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LA frAse deL fiLósofo
+ sobre
Marco
Aurelio
MARCo
AURELio:
Marco Aurelio:
la biografía
definitiva
Anthony Birley
Gredos
Madrid 2009
“¿Qué puede guiar
a un hombre?
Las Meditaciones de Marco Aurelio es uno de los libros
de filosofía más leídos de todos los tiempos, un clásico
imperecedero que, por sus aforismos memorables, puede
leerse como un libro de autoayuda filosófica
H
oy día se concibe la filosofía como una
disciplina teórica que solo trata de cuestiones abstractas sin ninguna relación
con nuestra vida diaria, como una materia que hay que estudiar obligatoriamente en el bachillerato, pero que nadie
sabe muy bien cuál puede ser su verdadera utilidad. Sin embargo, para los
antiguos griegos y romanos la filosofía era un saber que implica también
un fuerte compromiso personal: el
filósofo era aquella persona que se comprometía a llevar una vida filosófica, a vivir en todo momento de manera filosófica. La filosofía era sobre
todo un modo de vida que implicaba una “conversión” profunda y que
influía en todos los aspectos de la vida del filósofo, desde los más trascendentales –como la profesión, el matrimonio– hasta los más nimios
–la forma de vestirse, de hablar o de comer–, y todas las horas del día;
desde que uno se levantaba por la mañana hasta la hora de dormir.
Como muy bien ha explicado Pierre Hadot en sus libros, especialmente en Ejercicios espirituales y filosofía antigua (Siruela, 2006) y La filosofía como forma de vida (Alpha Decay, 2009), y
Michel Foucault en La hermenéutica del sujeto
(Akal, 2005), la filosofía en la Antigüedad consistía en una serie de “ejercicios espirituales”
que había que practicar una y otra vez para
conseguir el autodominio y la perfección. Los
ejercicios eran de muchos tipos y abarcaban
tanto los aspectos cognitivos como los emocionales (más adelante comentaremos algunos).
Para que podamos entenderlo, podríamos decir que la filosofía en aquellos tiempos ocupaba
el lugar que hoy se reserva a las psicoterapias y
que hace un tiempo desarrollaban los confesores y los directores espirituales.
La filosofía era una especie de “medicina del
alma” o de terapia que servía para curar las
Una única cosa, la filosofía.”
MeDiTACioNes (ii, 17)
“enfermedades del espíritu” (y que hoy llamaríamos emociones negativas). Martha nussbaum explica este fenómeno de manera magistral
en su libro La terapia del deseo: Teoría y práctica en la ética helenística
(Paidós, 2003): “todas las escuelas filosóficas helenísticas de grecia y
Roma –epicúreos, escépticos y estoicos– concibieron la filosofía como
un medio para afrontar las dificultades más penosas de la vida humana. Veían al filósofo como un médico compasivo cuyas artes podían curar muchos y abundantes tipos de sufrimiento humano.
Practicaban la filosofía no como una técnica intelectual elitista, sino
como un arte comprometido cuyo fin era luchar contra la desdicha humana. Centraban, por tanto, su atención en cuestiones de importancia
cotidiana y urgente para el ser humano: el temor a la muerte, el amor
y la sexualidad, la cólera y la agresión”.
Un arte de vivir
Según esta autora, experta en filosofía antigua, los pensadores de
aquella época “no se dedicaban tanto a mostrar cómo acabar con la injusticia como a enseñar al discípulo a ser indiferente a la injusticia que
sufre”. Y recuerda a este respecto uno de los aforismos más célebres de
Epicuro: “Vacío es el argumento de aquel filósofo que no permite curar
ningún sufrimiento humano. Pues de la misma manera que de nada
sirve un médico que no erradique la enfermedad de los cuerpos, tampoco hay utilidad ninguna en la filosofía si no erradica el sufrimiento
del alma”. Entre las escuelas filosóficas de la Antigüedad más conocidas por seguir este enfoque se encuentra el estoicismo, y especialmente
Epícteto, el filósofo romano que había sido esclavo.
