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Transcript
Memorial de Guatemala-Aportes para el Debate
El Proyecto Patriota: neoliberalismo
militarista
CONTENIDO
Introducción
1
Entre la democra- 1
cia militar y la dictadura civil
La implantación
acelerada de un
modelo
3
Barillas: modelo
para armar un
Estado
5
El desgaste acele- 7
rado de un modelo
9
El poder político
social de comunidades y pueblos en
resistencia
Aportes
para el
Debate
número 1
Julio de
2012
A partir del 14 de enero de 2012 se fortalece y profundiza un modelo de organización política, económica y social, fundamentado en la
remilitarización/poder del Ejército, la apuesta por las inversiones
extractivas y la transnacionalización de la economía, la concentración de la toma de decisiones (presidencialismo), la ideologización
neo autoritaria y el uso institucional de la violencia.
Este modelo renueva y actualiza el pacto histórico oligarquía-ejército,
adecuándolo al contexto nacional e internacional. A diferencia del momento precedente (de transición democrática, vigencia –formal- de
Acuerdos de Paz y gobiernos civiles), el actual pacto de elites restringe
libertades y ejercicio de derechos, es visiblemente autoritario, tanto en el
fondo como en la forma (desconoce leyes y procedimientos, apuesta por
el ejercicio unipersonal del poder), y se basa en la identidad y el poder
militar, al apoyarse en el Ejército, o en sectores del mismo. El pacto incluye a grupos criminales, cuenta con el Partido Patriota como operador
político y la anuencia explícita o silenciosa de transnacionales y gobiernos conservadores europeos, centro y latinoamericanos, así como la administración estadounidense.
La renovación/reconfiguración no implica cambios radicales con la etapa
anterior, sino la agudización de los rasgos autoritarios y la adaptación a
las nuevas realidades económicas y políticas (a la vez, causa y consecuencia):
El incremento del volumen y el poder de la economía criminal (trata de
personas, contrabando de armas y otros, narcoactividad) hace que el
pacto oligarquía-ejército sea, en sentido estricto, pacto capital tradicional y capital emergente criminal con sectores militares.
El golpe de estado de Honduras, junio de 2009, legitima soluciones de
fuerza, al margen de la ley y el retorno del Ejército como árbitro y actor fundamental de poder político.
La derechización de los gobiernos y las sociedades europeas se convierte en soporte político fundamental del neoautoritarismo.
En este sentido, el proyecto-modelo se contextualiza a partir de cuatro
características negativas y una en afirmación:
No se origina ni depende exclusivamente de Pérez Molina y el Partido Patriota.
No es un proyecto exclusivamente guatemalteco, aunque en el país se
configura con características propias e imposición típicamente criolla.
No es un proyecto homogeneizado, sino que se distingue por su capacidad de adaptarse a las realidades particulares de cada país, tanto en su
desarrollo como en los mecanismos de implantación del mismo.
No es el proyecto de retorno a las dictaduras militares de los años 80,
sino su recreación en las circunstancias actuales.
La identidad militar y autoritaria del actual Presidente y el Partido Patriota lo hacen instrumento privilegiado para el desarrollo del proyecto, al
tiempo que le confieren rasgos particulares.
La identidad
militar y
autoritaria del
actual
Presidente y
el Partido
Patriota lo
hacen
instrumento
privilegiado
para el
desarrollo del
proyecto, al
tiempo que le
confieren
rasgos
particulares.
Entre la democracia militar y la dictadura civil
El modelo en desarrollo define un nuevo ciclo histórico. Anula, en primer lugar, el modelo de estado y el modelo de sociedad diseñado en los Acuerdos
de Paz (los que, en cualquier caso, no lograron concretarse), al reducir por
enésima ocasión las funciones y el poder del Estado, subordinar los actores
sociales a los mercados y simplifica la democracia: las elites políticas y el
presidente del Ejecutivo acumulan funciones y decisiones, en un marco de
hiperconcentración del poder.
En segundo lugar, implica el fin de la transición democrática iniciada con la
conversión de gobiernos militares a civiles y la promulgación de la Constitución de 1985: avala el retorno de militares a la gestión del poder político y el
control de instancias de gobierno.
