Download ¡Ponte a hacer los trabajos de casa, estúpida

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
¡Hola!
Me llamo Orondo.
Soy el reloj de esta
casa donde sucedió
que…
..vivía una niña humilde y buena
que le llamaban Cenicienta.
Cenicienta no vivía sola. Con ella vivían sus
dos hermanastras que no hacían más que
discutir y presumir y siempre la obligaban a
hacer todos los trabajos de casa.
Pero si malas eran las hermanastras, de
peor corazón era la madrastra que siempre
la trataba con desprecio.
¡Ponte a hacer
los trabajos de
casa, estúpida!
Un día llegó un paje real anunciando que todas
las chicas del reino deberían acudir a palacio
para participar en el baile que ofrecía el príncipe
para ver si encontraba la chica con la que pudiera
casarse.
La pobre
Cenicienta tuvo la
infeliz ocurrencia
de preguntar si ella
podía acudir al
baile, lo que
provocó las burlas
de sus
hermanastras y
madrastra, pues
no tenía vestidos
para asistir a
semejante
acontecimiento.
¡Ja, ja ja!
¿Podré ir
yo
también?
Una vez que se prepararon para el baile les faltó
tiempo para darle unas cuantas órdenes a la pobre
niña.
¡Ponte a trabajar!
Cenicienta quedó
sola y triste sin
comprender tanta
maldad, pero de
pronto…
¡DING, DONG!
¿Quién
llamará?
Soy tu hada
madrina y te
voy a ayudar.
¡Que se convierta este
cochecito en una limusina!
¡Ooohh
!
Y esta muñeca en
un…
¡Chófer!
El hada
obsequió a
Cenicienta
con un
precioso
vestido de
gala…
…pero le advirtió
de que debería
regresar antes de
las doce, hora en
que sus
encantamientos
desaparecerían.
A la fiesta asistieron las
horripilantes
hermanastras y
madrastra de Cenicienta
deseosas de conquistar
el corazón del príncipe…
… así como chicas
que vinieron de
todas las partes del
reino con la misma
intención.
Sin embargo, el
príncipe se
aburría con tanta
vulgaridad…
..hasta que se
encontró con
Cenicienta que,
sin mucho
esfuerzo,
conquistó su
corazón.
¡Cenicientaaa! ¡Que
son casi las doceeee!
Pero son tan felices
estando juntos que no
se da cuenta de la hora
que es.
¡Dong, dong, dong…!
… Cenicienta se marchó corriendo
dejando en su huída un zapato
que el príncipe encontró. Quien
fuera dueña de ese zapato sería
la chica con la que se casaría.
Todas debéis
probar este
zapato.
…pero a ninguna de las hermanastras,
por mucho que lo intentaron, les sirvió
el zapato que traía el paje real.
La única que faltaba por
probarlo era Cenicienta,
que, para sorpresa de
sus hermanastras y
madrastra, fue la que,
sin esfuerzo, pudo poner
el zapato.
Alteza, ya la
hemos
encontrado y
vamos a palacio.
Os podéis imaginar
la rabia de las
horripilantes
hermanastras y
madrastra…
Cenicienta se casó
con el príncipe y fue
feliz y bondadosa
como siempre.