La filosofía era “algo parecido a un arte que tomara por materia la
vida de cada cual”, explica Javier Campos. O como le gustaba decir a
Plotino: “haz como el escultor de una estatua que debe ser bella; […]
quita lo superfluo, endereza lo que es oblicuo, limpia lo que es oscuro
para hacerlo brillante, y no dejes de esculpir tu
propia estatua, hasta que el resplandor divino
de la virtud se manifieste”. La filosofía se convierte entonces en un arte de vivir. tradición
que, a pesar de ir a contracorriente con la concepción dominante, ha pervivido en ciertos filósofos minoritarios o marginales que han hecho
hincapié en esa dimensión práctica y existencial
de la filosofía y a los que se les valora más como
escritores que como filósofos: nos referimos a
Montaigne, Pascal, Schopenhauer, nietzsche,
Kierkegaard, thoreau o incluso Wittgenstein.
Hadot, por ejemplo, ha reivindicado recientemente la figura filosófica de goethe en No te
olvides de vivir: Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales (Siruela, 2010). Y nehamas
Marco Aurelio se encuadra
en una tradición filosófica
que hace hincapié en
su dimensión práctica
y existencial, en la línea
de Montaigne, Pascal,
nietzsche o thoreau
38 ✤ Filosofía Hoy
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hizo algo similar con Montaigne, nietzsche y
Foucault en El arte de vivir: reflexiones socráticas
de Platón a Foucault (Pre-textos, 2005).
Para sí mismo
Marco Aurelio se encuadra en esta tradición
y solo desde estas coordenadas puede entenderse su pensamiento e interpretarse adecuadamente sus Meditaciones. Esa es la tesis que
defiende Pierre Hadot en La citadelle intérieure:
Introduction aux Pensées de Marc Aurèle (Fayard, 1992) y en Marco Aurelio (Alpha Decay,
2012 [en prensa]). Según este autor, para ser
filósofo en la Antigüedad no era necesario escribir una obra filosófica
original ni crear un sistema filosófico propio –a diferencia de lo que
sucederá después en la época moderna–, sino que bastaba con adherirse a los principios de una de las seis tradiciones filosóficas existentes
–platónicos, aristotélicos, estoicos, epicúreos, cínicos y escépticos– y
esforzarse por vivir en coherencia con estas doctrinas. Por eso Marco
Aurelio fue considerado en su tiempo como un filósofo, a pesar de no
haber publicado nada durante su vida.
De hecho, las Meditaciones no es un libro en sentido estricto, sino que
se trata más bien de los apuntes personales que Marco Aurelio tomó
en los últimos diez años de su vida para su propio uso mientras
lAs ClAVes
> Marco Aurelio, nacido en el año 121 y que murió en 180,
fue uno de
los mejores emperadores del Imperio Romano, junto con Adriano,
Trajano y Antonino Pío, y uno de los mejores representantes del
estoicismo romano, junto con Séneca y Epícteto.
> El libro que escribió para sí mismo, Meditaciones, es una de las obras
fundamentales de la cultura occidental, un clásico inmarcesible de
la filosofía que siempre aparece en cualquier lista de los cien mejores libros de la cultura universal.
>
guerreaba por diversas regiones del Imperio.
Estas notas personales que el emperador escribió en griego (pues el griego era la lengua de la
cultura y de la filosofía, a pesar de los esfuerzos
titánicos de Cicerón y Séneca para que el latín
se convirtiese también en lengua filosófica),
tenían el propósito de recordarle las máximas
fundamentes del estoicismo –especialmente
los de Epícteto, al que cita continuamente–, de
ayudarle a aplicarlas en su vida diaria, para no
desviarse de su objetivo fundamental: ser mejor
persona. Los hypomnemata (pues ése era el término griego por el que se conocían este tipo de
escritos) no estaban destinados a ser publicados ni leídos por otras personas, y no eran otra
cosa más que una especie de “cuadernos de ejercicios”, el resultado de
un ejercicio espiritual continuado que este aprendiz de filósofo mantuvo
consigo mismo durante muchos años. De ahí su carácter fragmentario,
aforístico, críptico en ocasiones que se desprende del texto.
