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1
Estado: ¿imposición necesaria o necesidad impuesta? 1
Kelly López Roldán2
Resumen
Este ensayo pretende responder a la cuestión de cómo se manifiesta el Estado: bien como un
artificio necesario para la regulación de relaciones sociales caóticas o desequilibradas producto
de la naturaleza de la especie humana o como una imposición que legitima la dominación social.
Se sustentará este escrito en la propuesta del liberalismo político, específicamente de Hobbes y
Rousseau y como contrapartida en los postulados de Abrams, Weber y Bourdieu.
Para comprender de manera cabal cada una de estas corrientes de pensamiento, se presenta como
indispensable la separación de postulados alrededor de la construcción y sustento del Estado. Por
tanto, se intentará desentrañar, en primera instancia, los supuestos del liberalismo político
roussoniano y hobbesiano alrededor de este. Posteriormente, se desarrollarán los postulados de
Abrams, Bourdieu y Weber, y se concluirá con una reflexión que permita responder a la cuestión
del Estado como una imposición, una necesidad, o si se puede pensar en una síntesis de ambas.
Palabras claves: estado, imposición, necesidad
1
Éste trabajo nace como reflexión a partir de la noción de Estado en el contexto del curso “Seminario de sociología
política”, dictado por la profesora Marta Dominguez, pregrado sociología.
2
[email protected]. Quinto semestre sociología.
2
El Estado como imposición necesaria
Según Hobbes es necesario que el hombre “abandone la miserable condición de guerra”
(1994: 137) en que se encuentra, por medio del pacto social que le permita conservar su vida, y
en virtud del cual se hace súbdito de otro hombre: el soberano. Aunque Rousseau considere que
el pacto de asociación o contrato social –al igual que Hobbes– ayuda al individuo a conservar su
vida, lo importante de tal asociación no es la sujeción a otro, es por el contrario la expresión de la
libertad humana, no enajenable, que lo vincula íntegramente en condición de “igual” a los demás
hombres (pueblo–voluntad general), además lo libera del estado de naturaleza que lo hace
esclavo del instinto animal y las apetencias.
La construcción del Estado fundamentada por la filosofía política de Hobbes y Rousseau puede
entenderse, entonces, como una imposición (autoimposición) que cada individuo debe efectuar a
su conducta “natural” para conseguir un estadio superior –civil- armonioso, que le permita vivir
en paz y conservar su vida (Hobbes), además, expresar su libertad (Rousseau), por tanto es una
imposición necesaria.
Es indispensable para la “filosofía política del pacto”3 la creación de un cuerpo social moral que
regule las relaciones (naturales) entre individuos. Es, como lo expresé anteriormente, una
imposición que se reviste con un carácter de “necesidad universal”, al que se suscribe cada
individualidad, pero que requiere indispensablemente la adhesión de otros para dar materialidad a
los propósitos del Estado.
La “necesidad universal” de limitar la naturaleza del hombre deriva, pues, en una proposición
esencialista que “obliga” a cada individuo a vincularse al pacto social y a someterse a una serie
de restricciones impuestas por el soberano, pero en razón de su propia voluntad y con el fin de
proteger su vida. Es la concepción del individuo expuesta por la filosofía del liberalismo la que
genera la idea de Estado como desvinculada de relaciones sociales antagónicas, que procura, por
el contrario, establecer una dominación social desinteresada amparada en el beneficio de la
generalidad.
3
Hago referencia a la propuesta de estado fundamentada en los postulados de Hobbes y Rousseau, basados en un
pacto social.
3
Por lo anterior se entiende que solo mediante la institución del Estado, como unión de fuerza
representada en el soberano, puede generarse un vínculo social común entre individuos, que, por
naturaleza, procuran la satisfacción de sus propios intereses y apetencias. Se entiende, entonces,
que el Estado instituido por pacto es el escenario propicio para la convergencia de intereses
particulares –que se restringen– en la búsqueda del interés común de todos los miembros que
componen el cuerpo social artificial.
