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Transcript
II
INTERNACIONAL
La conquista china
de Latinoamérica
Granados, Ulises; Ellis, R. Evan. (2015) “La conquista china de Latinoamérica”, Foreign Affairs
Latinoamérica, Vol. 15: Núm. 1, pp. 42-50. Disponible en: www.fal.itam.mx
El 23 de julio de 2014 finalizó la gira de trabajo del presidente de China Xi Jinping por cuatro países de Latinoamérica, que incluyó una visita a Brasil en la que el mandatario chino anunció diversos acuerdos, entre ellos la
creación del Nuevo Banco de Desarrollo de los brics
(Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica). Durante su encuentro en Buenos Aires, estas visitas fueron calificadas
por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como
“fundacionales” y como parte clave para elevar las relaciones bilaterales a “nuevas alturas”, parafraseando lo
que dijo el mandatario chino durante su encuentro con
el líder cubano retirado Fidel Castro.
En general, hay un consenso en Latinoamérica de que
es probable que esta visita, la segunda del mandatario chino en 13 meses —y la primera con particular
énfasis en México y el Caribe—, refuerce los lazos de
China con la región, y en particular los económicos.
Estos vínculos de China con América Latina estarán
consolidados por los encuentros bilaterales que el Pre-
sidente chino mantuvo como huésped de la Cumbre
de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia
Pacífico (apec) de Shanghái en noviembre de 2014 y
por la próxima reunión de China y los miembros de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(celac) en 2015. En contraste, la xi Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas de octubre de 2014
en Arequipa, Perú, no recibió la misma atención en el
continente.
Parece claro que es Beijing, y no Washington, quien
atrae gran parte de la atención de muchos líderes
latinoamericanos, en particular por las oportunidades comerciales que presenta. La gran expansión del
intercambio comercial entre China y Latinoamérica
ha pasado de 29 000 millones de dólares en 2003
a 257 000 millones de dólares en 2013. A la par de
esta expansión, ha ocurrido una notable transformación —pero poco entendida— en la naturaleza de las
interacciones comerciales de los dos espacios, la cual
* R. Evan Ellis es profesor e investigador de Estudios Latinoamericanos en el U.S. Army War College Strategic Studies Institute.
Ulises Granados es profesor asociado del Departamento de Estudios Internacionales y Coordinador del Programa de Estudios
de Asia Pacífico del ITAM.
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ha tenido implicaciones profundas para las dinámicas
económicas, políticas y sociales de la región, para su
relación con China y para la estrategia hemisférica de
Estados Unidos.
LATINOAMÉRICA EN LA POLÍTICA EXTERIOR
CHINA
La presencia económica de China en Latinoamérica es
parte de un esfuerzo más amplio, dirigido y coordinado imperfectamente por el gobierno chino. El objetivo
ha sido garantizar el desarrollo de este país en el nuevo siglo, como parte de una estrategia que contiene
aristas geopolíticas, militares, económicas y diplomáticas, y que incide directa e indirectamente en América.
Actualmente, dos temas destacan en la escena internacional para diagnosticar la futura importancia política, militar y económica de China y su influencia en la
reconfiguración geopolítica y económica del mundo.
El primero es el comportamiento chino en su entorno
regional asiático, el cual tiene repercusiones mundiales e incide en sus relaciones con Latinoamérica. El segundo es el desempeño económico chino, que puede
tanto garantizar la estabilidad del sistema financiero y
fortalecer el comercio internacional, como inducir un
freno a la economía mundial.
Las disputas territoriales entre China y Japón en el mar
de China Oriental y entre varios países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático en el mar de China Meridional explican la preocupación en la región
asiática, en la Unión Europea y en Estados Unidos de
que China dirija su fortaleza económica a actividades
político-militares internacionales que pudieran tener
implicaciones para la libertad de tránsito en los mares.
En el hemisferio americano, las declaraciones antihegemónicas —como las fuertes declaraciones vertidas
contra Estados Unidos y Japón en el Diálogo Shangri-La 2014 en Singapur— han puesto de manifiesto
la imperante necesidad de incluir a China en diversos
mecanismos de cooperación de seguridad marítima
internacional y de comprometerla con el respeto al
derecho internacional.
