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HASTA EL 28 CON BENEDICTO XVI Rápidamente las cadenas de TV, las Radios y los Periódicos, resaltaron y remarcaron el anuncio del Papa de su intención de renunciar el próximo 28 de febrero a la Sede de San Pedro. Es una noticia que nos tomó por sorpresa a todos. Al mundo católico y a los más reacios y resentidos con la Iglesia católica. No es para menos, pues para encontrar en la historia de la Iglesia católica un Papa que haya renunciado nos tenemos que ir hasta el año 1415 cuando renunció el Papa Gregorio XII. Benedicto XVI será el sexto Papa en renunciar a la Sede de Pedro. No es el primero y seguramente no será el último en hacerlo. Lo hicieron: San Ponciano (230-235), San Silverio (536-537), San Martín I (644-654), San Celestino V (1294-1294), y Gregorio XII (1415). En las horas que han seguido al anuncio que hiciera Benedicto de su intención de renunciar, ya he escuchado tantas suposiciones, lecturas erradas, mal intencionadas, sobre la causa de su renuncia. Y bueno, cada uno puede imaginar y decir lo que se le antoje; ¿Pero será esa la verdad? ¿No será apenas justo, por todo lo que es y ha sido, creerle al Papa Benedicto, que las razones de su renuncia son las mismas que él ha expresado? ¿Por qué nos dejamos llevar por el morbo de lo oscuro, de las suposiciones y de lecturas subjetivas para encontrar las razones de su dimisión? El Papa ha dicho al mundo entero que renuncia, lo ha hecho con las siguientes palabras: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio Petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado” Yo le creo al Papa, creo que esta es la razón de su renuncia. No ha hecho algo que no pudiera o debiera hacer. El código de Derecho Canónico que rige la vida de la Iglesia Católica en el Canon 332/2 habla de la Sede vacante y que esta se puede dar por fallecimiento del Romano Pontífice o por renuncia. Canon 332: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”. Por lo tanto, la renuncia sería efectiva desde el momento en que se manifiesta formalmente. El hecho de que ningún Papa haya renunciado al Pontificado en los últimos siglos, es sólo un dato histórico, no jurídico; ya que claramente en la normativa de la Iglesia está la posibilidad de la renuncia. Benedicto nos deja una herencia bendita. Es uno de los más grandes intelectuales con los que cuenta la humanidad en estos momentos. Un hombre brillante desde donde se le mire. No le tuvo miedo a los pecados de la Iglesia, los confrontó con valentía, ordenó día a día su propia casa. No hizo como los fariseos del Evangelio que “colaban el mosquito y se tragaban el camello”. Benedicto, como hombre de Dios siempre nos ha invitado a reconocer nuestros propios límites, que no todo lo podemos en la vida, que hay un momento en el que es necesario decir: hasta aquí puedo, ahora tengo que ser humilde y dejar que otro lo haga por mí. Esto es justamente lo que ha hecho al renunciar como Papa. Pero vuelvo a insistir: nos deja una herencia bendita; sus escritos, homilías y reflexiones constituyen un gran legado que deja a la Iglesia y a la humanidad entera. Es de valientes saber hacerse a un costado cuando las capacidades físicas o mentales no dan para la tarea que se tiene que cumplir. Admiro la valentía del Papa Benedicto XVI al aceptar con humildad, delante de Dios, que es el momento de dejar la guía de la Iglesia, para que venga otro con renovado vigor a seguirnos guiando hacia el Reino de Dios. Gracias Santo Padre por todo el amor que siempre nos ha infundido por la Iglesia de Cristo. A toda la Comunidad que acompaño como párroco, invito para que en estos días oremos por Benedicto XVI y pidamos al Espíritu Santo para que nos regale el Papa que ahora la Iglesia necesita. Pbro. César Buitrago López
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