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Desarrollo de economías alternativas en América Latina: hacia la
conformación de "otra economía"*
Rincón Élita**
Acosta Nebis***
RESUMEN
En la actualidad, para la construcción de un mundo más civilizado, más justo y
solidario, ecológicamente solvente y sustentable, es necesario la superación del
capitalismo neoliberal. Esta investigación intenta debatir sobre la construcción
de “otra economía” y la transición hacia un post-capitalismo. En todos los
aspectos, la dinámica económica bajo la orientación neoliberal es depredadora,
promotora de injusticias sociales, llevando a las poblaciones más vulnerables y
frágiles a la explotación. Los activistas que proponen la construcción de “otra
economía” y “otra sociedad”, reconocen el éxito material del modelo dominante.
No obstante, el inicio del siglo XXI presentó un cuadro paradójico: dominación
económica, política e ideológica consolidada, resistencias fragmentadas y,
al mismo tiempo, un sinnúmero de denuncias de los resultados provocados
por la aceleración del capitalismo, respaldado por el imperio norteamericano
y sus representantes internacionales (FMI, BM, OMC, BID). Se concluye
que las economías alternativas, entre ellas la economía social y solidaria, la
economía para la vida, la economía ecológica y la economía feminista, tienen
en común una visión del mundo post-capitalista, donde la reproducción de la
vida constituye el objetivo central de la economía y la solidaridad humana, el
elemento de articulación.
Palabras Clave: Capitalismo neoliberal, economías alternativas, otra economía,
post-capitalismo, solidaridad.
Recibido: 20/03/15 Aceptado: 01/10/15
* Trabajo presentado en el 1er Encuentro Poder Popular y Gestión de Políticas Públicas.
Hacedores de Hábitat. 2014
**Doctora en Ciencias Económicas. Profesora Titular e Investigadora de la Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia. Directora del Centro Socioeconómico del
Petróleo y Energías Alternativas, e-mail: [email protected]
***Magíster en Economía, Mención Planificación del Desarrollo. Profesora Titular Jubilada de la
Facultad Experimental de Ciencias de la Universidad del Zulia. Directora del Centro Experimental
de Estudios Latinoamericanos “Dr. Gastón Parra Luzardo”.
Correo: [email protected].
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
Development of alternatives economies in Latin America: towards
the establishment of “another economy”*
Rincón Élita**
Acosta Nebis***
ABSTRACT
Nowadays, for building a more just, solidary and civilized world, environmentally
solvent and sustainable, it is necessary the overcoming of neoliberal capitalism.
This research attempts to discuss the construction of "another economy" and
the transition to a post-capitalism. In all respects, the economic dynamics
under the neoliberal orientation is predatory, promoter of social injustice,
carrying exploitation to the most vulnerable and fragile populations. Activists
that propose building "another economy" and "other company" recognize the
material success of the dominant model. However, the beginning of the XXI
century presented a paradoxical picture: economic domination, politics and
ideology consolidated, fragmented resistance and at the same time, numerous
reports of results caused by the acceleration of capitalism backed by the US
empire and its representatives international (IMF, WB, WTO, IDB). We conclude
that alternative economies, including: the social and solidarity economy, living
economy, ecological economics and feminist economics, share a vision of postcapitalist world, where the reproduction of life is the goal center of the economy
and human solidarity, the articulation element.
Keywords: neoliberal capitalism, alternative economies, another economy,
post-capitalism solidarity.
INTRODUCCIÓN
América Latina es un subcontinente
con características económicas,
sociales, políticas y culturales muy
particulares, las cuales provienen de
su historia y se han mantenido desde
el período colonial hasta el presente.
Historia que ha estado marcada por
recurrentes crisis de diferente orden:
políticas, sociales, económicas,
ecológicas, culturales, entre otras,
lo que conlleva a preguntar si tal
situación implica una sucesión de
crisis o una crisis global o histórica,
que se inició en el periodo colonial, y
ha prevalecido hasta el presente.
La búsqueda, primero del progreso
y luego del desarrollo en América
Latina, ha constituido una aspiración
constante para salir del atraso y la
pobreza. El concepto de desarrollo
es polémico, polisémico y dinámico;
existe una gran controversia respecto
a su comprensión y significado, y
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
Desarrollo de economías alternativas
en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
dada su complejidad, el desarrollo
no puede ser definido de manera
universalmente satisfactoria. En
este sentido, el desarrollo debe ser
considerado como una construcción
social e histórica de los pueblos
(Rincón, 2012).
La historia de América Latina puede
resumirse, como la larga lucha
emprendida por las distintas clases
y grupos sociales, que han integrado
sus sociedades en cada fase de
su desarrollo, por “construir” un
proyecto de autodeterminación
nacional, en el marco de la
economía-mundo capitalista, que
les permita salir del subdesarrollo
y alcanzar niveles superiores de
progreso social. En este sentido,
desde la Independencia de los países
latinoamericanos de sus respectivas
potencias coloniales hasta la fecha,
la búsqueda del desarrollo ha
confrontando dos polos opuestos:
un polo “conservador”, para el
cual el desarrollo es asimilable a
“modernización” y se resuelve con la
adaptación pasiva de nuestros países
a las necesidades de los centros
capitalistas, y un polo “progresista”,
que sin renunciar a la integración
con la economía-mundo, postula
la necesidad de contar con un
proyecto nacional de desarrollo que
atienda a las necesidades básicas de
la población (Rincón, 2008).
El modelo liberal primarioexportador reprodujo y consolidó
el carácter dependiente de las
sociedades
latinoamericanas.
