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CIENCIA Y SOCIEDAD con los 40.000 euros del premio ,Fernando Trujillo, creará una microempresa que le permita a los pescadores de delfines cambiar de actividad sin que esto afecte su economía familiar. trujillo, fundación omacha efe recibió el premio Whitley de Oro de manos de la princesa Ana de Inglaterra. medio ambiente El padrino de los delfines el trabajo de conservación de los cetáceos del río amazonas han hecho mercedor al científico fernando Trujillo de un ‘nobel’ en ecología: el premio Whitley de oro H ace 22 años los delfines de río de la Amazonia y la Orinoquia volvieron a la vida. Su nuevo aliento ha sido provocado por Fernando Trujillo, un biólogo marino colombiano, cuya labor de conservación le ha hecho merecedor recientemente de uno de los premios de ecología más importantes a nivel mundial: el Whitley de Oro, entregado por la Real Sociedad Geográfica de Londres, y que se considera entre los expertos, como un auténtico premio ‘Nobel’. 124 la clave La amenaza de extinción que se cernía sobre los delfines empezó a desaparecer cuando Trujillo decidió estudiarlos y recuperarlos con ayuda de los pobladores —en su mayoría indígenas— de la región: “El objetivo era evitar que los cetáceos corrieran la misma suerte fatal de otras especies similares que ya se encuentran condenadas a la desaparición en los ríos Yangtse, en China, e Indo, en Pakistán”. El inicio de su labor se remonta a 1985 cuando el investigador de 39 años se encontró con el investigador francés, Jacques Cousteau, el primer científico que dio a conocer a los delfines de agua dulce, una especie muy peculiar, a través de la televisión. “Colombia no contaba por esa época con investigaciones sobre estos animales y mucho menos se conocían sus ecosistemas, que en el caso latinoamericano son exclusivos de los ríos Orinoco y Amazonas”, cuenta el científico. El cara a cara entre el investigador bogotano y el personaje de la National Geographic determinaría las intenciones de dedicarse por completo al estudio de los mamíferos acuáticos, en especial los delfines de río. Aunque de paso, ha contribuido al control de los manatíes, las nutrias gigantes de río, las tortugas de agua dulce y los caimanes. utilizados como carnaza Las primeras expediciones le sirvieron a Trujillo para confirmar que desde hace aproximádamente 15 millones de años, en el río Amazonas habitan, dos de las tres especies de delfín de río o rosado existentes en el mundo: la ‘Inia geoffrensis geoffrensis’ e ‘Inia geoffrensis humboldtiana, además de la ‘Sotalia fluviatilis’ o delfín gris. El primer contacto con el ‘tonina’ o el ‘bufeo’, como llaman los índigenas a estos odontocetos (cetáceos con dientes), le sirvió al biólogo para conocer algunos aspectos de su estilo de vida que le habían inquietado desde siempre. Sin embargo, el sacrificio de delfines para la venta de sus órganos en el mercado negro mundial y su muerte accidental en las redes de los pescadores fueron las situaciones que marcaron el inicio de la labor investigativa alrededor de su ecología y conservación: “Los delfines de río son muy vulnerables. Las pesquerías los cazan para CIENCIA Y SOCIEDAD usarlos como carnaza en la pesca comercial”, afirma Trujillo. Pero también existen otras amenazas: la contaminación de los caudales y la construcción de represas, se cuentan entre ellas. Por eso, el trabajo de este científico se ha centrado en la realización de un Primer censo de delfines de río en Suramérica con el que pretende conocer el número de animales que nadan por los ríos Amazonas y Orinoco, así como sus diferentes afluentes, la ‘salud’ de los ecosistemas en los que habitan y si los gobiernos de la región están legislando en favor de su conservación. amenazados por el hombre En esta travesía ha recorrido 3.000 kilómetros de río. Pero no lo ha hecho solo. Lo han acompañado sus pupilos de la Fundación Omacha (que significa delfín en el lenguaje indígena ticuna), dirigida por él, y las más importantes ONG’S de conservación del mundo. “Hemos comprobado que por ahora la situación de estos