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Capítulo II. 3: LA 1ª REPÚBLICA
La Convención Girondina (1792-1793)
La Convención Jacobina (1793-1794)
El Directorio (1795-1799)
El encumbramiento de Napoleón.
1- La Convención Girondina (1792-1793)
Una vez derrocada la monarquía, se empezará a redactar una nueva Constitución que no será promulgada hasta 1793. En
ella se establecía la República como forma de Estado, en la que una nueva cámara, la Convención Nacional ejercería un
fuerte poder legislativo. Esta cámara sería elegida por sufragio universal masculino; aunque se levantaron voces para
que la mujer tuviera derecho al voto e igualdad legal frente al hombre, no fueron escuchadas. El poder ejecutivo sería
ejercido a través de Comités (temporales y revocables) que tendrían que abordar los temas para los que la Convención les
comisionara. El más importante de todos será el Comité de Salvación Pública, que ejerció como gobierno provisional y
cuya misión era salvar la Revolución. El poder judicial lo ejercerían Tribunales revolucionarios y Jurados Populares
designados por la Convención o por las Comunas. Entre las leyes desarrolladas por la Convención destacan la abolición
de la esclavitud y de la tortura, el matrimonio civil, el divorcio, el reconocimiento de los derechos de asociación y huelga,
los impuestos progresivos y el derecho a la educación pública. Los grupos políticos más importantes de la cámara serán
en un primer momento los girondinos y más tarde los jacobinos, aunque ninguno de ellos alcanzó una mayoría suficiente
como para gobernar (controlar el Comité de Salvación Pública) solos, por lo que tenían que contar con una gran masa de
diputados indecisos de centro (“El Llano”) que daban su apoyo alternativamente a los primeros o a los segundos.
Mientras se producía el cambio político, los ejércitos Austria y Prusia, avanzaban de forma inexorable hacia París, por lo
que se decidió la Creación del Ejército Voluntario, en el que se mezclaban los uniformes blancos de los antiguos
soldados del rey y los azules de los nuevos reclutas. Estos dos colores más el rojo (“la sangre derramada por la libertad”)
formarán la “bandera tricolor”, símbolo de la nueva Francia. Miles de voluntarios de todo el país se unieron al nuevo
ejército, un grupo de ellos procedente de Marsella, se unirá a la defensa de París cantando una canción que se convertirá
en el himno revolucionario hasta los primeros años del siglo XX (ver texto. Cuadrarse y cantar “La Marsellesa”). Este
ejército combatiendo bajo la bandera tricolor y entonando “La Marsellesa”, con más entusiasmo que experiencia,
conseguirá su primera victoria en la Batalla de Valmy, que marcará un punto de inflexión en la guerra. Los ejércitos
invasores serán obligados a retroceder más allá de las fronteras de Francia.
Una vez conjurado el peligro de invasión, la Convención tuvo que decidir sobre la suerte de Luís XVI. Tras una reñida
votación (un voto de diferencia) se aprobó la Ejecución de Luís XVI en la guillotina, a la que siguió la de su mujer Maria
Antonieta (enero de 1793). Los jacobinos y Robespierre fueron los máximos impulsores de la medida, justificándola por
la traición del rey a su pueblo. También se trataba de “quemar las naves”, la ejecución de Luís XVI impedía cualquier tipo
de acuerdo o componenda con las potencias absolutistas, que llevara a los revolucionarios a renunciar a lo conseguido
hasta entonces (ver texto). El resultado de la ejecución fue la Ampliación de la 1ª Coalición, a la que se unieron casi
todos los reinos de Europa (a Austria y Prusia, se añadieron Gran Bretaña, España, Portugal, Holanda, Saboya, Nápoles y
casi todos los Estados italianos y del Imperio Alemán). Francia fue invadida de nuevo por todas sus fronteras, mientras
los girondinos, desbordados por la situación, perdían el control de la Convención Nacional, que encargará a Robespierre
la dirección del Comité de Salvación Pública.