35
El
modelo
desarrollista
de
industrialización por sustitución
de importaciones, constituyó el
esfuerzo más serio realizado en
la historia latinoamericana para
construir un proyecto de desarrollo
autónomo. Los resultados del
modelo neoliberal han sido
negativos, no ha habido crecimiento
sostenido, y no se cubrieron
las
expectativas
propuestas
inicialmente: fortalecimiento de
la planta productiva, desarrollo
científico y tecnológico, y progreso
social. En vez de avanzar en materia
de desarrollo económico y social,
América Latina ha retrocedido, lo
que amenaza la estabilidad social y
la gobernabilidad política (Guillén,
2007).
El presente trabajo tiene como
propósito
plantear
algunas
propuestas para un proyecto de
desarrollo y economías alternativas
en América Latina en el siglo XXI.
Estas propuestas están enmarcadas
en tres aspectos: La revalorización
del
pensamiento
crítico
latinoamericano, la renovación del
“otro desarrollo”, y la construcción
de “otra economía”.
1.Revalorización del pensamiento
crítico latinoamericano
El advenimiento de las políticas
neoliberales,
trajo
como
consecuencia
el
abandono
del
pensamiento
crítico
latinoamericano
sobre
el
desarrollo y su sustitución por
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
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Rincón Elita/ Acosta Nebis
un
pensamiento
económico
generado en los países centrales,
enfocado de manera estrecha en
los mercados y una metodología
anclada
en
los
modelos
matemáticos y econométricos.
El abandonar el pensamiento
crítico latinoamericano sobre
el desarrollo, significó dejar de
lado los análisis integrales e
históricos, que además de factores
económicos, incluían relaciones
sociales y políticas (Cibils, 2010).
A partir de la crisis de la deuda
externa a principios de los
años ochenta del siglo pasado,
América
Latina
experimentó
transformaciones radicales o
mejor dicho “retrocesos” de
índole económica, política, social,
ecológica y cultural. Este fenómeno
puede catalogarse como un
“cambio de paradigma” por el
alcance que tuvo la transformación
ideológica, en particular entre los
gobiernos y sus asesores, en las
dos últimas dos décadas del siglo
pasado (Kay, 1998).
Es importante destacar que
el
paradigma
anterior
al
neoliberalismo, el desarrollismo,
duró desde comienzos de los años
30 hasta mediados de los años
ochenta del siglo XX, y que de
manera similar se generó como
respuesta a una crisis económica.
Este período se caracterizó por una
mayor participación del Estado en
el manejo de la economía y por
el intento de reducir los vínculos
con la cada vez más amplia
economía mundial, así como
promover la industrialización. Este
paradigma hizo que se produjera
un pensamiento propio sobre la
temática del desarrollo, asumida
por las corrientes estructuralistas y
de la dependencia, con la intención
de interpretar sucesos que habían
ocurrido.
Las
políticas
neoliberales
implementadas en América Latina
durante las dos últimas décadas
del siglo XX, marcaron el inicio de
un nuevo modelo de desarrollo;
se podría señalar a esta fase
como de globalización neoliberal,
posterior a otra de sustitución
de importaciones; globalización
que implicó la derrota del
proyecto socialista y el triunfo del
capitalismo a nivel mundial (Kay,
1998). Aunque el neoliberalismo
pudiera anotarse algunos éxitos,
principalmente en su capacidad
para consolidarse como fuerza
ideológica dominante entre los
formuladores de políticas públicas,
hasta ahora no ha demostrado ser
capaz de resolver los problemas
estructurales de vulnerabilidad
ante fuerzas externas, exclusión
social y pobreza que posee América
Latina, sino que por el contrario les
ha agravado.
Dada la crisis del socialismo y el
fracaso del neoliberalismo, en el
siglo XX, es necesario para América
Latina repensar un “paradigma
alternativo del desarrollo” que
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
Desarrollo de economías alternativas
en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
pueda afrontar los problemas ya
mencionados. Esta alternativa
debe basarse en la contribución
latinoamericana a la teoría del
desarrollo, a saber, esencialmente
la teoría de la dependencia y el
estructuralismo (Kay, 1998). En
este sentido, el rotundo fracaso
de las políticas neoliberales de
producir desarrollo en los países
que las aplicaron, fracaso que
no debería sorprender dado que
no hay ejemplo en la historia del
capitalismo de un país que se haya
desarrollado con estas políticas,
ha generado un renovado interés
en las originales y relevantes
contribuciones del “pensamiento
crítico latinoamericano sobre el
desarrollo” (Cibils, 2010).
A comienzos del siglo XXI, ha
tendido a crecer el malestar de
diversos sectores de la población y
de núcleos intelectuales y políticos,
ante el modelo económico que
se puso en marcha en América
Latina y las políticas que lo
impulsaron. No obstante, este
malestar presenta como saldo
positivo, en el campo intelectual,
una creciente preocupación por
el asunto del desarrollo y por las
particularidades de las sociedades
latinoamericanas (Osorio, 2004).
Como expresión de este proceso,
se han multiplicado los trabajos que
vuelven la mirada a la producción
teórica que se realizó entre los
años cincuenta y setenta del siglo
XX, en América Latina, en torno
a estos temas, particularmente
37
a las teorías formuladas por la
Comisión Económica Para América
Latina (CEPAL), el estructuralismo
y las propuestas de la teoría de la
dependencia.
Esta vuelta al pasado va
acompañado –no siempre en la
pluma de los mismos autoresde los esfuerzos por levantar
un “proyecto alternativo” a los
modelos en marcha. Esta situación
se explica, dado los enorme
daños económicos y sociales
que provocó “el capitalismo
realmente existente”, y también
por la estrecha vinculación que
la academia latinoamericana
mantiene con la política. En
consecuencia,
la
discusión
sobre una “propuesta sobre el
desarrollo en América Latina”, y
la formulación sobre un “proyecto
alternativo”, pasa por retomar los
debates formulados en América
Latina en aquellos años donde se
generó un pensamiento propio
sobre el desarrollo (Osorio, 2004).