animales no es tan crítica como la de sus familiares asiáticos, pero sí se debe permanecer alerta ya que en la medida en que se vulnere sus ecosistemas también peligra su existencia”, advierte Trujillo. En Ecuador, por ejemplo, la falta de medidas de seguridad industrial de las empresas petroleras, provocan constantes derrames en los ríos principales. La explotación minera es el problema en Venezuela, “a su paso por este país, el río Amazonas presenta altas concentraciones de mercurio y nos encontramos con varios ejemplares de delfines cuyos rastros en su cuerpo delatan sus nefastas consecuencias”, cuenta Trujillo. En Colombia, el delfín rosado también es una víctima del conflicto armado. La guerrilla ha detonado el oleoducto Caño Limón, que atraviesa el país de sur a norte, sobre su costado oriental, unas 473 veces desde su construcción. Los 1.5 millones de barriles de petróleo derramados han sido causa de contaminación irreparable del ecosistema acuático. “Este derrame de petróleo se encuentra dentro de los seis más grandes en la historia y el más grande de todos en aguas continentales”, explica el experto, sin ocultar un gesto de preocupación por tan nefasta realidad. De ahí que para Trujillo las labores de conservación deban hacersen desde todos los frentes. el delfín ‘humano’ Por eso, además de buscar el fortalecimiento de la legislación existente, la interacción con las comunidades es un aspecto vital, ya que viven cerca del hábitat natural de los delfines de río: “Sus tradiciones les permite verlos como seres sagrados o criaturas mágicas que viven, al igual que la gente, en sus propias malokas, pero en las profundidades del río Amazonas”, dice el ecologista. Esta visión heredada de sus antepasados es una de las garantías de supervivencia para los delfines, en un río que “todavía se considera el río-vida, donde el hombre puede apreciar y acceder respetuosamente al mundo de especies emblemáticas y únicas dentro de la fauna acuática”, destaca Trujillo, a quien los indígenas ticunas llaman el ‘omacha’ o delfín hecho hombre, que emergió del ‘tunguraya’, como se le conoce al rey de todos los ríos, para salvar a la ‘gente del agua’ de su extinción definitiva. Diana Manrique medio ambiente la astucia de los delfines de río un cuerpo robusto, pero muy flexible, el delfín rosado fundación omacha un hocico largo y una actividad física de casi 24 horas son algunas de las características que diferencian al delfín de río de sus sus primos de mar. La presencia del hombre en sus ecosistemas le ha obligado a acostumbrarse a la presencia de mallas en los ríos. Para evitar caer en ellas, especialmente en las comerciales (de hasta 800 metros de largo), utilizan la acústica. “Podría pensarse que estas redes son más peligrosas, pero como bajan lentamente con la corriente ellos pueden, utilizando su agudo oído, imaginar que hay una barrera enfrente que les impide el paso”, destaca el experto Fernando Trujillo. Incluso han aprendido a acercarse y hasta a capturar los peces de las mismas sin morir en el intento. El oído es sólo una de las adaptaciones que han desarrollado estos delfines. Por ejemplo, el delfín rosado lleva al menos cinco millones de años conquistando todos los nichos de la cuenca amazónica. del Amazonas, adquiere este color característico cuando llega a su edad adulta. Es decir que, a diferencia de caimanes, nutrias y el pirarucú (el pez de agua dulce más grande del mundo), el “bufeo” es el único capaz de entrar en todos los ecosistemas acuáticos del serpentante río Amazonas. “Este un aspecto que convierte al delfín rosado en el mamífero acuático más exitoso del mundo dentro de la cadena alimenticia”, añade Trujillo. En cuanto al delfín gris, su proceso de adaptación es más reciente, por lo que aún tiene algunas limitaciones. La explicación está en que “la especie es considerada morfológicamente de ecotipo marino y su cuerpo no está adaptado a los sistemas de agua dulce”, comenta Trujillo. Sin embargo, se ha visto obligado a acelerar el proceso debido a la presión de caza de las pesquerías comerciales en aguas marítimas. la clave 125