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LAS LEYES DEL DESARROLLO
ECONÓMICO ENDÓGENO DE
KALDOR: EL CASO COLOMBIANO
Álvaro Martín Moreno Rivas*
Entender es relacionar, encontrar la unidad bajo la
diversidad. Un acto de inteligencia es darse cuenta de
que la caída de una manzana y el movimiento de la
Luna, que no cae, están regidos por la misma ley.
Ernesto Sabato (1945)
E
l enunciado de una ley es un resultado de la inteligencia, una
síntesis del esfuerzo de la razón ilustrada para establecer regularidades que se detectan en la realidad natural, cultural o social. Las
leyes no son necesariamente causales y tampoco requieren o exigen
una explicación causal (Bunge, 1959). De hecho, existen leyes que
permiten explicar los fenómenos sin recurrir a secuencias de flechas
entre eventos que anteceden a los efectos. Esto es importante, pues
la explicación científica no se reduce a describir y predecir, sino que
exige identificar el mecanismo o los mecanismos consistentes con
las leyes o enunciados legales que permiten entender cómo funciona
una cosa o un sistema complejo (Bunge, 2007). En este sentido, se
puede hablar de mecanismos de bucle, como la causación circular
acumulativa, propia de los procesos sociales.
Un aspecto importante de una ley es que prohíbe que se presenten ciertos fenómenos. Por ejemplo, las leyes de la mecánica clásica
eliminan la posibilidad de que una persona se levante del piso por
sus propios medios sin impulsarse. Las leyes de la termodinámica descartan la posibilidad de construir máquinas de movimiento
perpetuo. Las leyes de la evolución biológica restringen la variedad
* Magíster en Economía, profesor de la Universidad Externado de Colombia
y de la Universidad Nacional d e Colombia, Bogotá, Colombia, [amoreno65@
yahoo.es]. Agradezco el apoyo y la generosidad del Profesor Mauricio Pérez
quien me ha brindado las condiciones para trabajar e investigar sin afanes.
También deseo expresar mi reconocimiento al Profesor Álvaro Chávez quien
me facilitó información y discutió conmigo algunos apartes de mi trabajo.
Agradezco, además, los comentarios del editor de la Revista. Fecha de recepción: 2 de mayo de 2008, fecha de modificación: 17 de mayo de 2008,
fecha de aceptación: 23 de mayo de 2008.
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de mutaciones de las especies. Las leyes del crecimiento endógeno
de Kaldor y el principio de causación circular acumulativa niegan
los procesos naturales de convergencia absoluta entre países ricos y
pobres, es decir, predicen la formación de centros y periferias que se
autorreproducen.
En este artículo se presentan de manera rigurosa las leyes del
desarrollo económico de Kaldor. Las leyes son tres: la primera es
la alta correlación entre el crecimiento del producto industrial y el
crecimiento del PIB. La segunda es la estrecha relación entre la tasa
de crecimiento de la productividad industrial y el crecimiento del
producto manufacturero. La tercera es la relación positiva entre el
crecimiento de la productividad de toda la economía y el crecimiento
del sector industrial y negativa con el aumento del empleo en los sectores no manufactureros. Estas leyes tienen una implicación directa: el
sector industrial es el motor del crecimiento. Como reconoció Kaldor
(1976), el éxito de las naciones ricas obedeció al desarrollo de su sector
industrial. El proceso se inició en Inglaterra, luego ingresaron Francia,
Alemania, Estados Unidos, Japón, los países del Sudeste Asiático, e
India y China en los últimos años. De este club se excluyen los países
del África negra y de América Latina.
Sin embargo, el desarrollo industrial no surge de manera espontánea. Se requieren intervenciones directas del Estado para garantizar
que el proceso se desenvuelva secuencial y eficientemente, es decir,
para que la estructura productiva se transforme de tal modo que vayan
apareciendo ramas productivas cada vez más complejas, por ejemplo,
industrias pesadas o de alta tecnología. Las políticas de sustitución
de importaciones y de promoción de exportaciones son instrumentos
Dos películas recientes sobre el mundo del hampa y el narcotráfico ilustran
una idea similar. No es un lugar para los débiles y Perro come perro muestran cómo
1
operan las leyes de sobrevivencia entre los delincuentes. En ambas, el móvil es
el mismo: recuperar una gran suma de dinero producto de actividades ilegales.
