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BRASIL COMO RECEPTOR Y EMISOR
DE CAPITALES. ¿UNA OPORTUNIDAD
PARA EUROPA Y ESPAÑA?
Luis Afonso Lima
Economista Jefe, Telefónica Brasil
INTRODUCCIÓN
LA DÉCADA DE LOS 90: LA
COMPLEMENTARIEDAD ENTRE
LOS DISTINTOS MOMENTOS
HISTÓRICOS
No es sorprendente que las economías de España y Brasil han pasado por diferentes momentos
históricos de gran complementariedad desde la
década de 1990. Por un lado, se inició un proceso de internacionalización tardío. Por otro lado,
hubo un proceso de privatización de empresas
estatales y la liberalización del comercio. El resultado de esta complementariedad, además de
proporcionar una manera de afrontar los retos
de la globalización, ha traído beneficios para
ambas partes, como la promoción de las economías de escala y mayor productividad. En el siglo
XXI, sin embargo, las economías de España y
Brasil se enfrentan al reto de la inserción competitiva en la economía global como una manera de
continuar sus procesos de desarrollo. Con el fin
de explorar el desarrollo de las relaciones entre
España y Brasil, en términos de flujos de inversión extranjera directa, dividimos el siguiente
artículo en tres partes. La primera trata de los
diferentes momentos de la economía española y
brasileña en la década de 1990. La segunda trata
de la aparición de empresas multinacionales en
Brasil en la década de 2000. La tercera parte,
finalmente, se refiere a los retos y oportunidades
de las relaciones entre los dos países en cuanto a
las posibilidades de inversión directa mutua.
BRASIL: LA PRIVATIZACIÓN NECESARIA
La percepción sobre el papel del Estado en la
economía brasileña comenzó a cambiar ya a
mediados de la década del 70, cuando el largo
ciclo de crecimiento iniciado en la década de los
40 daba señales de cansancio. La continua deterioración de la economía y, particularmente, la
crisis fiscal en que el país se sumergió al inicio de
los años 80, ayudó a impulsar la privatización
brasileña en los años siguientes.
Es verdad que la Constitución de 1988 era
claramente estatista, estableciendo monopolios
públicos en los sectores de telecomunicaciones,
petróleo y distribución de gas y colocando barreras a la participación extranjera en explotación
minera y electricidad. Menos de dos años despúe
de la promulgación de la nueva Constitución, el
gobierno Collor lanzaba el Programa Nacional
de Desestatización (PND), ampliando significativamente el alcance de la privatización en Brasil.
¿Qué causó esa gran reorientación en la visión
oficial sobre el papel del sector estatal en la eco229
LAS ECONOMÍAS EMERGENTES Y EL REEQUILIBRIO GLOBAL: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA ESPAÑA
Júntese a eso el mal desempeño de la economía en la primera mitad de la década de 1990.
Por un lado, porque ese hecho limitó los grados
de libertad del gobierno en la conducción de
políticas intervencionistas, forzándolo a adoptar
estrategias de desarrollo más orientadas para el
mercado. Por otro, porque ese mal desempeño
aumentó la necesidad de controlar los gastos de
las empresas estatales, en un momento en que
esas empresas precisaban de masivas inversiones
para aumentar la eficiencia y la producción.
A partir de 1995, el alcance de la privatización
sería enormemente ampliado por medio de dos
movimientos casi simultáneos: la decisión de acabar con los monopolios del sector público en el
área de infraestructura y la decisión de los
gobiernos estatales de desarrollar sus propios
programas de privatización. En total, las 80 privatizaciones del período 1995-1998 sumaron
US$ 60,1 mil millones en ganancias y permitieron la transferencia de US$ 13,3 mil millones en
deudas. Diferentes factores contribuyeron para
esa ampliación en la segunda mitad de la década
de los años 90. Entre estos factores están:
Primero, el reiterado fracaso de seguidas
administraciones en controlar la inflación había
limitado la habilidad del gobierno de perseguir
un programa más audaz de privatización. Con la
estabilidad, el Ejecutivo consiguió poder político
para aprobar en el Congreso las enmiendas constitucionales necesarias para extender la privatización a los sectores de telecomunicaciones y gas y
para facilitar su aprobación en las áreas de explotación minera y electricidad.