Esta vuelta al pasado va
acompañado –no siempre en la
pluma de los mismos autoresde los esfuerzos por levantar
un “proyecto alternativo” a los
modelos en marcha. Esta situación
se explica, dado los enorme
daños económicos y sociales
que provocó “el capitalismo
realmente existente”, y también
por la estrecha vinculación que
la academia latinoamericana
mantiene con la política. En
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Rincón Elita/ Acosta Nebis
consecuencia,
la
discusión
sobre una “propuesta sobre el
desarrollo en América Latina”, y
la formulación sobre un “proyecto
alternativo”, pasa por retomar los
debates formulados en América
Latina en aquellos años donde se
generó un pensamiento propio
sobre el desarrollo (Osorio, 2004).
Por su parte, el advenimiento del
neoliberalismo desde la década de
los setenta del siglo XX, implicó el
abandono de las teorías y proyectos
de desarrollo, y los debates que
en torno a ellos se gestaban. La
Ciencia Económica en América
Latina sufrió un fuerte proceso de
colonización por las ideologías y
metodologías estadounidenses,
priorizando el énfasis en los
mercados, el laissez-faire, el
individualismo metodológico y
una exagerada tendencia a la
matematización (Cibils, 2010).
Sin embargo, el fracaso rotundo,
público y notorio, de las políticas
neoliberales en lo que se refiere
a producir desarrollo, torna
imprescindible una reevaluación
de los aportes del pensamiento
crítico latinoamericano sobre el
desarrollo y el subdesarrollo.
En este sentido, el desafío
es,
entonces,
rescatar
las
contribuciones
metodológicas
y teóricas del pensamiento
crítico latinoamericano sobre el
desarrollo, y a la vez profundizarlas
y adaptarlas al nuevo contexto
político, social y económico
nacional e internacional. Es
fundamental recuperar el análisis
histórico e integral característico
de las corrientes estructuralistas
y dependentistas, partiendo de
caracterizaciones certeras de los
capitalismos centrales y periféricos
actuales, sus relaciones y el
impacto que éstas tienen sobre las
posibilidades de desarrollo (Rincón
y Rincón, 2012).
2. Revisión y renovación del “otro
desarrollo”: hacia una concepción
integral del desarrollo.
En 1975, apareció la noción del
“otro
desarrollo”,
propuesta
que replantea el problema del
desarrollo en otros términos, una
especie de “examen de conciencia”
a todos y cada uno de los países
que integran el globo. El examen
comenzaba por preguntarse:
desarrollo de qué, desarrollo por
quién y para quién, desarrollo
cómo, y a partir de allí se proponían
las
siguientes
orientaciones
que servirían de sustento al
“otro desarrollo”; este sería,
orientado según sus necesidades:
endógeno,
autosuficiente,
ecológicamente solvente, y basado
en transformaciones estructurales
(Nerfin, 1978).
El “otro desarrollo” se adelantó
al concepto de “desarrollo
sustentable”, que surgió en la
década de los ochenta del siglo
XX. Al mismo tiempo, el “otro
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en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
desarrollo” significa liberación y
emancipación política de los países
en general, y una propuesta de
desarrollo integral como eje que
regula la vida social, económica,
ambiental y cultural de todos
los países del mundo. Los países
latinoamericanos han olvidado la
propuesta del “otro desarrollo”,
lo que se considera un error, por
lo que se propone reevaluarla
y activarla como parte de la
discusión que se lleva hoy en día al
sub-continente, particularmente,
en los países interesados en lograr
un tránsito entre el capitalismo
decadente y un socialismo en vías
de construcción.
Una posición similar a la planteada
por Nerfin (1978), la asumió el
economista venezolano Domingo
Felipe Maza Zavala, quien propuso
los siguientes aspectos, como
fundamentales para la revisión de
un “nuevo desarrollo”. El fracaso
de la “ideología del desarrollo”
da lugar al cuestionamiento de
la propia noción de desarrollo,
que ha llegado a ser como un
señuelo, o espejismo, cuando no
una falacia, o un mito como dice
Furtado (1975), por ello procede
la pregunta: ¿Es el desarrollo un
invento de economistas y políticos,
o una necesidad irrenunciable
de la sociedad? Si se toma como
modelo el desarrollo de los países
ricos y poderosos, y se considera
que sus magnitudes significativas y
características funcionales se alejan
cada vez más de las propuestas,
39
el desarrollo se presentaría como
una utopía.
De acuerdo con Maza (1999),
para esa reflexión no basta
el
conocimiento
únicamente
económico; hay la necesidad de
una integración de las disciplinas
sociales, un diálogo de las
disciplinas.
En otras palabras, abordar
el “problema del desarrollo”
implicaría
una
perspectiva
multidisciplinaria, interdisciplinaria
y
transdisciplinaria,
como
única forma de poder llegar a
conclusiones más o menos válidas
y ajustadas a la realidad compleja y
cambiante (Rincón et al, 2014).
En consecuencia, a lo que fue el
desarrollo, se le han ido añadiendo,
adjetivos y prefijos hasta llegar a la
variedad de palabras disponibles
en la actualidad, tales como:
ecodesarrollo, desarrollo humano,
desarrollo endógeno, desarrollo
sostenible
o
sustentable,
desarrollo cultural, postdesarrollo,
maldesarrollo,
codesarrollo,
antidesarrollo, y así sucesivamente,
denotando con ello el relativo
“malestar con el desarrollo” y
sus promesas incumplidas, amén
de la proliferación de medios
para alcanzar tan aparentemente
heterogéneos fines (Tortosa,
2010).
