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Manifiesto “Una sabiduría que pierde la cabeza por el corazón”
Se nos hace saber, desde que somos niños, que la sabiduría es el conocimiento profundo
adquirido por estudio o experiencia, es la capacidad de pensar y de considerar las situaciones y
circunstancias distinguiendo lo positivo de lo negativo. Cuando se pregunta por sinónimos de
sabiduría, las respuestas que obtenemos son: sapiencia, sensatez, prudencia, juicio, cordura.
Pues este manifiesto aboga por todo lo contrario. No hay que confundir nunca el conocimiento
con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; pero la sabiduría nos ayuda a vivir.
La sabiduría no consiste ni mucho menos en tener una biblioteca multimedia en el coco, con un
Pentium dual core y una tarjeta gráfica de 500 megas. La verdadera sabiduría es una fuerza tan
intensa que nos hace perder la cabeza por el corazón.
Por todo ello, se hace saber que:
La sabiduría del corazón es un camino tan misterioso y arduo, que se vislumbra en soledad y
únicamente se alcanza a través de las personas a las que amamos. No existen fórmulas mágicas,
no es una ruta fácil y por supuesto no está señalizada ni planificada. Es una búsqueda continua,
que no termina nunca pero que puede empezarse en cualquier momento. Una cita muy famosa
reza: “No busques las huellas de los antiguos maestros; busca lo que ellos buscaron”. No se trata
de caminar sobre la marca de los zapatos de aquellos a quienes admiramos. Se trata de usar su
experiencia, sus motivaciones y sus consejos para iniciar nuestro camino, de rastrear en nuestro
interior como auténticos detectives para descubrir qué tipo de persona queremos ser.
De la misma forma, se hace saber que, la sabiduría de corazón nos da lecciones que jamás
sabremos alcanzaremos en los libros. Un no tan loco Einstein dijo “Cada día sabemos más y
entendemos menos”. Desde el inicio de nuestra escolarización se nos instruye en todo lo que
debemos saber, haciendo especial hincapié en artes, ciencias, tecnología…Pero nadie nos
enseña a escuchar, a amar, a perdonar. Esa es una materia que no forma parte de la
programación curricular, pero no por ello ha de ser olvidada. Y en este aprendizaje, nuestros
mejores maestros son las personas que nos rodean. Nadie mejor que una madre nos enseña el
significado del amor perpetuo. Nadie mejor que un abuelo para enseñar el significado de la
experiencia, la paciencia y el conocimiento reposado. Nadie mejor que un amigo para enseñar el
valor de la amistad.
Se hace saber también que la sabiduría del corazón, en este caso, un corazón minero, es un
adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad. Parece mentira, pero es en los peores
momentos cuando nos damos cuenta de lo importante que es tener un corazón lleno de
esperanza, comprensión y lucha por aquello que amamos. El corazón de este valle es minero, es
azabache e infinitamente sabio, porque ha vivido, peleado, y sufrido hombro con hombro,
haciéndose fuerte y eterno en cada paso de su historia. Ojalá en estos tiempos convulsos la
sabiduría y fuerza de nuestro corazón nos lleve a una solución temprana.
Y por último, se hace saber que el camino de instruir a nuestro corazón en sabiduría nos llevará
en muchas ocasiones a “perder la cabeza por el corazón” es inevitable decir que erraremos, y
que en inevitables circunstancias dejaremos de hacer lo “más inteligente” por hacer “lo más
humano”. Ni que decir tiene que será en ese momento cuando nos demos cuenta de que
avanzamos por el camino correcto.
Porque para saber ser sabio de corazón, lo primero es SABER
SER, perder la vergüenza y el miedo a uno mismo, dejar de ser
juez y parte en la victoria de nuestros fracasos y mirar hacia
dentro con el brillo de la ilusión, el esfuerzo y el ansia de
saber. Porque el saber ser nos da las alas, nos quita el miedo,
nos da la red al caer. Saber ser sabio es conocer todas las cosas
maravillosas que están ahí fuera, pero sobretodo disfrutar con todo lo que agita nuestras
entrañas y nuestras conciencias….
PORQUE LAS LECCIONES MÁS IMPORTANTES NO SE APRENDEN CON LA
CABEZA, SI NO CON EL CORAZON.