Las Meditaciones de Marco Aurelio nunca pretendieron ser un libro,
por eso no tienen carácter sistemático, pero sí son uno de los mejores
ejemplos del tipo de ejercicios espirituales que los filósofos debían practicar para poder vivir filosóficamente, una muestra excelente de cómo
vivir la filosofía un filósofo estoico en su vida diaria y un recordatorio
de que esta era en sus inicios algo muy práctico, y también –¿por qué
no?– que hoy ese enfoque podría tener su sentido. Esa es la razón, por
ejemplo, de que el “libro” del emperador que se entrenaba para ser filósofo –o para seguir siéndolo, o para no dejar de serlo– haya conocido
tantos títulos diferentes a lo largo de la historia: Meditaciones (el más
conocido en nuestro país), Pensamientos (siguiendo el influjo de Pascal),
Soliloquios (el primero que recibió en nuestra lengua), Escritos para sí
mismo (como prefiere llamarlo Hadot) o A sí mismo (que es el título que
ha elegido Edaf para su edición), etc.
Las Meditaciones tenían el
propósito de recordarle las
máximas del estoicismo
y de aplicarlas para no
desviarse del objetivo: ser
mejor persona
Las Meditaciones no son sólo las primeras “confesiones filosóficas”
que se han conservado (casi tres siglos antes de las de san Agustín)
y las primeras “consolaciones filosóficas” (casi cuatro siglos de las
de Boecio), sino también el primer libro de psicología aplicada (casi
mil años antes de la invención del psicoanálisis).
Marco Aurelio
Pierre Grimal
FCE
Madrid 1997
El ejercicio
según Marco
Aurelio
Maite Larrauri
Tándem
Valencia, 2009
Ejercicios
espirituales y
filosofía antigua
Pierre Hadot
Siruela
Madrid 2006
Ejercicios filosóficos
¿Y qué tipos de ejercicios filosóficos aparecen en estos apuntes?, se preguntará el lector. Los hay de varios tipos. Según Javier Campos, los ejercicios espirituales se clasifican en ejercicios reflexivos, ejercicios
preparatorios, autoexámenes, lecturas edificantes y ejercicios vitales. El más conocido es la praemediatio malorum –tal como la bautizó
Séneca–, es decir, la imaginación de los males futuros –no sólo de los
más frecuentes, sino también de los menos probables– para prepararse
mejor frente a las futuras adversidades de la fortuna. Entre ellos se encuentra también la praemeditatio mortis, que consiste en imaginarse de
diversas formas la propia muerte y la de nuestros seres queridos para
perderle el miedo, convertirla en algo más manejable y ser más cons-
La terapia del
deseo: teoría y
práctica en la
ética helenística
Martha C.
Nussbaum
Paidós
Barcelona 2003
Filosofía Hoy ✤ 39
28/2/12 09:32:48
LA frase del filósofo
cientes de nuestra finitud. Uno de los mejores ejemplos de este ejercicio
que utiliza el emperador dice: “No desdeñes la muerte; antes bien,
acógela gustosamente, en la convicción de que esta también es una de
las cosas que la naturaleza quiere. Porque cual es la juventud, la vejez,
el crecimiento, la plenitud de la vida, el salir los dientes, la barba, las
canas, la fecundación, la preñez, el alumbramiento y las demás actividades naturales que llevan las estaciones de la vida, tal es también tu
propia disolución. Por consiguiente, es propio de un hombre dotado de
razón comportarse ante la muerte no con hostilidad, ni con vehemencia, ni con orgullo, sino aguardarla como una más de las actividades
naturales. Y, al igual que tú aguardas el momento en que salga del vientre de tu mujer el recién nacido, así también aguarda la hora en que tu
alma se desprenderá de esa envoltura” (IX, 3).