Los trabajos mostrando el citado
malestar son abundantes, entre
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
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ellos es importante destacar el del
economista francés Gilbert Rist,
titulado El desarrollo. Historia de
una creencia occidental, quien
fue uno de los que propulsó la
revitalización y la activación del
“otro desarrollo” para los países
del Tercer Mundo (Rist, 1997).
Cabe destacar que debemos
entender la idea del desarrollo
como
multidimensional
y
multifactorial, donde se trata sobre
la integralidad del ser humano, y de
una visión que cada vez incorpora
más su relación con la naturaleza
y la sustentabilidad en un todo
bien organizado; alrededor del
cual surgen conceptos mucho más
sustantivos como el de desarrollo
sustentable, desarrollo humano,
desarrollo cultural, entre otros
(Preciado, 2011).
En este sentido, se ha ido abriendo
paso, la idea de que el desarrollo
es un proceso integral que incluye
dimensiones culturales, éticas,
políticas, sociales, económicas,
ambientales, entre otras; con una
interrelación que es inherente al
propio fenómeno del desarrollo
(De Cambra, 1999).
Un fenómeno de tal naturaleza
precisa
una
aproximación
transdisciplinar, superadora no sólo
de la especialización disciplinaria
académica
convencional,
sino también de la llamada
colaboración “interdisciplinaria” o
“multidisciplinaria”.
El enfoque transdisciplinar adopta
una perspectiva holística.
Las circunstancias especiales
de que sea la sociedad la que
se desarrolla y no una o varias
de las estructuras sectoriales
de la nación, que el desarrollo
tenga una amplia y trascendente
finalidad social y política, y que
la sociedad tenga el desempeño
protagónico como sujeto, objeto
y beneficiaria, le imprimen al
fenómeno del desarrollo unas
características
y
atributos
especiales de alta complejidad,
que lo apartan diametralmente
de cualquier concepción simplista,
reduccionista, disyuntivista y
abstracta y, además, cartesiana.
Es decir, lo alejan de los enfoques
unidimensionales, sectorialistas, de
dinámica lineal, y otros igualmente
limitados que constituyen la
concepción convencional de este
fenómeno; particularmente los
que han estado en boga en los
últimos cincuenta años hasta hoy
en día (Utria, 2002).
El hecho de que sea la sociedad
en su conjunto y en todas sus
estructuras y procesos la que se
desarrolla y no simplemente su
economía o cualquiera otra de
sus actividades, convierten el
fenómeno del desarrollo en un
proceso multidimensional y de la
mayor complejidad. Asimismo, que
el desarrollo tenga una finalidad
social y política y de implicaciones
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en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
históricas –y por tanto una
función teleológica-, hace del
desarrollo un fenómeno altamente
complejo debido a la naturaleza
esencialmente humana y política
de los procesos involucrados en él,
dado la multiplicidad de variables
sociales, políticas, psicológicas,
valóricas, culturales, etc., en que
intervienen, y el alto contenido
ideológico que entrañan objetivos,
metas, acciones, estrategias y
políticas involucradas. A todo
se suma la complejidad que le
agrega la subjetividad manifiesta
en el hecho que el desarrollo se
relaciona de manera íntima con
las necesidades, aspiraciones
y expectativas individuales y
colectivas de la sociedad y en cada
coyuntura de su devenir histórico.
Igualmente, dado que en el
fenómeno
del
desarrollo,
los
factores
mencionados
anteriormente no participan de
manera aislada e independiente,
sino que interactúan y se influyen
entre sí siguiendo una dinámica
de acciones directas, lineales y
circulares y retroalimentaciones
positivas o negativas, toda la
complejidad señalada se acrecienta
de forma exponencial.
Por consiguiente, para enfrentar
las
características
esenciales
del desarrollo de la sociedad es
necesario aproximarnos a esta
realidad, con un “pensamiento
complejo”. Uno de los autores que
más ha trabajado el pensamiento
41
complejo es Edgar Morin (Morin,
2001).
Una de las expresiones del
fenómeno de la complejidad de
la sociedad y su desarrollo, es
su multidimensionalidad (Utria,
2002); lo que se refiere a la amplia
y variada gama de contextos y
planos de acción o dimensiones
del conjunto de elementos o
factores y procesos involucrados
en su constitución estructural y
orgánica, su funcionamiento y las
relaciones entre dichos factores
y, consecuentemente, en los
procesos de desarrollo.
3. La construcción de “otra
economía”: ¿hacia el postcapitalismo?
Lo que moviliza a millones de
activistas en todo el planeta es
la convicción de que el mundo
puede ser mejorado. Convicción
simple, visionaria, pero asociada
a las acciones que son la base del
proceso civilizador.
En la actualidad, para la
construcción de un mundo más
civilizado, más justo y solidario,
ecológicamente
solvente
y
sustentable, es necesaria la
superación
del
capitalismo
neoliberal. En todos los aspectos,
la dinámica económica bajo
la orientación neoliberal es
depredadora,
promotora
de
injusticias sociales, llevando a la
explotación a las poblaciones más
vulnerables y frágiles. Los activistas
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que proponen la construcción de
“otra economía” y “otra sociedad”,
reconocen el éxito material del
modelo dominante así como el
crecimiento de su legitimidad en
las últimas décadas (Cattani, 2005).
