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¿Cómo alimentar al México del siglo XXI?
Por Amapola Nava
Ciudad de México. 19 de agosto de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).Durante la charla Biodiversidad esquina diversidad cultural, el doctor en ecología
José Sarukhán Kermez resaltó la importancia de la diversidad biológica no solo
como un fenómeno ecológico sino como un elemento trascendental de la
soberanía alimentaria.
“Todos los días desayunamos biodiversidad, comemos biodiversidad, cenamos
biodiversidad y todo eso no lo cosechamos, no lo sembramos, pero proviene de
alguien que lo hizo en un sistema ecológico a cierta distancia”, comenta José
Sarukhán, Premio Nacional de Ciencias y Artes 1990 y coordinador nacional de la
Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Este tema fue abordado en el marco del ciclo “Charlas con Premios Nacionales”
organizado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y el Consejo Consultivo de
Ciencias de la Presidencia de la República (CCC), que se realiza en la librería
Rosario Castellanos del FCE.
Centros de domesticación
México no es solo un país con enorme riqueza biológica y cultural, además es
centro de domesticación de muchas de las plantas que hoy son imprescindibles
para alimentar a la humanidad, el maíz, frijol, jitomate, amaranto, la calabaza y
muchas otras especies comestibles que se desarrollaron por años en la milpa,
gracias al trabajo de quienes Sarukhán denominó “las primeras científicas”. Esta
enorme diversidad genética de plantas domesticadas debe ser conservada no solo
por cuestiones biológicas, sino por cuestiones culturales.
Es aquí, en la gastronomía, donde José Sarukhán opina que se entrecruzan las
calles de biodiversidad biológica y biodiversidad cultural. Pues no hay otra
actividad humana, aparte de la gastronómica, en donde se pueda tomar la
biodiversidad, transformarla en alimentos y al ingerirla volverla parte del
organismo.
La diversidad y la soberanía alimentaria
El doctor en ecología resaltó la importancia de mirar el concepto soberanía
alimentaria como “el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente
adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica”, enfoque
definido por el movimiento campesino internacional Vía Campesina.
La biodiversidad es parte fundamental de este concepto de soberanía alimentaria,
pues cada pueblo genera tradiciones y costumbres en torno a los sistemas de
producción de alimentos y a los platillos que elabora según las diferentes especies
animales, vegetales y de microorganismos que utilizan.
"En la actualidad, el sentimiento de desconexión con la naturaleza es enorme. En
un mundo donde 70 por ciento de la población vive en las ciudades, ha nacido en
las ciudades y va a morir en ellas, con un contacto nulo con otros contextos
ecológicos, sucede lo que parecería un chiste, que los niños piensen que la leche
se produce en tetrapacks", comenta José Sarukhán.
Pero la realidad es que los productos que necesitamos para la supervivencia se
producen en sistemas ecológicos, sistemas que en este momento, debido a la
cantidad de población mundial y al tipo de alimentos que demanda, provocan una
disrupción enorme en el ambiente.
El hecho de que los métodos agrícolas actuales tengan un impacto tan negativo
en los ecosistemas plantea un enorme reto: ¿Cómo producir alimentos sin
terminar con un escenario ambiental catastrófico? Tema que, dijo, debe discutirse
con urgencia, pues ya en el país se ha deforestado una enorme extensión de
bosque, con fines agrícolas, y aún así persiste la pobreza alimentaria.
“En México no hemos discutido cómo vamos a asegurar que realmente tengamos
de manera sustentable la alimentación sana, adecuada, nutritiva y ligada a nuestra
cultura a mediados del siglo, que ya está a 35 años de distancia prácticamente”.
El fracaso de la Revolución Verde como sistema agrológico mundial
Entre 1960 y 1980, la Revolución Verde se presentó como un nuevo sistema
agrícola que resolvería las crecientes demandas alimenticias de la población.
Mediante el uso de fertilizantes, pesticidas, grandes cantidades de agua, semillas
modificadas genéticamente y la tecnificación del campo, este nuevo modelo de
producción presentaba el monocultivo como la solución a la escasez de alimento
en el mundo.
Pero hoy en día, este sistema ha probado tener un enorme impacto en los
ecosistemas y en las formas de comercializar los alimentos. “Ya nos hemos dado
cuenta, y esto no lo digo yo, lo dice la FAO, lo dice el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional, la agricultura de alta tecnificación ya no es sustentable”,
detalla el ecólogo.
La Revolución Verde no es adecuada para todos los contextos ambientales, y
tiene una cantidad de costos sociales y ecológicos muy elevados, por lo que los
organismos que alentaron a los países a la tecnificación agrícola y que
condicionaron préstamos internacionales a abandonar la investigación científica
con fondos públicos, ahora se han dado cuenta de que ese no es el camino,
explica José Sarukhán.
Una nueva forma de alimentar al mundo
“La manera en que alimentemos a la población de mediados del siglo XXI definirá
el grado de conservación de los remanentes de sistemas naturales en el planeta”,
enfatiza el ecólogo.
Para enfrentar este dilema de alimentación y conservación de la naturaleza,
incluso la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), apuesta por una nueva forma de producción de los alimentos,
un sistema de agricultura familiar.
En cuanto al uso de organismos genéticamente modificados en los sistemas de
producción alimentaria, José Sarukhán considera que el problema no es de
carácter científico, sino un problema social, económico y cultural, en donde
grandes compañías se apropian de un proceso evolutivo que ha sido practicado
por los campesinos mexicanos por años.
Además, comenta que en México no existen los mecanismos de vigilancia que
eviten que las semillas transgénicas dispersen material genético a las variedades
nacionales y a los parientes silvestres de las plantas domesticadas, lo cual es un
grave riesgo para la biodiversidad.
El ecólogo opina que la diversidad biológica y cultural no puede desarrollarse
basada en un solo sistema agrícola. La visión de una solución universal para la
gran riqueza de paisajes lleva a situaciones como las que imperan hoy en día en
el país, donde 80 por ciento de los agricultores no se ven beneficiados por el
sistema tecnificado propuesto por la Revolución Verde.
Para José Sarukhán, el nuevo camino lleva a la generación de cultivos biodiversos
que permitan el proceso de selección y variación de las especies en diferentes
partes del mundo. Esto permitirá que las plantas domesticadas se adapten a los
distintos ecosistemas y generen la gran riqueza que todavía observamos hoy en
día. Allí está el caso del maíz en México, con 59 razas de la planta, que le
permiten desarrollarse en ambientes cálidos y fríos, desde el nivel del mar hasta
los tres mil metros de altura.
José Sarukhán
Primer doctor en ecología en México
Premio Nacional de Ciencias y Artes 1990
Coordinador Nacional de la Conabio
Presidente de la Academia de Investigación Científica en 1984
Exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México
Miembro del CCC