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Transcript
El mundo sin petróleo
acerca…
y
no
será
apocalipsis
se
el
Cuando en 1980 se estrenó Mad Max, la hipótesis de un futuro
apocalíptico en el que la escasez de combustible ponía el
mundo patas arriba no parecía ciencia ficción. Aquel Mel
Gibson pasando penurias en la carretera reflejaba los miedos
de un mundo real en vilo por el precio de la energía
disparado, los pozos de Irán e Irak en llamas por la guerra y
el decreto de restricciones.
Sin embargo, Mad Max se equivocaba. El último barril de
petróleo que se queme en el planeta no costará millones,
valdrá cero. Y no será el último porque se acabe, sino porque
el siguiente nadie lo querrá.
Preocuparse por cuándo se acabará el petróleo es muy del siglo
XX. En el XXI la nueva duda es cuánto tiempo más querremos
seguir utilizándolo.
El último barril de petróleo que se queme en el planeta no
costará millones, valdrá cero
El oro negro que ha movido el mundo en los últimos 150 años
dejará de ser su motor económico. “Ya ha dejado de serlo”,
matiza Daniel Lacalle, director de Inversiones de la gestora
de fondos Tressis y autor del libro La Madre de todas las
batallas: La energía, árbitro del nuevo orden mundial.“Va
desapareciendo como elemento protagonista de energía primaria,
es inexorable. Es una tendencia similar a la del carbón, que
fue la base de la industria y del crecimiento hasta que
aparecieron alternativas”.
El gran temor en torno al petróleo –aparte de la subidas
inasumibles de precio- había girado hasta ahora en torno al
fatídico momento en que la producción alcanzara techo (el peak
oil) y se volviera cada vez más agónicamente escaso. Desde que
en 1859 se extrajo el primer barril de petróleo en Pensilvania
(EEUU) la demanda no ha dejado de crecer. ¿Y si se agotaban
los pozos existentes? Era la peor pesadilla del progreso
mundial.
Ha movido el mundo durante 150 años, pero puede dejar de ser
su motor económico en una década
“Ha habido un cambio de paradigma”, explica Roberto RuizScholtes, director de Estrategia de UBS en España. “Ahora la
perspectiva del mercado es que no va a haber un pico en la
oferta sino en la demanda de hidrocarburos”.
Hasta la OPEP, el mítico cártel de los países exportadores de
crudo, acepta ya que lo que se acerca es el pico de demanda
(peak demand), el momento en que el consumo de petróleo toque
techo y entre en un permanente declive. En lo que no hay
acuerdo es en los plazos.
El penúltimo barril
Lo que ha cambiado las reglas de juego han sido los últimos
avances tecnológicos. Primero, porque han hecho posible
explotar las reservas en aguas superprofundas y aprovechar los
hidrocarburos no convencionales (los atrapados en rocas, los
que estaban inundados de arena…) de tal forma que ese fin del
petróleo que se veía tan próximo no ha hecho más que alejarse
cada vez más.
Además, el desarrollo de energías alternativas las ha vuelto
cada vez más eficientes. Según los expertos, acabarán
reemplazando los combustibles fósiles.
Fuente: BP Statiscal Review | Goldman Sachs LUIS SEVILLANO
La OPEP reconoce como el escenario futuro más probable una
caída de la demanda global a partir de 2040. Aunque reconocen
que podría tocar techo mucho antes, hacia 2029, si una mayoría
de países se toma en serio las medidas contra el cambio
climático acordadas en la Cumbre de París. En tal caso,
contemplan que el consumo mundial escale desde los 94 millones
de barriles diarios actuales hasta un máximo de 100,9 millones
dentro de apenas una década, para iniciar entonces su lento
declive.
Estudios de organizaciones ecologistas, como el publicado este
año por el Grantham Institute y Carbon Tracker Initiative, son
mucho más optimistas y adelantan el pico de demanda a 2020.
Según sus cálculos, la energía solar podría cubrir el 23% del
suministro mundial en el 2040 y el 29% en el 2050.
El cambio, sin embargo, no será de la noche a la mañana. El
petróleo representa todavía el 31% de la demanda de energía
primaria en el mundo (y sólo un 13% las renovables, incluyendo
la hidráulica y la biomasa), así que su desaparición no será
repentina. Tanto empresas del sector como países productores
están preparándose para un nuevo mundo totalmente diferente al
que conocíamos.