El inicio del siglo XXI presentó un
cuadro paradójico: dominación
económica, política e ideológica
consolidada,
resistencias
fragmentadas y, al mismo
tiempo,
un
sinnúmero
de
denuncias de los resultados
provocados por la aceleración
del capitalismo, respaldado por
el imperio norteamericano y sus
representantes
internacionales
(FMI, BM, OMC, BID).
Universidades,
centros
de
investigación, intelectuales, con el
apoyo de estadísticas confiables,
han probado, científicamente, la
exacerbación de la contradicción
básica del sistema capitalista,
es decir, de la apropiación
privada cada vez más aguda de la
producción social.
El modelo económico dominante,
el sistema capitalista, genera crisis
en muchos órdenes de la realidad
social. Generalmente, se han
centrado en la crisis especulativafinanciera como el mayor problema
de la economía capitalista; pero
ésta crisis cíclica no puede ocultar
que el propio sistema capitalista
lleva consigo una serie de
dificultades e inconvenientes que
amenazan la mayor parte de la
población mundial. Para señalar de
manera resumida estos problemas
inherentes al orden capitalista
podemos destacar las siguientes
crisis (Aizpuru et al, 2011): crisis
ecológica, crisis climática, crisis
alimentaria, crisis energética, crisis
social, crisis del modelo laboral,
crisis cultural y de valores, y crisis
económica-financiera.
De
acuerdo
con
Houtart
(2008), todo este conjunto
de
disfuncionamientos
ha
desembocado en una verdadera
crisis de civilización, caracterizada
por el riesgo de un agotamiento
del planeta y de la extinción del
ser vivo, lo que significa una crisis
de sentido. La humanidad que
renuncia a la razón y abandona la
ética, pierde el derecho a existir.
Para Dierckxsens (2008:10), “la
crisis actual no expresa sólo los
límites históricos del sistema
capitalista, pues nos enfrentamos
a una crisis de la modernidad que
considera a la naturaleza como un
objeto de explotación. En síntesis,
estamos ante una crisis de la
civilización occidental que integra
estas distintas dimensiones”,
mencionadas anteriormente.
Después de la breve descripción
que hemos hecho sobre las crisis
del modelo económico-político
que domina la sociedad actual,
ahora es necesario plantear en que
podría sustentarse la construcción
de “otra economía”. Esta economía
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Desarrollo de economías alternativas
en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
alternativa parte de la base de un
cambio de mentalidad: no querer
contribuir a la barbarie en la que
consiste el mundo hoy; pero para
empezar a construir el mundo
que queremos ver realizado,
necesitamos herramientas que
empiecen a poner en práctica otro
modelo.
Después de la década perdida para
América Latina y el Caribe en los
años ochenta, y de dos décadas
de
crecimiento
económico
incipiente que contrasta con el
enorme incremento en extensión
e intensidad de la pobreza y
diversas formas de exclusión, en
todos los países de la región se
vienen impulsando un sinnúmero
de experiencias, no solamente
de estrategias de sobrevivencia,
sino de desarrollo de economías
alternativas en diferentes escalas
y con diversos actores (Gonzáles y
Barkin, 2008).
En este sentido, las economías
alternativas, entre ellas la
economía social y solidaria, la
economía para la vida, la economía
ecológica y la economía feminista,
tienen en común una visión del
mundo post-capitalista, donde la
reproducción de la vida constituye
el objetivo central de la economía y
la solidaridad humana, el elemento
de articulación (Gonzáles, 2009).
A continuación se detallan
cada uno de estos aportes
latinoamericanos a la concepción
de “otra economía”:
43
3.1.La “economía popular de
solidaridad” de Luis Razeto (Chile)
Plantea que no toda la economía
popular es economía solidaria, ni
toda la economía solidaria es parte
de la economía popular, pues hay
expresiones solidarias en otros
niveles sociales y en organizaciones
y actividades económicas no
populares, como por ejemplo
las
formas
cooperativas
autogestionadas, entre otras. Esta
economía incluye: microempresas
y pequeños talleres y negocios;
organizaciones
económicas
populares; iniciativas individuales
no establecidas e informales;
soluciones asistenciales e inserción
en sistemas de beneficencia
pública o privada.
Un aspecto importante a destacar
desde la economía popular de
solidaridad es el aporte que hace
y puede hacer para superar la
pobreza, porque desarrolla la
capacidad de los propios pobres
para satisfacer sus necesidades. Un
valor muy rescatable es justamente
éste, pues se considera que la
construcción de un mejor mañana,
de un mejor futuro, se basa no sólo
en la satisfacción de necesidades
inmediatas, o en la adquisición
de bienes materiales, sino en el
desarrollo y acumulación de poder,
entendido como el desarrollo
de capacidades y habilidades
propias, y de recursos para el
relacionamiento, la comunicación
y el ejercicio de la participación de
manera activa en la construcción
y destino de la persona y de su
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
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Rincón Elita/ Acosta Nebis
entorno. La educación juega un
papel fundamental en el desarrollo
de capacidades, habilidades y
criterios para el discernimiento
en torno a la atención a
las
necesidades
humanas
fundamentales, que están lejos de
una visión mercantilizada de los
satisfactores y bienes necesarios
para la vida.
la economía de solidaridad, tiene
efectos muy importantes en sus
resultados concretos.
Se denomina economía de
solidaridad a un modo especial de
hacer economía -de producir, de
distribuir los recursos y los bienes,
de consumir y de desarrollarseque presenta un conjunto de
características que se consideran
alternativas respecto de los modos
económicos capitalista y estatista
predominantes. Se trata de un
modo de hacer economía que
implica comportamientos sociales
y personales nuevos, tanto en
el plano de la organización de la
producción y de las empresas,
como de los sistemas de asignación
de recursos y distribución de los
bienes y servicios producidos, y en
los procedimientos y mecanismos
del consumo y la acumulación.