Segundo, con la estabilidad, la necesidad de
equilibrio fiscal y la perspectiva de retorno al crecimiento, quedaba claro que el sector público no
conseguiría dar salida directamente a las elevadas inversiones necesarias en esos sectores. También por motivos fiscales, la política económica
limitaba el acceso de las estatales a la financiación doméstica y externa.
Tercero, los estados vieron en la privatización
una importante fuente de recursos a corto plazo
que les permitió pagar deudas y, en algunos
casos, expandir los gastos. También sirvieron de
nomía brasileña al inicio de los años 90? La principal señal de la mudanza de modelo de desarrollo fue el paso de una estrategia con enfoque casi
exclusivo en el proceso de acumulación, presentado como una preocupación por ocupar espacios vacíos, por otra en que la productividad y la
eficiencia pasaron a ser prioridades. Al inicio de
la década del 90, madura la percepción de que es
necesario reorientar la política económica, en la
medida en que las propias crisis fiscal y externa,
dada la imposibilidad de contar con ahorro
extranjero, limitaban la capacidad del Estado de
continuar liderando el proceso de acumulación.
Así, no fue una simple coincidencia que el
PND fuera lanzado simultáneamente a la apertura de la economía y a la significativa desregularización de la economía doméstica. También contribuyó a esta decisión de expandir la privatización, el deterioro del desempeño de las empresas
estatales en la segunda mitad de la década del
80, con el relajamiento de los controles de gastos
corrientes y un mayor número de indicaciones
políticas para sus cargos de dirección. Los presidentes y directores de las empresas estatales
sufrieron gran rotación en los años 80, raramente se sometían de hecho al ministerio en que sus
empresas se encontraban y más raramente aún
eran recompensados en función del desempeño
económico-financiero de las empresas que dirigían.
Con eso, las empresas estatales desarrollaron
nuevos vicios, sin recuperar las virtudes del pasado, con el gobierno federal dispuesto a rescatarlas cuando era necesario.
Hacia el fin de la década del 80, y de forma
más pronunciada en las elecciones de 1989, la
opinión pública demostraba su descontento con
el desempeño de las estatales y en relación al
ritmo de la privatización, con una significativa
ampliación de su base de apoyo. Ese apoyo creció entre el electorado en general, y especialmente entre los gerentes de las empresas estatales, hasta entonces mayoritariamente contrarios
al cambio de propiedad en las empresas que
dirigían. Para algunas empresas, de hecho, la privatización pasó a ser encarada como la principal,
sino la única, alternativa a su cierre.
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BRASIL COMO RECEPTOR Y EMISOR DE CAPITALES...
estímulo a la adopción de la privatización iniciada por los estados los contratos con el BNDES
que permitían anticipar las ganancias de la privatización. De la misma forma, los contratos de
renegociación de las deudas estatales contenían
cláusulas de rebaja del principal que implicaban
la necesidad de privatización.
Además, la propia estabilidad y la mudanza
de percepción en relación al riesgo y al potencial
del mercado brasileño, reflejadas, por ejemplo,
en el gran crecimiento de los flujos de inversiones directa extranjera, contribuían para aumentar el valor de esas empresas, tornando la privatización más interesante tanto para el sector
público como para los inversionistas privados.
Finalmente, el éxito de las privatizaciones realizadas en 1991-1994, al aumentar la eficiencia y
la inversión de las empresas, contribuyó a
ampliar el apoyo político al programa. Fue evidente que la privatización llevó a una sustancial
mejoría del desempeño de las antiguas estatales,
observándose aumentos significativos de las ventas reales, de las ventas por empleado, del lucro
líquido, del patrimonio líquido, de la inversión,
del inmovilizado y de la razón inversión/ventas.
De hecho, la eficiencia de las empresas prácticamente se duplicó medida en términos de ventas por empleado, y aumentando un 83% cuando
se usaba la productividad de la mano de obra. La
rentabilidad cambió su signo de negativa a positiva, el patrimonio líquido casi se quintuplicó,
mientras caía el endeudamiento y subía la liquidez. La inversión mediana se multiplicó por más
de cinco, aumentando más de cuatro veces como
proporción de las ventas y más que duplicando
en relación al valor del inmovilizado. Un noventa y dos por ciento de las empresas presentaron
alza de las ventas por empleado, con un 100% de
productividad de la mano de obra; el lucro líquido aumentó en un 78% de los casos; y la inversión creció en un 93% de las empresas.
