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A
200 años de su nacimiento y a 150 de la publicación de su obra más relevante,
atrevida y novedosa, Darwin sigue siendo motivo de discusión, de controversia y de
rechazo por algunos sectores de la sociedad, debido a su teoría sobre la evolución
y el origen de las especies. Al 2009 se le denominó “El año de Darwin” y con motivo
de ello se presentan las siguientes líneas a manera de homenaje, con el fin de divulgar un poco
de su obra y apreciar la relevancia de su teoría en la humanidad.
González, F. J. (2010). Darwin: el poder de una idea provocadora
[Versión electrónica], Ciencia Compartida, 0, 31-35. Recuperado el
(día) de (mes) de (año), de (dirección electrónica).
‘‘Su teoría no sólo modificó la naturaleza de la biología;
cambió la forma de concebir el origen de la humanidad’’
Cuando la humanidad pensó que todo
era por y para ella
La humanidad fue presa del autoritarismo
religioso durante la Edad Media, época que
duró más de mil años; durante ese tiempo la
Iglesia fue la autoridad en justicia, educación
e ideología, y se regía por lo que se encontraba escrito en la Biblia, cuyo contenido estaba considerado como verdadero sin estar
sujeto a ningún tipo de cuestionamiento.
El origen de la humanidad, el del universo
y las leyes que dominaban sobre ambos se
entendían a través de los dogmas religiosos.
Estos dogmas tenían influencia en todas las
actividades sociales como el arte, la educación, la religión, la ciencia o el poder, y
generaron un pensamiento antropocéntrico
haciendo creer que éramos (como humanidad) el corazón del universo y que todo lo
existente había sido creado para nosotros.
En las escuelas se enseñaba la teoría
geocéntrica -que colocaba a la Tierra como
centro del universo-, mientras que el origen
de la vida se planteaba a partir de la creación divina (tendencia conocida ahora como
creacionismo); por su parte, el origen de las
especies se explicaba a través del fijismo
(que argumentaba que todas las especies
siempre habían existido y que no habían
sufrido cambios) o por el catastrofismo (que
daba por sentada la historia del Arca de
Noé). Todas estas enseñanzas eran permitidas porque no cuestionaban y, además, porque apoyaban la ideología antropocéntrica.
Sin embargo, al terminar la Edad Media y
con el surgir del Renacimiento, el dogmatismo religioso comenzó a tambalearse, pues
perdía fuerza en los ámbitos sociales gracias a las incógnitas y respuestas que filósofos, artistas, astrónomos y naturalistas se
planteaban, estudiaban y argumentaban.
El pensamiento antropocéntrico recibía
su primera gran sacudida con Copérnico en
1523, pues después de creer que el Universo fue hecho para la especie humana y que
la Tierra estaba en el centro de aquel -por
albergar a la humanidad- Copérnico hacía
acto de presencia y negaba tal afirmación,
arguyendo que era la Tierra la que se movía
alrededor del sol y no al revés, como hasta
entonces se pensaba. Esta idea se conoce
como la teoría heliocéntrica o copernicana,
y fue defendida y reconfirmada por Galileo
gracias a sus observaciones por el telescopio en 1609; aún así, la Iglesia no la reconoció como verdadera sino hasta casi tres
siglos después, en 1822.
Un segundo golpe al pensamiento egocéntrico de la humanidad lo dio nuestro
homenajeado: Charles Robert Darwin.
De médico a religioso; de burgués sin
oficio a filosofo natural
La vida de Charles puede explicarse en dos
momentos principalmente: antes y después
del viaje en el velero llamado H.M.S. Beagle, mismo que duró casi 5 años. Antes del
viaje, la vida del joven Darwin era similar a
la de la gente acomodada de Inglaterra; fue
nieto de Erasmus Darwin un naturalista (o
biólogo, como se le llamaría actualmente)
e hijo de Robert Darwin, un médico quien
quería que su hijo tuviera un oficio digno
para mantener el estilo de vida de un burgués inglés.
Así, por decisión de su padre estudió medicina, pero el joven Darwin pronto descubre que no tenía las aptitudes para esa profesión, y después de ver cómo operaban sin
anestesia a un niño en un anfiteatro -pues
en ese tiempo no existía- decide dejar la
universidad y sus estudios de medicina.
El padre de Darwin, preocupado de que el
joven no terminara siendo un burgués sin
oficio, le propone estudiar teología y así es
como entra a la Universidad de Cambridge.
Durante su infancia y sus estudios universitarios desarrolla el gusto por la caza y su
afinidad a coleccionar cosas relacionadas
con la naturaleza, hábito que más tarde le
permitirá desarrollar su explicación sobre el
origen de las especies.
“Las especies
se originan por
selección natural
y su diversidad
se realiza por el
proceso llamado
evolución”
El viaje en el Beagle lo realizó con el capitán Robert Fitzroy, quien lo invita para cartografiar los puertos y litorales de América
del sur y para ser su compañía y apoyo durante los largos meses que duraría el viaje.
Lo importante de esta incursión fue la gran
recolección de muestras en las que incluyó
fósiles y esqueletos. Cuando Darwin llegó
del viaje se puso a trabajar sobre algunas
incógnitas que le generaban todo lo recolectado, entre ellas, ¿por qué existe diferencia
entre especies?; ¿cómo influía el ambiente
para que algunas especies continuaran existiendo y otras desaparecieran?; ¿existiría
algún ancestro común entre las especies,
incluyendo al humano?
Darwin concluyó que las especies se originan por selección natural y que la diversidad
entre ellas se realiza por el proceso llamado
evolución. En cuanto al ser humano, mencionó que, como todos los organismos, esta especie era resultado de un proceso idéntico y
que existía un ancestro común que lo emparentaba con otras especies aún existentes,
como los chimpancés.
El tiempo, el mejor aliado de la razón
Un planteamiento como el anterior provocó que su teoría se malinterpretara y
en otros casos no se aceptara, pues los
que creían que las especies no cambiaban (fijistas) ridiculizaron a Darwin al
hacer una interpretación errónea de su
teoría y mencionar que el humano desciende del mono, cuando en realidad
lo que Darwin afirmó es que el humano comparte, en su historia evolutiva,
un ancestro en común con los primates.
Para el dogma religioso y la idea antropocéntrica, esta concepción creó un
fuerte impacto, pues si Adán y Eva habían sido los primeros habitantes, estos
deberían tener una apariencia más de
Australopithecus que de Homo sapiens.
En estos momentos existen diversas
evidencias que dan mayor sustento a
la Teoría de la Evolución, que recientemente cumplió 150 años de haber sido
publicada; por ejemplo, los estudios en
genética muestran que existe la similitud entre el ADN del chimpancé y el del
humano es casi total, pues sólo el 2% es
diferente, lo que conduce a la conclusión
de que ambas especie poseen un ancestro común. Por su parte, la anatomía
comparativa también muestra que las similitudes anatómicas entre las especies
son evidencia de un ancestro común,
como los huesos de nuestras manos
con las extremidades de un murciélago
o de una ballena; además, también hay
que considerar el desarrollo embrionario
-que presenta pocas o escasas diferencias entre especies- y los restos fósiles,
que nos permiten conocer la diversidad
de especies que existieron en el pasado.
Estas disciplinas permiten, en este momento, aceptar la teoría de Darwin como
la más completa para entender nuestro
origen como especie.
Así es, Sir Charles Darwin: después de
siglo y medio, su aportación ha superado su
propia prueba de la selección natural.