Quienes participan en el juego conocen las reglas y las consecuencias de ignorarlas. La ley de los asesinos a sueldo es actuar solos y no dejar cabos sueltos. En
la película de los hermanos Cohen, dos de los protagonistas desobedecen dicha
norma, la consecuencia: su muerte. En Perro come perro, la ley es no confiar en
nadie. Sin embargo, uno a uno los malandrines olvidan la ley de oro, y por ello
mueren sin redención. Peñaranda y el loco de los Cohen son hombres que se
ciñen a la ley del hampa. Pero al final, un pequeño desliz contingente por poco
le cuesta la vida al personaje interpretado por Barden, mientras que Peñaranda
descarta al hombre del teléfono, una contingencia ajena a su mundo delincuencial,
y eso le cuesta la vida. Las dos obras cinematográficas son expresión explícita
del triunfo de la ley sobre el sentimiento de los antihéroes. La ley del hampa
prohíbe la existencia de antihéroes.
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idóneos para promover la industrialización. Como siempre, el problema es establecer los puntos críticos o de inflexión, es decir, la “justa
medida” entre los niveles, la duración de la protección de las industrias
y su exposición a la competencia internacional. La historia económica
está llena de fracasos y de éxitos. Los unos explican los otros.
Así, la ISI, lejos de ser una estrategia ineficiente e inadecuada, como
dicen los defensores de la ideología del libre mercado, es más bien
[…] una escalera que se necesitó y usó activamente en la mayoría de los
países para subir hasta la cima, y que se “pateó” rápidamente cuando ya era
inútil, como observó List. Desde este punto de vista, y sea cual sea la intención, los países desarrollados que están tratando de impedir que los países
en desarrollo practiquen el fomento de la industria naciente están “pateando
la escalera” tal como, según las acusaciones de List y muchos de sus contemporáneos en Estados Unidos, lo hizo Gran Bretaña a mediados del siglo
XIX (Chang, 2004).
Trabajos recientes sobre el crecimiento económico y la ruptura de
simetría respaldan la historia no oficial de la industrialización y del
éxito económico de los países desarrollados y de industrialización reciente, y muestran rigurosamente que los viejos teóricos del desarrollo
tenían razón. La idea de que el comercio internacional genera polos
de desarrollo y de pobreza es confirmada por los modelos de fallas de
coordinación y economías de aglomeración (Matsuyama, 1996).
A diferencia de los análisis convencionales, que comparan países
diferentes, hoy se supone simetría y luego se abren las economías.
Este experimento mental se acerca más a las condiciones de despegue
del crecimiento moderno, cuando las diferencias entre países no eran
muy grandes. Lo interesante es que el equilibrio arroja un centro de
países ricos que se especializan en bienes industriales y una periferia
que se especializa en bienes primarios. Existen espacios para milagros
económicos. Un país pobre puede salir de un equilibrio bajo y saltar
al mundo de países ricos e industrializados. Pero a medida que más
países dan ese salto, los rezagados tienen menos opciones y son condenados prácticamente a un estado de pobreza que se autorrefuerza
como un “círculo vicioso”. Como dice la sentencia bíblica: “porque
al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que
tiene se le quitará”.
El artículo consta de dos secciones. En la primera se exponen los
fundamentos conceptuales y teóricos de las tres leyes del desarrollo en-
Ver mi contribución al trabajo colectivo del
Citada por Myrdal (1957).
CID
(2006).
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dógeno de Kaldor. En la segunda se presenta el análisis econométrico
y se comentan los resultados. Al final, se sintetizan las conclusiones
y las implicaciones de política en el caso colombiano.
RENDIMIENTOS CRECIENTES Y CAUSACIÓN CIRCULAR ACUMULATIVA: LA CONJETURA DE SMITH-YOUNG-KALDOR-MYRDAL
La historia de las leyes de Kaldor se remonta a los debates sobre las
consecuencias de los rendimientos crecientes dinámicos y estáticos
y sobre el papel de la demanda real en la determinación de la trayectoria de crecimiento de largo plazo de la economía. Desde muy
temprano Kaldor rechazó el paradigma neoclásico, y luego renunció
a la representación formal y matemática de las ideas de desequilibrio
y crecimiento endógeno, lo que llevó a retomar las enseñanzas de su
maestro Allyn Young (1928) y de Adam Smith (1776).
Podríamos decir que los trabajos que Kaldor publicó después de
1966 constituyen una especie de reversión de la técnica analítica. En
primer lugar, descarta el método de equilibrio por irrelevante, pues
el desarrollo económico es ante todo un proceso de desequilibrio.
En segundo lugar, complementa el enfoque de la oferta con el de la
demanda, y hace de ésta una fuerza esencial en la determinación del
ritmo de crecimiento de la economía en el corto y en el largo plazo.
