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AMIGOS Y SERVIDORES DE LA PALABRA 10 febrero 2011, jueves. V semana Tiempo ordinario DE LA PALABRA DEL DIA Esta si que es hueso de mis huesos y carne d mi carne. Gn 2,23 ¿Cómo vivir esta Palabra? Es el alba de la creación. El hombre, apenas salido de las manos del Creador, ve desplegarse ante él todo el cosmos del que se le ha constituido soberano. La mirada se extiende complacida, pero con un velo de insatisfacción: nada de cuanto lo circunda llega a saciar la necesidad imperiosa de un “tú” en el que reflejarse. Así, magistralmente, el autor del Génesis saca a la luz una dimensión esencial del hombre: su ser dialogante que lo asimila al Creador. El complemento humano (la mujer, los otros) se revelan como dones más preciosos que todo el universo. Ellos son “carne de nuestra carne”, esto es, parte vital mía: mi existencia no tiene sentido sino en la comunión, en la tensión hacia el otro. Ellos son “carne de mi carne”, es decir, partícipes de mi misma fragilidad, de mi ser polvo, pero también de aquella grandeza que me viene del Soplo divino que me ha convertido en ser que vive de la vida misma de Dios. El límite que compartimos es una llamada a completarnos recíprocamente, a ofrecer nuestra espalda para que el otro se apoye y para acoger agradecidos el ofrecimiento de la suya. Y así, unidos el uno al otro, en un abrazo fraterno, realizar nuestra común vocación: ser imagen de la Trinidad, Unidad perfecta en la que cada uno es plenamente uno mismo. No hay, pues, espacio para las reservas prudentes: el uno puede depositar en el corazón del otro lo que es, si miedo de ser defraudado. Éste es el sentido de aquella desnudez de la que habla el texto, manifestación de la armonía que marca al hombre en su ser profundo y se revela en su forma de relacionarse.. Hoy, al entrar en mi corazón, posaré mi mirada contemplativa en mi mujer/marido, en mis hijos, en mis hermanos, hermanas, en cuantos me rodean. Procuraré mirarlos como don y acariciarlos en sus límites. Este día, Señor, quiero darte gracias en particular por todos aquellos que me has dado poniéndolos en mi camino. Te doy gracias porque me permiten apoyarme en ellos, pero también porque me dan la posibilidad de abrirme al don. Gracias en particular por (nombrar a personas determinadas). La voz de un testigo Mi vida consiste en discernir en los otros lo que los destruye, lo que los alegra, y en comulgar con el sufrimiento y con la alegría de los otros. Hermano Roger