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SEMBLANZA DE ANTONIO BACHS S.J.
Antonio, nuestro querido Antonio, era - es un gran HOMBRE: de tamaño, de
corazón, de empeño y de fe.
Recoger una semblanza es una tarea apasionante y difícil a la vez. Muchos años
entre nosotros, una vida intensa, un corazón roto ya, de tan lleno, y tan
entregado.
Quizás es una posibilidad abrir alguna página del diario de su vida, y mirar más
allá de las palabras, las vivencias que derramó y lo que Antonio nos deja.
1. Llegó a Perú con 18 años, ¿con cuántos sueños de cambiar el mundo? ¿Con
cuánta fuerza de fe y entrega recién estrenada y dispuesta a derramarla? Y
también con cuanta ruptura: de su tierra, de su querida familia, de sus
compañeros…, con un océano por el medio que entonces era más grande,
más infranqueable. ¡Qué valiente Sí de juventud!
2. La alegría y buen humor, compañeras de su vida, expresadas en una sonrisa
permanente, en un abrazo a los niños, en una broma y en su mantra “es
fundamental el buen humor”, encontraron su fórmula ideal en FE Y
ALEGRÍA, que la construyó desde el principio en el Perú, que le dio
consistencia en tantos edificios y que la fecundó con su espíritu.
Su terquedad, su empeño, su ilusión, eran capaces de vislumbrar entre un
arenal un colegio, trazar planos, volver a corregirlos y luego compartirlos
con su gran amigo Estremadoyro.
De las noches de insomnio cuando los planos no cuadraban, cuándo el
dinero no llegaba, cuando un permiso se retrasaba, eso solo lo sabrá él y el
Señor de su vida.
3. Como “Compañero de Jesús” era un compañero de camino, para los niños
en sus abrazos, bromas, sonrisas, fotos; para las religiosas una palabra de
apoyo, confidente seguro, el amigo; con las autoridades públicas en la tarea
de la educación, un luchador, ¿incómodo quizá?, pero para él el rostro de
los pobres, de los niños le hacían ponerle voz a tantos sin voz con los que
él trataba.
4. Una llamada inesperada de Antonio a cualquier comunidad: Voy a celebrar
con ustedes la misa, con dos, o tres, con las que estén pero en cualquier
caso es la misa comunitaria. Al ponerse la estola, el alba, se revestía y la
unción en sus palabras, la breve homilía hacían transparente el rostro de
Jesús, antes que hablar sus palabras, las había saboreado y rumiado en la
intimidad con Dios.
La sencilla cena compartida era una prolongación de la eucaristía, una cena
de amigos en el Señor.
5. Su agenda diaria se llenaba con cualquier acontecimiento porque él quería
estar presente en todo lo que en Fe y Alegría se viviera: aniversarios,
funerales, encuentros… Su presencia era más que presencia personal, era el
rostro de Fe y Alegría, era ir construyendo paso a paso una gran familia.
Ochenta centros hoy, cuando Antonio cierra su diario con 80 años de edad.
Seguro que en esa agenda habría alguna cita para encontrarse con sus
superiores. Antonio se acercaba como él era, con una disponibilidad abierta
y un convencimiento interior de “no me moverán”, ¿no se atrevían los
superiores? O más bien Antonio había descubierto que el Espíritu le
inspiraba que esa era la voluntad de Dios para él. Algo que siempre buscaba
en sus discernimientos como buen hijo de San Ignacio.
6. “Compañero de Jesús”, buen compañero de comunidad, hermano entre los
hermanos; en su conversación siempre traslucía el cariño, el afecto, el
sentido de fraternidad con su COMPAÑÍA DE JESÚS. Para los jóvenes tenía
una mirada especial.
Seguro que para muchos de ellos que han contactado con Antonio al
compartir la vida comunitaria o los “chapetones” españoles que venían
para la rifa, guardaran viva su semblanza.
Cerrar la agenda de Antonio, ¡cuánto nos cuesta! Nos deja muchas páginas en
blanco que tendremos que llenar para perpetuar y hacer eterna su entrega.
Hoy aquí, todos reunidos en su memoria, podemos escuchar: Sigan, sigan
adelante, luchen, busquen, pongan creatividad a la educación, hay mucho camino
por andar.
Ya Antonio sabe lo que es "ser profundamente feliz". Eso que nos deseaba a todos
en los momentos más íntimos y más solemnes, ahora es experiencia para él y por
la eternidad!
Nos preguntamos: ¿quién heredará la bolita de cristal que llevaba siempre
consigo, regalo de un niño de Fe y Alegría...? un verdadero “sacramento” que
habla de quien había entendido y guardado en el corazón, que Dios se revela a los
pobres y sencillos y a nosotros a través de ellos.
Imaginemos su abrazo con Jesús Herrero que “se le adelantó sin pedir permiso”.
Ya no mirarán a Fe y Alegría en fotografías, sino con los mismos ojos de Dios!
Confiamos en que seguirán acompañando e inspirando a Fe y Alegría del Perú,
cómo “hacer el bien y hacerlo bien”.
Lima, 19 de Enero de 2015
Parroquia Nuestra Señora de Fátima
Miraflores