En la producción, el “factor C”
se manifiesta en la cooperación
en el trabajo que acrecienta la
eficiencia de la fuerza laboral; en el
uso compartido de conocimientos
e informaciones que dan lugar
a un importante elemento de
creatividad social; en la adopción
colectiva de las decisiones; en una
mejor integración funcional de los
distintos componentes sociales
de la empresa u otra forma de
organización económica que reduce
la conflictividad y los costos que
de ésta derivan; en la satisfacción
de necesidades de convivencia y
participación, implicando que la
operación de la unidad productiva
proporciona a sus integrantes una
serie de beneficios adicionales, no
contabilizados monetariamente,
pero reales y efectivos; en el
desarrollo personal de los sujetos
involucrados en las empresas,
derivado de la comunicación e
intercambio entre personalidades
distintas, etc.
En la economía convencional de
mercado normalmente se habla
de dos factores económicos
básicos: capital y trabajo; pero
en la economía popular de
solidaridad hay un factor que
Razeto (1993), ha llamado “factor
C”: cooperación, comunidad,
compañerismo, coordinación, cuya
acción conjunta, incorporada a
Se considera que la educación de
hoy debe sumarse a la formación
de sujetos que asuman y
desarrollen este “factor C”, lo que
implica, ciertamente, un proceso
de re-educación en la sociedad.
Las experiencias muestran que
esto lleva a que la formación de un
grupo, asociación o comunidad, que
opera cooperativa y cordialmente,
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
Desarrollo de economías alternativas
en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
proporciona un conjunto de
beneficios a cada integrante y un
mejor rendimiento y eficiencia a la
unidad económica como un todo,
debido a una serie de economías
de escala, economías de asociación
y externalidades, implicadas en la
acción comunal y comunitaria.
3.2. La “economía social centrada
en el trabajo” de José Luis Coraggio
(Argentina)
Una economía social centrada
en el trabajo y no en el capital,
se entiende como un sistema
de relaciones de producción,
distribución y consumo orientado
por la satisfacción de las
necesidades de todos, legitimadas
democráticamente
en
cada
situación histórica. No admite el
principio de escasez como una
condición natural, sino como una
construcción política, y propone
una redistribución fuerte de la
riqueza y los medios de producción,
más no sólo de los ingresos.
Está centrada en la integración
de todos los trabajadores y
trabajadoras al conocimiento y la
creación colectiva, privilegiando
formas asociadas, cooperativas
y solidarias, y una relación
armónica con los ecosistemas.
Los intercambios se realizan en
mercados solidarios, regulados, a
fin de lograr precios justos y no de
explotación. La administración del
sector público y la normatividad son
dirigidas por criterios definidos por
la comunidad, de manera directa o a
45
través de representantes legítimos
que
“mandan
obedeciendo”
según los deseos y acuerdos de
esa comunidad. Sus valores, que
tienen que ver con la educación,
están arraigados en las mejores
tradiciones de nuestros pueblos
y en una ética universal de lo
humano; sus criterios de eficiencia
no están basados en la ganancia
y la acumulación sin límite, sino
en la reproducción ampliada de
la vida. Sus formas de propiedad
y apropiación son múltiples, y la
responsabilidad social en el uso de
recursos está regida por normas
morales y penalizaciones sociales
consensuadas.
Pasar de la reproducción del
capital a la reproducción de la vida
(en el marco de una perspectiva
alternativa: de la economía
popular a la economía del trabajo),
según Coraggio (2004), es una
propuesta que parte de cuestionar
la categoría central de acumulación
de capital para interpretar los
fenómenos económicos locales, y
para pensar las vías de desarrollo a
mayores escalas.
Teórica y prácticamente, es
necesario que surja otro sentido
alternativo para la sociedad
humana,
con
una
fuerza
comparable y capaz de encarnarse
de manera masiva en imaginarios y
estructuras económicas. Para ello
debe tener no sólo plausibilidad
y conectarse con los deseos de la
ciudadanía, sino incorporarse en
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
46
Rincón Elita/ Acosta Nebis
las prácticas fundamentales con
un alto grado de automatismo —
como ocurre con la acumulación de
capital— y ser dialéctico, de modo
que el avance en su realización lleve
a nuevas tensiones que induzcan
nuevos desarrollos. Esa categoría
puede ser la de reproducción
ampliada de la vida humana.
Poner en el centro la reproducción
ampliada de la vida humana no
supone negar la acumulación, sino
subordinarla a la reproducción de
la vida, estableciendo otro tipo de
unidad entre la producción (como
medio), y la reproducción (como
sentido). Desde un punto de vista
teórico, esto implica modelos (no
economicistas), que consideren
otra relación jerárquica entre los
equilibrios necesarios para la vida.
Aunque debe atenderse a los
equilibrios
macroeconómicos,
no se les pone por encima de
los equilibrios psicosociales que
requiere la vida humana, de los
equilibrios sociales que faciliten
la convivencia en paz de la
humanidad, ni de los equilibrios
naturales, el respeto de todos
los cuales haría sustentable el
desarrollo de la vida social en este
planeta. Supone asimismo asumir,
como contradicción dinámica, la
contraposición entre la lógica de
la reproducción del capital y la
lógica de reproducción de la vida
humana. Finalmente implica ver
en el conjunto de trabajadoras y
trabajadores —que pueden existir
dentro o fuera de relaciones
capitalistas inmediatas—, la base
social del sujeto histórico de ese
desarrollo sustentable.
3.3. La “economía para la vida”
de Franz Hinkelammert y Henry
Mora (Costa Rica)
Una economía para la vida
supone una recuperación radical
del sujeto y de la subjetividad
que cuestione, en el plano del
pensamiento, el objetivismo de la
tradición positivista tan enraizado
en nuestra sociedad “moderna”.
