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TROMBOSIS VENOSA PROFUNDA POR DÉFICIT DE PROTEÍNA S TRAS INFECCIÓN PRIMARIA POR VIRUS DE EPSTEIN BARR RESUMEN Existen infecciones víricas que pueden asociarse a trombosis venosa profunda, como por ejemplo el virus de la hepatitis C, el citomegalovirus o el virus de la inmunodeficiencia humana. Como factores patogénicos del tromboembolismo venoso se han implicado el déficit de proteína S , el déficit de proteína C , el daño endotelial directo causado por el virus y la presencia de anticuerpos anticardiolipina o anticoagulante lúpico . El factor mejor caracterizado es el déficit de proteína S, que suele ser transitorio y puede estar mediado por anticuerpos asociados al virus que se dirigen frente a la proteína S . La mononucleosis infecciosa, popularmente conocida como "la enfermedad del beso", es una infección vírica causada por el virus de Epstein-Barr. La enfermedad se caracteriza principalmente por dolor de garganta, inflamación de los ganglios linfáticos, e intensa fatiga y fiebre. Los jóvenes entre 10 y 25 años son más vulnerables a esta infección. El tratamiento sirve para aliviar los síntomas, y la enfermedad suele transcurrir sin problemas graves, Entre cuyas complicaciones descritas en el pasado, se encontraban episodios de trombosis venosa profunda. Presentamos un caso de una paciente que en el transcurso de una infección primaria por el virus de Epstein Barr, desarrolló una trombosis venosa profunda de extremidad inferior derecha asociada a un déficit de proteína S. Nuestro objetivo es valorar la relación entre la primoinfección por el virus de Epstein Barr y el déficit de proteína S. OBJETIVOS 1. Presentar un caso de trombosis venosa profunda inducida por un déficit de proteína S y la relación de este déficit con la primoinfección del virus de Epstein Barr. 2. Estudiar la evolución de la misma y su respuesta al tratamiento instaurado PERSONAS Y MÉTODO Mujer de 25 años sin antecedentes patológicos de interés que acudió al servicio de Urgencias externas de nuestro Hospital por cuadro de astenia, debilidad progresiva, edema palpebral bilateral, fiebre de hasta 40º C con predominio vespertino y odinofagia intensa. Tras su valoración se objetivó una faringoamigdalitis pultácea y se le pautó tratamiento con Amoxicilina durante una semana. Dos días más tarde y al no producirse cambios sustanciales en el cuadro clínico, la paciente comenzó tratamiento por su cuenta con Azitromicina, presentando a los dos días de terminar dicho tratamiento, un rash cutáneo generalizado, maculopapuloso y ligeramente pruriginoso. EXPLORACIÓN FÍSICA Afebril, buen estado general. Numerosas adenopatías laterocervicales y submandibulares bilaterales, pequeñas de exudado blanquecino. En abdomen se palpaba, una hepatomegalia no dolorosa de un través y con la inspiración profunda, un polo de bazo. MMII: Pequeñas adenopatías inguinales. Resto de la exploración estrictamente normal. Se diagnosticó a la paciente de una probable Mononucleosis Infecciosa, se solicitó analítica (sistemático, VSG, bioquímica general y serología para virus de Epstein Barr, incluido PaulBunnell) y se puso tratamiento sintomático con Paracetamol y antihistamínicos por el rash cutáneo que presentaba. Las lesiones cutáneas desaparecieron aproximadamente a las dos semanas de tratamiento, pero comenzó de nuevo con fiebre, motivo por el cual acudió de nuevo a urgencias. En este momento, refería además un cuadro de dolor y aumento de tamaño de miembro inferior derecho de dos días de evolución, con pulsos conservados en ambos MMII. PRUEBAS COMPLEMENTARIAS Hemograma: Hb 11.8, hematocrito 35.1 y VCM con ligera tendencia a la hipocromía. Leucocitos normales. VSG: 54 (7-11) En la bioquímica general existía un ligero aumento de transaminasas (GOT 81, GPT 105). Estudio serológico: Test de Paul-Bunnell positivo, al igual que las determinaciones de Ig M para virus de Epstein Barr y el antígeno temprano. Anticuerpos anticardiolipina positivos. Rx de tórax: Sin hallazgos patológicos. TAC toracoabdominal: Destacaba la existencia de una trombosis iliofemoral derecha, llegando a nivel de la vena Cava pero sin ocuparla. Eco