El precio del petróleo se ha estabilizado entre 60 y 70
dólares el barril y es difícil que suba
El otro gran dilema es el precio. Según el consenso del
mercado, no va a subir mucho más de donde está ahora, o al
menos no se volverán a ver las cotas de 100 dólares de hace
apenas tres años. El nuevo techo ronda los 60/70 dólares por
barril, porque a partir de ese umbral sale rentable el
fracking y las extracciones en aguas profundas que tanto temen
los países productores tradicionales. “Además, si el precio de
hidrocarburos sobrepasara ese techo, se incentivaría aún más
la inversión en energías alternativas y decrecería la
demanda”, apunta Ruiz-Scholtes.
Son muchos los factores que influyen en la estabilidad del
consumo y de la cotización del petróleo. Las políticas de los
países para frenar el cambio climático, el inexorable avance
del ahorro energético en todos los campos, la cada vez mayor
eficiencia y rentabilidad de las energías renovables, la gran
apuesta por los coches eléctricos y de biocombustibles, el
salto de muchos sectores industriales al gas natural, los
avances en las nuevas baterías que permitan almacenar
electricidad a pequeña y gran escala…
Es la combinación de estos factores, aún incipientes en
algunos de los casos, lo que anticipa una estabilidad de
precios así como el estancamiento a medio plazo de la demanda
de petróleo antes de entrar en caída permanente.
“El error típico de los miembros de la OPEP ha sido pensar que
forzando que el petróleo bajara de precio, los europeos
dejarían de construir coches eléctricos y no se invertiría en
fracking”, comenta Lacalle, que ha asistido a varias de estas
reuniones de los países productores. “Les costaba entender que
el mundo ya no es así. La gente no dejó de comprar teléfonos
Nokia por su precio, sino porque encontraron una alternativa
mejor en los smartphones. Y la tecnología no para, sigue
avanzando”.
Las compañías energéticas se han puesto las pilas para ganar
una eficiencia ahora crucial en sus márgenes en la era de
petróleo más barato de los últimos años. Mientras los precios
eran altos, las empresas no se preocupaban demasiado por
reducir costes, pero ahora han aprendido -por obligación- a
ser rentables con el petróleo barato.
Los costes de generar energías alternativas han caído tanto
que las petroleras ya se las toman en serio
“La actitud de Arabia Saudí ha consistido tradicionalmente en
bajar precios e incrementar producción para echar del mercado
a los productores menos competitivos”, explica Gonzalo
Escribano, director del programa de Energía del Real Instituto
Elcano. “También era su forma de reducir el incentivo a
investigar en las energías limpias. Sin embargo, la tendencia
ha cambiado porque hay un desacoplamiento de las energías
renovables al margen del precio del petróleo”. La mejor
prueba, según él, está en el mercado: “Ya no decaen las
inversiones en renovables cuando el petróleo cae, lo que
demuestra que es una tendencia imparable”.
En los últimos dos años, el precio del petróleo ha pasado de
estar por encima de los 100 dólares a rondar los 55, pero las
inversiones en renovables están hoy en máximos. “Los costes de
generar energías alternativas han caído tanto que ahora son
competitivas sin grandes apoyos, así que a las petroleras no
les ha quedado más remedio que tomárselas en serio”, dice
Lacalle.
Europa prescindirá de combustibles fósiles para 2050: primero
del carbón, luego del petróleo y el gas
Sin embargo, los expertos coinciden en que en los próximos 20
años no va a desaparecer el petróleo de la ecuación. “Los
escenarios más optimistas contemplan el pico de demanda en la
próxima década”, recuerda Escribano. El primero de los
combustibles fósiles del que está previsto prescindir es el
carbón, el segundo el petróleo y el tercero el gas. “En
función a su nivel de contaminación”, añade. “Como muy tarde
en 2050, según la política europea, tenemos que estar
descarbonizados”.
Reconversión
Varios integrantes de la OPEP han puesto en marcha planes de
reconversión total con el objetivo de diversificar su economía
y cortar con su total dependencia de los ingresos petroleros.
Preparándose para el fin del mundo que sólo consumía más y más
petróleo, Arabia Saudí, el mayor productor mundial de crudo y
líder virtual de la OPEP, ha lanzado un plan de transformación
de su economía para acabar con su “adicción al petróleo”,
según las propias palabras del príncipe heredero, Mohamed Bin
Salmán.
Arabia Saudí está trabajando en un plan para acabar con su
adicción al petróleo
El plan saudí incluye la creación de un macrofondo soberano de
dos billones de dólares para invertir en otros sectores, la
colocación en bolsa de un 5% de la joya de la corona del país
–el gigante petrolero Aramco- y luego de también una parte de
sus filiales. Entre las medidas adicionales se contempla la
inversión de entre 30.000 y 50.000 millones de dólares en
energías renovables hasta 2030.
