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Hallado un planeta como la
Tierra en la estrella más
cercana al Sistema Solar
Recreación del planeta Próxima b. ESO / M. KORNMESSER / EL
PAÍS VÍDEO
Un nuevo exoplaneta, Proxima b, se encuentra en la zona
habitable de su estrella y podría reunir las condiciones para
albergar vida. Mirando al cielo, desde cualquiera de los
hemisferios, se pueden ver sin telescopio unas 4.500
estrellas. Esa minúscula muestra de los innumerables soles del
universo ni siquiera es representativa de los mundos que
existen. Las estrellas más abundantes, tres de cada cuatro en
la Vía Láctea, son las enanas rojas y tienen un brillo tan
tenue que no pueden contemplarse a simple vista. Ni siquiera
la más cercana de ellas, Proxima Centauri, a solo 4,5 años
luz, es visible en el cielo nocturno. Sin embargo, es en torno
a esos astros donde se empieza a plantear que, por
probabilidad, será más fácil encontrar mundos habitables.
Precisamente en esa estrella vecina, los astrónomos acaban de
encontrar un nuevo planeta que puede ofrecer una idea sobre la
naturaleza de los refugios de la vida en el cosmos, bastante
distintos de nuestro planeta o de lo que cabría imaginar si la
Tierra es nuestra referencia.
Proxima b, como han bautizado al nuevo exoplaneta, el más
cercano a la Tierra que se conoce, no ha sido observado
directamente. Los astrónomos responsables del hallazgo,
liderados por Guillem Anglada-Escudé, investigador barcelonés
de la Universidad Queen Mary de Londres, revelaron su
presencia observando a su estrella. Una pequeña anomalía en su
órbita, provocada por la influencia gravitatoria del planeta,
ha servido para deducir su presencia y alguna de sus
características. Da una vuelta alrededor de su sol en solo 11
días, y tiene un tamaño ligeramente superior a la Tierra y una
superficie sólida.
En el planeta Proxima b, el día y el año duran lo mismo: 11
días
Otra de las condiciones de este peculiar planeta es su
cercanía a Proxima Centauri. Se encuentra a un 5% de la
distancia que separa la Tierra del Sol, una proximidad que lo
convertiría en un infierno si su estrella fuese como la
nuestra, pero que la coloca en el área de habitabilidad en el
caso de una enana roja. Esto se debe a que las estrellas como
Proxima Centauri, con un 12% de la masa solar, consumen su
combustible nuclear con mucha parsimonia, tanta que en los
13.000 millones de años de historia del universo aún no ha
dado tiempo a que ninguna de ellas haya muerto aún. Con esas
características, el nuevo planeta tendría una temperatura de
40 grados bajo cero sin contar con el efecto invernadero de
una posible atmósfera, que podría elevar la temperatura sobre
aquel mundo por encima de los cero grados.
Los autores, que han publicado sus resultados esta semana en
la revista Nature, responden también a algunas dudas sobre la
posibilidad de que una enana roja cuente con planetas
habitados. Uno de los inconvenientes para la vida de estos
sistemas planetarios es que tienen que estar muy cerca de su
estrella para tener una temperatura en la que el agua pueda
existir en estado líquido. Cuando eso sucede, en gran parte de
los casos se da un fenómeno que se llama rotación sincrónica y
que podemos ver en nuestra propia Luna. El tiempo de
traslación y el de rotación se iguala y el planeta muestra
siempre su misma cara a la estrella. Esto haría pensar en un
hemisferio abrasado en el que la atmósfera se evaporase, y
otro congelado. Sin embargo, según los autores, una atmósfera
más densa que la de la Tierra permitiría matizar esas
temperaturas extremas a través de la circulación atmosférica y
la redistribución del calor.
El mundo más parecido al nuestro descubierto
astrónomos era Kepler-452b, a 1.400 años luz
por
los
Alberto González Fairén, astrobiólogo en el Centro de
Astrobiología en Madrid y en la Universidad Cornell en Nueva
York, que no ha participado en el estudio, coincide con estas
hipótesis que permitirían la existencia de vida en Proxima b,
y aporta otras. “El hemisferio del planeta expuesto a la luz
de la estrella podría fabricar nubes de alta reflectividad que
contribuirían a enfriar la superficie. Estas nubes contendrían
gran cantidad de agua y cubrirían el cielo de la cara diurna
hasta en un 80%. Además, las nubes más densas y gruesas se
formarían allí donde la luz de la estrella llegara con mayor
intensidad, aumentando así el albedo [la cantidad de luz que
refleja] del planeta. El resultado final sería un enfriamiento
notable del planeta”, señala el investigador.
Otro de los grandes problemas para la vida en un sistema
planetario presidido por una enana roja serían sus erupciones
de rayos X. Al estar tan cerca de la estrella, el planeta
recién descubierto tendrá unos flujos de rayos X 400 veces
superiores a los de la Tierra. Sin embargo, los investigadores
argumentan que varios estudios sugieren que el campo magnético
de un planeta así podría prevenir la erosión atmosférica de
este tipo de radiación. Esto puede marcar la diferencia entre
un desierto y un vergel, como han demostrado las historias
divergentes de Marte y la Tierra. En el primero, la falta de
un núcleo de hierro como el que tiene la Tierra le dejó con un
campo magnético débil que no pudo defender su atmósfera frente
a las arremetidas de los vientos solares. González Fairén
comenta además que las enanas rojas emiten “la mayoría de la
radiación ultravioleta y los rayos X en los primeros mil
millones de años de su existencia, para quedar después como
estrellas mucho menos activas”. Como la vida media de las
estrellas de masa reducida como Proxima Centauri es muy
superior a la de las estrellas de tipo solar, hay mucho más
tiempo “para la estabilidad de zonas biofavorables en sus
planetas en órbita”, concluye.
El descubrimiento, que se logró gracias a los telescopios del
Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile, forma parte del
proyecto internacional Pale Red Dot, lanzado para buscar un
planeta parecido a la Tierra en la estrella más cercana al
Sistema Solar. Hasta ahora, el mundo más parecido al nuestro
descubierto por los astrónomos era Kepler-452b, a 1.400 años
luz. La proximidad del nuevo exoplaneta ofrece una oportunidad
para estudiar con mucho mayor detalle sus características y
buscar en nuestro vecindario las primeras señales de vida
extraterrestre.
LLEGAR A OTRO SISTEMA SOLAR EN 40 AÑOS
Con la tecnología actual, serían necesarios 30.000 años para
llegar a Proxima b. Sin embargo, un grupo de científicos y
filántropos aseguran que pueden hacer llegar naves hasta el
sistema planetario más cercano a la Tierra en unas pocas
décadas. El proyecto Breakthrough Starshot, apoyado por el
científico Stephen Hawking, el fundador de Facebook, Marck
Zuckerberg, o el magnate ruso Yuri Milner, pretende
desarrollar nanonaves de unos pocos gramos. Estos artefactos
se moverían con luz láser y serían capaces de llegar al astro
en unos 20 años. Antes de eso es posible que se tarde otros 20
años en desarrollar toda la tecnología necesaria. La
iniciativa está financiada con 100 millones de dólares.
Fuente: El País