Otro de los ejercicios más conocidos consiste en mirar las cosas
humanas desde una altura considerable, como si uno fuese un dios o
un extraterrestre (Spinoza dirá más tarde que hay que ver las cosas
sub specie aeternitatis, desde el punto de vista de la eternidad). Marco
Aurelio hace uso de él varias veces a lo largo del libro. “Contempla
desde lo alto el espectáculo de rebaños infinitos, de ceremonias infinitas, de viajes por mar con tempestad y con buen tiempo, de todas
las variedades de seres que nacen, viven juntos y desaparecen. Piensa
también en la vida vivida hace tiempo por otros, y de la que existirá
después de ti y de la que viven hoy en día pueblos extranjeros. Piensa
en cuántos ignoran tu nombre, cuántos te olvidarán pronto, cuántos
de los que hoy te alaban muy pronto te denostarán. Piensa en cómo
el recuerdo que se deja, la fama o cualquier otra cosa ni siquiera vale la pena mencionarlos” (IX.30).
Para Marco Aurelio, la filosofía debe servirnos para construir en
nuestro interior una fortaleza, un refugio sosegado que nos proteja de
las agresiones del exterior, de los vaivenes de la fortuna y de los peligros
de las pasiones (ira, temor, celos, etc.). Para el emperador, hay que “ser
semejante a un promontorio contra el que se estrellan las olas ininterrumpidamente y él se mantiene inmóvil” (IV, 49). En conclusión,
los estoicos, pues, han sido los primeros psicólogos de Occidente años
muchos siglos antes de que Freud inventase el psicoanálisis, y ésa es la
opinión también Albert Ellis, el creador de la terapia racional emotiva
y autor de numerosos libros de autoayuda que se han convertido en
superventas, como Usted puede ser feliz (Paidós, 2007), Cómo controlar
la ansiedad (Paidós, 2000) o Controle su ira antes que ella le controle a
usted (Paidós, 2007), quien considera a Epícteto como el padre fundador de su enfoque. Los filósofos como Séneca, Epícteto o Marco Aurelio, en contra de lo que se nos ha hecho creer, no eran personas tristes,
pesimistas y deprimentes, sino grandes conocedores del alma humana
que utilizaban unas técnicas muy poderosas (que entonces se consideraban filosóficas pero que suelen llamarse psicológicas) para modificar
los aspectos más negativos de la vida cotidiana –la ansiedad, la depresión, la ira o los celos, etc.– y poder llevar así una vida más plena y
satisfactoria. Así que se puede leer el último libro de autoyuda que más
se esté vendiendo ahora –como El arte de no amargarse la vida (Oniro,
2011) de Rafael Santandreu– o probar con un clásico de la sabiduría
que nunca pasará de moda. A su elección.❖ Gabriel Arnaiz
el
El arte de vivir:
Reflexiones
socráticas
de Platón a
Foucault
Alexander
Nehamas
Editorial
Pre-Textos
2005
Los romanos:
Marco Aurelio
Max Gallo
Alianza
Madrid 2010
Pensamientos Augustos
“Es el Marco Aurelio aforístico, el que dispensa dichos, adagios y apotegmas
que pueden ser apreciados por personas sin ningún conocimiento o interés en
el estoicismo el que se ha asegurado la popularidad a través de los tiempos.
Algunas de esas máximas son tan concisas y expresivas como sorprendentes”,
comenta Frank McLynn en su magnífico libro Marco Aurelio: guerrero, filósofo
y emperador publicado en Esfera de los Libros, el año pasado. Esta es una
selección de los más impactantes:
➔ Elimina tu opinión y eliminarás la queja «me han ofendido». Elimina la queja «me
han ofendido» y la ofensa desaparecerá.