Por último, opta por un análisis cualitativo antes que cuantitativo, ya
que privilegia el enunciado de leyes empíricas y busca explicaciones
endógenas y bicausales de los hechos estilizados, relegando la determinación de los valores de las variables a un lugar secundario.
Desde esta perspectiva analítica, lo importante es identificar los
mecanismos de transmisión en los procesos de cambio estructural
de las economías capitalistas. La explicación del desarrollo y del
surgimiento y persistencia de polos de crecimiento y estancamiento
exigía dejar de lado los modelos de un sector, y utilizar esquemas
multisectoriales para estudiar las interrelaciones entre los sectores con
rendimientos decrecientes (la agricultura) y con rendimientos crecientes (la industria). El sector externo entraba en el análisis como fuente
de demanda autónoma. A diferencia de los modelos de crecimiento
endógeno modernos que incorporan los rendimientos crecientes
a escala en la función de producción –siguiendo la sugerencia de
Marshall de tratarlos como un fenómeno externo a la empresa pero
Pasinetti (1983) y Thirlwall (1983 y 1987).
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interno a la industria–, Kaldor prefirió seguir la opción radical de
Young (1928) de tratar los rendimientos crecientes como un fenómeno
macroeconómico, es decir, como un resultado de la especialización y
la diversificación de los sectores y las industrias.
Su punto de partida fueron los trabajos de Adam Smith (1776)
sobre la división del trabajo y el tamaño del mercado; la generalización del teorema de Smith que llevó a cabo Allyn Young (1928),
quien señaló que la división del trabajo depende de la división del
trabajo; y los interesantes resultados que obtuvo Gunnar Myrdal
(1957) a partir de la idea de causación circular acumulativa. Estos
pensadores se opusieron, en cierto modo, a la corriente principal, y
sus ideas fueron eliminadas de los libros de texto y de la enseñanza
regular durante largo tiempo.
La idea de Adam Smith de que la fuente de crecimiento de la productividad es la división del trabajo y que ésta está determinada por
el tamaño del mercado incorporó desde muy temprano la idea de crecimiento endógeno y de los rendimientos crecientes dinámicos como
causa eficiente de la riqueza de las naciones. Allyn Young extendió el
teorema de Smith y mostró que el crecimiento es un fenómeno que
se perpetúa a sí mismo, como resultado de las fuerzas recíprocas de
la oferta y la demanda que dinamizan los procesos de transformación
estructural. La especialización y la diversificación no sólo operan en
el nivel de la empresa, sino también en niveles jerárquicos superiores, como las industrias, los sectores económicos y las regiones. Los
rendimientos crecientes son en esencia un fenómeno agregado que
se manifiesta en la gran producción más que en la producción a gran
escala de las firmas individuales.
Por esa razón, el uso de métodos capitalistas, más indirectos, es
rentable únicamente cuando aumenta el tamaño del mercado. La
acumulación de capital deja de ser una causa del crecimiento para
convertirse en un resultado; no es un factor exógeno dado sino un elemento endógeno del proceso de desarrollo y crecimiento del mercado.
Lo mismo sucede con la fuerza de trabajo y el capital humano. En
ese proceso, todo incremento de la oferta de un bien –que se produce
en condiciones competitivas de rendimientos crecientes– induce un
incremento de la demanda de otros bienes, y todo incremento de la
demanda produce un nuevo aumento de la oferta. Para que aparezca
Al parecer, el primer economista que utilizó este término fue Veblen
(1898).
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ese círculo virtuoso se requiere que los rendimientos decrecientes a
nivel micro se transformen en rendimientos crecientes a nivel agregado, por obra de las economías externas del proceso de diferenciación
industrial, mientras que las restricciones microeconómicas –costos
marginales decrecientes– se deben transformar en oportunidades
macroeconómicas, reflejadas en costos unitarios decrecientes, es
decir, en desplazamientos hacia bajo de las funciones de costos y no
tanto en movimientos descendentes sobre las curvas (Chandra, 2003
y 2004).
En otras palabras, un aumento de la oferta de un bien que se
produce con rendimientos crecientes y tiene una demanda elástica se
refuerza a sí mismo, pues a medida que aumenta la producción se reducen los costos y la competencia permite que estas economías internas
se traduzcan en economías externas pecuniarias para otras firmas o
industrias por medio de precios menores, lo que eleva los beneficios e
incentiva nuevas demandas del bien en cuestión, iniciando una nueva
ronda. Por ello, Young (1928) definió así el crecimiento endógeno:
“Aun con una población estable, y a falta de nuevos descubrimientos
de la ciencia pura o aplicada, no hay límites al proceso de expansión
como no sean los límites más allá de los cuales la demanda ya no sea
elástica y los rendimientos ya no se incrementen”.
