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Tema 8. El suelo
1. Concepto del suelo
El suelo es la capa más superficial de la corteza, es dinámica y de escaso
grosor en la que se asienta la vida y actúa de interfase de la atmósfera,
hidrosfera, geosfera y biosfera.
El suelo es la base de muchos recursos, como alimentos, madera y leña.
Por este motivo es de suma importancia el estudio de su estado de
conservación. Para ello, se hace necesaria una detección precoz de sus síntomas
de deterioro, delimitando las zonas susceptibles o afectadas, a fin de poder
adoptar las medidas precisas para su protección.
2. Factores edafogenéticos
La formación del suelo y su resultado final dependen de una serie de
factores que son elementos que intervienen en el origen y evolución del suelo.
De entre estos factores, destacan los factores físicos y biológicos.
2.1. Factores físicos
- Clima: Es el más importante condicionando la formación del suelo debido a la
temperatura y la humedad. A mayor temperatura y humedad, mayor es la
meteorización y la actividad de los seres vivos. Ambos influyen en la formación
del suelo al alterar la roca madre. En climas húmedos y cálidos, la
meteorización química es muy intensa dando suelos profundos, pero en climas
fríos y secos, la meteorización es tan escasa que tarda mucho en formarse el
suelo, que además suele ser poco profundo; además los climas cálidos y
húmedos provocan una gran densidad de seres vivos que favorecen la
meteorización. La mayor o menor precipitación influirá también en la
formación de los horizontes al ser responsable del lavado o lixiviación de
partículas del horizonte A al horizonte B, y en caso de fuerte evaporación y
escasez de agua, se produce un ascenso de agua por capilaridad, pudiendo
originar el ascenso de sales disueltas en el agua que al evaporarse precipitan
formando costras de sal en la superficie del suelo. Por último, el clima
determina la intensidad de la erosión, por ejemplo un clima con escasas lluvias
como el nuestro pero con lluvias torrenciales erosiona fácilmente el suelo con
escasa vegetación
- Roca madre: La roca madre aporta al suelo la mayor parte de los componentes
naturales e influye en las primeras etapas de la formación del suelo, sobre todo
por su mayor o menor resistencia a la meteorización. Si la roca se altera con
facilidad, se forman suelos poco profundos en relativamente poco tiempo; por
el contrario, si la roca es muy resistente a la meteorización, se originan suelos de
poco espesor y con poco horizonte B. También es importante la permeabilidad
de la roca puesto que la humedad influye en la formación del suelo.
- Topografía: Afecta a la formación del suelo debido a la pendiente y a la
orientación geográfica. En zonas llanas, se forman suelos profundos (menos
erosión, más meteorización y mayor infiltración de agua), mientras que en
zonas de pendiente el suelo es escaso, tanto por la mayor erosión del suelo
como por la menor infiltración del suelo (ya que el agua produce mayor
meteorización directamente e indirectamente al permitir una mayor cantidad de
seres vivos). La orientación hacia el sur origina suelos menos profundos que la
orientación hacia el norte que permite más humedad y vegetación.
- Tiempo: Un suelo bien formado puede tardar unos 10.000 años en formarse.
La degradación del suelo por los humanos tarda poco tiempo en comparación
con lo que tarda en formarse. Los suelos inmaduros o jóvenes son aquellos que
no han tenido tiempo para desarrollarse totalmente; en cambio, son maduros
aquellos suelos que están equilibrio con el clima. El tiempo que tarda en
formarse un suelo varía desde cientos de años en un clima cálido y húmedo a
miles de años en climas fríos y secos.
2.2. Factores biológicos
- Los vegetales son los que aportan mayor cantidad de materia orgánica al
suelo, además de contribuir a la meteorización física por el crecimiento de las
raíces y a la química por carbonatación. Las plantas en general contribuyen a
mantener la fertilidad del suelo haciendo ascender los iones de los estratos
inferiores del suelo a los tallos y las hojas.