➔ La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella.
➔ Conténtate con lo que te sucede.
➔ Tanto la tristeza como la cólera son signos de debilidad.
➔ Deja de ser tu propio rival.
➔ Si no está bien, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas.
➔ Que los impulsos te manejen como si fueras una marioneta es propio de fieras,
no de hombres.
➔ Quien no sabe para qué vive no sabe quién es.
➔ Tus desasosiegos dependen sólo de ti.
➔ Retírate al jardín de tu propio interior.
➔ ¿Cuál es tu oficio? Ser bueno.
> Marco Aurelio nace a mediados del siglo II después de
Cristo, exactamente en el año 121, dentro de una familia de la clase senatorial. Su padre muere cuando él tiene
apenas tres años y es su abuelo Marco Annio Vero quien
se hace cargo de su educación. El emperador Adriano
se queda impactado por el autocontrol que demuestra
el joven Marco Aurelio a los seis años, en un sacrificio a
la diosa Venus. Parece que fue entonces cuando Adriano decidió que Marco Aurelio sería su sucesor, pero como a su muerte él era todavía muy joven, ordenó que
mientras tanto fuese emperador Antonino Pío, con la
condición de que este lo adoptase y de que Marco Aurelio se casase con su hija Faustina, como así sucedió.
Cuando muere Antonino, Marco Aurelio es nombrado
el decimosexto emperador del Imperio Romano, con
39 años. Se le suele recordar como uno de los cinco
mejores emperadores que jamás tuvo Roma. Muere
en el año 180 en Viena, probablemente a causa de la
peste, cuando contaba con 58 años, mientras guerreaba en el frente de Germania.
Marco Aurelio vivió una vida “de película” en una de las
épocas más turbulentas y cruciales de la historia (el final
del paganismo y el ascenso del cristianismo), por eso se
han escrito últimamente varias novelas sobre su figura
histórica: Los romanos: Marco Aurelio (Alianza, 2010), de
Max Gallo, que forma parte de una saga de cinco volúmenes sobre el Imperio Romano; El emperador impasible (Alcalá, 2009), de Alberto Monterroso, que narra con
gran maestría la vida y hazañas de este hombre ejemplar; y Marco Aurelio (Esquilo, 2009), de Mario de Sousa.
el
La hermenéutica
del sujeto
Michel Foucault
Akal
2005
Filosofía como
forma de vida
Pierre Hadot
Alpha Decay
2009
Filósofo
Libro
> De todas las traducciones disponibles del texto,
nos hemos decantado por
la edición más reciente y
completa: la traducción de
Javier Campos para Tecnos (2004) –recientemente
reeditada–, por el exhaustivo estudio preliminar de
ochenta páginas y porque
incluye también las seis
cartas que Marco Aurelio escribió a su maestro
Frontón y otra serie de
testimonios. En segundo
lugar, recomendamos la
Pensamientos, CARTAS,
cuidadosa edición de FranTESTIMONIOS
cisco Cortés para Cátedra
Marco Aurelio
(2001) por la esclarecedora
Tecnos 18 €
introducción de Manuel
Gervás y porque también incorpora numerosas notas
aclaratorias, una cronología, un árbol genealógico, un índice de los autores citados en el libro (con breves explicaciones sobre quienes eran cada uno de ellos) y un índice
temático con el que poder localizar fácilmente aquellos
fragmentos del libro donde se habla de tal o cual tema.
En tercer lugar, destacamos la edición de Ramón Bach
para Gredos (1977) —recientemente reeditada a un precio bastante más asequible—, que incluye un magnífico
prólogo de García Gual y que suele considerarse una de
las más fiables, aunque no tiene en cuenta las aportaciones más recientes de las últimas décadas. Por último, destacamos la traducción de Bartolomé Segura para Alianza
(1985), que tanto por su estilo directo y también por su
precio quizás sea la más accesible al lector.
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