Esta visión del proceso de desarrollo explica por qué restó importancia a los adelantos científicos exógenos como fuerzas motrices del
crecimiento. Young cuestionó el otorgamiento de patentes y monopolios a los inventores porque restringía la competencia, es decir, el
medio por el cual las economías internas se transforman en externas
y viceversa. Aunque las invenciones podían potenciar el crecimiento,
no eran sustanciales. Lo importante era la dinámica del mercado en
su conjunto y las economías de especialización dinámicas que surgían
con la transformación estructural de la economía. El principio de
causación circular acumulativa se sintetiza en estas palabras: “todo
adelanto importante en la organización de la producción, bien sea que
se base en cualquier cosa que se pueda llamar una nueva invención,
en sentido técnico estricto –o que implique una nueva aplicación de
los frutos del progreso técnico científico de la industria– altera las
condiciones de la actividad industrial e inicia reacciones en otras partes
de la estructura industrial […] que a su vez causan un nuevo efecto
desestabilizador. En esta forma, el cambio se vuelve progresivo y se
propaga en forma acumulativa” (Young, 1928).
La idea de la causación circular acumulativa tiene una vieja historia
(Ricoy, 1988). Pero el autor que la presentó con mayor rigor fue sin
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duda Gunnar Myrdal (1957), para explicar de manera endógena la
existencia de círculos viciosos y virtuosos. Para ello, Myrdal cuestionó
la noción de equilibrio estable. En los sistemas sociales, los cambios
que se producen no necesariamente son compensados por variaciones
en dirección opuesta; en la realidad, la respuesta del sistema suele ir
en la misma dirección del cambio inicial, lo que lo aleja aún más del
equilibrio original, ampliando el cambio y, en muchas circunstancias,
acelerando los procesos de transformación. Por supuesto, la dirección
puede ir en cualquier sentido, es decir, se crean círculos virtuosos y
viciosos. De allí que Myrdal señalara que “nada tiene más éxito que
el éxito mismo” y que “nada fracasa más que el fracaso mismo”.
Aunque Myrdal confiaba en que el principio de causación circular tuviera una solución científica, es decir, formal y matemática,
reconocía la dificultad de esa tarea, en la que había que identificar lo
que llamó “factores de estancamiento” y “efectos impulsores”. Si bien
estos mecanismos pueden balancear el proceso en algún momento, el
libre funcionamiento de las fuerzas del mercado tiende a aumentar y
no a reducir las desigualdades sociales y regionales. El mercado deja
de ser un mecanismo de asignación de recursos para convertirse en
una fuente de creación de riqueza y desigualdad.
Kaldor (1970 y 1981) examinó a fondo las implicaciones del principio de causación circular acumulativa y de los rendimientos crecientes
en el desarrollo regional y en el comercio internacional. Distinguió
entre actividades económicas basadas en la tierra y actividades basadas
en procesos de transformación. En las primeras, los precios relativos
constituyen el mecanismo de ajuste a los desequilibrios, mediante
los efectos ingreso y sustitución. En las actividades industriales, el
proceso opera de manera diferente. En general, los precios se forman
añadiendo un margen de ganancia sobre los costos, y la variable de
ajuste es la capacidad instalada, es decir, las cantidades. De allí la
importancia que otorgó al supermultiplicador de Harrod. En este
sentido, se podría decir que, en general, las economías capitalistas están
restringidas por la demanda, mientras que las economías socialistas
están restringidas por la oferta (Kornai, 1981).
Mientras que la teoría convencional suponía que el libre comercio
de bienes y servicios mejora necesariamente el bienestar, porque la
especialización de una región o un país en un bajo número de bie-
En la literatura reciente se los denomina fuerzas centrífugas y centrípetas
(Fujita, Krugman y Venables, 1999).
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nes le permite comprar más de los otros a otras regiones o países,
Kaldor mostró que las cosas no funcionan así cuando se trata de
actividades industriales de alta tecnología. Las diferencias dentro
y entre regiones o países tienden a ahondarse más que a reducirse
debido a las desigualdades iniciales en el grado de desarrollo industrial. De hecho, con rendimientos crecientes o decrecientes y
recursos limitados (como la tierra), el libre comercio puede reducir
el bienestar y el producto de la región o el país que tenga menor
desarrollo manufacturero.
Kaldor llegó incluso a afirmar que el libre comercio podía dejar al
mundo en una situación peor que si hubiese algún tipo de regulación.
