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LA VIVIENDA ROMANA (Latín I, edebé) Las viviendas de los romanos podían dividirse en dos tipos: las del medio urbano y las propias del medio rural. Viviendas en el medio urbano La domus era la vivienda de las familias adineradas. Normalmente tenía una sola planta y las fachadas exteriores disponían de pocas ventanas. Las habitaciones y demás dependencias se distribuían en torno a un patio central que garantizaba la iluminación, la ventilación y el abastecimiento de agua de lluvia, que se almacenaba en cisternas. Se accedía al interior por la ianua (puerta), por la que se llegaba al vestibulum (vestíbulo), y a las fauces. A continuación estaba el atrium (atrio), con un espacio abierto en su parte central, el compluvium, que se correspondía con una pila situada en el suelo, el impluvium, utilizada para recoger el agua de lluvia. También se situaban en el atrio el focus (fuego del hogar) y el lararium, capillita destinada a cobijar a los dioses familiares. Alrededor del atrium se distribuían las siguientes dependencias: los cubicula (dormitorios), la culina (cocina), el triclinium (comedor) y el tablinum, habitación destinada al pater familias en la que este guardaba sus documentos y objetos de importancia. Un poco más alejados del atrio se situaba la lavatrina (retrete) y la sala dedicada al baño. Había también unas dependencias que daban al exterior, tabernae, que se utilizaban como tiendas. Por último está el peristylum, un jardín porticado en el que podía haber un estanque, estatuas, surtidores de agua... La insula era un bloque de casas de alquiler donde vivían diversas familias de origen humilde. El suelo edificable en las ciudades era insuficiente, por lo que fue necesario construir edificios elevados. De esta forma, surgieron manzanas de casas de varios pisos que alcanzaban los veinte metros o más de altura. Estos bloques de pisos tenían balcones y ventanas en las fachadas; también había escaleras interiores por las que se accedía a las viviendas. En el centro de las insulae había un patio que servía para iluminar y ventilar el edificio. La vivienda rural La más conocida es la villa. Esta era la segunda residencia de los romanos acaudalados. La distribución de la casa era semejante a la de la domus, pero disfrutaba de jardines más frondosos. Era la casa de descanso y se construía en lugares privilegiados cercanos a bosques, lagos, ríos o playas. Destacaba por la exuberancia y la ostentación de la decoración, por la amplitud de las dependencias y por los caprichos arquitectónicos. El mobiliario y la decoración El mobiliario de la casa romana no era excesivo y destacaba por su funcionalidad: armarios cofres para guardar los papeles importantes, mesas pequeñas de dos o tres patas, espejos de plata o de vidrio... En las habitaciones se hallaban los lecti o triclinia (camas), con colchones de plumas u hojas, cojines y almohadones. Estas camas no solo servían para dormir, sino también para leer, escribir y, si estaban en el triclinium, para comer. Los tapices y las cortinas se usaban para cubrir paredes y ventanas, y separar las dependencias. La pintura era un elemento de decoración. Se aplicaba en la pared y reproducía motivos diversos: imitación de losas de mármol, paisajes exóticos con personas, flores o pájaros, amorcillos, elementos puramente ornamentales, escenas mitológicas... Otro elemento decorativo era el mosaico (técnica para realizar dibujos o diseños con pequeñas piezas de diferentes colores y texturas). Las piezas o teselas (de mármol, piedras de colores o pasta vítrea) se colocaban una al lado de la otra, formando pequeños cubos geométricos de diferentes tamaños. Combinando las teselas, se realizaban figuras geométricas, escenas de caza, temas mitológicos. etc.