Las bacterias y hongos son los agentes formadores de humus y
descomponen la materia orgánica en inorgánica para el crecimiento de las
plantas. En los climas fríos, el crecimiento de las bacterias y hongos es lento, y
por tanto el humus se puede acumular sobre el suelo. En los climas cálidos y
húmedos, la acción de los descomponedores es intensa y el humus es casi
inexistente.
Los seres humanos mezclan los horizontes del suelo al remover el suelo
con el tractor. La contaminación del suelo, la eliminación de la cubierta vegetal
por deforestación, incendios, sobrecarga ganadera son factores que favorecen la
erosión del suelo. También pueden influir de manera positiva al abonar,
reforestar…
3. Composición del suelo: componentes orgánicos e inorgánicos
- Componentes inorgánicos, que comprenden aire, agua y componentes
minerales procedentes de la meteorización de la roca madre, que suelen ser
fragmentos de rocas y sales minerales.
La fase líquida del suelo es el agua que lleva en disolución sales minerales y
coloides de arcillas y humus. El agua generalmente se encuentra en los poros
del suelo de tamaño pequeño o mediano. Si los poros son demasiado pequeños
no puede ser absorbida por las raíces ya que el agua es retenida. En cambio, si
los poros son demasiado grandes tampoco es absorbida porque se escurre por
gravedad para formar parte del agua de los acuíferos subterráneos.
La fase gaseosa del suelo es el aire que ocupa los poros de tamaño grande y
aquellos en los que el agua se ha consumido. Presenta una composición similar
a la del aire atmosférico, pero con una menor proporción de 02 y mucho mayor
de CO2, debido a la gran actividad biológica que se desarrolla en el suelo.
- Componentes orgánicos, constituidos por materia orgánica que no ha sufrido
procesos de transformación (restos de hojas, ramas, excrementos y cadáveres) y
organismos diversos (bacterias y hongos) que forman el humus a partir de una
serie de transformaciones parciales de la materia orgánica, cuya estructura
original deja de ser reconocible.
4. Horizontes del suelo
Se llama perfil del suelo a la estructura en corte transveral del mismo. En
él se observan una serie de capas que reciben el nombre de horizontes o niveles,
cuyo número está directamente relacionado con el grado de madurez del suelo,
magnitud que depende en gran medida de las características climáticas de la
zona.
Los niveles de un suelo serían los siguientes:
Horizonte A (horizonte de lixiviación o lavado) : Generalmente presenta un
tono oscuro debido a la abundación de materia orgánica, es decir, es rico en
humus; por el contrario es pobre en minerales solubles ya que el agua de lluvia
los disuelve arrastrándolos hacia horizontes inferiores. Es una capa muy
importante porque proporciona al suelo los elementos nutritivos para las
plantas. Si está muy desarrollado el horizonte A, se pueden distinguir 3
subniveles: en la superficie del horizonte A suele haber una gran acumulación
de materia orgánica porco descompuesta llamado horizonte A o Ao, le sigue
una zona rica en humus o A1 y en el subnivel A2 predominan los minerales
sobre el humus.
Horizonte B (horizonte de precipitación o acumulación): Se acumulan las sales
minerales disueltas provenientes del horizonte A.
Horizonte C (o de transición): Constituído por la roca madre en proceso de
meteorización.
Horizonte D: Es la roca madre sin alterar.
5. Recursos asociados al suelo
5.4. Recursos mineros
Nuestra sociedad necesita un flujo continuo de materias primas, paralelo
al de energía, entre las que destacan, por su importancia, los recursos minerales.
Si miramos a nuestro alrededor veremos un gran número de objetos que
dependen directamente de la minería: los metales, la piedra y el ladrillo para
nuestras casas…
Desde la prehistoria hasta la actualidad, el control de los recursos
minerales ha jugado un papel determinante en la política y la economía. La
Edad de Piedra, la Edad de Bronce, la Edad de Hierro, el imperio romano, el
colonialismo europeo, la revolución industrial y la sociedad capitalista actual
son algunos de los episodios de la historia que han estado marcados por los
recursos minerales.