Vivimos la ola de expansión vertiginosa y caótica de este modelo, mientras
nuestros referentes inmediatos continúan siendo los esfuerzos de construcción colectiva de una nueva cultura y una nueva sociedad: el sueño de la
paz inacabada de 1996. Por ello nos cuesta entender, nombrar y sobre todo
asumir esta nueva etapa.
Paradójicamente, las denominaciones van por delante de las comprensiones. Boaventura de Sousa Santos habla de Socio fascismo, una etapa donde determinados espacios de libertad política, sobre todo electoral, coexisten
con nulas posibilidades de justicia social y económica. El Golpe de Estado
en Honduras abona la caracterización de Dictaduras Civiles, surgidas de golpes militares. Álvaro Arzú conferenció en 2009 sobre los Regímenes cívico
militares; En El Salvador se habla de Estados Militares y Democracias
Oligárquicas (Julia Evelyn Martínez). Desde mi punto de vista, el término Neoliberalismo Militarista, define el momento actual de transformación/
regresión en el país, vinculado al poder del Ejército, y continuador del pasado reciente de guerra y represión: el elemento historia-memoria está muy
presente en la implantación del modelo, por negación, omisión o afirmación.
Página 2
El Proyecto Patriota: neoliberalismo militarista
No es casual en este marco de cambios que se esté hablando de una
modificación constitucional: nuevas reglas para una nueva etapa (aunque
el alcance de la misma depende de correlaciones de fuerza todavía variables y análisis de escenarios de riesgos y gobernabilidad). En un contexto
“ideal” (desde el punto de vista de la adecuación de la Constitución al
pensamiento hegemónico) la reforma constitucional inicia una fase de
“constitucionalismo autoritario” (Gerardo Pisanello).
La implantación acelerada de un modelo
Desde el 14 de enero, o más estrictamente desde el triunfo de Pérez Molina y el Partido Patriota en la segunda vuelta electoral, el 11 de noviembre de 2011, el Proyecto Neoliberal Militarista se expande, a partir de la
gestión del gobierno y el control institucional y del Estado, con estos ejes
fundamentales:
La remilitarización y el ascenso del poder político del Ejército. Es instrumento, y a la vez identidad, fundamental. Se manifiesta de forma cuantitativa y física, con el despliegue de tropas e instalaciones militares
(retenes, ampliación de zonas militares, instalación de Brigadas) pero sobre todo alcanza una dimensión cualitativa, en la que el Estado se guía
con lógicas y principios militares: ubicación de oficiales en puestos claves
de la estructura del Estado; promoción y proliferación de servicios de inteligencia (la la inteligencia como eje central de la acción de seguridad/
control social); recuperación de la concepción de los movimientos sociales como enemigo interno (criminalización, ataques, instalación de zonas
militares en zonas de conflicto)
En este marco, se conceden al Ejército funciones, atribuciones y un papel
político no reconocido en la Constitución, objetado por el proceso de paz
(bajo la lógica de la desmilitarización) y contrario a una teoría y un ordenamiento democráticos.
Por encima de la sociedad organizada, las instituciones civiles, incluso los
partidos políticos (pese a su deslegitimación) se propone al Ejército como
actor político fundamental: conciliador de intereses de la sociedad, a propuesta de Fernando Carrera, funcionario de gobierno, o recuperador de la
institucionalidad y la gobernabilidad perdidas, según José Rubén Zamora,
director de El Periódico.
La remilitarización es estratégica y no temporal; carece de protocolos, al
trascender la legalidad y la legitimidad (paradigmático el caso de las Fuerzas de Tarea, sin objetivos, reglamentos, instancias de control claras y
conocidas) y subordina los poderes civiles, tanto en la seguridad estrictamente (Policía Nacional Civil) como en el ordenamiento político. Contradice en este sentido, las tres condiciones expuestas por la Alta ComisionaAportes para el Debate número 1
Página 3
La militarización
es estratégica y
no temporal,
contraviniendo
las conclusiones
de la Alta
Comisionada de
Naciones
Unidas para los
Derechos
Humanos.
da de Derechos Humanos de Naciones Unidas en su visita a Guatemala, en
marzo pasado.