En este sentido, en 2014 se invitó por primera vez al
Ejército Popular de Liberación chino al Rim of Pacific, el
ejercicio naval más grande del mundo en su tipo. Salvo
por los países centroamericanos y Ecuador, se convocó
al ejercicio a todos los países de la Cuenca del Pacífico
—entre ellos Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos,
México y Perú—, ya sea como participantes o como
observadores. Por su parte, China prosigue su cooperación militar con diversos países de Latinoamérica en la
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forma de visitas mutuas, alguna participación de personal chino en operaciones en la región, venta de armamento militar e intercambios comerciales relacionados
con las fuerzas armadas. Si bien estas acciones de cooperación son radicalmente distintas a las emprendidas
con sus aliados en el océano Índico o con Rusia, obligan
a Washington a exigir una mayor transparencia en este
sector de parte de Beijing, en el marco del Diálogo Estratégico y Económico que sostienen ambos países.
Mientras tanto, la economía de China —cuya tasa de
crecimiento del pib para 2014 se estimó en 7.4%— ha
mostrado una considerable desaceleración respecto a
las cifras registradas hace 10 años. Además, se espera
un crecimiento menor al 3.9% en la próxima década,
a fin de lograr la transición hacia una economía más
sostenible.
A diferencia de estos resultados de su segundo socio
económico, Latinoamérica proyectó un magro crecimiento de 1.3% en promedio para 2014. De acuerdo
con el documento “Perspectivas Económicas Globales”, en octubre de 2014, el Banco Mundial (bm) estimó una importante caída en las exportaciones de una
amplia gama de materias primas de la región. Ante la
continua baja en el precio mundial de productos como
el cobre y la soya (importantes exportaciones latinoamericanas a China) y la continua desaceleración de la
economía china, el bm estima un crecimiento de no
más de 2.2% para Latinoamérica en 2015.
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LA DIPLOMACIA DEL YUAN
Este enfriamiento de la economía china es parte de
su nueva estrategia de crecimiento sostenible, la cual
incluye medidas para enfrentar posibles crisis financieras internacionales mediante el fortalecimiento de su
divisa frente al dólar. Como parte de las nuevas reformas, China aplica estrategias para aumentar la internacionalización del yuan, lo que en Latinoamérica ya
comienza a ser visible en los acuerdos bilaterales de
intercambio de divisas.
Tras el acuerdo alcanzado en 2012 por el Banco de Desarrollo de China y el bloque de los brics a fin de impulsar sus propias divisas, en marzo de 2013 China firmó
con Brasil un acuerdo bilateral de intercambio de divisas
por un monto de yuanes equivalente a 30 290 millones
de dólares para los siguientes 3 años, para fortalecer
sus lazos económicos y ayudar a enfrentar futuras crisis
financieras. Previamente, en 2009, Argentina firmó un
acuerdo similar por un monto de 70 000 millones de
yuanes, que expiró en 2012, y en 2014 se acordó uno
más a 3 años por aproximadamente 67 000 millones de
yuanes (alrededor de 11 000 millones de dólares).
La necesidad de coordinar políticas multilaterales para
estabilizar el sistema financiero internacional, así como
el interés de China por disipar preocupaciones de una
penetración unilateral en los mercados en la región, la
han llevado a colaborar más con los brics y ha firmado acuerdos que beneficiarán a Latinoamérica en los
próximos años. Destacan los esfuerzos para ayudar a
crear instituciones financieras y de cooperación económica alternativas a las dominadas por las potencias
occidentales.
En julio de 2014, durante la vi Cumbre de los brics, China
participó en la firma del acuerdo para la creación del ya
mencionado Nuevo Banco de Desarrollo y del Fondo de
Reserva de Divisas, dos instrumentos concebidos como
alternativas al bm y al Fondo Monetario Internacional,
instituciones controladas por las principales economías
industrializadas. Más aún, como resultado de la firma
del Memorándum de Entendimiento sobre Cooperación entre Agencias de Seguros de Crédito a la Exportación firmado en la Cumbre, China impulsó desde los
brics acuerdos para la futura promoción de inversión y
comercio en proyectos conjuntos del bloque con terceros países, por lo que diversos Estados de Latinoamérica y el Caribe podrán beneficiarse de la cooperación
sino-brasileña en el marco de los brics.
