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La imperfección perfecta:
Aspiración a la Budeidad
Tener metas puede conducirnos en una dirección positiva. En el proceso
de luchar por metas, vemos desplegarse ante nosotros parte de nuestro
potencial desconocido. Conforme progresamos, aunque sólo sea un poco,
tenemos una sensación de realización y entusiasmo. “¡Vaya, estoy
avanzando!”. Esta sensación de avance contribuye a nuestra felicidad.
El Budismo enfatiza el valor de las metas. El logro de la Budeidad –ser
absolutamente feliz– es la meta fundamental de nuestra práctica budista.
Nuestra “aspiración a la Budeidad”, por consiguiente, es el punto de
partida de nuestra práctica budista; significa reconocer nuestro innato
potencial para la Budeidad y decidimos desarrollarlo mientras ayudamos a
otros a hacer lo mismo. Un bodhisattva es alguien que hace esto, que
está esforzándose constantemente hacia la meta de la obtención de la
iluminación o bodhi.
En su Tratado sobre el Sutra de la perfección de la sabiduría,
Nagarjuna, un erudito budista indio del siglo II ó III, discute los tres
tipos de iluminación –la iluminación de los que “escuchan la voz”, de
los que “han comprendido la causa” y de los budas. La iluminación de un
Buda es el supremo bodhi, es decir, la insuperable sabiduría de Buda.
Quienes se esfuerzan por alcanzar la sabiduría de Buda son llamados
bodhisattvas.
Se dice que los bodhisattvas hacen cuatro grandes promesas en su
práctica budista hacia la iluminación. Estas son:
1) salvar a innumerables seres vivientes;
2) erradicar incontables deseos mundanos;
3) dominar inmensurables enseñanzas budistas; y
4) alcanzar la suprema iluminación de un Buda.
Dicho de otra manera, al empezar su jornada hacia la verdadera
felicidad, los bodhisattvas deciden:
1) ayudar a otros a ser felices;
2) superar sus propias ilusiones y debilidades;
3) buscar la sabiduría del Budismo con lo mejor de su capacidad; y
4) nunca perder de vista su meta fundamental de alcanzar la Budeidad.
A este respecto, Nichiren Daishonin dice:
“Invariablemente los bodhisattvas hacen cuatro grandes promesas, pero
sin cumplir la primera, que es la de salvar a todos los seres vivientes,
no pueden cumplir la cuarta, que es la de lograr la iluminación suprema”
(Gosho Zenshu, pág. 522).
El Daishonin sugiere que nuestros esfuerzos altruistas para orar y
esforzarnos por la felicidad de los demás son cruciales para nuestra
propia felicidad.
Nosotros comenzamos una práctica budista resuelta y diligente debido a
nuestra oración diaria y nuestro estudio budista, pero conforme pasa el
tiempo, nuestra “aspiración por la iluminación” inicial tiende a
desvanecerse, especialmente cuando experimentamos decepciones. Asimismo,
luego de superar un obstáculo, o cuando las cosas van particularmente
bien, tendemos a relajarnos en nuestra resolución de continuar
practicando el Budismo. Esto es como empezar a ascender la montaña más
alta del mundo y abandonar el intento desalentados por el primer paso de
ascenso, o como sentirse satisfecho con llegar a una pequeña loma a
mitad de la subida.
Con relación a esto, el Daishonin dice:
“Muchos oyen hablar de este sutra y lo aceptan, pero pocos mantienen la
fe cuando surgen grandes obstáculos. Aceptar es fácil; mantener es
difícil. Pero la Budeidad yace en continuar la fe. Quienes abracen este
sutra deberán estar preparados para enfrentar dificultades. Sin embargo,
es seguro que ‘obtendrán rápidamente el supremo camino de la Budeidad’.
‘Mantener la fe’ significa abrazar Nam-myoho-renge-kyo, la enseñanza por
la cual todos los budas del pasado, presente y futuro alcanzan la
iluminación” (Los principales escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1,
pág. 127).
En el curso de nuestra práctica, encontramos diversos obstáculos y
dificultades. Ser un budista no significa ser inmune a los altibajos de
la vida; más bien, significa tener una poderosa herramienta para
despertar nuestro supremo potencial de la Budeidad y superar nuestros
obstáculos. Cuando equivocamos la meta de nuestra práctica budista como
el pensar en no tener obstáculos, resulta fácil sentirse confundido y
desalentarse por los conflictos y los desafíos que se presentan en la
realidad. Por esta razón, es importante entender la verdadera meta de la
práctica budista como un proceso dinámico de desarrollo del estado de
vida, en el cual podemos superar cualquier obstáculo mediante el coraje,
la sabiduría y la misericordia.
Nosotros, en un sentido, constantemente estamos alcanzando la cima de
nuestra práctica budista, dado que el logro de la Budeidad no es una
condición estática que alcanzamos de una vez y para siempre. Con cada
paso hacia delante, nuestra Budeidad se hace más fuerte, más
profundamente enraizada en nuestra vida. De modo que lo más importante
es “continuar”, como dice el Daishonin. Sea que practiquemos el Budismo
o no, siempre tendremos algunos desafíos. Pero conforme continuamos
practicando el Budismo y construyendo nuestro poder interior,
desarrollamos la confianza en que nuestra vida estará fundamentalmente
segura a pesar de lo que suceda; y disfrutaremos de cada momento
mientras trabajamos por la felicidad de los demás.
Para continuar nuestra práctica budista, sin embargo, debemos renovar
constantemente nuestra “aspiración por la Budeidad”. Nuestra
determinación para continuar practicando el Budismo y fortaleciendo
nuestra naturaleza de Buda es la fuente de una vida iluminada y una
verdadera felicidad. Mientras estemos vivos, siempre tendremos problemas
de algún tipo. En este sentido, seguiremos siendo “imperfectos”. Pero,
en tanto continuemos practicando el Budismo, podemos trascender
constantemente nuestro yo imperfecto, creciendo siempre en nuestra
capacidad para desafiar los obstáculos. Este proceso de eterno progreso
e interminable autotrascendencia es, en sí mismo, la obtención de la
Budeidad; es un estado de “imperfección perfecta” en el que podemos
disfrutar de cada momento de nuestra vida.
Publicado en la Revista Living Buddhism, pág. 6. Septiembre 2000
Por Shin Yatomi
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