Las técnicas de explotación han evolucionado paralelamente al
desarrollo, desde los primeros útiles utilizados al final del Neolítico, hasta la
mquinaria pesada de nuestro siglo.
En la naturaleza, nos encontramos recursos minerales metalíferos y no
metalíferos. Los recursos minerales metalíferos se emplean en la obtención de
metales y de energía. La industria actual depende de unos 88 minerales
diferentes: sin embargo, sólo se utilizan para este fin aquellos que se encuentran
en la corteza continental, debido a la dificultad de explotación de la corteza
oceánica. Los minerales se extraen de aquellos lugares en los que los elementos
se encuentran concentrados: los yacimientos. Para que un yacimiento resulte
económicamente rentable, los minerales que lo constituyen han de contener una
proporción elevada de un determinado metal, caso en el cual se dice que el
mineral es mena de ese metal concreto. Las explotaciones de un yacimiento se
denomian minas, las cuales pueden ser a cielo abierto si se encuentran en la
superficie terrestre, o profundas, cuando están a varios metros de profundidad.
Los recursos minerales no metalíferos se emplean como combustibles
fósiles, como fertilizantes y como materiales de construcción.
La minería, sobre todo la llevada a cabo a cielo abierto, causa graves
impactos en el medio ambiente, porque se remueven inmensos volúmenes de
tierras y, una vez abandonados, los terrenos quedan en una situación de
degradación total. La legislación española obliga a las compañías mineras a la
realización de una evaluación del impacto ambiental previa a la construcción de
mina y, una vez abandonada su explotación, han de llevar a cabo una plan de
restauración del paisaje, sobre todo en el caso de minas a cielo abierta.
Los impactos más importantes producidos por las actividades mineras
son los siguientes:
1. Impactos sobre la atmósfera: contaminación por partículas sólidas, polvo y
gases así como contaminación acústica por la maquinaria empleada y por las
voladuras.
2. Impactos sobre las aguas: contaminación de aguas superficiales por
escorrentía, arrastre de partículas sólidas, elementos tóxicos, etc así como
contaminación de acuíferos.
3. Impacto sobre el suelo: ocupación irreversible del mismo, modificación del
uso al que se dedica
4. Impactos sobre la flora y la fauna: consecuencia de la eliminación del suelo de
la eliminación directa de la cubierta vegetal y de la fauna.
5. Impactos sobre la morfología del paisaje: alteración morfológica y
perturbación del carácter global del paisaje. Incremento de riesgos por
inestabilidad de pendientes y escombreras, subsidencias y colapsos.
6. La erosión y la degración del suelo
La erosión es un proceso geológico natural que puede verse intensificado
por actividades humanas y originar graves consecuencias, tanto ecológicas
como sociales: el aterramiento o colmatación de los embalses por acumulación
de sedimentos, el agravamiento de las inundaciones, ya que el incremento de
materiales sólidos aumenta la fuerza agresiva de las mismas; el deterioro de
ecosistemas naturales, fluviales y costeros, por excesivo apote de sedimentos; la
formación y acúmulo de arenales y graveras en las vegas fértiles, y la pérdida
de suelo cultivable y de su fertilidad, contribuyendo, por tanto, al proceso de
desertización.
6.1. Factores que influyen en la degradación del suelo
La degradación y erosión del suelo puede ser debida a factores naturales y
antrópicos.
- Factores antrópicos:
1. Deforestación: facilita la erosión por la pérdida de la cubierta vegetal.
2. Pastoreo excesivo; afecta tanto por eliminación de la cubierta vegetal, como
por la pérdida de estructura del suelo debido a la compactación por el pisoteo,
que impide la aireación del suelo y disminuye su porosidad.
