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QUINTA CAROLINA
El 30 de agosto de 1867 en una finca de campo conocida como
“Labor de Trías”, murió de tuberculosis el General Ángel Trías,
a los de 58 años de edad. Su abuelo materno Don Juan Álvarez,
quien le había heredado la finca, fue uno de los capitalistas más
importantes de la entidad en esa época.
No se conocen fotografías ni descripciones de esta
casa, sólo el dato histórico de que perteneció a este
importante personaje de nuestra historia.
En 1886 las hijas del Gral. Trías, Victoria y Teresa,
vendieron la propiedad a la familia Terrazas, aunque la
compra venta fue formalizada ante notario
hasta el 12 de febrero de 1895
La tierra abarcaba 19,991.9 hectáreas, de las cuales
202.34 eran de riego, otra parte de temporal y el
resto era utilizado para criar ganado.
El 4 de Noviembre de 1896, Luis Terrazas le dio a su esposa
Carolina Cuilty un bello regalo para celebrar el día de las
Carolinas. Una hermosa casona de campo construida en el mismo
espacio que había ocupado la antigua Labor de Trías.
La magnífica residencia quedó bautizada con grandes
letras elaboradas sobre los bloques de cantera como
“Quinta Carolina” y su inauguración fue un gran
acontecimiento en la vida social de Chihuahua.
El edificio principal fue rodeado por una barda en forma cuadrada,
con fuertes rejas, para proteger a la familia.
Contaban con personal de vigilancia cuyo jefe habitaba en una
casa edificada en una esquina del lado de la entrada principal.
En los cuatro lados de la casa se puso una puerta que diera del
edificio al patio y otra del patio hacia fuera, iguales en estilo pero con
diferentes adornos. Las puertas exteriores no daban espacio para
que entraran los carruajes, sólo se podía entrar a pie.
Los carruajes y caballos eran guardados en otro edificio ubicado
en la parte trasera de la casa principal.
La Quinta cuenta con un gran templo. A donde asistían los
empleados de la Quinta, desde el administrador hasta el más
sencillo peón.
Con muchos detalles artísticos y religiosos, de madera labrada y
pinturas sobre las paredes.
Aunque los dueños recibían los
servicios religiosos en una
pequeña capilla dentro del patio
del edificio principal.
Este que parece ser un
pequeño kiosko es en
realidad una jaula,
donde se podían admirar
diferentes aves exóticas
procedentes de Europa y
otras partes del mundo.
Había una jaula en cada una de las cuatro esquinas del patio.
El patio contaba con un empedrado de pequeñas lajas de río.
Esto no es una alberca, era un invernadero donde se cultivaban
flores de diferentes estilos y colores, con las que llenaban
todo el patio.
Este árbol que aún da frutos, es
poco común, pero es típico
encontrarlo en haciendas o
parques antiguos. Se trata de un
naranjo chino.
Este otro, aunque ya seco, ha quedado como mudo testigo de
tantas y tantas cosas que aquí han sucedido, como la revolución,
los ataques de los apaches, los tiempos de abundancia y paz y
hasta la construcción de nuevas colonias al rededor de la Quinta.
La quinta Carolina está considerada como uno de los
conjuntos más complejos y completos en su género.
Incluye otros edificios importantes, como este que era
la tienda de raya.
Donde se filmó una película mexicana de época
llamada
El Principio.
El establo
El granero, que es el único edificio que en la actualidad se utiliza;
se restauró y funciona como salón de fiestas,
principalmente bodas.
El salón para juegos que incluía entre otros, un boliche.
El tanque y el pozo con los que, aprovechando un río subterráneo,
abastecían de agua las casas y sembradíos.
Las instalaciones muestran que hubo un buen programa
arquitectónico y son un gran ejemplo de arte, cultura y el gusto por
la moda y estilo europeos, mezclado con algunas figuras campiranas.
Pero se dice que la gente común, los peones, cuando pasaban por
el edificio principal de la Quinta Carolina, no debían siquiera
voltear hacia la casa o al patio, debían pasar con la mirada al
frente, porque de lo contrario podían ser fuertemente castigados.
Algunos la consideran como una casa de campo, sin embargo, por
su cercanía a la ciudad de Chihuahua, la Quinta se convirtió en un
gran proveedor de alimentos e insumos.
En 1910 inicia la revolución y la Quinta Carolina fue escenario de
algunos enfrentamientos armados, la familia Terrazas emigró a la
ciudad de México y el movimiento villista trató de apropiarse de ella.
Durante algún tiempo se convirtió en la casa del general Manuel Chao
y fue utilizada también para reuniones de gobierno.
Después de la muerte de Villa el gobierno de Venustiano Carranza
regresó la Quinta a la familia Terrazas.
En la quinta se conservó buena
parte del mobiliario e incluso el
despacho que había
pertenecido a Luis Terrazas
siguió ocupado como oficina
del sr. Jorge Muñoz.
Poco tiempo después se formó
un ejido. Don Jorge Abandonó
el lugar y solamente acudía los
fines de semana.
Luego inició una cadena de robos, mucha gente acudía durante
la noche y se llevaba las cosas que podía del interior de la casa.
Lo que no se perdió en la revolución lo vinieron a saquear en
nuestros tiempos.
Y no solo a quedarse con muebles o cosas de valor, sino a
destruir por destruir sin tener idea de lo que esta pérdida
significa para nuestra historia y patrimonio nacional.
La Quinta Carolina fue donada en 1987 al Gobierno del Estado
por la familia Muñoz Terrazas.
En 1993 el Gobierno del Estado y el Instituto Nacional de
Antropología e Historia firmaron un convenio para su
restauración, con el fin de instaurar un importante centro
cultural.
Si deciden visitar este lugar y conocerlo personalmente, me
daría mucho gusto acompañarles y platicarles muchas cosas
más que he escuchado y vivido.
Noel Ponce Ortíz