Es el Estado la materialización de la voluntad humana, de la especie que busca superarse a sí
misma por medio de la elevación a un Estadio civil dirigido por las leyes que ella misma ha
generado. Es este un llamado a la razón, al deber de someterse al artificio moral que permite
coexistir al hombre en sociedad.
En consecuencia, es también necesaria la imposición por medio de la amenaza del uso de la
violencia para mantener el pacto, pues afirma Hobbes que “los pactos que no descansen en la
espada no son más que palabras, sin fuerza para proteger al hombre, en modo alguno (1994: 137),
continua Rousseau afirmando que “ el pacto social implica tácitamente el compromiso […] de
que quien se rehusé a obedecer será obligado a ello por todo el cuerpo: lo cual no significa sino
que se le forzará a ser libre” ( 1994: 26). Resulta paradójico que solo pueda conservarse la
libertad y la vida en virtud de la violencia, pero es la única vía por la cual el hombre puede
disfrutar de la vida social, pues sustraerse del pacto o ir en contravía de este es generar la
reaparición del estado de naturaleza en el cual puede perecer, a razón de no poseer para su
defensa más que la propia fuerza, mínima y limitada.
Es el carácter ahistórico y lógico lo que predomina en el discurso de estos dos filósofos, pues no
es con base en un contexto histórico como se legitima la dominación del hombre sobre sí mismo,
sino solo por medio de la búsqueda en la esencia humana como puede justificarse la creación del
cuerpo artificial, y lo que degenera en la interpretación engañosa y tergiversada de las sociedades
reales de la idea de Estado. Es así como la urgencia por la edificación de un cuerpo colectivo
universalista es la que ha legitimado la dominación del hombre sobre el hombre.
Es precisamente lo que intentaré exponer a continuación pues la necesidad universal de imponer
el Estado tiene como primera etapa la propuesta filosófica, es decir, el deber ser del Estado. La
4
segunda tiene como eje central la conciencia social y la materialidad de esta, y es interpretada
como un hecho social con consecuencias reales en las sociedades.
El Estado como necesidad impuesta
“La existencia de la sociedad ha reposado en una represión directa, o bien es la ciega resultante
de fuerzas antagónicas, pero en ningún caso ha sido el fruto de la espontaneidad consciente de
los individuos libres”
M. Horkheimer.
Como contrapartida al pensamiento del liberalismo político la terna de investigadores sociales
que expondré a continuación sostienen que el Estado es un artificio instituido para “propósitos
sociales específicos en un escenario histórico específico” (Abrams; 2000: 97) que contribuye a la
legitimación de la dominación al interior de la sociedad, por lo cual es inevitablemente el
resultado de antagonismos entre individuos y grupos.
El Estado, afirman estos autores, puede entenderse como el “triunfo del ocultamiento […] tras
una máscara ahistórica de ilusión legitimadora” (Abrams; 2000:95), como “el monopolio de lo
universal, y no puede ser obtenido sino al precio de la sumisión al universal y de un
reconocimiento universal de la representación universalista de la dominación, presentada como
[…] legítima y desinteresada” (Bourdieu; 1993:14) “en la que los individuos sin quererlo forman
parte de este actuar en sociedad y , por lo tanto, se encuentran atrapados por aquellas expectativas
de su propio actuar en vista de aquellos ordenamientos creados por los hombres” (soberanovoluntad general) (Weber; 1973: 213).