PLANEADO EN CHINA,
HECHO EN LATINOAMÉRICA
Antes de la crisis mundial de 2008, durante el impresionante auge de comercio entre China y Latinoamérica, sorprendía la ausencia de empresas chinas en la
región, ya que la mayoría de las transacciones eran
realizadas por entidades latinoamericanas o multinacionales. Pero desde entonces, y aceleradamente en
los últimos años, las empresas chinas han empezado
a establecerse en la región en una gama amplia de
sectores: desde la minería, el petróleo y la agricultura,
hasta la construcción, la manufactura, los servicios, las
telecomunicaciones, la logística y la banca.
Con esta presencia más tangible, las relaciones entre China
y América Latina y el Caribe han pasado de un impresionante intercambio comercial “sin chinos” a una nueva relación mucho más intensa y compleja, en la que las empresas chinas asumen todas las responsabilidades, desafíos
e impactos que corresponden a esa presencia, y traban
relaciones con socios locales, empleados, abastecedores,
subcontratistas, comunidades y otros actores cuyas acciones influyen en el éxito de su proyecto comercial. Estos
actores también sufren ahora el efecto de las decisiones
y las acciones de los nuevos actores chinos en su entorno.
Las implicaciones de esta nueva dinámica son profundas. Por un lado, plantea desafíos a las empresas
y presenta nuevos imperativos al gobierno chino, que
fomenta y protege a sus empresas y ciudadanos, lo
que constituye una dimensión adicional de sus relaciones con los países de la región.
Por el otro lado, las empresas chinas influyen en otras
compañías en los ámbitos en que operan. Debido a
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esto, los inversionistas chinos reciben atención de
empresarios, líderes políticos y fuerzas sociales en los
países en que se encuentran —sea de forma positiva
o negativa—, lo cual incide en la forma que se mira
a China o a otros socios extranjeros, como Estados
Unidos.
CHINA VA POR TODO
En cada sector, las dinámicas de las empresas chinas
que operan en la región han sido diferentes en cuanto
a su trabajo con socios locales, el modo de entrada —
adquiriendo empresas ya establecidas o iniciando sus
propios negocios— y el tipo de entidades chinas, en
un abanico que se extiende de las empresas estatales
y respaldadas por gobiernos locales chinos a las empresas privadas y grupos de inversionistas privados.
Por ejemplo, la presencia china en sectores como la
minería y el petróleo ha sido encabezada por grandes empresas estales que han adquirido intereses en
diversos países latinoamericanos: Repsol y Noranda
Aluminium en Brasil, Bridas y Occidental Petroleum en
Argentina, Petrobras en Perú, y más recientemente,
Nexen en Colombia.
Mientras tanto, en los países con los que mantiene relaciones diplomáticas más estrechas, China se ha establecido a gran escala sin adquisiciones. El ejemplo
principal es Venezuela, donde desde 2006 las empresas chinas han invertido más de 40 000 millones de
dólares para explotar reservas de petróleo en la faja
del Orinoco. Asimismo, empresas como China National Petroleum Corporation (cnpc) y sus subsidiarias
dedicadas a la exploración han expandido su presen-
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cia mediante licitaciones en el campo Libra de Brasil, y
más recientemente han mostrado interés en participar
en el sector petrolero de México.
Aunado a esto, China no sólo se ha enfocado en los
sectores del petróleo y la minería en Argentina, Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela o en abastecerse de
productos agrícolas en Sudamérica como la soya. Las
actividades comerciales de China en la región se han
diversificado a tal grado que incluyen complejos de refinación de azúcar en Jamaica, procesadoras pesqueras en Perú o autorizaciones para la tala de bosques
en Guyana.
Con respecto a los productos manufacturados, en
años recientes no han sido muchas las empresas chinas que se han establecido en América Latina, aunque
cada vez surgen más fábricas y redes de puntos de
venta en diversos países de la región. En este rubro,
destacan las fábricas de automóviles en Brasil, Uruguay y Venezuela, de motocicletas en Colombia y de
teléfonos celulares en Venezuela. El papel de los socios locales en tales inversiones tiende a ser mayor
que el que cumplen en proyectos extractivos, dado
que son clave para entrar al mercado local a través de
una infraestructura de ventas previa.
Por lo general, las compañías chinas se han enfocado
en países con grandes mercados como Brasil o con
acceso a mercados estratégicos como México, por el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Además, dado que este acercamiento no es del todo reciente, cada vez resulta más común que las empresas
chinas sean parte del entorno económico de la región.
