410, K 1644, K1645.
2. ACHIVO HISTÓRICO NACIONAL
2.1.ESTADO
Libro 115, Lib. 116, Lib. 117, Lib. 118, Lib. 119, Lib. 120, Lib.
121, Lib. 122, Lib. 123, Lib. 124, Lib. 125, Lib. 126, Lib. 127,
Lib. 128, Lib. 129, Lib. 130, Lib. 133, Lib. 134, Lib. 135, Lib.
136, Lib. 137, Lib. 138, Lib. 139, Lib. 140, Lib. 268, Lib. 269,
Lib. 271, Lib. 357, Lib. 720, Lib. 727, Lib. 865. Contienen cartas
del Marqués de la Fuente desde Venecia, Ratisbona, Viena y
París a Felipe IV y a la Reina Doña Mariana. También las cartas
de Felipe IV y la Reina Doña Mariana al Marqués
Legajo 248, Leg. 799, Leg. 1611, Leg. 1923, Leg. 2810, Leg.
2778, Leg. 2791, Leg. 2797, Leg. 3455, Leg. 3457, Leg. 4837,
Leg. 4838 contienen nombramientos, instrucciones, poderes,
tratados internacionales o proyectos de liga firmados entre 16591667 .
2.2. CONSEJOS SUPRIMIDOS
Libro 2752, Lib. 2755, Leg. 9046, Leg. 9270, Leg. 11724,
concesión de títulos.
513
2. 3. ORDENES MILITARES
Leg. 24. El Marqués de la Fuente caballero de Santiago
3. BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID
3.1. MANUSCRITOS
Los Mss. 2387 y el 18400 contienen crónicas de las fiestas que se
hicieron en Madrid por la boda de Luis XIV con la Infanta María
Teresa tras la firma de las paces tan deseadas, de las fiestas que se
hicieron en Francia, del viaje de Felipe IV a Bidasoa, de la
Jornada de Guipúzcoa y de la entrada de la Infanta María Teresa
en París. Dicho legajo contiene también la relación de la entrada y
recibimiento que se hizo a la Sra. Emperatriz de Alemania, Doña
Margarita, en la ciudad de Viena, las capitulaciones de paz entre
el rey de España y el rey de Inglaterra, la relación de la entrada y
coronación del Serenísismo Rey de Inglaterra Carlos II y el viaje
del nuevo Embajador Extraordinario de España en Londres.
El Mss. 2388 contiene la relación del bautizo del príncipe Carlos,
noticias de la embajada de España en Holanda (1661), del
casamiento de Catalina de Braganza y de la llegada de María
Teresa a París. El Mss. 2389 contiene datos sobre el incidente de
Londres, sobre el incidente del Duque de Crequi y sobre la boda
de Catalina de Braganza con Carlos II de Inglaterra.
El Mss. 8686 aporta información sobre asuntos referentes a la
guerra de Portugal: 2/21200 (sobre el incidente de Londres),
3/32127 (Tratado de los derechos de la Reina Cristianísima sobre
varios estados de la Monarquía Española, 3/48773 (Defensa del
derecho de María Teresa de Austria, reina de Francia, a la corona
de España), V.E. 48-62 ( Franco de Cora pide a Alejandro VII
que favorezca con armas espirituales la causa de S.M. Católica
contra el rebelde portugués).
Mss. 9131: contiene información sobre sucesos de la armada en
Cádiz (1663).
3. 2. RAROS
514
R/28658- 8, relación del recibimiento que se hizo al Embajador
francés que vino a recoger a la Infanta María Teresa, R/19195 y
R/19570, respuestas de González Salcedo y de Ramos del
Manzano a las pretensiones de la Reina Cristianísima.
4. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
4. 1. COLECCIÓN SALAZAR Y CASTRO
9/1315, 9/ 1449, A-78, A-79, A-88, C-22, D-19, D-21, D-27, D31, D-42,
K-79, L-66, folleto 30, M-4, 5/2340. Contienen datos biográficos
del Marqués de la Fuente y su familia así como árboles
genealógicos.