3. Prácticas agrícolas inadecuadas; contaminación (plaguicidas y herbicidas),
quema de rastrojos que elimina el aporte de materia orgánica, la roturación a
favor de pendiente que favorece la erosión, el exceso de fertilizantes en climas
calidos que asciende por capilaridad formando costras salinas en la superficie
del suelo, suelos sin vegetación (entre cultivo y cultivo) o con poca densidad
vegetal (el cultivo de árboles frutales deja mucho suelo desnudo entre árbol y
árbol)…
4. Extensión inadecuada del regadío; se trata de explotar suelos de muy poca
calidad agrícola.
5. Sobreexplotación de acuíferos; hace descender el nivel freático, por lo que
muchas plantas no pueden superar una época de sequía prolongada. También
puede acabar por agotar el agua disponible para el riego o puede producir la
entrada en el acuífero de agua de mar; si el acuífero está cerca del mar se
saliniza el agua del acuífero y se riega con agua salada que degrada el suelo.
6. Minería y canteras a cielo abierto; producen desmontes facilitando la erosión
al igual que las grandes obras de infraestructura, además en muchos casos la
minería suele contaminar el suelo con metales pesados.
7.Roturación de terrenos marginales; en terrenos fácilmente erosionables como
aquellos de pendientes acusadas (elevadas) o de climas áridos, la roturación del
terreno con el tractor facilita enormemente la erosión.
8.Abandono de tierras de cultivo; después de muchos años las tierras de cultivo
no son productivas porque la agricultura intensiva ha acabado con todos sus
nutrientes, con lo que su abandono deja un suelo poco productivo y muy
degradable que será fácilmente erosionable por la escasa vegetación que puede
asentarse en este tipo de suelo.
- Factores naturales:
1. Climáticos; los factores climáticos más importantes en la degradación del
suelo son las precipitaciones y el viento ya que son los que producen la erosión,
no sólo es importante la cantidad de precipitación que cae en una zona sino
también su distribución temporal. Por ejemplo: en nuestra región la mayor
cantidad de precipitaciones se concentran en unos pocos días con lluvias muy
torrenciales con gran capacidad de erosión, y sin apenas vegetación que frene la
erosión por llover poco el resto del año.
2. Características edáficas y sustrato litológico; la naturaleza del suelo, la
textura, estructura, composición mineralogica y la cantidad de materia orgánica
del suelo condicionan la mayor o menor susceptibilidad a la erosión. Por
ejemplo: en terrenos permeables la erosión es menor, suelos muy cohesionados
(buena estructura) son más resistentes a la erosión, dureza del suelo, tamaño de
las partículas del suelo…
3. Topografía; en terrenos con pendiente la erosión es mucho mayor. La
orientación hacia el norte tiene más humedad y más vegetación que protege de
la erosión.
4. Cobertura vegetal; cuanto más vegetación menos erosión porque la
vegetación frena el avance del agua en las pendientes y amortigua el golpeteo
de las gotas de lluvia, además la vegetación ejerce una pantalla contra el viento.
6.2. Medidas de recuperación de suelos
El suelo retiene humedad, disminuye el riesgo de inundaciones,
proporciona gran variedad de usos como lugares de ocio y disfrute, es la base
de la subsistencia humana (suministra la mayor parte de nuestros recursos
alimenticios, excepto la pesca) y de la existencia de la vida en la Tierra (los
organismos descomponedores del suelo hacen posible el reciclaje de la materia
en los ecosistemas para que los productores, que son la base de las cadenas
tróficas, obtengan los nutrientes que necesitan), permite paisajes de gran
belleza, mantiene una gran diversidad de seres vivos… El suelo, soporte de
vida vegetal y animal, interfacie entre la atmósfera, la litosfera y la biosfera,
lugar de transformaciones y transferencias de los componentes esenciales de los
ecosistemas, es uno de los recursos más importantes del patrimonio natural.
Junto al agua, aire y vegetación, constituyen los recursos vitales para la
supervivencia y bienestar de la humanidad. El suelo aporta tantas beneficios
que debemos usarlo de forma correcta, cada tipo de suelo es apto para
explotarlo de una manera concreta sin que, a la larga, sufra un proceso de
degradación importante que nos limite los beneficios que aporta el suelo o sus
posibles usos.