En consecuencia el Estado es el producto de una necesidad histórica, ya sea de un individuo o
grupo, para elevarse o mantenerse por encima de otros. Es, a diferencia de la filosofía del pacto
social, la manera de perpetuar la dominación y la sujeción de unos hombres a otros. Puede
interpretarse, según estos autores, un doble ejercicio de imposición de la idea de Estado. Por un
5
lado, la amenaza del uso de la violencia física y, por el otro, el de la violencia simbólica, según
expone Bourdieu (1993: 14), como “la legitimación por medio del consenso, que puede
entenderse como la simple conformidad a lo habitual” (Weber; 1973: 219), desde la cual el objeto
de orden ideológico contribuye a la construcción y reproducción del mito del Estado como
desvinculación de los conflictos sociales, según denuncia Abrams (2000: 94).
Así, el Estado puede entenderse aquí como una imposición necesaria, pero esta vez constituida en
otro sentido. Es pues la expresión del interés particular e histórico de agentes concretos sobre el
resto de individuos lo que permite la institución del estado como mediador de relaciones sociales
concretas, antagónicas y desiguales, que buscan la legitimación de la dominación por medio de la
imposición de la igualdad abstracta, entendida como res–publica, que vela aparentemente por el
interés general, y por la cual se enmascara la desigualdad y la dominación que en concreto se
desarrolla en las sociedades capitalistas.
El Estado: entre la imposición y la necesidad
Como intento materializar en este ensayo, considero el Estado como una construcción que surge
de una necesidad, ya sea histórica o lógica (esencial) de imponerla sobre el Hombre –o sobre
algunos hombres–. Esta ambigüedad, en cuanto a la respuesta que intento expresar aquí, surge
precisamente de la amplitud de la pregunta y el sentido relativo que puede otorgársele a cada
concepto (imposición/necesidad).
La formación del Estado es un proceso que intenta amoldar al hombre a un constructo social
artificial. Busca, en ambos casos, modificar la conducta humana en función de una diversidad de
intereses. En el caso de estas tendencias de pensamiento analizadas, son antagónicas en cuanto a
sus postulados, aunque funcionales en cuanto a los procesos a los que están referidos en sus
exposiciones: así la corriente del liberalismo político, con su propuesta de un pacto social que
condensa la voluntad general, se vuelve funcional a la dominación ideológica y al proyecto de
legitimación de esta en las sociedades capitalistas, en contextos sociales concretos y
diferenciados.
6
Es por lo anterior que desprendo una reflexión acerca de la eficacia histórica de las ideas de las
que hablaba Weber en su ética 4; en este caso de la idea de Estado desde la filosofía del pacto,
pues “el sentido mentado originalmente con mayor o menor unidad por sus creadores puede ser
olvidado u oscurecido tan completamente, a través de cambios de significado” (Weber; 1973:
219) al que considero se ven sujetos los postulados de Hobbes y Rousseau, pues en contextos
históricos determinados se afirma haber llegado a tal estadio civil en el que los hombres en virtud
de su libertad e igualdad, otorgan a unos cuantos la representación del interés general, que es
utilizado como instrumento para la legitimación de la dominación en función de intereses sociales
particulares y concretos, como lo demuestra Abrams.
Bibliografía
Abrams, Philip. (2000). “Notas sobre la dificultad de estudiar el estado”. En: Revista Virajes,
Numero 2, marzo del 2000, Manizales. Pp. 79-98.
Bourdieu, Pierre. (2002). “Espíritus de estado. Génesis y estructura del campo burocrático”. En:
revista sociedad, facultad de ciencias sociales (UBA). Pp. 1-16.
Hobbes, Thomas. (1994). “Del Estado”. En: Leviatán o la materia, forma y poder de una
república, eclesiástica y civil. Fondo de cultura económica, México. Pp. 137-208.
Rousseau, Jean. (1994). Libros I-II. En: Del contrato social o principios del derecho político.
Alianza editorial, Madrid. Pp. 9-61.
Weber, Max. (1973). “Sobre algunas categorías de sociología comprensiva” [1913], En: Ensayos
sobre metodología sociológica. Amorrortu editores, Buenos Aires. pp. 175-221.
4
Me refiero a la ética protestante y el espíritu del capitalismo.