Una estrategia que ya está siendo secundada por sus vecinos
del Golfo, también integrados en la OPEP. Varios de los
Emiratos de la zona ya se han lanzado a promover las energías
limpias para producir su electricidad y a la inversión en el
exterior para recortar su dependencia del petróleo.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), el órgano de
análisis de las políticas energéticas de los países de la OCDE
–los consumidores del crudo-, también maneja como escenario
más plausible un incremento sostenido de la demanda global de
petróleo al menos durante los próximos 25 años, alcanzando los
117 millones de barriles diarios en 2040.
Sin embargo, la AIE incluye en sus proyecciones un escenario
que adelanta, y mucho, el tope de consumo mundial. Según sus
últimas estimaciones, en caso de que hubiese una acción
concertada por impulsar realmente la lucha contra el cambio
climático y como consecuencia las renovables disparasen su
producción, el consumo máximo se podría tocar ya en algún
momento próximo a 2020 y “al final de la próxima década la
demanda caería en más de un millón de barriles de petróleo
cada año”, explica la AIE.
La cuenta atrás para la reconversión apremia si se cumple el
escenario de uno de los gigantes del sector, el grupo
angloholandés Royal Dutch Shell, que augura que el techo de la
demanda de crudo se alcanzará en algún momento entre los cinco
y los quince próximos años. “La demanda tocará techo antes que
la oferta. Y ese pico será provocado por la eficiencia
energética y la sustitución, que compensarán la mayor demanda
de crudo del sector del transporte”, anticipó el director
financiero de Shell, Simon Henry, en una conferencia el pasado
noviembre.
Los petroleros retrasan el declive a 2040, los informes de
ecologistas marcan 2020
Algunos de sus rivales, sin embargo, retrasan el inicio del
declive. ExxonMobil o BP auguran que, aunque la demanda irá
creciendo más lentamente en las próximas décadas, el pico de
demanda no se producirá hasta más allá de 2040, gracias al
incremento del consumo de los países emergentes.
El boom del coche eléctrico
El número de vehículos eléctricos es la parte más visible del
cambio de modelo. De 1,2 millones en 2015, el número de nuevos
coches enchufables superará los 100 millones en 2035, según
las proyecciones de BP. Estamos en el comienzo de un
crecimiento que Nick Butler, ex directivo de la petrolera BP y
analista del Financial Times, compara “con el crecimiento de
las computadoras y teléfonos móviles en la década de 1990”.
Pasamos de la nada a un día darnos cuenta de que todo el mundo
los tenía.
A esto hay que sumarle el incentivo que supone que las mayores
ciudades del mundo, entre ellas Londres, Berlín, Madrid y
Pekín, están dispuestas a introducir limitaciones al tráfico
tradicional que hacen de los vehículos eléctricos “la única
opción racional para los automovilistas”, según Butler.
El coche eléctrico Tesla Model S. TESLA
“Los analistas ya consideran que el sector del motor está en
declive, en pleno cambio estructural”, afirma Ruiz-Scholtes,
de UBS. “Aunque los fabricantes se reconvirtieran hacia los
coches eléctricos, éstos tienen menos márgenes que los
tradicionales y menores barreras de entrada”.
La clave para saber que el petróleo ha pasado a la Historia es
el transporte, pero el aéreo. “Cuando deje de necesitarse para
los aviones”, afirma Lacalle. “Ése es el verdadero fin del
petróleo. No va a verse en las restricciones que marquen los
alcaldes a los coches, sino cuando las energías alternativas y
los combustibles sintéticos sean lo que utilizan los aviones”.
Durante la última década los avances en este campo liderados
por los fabricantes aeronáuticos y las propias aerolíneas han
sido constantes, aunque nadie se atreve a poner una fecha a la
sustitución del queroseno por combustibles verdes.
La empresa que simboliza la nueva era es Tesla, que quiere
pasar de ser el fabricante de coches del futuro (eléctricos y
autónomos) a revolucionar el mundo energético con la mayor
planta de baterías del mundo. Acaba de inaugurar la primera en
California capaz de alimentar 15.000 hogares durante 4 horas.
Planea, además, que las baterías Tesla sean un
electrodoméstico común pensado para integrar las renovables y
el autoconsumo en las casas.
