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Afrodescendientс
IMPORTANTE LABOR DEL INAH EN EL ESTUDIO DE
JOSÉ RAMÍREZ GURRUSQUIETA
Sa toda América desde el periodo colonial. Es una
e habla poco de los miles de africanos que llegaron
población que participó en la construcción de México, que
no ha sido justamente reconocida, asegura la doctora María Elisa Velázquez, presidenta del Comité Científico de la
Ruta del Esclavo, integrada por la UNESCO, y quien desde
hace más de 17 años desarrolla dentro del INAH investigaciones sobre poblaciones de origen africano.
Los afrodescendientes llegaron con los
españoles a la Nueva España en el siglo XVI,
como parte de las huestes de Hernán Cortés
y de Pánfilo de Narváez. Unos cuantos fueron
reconocidos con encomiendas y tierras por
haber participado en la Conquista.
Después, a partir de la caída demográfica de la población indígena debido
a fuertes epidemias, al maltrato y a la
guerra que implicó la conquista, se comerciaron esclavos desde África para que
trabajaran en las minas, en los gremios
novohispanos, en las haciendas ganaderas y agrícolas, y en el servicio doméstico.
Al Bajío fueron llevados para trabajar en las minas, de
ese modo hubo afrodescendientes en Michoacán, Guanajuato y San Luis Potosí; también se trasladaron a Sonora, Coahuila, Campeche, Yucatán, Oaxaca y Guerrero, para
trabajar en ranchos y haciendas.
Esto ha sido comprobado a través de distintas investigaciones, desde que Gonzalo Aguirre Beltrán publicó La
población negra de México, 1519-1810: Estudio etnohistórico
a mediados del siglo XX, además de revisiones en archivos, afirma María Elisa Velázquez, presidenta del Comité
Científico del Proyecto Internacional La Ruta del Esclavo:
Resistencia, libertad y patrimonio, de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y actualmente coordinadora nacional de
Antropología del INAH.
En Acapulco hay personas que mencionan el Galeón
de Manila, a los filipinos, las porcelanas, pero no a los
africanos, nadie sabe que por ahí entraron los esclavos
y que ellos construyeron ese puerto. Cuando vas a Acapulco ¿dónde ves a los filipinos? Lo que encontramos son
negros afrodescendientes que desconocen su pasado, por
eso es importante brindarles la posibilidad de conocer su
importancia en ese lugar.
A la población indígena, desde la época colonial
con Francisco Javier Clavijero que escribió la
primera historia antigua de México, se le reivindicó
su pasado, y a pesar de haber sido discriminados
y de sufrir situaciones de sometimiento, nunca
se les negó su historia. En el caso de los afros no,
asienta María Elisa Velázquez.
Es una población cuya participación en el periodo colonial fue primordial en la construcción de lo
que hoy es México. Ha sido olvidada, discriminada,
es decir, invisibilizada, por lo que tenemos una
deuda histórica, asegura la antropóloga.
A diferencia de otros países, en México
hubo un intenso mestizaje.
Los matrimonios mixtos fueron posibles
a pesar de la discriminación.
De 1521 hasta finales del siglo XVIII se trajeron a 250 mil
africanos a la Nueva España, sin contar a los que llegaron
por contrabando. Una cantidad relevante si consideramos que a Estados Unidos arribaron 500 mil, sin embargo
tanto en Estados Unidos como en Brasil los afrodescendientes son más fenotípicamente visibles que en México,
porque en nuestro país hubo condiciones que facilitaron
el mestizaje, comenta la doctora Velázquez.
Entre las culturas mesoamericanas había una relación
de respeto y de intercambio. Además los españoles
tenían un antecedente de mestizaje, luego de haber sido
conquistados por los árabes durante nueve siglos.
Hubo mestizaje con los africanos desde que llegaron,
porque en la Colonia no fue prohibido, no se vivió un
apartheid como en Estados Unidos o Brasil. La Iglesia
católica, a pesar de que hacía recomendaciones y
tenía prejuicios, permitía el matrimonio entre grupos.
Las africanas preferían tener hijos con criollos o mestizos porque
aunque fueran esclavos, tendrían mejores condiciones de vida. La desatención hacia los afrodescendientes comenzó a partir del siglo
XVIII, y sobre todo en el XIX. Se generó una ideología racial en la época de
los enciclopedistas, que dividía a las razas en superiores e inferiores.
En el siglo XVIII, al mismo tiempo que pensadores como Voltaire y
Rousseau hablaban de derechos humanos, de igualdad, de fraternidad, se
vivía el auge del comercio de personas esclavizadas. Se tenía la idea de
“colonizar a esa gente porque es inferior”.
Cuando se dan a conocer estas teorías racistas México ya era un país
mestizo y ya no llegaban africanos como en épocas anteriores.