Al reducir a la persona humana a
individuo propietario y calculador
de sus utilidades, el mercado
totalizado suprime el otro polo
de esta persona humana, que
es el sujeto. En cuanto sujeto, el
ser humano enfrenta un entorno
de competitividad compulsiva y
vive interpelando al dominador y
posesivo, que no puede vivir si el
otro no vive también.
La vida no se puede afirmar si no
es afirmándose a la vez ante la
muerte. Y cuando se habla de “vida”
se refiere a la vida real de los seres
humanos reales; por tanto una
economía para la vida se ocupa de
las condiciones que hacen posible
esta vida a partir del hecho de que
el ser humano es un ser natural,
corporal, necesitado. Se ocupa,
entonces, de las condiciones
materiales (biofísicas y socioinstitucionales), que hacen posible
y sostenible la vida a partir de la
satisfacción de las necesidades, el
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
Desarrollo de economías alternativas
en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
goce de todos y todas, y por tanto,
el acceso a valores de uso que
hacen posible esta satisfacción y
este goce (Hinkelammert y Mora,
2005).
Desde este punto de vista, la
economía debe tomar en cuenta
el carácter multidimensional de
la vida humana, y analizarla en
función de las condiciones de
posibilidad de esta vida, a partir de
la reproducción y el desarrollo de
las dos fuentes originales de toda
riqueza: el ser humano en cuanto
sujeto y la naturaleza externa.
La corporalidad es, por tanto, un
concepto clave de una economía
para la vida, pero no se trata
solamente de una corporalidad
individual, sino de la corporalidad
del sujeto en comunidad.
La comunidad tiene siempre una
base y una dimensión corporal. Se
trata del nexo corporal entre los
seres humanos, y de éstos con la
naturaleza.
3.4. La “economía feminista” de
Natalia Quiroga (México)
Esta propuesta está vinculada,
en sus inicios, con las luchas
específicas de los movimientos
de mujeres y feministas que
cuestionaban el androcentrismo
de las sociedades occidentales, y
que dieron lugar, en 1975, a que
la Organización de las Naciones
Unidas iniciara en México, no sólo
el primer Año Internacional de la
Mujer, sino también la primera
Década de la Mujer (1975-1985);
47
lo cual contribuyó a impulsar el
reconocimiento del papel distintivo
de la mujer en la sociedad y
la necesidad de que la Ciencia
Económica fuera interpelada a
partir de las visiones teóricas y
prácticas de las mujeres, así como
de las relaciones de género.
Vale precisar que, en las ciencias
sociales, se entiende la categoría
género como la simbolización o
construcción socio-cultural que
alude a la relación entre los sexos;
el problema central de las mujeres
en la sociedad no es un problema
de biología, sino del lugar social
que, como género, ocupan; es
decir, con la categoría género
nos referimos básicamente a las
relaciones sociales entre los sexos.
En el horizonte de una economía
que tenga como sentido la
reproducción ampliada de todas
y todos se hace indispensable
romper con la base materialcultural del capitalismo, es decir,
con el patriarcado. En la relación
entre capitalismo y patriarcado,
tanto hombres como mujeres son
víctimas de un sistema que elabora
representaciones culturales acerca
de lo femenino y lo masculino,
para asegurar la continuidad de
una sociedad jerárquica y desigual
en lo simbólico y en lo material.
En la literatura sobre el género,
hay acuerdo en que el patriarcado
es un sistema más antiguo que la
propia sociedad occidental y que
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
48
Rincón Elita/ Acosta Nebis
asume formas específicas en el
capitalismo. La división social del
trabajo entre hombres y mujeres
tuvo un carácter fundante de las
sociedades humanas y es incluso
anterior a la propiedad privada.
Originalmente, esta división se basó
en las características biológicas de
los hombres y las mujeres, pero
conforme la organización social fue
complejizándose, y la propiedad
privada se fue convirtiendo en el
eje de la economía, esa división
originaria del trabajo se fue
convirtiendo en desigualdad,
discriminación y exclusión.
En esta desigualdad se ha basado
la asignación de los recursos, que
en la economía capitalista se ha
traducido en una especialización
del trabajo entre lo público (lo
productivo) para los hombres, y
lo privado (reproductivo) para las
mujeres.
Esa visión que establece una
separación tajante entre la esfera
pública (donde se actúa movido
por la búsqueda del máximo placer
individual sin tener ningún otro
elemento en cuenta), y la privada
(donde la mujer debe garantizar el
desarrollo familiar armónico y libre
de conflicto), ha impedido entender
el verdadero funcionamiento de la
economía; en ella, lo productivo
y lo reproductivo se encuentran
cotidianamente integrados, y
estas polaridades no se verifican,
dado el conflicto, la explotación, la
cooperación y la solidaridad, entre
muchos otros comportamientos
presentes en los dos ámbitos.
Las economistas feministas, de
acuerdo con Quiroga (2009), han
puesto de manifiesto que en la
relación con el capitalismo las
mujeres se encargan del cuidado de
la vida humana, y con este trabajo
garantizan que la producción de
mercancías se haga posible. El que
las mujeres hagan este trabajo sin
remuneración, favorece que el
salario pagado por los capitalistas
evada los costos de la reproducción
de la fuerza de trabajo. Es así que
una parte de la actividad realizada
en el hogar sería no el momento
final del disfrute del consumo, sino
una condición de existencia del
sistema económico.
Se trata entonces de reconocer que
existen tiempos de reproducción
y de regeneración que han sido
invisibilizados por el tiempodinero, porque se desarrollan en un
contexto distinto del mercantil, y
por tanto no pueden ser evaluados
mediante criterios de mercado.