Mas, de todos los factores que contribuyeron a
la expansión de la privatización en el primer
gobierno de Fernando Henrique Cardoso, el más
importante fue probablemente el papel que la
privatización desempeñó en el Plan Real. Con las
grandes ventas de 1997-1998, Brasil fue capaz de
atraer elevados montantes de inversiones extranjeras directas, que ayudaron a financiar los altos
déficits en cuenta corriente, y a evitar la explosión de la deuda pública. La privatización contribuyó a rebajar la deuda pública en un equivalente al 2,1% del PIB. Además, las inversiones
extranjeras directas asociadas a la privatización
en 1996-1998 fueron equivalentes en promedio
al 14,7% del déficit en cuenta corriente del país.
Lo más importante fue la posibilidad del gobierno de utilizar las ganancias de la privatización para
rebajar la deuda pública. Como el tipo de interés
que incidía sobre la deuda era muy alto (en 19941998, la tasa real Selic promedio quedó en un
23,5% a.a.) y las empresas estatales no pagaban
prácticamente dividendos (entre 1988 y 1994, la
Unión recibió dividendos anuales equivalentes al
0,4% de su patrimonio en las estatales), las ganancias fiscales de ahí resultantes fueron muy significativas. También importante es el hecho de que, tras
la privatización, las empresas vendieron más, obtuvieron más beneficios y por eso pagaron más
impuesto. Conforme las ganancias de la privatización crecieron, también aumentó su beneficio fiscal.
ESPAÑA: LA INTERNACIONALIZACIÓN
TARDÍA
El proceso de incorporación de España a la Comunidad Europea, a partir de mediados de la década
de 1980, constituye, ante de todo, un proceso de
apertura al exterior, de flujos de mercancías, de
personas y de capitales procedentes del resto del
Mundo y, particularmente, de los demás Estados
miembros de la Comunidad Europea. Esa apertura se materializó en el aumento del grado de penetración de la corriente de comercio exterior. De
hecho, España consiguió en 10 años alcanzar un
grado de penetración de la de su competidora de
comercio equivalente al de los demás países comunitarios, del 30%, con un significativo aumento de
las importaciones y exportaciones hacia y desde las
demás economías comunitarias.
Además, España alteró su grado de especialización económica, con el desarrollo de sectores
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LAS ECONOMÍAS EMERGENTES Y EL REEQUILIBRIO GLOBAL: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA ESPAÑA
de infraestructura, como los de electricidad, gas
natural, petróleo, construcción civil y telecomunicaciones, además de sectores de prestación de
servicios, como el financiero y el de turismo, con
una reorientación de la producción y de sus niveles de calidad, en función también de la contribución del capital extranjero.
Ese proceso de integración acabó también por
provocar un paso en el sentido de la internacionalización de la economía española en lo que se
refiere a inversiones directas, con una mudanza
de tendencia en relación a las décadas anteriores.
La economía española recuperó posiciones en el
ranking de los principales inversores directos,
reflejando el alineamiento de su política económica con la realizada en el interior de la Comunidad Europea. A partir de 1997, los flujos de
inversiones directas de España en el exterior
superaron por primera vez la inversión directa
que el país recibía. Con eso, el país pasó de la
condición de receptor de inversiones directas del
exterior a la condición de exportador líquido de
capitales. O sea, la integración económica fue
para España un proceso de apertura al exterior,
con aumento de la corriente de comercio, de
recursos humanos y de capitales con el exterior, y
especialmente con los demás Estados miembros
de la Comunidad Económica Europea.
La experiencia de internacionalización de las
empresas españolas ocurrió con mayor intensidad
a partir de la década de 1990, más tardíamente
que el observado en la mayoría de las demás economías europeas. De forma más pronunciada que
en otros países europeos, la internacionalización
de empresas de España fue producto, entre otros
factores, de políticas públicas coordenadas volcadas en la expansión de las empresas nacionales
fuera del territorio español. Eso no significó, sin
embargo, que tal proceso fuera dirigido por el
Estado. Al contrario, se trató de un movimiento
claramente liderado por el sector privado, aunque
con la orientación de políticas públicas.
El stock de inversiones extranjeras directas
(IED) españolas en el mundo presentó un expresivo crecimiento desde el inicio de los años 90. Su
montante pasó de US$ 15 mil millones en 1990
a los US$ 602 mil millones en 2008. En términos
de stock de IED per capita en el exterior, el salto
fue de US$ 399 hasta los US$ 13.039 en el
mismo periodo. Con ello, España adelantó en un
10,5% al promedio europeo, que es la región más
internacionalizada del mando en este criterio. La
relación entre stock de IED y el PIB de España
aumentó del 3% al 37,5%, mientras el promedio
mundial pasó del 8,5% al 36,9%. Resumiendo, el
IED originado en España aumentó su peso en la
economía del país.