Las cosas por
su nombre
A partir de la Conferencia de Durban, en 2001, las mismas comunidades negras eligieron denominarse afrodescendientes, en alusión a las miles de personas que salieron a América procedentes
de África, fundamentalmente durante el periodo de comercio de
esclavos, a partir del siglo XV hasta el XVIII.
En México, durante los años 90 del siglo XX se usó el término
“tercera raíz”, que dio a conocer Guillermo Bonfil Batalla cuando
creó el programa Nuestra Tercera Raíz en la Dirección de Culturas
Populares, del Conaculta, “porque era importante hacerla notar”.
Pero históricamente no siempre fue la tercera, sino la segunda raíz,
como lo ha demostrado la investigación y los censos de Gonzalo
Aguirre Beltrán, quien señaló que cuando se dio el comercio más
fuerte de africanos en México los afrodescendientes eran el segundo grupo.
¿Qué pasa ahora?
María Elisa Velázquez
Presidenta del Comité Científico del Proyecto Internacional
La Ruta del Esclavo: resistencia, libertad y patrimonio y desde 2012, Vicepresidenta del Consejo del Fondo Internacional de Promoción de
la Cultura, ambos de la UNESCO.
Desde 1997 coordina el seminario académico Poblaciones y Culturas de origen africano en México en la DEAS, y ha colaborado en
proyectos internacionales como AFRODESC, financiado por agencias europeas, y EURESCL, del Institut de Recherche pour le Développement, de Francia.
Es socióloga por la UAM con posgrado de Historia en la UNAM y
doctorado en Antropología en la ENAH. Desarrolla la investigación
sobre diversidad y población de origen africano en México, en el
posgrado de maestría y doctorado en la ENAH, donde también imparte clases en la licenciatura de Etnohistoria.
La discriminación en México, apunta María Elisa Velázquez, tiene diversas características pero en gran medida se debe a
la ignorancia. Se relaciona con la falta de
conocimiento, y con él es posible combatirla.
Hoy en día hay personas que no saben
su origen, desconocen por qué tienen ese
color de piel, ignoran de dónde vienen
algunas de sus costumbres, no saben el
origen de sus palabras singulares, porque
se trata de una historia no revelada para
ellos. Eso hace entendible que no haya un
proceso de reconocimiento como en el
caso de los indígenas.
En zonas como la Costa Chica, en Veracruz, Michoacán o Guanajuato, los afro
están más presentes fenotípicamente
porque hubo menos mestizaje.
Desde hace dos décadas en la Costa
Chica, entre Guerrero y Oaxaca, que es
donde prevalece una identidad cultural
afrodescendiente, comenzaron movimientos de reivindicación, por ejemplo a
través de encuentros de pueblos negros
que se realizan cada año, desde 1997.
¿Qué hace el
INAH?
En los últimos 20 años se han presentado movimientos importantes, sobre todo a partir de 2011, decretado por la ONU como el Año Internacional de las Personas Afrodescendientes.
En el INAH, desde hace más de cuarenta años, investigamos Luz María Martínez Montiel, Gabriel Muedano (quien ya falleció), y yo que tengo un seminario
desde hace 17 años sobre el tema. Hemos publicado
diversos estudios en la colección Africanías, que ya
cuenta con ocho volúmenes, coeditados con diversos
organismos.
Además llevamos nueve coloquios, también bajo
el título de Africanías, que se realiza en la Feria del
Libro de Antropología e Historia, damos talleres, cursos, tenemos una clase en la ENAH, en el posgrado
de Historia y Etnohistoria, otra optativa en la licenciatura de Etnohistoria. Ha habido mucho trabajo y
poca difusión. Ha sido tan importante el trabajo del
INAH que fui elegida presidenta del Comité Científico
de la Ruta del Esclavo, que para mí es un honor porque es un cargo muy importante.
El INAH se ha ocupado toda su vida de los afrodescendientes, pero a lo mejor no lo hemos presumido
como debiéramos.
Los africanos que llegaron a la
Nueva España pertenecían a culturas
milenarias, eran mandingos, wolof,
bereberes, tenían un bagaje cultural
importantísimo, como cualquiera de
nuestras culturas prehispánicas.
El reconocido pintor novohispano Juan Correa era
mulato. El padre de José María Morelos y Pavón fue negro.
México tuvo un presidente afrodescendiente en 1829,
antes que los Estados Unidos: Vicente Guerrero. Eso importa mucho porque a todos los niños afros de Juchitán, o a la
gente de la Costa Chica, les daría mucho gusto saber que
su segundo presidente era una persona como ellos.
Hay quienes hablan de “negritud” para referirse a poblaciones afro. Pero la palabra se refiere a un movimiento
descolonizador africano que se dio en Senegal con Léopold
Sédar Senghor, quien fue presidente de Senegal, con el que
se hizo la Independencia”.