Los hechos confirmaban su hipótesis. El comercio internacional entre
países ricos se basaba en el intercambio dentro de las industrias y no
entre industrias, lo que reafirmaba la idea clásica de que las fuerzas
que llevan a la especialización son el comercio basado en bajos salarios (bienes primarios) y el comercio basado en conocimiento y
tecnología (bienes industriales). Un país exitoso es aquel que exporta
bienes con altas elasticidades ingreso de la demanda e importa bienes
primarios con bajas elasticidades. Las exportaciones se convierten en
el componente autónomo más importante del gasto en las economías
desarrolladas porque les permite mantener altos niveles de utilización
de la capacidad productiva en las manufacturas.
Si bien la formación de polos de desarrollo y de pobreza es más
fácil en las regiones de un país debido a que no existen obstáculos
a la movilidad de capital y del trabajo, Kaldor advirtió que existían
mecanismos para compensar los efectos de las desigualdades; por
ejemplo, las transferencias gubernamentales, los estabilizadores
fiscales automáticos y las compensaciones naturales de las balanzas
interregionales. Las cosas son muy diferentes en el nivel internacional, pues no operan muchos de estos mecanismos y los balances de
las cuentas externas requieren transferencias de capital que no están
garantizadas.
Así, el éxito de un país depende del comportamiento de los salarios
de eficiencia: la relación entre salarios y productividad. Los países que
tienen sectores industriales desarrollados, una vez abierta la economía
mundial, pueden aprovechar los rendimientos crecientes y las economías dinámicas a escala, aumentando su productividad y reduciendo
sus salarios de eficiencia, lo que va en detrimento de que los países
que tienen sectores productivos sigan donde los rendimientos decrecientes son la norma. Los primeros incrementan sus ventas externas
mientras que las industrias de los segundos se arruinan, sin que esto
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sea compensado con un mayor nivel de producto, pues el desempleo
aumenta y los salarios terminan reduciéndose.
Es a través de este mecanismo que opera el proceso de causación acumulativa;
y ambos, el éxito comparativo y el fracaso comparativo, tienen efectos que se
autorrefuerzan en términos del desarrollo industrial. Puesto que los cambios
inducidos en el aumento de los salarios no son suficientes para contrarrestar
las diferencias de los incrementos de productividad, los costos de producción
en las áreas de rápido crecimiento tienden a caer en el tiempo en relación
con los de las áreas de lento crecimiento: y por tanto promueven la ventaja
comparativa de las primeras a expensas de estas últimas (1970).
De allí la necesidad de regular los procesos de causación circular
acumulativa para reducir las desigualdades regionales, de algún tipo
de protección efectiva de los sectores con rendimientos crecientes
para minimizar las desventajas de llegar de último a la fase de industrialización, y evitar un rápido descenso de la participación de la
manufactura en el PIB que lleve a un lento crecimiento en el mediano
y el largo plazo.
LAS TRES LEYES DE KALDOR: ASPECTOS CONCEPTUALES Y
EMPÍRICOS
Hasta ahora el análisis se ha desarrollado en un nivel abstracto y
general, pero algunas de las hipótesis de la conjetura Smith-YoungKaldor-Myrdal se pueden examinar empíricamente.
Aunque Nicholas Kaldor, alumno de Young, consideró que la
manufactura y la industria se caracterizaban por los rendimientos crecientes, y la agricultura y la minería por los rendimientos decrecientes,
Currie (1981), otro brillante estudiante de Young, mantuvo cierto
escepticismo acerca de la posibilidad de determinar los rendimientos
de cualquier sector productivo, acogiendo las dudas de su maestro,
quien señaló que “con la amplitud de la división del trabajo entre industrias, pierden su identidad tanto la empresa representativa como la
industria de la que forma parte. Sus economías internas se disuelven
en economías internas y externas de las empresas más especializadas,
que son sus sucesoras, y se complementan con economías nuevas”
(Young, 1928). Algo similar expresó Clapham (1922) en un artículo
paradigmático sobre las “cajas económicas vacías” donde mostraba los
Ver mi contribución al libro del
CID
(2006).
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límites de nuestro conocimiento para clasificar las industrias según
sus rendimientos a escala.
