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I JORNADA INTERHOSPITALARIA
BIBLIOTECAS DE PACIENTES
26 de abril de 2007
Hospital Clínico San Carlos
D. Juan Ignacio Barrero Valverde
Defensor del Paciente
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JORNADA SOBRE BIBLIOTECAS DE PACIENTES
HOSPITAL CLÍNICO SAN CARLOS
Jueves, 26 de abril de 2007
Palabras de apertura de D. Juan Ignacio Barrero
Valverde, Defensor del Paciente C.M.
El valor de la lectura es el enriquecimiento
personal de quien cultiva esta afición. Su disfrute
crea un hábito gozoso e insustituible. Tener a mano
un libro es disponer de un amigo silente y siempre
dispuesto.
A lo largo de la historia la inmensa mayoría de
la humanidad ha sido analfabeta, reservándose el
uso de la lectura y la escritura a minorías cultas. El
ser humano ha tenido siempre la inquietud de
grabar aquello que quería que permaneciese para
conservarlo y mostrarlo a sus semejantes. Los
soportes de estos dibujos y de la escritura han
conocido todos los tipos de materiales: piedra,
madera, vegetales (como el papiro) o pieles de
animales. El descubrimiento del papel y la aparición
de la imprenta introducirían una revolución sin
precedentes, permitiendo reproducir textos y
haciéndolos, con ello, accesibles a la colectividad. La
cultura pudo salir de los reducidos núcleos de los
amanuenses y de los ejemplares únicos, al alcance
casi en exclusiva del clero y de la nobleza.
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La reforma protestante insistió en el valor de la
lectura (de la lectura de la Biblia) como factor de
salvación, estimulando, por emulación el valor de
esta práctica a cualquier texto escrito a partir del
siglo XVI. La generalización del hábito de leer no
llegaría, sin embargo, hasta el siglo XX con la
escolarización obligatoria. Pasar de la transmisión
de la cultura por vehículo oral a la difusión gráfica
ha sido uno de los hechos más trascendentes de la
historia de la humanidad.
La lectura, señaló Blanco García, es el
encuentro entre un ser humano y el pensamiento, el
sentimiento y el estilo de otro ser humano de
cualquier tiempo y lugar del mundo. La lectura nos
acerca, nos une y nos da la oportunidad de crecer
como personas.
La magia de la lectura nos permite viajar en el
tiempo y en el espacio sin movernos ni de momento
ni de lugar. Esto es particularmente gratificante
poderlo hacer cuando por causa de salud nos
encontramos ingresados en un centro sanitario.
Mantener la práctica saludable de la lectura y
disponer de nuestro espíritu libre de ataduras
cuando nuestro cuerpo está recluido para su
atención sanitaria.
Ingresar en un hospital supone un trauma
emocional para cualquier persona. Ocasiona la
ruptura de su vida cotidiana y de sus vínculos
relacionales y emocionales para centrarse, en
exclusiva, en la atención de su salud. La lectura
puede jugar el papel de un bálsamo reparador de
aquel
trauma y lenitivo de la ansiedad que
normalmente aqueja a las personas hospitalizadas.
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La biblioteca de pacientes cumple inestimables
funciones.




Distrae al paciente.
Le hace olvidar su situación.
Le pone en contacto con el exterior.
Como consecuencia de todo lo anterior le
sosiega y mejora su estado de ánimo.
Se ha acuñado un término para ello: la
biblioterapia, como valioso auxiliar de la
medicina. Tal es la importancia que se le atribuye
a mantener esta práctica durante el ingreso
hospitalario.
El origen de las bibliotecas de pacientes
podemos referirlo a varios hechos notorios en
nuestro país:
Convenio de 1989 entre el Ministerio de
Sanidad y el de Cultura, que supuso la creación
de 32 bibliotecas para pacientes y que supuso un
fenómeno expansivo a diversas comunidades
autónomas.
En otras ocasiones la génesis de este loable
instrumento reside en la iniciativa privada, como
fue el caso de la Fundación Sánchez Ruipérez o la
Asociación de amigos y familiares de niños
oncológicos de Cataluña.
El precedente más remoto, sin embargo, es la
orden de 6 de febrero de 1883, por la que se
crean las bibliotecas en los hospitales de la
marina española. El impulso definitivo, en los
tiempos actuales, fue el Plan de Humanización de
la Asistencia Sanitaria, de 1984, extensivo a los
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hospitales del extinguido Instituto Nacional de la
Salud. En el punto 11 de “La carta de derechos, y
deberes del usuario” se recogía que para que: “La
hospitalización incida lo menos posible en las
relaciones sociales y personales de los pacientes,
el hospital facilitará el acceso a los medios y
sistemas de comunicación y de cultura y la
posibilidad de actividades que fomenten las
relaciones sociales y el entretenimiento del ocio”.
En el punto 12, siguiente, se prevé la creación de
bibliotecas en los hospitales.
El programa piloto se desarrolló entre
hospitales representativos de distinto nivel y
capacidad: el Hospital 12 de Octubre de Madrid,
el Hospital General de Guadalajara y el Comarcal
de
Calatayud.
Los
hospitales
señalados
proporcionaban locales y personal y el Ministerio
de Cultura, mediante convenio suscrito al efecto,
los lotes de libros y catálogos.
Fue aumentando el dispositivo extendiéndose a
otros centros, si bien hay que decir que este
servicio no siempre contó con la complacencia de
los gestores, que veían muchas veces más
práctico asignar locales y recursos a otras
actividades más directamente relacionadas con la
asistencia.
En el caso del Hospital Clínico San Carlos la
biblioteca (para pacientes y empleados) arrancó
hace unos 25 años con un amplio fondo editorial.
Comenzó
a
depender,
en
1984,
del
departamento de acción social del centro,
extendiendo su actividad hasta el año 2001 en
que se cerró, reponiéndose en 2004.
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Es el programa Salud y
Lectura, apoyado
desde la Unidad de Educación para la Salud, el
espaldarazo definitivo que lleva a la biblioteca a
su resurgir actual.
Quiero, para concluir, agradecer a esta
asociación, en la persona de la doctora Sainz, sus
desvelos y su infatigable y meritoria labor a favor
de los pacientes, en general, y de este logro de la
biblioteca de pacientes, en particular consolidada
en una realidad que atesora cerca de 5.000
volúmenes.
Muchas gracias en nombre de los pacientes y
de su Defensor de la Comunidad de Madrid.
Madrid, 26 de abril de 2007.
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