La acumulación económica agresiva. Una nueva fase de expansión de empresas fortalece la reprimarización del modelo primario exportador (por tanto, la subordinación de la economía guatemalteca) en un esquema de acumulación económica agresiva (Raúl Zibechi): concesiones petroleras y mineras masivas, nueva matriz energética que da cabida a las energías renovables (eólica, solar, intereses presentes en la expansión de empresas en
Barillas), ofensiva sobre el sistema bancario y el sistema de seguros, privatización del agua (o dicho de forma elegante, Gestión Integral del Recurso
Hídrico), expansión de la economía criminal y coexistencia con la economía
legal.
La
acumulación
primaria
agresiva se
fortalece sí y
sólo sí con
estructuras y
formas
violentas y
autoritarias.
La legislación y la institucionalidad del Estado se construyen en función de
esta expansión, aún en detrimento de los derechos de las personas y colectivos (ejemplo: actualización fiscal que no ataca el régimen de exenciones y
la falta de tributación), en un marco de Estado Corporación Nación (Gustavo
Castro), que implica una institucionalidad débil. En esta fase adquieren protagonismo las transnacionales latinas (Brasil, grupos centroamericanos pro
golpistas, Colombia), así como las estructuras y formas violentas y autoritarias (alianzas con ejército, ejércitos privados y grupos de sicarios).
Presidencialismo centralista-autoritarismo político. Se apuesta por la concentración y no delegación de la toma de decisiones, incluso las enmarcadas en
el círculo directo de poder del Patriota (Ministerios), y por el control unipersonal de la institucionalidad del Estado. Se ejerce con irrespeto de leyes y
estado de derecho, por ejemplo en el nombramiento de funcionarios bajo
sospecha (Ministerio de Salud) o eludiendo los procedimientos de designación (Secretaria Presidencial de la Mujer, Defensoría de la Mujer Indígena).
Las decisiones en ausencia de ley y/o de consenso configuran un régimen
político de corte dictatorial y de carácter unipersonal. La sobre presencia del
Presidente (que ejerce eventualmente de Ministro, Alcalde, Contralor, Fiscal,
Juez y Vocero Presidencial, o sea vocero de si mismo) se enmarca en esta
lógica: esta sobrepresencia es rasgo de personalidad, herencia militar y estrategia de publicidad, pero sobre todo fundamenta el proyecto político personalista-autoritario.
Ideologización neo autoritaria. Se difunde de forma pública y por medios
múltiples una imagen complaciente y acrítica del actual gobierno. Se legitiman por los mismos medios los rasgos autoritarios del proyecto: ejemplo, al
presentar decisiones autoritarias y al margen de la ley como acciones de
carácter y recuperadoras de la institucionalidad.
La ideologización construye símbolos o los destruye (retirada de la bandera
maya) y pretende una rescritura de la historia reciente del país, al negar el
genocidio y convertir a las víctimas en victimarios (demandas contra líderes
sociales promovidas por militares y civiles ultraconservadores).
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El Proyecto Patriota: neoliberalismo militarista
El uso del lenguaje fortalece esta ideologización: se repiten machaconamente conceptos como liderazgo, emprendimiento, ordenar (que sustituye
peligrosa y progresivamente al concepto de gobernar), empresarialidad,
positivismo, mano dura… Todos estos conceptos se asocian o crean imaginarios individualistas y autoritarios.
La violencia Institucional. El Estado se organiza a parir del uso de la violencia, teniendo en cuenta dos principios complementarios:
El modelo de acumulación económica y exclusión política no se sostiene sin violencia.
El modelo de acumulación no se sostiene exclusivamente con violencia.
Esto genera dos dinámicas: 1) la cooptación y el diálogo; 2) el uso de la
violencia.
Así, se justifican las criminalización creciente de luchas sociales, el discurso estigmatizador (narcotraficantes, criminales), las capturas, las amenazas y persecuciones, mientras se desarrollan mesas de diálogo, las
persecuciones, mientras se desarrollan estrategias y mesas de diálogo.