Ese aumento de la importancia del IED español también fue observado en comparación con
el de otras economías. Algunos datos ilustran ese
mayor relieve. Mientras el stock de IED de España aumentó 38 veces entre 1990 y 2008, el stock
mundial de IED aumentó nueve veces en el
mismo periodo. En este ínterin, la economía
española pasó de la 15ª a la 8ª posición entre las
mayores economías según el volumen de activos
en el exterior. No es por casualidad, por tanto,
que la participación del stock de IED español en
el stock de IED mundial pasara del 0,9% al 3,7%
a lo largo de estos 18 años.
BENEFICIOS DE LA COMPLEMENTARIEDAD
Con el avance más acentuado de los ingresos de
la IED en Brasil que en el resto del Mundo, el
país saltó hasta la 5ª posición entre los principales destinos de IED en el Mundo. Este escenario
favorable a los ingresos de IED en Brasil, que
depende de la intención de los inversores extranjeros, debe tener continuidad: según una encuesta de la UNCTAD con ejecutivos de empresas
multinacionales, Brasil se encuentra en la 4ª
posición en el ranking de los países más citados
para la realización de proyectos de IED, por
detrás de China, Estados Unidos e India.
Las inversiones directas de España son responsables en parte de este resultado positivo de
las entradas de IED en el país. Según las últimas
cifras disponibles del Banco Central de Brasil, las
inversiones directas españolas están en el segundo lugar en el ranking de los principales inversores directos en Brasil, sólo por detrás de Estados
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BRASIL COMO RECEPTOR Y EMISOR DE CAPITALES...
Unidos y por delante de inversores tradicionales,
como Alemania, Francia y Japón.
Este aumento de la importancia relativa de las
inversiones españolas en Brasil, por un lado, está
fuertemente ligada a las oportunidades abiertas
por el proceso de privatización ocurrido en Brasil
y se produjo en los sectores de servicios de telecomunicaciones, energía y banca. Por otro lado,
también fue el resultado del propio proceso de
internacionalización de las grandes empresas
españolas que buscaban la manera de afrontar los
retos de la globalización y la mayor escala de sus
operaciones en el extranjero. Esto marcó la creciente importancia de las inversiones españolas
en el sector servicios, que ahora representa el
91,8% del total. La industria de las telecomunicaciones por sí sola, por ejemplo, representa casi la
mitad de todo el stock de inversión española.
Además del sector de las telecomunicaciones hay
que destacar el financiero y el sector eléctrico.
A pesar de su relativa novedad, la internacionalización de las empresas brasileñas ha logrado
una amplia representación geográfica. Las salidas de IED de Brasil hoy en día se pueden
encontrar en 78 países. Es cierto que algunos de
los destinos son más importantes que otros.
Dejando de lado la inversión en paraísos fiscales,
lo que representa el 67% del total, la mitad del
stock de inversión directa de Brasil ha ido a
Dinamarca, Estados Unidos y España; las economías desarrolladas en su conjunto representan el
75%. Entre los mercados emergentes, Argentina
lidera, seguido por Uruguay. Cuando se trata de
la distribución sectorial (incluyendo los paraísos
fiscales), datos del Banco Central indican que el
54% del monto acumulado de IED de Brasil
había entrado en los servicios financieros.
Teniendo en cuenta la distorsión introducida por
la inclusión de los flujos a los paraísos fiscales, sin
embargo, es difícil llegar a una visión realista
sobre el destino final de estos flujos, ya sea geográfica o de otro tipo.
La internacionalización de las empresas brasileñas está dominada por el sector privado, aunque las empresas estatales también juegan un
papel. Petrobras, por ejemplo, ha ampliado sus
actividades en el extranjero a 15 países de tres
continentes. En América Latina, la empresa ha
seguido una estrategia enérgica de integración
regional de gas natural.
¿Por qué son más y más las empresas brasileñas que inician sus inversiones en el extranjero?