Doppler color de MID: ausencia de compresibilidad de Vena Femoral común, con flujo no fásico a este nivel. Extensión proximal a iliaca externa de dicha trombosis. Afectación de safena interna de ese lado. MII sin signos de trombosis (figuras 1,2 y 3). Figura 1. Imágenes de ecodoppler color que muestra la falta de compresibilidad de la vena femoral comun. Observamos imagen hiperecogénica en la luz de la vena femoral común correspondiendose con trombo. Figura 2. Ecodoppler color que muestra el trombo. A la compresión de la pantorrilla y tras valsalva no obtenemos señales de color por ocupación de la luz por el trombo. Figura 3. Ecodoppler color que tras provocar valsalva y con los movimientos respiratorios. RESULTADOS Se decidió comenzar tratamiento anticoagulante con Heparina de bajo peso molecular (tinzaparina 20000 u 0,7 ml cada 24 subcutáneo) por el riesgo de progresión de la trombosis . Se ingreso a la paciente en Medicina Interna y se solicitó estudio hematológico para descartar trombofilia ya que además tenía antecedentes familiares de trombosis (abuelo materno fallecido de un tromboembolismo pulmonar y la madre presentó un cuadro de CID posparto). En el estudio se encontró, un déficit de Proteína S. Tras la fase inicial de tratamiento con tinzaparina y reposo absoluto durante 4 días, se pasó a tratamiento con anticoagulantes orales (Acenocumarol) durante 6 meses. Se dio de alta a la paciente con el diagnóstico de Mononucleosis Infecciosa. y trombosis venosa profunda iliofemoral derecha. La paciente fue citada 6 meses más tarde para repetir el estudio de coagulación. En dicho estudio se observó que los niveles de proteína S era inferiores a los obtenidos en el proceso agudo. Actualmente, se encuentra asintomática, y mantiene tratamiento anticoagulante de forma indefinida debido a la presencia de déficit de proteína S. MONONUCLEOSIS INFECCIOSA La infección aguda por el virus de Epstein Barr es frecuente y generalmente asintomática o inespecífica en los menores de edad y ha sido relacionada con el nivel socioeconómico de una población. Los pacientes adolescentes o adultos jóvenes que permanecen susceptibles, desarrollan tradicionalmente el cuadro de mononucleosis infecciosa (MI). La infección se adquiere mediante transmisión de secreciones orofaríngeas y, luego de un período de incubación de 30 a 50 días, la enfermedad se expresa clínicamente en más de 70% de los adolescentes expuestos (tabla 1) Característicamente, la MI asociada al VEB se presenta con un cuadro febril de magnitud variable de varios días de duración (2 a 3 semanas), faringitis asociada a exudado en 30% de los casos y adenopatías cervicales anteriores y posteriores. Durante la fase prodrómica se observa decaimiento, anorexia, fatigabilidad, cefalea y fiebre. Los síntomas alcanzan habitualmente su mayor intensidad al final de la primera semana y declinan progresivamente durante las próximas semanas (1 a 3 semanas). La frecuencia de esplenomegalia es variable con detección al examen físico en más de 17% de los pacientes y en estudios por imágenes en cerca de 100%. Las manifestaciones infrecuentes de la MI asociada a VEB incluyen obstrucción de la vía aérea, dolor abdominal, exantema, hepatomegalia, ictericia y edema palpebral. El exantema ocurre en aproximadamente 5% de los pacientes pudiendo ser de tipo macular, petequial, escarlatiniforme, urticarial o eritema multiforme. Adicionalmente, en 90 a 100% de los pacientes que han recibido ampicilina en los 10 días precedentes se observa un exantema máculopapular. Los pacientes afectados presentan una linfocitosis 50% y un recuento de linfocitos atípicos 10% (criterios de Hoagland) (1). Más de 50% de los casos tiene trombocitopenia y otro 3% presenta anemia hemolítica, en ambos casos de tipo leve (tabla 2) La infección aguda por VEB se establece en linfocitos B, gatillando la estimulación y producción de una diversidad de anticuerpos dirigidos contra el propio VEB y otros antígenos no relacionados tales como eritrocitos de otras especies mamíferas (sin exposición previa), o ampicilina o plaquetas. Los anticuerpos dirigidos a antígenos de otras especies se denominan anticuerpos