La dinámica concatenada de tensión y acercamiento con las luchas sociales (con mayor énfasis en una u otra según el contexto, y con tendencia a
la agudización de las líneas de tensión) convierte a la guerra en la continuación de la política (Clausewitz) o la política en continuación de la guerra (General Gramajo).
Barillas: modelo para armar un Estado
En un territorio reducido y en el marco de un conflicto en apariencia menor y focalizado (interés de una pequeña empresa frente a una comunidad) se desarrollaron todos los elementos definidos arriba: militarización,
concentración de toma de decisiones (y anulación de actores civiles y
políticos), incremento de la presencia del ejército, Estado corporación,
persecución, captura y criminalización de luchas sociales, desaparición
de la lógica de derechos, búsqueda de soluciones de fuerza para problemas políticos.
En Barillas se concretan y confunden los intereses inmediatos de expansión de una empresa transnacional con los intereses estratégicos de acumulación capitalista, vinculados hoy a modelos políticos de corte autoritario y neo dictatorial. La empresa, incapaz de expandirse por otra vía que
no es la de la fuerza, se apoya en el gobierno, al que reiteradamente venía solicitando apoyo. El gobierno del Partido Patriota observa en Barillas
Aportes para el Debate número 1
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El modelo
de
acumulación
económica y
exclusión
política no
se sostiene
sin violencia.
la posibilidad de fortalecimiento de su proyecto
Se producen coincidencias ideológicas entre actores (conservadurismo,
afinidades partidarias), en un contexto internacional favorable y con el
reloj de los tiempos políticos solicitan a gritos una medida de fuerza: la
empresa, con la urgencia de iniciar la producción y recuperar las inversiones; el gobierno, visualizando la necesidad de una medida fuerte y un
mensaje político claro en los primeros meses de gestión. En este sentido, el Estado de Sitio no fue una medida extemporánea, aislada, sino
una propuesta institucional para un determinado modelo económico y
político: un golpe de estado a nivel municipal.
El desgaste acelerado de un proyecto
La agresividad
de la
implantación
del modelo
neoliberal
militarista y la
debilidad
intrínseca al
mismo,
configuran un
escenario de
inestabilidad.
El proyecto neoliberal militar avanza en seis meses de gobierno, en una
lógica de implantación apresurada. Sin embargo, y de forma complementaria, se produce el rápido desgaste de este proyecto, al menos en
cuanto al papel del Partido Patriota y el gobierno de Pérez Molina. Este
desgaste se simboliza en el agotamiento prematuro de los tres grandes
pactos o ejes de la gestión del gobierno, definidos en el discurso del 15
de enero y reafirmados de forma literal en el foro que analizó los seis
meses de gestión: Pacto Fiscal, Pacto Hambre Cero y Pacto por la Seguridad y la Justicia. Estos tres grandes pactos presentan deficiencias
en la implantación, vacíos y limitaciones estructurales, que erosionan la
imagen y el margen de maniobra del Ejecutivo.
El Pacto Fiscal es sustituido por la Actualización fiscal, que desconoce
los contenidos promovidos en los Acuerdos de Paz: no obliga a pagar
más a los que más tienen (empresas transnacionales); no elimina exenciones a las empresas, y se fundamenta en regalías voluntarias, sobre
las que no existe control. A partir de la actualización fiscal, el gobierno y
estado tendrán limitaciones para cumplir con las metas de recaudación
tributaria y para garantizar al Estado ingresos mínimos que permitan siquiera cumplir los compromisos de campaña del Partido Patriota.
El Pacto Hambre Cero es, en su literalidad, un pacto para reducir la desnutrición crónica 10 puntos porcentuales en cuatro años de gobierno. No
aborda las injusticias económicas, ni siquiera aborda o pretende lo que
su nombre indica: eliminar el hambre. El Pacto quedará anulado así por
su contrapeso: la apuesta por el neoextractivismo (antiguos y nuevos
ámbitos de acumulación como el agua, las energías renovables), generador de nuevas exclusiones, pobreza y más hambre (por la apuesta exportadora frente a la necesidad de producir para el consumo).