No obstante, la audacia de Kaldor dio sus frutos. En primer lugar,
mostró la importancia de los análisis desagregados y multisectoriales
para explicar las diferencias de crecimiento per cápita entre países. En
segundo lugar, propuso una explicación imaginativa y general para
explicar el bajo desempeño económico de Inglaterra después de la
posguerra. Aunque luego modificó algunas de sus hipótesis, mantuvo la formulación de las tres leyes del crecimiento endógeno a pesar
de las agudas controversias posteriores a su enunciado conjunto de
1966. Como dijo en su artículo de ese año: “la hipótesis que intento
examinar es que las rápidas tasas de crecimiento económico están
asociadas con tasas rápidas de crecimiento del sector secundario de
la economía –principalmente el sector de las manufacturas– y que
esto es un atributo de una etapa intermedia del desarrollo económico:
es la característica de la transición de la ‘inmadurez’ a la madurez”
(Kaldor, 1966).
Sin más preámbulos, las tres leyes del crecimiento endógeno de
Kaldor se pueden enunciar de la manera siguiente:
Primera ley de Kaldor
Existe una fuerte relación de causalidad que va del crecimiento del
producto manufacturero al crecimiento del PIB.
Formalmente, se puede expresar así:
g y = c + dgm
g y = c + z(gm – gnm)
donde gy es la tasa de crecimiento del PIB y gm la tasa de crecimiento
industrial. La segunda expresión busca reducir los efectos espurios,
por eso se expresa en función de la diferencia entre las tasas de crecimiento industrial gm y de crecimiento no manufacturero gnm.
Kaldor consideraba que la correlación era significativa y que no
podía atribuir al simple hecho de que la producción industrial hace
parte del PIB. Propuso dos razones para apoyar esta ley: la reasignación
de recursos subutilizados en el sector primario o de servicios, donde
Thirwall (1983 y 2003) y mi contribución al libro del
CID
(2006).
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había desempleo disfrazado o subempleo y menor productividad,
lo que permitía aumentar la producción sin reducir la oferta de los
demás sectores; y, la existencia de rendimientos crecientes a escala
estáticos y dinámicos en la industria manufacturera. Los primeros
hacen referencia al tamaño óptimo de la empresa (producción a gran
escala); los segundos, a los procesos de aprendizaje en el oficio y a las
economías externas producto de la especialización industrial. Estos
últimos son esenciales, pues su carácter macroeconómico convierte
al sector industrial en motor del crecimiento.
Segunda ley de Kaldor
Existe una fuerte relación positiva entre el crecimiento de la productividad en la industria manufacturera y la tasa de crecimiento del
producto.
Existen varias maneras de expresar esta ley. Aquí usamos las dos
expresiones de Kaldor (1966).
pm = a + bgm;
0<b<1
em = –a + (1 – b)gm
donde pm es el crecimiento de la productividad del trabajo manufacturero, em la tasa de crecimiento del empleo en la industria y gm la tasa
de crecimiento del PIB industrial.
Esta relación también se conoce como ley de Verdoorn (1949).
Un coeficiente menor que 1 indica rendimientos crecientes a escala.
El punto controversial es la relación de causalidad. Algunos autores
sostienen que va en sentido contrario, es decir, del crecimiento de la
productividad al crecimiento del producto industrial, y aluden a la
importancia de la brecha tecnológica en la explicación de la productividad (Gomulca, 1983). Otros sostienen que la relación econométrica
de Kaldor está mal especificada porque la variable explicativa debería
ser el empleo y no la producción.
“El mecanismo de los rendimientos crecientes no se puede discernir adecuadamente observando los efectos de las variaciones de las magnitudes de
una empresa individual o de una industrial particular, porque la división y
la especialización progresivas de las industrias son parte esencial del proceso
mediante el cual se obtienen los rendimientos crecientes. Lo que se requiere
es que las operaciones industriales se contemplen como un todo interrelacionado” ( Young, 1928).
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Cuando la relación se estima de esa manera y se excluye a Japón
de la muestra no se encuentra ninguna relación (Rowthorn, 1975a).
Kaldor (1975) defendió su modelo aduciendo que la variable independiente era la producción, que a su vez está determinada por la
demanda del sector agropecuario en una primera fase del desarrollo y
por las exportaciones en una etapa avanzada de la industrialización.
La controversia llevó a reconocer la necesidad de estimar un
sistema de ecuaciones simultáneas, siempre y cuando no se tuviera
certeza de la existencia de una oferta ilimitada de trabajo o cuando la
productividad o el empleo afectaran la demanda (Rowthorn, 1975b).
Tampoco han faltado los cuestionamientos desde la teoría pura. Siguiendo el modelo original de Verdoorn (1949) se ha cuestionado
la interpretación del parámetro de la regresión de Kaldor como un
indicador de rendimientos a escala (Rowthorn, 1979; Verdoorn, 1980,
y Boulier, 1984).