La razón más frecuente es que siguen a sus clientes en los mercados internacionales. Pero hay
muchas otras razones, como la defensa de su
posición competitiva, el control de la competencia en los mercados internacionales, satisfacer la
demanda internacional y reducir su dependencia
de un solo mercado (el nacional). Muchas empresas brasileñas también buscan los recursos naturales. Sin embargo, otros están buscando reducir
costos, mejorar la infraestructura y los incentivos
fiscales más atractivos. En términos generales, las
empresas brasileñas inversoras en el extranjero l
hacen en busca de tres cosas: los mercados, los
recursos naturales y el clima de inversión superior al que encuentran en casa.
LOS AÑOS 2000: DE RECEPTOR
A EMISOR DE FLUJOS DE INVERSIONES
DIRECTAS
La internacionalización de las empresas brasileñas es un fenómeno relativamente reciente. De
2000 a 2003, las salidas de inversión extranjera
directa (IED) promediaron apenas los USD 0,7
mil millones al año. Durante el período 20042008 de cuatro años, este promedio aumentó a
casi USD 14 millones. En 2008, cuando las
entradas mundiales de IED han caído en un 15%,
las salidas de IED de Brasil casi se triplicaron,
pasando de poco más de USD 7 mil millones en
2007 a casi USD 21 millones en 2008. Según
datos del Banco Central, el stock actual de las
salidas de IED de Brasil estaría cifrado en USD
104 millones, un aumento del 89% respecto a
2003. Se debe tener precaución con el fin de
estas cifras, sin embargo, como en las salidas de
Brasil, es difícil separar la IED auténtica de las
inversiones puramente financieras realizadas
bajo el paraguas de la IED. De acuerdo con los
datos más recientes, 887 empresas brasileñas han
invertido en el extranjero.
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LAS ECONOMÍAS EMERGENTES Y EL REEQUILIBRIO GLOBAL: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA ESPAÑA
De acuerdo con el patrón habitual de la internacionalización temprana, una de las principales
formas en que las salidas de IED de Brasil
comienzan es mediante la creación de oficinas de
ventas en el extranjero. Esto es especialmente
común en la industria de bienes de consumo y el
sector servicios. Sin embargo, la fabricación en el
extranjero de bienes y prestación de servicios
representa también una parte sustancial de las
salidas de IED. Las unidades en el extranjero
tienden a expandirse en nuevas funciones, tales
como la fabricación de bienes y prestación de servicios, aunque no fueron inicialmente establecidas para ello. Es interesante también observar
cómo otros, más sofisticados, tales como funciones de logística y de I + D, ya figuran entre sus
actividades en el extranjero.
sileñas. Teniendo en cuenta esto, es importante
para el Gobierno de Brasil repensar sus políticas
y, en particular, llevar a cabo una revisión de las
políticas que inhiben la inversión directa de sus
empresas.
A pesar de su notable crecimiento reciente, las
salidas de IED de Brasil necesitan un apoyo adicional a través de políticas públicas. Un grupo de
políticas que debe replantearse es el referido a la
tributación internacional. Entre los obstáculos
externos, la carga tributaria es preeminente. Los
impuestos –y sobre todo la posibilidad de la
doble imposición– es un problema importante
para la internacionalización. Brasil sólo ha firmado 12 tratados de doble imposición en los últimos 10 años. La falta de tratados de doble imposición es una de las principales preocupaciones
de las multinacionales brasileñas. Otro grupo se
refiere a los tratados bilaterales de protección y
promoción de inversiones.
Tal vez la más importante de las políticas que
necesita una reforma, sin embargo, se refiere a
la de financiación. A pesar de que el BNDES
tiene líneas de crédito específicas para las salidas de IED, una mayor disponibilidad de fondos sería útil para las empresas que consideran
la inversión transfronteriza, especialmente en
un momento en que la crisis del crédito, que
siguió a la crisis financiera, se ha convertido en
universal.
En cuanto a las oportunidades de inversiones
directas de empresas de España en Brasil, la
expansión de la producción de mercancías es una
oportunidad de crecimiento no despreciable
para la economía brasileña frente a la demanda
externa. La expansión de la demanda mundial
debería dar lugar a la reanudación de los proyectos de inversión, la expansión de las exportaciones y la atracción de inversores extranjeros. La
explotación de los recursos naturales puede
generar encadenamientos productivos y tecnológicos con la actividad industrial y puede estimular la aparición de un moderno sector de servicios empresariales en las ramas de ingeniería,
logística, comercio y finanzas internacionales.