2- La Convención Jacobina (1793-1794)
Cuando los jacobinos llegaron al poder, la situación de la Francia revolucionaria era desesperada y tuvieron que hacer
frente a grandes problemas, como la guerra, el hambre, la desorganización del país y la contrarrevolución. Lo hicieron de
forma enérgica y contundente, resolviendo en mayor o menor medida estos gravísimos problemas, es decir salvaron a la
Revolución, pero a costa de convertirla en una dictadura, como por otra parte ellos mismos habían advertido que ocurriría.
La Convención Jacobina, constituye el período más radical de la revolución y en el que se producen cambios más
profundos y leyes más avanzadas, pero es también su etapa más sangrienta y violenta, por lo que la actuación de los
jacobinos ha sido siempre motivo de polémica entre historiadores y políticos.
En 1793 se decía que solo París y una ¼ parte de Francia luchaban contra el resto del mundo. Los jacobinos refundarán
la fuerzas armadas con la Creación del Ejercito Revolucionario realizada por Carnot. En él se establecerá el servicio
militar obligatorio, entendido como un deber y un derecho de todos los ciudadanos franceses. Esto permitirá la
Movilización General por quintas (de forma igualitaria) y levantar un ejército de cerca de 1.000.000 de soldados que
equilibrará las fuerzas con las tropas invasoras. Además se incorporaron nuevas tácticas apropiadas a soldados sin
experiencia (formación en columna, empleo masivo de la artillería...) y los ascensos por méritos y no por extracción
social. La actuación de los generales estaría vigilada por Comisarios enviados por la Convención, para evitar traiciones y
deserciones. Esta reforma convertirá al ejercito francés en una maquinaria bélica invencible, que no solo conseguirá
expulsar de nuevo a los invasores, sino que inicia las primeras conquistas de la época revolucionaria como Bélgica,
Renania, Saboya, Niza y Holanda, donde se creará la primera “República Satélite” (República Bátava, 1794). Sin
embargo, las necesidades bélicas obligaron a recurrir a la leva en masa y a las requisas de alimentos para el ejército, lo
que creó un gran malestar entre el campesinado, principal perjudicado por estas medidas.
Por otro lado, en su intento de que la Revolución no solo realizara cambios políticos, sino que significara una renovación
total de la sociedad francesa, cambiaron el calendario gregoriano (de creación católica) vigente entonces y en nuestros
días, por el Calendario Revolucionario, vigente en Francia hasta 1806 (ver texto y explicar). Algunos hechos
fundamentales de la Revolución francesa como el 9 termidor, el 13 vendimiario y el 18 brumario, son conocidos por las
fechas que marcaba dicho calendario. Los jacobinos eran deístas y despreciaban por igual el ateismo (lo consideraban
decadente, egoísta y propio de nobles) y el catolicismo (lo consideraban irracional, supersticioso e interesado), por lo que
intentaron crear una nueva religión (“Culto a la Diosa Razón”) basada en ideas racionales y que pudiera ser asumida por
el pueblo. La nueva religión fue presentada en la Fiesta del Ser Supremo, en la que Robespierre quemó una estatua que
representaba el ateismo. No tuvo mucho éxito. Durante esta época también se dieron los primeros pasos para la adopción
del sistema métrico decimal. Los cambios sociales producidos por los jacobinos, tuvieron su repercusión en aspectos
externos de la sociedad como las costumbres, las diversiones o la moda (pantalones largos para hombres, vestidos de
inspiración clásica para las mujeres...), que abandonó la sofisticación alcanzada durante el siglo XVIII.
Los jacobinos, además, impusieron la instrucción obligatoria.
También establecen una nueva organización del estado: en cinco años Francia había pasado por tres regímenes políticos
distintos (monarquía absoluta, monarquía parlamentaria y República), sin que hubiera dado tiempo a establecer una
administración estable y operativa, por lo que la desorganización del país era absoluta. Así, los jacobinos crean una nueva
división territorial y administrativa del país, más racional y centralista, dividiéndolo en departamentos (territorios
pequeños y con poca autonomía) en los que las leyes y su relación con el poder central eran igualitarias. Estos
departamentos serán dirigidos férreamente desde París, principal feudo “montañés” ya que siempre controlaron su
Comuna.