Una educación integral tiene que
considerar la complejidad de la vida
diaria, los distintos tiempos que la
configuran, las relaciones entre
unos y otros, y las tensiones que se
generan para intentar gestionarla
en su globalidad, teniendo como
objetivo fundamental la vida
humana.
3.5. La “economía ecológica” de
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
Desarrollo de economías alternativas
en América Latina: hacia la conformación de "otra economía"
David Barkin (México)
Aunque la economía ecológica
moderna todavía no ofrece
un claro consenso sobre su
contenido y sus metodologías, sus
practicantes están comprometidos
con la búsqueda de caminos a fin
de contribuir a superar los diversos
obstáculos para la construcción de
una sociedad más justa y mejor
posicionada, en camino hacia la
sustentabilidad.
La economía ecológica ofrece
principios éticos y metodológicos
mínimos para un análisis diferente
de los problemas examinados
por otros economistas. Los
principios
éticos
incluyen:
equidad intergeneracional, justicia
social y gestión sustentable;
y
los
metodológicos:
la
multidisciplinariedad, el pluralismo
metodológico y la apertura
histórica.
Los
economistas
ortodoxos
reconocen los problemas del
abuso del sistema natural por
el productivo. Aunque muchos
aceptan que sus soluciones llevan
a remedios inadecuados, no
encuentran otra forma de abordar
el conflicto más que incorporar al
proceso de producción cálculos del
costo de la degradación ambiental
y del consumo de los recursos
naturales más cercanos a los
daños efectivos que la producción
ocasiona a la sociedad y al planeta.
Esta línea de pensamiento es
49
apoyada por otra, afincada en
el optimismo tecnológico, que
asevera que el uso de recursos norenovables (y aun los renovables),
a ritmos que amenazan con la
continuidad del sistema actual
de producción y consumo, no
debe preocuparnos, porque la
humanidad siempre ha contado
con la creatividad necesaria para
suplir los recursos consumidos, así
como las especies y ecosistemas
destruidos.
La economía ecológica aboga por lo
que llama la sustentabilidad “dura”,
que propone estrictos límites
en los consumos para recuperar
ecosistemas
deteriorados
y
detener el agotamiento de los
recursos naturales. Para avanzar
en esta dirección, sus adeptos
insisten en nuevos enfoques
y metodologías para imponer
estrictos controles sobre la
destrucción de la naturaleza y el
consumo de sus recursos.
Consideran que los mercados no
pueden responder de manera
adecuada para proteger estos
recursos, ya que el desigual
reparto del ingreso y del poder
deja en manos de los ricos
la decisión de cómo y dónde
proteger, descobijando a los
pobres (quienes han sufrido de
siglos de destrucción, expoliación
y explotación), produciendo las
hirientes brechas que caracterizan
al mundo contemporáneo.
Cuadernos Latinoamericanos. Año 26 Julio - Diciembre
50
Rincón Elita/ Acosta Nebis
La economía ecológica, entonces,
tiene implícito en sus metodologías,
un modelo de comportamiento
social que rechaza la idea de un
mundo homogéneo que progresa
en una sola dirección hacia la
urbanización y la industrialización.
No sólo reconoce y pretende
fortalecer la inmensa diversidad
productiva y tecnológica que ha
perdurado a pesar de las presiones
homogeneizadoras de la economía
mundial, también replantea una
forma de democracia participativa;
y con ello fomenta nuevos
mecanismos para colaborar con
los grupos sociales que luchan
por defender estas diversidades
e impulsan las iniciativas locales
para ampliar las oportunidades,
defender los recursos y revertir los
procesos de destrucción.
estancamientos. Es hora de apartar
las pretensiones de los tecnócratas
de mantener los principios
doctrinarios del FMI y del BM, que
estuvieron en la base de todas las
políticas económicas de esas dos
décadas, para retomar los caminos
iniciados por el pensamiento
crítico latinoamericano. En este
sentido, necesitamos no sólo
una estrategia de crecimiento,
sino también una estrategia de
desarrollo alternativa.
Reflexiones finales
Como los antiguos maestros de las
ciencias sociales, se necesita que el
pensamiento acerca del desarrollo
sea más integral. El “pensamiento
único” que se impuso durante el
neoliberalismo fue dogmático,
tecnocrático y pretendió ser
hegemónico. Más que nunca se
requiere reflexión interdisciplinaria
que incorpore una base ética,
Hoy, cuando el modelo neoliberal
naufraga sin haber demostrado
sus virtudes dinamizadoras y
modernizantes, la revalorización
de la teoría latinoamericana del
desarrollo (principalmente el
estructuralismo y la teoría de la
dependencia) se vuelve una tarea
no solamente necesaria sino
imprescindible para la construcción
de estrategias alternativas de
desarrollo. Es hora de reflexionar,
de buscar alternativas, de tender
hacia
cambios
sustanciales,
de generar esperanzas en una
población cansada de dos décadas,
ochenta y noventa del siglo XX, de
una perspectiva histórica y un
conocimiento científico con el
aporte de diferentes disciplinas,
hasta alcanzar una reflexión
filosófica. En fin, se requiere
una sabiduría para apreciar la
complejidad de los problemas
actuales del desarrollo; sobre todo
se necesitan políticos, economistas,
sociólogos,
geógrafos,
historiadores,
antropólogos,
filósofos, ingenieros, empresarios,
dirigentes sociales, entre otros, que
tengan esa sabiduría de la reflexión
interdisciplinaria y crítica ante los
cambios de época que vivimos, con
sus riesgos y oportunidades.
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