Dada la gran importancia del suelo y la degradación que presentan en
muchos lugares, se hace preciso realizar medidas para la regeneración y
protección de suelos, estas varían dependiendo del uso del suelo (forestal,
agrícola y otros).
El mejor medio de controlar la erosión de las tierras cultivadas es dar a
cada una de ellas un uso compatible con sus características (ordenación del
terrirorio), plantando las especies vegetales de mayor cobertura en cada caso y
fomentando una rotación de cultivos para poder lograr una producción alta y
sostenible en el tiempo.
Para lograr la recuperación de zonas erosionadas se trata de frenar o
detener los procesos erosivos mediante planes de recuperación, entre los que
destacan:
1. Aumentar la infiltración y evitar la escorrentía mediante cultivos adecuados y
aplicando técnicas de arado que sigan las curvas de nivel o aterrando con
muros que impidan la erosión.
2. Evitar el retroceso de los barrancos mediante la construcción de diques en las
cárcavas o repoblaciones forestales
3. Abandono de cultivos en zonas marginales o con excesiva pendiente,
transformación de los mismos en pastizales estables con una cantidad de
ganado adecuado a su capacidad de producción de hierba, reforestación e
instalación de cortafuegos que impidan la extensión de los incendios.
4. Aplicación de medidas contra la erosión eólica, reduciendo la erosividad del
viento mediante acciones que modifiquen su velocidad y turbulencia, como la
instaclación de barrecas cortaviento de tipo vegetal o artificiales y, mediante el
aumento del recubrimiento del suelo.
7. Desertización y desertificación
Aunque ambos estén admitidos por la Real Academia, los términos
desertización y desertificación son muy discutidos. Muchos autores utilizan
solo desertización y la definen como el “proceso de degradación ecológica por
el cual la tierra productiva pierde parte o todo su potencial de producción, que
lleva a la aparición de las condiciones desérticas”.
Otros autores relacionan la desertificación con el proceso natural e
inducido por actividades humanas de la degradación del suelo, y hablan de
desertización para referirse al proceso social (despoblación y pérdida de
recursos de las áreas degradadas) consecuente del proceso anterior. Todos los
autores afirman que el proceso de desertización resulta de la confluencia de
factores climáticos (sequía, precipitaciones esporádicas y torrenciales) con otros
debido a la acción humana (exceso de riego, cultivos en zonas de pendiente,
sobrepastoreo,etc.) Los procesos que dan lugar a situaciones de tipo desértico
son:
- Degradación química. Puede ser de tres tipos: pérdida por la fertilidad
por lavado de nutrientes o por acidificación; toxicidad o
empobrecimiento del suelo debido a elementos contaminantes y por
-
-
-
último, salinización y alcalinización de suelos por acumulación de sales (
por ejemplo, en zonas de regadío con un drenaje insuficiente o mala
calidad del agua).
Degradación física. Se produce pérdida de estructura, como en el caso de
compactación del suelo por empleo de maquinaria pesada o por el
pisoteo.
Degradación biológica. Tiene lugar por desaparición de materia orgánica
o por mineralización del humus, que lleva a la pérdida de la estructura
del suelo
Erosión hídrica y eólica.
Según la clasificación de la conferencia celebrada en Nairobi en 1977, España
es el único país europeo con alto riesgo de desertización por erosión de sus
suelos. Cada año se pierden en nuestro país más de 1150 millones de toneladas
de suelo fértil debido a la erosión y desertización, a causa de prácticas agrícolas
y forestales inadecuadas, incendios forestales, obras públicas y actividades
mineras, principalmente.
El 26% de la superficie de España está afectada por fenómenos de erosión
grave del suelo, con pérdidas superiores a las 100 t/ha/año y presencia de
cárcavas; el 28% sufre una erosión de moderada a importante, con pérdidas
entre 50 y 100 t/ha/año y un 11% tiene erosión baja con pérdidas de 50
t/ha/año. Solo el 33% presenta pérdidas inferiores a 12t/ha/año.