Todavía ningún tipo de combustible se mide de tú a tú con el
petróleo. “Pero están avanzando rápidamente en la cadena de
eficiencia y mejora tecnológica”, añade Lacalle. “En este
proceso desinflacionista de la energía, ninguna energía
alternativa está llamada a ser el gran rival. Será la
combinación de todas ellas, siempre lo ha sido. Cuando las
alternativas sean más baratas y más fáciles de almacenar
sustituirán al petróleo igual que éste sustituyó al aceite de
ballena, y no fue por salvar a estos animales, sino porque era
más eficiente”.
El nuevo escenario mundial
El mundo tal y como lo concebimos, su división en países ricos
y pobres, en poderosos y estratégicos, se debe en una media u
otra al papel que han jugado en el reparto energético global.
Si el petróleo dejase de ser la fuente principal del
transporte, cambiaría mucho más que el tipo de medios de
transporte. De lo que vamos camino, con el declive del
petróleo, es de una nueva geopolítica mundial.
“El petróleo es la mayor transferencia de renta de la historia
de unos países a otros”, explica Escribano, del Real Instituto
Elcano. “Los países compradores estamos transfiriendo a los
productores más dinero del que jamás se ha transferido en la
Historia. Más que el oro en el descubrimiento de América. Les
transferimos a unos señores de Arabia Saudí que les cuesta 7
dólares extraer cada barril y se lo llegamos a pagar por
encima de los 100 dólares. No ha habido ningún fenómeno
económico que se le parezca”.
El petróleo es la mayor transferencia de dinero de unos países
a otros de la Historia
Ese nuevo mundo en el que el petróleo ya no mande en la
geopolítica plantea un nuevo escenario de relaciones
internacionales. Los expertos están trabajando en cómo van a
ser esos futuros flujos internacionales de renovables.
¿Importaremos hidroeléctrica de Noruega o eólica de Marruecos?
“Los hidrocarburos no van a desaparecer de la noche a la
mañana como eje geopolítica”, sostiene Escribano. “Lo que
aparecerá es un puzzle con nuevos actores”.
¿Y qué pasa con el presidente Trump? Es el factor más
impredecible de todos, que hablando del precio del petróleo ya
es decir. Acaba de nombrar secretario de Estado a Rex
Tillerson, ex jefe de la petrolera ExxonMobil, que ha hecho
toda su carrera en la industria petrolífera y carece de
experiencia en el mundo diplomático.
Algunos movimientos ecologistas denuncian que el apoyo a los
combustibles
fósiles
de
la
nueva
Administración
norteamericana, que no oculta su negacionismo al cambio
climático, podría retrasar el cumplimiento de los objetivos de
París.
Otros conservan el optimismo. “La lucha contra el cambio
climático ya está en el piloto automático”, afirma Nikhil
Seth, director ejecutivo del Instituto de las Naciones Unidas
para la Formación y la Investigación (UNITAR). “No se puede
frenar la revolución tecnológica que está empujando el mundo y
esa tecnología no pasa ya por los combustibles fósiles”.
El factor Trump no se puede subestimar en un mundo aún adicto
al petróleo como el actual
Sin embargo, hasta que el declive del consumo de crudo sea un
hecho aún pueden pasar muchas cosas. Y el factor Trump no se
puede subestimar en un mundo aún adicto al petróleo como el
actual. El precio del barril sigue marcándose en dólares y
está estrechamente ligado a la política estadounidense.
“En los próximos años EEUU podría ser autosuficiente en
materia energética y esto cambia el mundo tal y como lo hemos
conocido”, afirma Mike Rosenberg, profesor de Dirección
Estratégica en IESE. “Surgen muchas incógnitas: ¿Dónde va a
vender Venezuela y México su petróleo? ¿Va a seguir EEUU
manteniendo la Quinta Flota en Bahrein? Es muy posible
imaginar a Trump desvinculándose del mantenimiento de la
estabilidad en la región. Esto podría producir una guerra
entre Arabia Saudí e Irán”. Y añade el experto en geopolítica:
“Un Oriente Medio en llamas afectaría al precio del petróleo
global, porque el resto del mundo todavía lo necesita.
Mientras Trump esté en la Casa Blanca, no podemos olvidar que
no mide los riesgos y es imprevisible”.
En las nuevas distopías, en vez de peleas por la gasolina como
en Mad Max, puede que sea el control de los paneles solares lo
que preocupe a los bandidos de la carretera del futuro. Aunque
en realidad, lo más preocupante de aquella película es que
nunca deja claro qué le pasó al planeta para dejar el mundo
patas arriba. No especifica la ficción quién era el presidente
de Estados Unidos antes del apocalipsis.
Fuente: elindependiente.com