Asimismo impulsan algunas de las medidas sociales más atrevidas de la revolución. La guerra (y todo lo que suponía:
requisas, escasez de mano de obra, destrucción de cosechas, dificultades de transporte...) trajo de nuevo el hambre a
Francia. Los jacobinos intentaron que todos los franceses pudieran alcanzar un nivel de subsistencia mínimo con la
fijación de precios máximos para el trigo y de salarios mínimos proporcionales al precio oficial del pan. Esta medida
beneficiaba sobre todo a las clases populares urbanas, principal apoyo de los jacobinos, pero perjudicaba a los
campesinos propietarios y a los comerciantes, que empezaron a ocultar el trigo a las autoridades, para venderlo en el
“mercado negro” a precios muy superiores a los oficiales, agravándose así los problemas de escasez y desabastecimiento.
La reacción de los jacobinos, fue la persecución de estos “estraperlistas” o “especuladores” para los que se decretará la
pena de muerte en la guillotina. También intentaron redistribuir la riqueza de los franceses a través de los impuestos
progresivos: los más ricos pagan un % mayor de sus ingresos, impuestos que serán empleados para garantizar un mínimo
de subsistencia a los más pobres a través del Servicio Público.
El aspecto más complicado del mandato de los jacobinos fue la lucha contra la oposición o “contrarrevolución”. Desde
sus primeros días, la Revolución se había enfrentado con los “realistas” y los “emigrados” y más tarde (1792) con los
monárquicos, a los que se unían ahora los girondinos, en desacuerdo con la política jacobina y con su desplazamiento del
poder. Esta oposición política cada vez más activa, organizó sublevaciones contra la revolución en distintas regiones de
Francia (“La Vendee”, Lyon, Normandía, Marsella...) y empezó a asesinar a dirigentes de la Convención (terrorismo
contrarrevolucionario), siendo el Asesinato de Marat cometido por Carlota Corday, el más sonado de ellos. En
respuesta los jacobinos dejaron en suspenso la Constitución y sus garantías e iniciaron una feroz persecución de la
oposición interna en un período de diez meses al que se conocerá como “El Terror”. Los Comisarios de la Convención
como Fouche (futuro jefe de policía de Napoleón y de Luís XVIII) o Bonaparte, recorrieron Francia sofocando a sangre y
fuego los levantamientos contrarrevolucionarios. Se establecieron Tribunales Revolucionarios que tras un rápido juicio
enviaban a los condenados a la guillotina. De esta manera se intentaba también evitar las matanzas indiscriminadas de
prisioneros que habían caracterizado a los primeros momentos de la Revolución. Se calcula que durante “El Terror”
fueron guillotinados entre 10.000 y 40.000 franceses entre opositores políticos (”realistas”, monárquicos, girondinos),
desertores, especuladores y curas refractarios. La guillotina alcanzó también a algunos “montañeses” como a Dantón (por
moderado) o a Hebert (por radical). Estas últimas ejecuciones, socavaron el apoyo que daban muchos “san-culottes” a los
jacobinos.
En julio de 1794, la Revolución se había salvado y los jacobinos habían resuelto en mayor o menor medida los serios
problemas a los que se habían enfrentado. Pero deseaban mantener el Estado de excepción (suspensión de garantías
constitucionales) para profundizar en los cambios iniciados o para perpetuarse en el poder. Un grupo de diputados de “El
Llano” junto a un sector del ejército, empezó los preparativos de un golpe de Estado contra los jacobinos. Cuando
Robespierre se dirigía a la Convención Nacional para solicitar su confianza para seguir al frente del Comité de Salvación
Pública, fue herido de un disparo realizado por un diputado conjurado, mientras el ejército irrumpía en la sala y detenía a
los diputados jacobinos. Al día siguiente Maximilien Robespierre (llamado “El Incorruptible”) y otros 21 dirigentes
jacobinos fueron guillotinados sin juicio previo. (9 Termidor)
La Convención Termidoriana solo fue un período de transición mientras los diputados que habían participado en la
conspiración preparaban un nuevo régimen político (El Directorio), entrando la Revolución a partir de este momento en
una fase mucho más conservadora, marcada por el control político de la Alta Burguesía, que alcanzará en esta etapa sus
principales objetivos. Muchas de las medidas tomadas por los jacobinos fueron eliminadas; las económicas fueron de
corte liberal y supusieron, entre otras cosas, la eliminación de los salarios mínimos y la supresión del precio máximo del
trigo, lo que provocó motines de hambre en algunas ciudades, reprimidos duramente por el ejército. Los clubes y
asociaciones políticas fueron prohibidas.