Para apuntalar sus lazos comerciales, los esfuerzos de
los inversionistas chinos han sido complementados por
bancos chinos, que no solo representan fuentes importantes de capital para la región, sino que ofrecen servicios financieros para sus socios connacionales. Incluso
instituciones como el Industrial and Commercial Bank of
China y el China Construction Bank han concretado adquisiciones y han dado los primeros pasos para tender
una red de banca local en Argentina y Brasil.
Además, en el sector de telecomunicaciones, empresas como Huawei y zte han avanzado rápidamente en
los últimos años en la venta de sus productos y en la
construcción de redes de tercera y cuarta generación.
De hecho, ambas compañías han establecido vínculos
para ofrecer soluciones tecnológicas a gobiernos y a
empresas multinacionales consolidadas en la región,
como Claro y Telefónica.
¿INTERESES POLÍTICOS O ECONÓMICOS?
La línea que divide a la política y la diplomacia de los
negocios se ha hecho cada vez más tenue. Después de
la tregua diplomática entre China y Taiwán en 2008,
hubo un auge de proyectos chinos de construcción en
la región. Beijing regaló caminos, estadios y otros edificios a países que recientemente habían cambiado su
posición diplomática y que habían decidido establecer
relaciones con China.
Más adelante, empresas chinas empezaron a construir
proyectos de infraestructura financiados con préstamos de sus propios bancos, sobre todo en los países
de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América (alba) y en el Caribe. Las relaciones entre China
y ambos grupos de países (en especial, los del Caribe)
se han desarrollado —por simpatía política, institucionalización débil o falta de alternativas— en un esquema intergubernamental en el cual los representantes
caribeños han estado dispuestos a negociar directamente con las autoridades chinas. Algunos ejemplos
son los tratos para la construcción de hidroeléctricas
en Ecuador, plantas termoeléctricas, puertos, ferrocarriles y casas en Venezuela, así como caminos y puentes en Guyana, Jamaica y Surinam. Mientras tanto, en
Belice y Honduras las empresas chinas también han
ganado contratos para montar hidroeléctricas, a pesar
de la falta de relaciones diplomáticas con esos países.
Por otro lado, en algunos países del Caribe empresas
chinas también han realizado proyectos pagados por
inversionistas privados con capital de su propio país.
Por ejemplo, el desarrollo turístico Baha Mar y posiblemente el proyecto Blackwood Pointe en Bahamas,
Bacholet Bay en Granada, Cabo Dorado en México y la
carretera Norte- Sur en Jamaica.
En el futuro, uno de los proyectos económicos más ambiciosos de China en la región —en parte, porque tiene
importantes aristas políticas— es el plan para el desarrollo del canal de Nicaragua. A pesar de que Managua
no tiene relaciones diplomáticas con Beijing, es muy
probable que las empresas y los bancos chinos desempeñen un papel clave en su construcción, que está valuada entre 50 000 y 80 000 millones de dólares.
NUEVOS SOCIOS, VIEJOS PROBLEMAS
A pesar de que la presencia de China en Latinoamérica es relativamente reciente, las empresas chinas han
encontrado las mismas dificultades que otras empresas multinacionales que operan en la región. En este
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En ocasiones, entre acusaciones de corrupción y otros
males, empresas chinas del sector de la construcción
han perdido proyectos importantes cuando la balanza
política ha cambiado en el país, socavando su posición
con el gobierno con el que inicialmente negociaron el
proyecto, como el caso de la carretera Ruta 32 en Costa Rica o el DragonMart en Cancún, México, que ha
sido blanco de múltiples intentos legales y políticos de
obstaculizarlo por su impacto en el ambiente natural y
en la industria mexicana en general.
En el largo plazo, es probable que los resultados de
los proyectos chinos en los países de la región dependan del equilibrio entre tres factores: 1) el aumento
de conflictos y desafíos causados por la llegada de
los inversionistas chinos, 2) la aceleración del proceso
de aprendizaje derivado de la experiencia directa de
otros empresarios chinos en la región, y 3) el aumento
de la influencia de las empresas y el gobierno de China
para ser un patrón local, generar ingresos para el gobierno y participar en el entorno político local.
sentido, las diferencias de idioma y cultura complican
las relaciones comerciales y aumentan el riesgo de que
problemas pequeños se agraven y crezcan.
Entre los desafíos más comunes están el establecimiento de operaciones y proyectos en el país, los obstáculos para las fusiones y adquisiciones de compañías
locales, las dificultades para ganar licitaciones públicas
y la resistencia de las entidades gubernamentales responsables de aprobar los proyectos.
