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RECETAS PARA ABRIR EL APETITO LECTOR
JUAN JOSÉ LAGE FERNÁNDEZ (&)
Aún recuerdo como, hace años, ante una sobrina con problemas de
inapetencia, de fobia a todo lo comestible, el pediatra – era solo una niña – muy
acertadamente, hacía a sus padres las siguientes recomendaciones dietéticas:
¾
¾
¾
¾
¾
Las pequeñas cantidades animan más a los niños sin apetito
Evitar la obsesión y las peleas por la comida
No distorsionar el automatismo de comer con coacciones o premios
Dejarles escoger entre alimentos equivalentes
Introducir poco a poco nuevos sabores y alimentos en la dieta.
Todos estos sabios y sencillos consejos, me vienen ahora a la memoria para
intentar dar soluciones a la llamada incompetencia o falta de competencia lectora
de buena parte de nuestros alumnos, que es sin duda, la principal causa de las
masivas deserciones lectoras.
O lo que es lo mismo: para intentar desarrollar en los niños y adolescentes,
de manera natural, hábitos saludables que favorezcan el acercamiento a los libros
y a la lectura.
Para empezar, debemos tener en cuenta que las causas de la “desmotivación
creciente” de los jóvenes frente a la lectura son, fundamentalmente, de tres tipos:
¾ Por falta de tiempo para leer
¾ Por falta de libros que les acerquen a sus intereses
¾ Por falta de competencia lectora
Por lo tanto y visto esto, todas las recetas que se elaboren para favorecer
el gusto literario o lector, deben contener ingredientes que aminoren o diluyan estos
nocivos e insípidos componentes.
Los anteriores consejos del pediatra nos vienen como anillo al dedo para
dar sentido a lo que queremos decir.
En primer lugar, ante un niño anoréxico e inapetente de lecturas y como
la educación lectora debe ser progresiva, el primer plato debería estar lleno de
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frutos accesibles o asequibles, en pequeñas dosis, libros que entienda y comprenda,
que estimulen sus ansias de comer más, que le vayan entrenando y abriendo el
apetito para llenar a dietas mas sofisticadas. No vaya a ser que, como decía
Montaigne, por excedernos en el celo perdamos la perspectiva: “así como las
plantas se ahogan por exceso de agua, lo mismo le ocurre a la acción del espíritu
por exceso de estudio y de materia”.
No olvidar que la lectura en las primeras edades, al igual que la educación
básica, debe ser un mero aperitivo y no una comida copiosa. Lecturas sencillas, que
no triviales o superfluas.
Y aquí, es el cuento o relato breve quién debe estar presente en este primer
plato y además, con él ganaremos también la batalla de la falta de tiempo.
En segundo lugar y para el segundo plato, debemos esforzarnos en preparar
lecturas que les dejen buen paladar, que les causen placer y satisfacción, sabiendo que
el placer es indispensable para asumir el esfuerzo de subir nuevos peldaños, de hacer
nuevas conquistas.
Y aquí, es el humor – la risa - el ingrediente básico que sin duda,
recompensará sus esfuerzos y asociará con disfrute y placer. Y es así también como
conseguiremos adaptarnos a sus intereses. J. D. Salinger pone en boca del
protagonista joven de “El guardián entre el centeno” la siguiente frase: “lo que me
gusta de un libro es que te haga reír un poco de vez en cuando”.
Desaconsejar asimismo las coacciones o imposiciones, que pueden
acarrear el vómito y el rechazo. E incluso las recompensas, que inducen a la larga, a
la picaresca, el empacho o la diarrea. “La gratuidad – dice Daniel Pennac – debe
ser la única moneda del arte”.
No obsesionarse ni perder los nervios es otro consejo acertado. Aguardar
los resultados, que con una dieta equilibrada sin duda se producirán. “Leer y
esperar”, “Lectura – regalo” es la mejor de las recetas.
Y tampoco pedir lo que no son capaces de explicar. Cuando saboreamos
un plato que nos parece delicioso, no estamos pensando en las grasas o hidratos de
carbono que contiene.
Es necesario también, como postre, favorecer la diversidad y la
variedad, que el lector pueda elegir, suministrando platos con las mismas proteínas
pero diferentes sabores. Claudio Magris, premio Príncipe de Asturias de las Letras,
teorizaba así sobre el tema: “creo que en la Literatura la poligamia y el politeísmo
no solo son lícitos, sino que son la única postura posible: el dicho evangélico “en la
casa del padre hay muchas moradas”, sirve también para la Literatura”.
Y como brindis final, dos pequeñas observaciones. La primera de la mano
del gran cocinero C. S. Lewis: “los niños están hechos para crecer, no para
quedarse en Peter Pan”. Lo que significa que los libros, como los alimentos, deben
ayudarles a crecer, deben ir siempre un poco por delante del lector. No podemos
alimentar a nuestros hijos solo con chocolate con la disculpa de que les gusta.
La segunda del especialista asturiano en dietética literaria Salvador
Gutiérrez Ordóñez, que nos instruye sobre la importancia del cocinero y el buen
conocimiento de los ingredientes: “solo consigue apasionar al alumno el profesor
apasionado y solo consigue ilusionarse con una disciplina la persona que la conozca
y la domine”.
(&) Maestro, Premio Nacional Fomento de la Lectura, 2007.
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