heterófilos y pueden ser detectados mediante pruebas de aglutinación utilizando eritrocitos de cordero (reacción de Paul-Bunnell) o mediante una diversidad de sistemas comerciales que utilizan pruebas de aglutinación con eritrocitos o partículas de látex. Estos anticuerpos aparecen progresivamente durante la primera semana de enfermedad por lo que su positividad es mayor después de este período (Figura 4). Los falsos positivos son infrecuentes y explicados por casos de linfoma, hepatitis viral o enfermedades autoinmunes. La presencia de linfocitosis 50%, linfocitosis atípica 10% y anticuerpos heterófilos positivos mediante cualquier técnica disponible, permiten reconocer acertadamente los casos de MI provocados por el VEB (Figura 4). La ausencia de anticuerpos heterófilos y de IgM-VCA, permite descartar razonablemente MI por VEB y obliga a plantear otra etiología. Figura 4. Evolución temporal de los títulos de anticuerpos en la mononucleosis infecciosa. Esta enfermedad tiene en la mayor parte de los casos una evolución benigna y los pacientes deben recibir sólo manejo sintomático y ser advertidos de potenciales complicaciones, las que son en general muy infrecuentes , aunque el caso presentado se complicó con una trombosis venosa profunda sin factores de riesgo conocidos. DÉFICIT DE PROTEÍNA S La Proteína S, es una proteína anticoagulante vitamina K dependiente y sintetizada en el hígado(1). Su función principal es actuar como cofactor de la proteína C que, a su vez va a activar el Factor V y VIII de la coagulación (2). En la circulación, la Proteína S existe de dos formas: Una libre y otra unida a la proteína C4b del complemento (3). ETIOLOGÍA El déficit de Proteína S puede ser congénito o adquirido (4). Este último, generalmente es debido a enfermedades hepáticas y a déficit de vitamina K, mientras el congénito, se manifiesta como un transtorno autonómico dominante bien de forma homocigota o heterocigoto (5). El déficit heterocigótico de Proteína S tiene una prevalencia de 1/15000-20000. Muy raramente el déficit de Proteína S ocurre de manera homocigota. Presenta la misma prevalencia en Estados Unidos y Europa siendo menor en Asia. No están descritas diferencias según el sexo. Cuando se realizan estudios de grupos de pacientes con trombosis de repetición o historia familiar de trombosis, el déficit congénito de Proteína S aumenta a un 3-6%. CLASIFICACIÓN Existen 3 tipos de déficit congénito de proteína S(6,7): Tipo I: Descenso de la proteína S total y por lo tanto también de la proteína S libre (defecto cuantitativo). Tipo II: Tanto la forma libre de la proteína S como la total están normales, pero su actividad está disminuida (déficit cualitativo). Tipo III: Está caracterizada por bajos niveles de proteína S libre. La Proteína S total en plasma es normal. Los tipos más frecuentes son el I y el III. El diagnóstico entre un tipo y otro no implica cambios en la clínica. DIAGNÓSTICO El déficit de Proteína S es diagnosticado usando tests de laboratorio que detectan antígenos de dicha proteína y otros para medir la actividad de ésta. La forma libre de la Proteína S es la funcionalmente activa, por lo que se utilizan especialmente tests para medir los antígenos de ésta.. CLÍNICA Los síntomas relacionados con el déficit de Proteína S, son los correspondientes a trombosis venosa profunda, tromboflebitis o tromboembolismo pulmonar(8,9). Trombosis venosas aparecen en el 60-80% de pacientes que tienen un déficit heterocigótico de Proteína S. La mayoría de los tromboembolismos en estos pacientes ocurren antes de los 40 años (9). La asociación con trombosis arteriales está muy discutida. Los pacientes con déficit de proteína S de rango homocigótico, presentan púrpura fulminante y trombosis masiva neonatal o en el primer año de vida (10). La trombosis venosa de miembros inferiores, representa aproximadamente el 90% de los eventos. La presentación clásica de la trombosis venosa profunda formada por la triada: Dolor en la pantorrilla, edema y dolor a la dorsiflexión del pie (Signo de Homans), aparece en pocos pacientes. Ante la sospecha de esta patología, se suele observar signos de obstrucción venosa e inflamación