Los esfuerzos por demostrar que la segunda ley de Kaldor es
simplemente una función de producción mal especificada o una
demanda de trabajo que impone una restricción igual a cero para
algunos parámetros han fracaso empíricamente, y se ha concluido
que la ley de Verdoorn-Kaldor expresa una relación de largo plazo
entre las tasas de crecimiento de la productividad y de la producción
industrial (Chatterji y Wickens, 1983).
Se han hecho otras críticas a esta ley. Por una parte, que la estimación de la regresión puede ser espuria pues es posible que a nivel
de países no se encuentre una relación entre crecimiento de la productividad y crecimiento industrial; sin embargo, en un ecuación de
corte transversal internacional se puede encontrar una correlación
positiva simplemente porque los países difieren en sus tasas de cambio técnico autónomo. En respuesta a este problema, se ha sugerido
que los resultados serían más significativos si en las regresiones se
utilizaran datos de regiones o estados de un país. Los ejercicios para
los estados de Estados Unidos han tenido relativo éxito (McCombie
y Ridder, 1984).
Por otra parte se ha descubierto una aparente contradicción entre
las estimaciones que utilizan los valores de las variables en niveles y
en tasas de crecimiento. En principio, las regresiones deberían arrojar resultados similares, es decir, rendimientos crecientes a escala en
la industria. Pero las estimaciones en niveles arrojan rendimientos
constantes, mientras que en tasas de crecimiento arrojan rendimientos
crecientes a escala. McCombie (1983) observa que esos resultados
obedecen a que la ley de Verdoorn en tasas de crecimiento no se puede
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integrar para obtener la ecuación en niveles, porque la constante de
integración es arbitraria.
También se puede demostrar que es posible interpretar la regresión
en niveles como la identidad del ingreso nacional. McCombie (1999)
resume así el debate:
Aunque todas las estimaciones están abiertas a objeciones y, como se ha demostrado, existen problemas que debilitan las inferencias de las regresiones de
la ley de Verdoorn, la vasta mayoría de la evidencia confirma los resultados
originales, la industria está sujeta a sustanciales rendimientos crecientes. La
cajas vacías de Clapham (1922) parecen ahora estar al menos parcialmente
llenas.
Tercera ley de Kaldor
Cuanto más rápido es el crecimiento del producto manufacturero más
rápida es la tasa de transferencia de trabajo de los sectores no manufactureros a la industria, de modo que el crecimiento de la productividad
total de la economía está asociado positivamente con el crecimiento
del producto y del empleo industrial y correlacionado negativamente
con el crecimiento del empleo fuera del sector manufacturero.
Formalmente, se puede expresar como:
ptot = c + kgm – jenm
donde ptot es la tasa de crecimiento de la productividad total, gm la
tasa de crecimiento del PIB industrial y enm la tasa de crecimiento del
empleo en los sectores no manufactureros.
La objeción más seria a la tercera ley es que es el resultado de
estimar una identidad contable mal especificada, lo que resta importancia a las interpretaciones de los coeficientes de las regresiones
(McCombie, 1981 y 1983).
En el cuadro 1 se sintetizan los resultados de los ejercicios econométricos de la primera y de la segunda ley de Kaldor. No se hizo
ninguna prueba de la tercera ley puesto que no es más que una tautología10. La primera ley se estimó con los datos del CEGA por departamentos del periodo 1975-2000. Para la segunda ley se utilizaron los
datos de la Encuesta Anual Manufacturera departamental del DANE
10
El ejercicio que se hizo para este trabajo retoma las estimaciones para
el libro colectivo del CID (2006), pero incluye nuevas estimaciones de la ley
de Verdoom-Kaldor con datos de los departamentos que no se utilizaron en el
trabajo anterior.
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Álvaro Martín Moreno Rivas
del periodo 1981-2004. Los modelos se extendieron para incorporar
el concepto de brecha tecnológica (gap) y la tasa de crecimiento del
capital, k, necesaria para estimar el tipo de rendimientos. La brecha
tecnológica es la relación entre el PIB per cápita del departamento i
y el PIB per cápita del departamento líder.
Cuadro 1
Primera ley de Kaldor
C
gm
gy
gy
gnm
pm
0,025*
(3,8)
0,31*
(2,8)
0,043*
(11,5)
0,029*
(4,18)
0,03
(1,1)
(gm – g nm)
-0,028
(-0,195)
0,27
(2,38)
0,79
(3,6)
em
k
gap
R
v
0,0019
0,18
0,03*
(6,2)
0,67*
(9,89)
0,044*
(4,77)
0,89
0,714
* Significativo al 1%; v: rendimientos a escala; k: activos fijos proxy del capital.
Fuente: DANE, CEGA y cálculos propios.