Representa una oportunidad única para ampliar
LOS AÑOS 2010: LOS RETOS
Y OPORTUNIDADES DE UNA
NUEVA FASE
Las economías de España y Brasil enfrentan en
este comienzo del siglo XXI el reto de la inserción competitiva en la economía global como una
manera de continuar sus procesos de desarrollo.
Para Brasil existe el desafío de retomar la senda
de crecimiento sostenido, tras un largo período
marcado por una tasa promedio de crecimiento
del PIB más bajo. Para la economía española
plantea el reto de elevar la productividad
mediante el aumento de la capacidad tecnológica y capital humano. En este contexto, la expansión y profundización de las relaciones económicas entre los dos países representan una oportunidad que debe aprovecharse. Los beneficios de
esta profundización serán una mayor cooperación bilateral para generar efectos más positivos
de la complementariedad.
La internacionalización de las empresas brasileñas, en primer lugar, como la internacionalización de sus contrapartes en otros mercados emergentes, no son luces de bengala. Entre los beneficios conocidos de las salidas de IED es el hecho
de que estimula las exportaciones. Otra es la
mejora de la competitividad de las empresas bra234
BRASIL COMO RECEPTOR Y EMISOR DE CAPITALES...
aún más la escala de los negocios, ya sea para las
empresas brasileñas como para las empresas
extranjeras.
Es posible prever la posibilidad de Brasil de
consolidar su posición como líder mundial en alimentos y energía. El desafío es articular estos
impulsos en favor de las industrias de exportación, mediante la expansión y diversificación
de la estructura productiva, que pueda ofrecer
bienes y servicios aumentando en escala y calidad
de servicio al mercado interno. La creciente
demanda mundial de alimentos y energía debe
fomentar las inversiones significativas en los sistemas de la agroindustria y los insumos básicos
cuya producción es intensiva en recursos naturales y energéticos.
Además de las oportunidades de la demanda
externa, el dinamismo del mercado interno también representa una clara oportunidad para los
inversores extranjeros en busca de nuevas fronteras de crecimiento fuera de sus mercados. Los
proyectos de inversión en proyectos de infraestructura (como el PAC 1 y 2), las inversiones para
la exploración del pre-sal y los eventos más
importantes, como la Copa del Mundo 2014 y los
Juegos Olímpicos en 2016, son atractivas oportunidades de negocio para los productores de
maquinaria y equipo. El reto consiste en la consolidación, reorganización de las cadenas de
suministro y el establecimiento de nuevas alianzas nacionales e internacionales. Para los diferentes sectores será fundamental el establecimiento
de acuerdos mutuamente aceptables para fortalecer la competitividad en los mercados nacionales
y extranjeros establecer, de modo que se forjen
alianzas de empresas nacionales con empresas
extranjeras interesadas en instalar nuevas plantas
en Brasil.
Además de las oportunidades de inversión en
los sectores productivos, hay grandes oportunidades para la inversión en servicios de infraestructura. El aumento de la renta disponible de
los hogares y el alza del número de consumidores tiende a generar una mayor demanda de
acceso a la información y los bienes y servicios
típicos de la economía del conocimiento, tales
como las redes de conectividad de banda ancha,
además de aumentar la capacidad de generar
contenido y sistemas de interfaz con los usuarios.
La implementación de los sistemas urbanos eficientes y sostenibles de salud, educación, saneamiento, transporte público y la seguridad, entre
otros, en las principales ciudades de Brasil requerirá una inversión adicional significativa. Las ciudades anfitrionas de la finalización de los eventos
más importantes del mundo previstos para 2014
y 2016 también ofrecen grandes oportunidades
de inversión para renovar la infraestructura de
transporte y el turismo.
Desde el punto vista del interés nacional, las
inversiones con una mayor contribución potencial al desarrollo económico son las que permiten la renovación de la estructura productiva
nacional en los servicios de la industria, en la
infraestructura y la oferta de servicios. Se trata
de inversiones que contribuyen a las empresas
nacionales y extranjeras a adoptar estrategias de
búsqueda de liderazgo en el mercado regional y
mundial, el establecimiento de cadenas de
suministro y sistemas de distribución. Desde el
punto de vista del capital extranjero, las oportunidades son también evidentes. Basta observar
que China reserva para las empresas de capital
nacional el liderazgo de los procesos industriales, dando a las empresas extranjeras un papel
complementario y subordinado. India también
tiene grandes conglomerados de capital nacional en su industria. El contraste con las oportunidades que representa Brasil, por lo tanto, está
claro.
BIBLIOGRAFÍA
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