A nivel operativo, las empresas chinas deben lidiar
con varios actores en los países con los que establecen relaciones comerciales. Según el tipo de industria,
a los inversionistas chinos se les dificulta relacionarse
con sus trabajadores y contratistas, con autoridades
gubernamentales y comunidades locales, con ambientalistas y grupos indígenas, entre otras entidades
afectadas. Además, deben afrontar problemas de delincuencia e inseguridad en áreas remotas y peligrosas
en las que operan, particularmente en sectores como
la minería, el petróleo y la construcción.
En casos concretos, empresas chinas que pretendían establecerse en Latinoamérica han tenido episodios sumamente complicados. Por ejemplo, en 2011, trabajadores
chinos de la empresa petrolera Great Wall Drilling, filial
de cnpc, fueron secuestrados en Caquetá, Colombia.
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En los últimos años, el gobierno chino ha mostrado
constantemente —aunque no siempre de una manera
bien coordinada— su disposición de luchar para promover los intereses de sus ciudadanos, sobre todo en
sectores estratégicos como alta tecnología, manufactura de alto valor agregado, petróleo, minerales y el sector alimenticio. Es probable que conforme aumenten en
la región las empresas chinas con intereses por proteger, así como los conflictos y los desafíos que suscite
su llegada, el gobierno de China se encontrará con exigencias cada vez más complicadas sobre cómo abogar
por los intereses de sus empresas, de sus ciudadanos y
de las comunidades de origen chino en América Latina.
VISIONES COMUNES ENTRE SOCIOS
DESIGUALES
En los próximos años, la presencia comercial y de inversión china en Latinoamérica seguirá siendo parte de una
política exterior de apoyo al mundo en desarrollo. Junto con África, América Latina ocupa ya un lugar central
dentro de esta estrategia de cooperación Sur-Sur, que
sigue la doctrina del desarrollo pacífico, y los principios
del nuevo concepto de seguridad basado en el fomento
de la confianza a través del diálogo y la cooperación.
Con estas directrices, Beijing desea fortalecer la confianza mutua en política; la cooperación y beneficios comunes en economía y comercio; el aprendizaje mutuo mediante intercambios culturales y de personas; la estrecha
colaboración en temas internacionales, y la promoción
de la cooperación y las relaciones bilaterales.
Recientemente, dentro del marco general de cooperación entre China y Latinoamérica, destacan las estrechas relaciones con Cuba y Ecuador, así como las
El acercamiento
de China a Latinoamérica
también ha implicado
un acercamiento
entre los propios países
latinoamericanos
asociaciones estratégicas con Argentina, Brasil, Chile,
México, Perú y Venezuela. En sus relaciones con la
región como bloque, China también participa como
miembro observador del Banco Interamericano de
Desarrollo (bid) desde 2009, de la Asociación Latinoamericana de Integración (aladi) desde 1994, de la Organización de Estados Americanos (oea) desde 2004 y
como socio de diálogo permanente de la Comunidad
del Caribe (Caricom).
En la agenda multilateral, China ha identificado puntos
de coincidencia con varios países de Latinoamérica en
el combate al cambio climático, al tiempo que asume
una posición más responsable en la gobernanza mundial a su propio estilo. En septiembre de 2014, durante
la Cumbre sobre el Clima de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), mientras que México destinaba 10 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima y Brasil anunciaba resultados en la lucha contra la
deforestación del Amazonas, Barack Obama y el vicepresidente chino Zhang Gaoli se propusieron formular
nuevos compromisos para combatir el calentamiento
de la atmósfera.
En particular, Zhang se comprometió a duplicar la ayuda de su país a la cooperación Sur-Sur en materia de
cambio climático y a reducir en 40% las emisiones de
dióxido de carbono para 2020. Es el compromiso chino
más estructurado desde 2012, cuando en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) el exprimer ministro chino Wen Jiabao
anunció la iniciativa de ayuda financiera y cooperación
contra el cambio climático junto con otros 41 Estados.
El otro tema importante de la agenda multilateral en
el que se han dado coincidencias entre China y Latinoamérica es la posible reforma de la onu. No obstante,
si bien existe un consenso internacional general sobre la necesidad de implantar un mejor esquema de
representación y aumentar la eficacia de las labores
de los organismos de la onu, desafortunadamente el
tema de la posible reforma del Consejo de Seguridad
no parece ser un punto de coincidencia entre China y
Latinoamérica como bloque.
