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VII PLAN CIUDADANO DELCTURA
AGOSTO a OCTUBRE de 2007
Diana Bellesi
“…Es necesario decir, ante todo, que Bellesi vuelve a prestar su voz a lo que
ha sido acallado no sólo por el fluir del tiempo sino también por los más
diversos caminos de la injusticia…”
(Guillermo Saavedra, La Nación)
Diana Bellesi nació en Zavalla, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1946.
estudió filosofía en la Universidad Nacional del Litoral, y entre 1969-75 recorrió
a pie el continente.
Durante dos años coordinó talleres de escritura en las cárceles de Buenos
Aires, experiencia encarnada en el libro Paloma de contrabando (1988). Ha
publicado: destino y propagaciones (1970); Crucero ecuatorial (1981); Tributo
del mudo (1982); Contéstame, baila mi danza (selección y traducción de poetas
norteamericanas contemporáneas), (1984); Danzante de doble máscara
(1985); Heroica (1988); Buena travesía, buena ventura pequeña Uli (1991); Día
de ceda (selección y traducción de poemas de Úrsula K. Le Guin, 1991); El
jardín (1993); Colibrí, ¡lanza relámpagos! (1996); Lo propio y lo ajeno (un libro
de reflexiones, 1996); The twins, the dream (libro a dos voces con Úrsula K. Le
Guin, 1998); Leyenda (2002); Antología poética (2002); Mate cocido (2002); La
rebelión del instante (2002); Desnuda y aguda la dulzura de la vida (selección y
traducción de la obra de Sophia de Mello Breyner Andresen, 2002).
El 1993 le fue otorgada la beca Guggenheim en poesía, y en 1996 la beca
trayctoria en las artes de la Fundación Antorchas.
VIERNES 14 DE SEPTIEMBRE 20:30 HS.
CENTRO CULTURAL UNIVERSITARIO
SALA “A” 1 er. PISO
Diana Bellesi
Alguno de sus poemas
Piqueteros, 3
Un collar de piedras
deshiladas, finas
y preciosas, ¿ven
sus caras?, caritas
plenas todavía,
sensitivas y con
marcas de dolor
Moneditas, ojos
que no ven al otro,
manos extendidas
a la nada, al otro,
que no está aquí y tiene
sus coartadas, cree
poseer el hilo
de la joya rota,
vuelve su apatía
un saber, poder
de discutir sobre
la patria, el mal
social incrustado
en la calle, hostil
territorio donde
viven los pequeños
príncipes ahora
presos del mal, ¿cuál?
nuestro no estar
ante la única
joya verdadera
Niños del oscuro
abandono nuestro
No se quiere ver,
ser el diezmo amargo
qué poco es ser,
dice el espejo que
somos la limosna
o un borrón retórico
Cuando el porvenir
Nos reclame cuentas,
¿qué responderemos?
Yo no estuve allí
solamente había
esta nada que habla
Marea de mi corazón…
Marea de mi corazón
déjame ir
en las ligustrinas
como un insecto o como la
misma ligustrina en el rumor
nn el rasante
vuelo de las
golondrinas alrededor
de los aleros en la música
minimal donde se hunde
mi vecino mientras tapiza
con golpecitos los respaldos
de las sillas en el sol
rasgado por la brisa
no ser lo otro
lo que mira. Desligarme
del ser hacia aquel
estar mayestático de
la dicha. Alfombra
de orquídeas diminutas
sobre el pasto florecen
antes que la máquina
cortadora de césped
las arrase ¿aprendieron?
Corolas violáceas
enjoyadas que emergen
en cinco días de sus tallos
aprendieron la brevedad?
de la vida sin ser
lo otro que del origen
nos aparta
La cara oculta
Misterioso es siempre ver el otro lado
como un doblez que no crece aunque
empuja
a la superficie indicios de belleza
o de pánico para recordarnos algo
allí guardado, escapulario que reza
lo bueno esta en todas partes y así
lo malo, pero antes, pero ahora quisiera
fijar los ojos en semejante cosa
oculta que me llena, no sé, de dulzura
pienso. Estos hombres, obligándose
siempre a parecer tan duros, obligados
quizá a esconderse como lo hace la luna
con una de sus caras, y de repente
la muestran, hoy el Juanchi, tijera en mano
dispuesta para la poda veraniega
se detuvo en seco frente al manzano
y dijo quedo: un nido hay, con pichones
de zorzalito, voy a esperar que crezcan
Allí se hace silencio, como si fuera
religiosa vergüenza o pavura acaso
o simplemente rendición ante el milagro
Tanto de madre en cada varón liberto
aunque un poco asustado, no pueden más
y a veces yo tampoco, sí señor, o usted
señora cuénteme, no le pasa a veces?
¿Qué?,
el otro lado de las cosas simplemente
Love story
Estábamos
tomando mate en su rancho
bajo un mediodía de oro
en las riberas, San Pedro
era y ella
doña Aurorita López
Iban y venían tramos
ee vida con el amargo
Los vecinos,
la miseria, el que está
en el río como, dijo,
Dios y Evita y qué ojos tiene
m´hijita
hasta que el relato ancló
en su nombre escuchando manso
mientras hacía el estofado
Supe ser
buenamoza dijo y aquí
amarró su barco un hijo
del gringo Ford. Me propuso
matrimonio
Consulté a mi padre y él
que sabía yo esperaba
al que hoy es mi marido
sirviendo
de soldado allá en el sur
me miró de frente y dijo:
“Sepa usted y para siempre,
el corazón es una achura
que no se vende”