5. ARCHIVO GENERAL DE PALACIO
5. 1. SEC. HISTÓRICA. EMBAJADAS. Felipe IV, caja 43,
expediente 3 (gastos de las fiestas de 1659).
5. 2. EXPEDIENTES PERSONALES Caja 1028/19,
reclamaciones de dinero del Marqués de la Fuente.
515
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524
APÉNDICE DOCUMENTAL
Documento n° 1
Respuesta del Marqués de la Fuente a la carta de S.M. Felipe IV que le pide volver a
París. El Marqués de la Fuente alega razones para no regresar.
AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, S. Nicolás de Nancy, 15 noviembre 1662.
“La noche antecedente al día de salir de Lorena y entrar en Alemania, recibí un
despacho de V.M., fecha 30 del pasado, en que se sirve decirme que, por las
consideraciones que refiere, tiene por bien que si hubiese dado principio a mi viaje
vuelva a París. Y, después de pedir la mano a V.M. por la honra que me hace,
queriendo servirse de mí en los negocios a que da el primer lugar en su estimación,
diré que quisiera poder dividir en tantas partes mi persona como son las
obligaciones, los deseos y celo de satisfacer a ellas. Y entraría con más recato al
asegurar esto a V.M. si no lo hubiese asegurado con tantos actos repetidos mi
obediencia. Estos, Señor, son los más fieles testigos de cuantos puedo presentar a
V.M. en abono del desconsuelo que me ocasiona verme obligado violentamente de
la imposibilidad a romper el orden a la cláusula inseparable de todos aquellos
despachos en que satisfaciendo a las órdenes, no he gastado más artículos que los
bastantes para decir como V.M. quedaba obedecido o yo pronto a obedecerle; pero
soy tan desgraciado que no puedo continuar en este estilo, bien que por el crédito y
honra que me aumentaba V.M. a los ojos del mundo por las que volvía a recibir del
Rey y las Reinas, y por mandármelo V.M. (que es lo más) no podía desear otra cosa
ni el amor con que le sirvo, ni mi vanidad.
Pero como al mayor celo se rinde solo lo dificultoso, no lo imposible, puedo, debajo
de juramento tan sacrosanto como el de la vida de V.M., asegurarle que las
veinticuatro horas que han corrido desde llegar hasta satisfacer a este despacho, las
he gastado en sentir las dificultades y pensar en los medios para superarlas. Más,
aunque esforcé el deseo con la consideración de mi propia conveniencia, quedó uno
y otro vencido del hallarme sin un tiro de caballos que pudiese servirme por haber
gustado S.M. Cristianísima del último de tres que llevé para mi persona, sin más que
dos coches de compañía, con un número tan limitado de criados de todos géneros,
que apenas hasta para el servicio forzoso, con solas las alhajas que se llevan a los
bosques, sin casa, habiéndola despedido, y no queriéndola arrendar, por ser del
duque de Crequi, y con la salud tan trabajada, como se puede juzgar, habiendo
venido en coche, cuando padezco el achaque que por respeto callo, y por habérsele
escrito, días ha, a D. Luis de Oyarguren. A todo esto se añade el embarazo mayor de
hallarme sin carta credencial, habiendo salido del Reino, con que volvería
aventuradísimo al desaire de que me dificultasen la audiencia; y cuando lo que en
aquel gobierno se observan las formalidades más menudas del punto,
particularmente hoy, no justificase este recato, lo justifica lo que me sucedió con la
última carta de mano propia de V.M. para el Rey Cristianísimo, pues hallándome ya
525
despedido y deseando ejecutar lo que V.M. me mandaba, (como le di cuenta de
haberlo hecho en despacho del 3 del corriente), le esperé en el aposento de la Reina
y diciéndole que como no sabía cual era el papel de los despedidos, ignoraba