Al respecto, la razón principal de las discrepancias es
la propia falta de consenso en América Latina, ya que
en la región chocan dos grupos con distintas visiones
sobre la reforma de la onu: los países que simpatizan con el grupo Unidos por el Consenso —Argentina, Colombia, Costa Rica y México— y Brasil, que es
afín al Grupo de los Cuatro. En este sentido, parece
improbable que China, como miembro permanente
del Consejo, acepte la solicitud de Brasil de tener un
asiento permanente ( junto con la de Alemania, la India y Japón). En cambio, China podría inclinarse por
una mayor representación de Latinoamérica sin las
prerrogativas de ser miembro permanente o tener
veto, ya sea apoyando a Unidos por el Consenso o a
un bloque más representativo de la cooperación SurSur como el g-77, aunque tal medida también parece
poco probable ante la ya concreta cooperación financiera de China con los brics.
UN VISTAZO AL FUTURO
Las actividades de China en Latinoamérica, como parte de su proyección mundial, tienen efectos importantes en la región, en Estados Unidos y en los asuntos
internacionales. La combinación de la entrada de productos chinos y las ventas de productos primarios a
China está cambiando la estructura económica de los
países latinoamericanos y caribeños, lo cual ha creado
oportunidades de negocios y ha relegado a los que no
pueden adaptarse a la competencia.
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Con la desaceleración del crecimiento chino, no sólo ha
habido un impacto económico en países como Brasil,
Chile y Perú —que se han beneficiado en los últimos
años por enfocarse en exportaciones de materias primarias a China—. Además, es probable que se produzca un
cambio en el debate entre quienes vean una mayor interacción con China como un beneficio y quienes la vean
como una empresa riesgosa para sus propios países.
La interacción con China y con otros países de Asia
también transforma la región de otras maneras. Por
ejemplo, se ha impulsado la expansión de la estructura
portuaria de los litorales del Pacífico, así como las autopistas y vías ferroviarias que conectan a ambos océanos con el interior del continente. Como parte de este
proceso, se han conectado partes del continente que se
encontraban aisladas (como la región de Madre de Dios
en Perú) y han surgido actores diferentes a los tradicionales, desde inmigrantes económicos y mineros informales hasta narcotraficantes. En consecuencia, esto ha
generado nuevas tensiones sociales y desafíos para los
gobiernos y sus fuerzas de seguridad pública.
El acercamiento de China a Latinoamérica también ha
implicado un acercamiento entre los propios países latinoamericanos. Brasil ha adquirido un nuevo interés
en sus vecinos y en otros países no necesariamente
colindantes con la costa del Pacífico, Centroamérica y
el Caribe. Estas acciones tienden a cambiar el antiguo
equilibrio político y comercial en la región y explican
proyectos como el canal de Nicaragua (como una alternativa a Panamá) y el megapuerto de Mariel en Cuba.
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Probablemente, la participación china en estos proyectos
incida en el reacomodo político del Caribe, donde conviven países proccidentales como Colombia y México, los
países caribeños de alba —como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Dominica— y antiguas colonias europeas como
Guyana y Surinam. No obstante, este nuevo mapa estratégico de la región no sólo incluye a China, sino también
a otros actores importantes como la India, Japón y Rusia,
quienes algunas veces estarán en competencia y otras
colaborarán para alcanzar objetivos comunes.
Por último, para Estados Unidos este nuevo escenario
representa un cambio radical, caracterizado por una
pérdida de influencia que ha mermado su capacidad
para instaurar en la región su concepto de democracia, libre mercado y derechos humanos. Esta situación
también se ha reflejado en su fracaso para incorporar
a los países de la región en coaliciones que actúen en
otras partes del mundo, como la campaña contra el
Estado Islámico de Irak y Siria o en las sanciones contra
Rusia por sus acciones en Ucrania.
De cualquier forma, la participación económica del
gigante asiático en América Latina y su nuevo papel
en la política regional implica que Washington ya no
puede presumir un “dominio” exclusivo de la región
para imponer su modelo económico, ni su agenda
política ni sus prerrogativas sobre derechos humanos, seguridad o cooperación. Latinoamérica ya no
es el patio trasero de nadie, sino que va a asumir una
nueva posición en un mundo complejo que está todavía por definirse