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Consejos para los cuidadores
de pacientes enfermos.
Autor: Dr. Pedro Serrano, MD, PhD, FESC.
Basado en: “Compañeros del corazón”. Fundación Española del Corazón. 2017
Es muy conveniente para los enfermos,
que sean responsables de su propia salud y aprendan a cuidarse.
Cada vez son más los pacientes con enfermedades cardiovasculares crónicas.
Algunos de ellos precisan ayuda por parte de otras personas, aparte del médico.
Cuidar significa:
-
-
Cubrir las necesidades físicas, sociales y afectivas del ser querido.
Ej.- Ser paciente, cariñoso y comprensivo, fomentar las relaciones sociales, los
intereses culturales o de entretenimiento…
Adquirir un compromiso y dedicar mucho tiempo y energía al cuidado.
Admitir un cambio en el estilo y ritmo de vida, incluidos los aspectos laborales,
económicos y sociales.
Afrontar situaciones desconocidas y para las que no se está preparado.
Convivir con nuevos sentimientos que es necesario aprender a manejar (tristeza,
preocupación, cansancio, estrés…).
Respetar la intimidad y sus opiniones de enfermo.
Llevar a cabo una de las tareas más dignas y merecedoras de reconocimiento que
una persona puede acometer.
Misiones del cuidador:
Los tres pilares para que el cuidador desarrolle su misión con éxito son:
la información, la organización y el diálogo. Las tareas del cuidador deberían ser:
- Informarse sobre: La enfermedad del paciente, su tratamiento más adecuado, los
síntomas de que el paciente pueda empeorar, las características y duración de la
dependencia del paciente: si puede vivir solo o debe estar siempre acompañado.
- Mantener una relación estrecha, respetuosa y recíproca con el equipo médico
(que es una fuente primordial de colaboración e información para el cuidador).
- Informarse sobre qué ayudas puede recibir: instituciones públicas o privadas,
ayuda a domicilio, centros de día, voluntarios, residencias asistidas o no, amigos,
familiares. Decidir qué tareas y con qué frecuencia puede asumir cada uno:
labores de la casa, comprar comidas y medicinas, acompañar al paciente a
pasear, a rehabilitación o a las visitas al médico, sustituir al cuidador unas horas a
la semana para que se relaje y descanse.
- Valorar una reunión familiar para exponer la situación médica y las necesidades
del paciente, de su cuidado y quién será el cuidador principal. Preferiblemente, las
decisiones se tomarán de común acuerdo: paciente, médico y entorno familiar.
- Supervisar la adecuada toma de los medicamentos. Llevar SIEMPRE una lista
de TODOS los medicamentos, dosis, cuando y cuantas veces al día se toman, y
para qué sirve cada uno. También son útiles los pastilleros organizadores
semanales, que se preparan una vez por semana con toda la medicación.
- Ayudar a que el enfermo tenga una dieta adecuada a su enfermedad, incluyendo
el control de los líquidos que puede tomar (cantidad y calidad).
- Procurar que el enfermo realice la actividad física que le ha sido prescrita, ya que
es beneficiosa para él, y que mantenga una higiene adecuada.
- Valorar la posibilidad de compartir su experiencia con otros cuidadores de
enfermos del corazón y unirse a alguna asociación.
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Valorar adaptar el entorno al enfermo: almohadones, colchones, o somieres
articulados, colchones antiescaras, dispositivos para mejorar la seguridad en el
baño, reformas en el baño (ej.- mejor plato de ducha que bañera), menaje
adaptado y de plástico, intercomunicador/avisador, prendas desechables, ropa con
velcros (sin botones), zapatillas sin cordones, andador, muletas…
Tratar de mejorar posibles problemas visuales o auditivos del enfermo.
Contribuir al bienestar psicológico del enfermo, ayudándole a que mantenga sus
relaciones sociales, evitando la sobreprotección, dándole ciertas responsabilidades, y procurando no buscar culpables ni caer en el chantaje emocional.
Misiones de la familia y los amigos:
-
Colaborar en todo lo posible con el cuidador.
Dar apoyo emocional y afectivo al paciente.
Dialogar y dar su opinión, pero evitando las actitudes críticas y de desprecio.
Tratar de proporcionar al cuidador momentos de descanso y ocio (para paliar el
hecho de que el cuidador tenga menos tiempo y energía que dedicarles).
Sentirse implicados en la toma de decisiones y escuchados en sus propias
necesidades.
Para el paciente es conveniente:
-
Tener cubiertas sus necesidades y sentirse seguro y querido.
No sentirse culpabilizado por la situación, ni recriminado por el trabajo que ha
desencadenado su enfermedad.
Tomar sus propias decisiones y expresar sus opiniones.
Colaborar en el cumplimiento del tratamiento y esforzarse por mejorar su calidad
de vida.
Hacer cosas por sí mismo, en la medida de sus posibilidades, tanto para descargar
de tareas al cuidador como para mantener su autoestima y bienestar emocional.
Adoptar una actitud de respeto hacia el cuidador, y no ejercer presión o chantajes
emocionales sobre su familia.
Para el cuidador es importante:
-
Sentirse respaldado y reconocido en sus tareas por el enfermo, la familia y los
amigos, que junto al personal sanitario forman el “equipo de salud”.
Pedir, recibir y agradecer la colaboración de los demás.
Pensar en sí mismo, cuidarse física y emocionalmente, y ser capaz de mantener
su espacio personal de intereses y proyectos.
Expresar sus sentimientos y saber manejar el estrés y el cansancio que conlleva la
situación.
No sobreproteger al enfermo, sino darle la oportunidad de hacer las cosas por sí
mismo y progresar en la medida que le sea posible.
Tomar las decisiones importantes sin olvidar al paciente y al resto de la familia.
El cuidador también ha de cuidarse a sí mismo:
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Cuide su salud física. Los cuidadores tienen peor salud, más visitas al médico y
peores recuperaciones de sus dolencias.
Aliméntese correctamente,
aprovechando la dieta saludable del paciente, sin saltarse comidas, sin prisas. No
fume ni beba alcohol. Haga ejercicio al menos tres días por semana.
Cuide su salud emocional: Pida ayuda, saque tiempo para uno mismo,
exteriorizar sus sentimientos y comunicarse con otros cuidadores, con amigos y
familiares. Establecer una rutina diaria disminuye el estrés y la ansiedad.
Un cuidador está “quemado” cuando tiene: sentimientos de desánimo y tristeza, de
fatiga, falta de interés por el trabajo, disminución del rendimiento, desinterés por las
relaciones sociales, mayor consumo de tabaco y alcohol, miedo creciente a la muerte,
desórdenes alimenticios, sentimientos de inutilidad, irascibilidad. Si esto ocurre,
conviene que consulte a su médico sin demora.
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