Los partidarios de “La Montaña” tardaron en reaccionar debido a la pérdida de popularidad sufrida por los jacobinos, y
cuando lo hicieron sufrieron una feroz represión acompañada de Ejecuciones masivas de “montañeses”; miles de
radicales y “sans-culottes” fueron guillotinados en lo que se conoce como “El Terror blanco”. Se decretará la
Prohibición de La Marsellesa, considerada a partir de ahora como un himno jacobino, y se producirá la Supresión de la
Comuna de París, institución dominada siempre por los “montañeses” que será sustituida por un Prefecto designado por
el gobierno.
3- El Directorio (1795-1799)
En septiembre de 1795 se promulgo una nueva constitución conocida como Constitución del año III, ya que se seguía
usando el Calendario Revolucionario. En ella el poder ejecutivo lo componía un Directorio de cinco personas (gobierno
de “los mejores”) que resultó ser una institución débil y poco operativa. El poder legislativo sería bicameral, con un
Consejo de Ancianos, formado por los antiguos diputados de la Convención Termidoriana (250 diputados vitalicios) que
se aseguraban así de por vida un cargo político, y el Consejo de los 500 elegido por sufragio censitario e indirecto muy
restrictivo. Se mantuvieron los tribunales y jurados para ejercer el poder judicial.
El Directorio resultó un régimen profundamente corrupto, en el que muchos políticos y empresarios aprovecharon para
amasar grandes fortunas. Además siempre estuvo amenazado por la inestabilidad, ya que continuaba la Guerra contra la 1ª
Coalición y los levantamientos de inspiración jacobina o monárquica. Solo el ejército era capaz de hacer frente a estas
amenazas por lo que le convertirá en la única institución con prestigio social y merecedora de cierto respeto en este
régimen. Fue capaz de contener a la oposición política mientras seguía consiguiendo victorias en el exterior, lo que
llevará a la firma de la Paz de Basilea (1795), por la que España y Prusia abandonaban la coalición antifrancesa. En
1796 España y Francia firmarán el Tratado de San Ildefonso (1796), por el que volvían a su tradicional alianza contra
Gran Bretaña, pese a tratarse de una Monarquía absoluta y una República burguesa.
El ejército era además la institución en la que la movilidad social era más posible. Cualquiera que ingresara en él podía
ascender rápidamente (si sobrevivía) demostrando valor, inteligencia, capacidad y/o liderato, ya que el continuo estado de
guerra y las bajas en la oficialidad, permitían ascensos meteóricos. Quizás el ejemplo más claro sea el del padre del
escritor Alejandro Dumas, quien pese a ser mulato e hijo de esclava, alcanzó el grado de general durante la Revolución,
algo completamente impensable en tiempos del Antiguo Régimen. De entre estos militares emergentes, uno empezará a
destacar sobre todos los demás: Napoleón Bonaparte.
4- El encumbramiento de Napoleón
Napoleón (Ajaccio. Córcega 1769. Santa Helena 1821) nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza corsa poco
después de que la isla pasara a manos francesas tras pertenecer a Aragón, Génova y a un breve período de independencia.
Su origen hidalgo (solo los nobles podían ser oficiales del ejército), le permitirá seguir la carrera militar en París donde se
forma como artillero. Allí se pondrá en contacto con las ideas de la ilustración y cuando estalla la revolución mostrará
simpatías por los jacobinos aunque siempre mostró un claro rechazo por los desórdenes y falta de disciplina de los “Sans
Culottes”.