2
0,25
-0,02
(-0,39)
Segunda ley de
Kaldor-Verdoorn
gm
em
-0,042*
(-4,28)
1,25*
(9,69)
-0,048*
(-3,1)
0,44
0,83
Al parecer existe una relación positiva entre el crecimiento del PIB
y la tasa de variación de la producción industrial. Este resultado se
mantiene en la tercera ecuación, lo que lleva a descartar la posible
relación espuria que surge del hecho de que el PIB industrial es un
componente del valor agregado nacional. Por su parte, las dos especificaciones de la ley de Verdoorn –la que propuso Kaldor (1966) y
la que sugirió Rowthorn (1975a)–, dan un buen ajuste econométrico.
Los signos de los coeficientes son los esperados y los parámetros son
significativos al 1%.
Sin embargo, las regresiones muestran que en la industria colombiana no se presentan rendimientos crecientes a escala pues el valor de
v, que indica el tipo de rendimientos, es menor que uno. Este resultado
contradice el de un ejercicio anterior con datos sectoriales, en el que
no se rechazó la hipótesis de existencia de rendimientos crecientes
a escala (CID, 2006). Una posible explicación de la divergencia de
resultados puede ser que la regresión con datos de los sectores manufactureros agregados arroje una relación espuria. Por ejemplo, si
los sectores industriales difieren en el término constante, y no existen
economías de escala en las industrias particulares, la regresión de corte
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Las leyes del desarrollo económico endógeno de Kaldor
143
transversal podría arrojar una relación significativa y economías de
escala cuando realmente no existen.
Hace algo más de veinticinco años, el mismo Verdoorn (1980)
expresó dudas sobre la validez de la ley. En vista de algunos resultados empíricos negativos, sentenció: “La ley a la que se le ha dado mi
nombre parece, sin embargo, ser en general mucho menos válida de
lo que creí en 1949”.
CONCLUSIONES
En este artículo se exponen los fundamentos conceptuales y teóricos
de las leyes de Kaldor. Los resultados de los ejercicios empíricos sugieren que en la industria colombiana no hay rendimientos crecientes
a escala cuando se utiliza información departamental de corte transversal, al menos para el periodo 1981-2004. Aunque en un estudio
anterior, por sectores, encontramos evidencia de la existencia de
rendimientos crecientes a escala (CID, 2006).
Cabe señalar que las leyes de Kaldor son generalizaciones derivadas del comportamiento de la economía en los países desarrollados.
Los trabajos recientes que utilizan técnicas de econometría espacial
muestran evidencia a favor de la validez de la leyes de Kaldor para las
regiones de Europa (Fingleton y MacCombie, 1998), para los estados de Estados Unidos (Bernat, 1996) y para las regiones de Grecia
(Alexiadis y Tsagdis, 2006).
Quizá la ausencia de rendimientos crecientes y la escasa capacidad
del sistema industrial colombiano para generar economías externas o
de goteo se deba en parte a que aún es válida la tesis de Luis Eduardo
Nieto Arteta, para quien Colombia es un archipiélago de islas. En un
sistema carente de economías de red, sin grandes cambios estructurales, con mercados pequeños y segmentados, pocos eslabonamientos hacia atrás y hacia delante, altos costos de transacción y una de
las peores distribuciones del ingreso y la riqueza es prácticamente
imposible pensar en hacer realidad lo que los teóricos del desarrollo
llamaron el despegue o big push (Murhy y Vishny, 1989a y 1989b).
La industrialización es el camino para formar sociedades modernas
y dinámicas. Las hipótesis que asociaban los procesos de industrialización con el autoritarismo en América Latina han perdido valor
científico y prospectivo.
A comienzos del siglo XXI, China e India buscan convertirse en
economías desarrolladas. Ya pusieron su escalera. No necesitaron
inventar mucho. El mercantilismo asiático está a la orden del día
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(Walter y Back, 2007). En Colombia, se experimenta un proceso de
acumulación originaria del capital, similar al de China: concentración
de la tierra, desplazamiento y migración acelerada, lo que presionará
los salarios a la baja en el mediano y el largo plazo y mejorará las
condiciones de acumulación. Pero mientras que China aprovecha
la demanda del sector agrícola y de sus sectores exportadores para
ampliar el sector industrial, motor del crecimiento (Rima, 2004), en
Colombia se impone la vía junker y se adopta un proyecto social conservador que se ampara en los derechos de propiedad de los grandes
latifundistas, una vía que si bien puede elevar las rentas diferenciales,
desconoce las ideas de la alta teoría del desarrollo (Krugman, 1999)
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