El Pacto por la seguridad y la justicia se mediatiza por la remilitarización
que, concebida con carácter permanente, estructural y debilitador de poPágina 6
El Proyecto Patriota: neoliberalismo militarista
deres civiles.
El proyecto acumula otras debilidades estructurales: competencias
económicas entre actores (incluso entre aquellos identificados como aliados), desconfianzas históricas entre oligarquías y ejército, emergencia de
nuevos actores, vinculados eventualmente al poder militar y del Partido
Patriota.
Estas debilidades, aunadas a la agresividad de la implantación del modelo neoliberal militarista, configuran un escenario de inestabilidad. Un gobierno autoritario y violento, que es al mismo tiempo un gobierno frágil,
puede recurrir al incremento de la violencia (física e institucional) para
mantenerse: nuevos estados de sitio y excepción, persecución a líderes
(capturas y encarcelamientos), asesinatos de líderes. El riesgo estratégico es que este gobierno violento modifique por la fuerza el sistema político actual (disolución del congreso, mayor restricción de libertades y derechos, prohibición legal de los derechos de manifestación, protesta, reunión…) para consolidar el proyecto económico y político.
El poder político y social de las comunidades y
pueblos en resistencia
Se percibe
hoy un
acumulado
de luchas y
respuestas
sociales,
que indican
avances
La construcción de este modelo no se desarrolla sin tensiones y oposición
social. El punto de partida es el reconocimiento del estado de las luchas
sociales: sin caer en el derrotismo (el síndrome de la resignación social
aprendida, Julia Evelyn Martínez); sin minusvalorar las luchas sociales y
la capacidad de movilización y transformación; sin sobredimensionar la
correlación de fuerzas (pensar que los movimientos sociales disputan el
Poder en condiciones ventajosas).
En desventaja y en obvia minoría, se percibe hoy un acumulado de luchas y respuestas sociales, que indican avances cualitativos de los movimientos: construcción de propuestas y nuevos proyectos (con aportes de
la cosmovisión, el feminismo, la defensa del territorio como eje, la conceptualización del territorio cuerpo-tierra); emergencia de nuevos actores
y nuevas formas de lucha; ampliación de las agendas, progresivamente
transformadoras y refundadoras; desarrollo de luchas cada vez más profundas, en los márgenes del sistema (Raúl Zibechi). La constitución de la
comunidad y las luchas territoriales como centro de las movilizaciones
constituye el salto cualitativo más importante, al ampliar tanto demandas
como actores y sujetos participantes.
Si las consultas comunitarias, las luchas por la defensa del territorio, la
refundación del Estado y “de la resistencia al poder”, el paradigma del territorio cuerpo tierra y lo privado como político (aporte feminista) se ubican
Aportes para el Debate número 1
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cualitativos
de los
movimientos
como puntos de inflexión históricos (después de la firma de los Acuerdos de Paz), la Marcha Indígena Campesina de marzo y la resistencia
al Estado de Sitio en Barillas, constituyen puntos de inflexión recientes,
fortalezas que necesitan ser expandidas. Entre otras:
Visibilización de nuevos sujetos: comunidades, territorios y pueblos
como ejes y centros de luchas, por encima de los aglutinamientos
urbanos y a partir de organizaciones.
Legitimación de luchas frente a la criminalización creciente.
Demostración de fuerza de actores sociales descontentos y con
nuevas propuestas de organización: grito de indignación en un momento en el que los medios de comunicación difunden la idea de
una homogeneidad pro patriota y pro gobierno.
Las articulaciones
sociales amplias,
no concebidas de
forma rígida,
estructurada ni
vertical, alejadas
del vanguardismo
y las formas
tradicionales de
respuesta social,
tienen una gran
capacidad de
transformación
social.
Cuestionamiento radical a una institucionalidad, un estado y un gobierno que plantean desde la firma de la paz un esquema de diálogo
permanente sin acuerdos, concebido como mecanismo distractor,
debilitador y otorgador de prebendas, que no discute problemas estructurales (cuestiona aunque no trasciende este esquema). En el
mismo sentido, obliga a replantear las estrategias de negociaciónincidencia-movilización de las organizaciones sociales.