En 1793 actuó como Comisario de la de la Convención Jacobina en la reconquista del puerto de Tolón, alcanzando el
grado de general de brigada con solo 24 años. Esta actuación le valió la cárcel tras la caída de los jacobinos y le podría
haber costado la vida, de no ser por la intervención de su por entonces amante, Josefina de Beauharnais. Rehabilitado por
El Directorio, se hace cargo de la guarnición de París, al frente de la cual aborta un Levantamiento monárquico en
octubre de 1795 (13 Vendimiario) lo que le convierte en una pieza clave para El Directorio.
Campaña de Italia (1796-1797) Austria había ocupado el norte de Italia, desde donde amenazaba los nuevos territorios
franceses (Saboya y Niza). Cuando Napoleón se hace cargo del ejército del sur, este se encontraba desmoralizado, mal
equipado, mal dirigido y al borde de la derrota. Tras reorganizarlo desarrollará una impresionante campaña, en la que tras
derrotar a cuatro ejércitos austriacos, se planta a las puertas de Viena. Austria se verá obligada a firmar la Paz de
Campoformio, que dejaba en manos de Napoleón, la mitad el norte de Italia. Allí fundará nuevas “Repúblicas satélite”
(Repúblicas Cisalpina -Milán- y Ligur -Génova- y más tarde Helvética –Suiza-, Romana -Estados Pontificios- y
Parteneuropea –Nápoles-) a las que trasladará los cambios operados en Francia. Los tributos que exigió a los reinos
derrotados, salvarán al Directorio de una inminente bancarrota. La popularidad de Napoleón, convertido en un héroe,
creció como la espuma
Campaña de Egipto (1798-1799) A Francia ya solo le quedaba un enemigo, Gran Bretaña, cuyo poder se basaba en su
poderosa marina, su comercio y su imperio colonial. Napoleón elabora un ambicioso plan para atacar la India, principal
colonia británica. Debía conquistar Egipto (sultanato del Imperio Otomano, aliado de Gran Bretaña) y desde allí lanzar un
ataque por tierra hasta la India, como ya hiciera Alejandro Magno en la antigüedad clásica. Para ello contó con la ayuda
de la marina española, que se enfrentó a la británica en la Batalla del Cabo de San Vicente, lo que permitió a Napoleón
conquistar Malta y desde allí desembarcar en Egipto. Derrotará a las tropas del sultán (los mamelucos) en la Batalla de
las Pirámides (“Soldados”: desde lo alto de esas pirámides....”), conquistando Egipto (francés hasta 1802). Napoleón
introducirá en este Estado feudal, profundas reformas, modernizando su administración y su economía. También destacan
de este período, las investigaciones arqueológicas (Champollion) y el expolio artístico que se produce que hoy podemos
admirar en el Museo del Louvre. Pero la marina británica al mando del almirante Nelson una vez que derrotó a la armada
española, llegó hasta Egipto, destruyendo la flota francesa en la Batalla de Abukir. Pese a encontrarse aislado, Napoleón
continuó adelante con su plan, avanzando hacia el norte por la costa del Líbano, donde fue atacado por las tropas turcas y
la marina británica, perdiendo casi toda su artillería en la Batalla de San Juan de Acre. Esta derrota unida a una
epidemia de peste que diezmó su ejercito, hicieron inviables sus planes y convirtieron la campaña en un auténtico
desastre. Aun así, Napoleón y sus aliados en Francia, supieron “vender” la Campaña de Egipto en la prensa francesa
como una gran hazaña, por lo que no solo no perdió popularidad, sino que ésta aumentó.
Mientras, las potencias europeas aprovechando el bloqueo de Napoleón y su ejército en Egipto, organizarán la 2ª
Coalición (Gran Bretaña, Austria, Rusia, Nápoles, Imperio Otomano y Portugal) una amenaza que difícilmente podría
resistir el cada vez más débil Directorio. Napoleón abandonará a su ejército en Egipto y tras burlar el bloqueo de la
marina británica, llega a Francia en noviembre de 1799, donde con la ayuda de sus colaboradores dentro del régimen
(Fouche, Talleyrand, Luciano Bonaparte) organizará un golpe de Estado que hará caer El Directorio y le llevará al poder
(18 Brumario).