local. Las venas superficiales pueden estar también trombosadas y aparecen generalmente distendidas, palpándose un cordón venoso. En algunos casos, se puede observar tromboflebitis asociada o no a trombosis venosa profunda. En el síndrome postflebítico, aparece edema crónico y dolor en el miembro afectado no pudiendo diagnosticarse un nuevo episodio de trombosis venosa si no se realiza un doppler o una flebografía. En algunos pacientes puede asociarse un embolismo pulmonar, causa más frecuente de mortalidad en estos pacientes (10). Se va a caracterizar por la aparición de disnea, dolor torácico, síncope o taquicardia. La disnea va a ser el síntoma más frecuente. Puede aparecer dolor torácico de características pleuríticas, tos o hemoptisis que sugieren un embolismo con afectación pleural. En el embarazo el déficit de Proteína S, suele producir episodios de trombosis venosa y abortos. TRATAMIENTO Inicialmente ante un episodio de trombosis venosa profunda, se administrará heparina subcutánea de bajo peso molecular un mínimo de 5 días pasando posteriormente, a tratamiento con anticoagulantes orales tras unos días de tratamiento asociado (11). En la mayoría de los pacientes está recomendado, el mantener el tratamiento con anticoagulantes orales durante 6-9 meses. La cuestión de mantener el tratamiento con anticoagulantes orales de por vida tras un primer episodio de trombosis venosa profunda, es controvertido; si el primer episodio ocurre en localizaciones inusuales de trombosis venosa (venas mesentéricas, cerebrales...), la mayoría de los expertos recomiendan mantenerlo, al igual que en pacientes con trombosis venosa de repetición. En pacientes asintomáticos, el objetivo del tratamiento es prevenir el primer episodio de trombosis. En estos pacientes se suprimirán los fármacos que predispongan a trombosis y se realizará profilaxis con heparina ante situaciones de riesgo de episodios trombóticos (cirugía, reposo prolongado, traumatismo importante...) Durante el embarazo está recomendado tratamiento con heparina subcutánea de bajo peso molecular, manteniéndolo hasta 4-6 semanas postparto (11). DISCUSIÓN El caso presentado expone una etiología diferente y poco habitual de la trombosis venosa aguda. El déficit de proteína C que objetivamos en nuestro caso fue transitorio, es decir, tras el proceso agudo de la infección por VEB los niveles de proteína S descendieron respecto a los niveles obtenidos en el proceso agudo. Este acontecimiento ocurre en ocasiones en infecciones algún tipo de infección viral. En la bibliografía consultada hemos encontrado casos de trombosis asociados a hepatitis virales, citomegalovirus y virus de la inmunodeficiencia humana, varicela zoster (12,13) donde en los factores patogénicos del tromboembolismo venoso se han implicado el déficit de proteína S, el déficit de proteína C , el daño endotelial directo causado por el virus y la presencia de anticuerpos anticardiolipina o anticoagulante lúdico (14). El factor mejor caracterizado es el déficit de proteína S, que suele ser transitorio y puede estar mediado por anticuerpos asociados al virus que se dirigen frente a la proteína S. El carácter transitorio del estado de hipercoagulabilidad observado en nuestro caso, apunta al VEB como probable agente desencadenante, posiblemente a través de una acción sobre el endotelio y la producción de anticuerpos anticardiolipina. No hemos encontrado casos en la bibliografía de déficit de proteína S asociado a la mononucleosis infecciosa, pero dado el comportamiento parecido de este virus al citomegalovirus, entendemos que la trombosis puede haber sido desencadenada por los mismos factores patogénicos que los provocados por el citomegalovirus. Aunque esta afirmación la hacemos con prudencia dado que no existen en la bibliografía muchos casos asociados a esta infección. En conclusión, ante un paciente joven con un proceso infeccioso habitual y signos de TVP es necesario realizar un estudio de coagulación para detectar una posible trombofilia y realizar serología para filiar el cuadro, dada su posible relación con el proceso trombótico. BIBLIOGRAFÍA 1. 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