El aprendizaje fundamental tiene que ver, en primer lugar, con el valor
multiplicador de la articulación de luchas, alrededor de planteamientos
legítimos comunitarios. En segundo lugar, con la potencialidad de las
articulaciones sociales amplias, no concebidas de forma rígida, estructurada ni vertical, alejadas del vanguardismo y las formas tradicionales
de respuesta social: la autoconvocatoria y la conducción sin un referente centralizado (plurireferencialidad) reflejan nuevas dinámicas organizativas.
Sin embargo, se mantiene la fragmentación, tematización y desarticulación de luchas; las divisiones y enfrentamientos entre líderes y movimientos; la desconexión táctica-estrategia, urbano-rural, liderazgospoblación; las fragmentaciones éticas: distancias crecientes entre acciones y convicciones, incoherencia entre los hechos y los discursos; la
incapacidad de asumir como agenda estratégica de los movimientos
sociales, las demandas primarias de la población: hambre, inseguridad…
Los retos son por tanto mayúsculos, de tipo organizativo, de construcción de propuestas, de superación de viejas formas de lucha:
Analizar y conocer en profundidad el actual proyecto de dominación,
sin esquematismos (poder de la economía criminal, nuevos actores).
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El Proyecto Patriota: neoliberalismo militarista
Con ello, definir nuevas estrategias para esta nueva fase de lucha:
¿cuáles son las estrategias adecuadas para un horizonte posdemocrático?.
Consolidar lógicas de poder comunitarias, territoriales, desde abajo
(movimientos más que organizaciones y partidos)
Sostener procesos sostenidos y masivos de movilización política y social (no solo marchas, bloqueos, sino movilización de recursos, acciones, pensamientos y proyectos de todo tipo, combinando todas las formas de lucha).
Cambiar nuestros marcos y referentes de lucha (desarrollo sostenible,
participación ciudadana) y aprender a nombrar de nuevo nuestras luchas.
Abandonar prácticas sectarias y desarticuladas, que favorecen el actual
sistema de acumulación y poder. Entender que todos los movimientos
aportan desde su identidad y especificidades a una lucha común: diversidad sin dispersión unidad sin unicidad (Isabel Rauber).
Revisar prácticas, coherencia y valores, recuperando la enseñanza del
movimiento revolucionario, movimiento feminista como ejemplos de radicalidad ética entre principios y prácticas.
Desarrollar luchas ideológico-simbólicas que deslegitimen el modelo
militar neoliberal. Información, formación, análisis, ideologización, formación con proyecto político transformador/emancipador.
Profundizar debates: construir poder-tomar poder; relación partidosmovimientos sociales (que incluye la relación entre las organizaciones
históricas y los movimientos); el debate sobre el Estado (más allá de
las instituciones) y el debate aplazado sobre el Poder (que implica la
reideologización de las luchas sociales).
El gran reto, el más complicado de ejecutar y el más obvio de comprender y
formular es entender que Guatemala, solamente puede transformarse a partir de la práctica de muchos sectores, personas, pensamientos, demandas.:
la construcción de un proyecto colectivo que parte de sujetos y luchas diversas y plurales, y se fundamenta en la colectividad frente al individuo; los derechos frente a la lógica de los mercados; la paz frente a la seguridad militarizada.
Aportes para el Debate número 1
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Las luchas
ideológicosimbólicas
son
cruciales
para
deslegitimar
el modelo
neoliberal.
A partir del 14 de enero de 2012
se fortalece y profundiza un modelo de organización política,
económica y social, fundamentado en la remilitarización/poder
del Ejército, la apuesta por las inversiones extractivas y la transnacionalización de la economía, la
concentración de la toma de decisiones (presidencialismo), la ideologización neo autoritaria y el uso
institucional de la violencia.
Próximo número:
El neoliberalismo militarista. Empresas, gobiernos y ejércitos en
Santa Cruz Barillas,
Guatemala.
El caso Hidro Santa
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